Xiba Jundo

Xiba. Esta persona es bastante especial, simplemente por el hecho de que no debería de existir. Xiba es el fruto de un amor prohibido. Kilik, el padre biológico de Xiba era uno de los jóvenes aprendices del Templo De Los Monjes, un lugar alejado de la mano de dios en el que los habitantes se encuentran aislados para poder llegar a la máxima concentración entrenando habilidades y sobretodo la purificación del alma. Sin embargo, una noche la Semilla Del Mal corrompió el equilibrio del templo junto a la mayoría de sus integrantes, entre ellos Kilik. La semilla del mal era una organización que quería destruir todos los Templos De Los Monjes situados uno en cada uno de los cuatro mares, en Grand Line y finalmente otro en El Nuevo Mundo. El Templo De Los Monjes era un lugar que estaba aislado de todo y no tenían casi ningún conocimiento del exterior de las fronteras de la isla en la que se encuentra situado. Pocas noticias llegan desde los exteriores dado que los periódicos en particular a lo largo de los años se han ido olvidando de pasar por aquellos lugares marcados por “Dios”. La única manera de obtener información es que cada cierto tiempo alguno de los monjes más capacitados salga a informarse. A parte de ello hay monjes que tienen como finalidad salir de la isla para realizar ciertas misiones, misiones para el bien del templo y para poder obtener la divinidad.
La finalidad de cada uno de los templos es poder encontrar los factores clave para obtener una vida plena y buena. Obtener algo que les llegué a la liberación, no vivir sometidos, ser libres. Aunque esto suene algo hipócrita dado que están “encerrados” en sus respectivas islas y no mantienen contacto fuera, no es así dado que fueron los mismos aldeanos quienes decidieron esto para que las maldades de “los impuros” no les afectaran en su camino a la libertad. Dichos factores para obtener “la divinidad” serían los siguientes: Miedo, Culpa, Vergüenza, Dolor, Mentira, Ilusión, Ataduras Terrenales. Esos son los siete puntos que nos impiden poder llevar una pura. Para ello cada uno de los siete templos esparcidos por todo este vasto mundo se encargarán de hacer fluir una sensación y hacer que desaparezcan estos sentimientos. Claramente como uno podrá saber, para poder ser una persona que plenamente esté “liberada” deberá pasar por todos los templos, y siempre cada ciertos años cuando todos los que están preparados para irse aceptan, son llevados hasta otro templo, normalmente, al más cercano.
El templo del que vamos a hablar más concretamente, y de dónde es Xiba procedente, es del templo que intenta eliminar el obstáculo del Dolor. Se dice que la fuente de ese poder proviene del corazón y por ello se necesitan muchos años para poder eliminar dicha discapacidad. Se dice que fluye la cura a través del amor.
Sin embargo los templos no sólo enseñaban a conquistar los obstáculos que tienen para la purificación, si no que en base a ello practican distintas artes de entrenamiento físico y mental. Ya sean artes marciales, artes con la espada, conocimientos del mundo… Entre otros. Pero muchos preferían practicar artes, que aunque sirven para la lucha nunca se han pensado para la misma.
El templo era toda la isla en sí. Al tener muchos años de antigüedad y hasta el evento de La Semilla De La Maldad nunca ha habido ninguna batalla tan grande como para haber destrozos, los materiales seguían siendo a día de hoy, un mármol antiguo que ya no se puede encontrar. Las casas, los edificios en sí. No podía haber nuevas construcciones debido a que no querían cambiar la armonía del lugar. Todo se heredaba. Los bloques de mármol variaban de color, algunos tenían un color grisáceo, otros en cambio un color beis… La fauna era bastante diversa, puesto que la isla disponía desde sus inicios de un gran bosque que nunca fue arrebatado a sus dueños, los animales. No había nada en especial, un bosque normal, aunque más que animales de bosque, parecían de una selva. Monos, panteras, osos…

La Semilla Del Mal es una organización del Gobierno en la que estaba compuesta por personas bastante peligrosas, cada una era considerada una persona prodigio dentro de cada uno de sus campos. A simple vista parece que no suponen una gran amenaza éstos templos, sin embargo sí que hay una. Estos templos llevan existiendo milenios, muchísimo tiempo intentando que cada año pudieran mejorar sus formas de vida los aldeanos. Por lo cual eso quiere decir que los templos estuvieron al tanto de la historia del tiempo vacío, los años de los que en la actualidad nadie sabe nada y tan sólo nos quedan ruinas y textos antiguos los cuales están prohibidos leer. Y aunque los templos no hayan tenido los conocimientos totales de lo sucedido esos años, seguramente sepan lo más básico. En los templos nada se olvida, todo está escrito.
Por ello se creó éste grupo especial. Su misión es simple, tienen que encontrar los escondidos templos y acabar con todas las relevancias sobre el tiempo vacío que tengan. Ya sea matando a las personas que sepan, o destruyendo objetos. El caso es que este grupo consiguió encontrar y llegar a la isla donde se encontraba nuestro templo protagonista. Y claramente, acabaron con todo lo que pudieron sin siquiera preguntar.
Los monjes no mataban, no tenían el derecho de arrebatarles algo tan valioso a otros. Aunque siempre hay excepciones, siempre y a menos que sea completamente necesario, está prohibido matar. Pues matar, podría acarrear a hacer más fuerte uno de los obstáculos, la Culpa. Por ello la pena y el castigo de matar caen sobre la misma persona. Pero aún así, poco pudieron hacer los monjes que vieron como sus compañeros morían uno a uno.
Esto hizo que todos sintieran un gran odio hacia sus semejantes y que tuvieran grandes ganas de matar. Kilik, como muchos otros, había matado a varias personas pertenecientes a la organización. Lo peor de todo, es que algunos de sus compañeros vieron en él algo extraño, algo en su rostro que no se tenía que ver. El Maestro del templo lo vio claro, a Kilik le gustó aquella matanza realizada por él. Al darse cuenta de lo que había hecho y haber vuelto a la cordura que había perdido, decidió abandonar el templo para poder purificar de nuevo su ser. Lo que ignoraba es que la Semilla Del Mal nunca dejó a esos cuerpos que corrompió. Eso quiere decir, que la desgracia fue tal y tan grande, que los que se consumieron en el odio y la Culpa nunca podrían obtener el premio divino de ser libres, porque esas sensaciones jamás saldrán de su cuerpo. Kilik era un muchacho que se había criado en el templo. Era alto, de pelo castaño y se le caracterizaba por ir siempre con ropas anchas para poder pelear bien. Tenía buenos músculos.
La Semilla Del Mal para los monjes acabó convirtiéndose en un ser místico que acechaba los lugares sagrados y reservados para el bien. Muchos dicen que es un mito, pero otros alegan que debido a tanta “purificación” se acababa obteniendo el resultado contrario. Esta era la Semilla Del Mal definida por los monjes. También alegaban que aquellos que habían sido dejados caer y sufridos por La Semilla Del Mal, nunca podrán optar a la divinidad y obtener la libertad, y que por ello siempre hay que ser fuerte. Esto provocó que algunos de los monjes pensaran que estaban corrompidos y que en su interior llevaban la Semilla Del Mal.
Hubo monjes que siguieron luchando entre ellos, hasta que sólo quedaron los que no fueron “corrompidos”.

Este suceso quedó en el olvido. Pasaron tres años y Kilik volvió al templo. Aseguraba que estuvo entrenando todo este tiempo para controlar su maldad, junto con su arma ancestral Kali-Yuga, que según decían podía separar la pureza de la maldad, y sólo unos pocos como Kilik que habían dedicado su vida al entrenamiento de las artes de la Vara podrían dominarla. El arte de la Vara era un entrenamiento marcial en el que los luchadores sabían utilizar a la perfección una Vara, o como es actualmente conocido, un palo chino. Los golpes pueden ser letales, es una unión de la habilidad, agilidad y destreza física junto con la Vara que utiliza el portador para darle un estilo único en cada persona. Es muy difícil de aprender y hasta ahora sólo personas contadas con los dedos lo han conseguido. Kilik era uno de ellos.
En su reencuentro con el templo descubrió lo que sucedió en realidad y lo que era la Semilla Del Mal, que aun tenía en su interior. Al haber sido uno de los responsables se le prohibía poder permanecer en el templo. Kilik estaba de acuerdo, él sabía que los sabios del templo siempre velaban por el bien común, y eso podría ser lo mejor. En los años que estuvo Kilik en el templo se le asignó la misión de encontrar las demás armas ancestrales por haber sido uno de los prodigios en las artes enseñadas y uno de los más cualificados para la tarea, mas ahora se le había denegado esa responsabilidad.
Las armas ancestrales eran tres armas que los monjes habían catalogado de esa manera. Desde tiempos inciertos, siempre se ha hablado de estar armas por contener un poder “mágico” en ellas y que utilizadas por malas manos podrían crear un caos total. Por ellos los monjes siempre habían buscado su paradero, y hasta el momento disponían de dos.  El número de éstas armas ancestrales es incierto, pero se cree que tan sólo hay tres.
Sin embargo, Kilik siendo egoísta durante unos minutos, pensó en encontrarse con su pareja sentimental antes de marchar, la hija del sabio Maestro del templo. Desde hace tiempo que eran pareja, pero nadie del templo debía saberlo, puesto que esa mujer ya tenía un matrimonio concertado con la divinidad. Kilik dejó una semilla dentro de ella, cosa que en un futuro se verá de otra manera. Kilik el hombre que ahora es odio por la mayoría de los monjes, tendría descendencia por parte de una mujer a la que nadie debía de tocar. El fruto prohibido fue comido.
Finalmente Kilik marchó del templo, sin ganas de que vuelva por parte de los demás, para ellos él era un traidor por haber caído ante la Semilla. Tal fue la cosa, que el arte que Kilik aprendió y dominó como nadie, fue denegado a ser aprendido. La única persona que seguía teniéndole aprecio era su pareja.

Pasaron nueve meses y fue cuando nació Xiba. Todo el templo pensó que era un ser divino, aunque no era así. La madre de Xiba, Shinsei, desde su nacimiento fue considerada por su padre, el actual Maestro de monjes, como una divinidad y que no podría ser tocada por ningún hombre. Ella debería de servir a los caminos para poder obtener la libertad total y ser en un futuro la mujer que se convierte e Maestra de monjes. Aunque el padre de Shinsei conociera por parte, el romance que mantenía con Kilik. Nunca le dijo nada debido a que Kilik en ese entonces era el hombre más puro de la isla, sin embargo todo cambió.
Shinsei era una mujer bastante guapa, a la que más de un monje admiraba por su belleza. Tenía el pelo negro hasta la cintura, liso. Piel blanca, con pómulos rojizos. Siempre vestía de blanco. Sobre sus atributos y curvas visibles… Digamos que no le faltaba de nada.
Con el nacimiento de Xiba, inesperado por todos. Rápidamente se pensó en la divinidad, en que Xiba era un regalo del cielo.
Shinsei debía alejarse de Xiba y jamás decir quién era en realidad, el ser divino tiene a sus padres en el cielo. Y por ello Xiba siempre pensó en que era huérfano. Nunca conoció nada de sus padres. Xiba iba creciendo con toda clase de mimos y cuidados, todos querían que se convirtiera en un gran hombre, y ya sabían a quién asignar la misión que Kilik no podría cumplir.
En un giro irónico del destino, Xiba aprendió el estilo de lucha de Kilik desde Kong Xiuqiang . Tomó al personal con aplomo, y pronto comenzó la fusión de las artes formales de Ling- Sheng Su secreto Artes de la Vara con sus propias técnicas de combate autodidactas. Desde pequeño a Xiba le había apasionado eso de utilizar su cuerpo de forma ágil y rápida, para él eso era arte, el ser capaz de hacer cosas fantásticas, cosas que una persona normal no podría hacer. Pero hasta los cinco años no le enseñaron los monjes nada práctico, sólo teórico y las bases de la mentalización y la relajación que hacían de su alma lo más pura posible. A Xiba nunca le importó ser un chico huérfano, siempre se encontraba feliz. Nunca ha sentido en su vida ninguno de “los obstáculos” de la divinidad y por ello había aun más razones para pensar que tenía a sus padres en el cielo.
Siempre le apasionaron las artes marciales, en especial aquellas que hacían que tu cuerpo se moviera con rapidez, ágilmente, estirándote hasta lugares jamás imaginados, le encantaban los movimientos que imitaban a los primates. Por ello siempre desde pequeño jugaba con algunos monos de la isla, e imitaba sus movimientos. Juntando eso a las clases que recibía sobre el arte de la Vara, un arte que le costó aprender debido a que estaba prohibido y se le concedió aprenderlo a modo de excepción, creaba una forma de lucha nunca vista antes y sólo comparada con la de Kilik. Aunque eso nunca se comentó, solo se pensaba.

Lejos de los demás, había tres personas que sabían el verdadero origen de Xiba. Shinsei le escribía cartas a Kilik, que sin saber bien cómo, Shinsei le entregaba a un amigo monje suyo que salía para traer las noticias del mundo, y que volvía con respuestas de Kilik. Kilik hasta la primera carta mencionando en embarazo de Shinsei, no tenía ni la más mínima idea de que sería padre, aunque en ese momento a Kilik le costaría cambiar el método de vida que acababa de escoger.
A parte de ellos dos, había una tercera persona que sabía sobre Xiba, y ese era el Maestro de los monjes de esa isla, el padre de Shinsei. Interrogó al amigo de Shinsei al notar que siempre que salía, ésta le entregaba sobres de cartas, y como “buen padre” se quiso enterar de lo que su buena hija andaba haciendo. Al principio no le sorprendió que ella mantuviera una relación a distancia con Kilik, ya que era sólo por escrito. Sin embargo hablando un día con su hija y mirándola a los ojos, lo supo. Kilik, era el verdadero padre de Xiba.
Aun sabiendo esto quiso dejarlo todo como un secreto, y le pidió a su hija, que aunque le costara no le dijera nada a Xiba. Ya había vivido muchos años engañado como un ser huérfano, y pedía que no se le dijera nada di de su padre ni de ella, al menos hasta que tuviera la fuerza mental suficiente.

Pasó el tiempo, y cartas de Kilik llegaban. Siempre dejaba un verso para que su hijo leyera, aunque por ahora jamás lo haría. Le contaba los métodos de vida que había escogido, ahora era lo que otros llamaban “Mercenario”. A muchos les suena mal esa palabra, pero él alegaba otras cosas. Dice que tras su marcha del templo empezó a viajar por todo el mundo, viendo sus lugares escondidos, los misterios de cada civilización, informándose sobre las culturas que les rodeaban… Nunca dejó atrás sus entrenamientos con el arte de la Vara o con su camino para la liberación, simplemente le agradaba viajar. Por ello decidió montar un grupo de mercenarios, porque así podría hacer viajes a los lugares donde necesiten ayuda. Lamentablemente tenía que pedir dinero, pues las cosas fuera de la isla no eran gratis. Muchos piensan que los mercenarios sólo matan, pero no, Kilik alegaba que podían hacer muchas más cosas y que la mayoría de los pedidos eran para “coger prestado” algunos objetos sin ser visto. Aunque de igual manera, sólo mataban si era realmente necesario, al menos, eso hacía Kilik. No hablaba mucho de sus compañeros de oficio en sus cartas, pero decía que eran buenas personas.
A parte del método de vida que ahora llevaba, Kilik siempre quiso formar parte de la familia con Xiba. Esperaba que en algún momento Xiba pudiera salir del templo, y así poder verse.

Xiba creció, ahora tenía catorce años. Tras muchos años de entrenamiento, por fin se le concedió el poder viajar por el mundo, para así poder obtener la cultura de otros lados, poder saber y resistir las tentaciones a no superar “los obstáculos” malignos que nos proponen, y también poder encontrar las armas ancestrales que falten. Xiba estaba muy feliz y muy contento de que esto sucediera, pues desde pequeño siempre había leído historias, libros de aventuras, educativos, libros que relataban cómo eran otros lugares… Y todos le habían fascinado. Él lo que quería desde pequeño, siempre ha sido poder viajar y poder ver todo el mundo y conocer de él. Irónico sabiendo cuál era la vida y las palabras de su padre ahora. Y así fue como el joven muchacho de catorce años junto con una Vara normal y corriente, salió en busca de sus aventuras, sólo. Todos se preocuparon por él, pero no tenían miedo, porque sabían que era un elegido del cielo y que el cielo le protegería, o al menos eso pensaba la gran mayoría.
Xiba no podía mandar cartas nada más que cuando se encontrara con algún monje mensajero, que aunque no lo parezca, hay monjes que salen constantemente a repartir cartas entre unos templos y otros. Y nuestro protagonista ya les conocía a casi todos.
Durante su viaje, Xiba hizo todas aquellas cosas que siempre quiso, se culturizó, aprendió cosas de la actualidad, del pasado, e incluso nuevas formas de entrenamiento para su arte inventada. Durante su viaje, no olvidó cuál era uno de sus cometidos, buscar aquellas armas ancestrales, así que siempre que podía compraba libros de historia con el dinero que disponía, hablaba con gente de lugares remotos, e incluso trabajó a cambio de información. Pasó un año y medio de su travesía hasta que en Grand Line, en una isla cuyo nombre no recuerdo, el joven Xiba había encontrado unas viejas ruinas aún sin explorar. A Xiba no le llamaba especial atención la arqueología, tan solo la historia. Sin embargo jamás negará que la experiencia que tuvo como “asalta tumbas” fue grandiosa. Allí encontró algo que no esperaba, al menos algo que no esperaba después de muchos intentos fallidos. A diferencia de todos los tesoros que se podían ver y oler nada más llegar, Xiba buscando más a fondo pudo encontrar una cámara secreta en el interior de estas runas. Conducía a una cámara secreta en la que no se encontraba ningún cuerpo. Tan sólo una especie de vidriera con un objeto en ella. Había pintadas en la pared, algo desgastadas, pero al parecer se alababa dicho objeto bastante. Era una habitación cuadrada con poca luz. Las pintadas de la pared contaban la historia del objeto, y aunque Xiba no conociera mucho sobre aquella cultura, se lo imaginó. Al parecer dicho objeto había pasado por las manos de una persona mala, que utilizaba ese objeto para hacer el mal, y eso era debido a su mal corazón. Consiguieron arrebatarle el objeto y ahora sería sellado para siempre.
Había un nombre grabado en “la vidriera”, Tres Karmas. Tras inspeccionarla un momento con la vista, afirmó Xiba que se trataba de una Vara, y no sólo de eso, si no de que era una de las armas ancestrales Tres Karmas. Se dice que éste objeto especial tenía la habilidad de cambiar el aura según la persona que lo controlara. Si era una persona de corazón puro, ésta le ayudaría con un aura positiva. Pero si no era un corazón puro, si no oscuro, el aura sería igual, y no ayudaría para nada. También se decía, que como su buen nombre indica, tan sólo acepta los tres primeros karmas que experimenta, por lo cual si Xiba se hacía en ese momento con la Vara y era la cuarta persona, no podría someter su karma a los demás y no podría usar la Vara. Pero no fue así. Xiba cogió la vara y se largó de aquellas ruinas. Ahora era el portador de una de las armas ancestrales.

La aventura seguía, Xiba iba creciendo y el pequeño querubín pelirrojo se hacía mayor, dejándose el pelo largo, tonificando y marcando sus músculos. Aprendiendo cosas con cada viaje, pero siempre sin olvidar de dónde viene. Xiba es de las personas que no pueden odiar. Al haber crecido en el templo del Dolor, el corazón de Xiba era puro completamente y no tiene recelo alguno en acercarse y tratar con la gente. Lo único que a Xiba no le gustaba, por decirlo de alguna forma, eran las nuevas tecnologías. Él era un chico bastante sencillo al que no le gustaban ni estaba acostumbrado a los grandes lujos, aunque desde pequeño siempre fue mimado. La única cualidad a destacar de Xiba es que le encanta la comida. Come a más no poder y lo mejor de todo es que no engorda nada debido a todo el ejercicio físico que hace.
Durante el último periodo de su viaje Xiba fue encontrado por su padre. Aunque Kilik nunca mantuvo una charla con Xiba, sabía que era él, más que nada porque le vio pelear y ya le había mencionado su amada en una carta el método de lucha que Xiba había escogido. Kilik, siempre vigilando y observando a su hijo desde la lejanía, se sentía orgulloso de él y de que hubiera encontrado aquella Vara, pues es la que Kilik opina, le viene que ni pintado. Mandando unas últimas cartas a su amada, Kilik tenía la conciencia tranquila.
Habían pasado tres largos años ya desde que Xiba salió y recorrió todo Grand Line y sus cuatro mares y la verdad es que le había dado tiempo para hacer muchas cosas, entre otras volver como alguien irreconocible puesto que cambió mucho su forma de ser agregando cosas que había aprendido. Aunque siempre seguirá siendo el chico que nunca quita una sonrisa y siempre come sin parar. Haciendo caso a los monjes, había conseguido una de las armas ancestrales, y decidió quedársela como su arma personal. Las semanas siguientes siguió entrenando por su cuenta, hasta que los sabios de entre los monjes decidieron hacerle un examen, no sólo físico si no mental. En las pruebas físicas se pueden mencionar combates entre los monjes que se consideraban más fuertes, para ver cómo se desenvolvía en la lucha, dado que eso es un trabajo físico, aunque también mental. Por lo demás se le hicieron preguntas, relacionadas frecuentemente con el bien y el mal. Hasta llegar al punto decisivo donde decidirían si Xiba había superado el obstáculo que éste templo quería sanar.
Para ello el Maestro de los monjes decidirá la prueba. Xiba nunca había tenido que someterse a nada para tener Dolor en su interior, por ello el Maestro pensó en algo diferente. ¿Podría Xiba perdonar la culpa y el dolor de otros, haciendo que esta desaparezca? Se podría saber la respuesta muy sencillamente. Había llegado el momento de decirle la verdad a Xiba, una verdad que ahora ya conocía todo el templo. Aunque nadie miraba mal a Xiba, había algunos que pensaban que no se merecía el respeto que había conseguido. Sin embargo la mayoría vieron a Xiba como una persona diferente a su padre, y pensaban que era distinto y que si había conseguido lo que había conseguido, eran por méritos propios.
Se hizo que madre e hijo se reunieran, y por fin, se le contara la verdad. La verdad es que Xiba escuchó la historia con mucha atención y su primera reacción fue. Una sonrisa. Nadie se esperaba eso, todos pensaban que acabaría con muchas preguntas, exigiendo razones, pero no. Algo que Xiba había aprendido en todos sus años es a saber perdonar, a saber que todo lo que hacen las personas que le importan, lo hacen por una razón, por un motivo. En este caso esperar a que madurara puesto que ya se mantuvo un secreto por el bien de la aldea. Xiba no se molestó, es más, dio las gracias y por primera vez, abrazó a su madre.
Xiba la había perdonado por todo, le perdonó su Culpa y su Dolor, la Culpa y el Dolor que tenía en sus hombros su madre por todos estos años, Culpa y Dolor que también perdonó a su abuelo y a su padre. Ahora, todo estaba decidido. Sin duda alguna, Xiba había superado con éxito el templo.

Desde ese momento, Xiba preguntaba por su padre, y fue allí cuando le contaron al chico lo sucedido con La Se milla Del Mal. Xiba ya había oído hablar antes de eso, a los monjes viajeros de otros templos. Estaba seguro de que eso no era casualidad y que algo había ido tras de los monjes. Por lo cual, nuestro protagonista se metió en una ardua investigación para conocer la verdadera historia.
Para ello pasó mucho tiempo hablando con la gente más mayor de la aldea para que les contaran todo lo que sabían de lo sucedido dieciocho años atrás. Lo máximo que pudo sacar, es que toda la biblioteca de ese entonces fue quemada, tanto así como sus miles de libros sobre la historia del mundo. Eso a Xiba le pareció extraño, pues de ser así, no se hubiera encontrado con tantos libros de pequeño, como los que había leído. El maestro pudo ayudar en eso, y resulta que en el ataque, La Semilla Del Mal ignoró una cámara secreta donde guardaban más libros aún.
Lamentablemente los tres años siguientes que Xiba se quedó en el templo, no averiguó nada que le hiciera dar un paso importante en la investigación.

Durante esos tres años, Xiba quiso aprender de su padre, quiso saber de él. Tanto antes como después de la expulsión. Por ello su madre se encargaba de estar con él. Los planes de Xiba eran volver a salir pasados un par de años para dirigirse a otro templo. El objetivo principal de Xiba es ser una persona pura completamente, pero para ello tenía que ir a todos los templos, o al menos lo que quedaban de ellos dado que todos fueron atacados por La Semilla Del Mal. Y seguía con su hipótesis de que algo se cocía al respecto. Pero fuera de ello, Xiba lo que quería era salir de nuevo a vivir aventuras con nuevo amigos mientras se fortalecía en un templo. Sin dejar nunca de aprender nuevas artes.

Sin embargo todos esos planes cambiaron. Kilik mandó una última carta. En ella mencionaba que vio a Xiba en sus viajes, aunque nuca entabló conversación con él, y lo único que quería es que supiera que su padre se encontraba orgulloso de él, porque vio su manera de actuar, y la forma tan noble que tiene. Que le gustó que siguiera su camino en el arte de la Vara y que estaba orgulloso de ver a todo un hombre como hijo. Le mandaba un saludo a todos sus amigos y ya no tan amigos del templo. Unas palabras especiales tanto al Maestro como a su hija. Avisaba de que probablemente esta iba a ser la última carta que enviara, pues le habían encomendado una misión muy peligrosa, tenían que enfrentarse a una persona. Una persona muy, muy peligrosa y es probable que toda su banda saliera herida, y también era probable que no toda su banda volviera. Por ello en la carta decía, “Adiós”.

Esto dejó con un shock a mucha gente, pues empezaban a volver a cogerle afecto a ahora un poco viejo, Kilik. Esa última carta entristeció a muchos, y de cierta medida también a Xiba. Había una carta adjunta, sólo para Xiba. En dicha carta le mostraba la ruta que debía seguir para llegar a la sede de su banda de mercenario, le pidió que hiciera el viaje pasada una semana de que leyera la carta. Al ir tendría dos probabilidades, encontrarse con su padre y poder disfrutal con él finalmente de un caluroso abrazo. O descubrir que murió. Si el caso fuera el segundo, Kilik le hizo una petición a Xiba. Ledijo que si entraba dentro de sus planes de vida, siguiera con la idea que había montado, con ser un Mercenario, con ayudar a los demás, con ser algo más, cambiar el mundo.
Aquellas palabras le gustaron a Xiba, si seguí haciendo lo de su padre, podría seguir viajando, y eso le gustaba, aunque no esperaba que se pudiera hacer. Sin ebargo no fue así. Pasa esa semana, Xiba si hizo un lavado de cara y un cambio de ropa. A los del templo les dijo que vería un poco le mundo y que seguiría con su intención de convertirse en alguien completamente puro. Mas su primera parada fue el lugar donde residían los mercenarios.
Allí se encontraban todos los amigos de su padre, listos para darle el pésame.

Ahora Xiba lo tenía claro, seguiría con el sueño de su padre, aunque ahora tenga que montar una nueva banda, puesto que los demás decidieron separarse. No sin antes no poder darle ninguna pista útil a Xiba sobre el asesino de su padre, que aunque no buscaba venganza, sentía curiosidad.
Puede parecer que la historia llega a su final, pero no es cierto. La historia acaba de empezar.

◆ Estilo de Lucha:

El estilo de lucha que Xiba practica y practicará por siempre es el arte, marcialmente para algunos, de la Vara. El Arte de la Vara es una forma de lucha con cientos de años a sus espaldas cuya finalidad son los golpes rápidos y certeros para acabar rápidamente con el enemigo.
Hace cientos de años, cuando este arte fue creado, lo hizo un viejo monje que buscaba una nueva manera de poder vencer a enemigos de manera rápida y eficaz. Para que los atacantes a los escondidos templos fueran vencidos al instante. También para aquellos monjes viajeros que se vean en problemas, puedan salir ilesos de los mismos. Al viejo monje se le ocurrió la idea de que este acto se realizara con un objeto simple, una vara, o dicho de otra manera, un palo. Y esto era así para que aquellos que no podrían portar por siempre esas armas pudieran defenderse con cualquier cosa parecida. Un arte sencillo de realizar, a la hora de materiales a utilizar.
Sin embargo para que se pueda pelear bien había que someterse a un riguroso entrenamiento para poder dar golpes certeros con la vara. Debías de obtener mucha fuerza para coger bien éste objeto. Sobre todo si utilizabas una “vara especial” que son aquellas que se hacen más pesadas que el resto por el material y para que duelan, con algún pincho, entre otras. Pero la fuerza era necesaria principalmente para poder realizar movimientos rápidos con la vara y que no se te escape de las manos. Además, la principal fuerza de éste aprendizaje es la rapidez para atacar.
Se utilizaba una vara y no otro objeto, no sólo porque puedes encontrar “un palo” en cualquier parte, si no porque las varas que se utilizaban solían ser largar y de esta manera el arte marcial serviría tanto para un combate a media distancia como para un combate de uno al lado del otro.
Este arte marcial a sus inicios no hacía tanto hincapié en que sus luchadores fueran agiles. Sin embargo ahora ese era un requisito fundamental. Tenías que tener unas habilidades excepcionales y movimientos muy sueltos con tu cuerpo, pudiendo realizar casi cualquier pirueta o giro sin que te lleve la vida en ello. Y por ello éste estilo ha sido dominado tan sólo por unos pocos. En general el estilo utiliza las aptitudes físicas ya mencionadas del portador del arma, como la fuerza de la vara. Uniendo el elemento alargado, la rapidez y el conocimiento de los puntos donde una persona podría dañarse por ser golpeada en dicho lugar, hacen de un luchador del Arte de la Vara u luchador temible. Siempre hay que tener en cuenta que esta es una forma de lucha poco convencional y no habrá mucha gente que sepa sobre este arte, ni de cómo contrarrestarlo, que para hacerlo, básicamente hay que ser fuerte y ser rápidos y concisos para golpear a aquellas personas.
El Arte de la Vara es una técnica de lucha aún por explotar. Y se dice que hay algunos manuscritos de antiguos monjes dispersos por el mundo, habrá que averiguarlo.

◆ Armas:

Xiba siempre ha usado, usa y usará una sola arma. Su vara Tres Karmas.
En cualquier caso, en pocas ocasiones Xiba a tenido que usar armas que no sean esa, puesto que principalmente él es un artista de la vara.

Tres Karmas es una vara y una de las armas ancestrales. Se dice que es una vara con un poder especial y que cambiar el karma y el aura de su portador. Aunque sólo lo cambiaría si es la cuarta o posterior persona en usar la vara, y se le cambiaría el aura por una de las tres ya utilizadas. En su historia, o al menos la historia que pudo leer Xiba, se cuenta que fue encontrada por un monje malévolo y que utilizaba la vara y su aura para ejercer el mal. Sin embargo le fue arrebatada por una persona que utilizó la vara para proteger a otros. Antes de que Xiba encontrara la vara, se encontraba “equilibrada” respecto a auras, teniendo uno maligno y otro positivo. Xiba, al usar su vara y tener un corazón puro, dejó con un bajo porcentaje el aura maligna de la vara, haciendo que el poder del bien prevalezca.
Hasta ahora nunca se ha usado el poder de esta vara, sólo sus usos normales. Al parecer, Xiba aún no ha podido despertar sus poderes.