{Privado, Dark E. Satou, Kiseki Satou, Minato Uzumaki, Alex} ¿Quién es esa? {Vie 24 Ene 2014 - 20:08}

14/01/2014

Kiseki. Le habían visto ahí; ¿qué hacía una cría de seis años en las tierras inferiores? Aunque lo único que no me encajaba era la descripción que me habían dado de ella; si estaba tan grande como me la habían explicado... ¿cuánto tiempo había pasado en lapso? ¿Cuál era mi verdadera edad? Me llevé la mano a la cara decepcionado y comencé a caminar por el puerto dirigiéndome hacia la parte interior de la isla, donde estaban los lugares importantes y por donde podría, con suerte, encontrar a Kiseki. Vi que el panorama era precioso, una isla muy pintoresca que atraía por sus burbujas gigantes.

Tras llegar donde creía que era una taberna, vi cómo un grupo de hombres se dirigía hacia fuera, murmullando cabreados sobre unos gyojin y una chica que les acompañaba. ¿Qué hacía con unos tritones? Aunque no tenía pruebas, si ella era mi hija, tendría que tener un nivel enorme, y más si era hija de dos de las personas más fuertes de Norin. Me acerqué al tabernero y le miré, bastante gordito y con perilla.

-¿Habéis visto una cría por aquí? Morena, con mis mismos ojos... -le pregunté educadamente- me valdría la información mucho... -supliqué.

-¿Kiseki? Esa chica espantó a una pequeña organización que acechaba lugares adinerados... ¿Pero cría? Esa chica tendrá unos 18 o 19 años. Pero lo más raro, es que es como un dragón... La trajeron muy malherida, casi al borde de la muerte. Ahora mismo está arriba.

El corazón se me paró. Me llevé la mano al pecho y me quedé parado mirando al tabernero; no podía ser posible. ¿18, 19 años? ¿Habían pasado doce años desde que me tendieron la trampa? Me senté en un taburete y pedí un whisky mientras miraba al suelo. Algo me impedía subir en ese mismo momento, necesitaba calmarme antes de ver a mi hija.

Minato Uzumaki, el revolucionario se acercaba lentamente al Archipiélago Shabondy, donde se encontraría con un hombre que al parecer sabría la ubicación y nombre de los malditos que atacaron su isla. Era una oportunidad de oro, era la única razón del porque había llegado tan lejos y a un sitio tan apartado como ese conjunto de islas. Estaba con sus típicos ropajes, sudadera de color azul oscuro con símbolos de espirales rojas en los hombros. Por encima una chaleco verde abierto donde en la parte de atrás lleva otra espiral roja, y su pantalón azul del mismo tono que su sudadera. Aparte de un abrigo con unos acabados en llamas, a pesar del clima que era algo cálido no tenía calor porque su abrigo era muy fino como para que el calor le afectara.

El barco llego sin dificultades a uno de los manglares, así que se bajo y para la seguridad de su pequeño medio de transporte este bajo el ancla y también lo ato a un pequeño tronco suelto, miro el árbol y vio el número, era el 10…según tenía entendido se juntaría con su informante era el 20, en pocas palabras sería un largo y aburrido viaje. Así que se preparo, puso sus kunais favoritos debajo del abrigo para tenerlos a mano y luego miro por todos lados, ya que sabía que estaba en una de las zonas sin ley y que eso quizás podría ayudar a entretenerlo un tiempo. Empezó a caminar con las manos en sus bolsillos y mirando como es que las extrañas burbujas salían del suelo para luego desaparecer en lo alto del cielo. Era algo interesante, seguramente este Archipiélago tendría sus ventajas. Pero por ahora no le interesaba nada más que encontrarse con ese sujeto que tendría la información sobre el pirata y marine que atacaron su isla.

Era una oportunidad única y que no iba a desaprovechar. El rubio avanzaba con paso lento y tranquilo, tenía mucho tiempo antes de juntarse con aquel sujeto. Pero había muchas cosas que lo hacían dudar y que sería una trampa, ya que la información de la reunión había llegado a través de una carta y donde solo ponía:

Minato Uzumaki, ven al Archipielago Shabondy en tres días a partir de este. Sé de tu pasado y tengo información sobre esos sujetos. Ven solo, te esperaré en el Manglar 20. Si veo a alguien más a tu lado, te matare.

Si bien era una carta extraña, las condiciones no estaban claras, no era necesario decir que tenía que ir solo ya que viajaba solo desde que era un niño. No entendía nada, por eso iba armado y con sus sentidos al máximo en caso de que alguien lo estuviera siguiendo, pero si sabía de su pasado pues tendría que ser alguien de la misma banda pirata o marine que ataco a su isla. Era la única manera de saber su pasado y saber que logro sobrevivir. Mientras tanto, solo siguió caminando mientras que en su bolsillo derecho arrugaba con fuerza la carta…no iba a desaprovechar su oportunidad.

22/09/2013

Miré por la ventana, ya habían pasado unos días desde que los de la banda se fueron. Mis heridas ya estaban cerradas pero el pelo y los ojos seguían igual que antes; mechones blancos mezclados con los negros y un ojo de cada color, carmín y amatista. No me encontraba demasiado bien; desde que había luchado contra aquel hombre tenía flaquezas con mi Akumanomi, y según papá, me había contado que mamá estuvo en este estado antes de morir... Pero... ¿por qué estaba así? No quería pensar, porque si lo hacía solo me iba a asustar. Comencé a estirarme un poco para no perder la forma y saqué un libro de la estantería relacionado con Skypea. Lo miré lastimada y pensé en las islas de arriba, donde había pasado mi infancia. ¿Cómo estaría Kanna? Llevábamos un año sin vernos, pero seguramente estaría bien. Dejé el libro en la mesita y me dirigí hacia la puerta, abriéndola ligeramente y viendo una figura empezando por los pies. Botas metidas por unos tejanos blancos, camiseta lila... cada vez que subía más la mirada mi corazón latía más rápido, ¿de verdad era él? Miré sus marcas negras y vi cómo también se sorprendía... La voz se me rompió y las lágrimas comenzaron a salir solas.

-Pa...¿papá? -pregunté confusa.- ¿papá...? -volví a preguntar.

Era él, lo sabía. ¿Pero por qué no estaba viejo? Habían... pasado casi trece años desde que desapareció. Creía que estaba muerto... comencé a llorar sin parar mientras el corazón me iba a mil. Estaba vivo, era él de verdad. Tenía tantas cosas que contarle, tenía que decirle cuánto le había echado de menos... Y tenía que decirle, que mamá estaba viva.

-Antes de que... antes de que... perdona... -me excusé, me costaba mucho hablar por la tensión- antes de que digas nada... mamá está viva... -acabé diciendo.

14/01/2014

Tras beber lo suficiente como para que me entrase el coraje que necesitaba, decidí subir hacia donde me dijo el tabernero. Tras ir pisando escalón a escalón y notar cómo crujían a mi paso, el corazón se me aceleraba más y más. Tal vez, simplemente era una casualidad; mi pequeña niña solo tenía seis años y era imposible que hubieran pasado doce o trece desde mi ausencia en la cámara de criogenización. Una vez llegué a la puerta, la tercera girando a la derecha, comencé a dirigir mi mano hacia el pomo de la puerta de la forma más lenta posible, la presión del momento no me permitía ir más rápido. Antes de que pudiese abrirla, se abrió sola, y la vi. No podía haber error, era ella, sus marcas, sus ojos con pupilas rasgadas... Me la quedé mirando fijamente sin saber qué decir hasta que nombró a Ashley. ¿Ashley estaba viva? Me llevé la mano a la frente y abracé directamente a Kiseki.

-¿Mamá está viva? ¿Te ha cuidado Kanna bien? Todas las historias del tío Berny que te conté... ¿él también está vivo? ¿Te han profanado ya? -[i]la miré seriamente y me contestó que sí con la cabeza mientras la bajaba- me lo cargo, mi hija ya es una mujer -dije con una mezcla de odio y amor, acto seguido me abofeteé una sola vez para recuperar la calma y volví a mirarla- tengo muchas preguntas, Kiseki. Creo que Spade está por estos sitios y tengo que destrozar cualquier base que tengan -le dije- Nee, esos hombres... tal vez esos hombres eran de Spade. ¿Estás mejor? -vi que llevaba la esmeralda colgada, todavía la tenía... le cerré la chaqueta y me la quedé mirando mal- no vayas tan fresca, que se me va la vista hasta a mí... tienes más que tu madre -le afirmé confuso, no sé de quién las había heredado.

Pero el caso es que había encontrado a mi hija, y no me había costado tanto tiempo. ¿Dónde estaría Kanna ahora? Kiseki me contó de que hacía un año que no la veía, y que se había ido hacia el nuevo mundo. Estaba relativamente cerca desde aquí del nuevo mundo, así que tenía que prepararme para encontrarla a ella también. Palpé la cara de Kiseki y al tocarla mi mano se convirtió en luz, atravesándola. Tras atravesar su rostro, vi cómo el suyo se escamó. ¿Las frutas estaban tocándose entre ellas?

-...Nee, Kiseki Satou Makinami, te prohibí de que ingirieses la Ryü ryü no mi, ¿o no lo dejé bien claro? -le dije regañándola- mató a tu madre, ¿acaso quieres que te mate a ti también? Bueno, matar... tengo que encontrar a Ashley y a Kanna. Destruir a Spade, y te juro, te juro por todo, que voy a unirnos otra vez.

Kiseki había sido entrenada por Ashley en mi ausencia. ¿Pero cómo podía estar viva? Tenía tantas respuestas sin obtener... También me comentó de que estaba viajando con los gyojin, así que la agarré del brazo y me la llevé hacia abajo. Quería hablar con ella un buen rato antes de volver a separarnos, lo último que quería es que sufriese algún tipo de peligro.

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