Cuánta Basura, [Privado, pasado] (Dexter, Tifa)

"El reino de Goa... Puede que haya buenos músicos por ahí", piensa mientras desembarca en la isla. "Para ser un reino esto está lleno de mierda", suena en su cabeza mientras pasea por un muelle de madera podrida, salpicado de aceite negro y sangre. No parece un buen sitio para encontrar músicos. Avanza buscando una taberna, alguna camarera con sonrisa vivaracha y música viniendo de algún lugar. Sin embargo, cada paso que da lo lleva más adentro de un paraje gris, llano, lleno de desperdicios. Más que una ciudad parece un vertedero. Pisa un plátano, presuntamente podrido, y resbala. Está a punto de caer, pero en el último momento recupera el equilibrio y recupera la dignidad de la posición vertical. Parece haber casas construidas entre toda esa mierda, aunque lo deduce más por la luz que sale de algunos agujeros que por la apariencia real de los montones de basura. Fijándose bien aprecia algunas puertas, e incluso sombras en las ventanas. "Me observan".

Inquieto, se para, y observa la zona. Pequeños montículos de basura poblados, por lo menos ocho, y un bosque al final. "Perfecto, menudo reino...". Camina hacia el bosque, atendiendo a cada nimio detalle y agudizando su oído. Oye pasos detrás, y lleva las manos al cinturón. Tal vez un buen momento para empezar a aprender sobre la katana, aunque hubiera preferido una escuela de esgrima. El bosque está a unos cincuenta metros, y los pasos se oyen más fuerte. Desenvaina ligeramente la espada, preparado para desenfundar al mínimo atisbo de peligro. Está vallado, así que es difícil atravesar ese terreno. "Bueno, pues a cortar", piensa, al tiempo que desenvaina y corta con todas sus fuerzas. También deja de escuchar pasos, lo que lo reconforta. Se adentra en el bosque y ve arañas gigantescas, y otros animales tampoco muy amistosos. Con cuidado se va, y levanta la parte de valla que tiró de un corte limpio. La persona que lo seguía no está ya, o se ha ocultado. "Quizás supiera ya qué hay en este bosque...". Camina de vuelta hacia su barco, mientras la luna se hace reina en el firmamento. Quizás antes de marcharse algo llame su atención...

Ya desde la playa se puede oler el Gray Terminal, la verdad es que para ser un reino con nobles y todas esas cosas dejaba mucho que desear, tenía pensado llegar hasta Goa desde aquí para secuestrar al rey y chantajear al Gobierno utilizándole pero había que tener el estómago de una cabra para poder pasar por allí sin tener arcadas ni nada parecido, dejé amarrado el bote con el que había llegado en una roca ocultándolo así de la vista de curiosos, mi única vía de escape era esa y poco podía hacer si me robaban el bote o si lo destruían.

Ya con el bote asegurado me adentré en el bosque para alcanzar el Gray Terminal, aunque no había un camino marcado no era complicado llegar hasta allí, solo tenías que seguir el terrible olor,  ya era de noche y la luna se dejó ver en todo su esplendor entre los arboles del bosque, era un bonito paisaje para contemplar pero no tenía tiempo que perder mirando al cielo, para cuando quiso bajar la mirada ya era tarde, algo se puso en su camino y chocó haciéndola caer de culo.

Se levantó a la vez que recogía y guardaba sus armas cuando echó un vistazo a aquello contra lo que había chocado, Tifa pensaba que no sería mas que un árbol pero para su sorpresa aquello contra lo que había chocado no tenía hojas ni corteza, el golpe se lo había dado contra un hombre algo lúgubre, la muchacha en ese momento no supo como reaccionar pero unos segundos mas tarde se disculpó.

- Perdona, estaba mirando la noche tan preciosa que hay hoy que no me había dado cuenta. - Dijo la joven mientras ladeaba un poco la cabeza y le sonreía al hombre para no hacer incómodo aquel encuentro tan fortuito que estaban teniendo.

Algo choca contra él, cayendo contra el suelo por el impacto. Se pone momentáneamente en guardia, listo para destruir cualquier amenaza. Su carácter pacífico está hoy guardado para dar prioridad a la cautela. Observa cada movimiento de quien ha chocado contra él, y no parece una gran amenaza. Es una preciosa chiquilla, que rondará los veinte años. Piel pálida y ojos marrones, como la avellana, y un cabello moreno que le llega a la cintura. Se plantea ayudarla a levantarse pero, con una increíble agilidad, recoge un par de menesteres que cayeron en el choque y se levanta. De pie puede observar que es hermosa. Sus ojos brillan en la oscuridad, pareciendo casi ambarinos, y su cara le recuerda a no se qué, un amor pasado de hará unos años, de horas y horas contemplándola y jugando con ella. De cuerpo esbelto y delicado, busto generoso y notablemente travieso, y el resto de curvas igualmente sensuales. De piernas largas y preciosa sonrisa, la muchacha pide disculpas con un tono amable y una voz jovial, inocente, casi cándida.

- Perdona, estaba mirando la noche tan preciosa que hay hoy que no me había dado cuenta- Dice, ladeando la cabeza, pareciendo para Zafiro aún más adorable.

Sus mejillas se sonrojan ligeramente, aunque por suerte en la oscuridad de la noche su rubor pasa casi desapercibido. No puede evitar sonreír cuando la escucha, y se siente ligeramente idiota. Bajo la luz de las estrellas se ve hermosa, aunque huele de forma extraña. No por su aroma, que es a perfumes y a jabones, pero su olfato de dragón detecta algo, algo extraño en esa muchacha, y no sabe decir qué es.

-No pasa nada- Dice con naturalidad, manteniendo su tono calmado habitual-. Yo también iba bastante despistado. Incluso, quizás debiera pedirte yo perdón a ti- Pausa un momento, tomando aire y escuchando murmullos en las chabolas de la basura-. Está una noche preciosa, y seguramente no querrás que nos la estropeen los moradores. Este sitio me da muy mala espina, y algo me dice que los habitantes del Gray Terminal desean nuestras pertenencias.

Señala hacia un punto a la derecha. Un montículo de basura aparentemente desordenada, pero de la que emana luz, y una sombra se descubre en ella. Le señala alguna otra, intentando que entienda los peligros del lugar, pero sin dar realmente información sobre qué se oculta allí. "Si lo supiera ya me habría ocupado de ello...".

-A todo esto, mi nombre es Dexter, aunque casi todos mis conocidos me llaman Zafiro- Hace una pausa, en la que se permite emitir una sonrisa-. ¿Y qué hace una chica como tú en un vertedero como este?

Al hombre le dio un poco la luz de la luna en la cara y pude contemplar su rostro, este parecía algo mayor en comparación de mi edad pero no tardó en disculparse por el choche, lo veía innecesario sobre todo cuando había sido culpa mía pero eso gracias a eso me di cuenta de que era una persona amable o al menos lo estaba siendo conmigo.

Luego de disculparse me hizo una advertencia que me puso los pelos de punta, mientras señalaba algunos montículos de basura me iba diciendo que los moradores de estas tierras podrían atacarnos para robarnos nuestras pertenencias, eso no me dejaba muy tranquila que digamos pero al menos ahora sabía que debía estar preparada para cualquier imprevisto que pudiese suceder.

Nada mas advertirme de los peligros del Gray Terminal el hombre se presentó como Dexter aunque normalmente le llamaban Zafiro, un apodo curioso, normalmente los apodos van acorde a un rasgo que destaca de esa persona pero a simple vista no parecía que tuviese una joya de semejante calibre ni nada parecido.

- Encantada de conocerte Dexter, yo soy Tifa aunque allí por donde he ido han acabado llamándome la Viuda Negra. - Después de presentarnos, Dexter me preguntó que qué estaba haciendo en aquel vertedero, realmente era curioso que me lo preguntase ya que ni yo misma sabía que estaba haciendo allí.

- Pues verás, trataba de ir al Reino de Goa, he escuchado que allí la calidad de vida es alta y sinceramente pretendía aprovecharme de ella. - Quizás esto último había sido ya demasiado sincero, lo único que pretendía era apalear unos cuantos nobles y robarles parte de sus riquezas tan mal aprovechadas utilizándolas en mi beneficio.

Tras decirle mis verdaderos planes le devolví la sonrisa que me había hecho antes y le hice un leve gesto para que fuésemos juntos al menos hasta que saliésemos del vertedero que es Gray Terminal, comencé a caminar y tras unos pasos le hice la misma pregunta que él me había lanzado anteriormente. - ¿Y tu? ¿Cuál es el motivo de que estés paseándote a estas horas por un vertedero?

Off:

"Uy, viuda negra", se dijo durante un momento. Aquellos bichos eran bastante espectaculares. Ocho patas, gran trasero y veneno letal. ¿Sería aquella muchacha de rostro delicado y atractivo cuerpo así? Le entraban muchas ganas de comprobarlo. El riesgo podría ser interesante, más incluso que el hecho de estar en un vertedero en plena noche, en presencia y vigilancia de gente salvaje. Tal vez no fuera salvaje, pero la verdad es que vivir en un vertedero no era para nada civilizado, al menos en el sentido habitual de la palabra. En la cara de la muchacha se notó cierta preocupación unos instantes, aunque pronto cambió de tema, explicando que, básicamente, estaba en aquel lugar para sacar provechos y robar a los ricos. "Yo soy rico", pensó, aunque no tardó en darse cuenta de que daba igual su riqueza. Ella no lo sabía, y tampoco llevaba algo que realmente lo demostrara. Un anillos de acero y otro de plata, un abrigo bonito... Podía ser cualquier cosa, entre ellas un simple excéntrico.

¿Y tu? ¿Cuál es el motivo de que estés paseándote a estas horas por un vertedero?

Aquello era una buena pregunta. Aquel día no buscaba nada en concreto, sólo perderse, evadirse y seguir vivo al día siguiente. Vivir aventuras, viajar, conocer algún músico ermitaño... Eran tantos los motivos para caminar por aquellos lugares, para dar vida y rienda suelta a esas zonas abandonadas y perdidas, para sentirse libre y volar. Ciertamente era muy raro estar allí, mal olor, gente espiando, los pobres expulsados de Goa habitaban las montañas de residuos... ¿Y qué? Allí sentía la libertad, sonaba la canción en su interior, despertaba sus sentidos y le hacía pensar en ello. La canción perfecta existía. Sólo había que saber escucharla. Algún día un músico la tocaría para él, pero aquel día el sonar de la vida era la serenata maestra.

-Supuse que podría encontrarme a una chica bella en este lugar. Mi instinto no falla casi nunca, y debía fiarme de él.

"Bravo Dexter, tú si que sabes", dijo su mente con tono irónico.  Aquella frase podía ser muy bella en una taberna elegante, una cafetería o algún local relajado. Pero dicho en un vertedero sonaba realmente desesperado. ¿Realmente acababa de decir aquello? Sí, ¿Y qué? Lo que quisiera pensar podía pensarlo, no era asunto suyo. Pero si funcionaba podía ganar un buen rato de gozo gratuito. ¿No era el premio mucho mayor a la magnitud del castigo? Una estrella brilló más fuerte que el resto. Era preciosa.