Lucho y Empanadilla: Encuentro en el bosque de setas

Alex tropezó de nuevo con una raiz. Aquel maldito bosque era espeso en exceso. Estaba harto de tener que abrirse camino, y lo peor es que había rasgado su sudadera con unas enredaderas un rato antes. Su preciosa sudadera negra con plumas ahora tenía un desgarrón a la altura del costado derecho. Estaba de mal humor. Le apetecía acabar con aquello. Había leído sobre la existencia de un bosque de hongos gigantes en aquel lugar, y aquello le había interesado sobremanera. Pero el camino hasta aquel lugar era extremadamente angosto, pasando por entre los apretados árboles de aquella frondosa jungla.

Harto de aquella maldita opresión vegetal, se volvió intangible y se elevó entre las ramas de los árboles hasta alcanzar la zona más alta del bosque. Esperaba poder ver la situación del bosque de setas más adelante. El sol sobre los árboles era abrasador y brillante, aunque ciertamente bajo ellos tampoco se estaba a gusto, debido a la enorme cantidad de humedad acumulada, provocando un efecto invernadero. De hecho, allí arriba al menos soplaba una suave brisa que el médico agradeció. Tal y como sospechaba, el bosque de setas parecía encontrarse unos pocos de cientos de metros más hacia la cordillera que dividía la isla en dos partes. A Alex no le apetecía tener que bajar de nuevo a la selva húmeda y claustrofóbica, por lo que empezó a avanzar sobrevolando las copas de los árboles más altos. Alcanzó el límite del bosque de hongos en apenas un par de minutos. En cuanto la vegetación bajo él empezó a desaparecer, dejando paso a los champiñones gigantes, empezó a descender. Aquel lugar era bastante extraño: enormes setas que parecían querer rozar el cielo, grandes aglomeraciones de hongos de todos los colores, y más allá, una bolsa llena de esporas que salían disparadas hacia el ambiente cada cierto tiempo, en intervalos irregulares. El médico se puso un paño en la boca. Había pasado un mal trago en Ireos con aquellas malditas flores violetas y no quería que aquello se repitiese. Por ello, se había armado con un libro de botánica avanzada de aquel sitio, que llevaba en el maletín, junto con las demás cosas.

Empezó a caminar lentamente por aquel sitio. El suelo parecía estar cubierto por una capa de restos orgánicos en descomposición, lo que le daba una consistencia blanda y un olor fuerte, aunque no por ello desagradable. Los pasos del médico se veían amortiguados por la capa de restos orgánicos, como si de una gruesa alfombra natural se tratase. Observó el cielo. El sol pasaba ahora mismo entre los sombreros de dos enormes hongos. Suspiró. Al menos allí no había tanta humedad como en la jungla, y no esperaba que las enredaderas lo molestasen.

-Dios que humedad. Pensé

Villmark era una isla conocida por la espesura de sus bosques formando autenticas selvas. Este sitio al menos no era un lugar demasiado caluroso, en ocasiones se podían notar pequeñas brisas cuando se pasaba por entre los claros de el bosque.

El motivo de la visita era muy simple, encontrar el legendario bosque de hongos. Encontrar ese bosque podría ayudarme a obtener muestras de esos hongo para poder crear distintas armas como bombas de humo. Pero ahora es cuando nos resolvemos las cuestiones.

1- Como encontrar los hongos.
2- Como resistir la humedad.
3- Como evitar ponerse en peligro.

No eran cuestiones fáciles de resolver, tenía distintas formas de resolverlo pero había que encontrar la mas idónea. Necesitaba meditar unos minutos, así que me senté sobre la raíz de un árbol. Tras algunos minutos de meditación no hacía falta pensar más. Era la misma solución para todo, el poder del diablo. Cierto es que aun no la controlaba lo suficientemente bien, pero durante 30 minutos no tendría ningún problema.

Busque el primer claro de todos e inicié mi transformación en cuervo, salí despegado para sobrevolar la zona y analizar todo. Esto resolvía todas las cuestiones anteriores, sobrevolando el bosque encontraría mas fácilmente los hongos, el estar por encima del bosque y volando me permitía disfrutar de la brisa y ademas desde esa altura podía controlarlo todo, así que si veía algún peligro podría solucionarlo.

Tras unos minutos sobrevolando la zona, pude observar un joven bien vestido caminando justo en uno de los claros. ¿Que haría ese muchacho hay?, ¿Se encontraría en peligro?.

-Bajaré y lo observaré. Pensé

No debía asustarlo así que una transformación en su cara era imprudente, por lo que comencé a seguirle de rama en rama con mi forma de cuervo asta el momento oportuno.

Alex caminaba entre los hongos. Ya había dejado atrás la zona de bosque, cuando sintió un movimiento sobre él. En el día despejado que era, no le fue difícil localizar la silueta de un pájaro sobrevolando el lugar. ¿Aquello podía ser un cuervo? Le encantaban aquellos animales, su propio título lo ponía de manifiesto. Sonrió viendo al animal. Le recordó a la cuerva de Olivia. El día que la había conocido también llevaba aquella sudadera de plumas, que parecía haber atraído al animal entonces. Se quedó quieto un instante, mirando al pájaro, esperando para ver si descendía.

Tras unos segundos, siguió caminando. En aquella zona abundaban los regueros de agua, que bajaban desde la zona de la cordillera, y se desviaban hacia el oeste. El terreno, ya de por sí blando, se volvía casi cenagoso debido al agua que había en los regueros, por lo que el médico hundía sus pies casi por completo cuando avanzaba. Esperaba que no hubiera una zona de arenas movedizas o algo similar por allí. De todos modos, no sería un peligro, sino más bien una pequeña molestia. Le bastaba con tomar su forma gaseosa para salir flotando.

A su derecha vio un enorme ejemplar de amanita muscaria. Se acercó a él, y lo examinó con la mano libre, mientras con la otra agarraba firmemente el paño. Tal vez pudiera llevarse un poco de veneno de aquella seta. Se podría llegar a utilizar de medicamento si se trataba. Tendría que buscar acerca de ello en algún libro de la biblioteca de Derian.

Abrió el maletín con una mano y sacó su daga. De un tajo firme cortó la seta por el pie, y la metió en uno de los compartimentos del maletín. Terminada la tarea, se puso a buscar más muestras que recoger.

Que buscaba ese chico. Estaba claro que ya me había localizado, lo que no estaba tan claro era si sabia que era un humano. Sin quitarle ojo de encima pude comprobar que según pasaban los minutos el camino que seguía cada vez se volvía mas pantanoso. Ese joven necesitaba ayuda y yo también. Sería capaz de fabricar una bomba de humo fácilmente a partir de algunas muestras de las plantas de ese bosque, pero no sabía el efecto que tendrían. Pero es joven si, miraba constantemente las plantas incluso tomó muestras de alguna. Ese chico sabia lo que se hacía debía ser un médico o una especie de botánico, cualquiera no extrae una muestra de esa forma. Si conseguía que eso chico me ayudara a diferenciar unas plantas de otras y descubría sus efectos, mis resultados sería de calidad y podría obtener buen material.

Tenía que hacerlo, debía hablar con el y preguntarle si necesitaba ayuda, y así poder formar un duo temporal para los objetivo en común. En lo alto de una de las setas mas bajas de las que había me transforme y le grité.

-Hola joven. Veo que caminas con cierta dificultad por la zona. ¿Querrias mi ayuda desinteresada?

Aquel cuervo se posó en una de las setas. Era un precioso animal de plumas negras. El médico lo observó con curiosidad. Entonces, el ave empezó a cambiar drásticamente, aumentando de tamaño y cambiando su forma. El médico dio un paso atrás, sorprendido, antes de darse cuenta de lo que ocurría. Por favor, si compartía barco con dos personas como aquella: "Un Zoan". El pájaro pasó a convertirse en un hombre que se dirigió a él con cordialidad. Le estaba proponiendo ayudarle a atravesar la zona. Ciertamente el médico podía solo con aquello, pero un poco de compañía nunca venía mal. Sonrió y asintió:
- No necesito ayuda desinteresada, pero agradecería algo de compañía. Buscar ingredientes solo es bastante aburrido -señaló alrededor-. Y bueno, este lugar no es precisamente bullicioso.

Tras eso, observó al hombre. Una Zoan de cuervo. Podía llegar a considerarse una fruta fetiche para él. El Doctor Cuervo. Extendió la mano amistosamente y se presentó:

- Por cierto, mi nombre es Alex Cooper, pero puedes llamarme Doctor Cuervo -sonrió al decir su apodo. Era irónico, tratándose el otro de una Zoan de cuervo-. Si, lo sé, es bastante gracioso a la par que irónico. Encantado.

-En cantado joven Alex. Espero no haberte asustado durante mi transformación, estarás deacuerdo conmigo en que habría sido mas curioso si te hubiera hablado un cuervo ¿no crees?.- Perdóname donde están mis modales, mi nombre es Puraido, pero se me conoce como Karasu.

Que curioso, ¿Doctor Cuervo? esto tenía que ser broma, pero si el cuervo soy yo. Bueno tendría sus razones, era una curiosa coincidencia nada mas.

-Por supuesto te acompañare joven Alex. Pero si no es indiscrepción. ¿Que buscas en estas setas?

Que buscaría el doctor. Posiblemente fueran muestras para obtener antídotos y medicamentos, la verdad algo que escapaba a mis conocimientos. ¿Debía decirle mis intenciones? ¿sería bueno que supiera que buscaba tan pronto? Me daba buenas vibraciones, no se le veía mal chico.

-Yo amigo busco cualquier tipo de veneno y ponzoña que me ayude para hacer mis bombas de humo.-Soy un corsario que cruza el mar persiguiendo un sueño que pasa por la obtención de alguna de esas armas.
-Y usted doctor cuervo ¿Que puede contarme de usted?

Alex observó al hombre, que se había presentado como Karasu. Así que era un corsario. No debía llevar mucho tiempo en el mar, o lo conocería de los carteles. Seguramente era un novato. Le había preguntado qué era lo que buscaba en aquellas setas, alegando que él quería hacer unas bombas de humo. Alex supuso que no debía tener mucha idea de química. Si quería bombas de humo, él mismo podía hacerle algunas.

- Para hacer bombas de humo, mejor utilizar ceniza u otro tipo de polvos con poca densidad para que se expanda con rapidez. Si buscas ingredientes para tus bombas dudo que los encuentres por aquí -le dijo al hombre-. Sin embargo, yo podría hacerte unas bombas de humo si quieres. Pero a cambio, necesito que esperes a que acabe en mi recolecta. Mi finalidad es distinta a la tuya. Quiero conseguir no solo ponzoñas y venenos, si no todo tipo de productos derivados de estos hongos. Soy médico, y me vendrían bastante bien para mis medicamentos. Por cierto, te recomiendo que te tapes la nariz y la boca con un paño... algunas de estas setas sueltan esporas venenosas, y podría llegar a ser una molestia si mueres. -sonrió, y se giró, buscando más setas útiles para sus mezclas.

Ante ellos había un montón de setas blancas, del tamaño de un perro grande, amontonadas. Alex sacó su librito y se puso a hojear las páginas. Parecía que aquella especie era bastante común por el lugar. Había visto varios montones similares en su camino. Cuando la encontró en la guía, suspiró. Efectos afrodisíacos, vasodilatadores, excitantes y potenciadores de las glándulas suprarrenales. En definitiva, una droga similar a una inyección de adrenalina y oxitocina. Era interesante. Sacó de nuevo su daga y se puso a cortar algunas fibras del sombrero del hongo. Cuando hubo recogido suficiente, lo guardó en otro de los compartimentos del maletín.

- Bien, prosigamos. -dijo mientras echaba a andar.

Caminando con el doctor me aclaró algunas cosas. La primordial era que había errado en mi intención de hacer bombas a partir de esos venenos, pero no importaba demasiado. Hablando con él me di cuenta de algo mucho más importante, un doctor que se comportaba como el y que tenía tan claro que cortar, que parte y que hacía esa planta, debía ser una persona con mucha idea en estos temas y eso para una persona como yo que desconocía tanto esos temas era como mínimo una bocanada de aire fresco.

Después de algunos consejos de mi nuevo acompañante, decidí acompañarle por dos razones muy claras. La primera, me dijo que me podría ayudar a la hora de fabricar mis bombas y la segunda, quería aprender cuanto fuera de las setas de las que sacaba muestras pues nunca sabes cuándo pueden hacer falta ese tipo de conocimientos.

-Por supuesto que le acompañaré Doctor cuervo. Le dije

Tras leer algunas cosas en su libro, tomo una muestra de una seta blanca con bastante entusiasmo. Me moría por preguntarle pero hay que entender que igual le molestaba que le abrasara a preguntas. Tras tomar la muestra comenzamos a caminar de nuevo. Tras ver multitud de setas, llegamos a una especie de campo abierto en el que al fondo se podía ver el inicio de un nuevo bosque de setas gigantes. Era bastante más oscuro que el anterior, por lo que me hizo pensar si también sería más peligroso. Por otro lado en este mundo siempre la zona más inaccesible suele ser también la que más premio da.

-¿Qué te parece doctor?-Entramos en esta nueva zona?
La decisión era suya. Posiblemente el conociera mejor que yo si le hacía falta entrar ayi.

Tras un rato caminando por el bosque de setas, llegaron a una especie de punto de transición. Más adelante, el ambiente era extraño, enrarecido. Las setas que allí crecían tenían tonalidades más pardas y oscuras que las anteriores. Parecía como si algunas estuvieran en estado de putrefacción. No sabía nada de que hubieran variaciones en aquel bosque, pero supuso que no perdían nada en ir a explorar. Su acompañante le perguntó si sería buena idea entrar allí, a lo que Alex respondió, con una voz calmada:

- ¿Por qué no? Siempre podemos encontrar algo interesante ahí. -dicho esto, echó a caminar hacia la zona de setas. Nada más llegar bajo los sombreros de las primeras setas, se apretó el pañuelo contra el rostro. Sentía el ambiente cargado, y aquello no debía ser bueno para los pulmones.

Encontró una extraña seta, que crecía sobre el tallo de otra seta de mayor tamaño. Parecía un parásito. Abrió el libro por la sección de hongos parasitarios y lo encontró. Aquella seta no tenía ninguna utilidad en especial, pero en un inciso indicaba que era una de las principales dietas de una de las criaturas que vivía en aquel extraño bosque: el señor fúngico. Alex le indicó a Karasu que esperara con un gesto de mano. Había escuchado un ruido. Preparó su hoja oculta y se puso en posición de alerta, tratando de localizar aquel sonido. Un chapoteo pesado que parecía acercarse desde una dirección indefinida. ¿Sería el señor fúngico?