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Después de escribir apresuradamente mi carta al que, esperaba, sería mi profesor y mandarla por correo decidí encaminarme hacia la isla Õkyū mazushī, lugar en el que tendrían lugar las clases, por si me aceptaba llegar lo antes posible y comenzar cuanto antes. En caso de ser rechazado no perdería nada por viajar un poco.
Con el fin de viajar lo más rápido posible no me quedé demasiado tiempo en cada uno de los pueblos que iba visitando, lo justo para hacer una visita a la biblioteca, si es que había, un par de actuaciones en alguna taberna a cambio de comida y, cuando era posible, una cama. En los pueblos que no había biblioteca, solía preguntar a los lugareños acerca de alguna historia local, cuales eran las supersticiones de la zona o si había alguna leyenda relacionada con algún elemento cercano (montaña, lago, lo que fuera...). A los dos días de enviar mi carta, recibí la contestación de mi, ya, nuevo profesor y junto a ella un pequeño plano de la isla y las instrucciones para llegar a las ruinas mayas situadas en el interior de la isla. Decía lo siguiente:
Claramente, estás aceptado Smile Ahora procederé a poner la imagen de tu avatar en la escuela para que se sepa que eres alumno. Coloca el símbolo de la escuela en tu firma.
No pude emocionarme más al saber que me habían aceptado. Desde ese momento apresuré todavía más la marcha y ya apenas paraba en los pueblos más que para abastecerme de comida y en una ocasión de unas botas nuevas, pues las que tenía ya estaban demasiado viejas y agujereadas para seguir llevándolas en el viaje.
De esta forma ha sido como he llegado a la isla Õkyū mazushī, donde vive el profesor Suzaku. La isla es parcialmente redonda, recubierta de cadenas montañosas en la periferia. La vegetación es la típica de zonas ecuatoriales con un clima tropical. Los árboles muy altos de hoja ancha unidos a una gran densidad vegetal, característica de estos ambientes impiden que los rayos de Sol lleguen al suelo, dejando prácticamente en una total oscuridad las zonas inferiores a las copas a pesar de que haga un día radiante.
El cielo está totalmente despejado, apenas corre viento y la mar está tranquila como una balsa de aceite.
Antes de bajar el bote del barco que me había acercado todo lo posible a la isla, reviso el mapa enviado por Suzaku en su contestación para localizar el canal que me llevará hasta las ruinas. Después de unos minutos oteando la isla, diviso una desembocadura y me dirijo hacia ella.
- Muchas gracias capitán. Ha sido un placer. Le digo al capitán del barco mientras me alejo.
- El placer ha sido mio, además como ya te dije me pillaba de paso. No me he tenido que desviar demasiado.
Dicho esto me despido de él y de la tripulación que está en la cubierta.
Para poder llegar a la orilla he llegado al acuerdo de pagarle por el bote unos berries y dos actuaciones diarias para su tripulación, ya que no iba a recuperar el bote. Creo que esta vez he conseguido un buen trato, cosa bastante rara... aunque bien pensado quizás no haya sido tan buen trato. El bote en cuestión está bastante viejo, en las tablas más altas la madera esta agujereada y entra algo de agua de vez en cuando. He de dar gracias a que el cielo está totalmente despejado, apenas corre viento y la mar está tranquila como una balsa de aceite y que el trayecto no es demasiado largo, de lo contrario esto se hundiría antes de llegar a ningún sitio.
Cuando llego a la desembocadura, ya con un par de dedos de agua en el interior del bote, arrastro el bote a la orilla. Entre la orilla del canal y la vegetación hay unos metros de cantos rodados que me permiten dejar el bote varado.
Para llegar antes a las ruinas, me planteo la opción de ir jungla a través, contradiciendo las recomendaciones de mi profesor. No necesito más de un par de pasos para desechar la idea. La escasa iluminación y la gran densidad vegetal, me impiden ver que hay más allá de medio metro delante de mí, unido a los gritos de los babuinos y el rugido lejano de un jaguar me hacen optar por seguir las instrucciones al pie de la letra.
Tras tomar esta decisión, saco el mapa de mi bolsillo, compruebo mi posición, lo guardo de nuevo e inicio la marcha hacia las ruinas.
Con el fin de viajar lo más rápido posible no me quedé demasiado tiempo en cada uno de los pueblos que iba visitando, lo justo para hacer una visita a la biblioteca, si es que había, un par de actuaciones en alguna taberna a cambio de comida y, cuando era posible, una cama. En los pueblos que no había biblioteca, solía preguntar a los lugareños acerca de alguna historia local, cuales eran las supersticiones de la zona o si había alguna leyenda relacionada con algún elemento cercano (montaña, lago, lo que fuera...). A los dos días de enviar mi carta, recibí la contestación de mi, ya, nuevo profesor y junto a ella un pequeño plano de la isla y las instrucciones para llegar a las ruinas mayas situadas en el interior de la isla. Decía lo siguiente:
Claramente, estás aceptado Smile Ahora procederé a poner la imagen de tu avatar en la escuela para que se sepa que eres alumno. Coloca el símbolo de la escuela en tu firma.
No pude emocionarme más al saber que me habían aceptado. Desde ese momento apresuré todavía más la marcha y ya apenas paraba en los pueblos más que para abastecerme de comida y en una ocasión de unas botas nuevas, pues las que tenía ya estaban demasiado viejas y agujereadas para seguir llevándolas en el viaje.
De esta forma ha sido como he llegado a la isla Õkyū mazushī, donde vive el profesor Suzaku. La isla es parcialmente redonda, recubierta de cadenas montañosas en la periferia. La vegetación es la típica de zonas ecuatoriales con un clima tropical. Los árboles muy altos de hoja ancha unidos a una gran densidad vegetal, característica de estos ambientes impiden que los rayos de Sol lleguen al suelo, dejando prácticamente en una total oscuridad las zonas inferiores a las copas a pesar de que haga un día radiante.
El cielo está totalmente despejado, apenas corre viento y la mar está tranquila como una balsa de aceite.
Antes de bajar el bote del barco que me había acercado todo lo posible a la isla, reviso el mapa enviado por Suzaku en su contestación para localizar el canal que me llevará hasta las ruinas. Después de unos minutos oteando la isla, diviso una desembocadura y me dirijo hacia ella.
- Muchas gracias capitán. Ha sido un placer. Le digo al capitán del barco mientras me alejo.
- El placer ha sido mio, además como ya te dije me pillaba de paso. No me he tenido que desviar demasiado.
Dicho esto me despido de él y de la tripulación que está en la cubierta.
Para poder llegar a la orilla he llegado al acuerdo de pagarle por el bote unos berries y dos actuaciones diarias para su tripulación, ya que no iba a recuperar el bote. Creo que esta vez he conseguido un buen trato, cosa bastante rara... aunque bien pensado quizás no haya sido tan buen trato. El bote en cuestión está bastante viejo, en las tablas más altas la madera esta agujereada y entra algo de agua de vez en cuando. He de dar gracias a que el cielo está totalmente despejado, apenas corre viento y la mar está tranquila como una balsa de aceite y que el trayecto no es demasiado largo, de lo contrario esto se hundiría antes de llegar a ningún sitio.
Cuando llego a la desembocadura, ya con un par de dedos de agua en el interior del bote, arrastro el bote a la orilla. Entre la orilla del canal y la vegetación hay unos metros de cantos rodados que me permiten dejar el bote varado.
Para llegar antes a las ruinas, me planteo la opción de ir jungla a través, contradiciendo las recomendaciones de mi profesor. No necesito más de un par de pasos para desechar la idea. La escasa iluminación y la gran densidad vegetal, me impiden ver que hay más allá de medio metro delante de mí, unido a los gritos de los babuinos y el rugido lejano de un jaguar me hacen optar por seguir las instrucciones al pie de la letra.
Tras tomar esta decisión, saco el mapa de mi bolsillo, compruebo mi posición, lo guardo de nuevo e inicio la marcha hacia las ruinas.
Suzaku
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- Me mola tu rol pero te voy a corregir un par de cositas, que para eso soy tu profe hahaha:
1. Primero empiezas roleando en pasado y luego en presente. Elige una de las dos cosas y sigue con esa misma forma todo el tema entero. (Personalmente, me gusta más el pasado, pero depende de las circunstancias del rol).
2. No hagas NUNCA metarol. Lo haces cuando expones qué te he puesto en la supuesta carta que te he mandado. Tú no sabes lo que va a hacer mi personaje, así que no sabes si te he mandado una carta o qué te he puesto en ella en caso de mandártela. No lo corrijas que es un coñazo andar borrando y demás, pero para la próxima ya sabes.
3. Según expones tu viaje, parece que vas andando hasta la isla. Y es una isla, así que hay que llegar en barco. Algún “en cada puerto que atracaba”, “la última travesía en barco se me hizo corta”...
4. Para que quede más bonito a la hora de leer y de todo, usa “justify” para todo el texto.
5. Esto ya a parte del rol. Pon en tu firma un link a tu ficha please. Ayuda mucho y facilita las cosas cuando alguien rolea contigo.
Por lo demás, me gusta la descripción que haces de las cosas que ves, como por ejemplo, la de la isla y su vegetación.
Aquel día estaba algo nervioso. A penas habían pasado unos días desde que había formado mi escuela y le había dado algo de bombo por las principales ciudades. Parecía que mi reputación me avalaba, pues el primer alumno ya había mandado su solicitud para entrar a formar parte de The Shakkin Legacy, concretamente bajo mi tutoría.
¿Cómo será? ¿Será buena o mala persona? ¿Buen o mal estudiante? –– pensaba.
Tenía inquietud por conocerle. Esperaba que la carta que le había mandado con el mapa y las indicaciones para llegar la sirviera de ayuda para no perderse en mi isla, pues la densa vegetación podía provocar que hasta el más avezado de los exploradores se extraviara. En ese momento, un babuino se acercó a mi. Mediante gestos, me explicó que había llegado alguien a la isla. Los animales de allí eran como mis vigilantes y me avisaban de todo lo que pasara, por si había algún tipo de ataque o algo por el estilo. Estiré mis brazos y me balanceé por las ramas, al más puro estilo Tarzán.
–– ¡¡¡Aaaah, aah, aah, aah!!!! –– grité mientras me desplazaba.
Al final de mi camino, me posé en lo alto de una rama y me senté, apoyado contra el tronco, con una pierna colgando y la otra sobre la rama. Oteé el horizonte y pude avistar a mi nuevo alumno. Aquella persona era de todo, menos normal No demasiado alto ni bajo. Pero vestía como un bufón de una corte real. Mi cara dibujó una ligera sonrisa. También destacaba su pronunciada y afilada nariz.
Será divertido. –– pensé.
Mi nuevo alumno, llamado Hardo Taz Maniac, se quedó clavado, frenando su avance. Miré extrañado, pues no entendía ese comportamiento. Miró hacia la jungla. Parecía que tenía intención de avanzar por allí, aún desoyendo mis consejos de la carta. Me puse de pie en la rama de un salto, apoyado con la mano en el tronco. No quería perderme ningún movimiento de Hardo. Tras unos momentos dubitativos e impulsado por los ruidos de la selva, decidió optar por seguir mis recomendaciones. Aquello me dejó un sabor agridulce. Se le veía una persona que seguía las reglas de su maestro, pero hubiera estado bien algo de espíritu innovador. Esperé unos segundos y pensé cuál sería mi siguiente paso. Finalmente, estiré mis brazos y le cogí por los hombros. Sin dejar que me viera gracias a un rápido movimiento, le dejé en medio de la selva. Quería comprobar sus dotes de orientación y de improvisación ante situaciones inesperadas. Me quedé en el árbol, escondido para que no me viera, observando desde las alturas.
Hardo
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- 1. Empecé roleando en pasado para contar como llegaba y continuar en presente en la isla, con la idea de que pudieses ver más o menos que tal lo hago de las dos formas. Personalmente creo que roleo mejor en pasado, creo que me sale más fluido y en presente me trabo un poco más.
2.Mmmm cierto. Al principio puse lo que me pusiste en el privado como "carta" y lo después ya sobra ^^.
3. Tengo complejo jesucristo que puedo andar por encima del agua... xD
4. Hecho
5. Hecho
6. Continuo en pasado que ha sido como lo has narrado tú y queda pendiente algo en presente para que me corrijas cosas xD
No bien di un par de pasos cuando, de repente, noté que algo me agarraba de los hombros y me arrastraba hacia el interior de la selva. Antes de que me pudiera dar cuenta de que estaba pasando me encontraba en mitad de la selva.
Genial. Simplemente genial... ¿Dónde estoy ahora y cómo puedo salir de aquí? Pensé.
Me hayaba en mitad de la selva. La misma selva que hacía un momento había decidido no pisar por miedo a ser depredado. A penas podía ver lo que había a mi alrededor. La luz era muy escasa, por no decir inexistente, como si hubiese anochecido de golpe a mitad del día y la vegetación tan densa que solo podía ver lo que estaba en contacto conmigo y un par de pasos más adelante. En los niveles inferiores de la selva, abundaban las especies esciófilas de hojas anchas, para poder captar cualquier rayo de Sol perdido, y las plantas parásitas.
Creo que lo mejor será subirme a algún árbol para evitar ser comido por alguna especie de hormiga carnívora, algún jaguar o Enel sabrá qué.
Comprobé los troncos que tenía a mi alrededor. Todos estaban cubiertos de plantas herbáceas parásitas que echan sus raíces en el tronco de los árboles para robarles la savia. Comprobé un par de troncos antes de decidirme a escalar para evitar trepar a un árbol muerto, que seguramente no aguantaría mi peso y se troncharía. Después de comprobar concienzudamente que las plantas herbáceas estaban vivas y tenían suficiente densidad radicular para soportar algún que otro tirón y que el árbol en cuestión estaba vivo y no se rompería, comencé a trepar. Una vez pasados los primeros 5 o 10 metros, donde no había ramas, los árboles comenzaban a extender sus gruesas ramas, como si de mil brazos se tratasen que los conectaban unos con otros, por lo que pasado el tramo inicial no me costó demasiado subir. Trepé hasta unos 20m más o menos.
A esta altura no creo que encuentre jaguares y hormigas, ni tampoco alguna planta carnívora. Sin embargo un susto de algún babuino y como me caiga puedo despedirme de comer mañana. Me dije a mí mismo.
Desde donde estaba se podía divisar más terrero que desde el suelo. Había algo más de luz y la perspectiva que proporciona la altura me permitían hacerme una idea de donde estaba y hacia donde me tenía que dirigir. Sabiendo el momento del día que era antes de internarme y por la orientación de los rayos de Sol que se filtraban entre las densas copas de los árboles, pude orientarme.
Si he llegado por el canal, y allí está el suroeste, debo dirigirme hacia allí. Dije en voz alta, no se muy bien porqué, señalando las direcciones.
Intenté seguir el camino más recto posible, siempre que las ramas de los árboles me lo permitiesen. Gracias a mi agilidad, habilidad para hacer cabriolas y práctica de actuaciones y peleas pasadas, pude seguir un camino bastante recto. De vez en cuando subía o bajaba un poco para ir siempre por ramas gruesas que sabía que aguantarían mi peso. En una ocasión me lancé en un salto de varios metros de largo para llegar a una rama que había unos metros más abajo del árbol más próximo, de haber estado a la misma altura no lo habría conseguido, pues la otra opción era bajar, llegar al otro tronco y volver a trepar, y estaba bastante seguro que podría alcanzarla saltando de una a otra. No pude coger más que un par de pasos de carrerilla y me lancé gritando:
¡¡¡BANZAIIIIIII!!!
En los pocos segundos que estuve en el aire, noté la sangre golpeándome los tímpanos y como una pequeña euforia descontrolada iba invadiendo mi cuerpo. Aterricé en la otra rama con ambos pies a la vez y tuve que hacer algo de contrapeso con los brazos para evitar caerme de la rama por el impulso. Me senté a coger algo de aire a la par que algunas preguntas me venían a la mente:
Fiuuu, menos mal que estoy en forma. Aprender no sé si aprenderé algo con Suzaku, pero desde luego si toda la isla es así en forma sí que voy a salir de aquí... ¿Dónde estará? ¿Me estará esperando ya? ¿Cómo será? ¿Faltará mucho para llegar a las ruinas?
Tras unos momentos de descanso proseguí mi camino hacia las ruinas mayas ubicadas en el centro de la isla
Suzaku
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- 1. No repitas palabras demasiado cerca. Por ejemplo: "Una vez pasados los primeros 5 o 10 metros, donde no había ramas, los árboles comenzaban a extender sus gruesas ramas".
2. Usa el Word para escribir el rol y luego ya pásalo al foro. Te lo digo porque ayuda mucho con expresiones y demás. Faltas de ortografía no he visto ninguna, pero sí alguna pequeña incongruencia en la expresión o en la semántica. Por eso te digo. Yo escribo siempre primero en Word (bueno, yo en Libre Office -> VIVA EL SOFTWARE LIBRE!! xD).
3. Cuando rolees solo, obviamente, la historia la haces tú sólo (para diarios y eso). Pero cuando rolees con alguien, intenta dejar muchas posibilidades abiertas a la hora de continuar con el rol (en escénico. Del bélico ya hablaremos). Por ejemplo, en este caso, al final dices que sigues con tu camino. Eso sólo me da la oportunidad de alcanzarte. En cambio, si obvias (que era lo que yo esperaba) la última línea, donde dices que sigues con tu camino, dejas más posibilidades (que yo tenía una pensada muy guapa jajaja). Por ejemplo, podría: estar esperándote sentado ahí, hablarte desde lejos, quedarme en una rama por delante de ti para que me vieras, llegar justo después de ti... Intenta dar más posibilidades para enriquecer el rol. Hombre, si con quien roleas no tiene ni idea y no te sigue el juego, haz lo que quieras jajajaja.
4. Por lo demás nada que decir. Muy buenas descripciones, muy buen vocabulario. Me está gustando mucho. Le das muy guapo :)
Mi plan estaba saliendo bastante bien, y parecía que mi alumno respondía con solvencia a mis expectativas… incluso se podía decir que las superaba. Sabía que le había puesto en una situación bastante extrema sin ningún tipo de preparación o concienciación previa y había resuelto bien el problema. Parecía que, tras tanto tiempo, iba a tener a alguien lo bastante hábil para poder enseñarle bien. Una sonrisa con cierto tono de malicia se dibujó en mi rostro, pensando en las pruebas que le iba a ordenar que hiciera.
Me entretuve en mis pensamientos y, cuando me quise dar cuenta, mi alumno Hardo había comenzado a desplazarse a buen ritmo a través de las ramas de los árboles que encontraba por su camino. Ciertamente, me sorprendía. Tenía iniciativa y resolución.
Interesante… muy interesante — pensé, mientras le seguía con la mirada.
Alrededor de unos cinco o seis metros por encima de él, comencé a seguirle por las copas de los árboles. No quería que supiera que estaba ahí, observándole, y me aseguré que así fuera. Mantenía en todo momento una distancia de seguridad, a la vez que me apoyaba en la densidad de las hojas para cubrir mi posición. Sabía que tarde o temprano tendría que entrar en escena, aunque debía esperar al momento oportuno para ello. Mientras, le seguiría hasta donde llegara. Hardo tenía bastante habilidad y agilidad, lo que le facilitaba en gran medida la labor. Cada vez me gustaba más aquel chaval que pretendía someterse a mis enseñanzas.
Cuando llegó a una de las ramas que utilizaba para avanzar, se paró. Miró hacia delante y vio otra que estaba más abajo. Paré en seco, observando. Quería saber qué es lo que pretendía hacer exactamente. Tras unos cortos instantes observándole, me di cuenta. Pretendía dar ese gran salto. Era una larga distancia, aunque la diferencia de altura entre las ramas podía ser suficiente para que la gravedad hiciera su magia y le permitiera llegar hasta el otro punto. Me adelanté a él aprovechando el tiempo que estaba empleando en la preparación del salto, y me coloqué en una rama a unos tres metros a la derecha de la que él tenía como objetivo. Desde mi posición tenía una buena perspectiva y vería toda la acción como espectador de lujo.
— Buena suerte… — dije, susurrando, como pensando en alto.
Hardo cogió carrerilla dando dos pasos hacia atrás. Luego, saltó. Mientras estaba en el aire, gritó una palabra muy extraña. Me puse la mano en la cara mientras negaba con la cabeza. Tal vez, después de todo, no sería un alumno tan brillante. Llegó con perfección a la rama y se equilibró con los brazos. Luego se sentó. Tras unos segundos, continuó con su camino. Tenía unos segundos para decidir cuál sería mi próximo movimiento, aunque en el fondo ya lo sabía. Estiré el brazo hasta alcanzar a Hardo. Le rodeé a la altura de la cintura y recogí el brazo, dejándole en la misma rama en la que yo me encontraba. Fruncí el ceño y le fulminé con la mirada.
— ¿Quién coño eres tú? — pregunté con agresividad, esperando que no conociera mi cara de los carteles de Wanted. — Suzaku no me ha dicho nada de visitas. ¡Contesta!
Antes de que pudiera decir nada, un babuino subido encima de otro y con una piedra bastante contundente en las manos le dio un fuerte golpe en la cabeza a Hardo, dejándole inconsciente. Sin dejarle caer, me lo cargué al hombro. Le guiñé el ojo al simio mientras le sonreía y estiraba el dedo gordo en señal de aprobación. Luego me puse en camino hacia las ruinas de mi isla, donde seguiríamos con la siguiente parte de la aceptación en la escuela.
- OFF:
- Perdona que haya hecho metarol con lo de “te dejo inconsciente”. Es para agilizar un poco por la idea que tengo en la cabeza. Si estás de acuerdo, haz un post en plan que estás inconsciente, tampoco te extiendas mucho. Si no estás de acuerdo, avísame por MP y lo cambio. Decidas lo que decidas, vuelvo a pedir perdón por hacer metarol.
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Después de emprender la marcha de nuevo, iba escuchando los cantos de las aves y trababa de coger algunas referencias, por si tenía que adentrarme de nuevo en la selva yo solo. Esperaba poder reconocer algunos de los elementos que iba viendo y me resultaban “peculiares”, como la distancia entre las dos ramas que acaba de saltar, un pequeño claro en la copa con forma cuadrada como si estuviese hecha a posta o algunos troncos de grandes árboles caídos. Sabía que por mucho que me fijase, me costaría reconocer esas señales, pues la velocidad a la que cambia el paisaje en la selva es abrumadora.
En fin, si al menos no lo intento, seguro que después no tendré ninguna referencia…
No llevaba mucho tiempo avanzando por los árboles tras mi gran salto cuando algo me agarró por la cintura y tiró de mí. Hacía tan solo unos instantes estaba en una rama perfectamente equilibrado y al momento me hallaba volando, sostenido sin saber por qué a muchos metros del suelo. Durante mi “vuelo” las ramas más pequeñas, todavía verdes, me iban golpeando en todo el cuerpo. Me cubrí la cara y la cabeza con los brazos para evitar dañarme los ojos o cualquier zona sensible y me preparé para un posible ataque. En cuestión de segundos, tenía frente a mí a un tipo bastante alto, rubio. El tipo tenía el ceño fruncido y no parecía muy amistoso. Me preguntó quien era yo, de una forma muy agresiva.
Al ver su aspecto sentí un poco de miedo. No sabía muy bien a qué atenerme. No sabía si se trataba de mi profesor o de algún merodeador de la isla. Pero lo que sí supe es que ese tipo era peligroso. Nada más que con su estatura y encontrarse donde se encontraba, casi en la copa de aquellos árboles enormes, el haberme seguido sin que yo me diese cuenta hasta estar tan cerca como para poder rodearme por la cintura con… ¿Con qué?
¡¿Pero qué coño?! ¡No hay ninguna cuerda! ¡¿Con qué mierda me ha cogido?!
No tardé en llegar a la conclusión de que no se trataba de un merodeador de la isla, sino que conocía a Suzaku, porque acto seguido a la pregunta me dijo que Suzaku no le había avisado de que iban a recibir visitas. Igualmente, estaba en problemas.
Noté un movimiento a mi espalda. Me giré y vi como algo se acercaba rápidamente a mi cabeza.
En fin, si al menos no lo intento, seguro que después no tendré ninguna referencia…
No llevaba mucho tiempo avanzando por los árboles tras mi gran salto cuando algo me agarró por la cintura y tiró de mí. Hacía tan solo unos instantes estaba en una rama perfectamente equilibrado y al momento me hallaba volando, sostenido sin saber por qué a muchos metros del suelo. Durante mi “vuelo” las ramas más pequeñas, todavía verdes, me iban golpeando en todo el cuerpo. Me cubrí la cara y la cabeza con los brazos para evitar dañarme los ojos o cualquier zona sensible y me preparé para un posible ataque. En cuestión de segundos, tenía frente a mí a un tipo bastante alto, rubio. El tipo tenía el ceño fruncido y no parecía muy amistoso. Me preguntó quien era yo, de una forma muy agresiva.
Al ver su aspecto sentí un poco de miedo. No sabía muy bien a qué atenerme. No sabía si se trataba de mi profesor o de algún merodeador de la isla. Pero lo que sí supe es que ese tipo era peligroso. Nada más que con su estatura y encontrarse donde se encontraba, casi en la copa de aquellos árboles enormes, el haberme seguido sin que yo me diese cuenta hasta estar tan cerca como para poder rodearme por la cintura con… ¿Con qué?
¡¿Pero qué coño?! ¡No hay ninguna cuerda! ¡¿Con qué mierda me ha cogido?!
No tardé en llegar a la conclusión de que no se trataba de un merodeador de la isla, sino que conocía a Suzaku, porque acto seguido a la pregunta me dijo que Suzaku no le había avisado de que iban a recibir visitas. Igualmente, estaba en problemas.
Noté un movimiento a mi espalda. Me giré y vi como algo se acercaba rápidamente a mi cabeza.
- OFF:
- Haz metarol cuando quieras si consideras que tienes que hacerlo para preparar cualquier cosa para las clases y demás ^.^
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El camino por la selva con Hardo a hombros no fue complicado. Conocía muy bien el terreno, pues la isla era mía, y los animales me iban abriendo camino apartando árboles y demás.
Va a flipar cuando lleguemos. –– pensé.
Tras unos cuantos minutos saltando de rama en rama, llegué a las ruinas centrales de la isla donde los Shakkin teníamos nuestra casa. Obviamente, le llevé a una zona apartada de nuestro hogar. Miré a todas partes para comprobar si mi plan se había cumplido ya o no. Dejé a Hardo en el suelo con mucho cuidado de no hacerle daño. En primera estancia no vi nada, pero unos segundos después aparecieron: tres monos babuinos subidos en cima de un jaguar. Todos ellos estaban cubiertos por una gran capa que les tapaba, haciendo que pareciera un hombre de unos dos metros y medio. Tras todos los años viviendo allí, había enseñado a los babuinos a imitar mi voz, y la verdad es que lo hacían a la perfección. Eran unos animales un tanto peculiares, pero eran mis amigos.
–– ¿Todo preparado?
El gigante de casi tres metros asintió con lo que parecía ser su cabeza. Me di la vuelta y le di un bofetón a Hardo para que se despertara. Tenía ganas de ver cuál iba a ser su reacción cuando viera el marrón que se le venía encima.
–– Vamos, despierta. –– le dije al hombre del suelo. –– Suzaku quiere conocerte. –– le informé señalando a los monos cubiertos por la capa.
Va a flipar cuando lleguemos. –– pensé.
Tras unos cuantos minutos saltando de rama en rama, llegué a las ruinas centrales de la isla donde los Shakkin teníamos nuestra casa. Obviamente, le llevé a una zona apartada de nuestro hogar. Miré a todas partes para comprobar si mi plan se había cumplido ya o no. Dejé a Hardo en el suelo con mucho cuidado de no hacerle daño. En primera estancia no vi nada, pero unos segundos después aparecieron: tres monos babuinos subidos en cima de un jaguar. Todos ellos estaban cubiertos por una gran capa que les tapaba, haciendo que pareciera un hombre de unos dos metros y medio. Tras todos los años viviendo allí, había enseñado a los babuinos a imitar mi voz, y la verdad es que lo hacían a la perfección. Eran unos animales un tanto peculiares, pero eran mis amigos.
–– ¿Todo preparado?
El gigante de casi tres metros asintió con lo que parecía ser su cabeza. Me di la vuelta y le di un bofetón a Hardo para que se despertara. Tenía ganas de ver cuál iba a ser su reacción cuando viera el marrón que se le venía encima.
–– Vamos, despierta. –– le dije al hombre del suelo. –– Suzaku quiere conocerte. –– le informé señalando a los monos cubiertos por la capa.
- OFF:
- De tu post no te voy a decir nada. Me ha parecido muy bueno y sin nada que corregirte. Sigue así :)
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Desperté al recibir un bofetón. Mi reacción fue sobresaltada, sin embargo al hacer el movimiento brusco del sobresalto noté un dolor agudo en la cabeza.
Tnsk. Pues menos mal que me había preparado para algún ataque…
Oí una voz. Me costó unos segundos entender lo que había oído. Cuando por fin procesé el sonido, abrí los ojos y vi al tipo que había visto en el árbol señalando
- ¿Su.. Suzaku? Dije mientras miraba hacia donde me señalaba el tipo de la barba rubia. Lo que vi era un hombre enorme, de más de dos metros vestido con una capa. No pude distinguir mucho más. Me duele la cabeza. ¿Qué me ha pasado? Algo me ha golpeado en la cabeza…
En cuanto caí en la cuenta de donde estaba y quien era el que estaba ante mí, reaccioné. De un movimiento ágil me incliné, ignorando el dolor punzante que sentía en mi cabeza, y me presenté ante mi maestro.
- Suzaku-sama, soy Hardo, le escribí una carta por el anuncio que puso sobre su escuela. He venido todo lo rápido que me ha sido posible.
Por la conmoción del bofetón, la impresión de encontrarme ante mi maestro, su estatura y el dolor de mi cabeza no presté demasiada atención a mi entorno.
- Prometo ser un buen alumno, aprendo rápido por lo que no tendrá que repetirme muchas veces lo mismo. Dije avergonzadamente mientras estaba inclinado en señal de respeto a mi nuevo profesor.
Tnsk. Pues menos mal que me había preparado para algún ataque…
Oí una voz. Me costó unos segundos entender lo que había oído. Cuando por fin procesé el sonido, abrí los ojos y vi al tipo que había visto en el árbol señalando
- ¿Su.. Suzaku? Dije mientras miraba hacia donde me señalaba el tipo de la barba rubia. Lo que vi era un hombre enorme, de más de dos metros vestido con una capa. No pude distinguir mucho más. Me duele la cabeza. ¿Qué me ha pasado? Algo me ha golpeado en la cabeza…
En cuanto caí en la cuenta de donde estaba y quien era el que estaba ante mí, reaccioné. De un movimiento ágil me incliné, ignorando el dolor punzante que sentía en mi cabeza, y me presenté ante mi maestro.
- Suzaku-sama, soy Hardo, le escribí una carta por el anuncio que puso sobre su escuela. He venido todo lo rápido que me ha sido posible.
Por la conmoción del bofetón, la impresión de encontrarme ante mi maestro, su estatura y el dolor de mi cabeza no presté demasiada atención a mi entorno.
- Prometo ser un buen alumno, aprendo rápido por lo que no tendrá que repetirme muchas veces lo mismo. Dije avergonzadamente mientras estaba inclinado en señal de respeto a mi nuevo profesor.
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- Leyenda:
- ”Hombre” bajo la capa.
— Bien, mi joven aprendiz. — dijo uno de los monos bajo la capa.
Les fulminé con la mirada. Eso no era para nada lo que habíamos ensayado antes de que Hardo llegara. Pero los monos eran unos entusiastas de las historias de ciencia ficción que les traía del mundo civilizado, en especial una que se desarrolla en el espacio exterior. El “hombre” con capa comenzó a andar de manera algo tosca. Me llevé la mano a la cara y negué. Aquello estaba saliendo fatal. Volví a mirar a Hardo y sonreí. En el fondo me daba algo de pena estar tomándole el pelo de aquella manera… aunque en verdad me estaba divirtiendo mucho. Volví a mirar a mi creación.
— Maestro Suzaku, ¿crees que será un buen alumno? — pregunté, intentando mantener aquella fara todo lo posible.
— La Fuerza es extraordinariamente poderosa en él. — contestó. — Te enseñaré a usar las sutilezas de la Fuerza y conocerás el poder del Lado Oscuro. Siento tu odio, siento tu ira. Deja que fluyan. Incremente tu ira, aumenta tu concentración. Serás muy poderoso, joven Skyw…
— ¡¡¡BASTA!!! — grité, y el “hombre” de la capa comenzó a hacer movimientos toscos y extraños. — Esto no es lo que habíamos ensayado. Sólo teníais que asustarle un poco, no actuar como si fuérais el Emperador de las historias que os traigo. No pienso volver a traeros ningún cómic ni libro.
Finalmente, los monos se cayeron revelando su verdadera identidad. Miré a Hardo con la mano detrás de la cabeza y le sonreí, esperando que hubiera encontrado divertido aquella puesta en escena y no se hubiera enfadado. Les hice un gesto a los animales para que se fueran y me volví a girar hacia mi invitado.
— Yo soy el verdadero Suzaku, ex-capitán de los Barbarubia. —dije, mientras me señalaba la barba. — Disculpa todo esto, pero hacía mucho que no venía nadie y me apetecía divertirme un rato.
Anduve unos pasos alejándome de Hardo con las manos a la espalda y mirando al horizonte. Quería imponerle un tono solemne a mis siguientes palabras. Esperé unos segundos y me giré hacia mi nuevo alumno.
— ¿Estás preparado para someterte a las enseñanzas de Suzaku Shakkin, el pirata más famoso del mundo?
El viento movió los árboles detrás de mí y los rayos del sol rebotaron contra las ruinas, dándole aún más epicidad. Sonreí y mis dientes brillaron fruto de la luz del sol. La escuela había comenzado.
Les fulminé con la mirada. Eso no era para nada lo que habíamos ensayado antes de que Hardo llegara. Pero los monos eran unos entusiastas de las historias de ciencia ficción que les traía del mundo civilizado, en especial una que se desarrolla en el espacio exterior. El “hombre” con capa comenzó a andar de manera algo tosca. Me llevé la mano a la cara y negué. Aquello estaba saliendo fatal. Volví a mirar a Hardo y sonreí. En el fondo me daba algo de pena estar tomándole el pelo de aquella manera… aunque en verdad me estaba divirtiendo mucho. Volví a mirar a mi creación.
— Maestro Suzaku, ¿crees que será un buen alumno? — pregunté, intentando mantener aquella fara todo lo posible.
— La Fuerza es extraordinariamente poderosa en él. — contestó. — Te enseñaré a usar las sutilezas de la Fuerza y conocerás el poder del Lado Oscuro. Siento tu odio, siento tu ira. Deja que fluyan. Incremente tu ira, aumenta tu concentración. Serás muy poderoso, joven Skyw…
— ¡¡¡BASTA!!! — grité, y el “hombre” de la capa comenzó a hacer movimientos toscos y extraños. — Esto no es lo que habíamos ensayado. Sólo teníais que asustarle un poco, no actuar como si fuérais el Emperador de las historias que os traigo. No pienso volver a traeros ningún cómic ni libro.
Finalmente, los monos se cayeron revelando su verdadera identidad. Miré a Hardo con la mano detrás de la cabeza y le sonreí, esperando que hubiera encontrado divertido aquella puesta en escena y no se hubiera enfadado. Les hice un gesto a los animales para que se fueran y me volví a girar hacia mi invitado.
— Yo soy el verdadero Suzaku, ex-capitán de los Barbarubia. —dije, mientras me señalaba la barba. — Disculpa todo esto, pero hacía mucho que no venía nadie y me apetecía divertirme un rato.
Anduve unos pasos alejándome de Hardo con las manos a la espalda y mirando al horizonte. Quería imponerle un tono solemne a mis siguientes palabras. Esperé unos segundos y me giré hacia mi nuevo alumno.
— ¿Estás preparado para someterte a las enseñanzas de Suzaku Shakkin, el pirata más famoso del mundo?
El viento movió los árboles detrás de mí y los rayos del sol rebotaron contra las ruinas, dándole aún más epicidad. Sonreí y mis dientes brillaron fruto de la luz del sol. La escuela había comenzado.
- OFF:
- 1. Me ha gustado mucho como has unido tu pensamiento de antes de “prepararte para un ataque” con el pensamiento de ahora de “menos mal que me había preparado para un ataque”. Ha sido una buena continuación en la línea temporal.
2. Me ha gustado también mucho como has roleado como si los monos fueran Suzaku. Hay mucha gente que hubiera dicho: “No consiguió engañarme con su estrategia pues yo era el mejor detective de la historia y sus huellas dactilares que pude ver a lo lejos le delataron”. Hay que tener en cuenta lo que tú como persona sabes y lo que tú como personaje sabes. Enhorabuena por ello. La mayoría de los rolers no son capaces de hacerlo correctamente.
3. He echado de menos algo más de descripción en la forma en la que te despiertas, como te sientes, el mareo, desorientación, el intentar buscar algo para saber dónde estás, preguntar… Yo podría haber sido un pirata sanguinario que no fuera Suzaku y sólo quisiera matarte por gusto. Un poquito más de explicación de eso, de justo el despertar después del golpe.
4. Otra cosa, que no te digo que la tuvieras que haber hecho o que no (no la has hecho, bien está) para la que te dejé una puerta abierta es para haber hecho una super-ultra-mega-hiper-mini historia en el rato en el que estás inconsciente. En plan: “estaba inconsciente, lo sabía, pero mi cabeza seguí funcionando. Me vi a mi mismo haciendo el pino puente con la punta de la p…” (jajajaja) No sé si me entiendes. Aún así guay. No es algo que siempre mejor el rol. A veces lo hace más pesado.
5. Por lo demás guay, se nota que le pones empeño. Me mola tenerte de alumno ^^
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La voz de Suzaku era grave y profunda. Acompañaba muy bien su estatura y el aire que emanaba de su figura bajo aquella capa.
El tipo rubio que tenía al lado, habló después de que, el que iba a ser mi profesor, se dirigiese a mí. Las primeras palabras que me dirigió me recordaron a cierta saga de cuentos que conocía bastante bien.
¡Bah! Imaginaciones mías… Pensé, sin embargo la réplica de Suzaku al tipo que me había llevado hasta allí me hizo cambiar de opinión. Conforme iba hablando me iba sorprendiendo más, pues era un calco de… De repente el tipo rubio que tenía a mi lado estalló. Estaba tan absorto en mi profesor, y tan sorprendido por las palabras de este, que no había reparado que se había ido alterando por momentos.
Me giré sorprendido.
No entiendo nada…
El ente que vestía la capa, avanzó con unos movimientos grotescos y torpes. En cuestión de segundos aquella figura enigmática, de varios metros de altura cayó y bajo la capa aparecieron tres babuinos y un jaguar.
Miré a los animales y al hombre de mi lado, alternativamente, sin comprender que estaba pasando. El humano me miraba sonriendo con una mano detrás de la cabeza. Con la otra hizo un gesto al resto de animales, que tan solo hacía un momento se habían hecho pasar por Suzaku y me explicó lo sucedido.
No supe muy bien como tomarme aquello. Por un lado me había humillado, deliberadamente, pero por otro... De pronto visualicé la escena mentalmente, como si estuviese fuera de mi cuerpo. Recorrí la zona rápidamente y por primera vez me fijé donde me encontraba. Estaba en las ruinas mayas. Contemplé como Suzaku, el verdadero Suzaku, se alejaba unos pasos de mí con las manos en la espalda y mirando al horizonte. Me vi a mí sorprendidísimo ante la escena tan surrealista que acababa de vivir. También podía leer en mi mente todo lo que pensaba. Tras dar los pasos, Suzaku, se giró hacia mí y me preguntó si estaba dispuesto a someterme a sus enseñanzas. ¿Qué si lo estaba? ¡Pues claro que lo estaba! El viento movió los árboles detrás de mi profesor, los rayos de sol rebotaron contra las ruinas, todo era muy épico. El excapitán de la tripulación de los Barbarubia sonrió y los dientes brillaron al Sol. La escuela había comenzado, sin embargo…
¡No! ¡No lo hagas! No es buena idea… ¡Contente!.
Estallé en una muy sonora carcajada. Tan solo había pasado unos segundos desde que Suzaku me había preguntado si estaba enfadado por la broma, pero en mi mente el tiempo había pasado muy despacio recopilando todos los hechos, desde la intimidación en la selva hasta la actuación de los babuinos.
Intenté serenarme, sin conseguirlo, pues no era la mejor manera de empezar. Riéndose sin control ninguno ante una seria pregunta de tu profesor. Cuando conseguí calmarme por fín, le contesté.
- Perdóname. No he podido evitarlo. Es la mejor broma que me han gastado jamás. De hecho, si me das permiso la contaré como mini historia para reírme cuando esté en alguna taberna. Incluso puede que la copie en algún momento… En cuanto a sí estoy preparado, ¡por supuesto!
La escuela había comenzado.
El tipo rubio que tenía al lado, habló después de que, el que iba a ser mi profesor, se dirigiese a mí. Las primeras palabras que me dirigió me recordaron a cierta saga de cuentos que conocía bastante bien.
¡Bah! Imaginaciones mías… Pensé, sin embargo la réplica de Suzaku al tipo que me había llevado hasta allí me hizo cambiar de opinión. Conforme iba hablando me iba sorprendiendo más, pues era un calco de… De repente el tipo rubio que tenía a mi lado estalló. Estaba tan absorto en mi profesor, y tan sorprendido por las palabras de este, que no había reparado que se había ido alterando por momentos.
Me giré sorprendido.
No entiendo nada…
El ente que vestía la capa, avanzó con unos movimientos grotescos y torpes. En cuestión de segundos aquella figura enigmática, de varios metros de altura cayó y bajo la capa aparecieron tres babuinos y un jaguar.
Miré a los animales y al hombre de mi lado, alternativamente, sin comprender que estaba pasando. El humano me miraba sonriendo con una mano detrás de la cabeza. Con la otra hizo un gesto al resto de animales, que tan solo hacía un momento se habían hecho pasar por Suzaku y me explicó lo sucedido.
No supe muy bien como tomarme aquello. Por un lado me había humillado, deliberadamente, pero por otro... De pronto visualicé la escena mentalmente, como si estuviese fuera de mi cuerpo. Recorrí la zona rápidamente y por primera vez me fijé donde me encontraba. Estaba en las ruinas mayas. Contemplé como Suzaku, el verdadero Suzaku, se alejaba unos pasos de mí con las manos en la espalda y mirando al horizonte. Me vi a mí sorprendidísimo ante la escena tan surrealista que acababa de vivir. También podía leer en mi mente todo lo que pensaba. Tras dar los pasos, Suzaku, se giró hacia mí y me preguntó si estaba dispuesto a someterme a sus enseñanzas. ¿Qué si lo estaba? ¡Pues claro que lo estaba! El viento movió los árboles detrás de mi profesor, los rayos de sol rebotaron contra las ruinas, todo era muy épico. El excapitán de la tripulación de los Barbarubia sonrió y los dientes brillaron al Sol. La escuela había comenzado, sin embargo…
¡No! ¡No lo hagas! No es buena idea… ¡Contente!.
Estallé en una muy sonora carcajada. Tan solo había pasado unos segundos desde que Suzaku me había preguntado si estaba enfadado por la broma, pero en mi mente el tiempo había pasado muy despacio recopilando todos los hechos, desde la intimidación en la selva hasta la actuación de los babuinos.
Intenté serenarme, sin conseguirlo, pues no era la mejor manera de empezar. Riéndose sin control ninguno ante una seria pregunta de tu profesor. Cuando conseguí calmarme por fín, le contesté.
- Perdóname. No he podido evitarlo. Es la mejor broma que me han gastado jamás. De hecho, si me das permiso la contaré como mini historia para reírme cuando esté en alguna taberna. Incluso puede que la copie en algún momento… En cuanto a sí estoy preparado, ¡por supuesto!
La escuela había comenzado.
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Aquello me descolocó. Después de toda la parafernalia que había puesto en escena para gastar una broma a mi alumno, la cual había fallado, Hardo estalló en carcajadas. Le miré con cara de circunstancias. Ni si quiera a mi me había hecho gracia, pues había salido bastante mal, pero parecía que mi nuevo alumno lo veía de una forma notablemente más divertida. Pasaron unos segundos en los que me quedé inmóvil delante de él, viendo como se reía sin poder parar. Poco a poco una sonrisa se dibujó en mi rostro, seguida de una risa incontenible. Los babuínos nos miraban sin entender tampoco nada, pero también acabaron riéndose sin parar. Pasaron varios minutos en los que, en gran distancia a la redonda, a penas se oía nada más que no fuéramos nosotros riéndonos sin parar.
Ha sido genial. Va a ser una gran experiencia. –– pensé.
Cuando se nos pasó el momento risa floja, me puse de pié y carraspeé un par de veces mientras me sacudía la ropa para quitarme el polvo y la tierra que había cogido al estar en el suelo. Le hice un gesto con la cabeza a los animales para que se fueran de allí. La escuela había comenzado y necesitaba concentración y estar a solas con mi alumno para que todo fuera como la seda... aunque de ahora en adelante, nada iba a ir como la seda. Puse el pie derecho delante del izquierdo y levanté los brazos, con los puños cerrados, a la altura de la cara. Mi cara denotaba concentración y ciertos aires de confianza.
–– Empecemos. –– dije mientras sonreía levemente.
Fui corriendo hacia Hardo esperando que estuviera preparado, pero sin saberlo realmente. Eché el brazo derecho hacia atrás y le lancé un puñetazo. Fue algo normal, no usé los poderes de mi fruta ni nada por el estilo. Ya habría momento de aumentar el nivel de entrenamiento.
Ha sido genial. Va a ser una gran experiencia. –– pensé.
Cuando se nos pasó el momento risa floja, me puse de pié y carraspeé un par de veces mientras me sacudía la ropa para quitarme el polvo y la tierra que había cogido al estar en el suelo. Le hice un gesto con la cabeza a los animales para que se fueran de allí. La escuela había comenzado y necesitaba concentración y estar a solas con mi alumno para que todo fuera como la seda... aunque de ahora en adelante, nada iba a ir como la seda. Puse el pie derecho delante del izquierdo y levanté los brazos, con los puños cerrados, a la altura de la cara. Mi cara denotaba concentración y ciertos aires de confianza.
–– Empecemos. –– dije mientras sonreía levemente.
Fui corriendo hacia Hardo esperando que estuviera preparado, pero sin saberlo realmente. Eché el brazo derecho hacia atrás y le lancé un puñetazo. Fue algo normal, no usé los poderes de mi fruta ni nada por el estilo. Ya habría momento de aumentar el nivel de entrenamiento.
- OFF:
- Este último post tuyo me ha gustado mucho. Has descrito bien tanto la situación como tus sensaciones y pensamientos internos ante el momento que has vivido, y todo muy claro. Perfecto :) Ahora empecemos con el bélico. El primer consejo es que, cuando leas el ataque de tu rival, visualices en tu cabeza lo que está haciendo a cada instante. Esto te permitirá descubrir la mejor forma de esquivar/parar el golpe para iniciar tu contra-ofensiva. También te ayudará a descubrir posibles puntos débiles en la defensa/ataque de tu rival. Hay veces que no podrás esquivar el golpe (demasiado rápido, ataque sorpresa...). Eso es lo que diferencia a un buen roler de un roler de primera, el saber cuando puedes hacer X cosa y cuando no puedes hacerla. De momento, vamos a empezar a pelear y a ver cómo lo haces.
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Una vez pasados los efectos del momento desternillante, totalmente absurdo, Suzaku se quitó el polvo de la ropa que había cogido al estar rodando en el suelo y despidió a los animales con un gesto de cabeza.
Debe ser realmente fuerte si esos animales son tan obedientes. Teniendo en cuenta que uno de ellos me ha dejado inconsciente de un solo golpe, no quiero imaginar lo que podrían hacer los tres babuinos juntos unidos al jaguar…
Mi profesor adoptó un aire solemne. Adelantó el pie derecho sobre el izquierdo y levantó los brazos hasta dejar sus puños a la altura de su cara. Esa solemnidad dio paso a un aire de autosuficiencia y seguridad. Concentración.
Me pareció escuchar algo parecido a “empecemos”, justo en el instante que se lanzaba a la carga a por mí. Cargó el brazo derecho echándolo hacia atrás y lanzó un puñetazo.
En el momento que vi el movimiento de brazo supe que no iba a poder esquivarlo, no porque me hubiese pillado con la guardia baja, sino porque era realmente veloz. Instintivamente, sabiendo que iba a recibir el golpe a pesar de mi gran agilidad y reflejos, me dejé caer hacia atrás levemente, girando el cuerpo un poco y adoptando una buena postura para caer al suelo. Recibí el puñetazo en la mejilla izquierda. Aunque no hubiese preparado mi cuerpo para la caída me habría derribado de todas formas. Aproveché la pequeña ventaja, si es que se puede llamar ventaja a recibir un golpe durísimo en la cara y no partirte la crisma en la caída, para poner las manos por delante y darme un pequeño impulso y rodar amortiguando el impacto contra el suelo, en lugar de caer cual saco de patatas lanzado del hombro del jornalero a tierra.
Me dolió. Y mucho. Me levanté, hincando la rodilla derecha en el suelo y me erguí. Estando de pie me froté la mejilla golpeada, notando la calidez de la zona debido a la mayor irrigación provocada por el golpe.
- Está bien comencemos.
No quería usar las dagas, pues no creía que fuese un combate a muerte, sin embargo tampoco las tenía todas conmigo. En lugar de deshacerme de ellas preferí dejarlas donde estaban. Ocultas por mi cuerpo. Sin embargo no estaría demás usar las bolas de harina y ¿por qué no? Una piedra. Ignoré a mi profesor durante unos momentos, aunque muy pendiente de otro posible ataque, y me agaché a recoger un par de piedras del tamaño de mi puño que había en el suelo.
Lancé la piedra al aire junto con las bolas, haciendo malabares con todo a la vez mientras saltaba sonriendo a mi profesor. Conseguí estabilizar el círculo malabar en tan solo unos instantes, teniendo las piedras en el aire (recién lanzadas por segunda vez) y una bola en de harina en cada mano, las cuales lancé directamente contra mi profesor. Conforme iban llegando objetos a mis manos los iba arrojando a Suzaku, intercalando las bolas de harina, que sabía que no harían a penas daño, con las dos piedras recogidas del suelo en medio de estas, con la intención de que recibiese algún pedrazo.
Nada más lanzar la última piedra, di un salto mortal hacia atrás para poner algo más de distancia con mi rival, pues viendo la velocidad que tenía bien me iba a hacer falta.
Debe ser realmente fuerte si esos animales son tan obedientes. Teniendo en cuenta que uno de ellos me ha dejado inconsciente de un solo golpe, no quiero imaginar lo que podrían hacer los tres babuinos juntos unidos al jaguar…
Mi profesor adoptó un aire solemne. Adelantó el pie derecho sobre el izquierdo y levantó los brazos hasta dejar sus puños a la altura de su cara. Esa solemnidad dio paso a un aire de autosuficiencia y seguridad. Concentración.
Me pareció escuchar algo parecido a “empecemos”, justo en el instante que se lanzaba a la carga a por mí. Cargó el brazo derecho echándolo hacia atrás y lanzó un puñetazo.
En el momento que vi el movimiento de brazo supe que no iba a poder esquivarlo, no porque me hubiese pillado con la guardia baja, sino porque era realmente veloz. Instintivamente, sabiendo que iba a recibir el golpe a pesar de mi gran agilidad y reflejos, me dejé caer hacia atrás levemente, girando el cuerpo un poco y adoptando una buena postura para caer al suelo. Recibí el puñetazo en la mejilla izquierda. Aunque no hubiese preparado mi cuerpo para la caída me habría derribado de todas formas. Aproveché la pequeña ventaja, si es que se puede llamar ventaja a recibir un golpe durísimo en la cara y no partirte la crisma en la caída, para poner las manos por delante y darme un pequeño impulso y rodar amortiguando el impacto contra el suelo, en lugar de caer cual saco de patatas lanzado del hombro del jornalero a tierra.
Me dolió. Y mucho. Me levanté, hincando la rodilla derecha en el suelo y me erguí. Estando de pie me froté la mejilla golpeada, notando la calidez de la zona debido a la mayor irrigación provocada por el golpe.
- Está bien comencemos.
No quería usar las dagas, pues no creía que fuese un combate a muerte, sin embargo tampoco las tenía todas conmigo. En lugar de deshacerme de ellas preferí dejarlas donde estaban. Ocultas por mi cuerpo. Sin embargo no estaría demás usar las bolas de harina y ¿por qué no? Una piedra. Ignoré a mi profesor durante unos momentos, aunque muy pendiente de otro posible ataque, y me agaché a recoger un par de piedras del tamaño de mi puño que había en el suelo.
Lancé la piedra al aire junto con las bolas, haciendo malabares con todo a la vez mientras saltaba sonriendo a mi profesor. Conseguí estabilizar el círculo malabar en tan solo unos instantes, teniendo las piedras en el aire (recién lanzadas por segunda vez) y una bola en de harina en cada mano, las cuales lancé directamente contra mi profesor. Conforme iban llegando objetos a mis manos los iba arrojando a Suzaku, intercalando las bolas de harina, que sabía que no harían a penas daño, con las dos piedras recogidas del suelo en medio de estas, con la intención de que recibiese algún pedrazo.
Nada más lanzar la última piedra, di un salto mortal hacia atrás para poner algo más de distancia con mi rival, pues viendo la velocidad que tenía bien me iba a hacer falta.
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Parecía que Hardo, a parte de ser un buen alumno que hacía caso a su maestro, era un excelente malabarista. Comenzó a hacer malabares con unas extrañas bolas de color blanco intercaladas con piedras bastante grandes. No sabía lo que tenía pensado hacer, así que agudicé mis sentidos y me puse en guardia, atento a cualquier movimiento. Durante unos segundos, el círculo formado por los objetos que Hardo controlaba fue perfecto, otra prueba más de su gran habilidad con las manos. Entonces, empezó a lanzarme las bolas blancas, las cuales desconocía qué eran. Cuando llegó la primera, le di un golpe con la mano derecha para apartarla de su trayectoria hacia mi cara. Entonces descubrí de qué estaban hechas. Al darle el golpe, la bola estalló dejando una nube blanca alrededor de mi cara. ¡Estaban hechas de harina! Tosí y tuve que cerrar los ojos para evitar que algo me entrar en ellos.
Muy buen movimiento, Hardo. –– pensé.
Aunque mis pensamientos fueron rápidamente interrumpidos por un fuerte golpe. Parecía que una de las grandes piedras que mi alumno estaba usando había impactado contra mi frente, justo entre ceja y ceja. En un primer momento sólo noté el golpe, pero a los pocos instantes un dolor me agarró desde la frente hasta el cuello, pasando por la nuca. Había sido un objeto muy contundente y lanzado con fuerza. Otra bola de harina impactó contra mi, haciendo una nube aún más densa. Sabía que después de ésta venía otra piedra, así que entrelacé mis dedos y, utilizando el poder de mi Akuma no Mi, creé una pantalla para amortiguar los golpes.
–– Gamu Gamu no Tate!
El resto de objetos impactaron contra el escudo que había creado. Después de que los golpes finalizaran, di un salto hacia atrás para salir de la nube de harina que Hardo había conformado alrededor de mi cabeza.
–– Impresionante, Hardo. Muy impresionante. –– concedí a mi rival, pues no me esperaba algo de ese calibre.
Estiré los brazos hacia atrás y luego los lancé contra mi rival, pero sin que impactaran en él. Pasaron a un metro de su cabeza. Me agarré en un árbol que había justo detrás de él y encogí los brazos, haciendo que me moviera a gran velocidad contra Hardo. Entonces, agaché la cabeza para golpear con ella en su estómago.
–– Gamu Gamu no Roketto!
Tras ese ataque, impactara o no, me quedaría a una buena distancia de Hardo para tener tiempo de reacción por su posible contra-ataque.
Muy buen movimiento, Hardo. –– pensé.
Aunque mis pensamientos fueron rápidamente interrumpidos por un fuerte golpe. Parecía que una de las grandes piedras que mi alumno estaba usando había impactado contra mi frente, justo entre ceja y ceja. En un primer momento sólo noté el golpe, pero a los pocos instantes un dolor me agarró desde la frente hasta el cuello, pasando por la nuca. Había sido un objeto muy contundente y lanzado con fuerza. Otra bola de harina impactó contra mi, haciendo una nube aún más densa. Sabía que después de ésta venía otra piedra, así que entrelacé mis dedos y, utilizando el poder de mi Akuma no Mi, creé una pantalla para amortiguar los golpes.
–– Gamu Gamu no Tate!
El resto de objetos impactaron contra el escudo que había creado. Después de que los golpes finalizaran, di un salto hacia atrás para salir de la nube de harina que Hardo había conformado alrededor de mi cabeza.
–– Impresionante, Hardo. Muy impresionante. –– concedí a mi rival, pues no me esperaba algo de ese calibre.
Estiré los brazos hacia atrás y luego los lancé contra mi rival, pero sin que impactaran en él. Pasaron a un metro de su cabeza. Me agarré en un árbol que había justo detrás de él y encogí los brazos, haciendo que me moviera a gran velocidad contra Hardo. Entonces, agaché la cabeza para golpear con ella en su estómago.
–– Gamu Gamu no Roketto!
Tras ese ataque, impactara o no, me quedaría a una buena distancia de Hardo para tener tiempo de reacción por su posible contra-ataque.
- OFF:
- Brutal tu ataque. Me ha encantado, de verdad. Muy bueno y muy bien descrito. Ya me está molando este combate :D
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Vi como Suzaku golpeaba la primera bola de harina y esta se rompía, creando una pequeña nube que lo cegó momentáneamente. Gracias a esto, la primera piedra que había recogido del suelo antes de comenzar mi ataque le dio entre ceja y ceja.
Perfecto. Pensé.
Una segunda bola se rompió y creó una nube un poco más densa. Suzaku debió adivinar cuando llegaba la segunda piedra pues creó una pequeña pantalla de… ¿de qué? para amortiguar los impactos venideros.
Eso ha debido ser su akuma.
Cuando terminé de lanzar todo lo que, hacía un momento, había estado en el aire el antiguo capitán de los barbarubia saltó hacia atrás, quedando fuera de la nube de harina. Tras un pequeño halago por mi ataque, Suzaku echó sus brazos hacia atrás y los lanzó hacia mí. Sin embargo, pasaron a un metro de mi cabeza. En cuanto vi que los brazos no venía dirigidos a mí directamente, supe que algo más se avecinaba. Rodé hacia la derecha, dando una voltereta, de forma que pude esquivar a Suzaku, quien venía a gran velocidad hacia donde yo había estado un instante antes, como si una goma elástica tirase de él. Puesto que había conseguido esquivar el ataque, ahora nos encontrábamos a cierta distancia el uno del otro.
Pues si él hace uso de su poder, yo también haré uso del mío.
- Eso ha estado cerca. Le dije a mi profesor. Pero esta vez no me pillarás tan facilmente.
Comencé a mover los dedos y las manos de forma rara, mientras iba dando volteretas, saltando y haciendo cabriolas hacia donde habían caído las bolas de harina. Mientras me iba acercando de esta forma hacia mis "proyectiles", en mi hatillo algo comenzó a moverse. La parafernalia de los saltos y demás era para llamar la atención y evitar que mi rival viese salir a dos marionetas que había conseguido en la última isla en la que estuve, de unos 45 cm. Decidí no usar ni a Husky, Agnes o Stich, pues les tenía demasiado cariño para involucrarlos en una pelea. Seguramente las marionetas implicadas en el combate acabarían hechas trizas, así que no quise arriesgarme a romperlas. Llegué hasta las bolas y las recogí, recogiendo de nuevo algunas piedras cercanas, sin perder de vista a Suzaku. Situé las marionetas en posición estratégica y recogí con ellas más piedras (no tan grandes, pues las manos de estas eran bastante más pequeñas), pero si lo suficientemente grande para hacer daño. Seguía mostrándome reacio a usar las dagas. Cada vez estaba más seguro que el combate era tan solo para ponerme a prueba, pues de haber querido ya me habría matado.
Clavé la punta de la bota izquierda en el suelo y levanté tierra con la punta de la daga. Tal y como esperaba, la tierra estaba muy húmeda, era casi barro, debido a la gran humedad ambiental.
Perfecto, esto me servirá para después.
El combate no duraría mucho más. Comenzaba a quedarme sin recursos y sabía que no tenía opciones de ganar, pero no me iba a dar por vencido mientras me quedase algún movimiento por hacer o un as bajo la manga.
De nuevo comencé a hacer malabares con las bolas que me quedaban y las piedras recogidas. Esta vez en lugar de hacer los malabares saltando los hice estático para afinar más la puntería. Lancé una bola hacia Suzaku y mientras estaba en el aire, arrojé una daga que impactó con la bola y creó, de nuevo, otra nube de harina al rasgarla. Lancé una bola más a la derecha de Suzaku y otra daga, con la intención de crear una nube un poco más grande. Si se lanzaba a por mí quedaría cegado temporalmente por la harina suspendida. Lancé una de las piedras hacia donde se encontraba mi profesor. Si quería evitar quedar cegado tenía que retroceder, lo que no le salvaría del pedrazo, o girar hacia la izquierda, así que intentado preveer el movimiento del rubio lancé una piedra con una de las marionetas a la izquierda de donde se encontraba.
En cuanto hube realizado los lanzamientos de las bolas y piedras, con mis manos y con la marioneta, comencé a saltar y dar volteretas, con un avance errático hacia todas las direcciones, para que no supiera hacia donde me movería en el siguiente paso, manteniendo estable el circulo malabar, dejándome algún recurso por si me veía sorprendido por un nuevo ataque.
Perfecto. Pensé.
Una segunda bola se rompió y creó una nube un poco más densa. Suzaku debió adivinar cuando llegaba la segunda piedra pues creó una pequeña pantalla de… ¿de qué? para amortiguar los impactos venideros.
Eso ha debido ser su akuma.
Cuando terminé de lanzar todo lo que, hacía un momento, había estado en el aire el antiguo capitán de los barbarubia saltó hacia atrás, quedando fuera de la nube de harina. Tras un pequeño halago por mi ataque, Suzaku echó sus brazos hacia atrás y los lanzó hacia mí. Sin embargo, pasaron a un metro de mi cabeza. En cuanto vi que los brazos no venía dirigidos a mí directamente, supe que algo más se avecinaba. Rodé hacia la derecha, dando una voltereta, de forma que pude esquivar a Suzaku, quien venía a gran velocidad hacia donde yo había estado un instante antes, como si una goma elástica tirase de él. Puesto que había conseguido esquivar el ataque, ahora nos encontrábamos a cierta distancia el uno del otro.
Pues si él hace uso de su poder, yo también haré uso del mío.
- Eso ha estado cerca. Le dije a mi profesor. Pero esta vez no me pillarás tan facilmente.
Comencé a mover los dedos y las manos de forma rara, mientras iba dando volteretas, saltando y haciendo cabriolas hacia donde habían caído las bolas de harina. Mientras me iba acercando de esta forma hacia mis "proyectiles", en mi hatillo algo comenzó a moverse. La parafernalia de los saltos y demás era para llamar la atención y evitar que mi rival viese salir a dos marionetas que había conseguido en la última isla en la que estuve, de unos 45 cm. Decidí no usar ni a Husky, Agnes o Stich, pues les tenía demasiado cariño para involucrarlos en una pelea. Seguramente las marionetas implicadas en el combate acabarían hechas trizas, así que no quise arriesgarme a romperlas. Llegué hasta las bolas y las recogí, recogiendo de nuevo algunas piedras cercanas, sin perder de vista a Suzaku. Situé las marionetas en posición estratégica y recogí con ellas más piedras (no tan grandes, pues las manos de estas eran bastante más pequeñas), pero si lo suficientemente grande para hacer daño. Seguía mostrándome reacio a usar las dagas. Cada vez estaba más seguro que el combate era tan solo para ponerme a prueba, pues de haber querido ya me habría matado.
Clavé la punta de la bota izquierda en el suelo y levanté tierra con la punta de la daga. Tal y como esperaba, la tierra estaba muy húmeda, era casi barro, debido a la gran humedad ambiental.
Perfecto, esto me servirá para después.
El combate no duraría mucho más. Comenzaba a quedarme sin recursos y sabía que no tenía opciones de ganar, pero no me iba a dar por vencido mientras me quedase algún movimiento por hacer o un as bajo la manga.
De nuevo comencé a hacer malabares con las bolas que me quedaban y las piedras recogidas. Esta vez en lugar de hacer los malabares saltando los hice estático para afinar más la puntería. Lancé una bola hacia Suzaku y mientras estaba en el aire, arrojé una daga que impactó con la bola y creó, de nuevo, otra nube de harina al rasgarla. Lancé una bola más a la derecha de Suzaku y otra daga, con la intención de crear una nube un poco más grande. Si se lanzaba a por mí quedaría cegado temporalmente por la harina suspendida. Lancé una de las piedras hacia donde se encontraba mi profesor. Si quería evitar quedar cegado tenía que retroceder, lo que no le salvaría del pedrazo, o girar hacia la izquierda, así que intentado preveer el movimiento del rubio lancé una piedra con una de las marionetas a la izquierda de donde se encontraba.
En cuanto hube realizado los lanzamientos de las bolas y piedras, con mis manos y con la marioneta, comencé a saltar y dar volteretas, con un avance errático hacia todas las direcciones, para que no supiera hacia donde me movería en el siguiente paso, manteniendo estable el circulo malabar, dejándome algún recurso por si me veía sorprendido por un nuevo ataque.
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El combate estaba siendo muy interesante. Mi rival había comenzado a saltar hacia todos lados como si estuviera loco, aunque la verdad es que sabía que aquellos movimientos tan extraños tan sólo tenían la finalidad de intentar confundirme y hacer algo que yo no viera. El problema era saber el qué. No me esforcé en averiguarlo, pues sería el tiempo quien diera la respuesta. De esta forma, tan sólo me quede en guardia mientras iba lanzando bolas de harina hacia mí que explotaban en el aire debido a que el propio Hardo las pinchaba con dagas. Sabía que esta vez, a parte de las piedras, vendría algo más. No me quise arriesgar, pues mi alumno no era tan débil como había parecido en primera estancia. Miré hacia arriba donde no había ninguna nube de harina.
— Gamu Gamu no Fuusen!
Me llené de aire. Todos los ataques de Hardo impactaron contra mi barriga, rebotando. Mi cuerpo tendría un diámetro de unos cinco o seis metros. Era como un globo gigante, por lo que todo ataque físico rebotaba contra mí. Cuando supe que los ataques de mi rival habían finalizado, solté todo el aire que tenía dentro, despejando las nubes de harina. Hardo no paraba de saltar de un lado a otro, probablemente intentando confundirme para que me resultara más complicado acertarle con un ataque. La verdad es que no serviría de nada. Eché los brazos hacia atrás y comencé a soltar puñetazos en un gran área en la que Hardo era el centro.
— Gamu Gamu no Gatoringu!
De esta manera, ciento de puñetazos a una gran velocidad volaron hacia él. Debido al gran área que estaba ocupando con mi ataque era casi imposible que algunos puñetazos no impactaran. Después de unos segundos con el ataque, recogí los brazos y me volví a colocar en posición defensiva. No quedaba mucho de combate y tampoco tenía intención de llegar hasta el final. Sólo quería saber hasta dónde llegaban las habilidades de mi rival.
El chaval es bueno. Será un gran alumno. — pensé.
— Gamu Gamu no Fuusen!
Me llené de aire. Todos los ataques de Hardo impactaron contra mi barriga, rebotando. Mi cuerpo tendría un diámetro de unos cinco o seis metros. Era como un globo gigante, por lo que todo ataque físico rebotaba contra mí. Cuando supe que los ataques de mi rival habían finalizado, solté todo el aire que tenía dentro, despejando las nubes de harina. Hardo no paraba de saltar de un lado a otro, probablemente intentando confundirme para que me resultara más complicado acertarle con un ataque. La verdad es que no serviría de nada. Eché los brazos hacia atrás y comencé a soltar puñetazos en un gran área en la que Hardo era el centro.
— Gamu Gamu no Gatoringu!
De esta manera, ciento de puñetazos a una gran velocidad volaron hacia él. Debido al gran área que estaba ocupando con mi ataque era casi imposible que algunos puñetazos no impactaran. Después de unos segundos con el ataque, recogí los brazos y me volví a colocar en posición defensiva. No quedaba mucho de combate y tampoco tenía intención de llegar hasta el final. Sólo quería saber hasta dónde llegaban las habilidades de mi rival.
El chaval es bueno. Será un gran alumno. — pensé.
- OFF:
- Muy buena forma de atacar y de explicar algunas de las posibles defensas de tu rival. De esa forma, explicas que si hace X le pasará Y. Esto es un arma de doble filo, pues obligas a tu rival a tomar otra defensa, pero también le explicas el problema de algunas defensas y puede que, sin tu explicación, hubiera caído en alguna de esas trampas que explicas. No es mala idea hacerlo, pero hazlo con cuidado.
También me ha gustado mucho lo de “esto me valdrá para luego”. Así haces pensar a tu rival y te guardas un as bajo la manga. Muy buena esa.
Sigue dando caña así. Se te da bien esto del bélico :)
Hardo
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Suzaku saltó hacia arriba y se hinchó como si fuese un globo.
¿Pero qué coño es eso?
Las 3 piedras que lancé fueron a parar a su enorme barriga. Vi claramente como impactaban contra él y se hundían un poco en su cuerpo, pero sin hacerle daño.
¿De qué mierda está hecho? Parece que de goma elástica o algo así.
Las piedras cayeron sin más. En el momento que la última piedra golpeó a mi profesor, este soltó todo el aire que había cogido y lo expulsó, volviendo a su forma original. Mi nube de harina de deshizo en un instante. Debí suponer que la misma estrategia no tendría efecto dos veces seguidas, pero bueno, no perdía nada por intentarlo.
Nada más regresar a su forma original, volvió a echar los brazos hacia atrás. Supe que algo malo se avecinaba, muy malo. En un abrir y cerrar de ojos, cientos de puños se dirigían hacia mí. Continué saltando de un lado para otro para evitar que pudiera golpearme directamente, pero de poco sirvió. Pude esquivar el primer golpe gracias a un salto mortal hacia adelante. No bien había dado la vuelta al completo cuando un puño golpeó mi nariz lanzándome hacia atrás. En el aire recibí unos cuantos golpes más antes de caer. Sentí como si un techo se derrumbase sobre mí, siendo golpeado sin opción de escapar. Por suerte, los golpes consiguieron sacarme de la zona de los impactos. Aquel tipo era realmente fuerte y había conseguido desplazarme unas decenas de metros de dónde me encontraba originalmente a base de puñetazos, sin poner demasiado empeño en ello. Me quedé tendido en el suelo, sintiendo los golpes por todo el cuerpo todavía. Supe que había cesado la ráfaga de golpes porque ya no escuchaba los impactos contra el suelo.
De pronto fui consciente que una de las marionetas había sido destrozada, tal y como había previsto, pero aún quedaba una intacta. Menos mal que no había decidido atacar con las dos al mismo tiempo. Me incorporé como pude, sintiéndome dolorido hasta la punta del pelo. La nariz me sangraba por el primer golpe recibido y probablemente tendría algún hueso más roto. Después del combate lo comprobaría. Me planteé dar por finalizado el combate, pero no quería rendirme sin intentarlo todo. Quizás tendría que haber recurrido a esto antes, pero no me esperaba semejante paliza en un momento.
¡Tonto! Sabiendo a quién tienes delante, tendría que haber sido lo primero que hicieses si no querías que esto pasase. En fin… he probado suerte y no ha salido bien.
Todavía a medio incorporar, comencé a mover la marioneta, que salió corriendo de su escondite. No me gustaba lo que iba a hacer, pero aumentaría las posibilidades de éxito. Recurrí a mis preciadas marionetas Husky, Agnes y Stich. Moviendo las cuatro a la vez, hice que Agnes y Stich recogiesen un poco de tierra del suelo, que como había comprobado antes era más bien barro, y corriesen a pegarlo en el tronco de un gran árbol. Con Husky y la marioneta sobreviviente al ataque, hice otra pequeña bola de barro y pegué una pierna de la marioneta destrozada y un palo que había por el suelo a la bola. No tenía tiempo de ponerme a buscar todas las extremidades. Al juntar las extremidades a la bola, noté de nuevo una pequeña presencia en mi interior. Como bien sabía, era capaz de crear algunas marionetas muy simples con los elementos del entorno, gracias al manual de señuelos, que explicaba cómo crear trampas sencillas, las cuales podía utilizar como marionetas. Hice correr a, la recién improvisada, marioneta hacia el árbol en el cual había pegado un poco de barro con Agnes y Stich, quiénes ya había mandado de vuelta al hatillo, mientras yo me acercaba a él todo lo deprisa que mis doloridas extremidades me permitían. No conseguí avanzar más de unos pocos metros. En el momento que la bola de barro coja impactó contra el barro del árbol, pude notar como la pequeña presencia en mi interior crecía hasta hacerse casi incontrolable. Por suerte, pude controlar esa nueva presencia, no sin un gran esfuerzo. Debido a las heridas del combate y a la fuerza de mi nuevo aliado, caí de bruces. Había conseguido crear una marioneta gigante utilizando el árbol y la marioneta más pequeña. No me servía para atacar, pero sí para defenderme. Hice bajar una rama, a la que me agarré y la devolví a su posición original. Si no llega a ser por las larguísimas proyecciones del tronco de los árboles de esa selva, no habría podido llegar en mi estado.
Hice que Husky volviese al hatillo, junto con Agnes y Stich antes de que les pudiera pasar algo, ya habían corrido más riesgo del que había pensado en un principio, y dejé a la nueva marioneta escondida, aunque bien sabía que poco más podría hacer ya.
Probé hasta qué punto tenía el control de semejante bicho, pues como bien sabía en ocasiones las marionetas más grandes y pesadas no terminaban de obedecer en todo momento de forma inmediata. Comprobé que era más o menos aceptable, podía mover el 75% de las ramas. Además de para comprobar mi nivel de control, también me serviría para intimidar a mi rival.
No está mal para no haber tenido tiempo de compenetración.
- Como puedes ver, yo también soy usuario. Puedo controlar marionetas a mi voluntad y gracias a un pequeño truco, improvisar algunas también. No creo que seas capaz de poder atacarme de nuevo sin derribar el árbol entero, lo que provocaría más derrumbamientos en cadena.
Esperaba que le tuviera cariño a aquella zona y se estuviese quieto, de lo contrario, entre los golpes, la caída desde donde estaba y las heridas que me ocasionaría el nuevo ataque y las ya recibidas, poco podría hacer.
Con esto daba por finalizado el combate, o decidía dejarlo así para no dañar el lugar o decidía tirar el árbol conmigo arriba. Yo, por mi parte, ya había hecho todo lo que podía.
¿Pero qué coño es eso?
Las 3 piedras que lancé fueron a parar a su enorme barriga. Vi claramente como impactaban contra él y se hundían un poco en su cuerpo, pero sin hacerle daño.
¿De qué mierda está hecho? Parece que de goma elástica o algo así.
Las piedras cayeron sin más. En el momento que la última piedra golpeó a mi profesor, este soltó todo el aire que había cogido y lo expulsó, volviendo a su forma original. Mi nube de harina de deshizo en un instante. Debí suponer que la misma estrategia no tendría efecto dos veces seguidas, pero bueno, no perdía nada por intentarlo.
Nada más regresar a su forma original, volvió a echar los brazos hacia atrás. Supe que algo malo se avecinaba, muy malo. En un abrir y cerrar de ojos, cientos de puños se dirigían hacia mí. Continué saltando de un lado para otro para evitar que pudiera golpearme directamente, pero de poco sirvió. Pude esquivar el primer golpe gracias a un salto mortal hacia adelante. No bien había dado la vuelta al completo cuando un puño golpeó mi nariz lanzándome hacia atrás. En el aire recibí unos cuantos golpes más antes de caer. Sentí como si un techo se derrumbase sobre mí, siendo golpeado sin opción de escapar. Por suerte, los golpes consiguieron sacarme de la zona de los impactos. Aquel tipo era realmente fuerte y había conseguido desplazarme unas decenas de metros de dónde me encontraba originalmente a base de puñetazos, sin poner demasiado empeño en ello. Me quedé tendido en el suelo, sintiendo los golpes por todo el cuerpo todavía. Supe que había cesado la ráfaga de golpes porque ya no escuchaba los impactos contra el suelo.
De pronto fui consciente que una de las marionetas había sido destrozada, tal y como había previsto, pero aún quedaba una intacta. Menos mal que no había decidido atacar con las dos al mismo tiempo. Me incorporé como pude, sintiéndome dolorido hasta la punta del pelo. La nariz me sangraba por el primer golpe recibido y probablemente tendría algún hueso más roto. Después del combate lo comprobaría. Me planteé dar por finalizado el combate, pero no quería rendirme sin intentarlo todo. Quizás tendría que haber recurrido a esto antes, pero no me esperaba semejante paliza en un momento.
¡Tonto! Sabiendo a quién tienes delante, tendría que haber sido lo primero que hicieses si no querías que esto pasase. En fin… he probado suerte y no ha salido bien.
Todavía a medio incorporar, comencé a mover la marioneta, que salió corriendo de su escondite. No me gustaba lo que iba a hacer, pero aumentaría las posibilidades de éxito. Recurrí a mis preciadas marionetas Husky, Agnes y Stich. Moviendo las cuatro a la vez, hice que Agnes y Stich recogiesen un poco de tierra del suelo, que como había comprobado antes era más bien barro, y corriesen a pegarlo en el tronco de un gran árbol. Con Husky y la marioneta sobreviviente al ataque, hice otra pequeña bola de barro y pegué una pierna de la marioneta destrozada y un palo que había por el suelo a la bola. No tenía tiempo de ponerme a buscar todas las extremidades. Al juntar las extremidades a la bola, noté de nuevo una pequeña presencia en mi interior. Como bien sabía, era capaz de crear algunas marionetas muy simples con los elementos del entorno, gracias al manual de señuelos, que explicaba cómo crear trampas sencillas, las cuales podía utilizar como marionetas. Hice correr a, la recién improvisada, marioneta hacia el árbol en el cual había pegado un poco de barro con Agnes y Stich, quiénes ya había mandado de vuelta al hatillo, mientras yo me acercaba a él todo lo deprisa que mis doloridas extremidades me permitían. No conseguí avanzar más de unos pocos metros. En el momento que la bola de barro coja impactó contra el barro del árbol, pude notar como la pequeña presencia en mi interior crecía hasta hacerse casi incontrolable. Por suerte, pude controlar esa nueva presencia, no sin un gran esfuerzo. Debido a las heridas del combate y a la fuerza de mi nuevo aliado, caí de bruces. Había conseguido crear una marioneta gigante utilizando el árbol y la marioneta más pequeña. No me servía para atacar, pero sí para defenderme. Hice bajar una rama, a la que me agarré y la devolví a su posición original. Si no llega a ser por las larguísimas proyecciones del tronco de los árboles de esa selva, no habría podido llegar en mi estado.
Hice que Husky volviese al hatillo, junto con Agnes y Stich antes de que les pudiera pasar algo, ya habían corrido más riesgo del que había pensado en un principio, y dejé a la nueva marioneta escondida, aunque bien sabía que poco más podría hacer ya.
Probé hasta qué punto tenía el control de semejante bicho, pues como bien sabía en ocasiones las marionetas más grandes y pesadas no terminaban de obedecer en todo momento de forma inmediata. Comprobé que era más o menos aceptable, podía mover el 75% de las ramas. Además de para comprobar mi nivel de control, también me serviría para intimidar a mi rival.
No está mal para no haber tenido tiempo de compenetración.
- Como puedes ver, yo también soy usuario. Puedo controlar marionetas a mi voluntad y gracias a un pequeño truco, improvisar algunas también. No creo que seas capaz de poder atacarme de nuevo sin derribar el árbol entero, lo que provocaría más derrumbamientos en cadena.
Esperaba que le tuviera cariño a aquella zona y se estuviese quieto, de lo contrario, entre los golpes, la caída desde donde estaba y las heridas que me ocasionaría el nuevo ataque y las ya recibidas, poco podría hacer.
Con esto daba por finalizado el combate, o decidía dejarlo así para no dañar el lugar o decidía tirar el árbol conmigo arriba. Yo, por mi parte, ya había hecho todo lo que podía.
- OFF:
- La verdad es que no se si me he excedido y tendría que haberme quedado tirado en el suelo. Aunque me ha parecido lógico el hecho de que me hayas sacado del área de los golpes a base de puñetazos, por lo que he podido "esquivar" una parte del ataque. Espero tu opinión.
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Después de mi ataque y de todas las preparaciones que mi alumno hizo para fabricar una barricada, me quedé inmóvil en el lugar en el que me encontraba, sonriendo. Alcé la mano derecha con la palma extendida hacia fuera.
— El combate ha finalizado.
Hice un gesto con la mano derecha y unos diez babuinos aparecieron de la nada, recogieron las marionetas que habían quedado dañadas y se las llevaron. Yo me acerqué corriendo hacia donde estaba Hardo, detrás de la barricada improvisada que había creado. Imbuí mis brazos en Haki Armadura y aparté el árbol con cuidado para no provocar más derrumbamientos. Miré a Hardo a los ojos.
— Tranquilo, soy médico. Te curaré. — dije, agarrando y sujetando la cabeza de Hardo para mantenerla en alto. — Buen combate, amigo mío. Y no te preocupes por tus marionetas. Mis babuinos las arreglarán antes que yo a ti.
Lo levanté y me lo llevé en brazos hacia mi casa, en las ruinas centrales de la isla. Una vez llegamos allí, lo puse en la camilla de mi sala de operaciones. Tenía todo lo necesario para curar a mi alumno. La verdad es que las heridas no eran demasiado graves, pero sí muy aparatosas: un hombro dislocado, un par de costillas rotas y hematomas por todo el cuerpo. Le puse anestesia y comencé la curación. A penas estuve una hora curando todo lo que le había hecho. Mientras lo hacía, supe que me había excedido en el uso de mis habilidades. Me arrepentí de ello. Acabé mi trabajo y justo llegaron los babuinos con las marionetas de mi alumno reparadas. Les sonreí y les di algo de comida. Era una fruta que yo mismo cultivaba y que les encantaba. Me senté cerca de Hardo a esperar que se despertara. Durante la espera, me quedé dormido. En mi cabeza sólo había un pensamiento: había querido forzar a Hardo al límite, había aguantado la presión y se había defendido de una manera sublime. Aquel era un gran luchador, y se convertiría en alguien conocido en todo el mundo.
— El combate ha finalizado.
Hice un gesto con la mano derecha y unos diez babuinos aparecieron de la nada, recogieron las marionetas que habían quedado dañadas y se las llevaron. Yo me acerqué corriendo hacia donde estaba Hardo, detrás de la barricada improvisada que había creado. Imbuí mis brazos en Haki Armadura y aparté el árbol con cuidado para no provocar más derrumbamientos. Miré a Hardo a los ojos.
— Tranquilo, soy médico. Te curaré. — dije, agarrando y sujetando la cabeza de Hardo para mantenerla en alto. — Buen combate, amigo mío. Y no te preocupes por tus marionetas. Mis babuinos las arreglarán antes que yo a ti.
Lo levanté y me lo llevé en brazos hacia mi casa, en las ruinas centrales de la isla. Una vez llegamos allí, lo puse en la camilla de mi sala de operaciones. Tenía todo lo necesario para curar a mi alumno. La verdad es que las heridas no eran demasiado graves, pero sí muy aparatosas: un hombro dislocado, un par de costillas rotas y hematomas por todo el cuerpo. Le puse anestesia y comencé la curación. A penas estuve una hora curando todo lo que le había hecho. Mientras lo hacía, supe que me había excedido en el uso de mis habilidades. Me arrepentí de ello. Acabé mi trabajo y justo llegaron los babuinos con las marionetas de mi alumno reparadas. Les sonreí y les di algo de comida. Era una fruta que yo mismo cultivaba y que les encantaba. Me senté cerca de Hardo a esperar que se despertara. Durante la espera, me quedé dormido. En mi cabeza sólo había un pensamiento: había querido forzar a Hardo al límite, había aguantado la presión y se había defendido de una manera sublime. Aquel era un gran luchador, y se convertiría en alguien conocido en todo el mundo.
- OFF:
- No no, tú lo has hecho perfecto. Yo me he pasado un poco, sorry. Quería ponerte al límite y has respondo de p*** madre. Acabemos el rol en escénico y entreguemos :) Muy bien amigo mío. Muy buen tema ^^
Hardo
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En cuanto escuché que había terminado el combate liberé toda la tensión acumulada durante el combate. Dejé de aferrarme a ese instinto que te hace continuar a pesar de estar exhausto y me desplomé en la rama, apoyando la espalda en el tronco. De repente comencé a sentir más todavía los golpes recibidos en la pelea, como si antes tan solo fuese un ruido de fondo que conseguía ignorar pero que ahora se hacía muy patente.
Al momento llegó Suzaku y me dijo que era médico, me cogió en brazos y me llevó a su sala de operaciones. Allí me tendió en una camilla y comenzó con la exploración. Al parecer tenía un hombro dislocado, un par de costillas rotas y mil golpes por lo que me quedaba de superficie corporal, me puso anestesia y me dormí.
Podría decir que en el tiempo que estuve durmiendo soñé con que esquivaba el último ataque de Suzaku y le plantaba cara durante un rato más o que era el mejor cuentacuentos del mundo, incluso que había recorrido toda mi vida de isla a otra, hasta llegar a conocer a mi mujer ideal y que en la actualidad tenía una familia y una biblioteca enorme donde se encontraban todas las historias, cuentos y leyendas del mundo junto con una precisa descripción de todas las especies animales y vegetales conocidas, pero mentiría. La verdad es que no recuerdo absolutamente nada de lo que soñé. La anestesia hizo muy bien su trabajo.
Poco antes de despertar completamente, oía algunos ruidos aunque no llegaba a procesarlos del todo. Parecían sonidos selváticos: graznidos de aves, algún rugido lejano, el rozar de las ramas de los árboles al ser movidas por el viento…
Abrí los ojos y lo primero que vi fue un techo blanco, hecho de piedra.
¿Dónde estoy? ¡AAH!
Intenté incorporarme, pero nada más realizar un movimiento un dolor punzante me recorrió el pecho. Levanté con cuidado la cabeza y me vi con vendas en el hombro y tórax. Sentía la nariz caliente e hinchada. Empecé a recordar lo sucedido.
Llegué a la isla Shakkin para entrenarme con Suzaku, mi profesor. Después de recorrer parte de la isla, un tipo rubio me amenazó de forma bastante agresiva y un mono me golpeó en la cabeza con una piedra, ¿en serio ha pasado eso? En fin… Cuando desperté apareció Suzaku que era un tipo encapuchado de 2.5m de alto pero… No, el tipo encapuchado resultó ser tres babuinos encima de un jaguar y el tipo rubio era el verdadero Suzaku. Después empecé a pelear contra él y… Y me dio una paliza de espanto.
Me incorporé lentamente, con cuidado de no hacerme más daño con un movimiento. Me senté en la camilla y recorrí la sala con la mirada. No me resultaba nada familiar.
- ¿Y qué esperabas si es la primera vez que estás aquí? Me dije a mi mismo en voz baja.
En una esquina de la sala vi mi hatillo y al lado, la marioneta que había sido destrozada estaba totalmente reparada.
Espero que Agnes, Husky y Stich estén bien…
Al terminar de inspeccionar la sala, pude ver a Suzaku sentado en una silla cerca de mi camilla, suponía que, esperando a que me despertase.
Al momento llegó Suzaku y me dijo que era médico, me cogió en brazos y me llevó a su sala de operaciones. Allí me tendió en una camilla y comenzó con la exploración. Al parecer tenía un hombro dislocado, un par de costillas rotas y mil golpes por lo que me quedaba de superficie corporal, me puso anestesia y me dormí.
Podría decir que en el tiempo que estuve durmiendo soñé con que esquivaba el último ataque de Suzaku y le plantaba cara durante un rato más o que era el mejor cuentacuentos del mundo, incluso que había recorrido toda mi vida de isla a otra, hasta llegar a conocer a mi mujer ideal y que en la actualidad tenía una familia y una biblioteca enorme donde se encontraban todas las historias, cuentos y leyendas del mundo junto con una precisa descripción de todas las especies animales y vegetales conocidas, pero mentiría. La verdad es que no recuerdo absolutamente nada de lo que soñé. La anestesia hizo muy bien su trabajo.
Poco antes de despertar completamente, oía algunos ruidos aunque no llegaba a procesarlos del todo. Parecían sonidos selváticos: graznidos de aves, algún rugido lejano, el rozar de las ramas de los árboles al ser movidas por el viento…
Abrí los ojos y lo primero que vi fue un techo blanco, hecho de piedra.
¿Dónde estoy? ¡AAH!
Intenté incorporarme, pero nada más realizar un movimiento un dolor punzante me recorrió el pecho. Levanté con cuidado la cabeza y me vi con vendas en el hombro y tórax. Sentía la nariz caliente e hinchada. Empecé a recordar lo sucedido.
Llegué a la isla Shakkin para entrenarme con Suzaku, mi profesor. Después de recorrer parte de la isla, un tipo rubio me amenazó de forma bastante agresiva y un mono me golpeó en la cabeza con una piedra, ¿en serio ha pasado eso? En fin… Cuando desperté apareció Suzaku que era un tipo encapuchado de 2.5m de alto pero… No, el tipo encapuchado resultó ser tres babuinos encima de un jaguar y el tipo rubio era el verdadero Suzaku. Después empecé a pelear contra él y… Y me dio una paliza de espanto.
Me incorporé lentamente, con cuidado de no hacerme más daño con un movimiento. Me senté en la camilla y recorrí la sala con la mirada. No me resultaba nada familiar.
- ¿Y qué esperabas si es la primera vez que estás aquí? Me dije a mi mismo en voz baja.
En una esquina de la sala vi mi hatillo y al lado, la marioneta que había sido destrozada estaba totalmente reparada.
Espero que Agnes, Husky y Stich estén bien…
Al terminar de inspeccionar la sala, pude ver a Suzaku sentado en una silla cerca de mi camilla, suponía que, esperando a que me despertase.
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Pasaron unas horas en las que estuve total y profundamente dormido. No notaba nada de lo que pasaba a mi alrededor. Tanto fue así que ni si quiera noté cuando Hardo gritó encima de la mesa de operaciones. Unos minutos después de aquello, me desperté. Vi a Hardo encima de la camilla, mirando a todas partes intentando averiguar dónde estaba o cómo había acabado allí. En mi cara se dibujó una sonrisa que denotaba protección, tal y como sonríe una madre a su hijo. Me levanté de mi improvisado lecho y me acerqué a mi alumno.
— ¿Cómo te encuentras? — le pregunté mientras comprobaba el gotero.
Parecía algo dolorido, y las vendas y gasas que le había puesto por casi todo el cuerpo no ayudaban a mejorar su imagen. Le miré a los ojos y recordé todo lo que había pasado. Sabía que me había excedido en el combate y me arrepentía de ello. Mi cara denotó cierta preocupación mezclada con tristeza. Bajé la mirada hasta su pecho para comprobar el estado de sus costillas. Parecían arregladas, pero necesitaría un tiempo de reposo absoluto para recuperarse totalmente. Volví a mirar a Hardo.
— Quería pedirte perdón por lo de antes. — comencé. — Me excedí en el combate. Era el primero desde hacía mucho tiempo y no controlé mi fuerza. Lo siento. Aún así, peleaste muy bien. Me gustaron tus movimientos.
Sonreí mientras le decía aquello. La verdad es que no eran palabras de ánimo o para quedar bien. Creía realmente que mi alumno había luchado bien y con valentía y fuerza. Era alguien muy interesante con un gran potencial. Tal vez algún día tendría que pelear contra él con todas mis fuerzas por llegar a convertirme en el Rey de los Piratas. Me dirigí hacia la puerta para dejar descansar a Hardo. Miré por la ventana. La verdad es que aquel pequeño me recordaba a mi mismo cuando comencé mi viaje: unas ganas increíbles de ser reconocido por mis hazañas. Cuando iba a salir, apoyé la mano en el marco de la puerta. Giré la cabeza y miré a mi alumno.
— Por cierto, tus marionetas están en perfectas condiciones. Mis babuinos las han acabado de arreglar hace un rato. Han quedado perfectas. — dije, para acabar con una sonrisa.
Me atusé la barba y salí de la sala.
Sí, alguien muy interesante… — pensé.
— ¿Cómo te encuentras? — le pregunté mientras comprobaba el gotero.
Parecía algo dolorido, y las vendas y gasas que le había puesto por casi todo el cuerpo no ayudaban a mejorar su imagen. Le miré a los ojos y recordé todo lo que había pasado. Sabía que me había excedido en el combate y me arrepentía de ello. Mi cara denotó cierta preocupación mezclada con tristeza. Bajé la mirada hasta su pecho para comprobar el estado de sus costillas. Parecían arregladas, pero necesitaría un tiempo de reposo absoluto para recuperarse totalmente. Volví a mirar a Hardo.
— Quería pedirte perdón por lo de antes. — comencé. — Me excedí en el combate. Era el primero desde hacía mucho tiempo y no controlé mi fuerza. Lo siento. Aún así, peleaste muy bien. Me gustaron tus movimientos.
Sonreí mientras le decía aquello. La verdad es que no eran palabras de ánimo o para quedar bien. Creía realmente que mi alumno había luchado bien y con valentía y fuerza. Era alguien muy interesante con un gran potencial. Tal vez algún día tendría que pelear contra él con todas mis fuerzas por llegar a convertirme en el Rey de los Piratas. Me dirigí hacia la puerta para dejar descansar a Hardo. Miré por la ventana. La verdad es que aquel pequeño me recordaba a mi mismo cuando comencé mi viaje: unas ganas increíbles de ser reconocido por mis hazañas. Cuando iba a salir, apoyé la mano en el marco de la puerta. Giré la cabeza y miré a mi alumno.
— Por cierto, tus marionetas están en perfectas condiciones. Mis babuinos las han acabado de arreglar hace un rato. Han quedado perfectas. — dije, para acabar con una sonrisa.
Me atusé la barba y salí de la sala.
Sí, alguien muy interesante… — pensé.
- OFF:
- Creo que en tu post te ha faltado explicar un poco más como te sentías. No sólo en el aspecto físico, sino más en el psicológico. Por lo demás, perfecto. Por mi dejamos el rol ya con este post mío, entregamos, y luego si eso comenzamos con otro, u otro día, como veamos. Un placer rolear contigo Hardo. Me ha gustado mucho :)
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