Tiembla el planeta. La union definitiva, El Kamaitachi y El Cadejo Negro. (Privado) (Kirito/Kedra)

Un trueno cruzó el cielo a toda velocidad dejando segundos después un sonido increíble que hizo temblar a los niños de las calles de aquella isla. Era como si los mismísimos cielos temblaran de miedo por algún acontecimiento que fuera a ocurrir. Las nubes negras que se aproximaban dejaban ver que la lluvia no iba a tardar en llegar, una lluvia torrencial que podía resultar incluso muy peligrosa. Las casas ya estaban cerradas, la gente no había tardado mucho en echar cerrojos y persianas abajo para poder resguardarse de lo que estaba por venir. Otro trueno volvió a sonar en aquel día tan horrible y terrible. Aquella isla estaba dominaba por la marina pero sus soldados tampoco estaban fuera, no había nadie en las calles, todo estaba solitario. Todo menos la plaza, frente al patíbulo donde mataron al rey de los piratas de podía ver una figura encapuchada de blanco. Se trataba del chico espectral, el hombre con el rango de supernova, el lobo del demonio, Kedra.

La última vez que estuvo en la isla no pudo ver mucho rato aquel monumento debido a un ataque en el puerto. Allí conoció al usuario de la fruta de la nieve, pelearon juntos y consiguieron eliminar aquellos idiotas piratas. Al lobo le daban igual pero ellos le atacaron primero por lo que sol se defendió, aunque la marina lo tomó como una ayuda, un error por su parte pues semanas después un teniente comandando fue encontrado en una isla del Sur con un tiro en la cabeza. Una bala de revólver Magnum 44, el arma de Kedra, estaba claro que lo había eliminado. Ahora su cabeza tenía un precio increíble de ciento quince millones, sin embargo allí estaba, no sentía nada de miedo de que le cogieran. No iba a estar a solas en aquel lugar, unos imbéciles le revelaron antes de morir que una guarnición de unos sesenta revolucionarios iba a atacar la ciudad. No tenía intención de ayudar a nadie, tan solo había ido por diversión y para poder eliminar a aquellos parásitos de forma rápida y de paso entrenar un poco su cuerpo. Era un buen motivo para viajar desde el Grand Line al mar del Este, pero no lo suficiente interesante para todo aquel recorrido. Ese solo era uno de los tres motivos que había, el segundo era poder ver de nuevo el patíbulo y observarlo más detenidamente como estaba haciendo ahora.

Aún quedaba el motivo más importante de todos, el motivo que había hecho recorrer al usuario de la fruta del lobo espectral todo aquel recorrido apenas en unos días. Había contactado con una persona, no una persona cualquiera pues el chico lobo no quedaba con casi nadie. La persona con la que se iba a reunir bajo aquella tormenta era una persona que estaba considerada como uno de los mejores en su campo y un temible espadachín. Alguien que ocupaba el puesto de Shichibukai, pese a eso el chico lobo había confiado en él. Se trataba del mismísimo líder de Akai Ryu. El temido y poderoso Kirito. Los revolucionarios eran una sorpresa que el chico lobo usaría para proporcionarle diversión también al espadachín. Estaba deseando que aquel hombre llegara, iba a ser una reunión de capitanes, el capitán de Akai Ryu y el capitán de Kage Akuma. Poco a poco el cielo empezó a volverse más violento y comenzó a llover con fuerza, sin embargo el chico no se movía, permanecía quiero esperando. Incluso pegó un salto montándose en lo alto del patíbulo y quedando allí sentado con las piernas colgando.

- Percibo un extraño olor, puede ser…

Sin duda alguna aquel olor era el de una persona acercándose, el chico observaba desde lo alto con una media sonrisa como el olor era cada vez más cercano a su posición. Pasaron un par de segundos más en los cuales el castaño se sentía algo impaciente, por fin pudo ver al causante de aquel olor. Un chico joven vestido totalmente de negro, no sabía si ese era el objetivo o un simple ciudadano que pasaba por el lugar. De repente este chico pegó un grito diciendo que el gobierno apestaba, una buena señal, tal vez quería identificarse como la persona que el encapuchado buscaba. Fuera el caso o no, el lobo no iba a quedarse allí arriba quieto mirando como la lluvia caía, era la hora de hacer acto de presencia. Saltó el patíbulo mientras el viento ondeaba su chaqueta blanca, finalmente aterrizó colocando su mano derecha en el suelo y dejando caer suavemente la rodilla para mantener mejor el apoyo. A continuación levantó la mirada quitándose la capucha mostrando sus ojos dorados con aquel siniestro color negro de fondo. Unos ojos que no parecían ni humanos, unos ojos tan siniestros y tétricos como una noche sin estrellas.

Observó al chico mientras se acercaba a él con los ojos iluminados. En ese momento se le ocurrió algo que quizás podría hacerle saber si se trataba del Shichibukai que estaba buscando y con el que había quedado en aquella isla repleta de marines. Habló en un tono muy calmado y tranquilo mientras metía las manos en los bolsillos de sus pantalones analizando con la mirada al chico.

- ¿Kirito?

Se limitó a decir de forma simple esperando una respuesta de aquel chico, de repente se pudo escuchar un jaleo tremendo en el puerto, cañonazos y demás. Parecía que el ataque revolucionario había comenzado. Aquellos sesenta hombre estarían ya en el puerto liándola y seguro que los marines defenderían la ciudad, en un ataque cruzado habría mucha diversión para poder eliminar a bastantes sin que se dieran cuenta. Al escuchar el ruido de los edificios cayendo, en su rostro apareció una sádica sonrisa llena de maldad y crueldad. No tardaría mucho en montarse una pequeña guerra, antes de nada el chico debía asegurarse de que estaba frente al capitán de Akai Ryu, sería una cagada por su parte que se tratara de otra persona distinta y lo confundiera.

La tormenta no parecía querer amainar y seguía inundando las calles, al agua se desbordaba de las alcantarillas y los relámpagos y truenos se escuchaban resonar con fuerza en el cielo, dando el comienzo de la carnicería. La gente empezó a asomarse curiosa a las ventanas al escuchar aquel jaleo que se escuchaba en el puerto. Eran unos verdaderos cotillas y solo estaban para el bien propio, ese tipo de gente era estúpida, sus ansias de saber les podían y se veían obligado a salir cuando estaban escondidos como conejos en una madriguera como si huyeran de perros de presa. Ahora comenzaba la diversión.

Al parecer si se trataba del líder de la banda pirata Akai Ryu. Él mismo le dijo que antes de firmar la alianza podían divertirse en el puerto, sin duda la idea de eliminar marines le atraía muchísimo, odiaba a esas basuras uniformadas y nunca rechazaba una oportunidad para cazarlas. Iba a ser muy divertido arrancarles la cabeza a aquellos parásitos mientras los rebeldes realizaban aquel ataque. Si alguno le tocaba, también caería seco. Ya estaba todo decidido y sin esperar más el chico observó al joven shichibukai que tenía ante sus oscuros ojos y respondió con un tono calmado y tranquilo dejando ver una sonrisa sádica y sus dientes ya afilándose al mismo tiempo que sus ojos brillaban en un tono dorado.

- Sin duda podemos firmar la alianza después, tienes toda la razón, no me perdería esa masacre marine. Divirtámonos compañero.

De repente su aura oscura se activó a su alrededor como si de un humo negro se tratase, esa aura asustaba a todo el mundo que había alrededor dejándolos temblando de miedo. Era una de las habilidades de su fruta (Kirito sería totalmente inmune debido a su alto nivel) sabía que aquello no afectaría a un poderoso Shichibukai pero si a muchos marines. Sin pensarlo comenzó a sonreír mientras su aura aumentaba y ahora algo extraño pasaba, creció un poco hasta alcanzar los dos metros, su piel comenzó a volverse rojiza y sus ojos perdieron las pupilas quedando totalmente negros sin rastro de su color dorado, era como tener los ojos totalmente en blanco pero su lugar eran negros al ser el fondo de sus ojos de ese color. Su musculatura empezó a aumentar dejando sus brazos tomar un buen grosor al mismo tiempo que sus piernas se fortalecían y su pecho y abdominales se musculaban más aún. Era una verdadera bestia ahora, capaz de destrozar árboles o grandes rocas de un solo golpe. Pero en lugar de árboles y rocas iba a destrozar marines.

- Te espero en el puerto.

Dijo con una voz realmente grave e inquietante, de repente aquella mala bestia comenzó a correr por las calles dirigiéndose al puerto a una velocidad normal. Ya podía oler la sangre de las bajas de la batalla y el repugnante olor a rifles de los marines, la pólvora era algo que estaba acostumbrado a oler. Era un olor que le alertaba de las armas de fuego de sus adversarios, activó su haki de observación para estar atento, el de armadura tan solo lo utilizaría para defenderse de los tiros o por si había un usuario entre los marines o revolucionarios. Definitivamente la alianza del Cadejo negro y el Shichibukai iba a ser algo terrible para el mundo, bastante peligro había ya con otras bandas revolucionarias y con los criminales de alto rango para encima haber una alianza de esa magnitud. Akai Ryu y Kage Akuma.

Cuando por fin llegó al puerto, pudo ver como los barcos revolucionarios bombardeaban a los marines que encendían los cañones y disparaban contra los revolucionarios. Además ya había varios peleando con espadas en varias zonas del puerto. Era un bonito espectáculo además de una maldita carnicería, algo que sin duda alguna agradaba al chico lobo bastante. Dejó que la lluvia cayera sobre su pelo haciendo que sus mechones ahora se colocasen a ambos lados de su rostro acariciando sus mejillas mientras poco a poco iba activando su aura. Algunos marines de alrededor empezaron a mirarle mientras tragaban saliva y temblaban un poco, no solo por aquella aura, además temblaban por el temible aspecto que ahora tenía aquella bestia que sonreía sádicamente.

Al parecer el moreno también aceptó la oferta del castaño, las manos fueron estrechadas mientras las miradas se cruzaban, ambas eran serias en todo momento, se notaba que el Shichibukai era alguien que sabía lo que hacía y eso se notaba en su seriedad. Ahora un revolucionario pasó por el lado del espadachín, este con un movimiento cortó su cuello rápidamente y después limpió la sangre de su hoja en la camisa de aquel tipo. El chico lobo escuchó ahora la propuesta del espadachín, debía decirle algo en una taberna al parecer, mientras tanto, el castaño ojeaba a su alrededor. Cuellos cortados, huesos rotos y violencia por todos lados. Eso hizo que este sonriera de lado al ver los cadáveres amontonados, un espectáculo horrible sin duda alguna, tantas personas muertas en un solo momento podía llamar mucho la atención, cosa que quería precisamente el capitán de las sombras. Pudo ver también como muchos marines y revolucionarios se habían matado entre ellos, pues tenían heridas de balas en sus cuerpos y ninguno de los capitanes poseía armas de fuego, o al menos Kirito no poseía a simple vista, tal vez guardara. Kedra había dejado su revólver en su cartuchera, pero no lo usaba nunca, era como si no lo llevara, solo le servía para jugar con el tambor del arma.

- Vamos pues.

Dijo simplemente el lobo negro mientras ahora se giraba y comenzaba a caminar, la taberna Gold no estaba muy lejos y seguro que era la más cercana y perfecta para hacer aquello. Las calles estaban vacías y pronto mandarían marines de rango más alto, pero seguramente ellos ya no estarían allí para verlos. No tardaron mucho en llegar a la taberna, parecía vacía y bastante oscura. El tabernero esperaba limpiando algunas copas con un trapo, era un tipo de pelo grisáceo y llevaba un ojo tapado por un parche, el otro era de color azul claro. Tenía algo de barba y su pelo era largo, además era bastante alto y rondaba los dos metros. De cuerpo normalito y vestiduras pobres como un jersey medio roto de color marrón. Sus pantalones con algunos agujeros y de color negros, además de unas sandalias viejas y una muñequera roja en su mano derecha, un poco deshilada a decir verdad y no muy bonita que digamos. Cuando ambos entraron, el hombre no dijo nada, simplemente se quedó mirando esperando a ver si alguno pedía algo fue en ese momento cuando el cadejo negro habló tranquilamente al mismo tiempo que se dirigía hacia una mesa de dos personas que había a un lado.

- Te espero allí, por si quieres tomar algo, yo por ahora no quiero nada.

Ahora se sentó en un lado de la mesa esperando al moreno, si es que había pedido algo. En cuanto se sentase, se quedaría tranquilo y esperando a oír sus palabras. Ahora la mirada del lobo negro se dirigió a un viejo reloj que se podía ver en una de las paredes, sus manecillas marcaban una hora que hizo que Kedra frunciera el ceño. Al parecer su barco iba a zarpar en quince minutos, debía de darse prisa con aquello. Se quedó un par de segundos más mirando el reloj para después girar su mirada a su acompañante, sus ojos estaban fijos en los suyos de forma tranquila y calmada, como si tuvieran todo el tiempo del mundo aunque no fuera así. Seguramente escucharía lo que tenía que decirle, le respondería y saldría de allí a toda velocidad hacía el barco. Esperaba no encontrarse ningún marine por el camino o al menos no uno que le hiciera pelear durante un periodo largo. Ya solo faltaba una sola cosa, que el Shichibukai dijera aquello que le dijo en el exterior que le diría dentro de una taberna. Era extraño que Kedra transmitiera confianza a alguien, pero al menos era de agradecer el gesto.

- Te escucho camarada.