Sashimi de Pulpo [Koro y elgesugha]

Off-Rol:

-“Wow… Wow, Espera un segundo… ¿Estamos en-en…?” Tura balbuceaba emocionado mientras empezaba a reconocer la isla, pero su mera impresión no parecía dejarle poder terminar sus oraciones
-“Villa Shimotsuki”  Interrumpió Lucía mientras veía el mapa. No compartía la misma alegría que su compañero. Seguía con la misma seriedad de siempre.
-“¡Es el lugar donde entrenó el legendario espadachín Roronoa Zoro!”
-“Calma, Tura. Recuerda que aunque era una leyenda, seguía siendo humano al igual que todos.” Aun enfocada en el mapa “Es raro verte tan emocionado, usualmente le tienes miedo a todo. Ahora que lo pienso ¿Por qué usas espadas como tu arma? No parece gustarte el combate mucho”
-“Eeeeh…” Tura tomo sus armas y las desenvaino, posándolas frente a él para observarlas “La verdad… Sólo quería proteger a los demás… P-pero yo sé que soy un…” Tura rio nerviosamente. “Un…”
-“¿Un cobarde?” Completo Lucía la frase por él.

-“Si…” Triste y ofendido, Tura sólo pudo gemir. Era cierto lo que decía su compañera, nunca se le habían dado bien las batallas, el miedo lo consumía y muchas veces no podía ni moverse para defenderse a él o a otros. Suspiro, bajando sus armas, las cuales casi tocaron el suelo. Miró después al cielo y suspiro. “Espero algún día poder demostrar lo contrario…”
-“Por eso te traje aquí”
-“¿D-de que hablas?”
-“Hay un dojo aquí, puedes entrenar y mejorar”
-“¡L-Lucy, p-pero no creo que me acepten!” Se empezó a poner de histerias en su lugar, mirando nerviosamente a su compañero “¿Q-que tal si creen que soy pa-patético y me rechazan?”

Lucía no contestó, sólo se adelantó. Intentando ubicar el dojo que buscaba para su compañero -“No eres patético. El simple hecho de estar vivo demuestra lo contrario. Y existe algo llamado progresar. Recientemente dijiste que Zoro llegó a ser un espadachín legendario.” Ella seguía viendo el mapa, sin molestarse por hacer contacto visual con su compañero “¿Acaso crees que Zoro nació siendo una leyenda?”
-“S-supongo que no…” El joven espadachín se empezó a animar un poco con las palabras que escuchaba de su compañera “P-pero… Dudo que el haya dejado que su miedo lo consumiera como… A mi…”
- “Eso no lo sé, pero dudo que importe mucho. Como toda persona, tenía sus fuerzas y sus debilidades. De alguna manera u otra, aprovecho sus debilidades para hacerlas cualidades”
-“¿D-de que hablas?”
-“Tu mayor debilidad piensas tu que es tu miedo, ¿Cierto?” Lucía espero a que su compañero asintiera con su cabeza antes de continuar “Entonces debes de aprender a canalizar tu miedo de manera que puedas aprovecharlo y convertirlo en tu fuerza.”

Tura se quedó callado, no estaba seguro a que se refería su compañera. ¿Cómo podría su miedo convertirse en una fuerza? El miedo era sólo eso, ¿qué no? El miedo es una debilidad, y nada más.
Guardo sus armas, no tenía caso tenerlas fuera por el momento.

-“¡Ah!” Expresó Lucía “Aquí está” Al fin despegando los ojos del mapa, se enfocó en una pequeña construcción frente a ella. “Seguramente en este lugar puedan enseñarte a usar tu miedo como tu arma. O al menos eso espero”
-“Sigo sin estar m-muy seguro de esto…” Suspiro Tura.
-“Tomate tu tiempo. Yo esperare aquí afuera.” Y dicho así, Lucía se aparto de él. Pronto se colocó a lado de un árbol y saco un libro. El libro parecía estar algo dañado por el uso. “Dudo que me acepten a mí en su dojo al no ser yo una usuario de espada. Tampoco poseo el interés por aprender”

Nervioso, Tura constantemente miraba entre la entrada del dojo y a Lucia. Estaba emocionado de poder quizás entrenar en el mismo lugar que Zoro, pero al mismo tiempo tenía miedo de ser rechazado por su debilidad.
Bueno. No quedaba otra cosa más que tocar a la puerta.

Toc toc

-Aaaaaaa Villa Shimotsuki, famosa por sus excelentes enseñanzas de esgrima de cuyo dojo han salido los espadachines mas grandes del mundo.-Me dije a mi mismo. A mi no me interesaba aprender a usar una espada, mi cuerpo era mi arma, pero ne era un mal lugar para hacer una visita turística.

-Ya que estoy aquí me pasare por el famoso dojo para echar un vistazo.-Pensé mientras le daba vueltas al mapa. Ya no sabia que era arriba y que abajo desde que me perdí dando un paseo por los alrededores para descansar del viaje en barco. Al final me quede dormido a la sombra de un árbol por relajarme y acabe dando vueltas a lo tonto y sin saber adonde iba.

-Disculpe, ¿Puede decirme donde esta el dojo de esta isla? Creo que me he perdido.-Le pregunte a un anciano con la barba y las cejas pobladas que por su aspecto parecía uno de estos viejos sabios que lo conocían todo.-Es por ahí señor.-Me respondió señalando una calle.-Pero yo de usted iría a ver un medico primero, le veo un tanto amarillento, podría haber pillado alguna enfermedad.-Añadio.-No se preocupe, estoy bien.-Conteste mientras me alejaba despidiéndome con la mano en la dirección que me había señalado. Creo que no debía de ver muy bien pues me confundió con un señor amarillo pese a mi extraño aspecto, de todos modos no podía hacer otra cosa mas que fiarme de el así que seguí recto.

Tras andar unos tres minutos llegue a lo que parecía ser el dojo, la verdad es que era impresionante, no esperaba menos de un dojo con tan buena fama. Me fije en que delante de la puerta había una niña leyendo un libro bajo la sombra de un árbol. Era raro que alguien fuera a un dojo de esgrima a leer, o a lo mejor es que pertenecía al dojo y estaba descansando, lo mas sencillo seria preguntarle para saberlo así que me acerque a ella y me puse junto al árbol.-Buenos días señorita, ¿Puedo preguntarle que hace leyendo aquí?-

Se escuchó una pequeña risa “Es solamente una sugerencia, pero intenta tocar más fuerte la próxima vez” Lucía, sin despegar sus ojos del libro, dijo en tono burlón. Refiriéndose a la actitud nerviosa de su compañero.  “De esa manera quizás lleguen a escucharte”
Tura gruño, o al menos eso aparentaba, pues sólo se pudo oír un pequeño gemido. Pero su compañera tenia razón. Le era imposible ser escuchado con la fuerza con la que se había atrevido a tocar la puerta del dojo. Frustrado, y rendido, regreso lentamente a posarse al lado de su compañera

-“S-sera mejor regresemos ot-otro día” Moviendo su brazo, para rascar su nuca, en expresión de nerviosismo.
-“Nah, no lo creo” Decía ella, mientras pasaba a la siguiente página de su libro. “Ya estamos aquí”

Al estar tan cerca, esta vez Lucía pudo detectar el leve sollozo de Tura. Hasta cierto punto, a ella le agradaba verlo sufrir. Y no era con malicia, simplemente ella sabia que Tura tenia potencial de convertirse en un gran espadachín. Su intención sólo era alentarlo un poco para que siguiese sus sueños y se pudiese desarrollar de forma adecuada.

Tura estaba apunto de seguir con sus quejas, pero observó como un… Pulpo… se acercaba.

¿Un pulpo?


De manera sencilla, se acercó a ellos, junto al árbol bajo la sombra. Logrando tapar la poca luz que le llegaba a la lectora.

“Buenos días señorita, ¿Puedo preguntarle que hace leyendo aquí?”

Lucía, molesta ante la interrupción de su lectura que acababa de sufrir, suspiró fuertemente.
“Saludos” Se limitó a decir, mientras forzaba una sonrisa y observaba al nuevo acompañante “Como usted había mencionado, sólo planeaba leer en lo que parecía ser un lugar agradable, a la suave luz que proporcionaba el Sol. Pero como me la ha tapado, creo que mis planes ahora serán enfocados a hablar con usted”

Tura logró hacer un pequeño bufido. A veces el sarcasmo de Lucía llegaba a hacérsele gracioso.

“Ahora dígame” Continuó Lucía con su animosidad “¿En que puedo ayudarle?” La sonrisa en su cara desapareció, mostrando una vez más la cara fría que usualmente ella usaba.

Off:

Cuando llegue junto al árbol aquella niña estaba ahora con un niño que llevaba una espada y parecía llorar. Tras saludarla la niña se limito a esbozar una sonrisa que se veía forzada a la legua diciéndome con un sarcasmo no mal disimulado sino ya directamente sin disimular que hablaba conmigo porque le había interrumpido la lectura. No daba la impresión de ser una persona muy amigable así que la deje un poco de lado y apartándome para que volviera a darle el sol me centre en entablar una conversación con el chico de la espada.

-Lamento la interrupción, por cierto me llamo Koro pero tranquila que ya te dejo leer en paz.- Le dije a la chica tras lo cual me dispuse a hablar con el muchacho. -Dime si no es molestia, ¿Vosotros como os llamáis? A ella no se lo pregunto que parece concentrada y no quiero molestarla, otra cosa, no he podido evitar fijarme en que llevas una espada así que también quisiera saber si estas entrenando en este dojo.- Añadí con un tono calmado tras la pregunta anterior.

No eran muy mayores ninguno de los dos pero la verdad es que yo empece desde muy pequeño así que no seria nada nuevo. La chica no llevaba armas y puesto que era un dojo de esgrima probablemente solo seria una lectora de paso, pero el chaval si que portaba una espada y juraría que venia  de la puerta del dojo así que si el si que estaba entrenando podría aprovechar la ocasión para pedirle que me lo enseñase. Esperaba que no fuera tan borde como la otra señorita que por el momento parecía sufrir un grave síndrome de déficit de amabilidad que hacia imposible hablar con ella normalmente, ni siquiera se digno a decirme su nombre tras saludarla y si el hombre era igual todo eso acabaría siendo un gran fastidio.