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Un pequeño bote se acercaba a la isla de Azahán. Una isla que había sido descubierta recientemente y no se sabía aún mucho de ella. Por esa razón Tahiko se dirigía hacia dicha isla para investigarla un poco, el cazador necesitaba satisfacer su curiosidad de una forma u otra y empezar por un sitio nuevo era buena forma de hacerlo. Ya acercándose a la orilla se dio cuenta de algo bastante extraño. No había arena, solo césped verde y fresco por todo el lugar, no podía creerse que una isla no tuviera arena por lo que ahora estaba algo confuso. El bote llegó por fin y en ese momento el peli naranja bajó del bote. Notó como las olas tocaban sus pies y tobillos entrando el agua por sus sandalias. Tiró un poco de su sistema de transporte metiéndolo algo más adentro de aquel sitio lleno de hierba que difícilmente se podía llamar orilla o playa.
Los curiosos ojos del chico ahora observaban todo a su alrededor. Seguramente ninguno de sus compañeros de Ghost Leviatans conocía dicho lugar. Algo captó su atención y fue algo anormal. Frente a él había un tomate de ocho metros de altura. Era enorme para ser una simple hortaliza, por su mente pasaron muchas ideas como por ejemplo que aquella podía ser tierra de gigantes o productos químicos de algún idiota.
El cazador llevaba su ropa habitual. Su extraña túnica negra con nubes rojas. Su inmensa espada vendada en la espalda, sus pircings y sus sandalias. No había llevado nada mas puesto que no sabía nada de la isla y para llevarse algo que le supusiera cargar peso prefería quedarse sin nada y llevar solo su arma para defenderse de los peligros. Frunció el ceño alejándose un poco de aquel tomate cuando un enorme temblor de suelo ocurrió bajo sus pies. Sus ojos se abrieron bastante y este se tambaleó un poco casi perdiendo el equilibrio pero de repente reincorporándose como si nada hubiera pasado. Había sentido una extraña sensación como si hubiese algo debajo de sus pies, pero no quería creer eso en un lugar así.
Llevó la mano al mango de su enorme espadón envuelto en vendas y lo sacó como si apenas le pesara sosteniéndolo con una mano y mirando alrededor intentando captar algún ruido. De repente por delante de sus ojos pasó una tenebrosa escena que lo dejó impresionado y sin palabras. Tres hormigas de un tono negro. De dos metros y medio más o menos de tamaño pasaron por delante en fila india con restos de aquel tomate en la boca, seguramente a llevarlos a algún hormiguero. Pero era imposible que hubiese seres de ese tamaño, los insectos son minúsculos y estos eran exageradamente enormes. Si lo que sus ojos le mostraban no era un espejismo, lo que había pasado por debajo de sus pies debía ser algo grande, además de los demás seres que podía haber en la isla. Todo en ella era enorme menos los arboles. Aquello le supondría un verdadero reto al cazador.
Los curiosos ojos del chico ahora observaban todo a su alrededor. Seguramente ninguno de sus compañeros de Ghost Leviatans conocía dicho lugar. Algo captó su atención y fue algo anormal. Frente a él había un tomate de ocho metros de altura. Era enorme para ser una simple hortaliza, por su mente pasaron muchas ideas como por ejemplo que aquella podía ser tierra de gigantes o productos químicos de algún idiota.
El cazador llevaba su ropa habitual. Su extraña túnica negra con nubes rojas. Su inmensa espada vendada en la espalda, sus pircings y sus sandalias. No había llevado nada mas puesto que no sabía nada de la isla y para llevarse algo que le supusiera cargar peso prefería quedarse sin nada y llevar solo su arma para defenderse de los peligros. Frunció el ceño alejándose un poco de aquel tomate cuando un enorme temblor de suelo ocurrió bajo sus pies. Sus ojos se abrieron bastante y este se tambaleó un poco casi perdiendo el equilibrio pero de repente reincorporándose como si nada hubiera pasado. Había sentido una extraña sensación como si hubiese algo debajo de sus pies, pero no quería creer eso en un lugar así.
Llevó la mano al mango de su enorme espadón envuelto en vendas y lo sacó como si apenas le pesara sosteniéndolo con una mano y mirando alrededor intentando captar algún ruido. De repente por delante de sus ojos pasó una tenebrosa escena que lo dejó impresionado y sin palabras. Tres hormigas de un tono negro. De dos metros y medio más o menos de tamaño pasaron por delante en fila india con restos de aquel tomate en la boca, seguramente a llevarlos a algún hormiguero. Pero era imposible que hubiese seres de ese tamaño, los insectos son minúsculos y estos eran exageradamente enormes. Si lo que sus ojos le mostraban no era un espejismo, lo que había pasado por debajo de sus pies debía ser algo grande, además de los demás seres que podía haber en la isla. Todo en ella era enorme menos los arboles. Aquello le supondría un verdadero reto al cazador.
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El transporte avanzaba veloz hacia la isla. Se trataba de una barcaza negra con un motor de hélice en la parte trasera. Medía seis metros de largo y tres de ancho. Sobre cubierta había dos compartimentos: la cabina del navegante, que era un pequeño recinto de poco más de un metro cuadrado donde un agente llevaba el timón. Tenía ventanas al frente y los lados para poder ver bien la trayectoria. Tras esta había lo que parecía una pequeña caseta sobre el barco; el único camarote. Este hacía a la vez función de bodega, pues era el único recinto del barco además de la cabina.
En aquel momento en esta había dos personas, un hombre joven vestido con una túnica blanca y un turbante. Este era alto y de piel morena. El otro era un adolescente de piel pálida, pelo negro como el carbón, largo y despeinado. Estaba sentado de espaldas contra una caja de madera bastante grande, con una pierna arqueada y la otra extendida. Parecía estar durmiendo, pues tenía los ojos cerrados. El rostro del chico parecía apacible y en calma en aquel momento. Sus facciones eran duras y angulosas, haciéndole parecer ligeramente mayor de lo que era, efecto que quedaba contrarrestado por la expresión de calma e inocencia de ese momento de su rostro. Iba vestido con una chaqueta de cuero, una camiseta negra con una calavera dibujada, pantalones negros ajustados, botas de punta de acero y guantes con chapas de metal en los nudillos que dejaban los dedos al descubierto. Apoyada a la caja junto a él reposaba una magnífica katana con el mango rojo y la guarda en forma de sol. La vaina era de color negro y tenía una figura de metal incrustada, una especie de pájaro. Había una cincha de cuero atada a los extremos superior e inferior de la vaina, lo cual lo hacía perfecto para llevar el arma a la espalda. El joven se movió por un momento para acomodarse mejor y volvió a quedarse quieto. Llevaba unos cascos a los oídos, y el cable iba hasta el bolsillo de su chaqueta. Era obvio que escuchaba música.
Ryushu no estaba dormido, pero tampoco podría decirse que estuviera despierto. Estaba como en un trance hipnótico, dejando volar su mente y su imaginación mientras escuchaba la música. El sonido de los instrumentos le transportaba a tierras lejanas. Tal vez fuese el bamboleo del barco, un momento de sugestión por la música o el efecto de los calmantes que tomaba a veces, pero le daba la impresión de que flotaba. En su fuero interno sabía que era todo efecto de los narcóticos, pero por otro lado prefería ignorar a esa vocecilla y dejarse llevar.
Al cabo de lo que parecieron horas, comenzó a volver a la realidad. Se sentía atontado y cansado, como si hubiese dormido poco, y todo le daba vueltas. Se quitó los cascos y los dejó colgados de su cuello. Suspiró y tanteó en su bolsillo hasta sacar un estuche, que abrió revelando un montón de cigarrillos perfectamente ordenados. Se llevó uno a los labios y se guardó la caja, aun con cara de "zombie". "¿Dónde estará mi zipo?" se preguntó a sí mismo, rebuscándose entre la ropa. Finalmente lo sacó, abrió la tapa y prendió la mecha. Aspiró por el pitillo mientras acercaba la llama al mismo y este se encendió, llenándose sus pulmones de humo. Casi al instante notó una sensación de alivio al calmar el mono, y expulsó el humo por la nariz. Mostró una ligera expresión de placer que contuvo casi al momento. Parpadeó mientras notaba cómo el tabaco le despejaba y despertaba. Adoptó una pose chulesca al ver al moreno y cogió el cigarro con dos dedos, apartándolo de su boca y soplando una calada en dirección al hombre. Su rostro era enigmático, pero no auguraba nada bueno.
- Así que tú eres el novato, ¿eh? Procura no meterte en mi camino, ni cagarla. Aprende de mi y todo te irá bien.
Soltó una ligera risa y se llevó el cigarro de nuevo a la boca, echando otra calada. Los ojos del chico eran siniestros y anormales. Ahora que estaba despierto y con ellos abiertos podía verse que el iris era de color rojo intenso. A la mayoría de la gente solía costarle mantenerle la mirada. Los clavó en los de su compañero, en una actitud entre pasota y desafiante. Pasivo-agresivo sería una buena definición para su comportamiento.
- Escucha con atención, morenito. Los jefazos nos envían a un islote de mierda en mitad de la nada. Al parecer acaban de descubrirlo y quieren que pasemos realizar una "inspección preliminar". Lo que esos pijos estirados llaman a caminar por la isla y mirar qué carajo hay, vaya.
No pudo haber sido más oportuno. A penas dijo esto, la velocidad de la barcaza comenzó a disminuir y alguien petó en la puerta. Esta se abrió y un hombre alto vestido de traje, con gafas de sol y un sombrero negro de seda asomó. Parecía algo mayor que el moreno, y tenía una cicatriz en la mandíbula.
- Estamos a punto de llegar. Preparad vuestras cosas.
- Coño, por fin - exclamó el espadachín, expulsando humo por la boca y los orificios nasales al hablar - Es hora de sacar a mi nena de paseo.
Ryushu se levantó con una media sonrisa sosteniendo el cigarrillo con los labios. Cogió la katana y se la colgó al hombro, tras lo cual comenzó a mover la pesada y enorme caja contra la cual había estado dormitando. Abrió uno de los extremos y se metió dentro medio agachado, sacando algo tirando del mismo. Era una impresionante moto negra con dibujos de llamaradas. Sin embargo tenía un par de detalles extraños. Tenía un par de huecos abombados con forma de huella, indudablemente para colocar los pies. Lo raro en ellos era una serie de agujeros en estos. El otro detalle era el enorme propulsor que tenía la moto en la parte trasera.
- ¿Te gusta esta monada, novato? Es capaz de alcanzar los doscientos kilómetros hora en sus mejores momentos. Una auténtica joya.
En aquel momento en esta había dos personas, un hombre joven vestido con una túnica blanca y un turbante. Este era alto y de piel morena. El otro era un adolescente de piel pálida, pelo negro como el carbón, largo y despeinado. Estaba sentado de espaldas contra una caja de madera bastante grande, con una pierna arqueada y la otra extendida. Parecía estar durmiendo, pues tenía los ojos cerrados. El rostro del chico parecía apacible y en calma en aquel momento. Sus facciones eran duras y angulosas, haciéndole parecer ligeramente mayor de lo que era, efecto que quedaba contrarrestado por la expresión de calma e inocencia de ese momento de su rostro. Iba vestido con una chaqueta de cuero, una camiseta negra con una calavera dibujada, pantalones negros ajustados, botas de punta de acero y guantes con chapas de metal en los nudillos que dejaban los dedos al descubierto. Apoyada a la caja junto a él reposaba una magnífica katana con el mango rojo y la guarda en forma de sol. La vaina era de color negro y tenía una figura de metal incrustada, una especie de pájaro. Había una cincha de cuero atada a los extremos superior e inferior de la vaina, lo cual lo hacía perfecto para llevar el arma a la espalda. El joven se movió por un momento para acomodarse mejor y volvió a quedarse quieto. Llevaba unos cascos a los oídos, y el cable iba hasta el bolsillo de su chaqueta. Era obvio que escuchaba música.
Ryushu no estaba dormido, pero tampoco podría decirse que estuviera despierto. Estaba como en un trance hipnótico, dejando volar su mente y su imaginación mientras escuchaba la música. El sonido de los instrumentos le transportaba a tierras lejanas. Tal vez fuese el bamboleo del barco, un momento de sugestión por la música o el efecto de los calmantes que tomaba a veces, pero le daba la impresión de que flotaba. En su fuero interno sabía que era todo efecto de los narcóticos, pero por otro lado prefería ignorar a esa vocecilla y dejarse llevar.
Al cabo de lo que parecieron horas, comenzó a volver a la realidad. Se sentía atontado y cansado, como si hubiese dormido poco, y todo le daba vueltas. Se quitó los cascos y los dejó colgados de su cuello. Suspiró y tanteó en su bolsillo hasta sacar un estuche, que abrió revelando un montón de cigarrillos perfectamente ordenados. Se llevó uno a los labios y se guardó la caja, aun con cara de "zombie". "¿Dónde estará mi zipo?" se preguntó a sí mismo, rebuscándose entre la ropa. Finalmente lo sacó, abrió la tapa y prendió la mecha. Aspiró por el pitillo mientras acercaba la llama al mismo y este se encendió, llenándose sus pulmones de humo. Casi al instante notó una sensación de alivio al calmar el mono, y expulsó el humo por la nariz. Mostró una ligera expresión de placer que contuvo casi al momento. Parpadeó mientras notaba cómo el tabaco le despejaba y despertaba. Adoptó una pose chulesca al ver al moreno y cogió el cigarro con dos dedos, apartándolo de su boca y soplando una calada en dirección al hombre. Su rostro era enigmático, pero no auguraba nada bueno.
- Así que tú eres el novato, ¿eh? Procura no meterte en mi camino, ni cagarla. Aprende de mi y todo te irá bien.
Soltó una ligera risa y se llevó el cigarro de nuevo a la boca, echando otra calada. Los ojos del chico eran siniestros y anormales. Ahora que estaba despierto y con ellos abiertos podía verse que el iris era de color rojo intenso. A la mayoría de la gente solía costarle mantenerle la mirada. Los clavó en los de su compañero, en una actitud entre pasota y desafiante. Pasivo-agresivo sería una buena definición para su comportamiento.
- Escucha con atención, morenito. Los jefazos nos envían a un islote de mierda en mitad de la nada. Al parecer acaban de descubrirlo y quieren que pasemos realizar una "inspección preliminar". Lo que esos pijos estirados llaman a caminar por la isla y mirar qué carajo hay, vaya.
No pudo haber sido más oportuno. A penas dijo esto, la velocidad de la barcaza comenzó a disminuir y alguien petó en la puerta. Esta se abrió y un hombre alto vestido de traje, con gafas de sol y un sombrero negro de seda asomó. Parecía algo mayor que el moreno, y tenía una cicatriz en la mandíbula.
- Estamos a punto de llegar. Preparad vuestras cosas.
- Coño, por fin - exclamó el espadachín, expulsando humo por la boca y los orificios nasales al hablar - Es hora de sacar a mi nena de paseo.
Ryushu se levantó con una media sonrisa sosteniendo el cigarrillo con los labios. Cogió la katana y se la colgó al hombro, tras lo cual comenzó a mover la pesada y enorme caja contra la cual había estado dormitando. Abrió uno de los extremos y se metió dentro medio agachado, sacando algo tirando del mismo. Era una impresionante moto negra con dibujos de llamaradas. Sin embargo tenía un par de detalles extraños. Tenía un par de huecos abombados con forma de huella, indudablemente para colocar los pies. Lo raro en ellos era una serie de agujeros en estos. El otro detalle era el enorme propulsor que tenía la moto en la parte trasera.
- ¿Te gusta esta monada, novato? Es capaz de alcanzar los doscientos kilómetros hora en sus mejores momentos. Una auténtica joya.
Kyoji Kagami
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Una misión nueva, y un compañero nuevo, aunque este era, eso sí, cuanto menos peculiar. Su estilo recordaba al de una persona desolada, sin motivos para vivir o simplemente existir, y en cualquier otra situación me habría limitado a acabar con el tormento de su vida, pero al parecer este tipo era alguien más "veterano" dentro del CP1 que yo, así que de momento trataría de aprender ciertas cosas de él, igual al final hasta lograba resultarme útil y todo.
Viajábamos en una pequeña barcaza y él iba apoyado en una gran caja, sin que yo alcanzara a adivinar el contenido de esta. Cerca de llegar a aquella isla el hombre, sin siquiera presentarse, comenzó a hablarme, tildándome de novato. ¿Novato? Había dedicado ya varios años al Cipher Pol, aunque era cierto que sólo hacía unos meses de mi ingreso oficial, así que no podía culparlo si él creía que yo era el "nuevo" del grupo.
Parecía un chico joven, aunque se las gastaba como si ya hubiera madurado y aprendido a vivir, aunque sólo aquel que está a punto de morir realmente así lo ha hecho, y si tantas ganas tenía de saber lo que su vida significaba, tal vez incluso lo llevara a aquel extremo. De repente clavó su mirada sobre la mía. Sus ojos eran rojos, algo fuera de lo común, probablemente la gente incluso podría sentirse amenazada por aquellos ojos, algo problemático cuando tu trabajo consiste en pasar desapercibido. Noté su aura, su instinto asesino. ¿Trataba de intimidarme tal vez? Bueno, no lo sabía con seguridad, y me habría resultado muy fácil mostrarle el infierno, enseñarle los ojos de un demonio, pero no ganaría nada con ello, aquel hombre, por raro que fuera, era un compañero, y ahora debíamos actuar en equipo. Para no mostrarme como una amenaza tan sólo aparté la mirada, restándole importancia a su aspecto o su peligrosidad, pues no estaba en mis planes enfrentarme en un duelo de egos por demostrar quien era el más presuntuoso.
Apenas había pasado un rato desde que aquella peculiar escena, donde sus ojos trataron de asustarme. Finalmente habíamos llegado, y aquel tipo se alegró por esto, aunque al parecer lo que realmente le alegraba era poder usar su "juguete" de la caja, que al final resultó ser una especie de vehículo, cuya velocidad, eso sí, era algo fascinante. No obstante traté de coger desde el barco algo de la arena de la playa y, para mi sorpresa, no sentí que hubiera arena en esta. Sólo había tierra cubierta por algo que dificultaba su extracción, aunque hasta no bajar no podría realmente saber qué era esto. Finalmente nos decidimos a bajar, o más bien decidieron por nosotros, pues el barquero nos incitó a ello, diciendo tras esto que él se iría y no volvería hasta que no le diera la gana. Menuda clase de "ayuda" nos habíamos buscado.
Finalmente me decidí a bajar y contemplar por mí mismo aquella playa, pero antes diría mis primeras palabras a aquel tipo. -Mi nombre es Kagami. Kyoji Kagami. Un placer. -Y tras decir esto bajé de aquel bote de un salto, cayendo sobre un bloque de césped, que se extendía por toda la playa. -*Curioso...*- Pensé. Coloqué mi mano sobre un pedazo de este césped y, convirtiéndola en arena, perforé hasta ver el suelo real de la isla, del cual sí pude obtener una muestra de su arena. Era un suelo muy rico en azúcares, eso compensaría la cercanía al mar, supuse yo, además era realmente fértil. Antes de continuar avanzando o investigando miré al que se consideraba mi superior y, de forma seria, le pregunté. -¿Y ahora? -Para tras esto quedar callado, esperando su respuesta y, por así llamarlas, sus órdenes.
Viajábamos en una pequeña barcaza y él iba apoyado en una gran caja, sin que yo alcanzara a adivinar el contenido de esta. Cerca de llegar a aquella isla el hombre, sin siquiera presentarse, comenzó a hablarme, tildándome de novato. ¿Novato? Había dedicado ya varios años al Cipher Pol, aunque era cierto que sólo hacía unos meses de mi ingreso oficial, así que no podía culparlo si él creía que yo era el "nuevo" del grupo.
Parecía un chico joven, aunque se las gastaba como si ya hubiera madurado y aprendido a vivir, aunque sólo aquel que está a punto de morir realmente así lo ha hecho, y si tantas ganas tenía de saber lo que su vida significaba, tal vez incluso lo llevara a aquel extremo. De repente clavó su mirada sobre la mía. Sus ojos eran rojos, algo fuera de lo común, probablemente la gente incluso podría sentirse amenazada por aquellos ojos, algo problemático cuando tu trabajo consiste en pasar desapercibido. Noté su aura, su instinto asesino. ¿Trataba de intimidarme tal vez? Bueno, no lo sabía con seguridad, y me habría resultado muy fácil mostrarle el infierno, enseñarle los ojos de un demonio, pero no ganaría nada con ello, aquel hombre, por raro que fuera, era un compañero, y ahora debíamos actuar en equipo. Para no mostrarme como una amenaza tan sólo aparté la mirada, restándole importancia a su aspecto o su peligrosidad, pues no estaba en mis planes enfrentarme en un duelo de egos por demostrar quien era el más presuntuoso.
Apenas había pasado un rato desde que aquella peculiar escena, donde sus ojos trataron de asustarme. Finalmente habíamos llegado, y aquel tipo se alegró por esto, aunque al parecer lo que realmente le alegraba era poder usar su "juguete" de la caja, que al final resultó ser una especie de vehículo, cuya velocidad, eso sí, era algo fascinante. No obstante traté de coger desde el barco algo de la arena de la playa y, para mi sorpresa, no sentí que hubiera arena en esta. Sólo había tierra cubierta por algo que dificultaba su extracción, aunque hasta no bajar no podría realmente saber qué era esto. Finalmente nos decidimos a bajar, o más bien decidieron por nosotros, pues el barquero nos incitó a ello, diciendo tras esto que él se iría y no volvería hasta que no le diera la gana. Menuda clase de "ayuda" nos habíamos buscado.
Finalmente me decidí a bajar y contemplar por mí mismo aquella playa, pero antes diría mis primeras palabras a aquel tipo. -Mi nombre es Kagami. Kyoji Kagami. Un placer. -Y tras decir esto bajé de aquel bote de un salto, cayendo sobre un bloque de césped, que se extendía por toda la playa. -*Curioso...*- Pensé. Coloqué mi mano sobre un pedazo de este césped y, convirtiéndola en arena, perforé hasta ver el suelo real de la isla, del cual sí pude obtener una muestra de su arena. Era un suelo muy rico en azúcares, eso compensaría la cercanía al mar, supuse yo, además era realmente fértil. Antes de continuar avanzando o investigando miré al que se consideraba mi superior y, de forma seria, le pregunté. -¿Y ahora? -Para tras esto quedar callado, esperando su respuesta y, por así llamarlas, sus órdenes.
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Las tres hormigas habían seguido su camino de forma tranquila como si nada hubiese pasado. No le habían atacado, pero por desgracia la venada psicópata de Tahiko se estaba activando. Quería pelear con aquellos insectos y eliminarlos. El temblor de antes aún le tenía un poco preocupado por lo que se alejó del lugar rápidamente siguiendo a las hormigas. Al parecer se habían dirigido a una zona donde un agujero era la principal novedad del terreno. Se metían por él llevando aquellos trozos de comida al interior. El peli naranja quería entrar en dicho hormiguero y organizar una matanza pero era un suicidio entrar ahí. Un hormiguero de hormigas enormes no era un sitio donde pasarlo bien y estaba claro que si era un hormiguero habría más de cien hormigas dispuestas a partir en trozos al que entrara sin permiso en su pequeña guarida. Algo lógico pues a nadie le gustaría que entraran en su hogar así por las buenas como si nada pasara. Tras unos segundos un ruido alertó a Tahiko, había sonado detrás de este y no era nada agradable. Poco a poco se fue girando hasta ver lo que había provocado el ruido. Los fríos ojos del peli naranja observaban ahora frente a él a una enorme hormiga. Esta era de un color rojo oscuro y tenía unas poderosas mandíbulas, pero lo peor sin duda era que ese maldito insecto media los cuatro metros y era increíblemente impresionante. A Pain no le dio tiempo ni a reaccionar, el insecto movió la pata con fuerza golpeando al chico que salió disparado a unos seis metros de distancia cayendo sobre el césped con fuerza.
Abrió los ojos despacio levantándose y agarrando su arma con fuerza. Las vendas salieron de aquella arma mostrando un enorme espadón casi más grande que Tahiko. Era de acero y repleto de pinchos por toda la hoja. Los ojos del cazador ahora observaban como el enorme insecto se aproximaba a él. No sería buena idea luchar cerca del hormiguero ya que podrían salir muchas más. Sin pensárselo salió corriendo por aquel lugar hasta llegar a la orilla donde había llegado antes. La hormiga le había seguido y se aproximaba hacia él de forma amenazante. Una vez los dos oponentes cerca sus miradas se cruzaron, el enorme insecto estiró la cabeza hacia el chico intentando partirlo en dos con sus enormes mandíbulas. El chico interpuso su enorme arma en medio así bloqueando el ataque de la hormiga para después alzar las pierna derecha y golpear con fuerza una de las patas de la hormiga. De nada había servido, la hormiga golpeó de nuevo al chico con su pata tirándolo al suelo y corriendo después a por él. Los ojos de Tahiko se abrieron bastante al darse cuenta de que en el trayecto del golpe había perdido su arma y esta había ido a parar a seis metros de su posición.
El insecto ya estaba demasiado cerca para apartarse o tratar de correr. Las mandíbulas se aproximaban al chico, este agarró estas con sus manos haciendo presión parar arriba. Pero las enormes fauces de aquel insecto parecían ser mucho más poderosas. Los brazos del cazador cedían ante la fuerza de aquel insecto que parecía ser el verdugo que ese día acabaría con su vida. El peli naranja frunció el ceño y de un rápido giro se aparto observando cómo las mandíbulas rozaban su hombro clavándose en el césped. El cazador se levantó rápidamente y corrió a por su arma, cuando estaba a un solo metro sintió un golpe en el costado que le hizo desplazarse a cinco metros en el aire hasta caer al suelo y rodar unos metros más. La hormiga había sido más rápida que él y lo había alcanzado de nuevo.
Los ojos del cazador estaba casi fuera de sus orbitas mientras se comía a la hormiga con la mirada lleno de odio y de ira. Tras unos segundos sonrió de lado arrogante con una expresión sádica en su rostro. Era algo raro pues nunca se le había visto sonreír al chico, frunció el ceño mientras apretaba ambos puños y miraba a la hormiga con odio.
- Un simple insecto no va a detenerme. La escoria como tú solo merece morir y es lo que vas a hacer. Conoce el dolor.
Salió corriendo a por la hormiga y esta respondió corriendo a por este. Cuando estaban cerca, Tahiko se coló por debajo de ella con habilidad y salió corriendo hasta garrar su arma. Cuando se giró ya tenía al maldito bicho encima. De un movimiento con ambos brazos golpeo la cabeza del ser que retrocedió sangrando un líquido viscoso amarillo por la zona del golpe. El cazador no esperó ni un segundo más para saltar y asestarle otro que hizo al enorme insecto caer al suelo muriendo lentamente. Tahiko tras esto suspiró agotado y se dejó caer en el suelo boca arriba cerrando los ojos notando como las olas del mar llegaban a sus tobillos mojándolos. Cosa que ahora le daba igual, necesitaba descansar un poco después de lo ocurrido con el maldito insecto gigante.
Abrió los ojos despacio levantándose y agarrando su arma con fuerza. Las vendas salieron de aquella arma mostrando un enorme espadón casi más grande que Tahiko. Era de acero y repleto de pinchos por toda la hoja. Los ojos del cazador ahora observaban como el enorme insecto se aproximaba a él. No sería buena idea luchar cerca del hormiguero ya que podrían salir muchas más. Sin pensárselo salió corriendo por aquel lugar hasta llegar a la orilla donde había llegado antes. La hormiga le había seguido y se aproximaba hacia él de forma amenazante. Una vez los dos oponentes cerca sus miradas se cruzaron, el enorme insecto estiró la cabeza hacia el chico intentando partirlo en dos con sus enormes mandíbulas. El chico interpuso su enorme arma en medio así bloqueando el ataque de la hormiga para después alzar las pierna derecha y golpear con fuerza una de las patas de la hormiga. De nada había servido, la hormiga golpeó de nuevo al chico con su pata tirándolo al suelo y corriendo después a por él. Los ojos de Tahiko se abrieron bastante al darse cuenta de que en el trayecto del golpe había perdido su arma y esta había ido a parar a seis metros de su posición.
El insecto ya estaba demasiado cerca para apartarse o tratar de correr. Las mandíbulas se aproximaban al chico, este agarró estas con sus manos haciendo presión parar arriba. Pero las enormes fauces de aquel insecto parecían ser mucho más poderosas. Los brazos del cazador cedían ante la fuerza de aquel insecto que parecía ser el verdugo que ese día acabaría con su vida. El peli naranja frunció el ceño y de un rápido giro se aparto observando cómo las mandíbulas rozaban su hombro clavándose en el césped. El cazador se levantó rápidamente y corrió a por su arma, cuando estaba a un solo metro sintió un golpe en el costado que le hizo desplazarse a cinco metros en el aire hasta caer al suelo y rodar unos metros más. La hormiga había sido más rápida que él y lo había alcanzado de nuevo.
Los ojos del cazador estaba casi fuera de sus orbitas mientras se comía a la hormiga con la mirada lleno de odio y de ira. Tras unos segundos sonrió de lado arrogante con una expresión sádica en su rostro. Era algo raro pues nunca se le había visto sonreír al chico, frunció el ceño mientras apretaba ambos puños y miraba a la hormiga con odio.
- Un simple insecto no va a detenerme. La escoria como tú solo merece morir y es lo que vas a hacer. Conoce el dolor.
Salió corriendo a por la hormiga y esta respondió corriendo a por este. Cuando estaban cerca, Tahiko se coló por debajo de ella con habilidad y salió corriendo hasta garrar su arma. Cuando se giró ya tenía al maldito bicho encima. De un movimiento con ambos brazos golpeo la cabeza del ser que retrocedió sangrando un líquido viscoso amarillo por la zona del golpe. El cazador no esperó ni un segundo más para saltar y asestarle otro que hizo al enorme insecto caer al suelo muriendo lentamente. Tahiko tras esto suspiró agotado y se dejó caer en el suelo boca arriba cerrando los ojos notando como las olas del mar llegaban a sus tobillos mojándolos. Cosa que ahora le daba igual, necesitaba descansar un poco después de lo ocurrido con el maldito insecto gigante.
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- Mi nombre es Ryushu Nobunaga, Kyo-boy. ¿Puedo llamarte Kyo? - preguntó, en tono desenfadado.
Bajó la moto a tierra y el barquero les comunicó que se iba. "Pues vaya con este tipo. Nos va a dejar aquí tirados sin saber si la isla es peligrosa." Ryushu chistó y le dio la espalda al barquero, tirando de su moto hacia el interior de la isla entre las hierbas enfangadas. Aquella orilla no tenía arena, si no tierra encharcada y hierba. Suspiró molesto al ver que se había manchado sus botas de fango, y subió una pequeña cuesta en dirección hacia unas piedras enormes de color rojo. Puso la pata de cabra de la moto para que no se cayese y se apoyó contra la piedra mientras sacaba otro pitillo y lo encendía.
- Esto parece poco rugoso para ser una piedra - comentó, apenas abriendo la boca para que no se le cayese el pitillo - Además, ¿qué piedra es de color roj...?
Se giró mientras decía esto y guardaba su zipo en el bolsillo, pero no llegó a terminar la frase. Abrió la boca de la impresión y se le cayó el cigarro al suelo, apagándose. Lo que tenía frente a él era un tomate de proporciones descomunalmente gigantescas. La sorpresa del joven agente era palpable. Comenzó a rodear la gigantesca hortaliza para encontrarse una gigantesca explanada llena de más plantas gigantescas. Y entre estas, un hombre vestido de negro enfrentándose a una hormiga gigantesca de color rojo.
- Qué cojones... ¡Kyoji, tienes que ver esto!
Volvió corriendo a la moto, le quitó la pata de cabra y se montó sobre esta. La llevó corriendo hacia le otro lado del tomate sin encender el motor, para ver cómo el hombre destrozaba la cabeza del bicho con un espadón enorme. Se paró, volvió a poner la pata de cabra y avanzó hacia la zona. Recordó que había dejado el cigarro tirado y maldijo. ¿Debía desenvainar la katana? A lo mejor el chico le atacaba nada más verlo, pero ir armado tampoco era buena idea. Este estaba tirado junto al cadáver, al lado del mar. Se estaba mojando, pero parecía no importarle.
- Eh tú, ¿qué cojones es ese bicho y qué haces aquí? - preguntó, como si fuese lo más normal del mundo aparecer de la nada en una isla donde todo era gigante y hablar a un completo desconocido como si lo conociese de toda la vida.
Bajó la moto a tierra y el barquero les comunicó que se iba. "Pues vaya con este tipo. Nos va a dejar aquí tirados sin saber si la isla es peligrosa." Ryushu chistó y le dio la espalda al barquero, tirando de su moto hacia el interior de la isla entre las hierbas enfangadas. Aquella orilla no tenía arena, si no tierra encharcada y hierba. Suspiró molesto al ver que se había manchado sus botas de fango, y subió una pequeña cuesta en dirección hacia unas piedras enormes de color rojo. Puso la pata de cabra de la moto para que no se cayese y se apoyó contra la piedra mientras sacaba otro pitillo y lo encendía.
- Esto parece poco rugoso para ser una piedra - comentó, apenas abriendo la boca para que no se le cayese el pitillo - Además, ¿qué piedra es de color roj...?
Se giró mientras decía esto y guardaba su zipo en el bolsillo, pero no llegó a terminar la frase. Abrió la boca de la impresión y se le cayó el cigarro al suelo, apagándose. Lo que tenía frente a él era un tomate de proporciones descomunalmente gigantescas. La sorpresa del joven agente era palpable. Comenzó a rodear la gigantesca hortaliza para encontrarse una gigantesca explanada llena de más plantas gigantescas. Y entre estas, un hombre vestido de negro enfrentándose a una hormiga gigantesca de color rojo.
- Qué cojones... ¡Kyoji, tienes que ver esto!
Volvió corriendo a la moto, le quitó la pata de cabra y se montó sobre esta. La llevó corriendo hacia le otro lado del tomate sin encender el motor, para ver cómo el hombre destrozaba la cabeza del bicho con un espadón enorme. Se paró, volvió a poner la pata de cabra y avanzó hacia la zona. Recordó que había dejado el cigarro tirado y maldijo. ¿Debía desenvainar la katana? A lo mejor el chico le atacaba nada más verlo, pero ir armado tampoco era buena idea. Este estaba tirado junto al cadáver, al lado del mar. Se estaba mojando, pero parecía no importarle.
- Eh tú, ¿qué cojones es ese bicho y qué haces aquí? - preguntó, como si fuese lo más normal del mundo aparecer de la nada en una isla donde todo era gigante y hablar a un completo desconocido como si lo conociese de toda la vida.
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Al fin se había presentado aquel sujeto, ahora de una forma algo más amena, preguntándome si podía llamarme Kyo. ¿Kyo? ¿Qué clase de nombre era Kyo? Mientras yo pensaba en formas de descuartizarlo por aquella osadía él bajaba su moto e iba hacia un gigantesco tomate, al parecer pensando que era una roca. Su sorpresa fue enorme, al ver que además de aquel gigantesco tomate, había cientos de cosas igual de grandes, todo era enorme en aquella isla. Yo me acerqué, pues él me dijo que fuera a ver aquello, fuera lo que fuera, y cuando llegué, no mostré ni la más leve señal de asombro, mi rostro se mantuvo totalmente impávido y frío como un carámbano de hielo. Ante nuestros ojos una enorme hormiga de color rojo, que peleaba de forma salvaje con un hombre. -Oh, así que era eso, ¿eh? -Dije yo, cómo insinuando que ya tenía conocimiento de estos seres. -Al excavar pude ver algo raro, cavidades subterráneas, me figuré que habían sido causadas por insectos gigantes, basta con ver el tamaño de la comida para saber el tamaño de quien la come, ¿no? Lo peor es... Que vi algunas cavidades mucho más grandes que las que podrían provocar unas hormigas... Creo que nos meteremos en proble,as si llamamos mucho la atención, Ryushu. -Dije al hombre de apariéncia extraña cuanto poco, aunque la mía también desentonaría en cualquier lado. Este, me ignoró por completo, y fue a por su moto y más tarde a preguntarle a aquel chico quién era y qué hacía aquí. A mí no me interesaba especialmente aquel pelinaranja, más bien me parecía un turista extraviado, y si no era un nativo o llevaba allí mucho tiempo no nos serviría para realizar la misión, así que me dediqué a buscar rastros de seres humanos en aquella isla. -Ey, Ryu, iré a explorar un poco, no os muráis... -Dije en tono serio para, de forma fugaz, transformarme en arena y comenzar a avanzar hacia el interior de un bosque cercano, dónde pensé que las personas se refugiarían de tan tremendos animales, aunque tal vez, sólo encontrara animales aún peores...
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Tahiko se mantenía quiero en el suelo notando el agua en sus tobillos. El golpe de la hormiga en el costado le había hecho algo de daño, el dolor no le importaba pero si la sensación del golpe. Suspiraba cansado y agotado, no estaba hecho a recibir golpes de hormigas gigantes y mucho menos a matarlas. Aquella isla del demonio le tenía cansado y apenas había estado una hora en ella. Abrió los ojos respirando algo cansado y tras unos segundos sus ojos solo observaban las nubes pasando por el cielo, parecía estar a punto de dormirse pero no podía permitírselo o moriría seguro. Cuando estaba listo para intentar levantarse apareció de repente un chico moreno. Preguntándole que era ese bicho y que hacia él allí. Al no esperárselo Tahiko llevó su mano al mango de la espada e intento atacar, pero todo quedó en un amago cuando se percató de que era un humano. De repente soltó la espada que cayó al césped como si nada.
El cazador no estaba acostumbrado a hablar con personas que no fueran de su gremio. Y ni eso ya que solo entabló conversación con su compañera Aria y poco más. No sabía que decirle aquel chico, en otra ocasión hubiera pasado de él y hubiera seguido a los suyo. Pero estaba en una isla de bichos gigantes y la situación era comprometida, por ello decidió contestarle y ver como se desarrollaban los acontecimientos poco a poco. Su tono era serio y con una frialdad impresionante, como si fuera una simple maquina sin sentimientos.
- Estoy aquí investigando esta isla ya que no es muy conocida. Créeme que preferiría no haberlo hecho, al menos no en solitaria aunque adore ir yo solo siempre. Está plagada de insectos gigantes, he visto ya tres malditas hormigas negras pero esa roja es la más enorme. Me atacó pillándome desprevenido. Pero no volverá a ocurrir.
Dijo levantándose con la mano en el costado donde había recibido el golpe. Respiró un poco más tranquilo llevando después su mano a la cabeza para por ultimo dirigir su mirada al otro hombre. El peli naranja frunció el ceño al ver que había otro ya que no le gustaba estar rodeado de mucha gente, este dijo que iría a explorar un poco y que no se murieran. También había llamado al moreno Ryu. El cazador ya sabía el nombre de uno de aquellos dos tipos. Un descuido por parte del otro revelar nombres tan rápido, o tal vez hasta era falso, nada se sabía al respecto. Después aquel hombre se hizo arena y se adentró en la isla. De modo que era un usuario de la fruta del diablo del tipo logia. Tahiko había oído hablar de las frutas y sus efectos, pero no disponía de ninguna. No le interesaban en absoluto y mantener la habilidad de nadar siempre era muy útil en muchos casos. Tras unos segundos volvió a mirar al moreno recogiendo su enorme arma y amarrándosela a la espalda.
- ¿Qué hacéis vosotros aquí?
El cazador no estaba acostumbrado a hablar con personas que no fueran de su gremio. Y ni eso ya que solo entabló conversación con su compañera Aria y poco más. No sabía que decirle aquel chico, en otra ocasión hubiera pasado de él y hubiera seguido a los suyo. Pero estaba en una isla de bichos gigantes y la situación era comprometida, por ello decidió contestarle y ver como se desarrollaban los acontecimientos poco a poco. Su tono era serio y con una frialdad impresionante, como si fuera una simple maquina sin sentimientos.
- Estoy aquí investigando esta isla ya que no es muy conocida. Créeme que preferiría no haberlo hecho, al menos no en solitaria aunque adore ir yo solo siempre. Está plagada de insectos gigantes, he visto ya tres malditas hormigas negras pero esa roja es la más enorme. Me atacó pillándome desprevenido. Pero no volverá a ocurrir.
Dijo levantándose con la mano en el costado donde había recibido el golpe. Respiró un poco más tranquilo llevando después su mano a la cabeza para por ultimo dirigir su mirada al otro hombre. El peli naranja frunció el ceño al ver que había otro ya que no le gustaba estar rodeado de mucha gente, este dijo que iría a explorar un poco y que no se murieran. También había llamado al moreno Ryu. El cazador ya sabía el nombre de uno de aquellos dos tipos. Un descuido por parte del otro revelar nombres tan rápido, o tal vez hasta era falso, nada se sabía al respecto. Después aquel hombre se hizo arena y se adentró en la isla. De modo que era un usuario de la fruta del diablo del tipo logia. Tahiko había oído hablar de las frutas y sus efectos, pero no disponía de ninguna. No le interesaban en absoluto y mantener la habilidad de nadar siempre era muy útil en muchos casos. Tras unos segundos volvió a mirar al moreno recogiendo su enorme arma y amarrándosela a la espalda.
- ¿Qué hacéis vosotros aquí?
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Ryushu observó a su interlocutor. No parecía muy simpático, y menos aun una persona agradable. Más bien parecía que actuase y hablase por inercia, como los robots que había visto en los departamentos de desarrollo del CP. Sacó otro cigarro y lo encendió con su zipo. Le había sorprendido ver que Kyoji podía transformarse en arena, y verlo alejarse hizo que se relajase. Así no estaba obligado a mantener de manera tan exagerada su papel de "chico malo" y de adolescente rebelde. Adoptó una pose más fría y tranquila, y observó con sus ojos carmesíes al extraño. Podía entretenerse un rato hablando. Kyoji se las podría arreglar en solitario, y siendo un logia no le costaría investigar la isla.
- Mi nombre es Ryushu. Digamos que nos han contratado para investigar este lugar.
Siguió fumando mientras miraba a su alrededor. La verdad es que no acababa de entender cómo podía haber plantas y insectos de tal tamaño. ¿Sería alguna especie de mutación extraña por contaminación? Había leído sobre casos así. Aunque por otro lado, la explicación más natural tal vez fuese la más lógica. Tal vez la isla simplemente fuese así por sí misma. Al fin y al cabo había muchas islas que se habían quedado apartadas durante mucho tiempo y habían desarrollado ecosistemas extraños. Era algo común en el Gran Line, y más infrecuente pero no improbable en los Blues. Se volvió entonces hacia el extraño y le dijo:
- ¿Cual es tu nombre, y a qué te dedicas si puedo preguntarlo? No acabo de entender por qué alguien solitario iba a querer venir a este infierno terrenal sin buscar algo concreto, o haber sido contratado claro.
Aquel chico le intrigaba. Tenía aspecto de "rebelde", como él. Llevaba piercings por toda la cara, pero su actitud no era como la que indicaba su aspecto. Parecía una persona totalmente indiferente a todo lo que le rodeaba. Su actitud estaba a otro nivel que el simple pasotismo. Se preguntó qué clase de sucesos acababan llevando a una persona a ser así. De repente algo le sacó de sus pensamientos. Se fijó en el mar y vio un barco aproximándose. Aun estaba lejos, pero Ryushu habría apostado su dedo meñique a que la bandera que ondeaba en el mástil era negra.
- Piratas... - murmuró.
- Mi nombre es Ryushu. Digamos que nos han contratado para investigar este lugar.
Siguió fumando mientras miraba a su alrededor. La verdad es que no acababa de entender cómo podía haber plantas y insectos de tal tamaño. ¿Sería alguna especie de mutación extraña por contaminación? Había leído sobre casos así. Aunque por otro lado, la explicación más natural tal vez fuese la más lógica. Tal vez la isla simplemente fuese así por sí misma. Al fin y al cabo había muchas islas que se habían quedado apartadas durante mucho tiempo y habían desarrollado ecosistemas extraños. Era algo común en el Gran Line, y más infrecuente pero no improbable en los Blues. Se volvió entonces hacia el extraño y le dijo:
- ¿Cual es tu nombre, y a qué te dedicas si puedo preguntarlo? No acabo de entender por qué alguien solitario iba a querer venir a este infierno terrenal sin buscar algo concreto, o haber sido contratado claro.
Aquel chico le intrigaba. Tenía aspecto de "rebelde", como él. Llevaba piercings por toda la cara, pero su actitud no era como la que indicaba su aspecto. Parecía una persona totalmente indiferente a todo lo que le rodeaba. Su actitud estaba a otro nivel que el simple pasotismo. Se preguntó qué clase de sucesos acababan llevando a una persona a ser así. De repente algo le sacó de sus pensamientos. Se fijó en el mar y vio un barco aproximándose. Aun estaba lejos, pero Ryushu habría apostado su dedo meñique a que la bandera que ondeaba en el mástil era negra.
- Piratas... - murmuró.
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Llevaba ya unos diez minutos investigando aquella zona. Aunque era un arqueólogo aficionado era capaz, con la ayuda de mi akuma no mi, de diferenciar los tipos de suelos y de arenas. Cada mineral desprendía un aura idtinta, y yo era capaz de sentirlos, como lo era de sentir el agua en el desierto y de preveer las tormentas de arena. Pasado un tiempo mi naturaleza inquisitiva me llevó a aburrirme de mirar simplemente el suelo. Quería investigar algo con más "acción", y en cuanto volteé la mirada lo vi, allí en medio de un pequeño claro en aquel bosque, un enorme agujero, hecho por dios sabe que criatura. Me acerqué a este para verlo mejor, y de repente, un enorme gusano de más de cinco metros surgió de aquel agujero con intención de devorarme. Logré echarme atrás a tiempo, pero esa sensación de miedo en el cuerpo seguía ahí. -Maldito bicho, ¡me has dado un susto de muerte! En fin, creo que eres una aberración, y como tal, es mi deber eliminarte, como aberración que soy yo también... -Al tiempo que yo decía aquello él, ajeno a mis palabras, se lanzaba de nuevo en otro simple ataque, otra brutal acometida contra mí, con sus enormes fauces plagadas de afilados colmillos apuntando hacia mi persona. Me limité a sonreír y, conforme se acercaba, levanté mi brazo apuntándolo a él para después levantar un dedo, creando así lanzas de arena en el suelo de debajo de aquel enorme bicho. Varias lanzas fueron atravesando su cuerpo y frenando su avance, pero aún así llegó a estar a escasos centímetros de mí. -Vaya, vaya, vaya... No está mal, debo reconocer que eres un bicho muy fuerte. Sin embargo en este mundo no importa lo grande y fuerte que seas, en este mundo, a veces... El pez pequeño se come al grande... -Y tras decirle esto cree ramificaciones en las lanzas de arena, en la zona que ya había perforado a aquel gusano dorado, terminando de exterminarlo definitivamente. La arena volvió al suelo y el cuerpo de aquel enorme ser, suspendido en el aire por estas, cayó de nuevo al suelo, esta vez sin vida y lleno de agujeros. Yo di aquel "combate" por acabado, no obstante, el sonido que provocó aquel gusano al caer contra el suelo fue tal vez demasiado para nuestros vecinos de abajo, que atraídos por el alboroto y revuelo que teníamos arriba subieron a echar un vistazo. Un grupo de unas diez o doce hormigas salieron corriendo del mismo agujero y cogieron a aquel gusano entre todas. Sorprendentemente a mí no me hicieron el más mínimo caso, cosa que no sabía si tomarme como una ofensa personal o de la cual sentirme alegrado. No tardaron más de unos cuantos segundos en coger el cuerpo inerte de aquel enorme monstruo y meterlo en el agujero. Imaginé que aquella bestia mutante sería su cena, tampoco me preocupaba qué o quién fuera su cena mientras yo no entrara en el menú, así que no le di demasiadas vueltas. Tras un breve descanso de la investigación zanjé aquel paréntesis y retomé el estudio de la isla, aunque estaba bien haber encontrado a otros especímenes. Tal vez sería buena idea capturar a un par de cada especie, pero eso ya sería tarea para otro equipo diferente, yo me limitaba a mi trabajo, debía realizar una inspección de todo en aquella isla. Al llegar tenía la esperanza de encontrar, tal vez, gente. No obstante, el ver a semejantes "depredadores" en la isla me incitaba a pensar que no habría nadie capaz de sobrevivir a estos, así que abandoné toda esperanza de encontrar a algún individuo humano, y me centré ahora en la vegetación de la isla. No obstante, cuando me acercaba a uno de los pequeños árboles del bosque, comencé a oír un temblor mucho más fuerte que el anterior, pero esta vez no parecía un único individuo, sonaba más bien como... Como una estampida.
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El chico se llamaba Ryushu y estaba allí por el mismo motivo que él, tenía que investigar el lugar. Tras unos momentos empezó a fumar y le preguntó por su nombre. El rostro del chico seguía frío e impasible, parecía como si fuera un cadáver serio y nada más. No parecía muy amistoso pese a haber hablado con aquel moreno. Cuando dicho individuo le preguntó por su nombre y su objetivo este lo miró tranquilamente para después contestar.
- Me llamo Pain. Dijo tranquilamente dando su apodo en lugar de su nombre, estoy aquí investigando la isla por curiosidad. Parecía un sitio que explorar y tal vez donde entrenar. Y parece que lo he encontrado al fin y al cabo.
A ellos los habían contratado según había dicho el moreno. La pregunta era ¿Quién? Los extraños ojos del chico estaban clavados en los del moreno, tras varios segundos un barco se apreciaba a lo lejos de la costa acercándose. El chico murmuro que eran piratas y una bandera negra que costaba distinguir se veía con esfuerzo a lo lejos. Acto seguido el peli naranja empuñó con fuerza su espada y caminó hasta el árbol más cercano que seria a unos tres metros del moreno. Una vez allí solo dijo tranquilamente echando su espalda en el tronco de aquel árbol.
- Perfecto.
Al parecer iba a tener un buen entretenimiento y por fin podría disfrutar despedazando y torturando a cosas que gritaban pidiendo piedad por sus patéticas vidas. El sufrimiento y el dolor era algo que fascinaba al chico y deseaba destrozarlos. Aplastar sus huesos, destrozar la carne, cortar los tendones y esparcir sal por las heridas después. Una idea macabra y loca, pero algo que al cazador no le importaba hacer y lo haría tranquilamente con aquellos corsarios que tendrían la mala suerte de recibir dicho castigo del hombre que era conocido como Pain. Poco después escuchó y sintió un temblor en el suelo, solo esperaba que no fueran más malditos insectos o los aplastaría con su enorme arma. Tras un suspiró observó como aquel barco había dejado de moverse. Finalmente habían echado el ancla, ahora algo más se podía ver en el mar. Algo que se acercaba muy lentamente y sería algo a lo que por fin poder mutilar. Cuatro botes se acercaban a la costa y en cada uno habría cuatro o cinco hombres. El tipo de arena no aparecia, cosa que le daba igual al cazador que tras un suspiró observó al moreno con el gesto serio y le pregunto tranquilamente mientras su voz se ponía alzo alzada y un poco grave.
- Si vas a pelear mantente alejado de mi al menos seis metros, mi radio de alcance luchando es muy extenso y si te pones más cerca acabare dándote sin querer.
Dijo para después clavar su mirada fría y seria en los botes que se divisaban a lo lejos. Apretó el puño izquierdo levemente haciendo sus huesos crujir. Habían sonado los de los nudillos. Tras eso se cambió el arma de mano e hizo lo mismo con esta. Finalmente cerró sus ojos unos segundos para después abrirlos frunciendo el ceño y mostrando un rostro de ira preparado para aquella pelea.
- Me llamo Pain. Dijo tranquilamente dando su apodo en lugar de su nombre, estoy aquí investigando la isla por curiosidad. Parecía un sitio que explorar y tal vez donde entrenar. Y parece que lo he encontrado al fin y al cabo.
A ellos los habían contratado según había dicho el moreno. La pregunta era ¿Quién? Los extraños ojos del chico estaban clavados en los del moreno, tras varios segundos un barco se apreciaba a lo lejos de la costa acercándose. El chico murmuro que eran piratas y una bandera negra que costaba distinguir se veía con esfuerzo a lo lejos. Acto seguido el peli naranja empuñó con fuerza su espada y caminó hasta el árbol más cercano que seria a unos tres metros del moreno. Una vez allí solo dijo tranquilamente echando su espalda en el tronco de aquel árbol.
- Perfecto.
Al parecer iba a tener un buen entretenimiento y por fin podría disfrutar despedazando y torturando a cosas que gritaban pidiendo piedad por sus patéticas vidas. El sufrimiento y el dolor era algo que fascinaba al chico y deseaba destrozarlos. Aplastar sus huesos, destrozar la carne, cortar los tendones y esparcir sal por las heridas después. Una idea macabra y loca, pero algo que al cazador no le importaba hacer y lo haría tranquilamente con aquellos corsarios que tendrían la mala suerte de recibir dicho castigo del hombre que era conocido como Pain. Poco después escuchó y sintió un temblor en el suelo, solo esperaba que no fueran más malditos insectos o los aplastaría con su enorme arma. Tras un suspiró observó como aquel barco había dejado de moverse. Finalmente habían echado el ancla, ahora algo más se podía ver en el mar. Algo que se acercaba muy lentamente y sería algo a lo que por fin poder mutilar. Cuatro botes se acercaban a la costa y en cada uno habría cuatro o cinco hombres. El tipo de arena no aparecia, cosa que le daba igual al cazador que tras un suspiró observó al moreno con el gesto serio y le pregunto tranquilamente mientras su voz se ponía alzo alzada y un poco grave.
- Si vas a pelear mantente alejado de mi al menos seis metros, mi radio de alcance luchando es muy extenso y si te pones más cerca acabare dándote sin querer.
Dijo para después clavar su mirada fría y seria en los botes que se divisaban a lo lejos. Apretó el puño izquierdo levemente haciendo sus huesos crujir. Habían sonado los de los nudillos. Tras eso se cambió el arma de mano e hizo lo mismo con esta. Finalmente cerró sus ojos unos segundos para después abrirlos frunciendo el ceño y mostrando un rostro de ira preparado para aquella pelea.
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La actitud de ese tal Pain era extraña. Se comportaba de manera fría, pero cuando vieron a los piratas creyó ver en su actitud... ¿ansias por combatir? No lo tenía claro, pero si algo estaba claro es que la idea de enfrentarse a una banda pirata no parecía ponerlo nervioso. Ryushu confiaba en sus capacidades. Pocos podía hacerle frente en un uno contra uno, pero se le daba mal enfrentarse en solitario a grandes grupos de enemigos. Su estilo de combate era demasiado agresivo. Sin embargo, una buena pelea no le vendría mal.
- Pain, tal vez acabemos de conocernos, pero tal vez sería divertido cooperar un poco - dijo, con una sonrisa diabólica.
Al chico no le costaría contener a los enemigos con su enorme espadón. Si atacaba a sus rivales con golpes contundentes y los mantenía alejados, Ryushu podría atacarles con movimientos veloces para rematarlos. Y de hecho tal vez lo mejor fuese cooperar, pues pronto se verían sobrepasados en número, y si los piratas eran mínimamente inteligentes tratarían de flanquearlos para ganarles por superioridad numérica. El agente preferiría no tener que desvelar los poderes de su akuma, así que propondría su plan al extraño.
- Con tu gran espadón no te costará mantenerlos a raya. Si haces eso mientras yo me mantengo tras ti, y así de paso vigilo nuestros flancos, podré lanzarme a por ellos de manera repentina para rematar a uno o dos antes de retirarme de nuevo. Repitiendo esa estrategia todo el rato podremos vencerlos con facilidad.
Dicho esto agarró el mango de Sōrāeji mientras echaba el humo del cigarro por la nariz. Desenvainó la katana en un ágil movimiento y la clavó en el suelo. Entonces, con una sonrisa maquiavélica, sacó su reproductor de música, puso el volumen al máximo y lo dejó en el suelo.
Agarró de nuevo a Sōrāeji y se situó un metro por detrás de Pain, con la katana en una postura que parecía más de esgrima que de kenjutsu. El primer de los botes llegó a tierra, y con un grito, seis piratas armados con alfanjes saltaron a tierra. Se rieron al ver a los dos chicos en actitud beligerante, y comenzaron a avanzar hacia ellos sonriendo y soltando comentarios jocosos. El segundo bote estaba ya a dos metros de tierra.
- Pain, tal vez acabemos de conocernos, pero tal vez sería divertido cooperar un poco - dijo, con una sonrisa diabólica.
Al chico no le costaría contener a los enemigos con su enorme espadón. Si atacaba a sus rivales con golpes contundentes y los mantenía alejados, Ryushu podría atacarles con movimientos veloces para rematarlos. Y de hecho tal vez lo mejor fuese cooperar, pues pronto se verían sobrepasados en número, y si los piratas eran mínimamente inteligentes tratarían de flanquearlos para ganarles por superioridad numérica. El agente preferiría no tener que desvelar los poderes de su akuma, así que propondría su plan al extraño.
- Con tu gran espadón no te costará mantenerlos a raya. Si haces eso mientras yo me mantengo tras ti, y así de paso vigilo nuestros flancos, podré lanzarme a por ellos de manera repentina para rematar a uno o dos antes de retirarme de nuevo. Repitiendo esa estrategia todo el rato podremos vencerlos con facilidad.
Dicho esto agarró el mango de Sōrāeji mientras echaba el humo del cigarro por la nariz. Desenvainó la katana en un ágil movimiento y la clavó en el suelo. Entonces, con una sonrisa maquiavélica, sacó su reproductor de música, puso el volumen al máximo y lo dejó en el suelo.
Agarró de nuevo a Sōrāeji y se situó un metro por detrás de Pain, con la katana en una postura que parecía más de esgrima que de kenjutsu. El primer de los botes llegó a tierra, y con un grito, seis piratas armados con alfanjes saltaron a tierra. Se rieron al ver a los dos chicos en actitud beligerante, y comenzaron a avanzar hacia ellos sonriendo y soltando comentarios jocosos. El segundo bote estaba ya a dos metros de tierra.
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De repente me vi corriendo como loco por mi vida. Aquella isla era, sin duda alguna, muy peligrosa, y la prueba era que incluso yo estuviera corriendo por mi propia seguridad. Detrás de mi venían decenas de arañas gigantes, que acababan de salir de debajo del suelo, y nada más salir vi cómo una de ellas escupía algo que fundió una roca. No había que ser un genio para ver que, si la roca se fundía, la arena no era demasiado diferente, así que probablemente un simple escupitajo serviría para matarme, y yo no me resignaba, me negaba a morir así, de modo que eché a correr nada más verlas, no huyendo realmente, sólo buscando ganar algo de tiempo con esto para deshacerme de ellas de la mejor forma posible, sin poner en peligro mi vida, claro.
Salté entonces mientras corría hacia las ramas de uno de los árboles del bosque, esperando despistarlas, pero comenzaron a fundir el tronco con sus ácidos, así que tuve que saltar a otro, en el cual repitieron lo mismo. Así acabaron talando decenas de árboles y yo me dí por vencido. De un salto hacia atrás desde la última rama en que estuve cree dos lanzas de arena y las lancé una a cada árbol de los costados, creando entre ellas un hilo de arena previamente. Las arañas corrieron contra mí y yo conertí el hilo en sólido y tenso, una finísima cuchilla de extremo a extremo, que seccionó sus patas mientras avanzaban. Tras eso no me quedé a ver que ocurría, corrí para ponerme a salvo, pues ese bosque era realmente peligroso. -¡Cómo vuelva a salir otro bicho voy a cortarlo en pedazos y pincharlo en una lanza, a ver si así les sirve de advertencia al resto! -Grité, pensando que con suerte lo entenderían y no vendrían más a por mí, pero estos gritos no hicieron más que atraer a más animales, cuyos ojos se veían desde las malezas, brillantes e intimidatorios. Maldije mi estampo por gritar y volví a correr, cagándome en esa isla y en todos esos malditos monstruos con todas mis fuerzas.
Salté entonces mientras corría hacia las ramas de uno de los árboles del bosque, esperando despistarlas, pero comenzaron a fundir el tronco con sus ácidos, así que tuve que saltar a otro, en el cual repitieron lo mismo. Así acabaron talando decenas de árboles y yo me dí por vencido. De un salto hacia atrás desde la última rama en que estuve cree dos lanzas de arena y las lancé una a cada árbol de los costados, creando entre ellas un hilo de arena previamente. Las arañas corrieron contra mí y yo conertí el hilo en sólido y tenso, una finísima cuchilla de extremo a extremo, que seccionó sus patas mientras avanzaban. Tras eso no me quedé a ver que ocurría, corrí para ponerme a salvo, pues ese bosque era realmente peligroso. -¡Cómo vuelva a salir otro bicho voy a cortarlo en pedazos y pincharlo en una lanza, a ver si así les sirve de advertencia al resto! -Grité, pensando que con suerte lo entenderían y no vendrían más a por mí, pero estos gritos no hicieron más que atraer a más animales, cuyos ojos se veían desde las malezas, brillantes e intimidatorios. Maldije mi estampo por gritar y volví a correr, cagándome en esa isla y en todos esos malditos monstruos con todas mis fuerzas.
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Los piratas empezaron a salir por la orilla cuando abandonaban sus botes. Los ojos del chico los observaban de forma seria. Aquellas extrañan pupilas mostraban toda su frialdad y sangre fría en el terreno del combate y en cualquier otro. No tenía ganas de seguir esperando y dio un paso adelante preparándose para acabar con ellos con su enorme arma en la mano. De repente unas palabras llegaron hasta sus oídos, procedían del moreno. Aquel chico quería que ambos cooperaran para eliminar aquellos bucaneros. La expresión del chico peli naranja siguió fría e impasible como si se tratase de un cadáver. No le hacía gracia cooperar con nadie y menos con gente que acababa de conocer. Su estilo era más de ir por libre arrasando sin parar con sus objetivos y de forma cruel y dolorosa. Se podía notar que el cazador era alguien temible simplemente por su mirada y su forma de hacer sus cosas. No le cuadraba la idea del chico de que peleasen juntos, pero tras unos momentos asintió tranquilamente observando a sus oponentes dejando salir de sus fríos labios tres simples palabras en un tono frio como el hielo y serio como ningún otro.
- ¿Qué tienes pensado?
Una vez el chico dijo el plan este solo asintió con la cabeza y se preparó para el combate observando como aquellos tipos se acercaban con una sonrisa haciendo comentarios sobre ellos. Algo que iban a lamentar, de repente un sonido hizo que Pain apretara el mango de su arma. Pero tan solo era algo de música que había puesto el chico, este no le dio mucha importancia pero después de analizar un poco la técnica del moreno la vio perfecta para el combate. De repente dos de aquellos hombres se tiraron a por el cazador sin pensárselo nada de nada. Este como acto reflejo hizo un movimiento con su enorme arma y golpeó al primero que se acercó, aquel hombre interpuso su arma pero el espadón del cazador partió su arma en dos y le impactó en el pecho clavándole los pinchos y eliminándolo. Tras sacar el arma de su cuerpo observó como el otro lanzaba un tajo recto hacia su cara, este ladeo el cuello rápidamente y la espada le rozó la mejilla. Los ojos del peli naranja eran escalofriantes pues miraban aquel hombre de forma seria y tras un nuevo golpe lo mando a tres metros hacia atrás acabando con su vida. Ahora los otros cuatro se acercaban, este empezó a manejar el mandoble con las dos manos con una perfecta manipulación del objeto. Lo giraba sucesivamente y a buena velocidad. Los tipos no se atrevían a acercarse por miedo a llevarse un buen golpe.
Miraban con el ceño fruncido y con el arma en mano esperando a que el cazador dejara de mover aquella arma mortífera. Este sin embargo no pensaba parar y seguía con gran habilidad moviéndolo. Ahora Pain solo esperaba a que el moreno acabara el trabajo y eliminara aquellos tipos mientras él los mantenía a raya con su arma. Unos gritos se oyeron desde el interior de la isla y este pensó que sería el otro tío y seguramente habría insectos tras él. No era muy difícil de predecir lo que estaba ocurriendo en aquella maldita isla. Entre los insectos descomunales y los ataques de los corsarios se estaba convirtiendo en una cuestión de supervivencia. Aunque con aquellos tres allí eso parecía que iba a acabar en una bonita y sangrienta carnicería. Ahora observaba como un segundo bote se acercaba, mas idiotas se estaban dirigiendo a la muerte pero ellos eran dueños de sus actos y deberían atenerse a las consecuencias.
- ¿Qué tienes pensado?
Una vez el chico dijo el plan este solo asintió con la cabeza y se preparó para el combate observando como aquellos tipos se acercaban con una sonrisa haciendo comentarios sobre ellos. Algo que iban a lamentar, de repente un sonido hizo que Pain apretara el mango de su arma. Pero tan solo era algo de música que había puesto el chico, este no le dio mucha importancia pero después de analizar un poco la técnica del moreno la vio perfecta para el combate. De repente dos de aquellos hombres se tiraron a por el cazador sin pensárselo nada de nada. Este como acto reflejo hizo un movimiento con su enorme arma y golpeó al primero que se acercó, aquel hombre interpuso su arma pero el espadón del cazador partió su arma en dos y le impactó en el pecho clavándole los pinchos y eliminándolo. Tras sacar el arma de su cuerpo observó como el otro lanzaba un tajo recto hacia su cara, este ladeo el cuello rápidamente y la espada le rozó la mejilla. Los ojos del peli naranja eran escalofriantes pues miraban aquel hombre de forma seria y tras un nuevo golpe lo mando a tres metros hacia atrás acabando con su vida. Ahora los otros cuatro se acercaban, este empezó a manejar el mandoble con las dos manos con una perfecta manipulación del objeto. Lo giraba sucesivamente y a buena velocidad. Los tipos no se atrevían a acercarse por miedo a llevarse un buen golpe.
Miraban con el ceño fruncido y con el arma en mano esperando a que el cazador dejara de mover aquella arma mortífera. Este sin embargo no pensaba parar y seguía con gran habilidad moviéndolo. Ahora Pain solo esperaba a que el moreno acabara el trabajo y eliminara aquellos tipos mientras él los mantenía a raya con su arma. Unos gritos se oyeron desde el interior de la isla y este pensó que sería el otro tío y seguramente habría insectos tras él. No era muy difícil de predecir lo que estaba ocurriendo en aquella maldita isla. Entre los insectos descomunales y los ataques de los corsarios se estaba convirtiendo en una cuestión de supervivencia. Aunque con aquellos tres allí eso parecía que iba a acabar en una bonita y sangrienta carnicería. Ahora observaba como un segundo bote se acercaba, mas idiotas se estaban dirigiendo a la muerte pero ellos eran dueños de sus actos y deberían atenerse a las consecuencias.
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Ryushu se concentró en la música, entrando en una especie de trance. Sonrió, impaciente por entrar en combate. Pain mató a dos de los piratas con golpes certeros y poderosos. Su arma era algo a temer, desde luego. Observó y esperó a su momento mientras su aliado enarbolaba su arma manteniendo a los restantes alejados. "Mi turno." Avanzó corriendo hacia delante y atravesó de una estocada la garganta del más cercano. Con el mismo movimiento de arrancar la katana de la garganta del tipo, cortó la mano del pirata de al lado que pretendía ensartarle con su sable. Se apartó de la trayectoria del tercero que pretendía volarle la cabeza con una pistola, y le ensartó la katana en el estómago. El cuarto paró su estocada y se dispuso a devolverle el golpe, pero una patada en el estómago lo tiró al suelo. El hombre se llevó un golpe en la nuca con una piedra y se quedó ahí retorciéndose. Velozmente se retiró tras Pain al ver que desembarcaban el resto.
- Tres heridos y un muerto. No está mal, ¿eh? Esto se pone feo, de todas a todas.
El segundo y el tercer bote ya habían llegado a tierra, sumando un total de 12 piratas. El cuarto estaba por llegar. Ryushu suspiró, cogió el reproductor y lo apagó. Lo guardó en su chaqueta y agarró la katana con ambas manos. Si no se retiraban, tendría que concentrarse al máximo en la pelea. El sol brilló sobre su espada ensangrentada, arrancándole destellos carmesíes. "Es ahora o nunca." Se abalanzó sobre un pirata que se había acercado demasiado. Con un veloz giro y un corte ascendente le trazó una herida a lo largo del torso. COn un par de veloces movimientos de su mano hirió a otros dos demasiado osados. Pero eran simplemente demasiados. Comenzó a retroceder para evitar ser rodeado, mientras lanzaba estocadas y cortes.
- Tres heridos y un muerto. No está mal, ¿eh? Esto se pone feo, de todas a todas.
El segundo y el tercer bote ya habían llegado a tierra, sumando un total de 12 piratas. El cuarto estaba por llegar. Ryushu suspiró, cogió el reproductor y lo apagó. Lo guardó en su chaqueta y agarró la katana con ambas manos. Si no se retiraban, tendría que concentrarse al máximo en la pelea. El sol brilló sobre su espada ensangrentada, arrancándole destellos carmesíes. "Es ahora o nunca." Se abalanzó sobre un pirata que se había acercado demasiado. Con un veloz giro y un corte ascendente le trazó una herida a lo largo del torso. COn un par de veloces movimientos de su mano hirió a otros dos demasiado osados. Pero eran simplemente demasiados. Comenzó a retroceder para evitar ser rodeado, mientras lanzaba estocadas y cortes.
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El chico había acabado sin problemas con los que tenía delante, había heridos varios uno incluso había muerto. Era un buen espadachín y era bastante ágil con su arma. Demostraba que no era un cualquiera y eso hacía pensar al cazador que aquel moreno no era un simple viajero. Sabía moverse perfectamente y realizar cortes certeros. Ahora no era tiempo de pensar en eso pues mas botes desembarcaban, un total de doce hombres les miraban. El moreno volvió a lucirse hiriendo a tres más. Justo en ese momento el cazador dejó de mover su arma y la sujetó con ambas manos de forma firme. Uno de aquellos idiotas trató de atacarle pero este se cubrió el golpe interponiendo su arma en medio y tras aquello asestándole un ataque que partió el cráneo del pirata. La música había cesado y aquello significaba que el chico la había quitado o se había quedado sin batería.
Dos más corrieron a por Pain, este simplemente bloqueaba los tajos con elegancia manejando su enorme arma con una sola mano y de forma tranquila. Sus extraños ojos estaban fijos en sus enemigos y tras unos cuantos bloqueos mas lanzó un poderoso golpe que hundió la cabeza de uno de ellos hacia dentro y después lanzó otro que hizo que su arma atravesara las costillas del bucanero y este quedara en el suelo gritando de dolor mientras se desangraba. Pain pegó un tirón de su arma sacándola del cuerpo de aquel desgraciado mientras lo miraba con su expresión fría de siempre. Sus frías y serias palabras salieron de sus finos labios y se escucharon tranquilamente en la zona.
- Conoce el dolor, siente el dolor.
Sin pensárselo bajó su arma destrozando el tobillo de aquel hombre que se desmayó gritando por el dolor, también destrozó su mano y finalmente su cabeza. La sangre saltó salpicando el rostro del chico del pelo naranja que ahora miraba al resto. Todos estaban algo callados por lo cruel que podía a llegar a ser el cazador con aquel enorme mandoble de pinchos. Uno de los corsarios salió corriendo como loco con su katana en mano pero lo único que recibió fue un golpe certero en el cuello que le partió la nuez y a continuación una patada en el pecho que lo tiró de espaldas mientras moría ahogándose con su propia sangre. Se había cargado a cuatro de ellos de manera fácil, eficaz y cruel. Ahora sus oídos escucharon un pequeño sonido. Tras el moreno a unos siete metros se acercaba otra maldita hormiga roja de cuatro metros de altura. Este frunció el ceño y se quedó mirando a los bucaneros que miraban impresionados al enorme insecto. La fría mirada del peli naranja también les atemorizaba algo además de la maestría del moreno manejando su espada. Pain confiaba en que el moreno habría visto la hormiga pero por si acaso decidió hablar, su tono era el mismo de siempre y no cambiaba pese a la situación.
- Elije. ¿Te quedas con los piratas o con lo que tienes a tu espalda?
Dos más corrieron a por Pain, este simplemente bloqueaba los tajos con elegancia manejando su enorme arma con una sola mano y de forma tranquila. Sus extraños ojos estaban fijos en sus enemigos y tras unos cuantos bloqueos mas lanzó un poderoso golpe que hundió la cabeza de uno de ellos hacia dentro y después lanzó otro que hizo que su arma atravesara las costillas del bucanero y este quedara en el suelo gritando de dolor mientras se desangraba. Pain pegó un tirón de su arma sacándola del cuerpo de aquel desgraciado mientras lo miraba con su expresión fría de siempre. Sus frías y serias palabras salieron de sus finos labios y se escucharon tranquilamente en la zona.
- Conoce el dolor, siente el dolor.
Sin pensárselo bajó su arma destrozando el tobillo de aquel hombre que se desmayó gritando por el dolor, también destrozó su mano y finalmente su cabeza. La sangre saltó salpicando el rostro del chico del pelo naranja que ahora miraba al resto. Todos estaban algo callados por lo cruel que podía a llegar a ser el cazador con aquel enorme mandoble de pinchos. Uno de los corsarios salió corriendo como loco con su katana en mano pero lo único que recibió fue un golpe certero en el cuello que le partió la nuez y a continuación una patada en el pecho que lo tiró de espaldas mientras moría ahogándose con su propia sangre. Se había cargado a cuatro de ellos de manera fácil, eficaz y cruel. Ahora sus oídos escucharon un pequeño sonido. Tras el moreno a unos siete metros se acercaba otra maldita hormiga roja de cuatro metros de altura. Este frunció el ceño y se quedó mirando a los bucaneros que miraban impresionados al enorme insecto. La fría mirada del peli naranja también les atemorizaba algo además de la maestría del moreno manejando su espada. Pain confiaba en que el moreno habría visto la hormiga pero por si acaso decidió hablar, su tono era el mismo de siempre y no cambiaba pese a la situación.
- Elije. ¿Te quedas con los piratas o con lo que tienes a tu espalda?
- Off:
- Jall lleva mucho sin postear y ha abandonado el foro y no se sabe cuando volvera. Por eso le he saltado
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Ryushu observó con admiración los poderosos golpes de Pain. Bloqueaba y aplastaba a los enemigos con una facilidad insultante. Sus poderosos y determinados movimientos lograron tumbar a cinco piratas y mantener a ralla a la marea de bucaneros que desembarcaban. El agente ya empezaba a pensar que iban a vencer sin problemas cuando escuchó un ruido a su espalda. Al girarse vio una gigantesca hormiga roja avanzando hacia ellos. Maldijo y preparó a Sōrāeji para la batalla. Entonces Pain le preguntó con quiénes prefería combatir. Ryushu sonrió sádicamente.
- Creo que te voy a dejar al bichejo grande para ti. Les voy a devolver lo suyo a estos paletos.
Se giró hacia los piratas. Estaban asustados y desconcertados, pero no tardarían en reponerse y atacar. Eran demasiados para atacar con la espada, así que Ryushu envainó y extendió sus brazos a los lados con una sonrisa diabólica. Emplearía los poderes de su akuma. De repente le envolvieron unas llamaradas doradas y su cuerpo creció y se estilizó. Al instante siguiente era un pájaro gigantesco envuelto en fuego dorado. Con un chillido se elevó en los aires y bajó en picado, pasando entre los piratas con las garras extendidas. Tumbó a varios y atrapó a tres, a los cuales dejó caer al mar tras volar unos metros hacia el interior del agua con ellos. Desmoralizados, los piratas comenzaron a chillar y montarse en los botes, de vuelta al barco. Chillando, Ryushu se dedicó a sobrevolarles y hostigarles, descendiendo de vez en cuando y lanzando letales picotazos y desgarrándolos.
Tras eso, voló de vuelta hacia Pain. Entonces vio algo horrible: una enorme masa de arañas gigantes recorrían la isla a toda velocidad. Si les atrapaban, no habría victoria posible. Sopesó sus opciones. Podía irse él solo abandonando a su compañero agente y al muchacho, o avisarle y huir con al menos uno. No iba a esperar a Kyoji. "Avisaré a Pain para huir y recogeré mi moto." Voló hasta el guerrero y pasó a su forma híbrida, con los brazos transformados en alas llameantes.
- ¡Pain! Una horda de arañas gigantes vienen aquí. Tenemos que huir. ¡Rápido! Vence a ese bicho y prepara tu bote o lo que tengas, yo vengo ahora.
Volviendo a su forma completa, voló hasta la colina donde tenía su preciada moto. Descendió sobre ella aleteando y con sumo cuidado la atrapó con las garras intentando no rallar la pintura. Entonces echó a volar y fue de vuelta a la playa a toda velocidad. Las arañas no andaban demasiado lejos. Debía apresurarse, pues las cosas no pintaban bien.
- Creo que te voy a dejar al bichejo grande para ti. Les voy a devolver lo suyo a estos paletos.
Se giró hacia los piratas. Estaban asustados y desconcertados, pero no tardarían en reponerse y atacar. Eran demasiados para atacar con la espada, así que Ryushu envainó y extendió sus brazos a los lados con una sonrisa diabólica. Emplearía los poderes de su akuma. De repente le envolvieron unas llamaradas doradas y su cuerpo creció y se estilizó. Al instante siguiente era un pájaro gigantesco envuelto en fuego dorado. Con un chillido se elevó en los aires y bajó en picado, pasando entre los piratas con las garras extendidas. Tumbó a varios y atrapó a tres, a los cuales dejó caer al mar tras volar unos metros hacia el interior del agua con ellos. Desmoralizados, los piratas comenzaron a chillar y montarse en los botes, de vuelta al barco. Chillando, Ryushu se dedicó a sobrevolarles y hostigarles, descendiendo de vez en cuando y lanzando letales picotazos y desgarrándolos.
Tras eso, voló de vuelta hacia Pain. Entonces vio algo horrible: una enorme masa de arañas gigantes recorrían la isla a toda velocidad. Si les atrapaban, no habría victoria posible. Sopesó sus opciones. Podía irse él solo abandonando a su compañero agente y al muchacho, o avisarle y huir con al menos uno. No iba a esperar a Kyoji. "Avisaré a Pain para huir y recogeré mi moto." Voló hasta el guerrero y pasó a su forma híbrida, con los brazos transformados en alas llameantes.
- ¡Pain! Una horda de arañas gigantes vienen aquí. Tenemos que huir. ¡Rápido! Vence a ese bicho y prepara tu bote o lo que tengas, yo vengo ahora.
Volviendo a su forma completa, voló hasta la colina donde tenía su preciada moto. Descendió sobre ella aleteando y con sumo cuidado la atrapó con las garras intentando no rallar la pintura. Entonces echó a volar y fue de vuelta a la playa a toda velocidad. Las arañas no andaban demasiado lejos. Debía apresurarse, pues las cosas no pintaban bien.
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El moreno había preferido enfrentarse a los piratas por lo que a él le tocaba el maldito bichejo. Sus ojos observaron con crueldad y frialdad a la hormiga de cuatro metros que se acercaba. De repente un sonido le atrajo la atención. El chico se había convertido en un pájaro rodeado de llamas doradas que chillaba y cogía a aquellos idiotas lanzándolos al mar. Aquel error de fijarse en el chico le había costado caro ya que la hormiga aprovechó para clavar sus mandíbulas en su hombro con fuerza. Sus ojos se cerraron gruñendo un poco por el dolor que había sentido. Justo en el hombro que el pájaro de Torino le había desgarrado. Se colocó en posición de defensa una vez se había apartado un poco y lanzó una estocada al enorme ser. Este interpuso la pata donde el arma del cazador se había clavado. Los gritos del insecto sonaron con fuerza y este pegó un tirón lanzando el arma del cazador a varios metros.
A este pareció darle igual y saltó lanzando un puñetazo que se estrechó en el exoesqueleto de aquel insecto sin apenas hacerle nada. Sus ojos se abrieron al ver que el insecto no se inmutó, aquellos bichos eran complicados de matar y el cazador no era muy experimentado matando insectos gigantes. Pensaba en recuperar su arma y matarlo de la misma forma que usó para acabar con la anterior hormiga. Echó una ojeada rápida divisando su arma y salió corriendo a por ella. Su mirada estaba clavada en el arma y en nada más cuando salió volando de repente a unos dos metros de altura y cayó en el césped con los ojos cerrados. El maldito bicho lo había lanzado de nuevo con la pata y le había provocado un enorme daño en la espalda y en el hombro herido que sangraba un poco. Se levantó con el ceño fruncido mirando fríamente al bicho cuando la voz del moreno sonó. Le dijo que se diera prisa porque una horda de arañas gigantes se acercaba. Aquello ya era algo más peligroso que aquella cosa. Después vio como se transformaba en su forma completa. Aquel moreno tenía un poder increíble y magnifico.
Debía darse prisa por lo que salió corriendo a por su arma hasta alcanzarla. Al cogerla se giró y sus ojos se abrieron cuando las mandíbulas del insecto se clavaron de nuevo en su hombro herido. Ante tal dolor se clavó de rodillas en el suelo sosteniendo su arma con la mano donde tenía el hombro bueno. Sus ojos se cerraron despacio mientras aquel insecto bajaba la cabeza para clavarle sus mandíbulas en su cuello. Las poderosas mandíbulas del bicho estaban ya cerca y el peli naranja permanecía con los ojos cerrados. Todo parecía ser el final cuando el cazador sin abrir los ojos hizo un rápido movimiento. La cabeza de la hormiga bajó del todo pero para caer en el césped. El cuerpo decapitado del insecto cayó después, entonces el cazador se levantó abriendo sus ojos con su mirada fría y seria. Había eliminado a la hormiga de un tajo perfecto con su arma. Miró el cuerpo sin expresión ignorando el dolor de su hombro. Se dirigió rápidamente a su bote y se metió en él remando alejándose un poco de la orilla sabiendo que el chico podría volar y alcanzarlo. Se quitó la túnica negra de nubes rojas para vendarse el hombro. Estaba bastante fuerte y definido y sus hombros, pectorales y abdominales tenían una especie de piercings incrustados dentro del cuerpo como si le hubiesen atravesado barras por él.
A este pareció darle igual y saltó lanzando un puñetazo que se estrechó en el exoesqueleto de aquel insecto sin apenas hacerle nada. Sus ojos se abrieron al ver que el insecto no se inmutó, aquellos bichos eran complicados de matar y el cazador no era muy experimentado matando insectos gigantes. Pensaba en recuperar su arma y matarlo de la misma forma que usó para acabar con la anterior hormiga. Echó una ojeada rápida divisando su arma y salió corriendo a por ella. Su mirada estaba clavada en el arma y en nada más cuando salió volando de repente a unos dos metros de altura y cayó en el césped con los ojos cerrados. El maldito bicho lo había lanzado de nuevo con la pata y le había provocado un enorme daño en la espalda y en el hombro herido que sangraba un poco. Se levantó con el ceño fruncido mirando fríamente al bicho cuando la voz del moreno sonó. Le dijo que se diera prisa porque una horda de arañas gigantes se acercaba. Aquello ya era algo más peligroso que aquella cosa. Después vio como se transformaba en su forma completa. Aquel moreno tenía un poder increíble y magnifico.
Debía darse prisa por lo que salió corriendo a por su arma hasta alcanzarla. Al cogerla se giró y sus ojos se abrieron cuando las mandíbulas del insecto se clavaron de nuevo en su hombro herido. Ante tal dolor se clavó de rodillas en el suelo sosteniendo su arma con la mano donde tenía el hombro bueno. Sus ojos se cerraron despacio mientras aquel insecto bajaba la cabeza para clavarle sus mandíbulas en su cuello. Las poderosas mandíbulas del bicho estaban ya cerca y el peli naranja permanecía con los ojos cerrados. Todo parecía ser el final cuando el cazador sin abrir los ojos hizo un rápido movimiento. La cabeza de la hormiga bajó del todo pero para caer en el césped. El cuerpo decapitado del insecto cayó después, entonces el cazador se levantó abriendo sus ojos con su mirada fría y seria. Había eliminado a la hormiga de un tajo perfecto con su arma. Miró el cuerpo sin expresión ignorando el dolor de su hombro. Se dirigió rápidamente a su bote y se metió en él remando alejándose un poco de la orilla sabiendo que el chico podría volar y alcanzarlo. Se quitó la túnica negra de nubes rojas para vendarse el hombro. Estaba bastante fuerte y definido y sus hombros, pectorales y abdominales tenían una especie de piercings incrustados dentro del cuerpo como si le hubiesen atravesado barras por él.
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Ryushu voló lo más rápido que pudo. Pronto las arañas llegarías a la playa y Pain estaría en problemas si aun no había acabado con la bestia o sacado el bote. Sin embargo, al sobrevolar la playa vio a la hormiga muerta y su nuevo compañero remando en el bote. Justo a tiempo. En ese momento las arañas llegaron a la playa, pero al ver que sus presas habían escapado emitieron siseos de rabia y chasqueron sus pinzas mirando a la pequeña embarcación, para dar media vuelta y alejarse hacia el interior.
El fénix voló bajo y majestuoso, para frenarse justo encima del bote. Aleteó descendiendo lentamente y depositó la moto con sumo cuidado en el mismo. Las aguas se agitaron con el viento de sus alas, pero esto no afecto al barco. Este se balanceó ligeramente cuando dejó la moto, sin llegar a resultar peligroso. Entonces Ryushu se posó entre la moto y Pain volviendo a forma humana. Les quedaba poco sitio, pero se las apañarían.
- Nos hemos salvado por los pelos. En fin, supongo que nos toca apañarnos juntos hasta la próxima isla.
Cogió el otro remo y comenzó a ayudar a Pain. El ejercicio físico le ayudaría a concentrarse y despejarse, y no pensar en los problemas que tendría una vez llegase a puerto y tuviese que explicar a sus superiores que había abandonado a su compañero agente a su suerte y abandonado la isla sin esperar a la barca del Cipher Pol que tenía que sacarla de la misma. Se metería en un buen lío, pero al fin y al cabo había sido para salvar la vida. Aquellas arañas no parecían muy amistosas precisamente, y no dudaba que le hubiesen perseguido al verle sobrevolar la isla. Tarde o temprano hubiese tenido que haber descendido, y entonces lo hubiesen devorado. Por no hablar de que en el caso de que no lo persiguiesen, se quedarían en la zona a la que volvería el barco...
Se fijó en que Pain estaba herido. Tenía una musculatura envidiable, y el cuerpo lleno de piercings. Sin embargo estaba herido. No tenía confianza con él para ofrecerle curarle, y no parecía ser la clase de persona que aceptase ayuda (Y menos de extraños). Por ello, dejó disimuladamente un bote de desinfectante que sacó de su chaqueta en la tabla sobre la que estaba sentado. Sus vendajes eran toscos y estaban sucios, lo que le indicaba que no era precisamente médico.
El fénix voló bajo y majestuoso, para frenarse justo encima del bote. Aleteó descendiendo lentamente y depositó la moto con sumo cuidado en el mismo. Las aguas se agitaron con el viento de sus alas, pero esto no afecto al barco. Este se balanceó ligeramente cuando dejó la moto, sin llegar a resultar peligroso. Entonces Ryushu se posó entre la moto y Pain volviendo a forma humana. Les quedaba poco sitio, pero se las apañarían.
- Nos hemos salvado por los pelos. En fin, supongo que nos toca apañarnos juntos hasta la próxima isla.
Cogió el otro remo y comenzó a ayudar a Pain. El ejercicio físico le ayudaría a concentrarse y despejarse, y no pensar en los problemas que tendría una vez llegase a puerto y tuviese que explicar a sus superiores que había abandonado a su compañero agente a su suerte y abandonado la isla sin esperar a la barca del Cipher Pol que tenía que sacarla de la misma. Se metería en un buen lío, pero al fin y al cabo había sido para salvar la vida. Aquellas arañas no parecían muy amistosas precisamente, y no dudaba que le hubiesen perseguido al verle sobrevolar la isla. Tarde o temprano hubiese tenido que haber descendido, y entonces lo hubiesen devorado. Por no hablar de que en el caso de que no lo persiguiesen, se quedarían en la zona a la que volvería el barco...
Se fijó en que Pain estaba herido. Tenía una musculatura envidiable, y el cuerpo lleno de piercings. Sin embargo estaba herido. No tenía confianza con él para ofrecerle curarle, y no parecía ser la clase de persona que aceptase ayuda (Y menos de extraños). Por ello, dejó disimuladamente un bote de desinfectante que sacó de su chaqueta en la tabla sobre la que estaba sentado. Sus vendajes eran toscos y estaban sucios, lo que le indicaba que no era precisamente médico.
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