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El gélido aire golpeaba contra el rostro de Alex. Tenía todo el cuerpo tapado con gruesas capas de ropa a excepción de los ojos y la nariz, donde sentía todo el frío. Aquella sensación horrible le hacía creer que miles de agujas se clavaban en su piel y la desgarraban poco a poco. Pero, por suerte para él, solo era una muy desagradable sensación. Corrió a refugiarse en el primer edificio que encontró. Se trataba de una tienda de comestibles. no tenía hambre, pero tenía menos ganas aún de asomarse al exterior. Observó el comercio. Había cecina ahumada, pescado en salazón, diferentes bebidas alcohólicas, etc...
Lo habían convocado para atrapar a un criminal de poca importancia. Sin embargo era alguien a quien conocía. Un ladrón que había cruzado su camino con el de Alex y Anne hacía más de cinco años. Ellos fueron quienes lo atraparon y ahora él sería el que lo hiciera de nuevo. A pesar de no tener a su compañera. Aquel recuerdo azotó su mente y humedeció sus ojos. Se acercó al mercader y compró la botella de alcohol con más grados que vio. Tras pagarla la bebió de golpe y salió. El frío, desaparecido hacía un minuto, volvía a atacar con insistencia. ¿Cómo podía vivir gente en ese remoto lugar? Pero eso también jugaba a su favor.
Navar no podía andar muy lejos. Aquel ladrón llevaba demasiado tiempo huyendo y se había quedado encerrado en este lugar. Su barco estaba demasiado deteriorado y no había naves en el puerto como para salir de la isla. Este infierno congelado se había convertido en su prisión, pero el cazador de recompensas se aseguraría de instalarlo en una prisión más "adecuada" para el criminal. Pero primero debía encontrarlo, y eso no sería fácil. Si su presa era inteligente, cosa que no mostró en el pasado, habría preparado algo o lo estaría observando. Sin embargo era más corriente de Navar que estuviera en una taberna festejando o escondido en alguna cueva perdida. Cualquier cosa menos tomar precauciones.
Por suerte para Alex, la isla no era tan grande como otras en las que se había escondido aquel hombre y lo encontraría tarde o temprano. Primero debía llenarse de provisiones y después, tras comprobar que la ciudad estuviera "limpia", salir hacia las montañas. Seguro que algún habitante podría indicarle ubicaciones de cuevas, grietas y otros posibles escondites en las nevadas montañas. Y si no siempre podía buscar por su propia cuenta. No le apetecía pescado en salazón ni cecina dura, por lo que era prioritario encontrar un establecimiento donde vendieran comida algo más adecuada para él. O debería conformarse con esas provisiones saladas. Lo importante era no perder la esperanza de comer algo que no le produjera indigestión.
Lo habían convocado para atrapar a un criminal de poca importancia. Sin embargo era alguien a quien conocía. Un ladrón que había cruzado su camino con el de Alex y Anne hacía más de cinco años. Ellos fueron quienes lo atraparon y ahora él sería el que lo hiciera de nuevo. A pesar de no tener a su compañera. Aquel recuerdo azotó su mente y humedeció sus ojos. Se acercó al mercader y compró la botella de alcohol con más grados que vio. Tras pagarla la bebió de golpe y salió. El frío, desaparecido hacía un minuto, volvía a atacar con insistencia. ¿Cómo podía vivir gente en ese remoto lugar? Pero eso también jugaba a su favor.
Navar no podía andar muy lejos. Aquel ladrón llevaba demasiado tiempo huyendo y se había quedado encerrado en este lugar. Su barco estaba demasiado deteriorado y no había naves en el puerto como para salir de la isla. Este infierno congelado se había convertido en su prisión, pero el cazador de recompensas se aseguraría de instalarlo en una prisión más "adecuada" para el criminal. Pero primero debía encontrarlo, y eso no sería fácil. Si su presa era inteligente, cosa que no mostró en el pasado, habría preparado algo o lo estaría observando. Sin embargo era más corriente de Navar que estuviera en una taberna festejando o escondido en alguna cueva perdida. Cualquier cosa menos tomar precauciones.
Por suerte para Alex, la isla no era tan grande como otras en las que se había escondido aquel hombre y lo encontraría tarde o temprano. Primero debía llenarse de provisiones y después, tras comprobar que la ciudad estuviera "limpia", salir hacia las montañas. Seguro que algún habitante podría indicarle ubicaciones de cuevas, grietas y otros posibles escondites en las nevadas montañas. Y si no siempre podía buscar por su propia cuenta. No le apetecía pescado en salazón ni cecina dura, por lo que era prioritario encontrar un establecimiento donde vendieran comida algo más adecuada para él. O debería conformarse con esas provisiones saladas. Lo importante era no perder la esperanza de comer algo que no le produjera indigestión.
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Una sombra de metros se proyectaba sobre la isla, distorsionada por la niebla. Volaba en círculos sobre aquel terreno invernal, lleno de nieve y en aquel momento azotado por una leve ventisca. En las alturas, el alado reptil observaba con su híper desarrollada visión lo que sucedía en la roca helada. Apenas había actividad, salvo en las puertas de las posadas y tabernas, y una tienda de comestibles. "¿Qué hará una tienda abierta un día como hoy?", se preguntó mientras pequeñas partículas de hielo azotaban la zafírea piel de un Dexter dracónido, observador sigiloso de todo el lugar. No sabía qué hacía allí exactamente, pero siempre era un placer visitar climas fríos. Como adúltero consumado, Zafiro Negro sabía que los páramos hacían a las mujeres más hermosas, y las heladas los corazones más cálidos. Seguramente encontraría una buena pareja para un par de noches, o alguna forma de diversión que no estuviese relacionada con el sexo, pero igualmente lúdica... "Sin duda no tan lúdica, pero un billar, una partida de ajedrez o tal vez cazar algún piratucho me entretenga el tiempo suficiente", se dijo mientras descendía en círculos hasta estar a poca distancia de un tejado, donde se apoyó, transformado ya en su forma humana. Los colmillos desgarradores se transformaron en una sonrisa ligeramente arrogante, y sus ojos rasgados de un azul intenso en esferas grises, mientras el cabello nacía de nuevo en su cabeza, que perdía la escamación propia de su forma dracónica.
"A ver qué me puedo encontrar", se dijo, bajando del tejado de un salto, sacando sus guantes de terciopelo, y colocándolos sobre sus manos desnudas, para luego acabar de vestirlas con los guanteletes del equipo de combate. Nunca sabía qué le depararía el destino, y tenía una habilidad innata para meterse en problemas, por lo que nunca estaba de más ir preparado. Las botas de escama de dragón y los guanteletes de combate, junto a las coderas y rodilleras del mismo material, complementos perfectos para el Masaenkokempou, formaban un arma poco convencional de la que pocos se daban cuenta, y muchos sufrían si se atrevían a desafiarlo. Pero lo que le esperaba aquel día era encontrarse a un alcohólico. No se notaba borracho, pero su aliento desprendía un fuerte olor a alcohol (o tal vez fuera cosa de su olfato animal, que tenía una sensibilidad extraordinaria), y se movía como buscando algo... ¿Tal vez aventuras, como él? Tal vez buscaba comida para acompañar su bebida recién ingerida o... Era poco probable, pero sólo quizás aquel hombre era un cazador. Había mucha gente que caminaba con decisión, pero aquel hombre tenía un aura especial, un nosequé que le hacía sospecharlo. Tal vez lo viera alguna vez en un cuartel y por eso lo recordaba, aunque quién sabía...
-¡Oye!- gritó Dexter al hombre, que se alejaba con presteza, aunque no tanta como para estar lejos-. Hace frío por aquí, ¿Quieres mi abrigo?
Se retiró aquella joya de la sastrería dicromada. Al fin y al cabo, él aguantaba bastante bien el frío, o al menos era muy insensible a él. En cualquier caso el abrigo sólo lo entorpecía en aquella situación. Caminar sobre calles nevadas y cogiendo humedad en un abrigo de pelos. Aunque no le pesara entorpecería sus movimientos, así que en cierto modo recibiría un "favor" por aquello. "Bendito Karma", pensó con ironía mientras sonreía, esperando que el hombre se diese la vuelta, dudando durante un instante. ¿Y si finalmente era un pirata? Bueno, si era un delincuente sólo tendría que reducirlo y llevárselo volando al cuartel más cercano. "Eres un soberbio, Dexter Black", le dijo su cabeza, a lo que su sonrisa se ensanchó más todavía. Lo era, sin ninguna duda...
"A ver qué me puedo encontrar", se dijo, bajando del tejado de un salto, sacando sus guantes de terciopelo, y colocándolos sobre sus manos desnudas, para luego acabar de vestirlas con los guanteletes del equipo de combate. Nunca sabía qué le depararía el destino, y tenía una habilidad innata para meterse en problemas, por lo que nunca estaba de más ir preparado. Las botas de escama de dragón y los guanteletes de combate, junto a las coderas y rodilleras del mismo material, complementos perfectos para el Masaenkokempou, formaban un arma poco convencional de la que pocos se daban cuenta, y muchos sufrían si se atrevían a desafiarlo. Pero lo que le esperaba aquel día era encontrarse a un alcohólico. No se notaba borracho, pero su aliento desprendía un fuerte olor a alcohol (o tal vez fuera cosa de su olfato animal, que tenía una sensibilidad extraordinaria), y se movía como buscando algo... ¿Tal vez aventuras, como él? Tal vez buscaba comida para acompañar su bebida recién ingerida o... Era poco probable, pero sólo quizás aquel hombre era un cazador. Había mucha gente que caminaba con decisión, pero aquel hombre tenía un aura especial, un nosequé que le hacía sospecharlo. Tal vez lo viera alguna vez en un cuartel y por eso lo recordaba, aunque quién sabía...
-¡Oye!- gritó Dexter al hombre, que se alejaba con presteza, aunque no tanta como para estar lejos-. Hace frío por aquí, ¿Quieres mi abrigo?
Se retiró aquella joya de la sastrería dicromada. Al fin y al cabo, él aguantaba bastante bien el frío, o al menos era muy insensible a él. En cualquier caso el abrigo sólo lo entorpecía en aquella situación. Caminar sobre calles nevadas y cogiendo humedad en un abrigo de pelos. Aunque no le pesara entorpecería sus movimientos, así que en cierto modo recibiría un "favor" por aquello. "Bendito Karma", pensó con ironía mientras sonreía, esperando que el hombre se diese la vuelta, dudando durante un instante. ¿Y si finalmente era un pirata? Bueno, si era un delincuente sólo tendría que reducirlo y llevárselo volando al cuartel más cercano. "Eres un soberbio, Dexter Black", le dijo su cabeza, a lo que su sonrisa se ensanchó más todavía. Lo era, sin ninguna duda...
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No habían pasado ni dos minutos cuando ya sentía el calor del alcohol corriendo por su interior. Nunca le había afectado mucho, pero beberse una botella entera de Whisky no era una gran idea. Sus sentidos estaban algo aturdidos y la cabeza le pesaba. La bebida hacía olvidar durante un rato... pero después el corazón volvía a doler acompañado de una terrible migraña, no compensaba. Agitó la cabeza con fuerza para desprenderse de aquella sensación, aunque solo consiguió una pequeño mareo. Hoy se estaba luciendo actuando como un pensador. De pronto alguien le habló. Miró frente a él y ambos lados. Al no encontrar a nadie solo le restó mirar tras él, pero tampoco había presencia alguna. ¿El alcohol le estaba jugando otra mala pasada? Fue entonces cuando se le ocurrió, como en las historias de miedo que su padre le contaba antes de dormir, quien fuera estaba arriba. Y así fue, sobre el tejado del comercio había un hombre dispar. Portaba un abrigo bicolor igual que su níveo y azabache cabello. Pareció ofrecérselo a Alex. Aquello era extraño, no era común una muestra altruista como esta en un páramo tan desolado y el cazador no se caracterizaba por confiar en los extraños. Además, no podría llevar otra prenda de abrigo aunque quisiera, ya parecía un tonel con todo lo que vestía y sus movimientos estaban suficientemente entorpecidos.
-Te agradezco mucho la oferta, pero me temo que he de rechazarla. Con toda la vestimenta que llevo me sería imposible ponerme tu abrigo y no me gustaría dejarte sin protección- Le respondió de la forma más amable que pudo y con una sonrisa sincera.
A pesar de su desconfianza seguía siendo cortés y amable con los desconocidos pues no le gustaba juzgar ni tratar mal a nadie. Y siempre podía resultar se alguien importante. No salía a cuenta tratar mal a los que podían ayudarte en un futuro.
-Perdona mi indiscreción, pero ¿podría saber quién eres?- Preguntó.
No le gustaba sentirse en desventaja, al no conocer a aquel hombre no podía saber cómo actuar. Bien podía ser un asesino despiadado o un ciudadano ejemplar. Las opciones eran infinitas y la mitad de ellas eran más que desagradables. Alex podría haber tirado una moneda al aire para decidir la personalidad del hombre y tener un 50% de posibilidades de acertar. Aunque no habría hecho eso nunca. Miró el edificio pero no vio ninguna escalera ni punto de subida sencillo. O el tipo era un gran escalador o debía haber alguna subida en el interior. Aunque no recordaba haberlo visto. Y, ahora que lo pensaba, nadie "corriente" va subiéndose por los tejados. Cada vez sentía más curiosidad por aquel tipo. Tanta que casi había olvidado a lo que había venido. Tenía que atrapar a un criminal que debía estar escondido cerca. Quizás su "acompañante" supiera algo de él. E incluso podría tratarse de un ayudante o amigo de Navar. Si quería hacerlo bien no diría nombres ni descripciones que pudieran comprometer la misión antes de conocer a su interlocutor.
-Y disculpa otra pregunta, estoy buscando alguien, ¿podrías darme algunas indicaciones del lugar- Preguntó.
Tenía la esperanza de que aquel tipo pudiera ayudarle en algo y ahorrarle incluso días de esfuerzo. Siempre iba bien ahorrarse la peor parte de su trabajo. Si sabía algo podía serle útil, si no sabía nada no nombraría al criminal y se iría a buscarlo a su modo.
-Te agradezco mucho la oferta, pero me temo que he de rechazarla. Con toda la vestimenta que llevo me sería imposible ponerme tu abrigo y no me gustaría dejarte sin protección- Le respondió de la forma más amable que pudo y con una sonrisa sincera.
A pesar de su desconfianza seguía siendo cortés y amable con los desconocidos pues no le gustaba juzgar ni tratar mal a nadie. Y siempre podía resultar se alguien importante. No salía a cuenta tratar mal a los que podían ayudarte en un futuro.
-Perdona mi indiscreción, pero ¿podría saber quién eres?- Preguntó.
No le gustaba sentirse en desventaja, al no conocer a aquel hombre no podía saber cómo actuar. Bien podía ser un asesino despiadado o un ciudadano ejemplar. Las opciones eran infinitas y la mitad de ellas eran más que desagradables. Alex podría haber tirado una moneda al aire para decidir la personalidad del hombre y tener un 50% de posibilidades de acertar. Aunque no habría hecho eso nunca. Miró el edificio pero no vio ninguna escalera ni punto de subida sencillo. O el tipo era un gran escalador o debía haber alguna subida en el interior. Aunque no recordaba haberlo visto. Y, ahora que lo pensaba, nadie "corriente" va subiéndose por los tejados. Cada vez sentía más curiosidad por aquel tipo. Tanta que casi había olvidado a lo que había venido. Tenía que atrapar a un criminal que debía estar escondido cerca. Quizás su "acompañante" supiera algo de él. E incluso podría tratarse de un ayudante o amigo de Navar. Si quería hacerlo bien no diría nombres ni descripciones que pudieran comprometer la misión antes de conocer a su interlocutor.
-Y disculpa otra pregunta, estoy buscando alguien, ¿podrías darme algunas indicaciones del lugar- Preguntó.
Tenía la esperanza de que aquel tipo pudiera ayudarle en algo y ahorrarle incluso días de esfuerzo. Siempre iba bien ahorrarse la peor parte de su trabajo. Si sabía algo podía serle útil, si no sabía nada no nombraría al criminal y se iría a buscarlo a su modo.
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De repente, un pensamiento cruzó su mente a la velocidad del rayo. "En el tejado tendrás una pose más espectacular", se dijo, y antes de que el extraño girase la cabeza volvió a subir al tejado. Allí adoptó una pose heroica.
Y el desconocido lo miró. Parecía extrañado por su espectacular físico, o tal vez por ver a un loco sobre un tejado ofreciendo una chaqueta. "En serio tío, ¿Por qué subiste aquí?", se dijo, para responder instantáneamente. "Porque soy soberbio, tú mismo lo dijiste". "UN soberbio, no soberbio. Idiota", respondió su cabeza, pero le importó más bien poco. Estaba muy sexy con aquella postura, con su chaqueta en un puño, jugando a ser un perchero, ofreciendo el abrigo al hombre aquel.
-Te agradezco mucho la oferta, pero me temo que he de rechazarla. Con toda la vestimenta que llevo me sería imposible ponerme tu abrigo y no me gustaría dejarte sin protección- Le respondió, con lo que parecía una cara amigable y una sonrisa. Aunque con tanta nieve era difícil distinguir expresiones. Difícil, pero no imposible.
Notaba que, pese a su actitud afable, había algún tipo de desconfianza en él. En cierto modo aquello lo hizo hervir de ira, pero pronto se calmó.
Estaba un poco irascible en los últimos días, por algún motivo que desconocía, aunque sospechaba. Llevaba mucho tiempo sin probar mujer, y deseaba tomarla cuanto antes pudiera. Pero de momento lo primero era averiguar qué quería aquel tipo. Era en parte realmente enigmático, pero por otro lado un libro abierto. "¿Me lo comeré?", pensó por un instante, aunque recordó muy rápido la frasecita que siempre le hizo recordar su padre desde que aquellos instintos depredadores nacieron en él: "Los humanos son amigos, no comida".
Aquella frase tantas veces repetida porque su fruta, tan poderosa que era, a punto estuvo de absorberlo, y muy poco faltó para que se hubiera transformado en una bestia salvaje. La verdad es que si no hubiera sido por las clases de yoga, el comenzar a entrenar el Masaenkokempou y que durante un mes lo tuvieran a dieta de tofu y huevo de codorniz en aquellos momentos sería un precioso reptil azul que devoraría todo, y aún no era capaz de controlarlo por completo, aunque cada vez le costaba menos.
-Perdona mi indiscreción, pero ¿podría saber quién eres?- Preguntó.
"Buena pregunta, compañero. Buena pregunta...". Lo miró durante un momento con odio, aunque se le pasó bastante rápido cuando recordó que no era una persona hostil, al menos por el momento. Sólo tenía que averiguar qué era lo que aquel hombre buscaba, y luego decidiría si era una amenaza o no. Puso una pose más heroica todavía, tras colocarse de nuevo el abrigo, y se dispuso a hablar.
-Soy Dexter Black, cazador de recompensas. ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
El hombre volvió a hablar tras aquello, y dejó a Dexter algo pensativo.
-Y disculpa otra pregunta, estoy buscando alguien, ¿podrías darme algunas indicaciones del lugar- Preguntó.
-Pues... Sinceramente, acabo de llegar. Esperaba encontrar algo interesante que hacer, y te he visto. Ahí acaba la historia. Pero vamos, que bajar y subir de un tejado es muy divertido.
-Y tú... ¿Tú qué haces por aquí?- dijo, mientras bajaba del tejado de un salto, y caía sobre un reno que casualmente pasaba por allí.
Vaya suerte tenía a veces. Iba a ser una jornada entretenida...
Y el desconocido lo miró. Parecía extrañado por su espectacular físico, o tal vez por ver a un loco sobre un tejado ofreciendo una chaqueta. "En serio tío, ¿Por qué subiste aquí?", se dijo, para responder instantáneamente. "Porque soy soberbio, tú mismo lo dijiste". "UN soberbio, no soberbio. Idiota", respondió su cabeza, pero le importó más bien poco. Estaba muy sexy con aquella postura, con su chaqueta en un puño, jugando a ser un perchero, ofreciendo el abrigo al hombre aquel.
-Te agradezco mucho la oferta, pero me temo que he de rechazarla. Con toda la vestimenta que llevo me sería imposible ponerme tu abrigo y no me gustaría dejarte sin protección- Le respondió, con lo que parecía una cara amigable y una sonrisa. Aunque con tanta nieve era difícil distinguir expresiones. Difícil, pero no imposible.
Notaba que, pese a su actitud afable, había algún tipo de desconfianza en él. En cierto modo aquello lo hizo hervir de ira, pero pronto se calmó.
Estaba un poco irascible en los últimos días, por algún motivo que desconocía, aunque sospechaba. Llevaba mucho tiempo sin probar mujer, y deseaba tomarla cuanto antes pudiera. Pero de momento lo primero era averiguar qué quería aquel tipo. Era en parte realmente enigmático, pero por otro lado un libro abierto. "¿Me lo comeré?", pensó por un instante, aunque recordó muy rápido la frasecita que siempre le hizo recordar su padre desde que aquellos instintos depredadores nacieron en él: "Los humanos son amigos, no comida".
Aquella frase tantas veces repetida porque su fruta, tan poderosa que era, a punto estuvo de absorberlo, y muy poco faltó para que se hubiera transformado en una bestia salvaje. La verdad es que si no hubiera sido por las clases de yoga, el comenzar a entrenar el Masaenkokempou y que durante un mes lo tuvieran a dieta de tofu y huevo de codorniz en aquellos momentos sería un precioso reptil azul que devoraría todo, y aún no era capaz de controlarlo por completo, aunque cada vez le costaba menos.
-Perdona mi indiscreción, pero ¿podría saber quién eres?- Preguntó.
"Buena pregunta, compañero. Buena pregunta...". Lo miró durante un momento con odio, aunque se le pasó bastante rápido cuando recordó que no era una persona hostil, al menos por el momento. Sólo tenía que averiguar qué era lo que aquel hombre buscaba, y luego decidiría si era una amenaza o no. Puso una pose más heroica todavía, tras colocarse de nuevo el abrigo, y se dispuso a hablar.
-Soy Dexter Black, cazador de recompensas. ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
El hombre volvió a hablar tras aquello, y dejó a Dexter algo pensativo.
-Y disculpa otra pregunta, estoy buscando alguien, ¿podrías darme algunas indicaciones del lugar- Preguntó.
-Pues... Sinceramente, acabo de llegar. Esperaba encontrar algo interesante que hacer, y te he visto. Ahí acaba la historia. Pero vamos, que bajar y subir de un tejado es muy divertido.
-Y tú... ¿Tú qué haces por aquí?- dijo, mientras bajaba del tejado de un salto, y caía sobre un reno que casualmente pasaba por allí.
Vaya suerte tenía a veces. Iba a ser una jornada entretenida...
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Aquel hombre era de lo más extraño. Realmente su apariencia era peculiar y la pose que mostraba era aún más rara. Parecía un héroe de los de Homero. Por si no era suficiente, ante las preguntas e Alex, se colocó el abrigo de nuevo y se posicionó de una forma aún más ridícula. Solo le hacía falta una luz atrás y un coro para ensalzar el ego de aquella postura. Alex suspiró, siempre se topaba con algún loco en el camino. Finalmente se presentó como Dexter Black, un cazador de recompensas. Eso era bueno, si se trataba de una afirmación cierta. Después respondió a la siguiente pregunta. Según su respuesta acababa de llegar y le gustaba jugar a ser un mono. ¿De verdad? Alex se sentía confuso, aunque el supuesto cazador podría ser de ayuda. Tras eso preguntó el motivo de la estancia de Alex mientras saltaba. Aquella acción no habría sido tan anormal si no hubiera caído sobre un reno. El pobre animal profirió un grito de dolor mientras se espatarraba en el suelo con la lengua fuera de la boca. Pobre...
-Mi nombre es Alex Drachen y también soy cazador de recompensas. De hecho es el trabajo lo que me ha traído aquí. Estoy buscando a un criminal que está escondido en la isla. Es un ladrón, pero resulta peligroso en situaciones extremas y ha robado a gente a la que no debía- Respondió.
Quizás había dado información de más, pero podía permitirse ese exceso de confianza. O eso esperaba. Y algo ocurrió, no muy lejos de allí, pero tampoco cerca. A la distancia justa para que se escuchara pero no pudiera ser localizado el origen del ruido. Parecía madera al crujir y gritos de gente justo después de una explosión, pero se escuchaba difuminado por el temporal y la distancia. No parecía obra de Navar, pero podría haberse "actualizado". Aunque costaba pensar en aquel ladrón, haciendo algo tan destructivo. Pero Alex ya lo había visto hacer algo similar, lo había visto matar a tres personas por descubrirlo destrozando un local entero, pero sin bombas. El cazador miró hacia Dexter y giró en dirección a donde parecía que se había escuchado todo y corrió tanto como pudo. Había sonado mal y podría haber gente necesitando ayuda. Con suerte nadie estaría herido y Navar estaría cerca, eso facilitaría muchísimo las cosas.
-Mi nombre es Alex Drachen y también soy cazador de recompensas. De hecho es el trabajo lo que me ha traído aquí. Estoy buscando a un criminal que está escondido en la isla. Es un ladrón, pero resulta peligroso en situaciones extremas y ha robado a gente a la que no debía- Respondió.
Quizás había dado información de más, pero podía permitirse ese exceso de confianza. O eso esperaba. Y algo ocurrió, no muy lejos de allí, pero tampoco cerca. A la distancia justa para que se escuchara pero no pudiera ser localizado el origen del ruido. Parecía madera al crujir y gritos de gente justo después de una explosión, pero se escuchaba difuminado por el temporal y la distancia. No parecía obra de Navar, pero podría haberse "actualizado". Aunque costaba pensar en aquel ladrón, haciendo algo tan destructivo. Pero Alex ya lo había visto hacer algo similar, lo había visto matar a tres personas por descubrirlo destrozando un local entero, pero sin bombas. El cazador miró hacia Dexter y giró en dirección a donde parecía que se había escuchado todo y corrió tanto como pudo. Había sonado mal y podría haber gente necesitando ayuda. Con suerte nadie estaría herido y Navar estaría cerca, eso facilitaría muchísimo las cosas.
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El reno pareció caer al suelo, espatarrado. Para él tampoco había sido un aterizaje agradable, pero al menos no tenía ese aire victimista con el que estaba viendo actuar al animal. Era un poco exagerado. "Sólo te ha caído un hombre encima, nenaza", pensó sin bajarse de él. La verdad es que uno de sus sueños nunca confesados era ser propietario de un vehículo biológico con autonomía total y consumo de combustible mínimo. Y bueno, un reno era algo bastante similar a aquello. Le acarició el cuello, y el animal se levantó, dejándolo montado, demostrando su porte regio y su gran fuerza muscular. "Ahora sí que sé que eres un mentiroso". Se sorprendió mucho cuando el animal no lo tiró, pues habitualmente se le daba extremadamente mal tratar a cualquier ser vivo, descontando a Robin y a la mayor parte de las humanas. Pero el Reno era diferente. Parecía haber llegado ahí mágicamente, esperando que su verdadero jinete llegara. Él era el elegido. Él era el jinete de renos. Lo espoleó un poco y trotó un instante. El cuadrúpedo respondía correctamente, y casi se sentían como un solo ser.
-Mi nombre es Alex Drachen y también soy cazador de recompensas. De hecho es el trabajo lo que me ha traído aquí. Estoy buscando a un criminal que está escondido en la isla. Es un ladrón, pero resulta peligroso en situaciones extremas y ha robado a gente a la que no debía.
Aquellas palabras lo devolvieron a la normalidad. ¿Qué demonios estaba haciendo? Era como un niño a veces... Aunque aquello no estaba mal del todo, no hacía daño a nadie. "Un ladrón... Eso significa dinero y diversión", pensó mientras miraba al cazador, que se giró raudo cuando escuchó una tremenda explosión. ¿Por qué tenía que explotar todo cuando él estaba cerca? Tampoco era algo tan malo, al fin y al cabo en aquel clima tan frío algo que produjese calor no podía ser tan malo... Por lo menos si no había nadie cerca. Aunque por como comenzaba a correr el compañero de fatigas hacia ese lugar, empezó a pensar que no era una explosión controlada, o al menos, no del todo. "Espero que al menos quien haya hecho eso tenga un buen precio sobre su cabeza", pensó con una sonrisa mientras el reno comenzaba a trotar, con cara de decisión. Estaba seguro, su montura y él eran uno.
-¡Corre como el viento Sven!
-Menudo golpe- dijo desde el suelo, viendo cómo e reno se alejaba, algo avergonzado-. ¡Ey Sven! ¡Vuelve aquí!
Corrió a por él y se montó, y en aquel momento el animal siguió al tal Alex, dispuesto a descubrir al mismo tiempo que él lo que estaba sucediendo. Si estaba tan preocupado, seguramente sabría qué demonios estaba sucediendo. No era que viera mal alguno en una explosión, pues en Darmer era habitual hacer espectáculos de pirotecnia y similares, pero obviamente aquel lugar no era Darmer. Estaba frío, y algo oscuro, con nieblas heladas. Estaba en el reino de Sakura, y aunque sabía bastante poco de aquel lugar estaba seguro de que no era un buen día para celebrar espectáculos al aire libre. Su gran habilidad de deducción ayudaba bastante también a saber que aquello no era normal. No era muy habitual que saltaran calaveras calcinadas o fragmentos de brazo en cosas pacíficas... A no ser que alguien se excediera mucho con la pólvora, que en aquellos casos las ratas se peleaban por el churrasco a los pocos minutos.
Se acercaron al lugar de la explosión. Sin duda eso había ido a mala idea. En donde debía haber un edificio estaba un gigantesco cráter, donde se amontonaban cadáveres bañados en un profundo charco de sangre y vísceras desparramadas, algo así como un día normal en la vida de Marilyn Manson, pero algo más soft y cubierto de nieve que, mojada por el escarlata, se tornaba rosa. "Cerezos... Ahora entiendo el nombre del reino. Debe ser un lugar muy violento...". Aquella escena hacía que el reno se espantara, pero él no podía dejar de mirar, por algún motivo. Era casi hipnótico, romántico...
-¿Tú sabes algo de esto, Alex?- preguntó con una voz demasiado jovial para la situación.
-Mi nombre es Alex Drachen y también soy cazador de recompensas. De hecho es el trabajo lo que me ha traído aquí. Estoy buscando a un criminal que está escondido en la isla. Es un ladrón, pero resulta peligroso en situaciones extremas y ha robado a gente a la que no debía.
Aquellas palabras lo devolvieron a la normalidad. ¿Qué demonios estaba haciendo? Era como un niño a veces... Aunque aquello no estaba mal del todo, no hacía daño a nadie. "Un ladrón... Eso significa dinero y diversión", pensó mientras miraba al cazador, que se giró raudo cuando escuchó una tremenda explosión. ¿Por qué tenía que explotar todo cuando él estaba cerca? Tampoco era algo tan malo, al fin y al cabo en aquel clima tan frío algo que produjese calor no podía ser tan malo... Por lo menos si no había nadie cerca. Aunque por como comenzaba a correr el compañero de fatigas hacia ese lugar, empezó a pensar que no era una explosión controlada, o al menos, no del todo. "Espero que al menos quien haya hecho eso tenga un buen precio sobre su cabeza", pensó con una sonrisa mientras el reno comenzaba a trotar, con cara de decisión. Estaba seguro, su montura y él eran uno.
-¡Corre como el viento Sven!
-Menudo golpe- dijo desde el suelo, viendo cómo e reno se alejaba, algo avergonzado-. ¡Ey Sven! ¡Vuelve aquí!
Corrió a por él y se montó, y en aquel momento el animal siguió al tal Alex, dispuesto a descubrir al mismo tiempo que él lo que estaba sucediendo. Si estaba tan preocupado, seguramente sabría qué demonios estaba sucediendo. No era que viera mal alguno en una explosión, pues en Darmer era habitual hacer espectáculos de pirotecnia y similares, pero obviamente aquel lugar no era Darmer. Estaba frío, y algo oscuro, con nieblas heladas. Estaba en el reino de Sakura, y aunque sabía bastante poco de aquel lugar estaba seguro de que no era un buen día para celebrar espectáculos al aire libre. Su gran habilidad de deducción ayudaba bastante también a saber que aquello no era normal. No era muy habitual que saltaran calaveras calcinadas o fragmentos de brazo en cosas pacíficas... A no ser que alguien se excediera mucho con la pólvora, que en aquellos casos las ratas se peleaban por el churrasco a los pocos minutos.
Se acercaron al lugar de la explosión. Sin duda eso había ido a mala idea. En donde debía haber un edificio estaba un gigantesco cráter, donde se amontonaban cadáveres bañados en un profundo charco de sangre y vísceras desparramadas, algo así como un día normal en la vida de Marilyn Manson, pero algo más soft y cubierto de nieve que, mojada por el escarlata, se tornaba rosa. "Cerezos... Ahora entiendo el nombre del reino. Debe ser un lugar muy violento...". Aquella escena hacía que el reno se espantara, pero él no podía dejar de mirar, por algún motivo. Era casi hipnótico, romántico...
-¿Tú sabes algo de esto, Alex?- preguntó con una voz demasiado jovial para la situación.
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Lo que vio al llegar fue una escena dura. Las explosiones nunca eran buenas pero esta había dejado un destrozo terrible. En un cráter, donde debió haber un edificio, se podían ver los restos de algunas personas flotando en un gigantesco charco de sangre y escombros. El estómago del cazador se revolvió y notó como una sustancia amarga subía por su garganta, pero tragó con asco y evitó que nada saliera. No era la primera vez que veía algo así, pero siempre le afectaba. ¿Cómo era alguien capaz de tal atrocidad? Dexter le preguntó sobre la situación, pero no tuvo tiempo de responder. Alguien gritaba con furia cerca de ellos. Corrió para ver lo que pasaba. Había un hombre bajito de barba blanca con aspecto de mal humor y tres hombre fornidos de apariencia extraña. Posiblemente fueran los causantes de tal atrocidad. Alex prefirió esperar para comprobar lo que ocurría.
-¡Mila lestaulante! ¡Pez no malo, pez no malo! ¿Pol qué lompel lestaulante bueno?- Decía a gritos el pequeño hombre.
-Mirad al viejo, creo que nos hemos dejado algo por volar. Eres un cocinero de mierda y tu comida te hemos hecho un favor destrozando esa birria de sitio. Ahora, enseñadle lo que tenemos- Respondió uno de los hombres.
Los otros dos hombres mostraron a un mujer joven de tamaño reducido. Parecía una niña por su cuerpo, aunque su rostro denotaba mayor madurez. Debía tener cerca de unos veinte años. El anciano se mostró serio de repente y se quedó quieto y callado. El hombre que sostenía a la muchacha acarició su rostro y lo sujetó con fuerza acercándolo al suyo. Lo último que Alex vio en aquel momento fue una instantánea marca de sangre en la cara de la chica. ¿Cómo había aparecido aquello. El cazador se dirigió hacia ellos, no iba a permitir que le hicieran nada, pero no hizo falta. La mano con del captor cayó al suelo mientras el caía de rodillas gritando y maldiciendo. Los otros dos se asustaron y miraron hacia todos lados mientras el supuesto dueño del "lestaulante". Ante su movimiento uno de ellos trató de detenerlo, pero apareció tras él como si se hubiera teletransportado. El cabecilla, que había hablado en primer lugar, intentó saltar sobre él, pero el hombre volvió a "teletransportarse" mientras el otro sangraba por el pecho. ¿Que coño estaba pasando? Agarró a la muchacha y la cargo en brazos. Después de acercó al último hombre que lo había atacado.
-Ella no hecho nada, vosotlos hombles malos. No volvel lestaulante nunca. Y mi pez no malo, pez bueno, sushi bueno- Les dijo.
Y alex corrió, estaba a punto de suceder lo que temía, los tres tipos se abalanzaron sobre el anciano y la muchacha. No le iba a dar tiempo, se acercaba rápido pero no lo suficiente. un tornado hizo presencia en aquel lugar y, cuando desapareció, el hombre estaba en pie y en la misma postura antes del fenómeno meteorológico. Sin embargo los otros tres estaban en el suelo bañados en su propia sangre. Aquel hombre no era normal, no podía haber hecho aquello y menos de forma tan veloz. Se acercó a los dos cazadores y los examinó con la mirada.
-Lestaulante loto, yo sentil. Volvel otlo día- Les informó.
Tras eso se marchó dejando el humeante amasijo de madera, ceniza y cuerpos a sus espaldas. Alex no supo reaccionar ante aquello. De hecho no estaba seguro de lo que acababa de ocurrir. Suspiró y miró a Dexter como si él supiera algo y pudiera explicárselo.
-¡Mila lestaulante! ¡Pez no malo, pez no malo! ¿Pol qué lompel lestaulante bueno?- Decía a gritos el pequeño hombre.
-Mirad al viejo, creo que nos hemos dejado algo por volar. Eres un cocinero de mierda y tu comida te hemos hecho un favor destrozando esa birria de sitio. Ahora, enseñadle lo que tenemos- Respondió uno de los hombres.
Los otros dos hombres mostraron a un mujer joven de tamaño reducido. Parecía una niña por su cuerpo, aunque su rostro denotaba mayor madurez. Debía tener cerca de unos veinte años. El anciano se mostró serio de repente y se quedó quieto y callado. El hombre que sostenía a la muchacha acarició su rostro y lo sujetó con fuerza acercándolo al suyo. Lo último que Alex vio en aquel momento fue una instantánea marca de sangre en la cara de la chica. ¿Cómo había aparecido aquello. El cazador se dirigió hacia ellos, no iba a permitir que le hicieran nada, pero no hizo falta. La mano con del captor cayó al suelo mientras el caía de rodillas gritando y maldiciendo. Los otros dos se asustaron y miraron hacia todos lados mientras el supuesto dueño del "lestaulante". Ante su movimiento uno de ellos trató de detenerlo, pero apareció tras él como si se hubiera teletransportado. El cabecilla, que había hablado en primer lugar, intentó saltar sobre él, pero el hombre volvió a "teletransportarse" mientras el otro sangraba por el pecho. ¿Que coño estaba pasando? Agarró a la muchacha y la cargo en brazos. Después de acercó al último hombre que lo había atacado.
-Ella no hecho nada, vosotlos hombles malos. No volvel lestaulante nunca. Y mi pez no malo, pez bueno, sushi bueno- Les dijo.
Y alex corrió, estaba a punto de suceder lo que temía, los tres tipos se abalanzaron sobre el anciano y la muchacha. No le iba a dar tiempo, se acercaba rápido pero no lo suficiente. un tornado hizo presencia en aquel lugar y, cuando desapareció, el hombre estaba en pie y en la misma postura antes del fenómeno meteorológico. Sin embargo los otros tres estaban en el suelo bañados en su propia sangre. Aquel hombre no era normal, no podía haber hecho aquello y menos de forma tan veloz. Se acercó a los dos cazadores y los examinó con la mirada.
-Lestaulante loto, yo sentil. Volvel otlo día- Les informó.
Tras eso se marchó dejando el humeante amasijo de madera, ceniza y cuerpos a sus espaldas. Alex no supo reaccionar ante aquello. De hecho no estaba seguro de lo que acababa de ocurrir. Suspiró y miró a Dexter como si él supiera algo y pudiera explicárselo.
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"¿Qué demonios acaba de pasar aquí?", se preguntó cuando Alex no le respondió y una extraña escena aconteció delante de sus ojos.
Un anciano de pintas bastante orientales acababa de dar una paliza a los personajes que se autoproclamban autores de aquella atropelía. Gente muerta por mala comida. Si bien era cierto que él se habría llegado a marcar un "simpa", rozar aquellos extremos era pasarse un poco. Pero lo que resultaba más aterrador era la facilidad con la que el anciano se había librado de los hombres que, al parecer, amenazaban con terminar la vida de tal vez la hija, quizás nieta, de aquel hombre. Dexter se notaba muy sorprendido por aquellas habilidades, aunque empezaba a sospechar que el anciano ocultara algún secreto.
-Disculpe- dijo, dirigiéndose al anciano, que marchaba rápido, pero no era rival para la carrera elegante de su reno Sven.
-¿Me podría decir qué ha pasado ahí detrás? Siento mucha curiosidad. Soy cazador de recompensas y es parte de mi trabajo...
El hombre se giró hacia él, y le hizo un gesto de saludo, casi una reverencia. Había oído hablar de la educación de los hombres orientales, gente docta en las buenas costumbres, tradición y misticismo. Gente que actuaba como un verdadero caballero ante todo el mundo. Pero aquel hombre era diferente, aquel hombre era casi como un dios. Notaba su presencia, mucho más joven que su cuerpo. Un espíritu fiero,poderoso. ¿Qué era aquel hombre? Sin duda era algo extraordinario.
-Yo no sabel. Ellos comel mas no gustal. Yo no entendel, pues yo sel el mejol cosinelo de los siete males- respondió con expresión orgullosa, henchido por aquel título que ostentaba-. Yo sólo mejoles ingledientes. Yo no cosino Gyojin, pescado malo y además no complo. Pescado malo yo golpeo con saltén. Pescado malo no bueno.
Sin duda la batalla había dejado al hombre un poco trastornado, pero no era cosa suya preocuparse por ello. Estaba seguro de que el responsable de aquella explosión no habría sido tan idiota para dejarse vencer así, y pensaba encontrarlo si así era. Y si no, un idiota más en el mundo, y unos berries más en su cartera. Todo saldría bien, al fin y al cabo estaba siendo un día entretenido.
-Vamos Sven, a por Alex- dijo, emocionado, haciendo cabalgar al reno en busca de su nuevo compañero.
Un anciano de pintas bastante orientales acababa de dar una paliza a los personajes que se autoproclamban autores de aquella atropelía. Gente muerta por mala comida. Si bien era cierto que él se habría llegado a marcar un "simpa", rozar aquellos extremos era pasarse un poco. Pero lo que resultaba más aterrador era la facilidad con la que el anciano se había librado de los hombres que, al parecer, amenazaban con terminar la vida de tal vez la hija, quizás nieta, de aquel hombre. Dexter se notaba muy sorprendido por aquellas habilidades, aunque empezaba a sospechar que el anciano ocultara algún secreto.
-Disculpe- dijo, dirigiéndose al anciano, que marchaba rápido, pero no era rival para la carrera elegante de su reno Sven.
-¿Me podría decir qué ha pasado ahí detrás? Siento mucha curiosidad. Soy cazador de recompensas y es parte de mi trabajo...
El hombre se giró hacia él, y le hizo un gesto de saludo, casi una reverencia. Había oído hablar de la educación de los hombres orientales, gente docta en las buenas costumbres, tradición y misticismo. Gente que actuaba como un verdadero caballero ante todo el mundo. Pero aquel hombre era diferente, aquel hombre era casi como un dios. Notaba su presencia, mucho más joven que su cuerpo. Un espíritu fiero,poderoso. ¿Qué era aquel hombre? Sin duda era algo extraordinario.
-Yo no sabel. Ellos comel mas no gustal. Yo no entendel, pues yo sel el mejol cosinelo de los siete males- respondió con expresión orgullosa, henchido por aquel título que ostentaba-. Yo sólo mejoles ingledientes. Yo no cosino Gyojin, pescado malo y además no complo. Pescado malo yo golpeo con saltén. Pescado malo no bueno.
Sin duda la batalla había dejado al hombre un poco trastornado, pero no era cosa suya preocuparse por ello. Estaba seguro de que el responsable de aquella explosión no habría sido tan idiota para dejarse vencer así, y pensaba encontrarlo si así era. Y si no, un idiota más en el mundo, y unos berries más en su cartera. Todo saldría bien, al fin y al cabo estaba siendo un día entretenido.
-Vamos Sven, a por Alex- dijo, emocionado, haciendo cabalgar al reno en busca de su nuevo compañero.
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Alex no entendía muy bien lo que pasaba y no estaba seguro de entenderlo aún si se lo explicaban. Aquel tipo había eliminado a tres hombres fornidos a una velocidad que él ni imaginaba y, por si fuera poco, parecía no haber hecho nada y se marchaba tan cual. Todo aquello lo había distraído de su verdadero cometido. Pro desgracia no quedaba nadie que pudiera precisar su ayuda, ningún superviviente. Así que tenía que centrarse en lo que había tenido a hacer. Con un aire de fracaso abandonó el lugar de la explosión sin darse cuenta de que Dexter lo estaba siguiendo montado en su majestuoso reno. Anduvo hasta toparse con alguien. Se acercó y lo saludó con gentileza para preguntarle datos sobre nuevos llegados a la isla. Sin embargo no obtuvo nada de importancia. Miró de nuevo hacia atrás y comprobó que aún estaba siendo seguido.
-Perdona, Dexter, ¿sabrías dónde puedo encontrar a alguien que conozca la zona?- Le preguntó.
No había pensado que aquel hombre llevaba casi el mismo tiempo en la isla que él. Un error por su parte, una idiotez de las buena. Se había lucido. Pero alguien los interrumpió, por suerte, evitando que Alex quedara en ridículo. O Ayudándolo, al menos, a no empeorar la situación.
-Yo conozco la isla a la perfección, por un módico precio podría ser tu guía- Se ofreció un hombre.
Alex lo miró. Le sonaba de algo, pero no llegaba a reconocerlo. Era extraño en un páramo tan alejado y desolado como este. No le dio más importancia, podría haber aceptado su ayuda, pero no confiaba en él. Era demasiado buen oque apareciera alguien de repente que pudiera ayudarlo tan fácilmente. Aunque... ¿quién era él para rechazar semejante ayuda? Se debatió un buen rato la idea. Los ropajes del hombre no parecían típicos, iba más tapado que el resto de lugareños y su acento era algo diferente. Se notaba que era foráneo. Aunque eso no era un impedimento para que conociera la isla. bien podía haberla recorrido entera. Finalmente decidió aceptar y preguntar por el pago. No estaba dispuesto a pagar de más y no llevaba mucho dinero encima.
-No te preocupes por eso, no te pediré nada que no puedas pagar. Además, solo deberás pagarme cuando lleguemos al lugar que quieres- Se ofreció un hombre.
La oferta mejoró al instante, ahora era mucho más apetecible. Alex se giró hacia Dexter y le informó de sus planes. le contó quién era aquel al que buscaba y por qué estaba cazándolo. Si de verdad era un cazador de recompensas sería un aliado factible, si no descubriría su máscara pronto. Procuró que el hombre no les oyera y ofreció al bicromado que lo acompañara. Le daría la mitad de la recompensa si era necesario. Siempre era bueno contar con alguien que te cubriera las espaldas. Y, sin más dilación, siguió al guía que prometió llevarlo a una grieta enorme y escondida en las montañas asegurando que era un buen lugar para ver la isla y refugiarse de las tormentas de nieve. Un lugar perfecto para encontrar a su presa.
-Perdona, Dexter, ¿sabrías dónde puedo encontrar a alguien que conozca la zona?- Le preguntó.
No había pensado que aquel hombre llevaba casi el mismo tiempo en la isla que él. Un error por su parte, una idiotez de las buena. Se había lucido. Pero alguien los interrumpió, por suerte, evitando que Alex quedara en ridículo. O Ayudándolo, al menos, a no empeorar la situación.
-Yo conozco la isla a la perfección, por un módico precio podría ser tu guía- Se ofreció un hombre.
Alex lo miró. Le sonaba de algo, pero no llegaba a reconocerlo. Era extraño en un páramo tan alejado y desolado como este. No le dio más importancia, podría haber aceptado su ayuda, pero no confiaba en él. Era demasiado buen oque apareciera alguien de repente que pudiera ayudarlo tan fácilmente. Aunque... ¿quién era él para rechazar semejante ayuda? Se debatió un buen rato la idea. Los ropajes del hombre no parecían típicos, iba más tapado que el resto de lugareños y su acento era algo diferente. Se notaba que era foráneo. Aunque eso no era un impedimento para que conociera la isla. bien podía haberla recorrido entera. Finalmente decidió aceptar y preguntar por el pago. No estaba dispuesto a pagar de más y no llevaba mucho dinero encima.
-No te preocupes por eso, no te pediré nada que no puedas pagar. Además, solo deberás pagarme cuando lleguemos al lugar que quieres- Se ofreció un hombre.
La oferta mejoró al instante, ahora era mucho más apetecible. Alex se giró hacia Dexter y le informó de sus planes. le contó quién era aquel al que buscaba y por qué estaba cazándolo. Si de verdad era un cazador de recompensas sería un aliado factible, si no descubriría su máscara pronto. Procuró que el hombre no les oyera y ofreció al bicromado que lo acompañara. Le daría la mitad de la recompensa si era necesario. Siempre era bueno contar con alguien que te cubriera las espaldas. Y, sin más dilación, siguió al guía que prometió llevarlo a una grieta enorme y escondida en las montañas asegurando que era un buen lugar para ver la isla y refugiarse de las tormentas de nieve. Un lugar perfecto para encontrar a su presa.
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-Perdona, Dexter, ¿sabrías dónde puedo encontrar a alguien que conozca la zona?- Le preguntó cuando estuvo cerca, aunque vio en su cara que se dio cuenta de que llevaban ambos muy poco tiempo en la isla.
Notó una ligera decepción en su rostro, y el cazador comenzó a caminar. Dexter trotó cerca de él hasta que se cruzó con un hombre que, al parecer, conocía la isla. Tenía unas pintas bastante raras para la situación del lugar, y le daba bastante mala espina, pero sin embargo Alex no parecía tener problema en hablar con él. Sven estornudó con mal humor, y el dragón sospechó durante un instante. ¿Qué demonios significaría aquello? Trató de oler el aire, y el aroma de la pólvora se difuminaba por el lugar, aunque un perfume de explosivo plástico cubría la zona. Tenía serias y fuertes sospechas de aquel tipo. Y su forma de hablar no era tampoco muy habitual. Las sospechas se acrecentaban por momentos, pero su acompañante improvisado parecía confiar en aquel tipo. "¿Quién eres?", pensó, tratando de recordar aquella cara que estaba seguro de haber visto en algún momento. No lo conocía, y jamás lo había visto en persona. Tal vez de una foto, quizás una imagen perdida o un cruce en la calle, pero era demasiado clara la imagen como para ser accidental aquel recuerdo. Sin embargo llevaba la cabeza cubierta por un turbante, y una bufanda tapaba la mitad de su cara. Podría ser cualquiera, pero no era en absoluto normal que alguien ocultara su rostro de aquella manera.
-Alex, ¿Seguro que es buena idea esto? No lo conocemos de nada.
Se dio cuenta al instante de que él también era un desconocido para el hombre, por lo que o bien era muy confiado o bien tenía un plan. Si de verdad lo tenía seguirlo sería una buena opción, y podría capturar a aquel hombre oculto bajo un manto y con olor a Nitroglicerina. Seguro que alguien con acceso a explosivos tan categóricos llevaba un buen precio sobre su cabeza, y Dexter pensaba cobrarlo. ¿Alex sería un genio de la estrategia? Si eso fuera así debería andarse con ojo. La gente inteligente solía tener segundos, terceros y cuartos planes, así como intenciones. La gente lista no era de fiar, aunque Alex tenía más pinta de ser algo confiado. "Bueno, si tengo que salvarle la vida tampoco pasa nada", dijo su mente, recordando que para él sería muy fácil arrancarle la cabeza de un zarpazo al desconocido, y luego llevar la cabeza al cuartel marine más cercano. Pero lo mejor sería observar qué se cocía en aquel lugar. Alex estaba buscando un criminal, y Dexter desconfiaba del extraño, que a todas luces era uno. Pero tiempo al tiempo todo se sabría.
-Sven, tranquilo. Ahora vamos, ¿Sí?- el reno por algún motivo estaba nervioso. No le había leído la mente por alguna razón, cosa que según los cuentos de niños, podían hacer. Papá Noel hablaba con Rudolph a grandes distancias y provocaba que su nariz se encendiera. ¿Por qué él no tenía un reno luminoso? Ya se ingeniaría algo-. Bueno Sven, si te portas bien ahora conseguiré que alguien te cambie la nariz por un foco de sesenta watios.
Pareció que, por algún motivo, al reno le agradó la idea. Comenzó a trotar con alegría mientras aquella extraña comandita avanzaba. Alex y el delincuente delante, el Zafiro sobre el reno detrás. Parecía casi como si lo estuvieran escoltando. se sentía como un rey, sobre aquel noble cuadrúpedo que, por algún motivo, no le leía la mente. Ya le enseñaría a hacerlo, pero aún tardaría tiempo en poder conseguirlo de forma efectiva. Aquel reno parecía algo más tonto que los renos de Papá Noel, pese a ser todo un portento físico y un maestro de la elegancia.
Y el reno estornudó por lamer un copo de nieve... Iba bien la cosa...
Notó una ligera decepción en su rostro, y el cazador comenzó a caminar. Dexter trotó cerca de él hasta que se cruzó con un hombre que, al parecer, conocía la isla. Tenía unas pintas bastante raras para la situación del lugar, y le daba bastante mala espina, pero sin embargo Alex no parecía tener problema en hablar con él. Sven estornudó con mal humor, y el dragón sospechó durante un instante. ¿Qué demonios significaría aquello? Trató de oler el aire, y el aroma de la pólvora se difuminaba por el lugar, aunque un perfume de explosivo plástico cubría la zona. Tenía serias y fuertes sospechas de aquel tipo. Y su forma de hablar no era tampoco muy habitual. Las sospechas se acrecentaban por momentos, pero su acompañante improvisado parecía confiar en aquel tipo. "¿Quién eres?", pensó, tratando de recordar aquella cara que estaba seguro de haber visto en algún momento. No lo conocía, y jamás lo había visto en persona. Tal vez de una foto, quizás una imagen perdida o un cruce en la calle, pero era demasiado clara la imagen como para ser accidental aquel recuerdo. Sin embargo llevaba la cabeza cubierta por un turbante, y una bufanda tapaba la mitad de su cara. Podría ser cualquiera, pero no era en absoluto normal que alguien ocultara su rostro de aquella manera.
-Alex, ¿Seguro que es buena idea esto? No lo conocemos de nada.
Se dio cuenta al instante de que él también era un desconocido para el hombre, por lo que o bien era muy confiado o bien tenía un plan. Si de verdad lo tenía seguirlo sería una buena opción, y podría capturar a aquel hombre oculto bajo un manto y con olor a Nitroglicerina. Seguro que alguien con acceso a explosivos tan categóricos llevaba un buen precio sobre su cabeza, y Dexter pensaba cobrarlo. ¿Alex sería un genio de la estrategia? Si eso fuera así debería andarse con ojo. La gente inteligente solía tener segundos, terceros y cuartos planes, así como intenciones. La gente lista no era de fiar, aunque Alex tenía más pinta de ser algo confiado. "Bueno, si tengo que salvarle la vida tampoco pasa nada", dijo su mente, recordando que para él sería muy fácil arrancarle la cabeza de un zarpazo al desconocido, y luego llevar la cabeza al cuartel marine más cercano. Pero lo mejor sería observar qué se cocía en aquel lugar. Alex estaba buscando un criminal, y Dexter desconfiaba del extraño, que a todas luces era uno. Pero tiempo al tiempo todo se sabría.
-Sven, tranquilo. Ahora vamos, ¿Sí?- el reno por algún motivo estaba nervioso. No le había leído la mente por alguna razón, cosa que según los cuentos de niños, podían hacer. Papá Noel hablaba con Rudolph a grandes distancias y provocaba que su nariz se encendiera. ¿Por qué él no tenía un reno luminoso? Ya se ingeniaría algo-. Bueno Sven, si te portas bien ahora conseguiré que alguien te cambie la nariz por un foco de sesenta watios.
Pareció que, por algún motivo, al reno le agradó la idea. Comenzó a trotar con alegría mientras aquella extraña comandita avanzaba. Alex y el delincuente delante, el Zafiro sobre el reno detrás. Parecía casi como si lo estuvieran escoltando. se sentía como un rey, sobre aquel noble cuadrúpedo que, por algún motivo, no le leía la mente. Ya le enseñaría a hacerlo, pero aún tardaría tiempo en poder conseguirlo de forma efectiva. Aquel reno parecía algo más tonto que los renos de Papá Noel, pese a ser todo un portento físico y un maestro de la elegancia.
Y el reno estornudó por lamer un copo de nieve... Iba bien la cosa...
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Dexter se acercó al cazador y le preguntó si le parecía una buena idea lo que estaban a punto de llevar a cabo. Sonrió y miró a su acompañante. Tras comprobar que el hombre no los miraba ni escuchaba, se dispuso a responder.
-Claro que no, de hecho es una idea realmente pésima. pero es la manera más fácil de llegar a donde quiero. Prepárate para una trampa ,seguramente nos tiendan una emboscada y nos veamos rodeados por un buen número de hombres- Le dijo con una amplia sonrisa.
Quizás, con una suerte de la que Alex solía carecer, no se dirigían hacia una trampa y aquel hombre era alguien con buenas intenciones. bendita ilusión... estaba muy claro que se dirigían a una trampa, el moreno nunca le dijo que quería ir a una grieta ni lo que estaba buscando, sin embargo el hombre sabía perfectamente a dónde ir. Pero había algo extraño en ello, algo que no terminaba de entender. Siguió al hombre durante minutos y casi una hora. El pueblo había quedado a lo lejos. De vez en cuando miraba hacia atrás para comprobar que Dexter lo siguiera. Sentía cierta envidia por el animal que se había agenciado. A él no le quedaba más remedio que andar. Y, para colmo, el viento soplaba con más fuerza y frío en las montañas. Una enorme sombra se extendía frente a ellos, una gigantesca aguja que sobresalía de la tierra. Aunque tenía una forma curiosa, como si fuera una chimenea.
-Hemos llegado, esperad aquí por favor- Informó.
Ahí estaba, habían caído en la trampa, pero él lo sabía y miró para todos lados esperando la emboscada. Sin embargo no había nadie. La zona era plana y pobre de vegetación. No había ningún escondite fácil a la vista, por lo que debían ser expertos emboscadores o... imaginarios. Algo no encajaba, la sensación volvía de nuevo. ¿Por qué se había apartado aquel hombre si podía participar en la trampa? Si se apartaba solo podía significar algo, que necesitaba alejarse de ese lugar porque iban a hacerles algo. Quizás disparos, pero no había nadie. A lo mejor solo era el encargado de llevarlos hasta ahí. Solo debía seguirlo para dar con su presa y... ¡explosivos! Daño en área, por eso se había apartado. Comprobó el suelo y descubrió pequeños bultos en la nieve. no sabía si Dexter se había dado cuenta, pero gritó tan fuerte como pudo por muy cerca que este estuviera.
-¡Bombas, sal de aquí!-
Corrió en dirección a aquel hombre. Estaría en un lugar seguro, alejado de las explosiones por lo que sería lo más lógico. Entonces se giró hacia ellos y desenterró algo del polvo blanco. Algo similar a una cuerda, quizás una mecha. y lo vio, de su bolsillo extrajo un pedernal e inició la llama que prendía la cuerda. El espectáculo había comenzado, ¿tendría tiempo para esquivarlo?.
-Claro que no, de hecho es una idea realmente pésima. pero es la manera más fácil de llegar a donde quiero. Prepárate para una trampa ,seguramente nos tiendan una emboscada y nos veamos rodeados por un buen número de hombres- Le dijo con una amplia sonrisa.
Quizás, con una suerte de la que Alex solía carecer, no se dirigían hacia una trampa y aquel hombre era alguien con buenas intenciones. bendita ilusión... estaba muy claro que se dirigían a una trampa, el moreno nunca le dijo que quería ir a una grieta ni lo que estaba buscando, sin embargo el hombre sabía perfectamente a dónde ir. Pero había algo extraño en ello, algo que no terminaba de entender. Siguió al hombre durante minutos y casi una hora. El pueblo había quedado a lo lejos. De vez en cuando miraba hacia atrás para comprobar que Dexter lo siguiera. Sentía cierta envidia por el animal que se había agenciado. A él no le quedaba más remedio que andar. Y, para colmo, el viento soplaba con más fuerza y frío en las montañas. Una enorme sombra se extendía frente a ellos, una gigantesca aguja que sobresalía de la tierra. Aunque tenía una forma curiosa, como si fuera una chimenea.
-Hemos llegado, esperad aquí por favor- Informó.
Ahí estaba, habían caído en la trampa, pero él lo sabía y miró para todos lados esperando la emboscada. Sin embargo no había nadie. La zona era plana y pobre de vegetación. No había ningún escondite fácil a la vista, por lo que debían ser expertos emboscadores o... imaginarios. Algo no encajaba, la sensación volvía de nuevo. ¿Por qué se había apartado aquel hombre si podía participar en la trampa? Si se apartaba solo podía significar algo, que necesitaba alejarse de ese lugar porque iban a hacerles algo. Quizás disparos, pero no había nadie. A lo mejor solo era el encargado de llevarlos hasta ahí. Solo debía seguirlo para dar con su presa y... ¡explosivos! Daño en área, por eso se había apartado. Comprobó el suelo y descubrió pequeños bultos en la nieve. no sabía si Dexter se había dado cuenta, pero gritó tan fuerte como pudo por muy cerca que este estuviera.
-¡Bombas, sal de aquí!-
Corrió en dirección a aquel hombre. Estaría en un lugar seguro, alejado de las explosiones por lo que sería lo más lógico. Entonces se giró hacia ellos y desenterró algo del polvo blanco. Algo similar a una cuerda, quizás una mecha. y lo vio, de su bolsillo extrajo un pedernal e inició la llama que prendía la cuerda. El espectáculo había comenzado, ¿tendría tiempo para esquivarlo?.
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Dexter trotaba a lomos de su fiel amigo Sven, su más viejo anmigo desde que pisó Sakura, reflexionando acerca de la naturaleza del universo, la vida y todo en general. El 42 se introducía en su mente casi todo el tiempo, como tratando de señalar que era algo importante, pero no le veía una relación concluyente. Podría ser un delirio de loco, pero muchos genios eran locos también. La cordura era un bajo precio a pagar a cambio de la sabiduría absoluta. ¿O tal vez no? Renunciar a una parte tan importante de una persona, acabar con lo que lo une a la vida y desatar aquella caja de Pandora que podría ser la locura. Explosiones mentales que se sucederían sin descanso, ataques de genialidad, arranques de cólera. Un verdadero descontrol de la percepción, hablar con corbatas, quizá... Había muchas posibilidades si llegaba a perder la parte coherente de su cabeza, y no todas llegaban a disgustarle. Tal v el hecho de hablar con un reno, hacer el mono en un tejado y presentarse de forma tan excéntrica fuera uno de los primeros síntomas, pero le gustaba aquella clase de locura.
La nieve cada vez caía con más intensidad, y el viento golpeaba con más fuerza, de tal forma que empezaban a formarse pequeñas ventiscas, ventiscas que muy pronto representarían un verdadero problema. Pero por suerte estaban muy cerca ya de su objetivo. La grieta se notaba, un brote de oscuridad en medio de la blanca nieve, despuntando como una aguja. Al parecer la estrategia de Alex era seguirlo cual corderito al matadero para luego quitarse el disfraz y ser el lobo. "Es un buen plan", se dijo a sí mismo, aunque en el cuento no funcionaba, pero tal vez soplando funcionaría aquello. ¿Quién no pensaría que era un buen plan dejarse arrastrar a un lugar lleno de explosivos donde probablemente intentarían matarlo? Al dragón no le sonaba del todo bien, pero sin embargo le encantaba la idea de atraparlo cuanto antes, cobrar y volver a buscar al músico perfecto.
-Huele muchísimo a pólvora- dijo, consciente de que aquello a Alex probablemente le pasaba inadvertido, aunque a él y a su olfato de depredador pocas veces se les escapaban detalles de aquella índole. Pocas por no decir ninguna, pues el aroma de aquel material era inconfundible. Cálido, seco, y muerto... Salado y odioso, así era el olor.
-Hemos llegado, esperad aquí por favor- dijo el encapuchado, o enturbantado, como fuera. Aunque había algo que a Zafiro ya tenía escamado.
Un muro de zafiros comenzó a cubrir su piel, lentamente. Estaba ya preparando su forma híbrida para cuando hubiera que lanzarse a detener a aquel hombre. Pero algo inesperado sucedió. Encendió una mecha, oculta bajo una capa de nieve, y ésta comenzó a consumirse rápidamente. Tenía que hacer algo. En su cuerpo las alas que nacían sobre los hombros se fundían con sus brazos, formando enormes alas mientras todo su cuerpo crecía hasta alcanzar varios metros.
La figura de Dexter había desaparecido, y bajo el dragón que ocupaba su lugar el reno miraba hacia arriba, buscando la explicación a aquello, aunque lo que encontró fue una magnífica criatura que alzaba el vuelo y lo agarraba con una de sus patas traseras, y con la otra cogió a Alex también. Seguramente se sintiera incomodado por aquello, pero le estaba salvando la vida. Aquella explosión era mucho más potente de lo que se podía imaginar a simple vista. Si su olfato estaba en lo cierto, había suficiente energía como para provocar un alud. Tal vez aquel tipo, más que genio del mal o un simple delincuente fuera un idiota descontrolado. Si aún seguía con vida tras la avalancha que se iba a provocar gracias a su gran cantidad de dinamita al pie de una montaña agrietada no tendría muchas energías para librarse de él. El dragón lo devoraría y...
La explosión casi atrapó a Dexter en la onda expansiva. Chiquita violencia de aquel juguete que había despertado el tipo aquel. "Ahora está muy claro que no cobraremos nada... No quedarán ni los huesos", pensó la bestia voladora, aunque tal vez estuviera equivocado. Al fin y al cabo tal vez las paredes de la grieta lo libraran del impacto, y tan sólo quedara algo magullado por el impacto. Todo podía ser, pero de momento debía aterrizar.
Dejó a Sven primero y a Alex al lado, y cayó, ya en forma humana, de nuevo sobre Sven. Seguramente el reno estaría alucinando, aunque por algún motivo no aparentaba tener miedo. Ya confiaba en él. Qué reno más genial, daban casi ganas de abrazarlo.
La nieve cada vez caía con más intensidad, y el viento golpeaba con más fuerza, de tal forma que empezaban a formarse pequeñas ventiscas, ventiscas que muy pronto representarían un verdadero problema. Pero por suerte estaban muy cerca ya de su objetivo. La grieta se notaba, un brote de oscuridad en medio de la blanca nieve, despuntando como una aguja. Al parecer la estrategia de Alex era seguirlo cual corderito al matadero para luego quitarse el disfraz y ser el lobo. "Es un buen plan", se dijo a sí mismo, aunque en el cuento no funcionaba, pero tal vez soplando funcionaría aquello. ¿Quién no pensaría que era un buen plan dejarse arrastrar a un lugar lleno de explosivos donde probablemente intentarían matarlo? Al dragón no le sonaba del todo bien, pero sin embargo le encantaba la idea de atraparlo cuanto antes, cobrar y volver a buscar al músico perfecto.
-Huele muchísimo a pólvora- dijo, consciente de que aquello a Alex probablemente le pasaba inadvertido, aunque a él y a su olfato de depredador pocas veces se les escapaban detalles de aquella índole. Pocas por no decir ninguna, pues el aroma de aquel material era inconfundible. Cálido, seco, y muerto... Salado y odioso, así era el olor.
-Hemos llegado, esperad aquí por favor- dijo el encapuchado, o enturbantado, como fuera. Aunque había algo que a Zafiro ya tenía escamado.
Un muro de zafiros comenzó a cubrir su piel, lentamente. Estaba ya preparando su forma híbrida para cuando hubiera que lanzarse a detener a aquel hombre. Pero algo inesperado sucedió. Encendió una mecha, oculta bajo una capa de nieve, y ésta comenzó a consumirse rápidamente. Tenía que hacer algo. En su cuerpo las alas que nacían sobre los hombros se fundían con sus brazos, formando enormes alas mientras todo su cuerpo crecía hasta alcanzar varios metros.
La figura de Dexter había desaparecido, y bajo el dragón que ocupaba su lugar el reno miraba hacia arriba, buscando la explicación a aquello, aunque lo que encontró fue una magnífica criatura que alzaba el vuelo y lo agarraba con una de sus patas traseras, y con la otra cogió a Alex también. Seguramente se sintiera incomodado por aquello, pero le estaba salvando la vida. Aquella explosión era mucho más potente de lo que se podía imaginar a simple vista. Si su olfato estaba en lo cierto, había suficiente energía como para provocar un alud. Tal vez aquel tipo, más que genio del mal o un simple delincuente fuera un idiota descontrolado. Si aún seguía con vida tras la avalancha que se iba a provocar gracias a su gran cantidad de dinamita al pie de una montaña agrietada no tendría muchas energías para librarse de él. El dragón lo devoraría y...
La explosión casi atrapó a Dexter en la onda expansiva. Chiquita violencia de aquel juguete que había despertado el tipo aquel. "Ahora está muy claro que no cobraremos nada... No quedarán ni los huesos", pensó la bestia voladora, aunque tal vez estuviera equivocado. Al fin y al cabo tal vez las paredes de la grieta lo libraran del impacto, y tan sólo quedara algo magullado por el impacto. Todo podía ser, pero de momento debía aterrizar.
Dejó a Sven primero y a Alex al lado, y cayó, ya en forma humana, de nuevo sobre Sven. Seguramente el reno estaría alucinando, aunque por algún motivo no aparentaba tener miedo. Ya confiaba en él. Qué reno más genial, daban casi ganas de abrazarlo.
Alex14ac
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Estaba seguro, debía alcanzar a aquel hombre para estar a salvo. Se fijó en su complexión. Era exacta a la de Navar si quitaba las capas de ropa que llevaba encima. Sí, por eso aquellos ojos le sonaban tanto. Era la ocasión perfecta, no estaba de más volver a cobrar los 40 millones que valía su cabeza. Pero alzó el vuelo. Había olvidado que sabía volar, pero... ¿cuando había aprendido? Miró hacia arriba al sentir una tensión en sus costillas. había algo agarrándolo y parecía un ¡dragón! ¿Qué coño estaba haciendo un dragón allí? Justo bajo él pudo sentir la explosión. No sabía qué le preocupaba más, si el hecho de que podía ser la comida de esa inmensa criatura o que la explosión lo habría matado sin su intervención. Notó la onda expansiva pero, por suerte, no consiguió alcanzarlos lo suficiente como para dañarlos. El dragón descendió y lo dejó en el suelo junto al reno de Dexter. ¿Dónde estaba el bicromado hombre? La respuesta no tardó en llegar. El dragón se convirtió en el cazador.
-Vaya, eres una caja de sorpresas- Dijo.
Intentó buscar al hombre, pero una capa de nieve había caído de la montaña y tapado el lugar. Excavó donde pensaba que estaría hasta encontrar algo rojo. justo, era el mismo lugar en el que se encontraba antes de la explosión. Lo único que halló fueron restos de cuerpo, de ropa y... una bota perfectamente a salvo. Pero no lo suficiente como para reconocerlo. Acababa de perder la recompensa de cuarenta millones y, además, no estaba seguro de que fuera Navar. pero, sí, debía ser él. Solo aquel idiota sería capaz de plantar tal cantidad de bombas sin calcular el riesgo que ello conllevaba. Solo podía morir de aquella manera, un criminal menos en el mundo. La grieta se había derrumbado y tapado bajo la montaña medio destrozada. Alex volvió sobre sus pasos y se acercó a Dexter. Ofreciéndole la mano.
-Siento que te hayas visto envuelto en esto sin obtener una recompensa... ¿Que te parece si te invito a tomar algo? Es lo mínimo- Le ofreció.
Al cazador le apetecía realmente tomarse algo ,comer carne caliente, beber algo cálido... cualquier cosa que le quitara el frío del cuerpo. No sabía si su acompañante aceptaría, pero estaba clarísimo que él lo haría igualmente. Creía recordar un restaurante cercano al comercio que había visitado en su llegada. Aunque había explotado también... podría ser que tuvieran algo que ver con Navar, pero también estaban muertos. Seguro que había alguna posada o cualquier otro restaurante. La gente de aquella isla también necesitaba comer. o eso esperaba.
-Vaya, eres una caja de sorpresas- Dijo.
Intentó buscar al hombre, pero una capa de nieve había caído de la montaña y tapado el lugar. Excavó donde pensaba que estaría hasta encontrar algo rojo. justo, era el mismo lugar en el que se encontraba antes de la explosión. Lo único que halló fueron restos de cuerpo, de ropa y... una bota perfectamente a salvo. Pero no lo suficiente como para reconocerlo. Acababa de perder la recompensa de cuarenta millones y, además, no estaba seguro de que fuera Navar. pero, sí, debía ser él. Solo aquel idiota sería capaz de plantar tal cantidad de bombas sin calcular el riesgo que ello conllevaba. Solo podía morir de aquella manera, un criminal menos en el mundo. La grieta se había derrumbado y tapado bajo la montaña medio destrozada. Alex volvió sobre sus pasos y se acercó a Dexter. Ofreciéndole la mano.
-Siento que te hayas visto envuelto en esto sin obtener una recompensa... ¿Que te parece si te invito a tomar algo? Es lo mínimo- Le ofreció.
Al cazador le apetecía realmente tomarse algo ,comer carne caliente, beber algo cálido... cualquier cosa que le quitara el frío del cuerpo. No sabía si su acompañante aceptaría, pero estaba clarísimo que él lo haría igualmente. Creía recordar un restaurante cercano al comercio que había visitado en su llegada. Aunque había explotado también... podría ser que tuvieran algo que ver con Navar, pero también estaban muertos. Seguro que había alguna posada o cualquier otro restaurante. La gente de aquella isla también necesitaba comer. o eso esperaba.
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-Vaya, eres una caja de sorpresas- dijo el cazador cuando se dio cuenta de qué acababa de suceder.
La verdad era que no le extrañaba aquello, pues los usuarios no solían mostrarse como tal a la primera de cambio, pero la situación lo exigía. Una explosión de tal magnitud lo hubiera convertido en poco más que una montaña de restos humeantes, y aquello no era un buen final para la vida de nadie.
Al parecer ahora buscaba al criminal que les había tendido la trampa, aunque a Dexter le habría interesado más saber cómo habían llegado hasta ahí tantas cargas de dinamita sin que nadie sospechara. Si aquel idiota había sido capaz de hacerlo y no había sabido calcular el resultado, era muy probable que hubiera algún titiritero moviendo sus hilos a escasa distancia de él. "Me entran ganas de buscar al verdadero responsable", pensaba para sí mientras Alex buscaba algunos restos, tratando de encontrar algo reconocible. Ya se había dado cuenta de que si lo encontraban sería en pedacitos. Había manchas salpicadas de rojo por toda la nieve, aunque por suerte la montaña no había llegado a caer. Eso era bueno.
-Siento que te hayas visto envuelto en esto sin obtener una recompensa... ¿Que te parece si te invito a tomar algo? Es lo mínimo- Le ofreció su compañero en compensación por el esfuerzo. La verdad era que no necesitaba nada, era rico como un príncipe mercante, pero la invitación se antojaba suculenta en cierta medida.
-Me parece un buen trato- respondió, con una sonrisa.
Comenzaron a caminar sobre la nieve, dando la espalda a la altísima y escarpada montaña donde la grieta se había hecho algo más profunda, pero poco importaba aquello ahora. Sólo la comida y...
-¡Auch!- exclamó cuando algo cayó sobre su cabeza con bastante fuerza. Era... ¿Una cabeza?-. Alex, no te deprimas hombre. Mira lo que tengo- le dijo, bajando del animal y agarrando la cabeza demacrada del loco bombas. La mitad izquierda estaba muy estropeada, carente de cabello, calcinado en las raíces y con el pómulo en carne viva, manchado por completo de sangre y ceniza. Un ojo estaba casi derretido, pero por suerte el turbante y la bufanda habían conseguido que el criminal se conservara reconocible dentro de aquella decadencia-. Literalmente esto ha sido un golpe de suerte.
"Qué broma más mala", soltó su cabeza mientras subía de nuevo sobre Sven y continuaba su camino. El animal parecía de acuerdo con su mente, pues lo miraba con cara de no comprender qué gracia acababa de tener aquello, aunque Zafiro sabía que podría haber sido peor. Podría haber hablado de usar la cabeza o algo similar. Su suerte había cambiado al parecer, y si se repartían a mitades el precio por aquel tipo iban a tener un tiempo bastante calmado sin necesidad de cazar. Aunque seguramente seguirían haciéndolo. La justicia era adictiva, y no estar atado a superiores lo era aún más. Libertad y justicia. Ni piratas ni Marines. Aquella era la buena vida.
La verdad era que no le extrañaba aquello, pues los usuarios no solían mostrarse como tal a la primera de cambio, pero la situación lo exigía. Una explosión de tal magnitud lo hubiera convertido en poco más que una montaña de restos humeantes, y aquello no era un buen final para la vida de nadie.
Al parecer ahora buscaba al criminal que les había tendido la trampa, aunque a Dexter le habría interesado más saber cómo habían llegado hasta ahí tantas cargas de dinamita sin que nadie sospechara. Si aquel idiota había sido capaz de hacerlo y no había sabido calcular el resultado, era muy probable que hubiera algún titiritero moviendo sus hilos a escasa distancia de él. "Me entran ganas de buscar al verdadero responsable", pensaba para sí mientras Alex buscaba algunos restos, tratando de encontrar algo reconocible. Ya se había dado cuenta de que si lo encontraban sería en pedacitos. Había manchas salpicadas de rojo por toda la nieve, aunque por suerte la montaña no había llegado a caer. Eso era bueno.
-Siento que te hayas visto envuelto en esto sin obtener una recompensa... ¿Que te parece si te invito a tomar algo? Es lo mínimo- Le ofreció su compañero en compensación por el esfuerzo. La verdad era que no necesitaba nada, era rico como un príncipe mercante, pero la invitación se antojaba suculenta en cierta medida.
-Me parece un buen trato- respondió, con una sonrisa.
Comenzaron a caminar sobre la nieve, dando la espalda a la altísima y escarpada montaña donde la grieta se había hecho algo más profunda, pero poco importaba aquello ahora. Sólo la comida y...
-¡Auch!- exclamó cuando algo cayó sobre su cabeza con bastante fuerza. Era... ¿Una cabeza?-. Alex, no te deprimas hombre. Mira lo que tengo- le dijo, bajando del animal y agarrando la cabeza demacrada del loco bombas. La mitad izquierda estaba muy estropeada, carente de cabello, calcinado en las raíces y con el pómulo en carne viva, manchado por completo de sangre y ceniza. Un ojo estaba casi derretido, pero por suerte el turbante y la bufanda habían conseguido que el criminal se conservara reconocible dentro de aquella decadencia-. Literalmente esto ha sido un golpe de suerte.
"Qué broma más mala", soltó su cabeza mientras subía de nuevo sobre Sven y continuaba su camino. El animal parecía de acuerdo con su mente, pues lo miraba con cara de no comprender qué gracia acababa de tener aquello, aunque Zafiro sabía que podría haber sido peor. Podría haber hablado de usar la cabeza o algo similar. Su suerte había cambiado al parecer, y si se repartían a mitades el precio por aquel tipo iban a tener un tiempo bastante calmado sin necesidad de cazar. Aunque seguramente seguirían haciéndolo. La justicia era adictiva, y no estar atado a superiores lo era aún más. Libertad y justicia. Ni piratas ni Marines. Aquella era la buena vida.
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