Espectáculo En Pendragón !El Cadejo Vs El Kitsune! [Kedra - Eichi] [Privado]

¿Cómo había ido a parar allí? Ni idea. El luchador se hallaba frente a un puesto de perritos calientes en mitad de la plaza de la isla. Eran las seis de la tarde y una leve brisa corría por el lugar. Kedra había dejado a Auron con cierta persona de su confianza y ahora estaba visitando aquel sitio. La isla le había dado curiosidad y además, había detectado el olor de su sobrino en ella. Era una lástima que ese cabezota ya no estuviera por la zona. Se moría de ganas de comprobar cómo iba con sus entrenamientos. Ahora tenía un poco de hambre y el olor a carne asada humeante saliendo de aquel puesto no ayudaba en nada. El pirata olisqueó un poco y después de unos momentos soltó un bostezo considerable. Por suerte le quedaba algo de… Flipó cuando metió la mano en el bolsillo y se dio cuenta. Ah, cierto, él nunca llevaba dinero encima.

La pesadilla vestía únicamente con un pantalón blanco, unas botas de acero, unos guanteletes de tela y una especie de collar en forma de colmillo plateado. Tenía un poco de pelusa y una perilla algo rara en forma de triángulo. El blanco de sus ojos continuaba siendo negro y su pupila dorada. Su aspecto no cambiaba, pero parecía más musculoso que antes. En su mirada podía verse una sonrisa calmada. No podía liarla como antes debido a su hijo, pero nada quitaba que no pudiera hacer una trastada como robar un perrito caliente. Caminó hasta el puesto y se quedó mirando al dueño a los ojos, tal vez lo podía lograr gasta gratis con su mirada. Tal y como había planeado, el hombre le miró con un leve temblor en las manos y preguntó lo que deseaba tomar. No era difícil reconocerle por los carteles al fin y al cabo. Kedra mostró una expresión siniestra para dar más miedo y al mismo tiempo que colocaba su mano despacio en la mesa. El miedo se notaba muchísimo en aquella persona, cosa que facilitó las cosas para el cadejo negro a fin de cuentas. Ahora podría disfrutar de una rica merienda antes de volver al barco y ponerse a cocinar para el crío. A lo tonto estaba aprendiendo bastantes cosas, nadie lo creería como padre.

- Yo solo pasaba, pero ya veo que se muere de ganas por invitarme. Ponme uno doble con salsa de alioli y un refresco de naranja con gas, si es posible, mi querido amigo. – Mencionó mostrando sus colmillos.

- ¡Ahora mismo! – Gritó el tendero al mismo tiempo que se ponía a cocinarlo rápidamente.

Kedra entonces se mantuvo en pie en mitad de aquella vacía plaza. La isla parecía haber estado en una batalla, pero eso no era de su incumbencia. Estando en el Este tampoco debía ser para tanto. Se preguntaba por qué el olor de Zero estaba por allí. De hecho, era muy reciente. Tuvo que abandonar la isla hacía ya un día máximo. Chasqueó la lengua por no haber llegado a tiempo y se dio cuenta de que el hombre le tendía su pedido. Sonrió cogiendo todo y después de eso le tendió un papel con un número. Los ojos del pobre tendero se abrieron más de la cuenta y observó confuso aquel trozo de papel.

- Un Lars siempre paga sus deudas. Si alguna vez tenéis problemas llamadme y acudiré a vuestra ayuda si hace falta. No me temáis, demasiada gente lo hace ya. – Terminó de decir antes de caminar hasta un solitario banco y sentarse.

Estaba delicioso. El sabor del perrito era magnifico y la salsa de alioli que le acompañaba se derretía en la boca dejando una calidad insuperable. El combinado del sabor de la naranja gaseosa en el paladar estaba haciendo al herrero de las sombras sentirse en la mejor de las glorias. Seguramente, Kedra se apuntaría aquella comida para otra ocasión. Auron debería querer uno de aquellos, por lo que tal vez iba a por otro, pero en otro establecimiento. Justo entonces cerró sus ojos relajándose y sintiendo la calma en todos lados. Sacó un papel en el que ponía “invitación de la hermandad pirata” y se limpió la boca con él. El cadejo había pasado de esas cosas. Él iba a su bola y prefería que así fuese. No le apetecía una reunión de tíos borrachos gritando. Lo último que deseaba era liarse a golpes con el bando de la piratería también.

No tardó mucho en detectar un olor que se le hizo algo familiar. Sin embargo, el lobo negro olía mucha gente al día, por lo que olvidaba fácilmente algunos olores. Le dio algo de sueño y soltó un bostezo sin saber bien la razón. Justo entonces pudo ver a una única persona acercarse hasta él. Mordió su perrito de nuevo y masticó de forma relajada mientras bostezaba de nuevo y sentía las ganas de tirarse a una buena cama. Con las mantitas, el calorcito, la almohada… Demasiado sabroso. Cerrar los ojos despacio y estar solo en la oscuridad. De paso con su cachorro echado en su espalda, como de costumbre. Miró al pelirrojo con calma y no tardó en reconocerlo. “Akashi”. Después negó. Ese chico era igual físicamente al hombre que conoció en el puente de los esclavos. “Eichi”. Pensó de forma correcta al mismo tiempo que lo observaba con una calma absoluta.

- Ha pasado mucho tiempo, Eichi-kun. – Mencionó el cadejo negro al mismo tiempo que una sonrisa se formaba en su asesino rostro.

Kedra se notaba bastante más social, feliz y calmado desde que tuvo a su hijo. Pasó su pierna derecha por encima de la izquierda y se quedó mirándole con calma. Mordió el perrito caliente terminando con él en poco tiempo y después bebió su refresco totalmente. Terminó con un eructo y por último se estiró. Estaba lleno de energía ahora. Se quedó mirando a aquella persona tranquilamente y después de unos momentos usó la lengua para limpiarse los colmillos.

- Curioso que estés aquí, no esperaba encontrarme con nadie hoy. Eres la única persona de la isla que no saldría corriendo por lo que veo. A propósito, ¿Has visto por aquí a un chico un poco más bajo que yo? Pelo pinchudo, moreno, musculoso, alborotador y suele ser un amante del arroz. Es mi sobrino y detecté su olor por la zona. – Una vez dijo eso se estiró unos momentos y volvió a mirarle. – Responde al nombre de Zero.

El lobo de la oscuridad sonrió al escuchar que el chico ya no estaba en la isla. Había sido una verdadera putada, pero ahora sabía más datos de él y de sus relaciones. Era amigo del pelirrojo, por lo que ahora los lazos serían más fuertes en cuanto a protección. Una enorme familia estaba a la espalda del lobo oscuro, aunque para él una familia era una serie de personas a las que proteger. Desde su hermano menor, su sobrino, su hijo, hasta los aliados o amigos como Dexter o Eichi. Tosió un poco para fijarse en que tenía un ojo… Tal vez fuera de combate por así decirlo. Sabía de medicina lo justo para operarle, pero el hecho de necesitar otro era la putada. De hecho, tal vez él se veía mejor así, por lo que no se metería en ese tema por el momento. Se relamió unos segundos recordando el sabor de la comida anterior y después le miró fijamente.

- No me trates como a un maldito noble, puedes llamarme Kedra simplemente, o usar el kun. Incluso te permito el chan, joder. – Terminó de decir sonriendo de forma tétrica. – Bueno, la razón de la que ya no esté en modo dormilón asesino puede deberse a una cosita.

El luchador se cruzó de brazos mientras pensaba un poco. Tenía que pensar bien su respuesta, pues quería estar seguro de que era lo que iba a decir. Lo pensó unos segundos y asintió. Sin duda, su objetivo claramente era el de proteger a su hijo a cualquier coste y hacerle uno de los luchadores más fuertes del mundo. Eso le hacía bastante feliz y por ello no tardó en mirar de nuevo al pelirrojo y darle un leve toque en el hombro.

- Yo antes era un puto loco de cuidado. Mataba gente sin motivo y era conocido como un asesino, tras unos años cambié a mejor, dándome cuenta de que la humanidad no es tan mala. Ellos no tienen culpa de mi pasado y mi hermano tampoco. Después de un tiempo sin memoria y tras haber arreglado todo con mi viejo segundo al mando, me retiré a vivir solo. Fue tras estos últimos dos años cuando me enteré que era padre y rescaté a mi hijo, el cual tiene ahora cuatro años. Tal vez el hecho de verle sonreír cada mañana me haya echo ser mucho más feliz. Ahora me puedo tomar todo con humor y no tengo nada en contra de nadie, salvo cierta persona y el jodido gobierno, como buen pirata. – En cuanto terminó de hablar soltó un bostezo enorme y se quedó mirándole fijamente de nuevo. – ¿Has dejado de lado las siestas? Yo también te noto bastante cambiado, no jodas que hay una mujer por ahí.

La verdad, lo dijo al azar, pero si acertaba quedaba bien. El lobo entonces bostezó un poco mientras realizaba un enorme sonido que inspiraba sueño. Maldito Eichi, cada vez que le veía le inundaban unas terribles ganas de dormir en su querido colchón. Sus mantitas y sus cojines… ¡Maldito pollo!

La noticia de que perdió a su hijo le hizo cerrar los ojos unos segundos. Recordó que él estuvo a punto, pero un ataque de rabia e ira en el último momento le hicieron eliminar a todos sus enemigos de un solo ataque. Tragó saliva mirando su puño al saber lo que era capaz de hacer si usaba todo su poder. Negó un poco con la cabeza y después le dio un leve toque en el hombro al chico que tenía a su lado.

- Lo siento, chico. Mi mujer murió también hace poco, por lo que creo que estamos un poco igual en estos temas. La vida es una basura, pero aquí estamos respirando. – Mencionó sonriendo de forma calmada.

El lobo oscuro tosió un poco y después de unos segundos se rascó la barbilla. Era posible que fuese cierto que debían de hacer algo, pues él iba con toda la idea de entrenar un poco y no pudo ser posible debido a que su sobrino ya no estaba. Un combate entre dos bestias como ellos habría sido idóneo, pero un hombre pollo como Eichi también debía tener habilidades poderosas. Mostró una sonrisa siniestra y después de eso se quedó mirándole a los ojos.

- Hay algo que tú puedes hacer. Yo no puedo revivir a mi esposa, pero tú puedes tratar de tener ese hijo de nuevo. Es la ventaja. Dicho esto, venía para entrenar con mi sobrino, pero dado que no está y es colega tuyo…

Lanzó la indirecta y después le mostró una sonrisa mucho más sádica. Estaba claro que estaba deseando poder probar sus habilidades con él. Primero probaría con poder bajo, pues lo último que deseaba era hacerle daño. Se colocó en pie y miró a su alrededor. Una plaza vacía, eso era un sitio a favor para poder hacer de las suyas sin problemas para los demás. Había más de veinte metros a la redonda libres, por lo que sería perfecto para usar sus cosas sin destrozos. El tendero de comida ya se había ido con el puesto, suerte que era portable. El lobo entonces miró a los ojos directamente al chico pollo y le invitó a acercarse.

- Para defender a los nuestros hay que ser más fuertes. De modo que… ¿Qué te parece si hacemos algo de lucha nosotros dos? Los pollos son duros de pelar. – Mencionó estirándose un poco y haciendo tronar los huesos de sus nudillos.

El cadejo negro no atacaría sin permiso, pues si él no tenía ganas no obligaría a nadie. Mantuvo su mirada en la de él y después de unos momentos analizó bien al chico. Su cuerpo era más musculoso, lo que significaba algo más de fuerza a su favor. Asintió para sí mismo y después de eso esperó una respuesta de él.

El viaje hasta el claro no fue muy largo y en él, el cadejo estuvo observando bien el camino para no perderse en caso de volver solo. Sus pasos eran bastante calmados y su mirada seria ante todo. El latente poder dormido iba a despertar después de bastante tiempo, pues no había peleado en serio desde su combate contra Jericó. Se relamió un poco y después de unos segundos concentró sus energías en los brazos. Tomó aire varias veces y se acarició así mismo. Esperaba que el pelirrojo hubiese mejorado en sus últimos meses, o tendría que llevárselo al hospital al primer golpe. Lo vio apoyarse en un árbol al llegar y dijo una serie de normas que el lobo ya pensaba cumplir. Eran de lógica la mayoría y sus ataques peligrosos iban siempre de cuello para abajo en caso de entrenamientos.

- Dalas por hechas. Nunca atacaría a matar a un compañero, Eichi.

Entrecerró sus ojos despacio al mismo tiempo que se estiraba un poco hacia atrás. El claro de un bosque, pero era de día. Aquello le recordaba a sus combates de entrenamiento contra el traidor, Midorima Shintaro. Era divertido aplastar a aquella rata. Lástima que su hermano se hubiese adelantado a trocearlo. Pensaba atacar el primero, pero avisaría a su oponente para no ser muy injusto. Su velocidad de por sí era una bestialidad.

- En cinco segundos lanzaré mi primer golpe.

La pesadilla dio un paso al frente y notó que la tensión empezaba a formarse en el ambiente. Empezó a dar algunos saltos a los lados para de esa forma calentar y de paso ir cogiendo velocidad. La hierba del suelo se movía de una forma asombrosa cuando él pasaba por encima. Su peso sumado a aquella absurda forma de moverse provocaba aquel fenómeno. En su mente contaba los segundos lo más calmado que podía. Justo cuando llegó al número cinco salió despedido hacia el pelirrojo. Su velocidad fue bastante considerable, pero no se movió lo más rápido que pudo. A lo mejor tan solo avanzó unos doscientos kilómetros por hora. Cuando llegó hasta el chico lanzó un poderoso puñetazo de frente con la intención de darle en el pecho y lanzarlo hacia atrás. Teniendo un árbol a su espalda, tendría poco chance de evadirlo si no era a los lados. Fue un ataque simple, pero poderoso teniendo en cuanta su fuerza.

- Uno. – Susurró el cadejo en cuanto lanzó su ataque.

Diese o no en el joven, Kedra se mantuvo en su posición sin miedo a alejarse. Clavaría sus ojos en los del pelirrojo y mantendría una expresión seria en todo momento, pues para luchar era un poco así. Acostumbrado a las duras luchas contra su hermano, esperaba que aquello no supusiera un reto muy complicado. Él no cambiaba su pelo de color ni nada parecido, usaba un estilo de lucha distinto al resto de Lars. El Akumu era más discreto en ese aspecto, pero más terrible en cuestión de brutalidad.

Datos:

El tronco había quedado destrozado y los fragmentos de madera rota adornaban el suelo de una forma algo inquietante. Los dorados ojos de la pesadilla continuaban clavados en el pelirrojo de forma calmada. La tranquilidad era increíble, tanto que parecía incluso que la tensión iba a matar a alguien. El primer golpe y un árbol roto, una parada con haki y un par de miradas. Eichi dijo algo de un experimento. Si estaba midiendo su haki, lo había hecho bien, pero sin contar que la pesadilla había empleado el suyo. Igualmente, el cadejo negro se mantuvo calmado y con su haki de observación puesto en el pelirrojo. Deseaba saber de qué forma le atacaría en su primera vez. En cuanto pudo predecir sus acciones se puso manos a la obra. Se giró al mismo tiempo que él se movía para encararlo y se preparó.

Colocó la mano izquierda en la zona del golpe de las costillas, bloqueando con la palma. Hizo lo mismo usando la otra mano para el golpe del brazo, pero recibió el del hombro. El pirata salió despedido hacia atrás unos cuatro metros, pero logró mantenerse en pie. Notó el dolor en su hombro y supo que la fuerza de Eichi era mayor. Por suerte, su resistencia también era brutal. Entrecerró los ojos despacio mirando la zona enrojecida donde había atacado el pollo y después le miró a él. Se pasó la mano derecha por la zona del golpe y entrecerró los ojos. El golpe no había llevado haki, por lo que en ese tema estarían muy igualados. Al menos, él contaba con la resistencia de su fruta mitológica, la cual había entrenado en aquellos dos años. Miró de nuevo al chico y debido a su velocidad intuyó que se centraba en un estilo veloz. El rostro del pirata continuaba inexpresivo y bastante siniestro, como si estuviese planeando algo malo, aunque no era así.

- Akumu, Inframundo. – Dijo cerrando sus ojos.

Sus brazos y piernas empezaron a brillar en un tono dorado, formando llamas amarillas intensas y que parecían bastante amenazantes. Pese a estar ardiendo, no se quemaba. Miró al chico de forma seria y empezó a caminar hacia él con un paso calmado. Tras unos segundos aceleró al máximo y trató de usar la velocidad que llevaba para impactarle una patada en la zona del estómago. Le diese o no, el lobo negro trataría de darle una potente palmada en la zona del pectoral derecho, con la intención de mandarlo a volar y de paso quemarlo. Tras los dos pequeños ataques ardientes, el luchador se mantuvo serio mirándole. Su fuego se hizo más intenso y las llamas se volvieron mucho más doradas. El suelo de hojas sin embargo no parecía quemarse de ninguna forma. El truco de la técnica era que solo el fuego quemaba a la hora de golpear.

- Ni siquiera el haki puede derrotar al fuego, Eichi. Por el momento continuaré usando el dos por ciento de mi poder. – Desveló con una pequeña sonrisa sádica.

Datos:

El lobo se acariciaba el torso despacio. Tenía un pequeño verdugón en la zona abdominal. Lo pudo predecir, pero las velocidades fueron tan enormes que ni tuvo tiempo a reaccionar. Lejos de enfadarse, sonrió de forma calmada. Le dolía bastante aquel golpe, pero Eichi se veía una persona legal a la hora de sus ataques. Balas de viento por lo que escuchó de sus labios, o al menos eso pensaba. Un estilo bastante útil y que él mismo dominaba, pero de otra forma un poco más oscura por así decirlo. Se quedó mirándole tranquilamente a los ojos y se dio cuenta de que él continuaba usando su haki. Una pequeña sonrisa se formó en su rostro y el cadejo dio un paso al frente. Se acarició el pectoral y la luna tatuada de su cuerpo empezó a brillar en un tono negro.

- Yami Moon…

La tinta empezó a moverse por su cuerpo como si estuviese viva y en poco tiempo le recubrió totalmente salvo la cabeza. Toda su piel estaba pigmentada en negro, pero no se trataba de haki, más bien una coraza que le protegería. Su dureza había aumentado y ahora sonrió mirando al pelirrojo. Las llamas continuaban ardiendo con intensidad en sus extremidades. Su tatuaje especial era una maravilla y por ello ahora esos impactos no dolerían tanto. Corrió hacia Eichi y notó sus intenciones. Se cubrió con los brazos todo lo que pudo y empezó a sentir los impactos. No eran tan potentes como antes, pero seguían siendo considerables. La pesadilla continuó moviéndose hacia él y una vez estuvo en frente le miró a los ojos frenándose en seco.

- Buen estilo. Ahora vuela… ¡Shinu! – Kedra gritó aquella palabra al mismo tiempo que lanzaba un único golpe hacia Eichi, buscando su torso.

El golpe fue rápido, pero si no le daba no pasaba nada. Diese o no en él, una onda de energía destructiva se formaría y doce metros a la redonda se verían afectados por aquella habilidad. Los árboles de la zona estallaron como si de cartón fuesen, saliendo volando. El suelo dejó de ser de césped para convertirse en tierra debido al golpe del lobo. No estaba usando su haki por el momento, por lo que aquello tan solo era una pequeña muestra. Tras haber lanzado su habilidad buscó al pelirrojo con la mirada. Sus dorados ojos se clavaron de nuevo en él y empezó a avanzar despacio. Su rostro terminó de cubrirse por aquella tinta negra, dejándole tan solo los ojos al descubierto. Ahora Kedra parecía un ser hecho de sombras totalmente. Se notaba que le dolían los brazos por las balas, al menos por los pequeños masajes que se daba mientras avanzaba. De no ser por su “armadura” habría cancelado su ataque.

- ¿Estás bien? – Preguntó sabiendo que su ataque era bastante fuerte. La energía destructiva era un elemento a tener en cuanta y sumado a la potencia de su golpe mucho más.

El viento sopló con fuerza ondeando sus cabellos y lentamente la pequeña humareda fue desapareciendo totalmente de la zona de combate. Primer cráter hecho en el suelo, unos doce metros de diámetro.

Datos:

Los ojos del cadejo se abrieron algo más de lo normal al ver la situación. Su ahora oponente estaba en una forma algo parecida a un zorro. Encima, sus palabras lo confirmaron. Había oído de gente con la suerte de morir y volver a tiempo perdiendo una fruta, parecía quizás ser el caso. Tal vez incluso era un engaño y era una técnica ilusoria. Fuese como fuese, ahora tendría mucho más cuidado. Un pollo era una cosa y un zorro otra muy distinta. El cadejo entonces entrecerró los ojos despacio y dio un paso hacia atrás. Con su haki centrado en él pudo notar que su aura era más que interesante. Estaba seguro que ahora Zero estaría contento de tener un amigo fuerte. El lobo entonces empezó a sonreír. Estaba pasándoselo bien con aquella pelea de entrenamiento. Tampoco quería ser muy bruto, pues el pelirrojo no parecía en su mejor momento.

- ¿Un zorro normal? Me están contando entonces que… ¿Eres un zoan normal del tipo carnívoro? – Preguntó al mismo tiempo que sonreía y alzaba ambos puños bajo aquella oscura capa que le cubría.

Cuando Eichi salió disparado hacia él se preparó para el embiste. Predijo la patada y no tardó en saltar en el sitio alzando ambas rodillas. El pie del zorro pasó por debajo de él. Fue en ese momento cuando pudo ver las intenciones del chico. Apretó la zona abdominal y cerró los ojos. El impacto de los perdigones de viento lo hizo salir disparado para atrás, cayendo al suelo de espaldas y rodando un poco por el suelo. Gruñó de dolor y empezó a retorcerse mientras giraba de un lado a otro con ambas manos en la zona del impacto. Tosió con fuerza un poco y gritó soltando un poderoso rugido de su boca.

- ¡Esto también duele, capullo! – Se quejó en el suelo dándole gracias a su coraza de oscuridad.

Anuló el Yami Moon, retirándose la tinta de su piel y volviendo al tatuaje. En las zonas dañadas tenía un par de moratones enrojecidos, pronto serían negros. Se pasó la mano rápidamente por la zona más rápido y frotó despacio. Al no haber césped por su explosión anterior, se comió un poco la tierra y tenía quemaduras leves en la espalda. Clavó sus dorados ojos en el pelirrojo y sonrió de nuevo. Se relamió bastante despacio y después de eso entrecerró los ojos despacio. Kedra colocó ambas manos en el suelo y una inmensa oscuridad empezó a invadir el suelo a unos pocos metros a la redonda. Dos sombras caninas se formaron hasta tomar el aspecto de dos perros de oscuridad y de ojos rojos. Las bestias rugieron y miraron al chico zorro.

Ambos salieron corriendo a por él a toda velocidad y su dueño tras ellos. Cuando llegaron al zorro ambos se lanzaron al mismo tiempo. Uno fue al brazo derecho, tratando de morderle y el otro a su pierna izquierda. Lo lograsen o no, Kedra se colocó frente a él y trató de encajarle un total de tres puñetazos. Uno en el pecho, otro en el estómago y el último en el hombro izquierdo. Diera o no, el cadejo tomaría un poco de distancia y los animales también. Quedarían los tres mirándole fijamente.

- Me están dando celos de verte con el haki activado. – Mencionó sonriendo de forma siniestra a modo de indirecta y empezando a mirarse el brazo lentamente, pues él todavía no lo había activado.

Spoiler:

Una pequeña mueca se formó en el rostro del pelirrojo y se rascó sus orejas por un par de segundos. Realmente, no era culpa suya... No demasiado. Eichi aún no conocía sus propias limitaciones luego de ingerir una fruta de tal calibre. Era la primera vez que la probaba en una situación real. De momento se daba cuenta que su proeza física había aumentado, y su invisibilidad solo duraría mientras estuviera bien concentrado, por lo que no funcionaría demasiado en combate... Salvo que él estuviera dominando durante todo el transcurso de la pelea, pero desafortunadamente eso no era posible con alguien de la talla de Kedra. Suspiró un poco, para luego negar con la cabeza. El poco conocimiento de su propia fuerza le provocaría consecuencias luego si Kedra decidía ponerse más serio. Aparte que podría dañar a una persona que apreciara por accidente si no se daba cuenta. Ya había pasado una vez cuando casi le rompió la mano a Milena, no quería volver a repetir algo como aquello. Chasqueó un poco su lengua y miró directamente al cadejo, esperando que se recuperar del todo para seguir con todo esto.

– Lo siento, aún no conozco mis propias capacidades – se disculpó el príncipe.

Observó cómo la tinta de su piel retrocedía, por lo que supuso que había desactivado la técnica que había utilizado. Volvió a tensar su cuerpo al ver que retrocedía y activó su mantra para predecir lo que haría ahora. Fuese lo que fuese, debía esquivarlo. Además, quería terminar con el combate antes que su armadura se terminara. Era lo único que lo protegía de los ataques del pirata, pero cuando cesara... Recibiría todos los ataques de Kedra como cualquier persona "normal" (pese a que él no era exactamente eso). Sus ojos se abrieron de forma exagerada al ver a esos seres, pero se recuperó a tiempo. Recordaba que los había utilizado una vez cuando se conocieron. Aquella vez sintió un miedo invadirlo, pero ahora era distinto. Su mantra le avisó lo que pasaría, aunque igual no pudo evitar todos los golpes. Usando sus colas, azotó a ambas bestias con sus colas imbuidas en haki con el objetivo de mandarlas a volar lejos. Colocó sus brazos para evitar el golpe al torso, pero terminó recibiendo los que iban al estómago y hombro.

– Mierda... – pensó con algo de dolor mientras se llevaba una mano al estómago.

Su haki amortiguo todo el daño interno, pero seguía doliendo como una perra. Escupió hacia un lado y sonrío un poco, al tiempo que colocaba una rodilla en el suelo. Con una mueca, masajeó su hombro para poder aminorar un poco el entumecimiento. Las zonas afectadas estaban un poco moradas, pero nada del otro mundo por el momento.

– Creí que era obvio con estas cosas – dijo el joven mientras apuntaba sus nueve doradas colas. – Pero no, soy una zoan mitológica. Un Kitsune, para ser más precisos – reveló.

Cerró sus ojos y se levantó. Su poder del viento pronto terminaría, y no podría volver a usarlo hasta un par de minutos más. De momento, lo primero sería deshacerse de una vez de esas bestias antes que volvieran a atacar. Apuntó hacia esos dos seres y se concentró por algunos segundos. Esferas de fuego surgieron de sus manos, y Eichi hacía todo lo posible para controlarlas. Sin poder aguantar más, apuntó hacia esas dos cosas y lanzó su ataque elemental en dirección hacia ellos. Negó con la cabeza y volvió a mirar al pirata, al tiempo que entrecerraba los ojos un poco.

– ¿Sabes una cosa? Creo que te devolveré el favor – le dijo al pirata.

A sus pies surgieron unos pequeños seres parecido a un perro, pero por su forma grotesca parecían más dibujos hechos por niños que animales reales. Pese a que no eran nada realistas, Kedra no tenía idea acerca de sus ilusiones, así que podría tener solo un ataque gratuito. Luego sus espejismos no volverían a funcionar con él, no en el nivel en el que se encontraba. Ambos seres imaginarios saltaron hacia el cadejo, al tiempo que Eichi corría hacia su dirección a una velocidad mayor que antes. Si las monstruosidades llegaban a tocarlo, se daría cuenta que no eran reales, puesto que traspasarían su cuerpo sin daño alguno.

Una vez cerca de él, lanzó cinco golpes en simultáneo a distancia usando su viento. La primera bala iba en dirección a su rótula, las otras dos a su torso y las últimas en ambos de sus hombros. Le diera o no, Eichi tomaría distancia para ver el resultado de su ataque.

– Puedes usarlo si quieres, no tengo problemas... – dijo, pese a que no sonaba seguro de sí mismo.

Cosas usadas:

De modo que un usuario de fruta mitológica, ahora se contendría menos. Estaba un poco buenazo al saber que había diferencia, pero siendo de esa forma, lo tomaría algo en serio. El cadejo negro entonces sonrió mirando a su oponente con calma. Estaba pasándoselo demasiado bien como para retirarse. Estaba luchando en una isla desconocida para él y contra alguien de nivel bastante decente. Era la primera pelea que tenía después de aquellos dos años en los que mató a Jericó. Puso su pie derecho por delante del izquierdo y miró que sus golpes habían dado resultado. Estaba demasiado seguro de echarle valor y buscar a Madara de una vez para saldar deudas, pero por el momento terminaría allí e iría a buscar a Syxel de una vez. Tosió un poco y tras unos segundos abrió la boca todo lo posible para soltar una carcajada seria. Planeaba ponerlo algo nervioso de aquella forma.

- Me temo que no.

Cuando ambas bolas de fuego fueron hacia sus animales, chasqueó los dedos haciéndolos desaparecer. No podría volver a invocarlos hasta un rato, pero no quería ver a aquellos dos sufrir, aunque no pudiesen morir. En su lugar quedaron restos de fuego debido al ataque del chico. Al parecer, aquel ser podía lanzar llamas. Una pequeña sonrisa se formó en su cara y recordó la pelea con Kogáto. Después de unos momentos más mantuvo su haki de observación en él. Su tatuaje volvió a extenderse endureciendo su piel por todo el cuerpo salvo por el rostro. Se lanzó a por Eichi al mismo tiempo y movió la pierna para evadir el golpe bajo. Se agachó un poro notando ambas balas pasar por encima de los hombros y preparó su golpe. El impacto en su pecho lo hizo salir volando hacia atrás de nuevo. El lobo negro atravesó un árbol de forma violenta y rodó por el suelo mientras se llevaba algunas ramas por delante. Tras unos momentos quedó tirado en el suelo.

Las jodidas balas de viento no se le acababan y estaba empezando a ser muy molestas. El dolor que ya sentía al recibirlas había aumentado. La sensación de escozor se pasó a sus hombros y eso le hizo acariciarse los pectorales con ambas manos. Tosió de forma violenta y se retorció de dolor. Tardó unos diez segundos en colocarse en pie. Jadeó con fuerza y sonrió de nuevo mirando al chico. Negó con la cabeza y de nuevo observó su brazo. No era el momento adecuado y continuaba luchando en su forma humana. Abrió su boca mostrando sus colmillos afilados y después de aquello gritó. Más bien pareció un rugido, el cual hizo resonar en todo el bosque. Lo curioso es que se olvidó de aquellos dos perros. Si le hubiesen ataco y hubiesen sido reales, se habría tragado el ataque entero, pero al no percibir sus auras ni olores… Ni los vio venir, aunque no parecieron hacerle nada. Tomó un poco de aire y después de eso clavó su mirada en la del chico que tenía delante de sus ojos.

- Prefiero continuar luchando de esta forma si no te importa. El haki lo reservaré para cuando el tuyo haya terminado. – Mencionó de forma bastante siniestra. – New Akumu…

Kedra clavó una rodilla en el suelo al mismo tiempo que una terrible aura grisácea empezaba a rodearlo. Sus cabellos se movieron de un lado para otro y sus ojos perdieron las pupilas. Quedaron envueltas en un color azul blanquecino. Su musculatura aumentó en la zona de los brazos. Unas marcas negras salieron del tatuaje de su luna y formaron una especie de llamas que invadieron su rostro, dando la sensación de que tenía la cara tatuada. Con aquello, los ojos, el cuerpo negro por el Yami Moon y sus dientes afilados daba la sensación de ser un demonio. Empezó a reír y después de unos momentos miró fijamente hacia el pelirrojo.

Sin decir, nada salió disparado hacia él. Una vez llegara hasta él, trataría de lanzarle una potente y terrible patada a la zona del pecho y de forma recta. Tenía toda la intención de mandarlo a volar. Le diese o no, saldría tras él y convertiría su mano izquierda en una serpiente negra, lo cual era una ilusión. Dicha víbora trató de morderle en el pecho pero todo era falso, pues el verdadero golpe fue un puñetazo con la mano derecha buscando su estómago de nuevo de forma ascendente. Le hubiese dado o no, no se iba a separar de él. Continuaría a unos dos metros y avanzando hacia él entre risas.

- ¡Hahahahaha! ¡Vamos!

Spoiler:

Eichi chasqueó su lengua al ver que seguía en pie. ¿Qué tan duradero era la pesadilla? No importaba cuando castigo recibía, seguía poniéndose de pie como si nada. Aparte, lo que dijo le puso nervioso. Eichi no era idiota, sabía muy bien que no tendría nada que hacer contra el pirata una vez que utilizara el haki. Simplemente, el pelirrojo no se veía capaz de usar la fuerza suficiente para romper su defensa. Aparte que aún no usaba su fruta, por lo que estaba en una muy clara desventaja. Apretó sus dientes un poco y cerró sus ojos por algunos segundos, al tiempo que tomaba una bocanada de aire para poder calmarse. No, no podía perder el control de si mismo ahora mismo. Era lo peor que le podía pasar a una persona, después de todo. Si perdía el juicio, entonces tomaría decisiones incorrectas que lo conducirían a su derrota. Aún podía ganar esto, tan solo debía pelear inteligentemente y dar todo lo que tenía de si mismo. Por supuesto, no pensaba utilizar su fuego a menos que fuera totalmente necesario. No se sentiría bien con sí mismo si lo hacía, después de todo. Miró directamente al cadejo, al tiempo que maneaba sus nueve colas con soltura. Se le hacía raro tenerlas, pero ya se acostumbraría a usarlas.

– En ese caso tendré que derrotarte antes que se me termine, ¿no?

No había ningún atisbo de arrogancia en el tono de su voz. Tan solo expresa plena confianza en sí mismo para lograr la hazaña. Volvió a ponerse en posición de combate, notando que nuevamente aquellas marcas cubrían parte del cuerpo del pirata. No estaba seguro, pero creía que el hombre podía resistir más sus golpes cuando aparecían, o a lo mejor solo era idea suya. Negó con la cabeza y notó con su mantra como Kedra salía despedido hacia donde se encontraba. Esquivó la patada a último momento gracias a sus reflejos, pero no pudo hacer nada con lo otro. Bueno, mejor dicho terminó con confundirse debido a la aparente serpiente que invocó. Se concentró más en ello, por lo que se comió de lleno el puñetazo ascendente hacia su estómago. Eichi salió despedido hacia atrás, y notó con su mantra como el pirata seguía avanzando. Ignorando el dolor, el pelirrojo se movió hacia atrás para provocar distancia entre ambos.

– ¡No pienso perder aquí!

Un aura rojiza rodeó su cuerpo, al tiempo que un leve viento movía sus cabellos. Era arriesgado utilizar eso tan pronto, pero sabía muy bien que tan solo le quedaba la mitad de tiempo para usar el haki. Una vez terminara, acabaría a completa merced de la pesadilla. Fulminó con la mirada al cadejo, al tiempo que una armadura metálica de color morado rodeaba sus dos brazos. Era tiempo de ponerse serio de una vez por todas, y lo demostraría. Aumentó más su velocidad, y fue hacia donde se encontraba Kedra para interceptarlo. Una vez allí, lanzó en simultáneo una ráfaga de doce golpes consecutivos en menos de un segundo. Tres de ellos iban hacia su estómago, otros tres a su torso, uno a la rótula, cuatro repartido en dos hacia sus hombros. Y para terminar, el último fue un golpe ascendente en su estómago con toda su fuerza. Le diera o no, el joven tomaría distancia, al tiempo que se llevaba una mano al estómago y clavaba una rodilla en el suelo. Eichi respiraba agitadamente, y se notaba que la pelea le estaba pasando la cuenta. Era normal, viendo cuál era su situación actual.

– Aún así... – murmuró, mientras se colocaba de pie.

Quería seguir peleando, pese a que estaba gastando rápidamente sus reservas de energía. La adrenalina era lo único que hacía que siguiera e ignorara el dolor, pero una vez que el haki se terminara... Nada evitaría que sufriera una espectacular derrota.

Cosas Usadas:

Derrotarle antes de que el haki se le terminase, podía ser, pero el lobo negro estaba demasiado emocionado como para regalar una pelea. Se mantuvo calmado y pudo ver que le había dado. Dos puñetazos en el estómago eran muy peligrosos y de hecho, el zorro no perdió el aire ni una sola vez. Tal vez iba a tener que dar mucho más. Entrecerró los ojos alzando ambos puños y preparándose para su ataque. Su armadura Yami estaba lista para afrontar los golpes. Soltó un leve suspiro y sus ojos cambiaron a normales. Sus llamas desaparecieron de la cara, pero los ojos continuaban con la pupila en blanco. Su piel se enrojeció de repente y su musculatura empezó a cambiar de forma exagerada. El sudor brotó de sus brazos y el grosor de su pecho aumentó bastante, al igual que su zona abdominal. Sonrió de forma siniestra al estar usando la estrella negra de cinco puntas, el berserker. El monstruoso luchador creció hasta los tres metros con cuarenta centímetros.

- Je…

Se lanzó a por el pelirrojo al predecir sus intenciones con el mantra. Había desactivado el New Akumu para poder usar aquel terrible poder. La masa de músculos había perdido agilidad, pero aquello no le interesaba de momento. Clavó una rodilla en el suelo y se cubrió el pecho y el rostro con sus enormes brazos. Notaba los poderosos ataques del chico y no tardó mucho en gruñir debido al dolor. Su capa muscular le estaba librando de una buena, pero el dolor continuaba. Él mismo se cubrió las zonas más sensibles, como el rostro, la entrepierna o el estómago. Tras el envite de golpes la pesadilla apartó ambos brazos. El izquierdo lo tenía dormido debido a la cantidad de ataques que recibió en él. Arregló el problema de reflejos con mucha masa que ocupase espacio. Miró al chico de nuevo y rugió mientras el sudor brotaba de su cuerpo como si estuviese en una sauna. Su pierna derecha también le dolía y se llevó un ataque en el estómago que le hizo toser algo de saliva. No vomitó de milagro. Ahora miraba al chico con la rodilla en el suelo y jadeando con fuerza.

- No sé si podré aguantar más usando tan solo mi forma humana y sin haki… Creo que voy a tirar un poco más del arsenal si no te importa… ¡Eichi! – Gritó colocándose en pie y escupiendo a un lado.

Parpadeó un par de veces debido al cansancio y al dolor de su brazo. El cuerpo entero le vibraba debido a los ataques, pero como siempre agradeció a sus músculos la salvada. Esa técnica se la enseñó su propio hermano de hecho. El tatuaje de nuevo volvió a su forma normal, pasando de esa forma a no tener dureza en el cuerpo. Vio los brazos del chico y entendió la razón de aquel dolor. Casi le rompió un hueso del brazo izquierdo. Mostró una expresión calmada y miró al pequeño ahora. Estiró entonces el brazo derecho hacia un lado y empezó a canalizar energía en él. Una especie de cabeza de dragón hecha de una energía rojiza se formó en su puño, rebosaba de energía. La bestia miró al chico a los ojos y entonces activó el Crash, sumado a su Shinu. Pensaba usar uno de sus golpes más poderosos. Corrió hacia Eichi y lanzó un solo puñetazo hacia él. Con el nuevo tamaño de su brazo tendría mucho más chance de acertar. En cuando impactase aquella cabeza de dragón en él, libraría una terrible onda de choque en su pecho, la cual le causaría muchos estragos. No solo iba a pasar eso, diese o no en algo, una onda de energía destructiva se liberaría a doce metros a la redonda, pero con una diferencia de la anterior, tenía el doble de potencia.

El cráter que se formaría en el suelo sería importante, pero mucho más lo sería el potente ataque de Kedra, el más fuerte que tenía sin recurrir a haki o forma de akuma. Una vez hubiese terminado su ataque, quedaría rodeado de una humareda de polvo bestial, manteniendo su mantra activo y con ambos ojos cerrados. El enorme ser continuaba brotando sudor de su cuerpo y las venas de su cuello se marcaron mucho más. El cadejo negro era una pesadilla en muchos sentidos.

Serpientes negras (Ilusiones) empezaron a surgir a su alrededor mientras siseaban y daban vueltas. Fue entonces cuando miró hacia la posición en la que estuviera Eichi y lanzaría su terrible poder sobre él, el miedo. Con eso trataría de intimidarlo de la mejor forma posible.

- Scream…

Spoiler:

Cuando el polvo se dispersó de la zona del impacto, el luchador se hallaba en pie, mirando en todo momento al chico y en aquella enorme forma de casi cuatro metros de alto. El sudor continuaba cayendo por su cuerpo y le extrañó que aquella cosa hubiese subido veinte metros en un segundo, se habría llevado el ataque a medias. Miró al enorme zorro de nuevo colas con una sonrisa seria y después de eso se mantuvo callado. Podía detectar el miedo en él y sus temblores y tartamudeos lo decían todo. Lo vio volver a la forma humana y una vez estuvo en aquella forma se cruzó de brazos. Le había impresionado la anterior, esa majestuoso zorro. Sonrió al ver que la pelea había finalizado. El haki de Eichi había desaparecido y se sintió satisfecho al no haber usado el suyo, aunque a punto estuvo. Tampoco había usado sus formas de la fruta del diablo. Escuchó sus palabras con calma.

- Recuerda, atacar al alma o a la psicología no estaba prohibido y… Forma parte de mi estilo de combate. Has luchado bien, pero te ha faltado algo más de fuerza y resistencia para igualar mi nivel en mi forma normal. – Mencionó con calma mientras ahora movía el brazo de un lado a otro, el derecho.

Una especie de energía oscura le recorrió totalmente. Era como si una humareda de tinieblas abrazase su brazo. El cadejo canalizó energía en él y después de unos momentos entrecerró los ojos mirando a Eichi de forma siniestra.

- Mi último golpe…

Kedra impactó su puño derecho contra el aire, formando una inmensa onda cortante que tomó la forma de un perro negro enorme, con cuernos y pinta demoníaca. La bestia salió despedida a toda velocidad hacia el pelirrojo, arrasando el suelo a su paso y provocando que de fondo se escuchase una especie de rugido. El terrible perro se estampó contra los árboles, haciéndolos pedazos y provocando mucho más polvo. Kedra avanzó despacio hacia el pelirrojo con una expresión tranquila. Su tamaño volvió a ser el mismo y su piel cambió a normal. Sus dientes fueron normales y el resto de sus aspectos inhumanos se anularon. Estaba algo cansado y tenía moratones en muchas zonas del cuerpo. Se colocó frente a él y le miró a los ojos.

- Has mejorado mucho estos dos años, Eichi. Ahora creo que deberías descansar. No lo has hecho mal, me has llevado al límite en mi forma humana y eso es ya una proeza, recuerda quien soy. – Terminó de decir mirándole a los ojos y anulando el poder del miedo.

El golpe anterior no pensaba hacerlo contra él de ninguna forma. Fue el ataque que casi arrebató la vida al ex shichibukai Asderdeker. Los cortes de aquella cosa eran brutales. Miró a su alrededor dándose cuenta de la devastación y después de eso quedó frente a él. Al ver su estado le dio la espalda y clavó una rodilla en el suelo.

- Vamos, te llevaré. – Mencionó con una sonrisa amable.

Si lo hacía empezaría a caminar con él a cuestas rumbo a donde él dijera. No conocía bien el sitio y no quería perderse de ninguna forma de nuevo.

- ¿En varios meses? Llevo sin entrenar un año y casi medio, eso no es excusa. – Mencionó sonriendo de forma siniestra mientras avanzaba despacio por el zorro a cuestas.

Él mismo se había sorprendido de lo poderoso que continuaba siendo y por ello quería continuar mejorando sus habilidades de la mejor forma posible. Soltó un pequeño suspiro y miró al frente mientras bostezaba después. Después de haber pasado aquella pelea, le estaban dando unas enormes ganas de tumbarse a dormir. Una hermosa cama de sábanas blancas y bien gruesas. Colchón cómodo y un ambiente que diera calorcito, pero sin pasarse. La oscuridad absoluta y el sonido del silencio como acompañamiento. Kedra no entró como el pecado de la pereza por casualidad, era un vago de cuidado para la mayoría de cosas y amaba dormir. Ya pensaba en una deliciosa siesta de diez horas y después una comida llena de carne, pescado y queso, le gustaba mucho el queso últimamente.

No tardó mucho en llegar a aquella casa siguiendo el olor y las indicaciones que le dio. Se veía bastante grande y una vez estuvo en ella se frenó dejándolo en la puerta y en pie. Se quedó de brazos cruzados a su lado mientras una pequeña sonrisa se formaba en su rostro. Miró todo con calma y después soltó una carcajada irónica. Recordar a Kira y pensar en vivir en un sitio así junto a ella le hacía bastante feliz. Sin embargo, cuando se daba cuenta de que estaba solo volvía a mostrar su faceta seria y siniestra. Después de unos momentos se rascó la cabeza y se quedó mirando al pelirrojo con calma.

- Esta casa me recuerda a la misma en la que yo vivía de niño, pero sin ningún lujo ni nada por el estilo. Un bosque, una pequeña piscina… Me trae muy malos recuerdos a decir verdad. – Terminó de decir mostrando una sonrisa simple y observándola bien.

Ese sitio en el que fue echado de la casa con cuatro años a base de gritos y golpes. Todo debido a haber comido esa fruta que le convertía en un monstruo. Su padre, ese cabrón ya estaba muerto por suerte, pero igualmente sintió su sangre hervir. Ellos fueron el motivo por el que se volvió un asesino. Tosió un poco de forma alta para indicar que cambiaba de tema y después examinó por encima las heridas del chico, pues ante todo era un médico bastante bueno.

- ¿Te sientes mejor? ¿Necesitas algo? – Preguntó mientras sus dorados ojos continuaban clavados en los suyos de forma calmada.

El lobo asintió al mismo tiempo que entraba y se sentaba. Antes de nasa se había sacudido muy bien el pantalón para no ensuciar nada de nada. Lo último que quería era molestar pese a la buena hospitalidad del pelirrojo. Agradeció el gesto de la invitación y miró un poco por encima. Una casa bastante acogedora. Al ver que iba hacia la cocina se mantuvo callado y con la mirada clavada en el suelo. Cerró los ojos durante algunos segundos imaginándose el mar, sus olas, el viento, la espuma…

Cuando Eichi volvió observó que le traía un plato de comida. No hacía falta comprobar que si había veneno, el pelirrojo era de fiar. Lo tomó con confianza y se quedó mirándolo fijamente unos segundos. Pollo y puré. Lo dejó en la mesa de su lado y después de eso agachó la cabeza.

- Gracias.

Lo cogió de nuevo y probó el pollo. El sabor era bastante bueno, o lo había sacado de un restaurante lujoso o cocinaba como los dioses. Empezó a comer con más ganas mientras se deleitaba con aquella delicia. Siempre había comido lo primero que encontraba, por lo que no exageraba cuando dijo lo siguiente.

- Es lo mejor que he probado en mi vida.

De perritos calientes o de jabalíes con patatas no salía y siempre cocinándolos de forma básica sin mucha idea. Bebió del vaso de agua con calma y después de unos momentos soltó un leve suspiro. Escuchó sus palabras y volvió a pensar. No era que fuese a hacer mucho, simplemente una tarea que llevaba realizando desde que tuvo aquel encuentro con Dexter estando sin memoria. Miró al suelo unos momentos y finalmente sus manos. Dirigió su vista entonces a Eichi y después de unos segundos le respondió de forma calmada.

- Buscar el perdón. Ya sabes lo que fui hace tiempo. Estoy arrepentido de ello, me porté como un loco y me gustaría enmendarme de alguna forma. Sigo en la piratería, pero no soy igual. No ataco o robo a inocentes y tan solo quiero convertir a esos idiotas de traje en pasado. Busco hacer de este mundo un lugar mejor. Iré hacia Reino Sakura a reunirme con una persona y ya decidiré mi siguiente paso.

El lobo negro no tardó mucho más en comerse el plato entero. Tras unos segundos dedicó una pequeña sonrisa a su compañero de cabellos rojizos. Se cruzó de brazos y se quedó mirándole a los ojos de forma bastante seria.

- Eres una buena persona. He visto tus miedos y son humildes. No voy a mostrarte nada, pero me alegro bastante de que seas el tipo que eres, Eichi. – Terminó de decirle dándole un leve toque en el brazo.