Lie
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Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
*¿Qué hago aquí?* Fue la primera pregunta que me vino a la cabeza. Habían pasado tan solo cuatro, casi cinco años desde el incendio. Pero en mi memoria se tornaba extraño, como un sueño, como una niebla lejana que se otea en el horizonte marino. Además había cambiado. Nada al fin y al cabo quedaba alejado de la mano del tiempo y evidentemente ni esa isla ni yo mismo éramos una excepción. *¿Pero se acordarían acaso de lo que ocurrió? ¿Hallarían alguna respuesta?* En realidad sabía la contestación a esas preguntas internas, pero no pude evitar dirigirme a las antiguas ruinas del orfanato.
Mis pies comenzaron a moverse mientras mi mirada ambarina se posaba en cada casa, en cada negocio, en cada detalle. Sabía que aquella isla era una de las más ricas de North Blue pero aún así llamaba la atención. Restaurantes que pedían dos sueldos de los CP para poder degustar sus platos, tiendas en las que con solo mirar parecía que tenías menos oro en la bolsa, y lugares que parecían hechos con berries. Y lo peor, estaban llenos. Suspiré contrariado pensando qué de especial tendrían *¿Por qué la gente se deja guiar por modas?* pensé sin entender el... *¡Juguetes!* mi cara cambió y mis ojos se abrieron como platos. Como un niño ilusionado me arrimé al escaparate de manera que la cara se me quedó completamente aplastada contra el cristal. *Son preciosos... pero no tengo dinero* desairado me marché de allí y me dirigí a la zona de precios más bajos.
Parecía un mundo paralelo, aunque bastante más acogedor. Era cierto que las calles no estaban tan limpias y quizás el aspecto dejara mucho de desear pero él conocía un sitio donde poder saciar el hambre del viaje. De hecho llevaba al menos 12 horas sin comer ni beber nada y ya iba tocando. Me acerqué a una taberna de la que se oían gritos de peleas, risas y jarras entrechocándose. Sonreí mientras empujaba la puerta, solo esperaba que los dueños no me reconocieran. Además si no me equivocaba dentro había un tablón de: "Se busca" y ya iba siendo hora de comenzar a trabajar.
Mis pies comenzaron a moverse mientras mi mirada ambarina se posaba en cada casa, en cada negocio, en cada detalle. Sabía que aquella isla era una de las más ricas de North Blue pero aún así llamaba la atención. Restaurantes que pedían dos sueldos de los CP para poder degustar sus platos, tiendas en las que con solo mirar parecía que tenías menos oro en la bolsa, y lugares que parecían hechos con berries. Y lo peor, estaban llenos. Suspiré contrariado pensando qué de especial tendrían *¿Por qué la gente se deja guiar por modas?* pensé sin entender el... *¡Juguetes!* mi cara cambió y mis ojos se abrieron como platos. Como un niño ilusionado me arrimé al escaparate de manera que la cara se me quedó completamente aplastada contra el cristal. *Son preciosos... pero no tengo dinero* desairado me marché de allí y me dirigí a la zona de precios más bajos.
Parecía un mundo paralelo, aunque bastante más acogedor. Era cierto que las calles no estaban tan limpias y quizás el aspecto dejara mucho de desear pero él conocía un sitio donde poder saciar el hambre del viaje. De hecho llevaba al menos 12 horas sin comer ni beber nada y ya iba tocando. Me acerqué a una taberna de la que se oían gritos de peleas, risas y jarras entrechocándose. Sonreí mientras empujaba la puerta, solo esperaba que los dueños no me reconocieran. Además si no me equivocaba dentro había un tablón de: "Se busca" y ya iba siendo hora de comenzar a trabajar.
"Hallstat... Buen sitio donde colarse y armar un buen pollo", pensó mientras se acercaba en un pequeño barco, vestido de Nat, oculto bajo su negra capa de viaje. "Aunque también podría ir con calma y ver qué surge". Atracó el barco y posó su mirada en la ciudad. Casas de ricos y tiendas de nobles, riqueza y podredumbre a un lado, morales laxas y burdeles, a un lado, mientras al otro se encontraban hogares sencillos y locales asequibles, tabernas y alegría por las calles. Parecía como si los nobles no tuvieran ninguna intención de divertirse, aunque emborracharse hasta caer de culo, como hacían los trabajadores tampoco era una diversión muy loable.
Comenzó a caminar con paso tranquilo, atento a cada detalle. Restaurantes caros, tiendas lujosas, y alguna licorería, aunque en ningún lugar tenían vino de South Blue, ni siquiera una cosecha decente de vino del Este. Defraudado por la escasez de la ciudad rica, fue a las barriadas. Allí había tantas tabernas que por mera estadística alguno debía vender buen vino. Era curioso lo diferente que se veían las dos secciones de la ciudad. Mientras la opulencia embargaba una, la otra se sumía en la miseria, aunque, sin embargo, encontraba más caras sonrientes entre la gente que no tenía otra cosa que llevarse a la boca. Era casi tierno. Un mendigo con un cartel de "No quiero dinero, sólo trabajo" llegó a calentarle el corazón, hasta el punto de darle una bolsa de oro llena hasta los topes.
-Con esto podrás vivir dignamente hasta que encuentres uno.
Dicho aquello, le dio la espalda y entró en una taberna cercana. Pasó por delante de un extraño muchacho que miraba los carteles de Wanted y se acercó a la barra. Ante la afirmación de que aquel lugar, Caspio tomó asiento en la mesa más alejada a la gente, lejos de gran parte del ruido, esperando su bebida.
Comenzó a caminar con paso tranquilo, atento a cada detalle. Restaurantes caros, tiendas lujosas, y alguna licorería, aunque en ningún lugar tenían vino de South Blue, ni siquiera una cosecha decente de vino del Este. Defraudado por la escasez de la ciudad rica, fue a las barriadas. Allí había tantas tabernas que por mera estadística alguno debía vender buen vino. Era curioso lo diferente que se veían las dos secciones de la ciudad. Mientras la opulencia embargaba una, la otra se sumía en la miseria, aunque, sin embargo, encontraba más caras sonrientes entre la gente que no tenía otra cosa que llevarse a la boca. Era casi tierno. Un mendigo con un cartel de "No quiero dinero, sólo trabajo" llegó a calentarle el corazón, hasta el punto de darle una bolsa de oro llena hasta los topes.
-Con esto podrás vivir dignamente hasta que encuentres uno.
Dicho aquello, le dio la espalda y entró en una taberna cercana. Pasó por delante de un extraño muchacho que miraba los carteles de Wanted y se acercó a la barra. Ante la afirmación de que aquel lugar, Caspio tomó asiento en la mesa más alejada a la gente, lejos de gran parte del ruido, esperando su bebida.
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