Monkey D. Plum
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La carabela se deslizaba suavemente por la inmensidad del mar y al compás del oleaje subía y bajaba, subía y bajaba. El mar acompañaba a la embarcación, pero realmente ¿quien acompañaba a quién? Si la vida es como una orquesta, llega un momento en el que no se distinguen los instrumentos y solo queda, la melodía. La mar mecía al barco lentamente como si acunara a un bebe y el tiempo se tornó cálido con la llegada del amanecer. A luz del alba Raven escucho súbitamente y sin más dilación:
-!Tierraaa a la vistaaaaa! !Tierraaa a la vistaaaaa!-.
Con el corazón desbocado por la emoción subió a cubierta como un niño y de repente, ahí estaba..., la tierra natal que tanto añoraba, su isla, pero por encima de todo, su hogar. La superficie de la misma era tan sumamente redonda que muchos juraban y perjuraban que su silueta era artificial, sin embargo por caprichos del destino esa peculiaridad había sido obra de la naturaleza. Las secuoyas se extendían a lo largo y ancho del territorio, pero lo más curioso era que los habitantes vivían en ellas. Desde casas hasta colegios, todo había sido construido en alto, así se guarecían de los animales salvajes, tanto nocturnos como subterráneos.
Pero lo más sorprendente era que la isla en si era un dojo gigantesco donde se practicaban todo tipo de artes marciales. Muay thai, Taekwondo, karate, kung fu, Jiujitsu…, la lista era abrumadora, tanto como la cantidad de maestros, de ahí el origen de su nombre, Fighter Island.
Ausente, ensimismado, nostálgico…, de repente y sin cerciorarse de su ubicación puso un pie en la isla. Raven había salvado el estrecho tramo que lo separaba de su sino totalmente desconectado de la realidad, no se había dado cuenta siquiera de como bajó del barco (recuerdos e historias del pasado lo atormentaban, sobretodo una en particular). Pues largo tiempo atrás lo había sido traicionado por su padre y no hay traición más dolorosa que la que proviene de tu propia sangre, por un momento cerro los ojos, se había prometido a si mismo olvidarlo todo y cuando consiguió relajarse inesperadamente fue golpeado.
El impacto fue brutal, la inercia del golpe lo levanto en peso y por un momento Raven perdió la consciencia. Sus ojos parecían totalmente descolocados, fuera de sus orbitas, automáticamente vómito, entre la sangre y la bilis la gravedad hizo presa de su cuerpo (aún seguía en el aire a causa del golpe) y como un muñeco inerte cayó al suelo. Su blindaje resulto en vano y por un momento cuando recupero la conciencia pensó instantáneamente:
<<Haki>> No podía ser otra cosa.
-¡JA! Maldito niñato… !¿asi es como saludas a tu abuelo, ignorandolo?!- dijo medio a gritos rascándose la nalga izquierda- !Maldita sea chico, llevo aqui esperandote toda la mañana, pude sentir tu presencia a 10 millas! y que me aspen si no es como la de tu madre- concluyo ceñudo, pero tras unos instantes una gran sonrisa aparecio en su rostro-.
-!Tierraaa a la vistaaaaa! !Tierraaa a la vistaaaaa!-.
Con el corazón desbocado por la emoción subió a cubierta como un niño y de repente, ahí estaba..., la tierra natal que tanto añoraba, su isla, pero por encima de todo, su hogar. La superficie de la misma era tan sumamente redonda que muchos juraban y perjuraban que su silueta era artificial, sin embargo por caprichos del destino esa peculiaridad había sido obra de la naturaleza. Las secuoyas se extendían a lo largo y ancho del territorio, pero lo más curioso era que los habitantes vivían en ellas. Desde casas hasta colegios, todo había sido construido en alto, así se guarecían de los animales salvajes, tanto nocturnos como subterráneos.
Pero lo más sorprendente era que la isla en si era un dojo gigantesco donde se practicaban todo tipo de artes marciales. Muay thai, Taekwondo, karate, kung fu, Jiujitsu…, la lista era abrumadora, tanto como la cantidad de maestros, de ahí el origen de su nombre, Fighter Island.
Ausente, ensimismado, nostálgico…, de repente y sin cerciorarse de su ubicación puso un pie en la isla. Raven había salvado el estrecho tramo que lo separaba de su sino totalmente desconectado de la realidad, no se había dado cuenta siquiera de como bajó del barco (recuerdos e historias del pasado lo atormentaban, sobretodo una en particular). Pues largo tiempo atrás lo había sido traicionado por su padre y no hay traición más dolorosa que la que proviene de tu propia sangre, por un momento cerro los ojos, se había prometido a si mismo olvidarlo todo y cuando consiguió relajarse inesperadamente fue golpeado.
El impacto fue brutal, la inercia del golpe lo levanto en peso y por un momento Raven perdió la consciencia. Sus ojos parecían totalmente descolocados, fuera de sus orbitas, automáticamente vómito, entre la sangre y la bilis la gravedad hizo presa de su cuerpo (aún seguía en el aire a causa del golpe) y como un muñeco inerte cayó al suelo. Su blindaje resulto en vano y por un momento cuando recupero la conciencia pensó instantáneamente:
<<Haki>> No podía ser otra cosa.
-¡JA! Maldito niñato… !¿asi es como saludas a tu abuelo, ignorandolo?!- dijo medio a gritos rascándose la nalga izquierda- !Maldita sea chico, llevo aqui esperandote toda la mañana, pude sentir tu presencia a 10 millas! y que me aspen si no es como la de tu madre- concluyo ceñudo, pero tras unos instantes una gran sonrisa aparecio en su rostro-.
Vongola Ryohei
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Estaba medio ausente en un camarote de una carabela que me llevaba rumbo a mi tierra natal, Fighter Island, un lugar donde aprendí todo lo que sé con respecto a la pelea y defenderme. De pronto unas palabras invaden mi mente apartando cualquier otro pensamiento -!Tierraaa a la vistaaaaa! !Tierraaa a la vistaaaaa!- Al instante subí corriendo sin perder tiempo a cubierta para ver nuevamente mi querida isla natal. Miré a lo lejos y vi su maravillosa costa perfectamente circular mientras escuchaba a uno insensatos decir que era artificial. Me quede quieto esperando a que el barco llegara a puerto para poder bajar a mi tierra y buscar a mi abuelo, el cual ansiaba ver por los recuerdos que tenía con él. El barco llegó y sin saber exactamente donde estaba salté del barco y pisé la tierra de forma completamente inconsciente.
En mi mente en ese momento diversos recuerdos afloraban, unos alegres, otros tristes pero de pronto afloró uno que juré olvidaría y fue la traición que hizo mi padre al concepto de justicia. Me relajé y antes de poder hacer nada más fui golpeado por sorpresa, y no fue un golpe cualquiera. Tras el brutal choque de un puño contra mi cuerpo salí volando y perdí la consciencia. – Se nota que en esta isla hay muchos maestros de artes marciales, este golpe es típico de aquí. – Vomité un poco de sangre junto a la bilis antes de caer al suelo, ante semejante golpe mi blindaje era completamente inútil. -Esto solo puede ser Haki.- Pensé antes de escuchar una voz que añoraba -¡JA! Maldito niñato… !¿asi es como saludas a tu abuelo, ignorandolo?!- dijo medio a gritos rascándose la nalga izquierda- !Maldita sea chico, llevo aqui esperandote toda la mañana, pude sentir tu presencia a 10 millas! y que me aspen si no es como la de tu madre- concluyo ceñudo, pero tras unos instantes una gran sonrisa aparecio en su rostro-.
Esa frase era típica en mi abuelo y maestro de MMA, el cual me ayudó a combinar diversos artes en uno solo. En mi rostro se esbozó una sonrisa de alegría entre las muecas de dolor por el golpe. Me levanté como pude y dije - Abuelo, cuanto tiempo sin verte. No te he ignorado ya que apenas he llegado y me has mandado a volar como cuando entrenábamos juntos. - Caminé hacia la persona que me había criado en lugar de mi padre y le di un fuerte abrazo.
En mi mente en ese momento diversos recuerdos afloraban, unos alegres, otros tristes pero de pronto afloró uno que juré olvidaría y fue la traición que hizo mi padre al concepto de justicia. Me relajé y antes de poder hacer nada más fui golpeado por sorpresa, y no fue un golpe cualquiera. Tras el brutal choque de un puño contra mi cuerpo salí volando y perdí la consciencia. – Se nota que en esta isla hay muchos maestros de artes marciales, este golpe es típico de aquí. – Vomité un poco de sangre junto a la bilis antes de caer al suelo, ante semejante golpe mi blindaje era completamente inútil. -Esto solo puede ser Haki.- Pensé antes de escuchar una voz que añoraba -¡JA! Maldito niñato… !¿asi es como saludas a tu abuelo, ignorandolo?!- dijo medio a gritos rascándose la nalga izquierda- !Maldita sea chico, llevo aqui esperandote toda la mañana, pude sentir tu presencia a 10 millas! y que me aspen si no es como la de tu madre- concluyo ceñudo, pero tras unos instantes una gran sonrisa aparecio en su rostro-.
Esa frase era típica en mi abuelo y maestro de MMA, el cual me ayudó a combinar diversos artes en uno solo. En mi rostro se esbozó una sonrisa de alegría entre las muecas de dolor por el golpe. Me levanté como pude y dije - Abuelo, cuanto tiempo sin verte. No te he ignorado ya que apenas he llegado y me has mandado a volar como cuando entrenábamos juntos. - Caminé hacia la persona que me había criado en lugar de mi padre y le di un fuerte abrazo.
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“El pequeño crío ha crecido, ahora se le ve más fuerte” pensaba tu abuelo con una gran sonrisa en la cara, que aunque te ha saludado de una manera un tanto extraña, te quiere un montón. Ahora os dirigíais a la casa donde tu una vez te criaste. El viaje fue cansado y lo único que añoras es una buena cama en la que dormir un poco. Os aventurabais para subir a lo alto, donde se encontrabas las viviendas de la isla, sin embargo el lugar donde habíais desembarcado no era una buena elección, puesto que para poder llegar a lo alto, tendríais que pasar por la zona de algunas bestias salvajes que se podrían convertir en un problema… O puede que no.
Tu abuelo durante el camino te iba soltando algunas preguntas comunes mientras reía por tonterías. Soltaba cosas como “¿Y qué es de tu vida?”, “¿Sigues practicando artes marciales?”, “Espero que hayas mejorado, porque te quiero poner a prueba”, “¿Cómo te ganas la vida?”… Preguntas frecuentes que cualquier persona te haría si no te ha visto durante cierto tiempo, como es el caso. A tu abuelo ahora se le veía fuerte, un poco más que antes, a diferencia de lo normal, los años no el han pasado factura y sigue como si fuera joven. No había cambiado nada con respecto a la última vez que lo viste, dulces recuerdos venían ahora a tu memoria, recuerdos de tu niñez junto a este hombre.
Para romper un poco el hielo tu abuelo contaba chistes, aunque estos no tenían gracia alguna. Tu abuelo seguía con esa actitud de siemrpe, pintoresco hombre de isla que saluda con un golpe. Pero a fin de cuentas, supongo que te encontrabas feliz de volver a verle.
Durante el camino sucedió lo que uno se podría haber esperado, la aparición de unos perros salvajes. Esta isla no tenía ninguna bestia en particular, si no animales domésticos, normales, pero aún hay algunos de manera salvaje, y estos perros parecían tener la rabia.
Tu abuelo sonrió y seguidamente te miró.
-Hey chico, a ver cuánto has mejorado, ¿qué te parece si te ocupas de esos chuchos?- Dijo riéndose.
Eran unos cinco perros, y tanto ellos como tu os estábáis mirando fijamente. La mayoría tenían los mismos colores, negros y marrones. A excepción de uno que era blanco, de cierta manera, parecían como hermanos, o de la misma manada.
-¿Qué ocurre? ¿Te dan miedo unos perros? Era de esperar, con lo fácil que fue tumbarte antes… Jajajajaja.- Dijo tu abuelo mientras se rascaba de nuevo, sus nalgas.
Tu abuelo durante el camino te iba soltando algunas preguntas comunes mientras reía por tonterías. Soltaba cosas como “¿Y qué es de tu vida?”, “¿Sigues practicando artes marciales?”, “Espero que hayas mejorado, porque te quiero poner a prueba”, “¿Cómo te ganas la vida?”… Preguntas frecuentes que cualquier persona te haría si no te ha visto durante cierto tiempo, como es el caso. A tu abuelo ahora se le veía fuerte, un poco más que antes, a diferencia de lo normal, los años no el han pasado factura y sigue como si fuera joven. No había cambiado nada con respecto a la última vez que lo viste, dulces recuerdos venían ahora a tu memoria, recuerdos de tu niñez junto a este hombre.
Para romper un poco el hielo tu abuelo contaba chistes, aunque estos no tenían gracia alguna. Tu abuelo seguía con esa actitud de siemrpe, pintoresco hombre de isla que saluda con un golpe. Pero a fin de cuentas, supongo que te encontrabas feliz de volver a verle.
Durante el camino sucedió lo que uno se podría haber esperado, la aparición de unos perros salvajes. Esta isla no tenía ninguna bestia en particular, si no animales domésticos, normales, pero aún hay algunos de manera salvaje, y estos perros parecían tener la rabia.
Tu abuelo sonrió y seguidamente te miró.
-Hey chico, a ver cuánto has mejorado, ¿qué te parece si te ocupas de esos chuchos?- Dijo riéndose.
Eran unos cinco perros, y tanto ellos como tu os estábáis mirando fijamente. La mayoría tenían los mismos colores, negros y marrones. A excepción de uno que era blanco, de cierta manera, parecían como hermanos, o de la misma manada.
-¿Qué ocurre? ¿Te dan miedo unos perros? Era de esperar, con lo fácil que fue tumbarte antes… Jajajajaja.- Dijo tu abuelo mientras se rascaba de nuevo, sus nalgas.
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Tras el golpetazo que me llevé de mi abuelo empezamos a caminar hacia mi antigua casa, el lugar donde ese maldito lunático de las artes marciales me había criado ya que mi madre andaba ocupada con las labores de alcaldesa y mi padre con sus viajes por trabajo en la marina. Todo lo que soy ahora se lo debo a ese viejo que parece haberse quedado estancado en el tiempo ya que en lugar de parecer más débil parece aún más fuerte de lo que yo recuerdo. El lugar donde el barco atracó era malo para mi objetivo pues para llegar a mi casa tendré que pasar por una de las zonas peligrosas antes de poder subir a donde están las viviendas, una zona habitada por animales salvajes que pese a atacar raramente son muy fieros. Mientras caminamos mi abuelo me lanza varias preguntas en batería, preguntas tales como “¿Y qué es de tu vida?”, “¿Sigues practicando artes marciales?”, “Espero que hayas mejorado, porque te quiero poner a prueba”, “¿Cómo te ganas la vida?”- A las que contesto una a una pero sin hacer mucha pausa. - Mi vida pues es un caos, sigo persiguiendo una meta complicada y cada día más lejana, no puedo olvidar esa traición. Me defiendo con artes marciales y gracias a tus entrenamientos sigo vivo pues fuiste un gran maestro. No sé si habré mejorado pero no dejé de entrenar para mantenerme en forma y no olvidar tus sabias lecciones. Me gano la vida ayudando a los inocentes indefensos ante los que se supone que les ayudan pero que abusan de ellos, sin ir más lejos hace unas semanas liberé a un grupo de esclavos de todas las edades que eran obligados a construir un puente por orden de los grandes nobles del gobierno que se supone nos representa.-
Tras acabar de contestar a las preguntas recuerdos felices invaden mi mente, recuerdos de mi niñez junto a este lunático que me reñía y me educaba con mano dura y amabilidad y me enseñaba la fuerza de las artes marciales y los luchadores naturales. Mi abuelo no para de contar chistes cada cual más insulso que el anterior y sigue siendo el mismo paleto de siempre pero volver a verle me ha llenado el corazón de alegría, una sensación que escaseaba últimamente en mi vida. Mientras caminamos tranquilos y felices un grupo de perros salvajes aparece, algo que es totalmente comprensible y me había esperado, muchas veces de pequeño tenía que correr al pasar por aquí por encontrarme con estos perros. Mi abuelo, que se llamaba Ryohei al igual que yo, sonríe y me mira diciendo -Hey chico, a ver cuánto has mejorado, ¿qué te parece si te ocupas de esos chuchos?- Sus palabras suenan entre risas, algo muy propio de él. Hay como cinco perros de colores entre marrón y negro y uno que es blanco, dan la impresión de ser de la misma manada sino de la misma madre. Nos encaramos los perros y yo y mi abuelo, guasón como él solo, me dice ¿Qué ocurre? ¿Te dan miedo unos perros? Era de esperar, con lo fácil que fue tumbarte antes… Jajajajaja- A lo que contesto -Mira, una buena oportunidad de que compruebes si he mejorado.- Mi voz suena entre risas ya que desde siempre con mi abuelo siempre me reía. Me acerco a los perros sin dudar siquiera y adopto la postura de Boxeo para luego lanzar un potente puñetazo hacia un perro de color negro.
Tras acabar de contestar a las preguntas recuerdos felices invaden mi mente, recuerdos de mi niñez junto a este lunático que me reñía y me educaba con mano dura y amabilidad y me enseñaba la fuerza de las artes marciales y los luchadores naturales. Mi abuelo no para de contar chistes cada cual más insulso que el anterior y sigue siendo el mismo paleto de siempre pero volver a verle me ha llenado el corazón de alegría, una sensación que escaseaba últimamente en mi vida. Mientras caminamos tranquilos y felices un grupo de perros salvajes aparece, algo que es totalmente comprensible y me había esperado, muchas veces de pequeño tenía que correr al pasar por aquí por encontrarme con estos perros. Mi abuelo, que se llamaba Ryohei al igual que yo, sonríe y me mira diciendo -Hey chico, a ver cuánto has mejorado, ¿qué te parece si te ocupas de esos chuchos?- Sus palabras suenan entre risas, algo muy propio de él. Hay como cinco perros de colores entre marrón y negro y uno que es blanco, dan la impresión de ser de la misma manada sino de la misma madre. Nos encaramos los perros y yo y mi abuelo, guasón como él solo, me dice ¿Qué ocurre? ¿Te dan miedo unos perros? Era de esperar, con lo fácil que fue tumbarte antes… Jajajajaja- A lo que contesto -Mira, una buena oportunidad de que compruebes si he mejorado.- Mi voz suena entre risas ya que desde siempre con mi abuelo siempre me reía. Me acerco a los perros sin dudar siquiera y adopto la postura de Boxeo para luego lanzar un potente puñetazo hacia un perro de color negro.
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Akuma no mi
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Cuando vieron que ibas a tacar a su hermano los demás perros se abalanzaron en tu contra mordiéndote y pegándote con sus zarpas, todos a la vez. Al parecer son unos hermanos protectores. Tras un momento de vacile, el animal al que intentaste atacar se revela en tu contra y se une a sus hermanos en una feroz batalla.
Tu abuelo, al ver que fuiste sorprendido por unos chuchos se ríe señalándote, poniéndose de rodillas y pegando al suelo [Nota: La típica escena en la que uno se mea de risa, vamos.].
La batalla ya había acabado y al parecer, seguías con vida. Pero tu abuelo también seguía con su risa, esto era algo que te iba a recordar todo el camino “Unos chuchos te han tirado al suelo, jajajaja.” exageraba tu abuelo. Se acercó a ti y te dio un par de palmaditas en la espalda.-No pasa nada hijo, siempre hay una primera vez, jajajajajaja.- Dijo aquél pobre viejo mofándose de ti. Ya casi habíais llegado a la parte poblada de la isla, todo tras haber pasado aquél frondoso, lúgubre y mal habitado bosque que os dejaba apenas sin luz debido a las vertiginosas ramas de los árboles. Podíais escuchar el sonido de música a la lejanía, y eso es porque…-Hey chico, has llegado en buen momento, hoy es el primer día del Festival Marcial, ya sabes aquellas fiestas a las que siempre iba de niño, te encantaban sus actividades.- Pequeña pausa.- Recuerdo la primera vez que quisiste participar en el torneo anual del festival, jajaja, menudas risas, recuerdas el niño mofeta ese, sí el que ganaba por dejar K.O a sus rivales debido al olor, menudas risas, jajajaja.- Miraba al horizonte, en un vacío que utilizaba para recordar tiempos pasados en los que tu aún sólo eras un joven querubín y él era un hombre fuerte que debía protegerte, épocas pasadas y hechos que seguramente ahora hayan cambiado un poco y que ya no seas ese renacuajo indefenso y es probable que él ya no fuera aquél hombre tan fuerte.
Ahora tu abuelo se acerca un poco más a ti para hablar mejor.- ¿Quieres que después de un pequeño descanso nos pasemos por el festival? A lo mejor hay algo interesante, además, esta es la única época del año que se puede comer gratis en la isla, jajaja.- Te dijo tu abuelo algo contento por tener la posibilidad de pasar un buen rato juntos.
Ya habíais entrado en la zona poblada y el sonido de una buena música que incitaba a estar de fiesta por las calles de la ciudad. Iluminada con luces y gente correteando, niños pequeños disfrutando y en general, de vida. Era una gran vista.
Como quedó decidido, primero iríais a descansar a donde una vez fue tu hogar. Estaba en el mismo lugar que recordabas, aunque no de la misma manera, ahora se encontraba decorada debido al festival. Al entrar, pudiste ver que la decoración cambió un poco, el color de las pareces, los muebles… Un lavado de cara, que al parecer no le vino mal. Tu abuelo te llevó a una habitación, donde se encontraba ahora el sofá y te indicó que podías tumbarte.
Tu abuelo te miraba feliz. Se sentó en un sillón cerca de ti y mirando al techo, te preguntó:
-Dime hijo, ¿qué piensas hacer con tu padre?- Preguntaba tu abuelo inocente. Era un tema que aunque no quisiera, tenía que sacar pues es algo que hay que hacer. Mientras pensabas las respuestas, te trajo algo de comer y un zumo, al igual que para él. Piensa que no habías merendado.
Tu abuelo, al ver que fuiste sorprendido por unos chuchos se ríe señalándote, poniéndose de rodillas y pegando al suelo [Nota: La típica escena en la que uno se mea de risa, vamos.].
[…]
[Dejo este espacio para que te libres de los perros]
[Dejo este espacio para que te libres de los perros]
La batalla ya había acabado y al parecer, seguías con vida. Pero tu abuelo también seguía con su risa, esto era algo que te iba a recordar todo el camino “Unos chuchos te han tirado al suelo, jajajaja.” exageraba tu abuelo. Se acercó a ti y te dio un par de palmaditas en la espalda.-No pasa nada hijo, siempre hay una primera vez, jajajajajaja.- Dijo aquél pobre viejo mofándose de ti. Ya casi habíais llegado a la parte poblada de la isla, todo tras haber pasado aquél frondoso, lúgubre y mal habitado bosque que os dejaba apenas sin luz debido a las vertiginosas ramas de los árboles. Podíais escuchar el sonido de música a la lejanía, y eso es porque…-Hey chico, has llegado en buen momento, hoy es el primer día del Festival Marcial, ya sabes aquellas fiestas a las que siempre iba de niño, te encantaban sus actividades.- Pequeña pausa.- Recuerdo la primera vez que quisiste participar en el torneo anual del festival, jajaja, menudas risas, recuerdas el niño mofeta ese, sí el que ganaba por dejar K.O a sus rivales debido al olor, menudas risas, jajajaja.- Miraba al horizonte, en un vacío que utilizaba para recordar tiempos pasados en los que tu aún sólo eras un joven querubín y él era un hombre fuerte que debía protegerte, épocas pasadas y hechos que seguramente ahora hayan cambiado un poco y que ya no seas ese renacuajo indefenso y es probable que él ya no fuera aquél hombre tan fuerte.
Ahora tu abuelo se acerca un poco más a ti para hablar mejor.- ¿Quieres que después de un pequeño descanso nos pasemos por el festival? A lo mejor hay algo interesante, además, esta es la única época del año que se puede comer gratis en la isla, jajaja.- Te dijo tu abuelo algo contento por tener la posibilidad de pasar un buen rato juntos.
Ya habíais entrado en la zona poblada y el sonido de una buena música que incitaba a estar de fiesta por las calles de la ciudad. Iluminada con luces y gente correteando, niños pequeños disfrutando y en general, de vida. Era una gran vista.
Como quedó decidido, primero iríais a descansar a donde una vez fue tu hogar. Estaba en el mismo lugar que recordabas, aunque no de la misma manera, ahora se encontraba decorada debido al festival. Al entrar, pudiste ver que la decoración cambió un poco, el color de las pareces, los muebles… Un lavado de cara, que al parecer no le vino mal. Tu abuelo te llevó a una habitación, donde se encontraba ahora el sofá y te indicó que podías tumbarte.
Tu abuelo te miraba feliz. Se sentó en un sillón cerca de ti y mirando al techo, te preguntó:
-Dime hijo, ¿qué piensas hacer con tu padre?- Preguntaba tu abuelo inocente. Era un tema que aunque no quisiera, tenía que sacar pues es algo que hay que hacer. Mientras pensabas las respuestas, te trajo algo de comer y un zumo, al igual que para él. Piensa que no habías merendado.
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Había atacado a uno de los perros pero en el momento en el que me abalancé sobre él los otros se me tiraron encima mordiéndome y arañándome con sus zarpas y tras un momento de vacile el perro al cual ataqué también se lanza sobre mí, mientras mi abuelo no paraba de reírse como si estuviese asistiendo a una actuación cómica. No tenía intención de permitir que unos chuchos me dejen en ridículo delante de mi abuelo, sobre todo después de decirle que había mejorado. No tenía más elección, cambié al muay thai y empecé a lanzar golpes demoledores a los perros sin matarlos, golpeándoles lo justo como para dejarlos atontados levemente mientras me libraba de los demás para poder seguir mi camino tranquilo.
Una vez pasados los perros seguimos caminando mientras mi abuelo exageraba con frases estilo - “Unos chuchos te han tirado al suelo, jajajaja. - Y dándome palmaditas en la espalda me decía que siempre había una primera vez. Ya estábamos muy cerca de la parte donde se encontraba el pueblo donde nací y crecí y donde ese maldito viejo burlón me enseñó a pelear con mis propias manos. Mi mirada se cegó momentáneamente debido al cambio de luminosidad entre el lúgubre bosque que atravesamos y el pueblo de la lucha, lugar de nacimiento de grandes luchadores y de grandes artes marciales. A lo lejos se escuchaba el sonido de música, una música familiar que hacía brotar recuerdos de mi infancia. En eso mi abuelo dijo - Hey chico, has llegado en buen momento, hoy es el primer día del Festival Marcial, ya sabes aquellas fiestas a las que siempre iba de niño, te encantaban sus actividades.- Pequeña pausa.- Recuerdo la primera vez que quisiste participar en el torneo anual del festival, jajaja, menudas risas, recuerdas el niño mofeta ese, sí el que ganaba por dejar K.O a sus rivales debido al olor, menudas risas, jajajaja. - Esos recuerdos inundaban mi mente haciendo brotar unas cuantas lágrimas de nostalgia de mis ojos que bajaban por mis mejillas. Tras un momento en el que seguramente él también habrá recordado la vida que teníamos juntos cuando apenas sabía caminar me dijo - ¿Quieres que después de un pequeño descanso nos pasemos por el festival? A lo mejor hay algo interesante, además, esta es la única época del año que se puede comer gratis en la isla, jajaja. - En su voz se notaba la felicidad de tenerme a su lado y yo por mi parte accedí a su oferta con un abrazo ya que me encontraba exhausto del viaje y de la pelea con esos perros casi nada más recibir su golpe.
Estábamos ya dentro de mi amado pueblo, un lugar donde todos se ayudan y solo compiten honradamente en el torneo anual que se celebra por estas fechas en diversas categorías. El pueblo seguía tan vivo como lo recordaba, gente corriendo, niños jugando, en fin una ciudad repleta de vida y alegría, la mejor vista para alguien que acaba de llegar de vuelta a su isla natal. Nos fuimos a mi antiguo hogar que había cambiado ligeramente pero que seguía siendo el mismo lugar donde viví con ese hombre al que debía todo lo que sé y también mi nombre. Por fuera la casa llevaba las decoraciones del festival mientras que por dentro hubo un ligero cambio en colores y muebles, algo que le hacía bien a la casa. Mi abuelo me llevó a una habitación con un sofá donde me dijo que podía tumbarme para descansar, cosa que hice al instante de recibir su invitación ya que pese a estar en mi casa sería desrespetuoso hacia mi abuelo hacerlo sin su permiso.
Mi abuelo se sentó en un sillón al lado del sofá y dijo - Dime hijo, ¿qué piensas hacer con tu padre? - Esa pregunta me pilló un poco desprevenido pero no quería ocultarle nada al hombre que dedicó su vida a enseñarme el camino correcto mediante la sabiduría de su estilo de artes marciales. Mientras yo meditaba él se levantó y salió de la habitación para volver con comida para ambos, algo que agradezco ya que apenas comí en el barco el día de hoy. Cogí un poco de la comida y el zumo y tras tragar un mordisco le dije - Por el momento sigo buscándolo para hacerle ver que lo que él llama justicia no es más que asesinato a sangre fría, se lo haré saber aunque tenga que matarlo. - Mi opinión sobre ese tema no varió ni un ápice en todos los años que llevaba buscando a ese marine cobarde que se limitaba a seguir órdenes de asesinato como si fuera una máquina.
Una vez pasados los perros seguimos caminando mientras mi abuelo exageraba con frases estilo - “Unos chuchos te han tirado al suelo, jajajaja. - Y dándome palmaditas en la espalda me decía que siempre había una primera vez. Ya estábamos muy cerca de la parte donde se encontraba el pueblo donde nací y crecí y donde ese maldito viejo burlón me enseñó a pelear con mis propias manos. Mi mirada se cegó momentáneamente debido al cambio de luminosidad entre el lúgubre bosque que atravesamos y el pueblo de la lucha, lugar de nacimiento de grandes luchadores y de grandes artes marciales. A lo lejos se escuchaba el sonido de música, una música familiar que hacía brotar recuerdos de mi infancia. En eso mi abuelo dijo - Hey chico, has llegado en buen momento, hoy es el primer día del Festival Marcial, ya sabes aquellas fiestas a las que siempre iba de niño, te encantaban sus actividades.- Pequeña pausa.- Recuerdo la primera vez que quisiste participar en el torneo anual del festival, jajaja, menudas risas, recuerdas el niño mofeta ese, sí el que ganaba por dejar K.O a sus rivales debido al olor, menudas risas, jajajaja. - Esos recuerdos inundaban mi mente haciendo brotar unas cuantas lágrimas de nostalgia de mis ojos que bajaban por mis mejillas. Tras un momento en el que seguramente él también habrá recordado la vida que teníamos juntos cuando apenas sabía caminar me dijo - ¿Quieres que después de un pequeño descanso nos pasemos por el festival? A lo mejor hay algo interesante, además, esta es la única época del año que se puede comer gratis en la isla, jajaja. - En su voz se notaba la felicidad de tenerme a su lado y yo por mi parte accedí a su oferta con un abrazo ya que me encontraba exhausto del viaje y de la pelea con esos perros casi nada más recibir su golpe.
Estábamos ya dentro de mi amado pueblo, un lugar donde todos se ayudan y solo compiten honradamente en el torneo anual que se celebra por estas fechas en diversas categorías. El pueblo seguía tan vivo como lo recordaba, gente corriendo, niños jugando, en fin una ciudad repleta de vida y alegría, la mejor vista para alguien que acaba de llegar de vuelta a su isla natal. Nos fuimos a mi antiguo hogar que había cambiado ligeramente pero que seguía siendo el mismo lugar donde viví con ese hombre al que debía todo lo que sé y también mi nombre. Por fuera la casa llevaba las decoraciones del festival mientras que por dentro hubo un ligero cambio en colores y muebles, algo que le hacía bien a la casa. Mi abuelo me llevó a una habitación con un sofá donde me dijo que podía tumbarme para descansar, cosa que hice al instante de recibir su invitación ya que pese a estar en mi casa sería desrespetuoso hacia mi abuelo hacerlo sin su permiso.
Mi abuelo se sentó en un sillón al lado del sofá y dijo - Dime hijo, ¿qué piensas hacer con tu padre? - Esa pregunta me pilló un poco desprevenido pero no quería ocultarle nada al hombre que dedicó su vida a enseñarme el camino correcto mediante la sabiduría de su estilo de artes marciales. Mientras yo meditaba él se levantó y salió de la habitación para volver con comida para ambos, algo que agradezco ya que apenas comí en el barco el día de hoy. Cogí un poco de la comida y el zumo y tras tragar un mordisco le dije - Por el momento sigo buscándolo para hacerle ver que lo que él llama justicia no es más que asesinato a sangre fría, se lo haré saber aunque tenga que matarlo. - Mi opinión sobre ese tema no varió ni un ápice en todos los años que llevaba buscando a ese marine cobarde que se limitaba a seguir órdenes de asesinato como si fuera una máquina.
Simo
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Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
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Akuma no mi
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Tu abuelo empezó a comer, sin importar si tu empezabas o no. Comía como un cerdo, de manera casi literal. Parecía como si no hubiera comido en semanas, o si no, es que tenía mucha hambre. Bueno, también podría ser que comiera así de siempre, como buen viejo fanfarrón que es.
Se rascaba la nariz y se la hurgaba con el meñique mientras le contabas tus planes respecto a tu padre. Al parecer, tu abuelo lo pregunto medianamente desinteresado, o al menos esa era la sensación que daba. Tras terminar de contar tus expectativas y mirarle, podías ver como intentaba de librarse de un moco que se le ha pegado… Menudo espécimen.
La cosa es que después de zampar, holgazanear y asquear, decidió tomarse un respiro, cerrar los ojos y meditar un poco.- Y dime hijo, ¿no crees que decidir matarlo es igualarse a él? Todos tenemos derecho a la vida. Y he dicho Todos.- Dijo tu abuelo con una cara seria, pocas veces se le podía ver así. Al parecer ahora estaba hablando en serio. Seguido de todo esto se levantó de golpe.- En fin, dejaré que medites sobre ello un poco más. Y mientras, yo que tu comía algo, vamos a salir en breves.- Dijo mientras se dirigía al interior de la casa, a una habitación más concretamente. No sin antes pegar una voz.- ¡Si tienes más hambre coge lo que quieras de la cocina!- Gritó antes de pegar un portazo.
En fin, lo poco que podías hacer ahora era comer algo y curiosear los cambios que ha habido desde tu marcha… ¡Pero un momento! ¡Si estás reventado! ¿Salir a dónde? Bueno, hay que recordar que éste hombre nunca pensaba bien las cosas. Aunque a fin de cuentas, si has venido a visitarle es para estar con él, así que si quiere salir, tocará salir.
Tras un buen rato, empezabas a escuchar el ruido de algo que caía, algo que provenía de la habitación del abuelo. Prestando atención, sonaba a lluvia… Claro, se estaba duchando. Supongo que querrá ir limpito al festival, siempre le ha gustado éste evento. Era algo que a todos los de la isla esperaban. No sólo porque es la mejor manera de demostrar tu fuerza a los habitantes de la isla y hacerte valer. Si no porque todos trabajaban juntos y querían descansar de tanto entrenamiento y tanta rutina. En la isla no sucedían cosas así siempre, y esto era algo de agradecer. Salir con los niños a reírse, divertirse y pasarlo bien es algo que no se puede hacer siempre. Además de lo que te mencionó tu abuelo, es la única época en el año en que se pueden comer casi todas las cosas comestibles de la isla de forma gratuita, a parte de los platos cocinados con ellos. ¡Hasta hay un concurso de dicha comida por puestos! Y como todos sabemos, a la gente y en especial a los luchadores les gusta comer.
Sin contar con eso, siempre entran los juegos, los premios… Pero también, se dice que los días que dura el festival suceden cosas y sucesos que pueden marcar a los habitantes, tanto individualmente como grupalmente. Podrían pasar cosas que cambiaran las vidas de algunas personas. Quién sabe si ya había sucedido antes.
Se dejó de escuchar el sonido de las gotas caer, y poco después salió tu abuelo, vestido de manera veraniega con una camisa de flores y pantalones cortos, acompañados de unas chanclas. La verdad es que le quedaba bien.- Venga muchacho, ¿ya estás listo? Vámonos a pasarlo bien un rato.- Dijo dirigiéndose a la puerta mientras se peinaba con las manos.
La verdad es que todo hasta ahora había sido muy acogedor, la isla tan perfecta como siempre. Y es el momento de ver a tus antiguos vecinos.
¿Cómo te sientes?
Se rascaba la nariz y se la hurgaba con el meñique mientras le contabas tus planes respecto a tu padre. Al parecer, tu abuelo lo pregunto medianamente desinteresado, o al menos esa era la sensación que daba. Tras terminar de contar tus expectativas y mirarle, podías ver como intentaba de librarse de un moco que se le ha pegado… Menudo espécimen.
La cosa es que después de zampar, holgazanear y asquear, decidió tomarse un respiro, cerrar los ojos y meditar un poco.- Y dime hijo, ¿no crees que decidir matarlo es igualarse a él? Todos tenemos derecho a la vida. Y he dicho Todos.- Dijo tu abuelo con una cara seria, pocas veces se le podía ver así. Al parecer ahora estaba hablando en serio. Seguido de todo esto se levantó de golpe.- En fin, dejaré que medites sobre ello un poco más. Y mientras, yo que tu comía algo, vamos a salir en breves.- Dijo mientras se dirigía al interior de la casa, a una habitación más concretamente. No sin antes pegar una voz.- ¡Si tienes más hambre coge lo que quieras de la cocina!- Gritó antes de pegar un portazo.
En fin, lo poco que podías hacer ahora era comer algo y curiosear los cambios que ha habido desde tu marcha… ¡Pero un momento! ¡Si estás reventado! ¿Salir a dónde? Bueno, hay que recordar que éste hombre nunca pensaba bien las cosas. Aunque a fin de cuentas, si has venido a visitarle es para estar con él, así que si quiere salir, tocará salir.
[… ]
[Nota: Dejo éste espacio para que curiosees la casa, comas y te inventes cualquier cosa xD]
[Nota: Dejo éste espacio para que curiosees la casa, comas y te inventes cualquier cosa xD]
Tras un buen rato, empezabas a escuchar el ruido de algo que caía, algo que provenía de la habitación del abuelo. Prestando atención, sonaba a lluvia… Claro, se estaba duchando. Supongo que querrá ir limpito al festival, siempre le ha gustado éste evento. Era algo que a todos los de la isla esperaban. No sólo porque es la mejor manera de demostrar tu fuerza a los habitantes de la isla y hacerte valer. Si no porque todos trabajaban juntos y querían descansar de tanto entrenamiento y tanta rutina. En la isla no sucedían cosas así siempre, y esto era algo de agradecer. Salir con los niños a reírse, divertirse y pasarlo bien es algo que no se puede hacer siempre. Además de lo que te mencionó tu abuelo, es la única época en el año en que se pueden comer casi todas las cosas comestibles de la isla de forma gratuita, a parte de los platos cocinados con ellos. ¡Hasta hay un concurso de dicha comida por puestos! Y como todos sabemos, a la gente y en especial a los luchadores les gusta comer.
Sin contar con eso, siempre entran los juegos, los premios… Pero también, se dice que los días que dura el festival suceden cosas y sucesos que pueden marcar a los habitantes, tanto individualmente como grupalmente. Podrían pasar cosas que cambiaran las vidas de algunas personas. Quién sabe si ya había sucedido antes.
Se dejó de escuchar el sonido de las gotas caer, y poco después salió tu abuelo, vestido de manera veraniega con una camisa de flores y pantalones cortos, acompañados de unas chanclas. La verdad es que le quedaba bien.- Venga muchacho, ¿ya estás listo? Vámonos a pasarlo bien un rato.- Dijo dirigiéndose a la puerta mientras se peinaba con las manos.
La verdad es que todo hasta ahora había sido muy acogedor, la isla tan perfecta como siempre. Y es el momento de ver a tus antiguos vecinos.
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Había acabado de contarle a mi abuelo lo que pensaba sobre mi padre y lo que tenía planeado, como siempre a él no podía mentirle y engañarles, no sé cómo lo hacía pero siempre lograba que le contara la verdad, fuese cual fuese. Estaba serio al hablar de ese tema pero al mirar a ese anciano tan enérgico no pude evitar empezar a reírme a carcajada limpia, el maldito seguía comiendo cuál cerdo y ahora estaba peleando con un moco que se le había quedado pegado al dedo, tratando de librarse de él. Echaba de menos las comidas llenas de risa con este hombre y los días que pasábamos entrenando, bromeando y divirtiéndonos juntos por toda la isla, los mejores días de mi vida. Sin embargo después de un rato holgazaneando, comiendo y hurgándose la nariz se puso serio por lo que supe que iba a hablar sobre mis planes y mi relación con mi padre. -Y dime hijo, ¿no crees que decidir matarlo es igualarse a él? Todos tenemos derecho a la vida. Y he dicho Todos.- Esta frase era típica en Ryohei senior como se le conocía en la isla. Pese a su carácter descontraído y su aspecto de infantil era alguien bastante inteligente y sabio, que siempre daba los consejos adecuados a quien se los pidiera. Tras esas palabras se levantó de golpe diciendo que me dejaría meditar algo y me recomendó comer ya que luego saldríamos, pero a donde si estaba agotado por el viaje. También me dijo que si tuviese más hambre que cogiese lo que quisiera de la nevera para acto seguido pegar un portazo.
Me quedé sentado comiendo como un cerdo al igual que mi abuelo, no sabía porque pero siempre que me reunía con él mi comportamiento pasaba a ser idéntico al suyo. Mientras tragaba como un poseso y esparramaba las migas por todos lados pensaba en lo que me había dicho mi abuelo, eso de que si lo mato me igualaría a él y que todos teníamos derecho a vivir. Cuanto más vueltas le daba al tema más concordaba con mi abuelo y más se apagaba la llama del rencor hacia mi padre, al cual ignoraría a partir de este momento para evitar caer de nuevo en el oscuro abismo del rencor y poder seguir adelante. Al acabar de comer me levanto para ver con detalle los cambios en la casa donde nací y crecí, una casa que me traía muy gratos recuerdos. Empecé por comprobar que en la habitación en la que estaba ya no se encontraban ni mi cama ni mi armario, ahora era una especie de sala de estar con algunos sofás y una pequeña mesa de centro para tomar el café mientras se habla.
Tras una pequeña vuelta fui a visitar el resto de la casa que también había cambiado bastante, el salón estaba adornado de forma más simple que antes con muebles de colores claros y llanos, las ventanas ya no tenían cortinas y en la puerta se podía ver un portarretrato con una imagen mía de crío junto a mi abuelo cuando era más joven. Cómo pasaba el tiempo, antes era un crío que dependía de su abuelo y ahora era un luchador capaz de vencer a los enemigos con relativa facilidad. Paseé por toda la casa viendo como los cambios eran mínimos y que la casa seguía teniendo esa especie de aura que siempre me inspiró confianza, paz y armonía. Tras el pequeño tour volví a la habitación a esperar a mi abuelo mientras lo escuchaba ducharse, supongo que quería estar bien presentable para la feria.
No pasó mucho tiempo para que mi abuelo saliera vestido como si estuviésemos en un paraíso tropical, portaba una camisa de flores y pantalones cortos acompañados por unas chanclas. No quería ir tal y como iba así que simplemente cogí una de sus camisas y un pantalón corto que seguramente me vendrían bien pues compartíamos talla y me dispuse a salir descalzo a la calle ya que pese al aspecto humano de mis piernas y pies estos miembros eran metálicos. Mi abuelo, mientras se peinaba con las manos y se dirigía a la puerta, dijo -Venga muchacho, ¿ya estás listo? Vámonos a pasarlo bien un rato.- Sin dudarlo le seguí saliendo a las calles de aquella isla acogedora y amigable con todos para integrarme en las únicas fiestas de toda la isla, el gran festival de los guerreros que se celebraba en honor de los antiguos luchadores que crearon la isla y los que la defendieron de los ataques a lo largo de su historia.
Me quedé sentado comiendo como un cerdo al igual que mi abuelo, no sabía porque pero siempre que me reunía con él mi comportamiento pasaba a ser idéntico al suyo. Mientras tragaba como un poseso y esparramaba las migas por todos lados pensaba en lo que me había dicho mi abuelo, eso de que si lo mato me igualaría a él y que todos teníamos derecho a vivir. Cuanto más vueltas le daba al tema más concordaba con mi abuelo y más se apagaba la llama del rencor hacia mi padre, al cual ignoraría a partir de este momento para evitar caer de nuevo en el oscuro abismo del rencor y poder seguir adelante. Al acabar de comer me levanto para ver con detalle los cambios en la casa donde nací y crecí, una casa que me traía muy gratos recuerdos. Empecé por comprobar que en la habitación en la que estaba ya no se encontraban ni mi cama ni mi armario, ahora era una especie de sala de estar con algunos sofás y una pequeña mesa de centro para tomar el café mientras se habla.
Tras una pequeña vuelta fui a visitar el resto de la casa que también había cambiado bastante, el salón estaba adornado de forma más simple que antes con muebles de colores claros y llanos, las ventanas ya no tenían cortinas y en la puerta se podía ver un portarretrato con una imagen mía de crío junto a mi abuelo cuando era más joven. Cómo pasaba el tiempo, antes era un crío que dependía de su abuelo y ahora era un luchador capaz de vencer a los enemigos con relativa facilidad. Paseé por toda la casa viendo como los cambios eran mínimos y que la casa seguía teniendo esa especie de aura que siempre me inspiró confianza, paz y armonía. Tras el pequeño tour volví a la habitación a esperar a mi abuelo mientras lo escuchaba ducharse, supongo que quería estar bien presentable para la feria.
No pasó mucho tiempo para que mi abuelo saliera vestido como si estuviésemos en un paraíso tropical, portaba una camisa de flores y pantalones cortos acompañados por unas chanclas. No quería ir tal y como iba así que simplemente cogí una de sus camisas y un pantalón corto que seguramente me vendrían bien pues compartíamos talla y me dispuse a salir descalzo a la calle ya que pese al aspecto humano de mis piernas y pies estos miembros eran metálicos. Mi abuelo, mientras se peinaba con las manos y se dirigía a la puerta, dijo -Venga muchacho, ¿ya estás listo? Vámonos a pasarlo bien un rato.- Sin dudarlo le seguí saliendo a las calles de aquella isla acogedora y amigable con todos para integrarme en las únicas fiestas de toda la isla, el gran festival de los guerreros que se celebraba en honor de los antiguos luchadores que crearon la isla y los que la defendieron de los ataques a lo largo de su historia.
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La luz que emitían los decorados del pueblo eran tales que hacían parecer a la oscura noche una invitada insignificante a su lado. Todo el que pasaba, risueño te saludaba. Había gente que no sabía quién eras, pero otros que sí y paraban para hablar contigo por unos momentos y saber qué fue de ti por este tiempo, dándote abrazos y cariños por el tiempo que estuvieron separados. Ciertamente, los aldeanos eran gente que se querían bastante. Una sensación entrañable y agradable el volver a saber de ellos, y saber que estaban bien.
Junto a tu abuelo, os pasabais por varios puestos, en los cuales os podíais encontrar varios juegos. Tu abuelo usualmente te retaba a intentar ganar algún premio y ambos os acabáis picando, jugando para ver quién podría conseguir el primer premio antes. Claramente, todo corría a gastos de tu abuelo, él no quería que en tu estancia aquí tuvieras que gastar nada de dinero. En uno de estos puestos, había de primer premio un objeto que llamó la atención de tu abuelo. Era una pieza de exposición y de colección, unos guantes unidos el uno al otro, pues estaban hechos de algún metal, y se encontraban fundidos entre sí. Tenían tonos negros, rojos y plateados, y junto a unas cadenas, eran unos guanteletes bonitos.- Mmmm.- Masculló tu abuelo mientras tenía una pose de pensador, con la manos en la pelilla.- Eso podría quedar bien colgado en la pared…- Se giró a ti y empezó a pegarte voces.- ¡Eh! ¡Te apuesto dos comidas a que no ganas el primer premio antes que yo!- Dijo tu abuelo retándote de nuevo.
Este juego realmente era muy típico, consistía en intentar coger un pez con una paleta hecha con papel de arroz, el cual es más fino y frágil que el papel normal. Se debe coger al pez con la paleta y ponerlo en un recipiente aparte. El juego acaba cuando se te rompe la paleta.
Generalmente el premio es llevarte los peces atrapados, pero en esta ocasión, hay varios premios por atrapar un número específico de peces. Y para el primer premio necesitas atrapar alrededor de veinticinco peces con la misma paleta sin que se rompa… Parece una tarea difícil, pero no imposible. Además, tu abuelo te había retado, ¡habrá que intentarlo!
[Nota: En este espacio puede decidir por ti mismo lo que ocurre donde el pequeño pique ^^]
Tras el pequeño pique, y el resultado, decidisteis ir a cobrar esa comida apostada con anterioridad. Ciertamente, aparte de que eso daba lo mismo porque en las fiestas la comida era gratuita, ya estaba claro que tocaba comer. Sí, aunque hubierais comido hace nada, era hora. ¿Por qué? Pues porque estas fechas también tienen otra cosa especial, y es que son las únicas en las cuales se cocina una comida de la isla. Las bolitas de pulpo enormes, bañadas en una salsa especial y secreta, únicamente conocida por la familia de su creadora, y junto a las bolas de pulpo, un bistec de fiera especial. Eso indudablemente daba hambre a cualquiera, y nadie se lo podría negar.
Mientras tanto, divirtiéndoos con la comida y la gente, aparecía por allí un anunciador. Los anunciadores eran aquellos que iban divagando por el festival para promocionar lo que fuera a comenzar en breve en el escenario de la plaza. En esta ocasión lo que decía era que quedaban poco tiempo y pocas plazas para el torneo de artes marciales anual. En un principio ninguno de vosotros se inmutó por ello, pero más tarde habló tu abuelo.- Oye chico.- Dijo mientras masticaba.- ¿Qué te parece si te apuntas? Parece divertido.- Dijo haciendo una pausa para beber algo de agua. Como siempre, comía como un cerdo, y uno se podría atragantar.- Además, la gente de aquí se ha vuelto fuerte, me gustaría ver si tu has hecho lo mismo.- Te dijo con una gran sonrisa en la cara, ciertamente te estaba retando de manera descarada.
Tu abuelo te dejo pensar la respuesta durante un rato. También hay que tener en cuenta que estabas cansado del viaje y no habría que obligar mucho a los músculos a trabajar. Peor qué leñes, era tu abuelo y un reto, y ya sabemos qué pasa con los retos.
Parece ser, que será una noche divertida, más de lo que ya es si cabe.
Junto a tu abuelo, os pasabais por varios puestos, en los cuales os podíais encontrar varios juegos. Tu abuelo usualmente te retaba a intentar ganar algún premio y ambos os acabáis picando, jugando para ver quién podría conseguir el primer premio antes. Claramente, todo corría a gastos de tu abuelo, él no quería que en tu estancia aquí tuvieras que gastar nada de dinero. En uno de estos puestos, había de primer premio un objeto que llamó la atención de tu abuelo. Era una pieza de exposición y de colección, unos guantes unidos el uno al otro, pues estaban hechos de algún metal, y se encontraban fundidos entre sí. Tenían tonos negros, rojos y plateados, y junto a unas cadenas, eran unos guanteletes bonitos.- Mmmm.- Masculló tu abuelo mientras tenía una pose de pensador, con la manos en la pelilla.- Eso podría quedar bien colgado en la pared…- Se giró a ti y empezó a pegarte voces.- ¡Eh! ¡Te apuesto dos comidas a que no ganas el primer premio antes que yo!- Dijo tu abuelo retándote de nuevo.
Este juego realmente era muy típico, consistía en intentar coger un pez con una paleta hecha con papel de arroz, el cual es más fino y frágil que el papel normal. Se debe coger al pez con la paleta y ponerlo en un recipiente aparte. El juego acaba cuando se te rompe la paleta.
Generalmente el premio es llevarte los peces atrapados, pero en esta ocasión, hay varios premios por atrapar un número específico de peces. Y para el primer premio necesitas atrapar alrededor de veinticinco peces con la misma paleta sin que se rompa… Parece una tarea difícil, pero no imposible. Además, tu abuelo te había retado, ¡habrá que intentarlo!
[Nota: En este espacio puede decidir por ti mismo lo que ocurre donde el pequeño pique ^^]
Tras el pequeño pique, y el resultado, decidisteis ir a cobrar esa comida apostada con anterioridad. Ciertamente, aparte de que eso daba lo mismo porque en las fiestas la comida era gratuita, ya estaba claro que tocaba comer. Sí, aunque hubierais comido hace nada, era hora. ¿Por qué? Pues porque estas fechas también tienen otra cosa especial, y es que son las únicas en las cuales se cocina una comida de la isla. Las bolitas de pulpo enormes, bañadas en una salsa especial y secreta, únicamente conocida por la familia de su creadora, y junto a las bolas de pulpo, un bistec de fiera especial. Eso indudablemente daba hambre a cualquiera, y nadie se lo podría negar.
Mientras tanto, divirtiéndoos con la comida y la gente, aparecía por allí un anunciador. Los anunciadores eran aquellos que iban divagando por el festival para promocionar lo que fuera a comenzar en breve en el escenario de la plaza. En esta ocasión lo que decía era que quedaban poco tiempo y pocas plazas para el torneo de artes marciales anual. En un principio ninguno de vosotros se inmutó por ello, pero más tarde habló tu abuelo.- Oye chico.- Dijo mientras masticaba.- ¿Qué te parece si te apuntas? Parece divertido.- Dijo haciendo una pausa para beber algo de agua. Como siempre, comía como un cerdo, y uno se podría atragantar.- Además, la gente de aquí se ha vuelto fuerte, me gustaría ver si tu has hecho lo mismo.- Te dijo con una gran sonrisa en la cara, ciertamente te estaba retando de manera descarada.
Tu abuelo te dejo pensar la respuesta durante un rato. También hay que tener en cuenta que estabas cansado del viaje y no habría que obligar mucho a los músculos a trabajar. Peor qué leñes, era tu abuelo y un reto, y ya sabemos qué pasa con los retos.
Parece ser, que será una noche divertida, más de lo que ya es si cabe.
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Estaba caminando por la aldea con mi abuelo mientras muchos de los aldeanos me saludaban con un efusivo abrazo y se paraban unos instantes a hablar conmigo y preguntar sobre cómo me ha ido este tiempo que hemos estado separados. Los aldeanos siempre fueron muy amigables y amables con todos y más que una comunidad la isla entera parecía una gran familia ya que nadie dejaba de ayudar a aquellos que lo necesitaban y siempre se unían frente a las adversidades. Mi abuelo me llevó de puesto en puesto retándome en todos los que habían juegos para ver quién era capaz de ganar el primer premio antes. En la mayoría de los puestos eran juegos de puntería o fuerza y en algunos de destreza y conforme pasaba la noche tanto mi abuelo como yo habíamos ganado la mitad de los retos, algo que no podía quedarse así y a lo largo de la noche mi abuelo encontraría la forma de deshacer el empate. Ninguno de los juegos los pagué yo ya que mi abuelo se negaba a que me gastara mi dinero mientras estaba de visita.
Seguimos caminando por esa noche bien iluminada por los adornos de las calles hasta que mi abuelo se detuvo con una postura pensativa apoyando una mano en la pelilla con los ojos puestos en el puesto de pesca. Según parece le gustaba el primer premio de ese puesto y por eso se giró de pronto hacia mí y me dijo bien alto – ¡Eh! ¡Te apuesto dos comidas a que no ganas el primer premio antes que yo! – Ese reto no lo podía rechazar así que cogí una de las palas que se usan para pescar a los peces y me concentré para poder pescar los 25 peces que se requieren para ganar el primer premio. Mi abuelo, al igual que yo se estaba concentrando ya que de él fue de quien aprendí que lo más importante es tener la mente clara y concentrada. Ninguno se movía hasta que mi abuelo comenzó a pescar peces a una velocidad considerable y de tal forma que ninguno rompía su pala, algo que pocos lograban. Desafortunadamente la pala se rompió al pescar el vigésimo quinto pez por lo que no podía ganar ya el primer premio. Ahora me tocaba a mí por lo que empecé a pescar moviendo la pala a una velocidad tremenda, aún más rápido que mi abuelo pescando los peces y lanzándolos al recipiente donde tenía que depositarlos. Seguí así unos 45 segundos hasta que saqué los 25 peces que pedían por los guantes, algo que me venía bien para mis futuras peleas. Recogí el premio y le dije a mi abuelo en tono burlón – ¿Cómo sienta que tu nieto te gane en la mayoría de los juegos? ¿Es que te ha fallado el pulso? –
Ya tenía ganas de poder burlarme de él después de que lleve todo el día riéndose de mí. Tras esto nos fuimos a comer ya que ya tocaba y pese a que estaba recién comido el olor de los platos únicos que solo se sirven en estas fiestas me abrieron el apetito como a todos los visitantes de las fiestas, era un plato realizado por una familia cuya receta la pasan de generación en generación y no se desvela a nadie más. Mientras yo comía junto a mi abuelo que se dedicaba a engullir la comida como siempre una voz anunciaba que pronto se daría comienzo al torneo de artes marciales anual y era una de los eventos más importantes de las fiestas. Ni mi abuelo ni a mí nos interesaba el torneo en un principio pero mi abuelo de pronto me sugirió participar para comprobar lo que he avanzado y para asegurarse de que aceptaba lo hizo pasar por un reto así que tras pensarlo un momento le dije al anunciador que me apuntaba al torneo y me levanté para ir hacia la plaza junto a mi abuelo para poder participar.
Seguimos caminando por esa noche bien iluminada por los adornos de las calles hasta que mi abuelo se detuvo con una postura pensativa apoyando una mano en la pelilla con los ojos puestos en el puesto de pesca. Según parece le gustaba el primer premio de ese puesto y por eso se giró de pronto hacia mí y me dijo bien alto – ¡Eh! ¡Te apuesto dos comidas a que no ganas el primer premio antes que yo! – Ese reto no lo podía rechazar así que cogí una de las palas que se usan para pescar a los peces y me concentré para poder pescar los 25 peces que se requieren para ganar el primer premio. Mi abuelo, al igual que yo se estaba concentrando ya que de él fue de quien aprendí que lo más importante es tener la mente clara y concentrada. Ninguno se movía hasta que mi abuelo comenzó a pescar peces a una velocidad considerable y de tal forma que ninguno rompía su pala, algo que pocos lograban. Desafortunadamente la pala se rompió al pescar el vigésimo quinto pez por lo que no podía ganar ya el primer premio. Ahora me tocaba a mí por lo que empecé a pescar moviendo la pala a una velocidad tremenda, aún más rápido que mi abuelo pescando los peces y lanzándolos al recipiente donde tenía que depositarlos. Seguí así unos 45 segundos hasta que saqué los 25 peces que pedían por los guantes, algo que me venía bien para mis futuras peleas. Recogí el premio y le dije a mi abuelo en tono burlón – ¿Cómo sienta que tu nieto te gane en la mayoría de los juegos? ¿Es que te ha fallado el pulso? –
Ya tenía ganas de poder burlarme de él después de que lleve todo el día riéndose de mí. Tras esto nos fuimos a comer ya que ya tocaba y pese a que estaba recién comido el olor de los platos únicos que solo se sirven en estas fiestas me abrieron el apetito como a todos los visitantes de las fiestas, era un plato realizado por una familia cuya receta la pasan de generación en generación y no se desvela a nadie más. Mientras yo comía junto a mi abuelo que se dedicaba a engullir la comida como siempre una voz anunciaba que pronto se daría comienzo al torneo de artes marciales anual y era una de los eventos más importantes de las fiestas. Ni mi abuelo ni a mí nos interesaba el torneo en un principio pero mi abuelo de pronto me sugirió participar para comprobar lo que he avanzado y para asegurarse de que aceptaba lo hizo pasar por un reto así que tras pensarlo un momento le dije al anunciador que me apuntaba al torneo y me levanté para ir hacia la plaza junto a mi abuelo para poder participar.
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Tanto tú como tu abuelo fuisteis a la plaza para finalizar la inscripción. Había un hombre rubio con gafas de sol sentado enfrente de una mesa con muchos papeles en los que iba apuntando. Detrás de él había un gran ring de boxeo, al parecer, sería allí donde tendrían lugar los enfrentamientos. Delante de la mesa de inscripción había una larga cola, era tal que cuando pensabais que le preguntasteis a una persona que estaba de transito por la cola, os dijo que él era el último. Este año tenía mucha más expectación el espectáculo de lucha que otros años. Parecía ser que llegar a la final y ganar para que pudieses demostrarle a tu abuelo lo fuerte que te habías vuelto mientras te encontrabas fuera podría ser más difícil que lo esperado.
Finalmente llegáis al final de la cola, en la cual el rubiales con tupé, traje de gala y gafas de sol os esperaba.- Estás de suerte tío, tan sólo queda una plaza libre.- Dijo con voz encorvada y rechulona el rubiales mientras miraba a tu abuelo.- No, no. El que se va a apuntar es mi nieto.- Dijo tu abuelo mientras te empujaba para que rellenaras la ficha.- Oh, perdona machote, es que te veo y lo siento, pero no te veo con pasta de luchador, sabes premo.- Te comentaba el rubiales.
Te acabaste inscribiendo a regañadientes y con un poco de mal humor tras escuchar las incesantes risas de tu abuelo tras el comentario de aquél tipo. Este torneo no llamaba por nombres, sino por números. Así pues e hizo un sorteo. Tu número era el cincuenta, y por suerte te librabas de luchar en la primera ronda. Esta era para el treinta y cuatro y el número doce. Uno era un hombre de uno noventa, canoso, blanco y con unos bíceps que se salían de la normalidad, su puño debería de ser atormentador. El oponente, un hombre más joven, de uno ochenta, rubio y con un atuendo de karateca. Empezó la batalla, el comentarista era el rubiales con gafas de sol que te “insultó” hace un rato. El tío de enormes bíceps pegaba unos golpes que aun esquivándolo el oponente, chocaban con el aire y causaba furor. EL rubio consiguió arrearle algunos golpes gracias a su agilidad y velocidad, sin embargo, una vez el canoso pudo colisionar uno de sus derechazos en el pecho del karateca, se acabó el combate para él. Y así fue como empezó uno de los campeonatos más duros que había.
-Como has podido comprobar, la gente mayor puede ser más fuerte que la juventud.- Te comentaba tu abuelo tras haber visto el combate. Ahora tocaba el segundo encuentro, en el que sorprendentemente te tocaría. Había sido más rápido de lo esperado, pero parece ser que le oponente número nueve se enfrentaría al cincuenta. Subiste al ring y miraste a la esquina contraria. Y lo que viste era digno de temor. Era un hombre de unos veintipocos, de piel negra, calvo, musculatura bastante notable y peligrosa. AL parecer era boxeador, cosa que se notaba por su atuendo, los pantalones cortos, las botas hasta casi las rodillas y los guantes de boxeo.
El comentarista os pide que os acerquéis para el saludo, y finalmente hace sonar un silbato que indica el comienzo de la segunda ronda.
[Habrá un espacio de tiempo en el cual puedes hablar con tu abuelo mientras esperáis en la fila.]
Finalmente llegáis al final de la cola, en la cual el rubiales con tupé, traje de gala y gafas de sol os esperaba.- Estás de suerte tío, tan sólo queda una plaza libre.- Dijo con voz encorvada y rechulona el rubiales mientras miraba a tu abuelo.- No, no. El que se va a apuntar es mi nieto.- Dijo tu abuelo mientras te empujaba para que rellenaras la ficha.- Oh, perdona machote, es que te veo y lo siento, pero no te veo con pasta de luchador, sabes premo.- Te comentaba el rubiales.
Te acabaste inscribiendo a regañadientes y con un poco de mal humor tras escuchar las incesantes risas de tu abuelo tras el comentario de aquél tipo. Este torneo no llamaba por nombres, sino por números. Así pues e hizo un sorteo. Tu número era el cincuenta, y por suerte te librabas de luchar en la primera ronda. Esta era para el treinta y cuatro y el número doce. Uno era un hombre de uno noventa, canoso, blanco y con unos bíceps que se salían de la normalidad, su puño debería de ser atormentador. El oponente, un hombre más joven, de uno ochenta, rubio y con un atuendo de karateca. Empezó la batalla, el comentarista era el rubiales con gafas de sol que te “insultó” hace un rato. El tío de enormes bíceps pegaba unos golpes que aun esquivándolo el oponente, chocaban con el aire y causaba furor. EL rubio consiguió arrearle algunos golpes gracias a su agilidad y velocidad, sin embargo, una vez el canoso pudo colisionar uno de sus derechazos en el pecho del karateca, se acabó el combate para él. Y así fue como empezó uno de los campeonatos más duros que había.
-Como has podido comprobar, la gente mayor puede ser más fuerte que la juventud.- Te comentaba tu abuelo tras haber visto el combate. Ahora tocaba el segundo encuentro, en el que sorprendentemente te tocaría. Había sido más rápido de lo esperado, pero parece ser que le oponente número nueve se enfrentaría al cincuenta. Subiste al ring y miraste a la esquina contraria. Y lo que viste era digno de temor. Era un hombre de unos veintipocos, de piel negra, calvo, musculatura bastante notable y peligrosa. AL parecer era boxeador, cosa que se notaba por su atuendo, los pantalones cortos, las botas hasta casi las rodillas y los guantes de boxeo.
El comentarista os pide que os acerquéis para el saludo, y finalmente hace sonar un silbato que indica el comienzo de la segunda ronda.
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Fui a la plaza con mi abuelo para acabar la inscripción donde vi a un hombre rubio con gafas de sol sentado a una mesa llena de papeles en los que iba apuntando y detrás suya se veía un ring de boxeo que es donde probablemente se llevarían a cabo los combates. Delante de la mesa se extendía una cola tan larga como un viaje en bote por el mar sin compañía. Tal era la cola que cuando preguntamos a una persona que parecía estar de paso dijo que era el último de la cola, por lo que simplemente nos colocamos en la cola y mientras esperábamos yo empezaba a calentar el cuerpo para cuando empezara mi combate estar listo, también me servía para comprobar si necesitaba reparar alguna parte de mis implantes ciborgs para que no se atascaran en mitad del combate.
Mientras hacía las comprobaciones dije a mi abuelo ¿Por qué no te apuntas conmigo y vemos si puedo vencerte? Esa pregunta la hacía porque una de mis metas más importantes era superar a mi abuelo pues habiéndolo logrado estaría claro que podría vencer a mi padre con relativa facilidad. Mi abuelo se negó a hacerlo afirmando que no estaba en buena forma pero yo sabía de sobra que él estaba en plena forma pero probablemente sabía que no podría vencerlo y no quería vencerme en el torneo. La cola iba avanzando y ya empezamos a hablar de tonterías sin importancia alguna mientras esperábamos a que llegara nuestro turno de apuntarnos al torneo y finalmente llegamos a la mesa donde el rubiales con tupé, traje de gala y gafas de sol nos esperaba. Estás de suerte tío, tan sólo queda una plaza libre. dijo el rubiales mirando a mi abuelo que le dijo que quién se apuntaba era yo y no él mientras me empujaba para que rellenara la ficha. Mientras me acercaba el rubiales dijo que no me veía pasta de luchador y mi abuelo se descojonaba de ello por lo que me inscribí con un poco de mal humor y tenía ganas de partirle la boca a ese engreído.
El organizador del torneo llamaba a los luchadores por números que se signaban por sorteo a los participantes y a mí me tocó el número 50 por lo que solo tenía que esperar a que dijeran mi número mientras observaba los demás combates. El primer combate fue extraordinario, un hombre canoso enorme peleaba contra un karateca rubio que con agilidad lograba esquivar los ataques del grandullón y asestarle algunos golpes pero el combate acabó en el momento en el que el grandullón logró encajar un puñetazo en el pecho del rubio, se veía que el torneo iba a ser de los más duros de la historia. Mi abuelo me dijo que la gente mayor puede ser más fuerte que la juventud, eso es algo que yo ya sabía pues entrenaba con un hombre así siempre que necesitaba una ayuda extra. Tras ese impresionante combate me llegó el turno, antes de lo que hubiese deseado pero ya tenía todo en orden, los músculos calientes y la maquinaria bien engrasada y sin fallos por lo que me subí al ring donde vi al otro lado a un sujeto de unos 20 años, negro, calvo y con una musculatura temible, pero no por eso me achantaría. Me quité toda la ropa que cubría mi torso y mi cabeza dejando al aire mi cara, mi melena rubia y mi cuerpo mientras la ropa caía al lado del ring para no molestar en el combate. Ambos nos acercamos a saludar cuando el comentarista nos lo dijo y luego de sonar el silbato di un salto hacia atrás para adoptar la postura del boxeo y luego me lancé con una velocidad notable hacia él para hacer una finta a la izquierda, agacharme y subir con un gancho dirigido a la barbilla.
Avance fantasma[AID]
Mientras hacía las comprobaciones dije a mi abuelo ¿Por qué no te apuntas conmigo y vemos si puedo vencerte? Esa pregunta la hacía porque una de mis metas más importantes era superar a mi abuelo pues habiéndolo logrado estaría claro que podría vencer a mi padre con relativa facilidad. Mi abuelo se negó a hacerlo afirmando que no estaba en buena forma pero yo sabía de sobra que él estaba en plena forma pero probablemente sabía que no podría vencerlo y no quería vencerme en el torneo. La cola iba avanzando y ya empezamos a hablar de tonterías sin importancia alguna mientras esperábamos a que llegara nuestro turno de apuntarnos al torneo y finalmente llegamos a la mesa donde el rubiales con tupé, traje de gala y gafas de sol nos esperaba. Estás de suerte tío, tan sólo queda una plaza libre. dijo el rubiales mirando a mi abuelo que le dijo que quién se apuntaba era yo y no él mientras me empujaba para que rellenara la ficha. Mientras me acercaba el rubiales dijo que no me veía pasta de luchador y mi abuelo se descojonaba de ello por lo que me inscribí con un poco de mal humor y tenía ganas de partirle la boca a ese engreído.
El organizador del torneo llamaba a los luchadores por números que se signaban por sorteo a los participantes y a mí me tocó el número 50 por lo que solo tenía que esperar a que dijeran mi número mientras observaba los demás combates. El primer combate fue extraordinario, un hombre canoso enorme peleaba contra un karateca rubio que con agilidad lograba esquivar los ataques del grandullón y asestarle algunos golpes pero el combate acabó en el momento en el que el grandullón logró encajar un puñetazo en el pecho del rubio, se veía que el torneo iba a ser de los más duros de la historia. Mi abuelo me dijo que la gente mayor puede ser más fuerte que la juventud, eso es algo que yo ya sabía pues entrenaba con un hombre así siempre que necesitaba una ayuda extra. Tras ese impresionante combate me llegó el turno, antes de lo que hubiese deseado pero ya tenía todo en orden, los músculos calientes y la maquinaria bien engrasada y sin fallos por lo que me subí al ring donde vi al otro lado a un sujeto de unos 20 años, negro, calvo y con una musculatura temible, pero no por eso me achantaría. Me quité toda la ropa que cubría mi torso y mi cabeza dejando al aire mi cara, mi melena rubia y mi cuerpo mientras la ropa caía al lado del ring para no molestar en el combate. Ambos nos acercamos a saludar cuando el comentarista nos lo dijo y luego de sonar el silbato di un salto hacia atrás para adoptar la postura del boxeo y luego me lancé con una velocidad notable hacia él para hacer una finta a la izquierda, agacharme y subir con un gancho dirigido a la barbilla.
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-Pero qué…- Dijo aquél muchacho cuando empezaste el combate con tan rápido movimiento. Sin embargo tu ataque sorpresa no sirvió de mucho. El mucho con un rápido movimiento también, puso sus dos brazos en forma de cruz en el pecho, haciendo así que tu gancho fuera bloqueado.- No hay que tener tanta prisa en atacar, muchacho.- Dijo aquél hombre como si te estuviera dando una lección. Tu abuelo, que en un momento te estuvo animando, ahora hacia una gran “facepalm”. Eso no podía ser, tu abuelo tenía que verte triunfar.
Seguidamente el muchacho empezó un rápido movimiento de piernas para situarse a uno de tus costados.- No intentes enseñarle a un boxeador a boxear.- Dijo mientras se encontraba preparando un recto, que con su musculado brazo, podría doler si llegara a impactar de lleno. Echando el brazo izquierdo atrás, y defendiéndose con el derecho, ahora intentaba sorprenderte con otro rápido golpe.
Recto Directo [AIF]
Seguidamente el muchacho empezó un rápido movimiento de piernas para situarse a uno de tus costados.- No intentes enseñarle a un boxeador a boxear.- Dijo mientras se encontraba preparando un recto, que con su musculado brazo, podría doler si llegara a impactar de lleno. Echando el brazo izquierdo atrás, y defendiéndose con el derecho, ahora intentaba sorprenderte con otro rápido golpe.
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Al parecer mi repentino ataque sorprendió a mi adversario ya que parecía que no creía que alguien atacaría tan pronto y tan rápidamente. Sin embargo al parecer mi intento de ataque sorpresa no sirvió de mucho pues el muchacho con un rápido movimiento bloqueó mi gancho colocando sus dos brazos en forma de cruz en el pecho para luego decir No hay que tener tanta prisa en atacar, muchacho. Esas palabras parecían un sermón y mi abuelo pareció decepcionado al ver que bloqueó mi ofensiva con relativa facilidad. Tras eso el joven se colocó a uno de mis costados con un rápido movimiento de piernas para decir que no intente enseñar boxeo a un boxeador. Al parecer preparaba un ataque, y lo único que podía saber es que sería un directo pero con esa musculatura incluso un golpe que sirve para mantener la distancia podía causar mucho daño si impactaba directo. No quería emplear mis mejoras así que simplemente Me agaché conforme su puño volaba hacia mí para luego saltar a la derecha para poder preparar el siguiente golpe. Ahora era hora de empezar a ponerme serio por lo que cambié la guardia a una un tanto peculiar y que solo había usado de pequeño en los entrenamientos contra mi abuelo, la postura del Wooshoo Estilo Dragón.
Aprovechando la flexibilidad y la agilidad de este estilo me muevo con sutileza y velocidad hacia el sujeto para lanzar varios golpes con la mano simulando la garra de un dragón chino dirigidos a sus brazos y a su torso con el fin de inutilizar su cuerpo para el combate. El surgir del dragón[AF]
Aprovechando la flexibilidad y la agilidad de este estilo me muevo con sutileza y velocidad hacia el sujeto para lanzar varios golpes con la mano simulando la garra de un dragón chino dirigidos a sus brazos y a su torso con el fin de inutilizar su cuerpo para el combate. El surgir del dragón[AF]
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-Maldita sea…- Fue todo lo que pudo decir aquél hombre al poder comprobar tu rapidez al haber esquivado el golpe. “Debo recomponer la defensa” pensó rápidamente, y mientras su brazo empezaba a volver a su cuerpo, fue cuando atacaste. Rápidamente tus golpes, en sus brazos y el torso hicieron que –con la suerte– de haberle dado en algún punto clave, el brazo con el cual te lanzó el golpe quedó completamente inmóvil y “muerto”. Tu segundo objetivo fue su torso.
El muchacho quedó algo impresionado. –Pero qué cojones…– Mascullaba al ver que podría perder el combate. Observaba como no parabas de acertarle buenos golpes, sin embargo… Aún no caía, ¿sería debido a la fuerza que tenía acumulada en esa parte de su cuerpo? Y en ese momento, en el que vio que posiblemente podría perder, se enfureció y con el brazo que le quedaba libre –y con el parecer hasta ahora no utilizó para defenderse– se propuso a atacarte mientras te encontrabas concentrado en tu blanco. –¡Puño del…– Intentó decir antes, tras que le arrestaras un golpe de gracia, cayera al ring inconsciente. Le habías dado en los suficientes puntos como para dejarle K.O.
El comentarista, el árbitro y tu mismo abuelo se quedaron algo sorprendidos, pues frente a esa fiera y gracias a tu sensacional debut, no parecías más que un canijo desesperado por pegar golpes. El arbitró se acercó y levantó tu brazo en señal de que fuiste el vencedor, y entonces todos los espectadores gritaron tu nombre en señal de alegría, sorpresa y de que les agrada que hubieras ganado. Después te pidieron que le dijeras tu número al árbitro y que bajaras del ring hasta que te volvieran a llamar.
[…]
Bien, la primera fase ya hubo terminado, y de los 300 participantes sólo quedaron 50 debido a que los combates se dividieron en seis grupos de los cuales sólo debían de quedar diez en cada grupo. Tuviste la suerte de no necesitar más que un combate –aunque otros también corrieron esa misma suerte–. Te relajaste comiendo algo junto a tu abuelo, hasta que te volvieron a llamar. –Espera chico.– Decía tu abuelo –Si quieres ser el primero en atacar, no te olvides de que en ese caso debes de acertar con el golpe. Normalmente es el primer golpe el cual decide la batalla, si es que quieres una batalla fácil, claro. Ya vistes que casi te pudo haber tumbado el otro contrincante tras tu fallo. Recuerda, el primer golpe lo decide.– Esas eran sabias palabras de tu abuelo para que recordaras durante el combate. Posiblemente sea de algo que ya supieras, pero recordarlo nunca vendría mal.
Al subir al ring, te encontraste con un oponente “extraño” cuanto menos. Tenía el pelo medio largo, y un flequillo que te hacía imposible poder verle los ojos, ¿acaso hay gente que pueda pelear así, sin poder ver bien? Su cuerpo no era tampoco nada del otro mundo, delgado y como mucho algo fibroso, pero para nada fuerte y para nada se parecía a los enormes titanes musculares con los que te habías topado hasta ahora. Expresión seria y fría, piel albina aunque tuviera el cabello de color noche, y también algo más bajito que tú. Pero, había pasado de entre los diez mejores de su fase, y eso quería decir que debe de ser un fuerte oponente. Y justo antes de que tocaran la campana, pudiste ver a tu abuelo acercarse, y levantar el pulgar hacia arriba en señal de que ibas a ganar.
–¡Que empiece el combate!
El muchacho quedó algo impresionado. –Pero qué cojones…– Mascullaba al ver que podría perder el combate. Observaba como no parabas de acertarle buenos golpes, sin embargo… Aún no caía, ¿sería debido a la fuerza que tenía acumulada en esa parte de su cuerpo? Y en ese momento, en el que vio que posiblemente podría perder, se enfureció y con el brazo que le quedaba libre –y con el parecer hasta ahora no utilizó para defenderse– se propuso a atacarte mientras te encontrabas concentrado en tu blanco. –¡Puño del…– Intentó decir antes, tras que le arrestaras un golpe de gracia, cayera al ring inconsciente. Le habías dado en los suficientes puntos como para dejarle K.O.
El comentarista, el árbitro y tu mismo abuelo se quedaron algo sorprendidos, pues frente a esa fiera y gracias a tu sensacional debut, no parecías más que un canijo desesperado por pegar golpes. El arbitró se acercó y levantó tu brazo en señal de que fuiste el vencedor, y entonces todos los espectadores gritaron tu nombre en señal de alegría, sorpresa y de que les agrada que hubieras ganado. Después te pidieron que le dijeras tu número al árbitro y que bajaras del ring hasta que te volvieran a llamar.
[…]
Bien, la primera fase ya hubo terminado, y de los 300 participantes sólo quedaron 50 debido a que los combates se dividieron en seis grupos de los cuales sólo debían de quedar diez en cada grupo. Tuviste la suerte de no necesitar más que un combate –aunque otros también corrieron esa misma suerte–. Te relajaste comiendo algo junto a tu abuelo, hasta que te volvieron a llamar. –Espera chico.– Decía tu abuelo –Si quieres ser el primero en atacar, no te olvides de que en ese caso debes de acertar con el golpe. Normalmente es el primer golpe el cual decide la batalla, si es que quieres una batalla fácil, claro. Ya vistes que casi te pudo haber tumbado el otro contrincante tras tu fallo. Recuerda, el primer golpe lo decide.– Esas eran sabias palabras de tu abuelo para que recordaras durante el combate. Posiblemente sea de algo que ya supieras, pero recordarlo nunca vendría mal.
Al subir al ring, te encontraste con un oponente “extraño” cuanto menos. Tenía el pelo medio largo, y un flequillo que te hacía imposible poder verle los ojos, ¿acaso hay gente que pueda pelear así, sin poder ver bien? Su cuerpo no era tampoco nada del otro mundo, delgado y como mucho algo fibroso, pero para nada fuerte y para nada se parecía a los enormes titanes musculares con los que te habías topado hasta ahora. Expresión seria y fría, piel albina aunque tuviera el cabello de color noche, y también algo más bajito que tú. Pero, había pasado de entre los diez mejores de su fase, y eso quería decir que debe de ser un fuerte oponente. Y justo antes de que tocaran la campana, pudiste ver a tu abuelo acercarse, y levantar el pulgar hacia arriba en señal de que ibas a ganar.
–¡Que empiece el combate!
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Al parecer al joven le sorprende en gran manera al comprobar mi agilidad a la hora de esquivar su ataque, al parecer creía que iba a lograr impactar un gran golpe que, con su musculatura, resultaría en un daño relativamente serio. Sin darle tiempo a reaccionar había empezado mi ofensiva que primero ataca al brazo con golpes veloces que logran dejarle el brazo completamente inmóvil e inútil al menos a lo largo del combate actual. Sigo golpeando su torso con fiereza y velocidad sin pararme pero el sujeto se mantiene en pie, es como golpear a una pared de acero de primera calidad. Mis golpes buscan inutilizarlo para ganar por KO pero él parece dispuesto a no caer ya que de pronto da señales de que va a usar el brazo que hasta el momento apenas había utilizado ya que, seguramente, empiece a ser consciente de que puede perder el combate. Enfurecido trata de atacarme con dicho brazo pero antes de que pueda acabar de decir arrogantemente un nombre para su ataque, cae del ring inconsciente otorgándome así la victoria por KO. Todos los presentes se quedan sorprendidos hasta que el árbitro se acerca y levanta mi brazo en señal de que soy el vencedor, momento en el que todos gritan mi nombre. Posteriormente le digo mi número al árbitro como me pidieron que hiciera y me bajo del ring a esperar por mi siguiente combate.
Tras ese primer combate me relajo comiendo con mi abuelo y cuando me llaman para volver a combatir mi abuelo me da un consejo muy sabio, es algo que ya sabía de antemano pero nunca viene mal recordar algunos detalles. Me subo al ring y veo como me enfrento a un sujeto de aspecto extraño para un luchador, delgado con apenas musculatura, ojos tapados por un flequillo y piel albina pese al color azabache de sus cabellos. Si fuese alguien que juzga a los luchadores por su aspecto pensaría que el combate está ganado pero algo tendría que ocultar para haber logrado pasar entre los diez mejores de su fase. Justo antes de que suene la campana mi abuelo se acerca y levanta el pulgar hacia arriba en señal de que voy a ganar y entonces comienza el combate. No me acerco demasiado al joven sin saber más sobre su forma de combatir y teniendo en cuenta las palabras de mi abuelo mantengo la distancia mientras me muevo por el ring esperando una apertura o alguna señal para atacar de forma que el golpe sea 100% seguro de impactar. Finalmente me decido por no ser el primero en atacar y esperar con la guardia bien puesta a que fuese le otro que atacar, así que mantengo la guardia del Wushu estilo dragón y permanezco alejado de mi oponente.
Tras ese primer combate me relajo comiendo con mi abuelo y cuando me llaman para volver a combatir mi abuelo me da un consejo muy sabio, es algo que ya sabía de antemano pero nunca viene mal recordar algunos detalles. Me subo al ring y veo como me enfrento a un sujeto de aspecto extraño para un luchador, delgado con apenas musculatura, ojos tapados por un flequillo y piel albina pese al color azabache de sus cabellos. Si fuese alguien que juzga a los luchadores por su aspecto pensaría que el combate está ganado pero algo tendría que ocultar para haber logrado pasar entre los diez mejores de su fase. Justo antes de que suene la campana mi abuelo se acerca y levanta el pulgar hacia arriba en señal de que voy a ganar y entonces comienza el combate. No me acerco demasiado al joven sin saber más sobre su forma de combatir y teniendo en cuenta las palabras de mi abuelo mantengo la distancia mientras me muevo por el ring esperando una apertura o alguna señal para atacar de forma que el golpe sea 100% seguro de impactar. Finalmente me decido por no ser el primero en atacar y esperar con la guardia bien puesta a que fuese le otro que atacar, así que mantengo la guardia del Wushu estilo dragón y permanezco alejado de mi oponente.
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La cosa se veía bastante interesante. Desde que tocó la campana que indicaba que se pondría en marcha el combate tu oponente no se movió ni un ápice. Al contrario que tú, que ya te encontrabas en posición de contragolpe y poco relajada, con los músculos listos. Viendo que no hacías ningún movimiento ofensivo, tu oponente se decidió a empezar. Tu enemigo cogió una posición típica del kárate. Puño e pierna izquierdas adelantadas, mientras que con los contrarios cogía una forma defensiva. Sin embargo, su puño derecho parecía ser que se encontraba reposando para dar un golpe. Y la posición de sus piernas era bastante extremista.
No querías distraerte, pero te fue imposible no escuchar los murmullos de la gente. –Oye, oye, ¿ese no es el chaval que había ganado todos sus combates de un golpe?
-Sí, sí, si creo que esa era la posición que utiliza para ese golpe, ¿no? –Decía la gente. Impresionante. Si se estaba preparando para golpear habría que tener mucho cuidado. Lo peor es que no podías ver siquiera en qué dirección iría el golpe, pues no tiene ojos que le delaten.
De repente empezó a correr hacia ti a una velocidad muy alta. –Rect… -Mascullaba, hasta que llegó a menos de un metro de ti, y dirigió con todas sus fuerzas un derechazo a la par que gritaba. –¡Gun! -El ataque parecía potente. Utilizaba la fuerza de su cuerpo, dado que lo estaba moviendo junto a su brazo, para darle más poder, y en sí también iba a ir girando el brazo y el puño para darle más reacción al golpe.
¿Qué tan potente sería el golpe? ¿Se podría resistir? Tu abuelo estaba completamente serio. Al parecer este combate sería más duro que el anterior. Adelante con él.
Reacto Gun [AMF]No querías distraerte, pero te fue imposible no escuchar los murmullos de la gente. –Oye, oye, ¿ese no es el chaval que había ganado todos sus combates de un golpe?
-Sí, sí, si creo que esa era la posición que utiliza para ese golpe, ¿no? –Decía la gente. Impresionante. Si se estaba preparando para golpear habría que tener mucho cuidado. Lo peor es que no podías ver siquiera en qué dirección iría el golpe, pues no tiene ojos que le delaten.
De repente empezó a correr hacia ti a una velocidad muy alta. –Rect… -Mascullaba, hasta que llegó a menos de un metro de ti, y dirigió con todas sus fuerzas un derechazo a la par que gritaba. –¡Gun! -El ataque parecía potente. Utilizaba la fuerza de su cuerpo, dado que lo estaba moviendo junto a su brazo, para darle más poder, y en sí también iba a ir girando el brazo y el puño para darle más reacción al golpe.
¿Qué tan potente sería el golpe? ¿Se podría resistir? Tu abuelo estaba completamente serio. Al parecer este combate sería más duro que el anterior. Adelante con él.
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El joven al que me enfrento no toma ninguna postura en particular sino que simplemente se mantuvo natural en contraposición a mi actitud de ponerme en guardia por desconfianza. Ninguno de los dos parecemos querer pelear pero el joven en vistas de que yo no hago ninguna ofensiva decide tomar la iniciativa y adopta la postura típica del karate aunque sus piernas parecían estar en una posición un tanto extremistas. Al tener los ojos tapados no puedo saber por dónde vendrá el golpe así que tengo que estar lo más atento posible para evitar dicho ataque ya que según los murmullos que escucho ese golpe acabó con todos los contrincantes sin necesidad de prolongar más el combate. Está claro que a fuerza bruta no puedo ganar por lo que tengo que aprovechar mi agilidad y flexibilidad para reducir los daños y atacar a puntos certeros para poder provocar daños más devastadores.
El joven karateka empieza a correr repentinamente hacia mí a gran velocidad mientras masculla algo para, cuando solo nos separa menos de un metro lanza un derechazo mientras grita. El golpe lleva una velocidad realmente formidable y al mismo tiempo por su forma de moverse es evidente que si me alcanza dará igual que mi cuerpo sea de metal, eso me hará un daño temible. Para evitar el golpe no me queda más remedio que saltar con fuerza hacia atrás aumentando la distancia lo suficiente como para que su brazo no alcance mi cuerpo evitando dejar cualquier posibilidad de golpe como hubiese ocurrido de esquivar a un lado o tratar de bloquear o desviar el ataque. Desafortunadamente el golpe de hecho me alcanza pero perdiendo potencia por mi salto. Es hora de contraatacar y al parecer necesito una ofensiva veloz y potente a la vez que precisa así que cambio al estilo del tigre antes de lanzarme a gran velocidad hacia el joven y en el último momento cambiar bruscamente mi dirección para tomarle la espalda y lanzar una serie de 10 golpes devastadores a su columna con el fin de dejarlo con daños severos.
Vongola Fighting: Tora rebirth[AMF]
El joven karateka empieza a correr repentinamente hacia mí a gran velocidad mientras masculla algo para, cuando solo nos separa menos de un metro lanza un derechazo mientras grita. El golpe lleva una velocidad realmente formidable y al mismo tiempo por su forma de moverse es evidente que si me alcanza dará igual que mi cuerpo sea de metal, eso me hará un daño temible. Para evitar el golpe no me queda más remedio que saltar con fuerza hacia atrás aumentando la distancia lo suficiente como para que su brazo no alcance mi cuerpo evitando dejar cualquier posibilidad de golpe como hubiese ocurrido de esquivar a un lado o tratar de bloquear o desviar el ataque. Desafortunadamente el golpe de hecho me alcanza pero perdiendo potencia por mi salto. Es hora de contraatacar y al parecer necesito una ofensiva veloz y potente a la vez que precisa así que cambio al estilo del tigre antes de lanzarme a gran velocidad hacia el joven y en el último momento cambiar bruscamente mi dirección para tomarle la espalda y lanzar una serie de 10 golpes devastadores a su columna con el fin de dejarlo con daños severos.
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“¡OHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!”Eso es lo que se podía escuchar por parte de absolutamente todo el público cuando conseguiste esquivar el golpe, aunque casi te diera. Eso hizo que el muchacho sonriera. Quién sabe, tal vez estuviera feliz porque alguien sobreviviera más allá del segundo golpe. Y lo más seguro es que eso lo volviera más peligroso. Sin embargo, cuando vio que falló ese golpe… Se paró en seco y volvió a su posición relajada y despreocupada. Ni una pose de defensa, ni de ataque, de nada. ¿De qué iría este chico? Eso lo volvía muy débil como para resistir nada, tal vez ahora tu golpe sea muy certero… O tal vez no. Aunque fuiste a por él, y aunque cambiaste de posición casi en el impacto para sorprenderle… Él te pagó con tu misma moneda. Saltó para adelante, o según tu posición, para atrás. Aunque pudieras direccionar los brazos y pegar fuerte, si le dabas al aire poco ganarías.
El muchacho buscaba llegar hasta las redes del ring, y rápidamente, sin perder tiempo, y aprovechado tu posición desprevenida, utilizó la elasticidad de las redes para impulsarse y llegar hacia ti aún más rápido, para darte una patada voladora –en realidad es doble patada, pero eso no lo deberías de saber –.
Doble Patada Voladora de Chuck (¿) [AMF]
El muchacho buscaba llegar hasta las redes del ring, y rápidamente, sin perder tiempo, y aprovechado tu posición desprevenida, utilizó la elasticidad de las redes para impulsarse y llegar hacia ti aún más rápido, para darte una patada voladora –en realidad es doble patada, pero eso no lo deberías de saber –.
Doble Patada Voladora de Chuck (¿) [AMF]
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- El comienzo de la partida, el chico de la guadaña. (Rol Moderado Hazan Nivel E)
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