Kari Silver, empieza la leyenda de la flecha de plata

✘Nombre: Kari Silver
✘Apodo: La flecha de Plata, Silver
✘ Experiencia: 0
✘ Nivel: 1
✘ Sexo: Mujer
✘ Raza: Humana
✘ Edad: 22
✘ Rango/Empleo: Gladiadora
✘ Rango Social: Bajo
✘ Profesiones: Espadachina / Arqueóloga / Bufón
✘ Mar De Origen: Dressrosa, Nuevo Mundo.
✘ Botín De Partida: -
✘ Banda:

“¿Quieres que te cuente mi historia? Te advierto que no es un cuento de hadas. Pero quién puede quejarse, ¿No? Los cuentos muchas veces acaban aburriendo. Son como las flores y las caricias, al principio están bien, pero luego todo se marchita. Si aún no te has dado la vuelta y te has ido a hacer tu puta vida tal vez sea porque quieres escucharla.

Nací en esta isla. Sí, en Dressrosa. Mucha piedra, grandes tradiciones y mala gente. Es un nido de maldad, y sólo la gente que no puede abandonarla se queda. Yo soy una de ellas, y esa… Chica, niña… Esa enana mental, es otra. Ambas hemos nacido y nos hemos criado aquí, aunque de formas algo… diferentes. Verás, Marine, yo nací en la arena. Mi madre me dio a luz para que fuera una gladiadora, luchara a muerte mi juventud y, al final de mis días como luchadora, si había sobrevivido, me regalaran a otro esclavo, que debería abusar de mí hasta dejarme preñada y traer al mundo otra infeliz criatura con mi mismo destino. Suena hermoso, ¿Verdad?

Mi primer recuerdo es sosteniendo una espada. Mi pelo era corto y desaliñado, aún no tenía un séquito de maquilladoras y estilistas que se preocuparan de que apareciera siempre perfecta, hermosa y vulnerable, pero mortal. Una rosa con espinas. Pero me desvío del tema. Una espada en la mano, llorando porque me habían hecho un corte a la altura del hombro derecho. Tenía tres años, y aún no era capaz ni siquiera de caminar correctamente, y llevaba grilletes en los pies que me hacían aún más torpe, aunque a los hombres libres nunca os ha importado el bienestar de los esclavos.

Durante cuatro años sólo conocí la guerra. No una batalla encarnizada, sino un entrenamiento diario, aprendiendo a utilizar cuanta arma simple de coliseo hubiese a mi alcance, luchando a veces, y matando. La primera vez que rebané un cuello fue con cinco años, y lo mejor es que en aquel momento lo consideraba incluso algo natural. ¿Te lo puedes creer? Niños matando niños delante de gente rugiendo, qué divertido. Y por las noches, cuentos de princesas… Recordándome que yo sólo era una esclava. ¡Lloraba por las noches queriendo mi puñetera corona! Yo sólo quería ser una niña normal y… ¡Mierda! ¿Por qué tengo que llorar ahora? ¿Por qué me afecta tanto todavía? Sólo conocía aquello, ser una asesina y soñar con ser princesa…

Hasta que apareció ella.

Un día estallé. No podía más, simplemente tenía que huir de allí, y lo hice. Escapé de las dependencias y salí a la calle. Siete años sin pisar la calle. Si no hubiera sido por el sol sobre la arena mi piel sería aún más pálida. No sabía adónde ir, no sabía qué hacer, y me la encontré en un callejón. Estaba dormida y olía a mierda, se notaba que pasaba hambre y tenía heridas por todo el cuerpo. Robar no era mi especialidad, pero había conseguido encontrar algo de comida para marcharme, y sentía mucha lástima por ella. Si me la hubiera encontrado en la arena seguramente no la habría mirado ni siquiera. Tan sólo hubiera rebanado su cuello sin pensar en ello. Habría abandonado el terreno mientras su sangre se secaba en mi hoja, pero aquel día, en aquel mundo que aún acababa de descubrir, conocí la piedad. Me senté junto a ella y esperé a que despertara. Me llamó imoto… ¿Qué iba a hacer ahora? Le di comida, hablé con ella y empecé a fingir que era su hermana. Y después de quince años creo que lo somos, aunque no la soporto. Es una cabeza hueca.

Tras aquello no podía huir. Sin comerlo ni beberlo tenía una hermana, alguien de quien cuidar. Intentaba librarme de ella, pero me veía incapaz de abandonarla finalmente, y la llevé conmigo a mi habitación. No imaginas cuánto me costó meterla discretamente, aunque debo reconocer que aquel día fue una aventura con la que aún sonrío, y eso no es fácil. Créeme, me conozco.

Al principio traté de esconderla, pero acabaron por encontrarla. No presentaba ninguna aptitud de batalla ni un mínimo de cerebro, pero por alguna razón ya debía protegerla. Tal vez me identificaba con ella, o veía lo que yo habría querido ser de haber nacido en otro lugar, pero fuera como fuese acabé haciendo un pacto con el instructor. Mi “hermanita” podría quedarse conmigo, y a cambio yo tendría que aprender a dar espectáculo. Si un día no lograba hacer al público romper en ovaciones, al día siguiente debería enfrentarme a ella en la arena. Es hermoso ver lo que una niña que se ha criado en la soledad más absoluta hace por alguien que le da cariño. La primera vez que se recibe cariño… Hermoso y triste a la vez.

Hice lo que tenía que hacer, y comencé a afianzarme con florituras y golpes sencillamente enrevesados para hacer palidecer al público, al mismo tiempo que odiaba cada vez más la lucha, y entonces conocí a Myst.

Habían pasado cinco años, y poco a poco me había vuelto sanguinaria, pese a que odiaba matar, y cada vez más olvidaba lo que en un principio me hizo sentir el cariño de Vanille, pero llegó un chico. Mi pubertad había llegado, y me volví loca por aquel chico de pelo negro, que parecía tan enamorado de mí como yo creí estarlo de él, hasta que llegó el día en que se desenmascaró. Yo lo quería más que a mi vida, y los casi seis años durante los que estuve con él se hicieron polvo en un instante. Cuando la gente se enteró de nuestra relación quiso vernos pelear. Y él no se negó. Es más, según me vio en la arena se lanzó a por mí, pero no estaba preparado. Murió ensartado en un solo golpe. Pero el público no rugió aquel día. Tenía que irme, y llevarme a Vanille conmigo.

Y eso es todo. Escapé y aquí estoy, en un barco de la Marina de vuelta a Dressrosa. ¿De verdad crees que seguirás teniendo dignidad cuando envíes a esa estúpida a una muerte segura? Vaya vergüenza de Marine.”

Y después de aquello, nada más se supo de Kari Silver. Aunque han empezado a oírse rumores…

Kari Silver no es una gladiadora común. Al contrario de la fauna que habitualmente se encuentra en la arena, Silver es lo que muchos dirían una dama. Alta, de cuello largo y delicado, pecho abultado y revoltoso, sonrisa encandiladora y cintura estrecha, acompañadas de una cadera bastante femenina, la flecha plateada no es sino una flor en medio de las malas hierbas. Su cabello rosado a la altura de los hombros, con un flequillo volado y bucles rizados que bajan ligeramente en ciertos puntos, llegando a rozar su pecho, en ocasiones vistoso, aunque habitualmente oculto bajo una camiseta de cuello alto o un jersey ligero, que poco ocultan la curvatura de su silueta, llegando a casi fundirse de forma natural con unos pantalones, casi siempre shorts, que permiten apreciar las infinitas piernas que posee esta mujer, casi tan largas como profundos son sus ojos violetas, aún soñadores, que vuelan sobre una nariz algo respingona, corona de labios carnosos, rojizos y pálidos.

Su expresión habitual, chulesca, por definirla de una forma sencilla, oculta en verdad una mirada de niña asustada, que tan sólo busca a alguien que la proteja, aunque nunca lo reconocerá, y prefiere escudarse en una de sus únicas manías: La coquetería. Es imposible saber cómo irá vestida al día siguiente, pues goza desde que abandonó la vida como esclava llevando cuantas prendas de ropa es capaz de encontrar, aunque tiene un claro favorito: Sobrecamisa blanca con cinturones tostados bajo el pecho, realzándolo, sobre un suéter beige y un par de shorts de tono pardo, acompañada siempre, como es lógico, de una faltriquera en la pierna izquierda para guardar gran parte de sus bártulos, así como una protección de hombro plateada y una capa de exterior escarlata.

¿Tatuajes? ¿Por qué manchar un cuerpo bello que, una vez agotado su tiempo de luchadora, se puede vender como dama de compañía? ¿Por qué destruir la piel de una pequeña joya a tan temprana edad cuando no hace falta demostrar la propiedad? Ni cicatrices ni tatuajes se pueden apreciar a simple vista, aunque a escondidas se llegó a hacer uno, tan sólo uno. Ocupando el espacio entre sus omóplatos se encuentra nada más ni nada menos que una punta de flecha, que apunta hacia la parte baja de su columna vertebral.

Cínica y extremadamente fría. Bueno, eso trata de aparentar. En realidad, cualquiera que la haya visto durante más de dos horas habrá podido verla llorar. A veces llega con estar con ella en una conversación que dure más de cinco minutos para notar que su voz se quiebra. Explorar su mente es un viaje turbio y bastante incómodo, en el que siempre se debe lidiar con la muerte a cada instante. Nadie pensaría a simple vista que esta chica, a veces de aspecto macarra, bajo su fachada de mujer fuerte, ocultaría una niña asustada, pero así es. Si tuviera oportunidad, se sentaría en el suelo a jugar con muñecas. Pero no puede porque tiene que mantener a salvo a Vanille. Por mucho que no la soporte esa zopenca es casi su vida, aunque a decir verdad, no puede negar que ésta da una alegría a su vida que no puede describir con palabras.

Aunque no tenga tiempo, pese a todo, mantiene su actitud coqueta. Su mayor afición es salir a comprar cuando consigue algo de dinero. Se podría llegar a decir que casi es adicta a las compras, pero ¿Quién podría culparla? Es la única salida que es capaz de encontrar a su desdicha, y sigue cumpliendo con su deber. Proteger a su hermana, una acción que ha desembocado en su misión vital: Librar al mundo de los esclavistas, incluyendo a los Tenryuubitos. No es que los culpe, al fin y al cabo su niña interior también desea sirvientes y gente que la entretenga, pero como los agarre se van a enterar.

✘ Estilo De Lucha:
Algo de historia: Muy pocos podrían decir que sobrevivieron a las eternas batallas de un coliseo, o a las infinitas noches agónicas que conlleva la vida de gladiador, pero hay gente que lo logra. Gente que nace y conoce como único hogar la arena. Personas que, desde su alumbramiento hasta su muerte, sólo viven para la batalla. Esta gente desarrolla su personalidad de dos formas. Bajo una ceguera feliz, imaginando el mundo bello que no han llegado a vislumbrar, o atacando la realidad que los ha hecho esclavos. Y así es como surgió la forma de luchar de Silver, inteligente y suave, buscando, más que povocar daños corporales inmediatos, acumular tanto dolor que desemboque en una agonía instantánea. Aunque todos se agrupen bajo el nombre de “Destino de Gladiador”, hay distintas vertientes que nada tienen que ver, más que en las intenciones.
Paso del Trueno: Mucho ruido y pocas nueces. A eso se resume el Paso del trueno. Apoyada por distintos golpes y tipos de corte, tales como estocadas, sablazos, punzadas e iais (casi siempre como mera distracción, ya que es una forma que da poco juego, y el público no ruge sino por combates largos). Utiliza casi todo su cuerpo para moverse con agilidad, realizando movimientos rápidos, dejando al rival distraído para finalmente arrasarlo en un único golpe, no siempre el último, en el que trata de abarcar un daño brutal.

Siendo claros el Paso del Trueno es una competición de agilidad contra tu enemigo, en la que sólo el más rápido sobrevive. ¿Ser más fuerte? Eso sólo sirve si puedes evitar que te esquiven. Desde muy pequeña, siendo algo enclenque, se las vio y deseó para sobrevivir tanto a abusones como a rivales en la arena. ¿Su salida? La velocidad y las fintas, el engaño y los golpes inesperados. Con el tiempo fue desarrollando una serie de técnicas que le permitieron  hacerse un hueco, tanto en los corazones del público como en la propia arena. Este desarrollo llegó a tal que acabó evolucionando en la Danza del Rayo.

Danza del Rayo: Apoyada en una gran agilidad que ha tardado años en desarrollar, busca derrotar a sus enemigos en el menor número de golpes posible. Esto responde, no sólo a su trauma como gladiadora en que debía mantener largos combates, sino a que odia la lucha. Este estilo busca simplemente evitar al rival hasta que se agote, y tenga tiempo de decidir si esa lucha merece la pena o no. De no recapacitar, Silver desenvaina su arma y lo destruye.

✘Técnicas y PU's:
Gimpaku: Las armas de Silver son uno con su dueña. Mientras las empuñe la energía interior de Silver recorre la espada, incrementando sus características. Asimismo, Silver se ve más hábil a la hora de parar o cortar, como si la espada fuera una extensión de su brazo. También puede activar esta potenciación para incrementarlos más aún durante un número limitado de posts (2), anulando esta unión durante el mismo tiempo.

Un libro sobre dinastías antiguas, un anillo de plata en el anular derecho y uno de acero negro en el pulgar izquierdo, su espada y su juego de cartas, sus faltriqueras y sus decenas de prendas de ropa, una sonrisa que casi nunca enseña, Vanille.

Sangre de Plata es una espada de buena forja, hecha de acero, muy afilada y con un aspecto cuanto menos moderno.

Un juego de naipes de acero, calibrados y listos para lanzar. Tienen cuatro palos especiales, tales como Luz, Agua, Fuego y Vida, así como un quinto palo negro con una calavera en el dorso. En total 60 cartas.

Objetos especiales:

✘ Habilidades:
Matar. Ha nacido para ello y la han criado en consecuencia. ¿Se podía esperar otra cosa? Sí, claro. Los malabares y lanzar cuchillos, así como algunos tipos más grandes de armas arrojadizas, llegando a las jabalinas en ciertos momentos. Al fin y al cabo, es una gladiadora. Se le dan bien los juegos de cartas, sobre todo esos en los que interviene la velocidad en las manos, tratando de engañar al ojo del público. Esos juegos que algunos llaman “magia”, aunque no son más que un mero pasatiempo con el que ganarse amistades en ciertos casos, siempre manteniendo una fuerte coraza sentimental que le impide implicarse con cualquiera. No quiere repetir lo de  Myst.

Desde niña se ha interesado en los cuentos de princesas, lo que ha acabado por desembocar en afán por conocer todas las culturas antiguas, y más desde que oyó hablar de la existencia de los Phoneglyphs. No se puede decir que sea hábil leyéndolos, pero lo es. Tiene un talento natural para leerlos, aunque sea completamente incapaz de entenderlos y, de momento, traducirlos.

✘ Torpezas:
El socializar sin intimar. Siempre, desde que es pequeña, y Vanille es la demostración más pura, ha sido incapaz de no sentir lástima o compasión, de pasar de los problemas de la gente y simplemente vivir su vida. Se resumiría fácilmente en que tiene un gran complejo de heroína, aunque va más allá. No hace falta ni siquiera que estén en apuros para que se vea en la obligación de proteger a la gente, de salvarlos de alguna manera, lo que muchas veces ha resultado en cómicas situaciones, como aquella vez que acabó besando un sapo porque le dijeron que salvaría la vida a tres cachorros.

Oh, y es inocente, por si no se ha notado arriba. Es muy fácil colarle una mentira si confía en ti, ya que su niña interior vive a flor de piel y se libera casi a cada momento, llegando, cuando conoce a alguien, a ser feliz, y al mismo tiempo sufre un tipo de fe ciega hacia la gente que se gana su respeto, lo cual es, a todas luces, malo.

Lograr traducir los Phoneglyphs, averiguar qué dicen y seguir el río hasta su origen. Averiguar el origen de todas las castas Tenryuubito, en parte para saber quiénes son mientras los degüella (su pequeño sueño homicida), que Vanille pueda vivir feliz y libre, aunque sea idiota e insoportable y poder vivir en paz.

Aunque lo que más quiere es una hamaca para tumbarse a ver las puestas de sol.