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El hombre-árbol respiró profundamente y se deleitó con la suave fragancia de la brisa marina que entraba en sus incoherentes e innecesarios pulmones. No precisaba de esos órganos para sobrevivir, sin embargo disfrutaba del complejo mecanismo de la respiración y en especial de la frescura del aire, le servía para relajarse y calmar los nervios antes de una misión. El marine, recientemente ascendido a teniente segundo, contempló la singular isla a la que se acercaba. Se trataba de Blanc Leumon, una isla formada únicamente por una enorme montaña rocosa que alberga varios asentamientos mineros en los que se extraen distintos materiales. Según tenía entendido estas minas se encontraban en la parte sureste de la isla y había en concreto cinco, uno de los cuales era aquel día el objeto de su trabajo.
La información que le habían proporcionado no era especialmente detallada, pues solo sabía que debía ir a uno de esos asentamientos mineros y encontrar a un desaparecido grupo de agentes del gobierno que durante una investigación habían acudido para comprar algunos materiales fingiendo ser piratas. No estaba seguro de cual era el motivo de su desaparición, pero sus superiores no querían correr el riesgo de que hubieran desertado, así que habían decidido enviarle a cargo de un pequeño pelotón de marines para iniciar la búsqueda.
Lo cierto era que no le hacía mucha gracia el hecho de ser el líder de nadie, no le gustaba demasiado la responsabilidad que acarreaba el liderazgo y mucho menos la sensación de que las vidas de sus subalternos dependían de él. Al menos contaría con la ayuda de un marine que en teoría era de confianza. Se trataba de un samurái recientemente enrolado en la flota de Hero´s Force, la misma a la que él pertenecía y, aunque no lo conocía personalmente había oído que era un hombre casi tan raro como él mismo. Al ser de su misma flota trataría con él como un colega y no como un subordinado, por más que su rango fuese superior, al fin y al cabo le gustaba tener a alguien que le considerase un compañero y no un simple rango. Solo esperaba que no fuese otro loco, realmente no soportaría a otro loco más.
Poco antes del anochecer llegaron a la isla y atracaron en la costa sureste. Kodama desembarcó junto con algunos marines, ellos serían la avanzadilla que lideraría la búsqueda y realizarían una exploración superficial de cada mina en busca de algo sospechoso. Esperaba contar en su grupo con el samurái del que tanto había oído hablar, aunque la noche sería larga y tendrían tiempo de encontrarse.
-Muy bien, en breve comenzaremos la exploración de los cinco asentamientos mineros. Nuestro objetivo es la búsqueda de los agentes desaparecidos y la aclaración de esta desaparición. En caso de deserción, serán arrestados y llevados bajo custodia a la base más cercana. Si dais con ellos informad inmediatamente y en caso de peligro retiraos y pondremos la isla bajo vigilancia. -informó el hombre-árbol. No era muy dado a dar instrucciones y menos aun las referentes a que hacer en caso de peligro. Solo esperaba que no se le fuese de las manos.
La información que le habían proporcionado no era especialmente detallada, pues solo sabía que debía ir a uno de esos asentamientos mineros y encontrar a un desaparecido grupo de agentes del gobierno que durante una investigación habían acudido para comprar algunos materiales fingiendo ser piratas. No estaba seguro de cual era el motivo de su desaparición, pero sus superiores no querían correr el riesgo de que hubieran desertado, así que habían decidido enviarle a cargo de un pequeño pelotón de marines para iniciar la búsqueda.
Lo cierto era que no le hacía mucha gracia el hecho de ser el líder de nadie, no le gustaba demasiado la responsabilidad que acarreaba el liderazgo y mucho menos la sensación de que las vidas de sus subalternos dependían de él. Al menos contaría con la ayuda de un marine que en teoría era de confianza. Se trataba de un samurái recientemente enrolado en la flota de Hero´s Force, la misma a la que él pertenecía y, aunque no lo conocía personalmente había oído que era un hombre casi tan raro como él mismo. Al ser de su misma flota trataría con él como un colega y no como un subordinado, por más que su rango fuese superior, al fin y al cabo le gustaba tener a alguien que le considerase un compañero y no un simple rango. Solo esperaba que no fuese otro loco, realmente no soportaría a otro loco más.
Poco antes del anochecer llegaron a la isla y atracaron en la costa sureste. Kodama desembarcó junto con algunos marines, ellos serían la avanzadilla que lideraría la búsqueda y realizarían una exploración superficial de cada mina en busca de algo sospechoso. Esperaba contar en su grupo con el samurái del que tanto había oído hablar, aunque la noche sería larga y tendrían tiempo de encontrarse.
-Muy bien, en breve comenzaremos la exploración de los cinco asentamientos mineros. Nuestro objetivo es la búsqueda de los agentes desaparecidos y la aclaración de esta desaparición. En caso de deserción, serán arrestados y llevados bajo custodia a la base más cercana. Si dais con ellos informad inmediatamente y en caso de peligro retiraos y pondremos la isla bajo vigilancia. -informó el hombre-árbol. No era muy dado a dar instrucciones y menos aun las referentes a que hacer en caso de peligro. Solo esperaba que no se le fuese de las manos.
Sato
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Por fin se iba ver las caras con el famoso Kodama, había oído hablar de él por parte de su capitán, Minato. Al parecer era el segundo al mando en la tripulación, y recientemente lo habían ascendido a teniente.
Pero eso era lo que menos le importaba a Sato, según su nuevo capitán el teniente también era un habilidoso espadachín como él, el joven samurai al enterarse de eso no pudo casi no pudo reprimir las ganas de ir a buscarlo a donde diablos estuviera y retarle a un duelo.
Pero se tuvo que controlar, ni sabía donde estaba ni era el momento idóneo para duelos. Como si el destino hubiese escuchado sus plegarias Sato fue asignado a una misión en Blanc Leumon dirigida por su misterioso compañero.
La misión consistía en buscar a unos agentes del gobierno que se habían infiltrado en busca de materiales en unas minas, a Sato no le parecía bien el acto de disfrazarse y utilizar el engaño para conseguir sus fines, un guerrero de verdad debería dar la cara. Es por eso mismo que los del CP no le agradaban en absoluto, la mayoría presentaban una actitud de superioridad ante el resto, y solo servían al Gobierno como asesinos de sangre fría, sin tener ninguna moralidad o ideales.
Pero una misión era una misión, y Sato la iba a cumplir. Para disgusto del samurai tuvo que viajaren una nave distinta la de su nuevo compañero, el viaje duró un par de horas; poco antes del anochecer el barco atracó en la costa suroeste de la isla.
Con toda la tropa ya lista, lo que parecía ser su compañero y superior Kodama, soltó un minidiscursillo de como iba a ser la operación: el teniente se encargaría de liderar la avanzadilla, de la que el cabeza oso se había apuntado claramente, se encargarían de revisar la mina e intentar localizar a las bajas. Si por un casual Sato se enterase de que desertaron, tendría que esforzarse al máximo para no rebanarlos, para un guerrero huir o la traición son la mayor mancha en su honor.
Decidió presentarse ante su nuevo compañero, casi no lo pudo ver debido a la enorme distancia que había entre el teniente y el samurai durante su discurso. Con delicadeza y a paso lento, Sato fue apartando a el resto de marines, hasta que se puso enfrente de su camarada.
Su asombro fue enorme al ver al colosal hombre-árbol que tenía delante, un coloso de 3 o 4 metros con largas ramas por todo su cuerpo y una frondosa copa que le servía de cabello. Lo único humano que logró visualizar fue su cara, localizada entre la corteza. Otra cosa destacable fueron sus dos katanas a ambos lados de la cadera.
-Al parecer también es otro usuario del estilo de dos espadas, esto va a ser interesante-pensó Sato mientras se arrodillaba.
-Encantado de conocerte, mi nombre es Sato y soy un orgulloso samurai del temido país de Wano. Si no me equivoco tu eres el teniente Kodama, es un honor conocer a un guerrero tan capaz como tú, y más siendo un miembro de mi querida banda. Estoy a tu entera disposición durante toda la misión,cuenta conmigo para todo-Dijo el joven sin despegar su cabeza de osito del suelo.
Pero eso era lo que menos le importaba a Sato, según su nuevo capitán el teniente también era un habilidoso espadachín como él, el joven samurai al enterarse de eso no pudo casi no pudo reprimir las ganas de ir a buscarlo a donde diablos estuviera y retarle a un duelo.
Pero se tuvo que controlar, ni sabía donde estaba ni era el momento idóneo para duelos. Como si el destino hubiese escuchado sus plegarias Sato fue asignado a una misión en Blanc Leumon dirigida por su misterioso compañero.
La misión consistía en buscar a unos agentes del gobierno que se habían infiltrado en busca de materiales en unas minas, a Sato no le parecía bien el acto de disfrazarse y utilizar el engaño para conseguir sus fines, un guerrero de verdad debería dar la cara. Es por eso mismo que los del CP no le agradaban en absoluto, la mayoría presentaban una actitud de superioridad ante el resto, y solo servían al Gobierno como asesinos de sangre fría, sin tener ninguna moralidad o ideales.
Pero una misión era una misión, y Sato la iba a cumplir. Para disgusto del samurai tuvo que viajaren una nave distinta la de su nuevo compañero, el viaje duró un par de horas; poco antes del anochecer el barco atracó en la costa suroeste de la isla.
Con toda la tropa ya lista, lo que parecía ser su compañero y superior Kodama, soltó un minidiscursillo de como iba a ser la operación: el teniente se encargaría de liderar la avanzadilla, de la que el cabeza oso se había apuntado claramente, se encargarían de revisar la mina e intentar localizar a las bajas. Si por un casual Sato se enterase de que desertaron, tendría que esforzarse al máximo para no rebanarlos, para un guerrero huir o la traición son la mayor mancha en su honor.
Decidió presentarse ante su nuevo compañero, casi no lo pudo ver debido a la enorme distancia que había entre el teniente y el samurai durante su discurso. Con delicadeza y a paso lento, Sato fue apartando a el resto de marines, hasta que se puso enfrente de su camarada.
Su asombro fue enorme al ver al colosal hombre-árbol que tenía delante, un coloso de 3 o 4 metros con largas ramas por todo su cuerpo y una frondosa copa que le servía de cabello. Lo único humano que logró visualizar fue su cara, localizada entre la corteza. Otra cosa destacable fueron sus dos katanas a ambos lados de la cadera.
-Al parecer también es otro usuario del estilo de dos espadas, esto va a ser interesante-pensó Sato mientras se arrodillaba.
-Encantado de conocerte, mi nombre es Sato y soy un orgulloso samurai del temido país de Wano. Si no me equivoco tu eres el teniente Kodama, es un honor conocer a un guerrero tan capaz como tú, y más siendo un miembro de mi querida banda. Estoy a tu entera disposición durante toda la misión,cuenta conmigo para todo-Dijo el joven sin despegar su cabeza de osito del suelo.
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El hombre-árbol no pudo evitar esbozar una expresión de extrañeza, sabía que lo shumanos eran una especie peculiar pero aquel tipo sobresalía por encima de todos ellos debido a curiosos aspecto. Aunque, ¿quién era él para juzgar a alguien por su apariencia? El hombre se presentó como Sato, un samurái de Wano que parecía haberse encontrado algo en el suelo, ya que no despegaba la cabeza de este. Tal vez el tamaño de su cabeza le hubiera hecho caer, realmente era un tipo peculiar, algo bastante normal en Hero´s Force.
-Encantado de conocerte. -contestó el marine a su presentación, todavía extrañado porque siguiera arrodillado. Los humanos eran sin duda unos seres curiosos. -En fin, supongo que tendremos que ponernos en marcha. El primer asentamiento no queda muy lejos. -Tras decir esto, Kodama emprendió el camino hacia la mina más cercana, la cual debería estar a poco menos de un kilómetro, una distancia que podrían salvar fácilmente en poco tiempo.
El teniente comenzó encabezando el grupo, peor poco después de comenzar la caminata empezó a distraerse y al final terminó casi el último, parándose cada dos por tres por algún motivo que solo él entendía. Mientras los marines avanzaban hacia las ya visibles luces de los edificios y el cada vez más intenso ruido de la excavación, él se dedicaba a hablar con un pequeño arbusto con el que se había topado. La planta no le respondía, pero para él era algo "normal" mantener conversaciones con miembros de su raza, aunque podría decirse que su mente no era del todo común. Por suerte un marine llamó su atención para devolverle a la realidad y se apresuró en llegar al asentamiento.
En cuanto llegaron los soldados se repartieron por toda la zona y comenzaron a interrogar a los trabajadores. Kodama decidió abstenerse de esto, no entendía a los humanos así que no era el más adecuado para analizar si mentían o no. Mientras tanto se dedicaba a observar y explorar uno de los túneles más grandes, del cual se extraían unas curiosas piedras nacaradas. Según tenía entendido ese lugar era uno de los que habían visitado los agentes del gobierno y quizás encontrase alguna pista sobre ellos. Sin embargo no había nada sospechoso en el túnel, excepto la ausencia de carretillas. No imaginaba como transportaban los minerales si a lo largo de todo el túnel no había ni una sola carretilla para cargarlos. Quizás fueran mineros super-fuertes o algo así, pero aun así no podía descartar nada. Al no encontrar nada extraño decidió que lo mejor sería continuar hasta la siguiente excavación, aunque tendrían que seguir investigando.
-Encantado de conocerte. -contestó el marine a su presentación, todavía extrañado porque siguiera arrodillado. Los humanos eran sin duda unos seres curiosos. -En fin, supongo que tendremos que ponernos en marcha. El primer asentamiento no queda muy lejos. -Tras decir esto, Kodama emprendió el camino hacia la mina más cercana, la cual debería estar a poco menos de un kilómetro, una distancia que podrían salvar fácilmente en poco tiempo.
El teniente comenzó encabezando el grupo, peor poco después de comenzar la caminata empezó a distraerse y al final terminó casi el último, parándose cada dos por tres por algún motivo que solo él entendía. Mientras los marines avanzaban hacia las ya visibles luces de los edificios y el cada vez más intenso ruido de la excavación, él se dedicaba a hablar con un pequeño arbusto con el que se había topado. La planta no le respondía, pero para él era algo "normal" mantener conversaciones con miembros de su raza, aunque podría decirse que su mente no era del todo común. Por suerte un marine llamó su atención para devolverle a la realidad y se apresuró en llegar al asentamiento.
En cuanto llegaron los soldados se repartieron por toda la zona y comenzaron a interrogar a los trabajadores. Kodama decidió abstenerse de esto, no entendía a los humanos así que no era el más adecuado para analizar si mentían o no. Mientras tanto se dedicaba a observar y explorar uno de los túneles más grandes, del cual se extraían unas curiosas piedras nacaradas. Según tenía entendido ese lugar era uno de los que habían visitado los agentes del gobierno y quizás encontrase alguna pista sobre ellos. Sin embargo no había nada sospechoso en el túnel, excepto la ausencia de carretillas. No imaginaba como transportaban los minerales si a lo largo de todo el túnel no había ni una sola carretilla para cargarlos. Quizás fueran mineros super-fuertes o algo así, pero aun así no podía descartar nada. Al no encontrar nada extraño decidió que lo mejor sería continuar hasta la siguiente excavación, aunque tendrían que seguir investigando.
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El enorme hombre-árbol había puesto una cara de extrañeza mientras Sato realizaba su discurso, fijo que se sentía extrañado por la enorme cabeza de oso que le tapaba su cara razonó Sato mientras se levantaba.
Al acabar de hablar, Kodama encabezó la avanzadilla a paso ligero, para que poco tiempo después quedase de los más rezagados, al parecer estaba ocupado...hablando con un arbusto.
-Un personaje muy peculiar, sin duda- pensaba Sato mientras veía como el teniente hablaba a un arbusto, como esperando obtener alguna respuesta. Unos minutos después por fin llegaron a su objetivo, la primera excavación.
Rápidamente los marines empezaron a interrogar a los distintos civiles que se encontraban por la zona, Sato decidió abstenerse, e investigar por cuenta propia. A pasos largos se encaminó hacia el primer túnel, Kodama parecía haber tenido la misma idea, pues también se encontraba a la entrada del conducto mirando fijamente su interior. La mirada profunda del hombre-árbol pareció retenerse en las vías, algo peculiar pasaba.
Sato tardó un poco en darse cuenta, pero al final dio con la inquietud de Kodama: no había carretillas para cargar los minerales. A parte de eso, el samurai no notó nada raro, excepto las bellas piedras que se encontraban esparcidas por las paredes.
Parecía que el grupo entero iba a dirigirse al otro emplazamiento, pero Sato tenía el presentimiento que dentro de ese túnel quizás se encontrase la causa de la desaparición de los agentes.
-Teniente Kodama, algo me dice que dentro del túnel quizás encontremos las respuestas que buscamos, pido permiso para hacer un pequeño grupo de investigación que se adentre en las entrañas del túnel en busca de algún superviviente o de la causa de las desapariciones- dijo Sato mientras le tocaba ligeramente el hombro para que le prestase atención.
Al acabar de hablar, Kodama encabezó la avanzadilla a paso ligero, para que poco tiempo después quedase de los más rezagados, al parecer estaba ocupado...hablando con un arbusto.
-Un personaje muy peculiar, sin duda- pensaba Sato mientras veía como el teniente hablaba a un arbusto, como esperando obtener alguna respuesta. Unos minutos después por fin llegaron a su objetivo, la primera excavación.
Rápidamente los marines empezaron a interrogar a los distintos civiles que se encontraban por la zona, Sato decidió abstenerse, e investigar por cuenta propia. A pasos largos se encaminó hacia el primer túnel, Kodama parecía haber tenido la misma idea, pues también se encontraba a la entrada del conducto mirando fijamente su interior. La mirada profunda del hombre-árbol pareció retenerse en las vías, algo peculiar pasaba.
Sato tardó un poco en darse cuenta, pero al final dio con la inquietud de Kodama: no había carretillas para cargar los minerales. A parte de eso, el samurai no notó nada raro, excepto las bellas piedras que se encontraban esparcidas por las paredes.
Parecía que el grupo entero iba a dirigirse al otro emplazamiento, pero Sato tenía el presentimiento que dentro de ese túnel quizás se encontrase la causa de la desaparición de los agentes.
-Teniente Kodama, algo me dice que dentro del túnel quizás encontremos las respuestas que buscamos, pido permiso para hacer un pequeño grupo de investigación que se adentre en las entrañas del túnel en busca de algún superviviente o de la causa de las desapariciones- dijo Sato mientras le tocaba ligeramente el hombro para que le prestase atención.
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El hombre-árbol miró con desconfianza el oscuro túnel que se extendía ante ellos. El samurái quería adentrarse en él para explorarlo y, aunque no era algo que recomendaría especialmente, no veía motivos para impedírselo. Si quería echar un vistazo era libre de hacerlo, aunque mientras tanto Kodama se dedicaría a investigar otra de las minas, un asentamiento situado a un par de kilómetros de allí. Tal vez la ausencia de material de excavación y transporte fuese algo aislado en esa mina o a lo mejor sí que resultaba ser algo digno de investigar. En cualquier caso echaría un vistazo rápido a la otra excavación y en caso de no encontrar nada sospechoso esperarían allí al tal Sato y al grupo que fuese con él.
-Adelante. Si quieres entrar, entra. Llévate a un grupo y os esperaremos en la siguiente mina. Si encontráis algo poneos en contacto. –dijo el teniente antes de emprender la marcha. El marine no tenía especial confianza en los lugares subterráneos, así que esperaba que no se produjera un derrumbamiento o algo así.
Junto a él iba la mayoría del grupo, treinta hombres de los cuarenta y siete que habían asignado para esa misión sin contarles a Sato y a él. No era una comitiva demasiado numerosa pero su trabajo allí no requería mucho más, al menos eso suponían. El camino hacia la segunda excavación resultó de lo más tranquilo, aunque seguía habiendo algo que le mosqueaba. De vez en cuando se topaban con algún que otro trabajador que se les quedaba mirando con expresión pensativa. Incluso le pareció ver a uno llamar a alguien por un Den Den Mushi, pero antes de poder acercarse a él ya se había alejado.
Al cabo de un rato llegaron al asentamiento minero, igualmente inactivo que el anterior. Por doquier se veían grupos de hombres paseando de un lado a otro pero ninguno de ellos trabajando realmente. Lo único que hacían era cargar herramientas pero no parecía que ninguno de ellos hiciera nada dentro del túnel. De hecho no había ni siquiera luces montadas en su interior. El hombre-árbol comenzó a sospechar. Todo aquello era demasiado extraño. Fuera como fuera no podía marcharse de allí sin investigar todo a fondo, así que decidió comenzaría por hablar con quien fuera que mandase allí.
-Adelante. Si quieres entrar, entra. Llévate a un grupo y os esperaremos en la siguiente mina. Si encontráis algo poneos en contacto. –dijo el teniente antes de emprender la marcha. El marine no tenía especial confianza en los lugares subterráneos, así que esperaba que no se produjera un derrumbamiento o algo así.
Junto a él iba la mayoría del grupo, treinta hombres de los cuarenta y siete que habían asignado para esa misión sin contarles a Sato y a él. No era una comitiva demasiado numerosa pero su trabajo allí no requería mucho más, al menos eso suponían. El camino hacia la segunda excavación resultó de lo más tranquilo, aunque seguía habiendo algo que le mosqueaba. De vez en cuando se topaban con algún que otro trabajador que se les quedaba mirando con expresión pensativa. Incluso le pareció ver a uno llamar a alguien por un Den Den Mushi, pero antes de poder acercarse a él ya se había alejado.
Al cabo de un rato llegaron al asentamiento minero, igualmente inactivo que el anterior. Por doquier se veían grupos de hombres paseando de un lado a otro pero ninguno de ellos trabajando realmente. Lo único que hacían era cargar herramientas pero no parecía que ninguno de ellos hiciera nada dentro del túnel. De hecho no había ni siquiera luces montadas en su interior. El hombre-árbol comenzó a sospechar. Todo aquello era demasiado extraño. Fuera como fuera no podía marcharse de allí sin investigar todo a fondo, así que decidió comenzaría por hablar con quien fuera que mandase allí.
Sato
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Con el permiso concedido Sato se adentró en las profundidades de la cueva con un pequeño grupo que rondaría la decena.
Tampoco quería una investigación profunda, simplemente echar un vistazo al panorama y si no notaba nada extraño volver a la siguiente mina con el resto del grupo encabezado por Kodama.
El samurai dirigía al grupo, se encontraba a la cabeza con una pequeña linterna prestada por un aldeano perfecta para ese tipo de situaciones, de no ser por ella a saber como se las apañaría para entrar y explorar el interior de la cueva.
Todo parecía normal hasta que encontraron lo que parecía ser una pequeña base con diversos puntes y aparatos tecnológicos esparcidos por el suelo.
Rápidamente uno de los miembros del escuadrón empezó a analizar la tecnología, suerte que contaban con un científico pensaba Sato mientras observaba como el hombre utilizaba uno de los muchos aparatos extraños que se encontraban por la sala.
-Sr. e sido capaz de descifrar la contraseña del ordenador central y ya sé la causa de la desaparición de los agentes, un grupo de mineros acabaron de descubrir un peligroso gas localizado en el interior de esta red de túneles. Suponemos que los agentes se enteraron y fueron liquidados antes de que pudiesen avisar al a central-
La inesperada noticia le tomó por sorpresa a Sato, aún pensando que hacer una fuerte explosión procedente de la entrada se escuchó, junto con el ruido posterior de las rocas cayendo. Esos terroristas ya sabían que estaban ahí, y ya no tenían salida.
Los marines, poco a poco enterándose de su peligrosa situación estaba empezando a ponerse nerviosos, lo mejor sería que empezase a actuar como un líder para distraerlos, pensaba el joven, mientras se subía a una pequeña roca mientras se apuntaba con su linterna para que le viese toda la patrulla.
-¡ Escuchadme todos! Se que esto parece complicado, sin salida, pero pensad esto: esos terroristas tampoco la tienen. Acabaremos con ellos antes deque puedan utilizar esa especie de gas, y si hay suerte nos podremos reunir con el grupo de Kodama en breves. Todo apunta a que todos los túneles mineros están conectados formando una gran red subterránea, hay que aprovecharlo. ¡Ahora manteneros firmes y luchad por vuestro honor !- gritó Sato para finalizar su discurso motivador.
Parecía haber surtido efecto, ya que toda la patrulla había gritado al unísono si señor mientras levantaban sus armas. Eso serviría para mantener la moral alta mientras durase su oscura expedición.
Sacando un pequeño Den Den Mushi de su bolsillo, Sato llamó a Kodama. Esperaba entrar en contacto con el teniente en breves, cuanto antes estuviera todo el grupo junto mejor; y más estando atrapado en una cueva llena de hombres con un alto cariño a las armas mortales.
Tampoco quería una investigación profunda, simplemente echar un vistazo al panorama y si no notaba nada extraño volver a la siguiente mina con el resto del grupo encabezado por Kodama.
El samurai dirigía al grupo, se encontraba a la cabeza con una pequeña linterna prestada por un aldeano perfecta para ese tipo de situaciones, de no ser por ella a saber como se las apañaría para entrar y explorar el interior de la cueva.
Todo parecía normal hasta que encontraron lo que parecía ser una pequeña base con diversos puntes y aparatos tecnológicos esparcidos por el suelo.
Rápidamente uno de los miembros del escuadrón empezó a analizar la tecnología, suerte que contaban con un científico pensaba Sato mientras observaba como el hombre utilizaba uno de los muchos aparatos extraños que se encontraban por la sala.
-Sr. e sido capaz de descifrar la contraseña del ordenador central y ya sé la causa de la desaparición de los agentes, un grupo de mineros acabaron de descubrir un peligroso gas localizado en el interior de esta red de túneles. Suponemos que los agentes se enteraron y fueron liquidados antes de que pudiesen avisar al a central-
La inesperada noticia le tomó por sorpresa a Sato, aún pensando que hacer una fuerte explosión procedente de la entrada se escuchó, junto con el ruido posterior de las rocas cayendo. Esos terroristas ya sabían que estaban ahí, y ya no tenían salida.
Los marines, poco a poco enterándose de su peligrosa situación estaba empezando a ponerse nerviosos, lo mejor sería que empezase a actuar como un líder para distraerlos, pensaba el joven, mientras se subía a una pequeña roca mientras se apuntaba con su linterna para que le viese toda la patrulla.
-¡ Escuchadme todos! Se que esto parece complicado, sin salida, pero pensad esto: esos terroristas tampoco la tienen. Acabaremos con ellos antes deque puedan utilizar esa especie de gas, y si hay suerte nos podremos reunir con el grupo de Kodama en breves. Todo apunta a que todos los túneles mineros están conectados formando una gran red subterránea, hay que aprovecharlo. ¡Ahora manteneros firmes y luchad por vuestro honor !- gritó Sato para finalizar su discurso motivador.
Parecía haber surtido efecto, ya que toda la patrulla había gritado al unísono si señor mientras levantaban sus armas. Eso serviría para mantener la moral alta mientras durase su oscura expedición.
Sacando un pequeño Den Den Mushi de su bolsillo, Sato llamó a Kodama. Esperaba entrar en contacto con el teniente en breves, cuanto antes estuviera todo el grupo junto mejor; y más estando atrapado en una cueva llena de hombres con un alto cariño a las armas mortales.
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Haciendo gala de su posición como marine, el hombre-árbol entró en el despacho del capataz ignorando por completo al resto de trabajadores que, tras un momento de sorpresa inicial debido a su aspecto, le pedían que esperara. No tenía la menor intención de esperar a que aquella gente se dignase a hablar con él, a fin y al cabo el tiempo en las misiones de búsqueda y rescate era crucial. En el interior de la estancia le recibió un hombre diminuto, con una poblada barba gris y media melena azabache, exageradamente teñida. El hombre parecía que estaba ordenando documentos o algo así, y antes de que los guardase Kodama le dijo a uno de los reclutas que los confiscara temporalmente por si contenían algo importante. Después de un largo minuto de quejas, el teniente por fin pudo lograr que el capataz de calmase.
-La Marina no tiene derecho a irrumpir en mi excavación. Si nuestros superiores se enteran de que hemos paralizado la extracción de minerales tendremos problemas. –advirtió el pequeño hombre. Al percatarse de que no podrían seguir trabajando en un buen rato se había puesto a sudar y su voz ya no parecía tan firme como cuando le había reprendido por entrar sin permiso.
-Estamos en mitad de una búsqueda, como comprenderá no me importan sus excavaciones ahora mismo. Aunque en realidad sí que hay algo que puede decirme sobre ellas. Estoy intrigado en el método que usan para transportar los minerales desde los túneles. Si no me equivoco no hay ninguna carreta ni nada parecido por la zona. Lo único que he visto son curiosas herramientas poco comunes en una mina de este tipo.
-Eh… eso es… eso es porque… Bueno estamos en mitad de un descanso, mientras reparamos varias cosas, por ese motivo las luces de los túneles están apagadas. –contestó el capataz de forma poco convincente. Kodama empezaba a sospechar que había algo más tras la fachada de ineptitud de aquel hombre, parecía seriamente asustado por algo y tenía intención de explotar ese miedo para conseguir lo que quería.
-Creía que había dicho que estábamos interrumpiendo su excavación. ¿Cómo podemos haber interrumpido nada si en realidad no están excavando? –inquirió el hombre-árbol. Con eso le había pillado. Era evidente que algo ocurría allí y no pensaba dejar que se le escapara.
En ese momento comenzó a oír ruidos en el exterior, parecía el sonido de una batalla. El marine se giró hacia la puerta para ver que ocurría, cuando un disparó resonó en la habitación. Kodama se giró hacia el capataz y lo observó con curiosidad. La bala no había causado ningún daño en su cuerpo vegetal, al fin y al cabo era un árbol, y no tuvo problema en dejar a su atacante inconsciente con un certero golpe de espada. Sin perder un segundo salió al exterior y contempló como los marines se enfrentaban a un numeroso grupo de mineros armados con picos, palas y martillos. En ese momento el Den Den Mushi que llevaba consigo comenzó a sonar. El hombre-árbol desenfundó su espada y mientras descolgaba se lanzó al campo de batalla.
-La Marina no tiene derecho a irrumpir en mi excavación. Si nuestros superiores se enteran de que hemos paralizado la extracción de minerales tendremos problemas. –advirtió el pequeño hombre. Al percatarse de que no podrían seguir trabajando en un buen rato se había puesto a sudar y su voz ya no parecía tan firme como cuando le había reprendido por entrar sin permiso.
-Estamos en mitad de una búsqueda, como comprenderá no me importan sus excavaciones ahora mismo. Aunque en realidad sí que hay algo que puede decirme sobre ellas. Estoy intrigado en el método que usan para transportar los minerales desde los túneles. Si no me equivoco no hay ninguna carreta ni nada parecido por la zona. Lo único que he visto son curiosas herramientas poco comunes en una mina de este tipo.
-Eh… eso es… eso es porque… Bueno estamos en mitad de un descanso, mientras reparamos varias cosas, por ese motivo las luces de los túneles están apagadas. –contestó el capataz de forma poco convincente. Kodama empezaba a sospechar que había algo más tras la fachada de ineptitud de aquel hombre, parecía seriamente asustado por algo y tenía intención de explotar ese miedo para conseguir lo que quería.
-Creía que había dicho que estábamos interrumpiendo su excavación. ¿Cómo podemos haber interrumpido nada si en realidad no están excavando? –inquirió el hombre-árbol. Con eso le había pillado. Era evidente que algo ocurría allí y no pensaba dejar que se le escapara.
En ese momento comenzó a oír ruidos en el exterior, parecía el sonido de una batalla. El marine se giró hacia la puerta para ver que ocurría, cuando un disparó resonó en la habitación. Kodama se giró hacia el capataz y lo observó con curiosidad. La bala no había causado ningún daño en su cuerpo vegetal, al fin y al cabo era un árbol, y no tuvo problema en dejar a su atacante inconsciente con un certero golpe de espada. Sin perder un segundo salió al exterior y contempló como los marines se enfrentaban a un numeroso grupo de mineros armados con picos, palas y martillos. En ese momento el Den Den Mushi que llevaba consigo comenzó a sonar. El hombre-árbol desenfundó su espada y mientras descolgaba se lanzó al campo de batalla.
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Por fin parecía que Kodama había cogido el Den Den Mushi, más aliviado Sato empezó a avanzar rápidamente en cabeza del pelotón mientras le comunicaba la situación:
- Teniente Kodama, parece que esos deshonrados de los mineros fueron los causantes de las bajas de los agentes. Su plan es utilizar una especie de gas que descubrieron recientemente, lo que no sé es para que. Mi grupo se encuentra atrapado en la red de túneles que parece que atraviesan toda la isla, intentaremos o encontrar la fuente del gas o la salida. Cuídese, que parece que ahí fuera hay una batalla. Si logro encontrar algo le aviso al instante, que tenga una batalla honorable señor- dijo mientras colgaba el instrumento con forma de caracol.
Su rápido avance prosiguió hasta llegar a una enorme habitación con unos extraños tubos con una sustancia gaseosa de un tono morado almacenada en los tubos. Parecía ser que habían encontrado el lugar donde extraían y almacenaban el gas. Ahora la cuestión era como salir de allí, lo mejor sería que Sato fuese solo mientras el resto custodiaba la sala, por si algún minero intentase volver a por el gas.
-¡ Escúchenme todos, esta vez proseguiré yo solo, el capitán Kodama necesita refuerzos. Vosotros defended esta sala con vuestras vidas, que esos perros vean el honor de la marina. Aguantad, en poco el teniente y yo regresaremos a vuestra posición tranquilos- gritó mientras se alejaba hacia otro túnel dios sabe a donde.
Esta vez la suerte parecía estar de su lado, y el recluta acabó enfrente de una pequeña salida obstruida por las rocas, con relativa facilidad despejó las rocas con la inmensa fuerza que le proporcionaba su forma híbrida. Al parecer la salida era desde una zona elevada, un pequeño montículo; desde allí se podía ver todo.
El grupo de Kodama luchando contra esos malditos mineros mientras el hombre árbol salía de una especie de oficina. Era el momento de atacar mientras tenían la guardia baja. Saltando con toda su potencia acabó sobre un pobre minero que se había descuidado, y desenfundando a Chikurin y una de sus katanas corrientes fuer corriendo en dirección a Kodama mientras daba cortes frenéticos a todo minero que veía, no con mucha potencia ya que su principal objetivo era abrirse paso hasta el teniente.
Ya estando a una distancia donde Kodama podía escucharle Sato empezó a gritar:
-Siento no haberme comunicado antes señor, ya encontramos la fuente de extracción del gas, mi pelotón se encuentra custodiándolo- decía mientras se posicionaba al lado del hombre árbol.
- Teniente Kodama, parece que esos deshonrados de los mineros fueron los causantes de las bajas de los agentes. Su plan es utilizar una especie de gas que descubrieron recientemente, lo que no sé es para que. Mi grupo se encuentra atrapado en la red de túneles que parece que atraviesan toda la isla, intentaremos o encontrar la fuente del gas o la salida. Cuídese, que parece que ahí fuera hay una batalla. Si logro encontrar algo le aviso al instante, que tenga una batalla honorable señor- dijo mientras colgaba el instrumento con forma de caracol.
Su rápido avance prosiguió hasta llegar a una enorme habitación con unos extraños tubos con una sustancia gaseosa de un tono morado almacenada en los tubos. Parecía ser que habían encontrado el lugar donde extraían y almacenaban el gas. Ahora la cuestión era como salir de allí, lo mejor sería que Sato fuese solo mientras el resto custodiaba la sala, por si algún minero intentase volver a por el gas.
-¡ Escúchenme todos, esta vez proseguiré yo solo, el capitán Kodama necesita refuerzos. Vosotros defended esta sala con vuestras vidas, que esos perros vean el honor de la marina. Aguantad, en poco el teniente y yo regresaremos a vuestra posición tranquilos- gritó mientras se alejaba hacia otro túnel dios sabe a donde.
Esta vez la suerte parecía estar de su lado, y el recluta acabó enfrente de una pequeña salida obstruida por las rocas, con relativa facilidad despejó las rocas con la inmensa fuerza que le proporcionaba su forma híbrida. Al parecer la salida era desde una zona elevada, un pequeño montículo; desde allí se podía ver todo.
El grupo de Kodama luchando contra esos malditos mineros mientras el hombre árbol salía de una especie de oficina. Era el momento de atacar mientras tenían la guardia baja. Saltando con toda su potencia acabó sobre un pobre minero que se había descuidado, y desenfundando a Chikurin y una de sus katanas corrientes fuer corriendo en dirección a Kodama mientras daba cortes frenéticos a todo minero que veía, no con mucha potencia ya que su principal objetivo era abrirse paso hasta el teniente.
Ya estando a una distancia donde Kodama podía escucharle Sato empezó a gritar:
-Siento no haberme comunicado antes señor, ya encontramos la fuente de extracción del gas, mi pelotón se encuentra custodiándolo- decía mientras se posicionaba al lado del hombre árbol.
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-"¿Gas?" -pensaba Kodama mientras analizaba las palabras de Sato. Si de verdad había algún tipo de gas en el interior de la montaña tal vez fuera cierto que los mineros lo habían usado para asesinar a los agentes del gobierno, aunque no terminaba de entender el motivo por el que harían algo así. Había cosas que no encajaban. ¿Porqué el capataz parecía tan asustado?, ¿porqué unos simples mineros se habían convertido en asesinos de repente? Fuera lo que fuera no podían permitir que se salieran con la suya.
Mientras reflexionaba sobre todo esto, se hallaba sumido en la batalla. Los marines tenían las de ganar pero aun así no podía relajarse. El hombre-árbol sacudía sus armas continuamente, derribando un enemigo tras otro aunque intentando no causarles heridas mortales. Quería interrogarles a fondo y no podía preguntarle nada a un muerto. Mientras tanto oía como a su alrededor el entrechocar de las espadas se volvía cada vez más tenue, un buen indicador de que la lucha se decantaba a su favor. Fue en ese momento cuando Sato apareció desde el interior del túnel.
-Oi, Sato, ¿qué habéis encontrado? Guíame hasta allí y echaremos un vistazo. -pidió el teniente. No sabía mucho de gas pero quería ver con sus propios ojos lo que ocurría en aquella isla. Si de verdad esos mineros extraían gas venenoso, tal vez lo usaran para comerciar.
Kodama indicó al grupo de marines que mantuvieran su posición y custodiaran a los prisioneros, y se encaminó hacia el túnel en busca de alguna respuesta. Por desgracia no se le ocurrió coger varias lámparas para aclarar la oscuridad de la mina antes de adentrarse en ella, aunque contaba con un pequeño truco para conseguir algo de luz. Nada más entrar en el túnel sacó de su bolsillo una pequeña salamandra y con u suave gesto le deslizó la cabeza hacia atrás como si fuese un mechero. De hecho era un mechero, uno que había sido fusionado con una Akuma no mi y que ahora era su peculiar compañero. Del cuello de la criatura surgió una pequeña llamarada, lo bastante intensa como para darles algo de luz en aquella oscuridad. Mientras tanto, se mantenía alerta ante cualquier posible peligro del interior o del exterior. Esperaba no tardar mucho en llegar.
Mientras reflexionaba sobre todo esto, se hallaba sumido en la batalla. Los marines tenían las de ganar pero aun así no podía relajarse. El hombre-árbol sacudía sus armas continuamente, derribando un enemigo tras otro aunque intentando no causarles heridas mortales. Quería interrogarles a fondo y no podía preguntarle nada a un muerto. Mientras tanto oía como a su alrededor el entrechocar de las espadas se volvía cada vez más tenue, un buen indicador de que la lucha se decantaba a su favor. Fue en ese momento cuando Sato apareció desde el interior del túnel.
-Oi, Sato, ¿qué habéis encontrado? Guíame hasta allí y echaremos un vistazo. -pidió el teniente. No sabía mucho de gas pero quería ver con sus propios ojos lo que ocurría en aquella isla. Si de verdad esos mineros extraían gas venenoso, tal vez lo usaran para comerciar.
Kodama indicó al grupo de marines que mantuvieran su posición y custodiaran a los prisioneros, y se encaminó hacia el túnel en busca de alguna respuesta. Por desgracia no se le ocurrió coger varias lámparas para aclarar la oscuridad de la mina antes de adentrarse en ella, aunque contaba con un pequeño truco para conseguir algo de luz. Nada más entrar en el túnel sacó de su bolsillo una pequeña salamandra y con u suave gesto le deslizó la cabeza hacia atrás como si fuese un mechero. De hecho era un mechero, uno que había sido fusionado con una Akuma no mi y que ahora era su peculiar compañero. Del cuello de la criatura surgió una pequeña llamarada, lo bastante intensa como para darles algo de luz en aquella oscuridad. Mientras tanto, se mantenía alerta ante cualquier posible peligro del interior o del exterior. Esperaba no tardar mucho en llegar.
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Tras reunirse con el teniente Kodama le pidió a Sato que le guiase rumbo al origen del gas, parecía estar impaciente pues sin esperar al samurai ya se había adentrado en el túnel por donde había accedido Sato.
A paso ligero Sato llegó al oscuro túnel por donde había accedido su superior, no tardó mucho en localizarlo debido a que llevaba la única luz que había en el túnel. Tras llegar al lado de Kodama pudo echar un vistazo al extraño aparto que utilizaba para producir luz: una especie de mechero con características reptiles, suponía que le habían fusionado con algún tipo de akuma.
Decidió dejar de lado el objeto y aumentando el ritmo por fin llegaron al lugar donde se suponía que se encontraba el gas...se suponía.
La sala se encontraba completamente manchada de sangre, un olor apestoso inundaba la estancia, con horror Sato se dio cuenta del por que del hedor: en una esquina se encontraban apilados los cadáveres de los soldados que Sato había asignado para proteger el maldito gas que había desaparecido de la habitación.
Una mezcla de ira e impotencia se estaba apoderando del joven guerrero, bruscamente se arrodilló en el suelo mientras unas pequeñas lágrimas salían de sus ojos, por suerte la máscara lo tapaba; ningún guerrero debe demostrar que puede llorar.
-Si no hubiese sido tan imprudente todos estos valerosos hombres seguirían vivos, es mi maldita culpa- no paraba de pensar el joven.
Tras varios minutos igual por fin se había calmado, las lágrimas se habían acabado, era hora de vengar su honor. Lentamente se levantó y se dirigió a Kodama.
-Teniente Kodama la muerte de estos honorables hombres es mi culpa, déjeme encargarme de esos malnacidos, necesito vengar su muerte o mi honor será mancillado para siempre. No le volveré a fallar, os lo juro- decía mientras miraba fijamente al hombre árbol.
A paso ligero Sato llegó al oscuro túnel por donde había accedido su superior, no tardó mucho en localizarlo debido a que llevaba la única luz que había en el túnel. Tras llegar al lado de Kodama pudo echar un vistazo al extraño aparto que utilizaba para producir luz: una especie de mechero con características reptiles, suponía que le habían fusionado con algún tipo de akuma.
Decidió dejar de lado el objeto y aumentando el ritmo por fin llegaron al lugar donde se suponía que se encontraba el gas...se suponía.
La sala se encontraba completamente manchada de sangre, un olor apestoso inundaba la estancia, con horror Sato se dio cuenta del por que del hedor: en una esquina se encontraban apilados los cadáveres de los soldados que Sato había asignado para proteger el maldito gas que había desaparecido de la habitación.
Una mezcla de ira e impotencia se estaba apoderando del joven guerrero, bruscamente se arrodilló en el suelo mientras unas pequeñas lágrimas salían de sus ojos, por suerte la máscara lo tapaba; ningún guerrero debe demostrar que puede llorar.
-Si no hubiese sido tan imprudente todos estos valerosos hombres seguirían vivos, es mi maldita culpa- no paraba de pensar el joven.
Tras varios minutos igual por fin se había calmado, las lágrimas se habían acabado, era hora de vengar su honor. Lentamente se levantó y se dirigió a Kodama.
-Teniente Kodama la muerte de estos honorables hombres es mi culpa, déjeme encargarme de esos malnacidos, necesito vengar su muerte o mi honor será mancillado para siempre. No le volveré a fallar, os lo juro- decía mientras miraba fijamente al hombre árbol.
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El hombre-árbol guardó un largo silencio. Por mucho que Sato dijera, la muerte de aquellos hombres era su responsabilidad, estaban bajo su mando y sus vidas dependían de él. Mientras tanto se planteaba lo que debían hacer. En la zona del túnel donde se encontraban había claros indicios de que se estaba extrayendo gas del interior de la montaña, un gas potencialmente mortal por lo que deberían informar de inmediato. Sin embargo no podía dejar pasar aquel crimen, la muerte de sus compañeros no podía quedar impune.
-Haz lo que consideres que debes hacer. -le dijo al samurái. Si su orgullo le impelía a vengar la muerte de los marines no tenía derecho a entrometerse. -Mientras tanto yo... -Kodama vio interrumpido su discurso a causa de un fuerte e inquietante sonido que no auguraba nada bueno. Esperaba que se lo hubiese imaginado, de lo contrario acababa de oír como la parte más alejada del túnel, la que conducía a la primera excavación, se venía abajo. Por desgracia no tardó en oír como el resto de la mina iba cediendo y llenándose de pesadas rocas que no tardarían en sepultarles a ambos. -¡Corre! -le espetó a Sato mientras echaba a correr en dirección a la salida. Una vez fuera solo tendrían que trazar un plan para arrestar a todos los involucrados y rescatar los cuerpos de sus compañeros. Solo esperaba que las rocas cubrieran totalmente la excavación, de lo contrario tendrían que apañárselas para lidiar con el gas que podría escaparse en cualquier momento.
No supo cuanto tardaron en llegar a la salida, pero cuando quiso darse cuenta había atravesado el deteriorado arco de madera que marcaba la entrada a la mina y había llegado de nuevo al exterior, el cual parecía luminoso en comparación con la oscuridad del túnel. Sin embargo allí no les esperaba nada bueno. El grupo de marines estaba de nuevo bajo asedio, aunque esta vez no parecían ser simples mineros y obreros; más bien parecían piratas. Estos portaban todo tipo de armas e incluso varias unidades de artillería. Según podía ver eran varios cañones típicos de los barcos de batalla, por lo que era evidente que no se trataba de meros trabajadores. Kodama se llevó la mano a la espada y miró fijamente al samurái. Las palabras no serían necesarias, ambos sabían cual era su deber.
-Haz lo que consideres que debes hacer. -le dijo al samurái. Si su orgullo le impelía a vengar la muerte de los marines no tenía derecho a entrometerse. -Mientras tanto yo... -Kodama vio interrumpido su discurso a causa de un fuerte e inquietante sonido que no auguraba nada bueno. Esperaba que se lo hubiese imaginado, de lo contrario acababa de oír como la parte más alejada del túnel, la que conducía a la primera excavación, se venía abajo. Por desgracia no tardó en oír como el resto de la mina iba cediendo y llenándose de pesadas rocas que no tardarían en sepultarles a ambos. -¡Corre! -le espetó a Sato mientras echaba a correr en dirección a la salida. Una vez fuera solo tendrían que trazar un plan para arrestar a todos los involucrados y rescatar los cuerpos de sus compañeros. Solo esperaba que las rocas cubrieran totalmente la excavación, de lo contrario tendrían que apañárselas para lidiar con el gas que podría escaparse en cualquier momento.
No supo cuanto tardaron en llegar a la salida, pero cuando quiso darse cuenta había atravesado el deteriorado arco de madera que marcaba la entrada a la mina y había llegado de nuevo al exterior, el cual parecía luminoso en comparación con la oscuridad del túnel. Sin embargo allí no les esperaba nada bueno. El grupo de marines estaba de nuevo bajo asedio, aunque esta vez no parecían ser simples mineros y obreros; más bien parecían piratas. Estos portaban todo tipo de armas e incluso varias unidades de artillería. Según podía ver eran varios cañones típicos de los barcos de batalla, por lo que era evidente que no se trataba de meros trabajadores. Kodama se llevó la mano a la espada y miró fijamente al samurái. Las palabras no serían necesarias, ambos sabían cual era su deber.
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El teniente había aceptado su petición de venganza contra esos malnacidos cuando un estridente sonido empezó a sonar por toda la mina...se les caía encima.
Al unísono tanto Kodama como el joven samurai comenzaron a correr rumbo a la entrada de la mina, con suerte la alcanzaron justo a tiempo para poder salir sin ser dañados de la oscura mina. El panorama del exterior tampoco animó mucho a Sato:
El grupo de marines estaba retrocediendo lentamente, mermado en número, mientras los mineros estaban siendo respaldados por lo que parecían ser varias tropas piratas, incluso se divisaban algunas tropas con armas de artillería pesada.
En ese instante el teniente le echó una mirada mientras colocaba su espada en la mano, no necesitó nada más para que el samurai ya supiera que hacer.
-Yo me encargo de hacer retroceder a las tropas de a pie, acaba tú con la artillería señor; o si no estamos muertos- dijo el samurai mientras volvía a su forma híbrida.
Después de transformarse Sato dio un potente salto para acabar justo en medio del tumulto de enemigos, sabía que era una acción arriesgada, pero tenía sed de venganza.
Después de caer empezó a girar sobre sí mismo mientras agitaba sus katanas al mismo tiempo que la cola.
Torbellino sangriento (AMF)
Al unísono tanto Kodama como el joven samurai comenzaron a correr rumbo a la entrada de la mina, con suerte la alcanzaron justo a tiempo para poder salir sin ser dañados de la oscura mina. El panorama del exterior tampoco animó mucho a Sato:
El grupo de marines estaba retrocediendo lentamente, mermado en número, mientras los mineros estaban siendo respaldados por lo que parecían ser varias tropas piratas, incluso se divisaban algunas tropas con armas de artillería pesada.
En ese instante el teniente le echó una mirada mientras colocaba su espada en la mano, no necesitó nada más para que el samurai ya supiera que hacer.
-Yo me encargo de hacer retroceder a las tropas de a pie, acaba tú con la artillería señor; o si no estamos muertos- dijo el samurai mientras volvía a su forma híbrida.
Después de transformarse Sato dio un potente salto para acabar justo en medio del tumulto de enemigos, sabía que era una acción arriesgada, pero tenía sed de venganza.
Después de caer empezó a girar sobre sí mismo mientras agitaba sus katanas al mismo tiempo que la cola.
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Un dinosaurio, un dinosaurio con máscara de oso, un dinosaurio con máscara de oso que usa katanas. Era realmente interesante, después de ver eso ya nada le sorprendería. Sin embargo no se permitió quedarse mirando sumido en sus pensamientos, tenía trabajo que hacer y las vidas de sus compañeros podían depender de sus acciones. Sin esperar un segundo, desenvainó sus espadas y se encaminó hacia el extremo este del asentamiento minero, donde se habían dispuesto los cañones enemigos. No tenía intención de perder el tiempo con pequeñas luchas hasta que no se ocupase de eliminar la artillería, así que intentaba ignorar en la medida de lo posible los enemigos que se topaba en su camino, aunque siempre lanzando cortes cuando era necesario.
Mientras corría no podía evitar reflexionar sobre la situación. Si no se equivocaban, los mineros habían encontrado alguna especie de gas tóxico en el interior de la montaña y ese mismo gas había sido utilizado para eliminar a los agentes del gobierno durante su investigación. Sin embargo no entendía el motivo, era evidente que había alguien más detrás de todo aquello. Posiblemente algún pirata que buscase aumentar su poder armamentístico y que ahora utilizase a los mineros para seguir extrayendo gas. Parecía que su misión había cambiado y ahora debían encargarse de su captura.
Un potente estruendo llamó su atención. Fue una explosión justo a un metro a su izquierda, seguida de otra aun más cerca, lo que indicaba que ya se habían dado cuenta de cual era su objetivo. El marine cortó en dos una nueva bala de cañón y continuó su carrera ignorando la explosión a su espalda. En cuestión de unos segundos llegó a la altura de la primera hilera de cañones, dando un fuerte salto para colocarse tras ellos. Contó alrededor de media docena y una segunda línea de otros seis, aparte de los hombres que los manejaban. Sin embargo eso no iba a detenerle.
Kodama unió sus espadas por los mangos, formando con ellas un arma doble que manejaba con soltura. Se movía entre sus adversarios como si de una danza se tratase, girando su espada continuamente y propinando cortes a diestro y siniestro. Cuando quiso darse cuenta una nueva bala de cañón fue disparada hacia él y tuvo que rodar por el suelo para esquivarla. Aquella gente no se andaba con tonterías, supuso que él tampoco debía hacerlo. El roble guardo sus espadas y comenzó a cambiar. Poco a poco su cuerpo fue creciendo hasta alcanzar los cinco metros de altura, las ramas que formaban sus brazos se volvieron el triple de gruesas y las ramas de su cabeza crecieron formando una especie de corona. Acababa de adoptar su forma híbrida y eso significa que iba a ir a por todas.
El hombre-árbol agarró uno de los cañones como si fuera un juguete y lo utilizó para golpear a sus oponentes, justo antes de bloquear con él un nuevo disparo de cañón. Al ser tan grande era un blanco fácil, así que debía eliminar los cañones rápidamente. Empleando toda su fuerza usó el cañón como un palo de golf, golpeando el resto de cañones y destrozando la primera línea de artillería rápidamente, para después lanzarlo contra los cañones a su espalda. y provocando una potente explosión. Luego solo tuvo que generar varias ramas, las cuales debido a su forma híbrida eran mucho más grandes de lo normal, para barrer el resto de armas y enemigos. El hombre-árbol se volvió para observar el desarrollo de la batalla y ver si era necesaria su intervención. Tras acabar allí irían a por el responsable de todo aquello.
Mientras corría no podía evitar reflexionar sobre la situación. Si no se equivocaban, los mineros habían encontrado alguna especie de gas tóxico en el interior de la montaña y ese mismo gas había sido utilizado para eliminar a los agentes del gobierno durante su investigación. Sin embargo no entendía el motivo, era evidente que había alguien más detrás de todo aquello. Posiblemente algún pirata que buscase aumentar su poder armamentístico y que ahora utilizase a los mineros para seguir extrayendo gas. Parecía que su misión había cambiado y ahora debían encargarse de su captura.
Un potente estruendo llamó su atención. Fue una explosión justo a un metro a su izquierda, seguida de otra aun más cerca, lo que indicaba que ya se habían dado cuenta de cual era su objetivo. El marine cortó en dos una nueva bala de cañón y continuó su carrera ignorando la explosión a su espalda. En cuestión de unos segundos llegó a la altura de la primera hilera de cañones, dando un fuerte salto para colocarse tras ellos. Contó alrededor de media docena y una segunda línea de otros seis, aparte de los hombres que los manejaban. Sin embargo eso no iba a detenerle.
Kodama unió sus espadas por los mangos, formando con ellas un arma doble que manejaba con soltura. Se movía entre sus adversarios como si de una danza se tratase, girando su espada continuamente y propinando cortes a diestro y siniestro. Cuando quiso darse cuenta una nueva bala de cañón fue disparada hacia él y tuvo que rodar por el suelo para esquivarla. Aquella gente no se andaba con tonterías, supuso que él tampoco debía hacerlo. El roble guardo sus espadas y comenzó a cambiar. Poco a poco su cuerpo fue creciendo hasta alcanzar los cinco metros de altura, las ramas que formaban sus brazos se volvieron el triple de gruesas y las ramas de su cabeza crecieron formando una especie de corona. Acababa de adoptar su forma híbrida y eso significa que iba a ir a por todas.
El hombre-árbol agarró uno de los cañones como si fuera un juguete y lo utilizó para golpear a sus oponentes, justo antes de bloquear con él un nuevo disparo de cañón. Al ser tan grande era un blanco fácil, así que debía eliminar los cañones rápidamente. Empleando toda su fuerza usó el cañón como un palo de golf, golpeando el resto de cañones y destrozando la primera línea de artillería rápidamente, para después lanzarlo contra los cañones a su espalda. y provocando una potente explosión. Luego solo tuvo que generar varias ramas, las cuales debido a su forma híbrida eran mucho más grandes de lo normal, para barrer el resto de armas y enemigos. El hombre-árbol se volvió para observar el desarrollo de la batalla y ver si era necesaria su intervención. Tras acabar allí irían a por el responsable de todo aquello.
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-Sorprendente, no me extraña que sea teniente- pensaba el samurai mientras veía asombrado como destruía con relativa facilidad los cañones, para posteriormente volverse una especie de gigante parecido en tamaño a su forma animal.
Asombrados por el enorme poder destructivo del hombre árbol el resto de los maleantes que habían sobrevivido estaban comenzando a huir lo más rápido posible con intención de no ser capturados, no les serviría de mucho.
Tras acabar con otros dos de un par de tajos Sato agarró con su cola a un tercero, necesitaba a uno vivo. Mientras que el hombre intentaba librarse de la opresión de la cola el joven siguió cortando a los cobardes que se retiraban con el rabo entre las piernas.
En pocos minutos ya no había ninguna refriega, la mayoría de piratas habían muerto o habían sido capturados, los pocos libres lo más seguro es que avisaran a la mente enferma que ideó todo el plan del gas sobre su derrota, sería mejor que se preparasen, Sato tenía una deuda de sangre con sus hombres y la iba a pagar.
Tardó poco en localizar a su colosal superior en medio de la confusión que había ocurrido por la batalla, se encontraba mirando fijamente un punto indeterminado del horizonte, seguramente pensando en su próximo movimiento.
-Teniente Kodama, creo que esta escoria nos podría aclarar nuestras dudas, ¿A que si perro?- dijo Sato mientras dejaba libre de la opresión de su cola al rehén a la vez que le apuntaba con una katana. Poco a poco volvió a su forma normal, pero la katana seguía apuntando peligrosamente al cuello del minero.
-Como mi superior el honor es todo tuyo señor, formúlale todas las preguntas que quieras, por su bien sabe que lo mejor quE puede hacer es contestar sincero, o si no...- dijo en un tono amenazante mientras rozaba suavemente el cuello del prisionero con su katana.
El hombre se veía claramente nervioso, normal, su situación era de vida o muerte. O ese hombre desenbuchaba todo lo que sabía, o Sato le desenbuchaba a él, y eso no sería nada agradable.
Asombrados por el enorme poder destructivo del hombre árbol el resto de los maleantes que habían sobrevivido estaban comenzando a huir lo más rápido posible con intención de no ser capturados, no les serviría de mucho.
Tras acabar con otros dos de un par de tajos Sato agarró con su cola a un tercero, necesitaba a uno vivo. Mientras que el hombre intentaba librarse de la opresión de la cola el joven siguió cortando a los cobardes que se retiraban con el rabo entre las piernas.
En pocos minutos ya no había ninguna refriega, la mayoría de piratas habían muerto o habían sido capturados, los pocos libres lo más seguro es que avisaran a la mente enferma que ideó todo el plan del gas sobre su derrota, sería mejor que se preparasen, Sato tenía una deuda de sangre con sus hombres y la iba a pagar.
Tardó poco en localizar a su colosal superior en medio de la confusión que había ocurrido por la batalla, se encontraba mirando fijamente un punto indeterminado del horizonte, seguramente pensando en su próximo movimiento.
-Teniente Kodama, creo que esta escoria nos podría aclarar nuestras dudas, ¿A que si perro?- dijo Sato mientras dejaba libre de la opresión de su cola al rehén a la vez que le apuntaba con una katana. Poco a poco volvió a su forma normal, pero la katana seguía apuntando peligrosamente al cuello del minero.
-Como mi superior el honor es todo tuyo señor, formúlale todas las preguntas que quieras, por su bien sabe que lo mejor quE puede hacer es contestar sincero, o si no...- dijo en un tono amenazante mientras rozaba suavemente el cuello del prisionero con su katana.
El hombre se veía claramente nervioso, normal, su situación era de vida o muerte. O ese hombre desenbuchaba todo lo que sabía, o Sato le desenbuchaba a él, y eso no sería nada agradable.
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La batalla se decantaba a su favor. Poco a poco, los marines iban ganando terreno a los piratas quienes se veían obligados a retirarse bajo la persecución de los soldados y en especial de Sato. El poder del samurái había resultado ser realmente útil y además había capturado a uno de sus enemigos para poder interrogarlo. Mientras Kodama volvía a su forma humana, Sato amenazaba al prisionero mientras el hombre-árbol se preparaba para obtener respuestas. Lo cierto era que los interrogatorios no se le daban muy bien, pues las expresiones faciales o el tono de voz que podrían indicar que el sujeto miente le eran del todo ajenos. Para él, los humanos eran gente confusa y extraña con un innecesario repertorio de expresiones y gestos que los volvían irritantes. Sin embargo era su deber, además contaba con la ayuda del samurái y tal vez él pudiera ver algo que se el escapara.
-Habéis atacado a los soldados de la Marina. ¿Sabes lo que eso significa?-comenzó el teniente. El hombre interrogado parecía más pendiente del extraño aspecto del marine que de lo que le decía. -Ahora eres un prisionero del Gobierno Mundial y serás juzgado y encarcelado. Sin embargo, es posible que mis superiores muestren consideración hacia ti si nos cuentas que hacéis en esta isla y quien es quien os lidera. De lo contrario... bueno, ya has visto la facilidad que tiene mi compañero con la katana. -Ante esto el prisionero miró aterrorizado la espada del samurái y comenzó a hablar entrecortadamente.
-E...e...e...estamos aquí por la mina, solo nos quedamos por eso. Vinimos a buscar algo valioso que llevarnos y el capitán dijo que nos quedaríamos. Cuando llegamos las excavaciones estaban cerradas pero él dijo que quería el gas para él. -dijo el pirata. Por fin parecía dispuesto a colaborar, aunque no le estaba diciendo nada que no supusieran ya.
-¿Y qué hay de los agentes del gobierno desaparecidos?
-Eso lo hizo el capitán. Cuando supo que había agentes del gobierno investigando este lugar decidió que sería peligroso dejarles a sus anchas, así que probó el gas con ellos. Yo no tuve nada que ver, lo juro. Pensábamos largarnos antes de que llegara la Marina pero el capitán quería más gas. Está en... en... en el siguiente asentamiento, extrayendo más gas de la montaña. Lo juro yo no tengo nada que ver.
Kodama dio por finalizado el interrogatorio y se acercó a Sato para ver que opinaba sobre la sinceridad de sus respuestas. Para el teniente no había ningún indicio de mentira pero nunca se sabía. Por si acaso ordenó a varios soldados que informaran al Cuartel General de que se acercaría a la siguiente excavación, la cual estaba a un par de kilómetros de allí, para investigar y capturar al responsable de aquella situación.
-Habéis atacado a los soldados de la Marina. ¿Sabes lo que eso significa?-comenzó el teniente. El hombre interrogado parecía más pendiente del extraño aspecto del marine que de lo que le decía. -Ahora eres un prisionero del Gobierno Mundial y serás juzgado y encarcelado. Sin embargo, es posible que mis superiores muestren consideración hacia ti si nos cuentas que hacéis en esta isla y quien es quien os lidera. De lo contrario... bueno, ya has visto la facilidad que tiene mi compañero con la katana. -Ante esto el prisionero miró aterrorizado la espada del samurái y comenzó a hablar entrecortadamente.
-E...e...e...estamos aquí por la mina, solo nos quedamos por eso. Vinimos a buscar algo valioso que llevarnos y el capitán dijo que nos quedaríamos. Cuando llegamos las excavaciones estaban cerradas pero él dijo que quería el gas para él. -dijo el pirata. Por fin parecía dispuesto a colaborar, aunque no le estaba diciendo nada que no supusieran ya.
-¿Y qué hay de los agentes del gobierno desaparecidos?
-Eso lo hizo el capitán. Cuando supo que había agentes del gobierno investigando este lugar decidió que sería peligroso dejarles a sus anchas, así que probó el gas con ellos. Yo no tuve nada que ver, lo juro. Pensábamos largarnos antes de que llegara la Marina pero el capitán quería más gas. Está en... en... en el siguiente asentamiento, extrayendo más gas de la montaña. Lo juro yo no tengo nada que ver.
Kodama dio por finalizado el interrogatorio y se acercó a Sato para ver que opinaba sobre la sinceridad de sus respuestas. Para el teniente no había ningún indicio de mentira pero nunca se sabía. Por si acaso ordenó a varios soldados que informaran al Cuartel General de que se acercaría a la siguiente excavación, la cual estaba a un par de kilómetros de allí, para investigar y capturar al responsable de aquella situación.
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El malnacido aquel había cantado como una gallina con la simple acción de mover un poco la katana sobre su cuello y de la charla sin ninguna emoción emitida por Kodama, la gente así a Sato le daba asco, no valoraban ni su honor.
Tras desembuchar todo lo que sabía el teniente se acercó al samurai para pedir su opinión, aún con el prisionero arrinconado Sato le propinó un fuerte golpe en la nuca con el mango de la katana en su nuca, dejándolo inconsciente.
-Las ratas no mienten con el filo de una espada rozándoles el cuello, estoy casi seguro que dijo la verdad. Vayamos al siguiente emplazamiento lo más rápido posible señor, es hora de la venganza- dijo mientras el hombre árbol comunicaba al Cuartes General que mandase a otro nuevo batallón al a nueva excavación.
Estaba relativamente cerca, si por Sato fuese iría en ese mismo instante al mayor ritmo posible para matar al malnacido que había organizado todo lo del gas, pero tenía que mantener las formas por el honor de su teniente.
Mientras realizaba una pose marcial utilizó un tono estricto a su superior para demostrar su entereza,
aunque lo más seguro es que Kodama ni supiera descifrar los tonos y sentimientos humanos:
Señor, os lo suplico necesito acabar con la deuda de honor que tenía con mis subordinados, por mi culpa están muertos. Necesito vengarles a cualquier precio, ese cabrón se va a enterar de lo que es un verdadero guerrero de Wano- dijo furioso el joven mientras desenfundaba también su otra katana.
Tras desembuchar todo lo que sabía el teniente se acercó al samurai para pedir su opinión, aún con el prisionero arrinconado Sato le propinó un fuerte golpe en la nuca con el mango de la katana en su nuca, dejándolo inconsciente.
-Las ratas no mienten con el filo de una espada rozándoles el cuello, estoy casi seguro que dijo la verdad. Vayamos al siguiente emplazamiento lo más rápido posible señor, es hora de la venganza- dijo mientras el hombre árbol comunicaba al Cuartes General que mandase a otro nuevo batallón al a nueva excavación.
Estaba relativamente cerca, si por Sato fuese iría en ese mismo instante al mayor ritmo posible para matar al malnacido que había organizado todo lo del gas, pero tenía que mantener las formas por el honor de su teniente.
Mientras realizaba una pose marcial utilizó un tono estricto a su superior para demostrar su entereza,
aunque lo más seguro es que Kodama ni supiera descifrar los tonos y sentimientos humanos:
Señor, os lo suplico necesito acabar con la deuda de honor que tenía con mis subordinados, por mi culpa están muertos. Necesito vengarles a cualquier precio, ese cabrón se va a enterar de lo que es un verdadero guerrero de Wano- dijo furioso el joven mientras desenfundaba también su otra katana.
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-Por supuesto que iremos. Preparaos. –dijo Kodama sin dudarlo un instante. No solo era Sato quien tenía una deuda con los marines que habían perdido la vida aquella noche, él mismo tenía las vidas de todos sobre su conciencia y la única manera de apaciguarla era llevar la justicia a sus asesinos. Sin mediar palabra comenzó a caminar hacia la mina, el lugar donde llevarían a cabo su siguiente batalla. Tras él iban sus hombres, todos ellos con la mirada seria, todos ellos decididos a pelear por su idea de la justicia y para vengar a sus compañeros.
El camino fue rápido, no tardaron más que unos pocos minutos en recorrer la distancia que los separaba de su objetivo, aunque antes tuvieron que esperar un poco más debido a la sorpresa que el hombre-árbol estaba preparando. Debían esperar a los hombres que habían ido al barco a informar a sus superiores, ya que estos traerían consigo su carta de la victoria. Por orden de Kodama habían traído hasta allí varios de los cañones del barco, los que pudieran cargar. Con ellos limpiarían a sus enemigos antes de atacarlos directamente.
Desde lo alto de una colina rocosa, el roble observaba el campamento de los piratas. En la base de la montaña se podía ver claramente el túnel que se adentraba en su interior, iluminado por decenas de faros. A su alrededor había multitud de trabajadores que llevaban contenedores metálicos con el gas hacia su barco, anclado a unos cien metros de allí, y siempre vigilados por varios hombres armados. Sin embargo el objetivo importante debía estar en el despacho del capataz, un edificio de dos plantas con varios cañones en el tejado situado a la parte norte del campamento, desde donde se vigilaba el trabajo de los mineros. Era evidente que allí se controlaba toda la excavación, por lo que el líder de aquella escoria debía encontrarse allí.
-Oi, Sato, decías que tenías una deuda de honor. ¿Ves aquel edificio? Allí debería estar tu deudor. En cuanto se desate el caos tendrás vía libre para llegar allí, los cañones te cubrirán. Yo mientras me adentraré en la red de túneles y los derrumbaré por completo. –Lo cierto era que no era un plan muy elaborado, aunque le bastaba con que sirviera para cumplir su deber. Llevaba consigo varios explosivos que colocaría en el centro de la red subterránea y tenían cañones suficientes como para desatar el caos entre sus adversarios antes de cargar contra ellos directamente. Kodama respiró hondo, inundando sus extraños pulmones con el refrescante aire proveniente del mar. Luego dio la orden. -Fuego.
El camino fue rápido, no tardaron más que unos pocos minutos en recorrer la distancia que los separaba de su objetivo, aunque antes tuvieron que esperar un poco más debido a la sorpresa que el hombre-árbol estaba preparando. Debían esperar a los hombres que habían ido al barco a informar a sus superiores, ya que estos traerían consigo su carta de la victoria. Por orden de Kodama habían traído hasta allí varios de los cañones del barco, los que pudieran cargar. Con ellos limpiarían a sus enemigos antes de atacarlos directamente.
Desde lo alto de una colina rocosa, el roble observaba el campamento de los piratas. En la base de la montaña se podía ver claramente el túnel que se adentraba en su interior, iluminado por decenas de faros. A su alrededor había multitud de trabajadores que llevaban contenedores metálicos con el gas hacia su barco, anclado a unos cien metros de allí, y siempre vigilados por varios hombres armados. Sin embargo el objetivo importante debía estar en el despacho del capataz, un edificio de dos plantas con varios cañones en el tejado situado a la parte norte del campamento, desde donde se vigilaba el trabajo de los mineros. Era evidente que allí se controlaba toda la excavación, por lo que el líder de aquella escoria debía encontrarse allí.
-Oi, Sato, decías que tenías una deuda de honor. ¿Ves aquel edificio? Allí debería estar tu deudor. En cuanto se desate el caos tendrás vía libre para llegar allí, los cañones te cubrirán. Yo mientras me adentraré en la red de túneles y los derrumbaré por completo. –Lo cierto era que no era un plan muy elaborado, aunque le bastaba con que sirviera para cumplir su deber. Llevaba consigo varios explosivos que colocaría en el centro de la red subterránea y tenían cañones suficientes como para desatar el caos entre sus adversarios antes de cargar contra ellos directamente. Kodama respiró hondo, inundando sus extraños pulmones con el refrescante aire proveniente del mar. Luego dio la orden. -Fuego.
Sato
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Su superior le encantaba a Sato, se notaba que era un honorable usuario de la senda de la espada como él, un verdadero guerrero. Era de las pocas personas que entendía el poderoso valor del honor para el samurai, habitualmente ridiculizado por el resto de personas debido a su extraño comportamiento.
Pero este hombre árbol le había comprendido, y le había dado el permiso para olvidar la batalla que se iba a realizar en pocos instantes solo para ir directo al gran edificio donde se suponía que se escondía aquella escoria, le debía una a Kodama.
Justo después de que el teniente diese la orden el caos empezó, la fila de cañones que habían sido trasladados desde el barco empezaron a disparar ráfagas de destrucción, los mineros volaban despedazados por las explosiones, los habían cogido por sorpresa, estaban listos para defenderse de un ataque por tierra normal, no pensaban que íbamos a traer tropas de artillería.
Después de un par de oleadas de balas el enemigo fue capaz de organizarse, tarde pero lo hicieron. Sus fuerzas ya estaban reducidas notoriamente, el mayor problema serían los cañones. Esa fue la señal para que Sato volviese a su forma híbrida y empezase su venganza.
Echó el sprint de su vida atravesando el campo a la vez que cortaba con poderosos tajos a todo aquel se encontraba, después de varios minutos el joven por fin había llegado a su objetivo: los cañones enemigos.
No tardó ni un minuto en despedazar a todos los artilleros enemigos, ahora era el momento de rematar su plan. Utilizando su enorme fuerza giró 360 grados el cañón, apuntando al edificio donde se localizaba el capataz. Apuntando a la planta superior del edificio Sato gritó a la vez que accionaba el cañón:
-¡ESTO VA POR WANO MALDITO MALNACIDO!- gritó mientras la bala impactaba en la estructura que empezó a derrumbarse. En cuestión de segundos la estructura pasó de ser un edificio de dos plantas a un montón de escombros llameantes, pero su venganza aún no había concluido.
A pasos lentos Sato se acercó a lo que quedaba de edificio, tras un corto tiempo buscando por fin había encontrado a su objetivo: el moribundo capataz se encontraba ante sus pies, su elegante traje se encontraba lleno de polvo y sangre, y lo que parecía ser una pistola ya destruida y chamuscada aún estaba siendo agarrada por su mano.
-Mátame maldito cabrón, en el mercado negro ya se enterarán del gas y de mi ausencia e irán a por vosotros. Me reiré en mi tumba de vosotros malditos marines JAJAJA. Ahora remátame, sé que me tienes ganas-dijo el hombre mientras de forma costosa abría los brazos.
-Eso te gustaría escoria, mi deuda de sangre ya está pagada, no quiero volverme un monstruo como tú. Aún así sería una humillación a mis subordinados si te vas de rositas, creo que esto no lo necesitarás más- dijo en un tono frío el samurai mientras de un potente ataque cortaba la mano derecha donde se encontraba la pistola, ahora solo tenía un muñón.
El malnacido gritó como un cabrón, era música para los oídos del samurai. Jespués de eso el joven le propinó un golpe en la cara ya en su forma normal con la vaina de la katana, dejándolo inconsciente. Tenía ganas de decapitarlo y dejjar la cabeza en la tumba de sus subordinados, pero teníoa qeu controlarse.
Sato sacó el Den Den Mushi y con un tono serio llamó a Kodama, por suerte parecía que había dejado el Den Den Mushi listo por si le llamaban, el samurai le comunicó el resultado de su misión:
-Señor Kodama tengo al capataz inconsciente y listo para ser trasladado a Nuevo Impel Down cuando usted de la orden. ¿Quiere que le ayude con la destrucción de la mina o mejor sigo en el combate del campo abierto?- dijo Sato mientras miraba como sus tropas acorralaban a los mineros, era cuestión de segundos de que esos malditos se rindiesen, o si no serían exterminados.
Pero este hombre árbol le había comprendido, y le había dado el permiso para olvidar la batalla que se iba a realizar en pocos instantes solo para ir directo al gran edificio donde se suponía que se escondía aquella escoria, le debía una a Kodama.
Justo después de que el teniente diese la orden el caos empezó, la fila de cañones que habían sido trasladados desde el barco empezaron a disparar ráfagas de destrucción, los mineros volaban despedazados por las explosiones, los habían cogido por sorpresa, estaban listos para defenderse de un ataque por tierra normal, no pensaban que íbamos a traer tropas de artillería.
Después de un par de oleadas de balas el enemigo fue capaz de organizarse, tarde pero lo hicieron. Sus fuerzas ya estaban reducidas notoriamente, el mayor problema serían los cañones. Esa fue la señal para que Sato volviese a su forma híbrida y empezase su venganza.
Echó el sprint de su vida atravesando el campo a la vez que cortaba con poderosos tajos a todo aquel se encontraba, después de varios minutos el joven por fin había llegado a su objetivo: los cañones enemigos.
No tardó ni un minuto en despedazar a todos los artilleros enemigos, ahora era el momento de rematar su plan. Utilizando su enorme fuerza giró 360 grados el cañón, apuntando al edificio donde se localizaba el capataz. Apuntando a la planta superior del edificio Sato gritó a la vez que accionaba el cañón:
-¡ESTO VA POR WANO MALDITO MALNACIDO!- gritó mientras la bala impactaba en la estructura que empezó a derrumbarse. En cuestión de segundos la estructura pasó de ser un edificio de dos plantas a un montón de escombros llameantes, pero su venganza aún no había concluido.
A pasos lentos Sato se acercó a lo que quedaba de edificio, tras un corto tiempo buscando por fin había encontrado a su objetivo: el moribundo capataz se encontraba ante sus pies, su elegante traje se encontraba lleno de polvo y sangre, y lo que parecía ser una pistola ya destruida y chamuscada aún estaba siendo agarrada por su mano.
-Mátame maldito cabrón, en el mercado negro ya se enterarán del gas y de mi ausencia e irán a por vosotros. Me reiré en mi tumba de vosotros malditos marines JAJAJA. Ahora remátame, sé que me tienes ganas-dijo el hombre mientras de forma costosa abría los brazos.
-Eso te gustaría escoria, mi deuda de sangre ya está pagada, no quiero volverme un monstruo como tú. Aún así sería una humillación a mis subordinados si te vas de rositas, creo que esto no lo necesitarás más- dijo en un tono frío el samurai mientras de un potente ataque cortaba la mano derecha donde se encontraba la pistola, ahora solo tenía un muñón.
El malnacido gritó como un cabrón, era música para los oídos del samurai. Jespués de eso el joven le propinó un golpe en la cara ya en su forma normal con la vaina de la katana, dejándolo inconsciente. Tenía ganas de decapitarlo y dejjar la cabeza en la tumba de sus subordinados, pero teníoa qeu controlarse.
Sato sacó el Den Den Mushi y con un tono serio llamó a Kodama, por suerte parecía que había dejado el Den Den Mushi listo por si le llamaban, el samurai le comunicó el resultado de su misión:
-Señor Kodama tengo al capataz inconsciente y listo para ser trasladado a Nuevo Impel Down cuando usted de la orden. ¿Quiere que le ayude con la destrucción de la mina o mejor sigo en el combate del campo abierto?- dijo Sato mientras miraba como sus tropas acorralaban a los mineros, era cuestión de segundos de que esos malditos se rindiesen, o si no serían exterminados.
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El interior del túnel estaba por suerte más iluminado que el anterior. Era evidente que en este sí que realizaban extracciones de gas ya que había múltiples lámparas y herramientas a lo largo de toda la extensión de la mina. Desde el exterior ya comenzaban a apagarse los potentes estruendos de los cañonazos de los marines y seguramente ya habría comenzado el ataque contra los piratas. El hombre-árbol esperó a que las explosiones hicieran salir a la mayoría de hombres del interior de la excavación antes de entrar y así evitar que detectaran su presencia. Tenía una importante tarea que llevar a cabo y no podía permitirse el lujo de que le interrumpieran, y aun así tuvo que lidiar con varios piratas rezagados o que simplemente no habían visto necesario salir del túnel.
Al cabo de un par de minutos encontró lo que buscaba, una extraña máquina similar a la que Sato le había enseñado en la otra excavación y que suponía que servía para extraer el gas del interior de la montaña. Kodama colocó allí el explosivo y usó su pequeña salamandra-mechero para prender la mecha antes de largarse de allí rápidamente. Según salía se preparaba por si la batalla en el exterior todavía no había finalizado y debía intervenir. Sin embargo su retirada no iba a ser tan fácil como esperaba, pues a unos diez metros de la salida del túnel apareció un nuevo enemigo. Se trataba de un tipo bastante alto que por aluna extraña razón llevaba gafas de sol en plena noche y que iba armado con una gran espada.
-Parece que ahora la Marina recluta a todo tipo de seres. No sé qué haces aquí pero no voy a dejaros salir con vida a ninguno de vosotros. –afirmó el pirata mientras desenvainaba su espada.
-Bueno, no podía ser tan fácil. Acabemos con esto rápidamente.
Sin perder un segundo, Kodama se lanzó contra su adversario con sus armas desenfundadas y esperando que la explosión no le pillara dentro del túnel. A cada paso, la luz proveniente de las llamas de la salamandra daba lugar a una sinfonía de sombras cambiantes que daban al lugar un aire siniestro. En cuanto llegó a la altura de su adversario, lanzó una fuerte estocada con sus dos espadas aunque el pirata logró detenerlas usando la suya propia. Durante unos segundos intercambiaron golpes de espada hasta que la hoja de su rival se hundía en su pierna derecha y un fuerte puñetazo impactaba en su rostro estrellándole contra la pared. Mientras el pirata reía, Kodama se levantó y unió sus espadas mediante las pequeñas hendiduras que había en sus mangos. En ese momento se oyó a su espalda un fuerte estruendo, sin duda señal de que el derrumbamiento se estaba produciendo.
-Lo siento, no tengo tiempo que perder con esto. –dijo el marine con total seriedad. Gracias a su peculiar naturaleza podía ignorar perfectamente sus heridas, y solo tuvo que generar algo de resina para cubrir el corte de su pierna. Respiró hondo un par de veces y se abalanzó sobre su adversario girando sus espadas, ahora unidas, y saliendo al exterior del túnel con el mismo movimiento.
Sin echar la vista atrás, prestó atención al sonido del cuerpo de su rival cayendo al suelo justo antes de que la mina se derrumbara por completo. En el exterior la batalla ya había terminado y por suerte su bando había salido ganador. La mayoría de piratas yacían tirados en el suelo y otros tantos estaban desarmados y esposados. No tardó en distinguir a Sato entre la multitud, cerca del edificio de control. El samurái había demostrado ser digno de su confianza y estaba seguro de que ascendería rápidamente.
-¿Qué tal todo por aquí? ¿Has tenido problemas? –le preguntó nada más llegar a su posición, aunque dudaba que hubiera tenido dificultades. [b]-Enhorabuena samurái, has completado con éxito tu primera misión. Puedes estar orgulloso.
Tras decir esto, el teniente reorganizó a los soldados y comenzaron a reunir a los piratas para su posterior encarcelamiento. Después informó él mismo al Cuartel General sobre la actual situación y explicó brevemente lo que había ocurrido, incluido el paradero de los agentes desaparecidos, cuyos cuerpos fueron encontrados poco después por algunos de sus hombres. A pesar de aquello, habían eliminado una banda pirata al completo y habían neutralizado una posible fuente armamentística que podía haber presentado una amenaza importante. Podía decirse que en conclusión había sido un buen día.
Al cabo de un par de minutos encontró lo que buscaba, una extraña máquina similar a la que Sato le había enseñado en la otra excavación y que suponía que servía para extraer el gas del interior de la montaña. Kodama colocó allí el explosivo y usó su pequeña salamandra-mechero para prender la mecha antes de largarse de allí rápidamente. Según salía se preparaba por si la batalla en el exterior todavía no había finalizado y debía intervenir. Sin embargo su retirada no iba a ser tan fácil como esperaba, pues a unos diez metros de la salida del túnel apareció un nuevo enemigo. Se trataba de un tipo bastante alto que por aluna extraña razón llevaba gafas de sol en plena noche y que iba armado con una gran espada.
-Parece que ahora la Marina recluta a todo tipo de seres. No sé qué haces aquí pero no voy a dejaros salir con vida a ninguno de vosotros. –afirmó el pirata mientras desenvainaba su espada.
-Bueno, no podía ser tan fácil. Acabemos con esto rápidamente.
Sin perder un segundo, Kodama se lanzó contra su adversario con sus armas desenfundadas y esperando que la explosión no le pillara dentro del túnel. A cada paso, la luz proveniente de las llamas de la salamandra daba lugar a una sinfonía de sombras cambiantes que daban al lugar un aire siniestro. En cuanto llegó a la altura de su adversario, lanzó una fuerte estocada con sus dos espadas aunque el pirata logró detenerlas usando la suya propia. Durante unos segundos intercambiaron golpes de espada hasta que la hoja de su rival se hundía en su pierna derecha y un fuerte puñetazo impactaba en su rostro estrellándole contra la pared. Mientras el pirata reía, Kodama se levantó y unió sus espadas mediante las pequeñas hendiduras que había en sus mangos. En ese momento se oyó a su espalda un fuerte estruendo, sin duda señal de que el derrumbamiento se estaba produciendo.
-Lo siento, no tengo tiempo que perder con esto. –dijo el marine con total seriedad. Gracias a su peculiar naturaleza podía ignorar perfectamente sus heridas, y solo tuvo que generar algo de resina para cubrir el corte de su pierna. Respiró hondo un par de veces y se abalanzó sobre su adversario girando sus espadas, ahora unidas, y saliendo al exterior del túnel con el mismo movimiento.
Sin echar la vista atrás, prestó atención al sonido del cuerpo de su rival cayendo al suelo justo antes de que la mina se derrumbara por completo. En el exterior la batalla ya había terminado y por suerte su bando había salido ganador. La mayoría de piratas yacían tirados en el suelo y otros tantos estaban desarmados y esposados. No tardó en distinguir a Sato entre la multitud, cerca del edificio de control. El samurái había demostrado ser digno de su confianza y estaba seguro de que ascendería rápidamente.
-¿Qué tal todo por aquí? ¿Has tenido problemas? –le preguntó nada más llegar a su posición, aunque dudaba que hubiera tenido dificultades. [b]-Enhorabuena samurái, has completado con éxito tu primera misión. Puedes estar orgulloso.
Tras decir esto, el teniente reorganizó a los soldados y comenzaron a reunir a los piratas para su posterior encarcelamiento. Después informó él mismo al Cuartel General sobre la actual situación y explicó brevemente lo que había ocurrido, incluido el paradero de los agentes desaparecidos, cuyos cuerpos fueron encontrados poco después por algunos de sus hombres. A pesar de aquello, habían eliminado una banda pirata al completo y habían neutralizado una posible fuente armamentística que podía haber presentado una amenaza importante. Podía decirse que en conclusión había sido un buen día.
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Sato por fin volvió a ver a su superior, estaba ligeramente preocupado por su bienestar, sabía de sobra de sus altas capacidades en el combate, pero quien juega con explosivos siempre se está jugando la vida.
Al llegar Kodama le preguntó si le había costado reducir al capataz y al resto de su banda, Sato pensaba que iba a ser mucho más difícil pero para ser sinceros tampoco tuvo que esforzarse mucho, sin duda los marines del pelotón eran unos valientes guerreros, unos honorables compañeros para el samurai.
-Por aquí todo fue en orden señor, no me costó nada reducir al capataz y el resto de estos valerosos soldados hicieron el resto. No cabe duda que contamos con hombres muy capaces, si siguen así den unos años serán el terror de los piratas- decía optimista Sato, muchos de aquellos hombres tenían un potencial increíble, como los que habían muerto por su culpa...
Mientras el teniente comunicaba al Cuartel General el exitoso resultado de la misión Sato se ocupó de una última cosa: sus subordinados merecían ser enterrados como unos guerreros.
Unos 5 hoyos fueron cavados cerca de un acantilado por la costa, a los pies de cada hoyo se podían encontrar unas pequeñas medallas de la Marina junto a unas gastadas armas, tras cavar los hoyos y depositar ahí sus pertenencias Sato se preparó para la parte más dura, enterrar a sus subordinados.
Con cuidado dejó caer en cada hoyo los cadáveres de esos valientes hombres, vestidos con unos kimonos blancos prestados por los habitantes de la isla, sus párpados habían sido cerrados por el samurai, tenían que reposar en una pose digna.
-Valientes guerreros, habéis sacrificado la vida por todos nosotros. Este samurai siempre estará en deuda con vosotros, espero que ahora os encontréis con el resto de los honorables guerreros de todo el mundo. Honraré vuestra memoria hasta que nos volvamos a ver, un honor haber podido luchar a vuestro lado-
Unas pequeñas lágrimas salían de los ojos verdosos del joven, que se había quitado su máscara en señal de respeto. Tras acabar su discurso comenzó a llenar en silencio las tumbas con tierra, ayudado por una oxidada pala que le había prestado un marine.
Tras acabar su funesta tarea Sato se dirigió al puerto, todos estaban listos para partir, así que justo al pisar los pies en cubierta levaron anclas. Con el paso del tiempo la visión de la isla fue disminuyendo poco a poco, pero lo que Sato vivió en aquel lugar se le quedaría marcado para siempre.
TEMA CERRADO
Al llegar Kodama le preguntó si le había costado reducir al capataz y al resto de su banda, Sato pensaba que iba a ser mucho más difícil pero para ser sinceros tampoco tuvo que esforzarse mucho, sin duda los marines del pelotón eran unos valientes guerreros, unos honorables compañeros para el samurai.
-Por aquí todo fue en orden señor, no me costó nada reducir al capataz y el resto de estos valerosos soldados hicieron el resto. No cabe duda que contamos con hombres muy capaces, si siguen así den unos años serán el terror de los piratas- decía optimista Sato, muchos de aquellos hombres tenían un potencial increíble, como los que habían muerto por su culpa...
Mientras el teniente comunicaba al Cuartel General el exitoso resultado de la misión Sato se ocupó de una última cosa: sus subordinados merecían ser enterrados como unos guerreros.
Unos 5 hoyos fueron cavados cerca de un acantilado por la costa, a los pies de cada hoyo se podían encontrar unas pequeñas medallas de la Marina junto a unas gastadas armas, tras cavar los hoyos y depositar ahí sus pertenencias Sato se preparó para la parte más dura, enterrar a sus subordinados.
Con cuidado dejó caer en cada hoyo los cadáveres de esos valientes hombres, vestidos con unos kimonos blancos prestados por los habitantes de la isla, sus párpados habían sido cerrados por el samurai, tenían que reposar en una pose digna.
-Valientes guerreros, habéis sacrificado la vida por todos nosotros. Este samurai siempre estará en deuda con vosotros, espero que ahora os encontréis con el resto de los honorables guerreros de todo el mundo. Honraré vuestra memoria hasta que nos volvamos a ver, un honor haber podido luchar a vuestro lado-
Unas pequeñas lágrimas salían de los ojos verdosos del joven, que se había quitado su máscara en señal de respeto. Tras acabar su discurso comenzó a llenar en silencio las tumbas con tierra, ayudado por una oxidada pala que le había prestado un marine.
Tras acabar su funesta tarea Sato se dirigió al puerto, todos estaban listos para partir, así que justo al pisar los pies en cubierta levaron anclas. Con el paso del tiempo la visión de la isla fue disminuyendo poco a poco, pero lo que Sato vivió en aquel lugar se le quedaría marcado para siempre.
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