Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Byakuro había llegado al Red Line. Para salir del Grand Line, primero debía hacer un paso por el continente rojo. Cruzando el Red Line, se había encontrado con que pegadas a la enorme masa continental había un grupo de islas que no podían considerarse parte de los Blues, sino más bien territorio del propio continente, desgajadas de la masa de tierra principal. Aquel era el caso de aquella isla. Dark Dome. La isla era mayormente una ciudad de enormes rascacielos, casinos y tecnología, con un parque alrededor, cerca de la costa. Había atravesado el puerto y ahora se encontraba en una calle principal, fuertemente concurrida por un montón de gente. Una cosa que llamó la atención del chico es que la mayoría de la gente de aquel lugar eran mujeres. Y todos los habitantes tenían unos ojos desproporcionadamente grandes. Además, la mayoría de las personas iban con ropa elegante y formal, como si de ejecutivos importantes y grandes banqueros se tratasen. Sin duda el chico destacaba allí, con su chaqueta negra y su camiseta. Además, para más inri llevaba puestas sus correas de cuero en el brazo y la pierna, y su collar en pinchos en el cuello. La mayoría de gente de por allí lo miraban con cierto desprecio y aversión, seguramente por el aspecto que tenía. Pero en la bolsita que tenía colgada del pantalón llevaba dinero contante y sonante, que haría cambiar la actitud de cualquier imbécil que le molestase.
Cuando se había acercado en barco a la isla, había observado que el cielo se iba oscureciendo gradualmente. Según la hora, estaban a media tarde, pero en aquel lugar el cielo estaba negro como si fuera de noche. Aquello lo había impulsado a querer ver más de la isla. Se había informado en el barco. Parecía que en aquel lugar abundaban los casinos. Las casas de apuestas también eran bastante comunes. Y todo lo que tuviera que ver con el ocio, el vicio nocturno y el azar. Él buscaba algo que requiriera algo más de habilidad. Se metió en un enorme complejo de casinos y observó el cartel que indicaba la temática de cada uno de los pisos. En el piso bajo, donde se encontraba, estaban las tragaperras, en filas y filas que llenaban toda la planta. Recorrió con la mirada el rótulo hasta que encontró lo que buscaba. En el sexto piso. Suspirando, se dirigió a uno de los enormes ascensores chapados en bronce y enmoquetados de rojo. La música relajante le hizo sonreír levemente. Cuando un pequeño timbre sonó y las puertas se abrieron vio ante él lo que estaba buscando, en una sala larga y llena de dianas de todas las formas y tamaños. Dardos. Acercó la mano a su bolsita, donde tenía sus dardos con forma de dragón. Seguramente allí tendría que usar los propios del lugar, pero tendría que conformarse. Esperaba no haber perdido su toque mágico, ya que llevaba una temporada sin tirar a diana.
Se acercó a una barra de bar en uno de los lados de la sala y pidió un vino afrutado suave mientras observaba el lugar, analizando a la gente que allí había. La mayoría de gente eran foráneos del lugar, pero tal vez encontrase a algún turista como él.
Cuando se había acercado en barco a la isla, había observado que el cielo se iba oscureciendo gradualmente. Según la hora, estaban a media tarde, pero en aquel lugar el cielo estaba negro como si fuera de noche. Aquello lo había impulsado a querer ver más de la isla. Se había informado en el barco. Parecía que en aquel lugar abundaban los casinos. Las casas de apuestas también eran bastante comunes. Y todo lo que tuviera que ver con el ocio, el vicio nocturno y el azar. Él buscaba algo que requiriera algo más de habilidad. Se metió en un enorme complejo de casinos y observó el cartel que indicaba la temática de cada uno de los pisos. En el piso bajo, donde se encontraba, estaban las tragaperras, en filas y filas que llenaban toda la planta. Recorrió con la mirada el rótulo hasta que encontró lo que buscaba. En el sexto piso. Suspirando, se dirigió a uno de los enormes ascensores chapados en bronce y enmoquetados de rojo. La música relajante le hizo sonreír levemente. Cuando un pequeño timbre sonó y las puertas se abrieron vio ante él lo que estaba buscando, en una sala larga y llena de dianas de todas las formas y tamaños. Dardos. Acercó la mano a su bolsita, donde tenía sus dardos con forma de dragón. Seguramente allí tendría que usar los propios del lugar, pero tendría que conformarse. Esperaba no haber perdido su toque mágico, ya que llevaba una temporada sin tirar a diana.
Se acercó a una barra de bar en uno de los lados de la sala y pidió un vino afrutado suave mientras observaba el lugar, analizando a la gente que allí había. La mayoría de gente eran foráneos del lugar, pero tal vez encontrase a algún turista como él.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Había decidido darme unas vacaciones y comprobar una de las historias del viejo Akon. Dark Dome, ''la ciudad eterna del juego y las mujeres!!'' como siempre la llamaba él. En efecto, por lo que me habían contado allí siempre era de noche, y la ciudad era cuna de tecnología y múltiples casas de juego y edificios destinados a la ciencia. De todo un poco. Iba paseando por la calle cuando me fijé en que, pese a haber muchas más mujeres que en otros sitios, me miraban extraño, incluso los hombres, como con desprecio. Desconcertada, paré y empecé a hacer posturitas en mitad de la calle, con el objetivo de ver si es que había algo mal conmigo. ¿estaba manchada acaso?
La gente empezó a evitarme y al fijarme mejor me di cuenta del problema. Todos ellos iban bien vestidos, con trajes y ropas caras, de marca. Bueno, yo no podía permitirme uno de esos, pero si podía...
-¡¡SOCORROO, AISH, QUE ME LLEVAAA-
- Cállese, no pretendo hacerle daño.
La señora a la que había arrastrado al callejón no paraba de gritar, que lata. Aunque parecía algo normal allí, ya que nadie había acudido en su busca. Sonriente, extendí la pierna y saqué bajo mi falda un cuchillo corto y afilado, de mango tallado. Se lo apunté al cuello y con la otra mano extendida, le rogué que por favor se despojara de sus vestiduras y me las traspasase. Estaba segura de que me quedaría mil veces mejor. Puñeteras tablas de planchar, las hay en cualquier parte del mundo.
Cuando entré al complejo de casinos ya no destacaba para nada. Convenientemente ataviada con un vestido escotado rojo de alguna marca pretenciosa, me mezclaba perfectamente entre la gente. Yo no poseía mucho dinero, pero tenía dos razones suficientes para convencer a cualquiera que lo tuviese de que me ayudase.
Observé el índice y sonriente me dirigí hacia el piso de las dianas. Teniendo en cuenta que era algo que practicaba desde hacía 20 años, no podía dejar de probarlo. Era casi hasta necesario. Llegué y un montón de dianas variopintas aparecieron ante mis ojos. Resolví tomar algo antes de probar mi suerte y me acerqué a la barra del bar. Había un tipo, claramente turista, tomando una copa. Sin embargo a mi no me gustaba el alcohol.
-Un refresco, por favor.- Le dije al camarero mientras me giraba a ver al extraño. Me agradaba su manera de vestir, alejada de la rectitud de estos lugareños. Le regalé una sonrisa. - Me alegra ver que no soy la única turista.
La gente empezó a evitarme y al fijarme mejor me di cuenta del problema. Todos ellos iban bien vestidos, con trajes y ropas caras, de marca. Bueno, yo no podía permitirme uno de esos, pero si podía...
-¡¡SOCORROO, AISH, QUE ME LLEVAAA-
- Cállese, no pretendo hacerle daño.
La señora a la que había arrastrado al callejón no paraba de gritar, que lata. Aunque parecía algo normal allí, ya que nadie había acudido en su busca. Sonriente, extendí la pierna y saqué bajo mi falda un cuchillo corto y afilado, de mango tallado. Se lo apunté al cuello y con la otra mano extendida, le rogué que por favor se despojara de sus vestiduras y me las traspasase. Estaba segura de que me quedaría mil veces mejor. Puñeteras tablas de planchar, las hay en cualquier parte del mundo.
Cuando entré al complejo de casinos ya no destacaba para nada. Convenientemente ataviada con un vestido escotado rojo de alguna marca pretenciosa, me mezclaba perfectamente entre la gente. Yo no poseía mucho dinero, pero tenía dos razones suficientes para convencer a cualquiera que lo tuviese de que me ayudase.
Observé el índice y sonriente me dirigí hacia el piso de las dianas. Teniendo en cuenta que era algo que practicaba desde hacía 20 años, no podía dejar de probarlo. Era casi hasta necesario. Llegué y un montón de dianas variopintas aparecieron ante mis ojos. Resolví tomar algo antes de probar mi suerte y me acerqué a la barra del bar. Había un tipo, claramente turista, tomando una copa. Sin embargo a mi no me gustaba el alcohol.
-Un refresco, por favor.- Le dije al camarero mientras me giraba a ver al extraño. Me agradaba su manera de vestir, alejada de la rectitud de estos lugareños. Le regalé una sonrisa. - Me alegra ver que no soy la única turista.
Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Una mujer se le acercó. Pese a que iba con la ropa formal de los demás habitantes, no tenía aquellos ojos exageradamente grandes. Aquella chica había ido preparada. El vestido rojo que llevaba marcaba su silueta y sus curvas, dandole un toque que a Byakuro le pareció provocativo. Se puso a su lado y pidió un refresco antes de mirarlo y hablarle. Se alegraba de ver que no era la única turista en aquel lugar. Byakuro se encogió de hombros.
- Bueno, al menos veo que yo tampoco soy el único turista de por aquí -le devolvió la sonrisa de la forma más encantadora que pudo. Sus ojos morados se fijaron en ella. Era joven y guapa, y el vestido la favorecía mucho, sin duda-. Creo que voy a probar suerte con los dardos, ¿le apetece probar suerte, señorita? -sonrió más aún, mientras se acercaba a una de las dianas libres, con su copa en una mano y agarró los dardos clavados. Eran bonitos, pero él prefería usar los suyos.
Colocó los dardos sobre una mesita alta y abrió su bolsita de dardos personales. Sacó uno de ellos, relucientemente blanco, que parecía brillar bajo las luces del casino. Los detalles grabados en el objeto lo convertían en una pequeña obra de arte. Su camaleón salió también de su mochila, subiéndose al hombro y observando los alrededores. En unos segundos, el animal adoptó el color de la ropa de Byakuro. El chico sonrió. Parecía que Klaus quería ver a la jovencita también. Byakuro aferró con firmeza el dardo y apuntó al centro de la diana. Posteriormente hizo un movimiento fluido y suave con la muñeca. El dardo voló directo al centro de la diana, clavándose en el círculo exterior de la zona central. No era un mal lanzamiento, teniendo en cuenta la distancia. Klaus hizo un sonido parecido a un ligero carraspeo cuando el dardo impactó.
- Por cierto -dijo mientras se giraba hacia la muchacha-, me llamo Byakuro, pero tú puedes llamarme Bya. -se hizo a un lado para dejar a la chica probar suerte si quería. Sería divertido echar una partida de dardos con aquella mujer. Y si la cosa se ponía interesante, podía incluso apostar algo y acabar yéndose de la isla con algún beneficio. Tras su movimiento, bebió un pequeño sorbo del vino. Estaba delicioso, sin duda.
- Bueno, al menos veo que yo tampoco soy el único turista de por aquí -le devolvió la sonrisa de la forma más encantadora que pudo. Sus ojos morados se fijaron en ella. Era joven y guapa, y el vestido la favorecía mucho, sin duda-. Creo que voy a probar suerte con los dardos, ¿le apetece probar suerte, señorita? -sonrió más aún, mientras se acercaba a una de las dianas libres, con su copa en una mano y agarró los dardos clavados. Eran bonitos, pero él prefería usar los suyos.
Colocó los dardos sobre una mesita alta y abrió su bolsita de dardos personales. Sacó uno de ellos, relucientemente blanco, que parecía brillar bajo las luces del casino. Los detalles grabados en el objeto lo convertían en una pequeña obra de arte. Su camaleón salió también de su mochila, subiéndose al hombro y observando los alrededores. En unos segundos, el animal adoptó el color de la ropa de Byakuro. El chico sonrió. Parecía que Klaus quería ver a la jovencita también. Byakuro aferró con firmeza el dardo y apuntó al centro de la diana. Posteriormente hizo un movimiento fluido y suave con la muñeca. El dardo voló directo al centro de la diana, clavándose en el círculo exterior de la zona central. No era un mal lanzamiento, teniendo en cuenta la distancia. Klaus hizo un sonido parecido a un ligero carraspeo cuando el dardo impactó.
- Por cierto -dijo mientras se giraba hacia la muchacha-, me llamo Byakuro, pero tú puedes llamarme Bya. -se hizo a un lado para dejar a la chica probar suerte si quería. Sería divertido echar una partida de dardos con aquella mujer. Y si la cosa se ponía interesante, podía incluso apostar algo y acabar yéndose de la isla con algún beneficio. Tras su movimiento, bebió un pequeño sorbo del vino. Estaba delicioso, sin duda.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mi sonrisa se ensanchó cuando noté esos ojos morados posarse en mi figura. Al parecer había encontrado a mi benefactor por esta noche. Más contenta me sentí cuando me propuso jugar una partida de dardos. Realmente se me daba bien, estaba demasiado acostumbrada. No por nada llevaba los cuchillos en la liga. Crucé las piernas y di un sorbo al refresco mientras le observaba, dándole a entender que me interesaba su oferta.
El joven se levantó y apartó los dardos de una diana. Sacó uno propio y no pude menos que lanzarle una mirada apreciativa. Estaba bien tallado y parecía ligero. Seguro que era una delicia verlo surcar el aire. Entonces algo que parecía un pequeño lagarto le trepó al hombro. Abrí los ojos por la sorpresa, pero sonreí calidamente al ver que se volvía del color de sus ropas. No podía evitarlo, sentía debilidad por los animales de cualquier clase. Vi claramente como de un movimiento fluido clavaba el hermoso dardo casi en el centro. Iba a ser una partida interesante...mejor. Los novatos son tan aburridos...
Me acerqué y le tendí la mano al animalillo en su hombro. Era adorable y le acaricie la cabecita con cariño.Me incliné hacia un lado y recogí de la mesa uno de los dardos del local. Por desgracia, yo no tenía propios. Previsora, lo examiné. Tenía, efectivamente, la punta algo torcida, lo justo para desviarlo. Sonriendo, la coloqué bien y apuntando a la diana, lo lancé. Fue un movimiento lento, casi perezoso, pero fuerte. Muchas veces ensayado. El dardo fue a clavarse un par de centímetros a la izquierda del centro. Me giré y miré al joven.
-Puedes llamarme Aki. Me encantaría jugar, pero déjame corregirte. La suerte no existe aquí.
El joven se levantó y apartó los dardos de una diana. Sacó uno propio y no pude menos que lanzarle una mirada apreciativa. Estaba bien tallado y parecía ligero. Seguro que era una delicia verlo surcar el aire. Entonces algo que parecía un pequeño lagarto le trepó al hombro. Abrí los ojos por la sorpresa, pero sonreí calidamente al ver que se volvía del color de sus ropas. No podía evitarlo, sentía debilidad por los animales de cualquier clase. Vi claramente como de un movimiento fluido clavaba el hermoso dardo casi en el centro. Iba a ser una partida interesante...mejor. Los novatos son tan aburridos...
Me acerqué y le tendí la mano al animalillo en su hombro. Era adorable y le acaricie la cabecita con cariño.Me incliné hacia un lado y recogí de la mesa uno de los dardos del local. Por desgracia, yo no tenía propios. Previsora, lo examiné. Tenía, efectivamente, la punta algo torcida, lo justo para desviarlo. Sonriendo, la coloqué bien y apuntando a la diana, lo lancé. Fue un movimiento lento, casi perezoso, pero fuerte. Muchas veces ensayado. El dardo fue a clavarse un par de centímetros a la izquierda del centro. Me giré y miré al joven.
-Puedes llamarme Aki. Me encantaría jugar, pero déjame corregirte. La suerte no existe aquí.
Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La chica era buena lanzando dardos. El juego iba a ser interesante.
- Nunca he dicho que la suerte exista, imoto-chan. -dijo el cazador mientras lanzaba otro dardo hacia la diana con un movimiento idéntico al anterior. El dardo voló en el aire y se clavó en el centro de la diana, justo bajo el suyo y a la derecha del de Aki-. Pero podemos hacer esto más interesante. Dado el ambiente en el que estamos, sería más que interesante apostar algo, ¿no crees? -el chico alzó la ceja izquierda-. Una chica joven y con tan buen vestir como el tuyo seguro que tiene algo interesante que ofrecer. ¿Estás dispuesta a apostar algo? -mientras decía estas palabras, agarró la copa y se bebió el último trago de vino, saboreando las notas frutales de sabor, y dejando que se extendieran por su paladar.
Klaus, en su hombro, pareció fijar sus dos ojos en la chica. Su color se volvió rojo y amarillo en algunas partes, dándole un aspecto amenazador con el que seguramente intimidaría a otros animales de su tamaño. Byakuro se sentó en una de las banquetas de la barra y sonrió. Su tiro había sido bastante bueno, pero estaba seguro de que la chica lograría conseguir algún tiro formidable por su parte. Aquel primer lanzamiento que había hecho Aki no había sido una simple casualidad. Era buena, y lo sabía. Si aceptaba la apuesta, aunque no fuera dinero, la noche podía volverse interesante. Byakuro tenía ganas de un reto interesante, y los dardos eran su pasión, así que juntar ambas cosas era lo mejor que podía hacer para aprovechar su estancia en aquel casino lo máximo posible.
- Te toca, Aki-chan... -dijo mientras le indicaba con un gesto a la chica que disparase el dardo. Esperaba que ella aceptase el apostar algo, aunque fuera simbólico, por el hecho de tener una descarga de adrenalina, por nimia que fuera. Y la tensión de apostar y jugarte algo, le producía adrenalina al chico.
- Nunca he dicho que la suerte exista, imoto-chan. -dijo el cazador mientras lanzaba otro dardo hacia la diana con un movimiento idéntico al anterior. El dardo voló en el aire y se clavó en el centro de la diana, justo bajo el suyo y a la derecha del de Aki-. Pero podemos hacer esto más interesante. Dado el ambiente en el que estamos, sería más que interesante apostar algo, ¿no crees? -el chico alzó la ceja izquierda-. Una chica joven y con tan buen vestir como el tuyo seguro que tiene algo interesante que ofrecer. ¿Estás dispuesta a apostar algo? -mientras decía estas palabras, agarró la copa y se bebió el último trago de vino, saboreando las notas frutales de sabor, y dejando que se extendieran por su paladar.
Klaus, en su hombro, pareció fijar sus dos ojos en la chica. Su color se volvió rojo y amarillo en algunas partes, dándole un aspecto amenazador con el que seguramente intimidaría a otros animales de su tamaño. Byakuro se sentó en una de las banquetas de la barra y sonrió. Su tiro había sido bastante bueno, pero estaba seguro de que la chica lograría conseguir algún tiro formidable por su parte. Aquel primer lanzamiento que había hecho Aki no había sido una simple casualidad. Era buena, y lo sabía. Si aceptaba la apuesta, aunque no fuera dinero, la noche podía volverse interesante. Byakuro tenía ganas de un reto interesante, y los dardos eran su pasión, así que juntar ambas cosas era lo mejor que podía hacer para aprovechar su estancia en aquel casino lo máximo posible.
- Te toca, Aki-chan... -dijo mientras le indicaba con un gesto a la chica que disparase el dardo. Esperaba que ella aceptase el apostar algo, aunque fuera simbólico, por el hecho de tener una descarga de adrenalina, por nimia que fuera. Y la tensión de apostar y jugarte algo, le producía adrenalina al chico.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Justo en el centro. Formidable. Mi sonrisa se ensanchó al oír sus palabras. Por descontado, apostaría algo. ¿Que era un juego sin apuestas? Ello le daba emoción y consistencia. Ya sin disimular, me acerqué a recoger los dardos del casino. Era bastante simples, ninguna maravilla, y por supuesto, todos trucados. Suspiré, menudo contratiempo. Comencé a arreglarlos distraída mientras observaba al camaleón del joven cambiar de color. Era hermoso.
-Te ruego me des dos minutos. Al contrario que tu, carezco de dardos propios, y los del casino están algo torcidos.
Proseguí enderezándolos con mimo mientras tarareaba bajito. Mis manos repetían gestos aprendidos mucho tiempo atrás y para cuando terminé estaba relajada y contenta. En mi elemento. Le dediqué una sonrisa inocente a mi acompañante y sin mirar, lancé hacia la diana el dardo. Intuía que debería haber dado justo a la derecha del último lanzado por Bya...justo en el límite del círculo exterior de la zona central. Giré la cabeza y efectivamente, asía había sido. Cogí un mechon de pelo y empecé a enredarlo entre mis dedos, como pasatiempo. Le miré, a esos ojos morados, y le respondí.
-Por desgracia, me temo que mi ''buen vestir'' ha sido robado, por lo tanto es todo lo que puedo apostar.-Tiré un poco la tela del vestido, enfatizando el punto.- Es de una buena marca, y si lo vendes aún ganarás un buen pellizco. Pero, más importante todavía...¿Que me ofreces tú?
Le dediqué una sonrisa, mis ojos brillaban, y la noche se presentaba interesante.
-Te ruego me des dos minutos. Al contrario que tu, carezco de dardos propios, y los del casino están algo torcidos.
Proseguí enderezándolos con mimo mientras tarareaba bajito. Mis manos repetían gestos aprendidos mucho tiempo atrás y para cuando terminé estaba relajada y contenta. En mi elemento. Le dediqué una sonrisa inocente a mi acompañante y sin mirar, lancé hacia la diana el dardo. Intuía que debería haber dado justo a la derecha del último lanzado por Bya...justo en el límite del círculo exterior de la zona central. Giré la cabeza y efectivamente, asía había sido. Cogí un mechon de pelo y empecé a enredarlo entre mis dedos, como pasatiempo. Le miré, a esos ojos morados, y le respondí.
-Por desgracia, me temo que mi ''buen vestir'' ha sido robado, por lo tanto es todo lo que puedo apostar.-Tiré un poco la tela del vestido, enfatizando el punto.- Es de una buena marca, y si lo vendes aún ganarás un buen pellizco. Pero, más importante todavía...¿Que me ofreces tú?
Le dediqué una sonrisa, mis ojos brillaban, y la noche se presentaba interesante.
Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Así que aquella jovencita había robado el precioso vestido rojo que llevaba. Sin duda parecía hecho a medida para ella. Observó la prenda. En verdad era bonita. Él no iba a opinar sobre aquello. El hecho de robar era un delito, pero sin duda aquella visión valía la pena. Y con una vista alrededor se veía que la gente del lugar podía permitirse comprar varios de aquellos vestidos si quería.
- Me parece una apuesta apropiada, Aki-chan. Yo por mi parte no sé que podría ofrecerte. Así que te propongo jugar la partida de dardos y discutirlo cuando me hagas morder el polvo. -sonrió afable mientras agarraba otro de los dardos.
Klaus soltó otro carraspeo, y se movio en el hombro del chico, subiéndose a la cabeza del cazador. Una vez acomodado, empezó a mimetizarse con el pelo morado. Tan solo dejó dos zonas del cuerpo sin camuflar, dos puntos rojos justo en la zona de los ojos, lo que los hacía destacar más aún. El chico lo observó y sonrió. El reptil parecía estar cómodo allí. Byakuro observó el dardo en su mano y le dio un par de vueltas con los dedos antes de agarrarlo con el índice y el pulgar, para lanzarlo a la diana.
El chico se apartó un mechón de pelo de delante de la cara, y cerró el ojo derecho para apuntar mejor. Si se apostaban algo, tenía que tomárselo en serio. Agarró el dardo con cuidado y realizó un movimiento rápido y corto. El dardo voló con rapidez y se clavó bajo el círculo central, en la zona exterior del centro. Ahora los cinco dardos clavados formaban una especie de cruz. Byakuro sonrió. Aún no había perdido su toque. Abrió de nuevo el ojo derecho, que durante un instante pareció destellear con un color rojizo.
- Bien, Aki-chan... te toca. -sonrió y se hizo a un lado, apoyándose en la barra y tomándose un par de aceitunas que el barman había puesto allí. El hombre ahora estaba absorto observando el duelo amistoso entre los dos jóvenes.
- Me parece una apuesta apropiada, Aki-chan. Yo por mi parte no sé que podría ofrecerte. Así que te propongo jugar la partida de dardos y discutirlo cuando me hagas morder el polvo. -sonrió afable mientras agarraba otro de los dardos.
Klaus soltó otro carraspeo, y se movio en el hombro del chico, subiéndose a la cabeza del cazador. Una vez acomodado, empezó a mimetizarse con el pelo morado. Tan solo dejó dos zonas del cuerpo sin camuflar, dos puntos rojos justo en la zona de los ojos, lo que los hacía destacar más aún. El chico lo observó y sonrió. El reptil parecía estar cómodo allí. Byakuro observó el dardo en su mano y le dio un par de vueltas con los dedos antes de agarrarlo con el índice y el pulgar, para lanzarlo a la diana.
El chico se apartó un mechón de pelo de delante de la cara, y cerró el ojo derecho para apuntar mejor. Si se apostaban algo, tenía que tomárselo en serio. Agarró el dardo con cuidado y realizó un movimiento rápido y corto. El dardo voló con rapidez y se clavó bajo el círculo central, en la zona exterior del centro. Ahora los cinco dardos clavados formaban una especie de cruz. Byakuro sonrió. Aún no había perdido su toque. Abrió de nuevo el ojo derecho, que durante un instante pareció destellear con un color rojizo.
- Bien, Aki-chan... te toca. -sonrió y se hizo a un lado, apoyándose en la barra y tomándose un par de aceitunas que el barman había puesto allí. El hombre ahora estaba absorto observando el duelo amistoso entre los dos jóvenes.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tomé otro sorbo de mi refresco, disfrutando del agradable toque a naranja. Le di vueltas entre los dedos al siguiente dardo, planteando dónde encajarlo y decidí que bien podía hacer compañía al otro en el centro. Me levanté de la banqueta y me alisé el vestido con delicadeza. Debía cuidarlo, al fin y al cabo, no era mío. Me propuse hacer algo de teatro, por mera diversión. Bastaba un ligero movimiento de muñeca pero...por el rabillo del ojo vi al barman observando el duelo, y quise darle algo que pudiera contar.
-Tranquilo, no me llevará mucho tiempo, Bya-chan. Y entonces veremos cómo puedes pagarme.
Adelante el pie izquierdo dejando ver parte de mi pierna a causa de la abertura del vestido y me estiré. Sin muchos aspavientos, levanté el brazo y lo llevé hacia atrás. Noté como el barman se inclinaba hacia adelante y reprimí una risa. A ver la cara que ponía...moví la muñeca y el dardo, disparado, fue a toda velocidad a clavarse en el centro, al lado justo del de Byakuro. Tan cerca que rozaba el extremo tallado. Volví a mi posición relajada y me volví hacia el. El camaleón había vuelto a cambiar de sitio, y mi curiosidad empezaba a quemarme.
-Es un hermoso animal, ese de tu cabeza...
-Tranquilo, no me llevará mucho tiempo, Bya-chan. Y entonces veremos cómo puedes pagarme.
Adelante el pie izquierdo dejando ver parte de mi pierna a causa de la abertura del vestido y me estiré. Sin muchos aspavientos, levanté el brazo y lo llevé hacia atrás. Noté como el barman se inclinaba hacia adelante y reprimí una risa. A ver la cara que ponía...moví la muñeca y el dardo, disparado, fue a toda velocidad a clavarse en el centro, al lado justo del de Byakuro. Tan cerca que rozaba el extremo tallado. Volví a mi posición relajada y me volví hacia el. El camaleón había vuelto a cambiar de sitio, y mi curiosidad empezaba a quemarme.
-Es un hermoso animal, ese de tu cabeza...
Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- ¿Éste? -dijo Byakuro señalando a Klaus. Se había quedado embobado viendo a la chica lanzar el dardo y la pregunta le había pillado por sorpresa-. Es Klaus. Es mi camaleón... llevamos juntos desde hace años. Él... es un regalo de mi tío. -el recuerdo por la muerte de su tío aún era reciente, y se sentía como una estaca de hierro al rojo clavada en su corazón.
Movió la cabeza de lado y agarró otro de sus dardos. Le quedaban unos pocos aún. Su ojo derecho, oculto bajo el pelo, se volvió rojizo gradualmente, aunque nadie podía verlo. Apuntó y lanzó con fuerza. Tensó los músculos de la mano y soltó de golpe. El dardo salió disparado hacia el centro de la diana, y golpeó al que acababa de lanzar la chica, partiéndolo a la mitad y clavándose al lado. Ciertamente los dardos de aquel casino no eran resistentes y poco podían hacer frente al material de alta calidad de los dardos dragón. Aquel había sido el otro regalo de su tío. Ahora que el recuerdo se había encendido, no iba a perder. Observó como el dardo del casino caía en dos mitades al suelo. Su actitud volvió a ser inocente.
- Oh, gomen... no quería hacer eso. -se llevó la mano a la nuca, con cara de circunstancias. Aquel tiro había sido demasiado potente. Tenía que medirse un poco más, ya que aquellas puntas de dardos eran afiladas como cuchillas, y si rompía los dardos del casino tal vez se metiera en problemas.
Suspiró y se tomó otra aceituna, saboreándola. Chupar el fruto le relajó un poco. Se había puesto tenso por un instante. Klaus gruñó sobre su cabeza, y de un lengüetazo agarró una aceituna y se la comió. Byakuro agradeció que las aceitunas no tuvieran pepitas, o su mascota podría atragantarse.
Movió la cabeza de lado y agarró otro de sus dardos. Le quedaban unos pocos aún. Su ojo derecho, oculto bajo el pelo, se volvió rojizo gradualmente, aunque nadie podía verlo. Apuntó y lanzó con fuerza. Tensó los músculos de la mano y soltó de golpe. El dardo salió disparado hacia el centro de la diana, y golpeó al que acababa de lanzar la chica, partiéndolo a la mitad y clavándose al lado. Ciertamente los dardos de aquel casino no eran resistentes y poco podían hacer frente al material de alta calidad de los dardos dragón. Aquel había sido el otro regalo de su tío. Ahora que el recuerdo se había encendido, no iba a perder. Observó como el dardo del casino caía en dos mitades al suelo. Su actitud volvió a ser inocente.
- Oh, gomen... no quería hacer eso. -se llevó la mano a la nuca, con cara de circunstancias. Aquel tiro había sido demasiado potente. Tenía que medirse un poco más, ya que aquellas puntas de dardos eran afiladas como cuchillas, y si rompía los dardos del casino tal vez se metiera en problemas.
Suspiró y se tomó otra aceituna, saboreándola. Chupar el fruto le relajó un poco. Se había puesto tenso por un instante. Klaus gruñó sobre su cabeza, y de un lengüetazo agarró una aceituna y se la comió. Byakuro agradeció que las aceitunas no tuvieran pepitas, o su mascota podría atragantarse.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
¿De su tío? Los rostros de las personas que me habían criado pasaron ante mis ojos, y una sonrisa melancólica asomó a mi rostro solo de pensar que hubieran querido regalarme un animal. No creía que dejaran entrar leones al local. Sacudió la cabeza intentando librarse de los recuerdos y miró hacia la diana justo a tiempo de ver como su dardo se partía a la mitad. Vaya, vaya...era visto que no eran dardos normales. De acuerdo que los del casino eran horribles, pero ni siquiera los dardos que solía utilizar cuando era pequeña eran capaces de algo así. Debería haberlo sabido solo por el exquisito tallado. Aunque, si hasta ahora había ocultado esa cualidad, ¿por qué sacarla a relucir justo ahora?
-Creo que hablé mas de la cuenta...me disculpo.
Tenía que haber sido eso, o no encontraba otra explicación. Sonriendo, le hizo una graciosa media reverencia, tratando de disipar la tensión del ambiente, aunque no hizo falta. La cara del chico volvía a ser completamente inocente, como si no hubiera ocurrido nada. No parecía una fachada. Algo perpleja, me acabé el refresco y miré el vaso vacío contrariada.
-Y bueno...que te parece si remedias haberme roto el dardo...¿Invitándome a otro refresco, tal vez?
Acto seguido cogí uno de los que quedaban e inclinándome hacia delante para apuntar mejor, lancé. El problema de esa posición era que el escote se hacía más pronunciado, sobre todo con ese vestido. Pero a cambio, mi dardo fue a clavarse limpiamente justo encima del centro, a la izquierda del marcado por Bya un par de turnos antes.
-Creo que hablé mas de la cuenta...me disculpo.
Tenía que haber sido eso, o no encontraba otra explicación. Sonriendo, le hizo una graciosa media reverencia, tratando de disipar la tensión del ambiente, aunque no hizo falta. La cara del chico volvía a ser completamente inocente, como si no hubiera ocurrido nada. No parecía una fachada. Algo perpleja, me acabé el refresco y miré el vaso vacío contrariada.
-Y bueno...que te parece si remedias haberme roto el dardo...¿Invitándome a otro refresco, tal vez?
Acto seguido cogí uno de los que quedaban e inclinándome hacia delante para apuntar mejor, lancé. El problema de esa posición era que el escote se hacía más pronunciado, sobre todo con ese vestido. Pero a cambio, mi dardo fue a clavarse limpiamente justo encima del centro, a la izquierda del marcado por Bya un par de turnos antes.
Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Mientras la chica se ponía en aquella postura tan sugerente, Byakuro trató de mirar hacia otro lado. Escuchó el ruido del dardo clavándose en la diana y dirigió su vista hacia allí. El chico sonrió. El dardo se había clavado sobre el suyo. Si los cálculos no le fallaban, iba ganando. Agarró el quinto dardo y observó a la chica. Sonriendo, le dijo:
- Si todo sale bien, un refresco no será un gasto comparable a la ganancia que tendré -sacó un billete del bolsillo y lo puso sobre la barra, dándole a entender al barman que quería otra bebida para Aki. Klaus aprovechó el movimiento para saltar al brazo de Byakuro y posarse en la barra-. Tan solo me queda un dardo -dijo con cierto pesar-. Juguémoslo todo en el último lanzamiento. Si quieres... -le dijo sonriendo-. Klaus, deja de comer aceitunas. -le dijo a modo de reprimenda al camaleón, que había agarrado otra aceituna con la lengua. El camaleón lo miró, como analizando la situación, y se giró para coger otra oliva. Byakuro soltó un suspiro fingido.
Sin prestar atención a su alrededor, se centró en la diana. El movimiento, el sonido, las personas a su alrededor desaparecieron para él. Quería bordar el tiro. Sabía que lo más espectacular era clavar justo en el centro. Pero no podía permitirse perder tratando de parecer espectacular. Apuntó ligeramente más arriba que en el resto de los tiros. El dardo trazaría una pequeña parábola antes de clavarse.
Su ojo derecho adquirió el tono rojizo de nuevo. El pelo lo ocultaba a la vista de los demás. Byakuro se colocó en posición relajada, agarrando el dardo con cuidado. Sabía dónde tenía que colocar el dardo para ganar. De un movimiento lento pero fluido lanzó el dardo, que se elevó ligeramente antes de caer hacia la diana. No iba hacia el centro. Iba más hacia arriba. A la franja de los veinte puntos. Pasó por la altura del borde de la diana, donde el impacto puntuaba doble, y bajó más, rozando la zona de los veinte puntos. Al final se clavó en el borde superior de la zona marcada en la diana como puntuación triple. Aquel era el punto de la diana donde impactar era mejor si se quería alcanzar la máxima puntuación posible. Un total de sesenta puntos. A Byakuro le había parecido en un principio, pero se había acostumbrado a jugar a los dardos con mucha gente. La mayoría de las personas se obcecaban en apuntar al centro, pensando que era lo mejor, pero no era así. Cuando el dardo se clavó, sonrió satisfecho. Su brillo rojizo desapareció.
- Perfecto... Suerte, Aki-chan... -le sonrió poniéndole la mano en el hombro a la chica. Su piel era suave. Se ruborizó un poquito al darse cuenta y apartó la mano levemente antes de sentarse de nuevo en la barra.
- Si todo sale bien, un refresco no será un gasto comparable a la ganancia que tendré -sacó un billete del bolsillo y lo puso sobre la barra, dándole a entender al barman que quería otra bebida para Aki. Klaus aprovechó el movimiento para saltar al brazo de Byakuro y posarse en la barra-. Tan solo me queda un dardo -dijo con cierto pesar-. Juguémoslo todo en el último lanzamiento. Si quieres... -le dijo sonriendo-. Klaus, deja de comer aceitunas. -le dijo a modo de reprimenda al camaleón, que había agarrado otra aceituna con la lengua. El camaleón lo miró, como analizando la situación, y se giró para coger otra oliva. Byakuro soltó un suspiro fingido.
Sin prestar atención a su alrededor, se centró en la diana. El movimiento, el sonido, las personas a su alrededor desaparecieron para él. Quería bordar el tiro. Sabía que lo más espectacular era clavar justo en el centro. Pero no podía permitirse perder tratando de parecer espectacular. Apuntó ligeramente más arriba que en el resto de los tiros. El dardo trazaría una pequeña parábola antes de clavarse.
Su ojo derecho adquirió el tono rojizo de nuevo. El pelo lo ocultaba a la vista de los demás. Byakuro se colocó en posición relajada, agarrando el dardo con cuidado. Sabía dónde tenía que colocar el dardo para ganar. De un movimiento lento pero fluido lanzó el dardo, que se elevó ligeramente antes de caer hacia la diana. No iba hacia el centro. Iba más hacia arriba. A la franja de los veinte puntos. Pasó por la altura del borde de la diana, donde el impacto puntuaba doble, y bajó más, rozando la zona de los veinte puntos. Al final se clavó en el borde superior de la zona marcada en la diana como puntuación triple. Aquel era el punto de la diana donde impactar era mejor si se quería alcanzar la máxima puntuación posible. Un total de sesenta puntos. A Byakuro le había parecido en un principio, pero se había acostumbrado a jugar a los dardos con mucha gente. La mayoría de las personas se obcecaban en apuntar al centro, pensando que era lo mejor, pero no era así. Cuando el dardo se clavó, sonrió satisfecho. Su brillo rojizo desapareció.
- Perfecto... Suerte, Aki-chan... -le sonrió poniéndole la mano en el hombro a la chica. Su piel era suave. Se ruborizó un poquito al darse cuenta y apartó la mano levemente antes de sentarse de nuevo en la barra.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Sin ganas de sentarme, me quedé de pie escuchándole. Estaba bien, todo al último tiro. Me divertía ver al camaleón comiendo las aceitunas. Parecía tener mucha personalidad, que lindo. Me giré y le pedí otro refresco de naranja al barman. Me lo trajo a la carrera, por algún motivo que yo ignoraba. Complacida, lo agarré y bebiendo a sorbitos me recosté en la barra.
-Está bien, todo al último lanzamiento.
Observé la postura y como se preparaba para lanzar. Analicé la situación y solté un suspiro de resignación. Aunque estaba tan concentrado que no pareció darse cuenta. Me había ganado. Tan solo con mirarle a él, y mirar a la diana, estaba claro que no apuntaba al centro. Si era tan hábil como parecía, y nada indicaba que no lo fuese, conseguiría 60 puntos. Mi única manera segura de superarlo era tirar al centro, pero los dos dardos que le pertenecían estaban allí, cortándome el paso. Teniendo en cuenta la baja calidad de los dardos del casino, lo mas probable era que al rozarse con los suyos, perdiera impulso y cayese o desviase el tiro. Bueno, unas veces se gana y otras se pierde. Solo tenía que pensar cómo aprovechar la situación.
Le miré fijamente, sin cortarme, mientras efectuaba el tiro. Realizó un movimiento fluido y lo clavó, llevándose la partida y mi vestido en unos pocos segundos. Me miró sonriente y me posó la mano en el hombro. La retiró enseguida, algo azorado y ahí me dio mi respuesta. Ya que no ganaría dinero, por lo menos me echaría unas risas tomándole el pelo. Y de todas maneras, siempre podía dormir en el bosque. La hierba era blanda y dudaba que nadie se atreviera a echarme. Así que con desenvoltura y sin vacilar agarré el último dardo.
Si tiraba de la forma convencional, podría parecer que mi habilidad era menor que la suya, cuando el problema estaba en realidad en el material de los dardos. Lo más probable es que estuviéramos empatados, pero ni el barman ni los pocos curiosos que nos miraban de reojo lo sabían. No podía tolerar eso.
-Voy a tomarte la palabra, Bya...y que la suerte decida!
Mirándole de frente, le guiñé un ojo con picardía mientras lanzaba el dardo hacia atrás. En efecto, al darme la vuelta e inclinarme algo hacia delante para comprobar como había salido, lo vi. Justo en la banda exterior a la central, su dardo había rozado el mío y desviado el tiro. Volví a girarme y puse las palmas boca arriba, tratando de parecer resignada. Aunque no le puse mucho esfuerzo, y es seguro que el se dio cuenta de que en realidad estaba exultante.
-Me temo que has ganado, y como lo prometido es deuda...si no te es molestia, iré a cambiarme para darte mi vestido. A no ser que me plantees otra alternativa para liquidar la apuesta, claro. ¿Qué me dices chico?
Empecé a enredar de nuevo con un mechón de mi cabello, cruzando los brazos para realzar mis pechos. Me encantaba. Tentar a los hombres debería entrar en la categoría de deporte olímpico. Era demasiado simple y divertido.
-Está bien, todo al último lanzamiento.
Observé la postura y como se preparaba para lanzar. Analicé la situación y solté un suspiro de resignación. Aunque estaba tan concentrado que no pareció darse cuenta. Me había ganado. Tan solo con mirarle a él, y mirar a la diana, estaba claro que no apuntaba al centro. Si era tan hábil como parecía, y nada indicaba que no lo fuese, conseguiría 60 puntos. Mi única manera segura de superarlo era tirar al centro, pero los dos dardos que le pertenecían estaban allí, cortándome el paso. Teniendo en cuenta la baja calidad de los dardos del casino, lo mas probable era que al rozarse con los suyos, perdiera impulso y cayese o desviase el tiro. Bueno, unas veces se gana y otras se pierde. Solo tenía que pensar cómo aprovechar la situación.
Le miré fijamente, sin cortarme, mientras efectuaba el tiro. Realizó un movimiento fluido y lo clavó, llevándose la partida y mi vestido en unos pocos segundos. Me miró sonriente y me posó la mano en el hombro. La retiró enseguida, algo azorado y ahí me dio mi respuesta. Ya que no ganaría dinero, por lo menos me echaría unas risas tomándole el pelo. Y de todas maneras, siempre podía dormir en el bosque. La hierba era blanda y dudaba que nadie se atreviera a echarme. Así que con desenvoltura y sin vacilar agarré el último dardo.
Si tiraba de la forma convencional, podría parecer que mi habilidad era menor que la suya, cuando el problema estaba en realidad en el material de los dardos. Lo más probable es que estuviéramos empatados, pero ni el barman ni los pocos curiosos que nos miraban de reojo lo sabían. No podía tolerar eso.
-Voy a tomarte la palabra, Bya...y que la suerte decida!
Mirándole de frente, le guiñé un ojo con picardía mientras lanzaba el dardo hacia atrás. En efecto, al darme la vuelta e inclinarme algo hacia delante para comprobar como había salido, lo vi. Justo en la banda exterior a la central, su dardo había rozado el mío y desviado el tiro. Volví a girarme y puse las palmas boca arriba, tratando de parecer resignada. Aunque no le puse mucho esfuerzo, y es seguro que el se dio cuenta de que en realidad estaba exultante.
-Me temo que has ganado, y como lo prometido es deuda...si no te es molestia, iré a cambiarme para darte mi vestido. A no ser que me plantees otra alternativa para liquidar la apuesta, claro. ¿Qué me dices chico?
Empecé a enredar de nuevo con un mechón de mi cabello, cruzando los brazos para realzar mis pechos. Me encantaba. Tentar a los hombres debería entrar en la categoría de deporte olímpico. Era demasiado simple y divertido.
Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Byakuro observó la situación. La chica había aceptado la apuesta y había lanzado el dardo hacia la diana. Lo había hecho de espaldas, y su dardo había sido desviado por la ingente cantidad de saetas clavadas en el centro de la diana. Byakuro sabía que aquel último tiro no había sido en serio, aunque ciertamente, la chica lo habría tenido verdaderamente difícil para acertar. Se había rendido de una forma vistosa y elegante, en cierto modo. Los curiosos que observaban el duelo se dispersaron, no sin antes observar a la joven una última vez. Aki puso una cara de resignación fingida, que Byakuro no supo interpretar hasta que la chica habló:
- Me temo que has ganado, y como lo prometido es deuda...si no te es molestia, iré a cambiarme para darte mi vestido. A no ser que me plantees otra alternativa para liquidar la apuesta, claro. ¿Qué me dices chico?
- Las alternativas que me vienen a la mente no son términos apropiados para una conversación civilizada -respondió el muchacho con una sonrisa amplia-. Así que mejor si te vas a cambiar, imoto-chan. -dicho esto, llevó el brazo a la barra, donde Klaus había acabado con su cuarta o quinta aceituna. El camaleón empezó a subir, perezoso, por el brazo hasta alcanzar el hombro.
Tras ir a recoger los dardos, Byakuro llevó la mano a su bastón, que había apoyado antes de iniciar el duelo en una esquina. Sin duda aquel había sido un duelo interesante, y había ganado un bonito vestido para obtener alguna ganancia. Sin duda a aquella chica le quedaba bien. Se la imaginó quitándoselo para dárselo y empezó a ruborizarse levemente, pero logró apartar aquel pensamiento de su cabeza. Si algo había aprendido de los años de entrenamiento con su difunto tío era a permanecer sereno, tener disciplina y mantenerse con la cabeza fría. Dirigió una sonrisa encantadora a la chica:
- De todos modos, puedo acompañarte hasta donde sea que vas a cambiarte, para que me des allí el vestido. Así no tendrás que volver de vuelta -no era que no se fiase de la chica y pensara que iba a escaparse sin darle su premio, tan solo quería ahorrarle las molestias de tener que volver hasta allí de nuevo. Bueno, y además así se aseguraba de lo primero. Su sonrisa amable se ensanchó un poco más-. Hacía mucho tiempo que no tenía un duelo de dardos tan interesante. -le dijo mientras empezaba a caminar rodeándole los hombros con el brazo y avanzando lentamente. Cuando la chica se empezó a mover, la soltó y puso ambas manos en la espalda, mientras los dos caminaban entre las mesas de juego y el sonido de la gente apostando, el olor a tabaco y alcohol y el ambiente de casino los envolvían.
- Me temo que has ganado, y como lo prometido es deuda...si no te es molestia, iré a cambiarme para darte mi vestido. A no ser que me plantees otra alternativa para liquidar la apuesta, claro. ¿Qué me dices chico?
- Las alternativas que me vienen a la mente no son términos apropiados para una conversación civilizada -respondió el muchacho con una sonrisa amplia-. Así que mejor si te vas a cambiar, imoto-chan. -dicho esto, llevó el brazo a la barra, donde Klaus había acabado con su cuarta o quinta aceituna. El camaleón empezó a subir, perezoso, por el brazo hasta alcanzar el hombro.
Tras ir a recoger los dardos, Byakuro llevó la mano a su bastón, que había apoyado antes de iniciar el duelo en una esquina. Sin duda aquel había sido un duelo interesante, y había ganado un bonito vestido para obtener alguna ganancia. Sin duda a aquella chica le quedaba bien. Se la imaginó quitándoselo para dárselo y empezó a ruborizarse levemente, pero logró apartar aquel pensamiento de su cabeza. Si algo había aprendido de los años de entrenamiento con su difunto tío era a permanecer sereno, tener disciplina y mantenerse con la cabeza fría. Dirigió una sonrisa encantadora a la chica:
- De todos modos, puedo acompañarte hasta donde sea que vas a cambiarte, para que me des allí el vestido. Así no tendrás que volver de vuelta -no era que no se fiase de la chica y pensara que iba a escaparse sin darle su premio, tan solo quería ahorrarle las molestias de tener que volver hasta allí de nuevo. Bueno, y además así se aseguraba de lo primero. Su sonrisa amable se ensanchó un poco más-. Hacía mucho tiempo que no tenía un duelo de dardos tan interesante. -le dijo mientras empezaba a caminar rodeándole los hombros con el brazo y avanzando lentamente. Cuando la chica se empezó a mover, la soltó y puso ambas manos en la espalda, mientras los dos caminaban entre las mesas de juego y el sonido de la gente apostando, el olor a tabaco y alcohol y el ambiente de casino los envolvían.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Me acabé el segundo refresco mientras el hablaba, y para cuando terminé un afrutado sabor a naranja me invadía. Sonrió mientras escuchaba sus palabras. El pobre se pensaba que acompañándola había acabado el juego. Si había apostado el vestido era precisamente, porque pensaba dárselo. Tenía por norma no llevar encima más de lo necesario. Y, por dios, estaría harta del dichoso vestido a los dos días, de todas formas. Era elegante y caro, y aunque en este caso le favorecía que fuera tan ajustado, no era precisamente cómodo.
-Sin duda tienes razón, eres hábil con los dardos y ha sido muy divertido. Te agradezco la partida.
Dejaba que fuera yo delante...si, me iba a divertir a base de bien. Parecía que podía mantener la compostura, pero sus ojos le delataban a ratos. Vería cuanto podía forzar la nota.
-Te agradezco tu amabilidad. He dejado mi ropa abajo, en la consigna. Será solamente un momento.
Eché a caminar contoneándome, el vestido ayudaba bastante, aunque era un incordio, apretaba. Que alegría cuando consiguiera de nuevo su falda amplia. Bajamos las escaleras y llegamos hasta el mostrador sin mayores incidentes.
- Disculpe, el número 42. ¿Podría indicarme los aseos?
-Al fondo a la derecha, señorita.
-¿Me aguardas aquí? Podrías acompañarme si no te fías, claro, pero la multa por escándalo público te la llevarías tú...
Sonreí traviesa y eché a caminar hacia los aseos sin esperar respuesta.
-Sin duda tienes razón, eres hábil con los dardos y ha sido muy divertido. Te agradezco la partida.
Dejaba que fuera yo delante...si, me iba a divertir a base de bien. Parecía que podía mantener la compostura, pero sus ojos le delataban a ratos. Vería cuanto podía forzar la nota.
-Te agradezco tu amabilidad. He dejado mi ropa abajo, en la consigna. Será solamente un momento.
Eché a caminar contoneándome, el vestido ayudaba bastante, aunque era un incordio, apretaba. Que alegría cuando consiguiera de nuevo su falda amplia. Bajamos las escaleras y llegamos hasta el mostrador sin mayores incidentes.
- Disculpe, el número 42. ¿Podría indicarme los aseos?
-Al fondo a la derecha, señorita.
-¿Me aguardas aquí? Podrías acompañarme si no te fías, claro, pero la multa por escándalo público te la llevarías tú...
Sonreí traviesa y eché a caminar hacia los aseos sin esperar respuesta.
Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Byakuro acompañó a la joven a los aseos. Iba a cambiarse allí dentro, y no era buena idea entrar. Por simple decencia, más que por otra cosa. Le hizo un ademán a la chica para que entrase en el baño y se apoyó en la pared enmoquetada, enfrente de la puerta. En aquel lugar hacía excesivo calor.
- Asco de casino, no saben airearlo bien... -se quejó el chico, quitándose su chaqueta y quedando con tan solo la camiseta blanca y los pantalones. Estaba mucho más cómodo así.
Observó la puerta del baño. Pasó un tiempo indefinido que no era capaz de medir. Podía haber pasado un minuto o media hora, no estaba seguro. Entonces la puerta se abrió. Abrió los ojos, esperando que fuera Aki, pero tan solo era otra señora mayor rica, con doce kilos de maquillaje que tapaban una cara de morsa en la que nacía un leve bigote. Byakuro apartó la vista. Ocultar la apariencia con maquillaje es algo que le repugna, y aquella señora parecía llevar una tienda de cosméticos en la cara.
El chico se enderezó y esperó hasta que su acompañante saliera del baño. Mientras lo hacía jugueteaba con uno de sus dardos en la mano.
- Asco de casino, no saben airearlo bien... -se quejó el chico, quitándose su chaqueta y quedando con tan solo la camiseta blanca y los pantalones. Estaba mucho más cómodo así.
Observó la puerta del baño. Pasó un tiempo indefinido que no era capaz de medir. Podía haber pasado un minuto o media hora, no estaba seguro. Entonces la puerta se abrió. Abrió los ojos, esperando que fuera Aki, pero tan solo era otra señora mayor rica, con doce kilos de maquillaje que tapaban una cara de morsa en la que nacía un leve bigote. Byakuro apartó la vista. Ocultar la apariencia con maquillaje es algo que le repugna, y aquella señora parecía llevar una tienda de cosméticos en la cara.
El chico se enderezó y esperó hasta que su acompañante saliera del baño. Mientras lo hacía jugueteaba con uno de sus dardos en la mano.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-¡POR FIN! Dios, puñeteros ricachones.
Lo mas seguro es que ese grito se hubiera escuchado en todo el lavabo, pero la verdad, poco me importaba. Volví a colocarme mi cómodo top negro. Era ajustado, y también tenía un pronunciado escote, como el vestido. Pero a diferencia de este, no poseía mangas y terminaba algo mas abajo de los pechos. Mil veces más práctico. Mientras me abrochaba la falda, me pregunté que diría alguien que hubiera entrado mientras me estuviera cambiando y hubiera visto las fundas de los cuchillos en mis piernas. Habría sido gracioso, aunque no era el caso. Me paré frente a los espejos y me examiné mientras recogía mi melena en una cómoda coleta. Por más que me esforcé, algunos mechones quedaban sueltos y al final decidí dejarlo así. Doblé mi capa negra, demasiado para el calor que hacía y me la quedé en la mano, junto con el vestido.
Iba a salir, cuando una mujer rica y con mil kilos de maquillaje en la cara me embistió para pasar mirándome con desprecio.
-Al menos yo no necesito esconder mi cara, vieja...-Susurré, pero paso de mí. Meh, no me convenía empezar una discusión. Aproveché que había abierto la puerta y ya salí. Bya estaba fuera, parecía que no era yo la única acalorada. Me acerqué y le toqué el hombro suavemente, estaba mirando hacia sabe dios donde.
-Ten, tu vestido. Lo has ganado justamente.
Me quedé mirándole a los ojos con una sonrisa traviesa en la cara. Sabía lo que estaba viendo. Si el top era pequeño, más lo era la falda, y todo tenía remates de encaje rojo aquí y allá. Pequeño, pero hacía un lindo contraste. El vestido era elegante, cierto...pero no le llegaba a la suela de los zapatos a mi vestimenta habitual.
Lo mas seguro es que ese grito se hubiera escuchado en todo el lavabo, pero la verdad, poco me importaba. Volví a colocarme mi cómodo top negro. Era ajustado, y también tenía un pronunciado escote, como el vestido. Pero a diferencia de este, no poseía mangas y terminaba algo mas abajo de los pechos. Mil veces más práctico. Mientras me abrochaba la falda, me pregunté que diría alguien que hubiera entrado mientras me estuviera cambiando y hubiera visto las fundas de los cuchillos en mis piernas. Habría sido gracioso, aunque no era el caso. Me paré frente a los espejos y me examiné mientras recogía mi melena en una cómoda coleta. Por más que me esforcé, algunos mechones quedaban sueltos y al final decidí dejarlo así. Doblé mi capa negra, demasiado para el calor que hacía y me la quedé en la mano, junto con el vestido.
Iba a salir, cuando una mujer rica y con mil kilos de maquillaje en la cara me embistió para pasar mirándome con desprecio.
-Al menos yo no necesito esconder mi cara, vieja...-Susurré, pero paso de mí. Meh, no me convenía empezar una discusión. Aproveché que había abierto la puerta y ya salí. Bya estaba fuera, parecía que no era yo la única acalorada. Me acerqué y le toqué el hombro suavemente, estaba mirando hacia sabe dios donde.
-Ten, tu vestido. Lo has ganado justamente.
Me quedé mirándole a los ojos con una sonrisa traviesa en la cara. Sabía lo que estaba viendo. Si el top era pequeño, más lo era la falda, y todo tenía remates de encaje rojo aquí y allá. Pequeño, pero hacía un lindo contraste. El vestido era elegante, cierto...pero no le llegaba a la suela de los zapatos a mi vestimenta habitual.
Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Byakuro vio salir a Aki unos segundos después que la señora. En contraste, aquello era como encontrarse con la más bella de las elfas tras haber visto a la cara a un troll de las cavernas. Sintió como sus ojos recorrían involuntariamente el cuerpo de la muchacha. La ropa dejaba poco lugar a la imaginación, y aquellos remates en rojo hacían las delicias de su vista. Aquella chica sin duda sabía cómo hacer que un hombre se quedara embobado observando sus curvas. Sabía como sacar provecho de su cuerpo. Y era bastante simpática. Eso solo podía hacerla aún más peligrosa si cabe. Una mujer capaz de engatusar con la vista y elído era un verdadero peligro.
El chico se guardó el dardo en la bolsita, junto a sus copias. Agarró el vestido y se lo guardó en su pequeña bolsa, al lado de la jaula de Klaus. El camaleón estaba ahora en su hombro, y volvía a ser de su natural color verde intenso, aunque cuando Aki apareció se había empezado a tornar blanco como la camiseta. El reptil también era vergonzoso y se asustaba de los desconocidos. Byakuro sonrió:
- Vaya, Aki-chan... no esperaba verte con un vestuario tan... ligero -dijo mientras le observaba con disimulo las piernas. Era verdaderamente atractiva. Dicho esto, se arremangó la camiseta y empezó a caminar hacia la salida del casino-. Bueno... supongo que eso es todo... -dijo mientras hacía ademán de irse.
El chico se guardó el dardo en la bolsita, junto a sus copias. Agarró el vestido y se lo guardó en su pequeña bolsa, al lado de la jaula de Klaus. El camaleón estaba ahora en su hombro, y volvía a ser de su natural color verde intenso, aunque cuando Aki apareció se había empezado a tornar blanco como la camiseta. El reptil también era vergonzoso y se asustaba de los desconocidos. Byakuro sonrió:
- Vaya, Aki-chan... no esperaba verte con un vestuario tan... ligero -dijo mientras le observaba con disimulo las piernas. Era verdaderamente atractiva. Dicho esto, se arremangó la camiseta y empezó a caminar hacia la salida del casino-. Bueno... supongo que eso es todo... -dijo mientras hacía ademán de irse.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Bueno, me gusta tener...amplitud de movimientos.-Le dije con una gran sonrisa.
Observé como me analizaba con la mirada. Tratando de mantener las apariencias, guardó el vestido, y arremangándose la camiseta, se despidió para irse. Ah, pero no iba a huir tan rápido. Me acerqué y le aferré el brazo, pegándome un poco a él.
-¡Espera!
Acto seguido me aparté, cubriéndome la boca con la mano, como si me arrepintiera del movimiento. Nada más lejos de la realidad, pero claro, eso él no iba a saberlo. Junté las manos y me removí un poco en el sitio, como si estuviera consternada. Miraba al suelo y de vez en cuando a él, de reojo. La viva imagen de una chica avergonzada.
-Me estaba preguntando...si, tal vez...podrías acompañarme hasta el parque a las afueras de la ciudad. Es la primera vez que vengo. Me gusta dormir al pie de los árboles, y de todas formas no podría permitirme una habitación. Pero por desgracia no se llegar hasta allá, y los lugareños me mirarán mal por ir vestida así.-Le expliqué mientras le dedicaba una ''tímida'' sonrisa.
Observé como me analizaba con la mirada. Tratando de mantener las apariencias, guardó el vestido, y arremangándose la camiseta, se despidió para irse. Ah, pero no iba a huir tan rápido. Me acerqué y le aferré el brazo, pegándome un poco a él.
-¡Espera!
Acto seguido me aparté, cubriéndome la boca con la mano, como si me arrepintiera del movimiento. Nada más lejos de la realidad, pero claro, eso él no iba a saberlo. Junté las manos y me removí un poco en el sitio, como si estuviera consternada. Miraba al suelo y de vez en cuando a él, de reojo. La viva imagen de una chica avergonzada.
-Me estaba preguntando...si, tal vez...podrías acompañarme hasta el parque a las afueras de la ciudad. Es la primera vez que vengo. Me gusta dormir al pie de los árboles, y de todas formas no podría permitirme una habitación. Pero por desgracia no se llegar hasta allá, y los lugareños me mirarán mal por ir vestida así.-Le expliqué mientras le dedicaba una ''tímida'' sonrisa.
Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ir al parque de las afueras no era un problema. De todos modos para ir hasta el puerto necesitaba pasar forzosamente por allí. Se encogió de hombros y sonrió. Aquella chica era mona cuando estaba con aquel aspecto de timidez. Suspiró y dijo:
- Está bien, imoto. Supongo que puedo acompañarte hasta el parque. De todos modos, vamos a llamar la atención igual. -observó por última vez el piso antes de dirigirse a la salida acompañado por la chica.
Ambos salieron por la puerta principal del casino, pasando por delante de un hombre vestido de etiqueta que los despidió cortésmente con una reverencia. Byakuro y Aki se internaron en las calles llenas de gente. Por supuesto, seguía siendo de noche. El ambiente en la calle era impresionante: gente por aquí y por allá vestidos de etiqueta, grandes vehículos de lujo y enormes casinos que invitaban a entrar y probar suerte en sus tragaperras infernales. Byakuro sabía más o menos hacia donde tenía que dirigirse. Apenas tardaron unos veinte minutos en alcanzar el límite del parque, un enorme anillo vegetal que rodeaba la infernal jungla de asfalto.
Allí el ambiente era más tranquilo, incluso íntimo. Apenas había gente paseando por aquel lugar, la mayoría estaban en las ajetreadas calles. Era bonito. Ante ellos, un riachuelo en el que se habían instalado fuentes luminosas presidía la escena. Byakuro miró a la chica y le dijo:
- Bueno, Aki-chan... hemos llegado.
- Está bien, imoto. Supongo que puedo acompañarte hasta el parque. De todos modos, vamos a llamar la atención igual. -observó por última vez el piso antes de dirigirse a la salida acompañado por la chica.
Ambos salieron por la puerta principal del casino, pasando por delante de un hombre vestido de etiqueta que los despidió cortésmente con una reverencia. Byakuro y Aki se internaron en las calles llenas de gente. Por supuesto, seguía siendo de noche. El ambiente en la calle era impresionante: gente por aquí y por allá vestidos de etiqueta, grandes vehículos de lujo y enormes casinos que invitaban a entrar y probar suerte en sus tragaperras infernales. Byakuro sabía más o menos hacia donde tenía que dirigirse. Apenas tardaron unos veinte minutos en alcanzar el límite del parque, un enorme anillo vegetal que rodeaba la infernal jungla de asfalto.
Allí el ambiente era más tranquilo, incluso íntimo. Apenas había gente paseando por aquel lugar, la mayoría estaban en las ajetreadas calles. Era bonito. Ante ellos, un riachuelo en el que se habían instalado fuentes luminosas presidía la escena. Byakuro miró a la chica y le dijo:
- Bueno, Aki-chan... hemos llegado.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aceptó y ambos salimos. La verdad, no me encontraba cómoda entre tantísimo lujo. Me quedé algo perpleja cuando el hombre en la puerta nos despidió con una reverencia. Y en la calle la cosa no mejoraba, tanta gente vestida de etiqueta y tanto dinero despilfarrado aquí y allá. Solo veía hipocresía en todas partes. Empezaba a tener simplemente ganas de marcharme. Mientras caminábamos le observé de reojo un par de veces. Caminaba seguro de si mismo, y pensar en quebrar esa confianza me daba pereza. Bostecé un par de veces disimuladamente. Me quedaría allí esa noche y partiría al amanecer. Me negaba a quedarme allí ni un segundo más.
Cuando al fin llegamos al parque, me maravilló lo cuidado que estaba. Allí había mucha menos gente y las luces que lo iluminaban lo hacían precioso. Al parecer, era lo mejor que esa ciudad podía ofrecerme. Bueno, eso y la partida de dardos jugada antes. Había sido una noche interesante, pero estaba algo agotada de tanto juego y pensar en arroparme con mi capa me hacía feliz. Me giré y le dediqué una sonrisa, la verdad, franca y sincera.
-Muchas gracias por acompañarme, has sido muy amable. Supongo que nos separaremos aquí, así que no te daré más la lata. Gracias por la partida y por el tiempo que has gastado.
Decidí probar una última cosa, y me incliné a rozar su mejilla con mis labios. Era lo mínimo que se merecía, ¿No? Le sonreí una última vez y me giré, buscando un árbol confortable. Encontré un frondoso roble y me agaché a cuatro patas para extender mi manta allí mismo.
Cuando al fin llegamos al parque, me maravilló lo cuidado que estaba. Allí había mucha menos gente y las luces que lo iluminaban lo hacían precioso. Al parecer, era lo mejor que esa ciudad podía ofrecerme. Bueno, eso y la partida de dardos jugada antes. Había sido una noche interesante, pero estaba algo agotada de tanto juego y pensar en arroparme con mi capa me hacía feliz. Me giré y le dediqué una sonrisa, la verdad, franca y sincera.
-Muchas gracias por acompañarme, has sido muy amable. Supongo que nos separaremos aquí, así que no te daré más la lata. Gracias por la partida y por el tiempo que has gastado.
Decidí probar una última cosa, y me incliné a rozar su mejilla con mis labios. Era lo mínimo que se merecía, ¿No? Le sonreí una última vez y me giré, buscando un árbol confortable. Encontré un frondoso roble y me agaché a cuatro patas para extender mi manta allí mismo.
Byakuro Kyoya
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Aquel beso si que no se lo esperaba. Se puso rojo como un tomate durante un momento para recuperar la compostura casi al instante. Ya que estaba allí, podía ayudarla a preparar su "cama". Cuando vio como se agachaba, se puso en frente de ella, y cuando ella lanzó la manta para extenderla, él la agarró y le ayudó a colocarla. En todo este proceso ignoró el escote que se le marcaba a la muchacha durante toda la operación, debido a la postura que tenía. Cuando la manta estuvo lista, sonrió a la chica y le dijo:
- En fin, Aki-chan, espero que nos volvamos a encontrar algún día. -sabía que aquello era algo poco probable, sin duda, pero no podía dejar de pensar en que si aquello ocurría, seguramente la retaría a otra interesante pelea de puntería. Sonrió de nuevo, Klaus se removió en su hombro y bajó al suelo, acercándose a la chica por encima de la manta y subiéndole por el brazo. Cuando llegó a su hombro, soltó un carraspeo extraño, parecido a los que hacía cuando estaba sobre el hombro de Byakuro. Después bajó por el mismo sitio que había subido, y realizó el recorrido inverso, hasta volver al hombro del chico. Una vez allí, cerró los ojos. El cazador estaba sorprendido, su camaleón no era tan sociable con desconocidos. Aquello era una novedad.
Se incorporó, y tras una despedida con la mano, dijo:
- Supongo que nos veremos por ahí de nuevo, imoto-chan. -dicho esto, el joven se dirigió al puerto, para regresar a su barco, que lo dejaría en alguno de los pasos a los Blues. Su objetivo estaba más cerca.
- En fin, Aki-chan, espero que nos volvamos a encontrar algún día. -sabía que aquello era algo poco probable, sin duda, pero no podía dejar de pensar en que si aquello ocurría, seguramente la retaría a otra interesante pelea de puntería. Sonrió de nuevo, Klaus se removió en su hombro y bajó al suelo, acercándose a la chica por encima de la manta y subiéndole por el brazo. Cuando llegó a su hombro, soltó un carraspeo extraño, parecido a los que hacía cuando estaba sobre el hombro de Byakuro. Después bajó por el mismo sitio que había subido, y realizó el recorrido inverso, hasta volver al hombro del chico. Una vez allí, cerró los ojos. El cazador estaba sorprendido, su camaleón no era tan sociable con desconocidos. Aquello era una novedad.
Se incorporó, y tras una despedida con la mano, dijo:
- Supongo que nos veremos por ahí de nuevo, imoto-chan. -dicho esto, el joven se dirigió al puerto, para regresar a su barco, que lo dejaría en alguno de los pasos a los Blues. Su objetivo estaba más cerca.
Aki D. Arlia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Sorprendentemente, en vez de irse me ayudo a extender mi capa en la hierba, como todo un caballero. Callé con una sonrisa, no había porque dar lugar a malentendidos, pero agradecí ese instante de sencillez entre los dos.
- En fin, Aki-chan, espero que nos volvamos a encontrar algún día.
Iba a contestarle cuando el camaleón bajo por su brazo y escaló el mio. Sorprendida, me quedé quieta y complacida. Hizo un curioso ruidito y cuando iba a echarle mano para acariciarlo, volvió a descender por mi brazo y a instalarse en el hombro de Byakuro. Dejé caer mi mano hasta la capa, y le contemplé con ternura. Era una monada. Debería conseguir un animal que me acompañase, pensé fugazmente. Tal vez un águila o, ¿Porqué no? Un mapache. Bueno, me ocuparía de ello más adelante.
Vi incorporarse a Bya e hice lo propio, estrechándole mi mano. Busqué en mi cabeza unas palabras apropiadas, no quería una despedida melancólica, pero tampoco iba a hacer como que no había pasado nada. Había sido una gran partida.
-Nos veremos por ahí, descuida. Si no me encuentras yo iré a buscarte. Y te pediré la revancha, por supuesto.
Le observé irse y solté un suspiro. Bostecé y me acurruqué en mi capa. Me pareció ver a un par de personas mirándome con asco mientras me quedaba dormida, pero sonreí sin ganas de comprobarlo. Mientras me quedaba dormida, solo pensaba en la cara que pondría Akon cuando le relatara la peculiar partida.
- En fin, Aki-chan, espero que nos volvamos a encontrar algún día.
Iba a contestarle cuando el camaleón bajo por su brazo y escaló el mio. Sorprendida, me quedé quieta y complacida. Hizo un curioso ruidito y cuando iba a echarle mano para acariciarlo, volvió a descender por mi brazo y a instalarse en el hombro de Byakuro. Dejé caer mi mano hasta la capa, y le contemplé con ternura. Era una monada. Debería conseguir un animal que me acompañase, pensé fugazmente. Tal vez un águila o, ¿Porqué no? Un mapache. Bueno, me ocuparía de ello más adelante.
Vi incorporarse a Bya e hice lo propio, estrechándole mi mano. Busqué en mi cabeza unas palabras apropiadas, no quería una despedida melancólica, pero tampoco iba a hacer como que no había pasado nada. Había sido una gran partida.
-Nos veremos por ahí, descuida. Si no me encuentras yo iré a buscarte. Y te pediré la revancha, por supuesto.
Le observé irse y solté un suspiro. Bostecé y me acurruqué en mi capa. Me pareció ver a un par de personas mirándome con asco mientras me quedaba dormida, pero sonreí sin ganas de comprobarlo. Mientras me quedaba dormida, solo pensaba en la cara que pondría Akon cuando le relatara la peculiar partida.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.