Rylanor
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Krauser,
Te espero en la isla de Punk Hazard, en una cueva que encontrarás en las coordenadas que te adjunto a esta carta. Tengo que hablar contigo de asuntos muy urgentes de importancia mundial. Quema esta carta tras leerla, nunca se sabe a manos de quién podría llegar.
Que tengas buen viaje,
Karl
Un relámpago iluminó el horizonte, iluminando por un instante el rostro oculto entre las sombras del Almirante. Estaba en una cueva en un acantilado frente al mar. Iba vestido con ropas negras y una capucha que ocultaba su pelo y parte de sus rasgos. Había elegido Punk Hazard para la reunión porque tenía muchos recovecos donde esconderse. Hacía bastante frío en aquella mitad de la isla, pero su traje térmico le aislaba bien.
- Hoy podría decidirse el destino del mundo... Krauser tiene en sus manos una decisión de gran importancia.
Se cruzó de brazos y suspiró. Sabía muy bien que el Almirante Samegure no estaba muy de acuerdo con el Gobierno, pero querría proteger a los civiles. Si le garantizaba un golpe de Estado que no afectase a la población, tendría su ayuda. Eso limitaría sus posibles tácticas, pero era un pequeño precio. Y al fin y al cabo, su objetivo eran los tenryuubitos. Krauser no se opondría a que les diese su merecido, o eso esperaba...
Te espero en la isla de Punk Hazard, en una cueva que encontrarás en las coordenadas que te adjunto a esta carta. Tengo que hablar contigo de asuntos muy urgentes de importancia mundial. Quema esta carta tras leerla, nunca se sabe a manos de quién podría llegar.
Que tengas buen viaje,
Karl
Un relámpago iluminó el horizonte, iluminando por un instante el rostro oculto entre las sombras del Almirante. Estaba en una cueva en un acantilado frente al mar. Iba vestido con ropas negras y una capucha que ocultaba su pelo y parte de sus rasgos. Había elegido Punk Hazard para la reunión porque tenía muchos recovecos donde esconderse. Hacía bastante frío en aquella mitad de la isla, pero su traje térmico le aislaba bien.
- Hoy podría decidirse el destino del mundo... Krauser tiene en sus manos una decisión de gran importancia.
Se cruzó de brazos y suspiró. Sabía muy bien que el Almirante Samegure no estaba muy de acuerdo con el Gobierno, pero querría proteger a los civiles. Si le garantizaba un golpe de Estado que no afectase a la población, tendría su ayuda. Eso limitaría sus posibles tácticas, pero era un pequeño precio. Y al fin y al cabo, su objetivo eran los tenryuubitos. Krauser no se opondría a que les diese su merecido, o eso esperaba...
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La carta ya había sido quemada, leída y captada, un pequeño navío ya se estaba acercando a la isla helada. No era la primera vez que el demonio iba a ese lugar, allí fue su primer combate contra el capitán Legim, aunque el resultado fue confuso, se puede decir que no hubo ganador. El frío era bastante jodido, al menos para el castaño, el cual no había tardado mucho en abrigarse.
Llevaba un abrigo blanco con una capucha que le tapaba la cabeza, sus vendajes tapaban la mitad de su rostro, por lo que iba muy bien abrigado. Sus pantalones eran largos y grisáceos, en sus manos llevaba sus guantes y en su espalda su enorme funda con su arma. En la cintura, el mango de su machete, sobresalía de forma exagerada, lo llevaba así algunas veces debido a que la funda era algo pequeña.
- Según el informe, es en esta isla.
Mencionó despacio mientras ahora saltaba del barco y aterrizaba en la nieve, sus pasos eran silenciosos ante todo, aquello era debido a su buena capacidad de asesino. Pudo divisar una cueva, justo la que había nombrado su amigo, miró hacia atrás y colocó la mano en el suelo un par de segundos. La niebla se formó ocupando un extenso radio tanto de altura como de extensión, abarcando más de cincuenta metros a la redonda, de ese modo nadie se metería. Entró con cuidado activando su haki de observación y detectando al Almirante en un tiempo leve.
- Demonio de la niebla presente hermano.
Llevaba un abrigo blanco con una capucha que le tapaba la cabeza, sus vendajes tapaban la mitad de su rostro, por lo que iba muy bien abrigado. Sus pantalones eran largos y grisáceos, en sus manos llevaba sus guantes y en su espalda su enorme funda con su arma. En la cintura, el mango de su machete, sobresalía de forma exagerada, lo llevaba así algunas veces debido a que la funda era algo pequeña.
- Según el informe, es en esta isla.
Mencionó despacio mientras ahora saltaba del barco y aterrizaba en la nieve, sus pasos eran silenciosos ante todo, aquello era debido a su buena capacidad de asesino. Pudo divisar una cueva, justo la que había nombrado su amigo, miró hacia atrás y colocó la mano en el suelo un par de segundos. La niebla se formó ocupando un extenso radio tanto de altura como de extensión, abarcando más de cincuenta metros a la redonda, de ese modo nadie se metería. Entró con cuidado activando su haki de observación y detectando al Almirante en un tiempo leve.
- Demonio de la niebla presente hermano.
Rylanor
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
De repente una niebla espesa tapó las vistas a Karl. Sonrió, y activó su mantra. Krauser había llegado al fin. Rápidamente sacó sus guantes con recubrimiento de kairoseki y se los puso con cuidado de no rozar el letal metal. Si su compañero se ponía agresivo, tendría que silenciarlo para siempre... y dado que tenía un espadón del mismo material, debía combatirlo con las mismas armas. Esperaba no tener que recurrir a ello. No quería matar a su único amigo, el último que le quedaba. Pero lo haría si no tenía más remedio. Notó la presencia del Almirante acercándose, y se envolvió en la capa ocultando sus guanteletes y su cuerpo. Activó su ojos cyborg, y centró su mira térmica en la niebla. No escuchaba los pasos, pero podía notar la presencia de Krauser acercándose por el borde del acantilado. Finalmente una figura apareció en el ojo cyborg, entre la niebla. Su compañero salió de esta y le saludo. Karl le sonrió y dijo:
- Me alegro de verte, amigo. Ojalá no tuviese que ser nuestro reencuentro en estas condiciones, ni para tratar temas tan oscuros como los que te voy a explicar hoy.
Se calló unos instantes, y comenzó a pasear con cierta intranquilidad por la cueva, pensando cómo abordar el tema. Si escogía las palabras inadecuadas, el marine se enfadaría y rechazaría su propuesta. Tal vez incluso tratase de arrestarle. Debía empezar entonces por la piedra angular de la cuestión. Una de sus principales bazas para conseguir que Samegure diese su brazo a torcer. Le miró a los ojos, y comenzó a hablar, con decisión.
- Creo que nunca te he dicho lo que pienso sobre el Gobierno, o los tenryuubitos. Bien sabes que tengo una visión particular de la justicia. Sabes que busco un mundo pacífico, sin conflictos y donde la gente viva en armonía, y todo se organice de manera racional. Que los dirigentes sean los mejores, los más fuertes y sabios, no los más ricos ni los que tengan un linaje más antiguo. Un bonito sueño, digno de un revolucionario... no de un Almirante marine - suspiró, con cierta pesadez - La Marina es una gran organización. Somos los auténticos defensores de la justicia. Aun cuando ha habido y hay entre nuestras filas escoria, muchos de nuestros chicos son auténticos paladines de la verdad y la paz. Defendemos a la gente de los piratas, los asesinos, los mafiosos, los revolucionarios y los criminales. Y sin embargo, no somos capaces de protegerlos de uno de sus peores enemigos: los mismos que nos dan de comer... los tenryuubitos. Antes de decirme nada - dijo, alzando ligeramente el tono de voz y la mano derecha por si le interrumpía - déjame decirte por qué digo esto. Los tenryuubitos nos gobiernan, y nos financian. Nos dan el potencial de defender a la gente. Sin embargo, ¿cuántos inocentes han sido asesinados o esclavizados por ellos? Incontables. Permíteme relatarte una historia que nadie ha oído. Una que ya posiblemente nadie más que yo y cierto tenryuubito recuerde. Todo ocurrió...
Loguetown, hace trece años
Karl bostezó con cierta pereza. Era un joven apuesto, bastante alto y atlético. Llevaba el pelo corto y una pequeña perilla incipiente. Iba vestido con un chaleco de cuero abierto, que dejaba ver un tatuaje de una quimera que comenzaba en su pecho y continuaba hasta su brazo derecho. A su espalda llevaba una guitarra vieja, y de su cinto colgaban un sable y una pistola. Sus vaqueros estaban viejos, raídos y llenos de agujeros, y calzaba dos sucias botas embarradas. A su lado caminaba un chico más bajito que él, de pelo negro casi rapado. Tenía una expresión feliz y vestía algo más elegante que su compañero rockero. Llevaba una gabardina de color beis, una camisa negra con corbata y pantalones oscuros, además de zapatos algo gastados, pero de calidad. Su nombre era Rino. A diferencia de su rebelde amigo, le gustaba ir elegante. Sin embargo, ninguno de los dos era precisamente rico.
- Es hora de desayunar. ¿Cómo nos las apañamos hoy, quimerín?
- Eso déjamelo a mi. Tú haz lo de siempre - dijo Karl con una sonrisa que no indicaba nada bueno.
Rino le devolvió la sonrisa. Se ajustó la corbata y se acercó a un puesto de frutas del mercadillo. Comenzó a ligar con la tendera, con elegancia y habilidad, mientras el otro se acercaba disimuladamente, silbando. Aprovechando que la dueña estaba demasiado ocupada comiéndose con la mirada a Rino, le "tomó prestadas" tres manzanas y se alejó caminando con naturalidad. Tenía la bastante práctica para hacerlo sin que nadie notase nada. Se acercó a un callejón y le hizo una señal a su compañero de fechorías. Este se desembarazó de la mujer y se reunió con Karl en una calle menos transitada. El chico hizo unos malabares con las frutas y le lanzó una al galante ladronzuelo. Este la cogió al vuelo con una sonrisa. Devoraron su desayuno con avidez, pues no tenían demasiadas oportunidades para comer. Llevaban demasiados días atascados en la trampa mortal que era Loguetown. Su cochambroso barco se había hundido nada más llegar a puerto, y se habían quedado sin dinero en nada. Ahora no tenían medio de transporte ni maneras de comer... la vida no era nada fácil si eras pobre y querías dedicarte a viajar.
Punk Hazard, el presente
Karl suspiró y dirigió su mirada hacia la niebla, melancólico y soñador. Sin apartar la mirada de esta, continuó hablando.
- En aquellos tiempos, yo era un joven inconsciente y con la cabeza llena de historias de piratas caballerosos que vivían aventuras y ayudaban a los necesitados, encontraban tesoros y vivían en una fiesta constante. Yo mismo era pirata, o un intento de uno. Ni siquiera llegué a conseguir recompensa por mi cabeza. Por suerte, o jamás hubiera llegado a marine. Comprende que aun era un crío. No sabía lo que estaba haciendo. ¿Por qué te cuento todo esto? Pronto lo entenderás. La historia aun no ha acabado...
- Me alegro de verte, amigo. Ojalá no tuviese que ser nuestro reencuentro en estas condiciones, ni para tratar temas tan oscuros como los que te voy a explicar hoy.
Se calló unos instantes, y comenzó a pasear con cierta intranquilidad por la cueva, pensando cómo abordar el tema. Si escogía las palabras inadecuadas, el marine se enfadaría y rechazaría su propuesta. Tal vez incluso tratase de arrestarle. Debía empezar entonces por la piedra angular de la cuestión. Una de sus principales bazas para conseguir que Samegure diese su brazo a torcer. Le miró a los ojos, y comenzó a hablar, con decisión.
- Creo que nunca te he dicho lo que pienso sobre el Gobierno, o los tenryuubitos. Bien sabes que tengo una visión particular de la justicia. Sabes que busco un mundo pacífico, sin conflictos y donde la gente viva en armonía, y todo se organice de manera racional. Que los dirigentes sean los mejores, los más fuertes y sabios, no los más ricos ni los que tengan un linaje más antiguo. Un bonito sueño, digno de un revolucionario... no de un Almirante marine - suspiró, con cierta pesadez - La Marina es una gran organización. Somos los auténticos defensores de la justicia. Aun cuando ha habido y hay entre nuestras filas escoria, muchos de nuestros chicos son auténticos paladines de la verdad y la paz. Defendemos a la gente de los piratas, los asesinos, los mafiosos, los revolucionarios y los criminales. Y sin embargo, no somos capaces de protegerlos de uno de sus peores enemigos: los mismos que nos dan de comer... los tenryuubitos. Antes de decirme nada - dijo, alzando ligeramente el tono de voz y la mano derecha por si le interrumpía - déjame decirte por qué digo esto. Los tenryuubitos nos gobiernan, y nos financian. Nos dan el potencial de defender a la gente. Sin embargo, ¿cuántos inocentes han sido asesinados o esclavizados por ellos? Incontables. Permíteme relatarte una historia que nadie ha oído. Una que ya posiblemente nadie más que yo y cierto tenryuubito recuerde. Todo ocurrió...
Loguetown, hace trece años
Karl bostezó con cierta pereza. Era un joven apuesto, bastante alto y atlético. Llevaba el pelo corto y una pequeña perilla incipiente. Iba vestido con un chaleco de cuero abierto, que dejaba ver un tatuaje de una quimera que comenzaba en su pecho y continuaba hasta su brazo derecho. A su espalda llevaba una guitarra vieja, y de su cinto colgaban un sable y una pistola. Sus vaqueros estaban viejos, raídos y llenos de agujeros, y calzaba dos sucias botas embarradas. A su lado caminaba un chico más bajito que él, de pelo negro casi rapado. Tenía una expresión feliz y vestía algo más elegante que su compañero rockero. Llevaba una gabardina de color beis, una camisa negra con corbata y pantalones oscuros, además de zapatos algo gastados, pero de calidad. Su nombre era Rino. A diferencia de su rebelde amigo, le gustaba ir elegante. Sin embargo, ninguno de los dos era precisamente rico.
- Es hora de desayunar. ¿Cómo nos las apañamos hoy, quimerín?
- Eso déjamelo a mi. Tú haz lo de siempre - dijo Karl con una sonrisa que no indicaba nada bueno.
Rino le devolvió la sonrisa. Se ajustó la corbata y se acercó a un puesto de frutas del mercadillo. Comenzó a ligar con la tendera, con elegancia y habilidad, mientras el otro se acercaba disimuladamente, silbando. Aprovechando que la dueña estaba demasiado ocupada comiéndose con la mirada a Rino, le "tomó prestadas" tres manzanas y se alejó caminando con naturalidad. Tenía la bastante práctica para hacerlo sin que nadie notase nada. Se acercó a un callejón y le hizo una señal a su compañero de fechorías. Este se desembarazó de la mujer y se reunió con Karl en una calle menos transitada. El chico hizo unos malabares con las frutas y le lanzó una al galante ladronzuelo. Este la cogió al vuelo con una sonrisa. Devoraron su desayuno con avidez, pues no tenían demasiadas oportunidades para comer. Llevaban demasiados días atascados en la trampa mortal que era Loguetown. Su cochambroso barco se había hundido nada más llegar a puerto, y se habían quedado sin dinero en nada. Ahora no tenían medio de transporte ni maneras de comer... la vida no era nada fácil si eras pobre y querías dedicarte a viajar.
Punk Hazard, el presente
Karl suspiró y dirigió su mirada hacia la niebla, melancólico y soñador. Sin apartar la mirada de esta, continuó hablando.
- En aquellos tiempos, yo era un joven inconsciente y con la cabeza llena de historias de piratas caballerosos que vivían aventuras y ayudaban a los necesitados, encontraban tesoros y vivían en una fiesta constante. Yo mismo era pirata, o un intento de uno. Ni siquiera llegué a conseguir recompensa por mi cabeza. Por suerte, o jamás hubiera llegado a marine. Comprende que aun era un crío. No sabía lo que estaba haciendo. ¿Por qué te cuento todo esto? Pronto lo entenderás. La historia aun no ha acabado...
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
La voz del Almirante no tardó mucho en llegar a los oídos del marine, el cual giró su rostro activando su lentilla especial y mirando ahora hacia la silueta de Karl. No entendía por qué estaban en ese lugar, pero de repente las primeras palabras de su compañero le dieron una ligera idea de ello. Los temas oscuros podían salir por muchos sitios, pero no parecía ni tenía la pinta de ser una conversación sobre alguna banda pirata, la intuición del demonio le decía que estaba pasando algo. Observó como ahora el Almirante caminaba por la cueva de forma calmada, hasta que tras unos instantes se paró cerca de él y le miró a los ojos, cosa que también hizo el mismo Samegure. Las palabras de aquel hombre hicieron al castaño abrir los ojos de forma rápida, ese pensamiento era muy similar al del demonio, tal vez se diferenciaban en un par de cosas sin importancia. Cierto era que los corruptos estaban por todos lados y que la marina merecía gobernar por lo que eran, justos, sabios y poderosos, no unos idiotas pijos con dinero con privilegios de nacimiento. Ya comprobó la osadía de algunos, como aquella chica de Water Seven llamaba Samanta. La cual puso tan nervioso al castaño que le habló con desprecio, sabiendo lo que se jugaba.
Acto seguido el marine comenzó a contarle una historia, el Gran Espada no le interrumpió, prefirió escucharle pues aquel caso era muy serio. No pensaba echarle nada en cara ni arrestarle, antes se echaría la culpa así mismo, Karl era su mejor amigo ante todos los demás. Lo apreciaba mucho más que a Dexter o Drake, era un de las dos personas por las que daría la vida sin pensarlo. Aunque su instinto protector le ponía muchas veces en peligro por cualquiera de sus hombres, después de unos segundos acabó la historia y le dijo que le contaba todo aquello por una razón que entendería después de todo. Al parecer todavía no había acabado de hablar ni de decir lo que tenía que decir. Las conclusiones que iba sacando Krauser eran muchas, en primer lugar ya entendía por qué había elegido un lugar así y el motivo de haber quemado la carta. Una leve sonrisa se formó en el rostro del marine, cosa que no se pudo apreciar por los vendajes que llevaba puestos, pero de repente miró al Almirante a los ojos de forma seria. La niebla era espesa, prueba de que su manejo con ella era mejor que la última vez, incluso ahora realizó una habilidad nueva. La niebla alrededor de su cuerpo y el de su amigo, se separó de forma violenta como si hubiese sido repelida, haciendo que cada cuerpo tuviera la niebla separada un metro de ese modo ambos quedaron cara a cara a una velocidad impresionante.
- Si tienes algo que decir dilo ahora Karl, te conozco bien. No voy a hacer nada en tu contra. Veo que llevas los guantes de que te mejoré. Cuidado con ellos, podrían ser el fin de cualquier usuario, deberías cubrir mejor tus espaldas amigo.
Krauser pudo verlos nada más separar la niebla, sus palabras habían parecido algo amenazadoras, incluso dejó ver la hoja de su machete. Ahora dio un paso hacia Karl mientras sonreía de lado y estiraba su mano hacia él de forma violenta. Parecía que iba a atacarle, sin embargo lo que hizo fue agarrar su mano, estrechándola con la suya y de esa forma quedando debilitado. Apretó la mano sin soltarse, sintiendo la sensación de debilidad por su cuerpo y entrecerrando los ojos por ello, la niebla se fue retirando debido a eso y un trueno sonó con fuerza en el exterior. Pese a aquello, el marine se alzó como pudo notando un leve temblor en las piernas y mirando de frente a su hermano, de repente comenzó a hablarle en un tono serio y algo grave, más de lo normal debido al cansancio.
- De esta forma siéntete libre de decir todo lo que piensas y lo que quieras. Te lo dije en el coliseo, nunca voy a intentar matarte o detenerte, eres mi amigo, eres mi hermano. Adelante Kurotora, ya estoy bien controlado.
Rylanor
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Karl se quedó de piedra al ver lo que Krauser acababa de hacer. Lo miró, boquiabierto y sin encontrar palabra alguna que decir. ¿Realmente había planeado matar a aquel hombre si no se le unía? El labio inferior comenzó a temblarle. Soltó la mano del Almirante violentamente, y una lágrima salió de su ojo sano. Sollozando, abrazó con fuerza a su amigo procurando no rozarle la piel con el kairoseki. ¿En serio había llegado a quitarle valor a la amistad hasta aquel punto? "Es venganza para un amigo muerto lo que buscaba. Y ahora, ¿iba a matar al último que me queda para hacerlo? Qué idiota soy. Me he dejado consumir por las sombras y la oscuridad. Todo por una venganza." Podía haberse vuelto cruel. Podía ser violento, malvado y estar podrido por dentro. Pero el joven Karl aun seguía vivo en su interior. Todo lo demás era fachada, nacida de su dolor.
- Perdóname. Llegué a dudar de ti hasta el punto que estaba preparado para matarte si pensabas traicionarme o arrestarme. Lo siento, amigo mío... ¿cuándo he llegado a este punto? - se apartó de él, tratando de calmarse, y se secó las lágrimas contra su antebrazo - En fin... se ahora que puedo confiar totalmente en ti, así que continuaré mi historia.
Loguetown, hace trece años
Al fin tenían el estómago lleno, o tanto como era posible con una manzana y media por cabeza. Era hora de salir a buscarse la vida. Llevaban ya varios días recorriendo la ciudad en busca de algún sitio donde ganarse un dinerillo, o algún ricachón desprevenido al que desvalijar. De momento no habían tenido suerte. Pero aquel día su fortuna cambiaría. Pero no tomaría el rumbo que ellos deseaban... cuando pasaban cerca de la plaza principal, escucharon un grito de dolor. Karl no lo dudó y echó a correr en esa dirección.
- ¡Ey, Karl! ¡Espérame! - exclamó Rino.
Un espectáculo poco agradable les esperaba en la plaza del patíbulo. Con la plataforma de ejecución de fondo, un hombre con un extraño traje blanco azotaba con un látigo a otro vestido con harapos y con un collar metálico en su cuello. Era un esclavo. Este trataba de cubrirse como podía del arma, pero la fusta iba hiriendo su piel e inflingiéndole heridas bastante feas en su piel. Karl frunció el ceño y apretó su puño, enfadado, pero Rino le apoyó una mano en el hombro para contenerlo. Sin embargo, el esclavo se levantó de repente y le propinó una patada en la entrepierna a su torturador. Aprovechó el momento para intentar huir, pero el hombre gritó:
- ¡Que no escape!
Un grupo de matones armados con katanas y mazas salieron tras él. Sin embargo, dos figuras se metieron en su camino. Karl y Rino. El corpulento joven se crujió los nudillos.
- Os la habéis cargado. No toleramos que se torture a nadie inocente. ¿Verdad, Rino? - dijo, crujiéndose los nudillos.
Acto seguido, de un puñetazo en la barbilla noqueó al más cercano. Una katana acto seguido estuvo a punto de cercenarle el brazo, pero alguien la bloqueó con dos machetes. Era Rino. Karl sonrió, agradecido, y desenvainó su sable y sacó su pistola. Una batalla estaba a punto de comenzar, pero entonces una explosión y un grito agónico los interrumpió. Se giraron, para ver con horror al esclavo ensangrentado en el suelo. El hombre había hecho explotar el collar.
- Vosotros, mocosos. ¿Es que no tenéis respeto por los Hijos del Cielo, escoria? - preguntó el del traje blanco - Soy un Noble Mundial. Y esa cosa de ahí es mi propiedad. Tengo derecho a hacer lo que quiera con él. Ahora matadlos por meterse en mis asuntos.
De repente una bomba de humo explotó, y alguien agarró del brazo a Karl y se lo llevó consigo. Pronto se vio corriendo por una calle secundaria, llevado por Rino. El chico había sabido actuar rápido, por suerte para el joven pirata.
- Es la segunda vez que me salvas hoy. Esperemos que no haya una tercera, ya sabes lo que se dice - dijo, con una risotada.
- He salvado nuestros culos, capullo - le respondió el moreno, riéndose él también - ¿O no te das cuenta de que estaba tan hasta el cuello en el lío como tú? ¡Un tenryuubito! Esperemos que no se haya quedado con nuestras caras, o estamos muertos
Rino estaba siendo tan jovial y alegre como siempre, pero Karl lo conocía. Era una risa sobreactuada. Estaba preocupado... y con razón.
- En todo caso, sigamos corriendo.
- Perdóname. Llegué a dudar de ti hasta el punto que estaba preparado para matarte si pensabas traicionarme o arrestarme. Lo siento, amigo mío... ¿cuándo he llegado a este punto? - se apartó de él, tratando de calmarse, y se secó las lágrimas contra su antebrazo - En fin... se ahora que puedo confiar totalmente en ti, así que continuaré mi historia.
Loguetown, hace trece años
Al fin tenían el estómago lleno, o tanto como era posible con una manzana y media por cabeza. Era hora de salir a buscarse la vida. Llevaban ya varios días recorriendo la ciudad en busca de algún sitio donde ganarse un dinerillo, o algún ricachón desprevenido al que desvalijar. De momento no habían tenido suerte. Pero aquel día su fortuna cambiaría. Pero no tomaría el rumbo que ellos deseaban... cuando pasaban cerca de la plaza principal, escucharon un grito de dolor. Karl no lo dudó y echó a correr en esa dirección.
- ¡Ey, Karl! ¡Espérame! - exclamó Rino.
Un espectáculo poco agradable les esperaba en la plaza del patíbulo. Con la plataforma de ejecución de fondo, un hombre con un extraño traje blanco azotaba con un látigo a otro vestido con harapos y con un collar metálico en su cuello. Era un esclavo. Este trataba de cubrirse como podía del arma, pero la fusta iba hiriendo su piel e inflingiéndole heridas bastante feas en su piel. Karl frunció el ceño y apretó su puño, enfadado, pero Rino le apoyó una mano en el hombro para contenerlo. Sin embargo, el esclavo se levantó de repente y le propinó una patada en la entrepierna a su torturador. Aprovechó el momento para intentar huir, pero el hombre gritó:
- ¡Que no escape!
Un grupo de matones armados con katanas y mazas salieron tras él. Sin embargo, dos figuras se metieron en su camino. Karl y Rino. El corpulento joven se crujió los nudillos.
- Os la habéis cargado. No toleramos que se torture a nadie inocente. ¿Verdad, Rino? - dijo, crujiéndose los nudillos.
Acto seguido, de un puñetazo en la barbilla noqueó al más cercano. Una katana acto seguido estuvo a punto de cercenarle el brazo, pero alguien la bloqueó con dos machetes. Era Rino. Karl sonrió, agradecido, y desenvainó su sable y sacó su pistola. Una batalla estaba a punto de comenzar, pero entonces una explosión y un grito agónico los interrumpió. Se giraron, para ver con horror al esclavo ensangrentado en el suelo. El hombre había hecho explotar el collar.
- Vosotros, mocosos. ¿Es que no tenéis respeto por los Hijos del Cielo, escoria? - preguntó el del traje blanco - Soy un Noble Mundial. Y esa cosa de ahí es mi propiedad. Tengo derecho a hacer lo que quiera con él. Ahora matadlos por meterse en mis asuntos.
De repente una bomba de humo explotó, y alguien agarró del brazo a Karl y se lo llevó consigo. Pronto se vio corriendo por una calle secundaria, llevado por Rino. El chico había sabido actuar rápido, por suerte para el joven pirata.
- Es la segunda vez que me salvas hoy. Esperemos que no haya una tercera, ya sabes lo que se dice - dijo, con una risotada.
- He salvado nuestros culos, capullo - le respondió el moreno, riéndose él también - ¿O no te das cuenta de que estaba tan hasta el cuello en el lío como tú? ¡Un tenryuubito! Esperemos que no se haya quedado con nuestras caras, o estamos muertos
Rino estaba siendo tan jovial y alegre como siempre, pero Karl lo conocía. Era una risa sobreactuada. Estaba preocupado... y con razón.
- En todo caso, sigamos corriendo.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Krauser se preparaba para escuchar las palabras de aquel hombre de larga melena que tenía frente a sus ojos, le costaba tenerse en pie, las venas se le marcaron en la frente debido al esfuerzo que hacía para estar de pie. Ese metal era lo peor para los usuarios, incluso el marine se ponía a pensar que resultaba peor que el mismísimo mar. El frío era otro de los problemas, al estar así, sus defensas se debilitaban, pero de repente notó como la mano de Karl se separaba de la suya con fuerza. El marine ahora cayó de rodillas frente el Almirante, cerró los ojos y agachó la cabeza, comenzando a respirar algo más rápido, notando una mejoría increíble por su cuerpo. Había mucha diferencia al estar notando esa cosa a estar libre, ahora se levantó de forma calmada, no le dio tiempo a mirar a su compañero en el Almirantazgo. Pasó algo que no se esperaba.
Notó como es que este se le echaba encima, no creía que fuera a atacarle, confiaba en él. Sintió la sensación de aquel abrazo, sus ojos se abrieron, estaba impresionado, de modo que aquello era lo que las personas llamaban “abrazo”. Krauser nunca había recibido uno desde hacía ya muchísimos años, desde que había ingresado en la marina y perdido a su familia, no había sentido muestras de cariño. Salvo por parte de su compañero, tal vez Karl era el motivo por el que Krauser no era un cabrón asesino sin sentido del valor, aunque no lo supiera, el demonio era hoy en día un Almirante gracias a él. Correspondió el abrazo sonriendo de lado, escuchó sus palabras sobre la planeación de un ataque hacía él, aún así el castaño confiaba en que no hubiera pasado. Observó a su compañero una vez se separó y se quedó mirando al suelo, acto seguido alzó la mirada con valentía poniéndose serio y escuchando su historia con atención.
Malditos nobles hijos de puta, no podía creer lo que escuchaba, la sangre le empezó a hervir por unos momentos y solo se notó en sus puños, los cuales apretaba con fuerza. Seguramente el final no iba a hacerle gracia, podía verlo venir, el demonio de la niebla seguía escuchando con atención las palabras del castaño del pelo largo. Ese chico parecía una buena persona, seguramente le habría gustado mucho conocerlo, luego le preguntaría a Karl que fue de él, aunque antes quería saber todo, no fuera a decir algo que no debía. Lo peor de todo es que todos esos actos estaban legalizados por parte del gobierno para los poderosos en el tema económico, con él como parte del Gorosei, eso nunca habría ocurrido, igualdad para todos era una de sus metas.
Aunque el CP no entraba en sus planes, esos cabrones asesinos merecían estar ahorcados, aunque no todos eran igual, había conocido a Etsu, el chico parecía ser la excepción que confirmaba la regla. Al mismo tiempo se acordó de su amigo Wesker D Kakashi… otro agente con buenas intenciones, asesinado por el puto asesino del fuego, Jin Surfer. Eso hizo que por unos segundos apretaras mucho más los puños, hasta el extremo de hacerse daño, ahora siguió escuchando callado, no quería interrumpir al Almirante en su historia.
Notó como es que este se le echaba encima, no creía que fuera a atacarle, confiaba en él. Sintió la sensación de aquel abrazo, sus ojos se abrieron, estaba impresionado, de modo que aquello era lo que las personas llamaban “abrazo”. Krauser nunca había recibido uno desde hacía ya muchísimos años, desde que había ingresado en la marina y perdido a su familia, no había sentido muestras de cariño. Salvo por parte de su compañero, tal vez Karl era el motivo por el que Krauser no era un cabrón asesino sin sentido del valor, aunque no lo supiera, el demonio era hoy en día un Almirante gracias a él. Correspondió el abrazo sonriendo de lado, escuchó sus palabras sobre la planeación de un ataque hacía él, aún así el castaño confiaba en que no hubiera pasado. Observó a su compañero una vez se separó y se quedó mirando al suelo, acto seguido alzó la mirada con valentía poniéndose serio y escuchando su historia con atención.
Malditos nobles hijos de puta, no podía creer lo que escuchaba, la sangre le empezó a hervir por unos momentos y solo se notó en sus puños, los cuales apretaba con fuerza. Seguramente el final no iba a hacerle gracia, podía verlo venir, el demonio de la niebla seguía escuchando con atención las palabras del castaño del pelo largo. Ese chico parecía una buena persona, seguramente le habría gustado mucho conocerlo, luego le preguntaría a Karl que fue de él, aunque antes quería saber todo, no fuera a decir algo que no debía. Lo peor de todo es que todos esos actos estaban legalizados por parte del gobierno para los poderosos en el tema económico, con él como parte del Gorosei, eso nunca habría ocurrido, igualdad para todos era una de sus metas.
Aunque el CP no entraba en sus planes, esos cabrones asesinos merecían estar ahorcados, aunque no todos eran igual, había conocido a Etsu, el chico parecía ser la excepción que confirmaba la regla. Al mismo tiempo se acordó de su amigo Wesker D Kakashi… otro agente con buenas intenciones, asesinado por el puto asesino del fuego, Jin Surfer. Eso hizo que por unos segundos apretaras mucho más los puños, hasta el extremo de hacerse daño, ahora siguió escuchando callado, no quería interrumpir al Almirante en su historia.
Rylanor
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Loguetown, hace trece años
Llegaron a una plaza secundaria mientras huían. Entonces una figura se interpuso en su camino. Era un joven alto, un par de años mayor que Karl. Pelo negro de media melena, ropajes oscuros y con un cuchillo al cinto. Lo reconoció al instante: era un chico de su aldea. Su rival de la infancia, Irvin. Este lo miró, algo sorprendido, y de repente sonrió con malicia.
- Vaya, pero qué tenemos aquí... y yo que buscaba a los infelices que intentaron atacar a un tenryuubito y me encuentro con mi viejo amigo Karl. Bueno... siempre puedo decir que se me escaparon. Mientras tanto tú y yo vamos a tener una charla - dijo, con una falsa sonrisa y una mirada cargada odio.
- Adelántate. Yo me encargo de él - dijo el chico quimera. Rino asintió, y se fue.
Karl miró con odio al otro. Su disputa venía desde que eran niños. Siempre se habían peleado. Ya ninguno recordaba la razón por la que habían empezado sus peleas, pero la cosa había ido a peor con los años. Y cuando el chico comenzó a frecuentar al pirata Jeremy, e Irvin fue al cuartel más cercano de la Marina a alistarse, se hicieron irreconciliables enemigos. El otro nunca supo si Karl había llegado a hacerse pirata, pero lo sospechaba. Sin embargo... ¿qué había sin su uniforme?
- Sorprendido, ¿verdad? Me están entrenando para unirme a la división de élite del Gobierno, el Cipher Pol. No soy un enemigo al que puedas ganar.
- Menos fanfarroneo y más pelear - dijo Karl.
Sin mediar una palabra más, desenfundó su pistola y disparó. Sin embargo Irvin se movió y erró el tiro. Era muy veloz. Maldijo, desenvainó el sable y cargó hacia él. En cuanto llegaron al cuerpo a cuerpo, Karl trató de fintar con la espada y apuntarle a la cabeza con la pistola, pero el otro le hizo una llave, le inmovilizó la mano y le apretó un punto concreto del codo. Notó un pinchazo y el brazo entero se le durmió. Un cosquilleo desagradable lo recorrió, mientras soltaba la pistola. El pirata bramó, enfadado, y trató de darle un golpe con el mango de la espada en la sien, pero con otro movimiento lo desarmó, quitándole el sable y tirándolo al suelo. Acto seguido le dio una veloz ráfaga de puñetazos a la cara y el torso. El chico retrocedió, trastabilló y cayó al suelo. Trató de incorporarse, pero cuando estaba de rodillas, Irvin ya estaba junto a él empuñando su cuchillo.
- Despídete, Karl.
"¿En serio me va a matar por una pelea de críos? Algo más tiene que haber" Sin embargo no iba a morir tan fácilmente. De repente se transformó en su forma híbrida, y su cabeza de serpiente le mordió con fuerza el brazo, y tiró de este arrancándole el antebrazo. El futuro Almirante chilló, agarrándose el muñón y cayendo de rodillas. Karl volvió a su forma humana, pálido y asustado, y echó a correr.
Llegaron a una plaza secundaria mientras huían. Entonces una figura se interpuso en su camino. Era un joven alto, un par de años mayor que Karl. Pelo negro de media melena, ropajes oscuros y con un cuchillo al cinto. Lo reconoció al instante: era un chico de su aldea. Su rival de la infancia, Irvin. Este lo miró, algo sorprendido, y de repente sonrió con malicia.
- Vaya, pero qué tenemos aquí... y yo que buscaba a los infelices que intentaron atacar a un tenryuubito y me encuentro con mi viejo amigo Karl. Bueno... siempre puedo decir que se me escaparon. Mientras tanto tú y yo vamos a tener una charla - dijo, con una falsa sonrisa y una mirada cargada odio.
- Adelántate. Yo me encargo de él - dijo el chico quimera. Rino asintió, y se fue.
Karl miró con odio al otro. Su disputa venía desde que eran niños. Siempre se habían peleado. Ya ninguno recordaba la razón por la que habían empezado sus peleas, pero la cosa había ido a peor con los años. Y cuando el chico comenzó a frecuentar al pirata Jeremy, e Irvin fue al cuartel más cercano de la Marina a alistarse, se hicieron irreconciliables enemigos. El otro nunca supo si Karl había llegado a hacerse pirata, pero lo sospechaba. Sin embargo... ¿qué había sin su uniforme?
- Sorprendido, ¿verdad? Me están entrenando para unirme a la división de élite del Gobierno, el Cipher Pol. No soy un enemigo al que puedas ganar.
- Menos fanfarroneo y más pelear - dijo Karl.
Sin mediar una palabra más, desenfundó su pistola y disparó. Sin embargo Irvin se movió y erró el tiro. Era muy veloz. Maldijo, desenvainó el sable y cargó hacia él. En cuanto llegaron al cuerpo a cuerpo, Karl trató de fintar con la espada y apuntarle a la cabeza con la pistola, pero el otro le hizo una llave, le inmovilizó la mano y le apretó un punto concreto del codo. Notó un pinchazo y el brazo entero se le durmió. Un cosquilleo desagradable lo recorrió, mientras soltaba la pistola. El pirata bramó, enfadado, y trató de darle un golpe con el mango de la espada en la sien, pero con otro movimiento lo desarmó, quitándole el sable y tirándolo al suelo. Acto seguido le dio una veloz ráfaga de puñetazos a la cara y el torso. El chico retrocedió, trastabilló y cayó al suelo. Trató de incorporarse, pero cuando estaba de rodillas, Irvin ya estaba junto a él empuñando su cuchillo.
- Despídete, Karl.
"¿En serio me va a matar por una pelea de críos? Algo más tiene que haber" Sin embargo no iba a morir tan fácilmente. De repente se transformó en su forma híbrida, y su cabeza de serpiente le mordió con fuerza el brazo, y tiró de este arrancándole el antebrazo. El futuro Almirante chilló, agarrándose el muñón y cayendo de rodillas. Karl volvió a su forma humana, pálido y asustado, y echó a correr.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Irvin, ese capullo asesinado en la isla de Loguetown hacía ya tres años. Al parecer llevaba siendo enemigo de Karl durante mucho tiempo, esa historia cogía un rumbo cada vez más intenso. Intentar matar por un simple robo, maldita escoria, tal vez tenía merecida su muerte. La generación anterior de Almirantes había caído en picado, siendo ahora sustituida por la nueva generación, Krauser, Karl, Minato. Una mejor a la anterior según el pensamiento del marine castaño, tampoco se quejaba del Almirante de la flota, era un tipo agradable según pensaba. Por el momento todo parecía ir sobre ruedas para la marina, aunque eso podía cambiar en cualquier momento.
Otro dato curioso que acababa de conocer en esa helada isla, se trataba de la información de que su amigo ya tenía la fruta de la Quimera desde niño, debía tener un control increíble con ella, más de lo que el demonio podía imaginar quizás. El enorme asesino seguía escuchando la historia sin interrumpirle de ninguna forma, sabía que eso no era algo muy educado que digamos y menos entre dos amigos. Aún se preguntaba qué era lo que había hecho a Kurotora a llamarle aquella isla, le había dicho una gran verdad nada más llegar, pero aún no le había dicho todo o al menos eso parecía. Era como si en esa historia hubiese algo más que sirviera para mostrarle algún tipo de pensamiento.
También acababa de descubrir que fue su amigo quién se ocupó de cortar el brazo de ese Almirante, de todas formas no era algo muy importante ahora. El mantra de Krauser continuaba activado, no se fiaba, cualquier persona podía acercarse a espiarle y eso no era algo bueno. Era intimidante pensar que dos de los hombres más poderosos de los siete mares estuvieran allí dentro, pero el caso era el seguir escuchando la historia de Karl. El Gran Espada estaba deseando saber el final de una vez, la impaciencia era algo grande en esas situaciones para él, al contrario de sus misiones de asesinato, dónde era muy paciente.
Otro dato curioso que acababa de conocer en esa helada isla, se trataba de la información de que su amigo ya tenía la fruta de la Quimera desde niño, debía tener un control increíble con ella, más de lo que el demonio podía imaginar quizás. El enorme asesino seguía escuchando la historia sin interrumpirle de ninguna forma, sabía que eso no era algo muy educado que digamos y menos entre dos amigos. Aún se preguntaba qué era lo que había hecho a Kurotora a llamarle aquella isla, le había dicho una gran verdad nada más llegar, pero aún no le había dicho todo o al menos eso parecía. Era como si en esa historia hubiese algo más que sirviera para mostrarle algún tipo de pensamiento.
También acababa de descubrir que fue su amigo quién se ocupó de cortar el brazo de ese Almirante, de todas formas no era algo muy importante ahora. El mantra de Krauser continuaba activado, no se fiaba, cualquier persona podía acercarse a espiarle y eso no era algo bueno. Era intimidante pensar que dos de los hombres más poderosos de los siete mares estuvieran allí dentro, pero el caso era el seguir escuchando la historia de Karl. El Gran Espada estaba deseando saber el final de una vez, la impaciencia era algo grande en esas situaciones para él, al contrario de sus misiones de asesinato, dónde era muy paciente.
Rylanor
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Loguetown, hace trece años
No encontraba a Rino. Daba igual por dónde buscara, simplemente no había manera. Comenzó a dar vueltas por la ciudad, inquieto. ¿Lo habrían atrapado? Pasaron las horas, sin que encontrase ninguna pista que le dijese dónde podría estar, cuando alguien encapuchado chocó contra él. El joven retrocedió un paso, algo confuso y tomado por sorpresa, y se dio cuenta de que algo caía al suelo. Se agachó a recogerlo, y vio que era una nota. Quiso girarse para buscar al hombre y dársela, pero no lo vio. ¿Dónde estaría? Bueno, parecía que ahora era suya. La abrió, y lo que vio no le gustó.
Si quieres volver a ver a tu amigo Rino, ve al sótano del bar El Condado. Te estaré esperado.
Srogo
Una hora después
Descendía por una escalera débilmente iluminada. Debía salvarle, después de todo su amigo había hecho lo mismo por él antes. Comprobó que la pistola estuviese cargada y lista para disparar, y descendió al sótano. Lo que vio lo atormentaría durante años en sus peores pesadillas. El cuerpo de Rino ensangrentado, colgando inerte por los brazos de unas cadenas en el techo. Su cabeza estaba caída hacia adelante de tal forma que el pelo le tabapa la cara. Múltiples cortes, quemaduras y contusiones decoraban cada centímetro de su piel.
- Rino... ¿Qué te han hecho?
Escuchó una carcajada malévola, y el imponente hombre al que llamaban Srogo salió de una esquina, blandiendo una maza. Era alto y mucho más musculoso que Karl. Un tatuaje rojo de un dragón adornaba su hombro derecho, y llevaba su pelo rubio rapado al cero por los lados de la cabeza y por encima algo más largo.
- Lo siento chico, los negocios son los negocios.
- ¿Ne-negocios? - tartamudeó Karl - ¿Qué clase de loco eres? ¡¿Quién torturaría de esa manera a un hombre indefenso sólo por dinero?!
- Vaya chico, veo que eres aún muy joven. ¿Creías que ser pirata era una aventura maravillosa en la que encontrarías tesoros día sí y día también, dormirías en playas exóticas y tendrías fiestas diarias con tus nakamas? La vida es una perra. Esa es la verdad. Y si no quieres que te muerda en los cojones, tienes que agarrarla por el hocico y partirle el cuello. Necesito dinero para comer, como todos. Como mercenario, mi profesión es matar. Ya deberías estar acostumbrado a esto... ¿No eras pirata? Un pirata mata y roba a los demás, chico.
- No... yo no... nosotros...
- Ya veo. Eres un inconsciente que se hizo a la mar con ideas fantasiosas, y que ahora ve cómo es realmente el mundo. Mira, no tengo nada en contra tuya, chico, pero habéis molestado a alguien poderoso y ese alguien os quiere muertos. Si tu colega sigue vivo, ha sido para tenderte una trampa. Y ahora que has entrado en la habitación... - chasqueó los dedos y alguien cerró la puerta detrás suya de un portazo - tu compañero ya no me es útil, ni tú. ¿Podrías hacerme el favor de morirte?
Con un veloz movimiento de mano, le dio un mazazo a su amigo en el pecho. Karl escuchó con terror y claridad cómo la caja torácica de Rino se rompía en mil pedazos en el interior de su cuerpo. El chico dio un último grito de agonía antes de que las astillas de los huesos le desgarrasen los pulmones, impidiéndole respirar o gritar. El joven pirata contemplaba la escena aterrado, mientras comenzó a hiperventilar. Srogo se reía a carcajadas, y todo se volvió negro para Karl.
Cuando recuperó la consciencia, estaba empapado en sangre de los pies a la cabeza. Por un momento se asustó, pero vio que no era suya. Entonces lo recordó.
- ¡Rino!
Corrió por el sótano hasta su compañero, esquivando charcos y objetos que había tirados por todo el suelo de la estancia. Llegó hasta su compañero, lo desencadenó y depositó en el suelo. Llevado por la desesperación, y aún sabiendo que era inútil, trató de hablarle y despertarlo. Lo removió llamándolo con voz temblorosa.
- Rino... Rino no me asustes así. No me hagas esto. Me estoy empezando a asustar de verdad.
El chico comenzó a temblar mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.
- ¿Rino...?
Era inútil, y lo sabía. Su leal amigo estaba muerto. Comenzó primero a sollozar suavemente y luego a gritar y maldecir. Tras un buen rato, su impotencia derivó en rabia. Comenzó a dar puñetazos al suelo hasta hacerse sangre, mientras daba gritos ininteligibles. Algo en su mente había muerto para siempre, y en ese momento se balanceaba en el límite entre la locura y la cordura. Finalmente se quedó totalmente quieto, con la mente en blanco. Como un autómata, se levantó y miró a su alrededor en busca de Srogo. Entonces se fijó en que los charcos y objetos que había por el suelo no eran otra cosa que sangre y pedazos de carne humana, huesos y órganos. La trastocada mente de Karl perdió cualquier rastro de cordura y este comenzó a reírse a carcajadas...
Punk Hazard, presente
Lágrimas de rabia caían a mares por las mejillas del marine. Los recuerdos de aquel fatídico día eran lo que alimentaba su odio, su ira, sus ansias de venganza... Miró a Krauser, con el rostro enmarcado por la ira, y dijo:
- Los tenryuubitos deben pagar por sus crímenes. Yo haré que se lamenten y lloren inflingiéndoles el mismo daño que han causado a sus víctimas: les arrebataré todo lo que poseen y son. Acabaré con la Nobleza Mundial y sus privilegios.
No encontraba a Rino. Daba igual por dónde buscara, simplemente no había manera. Comenzó a dar vueltas por la ciudad, inquieto. ¿Lo habrían atrapado? Pasaron las horas, sin que encontrase ninguna pista que le dijese dónde podría estar, cuando alguien encapuchado chocó contra él. El joven retrocedió un paso, algo confuso y tomado por sorpresa, y se dio cuenta de que algo caía al suelo. Se agachó a recogerlo, y vio que era una nota. Quiso girarse para buscar al hombre y dársela, pero no lo vio. ¿Dónde estaría? Bueno, parecía que ahora era suya. La abrió, y lo que vio no le gustó.
Si quieres volver a ver a tu amigo Rino, ve al sótano del bar El Condado. Te estaré esperado.
Srogo
Una hora después
Descendía por una escalera débilmente iluminada. Debía salvarle, después de todo su amigo había hecho lo mismo por él antes. Comprobó que la pistola estuviese cargada y lista para disparar, y descendió al sótano. Lo que vio lo atormentaría durante años en sus peores pesadillas. El cuerpo de Rino ensangrentado, colgando inerte por los brazos de unas cadenas en el techo. Su cabeza estaba caída hacia adelante de tal forma que el pelo le tabapa la cara. Múltiples cortes, quemaduras y contusiones decoraban cada centímetro de su piel.
- Rino... ¿Qué te han hecho?
Escuchó una carcajada malévola, y el imponente hombre al que llamaban Srogo salió de una esquina, blandiendo una maza. Era alto y mucho más musculoso que Karl. Un tatuaje rojo de un dragón adornaba su hombro derecho, y llevaba su pelo rubio rapado al cero por los lados de la cabeza y por encima algo más largo.
- Lo siento chico, los negocios son los negocios.
- ¿Ne-negocios? - tartamudeó Karl - ¿Qué clase de loco eres? ¡¿Quién torturaría de esa manera a un hombre indefenso sólo por dinero?!
- Vaya chico, veo que eres aún muy joven. ¿Creías que ser pirata era una aventura maravillosa en la que encontrarías tesoros día sí y día también, dormirías en playas exóticas y tendrías fiestas diarias con tus nakamas? La vida es una perra. Esa es la verdad. Y si no quieres que te muerda en los cojones, tienes que agarrarla por el hocico y partirle el cuello. Necesito dinero para comer, como todos. Como mercenario, mi profesión es matar. Ya deberías estar acostumbrado a esto... ¿No eras pirata? Un pirata mata y roba a los demás, chico.
- No... yo no... nosotros...
- Ya veo. Eres un inconsciente que se hizo a la mar con ideas fantasiosas, y que ahora ve cómo es realmente el mundo. Mira, no tengo nada en contra tuya, chico, pero habéis molestado a alguien poderoso y ese alguien os quiere muertos. Si tu colega sigue vivo, ha sido para tenderte una trampa. Y ahora que has entrado en la habitación... - chasqueó los dedos y alguien cerró la puerta detrás suya de un portazo - tu compañero ya no me es útil, ni tú. ¿Podrías hacerme el favor de morirte?
Con un veloz movimiento de mano, le dio un mazazo a su amigo en el pecho. Karl escuchó con terror y claridad cómo la caja torácica de Rino se rompía en mil pedazos en el interior de su cuerpo. El chico dio un último grito de agonía antes de que las astillas de los huesos le desgarrasen los pulmones, impidiéndole respirar o gritar. El joven pirata contemplaba la escena aterrado, mientras comenzó a hiperventilar. Srogo se reía a carcajadas, y todo se volvió negro para Karl.
Cuando recuperó la consciencia, estaba empapado en sangre de los pies a la cabeza. Por un momento se asustó, pero vio que no era suya. Entonces lo recordó.
- ¡Rino!
Corrió por el sótano hasta su compañero, esquivando charcos y objetos que había tirados por todo el suelo de la estancia. Llegó hasta su compañero, lo desencadenó y depositó en el suelo. Llevado por la desesperación, y aún sabiendo que era inútil, trató de hablarle y despertarlo. Lo removió llamándolo con voz temblorosa.
- Rino... Rino no me asustes así. No me hagas esto. Me estoy empezando a asustar de verdad.
El chico comenzó a temblar mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.
- ¿Rino...?
Era inútil, y lo sabía. Su leal amigo estaba muerto. Comenzó primero a sollozar suavemente y luego a gritar y maldecir. Tras un buen rato, su impotencia derivó en rabia. Comenzó a dar puñetazos al suelo hasta hacerse sangre, mientras daba gritos ininteligibles. Algo en su mente había muerto para siempre, y en ese momento se balanceaba en el límite entre la locura y la cordura. Finalmente se quedó totalmente quieto, con la mente en blanco. Como un autómata, se levantó y miró a su alrededor en busca de Srogo. Entonces se fijó en que los charcos y objetos que había por el suelo no eran otra cosa que sangre y pedazos de carne humana, huesos y órganos. La trastocada mente de Karl perdió cualquier rastro de cordura y este comenzó a reírse a carcajadas...
Punk Hazard, presente
Lágrimas de rabia caían a mares por las mejillas del marine. Los recuerdos de aquel fatídico día eran lo que alimentaba su odio, su ira, sus ansias de venganza... Miró a Krauser, con el rostro enmarcado por la ira, y dijo:
- Los tenryuubitos deben pagar por sus crímenes. Yo haré que se lamenten y lloren inflingiéndoles el mismo daño que han causado a sus víctimas: les arrebataré todo lo que poseen y son. Acabaré con la Nobleza Mundial y sus privilegios.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Krauser estaba impresionado por la historia que Karl le había contado, el final había sido horrible tal y como se venía pensando. Era muy extraña la sensación que sentía, era como si le estuvieran haciendo daño a él también, no era justo para nada. La escena de ver al luchador llorando por la rabia y con aquella expresión, le hizo apretar los puños con fuerza. La funda negra que el demonio poseía, empezó a brillar en un tono oscuro, como si una fuerza maligna saliera de ella, cosa que el gran espada no había previsto. Desde que metió el cristal legendario en ella, su arma se había vuelto muy poderosa, como si tuviera un diablo hambriento negro, solo el mero hecho de adsorber sangre ya acojonaba lo suyo.
Dejó ese tema de lado y continuó observando a su hermano, la frase final que había soltado le hizo abrir los ojos de golpe. Quitar los derechos de los Tenryubitos, era algo que parecía ser imposible y un sueño hecho realidad para muchos, todos con los mismos derechos, la idea era muy atractiva, sin duda alguna aquellos dos hombres tenían los ideales idénticos. Además eran poderosos, pocas cosas en el mundo podrían hacerles frente a los dos al mismo tiempo, tal y como se había demostrado en el torneo contra Legim y Uracha. No pudo evitar colocarse en pie y acercarse al castaño, su mirada era seria, como si hubiese cambiado de parecer, pero no se trataba de eso ni mucho menos. Abrazó al luchador con fuerza, frunciendo el ceño, después de unos segundos le habló.
- Karl… no hay nada más que decir, no dejaré que lleves esa carga tu solo. Haré que ese sueño sea una realidad, ambos pensamos de una forma similar, pero solo tú te has atrevido a dar el paso y decirlo. Acabemos con la nobleza juntos, hagamos un mundo de paz y de igualdad para todos…
Dejó ese tema de lado y continuó observando a su hermano, la frase final que había soltado le hizo abrir los ojos de golpe. Quitar los derechos de los Tenryubitos, era algo que parecía ser imposible y un sueño hecho realidad para muchos, todos con los mismos derechos, la idea era muy atractiva, sin duda alguna aquellos dos hombres tenían los ideales idénticos. Además eran poderosos, pocas cosas en el mundo podrían hacerles frente a los dos al mismo tiempo, tal y como se había demostrado en el torneo contra Legim y Uracha. No pudo evitar colocarse en pie y acercarse al castaño, su mirada era seria, como si hubiese cambiado de parecer, pero no se trataba de eso ni mucho menos. Abrazó al luchador con fuerza, frunciendo el ceño, después de unos segundos le habló.
- Karl… no hay nada más que decir, no dejaré que lleves esa carga tu solo. Haré que ese sueño sea una realidad, ambos pensamos de una forma similar, pero solo tú te has atrevido a dar el paso y decirlo. Acabemos con la nobleza juntos, hagamos un mundo de paz y de igualdad para todos…
Rylanor
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Abrazó con fuerza a su amigo, y se apartó de él, mirándolo con solemnidad, con el rostro aun empapado por las lágrimas, pero decidido. Teniendo el apoyo de su amigo, sería imparable. Respiró hondo, calmándose. Si iba a contar con el apoyo de Krauser debería contarle acerca del Proyecto, aunque no llegase a desvelárselo todo. Había cosas que debían permanecer oculta. Su compañero lo entendería, y seguramente tampoco tratase de insistirle mucho. Metió su mano en su bolsa y sacó un par de peras. Le tendió una, y se apoyó la otra bajo el brazo mientras se sacaba los guantes. Los colgó de su cinto y volvió a coger la fruta. Activó su Kuro no Arm y transformó sus dedos en cuchillas negras, pelando la piel rápidamente. Tras eso devolvió su brazo a su estado natural, y comenzó a comer.
- Hay algo más. Tengo una organización compuesta por una serie de personas con nuestros mismos intereses. Somos el Proyecto Amanecer. También poseo información muy reveladora, que te resultará muy interesante.
Se metió la mano en el bolsillo y sacó un papel arrugado. Lo alisó y se lo tendió a Krauser. Era un informe de un miembro de la Brigada acerca de movimientos sospechosos por parte de tritones. La banda de los Trilobites había sido avistada en las aproximidades de la Isla Gyojin, y tras eso los gyojines habían comenzado a movilizarse. Posiblemente en poco tiempo, no más de unos meses, se produciría un ataque. Ya habían informado al Gobierno y la Marina de ello.
- Posiblemente haya pronto una nueva guerra, pero esta vez será en el corazón del Gobierno Mundial. Es el momento perfecto. Una orden mía y el Proyecto Amanecer y todos los Soldados TK-1, los New Pacifistas, atacarán Mariejoa y al Gorosei, derrocándolo. Sin embargo, no se si dar esa orden. Quiero tu opinión, y saber si contaría con tu apoyo. El Gorosei es muy poderoso y cuenta con guerreros muy fuertes. Es posible que no triunfásemos de embarcarnos en esa batalla, y por eso dudo sobre sí limitarme a cumplir las órdenes del Gobierno, intentar allanar terreno para un golpe de Estado futuro o realizarlo ya mismo.
Observó a Krauser, esperando a sus palabras. Tal vez a él se le ocurriera algo mejor. Y dado que había pasado a ser su aliado, estaba en su derecho de conocer sus planes.
- Hay algo más. Tengo una organización compuesta por una serie de personas con nuestros mismos intereses. Somos el Proyecto Amanecer. También poseo información muy reveladora, que te resultará muy interesante.
Se metió la mano en el bolsillo y sacó un papel arrugado. Lo alisó y se lo tendió a Krauser. Era un informe de un miembro de la Brigada acerca de movimientos sospechosos por parte de tritones. La banda de los Trilobites había sido avistada en las aproximidades de la Isla Gyojin, y tras eso los gyojines habían comenzado a movilizarse. Posiblemente en poco tiempo, no más de unos meses, se produciría un ataque. Ya habían informado al Gobierno y la Marina de ello.
- Posiblemente haya pronto una nueva guerra, pero esta vez será en el corazón del Gobierno Mundial. Es el momento perfecto. Una orden mía y el Proyecto Amanecer y todos los Soldados TK-1, los New Pacifistas, atacarán Mariejoa y al Gorosei, derrocándolo. Sin embargo, no se si dar esa orden. Quiero tu opinión, y saber si contaría con tu apoyo. El Gorosei es muy poderoso y cuenta con guerreros muy fuertes. Es posible que no triunfásemos de embarcarnos en esa batalla, y por eso dudo sobre sí limitarme a cumplir las órdenes del Gobierno, intentar allanar terreno para un golpe de Estado futuro o realizarlo ya mismo.
Observó a Krauser, esperando a sus palabras. Tal vez a él se le ocurriera algo mejor. Y dado que había pasado a ser su aliado, estaba en su derecho de conocer sus planes.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Tras coger la pera que el almirante le ofreció, utilizó para pelarla su dedo índice envuelto en energía cortante, después se quitó los vendajes despacio dejando salir sus dientes afilados y empezó a comérsela. Escuchaba los planes del castaño de forma tranquil, de modo que una organización con los mismos ideales, eso era algo que no se esperaba y bastante interesante. Quizás la derrota del gobierno no era muy difícil, pero al mismo tiempo era muy arriesgado, el gorosei debía de tener un poder fuera de lo normal. Acto seguido contempló como el luchador le ofrecía un papel, el cual cogió y empezó a analizar con calma mientras masticaba. Los piratas trilobites, recordaba que Drake había asesinado a Krabbo hacía ya tres años y la segunda al mando se había hecho con la banda. No se podía imaginar que hacían esos malditos peces liándola pero enseguida obtendría sus respuestas.
La idea del marine de dar esa orden y mandar a todos los recursos a por el gobierno era bastante buena, pero sin embargo podía ser muy peligrosa. La única ventaja que veía, era el ataque de los gyojines, eso podría ser una gran baza. La idea de atacar en un futuro podía ser muy buena también, era muy sencillo ser eliminado en una pelea contra el gobierno, sin tener en cuenta muchos factores. Una vez el marine hubo dejado de hablar, el demonio de la niebla terminó de comerse la pera y observó al luchador. Tomó algo de aire y comenzó a hablarle en un tono bastante tranquilo, contándole lo que opinaba sobre esa orden y dando sus propias ideas a la batalla.
- El plan es muy bueno teniendo en cuenta el ataque Gyojin, eso hará que el gobierno esté muy ocupado y no se fije en nosotros. No quiero que la gente inocente sea dañada, pero me da igual que caigan los del CP, esas basuras asesinas no son más que idiotas. Hay un par de excepciones pero no muchas, la idea de un ataque futuro también es muy buena pero podrían contar con mejores refuerzos de los que tienen ahora. También hay que contar con los Shichibukais y Yonkaikyos, ellos pueden ser un problema y muy grande, ese cyborg no parece moco de pavo. Podríamos ir subiendo en la escala y llegar a ser parte del gorosei, pero eso implicaría muchos años y más abusos de los nobles. Pero si fracasamos perderemos nuestro puesto en la marina, por eso nos jugamos todo, no conozco a tus hombres, por lo que no voy a juzgarlos. Pero espero que sean poderosos, tienes todo mi apoyo, si ocurre algo no dudare en luchar a tu lado. También debemos contar con Minato, es un problema y puede oponerse, yo votaría por crear diversos problemas. Mientras esos peces la lían, algunos de tus seguidores podrían armar jaleo para distribuir los movimientos de los agentes, después de eso podríamos ir nosotros a dar el golpe final. Pero esos tipos serán muy fuertes, puede que no salgamos vivos, sin embargo no queda otra. Esta es mi opinión, voto por el ataque, pero si quieres dejarlo para un posible futuro podemos esperar hermano, tú decides la última carta.
La idea del marine de dar esa orden y mandar a todos los recursos a por el gobierno era bastante buena, pero sin embargo podía ser muy peligrosa. La única ventaja que veía, era el ataque de los gyojines, eso podría ser una gran baza. La idea de atacar en un futuro podía ser muy buena también, era muy sencillo ser eliminado en una pelea contra el gobierno, sin tener en cuenta muchos factores. Una vez el marine hubo dejado de hablar, el demonio de la niebla terminó de comerse la pera y observó al luchador. Tomó algo de aire y comenzó a hablarle en un tono bastante tranquilo, contándole lo que opinaba sobre esa orden y dando sus propias ideas a la batalla.
- El plan es muy bueno teniendo en cuenta el ataque Gyojin, eso hará que el gobierno esté muy ocupado y no se fije en nosotros. No quiero que la gente inocente sea dañada, pero me da igual que caigan los del CP, esas basuras asesinas no son más que idiotas. Hay un par de excepciones pero no muchas, la idea de un ataque futuro también es muy buena pero podrían contar con mejores refuerzos de los que tienen ahora. También hay que contar con los Shichibukais y Yonkaikyos, ellos pueden ser un problema y muy grande, ese cyborg no parece moco de pavo. Podríamos ir subiendo en la escala y llegar a ser parte del gorosei, pero eso implicaría muchos años y más abusos de los nobles. Pero si fracasamos perderemos nuestro puesto en la marina, por eso nos jugamos todo, no conozco a tus hombres, por lo que no voy a juzgarlos. Pero espero que sean poderosos, tienes todo mi apoyo, si ocurre algo no dudare en luchar a tu lado. También debemos contar con Minato, es un problema y puede oponerse, yo votaría por crear diversos problemas. Mientras esos peces la lían, algunos de tus seguidores podrían armar jaleo para distribuir los movimientos de los agentes, después de eso podríamos ir nosotros a dar el golpe final. Pero esos tipos serán muy fuertes, puede que no salgamos vivos, sin embargo no queda otra. Esta es mi opinión, voto por el ataque, pero si quieres dejarlo para un posible futuro podemos esperar hermano, tú decides la última carta.
Rylanor
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Karl cerró los ojos, pensativo. Las palabras de Krauser eran reveladoras y bastante acertadas... hasta cierto punto. La idea de un ataque le gustaba cada vez menos. Tal vez sería mejor allanar terreno, pero ¿cómo? No se le ocurrían demasiadas cosas que hacer en la capital que le ayudasen a alcanzar su meta en otro momento. Abrió los ojos y volvió a mirar a su amigo, cruzándose de brazos.
- Creo que decidiré más adelante. Convocaré al Proyecto para la batalla, y si las cosas se tuercen de tal manera que tengamos una oportunidad para atacar, lo haremos.
En todo caso, necesitaba hacerse más fuerte. Llevaba ya un tiempo pensándolo y retrasando el momento, pero ya había dejado correr demasiado el tiempo. Era hora de volver una vez más a la Isla del Sokudan y finalizar su último entrenamiento, el definitivo. Aprovecharía también para dejar allí sus pertenencias y pedir a los monjes que se las dieran a Aki si perecía en la batalla.
- Amigo mío, me voy. Parto hacia la Isla del Sokudan, donde reside mi orden monástica. Sin embargo, antes tengo una pregunta. ¿Se te ocurre de qué manera podríamos debilitar al Gobierno aprovechando la batalla?
Entonces recordó algo más. Desde que estaba con Aki, se había encargado de evitar que fuese capturada. Al fin y al cabo era una pirata con una sustanciosa recompensa. Sin embargo... si moría no quedaría nadie para hacerlo. Krauser conocía a Émile... tal vez si le hablaba de Aki, lograría que los ayudase a ambos. Así que antes de irse, se volvió a girar hacia él y le dijo:
- Quiero pedirte algo. Si muero, quiero que protejas a dos piratas, por extraño que suene. A mi hijo Émile, y a Aki D. Arlia. No me gustaría que fuesen capturados por no estar yo para defenderlos.
- Creo que decidiré más adelante. Convocaré al Proyecto para la batalla, y si las cosas se tuercen de tal manera que tengamos una oportunidad para atacar, lo haremos.
En todo caso, necesitaba hacerse más fuerte. Llevaba ya un tiempo pensándolo y retrasando el momento, pero ya había dejado correr demasiado el tiempo. Era hora de volver una vez más a la Isla del Sokudan y finalizar su último entrenamiento, el definitivo. Aprovecharía también para dejar allí sus pertenencias y pedir a los monjes que se las dieran a Aki si perecía en la batalla.
- Amigo mío, me voy. Parto hacia la Isla del Sokudan, donde reside mi orden monástica. Sin embargo, antes tengo una pregunta. ¿Se te ocurre de qué manera podríamos debilitar al Gobierno aprovechando la batalla?
Entonces recordó algo más. Desde que estaba con Aki, se había encargado de evitar que fuese capturada. Al fin y al cabo era una pirata con una sustanciosa recompensa. Sin embargo... si moría no quedaría nadie para hacerlo. Krauser conocía a Émile... tal vez si le hablaba de Aki, lograría que los ayudase a ambos. Así que antes de irse, se volvió a girar hacia él y le dijo:
- Quiero pedirte algo. Si muero, quiero que protejas a dos piratas, por extraño que suene. A mi hijo Émile, y a Aki D. Arlia. No me gustaría que fuesen capturados por no estar yo para defenderlos.
Invitado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Ya estaba todo decidido, la pregunta de Karl no tuvo una respuesta, simplemente el marine negó con la cabeza, no se le ocurría nada en ese momento. De repente escuchó aquella petición, la verdad es que lo de su hijo era normal, pero no sabía quién era la chica, después de unos segundos pensando abrió los ojos algo sorprendido. Luchó con ella en la isla de Shoko, nada grave ya que era un combate de la liga de luchadores, no sabía que Karl la conociera y la apreciara hasta ese punto. Sin embargo lo comprendía perfectamente de modo que se puso en pie y asintió con la cabeza.
- No te preocupes, los protegeré a los dos con mi vida. Pero claro, te pediré lo mismo amigo, si a mí me pasará algo, cuida de Minako. Te lo dije ya en el coliseo, pero no pienses de esa forma, si vemos que es peligroso lo podemos dejar para más adelante amigo, no debemos precipitarnos.
Tras su respuesta sonrió volviendo a colocarse las vendas, después estiró algo las piernas y bostezó entrecerrando los ojos. La verdad es que estaba feliz de no ser el único con ese pensamiento, miró al castaño y se crujió los huesos de los nudillos.
- Bueno hermano, te veré ese día. Mientras tanto no hagas muchas locuras y cuídate, no quisiera que te pasara nada. Jejeje… tú morir, eso no se lo cree nadie. Nunca dejaría que te pasara nada, ya lo sabes…
Una vez dijo eso elevó la mano dándole la espalda en señal de despedida mientras sonreía tranquilamente y abandonaba la cueva en la que estaban.
- No te preocupes, los protegeré a los dos con mi vida. Pero claro, te pediré lo mismo amigo, si a mí me pasará algo, cuida de Minako. Te lo dije ya en el coliseo, pero no pienses de esa forma, si vemos que es peligroso lo podemos dejar para más adelante amigo, no debemos precipitarnos.
Tras su respuesta sonrió volviendo a colocarse las vendas, después estiró algo las piernas y bostezó entrecerrando los ojos. La verdad es que estaba feliz de no ser el único con ese pensamiento, miró al castaño y se crujió los huesos de los nudillos.
- Bueno hermano, te veré ese día. Mientras tanto no hagas muchas locuras y cuídate, no quisiera que te pasara nada. Jejeje… tú morir, eso no se lo cree nadie. Nunca dejaría que te pasara nada, ya lo sabes…
Una vez dijo eso elevó la mano dándole la espalda en señal de despedida mientras sonreía tranquilamente y abandonaba la cueva en la que estaban.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
- Discípulo y maestro [Karl y Alex] [Pasado - Privado]
- Diversión Entre Titanes (Krauser - Lion D. Karl) (Privado)
- Descubriendo una isla de ensueño: el comienzo de un plan maestro
- [Grupal][Meneror, Kaín y Karl] El comienzo de un plan [Pasado]
- Mantén el ritmo... si puedes [Rol maestro-alumno] [Edward y Karl]
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.