Vagadus Vares
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Los días se hacían largos al igual que las noches, el sol y la luna nos veían con ojos amables, la marea y los cielos no daban gritos de furia o enojo, solamente se quedaron tranquilos, todo estaba a nuestro favor, el viaje era placentero, lo único malo era pasar de una región helada a otra. Los sucesos de Tequila Wolf me dejaron heridas físicas graves, las cuales me causaron un largo y profundo sueño al momento de acostarme en la suave cama, parecía hecha de nubes celestiales.
El sueño era hermoso, retorne a esos momentos infantiles donde jugaba con los marines del buque de mi madre. Zarpábamos con el deseo de aventura y justicia, el viento soplaba hacia la corrupción, guiándonos hacia la victoria, trabajando como verdugos. Aún recuerdo el rango de mi madre: una orgullosa Vice-almirante, se esforzaba de más cuando le encomendaban una misión, buena comandante y excelente compañera, siempre trataba bien a su tripulación, el respeto lo era todo en ese buque, arrestaba a los piratas, llevándolos ante la ley con el respeto que se debía de tener a un prisionero… pero mi padre no era así, de rango de capitán, pero sorprendentemente tenía la fuerza de un Vice-almirante, o tal vez de un almirante, lo único que lo detenía era su actitud sádica y dictadora en la tripulación.
Aun no sé cómo pudo mi madre enamorarse de aquel frio y sádico hombre que manchaba la reputación de la embarcación como si fuera la cubierta de un barco pirata. Le decían “White and Black” respectivamente, eran sumamente diferentes en todos los sentidos, pero de alguna manera hacían una perfecta pareja y unos buenos padres… hasta ese día.
-Despertaste- me dijo una voz dulce y suave, ya no navegaba por el mar de recuerdos, simplemente estaba acostado con un aura pequeña sentada a lado de la cama, su alma irradiaba felicidad, era extraño, tenía la sensación de que algo estaba mal con mis recuerdos, algo simplemente no encajaba, pero no importaba en estos momentos, el frío se sentía en el camarote.
-¿Cuánto tiempo dormí Marie?- le pregunte con un tono dormido, necesitaba por lo menos unos 5 minutos para que pudiera estar al cien.
-10 días, y despertaste justo a tiempo, ya casi estamos en el Reino de Sakura- me dijo, emocionada por el hecho de que era la primera vez que visita otra isla. Estar toda la vida desde que nació encerrada en esa prisión infernal no era de humanos, -Voy por comida, tienes que descansar padre- dijo y se fue corriendo hacia la cocina. “padre”, una palabra que la conocía perfectamente, tal vez era demasiado pronto para que ella me dijera de una manera familiar, solamente la salve dos veces y la adopte, pero sentía que aún faltaba esa relación sentimental para que me merezca el título de padre. Un aura se acercaba.
-Al fin despertaste- dijo Twilight quien estaba en la puerta, -Esa niña nunca se separó de ti en todos estos días, por un momento pensé…- dijo, cortando sus palabras en ese punto, el aura que mostraba era de preocupación y no sabía cómo responder a eso, me sentía extraño de una manera buena, -como sea, ya llegamos. Baja a resolver tus asuntos y vámonos, tenemos trabajo que hacer- finalizo, mostrando… ¿felicidad?, rara era las veces que sentía el aura de Twilight en ese estado, de todas maneras tengo que saber cómo esta Sunshine, antes de desmayarme él estaba en muy mal estado.
-Aquí esta- aviso Marie, entrando al camarote con una bandeja en mano, el olor a sopa de mariscos y pescado frito me abría el apetito, y de bebida una buena cerveza.
-Gracias por cuidarme- le dije a Marie un poco avergonzado, no sabía cómo pagarle por el cuidado que me brindo en estos días, -Bueno, a comer- dije y empecé por la sopa caliente y sabrosa que tenía enfrente mío.
Los minutos pasaban, acabe de comer y Marie me hizo el favor de dejar la bandeja con los platos vacíos en la cocina. Me prepare para bajar del barco, me vestí con mi ropa usual, me puse la venda en los ojos y guarde mi guadaña en la funda que colgaba en la parte baja de la espalda. Cuando salí el clima estaba agradable, los copos de nieve bajaban lentamente, me habían dicho que el color de la nieve era rosado, como quisiera ver esta maravilla científica.
Marie me acompaño hasta la ciudad, donde los negocios estaban movilizados y las personas transitaban rápidamente, moviéndose de un lado a otro mientras compraban o regateaban, era un día normal en el mercado.
El sueño era hermoso, retorne a esos momentos infantiles donde jugaba con los marines del buque de mi madre. Zarpábamos con el deseo de aventura y justicia, el viento soplaba hacia la corrupción, guiándonos hacia la victoria, trabajando como verdugos. Aún recuerdo el rango de mi madre: una orgullosa Vice-almirante, se esforzaba de más cuando le encomendaban una misión, buena comandante y excelente compañera, siempre trataba bien a su tripulación, el respeto lo era todo en ese buque, arrestaba a los piratas, llevándolos ante la ley con el respeto que se debía de tener a un prisionero… pero mi padre no era así, de rango de capitán, pero sorprendentemente tenía la fuerza de un Vice-almirante, o tal vez de un almirante, lo único que lo detenía era su actitud sádica y dictadora en la tripulación.
Aun no sé cómo pudo mi madre enamorarse de aquel frio y sádico hombre que manchaba la reputación de la embarcación como si fuera la cubierta de un barco pirata. Le decían “White and Black” respectivamente, eran sumamente diferentes en todos los sentidos, pero de alguna manera hacían una perfecta pareja y unos buenos padres… hasta ese día.
-Despertaste- me dijo una voz dulce y suave, ya no navegaba por el mar de recuerdos, simplemente estaba acostado con un aura pequeña sentada a lado de la cama, su alma irradiaba felicidad, era extraño, tenía la sensación de que algo estaba mal con mis recuerdos, algo simplemente no encajaba, pero no importaba en estos momentos, el frío se sentía en el camarote.
-¿Cuánto tiempo dormí Marie?- le pregunte con un tono dormido, necesitaba por lo menos unos 5 minutos para que pudiera estar al cien.
-10 días, y despertaste justo a tiempo, ya casi estamos en el Reino de Sakura- me dijo, emocionada por el hecho de que era la primera vez que visita otra isla. Estar toda la vida desde que nació encerrada en esa prisión infernal no era de humanos, -Voy por comida, tienes que descansar padre- dijo y se fue corriendo hacia la cocina. “padre”, una palabra que la conocía perfectamente, tal vez era demasiado pronto para que ella me dijera de una manera familiar, solamente la salve dos veces y la adopte, pero sentía que aún faltaba esa relación sentimental para que me merezca el título de padre. Un aura se acercaba.
-Al fin despertaste- dijo Twilight quien estaba en la puerta, -Esa niña nunca se separó de ti en todos estos días, por un momento pensé…- dijo, cortando sus palabras en ese punto, el aura que mostraba era de preocupación y no sabía cómo responder a eso, me sentía extraño de una manera buena, -como sea, ya llegamos. Baja a resolver tus asuntos y vámonos, tenemos trabajo que hacer- finalizo, mostrando… ¿felicidad?, rara era las veces que sentía el aura de Twilight en ese estado, de todas maneras tengo que saber cómo esta Sunshine, antes de desmayarme él estaba en muy mal estado.
-Aquí esta- aviso Marie, entrando al camarote con una bandeja en mano, el olor a sopa de mariscos y pescado frito me abría el apetito, y de bebida una buena cerveza.
-Gracias por cuidarme- le dije a Marie un poco avergonzado, no sabía cómo pagarle por el cuidado que me brindo en estos días, -Bueno, a comer- dije y empecé por la sopa caliente y sabrosa que tenía enfrente mío.
Los minutos pasaban, acabe de comer y Marie me hizo el favor de dejar la bandeja con los platos vacíos en la cocina. Me prepare para bajar del barco, me vestí con mi ropa usual, me puse la venda en los ojos y guarde mi guadaña en la funda que colgaba en la parte baja de la espalda. Cuando salí el clima estaba agradable, los copos de nieve bajaban lentamente, me habían dicho que el color de la nieve era rosado, como quisiera ver esta maravilla científica.
Marie me acompaño hasta la ciudad, donde los negocios estaban movilizados y las personas transitaban rápidamente, moviéndose de un lado a otro mientras compraban o regateaban, era un día normal en el mercado.
Luthia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-“¡Qué ridículo!” Gritaba la joven, moviéndose torpemente entre la nieve “¿¡Cómo se atreve a darme ordenes!?”
-“Lucy”
-“¿¡Acaso no sabe quién soy!?” Movía sus brazos pesadamente. Arriba y abajo, y sin coordinación.
-“Lucy…”
-“¿¡Que!?” Gritó a su compañero. Era el enojo lo que la mantenía caliente ante la pequeña nevada.
Estaba acostumbrada a vivir alrededor de buen clima, comida caliente y lugares agradables. Era un cambio demasiado drástico para ella. Aunque la tripulación a la que pertenecía les había dado las prendas necesarias para la nueva atmósfera, no iba a ser de un minuto a otro en el que ella pudiese acostumbrarse.
“Pienso que sería buena idea calmarte. Aparte no nos dieron ordenes, simplemente nos surgieron ir a comprar algunos de los útiles”
-“¡Eso es una orden!” refunfuño una vez más. Poso sus manos en su cabeza ante la frustración, queriendo gritar. Dio un suspiro largo y ruidoso “Quede en ser su médica, no su asistente personal ¿¡Sabe acaso lo que implica ser un médico?! ¡Te aseguro que no es ser la busca víveres de alguien más!.”
Pronto se dio cuenta que su berrinche le había dado más atención de la que deseaba. Tratando de ignorar las miradas, siguió su camino hacia el mercado “Da igual. Ya estamos aquí. Entre más pronto terminemos, más rápido podremos regresar.”
-“A mí me agrada este lugar. ¡La nieve es rosa!” A diferencia de Lucy, Tura parecía estar más que emocionado. El joven se agacho, acumulando nieve en una pequeña esfera. Al terminar, se levanto, sonriendo maliciosamente hacia Lucía.
-“No te atrevas…” Lucy lo miraba fríamente. Lista a asesinarlo en caso de que Tura decidiera que era un acto gracioso atacarla con el frio material de lo que había juntado del suelo.
El otro solamente rio, mientras tiraba al suelo la bola de nieve. “Pienso deberías relajarte más, es decir, ¿Hace cuanto que no salías de tu hogar para visitar otros lugares?” Dijo entre risas.
-“Nunca” Su tono decayó mientras seguía caminando.
-“¿Qué? Mira, con eso de que vivías en una mansión seguramente viajabas mucho, además-”
-“Nunca salíamos. Esta es la primera vez que piso fuera de mi isla natal…”
Lucía no era mucho de sonreír, pero esta vez se sentía aun más su decepción.
-“Mi padre era el único que llegaba a salir, pues era su trabajo. Pero a mi madre, Sofía y yo no se nos permitía”
-“Lucy, yo…”
-“Calma, no quiero tu lastima…” Lucía seguía caminando, no prestando mucha atención frente a ella “Además, ¿de que sirve vivir en el pasado? Sabes bien el estado de mis padres y-”
-“¡Lucy, frente a ti-!”
Pero antes de que pudiera seguir hablando, choco contra alguien o algo, tumbándola al suelo.
“¡Oye!” Grito, de una manera algo aguda, más de lo usual, seguramente causado por la fría nieve en su parte posterior “¡Fijate por donde vas! ¿¡Acaso estas cieg-…!?” Pero se detuvo al poder observar detalladamente a la persona frente a ella.
Un hombre de complexión delgada se postraba frente a ella. Cabello blanco, brillante y desordenado. Parecía que acababa de salir de la cama y ni se molesto en peinarse. Aunque, a juzgar por la venda en sus ojos, era imposible que pudiese llegar a hacerlo. O al menos eso parecía desde el punto de vista de Lucía.
Al salir del shock de su error sin argumento, y al ser ayudada por Tura, se levanto apenada e hizo una reverencia “Lamento mucho mi inconsideración, espero no haberle causado muchos problemas…”
“L-lo siento señor, tendremos más cuidado…” Agregó Tura a la disculpa.
Sin decir más, sonrojada y sintiéndose sumamente mal por la grosería que había hecho, Lucía se apartó del camino y siguió su rumbo. Tratando de no voltear atrás a checar al individuo que había molestado.
“Q-que pena…” Dijo entre murmullos y con la mano en la boca. Su piel pálida, dejaba ver la sangre en sus mejillas. “Ahora realmente quiero regresar al barco… Apurémonos con esto…”
-“Lucy”
-“¿¡Acaso no sabe quién soy!?” Movía sus brazos pesadamente. Arriba y abajo, y sin coordinación.
-“Lucy…”
-“¿¡Que!?” Gritó a su compañero. Era el enojo lo que la mantenía caliente ante la pequeña nevada.
Estaba acostumbrada a vivir alrededor de buen clima, comida caliente y lugares agradables. Era un cambio demasiado drástico para ella. Aunque la tripulación a la que pertenecía les había dado las prendas necesarias para la nueva atmósfera, no iba a ser de un minuto a otro en el que ella pudiese acostumbrarse.
“Pienso que sería buena idea calmarte. Aparte no nos dieron ordenes, simplemente nos surgieron ir a comprar algunos de los útiles”
-“¡Eso es una orden!” refunfuño una vez más. Poso sus manos en su cabeza ante la frustración, queriendo gritar. Dio un suspiro largo y ruidoso “Quede en ser su médica, no su asistente personal ¿¡Sabe acaso lo que implica ser un médico?! ¡Te aseguro que no es ser la busca víveres de alguien más!.”
Pronto se dio cuenta que su berrinche le había dado más atención de la que deseaba. Tratando de ignorar las miradas, siguió su camino hacia el mercado “Da igual. Ya estamos aquí. Entre más pronto terminemos, más rápido podremos regresar.”
-“A mí me agrada este lugar. ¡La nieve es rosa!” A diferencia de Lucy, Tura parecía estar más que emocionado. El joven se agacho, acumulando nieve en una pequeña esfera. Al terminar, se levanto, sonriendo maliciosamente hacia Lucía.
-“No te atrevas…” Lucy lo miraba fríamente. Lista a asesinarlo en caso de que Tura decidiera que era un acto gracioso atacarla con el frio material de lo que había juntado del suelo.
El otro solamente rio, mientras tiraba al suelo la bola de nieve. “Pienso deberías relajarte más, es decir, ¿Hace cuanto que no salías de tu hogar para visitar otros lugares?” Dijo entre risas.
-“Nunca” Su tono decayó mientras seguía caminando.
-“¿Qué? Mira, con eso de que vivías en una mansión seguramente viajabas mucho, además-”
-“Nunca salíamos. Esta es la primera vez que piso fuera de mi isla natal…”
Lucía no era mucho de sonreír, pero esta vez se sentía aun más su decepción.
-“Mi padre era el único que llegaba a salir, pues era su trabajo. Pero a mi madre, Sofía y yo no se nos permitía”
-“Lucy, yo…”
-“Calma, no quiero tu lastima…” Lucía seguía caminando, no prestando mucha atención frente a ella “Además, ¿de que sirve vivir en el pasado? Sabes bien el estado de mis padres y-”
-“¡Lucy, frente a ti-!”
Pero antes de que pudiera seguir hablando, choco contra alguien o algo, tumbándola al suelo.
“¡Oye!” Grito, de una manera algo aguda, más de lo usual, seguramente causado por la fría nieve en su parte posterior “¡Fijate por donde vas! ¿¡Acaso estas cieg-…!?” Pero se detuvo al poder observar detalladamente a la persona frente a ella.
Un hombre de complexión delgada se postraba frente a ella. Cabello blanco, brillante y desordenado. Parecía que acababa de salir de la cama y ni se molesto en peinarse. Aunque, a juzgar por la venda en sus ojos, era imposible que pudiese llegar a hacerlo. O al menos eso parecía desde el punto de vista de Lucía.
Al salir del shock de su error sin argumento, y al ser ayudada por Tura, se levanto apenada e hizo una reverencia “Lamento mucho mi inconsideración, espero no haberle causado muchos problemas…”
“L-lo siento señor, tendremos más cuidado…” Agregó Tura a la disculpa.
Sin decir más, sonrojada y sintiéndose sumamente mal por la grosería que había hecho, Lucía se apartó del camino y siguió su rumbo. Tratando de no voltear atrás a checar al individuo que había molestado.
“Q-que pena…” Dijo entre murmullos y con la mano en la boca. Su piel pálida, dejaba ver la sangre en sus mejillas. “Ahora realmente quiero regresar al barco… Apurémonos con esto…”
Vagadus Vares
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
No podía encontrar a mi antiguo capitán Kedra, nos dijo que nos íbamos a reunir después de los tres años, pero simplemente no estaba, “¿estaba muerto?, ¿le habría pasado algo en estos tres años?, ¿Dónde estaba los demás tripulantes?” me preguntaba, la nieve aun caía, la tranquilidad de este sitio me recordaba a los momentos que estaba en ese maldito barco, todos estábamos tranquilos, aunque fuera todo un circo había este ambiente de compañerismo.
Divagando entre mis recuerdos no me percate que una persona había chocado contra mí, y lo más sorprendente es que esa persona se cayó al suelo, y en eso había dos posibilidades: o esa persona era demasiado débil o distraída para poner fuerza, o yo soy demasiado fuerte, para ser justos esperaba que fuera la primera opción. Marie se escondió en mi espalda, evitando ser vista por esta gente desconocida.
Me grito enojada, era una mujer, y una joven por el tono de voz. ¿Acaso esta niña no podía observar cómo era antes de hablar?” pensé, el enojo la obligo a decir cosas groseras a un agente, y si revelaba mi identidad podría llevarla a la cárcel por insultar a un agente, pero tenía cosas que hacer, además de que la situación justificaba su comportamiento, no parecía agradarle el frio, su aura casi reventaba de furia, pero se contuvo, ahora se le presentaba arrepentida.
Se disculpó formalmente y siguió su rumbo, este tipo de situaciones era muy incómoda para ella, en su forma de actuar lo decía todo. Otra persona, esta vez un hombre agrego una disculpa, al parecer eran compañeros, antes de que el hombre avanzara lo detuve, poniendo mi palma en su pecho.
-¿Cómo te llamas chico?- le pregunte, tenía curiosidad de estas dos personas, entre toda esta gente tenían un aura que sobresalía a los demás. Marie se asomó a ver a la persona que detuve, era muy tímida, -Saluda Marie, al parecer este chico no tiene intenciones malas- le dije, calmando sus nervios.
-Hola señor- dijo y se escondió de nuevo en mi espalda, ahora esperaba al chico que me respondiera y así poder hablar con él y la niña, este viaje que había hecho tal vez no había sido en vano.
Divagando entre mis recuerdos no me percate que una persona había chocado contra mí, y lo más sorprendente es que esa persona se cayó al suelo, y en eso había dos posibilidades: o esa persona era demasiado débil o distraída para poner fuerza, o yo soy demasiado fuerte, para ser justos esperaba que fuera la primera opción. Marie se escondió en mi espalda, evitando ser vista por esta gente desconocida.
Me grito enojada, era una mujer, y una joven por el tono de voz. ¿Acaso esta niña no podía observar cómo era antes de hablar?” pensé, el enojo la obligo a decir cosas groseras a un agente, y si revelaba mi identidad podría llevarla a la cárcel por insultar a un agente, pero tenía cosas que hacer, además de que la situación justificaba su comportamiento, no parecía agradarle el frio, su aura casi reventaba de furia, pero se contuvo, ahora se le presentaba arrepentida.
Se disculpó formalmente y siguió su rumbo, este tipo de situaciones era muy incómoda para ella, en su forma de actuar lo decía todo. Otra persona, esta vez un hombre agrego una disculpa, al parecer eran compañeros, antes de que el hombre avanzara lo detuve, poniendo mi palma en su pecho.
-¿Cómo te llamas chico?- le pregunte, tenía curiosidad de estas dos personas, entre toda esta gente tenían un aura que sobresalía a los demás. Marie se asomó a ver a la persona que detuve, era muy tímida, -Saluda Marie, al parecer este chico no tiene intenciones malas- le dije, calmando sus nervios.
-Hola señor- dijo y se escondió de nuevo en mi espalda, ahora esperaba al chico que me respondiera y así poder hablar con él y la niña, este viaje que había hecho tal vez no había sido en vano.
Luthia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Intentó alcanzar a su compañera, pero fue detenido. Confundido por la repentina acción, tardo unos cuantos segundos en captar y poder responder la pregunta que le hicieron.
“M-me llamo Tura. Eh, s-señor”
Era incapaz de reaccionar de otra manera que no fuese tímida e incomoda, pues el evento con Lucía, y el señor frente a él, lo había destanteado un poco. Y ahora parecía que el extraño deseaba entablar una conversación. No estaba seguro de cómo terminaría esto, pero tenia algo de miedo.
En si, el extraño no se veía mala persona, su voz no denotaba enojo ni nada negativo, pero le era imposible a Tura evitar sentirse algo paranoico.
Pronto fue presentado a Marie, la cual parecía ser aun más cohibida que él; y eso ya era mucho decir.
-¿…Señor?- Pensó Tura -Pero sólo tengo 15… ¿Acaso me veré tan viejo? -
Al salir de su pequeño trauma en cuanto a su edad, Tura esbozó una sonrisa pequeña e hizo un gesto con su mano, saludándola a distancia. “H-hola”
Pero Marie sólo se escondió de nuevo tras el otro.
Creyendo que había hecho algo mal, Tura perdió su sonrisa.
“S-si es p-por lo de mi amiga, realmente lo sentimos, s-señor” Nervioso, continuó pidiendo perdón, y tratando de justificar las faltas de Lucía. “Tiende a enojarse f-fácilmente, pero no es mala persona…”
Habiéndose adelantado la chica, Lucía no pudo observar que la persona, con la que había chocado segundos atrás, se encontraba platicando con su compañero.
-“A ver…” Y por lo tanto, comenzó a hablar sola. “Siquiera se molestaron en darnos una lista. Aunque sigo fastidiada porque seamos los caza-víveres...”
Dicho así, Lucía sacó un pequeño papel de una de las bolsas de su prenda y se puso a leerla en voz baja.
-“Hmm…” expresó, pensando unos momentos. Bajando al fin la nota, y guardándola de nuevo. “Supongo esto no es tan difícil, vayamos primero por la- ¿…Tura?”
Miró alrededor, buscando al desaparecido, sólo para encontrarlo algunos metros atrás, hablando con la persona que la había derribado.
-¿De que estarán hablando? Tura se ve incomodo. Aunque bueno, eso no es raro en él. ¿Estarán hablando de mi? ¿Acaso no fue suficiente la disculpa que le di? ¿Qué mas quiere? Quizás deba ir por Tura, y jalarlo conmigo…-
Poco a poco, sintió como su cara volvía a ponerse roja y ardiente. La pena la invadió una vez más.
- No… Que se las arregle solo … Yo ya metí la pata, ahora le toca a él.
Suspiró y se cruzó de brazos, creyendo que era preferible mantener la distancia y esperar a que su compañero se le uniese una vez que terminase de hablar con el extraño.
Aunque podría ir haciendo las compras que le pidieron. Pero ¿Por qué habría ella de sufrir sola los encargos?
Lucía se quedó observando a los tres personajes mientras interactuaban. Llamándole más la atención la tímida mujer que trataba de esconderse detrás.
“M-me llamo Tura. Eh, s-señor”
Era incapaz de reaccionar de otra manera que no fuese tímida e incomoda, pues el evento con Lucía, y el señor frente a él, lo había destanteado un poco. Y ahora parecía que el extraño deseaba entablar una conversación. No estaba seguro de cómo terminaría esto, pero tenia algo de miedo.
En si, el extraño no se veía mala persona, su voz no denotaba enojo ni nada negativo, pero le era imposible a Tura evitar sentirse algo paranoico.
Pronto fue presentado a Marie, la cual parecía ser aun más cohibida que él; y eso ya era mucho decir.
-¿…Señor?- Pensó Tura -Pero sólo tengo 15… ¿Acaso me veré tan viejo? -
Al salir de su pequeño trauma en cuanto a su edad, Tura esbozó una sonrisa pequeña e hizo un gesto con su mano, saludándola a distancia. “H-hola”
Pero Marie sólo se escondió de nuevo tras el otro.
Creyendo que había hecho algo mal, Tura perdió su sonrisa.
“S-si es p-por lo de mi amiga, realmente lo sentimos, s-señor” Nervioso, continuó pidiendo perdón, y tratando de justificar las faltas de Lucía. “Tiende a enojarse f-fácilmente, pero no es mala persona…”
Habiéndose adelantado la chica, Lucía no pudo observar que la persona, con la que había chocado segundos atrás, se encontraba platicando con su compañero.
-“A ver…” Y por lo tanto, comenzó a hablar sola. “Siquiera se molestaron en darnos una lista. Aunque sigo fastidiada porque seamos los caza-víveres...”
Dicho así, Lucía sacó un pequeño papel de una de las bolsas de su prenda y se puso a leerla en voz baja.
-“Hmm…” expresó, pensando unos momentos. Bajando al fin la nota, y guardándola de nuevo. “Supongo esto no es tan difícil, vayamos primero por la- ¿…Tura?”
Miró alrededor, buscando al desaparecido, sólo para encontrarlo algunos metros atrás, hablando con la persona que la había derribado.
-¿De que estarán hablando? Tura se ve incomodo. Aunque bueno, eso no es raro en él. ¿Estarán hablando de mi? ¿Acaso no fue suficiente la disculpa que le di? ¿Qué mas quiere? Quizás deba ir por Tura, y jalarlo conmigo…-
Poco a poco, sintió como su cara volvía a ponerse roja y ardiente. La pena la invadió una vez más.
- No… Que se las arregle solo … Yo ya metí la pata, ahora le toca a él.
Suspiró y se cruzó de brazos, creyendo que era preferible mantener la distancia y esperar a que su compañero se le uniese una vez que terminase de hablar con el extraño.
Aunque podría ir haciendo las compras que le pidieron. Pero ¿Por qué habría ella de sufrir sola los encargos?
Lucía se quedó observando a los tres personajes mientras interactuaban. Llamándole más la atención la tímida mujer que trataba de esconderse detrás.
Vagadus Vares
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
-Tura- susurre, grabándome el nombre, por alguna razón se disculpaba constantemente por las acciones de su compañera, la cual al parecer estaba esperando a que Tura acabara esta conversación algo incómoda para el individuo, le mostré una sonrisa que daba confianza, -ya no tiene sentido pedir disculpas, lo que hizo esa chica tiene sentido, ser ciego no significa que pueda sentir la presencia de los demás- le dije amistosamente, esperaba que agarrara confianza. Tuve una sensación incomoda que recorría por mi cuerpo, algo malo iba a pasar, por lo que percibía era el clima.
El aura que presentaba este hombre era tímida, se contraía ocultando su verdadero potencial, al parecer su personalidad siempre ha sido así, me preguntaba la causa de esto, tal vez el hombre tenía miedo de todo o era algo simulado para atraer el oponente y atacarlo por sorpresa, si tuviera que elegir entre esas dos opciones elegiría la primera, tanta naturalidad que mostraba y cada palabra que decía era sincera, su aura no cambiada ni en lo más mínimo. En cambio, su compañera estaba alterada, tal vez apenada por lo sucedido hace unos segundos, pero su aura se restauró en una más sólida, todo lo contrario a este hombre.
-Oye, ¿Qué te parece si te invito un trago?, yo pago por supuesto- dije y me gire donde estaba el aura de su compañera, -el frio a veces puede ser insoportable y una buena bebida no estaría mal, claro, si no bebes pues podrás comer, ¿Qué dices Tura?- le pregunte, mi oferta era tentadora, era una comida gratis, así conocería mejor a estas personas y evitaríamos el desastre natural que estaba en camino. Marie me jalo la ropa unas cuantas veces, al ser tímida hablaba con un volumen más bajo que lo normal, por lo que me puse en cuclillas para escucharla
-¿yo también comeré?- pregunto en voz baja, los traumas que tuvo en aquella prisión no se iban a quitar fácilmente.
-Sí, todo lo que quieras- respondí y su aura se ilumino de felicidad, esta chiquilla era contagiosa, transmitía sentimientos con gran facilidad. Me puse de pie, la nieve no cedía, más bien la suave nevada se estaba convirtiendo en ventisca, algo peligroso en esta isla según había escuchado.
-Decídete rápido, el clima está cambiando drásticamente- le advertí, este clima usualmente era para malos augurios, y tal vez esta no era la excepción. Las ventanas de las casas se cerraban, las personas que transitaban el lugar corrían hacia los negocios con muros y techo sólidos, los puestos que estaban en medio de la calle cerraban y los vendedores se apuraban a empujar sus negocios a callejones o zonas donde no recibieran mucho daño.
El aura que presentaba este hombre era tímida, se contraía ocultando su verdadero potencial, al parecer su personalidad siempre ha sido así, me preguntaba la causa de esto, tal vez el hombre tenía miedo de todo o era algo simulado para atraer el oponente y atacarlo por sorpresa, si tuviera que elegir entre esas dos opciones elegiría la primera, tanta naturalidad que mostraba y cada palabra que decía era sincera, su aura no cambiada ni en lo más mínimo. En cambio, su compañera estaba alterada, tal vez apenada por lo sucedido hace unos segundos, pero su aura se restauró en una más sólida, todo lo contrario a este hombre.
-Oye, ¿Qué te parece si te invito un trago?, yo pago por supuesto- dije y me gire donde estaba el aura de su compañera, -el frio a veces puede ser insoportable y una buena bebida no estaría mal, claro, si no bebes pues podrás comer, ¿Qué dices Tura?- le pregunte, mi oferta era tentadora, era una comida gratis, así conocería mejor a estas personas y evitaríamos el desastre natural que estaba en camino. Marie me jalo la ropa unas cuantas veces, al ser tímida hablaba con un volumen más bajo que lo normal, por lo que me puse en cuclillas para escucharla
-¿yo también comeré?- pregunto en voz baja, los traumas que tuvo en aquella prisión no se iban a quitar fácilmente.
-Sí, todo lo que quieras- respondí y su aura se ilumino de felicidad, esta chiquilla era contagiosa, transmitía sentimientos con gran facilidad. Me puse de pie, la nieve no cedía, más bien la suave nevada se estaba convirtiendo en ventisca, algo peligroso en esta isla según había escuchado.
-Decídete rápido, el clima está cambiando drásticamente- le advertí, este clima usualmente era para malos augurios, y tal vez esta no era la excepción. Las ventanas de las casas se cerraban, las personas que transitaban el lugar corrían hacia los negocios con muros y techo sólidos, los puestos que estaban en medio de la calle cerraban y los vendedores se apuraban a empujar sus negocios a callejones o zonas donde no recibieran mucho daño.
Luthia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
“S-si señor” Al ver la sonrisa del al otro, Tura sintió algo de paz en las palabras que escuchó. No se calmó del todo, pero si se sentía más cómodo con la conversación.
Dicha plática incluyó la advertencia del cambio de clima, pero lo más importante, la invitación a una comida caliente.
Aunque no se les había tratado mal en el barco en el que viajaban por el momento, los almuerzos en el mar jamás iban a poder compararse con lo que se podía prepara en una cocina en la tierra.
O al menos eso era lo que Tura creía. Al pasar tanto tiempo en el mar con su tripulación pasada, era raro cuando llegasen a tierra sólo a comer.
Su soñar despierto fue interrumpido por la pregunta de la pequeña Marie, que aún seguía escondida detrás de todos.
Le pareció algo adorable la manera en que Marie interactuaba con el otro. Seguramente era su padre.
“Aceptaremos sólo la comida” Dijo una voz femenina, con monotonía. “Gracias”
Aparentemente Lucía, por instinto ante las feas ventiscas, se acercó a los otros, intentando quizás buscar un poco más de calor humano. O quizás se hartó de esperar, y de que Tura no cambiase su actitud de sumiso ante el extraño.
Lucía se cruzó de brazos, y volteo a ver a Marie de manera fría. Su intención no era agredir a la pequeña, pero le era difícil controlar sus expresiones ante el frio y la incomodad que sentía ante el extraño ciego.
Dirigiéndose al otro, Lucía continuó hablando “No tenemos la capacidad de aceptarle “un trago”” Tornando su mirada esta vez a Tura, ella se encogió de hombros.
“Ah, L-lo siento señor. Somos menores de edad.” Tura siguió “No queremos causarle m-más problemas de los que ya le hemos dado-”
Moviéndose al lado de Tura, y empujándolo levemente, evitó que siguiese con su típica actitud subyugada.
Lucía decidió hablar e introducirse. “Mi nombre es Lucía, y espero mi compañero se haya presentado de manera adecuada” Como le habían enseñado a ella, era cortes dar el nombre de uno mismo antes de preguntar el de la otra persona. “Si voy a comer con alguien, usualmente me gusta saber cómo referirlos, espero no sea de su desagrado que le pregunte su nombre”
Parecía que Lucía estaba nuevamente en control de sí misma, su voz parecía haber tomado la frialdad de siempre.
Pero internamente seguía apenada y en caos consigo misma por el error que cometió.
Otra ventisca fuerte se sintió, lo cual obligó a Lucia a acercarse a Tura. Por algún sentido natural, él la abrazo.
“Uh” El joven se sonrojó al tener a su compañera tan cerca y en sus brazos.
Ignorando los ruidos de su compañero, Lucía trato de apurar las cosas. Ella no estaba acostumbrada al clima que les seguía azotando.
“Odio ser aún más grosera, pero nosotros no conocemos aquí. Y me agradaría mucho buscáramos refugio pronto”
-“Espero algún lugar siga abierto…” comentó Tura, mientras observaba como todos corrían, y cerraban puertas y ventanas “¿N-no crees que sería mejor regresar al barco?”
-“¿Y lograr que se enojen por nosotros por no cumplir con traer los víveres?” Contestó Lucía molesta “Prefiero morir congelada”
-“Ambos sabemos que eso no es cierto…”
-“Como sea”
La nevada parecía tornarse cada vez peor con cada segundo que pasaba.
Dicha plática incluyó la advertencia del cambio de clima, pero lo más importante, la invitación a una comida caliente.
Aunque no se les había tratado mal en el barco en el que viajaban por el momento, los almuerzos en el mar jamás iban a poder compararse con lo que se podía prepara en una cocina en la tierra.
O al menos eso era lo que Tura creía. Al pasar tanto tiempo en el mar con su tripulación pasada, era raro cuando llegasen a tierra sólo a comer.
Su soñar despierto fue interrumpido por la pregunta de la pequeña Marie, que aún seguía escondida detrás de todos.
Le pareció algo adorable la manera en que Marie interactuaba con el otro. Seguramente era su padre.
“Aceptaremos sólo la comida” Dijo una voz femenina, con monotonía. “Gracias”
Aparentemente Lucía, por instinto ante las feas ventiscas, se acercó a los otros, intentando quizás buscar un poco más de calor humano. O quizás se hartó de esperar, y de que Tura no cambiase su actitud de sumiso ante el extraño.
Lucía se cruzó de brazos, y volteo a ver a Marie de manera fría. Su intención no era agredir a la pequeña, pero le era difícil controlar sus expresiones ante el frio y la incomodad que sentía ante el extraño ciego.
Dirigiéndose al otro, Lucía continuó hablando “No tenemos la capacidad de aceptarle “un trago”” Tornando su mirada esta vez a Tura, ella se encogió de hombros.
“Ah, L-lo siento señor. Somos menores de edad.” Tura siguió “No queremos causarle m-más problemas de los que ya le hemos dado-”
Moviéndose al lado de Tura, y empujándolo levemente, evitó que siguiese con su típica actitud subyugada.
Lucía decidió hablar e introducirse. “Mi nombre es Lucía, y espero mi compañero se haya presentado de manera adecuada” Como le habían enseñado a ella, era cortes dar el nombre de uno mismo antes de preguntar el de la otra persona. “Si voy a comer con alguien, usualmente me gusta saber cómo referirlos, espero no sea de su desagrado que le pregunte su nombre”
Parecía que Lucía estaba nuevamente en control de sí misma, su voz parecía haber tomado la frialdad de siempre.
Pero internamente seguía apenada y en caos consigo misma por el error que cometió.
Otra ventisca fuerte se sintió, lo cual obligó a Lucia a acercarse a Tura. Por algún sentido natural, él la abrazo.
“Uh” El joven se sonrojó al tener a su compañera tan cerca y en sus brazos.
Ignorando los ruidos de su compañero, Lucía trato de apurar las cosas. Ella no estaba acostumbrada al clima que les seguía azotando.
“Odio ser aún más grosera, pero nosotros no conocemos aquí. Y me agradaría mucho buscáramos refugio pronto”
-“Espero algún lugar siga abierto…” comentó Tura, mientras observaba como todos corrían, y cerraban puertas y ventanas “¿N-no crees que sería mejor regresar al barco?”
-“¿Y lograr que se enojen por nosotros por no cumplir con traer los víveres?” Contestó Lucía molesta “Prefiero morir congelada”
-“Ambos sabemos que eso no es cierto…”
-“Como sea”
La nevada parecía tornarse cada vez peor con cada segundo que pasaba.
Vagadus Vares
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
EL aura de Tura expandía poco a poco, la tensión se iba desapareciendo de su cuerpo, eso era casi perfecto, lo único que faltaba era entrar a uno de los establecimientos, el clima estaba muy loco, no era normal, ni siquiera en la Grand Line, ha de ser un mal presagio, o tal vez me lo esté imaginando, tanto tiempo dormido hace mal.
La mujer se acercaba, el frio estaba espantoso cada vez, además de que atrase su compañero demasiado así que era predecible que se acercaría tarde o temprano. Aceptaron, aunque sea por la comida, era ganancia para mí. ¿Incapacidad para el alcohol?, que demonios les pasaba a estos jóvenes, ¿menores de edad?, que excusa más espantosa, desde los 14 años yo ya bebía unos dos tarros de cerveza sin ningún problema, estos niños de hoy no aguantan ni un sorbo. La mujer se puso a lado de su compañero y se presentó cortésmente, llamándose Lucia, al menos tenían modales, no como yo.
-Me llamo Nova D. Neo, un placer conocerlos- dije amistosamente, aunque el tono de voz de Lucia haya vuelto a la normalidad, su aura aún seguía alterada. Un fuerte viento helado llego, haciendo que Marie se pegara más a mí, protegiéndose más de la nieve que este viento arrastraba que por el helado clima que tenía esta isla. Lucia se acercó a Tura, el aura de este hombre se alteró, ¿amor? , lo más probable, los dos son como polos opuestos, que a la vez se atraen, esto iba a ser algo divertido.
-He venido pocas veces, pero se de una posada que no está lejos de aquí, síganme- les dije, me di media vuelta y camine, agarrando de la mano a Marie. Me dirigí al lugar donde estaban más auras y se escuchaban risas y canciones de alegría. Un lugar tan animado que desde el exterior se olía el licor y los alimentos, el estómago me rugía y, aunque ya no me pueda emborrachar, quería probar otra vez esa fría bebida.
Entre y nos recibió el calor del lugar, el ambiente estaba muy bien. Entre canciones y risas las vibraciones rebotaban por el lugar, dejándome ver los lugares vacíos que tenía el establecimiento. Que suerte teníamos, había una mesa redonda con cuatro sillas, me senté en ella y Marie a un lado, esperaba a que las dos personas se sentaran para así tener una buena conversación.
La mujer se acercaba, el frio estaba espantoso cada vez, además de que atrase su compañero demasiado así que era predecible que se acercaría tarde o temprano. Aceptaron, aunque sea por la comida, era ganancia para mí. ¿Incapacidad para el alcohol?, que demonios les pasaba a estos jóvenes, ¿menores de edad?, que excusa más espantosa, desde los 14 años yo ya bebía unos dos tarros de cerveza sin ningún problema, estos niños de hoy no aguantan ni un sorbo. La mujer se puso a lado de su compañero y se presentó cortésmente, llamándose Lucia, al menos tenían modales, no como yo.
-Me llamo Nova D. Neo, un placer conocerlos- dije amistosamente, aunque el tono de voz de Lucia haya vuelto a la normalidad, su aura aún seguía alterada. Un fuerte viento helado llego, haciendo que Marie se pegara más a mí, protegiéndose más de la nieve que este viento arrastraba que por el helado clima que tenía esta isla. Lucia se acercó a Tura, el aura de este hombre se alteró, ¿amor? , lo más probable, los dos son como polos opuestos, que a la vez se atraen, esto iba a ser algo divertido.
-He venido pocas veces, pero se de una posada que no está lejos de aquí, síganme- les dije, me di media vuelta y camine, agarrando de la mano a Marie. Me dirigí al lugar donde estaban más auras y se escuchaban risas y canciones de alegría. Un lugar tan animado que desde el exterior se olía el licor y los alimentos, el estómago me rugía y, aunque ya no me pueda emborrachar, quería probar otra vez esa fría bebida.
Entre y nos recibió el calor del lugar, el ambiente estaba muy bien. Entre canciones y risas las vibraciones rebotaban por el lugar, dejándome ver los lugares vacíos que tenía el establecimiento. Que suerte teníamos, había una mesa redonda con cuatro sillas, me senté en ella y Marie a un lado, esperaba a que las dos personas se sentaran para así tener una buena conversación.
Luthia
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
“El placer es n-nuestro, Señor Nova” Tura se permitió expresarse. Al parecer, ya le había agarrado confianza, la suficiente para poder mostrar un poco de alegría al conocer su nombre.
A los pocos segundos se sintió observado por Lucía, le regresó la mirada con una cálida sonrisa. Ella sólo suspiro molestamente, pero aun así logró dar una pequeño gesto; No tan grande como la de él, pero era una mueca a final de cuentas.
Lucía sólo se quedó observando a Nova y su compañera alejarse de ellos para buscar el refugio al que iban a ser invitados a comer.
“No oí el nombre de la niña. Creo me quede sorda cuando nuestra nueva amistad lo dijo” Se entendía el sarcasmo en su voz.
“C-creo que se llama M-Marie”
-“¿Sabes algo?” Al estar cerca de Tura, no tuvo que hablar muy fuerte. No era necesario de que los demás se enteraran de lo que estaba a punto de decir “Nuestro conocido camina muy bien para estar ciego”
-“¡L-Lucy!”
-“¿Qué? Es verdad…”Finalmente se decidió por seguirles, jalando consigo a su acompañante, quien aún le abrazaba tímidamente. Pero Tura le soltó al no dejar que ninguno de los dos caminase bien. “No sé cómo, pero puede ver… ¿Tú crees… Que él haya permitido que yo me estrellase con él? Es decir, obsérvalo, pudo haberme esquivado fácilmente…”
Las sospechas de la niña seguían creciendo, pero otra ventisca evitó que se pudiera seguir concentrando. Tembló y gritó agudamente. “¡Tonto clima!” Aceleró el paso para poder pronto entrar a la construcción donde Nova y, donde quizás la atmosfera pudiera sentirse un poco más agradable.
Abrió la puerta, y se introdujo al lugar, Tura cerca y detrás de ella.
Como sospechó, el clima cambió, claro que eso era afectado por la cantidad de personas que residía dentro.
-“Hay d-demasiada gente…”
Lucía volteó a ver a su amigo, quien se había retraído en su lugar al estar ante la presencia de tantos. Él no gustaba de lugares enumerados.
-“Calma” Le dijo mientras observaba al pobre Tura que intentaba no entrar en pánico. “Piensa que es mejor que estar afuera en el frio”
-“S-si…” Tura miraba nerviosamente alrededor. Sentía como todo mundo le fijaba los ojos. Pero eso no era cierto, y él sabía que todo eso estaba en su imaginación, pero no podía evitar sentirse intranquilo.
Analizando el lugar por pocos momentos, Lucía detectó a sus nuevos compañeros instalándose en una mesa.
-“Ven, ya los vi” Tomó la mano de su compañero, causándole sonrojarse de nuevo, tratando de guiarlo a través de la gente.
Hasta cierto punto, era raro que ella se mostrase tan amable con Tura, usualmente lo hostigaba por su personalidad tan sumisa, pero quizás, hasta cierto punto, ella entendía lo difícil que era para él poder socializar tanto. Era impresionante lo bien que se estaba llevando con el ciego.
Tras un poco caminar, finalmente llegaron con Nova y la pequeña Marie.
Cada uno tomó su lugar, y esperaron a que se les atendiera. El mero olor de la comida, les despertó el apetito. El enojo y frio de Lucía aparentemente habían logrado que ella pudiera olvidar que tenía hambre
Lucía tenía sus propias preguntas con respecto a Nova, las cuales incluían la repentina amabilidad de invitarles a comer, y su aparente capacidad para ver.
Algo de él le incomodaba a Lucía…
Tura, en cambio, parecía estar demasiado ocupado con su nerviosismo de estar entre tantas almas. Iba a ser un tanto difícil que él entrase en alguna discusión.
Iba a ser una conversación interesante.
A los pocos segundos se sintió observado por Lucía, le regresó la mirada con una cálida sonrisa. Ella sólo suspiro molestamente, pero aun así logró dar una pequeño gesto; No tan grande como la de él, pero era una mueca a final de cuentas.
Lucía sólo se quedó observando a Nova y su compañera alejarse de ellos para buscar el refugio al que iban a ser invitados a comer.
“No oí el nombre de la niña. Creo me quede sorda cuando nuestra nueva amistad lo dijo” Se entendía el sarcasmo en su voz.
“C-creo que se llama M-Marie”
-“¿Sabes algo?” Al estar cerca de Tura, no tuvo que hablar muy fuerte. No era necesario de que los demás se enteraran de lo que estaba a punto de decir “Nuestro conocido camina muy bien para estar ciego”
-“¡L-Lucy!”
-“¿Qué? Es verdad…”Finalmente se decidió por seguirles, jalando consigo a su acompañante, quien aún le abrazaba tímidamente. Pero Tura le soltó al no dejar que ninguno de los dos caminase bien. “No sé cómo, pero puede ver… ¿Tú crees… Que él haya permitido que yo me estrellase con él? Es decir, obsérvalo, pudo haberme esquivado fácilmente…”
Las sospechas de la niña seguían creciendo, pero otra ventisca evitó que se pudiera seguir concentrando. Tembló y gritó agudamente. “¡Tonto clima!” Aceleró el paso para poder pronto entrar a la construcción donde Nova y, donde quizás la atmosfera pudiera sentirse un poco más agradable.
Abrió la puerta, y se introdujo al lugar, Tura cerca y detrás de ella.
Como sospechó, el clima cambió, claro que eso era afectado por la cantidad de personas que residía dentro.
-“Hay d-demasiada gente…”
Lucía volteó a ver a su amigo, quien se había retraído en su lugar al estar ante la presencia de tantos. Él no gustaba de lugares enumerados.
-“Calma” Le dijo mientras observaba al pobre Tura que intentaba no entrar en pánico. “Piensa que es mejor que estar afuera en el frio”
-“S-si…” Tura miraba nerviosamente alrededor. Sentía como todo mundo le fijaba los ojos. Pero eso no era cierto, y él sabía que todo eso estaba en su imaginación, pero no podía evitar sentirse intranquilo.
Analizando el lugar por pocos momentos, Lucía detectó a sus nuevos compañeros instalándose en una mesa.
-“Ven, ya los vi” Tomó la mano de su compañero, causándole sonrojarse de nuevo, tratando de guiarlo a través de la gente.
Hasta cierto punto, era raro que ella se mostrase tan amable con Tura, usualmente lo hostigaba por su personalidad tan sumisa, pero quizás, hasta cierto punto, ella entendía lo difícil que era para él poder socializar tanto. Era impresionante lo bien que se estaba llevando con el ciego.
Tras un poco caminar, finalmente llegaron con Nova y la pequeña Marie.
Cada uno tomó su lugar, y esperaron a que se les atendiera. El mero olor de la comida, les despertó el apetito. El enojo y frio de Lucía aparentemente habían logrado que ella pudiera olvidar que tenía hambre
Lucía tenía sus propias preguntas con respecto a Nova, las cuales incluían la repentina amabilidad de invitarles a comer, y su aparente capacidad para ver.
Algo de él le incomodaba a Lucía…
Tura, en cambio, parecía estar demasiado ocupado con su nerviosismo de estar entre tantas almas. Iba a ser un tanto difícil que él entrase en alguna discusión.
Iba a ser una conversación interesante.
Contenido patrocinado
Fama
Recompensa
Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.