Sato
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El malnacido aquel había cantado como una gallina con la simple acción de mover un poco la katana sobre su cuello y de la charla sin ninguna emoción emitida por Kodama, la gente así a Sato le daba asco, no valoraban ni su honor.
Tras desembuchar todo lo que sabía el teniente se acercó al samurai para pedir su opinión, aún con el prisionero arrinconado Sato le propinó un fuerte golpe en la nuca con el mango de la katana en su nuca, dejándolo inconsciente.
-Las ratas no mienten con el filo de una espada rozándoles el cuello, estoy casi seguro que dijo la verdad. Vayamos al siguiente emplazamiento lo más rápido posible señor, es hora de la venganza- dijo mientras el hombre árbol comunicaba al Cuartes General que mandase a otro nuevo batallón al a nueva excavación.
Estaba relativamente cerca, si por Sato fuese iría en ese mismo instante al mayor ritmo posible para matar al malnacido que había organizado todo lo del gas, pero tenía que mantener las formas por el honor de su teniente.
Mientras realizaba una pose marcial utilizó un tono estricto a su superior para demostrar su entereza,
aunque lo más seguro es que Kodama ni supiera descifrar los tonos y sentimientos humanos:
Señor, os lo suplico necesito acabar con la deuda de honor que tenía con mis subordinados, por mi culpa están muertos. Necesito vengarles a cualquier precio, ese cabrón se va a enterar de lo que es un verdadero guerrero de Wano- dijo furioso el joven mientras desenfundaba también su otra katana.
Tras desembuchar todo lo que sabía el teniente se acercó al samurai para pedir su opinión, aún con el prisionero arrinconado Sato le propinó un fuerte golpe en la nuca con el mango de la katana en su nuca, dejándolo inconsciente.
-Las ratas no mienten con el filo de una espada rozándoles el cuello, estoy casi seguro que dijo la verdad. Vayamos al siguiente emplazamiento lo más rápido posible señor, es hora de la venganza- dijo mientras el hombre árbol comunicaba al Cuartes General que mandase a otro nuevo batallón al a nueva excavación.
Estaba relativamente cerca, si por Sato fuese iría en ese mismo instante al mayor ritmo posible para matar al malnacido que había organizado todo lo del gas, pero tenía que mantener las formas por el honor de su teniente.
Mientras realizaba una pose marcial utilizó un tono estricto a su superior para demostrar su entereza,
aunque lo más seguro es que Kodama ni supiera descifrar los tonos y sentimientos humanos:
Señor, os lo suplico necesito acabar con la deuda de honor que tenía con mis subordinados, por mi culpa están muertos. Necesito vengarles a cualquier precio, ese cabrón se va a enterar de lo que es un verdadero guerrero de Wano- dijo furioso el joven mientras desenfundaba también su otra katana.
Roland von Klauswitz
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Por supuesto que iremos. Preparaos. –dijo Kodama sin dudarlo un instante. No solo era Sato quien tenía una deuda con los marines que habían perdido la vida aquella noche, él mismo tenía las vidas de todos sobre su conciencia y la única manera de apaciguarla era llevar la justicia a sus asesinos. Sin mediar palabra comenzó a caminar hacia la mina, el lugar donde llevarían a cabo su siguiente batalla. Tras él iban sus hombres, todos ellos con la mirada seria, todos ellos decididos a pelear por su idea de la justicia y para vengar a sus compañeros.
El camino fue rápido, no tardaron más que unos pocos minutos en recorrer la distancia que los separaba de su objetivo, aunque antes tuvieron que esperar un poco más debido a la sorpresa que el hombre-árbol estaba preparando. Debían esperar a los hombres que habían ido al barco a informar a sus superiores, ya que estos traerían consigo su carta de la victoria. Por orden de Kodama habían traído hasta allí varios de los cañones del barco, los que pudieran cargar. Con ellos limpiarían a sus enemigos antes de atacarlos directamente.
Desde lo alto de una colina rocosa, el roble observaba el campamento de los piratas. En la base de la montaña se podía ver claramente el túnel que se adentraba en su interior, iluminado por decenas de faros. A su alrededor había multitud de trabajadores que llevaban contenedores metálicos con el gas hacia su barco, anclado a unos cien metros de allí, y siempre vigilados por varios hombres armados. Sin embargo el objetivo importante debía estar en el despacho del capataz, un edificio de dos plantas con varios cañones en el tejado situado a la parte norte del campamento, desde donde se vigilaba el trabajo de los mineros. Era evidente que allí se controlaba toda la excavación, por lo que el líder de aquella escoria debía encontrarse allí.
-Oi, Sato, decías que tenías una deuda de honor. ¿Ves aquel edificio? Allí debería estar tu deudor. En cuanto se desate el caos tendrás vía libre para llegar allí, los cañones te cubrirán. Yo mientras me adentraré en la red de túneles y los derrumbaré por completo. –Lo cierto era que no era un plan muy elaborado, aunque le bastaba con que sirviera para cumplir su deber. Llevaba consigo varios explosivos que colocaría en el centro de la red subterránea y tenían cañones suficientes como para desatar el caos entre sus adversarios antes de cargar contra ellos directamente. Kodama respiró hondo, inundando sus extraños pulmones con el refrescante aire proveniente del mar. Luego dio la orden. -Fuego.
El camino fue rápido, no tardaron más que unos pocos minutos en recorrer la distancia que los separaba de su objetivo, aunque antes tuvieron que esperar un poco más debido a la sorpresa que el hombre-árbol estaba preparando. Debían esperar a los hombres que habían ido al barco a informar a sus superiores, ya que estos traerían consigo su carta de la victoria. Por orden de Kodama habían traído hasta allí varios de los cañones del barco, los que pudieran cargar. Con ellos limpiarían a sus enemigos antes de atacarlos directamente.
Desde lo alto de una colina rocosa, el roble observaba el campamento de los piratas. En la base de la montaña se podía ver claramente el túnel que se adentraba en su interior, iluminado por decenas de faros. A su alrededor había multitud de trabajadores que llevaban contenedores metálicos con el gas hacia su barco, anclado a unos cien metros de allí, y siempre vigilados por varios hombres armados. Sin embargo el objetivo importante debía estar en el despacho del capataz, un edificio de dos plantas con varios cañones en el tejado situado a la parte norte del campamento, desde donde se vigilaba el trabajo de los mineros. Era evidente que allí se controlaba toda la excavación, por lo que el líder de aquella escoria debía encontrarse allí.
-Oi, Sato, decías que tenías una deuda de honor. ¿Ves aquel edificio? Allí debería estar tu deudor. En cuanto se desate el caos tendrás vía libre para llegar allí, los cañones te cubrirán. Yo mientras me adentraré en la red de túneles y los derrumbaré por completo. –Lo cierto era que no era un plan muy elaborado, aunque le bastaba con que sirviera para cumplir su deber. Llevaba consigo varios explosivos que colocaría en el centro de la red subterránea y tenían cañones suficientes como para desatar el caos entre sus adversarios antes de cargar contra ellos directamente. Kodama respiró hondo, inundando sus extraños pulmones con el refrescante aire proveniente del mar. Luego dio la orden. -Fuego.
Sato
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Su superior le encantaba a Sato, se notaba que era un honorable usuario de la senda de la espada como él, un verdadero guerrero. Era de las pocas personas que entendía el poderoso valor del honor para el samurai, habitualmente ridiculizado por el resto de personas debido a su extraño comportamiento.
Pero este hombre árbol le había comprendido, y le había dado el permiso para olvidar la batalla que se iba a realizar en pocos instantes solo para ir directo al gran edificio donde se suponía que se escondía aquella escoria, le debía una a Kodama.
Justo después de que el teniente diese la orden el caos empezó, la fila de cañones que habían sido trasladados desde el barco empezaron a disparar ráfagas de destrucción, los mineros volaban despedazados por las explosiones, los habían cogido por sorpresa, estaban listos para defenderse de un ataque por tierra normal, no pensaban que íbamos a traer tropas de artillería.
Después de un par de oleadas de balas el enemigo fue capaz de organizarse, tarde pero lo hicieron. Sus fuerzas ya estaban reducidas notoriamente, el mayor problema serían los cañones. Esa fue la señal para que Sato volviese a su forma híbrida y empezase su venganza.
Echó el sprint de su vida atravesando el campo a la vez que cortaba con poderosos tajos a todo aquel se encontraba, después de varios minutos el joven por fin había llegado a su objetivo: los cañones enemigos.
No tardó ni un minuto en despedazar a todos los artilleros enemigos, ahora era el momento de rematar su plan. Utilizando su enorme fuerza giró 360 grados el cañón, apuntando al edificio donde se localizaba el capataz. Apuntando a la planta superior del edificio Sato gritó a la vez que accionaba el cañón:
-¡ESTO VA POR WANO MALDITO MALNACIDO!- gritó mientras la bala impactaba en la estructura que empezó a derrumbarse. En cuestión de segundos la estructura pasó de ser un edificio de dos plantas a un montón de escombros llameantes, pero su venganza aún no había concluido.
A pasos lentos Sato se acercó a lo que quedaba de edificio, tras un corto tiempo buscando por fin había encontrado a su objetivo: el moribundo capataz se encontraba ante sus pies, su elegante traje se encontraba lleno de polvo y sangre, y lo que parecía ser una pistola ya destruida y chamuscada aún estaba siendo agarrada por su mano.
-Mátame maldito cabrón, en el mercado negro ya se enterarán del gas y de mi ausencia e irán a por vosotros. Me reiré en mi tumba de vosotros malditos marines JAJAJA. Ahora remátame, sé que me tienes ganas-dijo el hombre mientras de forma costosa abría los brazos.
-Eso te gustaría escoria, mi deuda de sangre ya está pagada, no quiero volverme un monstruo como tú. Aún así sería una humillación a mis subordinados si te vas de rositas, creo que esto no lo necesitarás más- dijo en un tono frío el samurai mientras de un potente ataque cortaba la mano derecha donde se encontraba la pistola, ahora solo tenía un muñón.
El malnacido gritó como un cabrón, era música para los oídos del samurai. Jespués de eso el joven le propinó un golpe en la cara ya en su forma normal con la vaina de la katana, dejándolo inconsciente. Tenía ganas de decapitarlo y dejjar la cabeza en la tumba de sus subordinados, pero teníoa qeu controlarse.
Sato sacó el Den Den Mushi y con un tono serio llamó a Kodama, por suerte parecía que había dejado el Den Den Mushi listo por si le llamaban, el samurai le comunicó el resultado de su misión:
-Señor Kodama tengo al capataz inconsciente y listo para ser trasladado a Nuevo Impel Down cuando usted de la orden. ¿Quiere que le ayude con la destrucción de la mina o mejor sigo en el combate del campo abierto?- dijo Sato mientras miraba como sus tropas acorralaban a los mineros, era cuestión de segundos de que esos malditos se rindiesen, o si no serían exterminados.
Pero este hombre árbol le había comprendido, y le había dado el permiso para olvidar la batalla que se iba a realizar en pocos instantes solo para ir directo al gran edificio donde se suponía que se escondía aquella escoria, le debía una a Kodama.
Justo después de que el teniente diese la orden el caos empezó, la fila de cañones que habían sido trasladados desde el barco empezaron a disparar ráfagas de destrucción, los mineros volaban despedazados por las explosiones, los habían cogido por sorpresa, estaban listos para defenderse de un ataque por tierra normal, no pensaban que íbamos a traer tropas de artillería.
Después de un par de oleadas de balas el enemigo fue capaz de organizarse, tarde pero lo hicieron. Sus fuerzas ya estaban reducidas notoriamente, el mayor problema serían los cañones. Esa fue la señal para que Sato volviese a su forma híbrida y empezase su venganza.
Echó el sprint de su vida atravesando el campo a la vez que cortaba con poderosos tajos a todo aquel se encontraba, después de varios minutos el joven por fin había llegado a su objetivo: los cañones enemigos.
No tardó ni un minuto en despedazar a todos los artilleros enemigos, ahora era el momento de rematar su plan. Utilizando su enorme fuerza giró 360 grados el cañón, apuntando al edificio donde se localizaba el capataz. Apuntando a la planta superior del edificio Sato gritó a la vez que accionaba el cañón:
-¡ESTO VA POR WANO MALDITO MALNACIDO!- gritó mientras la bala impactaba en la estructura que empezó a derrumbarse. En cuestión de segundos la estructura pasó de ser un edificio de dos plantas a un montón de escombros llameantes, pero su venganza aún no había concluido.
A pasos lentos Sato se acercó a lo que quedaba de edificio, tras un corto tiempo buscando por fin había encontrado a su objetivo: el moribundo capataz se encontraba ante sus pies, su elegante traje se encontraba lleno de polvo y sangre, y lo que parecía ser una pistola ya destruida y chamuscada aún estaba siendo agarrada por su mano.
-Mátame maldito cabrón, en el mercado negro ya se enterarán del gas y de mi ausencia e irán a por vosotros. Me reiré en mi tumba de vosotros malditos marines JAJAJA. Ahora remátame, sé que me tienes ganas-dijo el hombre mientras de forma costosa abría los brazos.
-Eso te gustaría escoria, mi deuda de sangre ya está pagada, no quiero volverme un monstruo como tú. Aún así sería una humillación a mis subordinados si te vas de rositas, creo que esto no lo necesitarás más- dijo en un tono frío el samurai mientras de un potente ataque cortaba la mano derecha donde se encontraba la pistola, ahora solo tenía un muñón.
El malnacido gritó como un cabrón, era música para los oídos del samurai. Jespués de eso el joven le propinó un golpe en la cara ya en su forma normal con la vaina de la katana, dejándolo inconsciente. Tenía ganas de decapitarlo y dejjar la cabeza en la tumba de sus subordinados, pero teníoa qeu controlarse.
Sato sacó el Den Den Mushi y con un tono serio llamó a Kodama, por suerte parecía que había dejado el Den Den Mushi listo por si le llamaban, el samurai le comunicó el resultado de su misión:
-Señor Kodama tengo al capataz inconsciente y listo para ser trasladado a Nuevo Impel Down cuando usted de la orden. ¿Quiere que le ayude con la destrucción de la mina o mejor sigo en el combate del campo abierto?- dijo Sato mientras miraba como sus tropas acorralaban a los mineros, era cuestión de segundos de que esos malditos se rindiesen, o si no serían exterminados.
Roland von Klauswitz
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
El interior del túnel estaba por suerte más iluminado que el anterior. Era evidente que en este sí que realizaban extracciones de gas ya que había múltiples lámparas y herramientas a lo largo de toda la extensión de la mina. Desde el exterior ya comenzaban a apagarse los potentes estruendos de los cañonazos de los marines y seguramente ya habría comenzado el ataque contra los piratas. El hombre-árbol esperó a que las explosiones hicieran salir a la mayoría de hombres del interior de la excavación antes de entrar y así evitar que detectaran su presencia. Tenía una importante tarea que llevar a cabo y no podía permitirse el lujo de que le interrumpieran, y aun así tuvo que lidiar con varios piratas rezagados o que simplemente no habían visto necesario salir del túnel.
Al cabo de un par de minutos encontró lo que buscaba, una extraña máquina similar a la que Sato le había enseñado en la otra excavación y que suponía que servía para extraer el gas del interior de la montaña. Kodama colocó allí el explosivo y usó su pequeña salamandra-mechero para prender la mecha antes de largarse de allí rápidamente. Según salía se preparaba por si la batalla en el exterior todavía no había finalizado y debía intervenir. Sin embargo su retirada no iba a ser tan fácil como esperaba, pues a unos diez metros de la salida del túnel apareció un nuevo enemigo. Se trataba de un tipo bastante alto que por aluna extraña razón llevaba gafas de sol en plena noche y que iba armado con una gran espada.
-Parece que ahora la Marina recluta a todo tipo de seres. No sé qué haces aquí pero no voy a dejaros salir con vida a ninguno de vosotros. –afirmó el pirata mientras desenvainaba su espada.
-Bueno, no podía ser tan fácil. Acabemos con esto rápidamente.
Sin perder un segundo, Kodama se lanzó contra su adversario con sus armas desenfundadas y esperando que la explosión no le pillara dentro del túnel. A cada paso, la luz proveniente de las llamas de la salamandra daba lugar a una sinfonía de sombras cambiantes que daban al lugar un aire siniestro. En cuanto llegó a la altura de su adversario, lanzó una fuerte estocada con sus dos espadas aunque el pirata logró detenerlas usando la suya propia. Durante unos segundos intercambiaron golpes de espada hasta que la hoja de su rival se hundía en su pierna derecha y un fuerte puñetazo impactaba en su rostro estrellándole contra la pared. Mientras el pirata reía, Kodama se levantó y unió sus espadas mediante las pequeñas hendiduras que había en sus mangos. En ese momento se oyó a su espalda un fuerte estruendo, sin duda señal de que el derrumbamiento se estaba produciendo.
-Lo siento, no tengo tiempo que perder con esto. –dijo el marine con total seriedad. Gracias a su peculiar naturaleza podía ignorar perfectamente sus heridas, y solo tuvo que generar algo de resina para cubrir el corte de su pierna. Respiró hondo un par de veces y se abalanzó sobre su adversario girando sus espadas, ahora unidas, y saliendo al exterior del túnel con el mismo movimiento.
Sin echar la vista atrás, prestó atención al sonido del cuerpo de su rival cayendo al suelo justo antes de que la mina se derrumbara por completo. En el exterior la batalla ya había terminado y por suerte su bando había salido ganador. La mayoría de piratas yacían tirados en el suelo y otros tantos estaban desarmados y esposados. No tardó en distinguir a Sato entre la multitud, cerca del edificio de control. El samurái había demostrado ser digno de su confianza y estaba seguro de que ascendería rápidamente.
-¿Qué tal todo por aquí? ¿Has tenido problemas? –le preguntó nada más llegar a su posición, aunque dudaba que hubiera tenido dificultades. [b]-Enhorabuena samurái, has completado con éxito tu primera misión. Puedes estar orgulloso.
Tras decir esto, el teniente reorganizó a los soldados y comenzaron a reunir a los piratas para su posterior encarcelamiento. Después informó él mismo al Cuartel General sobre la actual situación y explicó brevemente lo que había ocurrido, incluido el paradero de los agentes desaparecidos, cuyos cuerpos fueron encontrados poco después por algunos de sus hombres. A pesar de aquello, habían eliminado una banda pirata al completo y habían neutralizado una posible fuente armamentística que podía haber presentado una amenaza importante. Podía decirse que en conclusión había sido un buen día.
Al cabo de un par de minutos encontró lo que buscaba, una extraña máquina similar a la que Sato le había enseñado en la otra excavación y que suponía que servía para extraer el gas del interior de la montaña. Kodama colocó allí el explosivo y usó su pequeña salamandra-mechero para prender la mecha antes de largarse de allí rápidamente. Según salía se preparaba por si la batalla en el exterior todavía no había finalizado y debía intervenir. Sin embargo su retirada no iba a ser tan fácil como esperaba, pues a unos diez metros de la salida del túnel apareció un nuevo enemigo. Se trataba de un tipo bastante alto que por aluna extraña razón llevaba gafas de sol en plena noche y que iba armado con una gran espada.
-Parece que ahora la Marina recluta a todo tipo de seres. No sé qué haces aquí pero no voy a dejaros salir con vida a ninguno de vosotros. –afirmó el pirata mientras desenvainaba su espada.
-Bueno, no podía ser tan fácil. Acabemos con esto rápidamente.
Sin perder un segundo, Kodama se lanzó contra su adversario con sus armas desenfundadas y esperando que la explosión no le pillara dentro del túnel. A cada paso, la luz proveniente de las llamas de la salamandra daba lugar a una sinfonía de sombras cambiantes que daban al lugar un aire siniestro. En cuanto llegó a la altura de su adversario, lanzó una fuerte estocada con sus dos espadas aunque el pirata logró detenerlas usando la suya propia. Durante unos segundos intercambiaron golpes de espada hasta que la hoja de su rival se hundía en su pierna derecha y un fuerte puñetazo impactaba en su rostro estrellándole contra la pared. Mientras el pirata reía, Kodama se levantó y unió sus espadas mediante las pequeñas hendiduras que había en sus mangos. En ese momento se oyó a su espalda un fuerte estruendo, sin duda señal de que el derrumbamiento se estaba produciendo.
-Lo siento, no tengo tiempo que perder con esto. –dijo el marine con total seriedad. Gracias a su peculiar naturaleza podía ignorar perfectamente sus heridas, y solo tuvo que generar algo de resina para cubrir el corte de su pierna. Respiró hondo un par de veces y se abalanzó sobre su adversario girando sus espadas, ahora unidas, y saliendo al exterior del túnel con el mismo movimiento.
Sin echar la vista atrás, prestó atención al sonido del cuerpo de su rival cayendo al suelo justo antes de que la mina se derrumbara por completo. En el exterior la batalla ya había terminado y por suerte su bando había salido ganador. La mayoría de piratas yacían tirados en el suelo y otros tantos estaban desarmados y esposados. No tardó en distinguir a Sato entre la multitud, cerca del edificio de control. El samurái había demostrado ser digno de su confianza y estaba seguro de que ascendería rápidamente.
-¿Qué tal todo por aquí? ¿Has tenido problemas? –le preguntó nada más llegar a su posición, aunque dudaba que hubiera tenido dificultades. [b]-Enhorabuena samurái, has completado con éxito tu primera misión. Puedes estar orgulloso.
Tras decir esto, el teniente reorganizó a los soldados y comenzaron a reunir a los piratas para su posterior encarcelamiento. Después informó él mismo al Cuartel General sobre la actual situación y explicó brevemente lo que había ocurrido, incluido el paradero de los agentes desaparecidos, cuyos cuerpos fueron encontrados poco después por algunos de sus hombres. A pesar de aquello, habían eliminado una banda pirata al completo y habían neutralizado una posible fuente armamentística que podía haber presentado una amenaza importante. Podía decirse que en conclusión había sido un buen día.
Sato
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Sato por fin volvió a ver a su superior, estaba ligeramente preocupado por su bienestar, sabía de sobra de sus altas capacidades en el combate, pero quien juega con explosivos siempre se está jugando la vida.
Al llegar Kodama le preguntó si le había costado reducir al capataz y al resto de su banda, Sato pensaba que iba a ser mucho más difícil pero para ser sinceros tampoco tuvo que esforzarse mucho, sin duda los marines del pelotón eran unos valientes guerreros, unos honorables compañeros para el samurai.
-Por aquí todo fue en orden señor, no me costó nada reducir al capataz y el resto de estos valerosos soldados hicieron el resto. No cabe duda que contamos con hombres muy capaces, si siguen así den unos años serán el terror de los piratas- decía optimista Sato, muchos de aquellos hombres tenían un potencial increíble, como los que habían muerto por su culpa...
Mientras el teniente comunicaba al Cuartel General el exitoso resultado de la misión Sato se ocupó de una última cosa: sus subordinados merecían ser enterrados como unos guerreros.
Unos 5 hoyos fueron cavados cerca de un acantilado por la costa, a los pies de cada hoyo se podían encontrar unas pequeñas medallas de la Marina junto a unas gastadas armas, tras cavar los hoyos y depositar ahí sus pertenencias Sato se preparó para la parte más dura, enterrar a sus subordinados.
Con cuidado dejó caer en cada hoyo los cadáveres de esos valientes hombres, vestidos con unos kimonos blancos prestados por los habitantes de la isla, sus párpados habían sido cerrados por el samurai, tenían que reposar en una pose digna.
-Valientes guerreros, habéis sacrificado la vida por todos nosotros. Este samurai siempre estará en deuda con vosotros, espero que ahora os encontréis con el resto de los honorables guerreros de todo el mundo. Honraré vuestra memoria hasta que nos volvamos a ver, un honor haber podido luchar a vuestro lado-
Unas pequeñas lágrimas salían de los ojos verdosos del joven, que se había quitado su máscara en señal de respeto. Tras acabar su discurso comenzó a llenar en silencio las tumbas con tierra, ayudado por una oxidada pala que le había prestado un marine.
Tras acabar su funesta tarea Sato se dirigió al puerto, todos estaban listos para partir, así que justo al pisar los pies en cubierta levaron anclas. Con el paso del tiempo la visión de la isla fue disminuyendo poco a poco, pero lo que Sato vivió en aquel lugar se le quedaría marcado para siempre.
TEMA CERRADO
Al llegar Kodama le preguntó si le había costado reducir al capataz y al resto de su banda, Sato pensaba que iba a ser mucho más difícil pero para ser sinceros tampoco tuvo que esforzarse mucho, sin duda los marines del pelotón eran unos valientes guerreros, unos honorables compañeros para el samurai.
-Por aquí todo fue en orden señor, no me costó nada reducir al capataz y el resto de estos valerosos soldados hicieron el resto. No cabe duda que contamos con hombres muy capaces, si siguen así den unos años serán el terror de los piratas- decía optimista Sato, muchos de aquellos hombres tenían un potencial increíble, como los que habían muerto por su culpa...
Mientras el teniente comunicaba al Cuartel General el exitoso resultado de la misión Sato se ocupó de una última cosa: sus subordinados merecían ser enterrados como unos guerreros.
Unos 5 hoyos fueron cavados cerca de un acantilado por la costa, a los pies de cada hoyo se podían encontrar unas pequeñas medallas de la Marina junto a unas gastadas armas, tras cavar los hoyos y depositar ahí sus pertenencias Sato se preparó para la parte más dura, enterrar a sus subordinados.
Con cuidado dejó caer en cada hoyo los cadáveres de esos valientes hombres, vestidos con unos kimonos blancos prestados por los habitantes de la isla, sus párpados habían sido cerrados por el samurai, tenían que reposar en una pose digna.
-Valientes guerreros, habéis sacrificado la vida por todos nosotros. Este samurai siempre estará en deuda con vosotros, espero que ahora os encontréis con el resto de los honorables guerreros de todo el mundo. Honraré vuestra memoria hasta que nos volvamos a ver, un honor haber podido luchar a vuestro lado-
Unas pequeñas lágrimas salían de los ojos verdosos del joven, que se había quitado su máscara en señal de respeto. Tras acabar su discurso comenzó a llenar en silencio las tumbas con tierra, ayudado por una oxidada pala que le había prestado un marine.
Tras acabar su funesta tarea Sato se dirigió al puerto, todos estaban listos para partir, así que justo al pisar los pies en cubierta levaron anclas. Con el paso del tiempo la visión de la isla fue disminuyendo poco a poco, pero lo que Sato vivió en aquel lugar se le quedaría marcado para siempre.
TEMA CERRADO
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.