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Era una noche oscura en el reino de Arabasta, apenas había estrellas y la luna estaba tapada por algunas nubes. Las dunas se podían ver con algo de dificultad, el desierto era enorme, pero una torre podía verse a lo lejos. Mediría unos treinta metros y era de un enorme tamaño además de bastante fortificada pues parecía tener bastantes andamios de acero y demás. Al parecer las coordenadas eran correctas, a unos cien metros sobre una de las dunas elevadas de arena, se podía ver una silueta tumbada boca abajo observando la torre. Iba totalmente encapuchada y solo unos mechones rubios caían desde su rostro. La sudadera que portaba era marrón oscura, tenía unos pantalones negros y unas botas del mismo color. En su cintura poseía dos fundas de pistolas y en los muslos dos Ninjatos. Dentro de su sudadera poseía cuchillos y demás ya que era un asesino que solía utilizar armas blancas y matar sigilosamente a sus objetivos.
Esta persona se trataba de Kazuya, un asesino a sueldo que aceptaba cualquier trabajo para poder ganarse la vida, cumplía siempre con sus objetivos de forma satisfactoria y precisa y no era ningún tonto que le diera miedo matar a alguien. El motivo por el que aquel chico se encontraba allí era por un trabajo que le habían asignado, un revolucionario al parecer le había mandado a Arabasta. Le dijo que cerca del desierto de Yuba, se encontraba una enorme torre del gobierno mundial, allí dentro se encontraban unos planos medio terminados que indicaban como construir una peligrosa bomba nuclear. El revolucionario temía que el gobierno la usara para eliminar alguna isla donde hubiera gente revolucionaria. Según el tipo que le contrató, dijo que los planos estaban en el laboratorio superior y el objetivo del rubio era eliminarlos y quemarlos o simplemente robarlos, la decisión era toda suya. No era un trabajo que al asesino le costara mucho pues estaba acostumbrado a atacar de noche, pero el hecho de ser una torre de máxima seguridad construida por el gobierno ya eras un verdadero problema.
Los azulados ojos del chico continuaban observan la torre en mitad de la noche, no se podían ver muchas ventanas debido a que todas las luces estaban apagadas. Era imposible que aquellos tipos estuvieran durmiendo o algo parecido. Seguramente las luces que estuvieran usando, serían internas y por eso no podían verse bien. De todas formas el chico estaba a muchísima distancia y sería casi imposible verlo desde ahí. Notaba como el viento del desierto soplaba manchando de arena un poco de su ropa, sin embargo este hecho no le molestó demasiado y continuó a lo suyo mientras observaba su objetivo. Metió la mano despacio en su sudadera mientras entrecerrabas los ojos despacio, su quemadura en la mitad de su rostro sobre la parte izquierda estaba camuflada por la oscuridad. Tras unos segundos rebuscando y haciendo un poco de ruido, sacó un envoltorio en forma de tableta de color plateado, lo abrió despacio hasta sacar una tableta entera de chocolate. No se lo pensó ni un momento y clavó sus dientes en esta arrancando un trozo y manteniéndolo en la boca mientras observaba el panorama.
No tardó mucho en comenzar a masticar de forma lenta y tranquila mientras suspiraba. Estaba esperando un poco más para poder atacar de una vez. Esperaba el momento preciso pero al no poder saber lo que ocurría dentro, estaba difícil. También pensaba en la seguridad, por eso estaba tan lejos tras la duna, posiblemente en lo más alto podría haber francotiradores con visión térmica y no tardarían mucho en verle y alertar a los guardias. Aquello era un trabajo de entrar y salir con los planos rápidamente, no un fuego cruzado ni una especie de carnicería. El modo de viaje que había usado el asesino para llegar, había sido un barco que disponía, un simple barco pesquero pequeño que ahora estaba anclado en el mar. Esperaba que estuviese allí para cuando volviera o debería robar un bote. Realmente el chico estaba muy bien camuflado y sería casi imposible de ver a larga distancia. La noche le ayuda bastante y por eso había escogido una hora tan tarde para comenzar con la misión de robo e infiltración. Remangó un poco su manga derecha con la boca para rascarse un poco en el antebrazo y después pegar un pequeño suspiro mientras guardaba el resto de la tableta de chocolate en su envoltorio y lo metía en su sudadera. Sus ojos azules observaron la torre mientras ahora una pequeña sonrisa de lado aparecía en el rostro del rubio. De repente este se dejó caer y echó a rodar por la duna cuesta abajo mientras trataba de no hacer ningún ruido que pudiera delatarle. Estaba acostumbrado a esa clase de cosas y era buen espía.
Esta persona se trataba de Kazuya, un asesino a sueldo que aceptaba cualquier trabajo para poder ganarse la vida, cumplía siempre con sus objetivos de forma satisfactoria y precisa y no era ningún tonto que le diera miedo matar a alguien. El motivo por el que aquel chico se encontraba allí era por un trabajo que le habían asignado, un revolucionario al parecer le había mandado a Arabasta. Le dijo que cerca del desierto de Yuba, se encontraba una enorme torre del gobierno mundial, allí dentro se encontraban unos planos medio terminados que indicaban como construir una peligrosa bomba nuclear. El revolucionario temía que el gobierno la usara para eliminar alguna isla donde hubiera gente revolucionaria. Según el tipo que le contrató, dijo que los planos estaban en el laboratorio superior y el objetivo del rubio era eliminarlos y quemarlos o simplemente robarlos, la decisión era toda suya. No era un trabajo que al asesino le costara mucho pues estaba acostumbrado a atacar de noche, pero el hecho de ser una torre de máxima seguridad construida por el gobierno ya eras un verdadero problema.
Los azulados ojos del chico continuaban observan la torre en mitad de la noche, no se podían ver muchas ventanas debido a que todas las luces estaban apagadas. Era imposible que aquellos tipos estuvieran durmiendo o algo parecido. Seguramente las luces que estuvieran usando, serían internas y por eso no podían verse bien. De todas formas el chico estaba a muchísima distancia y sería casi imposible verlo desde ahí. Notaba como el viento del desierto soplaba manchando de arena un poco de su ropa, sin embargo este hecho no le molestó demasiado y continuó a lo suyo mientras observaba su objetivo. Metió la mano despacio en su sudadera mientras entrecerrabas los ojos despacio, su quemadura en la mitad de su rostro sobre la parte izquierda estaba camuflada por la oscuridad. Tras unos segundos rebuscando y haciendo un poco de ruido, sacó un envoltorio en forma de tableta de color plateado, lo abrió despacio hasta sacar una tableta entera de chocolate. No se lo pensó ni un momento y clavó sus dientes en esta arrancando un trozo y manteniéndolo en la boca mientras observaba el panorama.
No tardó mucho en comenzar a masticar de forma lenta y tranquila mientras suspiraba. Estaba esperando un poco más para poder atacar de una vez. Esperaba el momento preciso pero al no poder saber lo que ocurría dentro, estaba difícil. También pensaba en la seguridad, por eso estaba tan lejos tras la duna, posiblemente en lo más alto podría haber francotiradores con visión térmica y no tardarían mucho en verle y alertar a los guardias. Aquello era un trabajo de entrar y salir con los planos rápidamente, no un fuego cruzado ni una especie de carnicería. El modo de viaje que había usado el asesino para llegar, había sido un barco que disponía, un simple barco pesquero pequeño que ahora estaba anclado en el mar. Esperaba que estuviese allí para cuando volviera o debería robar un bote. Realmente el chico estaba muy bien camuflado y sería casi imposible de ver a larga distancia. La noche le ayuda bastante y por eso había escogido una hora tan tarde para comenzar con la misión de robo e infiltración. Remangó un poco su manga derecha con la boca para rascarse un poco en el antebrazo y después pegar un pequeño suspiro mientras guardaba el resto de la tableta de chocolate en su envoltorio y lo metía en su sudadera. Sus ojos azules observaron la torre mientras ahora una pequeña sonrisa de lado aparecía en el rostro del rubio. De repente este se dejó caer y echó a rodar por la duna cuesta abajo mientras trataba de no hacer ningún ruido que pudiera delatarle. Estaba acostumbrado a esa clase de cosas y era buen espía.
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Arabasta; esa gran extensión de terreno donde gobernaban los más fuertes y el desierto actuaba de aliado suyo para esconderlos, matando a todo aquel que se atreviera a entrar en él sin las suficientes provisiones, así como los numerosos peligros que lo habitaban. Se decía que varios Sichibukais tenían su residencia en la zona, pero no eran mas que leyendas.
Hiren caminaba por el desierto vestido con ropa de color oscura, de un tono marrón para confundirse con la arena. Anduvo durante horas desde una playa en la que fue "abandonado" por la armada revolucionaria, y todo por una importante misión. "Debes de buscar una torre secreta del gobierno y buscar unos planos que tienen allí". No le habían dado más información, pero elucubró que no serían para nada bueno. Optaría por robarlos para conseguir un ascenso y así algún día convertirse en el líder de la revolución.
Hiren avanzó arrastrándose por las dunas de arena, evitando las pequeñas piedras que rodaban y que le golpeaban la cabeza en un golpe de viento. La arena era algo molesta, ya que se le metía en los ojos y no disponía de gafas para protegérselos. Tras un buen rato agazapado vio la enorme mole que se plantaba ante él. Debería tener en torno a unos cien metros de altura, lo que significaba muchas plantas, guardias, cámaras, cajas fuertes y mucha, mucha, mucha diversión. Por fin tenía una misión adecuada a su cargo; general. Avanzó despacio mientras observaba el perímetro. "-Un guardia vigila cada puerta a la base, y dentro debe haber muchos más-". Aquella zona era de gran tamaño; debía de medir unos cuatro campos de fútbol. Hiren escudriñó la mejor manera de adentrarse en los dominios pero no encontró ningún punto débil. Se quedó ahí pasmado durante un largo rato, tratando de establecer una estrategia elaborada para adentrarse, pero no hallaba solución. Estaba atascado, y lo mejor que podía hacer en ese momento era colarse e ir improvisando sobre la marcha. Se acercó arrastrándose cual gusano a la puerta blindada y una vez estuvo cerca sacó su estoque para atrevesar al guardia que la custodiaba.
-Para ser un guardia no eres demasiado listo, nunca se vigila una puerta desde el suelo, siempre desde una posición elevada-susurró Hiren mientras atravesaba el corazón del marine con su arma, cayéndo este como un saco de patatas sobre el terreno. Hiren le quitó las ropas y enterró el cadáver. Se vistió con sus ropas y se sento a pensar en el suelo. "-Tengo que pensar una forma de adentrarme-". Tuvo suerte, pues en uno de los bolsillos del guardia había una pequeña llave, que como imaginó no era de la puerta principal, ya que era demasiado pequeña. "-Existe, por lo tanto, una puerta secundaria". Hiren se levantó y buscó cuidadosamente alguna muesca que la delatara, hasta que, pasados quince minutos, cerca de donde el guardia había sido asesinado, encontró lo que quería. Usó la llave para abrirla y se coló dentro de la base, tratando de no hacer el más mínimo ruido. Se escondió tras lo que parecía ser un retrete portátil y ahí se quedo, quieto cual depredador que está a punto de abalanzarse sobre su presa. "-Ahora es cuando comienza lo más difícil-" pensó mientras un guardia se acercaba a expulsar aguas mayores...
Hiren caminaba por el desierto vestido con ropa de color oscura, de un tono marrón para confundirse con la arena. Anduvo durante horas desde una playa en la que fue "abandonado" por la armada revolucionaria, y todo por una importante misión. "Debes de buscar una torre secreta del gobierno y buscar unos planos que tienen allí". No le habían dado más información, pero elucubró que no serían para nada bueno. Optaría por robarlos para conseguir un ascenso y así algún día convertirse en el líder de la revolución.
Hiren avanzó arrastrándose por las dunas de arena, evitando las pequeñas piedras que rodaban y que le golpeaban la cabeza en un golpe de viento. La arena era algo molesta, ya que se le metía en los ojos y no disponía de gafas para protegérselos. Tras un buen rato agazapado vio la enorme mole que se plantaba ante él. Debería tener en torno a unos cien metros de altura, lo que significaba muchas plantas, guardias, cámaras, cajas fuertes y mucha, mucha, mucha diversión. Por fin tenía una misión adecuada a su cargo; general. Avanzó despacio mientras observaba el perímetro. "-Un guardia vigila cada puerta a la base, y dentro debe haber muchos más-". Aquella zona era de gran tamaño; debía de medir unos cuatro campos de fútbol. Hiren escudriñó la mejor manera de adentrarse en los dominios pero no encontró ningún punto débil. Se quedó ahí pasmado durante un largo rato, tratando de establecer una estrategia elaborada para adentrarse, pero no hallaba solución. Estaba atascado, y lo mejor que podía hacer en ese momento era colarse e ir improvisando sobre la marcha. Se acercó arrastrándose cual gusano a la puerta blindada y una vez estuvo cerca sacó su estoque para atrevesar al guardia que la custodiaba.
-Para ser un guardia no eres demasiado listo, nunca se vigila una puerta desde el suelo, siempre desde una posición elevada-susurró Hiren mientras atravesaba el corazón del marine con su arma, cayéndo este como un saco de patatas sobre el terreno. Hiren le quitó las ropas y enterró el cadáver. Se vistió con sus ropas y se sento a pensar en el suelo. "-Tengo que pensar una forma de adentrarme-". Tuvo suerte, pues en uno de los bolsillos del guardia había una pequeña llave, que como imaginó no era de la puerta principal, ya que era demasiado pequeña. "-Existe, por lo tanto, una puerta secundaria". Hiren se levantó y buscó cuidadosamente alguna muesca que la delatara, hasta que, pasados quince minutos, cerca de donde el guardia había sido asesinado, encontró lo que quería. Usó la llave para abrirla y se coló dentro de la base, tratando de no hacer el más mínimo ruido. Se escondió tras lo que parecía ser un retrete portátil y ahí se quedo, quieto cual depredador que está a punto de abalanzarse sobre su presa. "-Ahora es cuando comienza lo más difícil-" pensó mientras un guardia se acercaba a expulsar aguas mayores...
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Me levanté cansado, todo a mi alrededor estaba oscuro. El calor de mi fiel compañero dormitando a mi lado me dio tranquilidad, por ahora estábamos seguros. Busqué en las alforjas algo de comer, como siempre encontré mi saco de preciadas manzanas, llevándome todas las que podía con mis manos a la boca comencé a devorarlas como si no hubiese un mañana. Cuando ya hube saciado mi hambre, comencé a recoger todo lo que había alrededor, en poco tiempo partiríamos.
Con todo el equipaje ya listo, toque la tela que nos cubría, la cual estaba sujeta por el gran cuerpo de mi compañero y clavado el otro extremo, la totalidad de su superficie por el otro lado estaba cubierta por una gran cantidad de arena por el paso del poco tiempo que llevábamos allí acampados.
Con unos golpes en el costado de mi lobo, este despertó abriendo uno de sus grandes ojos. Como bien ya sabía se preparó para salir de allí. Me aferré a la silla que le había colocado momentos antes, y con una fuerza propia de su gran tamaño, se levanto apartando toda la arena que había sobre nosotros. La tela que antes nos protegía del clima, ahora estaba toda sobre mi tapándonos a ambos por completo. La arena ahora yacía en el suelo alrededor nuestra. Doble la tela y la guardé en las alforjas, seguidamente tapé mi cuerpo para que la arena que arrastraba el viento no me molestase, y una vez comprobé que todas mis armas estaban en su sitio, comenzamos a caminar.
Al poco tiempo de nuestra marcha, al superar una duna, pude observar a lo lejos una alta torre, era extraño que un edificio de ese tamaño se erigiese en el medio del desierto de Arabasta.
-Bueno pequeño – dije mientras le acariciaba el lomo- vamos hacia allá, un edificio así seguro que tiene agua, igual hasta podemos darnos una ducha.
Dicho esto cogí una manzana y un cacho de carne para mi mascota, y pusimos rumbo hacia la susodicha torre.
Con todo el equipaje ya listo, toque la tela que nos cubría, la cual estaba sujeta por el gran cuerpo de mi compañero y clavado el otro extremo, la totalidad de su superficie por el otro lado estaba cubierta por una gran cantidad de arena por el paso del poco tiempo que llevábamos allí acampados.
Con unos golpes en el costado de mi lobo, este despertó abriendo uno de sus grandes ojos. Como bien ya sabía se preparó para salir de allí. Me aferré a la silla que le había colocado momentos antes, y con una fuerza propia de su gran tamaño, se levanto apartando toda la arena que había sobre nosotros. La tela que antes nos protegía del clima, ahora estaba toda sobre mi tapándonos a ambos por completo. La arena ahora yacía en el suelo alrededor nuestra. Doble la tela y la guardé en las alforjas, seguidamente tapé mi cuerpo para que la arena que arrastraba el viento no me molestase, y una vez comprobé que todas mis armas estaban en su sitio, comenzamos a caminar.
Al poco tiempo de nuestra marcha, al superar una duna, pude observar a lo lejos una alta torre, era extraño que un edificio de ese tamaño se erigiese en el medio del desierto de Arabasta.
-Bueno pequeño – dije mientras le acariciaba el lomo- vamos hacia allá, un edificio así seguro que tiene agua, igual hasta podemos darnos una ducha.
Dicho esto cogí una manzana y un cacho de carne para mi mascota, y pusimos rumbo hacia la susodicha torre.
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Me encontraba caminando por el desierto de Arabasta buscando algo que hacer mientras me dirigía hacia la capital, Alubarna para poder liarla un poco delante del palacio llamando la atención de los guardias por pura diversión. En mi viaje llevaba la ropa negra en lugar de la azul pero el resto de mis vestimentas permanecían igual, sobre todo la bufanda de la cual no me separaba nunca y que me servía para cubrirme parte del rostro para reducir la molestia causada por la arena arrastrada por el viento, por ello solo mis ojos eran totalmente visibles. El transporte que había usado para llegar a la isla estaba bien guardado en uno de mis bolsillos para que no me molestara durante el viaje y para que no lo perdiera en ningún momento. Mis pies se hundían en la arena a cada paso que daba y a pesar de estar en pleno desierto no sentía calor alguno, mi cuerpo estaba bastante adaptado a las altas temperaturas debido a un efecto pasivo de mi habilidad pero si pudiese evitaría usarlo en combate. Mis ojos miraban siempre al horizonte que estaba frente a mí sin apartar la mirada de ese punto, según mi propia experiencia ese era el mejor método para no perderse, caminar siempre en la misma dirección y no desviarse, así tarde o temprano encontrarás un punto que te sirva para orientarte mejor y decidir hacia donde girar.
Llevaba ya horas caminando y se habían acabado ya 4 de las 10 botellas de agua que llevaba encima, algo que no era muy bueno ya que si me quedaba sin agua tarde o temprano moriría pues pese a aguantar bien el calor eso no significaba que podía sobrevivir sin agua. Las huellas de mis pasos desaparecían en cuestión de segundos y las dunas parecían interminables ya que ni bien pasaba una duna tenía otra. El camino se hizo largo y pesado y empezaba a querer usar mi tabla pero hacerlo por la noche sería como lanzar una bengala delatando tu posición a posibles enemigos. Cuando ya empezaba a pensar que me iba a tocar pasar la noche en pleno desierto vi una enorme torre dos dunas más adelante por lo que sin pensarlo más empecé a correr hacia ella sin siquiera preocuparme si me dejarían o no entrar ya que entraría por las buenas o por las malas. Me iba acercando rápidamente a la puerta más cercana a mi posición y en ese momento el guardia me apuntó con un rifle diciendo que no me moviera, palabras que ignoré saltando hacia él y agarrándole mientras una bala atravesaba mi cuerpo que rápidamente convertí en fuego salvo la mano que lo cogía. Ya despreocupado por sus ataques le dije que me abriera la puerta si quería tener una posibilidad de seguir vivo. El guardia abrió la puerta y sin importarme lo que le dijera le abrasé la garganta y lo tiré para que muriese de forma lenta y dolorosa para entrar tranquilo a la torre y deshacerme con un fuerte golpe en la nuez de un guardia que caminaba en mi dirección.
Llevaba ya horas caminando y se habían acabado ya 4 de las 10 botellas de agua que llevaba encima, algo que no era muy bueno ya que si me quedaba sin agua tarde o temprano moriría pues pese a aguantar bien el calor eso no significaba que podía sobrevivir sin agua. Las huellas de mis pasos desaparecían en cuestión de segundos y las dunas parecían interminables ya que ni bien pasaba una duna tenía otra. El camino se hizo largo y pesado y empezaba a querer usar mi tabla pero hacerlo por la noche sería como lanzar una bengala delatando tu posición a posibles enemigos. Cuando ya empezaba a pensar que me iba a tocar pasar la noche en pleno desierto vi una enorme torre dos dunas más adelante por lo que sin pensarlo más empecé a correr hacia ella sin siquiera preocuparme si me dejarían o no entrar ya que entraría por las buenas o por las malas. Me iba acercando rápidamente a la puerta más cercana a mi posición y en ese momento el guardia me apuntó con un rifle diciendo que no me moviera, palabras que ignoré saltando hacia él y agarrándole mientras una bala atravesaba mi cuerpo que rápidamente convertí en fuego salvo la mano que lo cogía. Ya despreocupado por sus ataques le dije que me abriera la puerta si quería tener una posibilidad de seguir vivo. El guardia abrió la puerta y sin importarme lo que le dijera le abrasé la garganta y lo tiré para que muriese de forma lenta y dolorosa para entrar tranquilo a la torre y deshacerme con un fuerte golpe en la nuez de un guardia que caminaba en mi dirección.
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¿Por qué estaba en Arabasta? Muy simple, no tenía a donde ir, había salido de la banda en la que estaba por motivos que no quería decir, pero mientras tanto estaba de isla en isla moviéndome con barcos que las conectaban en viajes aburridos y largos.
Así que salí del hostal donde me quedaba a dormir y decidí dar un pequeño paseo por el desierto, pero acabe perdido, llegando a ver solo dunas y dunas de arena y ningún pueblo, la suerte parecía haberme abandonado, pero tras estar un buen rato caminando por la arena, vi lo que parecía ser una torre ¿pero que hacía eso en medio del desierto? Como la curiosidad me mataba, cree una plataforma de cobalto bajo mis pies y la hice levitar para moverme rápidamente sin que me viesen los guardias, aunque desde que se fijasen en una cosa volando por el cielo darían la alarma, así que me di la mayor prisa posible y me acerque a una de las paredes.
Como no había ningún lugar para entrar, lance cobalto unos pisos más arriba y le di la forma de una bola de demolición con una cadena unida a la pared, que cayó en una parábola perfecta contra el muro frente al que estaba segundos antes, lanzando una lluvia de escombros contra un guardia que se encontraba apoyado en ella y murió en el acto, seguro que eso los había alertado, pero como ya estaba dentro era cuestión de segundos ver lo que hacía esa pedazo de torre ahí en medio del desierto.
-¡Señoritas, papi ha llegado!-Grite y activaba mi Midori no Kasai, iluminando el lugar con una luz verde.
Fui hacía las escaleras que subían, e iba subiendo para descubrir los secretos que guardaba aquella torre rodeada de dunas y oía como los guardias se iban poniendo en guardia por la intrusión.
Así que salí del hostal donde me quedaba a dormir y decidí dar un pequeño paseo por el desierto, pero acabe perdido, llegando a ver solo dunas y dunas de arena y ningún pueblo, la suerte parecía haberme abandonado, pero tras estar un buen rato caminando por la arena, vi lo que parecía ser una torre ¿pero que hacía eso en medio del desierto? Como la curiosidad me mataba, cree una plataforma de cobalto bajo mis pies y la hice levitar para moverme rápidamente sin que me viesen los guardias, aunque desde que se fijasen en una cosa volando por el cielo darían la alarma, así que me di la mayor prisa posible y me acerque a una de las paredes.
Como no había ningún lugar para entrar, lance cobalto unos pisos más arriba y le di la forma de una bola de demolición con una cadena unida a la pared, que cayó en una parábola perfecta contra el muro frente al que estaba segundos antes, lanzando una lluvia de escombros contra un guardia que se encontraba apoyado en ella y murió en el acto, seguro que eso los había alertado, pero como ya estaba dentro era cuestión de segundos ver lo que hacía esa pedazo de torre ahí en medio del desierto.
-¡Señoritas, papi ha llegado!-Grite y activaba mi Midori no Kasai, iluminando el lugar con una luz verde.
Fui hacía las escaleras que subían, e iba subiendo para descubrir los secretos que guardaba aquella torre rodeada de dunas y oía como los guardias se iban poniendo en guardia por la intrusión.
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Kazuya se arrastraba sigilosamente mientras tan solo sus azulados ojos se podían ver, era una de sus mejores cualidades, el sigilo y la infiltración. La noche era su amiga y debía entrar en la torre como fuera necesario, ya estaba bastante cerca cuando de repente vio algo que lo impresionó. En la misma entrada había una silueta, no podía verla bien debido a lo bien camuflada que iba, dicha silueta agarró a un guardia de la garganta y lo abrasó, los ojos del chico no podían creerlo. Aquella persona era seguramente un asesino por la sangre fría que había tenido, todo se estaba complicando, ahora debía tener mucho más cuidado si quería hacer bien su trabajo. Empezó a arrastrarse cambiando su ruta al lado derecho para ir por la parte de atrás, si no podía entrar, escalaria hasta lo alto si era necesario.
Una vez había llegado a la parte de atrás, no se lo pensó y corrió hacia ella mientras trataba de no hacer ruido. Pudo ver un saliente que le sería muy útil, pegó una zancada colocando su pie en la estructura y se impulsó hacia arriba estirando la mano y agarrando un pequeño pico de acero que sobre salía. Había diversas barras y debía subir por ellas, empezó a escalar despacio mientras mantenía su capucha puesta, había un tipo peligroso ahí dentro y debía procurar no cruzarse con él, tal vez era un mercenario contratado para proteger los planos de la bomba nuclear. Esos planos debían arder fuese como fuese y lo hiciese quien lo hiciese. La escalada cada vez era más difícil, ya estaba a diez metros de altura, una buena altura para partirse una pierna perfectamente. Y aún le quedaba el triple para llegar a lo más alto de la torre, sus manos y piernas ya estaban muy cansadas pero continuaba subiendo como si el cansancio no pudiera impedirle nada.
De repente escuchó un pequeño temblor, era como si al otro lado de la torre algo hubiese sido destrozado. La vibración del edificio hizo que la barra de acero en la que estaba sujeta el rubio cayera. Los ojos del asesino se abrieron como platos mientras se precipitaba al vacio mientras gruñía. Ese maldito derrumbe iba a costarle las piernas al menos, metió la mano en su chaqueta sacando uno de sus ninjatos. Lo clavó en la estructura con fuerza mientras trataba de frenar su caída de esa forma, las chispas saltaban debido al roce de los aceros y algunas le estaban quemando las manos. Frunció el ceño e hizo más fuerza hasta que pudo frenarse y se quedó colgando del mango de su arma a unos cinco metros del suelo. Era una buena caída pesé a que ya no era de muerte pero si podría hacer daño, ese derrumbe había sido terrible y no entendía como había sucedido. Frunció el ceño de nuevo agarrándose de nuevo a un saliente y guardó su arma en la chaqueta, el filo se había desgastado bastante por culpa de la acción que tuvo que ejercer.
El asesino no dijo ni una palabra y volvió a intentar escalar, comenzó a pasar por los sitios donde había pasado antes mientras las gotas de sudor resbalaban por su frente y sus mejillas. Respiraba algo agitado por el esfuerzo, escalar aquella cosa no era nada fácil, por lo menos al estar en la parte de atrás lo tendría fácil para que no le vieses. Tras unos momentos consiguió subir unos diez metros más, estaba a quince metros del suelo, una peligrosa altura, ya solo le quedaba la mitad para poder subir a lo alto de la torre. Sus brazos estaban agotados y el dolor comenzó a surgir mientras subía a lo alto. Esperaba poder encontrar los planos y quemarlos rápidamente, después se largaría de aquel lugar para cobrar su parte del dinero y seguir con su vida de asesino a sueldo, realmente aquel trabajo era muy difícil.
Una vez había llegado a la parte de atrás, no se lo pensó y corrió hacia ella mientras trataba de no hacer ruido. Pudo ver un saliente que le sería muy útil, pegó una zancada colocando su pie en la estructura y se impulsó hacia arriba estirando la mano y agarrando un pequeño pico de acero que sobre salía. Había diversas barras y debía subir por ellas, empezó a escalar despacio mientras mantenía su capucha puesta, había un tipo peligroso ahí dentro y debía procurar no cruzarse con él, tal vez era un mercenario contratado para proteger los planos de la bomba nuclear. Esos planos debían arder fuese como fuese y lo hiciese quien lo hiciese. La escalada cada vez era más difícil, ya estaba a diez metros de altura, una buena altura para partirse una pierna perfectamente. Y aún le quedaba el triple para llegar a lo más alto de la torre, sus manos y piernas ya estaban muy cansadas pero continuaba subiendo como si el cansancio no pudiera impedirle nada.
De repente escuchó un pequeño temblor, era como si al otro lado de la torre algo hubiese sido destrozado. La vibración del edificio hizo que la barra de acero en la que estaba sujeta el rubio cayera. Los ojos del asesino se abrieron como platos mientras se precipitaba al vacio mientras gruñía. Ese maldito derrumbe iba a costarle las piernas al menos, metió la mano en su chaqueta sacando uno de sus ninjatos. Lo clavó en la estructura con fuerza mientras trataba de frenar su caída de esa forma, las chispas saltaban debido al roce de los aceros y algunas le estaban quemando las manos. Frunció el ceño e hizo más fuerza hasta que pudo frenarse y se quedó colgando del mango de su arma a unos cinco metros del suelo. Era una buena caída pesé a que ya no era de muerte pero si podría hacer daño, ese derrumbe había sido terrible y no entendía como había sucedido. Frunció el ceño de nuevo agarrándose de nuevo a un saliente y guardó su arma en la chaqueta, el filo se había desgastado bastante por culpa de la acción que tuvo que ejercer.
El asesino no dijo ni una palabra y volvió a intentar escalar, comenzó a pasar por los sitios donde había pasado antes mientras las gotas de sudor resbalaban por su frente y sus mejillas. Respiraba algo agitado por el esfuerzo, escalar aquella cosa no era nada fácil, por lo menos al estar en la parte de atrás lo tendría fácil para que no le vieses. Tras unos momentos consiguió subir unos diez metros más, estaba a quince metros del suelo, una peligrosa altura, ya solo le quedaba la mitad para poder subir a lo alto de la torre. Sus brazos estaban agotados y el dolor comenzó a surgir mientras subía a lo alto. Esperaba poder encontrar los planos y quemarlos rápidamente, después se largaría de aquel lugar para cobrar su parte del dinero y seguir con su vida de asesino a sueldo, realmente aquel trabajo era muy difícil.
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Hiren seguía escondido tras el retrete portátil, agazapado mientras los guardias iban y venían de un lado a otro haciendo la guardia. El rubio se encontraba inquieto; notaba como varios seres se movían alrrededor de la base del gobierno, aunque no sabría decir que eran, si persona o animales, ya que su haki no le daba para más. En aquella zona no tenía constancia de la existencia de depredadores, como mucho de algunos seres diminutos como gusanos y otros insectos, por lo que dedujo que debían de ser seres humanos que, probablemente buscaran tambien los planos. "Entonces no puedo demorarme" pensó. Salió de su escondrijo y agarró a un guardia que se encontraba metido dentro del retrete y lo nockeó de un golpe directo en la sien, dejándolo inconsciente en el suelo. Lo arrastró a su escondite y le quitó las ropas para vestirse de guardia. Una vez hecho amordazó al guardia y, con la mano derecha sacó una sustancia vizcosa para maniatarlo.
-Así estarás quieto, unas esposas de petroleo-dijo sonriente Hiren mientras el guardia abría los ojos lentamente y se quedaba anodado por la habilidad del muchacho.
Vestido como un agente de la ley abandonó al guardia y se dirigió hacia una de las puertas principales, vigiladas por un par de hombres apostados delante.
-Alto, ¿quien va?-preguntó uno de ellos.
-Cristal, agente número 256 al servicio del gobierno-contestó Hiren, que había tenido la decencia de leerse antes toda la información de la persona a la que iba a suplantar.
-Hombre Cristal, te esperábamos para el cambio de servicio, adelante, puedes pasar dentro-invitó con la mano uno de ellos mientras que con la otra se tapaba el bostezo.
Hiren avanzó normal, sin ponerse nervioso, tratando de no llamar la atención. Cuando estaba pasando a dentro del recinto uno de ellos le puso una pistola en la cabeza.
-Has cometido una equivocación, Cristal tenía que irse a dormir, no a seguir la guardia. Eres un impostor y ahora pagarás con tu vida-sonrió uno de ellos, que sujetaba una pistola con silenciador. Apretó el gatillo y la bala atravesó el cuerpo de Hiren como si fuera agua. Ambos guardias se quedaron alucinados y a punto estuvieron de dar la alarma si no fuera por que una explosión resonó por todo el recinto.
BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM-sonó, como si algo hubiera reventado.
Hiren aprovechó el momento para darse la vuelta y, con un par de golpes de gracia, dejar rendidos a los guardias en el suelo, con múltiples cortes a lo largo y ancho de su cuerpo.
-Saludos a vuestros superiores, de ser Hiren de la armada revolucionaria-comentó mientras corría hacia dentro del perímetro. No tuvo excesiva suerte, pues un gran pelotón de guardias acudieron al patio principal para ver lo que pasaba.
-¿Que les ha pasado a esos dos?-inquirió uno de ellos.
-La explosión a arrojado múltiples trozos de acero que los han cortado como si fueran flanes-dijo solemnemente Hiren, como si estuviera afectado por ello.
Los guardias no le dieron más importancia y siguieron su camino. Hiren tenía el camino libre y se adentró en la gigantesca torre. Se quedó mirando a todos lados, buscando por donde ascender, o quizás bajar. No sabía donde estaban los planos, pero imaginaba que si tenía esa gran altura seguramente estuvieran en la parte mas alta. También había unas escaleras que llevaban a un sotano, o eso creía él. Se detuvo para pensárselo dos veces. "Los planos no pueden estar en una zona alta, cantaría demasiado y sería un objetivo muy fácil, por lo que debe de estar abajo" elucubró Hiren. Se dirigió hacia las escaleras y las recorrió como alma que lleva el diablo, antes de que todo aquello se llenara de agentes del gobierno, que no tardarían en acudir al sitio...
-Así estarás quieto, unas esposas de petroleo-dijo sonriente Hiren mientras el guardia abría los ojos lentamente y se quedaba anodado por la habilidad del muchacho.
Vestido como un agente de la ley abandonó al guardia y se dirigió hacia una de las puertas principales, vigiladas por un par de hombres apostados delante.
-Alto, ¿quien va?-preguntó uno de ellos.
-Cristal, agente número 256 al servicio del gobierno-contestó Hiren, que había tenido la decencia de leerse antes toda la información de la persona a la que iba a suplantar.
-Hombre Cristal, te esperábamos para el cambio de servicio, adelante, puedes pasar dentro-invitó con la mano uno de ellos mientras que con la otra se tapaba el bostezo.
Hiren avanzó normal, sin ponerse nervioso, tratando de no llamar la atención. Cuando estaba pasando a dentro del recinto uno de ellos le puso una pistola en la cabeza.
-Has cometido una equivocación, Cristal tenía que irse a dormir, no a seguir la guardia. Eres un impostor y ahora pagarás con tu vida-sonrió uno de ellos, que sujetaba una pistola con silenciador. Apretó el gatillo y la bala atravesó el cuerpo de Hiren como si fuera agua. Ambos guardias se quedaron alucinados y a punto estuvieron de dar la alarma si no fuera por que una explosión resonó por todo el recinto.
BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM-sonó, como si algo hubiera reventado.
Hiren aprovechó el momento para darse la vuelta y, con un par de golpes de gracia, dejar rendidos a los guardias en el suelo, con múltiples cortes a lo largo y ancho de su cuerpo.
-Saludos a vuestros superiores, de ser Hiren de la armada revolucionaria-comentó mientras corría hacia dentro del perímetro. No tuvo excesiva suerte, pues un gran pelotón de guardias acudieron al patio principal para ver lo que pasaba.
-¿Que les ha pasado a esos dos?-inquirió uno de ellos.
-La explosión a arrojado múltiples trozos de acero que los han cortado como si fueran flanes-dijo solemnemente Hiren, como si estuviera afectado por ello.
Los guardias no le dieron más importancia y siguieron su camino. Hiren tenía el camino libre y se adentró en la gigantesca torre. Se quedó mirando a todos lados, buscando por donde ascender, o quizás bajar. No sabía donde estaban los planos, pero imaginaba que si tenía esa gran altura seguramente estuvieran en la parte mas alta. También había unas escaleras que llevaban a un sotano, o eso creía él. Se detuvo para pensárselo dos veces. "Los planos no pueden estar en una zona alta, cantaría demasiado y sería un objetivo muy fácil, por lo que debe de estar abajo" elucubró Hiren. Se dirigió hacia las escaleras y las recorrió como alma que lleva el diablo, antes de que todo aquello se llenara de agentes del gobierno, que no tardarían en acudir al sitio...
Dacren
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BOOOOOOOOM, es lo que oí cuando ya casi llegaba a la torre, por lo visto alguien mas intentaba entrar en aquella torre, la explosión que acababa de generar tal sonido debió de ser por el otro lado de la torre ya que por el que veía yo no era. Mi mascota y yo ya llegábamos a la torre, las puertas estaban abiertas y varios marines muertos, lo que no me daba buena espina. Bajé de mi mascota, la cual con varios giros de cabeza hacia arriba me indicó la posición de un sujeto que escalaba la pared a una altura bastante alta ya.
-Pero que haces ahí arriba machote, a ver si te vas a caer. -al tiempo que decía esto dupliqué la aceleración gravitatoria en un área a mi alrededor, al estar debajo de aquel tipo esto también le afectaría a el, al poco tiempo deje la gravedad normal, le quería vivo para que me contase todo.- Anda baja y cuéntame que hay en este sitio, que parece que hay gente interesada en algo. - Si no bajaba, le haría bajar yo a la fuerza.
Vaya suerte, venía a tomarme una ducha y descansar y me encuentro con gente interesada en algo que igual es valioso. Me senté en el suelo a esperar a que aquel tipo bajase, mientras tanto comería unas manzanas para paliar el hambre.
-Pero que haces ahí arriba machote, a ver si te vas a caer. -al tiempo que decía esto dupliqué la aceleración gravitatoria en un área a mi alrededor, al estar debajo de aquel tipo esto también le afectaría a el, al poco tiempo deje la gravedad normal, le quería vivo para que me contase todo.- Anda baja y cuéntame que hay en este sitio, que parece que hay gente interesada en algo. - Si no bajaba, le haría bajar yo a la fuerza.
Vaya suerte, venía a tomarme una ducha y descansar y me encuentro con gente interesada en algo que igual es valioso. Me senté en el suelo a esperar a que aquel tipo bajase, mientras tanto comería unas manzanas para paliar el hambre.
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Ya había entrado en la torre y ahora tenía que buscar algo entretenido que hacer en ella, bien podría ir a buscar más soldados para matarlos o podría investigar toda la torre para averiguar qué guardaban en una torre tan bien escondida y protegida. Caminaba tras matar al guardia que apareció frente a mí buscando alguna señal de que había algo allí dentro más que guardias ineptos que eran fácilmente eliminados con ataques directos y descarados, ni siquiera había intentado ocultar mi presencia y así seguiría pues me aburría demasiado y quería encontrar alguna forma de entretenerme y una buena pelea sería una buena forma de divertirme y sacarme de ese ciclo de aburrimiento. Caminé durante mucho rato hasta que finalmente encontré algo interesante que hacer, unos cinco guardias estaban postrados frente a una puerta por lo que a lo mejor detrás de esa puerta habría algo importante o que como mínimo no querían que fuese visto.
Corrí hacia ellos sin preocuparme por si me veían y a dos pasos de ellos empecé a convertirme en fuego para luego lanzar fuertes llamaradas hacia los guardias sin piedad hasta que todos cayeron al suelo inertes mientras yo me colaba en la habitación tras derretir la cerradura de la puerta abriéndola luego de una patada. Una vez dentro pude ver que la torre estaba dividida en varios sectores y que yo me encontraba en el sector con la seguridad más baja y que el sector con mayor seguridad era uno que por lo visto consistía en 5 veces más seguridad.
Corrí hacia ellos sin preocuparme por si me veían y a dos pasos de ellos empecé a convertirme en fuego para luego lanzar fuertes llamaradas hacia los guardias sin piedad hasta que todos cayeron al suelo inertes mientras yo me colaba en la habitación tras derretir la cerradura de la puerta abriéndola luego de una patada. Una vez dentro pude ver que la torre estaba dividida en varios sectores y que yo me encontraba en el sector con la seguridad más baja y que el sector con mayor seguridad era uno que por lo visto consistía en 5 veces más seguridad.
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