Vagadus Vares
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Mierda, hemos llegado tarde… otra vez. Varias personas estaban heridas por combates anteriores o a este, diferenciaba el olor a la sangre de mis compañeros por ser más cercanos. Pude sentir las auras de cada uno, fuertes entre uno y otro, aunque consideraba a León y a… ¿un enano?, como sea, estos tenían las auras más fuertes que había visto en nuestro grupo.
-Me disculpo cortésmente, tuvimos algunos problemas en el puerto del Nuevo Mundo, tal vez el reporte le llego antes, pero aun así se lo daré: varios civiles, agentes y marines evacuaron la zona, pudimos proteger la zona de los gyojines antes de que se hundiera por un tsunami. Tuve que subir con Noa en la espalda, por lo que descansamos unos minutos. Al sentir tu aura en combate vine a asistir, sin embargo llegamos tarde- le reporte, la situación estaba mal, como miembro del Cipher Pol tenía que reportar, pero tenía el presentimiento de que esta información no era nueva.
-Yo soy médico, en este lugar no puedo atender, necesito un espacio encerrado para que sea rápido y seguro. Tal vez a uno de esos edificios abandonados que están ilesos, será un buen lugar donde atender- dije, bajando a Noa de mi espalda y esperando, -lo necesitamos mover lo antes posible, si decide curarlos aquí afuera estarán en peligro de que los ataquen por un punto ciego, algo que debemos prevenir- le decía a León, como médico no podía dejar que mis pacientes estén en este pesado y estresante ambiente, era malo para la salud.
Después planear nuestro siguiente movimiento, León se quedó tenso, su aura presentaba preocupación, y solo porque parece ser de que se percató de la presencia del enano, ¿Quién demonios era?, claramente era muy poderoso, pero para poner a León de esa manera era muy raro. Seguido de la planeación se disculpó, al parecer el pequeño hombre era del rango 9, algo que no me sorprendía por su poder, pero mi ignorancia hizo que me dirigiera a León como superior.
-También discúlpeme por no dirigirme hacia usted, no estaba al tanto del rango que poseía- le dije humildemente, unas sinceras disculpas siempre eran las mejores. León empezó a dar un informe sobre los acontecimientos que se habían desarrollado en torno a nuestra misión. Espere a que terminara para que me tocara hablar.
-Señor, como médico del grupo sugiero mover a los heridos a un lugar cerrado, el ambiente de estrés que provoca la guerra no es buena para la salud, además de que necesitamos cubrir los puntos ciegos que se pueden presentar en este campo de batalla- le dije, aunque respetaba su posición como líder en estos momentos, como médico me importaba un bledo, primero era la vida del paciente que las ordenes de mi superior.
-Me disculpo cortésmente, tuvimos algunos problemas en el puerto del Nuevo Mundo, tal vez el reporte le llego antes, pero aun así se lo daré: varios civiles, agentes y marines evacuaron la zona, pudimos proteger la zona de los gyojines antes de que se hundiera por un tsunami. Tuve que subir con Noa en la espalda, por lo que descansamos unos minutos. Al sentir tu aura en combate vine a asistir, sin embargo llegamos tarde- le reporte, la situación estaba mal, como miembro del Cipher Pol tenía que reportar, pero tenía el presentimiento de que esta información no era nueva.
-Yo soy médico, en este lugar no puedo atender, necesito un espacio encerrado para que sea rápido y seguro. Tal vez a uno de esos edificios abandonados que están ilesos, será un buen lugar donde atender- dije, bajando a Noa de mi espalda y esperando, -lo necesitamos mover lo antes posible, si decide curarlos aquí afuera estarán en peligro de que los ataquen por un punto ciego, algo que debemos prevenir- le decía a León, como médico no podía dejar que mis pacientes estén en este pesado y estresante ambiente, era malo para la salud.
Después planear nuestro siguiente movimiento, León se quedó tenso, su aura presentaba preocupación, y solo porque parece ser de que se percató de la presencia del enano, ¿Quién demonios era?, claramente era muy poderoso, pero para poner a León de esa manera era muy raro. Seguido de la planeación se disculpó, al parecer el pequeño hombre era del rango 9, algo que no me sorprendía por su poder, pero mi ignorancia hizo que me dirigiera a León como superior.
-También discúlpeme por no dirigirme hacia usted, no estaba al tanto del rango que poseía- le dije humildemente, unas sinceras disculpas siempre eran las mejores. León empezó a dar un informe sobre los acontecimientos que se habían desarrollado en torno a nuestra misión. Espere a que terminara para que me tocara hablar.
-Señor, como médico del grupo sugiero mover a los heridos a un lugar cerrado, el ambiente de estrés que provoca la guerra no es buena para la salud, además de que necesitamos cubrir los puntos ciegos que se pueden presentar en este campo de batalla- le dije, aunque respetaba su posición como líder en estos momentos, como médico me importaba un bledo, primero era la vida del paciente que las ordenes de mi superior.
elkilian
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Llegas a la zona de los gyojin, cuando el edificio por el que vas caminando se parte en dos de golpe. Intenta evitar caer al abismo que se ha formado.
Mientras voy saltando de edificio en edificio para llegar hasta el agujero y enfrentarme a esos Gyojins suena un crujido y de repente el edificio por el que iba andando se empieza a partir en dos. Rápidamente retrocedo y salto al edificio colindante. Una vez a salvo de caerme y clavarme la estructura giro mi cabeza hacia atrás y observo que no solo se había partido en dos el edificio, sino que toda una línea de edificios se estaban partiendo.
- Maldita sea - dije mientras corría hacía el centro de la ciudad por los tejados - Sino no me dejan llegar hasta ellos tendré que ir a donde van a ir -
Mientras voy saltando de edificio en edificio para llegar hasta el agujero y enfrentarme a esos Gyojins suena un crujido y de repente el edificio por el que iba andando se empieza a partir en dos. Rápidamente retrocedo y salto al edificio colindante. Una vez a salvo de caerme y clavarme la estructura giro mi cabeza hacia atrás y observo que no solo se había partido en dos el edificio, sino que toda una línea de edificios se estaban partiendo.
- Maldita sea - dije mientras corría hacía el centro de la ciudad por los tejados - Sino no me dejan llegar hasta ellos tendré que ir a donde van a ir -
- Resumen:
- Saltó hacia atrás para evitar la caída - corro por los edificios para llegar al centro (No estoy muy inspirado hoy)
Mellanie Grim
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Me recosté sobre una pared luego de dejar a Maximilian descansando sobre él suelo. Estaba algo cansada por todo lo que habíamos hecho hasta ahora. Lo siguiente que hice fue llevar mi mano a mi mochila y comerme la fruta que antes me había dado Roy. Luego cerré los ojos para tranquilizar mi mente. Pensaba en muchas cosas pero por el momento no quería preocuparme de nada y solo dormirme tal vez.
-Estamos atrapados
La voz de Maximilian me despertó. Estaba frente a nosotros sentado y parecía con más fuerzas. Lo miré y le sonreí para darle a entender que no me había molestado que me quitara el sueño. Luego de unos momentos comenzó a hablar de algunas cosas que no me había percatado. Todo comenzaba a tener sentido y las ideas de Max eran muy lógicas. Los Gyojins, el hecho de que estuviéramos en la ciudad sagrada de los nobles, los marines que habíamos visto en el ascensor, y el extraño barco que nos había salvado de morir ahogados. Escuchaba atentamente a Max mientras comenzaba a pensar en todo lo que estaba diciendo.
-Nuestra prioridad es salir con vida de todo esto, no hay duda pero me gustaría mucho encontrar alguna cosa interesante, no sé tal vez algún vestido bonito de los nobles – pensé alegremente mientras Max terminaba de hablar.
Se puso en pie y recorrió el lugar con la mirada. Luego de un momento se quedó mirando en algún lugar y vi que había una ventana en lo alto de una de las paredes. Maximilian caminó hasta estar debajo de aquella ventana la cual era algo angosta pero lo suficiente para que una persona pasar por ella. Roy y yo ya estamos de pie cuando Maximilian dijo que yo debía ser la primera. Ambos caminamos al lado de Max. Ambos me ayudaron a subir hasta que estuve muy cerca de la ventana y pude abrir el pestillo que cerraba el marco de la ventana. Esta se abrió hacia afuera cuando la empuje y recibí un pequeño empujón desde abajo. Max y Roy me habían impulsado sosteniéndome de los pies y ahora yo estaba colgando a medio cuerpo entre el exterior y el almacén. Me arrastre con fuerza y pude salir completamente, al ponerme de pie casi caigo de la sorpresa por ver la imagen que tenía el exterior. El lugar era un completo desastre, había casas por todos lados destruidas y no muy lejos de donde estaba se podía oír el sonido de explosiones y gritos extraños. Me quité el asombro de encima y me introduje de nuevo por la ventana para ayudar a Roy a subir.
-Estamos atrapados
La voz de Maximilian me despertó. Estaba frente a nosotros sentado y parecía con más fuerzas. Lo miré y le sonreí para darle a entender que no me había molestado que me quitara el sueño. Luego de unos momentos comenzó a hablar de algunas cosas que no me había percatado. Todo comenzaba a tener sentido y las ideas de Max eran muy lógicas. Los Gyojins, el hecho de que estuviéramos en la ciudad sagrada de los nobles, los marines que habíamos visto en el ascensor, y el extraño barco que nos había salvado de morir ahogados. Escuchaba atentamente a Max mientras comenzaba a pensar en todo lo que estaba diciendo.
-Nuestra prioridad es salir con vida de todo esto, no hay duda pero me gustaría mucho encontrar alguna cosa interesante, no sé tal vez algún vestido bonito de los nobles – pensé alegremente mientras Max terminaba de hablar.
Se puso en pie y recorrió el lugar con la mirada. Luego de un momento se quedó mirando en algún lugar y vi que había una ventana en lo alto de una de las paredes. Maximilian caminó hasta estar debajo de aquella ventana la cual era algo angosta pero lo suficiente para que una persona pasar por ella. Roy y yo ya estamos de pie cuando Maximilian dijo que yo debía ser la primera. Ambos caminamos al lado de Max. Ambos me ayudaron a subir hasta que estuve muy cerca de la ventana y pude abrir el pestillo que cerraba el marco de la ventana. Esta se abrió hacia afuera cuando la empuje y recibí un pequeño empujón desde abajo. Max y Roy me habían impulsado sosteniéndome de los pies y ahora yo estaba colgando a medio cuerpo entre el exterior y el almacén. Me arrastre con fuerza y pude salir completamente, al ponerme de pie casi caigo de la sorpresa por ver la imagen que tenía el exterior. El lugar era un completo desastre, había casas por todos lados destruidas y no muy lejos de donde estaba se podía oír el sonido de explosiones y gritos extraños. Me quité el asombro de encima y me introduje de nuevo por la ventana para ayudar a Roy a subir.
- Resumen:
- Escuchó el plan de Max. Luego de ello subo por la pared hasta llegar a la ventana y salgo del almacen. Este daba al exterior y me asombro al ver todo. Me prestó a ayudar a Roy para que suba.
Worick L. Arcangelo
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Estábamos ya en el interior de la zona residencial y aquella situación no me agradaba en lo más mínimo, si bien que no era muy difícil pensar que algo podía salir mal en medio de una guerra nunca me había gustado confiar en mi suerte. Caminábamos por las calles del barrio residencial mientras el sonido del caos se concentraba a nuestros alrededores nos envolvía y tornaba nuestro sentido auditivo casi inútil, desde luego cualquier asesino podía disfrutar en aquella guerra, quizá de no estar en aquella zona junto a Kaede yo mismo saldría a la caza de alguien. Pero en cambio allí estaba con Kaede a mi lado dando un “agradable” paseo, si bien es que referirse a agradable a hacer un desfile por parejas por las desiertas calles de Mariejoa a causa de la guerra no era la mejor forma de describirlo. En cualquier caso yo disfrutaba de aquello a mí modo, al fin y al cabo me gustaba estar con Kaede sin importar la situación siempre y cuando esta estuviera a salvo y en aquel caso estaba contento al 50%. El paseo con Kaede era agradable pero mi constante preocupación por defender a esta era más que latente por lo que trataba de mantenerme alerta tanto como podía.
Llevábamos ya unos minutos caminando y me preocupaba el estado de Kaede tras haber comido la fruta, había estado trasteando con ella durante este tiempo pero no tenía del todo claro si realmente le gustaba el poder que esta le había otorgado así que le pregunté.
- Kaede, ahora que eres una usuaria, ¿cómo te sientes? ¿Te gusta el nuevo poder que esta te ha dado? En cualquier caso yo sigo queriéndote tal y cómo eres y cómo ya te dije te acompañaré hasta el fin de mis días. – Aquella continua preocupación había causado que aquella frase fuera expulsada desde lo más profundo de mi garganta como si de un lamento se tratará. –
Kaede era lo más importante para mí en aquella isla, el dinero, la fama, el poder… Nada me importaba hasta el punto que ella lo hacía, tal vez fuera cosa de mi pasado o el simple hecho de que ella era la única persona que realmente parecía entenderme y comprenderme. Incluso estaba dispuesta a acompañar a un desquiciado y sangriento asesino como yo, un monstruo sin corazón capaz de matar a sangre fría incluso a un indefenso niño. Ese sentimiento de miedo que sentía, era cuanto menos agradable, era como una angustia continua que se sentía en mi pecho. Me había dado cuenta que me arrepentía de no haberme marchado de la isla con Kaede, pues como ya había sentido en mis propias carnes en el pasado yo no era rival para los más fuertes de esta era, no en mi estado actual. Es por eso mismo por lo que estaba deseoso de marchar de nuevo hacia el mar y poder hacerme más fuerte, pero no sin antes llevarme a Kaede conmigo y asegurarme de que estuviera a salvo.
Estuve un buen rato comiéndome la cabeza debida a esto hasta que quizá mi intuición, mi estúpida paranoia sobreprotectora o el simple hecho de que la brisa de aire me había hecho girar la cabeza, viendo que un par de dagas se dirigían hacia nosotros. Estas habían sido lanzadas por un joven de pelo negro que se encontraba unos metros por detrás de nosotros, mientras las dagas venían hacia nosotros de nuevo aquel sentimiento de miedo me invadió acompañado de una gran ira y furia, pues seguramente aquel individúo había estado observándonos por un largo rato sin que yo me diera cuenta. Pero ahora no había tiempo para pensar en aquello tenía que proteger a Kaede, así que sin pensarlo demasiado estiré mi brazo para interponer mi mano en la trayectoria de la daga y tomar esta con la palma de mi mano. En cuanto tomé la daga pude sentir la tensión al final de esta, pues al parecer estaba atada hasta el usuario de la misma lo que podía tornarse peligroso. Respecto a la segunda daga que venía hacía mi tan solo tuve que arquear un poco mi cuerpo para que esta pasará de largo, pero aquel cable podía ser un problema así que con la mano que me restaba tomé la otra daga pero esta vez por el hilo que quedaba tras esta.
Tras hacer aquello de manera instintiva giré mi cuello para observar a Kaede que por suerte no había recibido daño alguno, aunque no se podía decir lo mismo de la palma de mi mano en la que ahora sujetaba la hoja de la daga. De todos modos una sonrisa se dibujó en el interior de la máscara de gato viendo que Kaede estaba bien, pero no tardó en disiparse para que la ira y ansia asesina se apoderasen de mí, aunque en aquel estado y con Kaede allí no iba a ser fácil pelear.
- Tú maldito cerdo, versado en el arte de las sombras y el asesinato, tú que has venido hasta mí con la intención de arrebatarme lo único importante en este falso y sucio mundo que rigen vuestras estúpidas reglas, tú que eres tan hombre como para atacar a dos personas que pasean, tú que eres tan hombre como para tratar de asesinar a una mujer por la espalda sin tan siquiera mirarla a los ojos y sentir lo que se siente al hacer descansar a alguien para siempre. No eres más que otro animal que vive asustado en este falso mundo, me repugnas hasta tal punto que esta daga que atraviesa mi palma se siente como el más feliz de mis momentos.
La ira y la ansia se disipaban un poco tras aquel desenfrenado enfado que había tenido, tras aquel gran desahogo que yo mismo me había tomado, pero no era suficiente así que recuperé el aire y continué:
- Da gracias, de que esta bella chica que está a mi lado no ha sufrido daño alguno aún a costa de mi mano porque de haber sucedido de otro modo te aseguro que esta guerra o cualquier otra acontecida en las últimas eras habría sido poco sufrimiento comparado con lo que te habría hecho. Siento que tu barato truco no funcionase, pero siento aún más el hecho de no poder pelear contigo con mi condición actual, pues tanto mi hombro como mi mano se resienten por algo culpa de los últimos hechos de esta guerra e incluso sin todos estos problemas dudo poderte hacer frente. No hace falta ni que lo dude por un momento tras haber comprobado el auténtico poder de un almirante creo que empiezo a ser realista y capaz como para juzgar el poder de alguien. – De nuevo hice una pausa para recuperar aire de forma algo arrítmica pues la adrenalina había hecho que tanto mi respiración como mi pulso se aceleraran más de lo que me hubiera gustado. – En cualquier caso ten por seguro que si de mí depende no olvidaré esta afrenta y tan pronto como me sea posible tomaré cartas en el asunto para que quedemos en paz. Por cierto, escoria, basura, saco de pulgas, animal desamparado, no me importa en lo más mínimo aquello que me pueda pasar pero no pienso permitir que se le toqué un solo pelo a nadie que me importa.
Tras decir aquello pase la daga que sostenía por el hilo a mi mano y con esta corté el propio hilo para después lanzársela acompañada de un pequeño regalito, un par de agujas que volaban por debajo de esta.
Kuroi Tanken [AIF]
Llevábamos ya unos minutos caminando y me preocupaba el estado de Kaede tras haber comido la fruta, había estado trasteando con ella durante este tiempo pero no tenía del todo claro si realmente le gustaba el poder que esta le había otorgado así que le pregunté.
- Kaede, ahora que eres una usuaria, ¿cómo te sientes? ¿Te gusta el nuevo poder que esta te ha dado? En cualquier caso yo sigo queriéndote tal y cómo eres y cómo ya te dije te acompañaré hasta el fin de mis días. – Aquella continua preocupación había causado que aquella frase fuera expulsada desde lo más profundo de mi garganta como si de un lamento se tratará. –
Kaede era lo más importante para mí en aquella isla, el dinero, la fama, el poder… Nada me importaba hasta el punto que ella lo hacía, tal vez fuera cosa de mi pasado o el simple hecho de que ella era la única persona que realmente parecía entenderme y comprenderme. Incluso estaba dispuesta a acompañar a un desquiciado y sangriento asesino como yo, un monstruo sin corazón capaz de matar a sangre fría incluso a un indefenso niño. Ese sentimiento de miedo que sentía, era cuanto menos agradable, era como una angustia continua que se sentía en mi pecho. Me había dado cuenta que me arrepentía de no haberme marchado de la isla con Kaede, pues como ya había sentido en mis propias carnes en el pasado yo no era rival para los más fuertes de esta era, no en mi estado actual. Es por eso mismo por lo que estaba deseoso de marchar de nuevo hacia el mar y poder hacerme más fuerte, pero no sin antes llevarme a Kaede conmigo y asegurarme de que estuviera a salvo.
Estuve un buen rato comiéndome la cabeza debida a esto hasta que quizá mi intuición, mi estúpida paranoia sobreprotectora o el simple hecho de que la brisa de aire me había hecho girar la cabeza, viendo que un par de dagas se dirigían hacia nosotros. Estas habían sido lanzadas por un joven de pelo negro que se encontraba unos metros por detrás de nosotros, mientras las dagas venían hacia nosotros de nuevo aquel sentimiento de miedo me invadió acompañado de una gran ira y furia, pues seguramente aquel individúo había estado observándonos por un largo rato sin que yo me diera cuenta. Pero ahora no había tiempo para pensar en aquello tenía que proteger a Kaede, así que sin pensarlo demasiado estiré mi brazo para interponer mi mano en la trayectoria de la daga y tomar esta con la palma de mi mano. En cuanto tomé la daga pude sentir la tensión al final de esta, pues al parecer estaba atada hasta el usuario de la misma lo que podía tornarse peligroso. Respecto a la segunda daga que venía hacía mi tan solo tuve que arquear un poco mi cuerpo para que esta pasará de largo, pero aquel cable podía ser un problema así que con la mano que me restaba tomé la otra daga pero esta vez por el hilo que quedaba tras esta.
Tras hacer aquello de manera instintiva giré mi cuello para observar a Kaede que por suerte no había recibido daño alguno, aunque no se podía decir lo mismo de la palma de mi mano en la que ahora sujetaba la hoja de la daga. De todos modos una sonrisa se dibujó en el interior de la máscara de gato viendo que Kaede estaba bien, pero no tardó en disiparse para que la ira y ansia asesina se apoderasen de mí, aunque en aquel estado y con Kaede allí no iba a ser fácil pelear.
- Tú maldito cerdo, versado en el arte de las sombras y el asesinato, tú que has venido hasta mí con la intención de arrebatarme lo único importante en este falso y sucio mundo que rigen vuestras estúpidas reglas, tú que eres tan hombre como para atacar a dos personas que pasean, tú que eres tan hombre como para tratar de asesinar a una mujer por la espalda sin tan siquiera mirarla a los ojos y sentir lo que se siente al hacer descansar a alguien para siempre. No eres más que otro animal que vive asustado en este falso mundo, me repugnas hasta tal punto que esta daga que atraviesa mi palma se siente como el más feliz de mis momentos.
La ira y la ansia se disipaban un poco tras aquel desenfrenado enfado que había tenido, tras aquel gran desahogo que yo mismo me había tomado, pero no era suficiente así que recuperé el aire y continué:
- Da gracias, de que esta bella chica que está a mi lado no ha sufrido daño alguno aún a costa de mi mano porque de haber sucedido de otro modo te aseguro que esta guerra o cualquier otra acontecida en las últimas eras habría sido poco sufrimiento comparado con lo que te habría hecho. Siento que tu barato truco no funcionase, pero siento aún más el hecho de no poder pelear contigo con mi condición actual, pues tanto mi hombro como mi mano se resienten por algo culpa de los últimos hechos de esta guerra e incluso sin todos estos problemas dudo poderte hacer frente. No hace falta ni que lo dude por un momento tras haber comprobado el auténtico poder de un almirante creo que empiezo a ser realista y capaz como para juzgar el poder de alguien. – De nuevo hice una pausa para recuperar aire de forma algo arrítmica pues la adrenalina había hecho que tanto mi respiración como mi pulso se aceleraran más de lo que me hubiera gustado. – En cualquier caso ten por seguro que si de mí depende no olvidaré esta afrenta y tan pronto como me sea posible tomaré cartas en el asunto para que quedemos en paz. Por cierto, escoria, basura, saco de pulgas, animal desamparado, no me importa en lo más mínimo aquello que me pueda pasar pero no pienso permitir que se le toqué un solo pelo a nadie que me importa.
Tras decir aquello pase la daga que sostenía por el hilo a mi mano y con esta corté el propio hilo para después lanzársela acompañada de un pequeño regalito, un par de agujas que volaban por debajo de esta.
Kuroi Tanken [AIF]
- Etsu Rui:
- Tiene que ver contigo como era lógico.
- Resumen:
- Nos defiendo del ataque de Etsu, acabando herido en mi mano y le ataco un poco después. Por lo demás un dircursito emociones del personaje y demás chorradas.
Habu
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Estábamos en la plaza, en la que se encontraba, casi la totalidad de la banda de Atesaki, ya que Kaiser y Bisu, estaban con sus combates, por lo que Canabar estaba al mando en ese momento tan crítico. Observe que está muy pensativo, aunque no sabía bien el motivo, podría ser que se estaba acordando de algo o porque estaba tramando un plan para ordenárnoslo. De repente se sintió como un sonido seco, casi insonoro y al observar que podía ser, comprobé que algo había hecho como un gran corte en la plaza, - ¿quién tendrá semejante poder? - pensé algo sorprendido.
Nos apartamos y buscamos un lugar más seguro, ya que veíamos que el suelo se está resquebrajando poco a poco, haciendo el agujero más grande. Canabar había llamado a Bisu antes del corte, pero todavía no había podido llegar a nuestra posición, ya que estaba peleando con un robot o algo parecido. Tras evadir la grieta, Canabar miró para comprobar que todos estábamos bien, Yumiko se subió a uno de los tejados cercanos y comentó que nos cubriría desde allí, parece que Kaiser puede ser muy persuasivo cuando quieres, ya que la mujer estaba luchando con nosotros al 100 %.
Tras observar a la mujer, Canabar nos ordenó con palabras reconfortantes y de lucha, que ayudáramos a nuestros hermanos gyojin y tras ello, blandió su enorme espada acabando con varios marines que estaban cerca. Yo me uní a la matanza con él y con mis hermanos, blandiendo mis 6 espadas dando tajos a diestro y siniestro, haciendo que la sangre recorriera mis espadas. El olor a muerte llenaba el ambiente, haciendo que mis ansias de matar crecieran, como el que esta hambriento y da el primer bocado, ahora quería mas.
Nos apartamos y buscamos un lugar más seguro, ya que veíamos que el suelo se está resquebrajando poco a poco, haciendo el agujero más grande. Canabar había llamado a Bisu antes del corte, pero todavía no había podido llegar a nuestra posición, ya que estaba peleando con un robot o algo parecido. Tras evadir la grieta, Canabar miró para comprobar que todos estábamos bien, Yumiko se subió a uno de los tejados cercanos y comentó que nos cubriría desde allí, parece que Kaiser puede ser muy persuasivo cuando quieres, ya que la mujer estaba luchando con nosotros al 100 %.
Tras observar a la mujer, Canabar nos ordenó con palabras reconfortantes y de lucha, que ayudáramos a nuestros hermanos gyojin y tras ello, blandió su enorme espada acabando con varios marines que estaban cerca. Yo me uní a la matanza con él y con mis hermanos, blandiendo mis 6 espadas dando tajos a diestro y siniestro, haciendo que la sangre recorriera mis espadas. El olor a muerte llenaba el ambiente, haciendo que mis ansias de matar crecieran, como el que esta hambriento y da el primer bocado, ahora quería mas.
- resumen:
- Observar a Canabar mientras piensa y llama a Bisu, nos apartamos del gran agujero echo en la tierra, divagaciones varias y luego voy detrás de Canabar propinando tajos con la espada a marines
Abby
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No pude evitar toser con el humo del cigarrillo de Shi. Detestaba ese olor, sobre todo fumar pero que le iba hacer, no podía evitarlo. Estábamos en medio de una guerra y creo que ponerse a fumar no era lo más sensato. A quien iba a engañar, Shi estaba loco, realmente loco y no por ello me iba a entrometer yo. Todavía tenía en mi boca los efectos de la akuma, me daba ganas de vomitar pero pude soportarlo. En cuestión de minutos pude comprobar el poder de la akuma que me había comido anteriormente; su poder era raro estiré mi brazo y vi que podía crear... ¡muelles! Nunca habría esperado esto en el destino de mi vida, muelles, tan raro e interesante a la vez... La pregunta de Shi hizo que dejara de pensar. -Es... es extraña, aunque estoy bien -sonreí en eso, sabía bien como era el y sé que se pondría paranoico perdido si le decía que no, pero le dije la verdad, los efectos del sabor de la fruta ya se habían pasado y ya volvía a estar como antes- aunque seguro que puedo sacarle un buen provecho a esta akuma. Mira, muelles. -le señalé mi brazo riendo, eran muy graciosos, rebotaban una y otra vez.
Seguimos caminando y poco a poco atravesamos la gran puerta que se abría a nuestro paso daba lugar a las zonas residenciales. La cantidad de cosas valiosas que podríamos encontrarnos por allí eran incalculables, pero algo rompió el momento. Cuando vi que Shi se giraba fui en su dirección y vi a un hombre lanzando unas dagas hacia nosotros. Shi las había parado, las dos, cada una venía a por los dos. Me llené de furia en ese momento, por qué nos atacaba si ni siquiera le conocíamos y no le habíamos hecho nada a nadie. Matar por matar ¿Acaso así iba a ser más importante? Era una estupidez, sobre todo para mi. Seguro que es de los que piensa que matando subirán su ego y tan solo se hunden poco a poco dejándose en evidencia. Aquel hombre ahora me importaba poco pero Shi se había herido por su culpa, el resto ya me daba igual. Notaba su voz como poco a poco se iba enfadando, puse una mano en su hombro como si quisiese tirar de él.-Para no sigas, vámonos, no podemos quedarnos aquí y enfrentarlo, no merece la pena. ¡Cuando estés bien volveremos! Pero no te enfrentarás tu solo.- En ese momento saqué mis dos pistolas y las ladeé para atacarle, estas salían con potencia y sus balas causaban explosiones de 15 cm de radio al notar contacto, estas iban dirigidas a sus hombros, abdomen y piernas, dado que conocía los puntos vitales por ser médica.
Bakuhatsu [AF]
Tras eso las guardé y tiré del hombro de Shi arrastrándolo hacia mi y corriendo. No sabía si conseguí darle a aquel hombre pero tampoco me importaba. Tan solo estábamos escapando. Atravesamos la puerta y vimos a un hombre de pelo negro y de punta venir hacia nosotros, no tenía intención de pararme y hablar con él así que pasé de largo. Giramos la calle. Miré hacia atrás, le habíamos perdido la vista, por fin. Jadeé un poco echando mis manos sobre las rodillas. -Menos mal que le hemos perdido, ¿Estás mejor? No debiste interponerte, pudo haber sido algo peor.- En cierto modo parecía que le echaba una reprimenda pero lo hacía por algo bueno, no quería perderle por una tontería.
Seguimos caminando y poco a poco atravesamos la gran puerta que se abría a nuestro paso daba lugar a las zonas residenciales. La cantidad de cosas valiosas que podríamos encontrarnos por allí eran incalculables, pero algo rompió el momento. Cuando vi que Shi se giraba fui en su dirección y vi a un hombre lanzando unas dagas hacia nosotros. Shi las había parado, las dos, cada una venía a por los dos. Me llené de furia en ese momento, por qué nos atacaba si ni siquiera le conocíamos y no le habíamos hecho nada a nadie. Matar por matar ¿Acaso así iba a ser más importante? Era una estupidez, sobre todo para mi. Seguro que es de los que piensa que matando subirán su ego y tan solo se hunden poco a poco dejándose en evidencia. Aquel hombre ahora me importaba poco pero Shi se había herido por su culpa, el resto ya me daba igual. Notaba su voz como poco a poco se iba enfadando, puse una mano en su hombro como si quisiese tirar de él.-Para no sigas, vámonos, no podemos quedarnos aquí y enfrentarlo, no merece la pena. ¡Cuando estés bien volveremos! Pero no te enfrentarás tu solo.- En ese momento saqué mis dos pistolas y las ladeé para atacarle, estas salían con potencia y sus balas causaban explosiones de 15 cm de radio al notar contacto, estas iban dirigidas a sus hombros, abdomen y piernas, dado que conocía los puntos vitales por ser médica.
Bakuhatsu [AF]
Tras eso las guardé y tiré del hombro de Shi arrastrándolo hacia mi y corriendo. No sabía si conseguí darle a aquel hombre pero tampoco me importaba. Tan solo estábamos escapando. Atravesamos la puerta y vimos a un hombre de pelo negro y de punta venir hacia nosotros, no tenía intención de pararme y hablar con él así que pasé de largo. Giramos la calle. Miré hacia atrás, le habíamos perdido la vista, por fin. Jadeé un poco echando mis manos sobre las rodillas. -Menos mal que le hemos perdido, ¿Estás mejor? No debiste interponerte, pudo haber sido algo peor.- En cierto modo parecía que le echaba una reprimenda pero lo hacía por algo bueno, no quería perderle por una tontería.
- Acciones:
- Comprobar mi nueva akuma, detener a Shi para que no siga avanzando, disparar a Etsu Rui y escapar de él.
Rainbow662
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-"Esto ya es otra cosa." -pensó Arribor al ver la enorme puerta negra cerrada, alzándose sobre las grandes estanterías y empequeñeciéndolas como si fuesen los simples estantes de su camarote del barco de Sons. Claro que en sus estantes no habían libros sino todo tipo de cosas que le resultaban curiosas y que no sabía donde colocar. Según se acercaba a la puerta, se paraba de vez en cuando a ojear algún libro llamativo, la mayoría de ellos sobre temas que ni siquiera entendía, aunque no lo necesitaba. Según los ojeaba los iba echando en un carrito que había encontrado por ahí y que servía para transportar libros, al fin y al cabo, era un pirata y si no robaba algo de vez en cuando le perdían el respeto. Además de que no le gustaría irse de alli con las manos vacías. Tal vez esas obras tuviesen algo de valor o sino al menos le servirían para hacer una hoguera cuando hiciera frío.
Cuando el carrito estuvo a rebosar y él se hubo cansado de fisgar entre volúmenes polvorientos, se acercó a la gran puerta negra. Allí había otro tipo que parecía absorto en unas palabras grabadas en ella, por lo que simplemente lo ignoró. Se preguntó que habría allí dentro, debía de ser importante si lo guardaban por separado. Podía ser desde el almacén de libros raros hasta el cuarto de la lavadora, aunque esto último le parecía poco probable. Aun así sería una buena forma de que no hiciese ruido y molestase a los que leían en la biblioteca. En cualquier caso no podía irse como si nada y dejar atrás lo que hubiera allí dentro, al menos no sin antes saciar su curiosidad.
El pirata se acercó a ella, pasando al lado del otro hombre, el cual ahora se dedicaba a escribir en un libro totalmente en blanco. ¿Sería el bibliotecario? De ser así no debía ser muy bueno en su trabajo porque ni siquiera se había dado cuenta de que les estaban robando. Encima del carrito, la pila de libros afanados medía cerca tres metros, aunque por suerte de momento permanecía en un equilibrio bastante estable. Arribor estudió el mensaje de la puerta durante unos segundos pero no tenía el menor sentido para él. ¿A qué clase de loco se le habría ocurrido rayar así en la puerta? Con tantos libros allí y no habían encontrado un lugar mejor para escribir. -En fin, al lío. -pensó en voz alta. En ese momento saltó para llegar al centro de la puerta y le propinó una fuerte patada con la intención de abrirla de par en par.
Cuando el carrito estuvo a rebosar y él se hubo cansado de fisgar entre volúmenes polvorientos, se acercó a la gran puerta negra. Allí había otro tipo que parecía absorto en unas palabras grabadas en ella, por lo que simplemente lo ignoró. Se preguntó que habría allí dentro, debía de ser importante si lo guardaban por separado. Podía ser desde el almacén de libros raros hasta el cuarto de la lavadora, aunque esto último le parecía poco probable. Aun así sería una buena forma de que no hiciese ruido y molestase a los que leían en la biblioteca. En cualquier caso no podía irse como si nada y dejar atrás lo que hubiera allí dentro, al menos no sin antes saciar su curiosidad.
El pirata se acercó a ella, pasando al lado del otro hombre, el cual ahora se dedicaba a escribir en un libro totalmente en blanco. ¿Sería el bibliotecario? De ser así no debía ser muy bueno en su trabajo porque ni siquiera se había dado cuenta de que les estaban robando. Encima del carrito, la pila de libros afanados medía cerca tres metros, aunque por suerte de momento permanecía en un equilibrio bastante estable. Arribor estudió el mensaje de la puerta durante unos segundos pero no tenía el menor sentido para él. ¿A qué clase de loco se le habría ocurrido rayar así en la puerta? Con tantos libros allí y no habían encontrado un lugar mejor para escribir. -En fin, al lío. -pensó en voz alta. En ese momento saltó para llegar al centro de la puerta y le propinó una fuerte patada con la intención de abrirla de par en par.
- Acciones:
- Robar una pila de libros por si hay alguno de valor - Estudiar la inscripción de la puerta y simplemente patearla para abrirla
Minato Kazuo
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Al no recibir órdenes Minato no sabía muy bien qué hacer. Quizás era uno de sus defectos, y es que aunque tenía buenas dotes de mando siempre estaba mirando hacia arriba para ver qué era lo que le ordenaban. Quizás le faltaba algo de iniciativa, o quizás no le gustaba usarla cuando podía dejar que fueran sus superiores los que decidieran, pero en cualquier caso estaba un poco perdido. Sin embargo tenía muy clara su misión, y es que mientras no le ordenaran algo más específico la necesidad general de salvar a los inocentes y brindar Justicia a los maleantes. Y eso es lo que haría, por lo que haciendo uso del mantra y de las explosiones y señales de guerra, armado con su equipo y su valor se dirigió a la zona del combate.
No pudo evitar sentir la presencia del Almirante de Flota, el cuál parecía haberse unido al combate. En ese instante Minato recordó el momento en el que abandonó al Almirante de Flota anterior para ir a salvar la ciudad -o a intentarlo- y un supernova acabó con su vida aprovechando que estaba distraído. No iba a dejar que eso volviera a pasar, por lo que tomó la decisión de avanzar hasta donde se encontraba para protegerlo. Había muchas amenazas, ya fueran gyojins o revolucionarias, y más ahora que se había descubierto que Karl estaba planeando terminar su plan. Tragó saliva al recordarlo y se dirigió a donde el Almirante Luchs se encontraba, buscando entablar una conversación con él pero sobretodo protegerlo de cualquiera. Allí también estaban Vicente Mirante y Sakata Ryu, dos vicealmirantes, y también el Almirante de Flota. Será dificil que alguien logre dañarlos teniendo en cuenta que son de las personas más fuertes del mundo, pero uno nunca sabe.
—¡Almirante de Flota Luchs-sama!— saludó mientras se acercaba al trote. Aquel lugar había sido devastado por uno de sus ataques pero la guerra aún no había terminado. —He venido a garantizar su seguridad, Almirante de Flota Luchs-sama. Si me necesita en otro lado por favor, indíquelo.— le informó con una solemne reverencia. Tras eso se puso en guardia con el Haki Mantra desplegado, al fin y al cabo uno nunca sabe dónde se esconden los cobardes que atacan por la espalda.
No pudo evitar sentir la presencia del Almirante de Flota, el cuál parecía haberse unido al combate. En ese instante Minato recordó el momento en el que abandonó al Almirante de Flota anterior para ir a salvar la ciudad -o a intentarlo- y un supernova acabó con su vida aprovechando que estaba distraído. No iba a dejar que eso volviera a pasar, por lo que tomó la decisión de avanzar hasta donde se encontraba para protegerlo. Había muchas amenazas, ya fueran gyojins o revolucionarias, y más ahora que se había descubierto que Karl estaba planeando terminar su plan. Tragó saliva al recordarlo y se dirigió a donde el Almirante Luchs se encontraba, buscando entablar una conversación con él pero sobretodo protegerlo de cualquiera. Allí también estaban Vicente Mirante y Sakata Ryu, dos vicealmirantes, y también el Almirante de Flota. Será dificil que alguien logre dañarlos teniendo en cuenta que son de las personas más fuertes del mundo, pero uno nunca sabe.
—¡Almirante de Flota Luchs-sama!— saludó mientras se acercaba al trote. Aquel lugar había sido devastado por uno de sus ataques pero la guerra aún no había terminado. —He venido a garantizar su seguridad, Almirante de Flota Luchs-sama. Si me necesita en otro lado por favor, indíquelo.— le informó con una solemne reverencia. Tras eso se puso en guardia con el Haki Mantra desplegado, al fin y al cabo uno nunca sabe dónde se esconden los cobardes que atacan por la espalda.
- Resumen:
- Ir a defender a Luchs, informarle de su propósito y esperar órdenes en caso de que las hubiera.
Break Baskerville
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-"Vacía... vacía... cuarto de baño... vacía... otro cuarto de baño... otro... ¿cuántos cuartos de baño tienen aquí? -Break pasaba de ventana en ventana, ojeando unos segundos cada estancia. Si no se equivocaba, allí vivía el Gorosei, los cinco gobernantes del mundo, quienes tenían el poder absoluto sobre el Gobierno Mundial y por ende sobre el mundo entero. Si quería encontrar los secretos del mundo debía aprovechar ahora que probablemente hubieran evacuado junto con el resto de nobles mundiales, de lo contrario lo tendría difícil para obtener lo que quería. Además, no quería que le culpasen del incendio que se iba extendiendo en el exterior del edificio. Todo el mundo culpaba a los rubios.
Tras pasar el sexto cuarto de baño, el cazador decidió pasar a las ventanas de un piso superior, donde encontró algo bastante más interesante. Se trataba de una amplia sala con varias sillas dispuestas alrededor de una larga mesa. Había bastante gente allí, uno de ellos dentro de una especie de cúpula semi-transparente. Era como una reunión pero, ¿qué clase de personas se reunirían en un lugar y en un momento así? Solo se le ocurría una respuesta y no estaba seguro de si era o no algo bueno. Si de verdad se trataba de las personas que él creía tal vez se había equivocado totalmente, tal vez el Gorosei no fuese un grupo de carcamales artríticos como él había supuesto. Eso complicaba las cosas, no se podía robar algo con ellos allí, no si quería vivir para contarlo. No es que pensase que fuesen peligrosos de por sí, pero cuando alguien sobrevive en el poder durante tanto tiempo como ellos sin duda es por algo. Quizás contasen con algún tipo de defensa secreta, aunque también cabía la posibilidad de que fuesen capaces de defenderse por ellos mismos.
Estaba seguro de que debía irse, era sin duda lo más sensato y prudente, pero algo dentro de su cabeza se lo impedía. ¿Cuántas oportunidades como esa iba a tener en su vida? Su mente de intelectual le instaba a abrir la ventana e irrumpir en su reunión. ¿Cómo iba a dejar pasar la ocasión de hablar con los dirigentes del mundo entero? El día era cada vez más interesante. Uno de los presentes se percató de su presencia allí, un tipo con pinta de mal genio y un par de brazos metálicos, aunque no dio muestras de advertir al resto. Eso sí que era interesante. Fue entonces cuando tomó su decisión, pensando que ojalá estuviera seguro de que era lo correcto.
El cazador desenvainó si espada y directamente cortó el marco de la ventana, la cual cayó al suelo convertida en una pequeña nube de gas. No era la entrada más inteligente pero odiaba entrar de forma normal. Tal vez algún día aprendería a pasar desapercibido. -Holaaaa, Gorosei-chaaan. Tenéis una bonita casa, una lástima que vaya a quemarse. -Break se aproximó a la mesa y se sentó como si nada, esperando que las cosas fueran como él quería. -Supongo que no conoceréis a alguien como yo. No os culpo, sois el Gorosei, espero, y seguro que tenéis asuntos más importantes que un simple cazarrecompensas. Sin embargo, vosotros me habéis llamado y me gusta saber para quien trabajo. Muchos me llaman MadHatter, otros directamente no me llaman y otros no se molestan en aprenderse mi falso nombre. ¿De qué grupo seréis vosotros? Es cualquier caso, siempre he querido visitar este lugar, una lástima que ahora huela como los desechos de una pescadería. Y sí, se que probablemente podríais matarme fácilmente pero supongo que si no lo habéis hecho ya es porque os gusta el sonido de mi voz... o al menos lo que tengo que decir. -El rubio hizo una pausa, estudiando a los allí presentes. Si algo se le daba bien en el mundo era hablar, así que intentaría manipular la situación sutilmente para llegar a donde quería. Luego continuó, aunque de una forma algo más seria. -No se si os habéis fijado, pero tenéis un pequeño problema por aquí cerca. Aunque supongo que el olor a pez muerto no os deja percibir el humo que viene de vuestros propios jardines. El caso es que si habéis llamado a gente como yo para ayudaros es porque os hacemos falta. Y la verdad es que estoy dispuesto a eliminar a vuestros molestos enemigos, incluido el pirómano que incendia vuestros queridos jardines. Pero yo no soy como esos estúpidos mercenarios y no me interesa el dinero. Yo soy mucho más listo y, para que lo entendáis, una inversión mucho más rentable que ellos, así que os pregunto ¿qué obtengo yo a cambio de matar por vosotros?
Tras pasar el sexto cuarto de baño, el cazador decidió pasar a las ventanas de un piso superior, donde encontró algo bastante más interesante. Se trataba de una amplia sala con varias sillas dispuestas alrededor de una larga mesa. Había bastante gente allí, uno de ellos dentro de una especie de cúpula semi-transparente. Era como una reunión pero, ¿qué clase de personas se reunirían en un lugar y en un momento así? Solo se le ocurría una respuesta y no estaba seguro de si era o no algo bueno. Si de verdad se trataba de las personas que él creía tal vez se había equivocado totalmente, tal vez el Gorosei no fuese un grupo de carcamales artríticos como él había supuesto. Eso complicaba las cosas, no se podía robar algo con ellos allí, no si quería vivir para contarlo. No es que pensase que fuesen peligrosos de por sí, pero cuando alguien sobrevive en el poder durante tanto tiempo como ellos sin duda es por algo. Quizás contasen con algún tipo de defensa secreta, aunque también cabía la posibilidad de que fuesen capaces de defenderse por ellos mismos.
Estaba seguro de que debía irse, era sin duda lo más sensato y prudente, pero algo dentro de su cabeza se lo impedía. ¿Cuántas oportunidades como esa iba a tener en su vida? Su mente de intelectual le instaba a abrir la ventana e irrumpir en su reunión. ¿Cómo iba a dejar pasar la ocasión de hablar con los dirigentes del mundo entero? El día era cada vez más interesante. Uno de los presentes se percató de su presencia allí, un tipo con pinta de mal genio y un par de brazos metálicos, aunque no dio muestras de advertir al resto. Eso sí que era interesante. Fue entonces cuando tomó su decisión, pensando que ojalá estuviera seguro de que era lo correcto.
El cazador desenvainó si espada y directamente cortó el marco de la ventana, la cual cayó al suelo convertida en una pequeña nube de gas. No era la entrada más inteligente pero odiaba entrar de forma normal. Tal vez algún día aprendería a pasar desapercibido. -Holaaaa, Gorosei-chaaan. Tenéis una bonita casa, una lástima que vaya a quemarse. -Break se aproximó a la mesa y se sentó como si nada, esperando que las cosas fueran como él quería. -Supongo que no conoceréis a alguien como yo. No os culpo, sois el Gorosei, espero, y seguro que tenéis asuntos más importantes que un simple cazarrecompensas. Sin embargo, vosotros me habéis llamado y me gusta saber para quien trabajo. Muchos me llaman MadHatter, otros directamente no me llaman y otros no se molestan en aprenderse mi falso nombre. ¿De qué grupo seréis vosotros? Es cualquier caso, siempre he querido visitar este lugar, una lástima que ahora huela como los desechos de una pescadería. Y sí, se que probablemente podríais matarme fácilmente pero supongo que si no lo habéis hecho ya es porque os gusta el sonido de mi voz... o al menos lo que tengo que decir. -El rubio hizo una pausa, estudiando a los allí presentes. Si algo se le daba bien en el mundo era hablar, así que intentaría manipular la situación sutilmente para llegar a donde quería. Luego continuó, aunque de una forma algo más seria. -No se si os habéis fijado, pero tenéis un pequeño problema por aquí cerca. Aunque supongo que el olor a pez muerto no os deja percibir el humo que viene de vuestros propios jardines. El caso es que si habéis llamado a gente como yo para ayudaros es porque os hacemos falta. Y la verdad es que estoy dispuesto a eliminar a vuestros molestos enemigos, incluido el pirómano que incendia vuestros queridos jardines. Pero yo no soy como esos estúpidos mercenarios y no me interesa el dinero. Yo soy mucho más listo y, para que lo entendáis, una inversión mucho más rentable que ellos, así que os pregunto ¿qué obtengo yo a cambio de matar por vosotros?
- Acciones:
- Entrar en la sala donde está el Gorosei - rezar para que no le maten - Sentar en la mesa como si nada - rezar para que no le maten - soltar un discurso en el que se pasa de listo para intentar sacar algo de provecho - rezar para cuando le maten su sangre no salpique mucho
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Todo había acabado. Al fin, la langosta había muerto aunque su pierna ahora estaba totalmente rota, aunque no importaba… Había logrado proteger a su nakama, ganar y estar con vida ¿Qué más se podía pedir? Aunque su Haki le advirtió que dos presencias se acercaban a gran velocidad, seguramente, eran más enemigos aunque una de ellas se le hacía conocida. Hizo memoria y sonrió de forma tranquila, era Alex. Aunque escuchó una explosión y sintió todo el calor en su cuerpo, aunque su Busoushoku Haki le ayudó a salir ileso… Lo siguiente fue estar en un lobo, al lado de Alex.
Miró a su nakama, Worgulv estaba inconsciente, su presencia se había hecho más pequeña, pero seguía vivo. Suspiró tranquilo mientras ahora notaba que Alex se hacía trizas su camiseta y los vendaba a ambos. El dolor en su pierna era inimaginable, seguramente, luego de todo esto se la iba a tener que amputar… Escuchó la pregunta de Alex, sonrió con calma para luego simplemente suspirar. Su cuerpo estaba muy agotado, herido y ya era un completo milagro salir con vida de ese lugar ¿Cómo iba a reaccionar Dexter al verlos en ese estado? No tenía idea, pero de seguro que se iba a llevar algún reto o algo por el estilo.
– Creo que primero, debo darte las gracias, llegaste en el momento justo. El hombre que me acompaña, es mi nakama. Su nombre es Worgulv y es increíblemente fuerte. – tomó una leve pausa, tenía que informarle a Dexter su situación ¿O tal vez no era necesario? Quizás solo era necesario decirle que estaban con Alex, quien los había salvado y ahora estaban con su gremio. Así que no tardó en hablar por el auricular. – Dexter, estamos con Alex Drachen. Worgulv está inconsciente y yo tengo mi pierna izquierda destrozada. Creo que vamos a estar bien. – dijo entre risas. El dolor que sentía era tanto que lo incapacitaría durante toda la guerra, sin más siguió hablando ahora respondiendo a la segunda pregunta de Alex. – Esa maldita langosta, casi nos mata. Eso ha pasado, es un milagro que estemos con vida. – seguramente Alex había escuchado el resumen que le había hecho a Dexter.
Suspiró con calma mientras pensaba que iba a hacer ahora. Se sentía un estorbo, en ese estado, no iba a ser capaz de luchar por mucho que lo intentara. Seguramente de ahora en adelante, se tendría que acostar en algún lugar seguro mientras todo esto acababa. Tendría que confiar en las fuerzas que tenía el Gobierno. Él ya había dado todo lo que tenía, su cuerpo era prueba de ello. “Se los encargo, Dexter y Alex… Con ustedes, no creo que podamos perder.” – pensaba mientras ahora caía inconsciente. Necesitaba un buen descanso, quizás encontrar un médico para que le viera la pierna o algo, pero ya no iba a luchar más.
Miró a su nakama, Worgulv estaba inconsciente, su presencia se había hecho más pequeña, pero seguía vivo. Suspiró tranquilo mientras ahora notaba que Alex se hacía trizas su camiseta y los vendaba a ambos. El dolor en su pierna era inimaginable, seguramente, luego de todo esto se la iba a tener que amputar… Escuchó la pregunta de Alex, sonrió con calma para luego simplemente suspirar. Su cuerpo estaba muy agotado, herido y ya era un completo milagro salir con vida de ese lugar ¿Cómo iba a reaccionar Dexter al verlos en ese estado? No tenía idea, pero de seguro que se iba a llevar algún reto o algo por el estilo.
– Creo que primero, debo darte las gracias, llegaste en el momento justo. El hombre que me acompaña, es mi nakama. Su nombre es Worgulv y es increíblemente fuerte. – tomó una leve pausa, tenía que informarle a Dexter su situación ¿O tal vez no era necesario? Quizás solo era necesario decirle que estaban con Alex, quien los había salvado y ahora estaban con su gremio. Así que no tardó en hablar por el auricular. – Dexter, estamos con Alex Drachen. Worgulv está inconsciente y yo tengo mi pierna izquierda destrozada. Creo que vamos a estar bien. – dijo entre risas. El dolor que sentía era tanto que lo incapacitaría durante toda la guerra, sin más siguió hablando ahora respondiendo a la segunda pregunta de Alex. – Esa maldita langosta, casi nos mata. Eso ha pasado, es un milagro que estemos con vida. – seguramente Alex había escuchado el resumen que le había hecho a Dexter.
Suspiró con calma mientras pensaba que iba a hacer ahora. Se sentía un estorbo, en ese estado, no iba a ser capaz de luchar por mucho que lo intentara. Seguramente de ahora en adelante, se tendría que acostar en algún lugar seguro mientras todo esto acababa. Tendría que confiar en las fuerzas que tenía el Gobierno. Él ya había dado todo lo que tenía, su cuerpo era prueba de ello. “Se los encargo, Dexter y Alex… Con ustedes, no creo que podamos perder.” – pensaba mientras ahora caía inconsciente. Necesitaba un buen descanso, quizás encontrar un médico para que le viera la pierna o algo, pero ya no iba a luchar más.
- Resumen y Aclaración:
- Alex en su post se olvidó de hacer tira su camiseta, y con su permiso, lo puse yo. Bueno, Mido le responde a Alex, luego le informa a Dexter donde y como están. Y luego cae inconsciente por culpa del dolor y del cansancio.
Haine Rammsteiner
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Haine estaba en babía. Todavía estaba afectado por el desenlace que había tenido su aventura y por la injusticia de los hechos, de haber atacado antes de preguntar. El ánimo del albino con el Gobierno había bajado mucho, a pesar de que la otra persona había intentado ayudarlos. Pero en aquel momento solo tenía ganas de ver aquella ciudad arder, un sentimiento que lo ahogaba en su garganta y que reprimía por la imperiosa necesidad de mantener a los demás a salvo. De hecho acababa de recordar a Ban, al cual había dejado en el otro edificio esperando que a salvo, y que no tenía mucha pinta de poder salir de allí sin ayuda. Pero su deseo se vio cumplido pues delante de él un edificio voló por los aires. No hubo sorpresa en su rostro, los sentimientos que albergaba le impedían mostrarlos, pero sí fue capaz de reaccionar gracias a su sentido del mantra. Poco después varios edificios fueron explotando pero algunos escombros volaban hasta él a toda velocidad.
Fue Eris la que, de alguna forma, creó un campo de energía a su alrededor haciendo que los escombros que habían salido volando no llegaran a alcanzarlos. Desconocía si se habían convertido en polvo o si habían sido desviados, pero la cuestión es que no los habían alcanzado. Entonces un tipo que, sin duda alguna, parecía que estaba como una cabra, apareció de la nada esgrimiendo su locura y saludando a los dos miembros de Morgenstern. Lo único que recibió de la cara de Haine fue una mirada fría con instinto asesino, un deseo increíble de acabar con él para pagarlo con alguien. —Voy a por Ban. No pierdas a ese tipo de vista, no parece que sea un marine. Quiero acabar con él.— le pidió Haine a Eris, la cuál podría seguirlo sin ningún tipo de problemas. —Y por favor te lo pido... Ten cuidado, Eris. Shiro, no te separes de ella.— le pidió también al perro, para que la cuidara. Los drones también se quedaron allí. Se alejaba de los dos seres que más quería en este mundo, sentía la necesidad de volver y sacarlos de allí pero también quería que no vieran lo que estaba a punto de hacer.
Una lágrima se deslizó por su mejilla mientras Haine avanzaba en dirección a donde la verdadera cabra loca -es decir, Ban- se encontraba. Unos berridos le ayudaron a llegar hasta él, momento en el que observó su aspecto y suspiró, ya sin nada de humedad en sus mejillas. —¡Ban! Vamos, deja de hacer el cabra.— le dijo, pero sin un atisbo de sonrisa en su rostro. —Mark ha muerto, si queremos salir de aquí tenemos que dar el pego. ¿Vienes o qué? Si no te ves capaz, vete a la alfombra, ahora vamos nosotros.— y tras eso se dio la vuelta y caminó hasta donde Eris y Shiro estaban. No estaba de humor para ayudar a un borracho, por lo que si no sabía ponerse serio ante una situación como la que acababa de pasar podía quedarse por allí a lo suyo. Lo más importante era volver a donde el peligro estaba, por ello aceleró el ritmo y volvió hasta donde Eris estuviera. Si lo había hecho bien, quizás pudiera desahogarse con el otro loco, el que iba poniendo dinamita por todos lados. Desenfundó su pistola Tifón Plateado, esa capaz de abrir agujeros del tamaño de una pelota en el pecho de sus oponentes disparando solo aire. Si las cosas iban a ser de esa forma, él no se iba a quedar atrás.
Fue Eris la que, de alguna forma, creó un campo de energía a su alrededor haciendo que los escombros que habían salido volando no llegaran a alcanzarlos. Desconocía si se habían convertido en polvo o si habían sido desviados, pero la cuestión es que no los habían alcanzado. Entonces un tipo que, sin duda alguna, parecía que estaba como una cabra, apareció de la nada esgrimiendo su locura y saludando a los dos miembros de Morgenstern. Lo único que recibió de la cara de Haine fue una mirada fría con instinto asesino, un deseo increíble de acabar con él para pagarlo con alguien. —Voy a por Ban. No pierdas a ese tipo de vista, no parece que sea un marine. Quiero acabar con él.— le pidió Haine a Eris, la cuál podría seguirlo sin ningún tipo de problemas. —Y por favor te lo pido... Ten cuidado, Eris. Shiro, no te separes de ella.— le pidió también al perro, para que la cuidara. Los drones también se quedaron allí. Se alejaba de los dos seres que más quería en este mundo, sentía la necesidad de volver y sacarlos de allí pero también quería que no vieran lo que estaba a punto de hacer.
Una lágrima se deslizó por su mejilla mientras Haine avanzaba en dirección a donde la verdadera cabra loca -es decir, Ban- se encontraba. Unos berridos le ayudaron a llegar hasta él, momento en el que observó su aspecto y suspiró, ya sin nada de humedad en sus mejillas. —¡Ban! Vamos, deja de hacer el cabra.— le dijo, pero sin un atisbo de sonrisa en su rostro. —Mark ha muerto, si queremos salir de aquí tenemos que dar el pego. ¿Vienes o qué? Si no te ves capaz, vete a la alfombra, ahora vamos nosotros.— y tras eso se dio la vuelta y caminó hasta donde Eris y Shiro estaban. No estaba de humor para ayudar a un borracho, por lo que si no sabía ponerse serio ante una situación como la que acababa de pasar podía quedarse por allí a lo suyo. Lo más importante era volver a donde el peligro estaba, por ello aceleró el ritmo y volvió hasta donde Eris estuviera. Si lo había hecho bien, quizás pudiera desahogarse con el otro loco, el que iba poniendo dinamita por todos lados. Desenfundó su pistola Tifón Plateado, esa capaz de abrir agujeros del tamaño de una pelota en el pecho de sus oponentes disparando solo aire. Si las cosas iban a ser de esa forma, él no se iba a quedar atrás.
- Resumen:
- Pedirle a Eris que vaya tras el loco de las explosiones e ir a por la cabra loca (Ban). Volver donde Eris preparado para el combate.
Eris Takayama
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Miraba con los ojos entrecerrados aquella pelea que estaba teniendo lugar no demasiado lejos de allí. Analizar a los que en algún momento serían sus enemigos era interesante, pero su cabeza no daba para mucho. La razón era sencilla, seguía culpándose de lo que había ocurrido. De lo que le había pasado a Mark. De no haber podido más que desmayarse. Tres años para entrenar y ser más fuerte, resultando al final que no había resultado más que una persona blanda, un cuerpo desvencijado que se deja caer al suelo cuando un poder algo superior al suyo la golpea. ¿Para qué tanto esfuerzo? ¿Cómo podía mirar ahora a la cara a Haine y decirle que todo lo había hecho por él? Porque parecía que no había hecho nada y en el fondo, se sentía así. Pero entonces algo la “despertó”. Sintió aquellas ondas oscilar y disparada algo de energía de su cuerpo, colocándose en forma de pared y evitando con un esfuerzo casi físico el mismo muro, que aquellas piedras los golpearan a ellos, a los animales o a cualquiera de los animales.
Lo cierto es que aquello no era un gran truco. A la velocidad a la que se desplazaba la energía, no tenía problemas en detener aquellos pequeños ataques de las rocas. Y cuando las vió convertirse a polvo o simplemente variar de dirección, como si hubieran chocado, giró la cabeza. Se sintió aún más estúpida. ¿Cómo era capaz de hacer eso y no había sido capaz…? Quizás Eris se estuviera culpando toda la vida de lo que había pasado en aquella Isla. ¿Quizás? No, en el fondo era algo que ocurriría con la mayor de las posibilidades. La vida raramente te golpea y cuando pierdes tanta gente en un momento como ella, podías llegar a acusarlo de manera mental. Pero ladeó la cabeza para mirar cómo hablaba Haine. También se sentía como un horrible monstruo por no poder escucharlo. Ni siquiera se había dado cuenta de cuánto echaba de menos la voz de él. Hacía años que no la oía. —Claro, no te preocupes por eso— respondió ella. Seguir a aquel tipo y, por otro lado, no despegarse de Shiro. Así que de un salto, alcanzó el lugar que hacía no demasiado había rebentado en pezados, justo para golpearles, y miró la trayectoria de aquel hombre con atención. Sintió así el resoplar de la nariz de aquel perro y negó con la cabeza. —Ya lo se, ya lo se...— repitió en bajo para el mismo.
No le hacía falta girarse para ver que al lado del perro se encontraba el leopardo. Y sinceramente, esperaba que Ban no les diera problemas. Bastante tendría con controlar a Haine para que no destruyera aquella isla con uno de sus juguetitos, como para encima tener que estar atenta de una cabra borracha. Pero negaba con suavidad con la cabeza. Ya tenía memorizado la forma de “correr” de aquel hombre en forma de ondas así que, simplemente, envió a su mejor cazador. Mandó que fuera Gato quien lo siguiera más de cerca, sigiloso, como solo las panteras saben hacer. No guardó su enfundada espada en el estuche de su espalda, sino que simplemente la usó como bastón, bajando hasta el suelo para dirigirse hasta Haine. —No lo pillarás si vas andando. Súbete en Shiro, Gato hará de cebo para que lleguéis hasta él. Yo… Te cubro. Pero estaría bien saber si el tío es o no es Marine, antes de meternos con la persona equivocada. No me iré de aquí con más bajas— determinó ella, mirando a Haine, pero esperando que hubiera sido lo suficientemente alto como para que Ban también hubiera podido escucharlo.
Lo cierto es que aquello no era un gran truco. A la velocidad a la que se desplazaba la energía, no tenía problemas en detener aquellos pequeños ataques de las rocas. Y cuando las vió convertirse a polvo o simplemente variar de dirección, como si hubieran chocado, giró la cabeza. Se sintió aún más estúpida. ¿Cómo era capaz de hacer eso y no había sido capaz…? Quizás Eris se estuviera culpando toda la vida de lo que había pasado en aquella Isla. ¿Quizás? No, en el fondo era algo que ocurriría con la mayor de las posibilidades. La vida raramente te golpea y cuando pierdes tanta gente en un momento como ella, podías llegar a acusarlo de manera mental. Pero ladeó la cabeza para mirar cómo hablaba Haine. También se sentía como un horrible monstruo por no poder escucharlo. Ni siquiera se había dado cuenta de cuánto echaba de menos la voz de él. Hacía años que no la oía. —Claro, no te preocupes por eso— respondió ella. Seguir a aquel tipo y, por otro lado, no despegarse de Shiro. Así que de un salto, alcanzó el lugar que hacía no demasiado había rebentado en pezados, justo para golpearles, y miró la trayectoria de aquel hombre con atención. Sintió así el resoplar de la nariz de aquel perro y negó con la cabeza. —Ya lo se, ya lo se...— repitió en bajo para el mismo.
No le hacía falta girarse para ver que al lado del perro se encontraba el leopardo. Y sinceramente, esperaba que Ban no les diera problemas. Bastante tendría con controlar a Haine para que no destruyera aquella isla con uno de sus juguetitos, como para encima tener que estar atenta de una cabra borracha. Pero negaba con suavidad con la cabeza. Ya tenía memorizado la forma de “correr” de aquel hombre en forma de ondas así que, simplemente, envió a su mejor cazador. Mandó que fuera Gato quien lo siguiera más de cerca, sigiloso, como solo las panteras saben hacer. No guardó su enfundada espada en el estuche de su espalda, sino que simplemente la usó como bastón, bajando hasta el suelo para dirigirse hasta Haine. —No lo pillarás si vas andando. Súbete en Shiro, Gato hará de cebo para que lleguéis hasta él. Yo… Te cubro. Pero estaría bien saber si el tío es o no es Marine, antes de meternos con la persona equivocada. No me iré de aquí con más bajas— determinó ella, mirando a Haine, pero esperando que hubiera sido lo suficientemente alto como para que Ban también hubiera podido escucharlo.
- Resumen:
- Eris para los escombros con una pared de energía y después “marca” mentalmente las ondas de aquel tipo al correr. Además, manda a Gato (leopardo) para que después puedan seguirlo mejor. Advierte a ambos de que se porten bien.
Ryusen Higure
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Eoghan se encuentra con una gran cantidad de libros de cocina pero ninguno contiene la información que busca, aunque algunos de ellos parecen bastante completos y con algunos detalles que desconocía hasta el momento. Al final encuentra un libro que parece contener aún más información que los anteriores y que le llama bastante la atención por lo que lo coge para ojearlo, pero al abrir el libro se fija en una extraña puerta de color negro que parece estar muy bien cerrada. Su instinto le dice que a lo mejor lo que busca se halle al otro lado de la puerta por lo que cierra el libro y lo guarda en su abrigo mientras se acerca a la puerta curioso.
La mira muy bien de cerca buscando alguna forma de abrirla pero parece ser que permanecerá cerrada ya que no ve ni siquiera el hueco en el que iría la llave, es como si la puerta fuese un adorno o tuviese un sistema de apertura más complejo, fuere cual fuere el motivo, el felino no puede abrir la puerta.
La mira muy bien de cerca buscando alguna forma de abrirla pero parece ser que permanecerá cerrada ya que no ve ni siquiera el hueco en el que iría la llave, es como si la puerta fuese un adorno o tuviese un sistema de apertura más complejo, fuere cual fuere el motivo, el felino no puede abrir la puerta.
- resumen:
- Voy mirando los libros uno a uno hasta que uno me llama bastante la atención. Cuando voy a leer el libro veo la puerta por lo que guardo el libro en mi abrigo y miro la puerta tratando de descubrir como abrirla.
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La situación era realmente tensa, aunque por un momento pareció que la Trilobite cedería a su intento de negociación. Nada más lejos de la realidad, pues casi con vehemencia respondió negando, y Dexter pudo saber que aquellos piratas no buscaban otra cosa que venganza. Si en otro momento más relajado lo hubiera sabido, una mirada asesina habría caído sobre Drake. "Menuda nos ha liado ese enano mental", pensó, mientras observaba la situación con cierto aire de preocupación. A sus pies, Midorima y Worgulv luchaban contra una especie de Langosta gigante, y a una distancia no mucho mayor Nemo y Deathstroke se jugaban la vida con un par de peces de apariencia muy arcaica, como "monos gyojin", y todos parecían estar en un serio aprieto. De hecho, que el ingenio de Midorima se hubiera agudizado hasta moverse haciendo el pino era una buena demostración, a parte de una pierna que parecía tentáculo.
-¡Pero qué cojones!- dijo, al percibir una presencia desmesurada, y volvió la cabeza hacia la posición de Nemo y Deathstroke. Uno se veía paralizado, y el sonido del otro golpeando la cabeza contra el suelo lo puso en alerta. Midorima podía solucionarlo, ayudar a los demás era demasiado urgente.
Se dirigió rápidamente a ayudar a sus compañeros, y pudo escuchar cómo uno de los dos gritaba algo sobre un explosivo, para casi inmediatamente lanzar un extraño paquete. Cuanto menos era sospechoso, y cuando Dexter atrapó con la mano del escudo el fardo, no pudo evitar devolverlo en un lanzamiento bastante suave para lo que debería en aquella situación, como si deseara alejarlo de sus dos compañeros, pero lanzándolo recto. Lo que de verdad pretendía era empujar a aquel bicho hasta a Kiara, y si no explotaba serviría de desafío. Para evitar que esquivara, liberó su Haki del rey, esperando que quedara paralizado de terror. Él y todos los seres vivos que no detectara como humanos en el área de su habilidad. Así aprendería a no tocar las narices al Dragón equivocado.
¡Cógela! [AIF]
-¡Trilobites!- gritó, señalando desde el suelo-. ¡Reto a Kiara la Trilobite a un combate singular por esta tierra!
Sin obtener respuesta escuchó a Midorima en su auricular. Parecía que de verdad lo habían pasado verdaderamente mal, pero estaban vivos. Siguiendo su olfato, y lo más rápido que pudo, agarró a sus compañeros y los llevó hacia donde el olor de Midorima prevaleciera, para ver a Alex Drachen junto a él. Poco se preocupó por el peliverde, tan sólo dejando a sus compañeros junto a él dejando un auricular en la mano del cazador. Ahora podrían comunicarse sin mucho problema.
-Bien chicos- dijo, ya volviendo a la acción, manteniéndose en alerta para no ser cogido de improviso. Esperaba que Kiara aceptara el reto aún.
-¡Pero qué cojones!- dijo, al percibir una presencia desmesurada, y volvió la cabeza hacia la posición de Nemo y Deathstroke. Uno se veía paralizado, y el sonido del otro golpeando la cabeza contra el suelo lo puso en alerta. Midorima podía solucionarlo, ayudar a los demás era demasiado urgente.
Se dirigió rápidamente a ayudar a sus compañeros, y pudo escuchar cómo uno de los dos gritaba algo sobre un explosivo, para casi inmediatamente lanzar un extraño paquete. Cuanto menos era sospechoso, y cuando Dexter atrapó con la mano del escudo el fardo, no pudo evitar devolverlo en un lanzamiento bastante suave para lo que debería en aquella situación, como si deseara alejarlo de sus dos compañeros, pero lanzándolo recto. Lo que de verdad pretendía era empujar a aquel bicho hasta a Kiara, y si no explotaba serviría de desafío. Para evitar que esquivara, liberó su Haki del rey, esperando que quedara paralizado de terror. Él y todos los seres vivos que no detectara como humanos en el área de su habilidad. Así aprendería a no tocar las narices al Dragón equivocado.
¡Cógela! [AIF]
-¡Trilobites!- gritó, señalando desde el suelo-. ¡Reto a Kiara la Trilobite a un combate singular por esta tierra!
Sin obtener respuesta escuchó a Midorima en su auricular. Parecía que de verdad lo habían pasado verdaderamente mal, pero estaban vivos. Siguiendo su olfato, y lo más rápido que pudo, agarró a sus compañeros y los llevó hacia donde el olor de Midorima prevaleciera, para ver a Alex Drachen junto a él. Poco se preocupó por el peliverde, tan sólo dejando a sus compañeros junto a él dejando un auricular en la mano del cazador. Ahora podrían comunicarse sin mucho problema.
-Bien chicos- dijo, ya volviendo a la acción, manteniéndose en alerta para no ser cogido de improviso. Esperaba que Kiara aceptara el reto aún.
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Rápidamente se elevó sobre los edificios y desplegó su mantra. Ahora debía localizar a Ivanovich y eliminarlo. Dado que conocía su presencia, esperaba que no fuese especialmente complicado. Podía ser un espía, pero sabía exactamente cómo era su aura. A menos que como él conociese una técnica para alterarla, no debía ser especialmente complicado.
- Vamos allá... - murmuró.
Comenzó a rondar a gran velocidad por la ciudad, manteniéndose a unos metros de los tejados. A ver si había suerte... si no, siempre cabía la posibilidad de que encontrase a algún otro "pez gordo" o a alguien conocido.
- Vamos allá... - murmuró.
Comenzó a rondar a gran velocidad por la ciudad, manteniéndose a unos metros de los tejados. A ver si había suerte... si no, siempre cabía la posibilidad de que encontrase a algún otro "pez gordo" o a alguien conocido.
- Resumen:
- Busco a Ivanovich. Aunque con lo corto que es el post, no hacía falta ni resumir.
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Ante Xira y Xemnas había una humareda de la cual al disiparse, apareció un hombre extraño. Estaban en el centro de la zona comercial y aquel hombre daba miedo. Su risa espeluznante junto a sus palabras, hicieron que Xira se extrañase. No iba a temer de él, por lo que empezó con su plan. A solo unos pasos estaba el gorosei, por lo que debía superar aquel reto. Llevo su mano al pecho y empezó a jadear, mientras su cara se sonrojaba. Dio unos pasos hacia aquel tipo, tambaleándose, como si estuviese debilitada. Tropezó a posta, para así intentar caer sobre él, pegando sus grandes pechos sobre el brazo de aquel hombre, mientras le susurraba unas palabras al oído, intentando coger la mano de aquel tipo y posarla en su pecho, para que escuchase su corazón.
- "Estoy muy... caliente... ¿Puedes notar mi pulso..? Creo que estoy mal..."
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Ushi volaba en su forma dragón con aquella extraña lagartija en su hombro derecho, hasta que llegaron con su grupo a la zona del barco. Había un extraño hueco en él y unas escaleras que daban a la parte de arriba. Habían barriles al final que pesaban bastante, aunque en realidad no eran nada para aquellos monstruos. El dragón verde tenía la fuerza de más de 12 humanos, por lo que cargó con todos los barriles que pudiese con aquella fuerza. La lagartija empezó a pasear por el cuerpo del dragón, hiendo de un lado a otro, divirténdose. Parecía que se llevaba bien con Ushi, y a él no le desagradaba. Escuchó a Ugetsu como tocaba la flauta con calma, mientras Ushi trabajaba. No le importaba, pero al menos él podría llevarse un barril, no iba a cargar con casi todos el dragón.
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Las bolas de billar seguían girando a su alrededor, mientras tenía su bastón en la mano. De repente, una grieta empezó a aparecer en el suelo por lo que tuvo que aparterse con un salto hacia atrás. Empezó a ir junto a Cánabar mientras con sus bolas tumbaba a marines de bajo rango, al igual que con su bastón. Guardó las bolas en su cuello y el bastón a la espalda, para correr al lado de Cánabar con facilidad. De repente empezó a notar algo en su cuerpo y cayó al suelo desmayado.
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Al fin. Era hora de la venganza. Émile apretó su puño al ver la pared rojiza de la Red Line. Sus ojos se clavaron en esta, mientras a su lado, el yonkou saltaba del barco y partía por la mitad a una gigantesca tortuga. Acto seguido volvió al barco, y comenzó a dar un discurso por den den mushi. Sin embargo el joven no estaba demasiado pendiente. Su corazón latía con fuerza al pensar en que el día para el que llevaba toda su vida preparándose había llegado. Al fin... es hora de acabar con mi padre. Vengaré a mi maestro y a mi madre." A su lado, Kirito le deseó buena suerte. Émile le hizo una respetuosa inclinación de cabeza, agradeciéndole que le hubiese llevado hasta allí. Entonces se giró hacia el chico que viajaba con ellos, y le dijo:
- Puedo ayudarte a subir hasta arriba, pero tengo planes arriesgados. No te conviene venir conmigo una vez estemos en la Ciudad Santa.
Émile respondió devolviéndole el apretó de manos. De repente de su espalda brotaron tres pares de alas negras de gran tamaño. El chico las desplegó de golpe y se preparó para subir. Odiaba volar... pero su aversión a las alturas no era tan fuerte como su odio y rabia contenidas, que le impulsaban a dirigirse hacia aquella ciudad y buscar a su progenitor. Rodeó a Nagato con su brazo derecho con fuerza para sujetarlo mientras volaba. De un salto impulsado por el movimiento de sus alas, se elevó en el aire. Velozmente comenzó a ascender la Red Line. Era rápido, pero Mariejoa estaba simplemente a demasiada altura. Tardaría en llegar si no hacía algo para potenciar su velocidad. Sabía cómo hacerlo, pero el método era arriesgado... para su mente.
- Sólo por esta vez... - murmuró para sí, mordiéndose el labio.
Con la mano libre desenfundó una de sus pistolas y apuntó hacia abajo. De repente un pentagrama rojo se dibujó en su frente cuando liberó parcialmente el sello que retenía a Lucifer, aumentando brutalmente su energía. Entonces del cañón de su arma salió una poderosa llamarada y su velocidad aumentó. Combinando la propulsión extra con su propia velocidad, comenzó a ascender notoriamente más rápido. Aun así, aun tardó un rato en llegar a lo alto de la ciudad. Esta debió ser impresionante apenas unas horas antes. Era gigantesca y estaba llena de enormes edificios preciosos. Sin embargo, ahora estaba adornada por el sonido de la batalla. Explosiones por doquier, edificios en ruinas... la situación en la zona exterior era menos dramática, pero podía atisbar las columnas de humo procedentes del centro. Descendió en una zona calmada y depositó a Nagato.
- A partir de aquí estás solo. Buena suerte. Si cuando acabe mi misión no estoy muerto o demasiado cansado, te buscaré para ayudarte.
Reanudó el vuelo y comenzó a avanzar hacia el centro de la ciudad. Desactivó su Pacto y selló totalmente de nuevo al Diablo en su interior. Su rabia, sin embargo, había crecido a consecuencia de esto. Respiró hondo, intentando calmarse y recordando las enseñanzas de Ivan. Algo mejor, llegó al centro de la ciudad. Había heridos y combatientes por todas partes. Debía darse prisa para lo que quería hacer, pero no pudo evitar fijarse en dos chicos inconscientes que estaban junto a un hombre joven y alto, de pelo oscuro. Uno de ellos tenía el pelo verde. Lo reconoció de los carteles de Se Busca: era Midorima, la bestia peliverde. "Son piratas... bueno, supongo que no pasa nada si me retraso un poco más." Descendió a dos metros de estos, con las pistolas enfundadas y las manos en alto para dejar claro que no venía con intenciones hostiles, mirando al de pelo negro.
- Vengo a...
En ese momento aparecieron como de la nada, a una velocidad absurda, un hombre de ojos azules y pelo negro y blanco, acompañado de otra gente a la que no reconocía. Un tipo con aspecto de robot y un espadachín de pelo verde. El del medio emitía una presencia poderosísima que sobrecogió al Ángel Negro y le hizo temblar por unos momentos.
- ... ayudar - dijo, bastante sorprendido.
Miró con cierta sorpresa al del centro. ¿El Zafiro Negro? Vaya, vaya... así que se había encontrado con un pez gordo. En fin, posiblemente en breves jugarían en el mismo bando. Esperaba que dado que había descendido para ayudar a su banda, no lo detuviese.
- He venido a curar a tus hombres, por extraño que parezca. Esta guerra no me incumbe, tan sólo estoy en ella buscando a un hombre, y dado que no soy una persona cruel no pude evitar compadecerme de ellos dos - dijo, señalando a Worgulv y Midorima - He visto a más heridos, pero estaban metidos en peleas, y no podía permitirme el lujo de ayudarles sin retrasar más mi tarea. En fin, al grano.
Extendió sus brazos, y de repente sus alas se volvieron doradas. Su cuerpo comenzó a emitir una intensa luz del mismo color en dirección al grupo, sanando sus heridas. Aquel poder no sólo restauraría sus cuerpos y sus energías, si no que también sus ánimos. Se mantuvo emitiendo luz durante un largo rato, tras lo cual paró, jadeando. Se notaba cansado, pero se le pasaría. Tardaría unos momentos, pero volvería a encontrarse bien. Simplemente había empleado su Misericordia más tiempo del que solía. Esperaba que hubiese bastado para curarles lo suficiente para que sobrevivieran.
- Ahora debo marchar - dijo, secándose el sudor de la frente - Buena suerte, y no os arriesguéis demasiado. Os he curado lo mejor que he podido.
Alzó el vuelo de nuevo y desplegó su mantra. Buscó concentraciones de presencias poderosas, pero había una que destacaba. Se acercó volando a estas, y comprobó que se trataba de marines. Concretamente reconocía a dos por los periódicos: el Almirante de Flota Luchs y el Almirante Akaikarasu. Émile descendió a a tres metros de ellos, alzando sus manos de nuevo en son de paz. Además de aquellos dos había un marine con un aura incluso más poderosa y dos de menor rango. Vicealmirantes, tal vez. ¿Quién sería aquel monstruo más fuerte incluso que Luchs? Empuñaba una espada, y frente a él había un tajo enorme en el suelo que se extendía hacia el horizonte. ¿Lo había hecho él? Menudo bestia. Se arrodilló y agachó la cabeza.
- Almirantes... supongo que os preguntaréis que hace Kuro no Tenshi presentándose frente a vosotros de improvisto. Al fin y al cabo soy un pirata, y no uno cualquiera. Hijo de un Almirante, ex-Yonkaikyo y con una larga lista de crímenes a sus espaldas. Antes de que me detengáis, tengo algo que decir de gran importancia. Es posible que ya sospechéis de él, pero tenéis a un traidor entre vuestras filas. Mi padre, el Almirante Kurotora. ¿Por qué os digo esto? - sus ojos se pasearon por los marines, deteniéndose en el desconocido - Venganza. Venganza, y justicia. Mi padre es un cruel asesino que acabó con la vida de mi madre y de mi mentor. Es el único motivo de que yo haya ido contra el Gobierno y la Marina todos estos años. Es posible que no me creáis, pero... ¿os arriesgaréis a no investigarlo al menos? Es posible que en estos mismos momentos esté preparando su golpe de Estado. Iré al grano: quiero cumplir con la última voluntad de mi maestro y pararle los pies. Para esto, dado que es algo que os incumbe, esperaba colaborar con vosotros. Probablemente no necesitéis mi ayuda, pero mi padre es un hombre fuerte, y tal vez tendríais bajas deteniéndole. Algo que no podéis permitiros ahora. Sin embargo, tiene una debilidad: yo - dijo, entrecerrando los ojos, y esperando que captasen el significado oculto tras sus palabras.
- Puedo ayudarte a subir hasta arriba, pero tengo planes arriesgados. No te conviene venir conmigo una vez estemos en la Ciudad Santa.
Émile respondió devolviéndole el apretó de manos. De repente de su espalda brotaron tres pares de alas negras de gran tamaño. El chico las desplegó de golpe y se preparó para subir. Odiaba volar... pero su aversión a las alturas no era tan fuerte como su odio y rabia contenidas, que le impulsaban a dirigirse hacia aquella ciudad y buscar a su progenitor. Rodeó a Nagato con su brazo derecho con fuerza para sujetarlo mientras volaba. De un salto impulsado por el movimiento de sus alas, se elevó en el aire. Velozmente comenzó a ascender la Red Line. Era rápido, pero Mariejoa estaba simplemente a demasiada altura. Tardaría en llegar si no hacía algo para potenciar su velocidad. Sabía cómo hacerlo, pero el método era arriesgado... para su mente.
- Sólo por esta vez... - murmuró para sí, mordiéndose el labio.
Con la mano libre desenfundó una de sus pistolas y apuntó hacia abajo. De repente un pentagrama rojo se dibujó en su frente cuando liberó parcialmente el sello que retenía a Lucifer, aumentando brutalmente su energía. Entonces del cañón de su arma salió una poderosa llamarada y su velocidad aumentó. Combinando la propulsión extra con su propia velocidad, comenzó a ascender notoriamente más rápido. Aun así, aun tardó un rato en llegar a lo alto de la ciudad. Esta debió ser impresionante apenas unas horas antes. Era gigantesca y estaba llena de enormes edificios preciosos. Sin embargo, ahora estaba adornada por el sonido de la batalla. Explosiones por doquier, edificios en ruinas... la situación en la zona exterior era menos dramática, pero podía atisbar las columnas de humo procedentes del centro. Descendió en una zona calmada y depositó a Nagato.
- A partir de aquí estás solo. Buena suerte. Si cuando acabe mi misión no estoy muerto o demasiado cansado, te buscaré para ayudarte.
Reanudó el vuelo y comenzó a avanzar hacia el centro de la ciudad. Desactivó su Pacto y selló totalmente de nuevo al Diablo en su interior. Su rabia, sin embargo, había crecido a consecuencia de esto. Respiró hondo, intentando calmarse y recordando las enseñanzas de Ivan. Algo mejor, llegó al centro de la ciudad. Había heridos y combatientes por todas partes. Debía darse prisa para lo que quería hacer, pero no pudo evitar fijarse en dos chicos inconscientes que estaban junto a un hombre joven y alto, de pelo oscuro. Uno de ellos tenía el pelo verde. Lo reconoció de los carteles de Se Busca: era Midorima, la bestia peliverde. "Son piratas... bueno, supongo que no pasa nada si me retraso un poco más." Descendió a dos metros de estos, con las pistolas enfundadas y las manos en alto para dejar claro que no venía con intenciones hostiles, mirando al de pelo negro.
- Vengo a...
En ese momento aparecieron como de la nada, a una velocidad absurda, un hombre de ojos azules y pelo negro y blanco, acompañado de otra gente a la que no reconocía. Un tipo con aspecto de robot y un espadachín de pelo verde. El del medio emitía una presencia poderosísima que sobrecogió al Ángel Negro y le hizo temblar por unos momentos.
- ... ayudar - dijo, bastante sorprendido.
Miró con cierta sorpresa al del centro. ¿El Zafiro Negro? Vaya, vaya... así que se había encontrado con un pez gordo. En fin, posiblemente en breves jugarían en el mismo bando. Esperaba que dado que había descendido para ayudar a su banda, no lo detuviese.
- He venido a curar a tus hombres, por extraño que parezca. Esta guerra no me incumbe, tan sólo estoy en ella buscando a un hombre, y dado que no soy una persona cruel no pude evitar compadecerme de ellos dos - dijo, señalando a Worgulv y Midorima - He visto a más heridos, pero estaban metidos en peleas, y no podía permitirme el lujo de ayudarles sin retrasar más mi tarea. En fin, al grano.
Extendió sus brazos, y de repente sus alas se volvieron doradas. Su cuerpo comenzó a emitir una intensa luz del mismo color en dirección al grupo, sanando sus heridas. Aquel poder no sólo restauraría sus cuerpos y sus energías, si no que también sus ánimos. Se mantuvo emitiendo luz durante un largo rato, tras lo cual paró, jadeando. Se notaba cansado, pero se le pasaría. Tardaría unos momentos, pero volvería a encontrarse bien. Simplemente había empleado su Misericordia más tiempo del que solía. Esperaba que hubiese bastado para curarles lo suficiente para que sobrevivieran.
- Ahora debo marchar - dijo, secándose el sudor de la frente - Buena suerte, y no os arriesguéis demasiado. Os he curado lo mejor que he podido.
Alzó el vuelo de nuevo y desplegó su mantra. Buscó concentraciones de presencias poderosas, pero había una que destacaba. Se acercó volando a estas, y comprobó que se trataba de marines. Concretamente reconocía a dos por los periódicos: el Almirante de Flota Luchs y el Almirante Akaikarasu. Émile descendió a a tres metros de ellos, alzando sus manos de nuevo en son de paz. Además de aquellos dos había un marine con un aura incluso más poderosa y dos de menor rango. Vicealmirantes, tal vez. ¿Quién sería aquel monstruo más fuerte incluso que Luchs? Empuñaba una espada, y frente a él había un tajo enorme en el suelo que se extendía hacia el horizonte. ¿Lo había hecho él? Menudo bestia. Se arrodilló y agachó la cabeza.
- Almirantes... supongo que os preguntaréis que hace Kuro no Tenshi presentándose frente a vosotros de improvisto. Al fin y al cabo soy un pirata, y no uno cualquiera. Hijo de un Almirante, ex-Yonkaikyo y con una larga lista de crímenes a sus espaldas. Antes de que me detengáis, tengo algo que decir de gran importancia. Es posible que ya sospechéis de él, pero tenéis a un traidor entre vuestras filas. Mi padre, el Almirante Kurotora. ¿Por qué os digo esto? - sus ojos se pasearon por los marines, deteniéndose en el desconocido - Venganza. Venganza, y justicia. Mi padre es un cruel asesino que acabó con la vida de mi madre y de mi mentor. Es el único motivo de que yo haya ido contra el Gobierno y la Marina todos estos años. Es posible que no me creáis, pero... ¿os arriesgaréis a no investigarlo al menos? Es posible que en estos mismos momentos esté preparando su golpe de Estado. Iré al grano: quiero cumplir con la última voluntad de mi maestro y pararle los pies. Para esto, dado que es algo que os incumbe, esperaba colaborar con vosotros. Probablemente no necesitéis mi ayuda, pero mi padre es un hombre fuerte, y tal vez tendríais bajas deteniéndole. Algo que no podéis permitiros ahora. Sin embargo, tiene una debilidad: yo - dijo, entrecerrando los ojos, y esperando que captasen el significado oculto tras sus palabras.
- A los Blue Rose y Alex:
- Leed mi post, os estoy ayudando XD
- Resumen:
- Subir a Nagato y dejarlo en Mariejoa -> ayudar a los Blue Rose y a Alex sanando parcialmente sus heridas -> Buscar a los Almirantes alertarles sobre Karl, y proponerles colaborar para arrestarlo.
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La chica ya había descansado lo suficiente allí dentro y estaba lista para volver a aquella terrible guerra que se estaba desarrollando en la isla. Las quemaduras habían sido dolorosas pero tras aquel descanso Hinori se sentía preparada para volver, además había estado con Uracha, el amable médico de la tripulación. Nada más salir al exterior se dio cuenta de que estaba en una especie de torreón. La verdad es que los nervios se apoderaron un poco de ella debido a que no sabía dónde estaban los demás de su banda. Al parecer estaba en una especie de palacio o algo así, no iba a perder el tiempo, tal vez por allí dentro hallaría algo realmente interesante, por ello decidió intentar meterse allí.
- Resumen:
- salir de la capa y tratar de adentarme en el palacio
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Rowan se mueve entre estanterías con la mirada fija en los miles de libros que hay, pero ninguno llama realmente su atención, son todo libros sobre textos que a él no le interesan, no hay ninguno sobre medicina, pero su compañero y amigo felino parece tener suerte en su búsqueda, encuentra un libro que guarda entre sus ropajes. Holden sigue buscando hasta que choca contra una extraña puerta negra, dicha puerta parece cerrada a cal y canto y no parece haber forma de que se pueda abrir por el lado en el que se encuentran los dos amigos. Es en un estante cercano a esa puerta que el joven ve un libro, un libro sobre medicina prohibida, algo que el joven de gafas busca y no duda en tomarlo. Ese libro podría ayudarlo a volverse más fuerte de lo que le permite de por sí una de las energías que le permite usar su akuma. Por ello guarda el libro en su armadura, para juntarse con su amigo para ver si encuentra la forma de abrir la puerta, que no tiene ni hueco de llave…
- Resumen:
- Deambular. Chocar con la puerta. Coger un libro de medicina prohibida o eso cree. Unirse a Eoghan y ver si hay forma de abrir la puerta.
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Aquel Shichibukai estaba realmente loco, aunque gracias a eso Rob pudo ver a sus compañeros, aunque eso sería problemático con ese aspecto. Volvió a salir volando hacia otra de las langostas, por lo que Black Berrie y Jin también fueron detrás. Ahora sabía porque le sonaba la cara, le dijo que era Jin, un criminal muy buscado. Al parecer empezaba a cansarse de que su capitán fuera de un lado a otro atacando a aquellas langostas gigantes, por lo que fue volando el delincuente, con Rob entre los brazos, a un edificio, dejándolo en el tejado, para luego irse mientras se despedía. Rob ahora estaba en lo alto y no sabía como saldría de allí, por lo que empezó a pensar. Vio una ventana y decidió entrar por ella y, ya que estaba dentro del edificio, se pondría a indagar por todos lados, en busca de algo interesante. Estaba atento por si salía alguien o algo, ya que la última vez le salió un perro que casi le deja sin 16 pulgadas de... bueno...
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La lucha contra las langostas había cesado y ahora, tenía un objetivo distinto que el de mis compañeros; dirigirme hacia otra dirección, hacia los grandes cuarteles de donde provenían todos los marines, ya que al ser cazador y no tener recompensa, no debería de tener ningún problema de arresto o peligro. Quería ver qué estaba pasando en realidad y por qué, y eso es algo que no solucionaría simplemente luchando con mis aliados y avanzando. Tal vez, si llegaba al cuartel y con la suficiente discreción veía los archivos, podría encontrar el nombre de mi difunta hija y quién había sido el asesino para poder vengarme y dejar descansar el alma de la joven en paz. Aproveché el momento en el que todos centraban su mirada y la atención hacia otro lado y me dirigí lo más rápido que pude hacia el cuartel principal con plataformas de luz, a una distancia aérea lo suficientemente razonable como para no pasar peligro por los enemigos del suelo o los que iban proviniendo. La guerra había alcanzado un nuevo nivel, aún más peligroso que el anterior, e iba con mil ojos alrededor para que no pudiera pasarme nada... Seguramente me caería bronca por parte de mi gremio, pero eso no me importaba realmente, lo que quería era saber un poco más sobre este mundo y resolver dudas que tenía de antaño, y si entraba allí, lo haría sin duda.
- Resumen:
- Me separo y voy al cuartel principal de los marines para sacar información con plataformas de luz por el aire.
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¿Que cojones es eso que viene volando? ¿Un misil? ¡Oh Dios, eso la ha derrotado! Perfecto, así no tendré que seguir esforzándome. Espera… ¿Porque se acerca ese tipo raro a la culona? ¿¡Qué!? ¡Le está acariciando la cara! Espera… No me digas que es… No… Vaya mierda de vida… Nunca voy a conseguir nada… Seguiré fracasando con las mujeres y acabaré muriendo virgen… No quiero llorar, pero no puedo aguantarme las lágrimas.
Encima de todo se enciende un cigarro para parecer interesante… Seguro que es eso. ¡¡Claro!! ¡No más lágrimas, lo he descubierto! Si quiero ligar… ¡¡Tan solo debo fumar!! A partir de mañana empezaré a fumar, pareceré más interesante y las chicas caerán a mis pies, se arrodillarán ante mí para… bueno… Jejejejeje. Espera, ha dicho Asderdeker… ¿Asderdeker, mi padre? Oh, es cierto, es Shichibukai, es normal que esté aquí. Quiero estar con él, me defenderá.
- Espera. ¿Has dicho Asderdeker? Yo voy hacia él.
Oh, vaya, parece que le ha servido el espadón. Bien, por ahora guardaré mis armas en el inventario, no quiero perderlas. La verdad es que este tío de pelo largo es algo siniestro, si no estuviese de mi lado, me cagaría encima. Oh, vaya, el enano, no me había dado cuenta. Parece que es de rango superior a todos, así que habrá que hacerle caso. Antes le haré la pelota para que me deje ir con mi padre. Me acerco a él así, le acaricio la cabecita…
- Oye, enanito. ¿Me dejarías ir con el Shichibukai Asderdeker? Es importante para mi. Jejeje.
Solo espero que no me golpee en la entrepierna, que sino me quedo impotente y moriré virgen, y dudo que las viagras funcionen con la fuerza que tiene este enano. A ver, si me deja ir a por mi padre, iré volando con el Geppou, así podré alcanzarle y hablar con él, tengo que demostrarle lo fuerte que soy y lo valiente que me he vuelto.
Encima de todo se enciende un cigarro para parecer interesante… Seguro que es eso. ¡¡Claro!! ¡No más lágrimas, lo he descubierto! Si quiero ligar… ¡¡Tan solo debo fumar!! A partir de mañana empezaré a fumar, pareceré más interesante y las chicas caerán a mis pies, se arrodillarán ante mí para… bueno… Jejejejeje. Espera, ha dicho Asderdeker… ¿Asderdeker, mi padre? Oh, es cierto, es Shichibukai, es normal que esté aquí. Quiero estar con él, me defenderá.
- Espera. ¿Has dicho Asderdeker? Yo voy hacia él.
Oh, vaya, parece que le ha servido el espadón. Bien, por ahora guardaré mis armas en el inventario, no quiero perderlas. La verdad es que este tío de pelo largo es algo siniestro, si no estuviese de mi lado, me cagaría encima. Oh, vaya, el enano, no me había dado cuenta. Parece que es de rango superior a todos, así que habrá que hacerle caso. Antes le haré la pelota para que me deje ir con mi padre. Me acerco a él así, le acaricio la cabecita…
- Oye, enanito. ¿Me dejarías ir con el Shichibukai Asderdeker? Es importante para mi. Jejeje.
Solo espero que no me golpee en la entrepierna, que sino me quedo impotente y moriré virgen, y dudo que las viagras funcionen con la fuerza que tiene este enano. A ver, si me deja ir a por mi padre, iré volando con el Geppou, así podré alcanzarle y hablar con él, tengo que demostrarle lo fuerte que soy y lo valiente que me he vuelto.
Uracha
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Cuando pude darme cuenta debido a una gran explosión la capa salio volando y como estaba completamente en mi mundo preparando un plan no me percate de ella y el viento hizo que llegáramos a una especie de torreón desde dentro de la capa me puse ah observar aquella torre la verdad parecía estar en un palacio, todo a mi alrededor parecía tener mucho valor, así que supuse que quizás estaría en la residencia de algún Tenryubitto poco después me di cuenta como Hinori ya estaba mucho mejor y salio de la capa y sin dudarlo ya también salí de esta y me la coloque en mi espalda.
-Supongo que pensaras como yo en que deberíamos explorar este lugar antes de volver con los demás.
Dije caminando junto a ella observando aquella habitación.
-Supongo que pensaras como yo en que deberíamos explorar este lugar antes de volver con los demás.
Dije caminando junto a ella observando aquella habitación.
- Resumen:
- Salir de mi capa colocármela, hablar con Hinori y observar la habitación donde nos encontramos
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