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AlexEmpanadilla
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Akuma no mi
Varios
INFORMACIÓN GENERAL DEL CAPÍTULO
REGLAS A SEGUIR
- El capítulo queda abierto el día 1 de Febrero de 2015 a las 00:00 de la madrugada. Cualquier persona que postee antes de fecha, verá su post borrado y no podrá seguir participando.
- El Narrador posteará cada 48-36 horas. Su palabra es absoluta.
- Entre intervención e intervención del Narrador, cada personaje puede efectuar un único post. Esta regla puede ser revisada más adelante si la situación lo requiere. No hay un orden de intervención establecido para los usuarios.
- Se permite la entrada al capítulo si se comunica mediante un mensaje privado al Narrador y este da el visto bueno.
- Las acciones cerradas a NPC’s importantes del capítulo se verán castigadas. Si se puede realizar acciones cerradas a un personaje, vendrá especificado por el Narrador.
- Pese a que no se van a limitar las acciones, se agradecerá que los personajes de nivel alto no abusen de los personajes de nivel bajo.
- El Capítulo posiblemente se realice en dos etapas. De ser así, todo lo obtenido durante la primera etapa (EXP, objetos y demás) podrá emplearse en la segunda etapa. Si se realiza este método, la experiencia se repartirá en dos tandas individuales (una en cada una de las partes)
- El Narrador se llevará de un 0 a un 100% de la experiencia máxima (a decisión del Staff).
- Se agradecerá un pequeño resumen de acciones al final de cada post (explicando lo que se ha hecho en el post). Esto no es obligatorio, pero ayuda mucho a la hora de leer todos los posts.
- Cualquier ataque de un solo uso por combate (AB, AS, etc) no podrá volver a ser usado hasta que el Narrador así se lo comunique al personaje.
RESUMEN DE LA SITUACIÓN
Mariejoa, la Tierra Sagrada, se alza sobre el continente de Red Line como una enorme ciudad donde los Tenryubittos, los Nobles Mundiales, viven. Sin embargo, tiempos aciagos llegan para los protegidos del Gobierno Mundial. Los Gyojin, tras cientos de años bajo el yugo de la esclavitud, han visto su oportunidad de liberación con el próximo ataque de los Piratas Trilobite. Y en medio del caos, la Revolución y otras organizaciones clandestinas han visto su oportunidad para desestabilizar el Gobierno Mundial, aún en un precario equilibrio desde la Guerra de Loguetown. La guerra tendrá lugar en la mismísima Tierra Santa.
La Ciudad de Mariejoa es un hervidero de actividad desde que se descubrió la amenaza de los Gyojin Trilobite. Los Tenryubitto han empezado a abandonar la ciudad bajo la amenaza de un ataque inminente. Las calles de la Tierra Sagrada, antes llenas de gente de la alta aristocracia, están en su mayor parte desiertas. El único sitio en el que aún hay algo de movimiento es en los muelles, mientras los últimos rezagados están montando en sus enormes buques para abandonar la ciudad mientras la guerra ocurre.
Día 1 de Febrero. 14:45 horas
El día amaneció soleado, pero según han ido pasando las horas, un montón de nubes negruzcas se han acumulado sobre la ciudad de Mariejoa, como presagiando un día fúnebre. Algunas gotas empiezan a caer lentamente, mojando las calles empedradas, mientras los diferentes bandos toman posiciones para la batalla que se avecina.
Y AHORA POR SEPARADO…
POSICIONES INICIALES
Avance de la guerra:
REGLAS A SEGUIR
- El capítulo queda abierto el día 1 de Febrero de 2015 a las 00:00 de la madrugada. Cualquier persona que postee antes de fecha, verá su post borrado y no podrá seguir participando.
- El Narrador posteará cada 48-36 horas. Su palabra es absoluta.
- Entre intervención e intervención del Narrador, cada personaje puede efectuar un único post. Esta regla puede ser revisada más adelante si la situación lo requiere. No hay un orden de intervención establecido para los usuarios.
- Se permite la entrada al capítulo si se comunica mediante un mensaje privado al Narrador y este da el visto bueno.
- Las acciones cerradas a NPC’s importantes del capítulo se verán castigadas. Si se puede realizar acciones cerradas a un personaje, vendrá especificado por el Narrador.
- Pese a que no se van a limitar las acciones, se agradecerá que los personajes de nivel alto no abusen de los personajes de nivel bajo.
- El Capítulo posiblemente se realice en dos etapas. De ser así, todo lo obtenido durante la primera etapa (EXP, objetos y demás) podrá emplearse en la segunda etapa. Si se realiza este método, la experiencia se repartirá en dos tandas individuales (una en cada una de las partes)
- El Narrador se llevará de un 0 a un 100% de la experiencia máxima (a decisión del Staff).
- Se agradecerá un pequeño resumen de acciones al final de cada post (explicando lo que se ha hecho en el post). Esto no es obligatorio, pero ayuda mucho a la hora de leer todos los posts.
- Cualquier ataque de un solo uso por combate (AB, AS, etc) no podrá volver a ser usado hasta que el Narrador así se lo comunique al personaje.
RESUMEN DE LA SITUACIÓN
Mariejoa, la Tierra Sagrada, se alza sobre el continente de Red Line como una enorme ciudad donde los Tenryubittos, los Nobles Mundiales, viven. Sin embargo, tiempos aciagos llegan para los protegidos del Gobierno Mundial. Los Gyojin, tras cientos de años bajo el yugo de la esclavitud, han visto su oportunidad de liberación con el próximo ataque de los Piratas Trilobite. Y en medio del caos, la Revolución y otras organizaciones clandestinas han visto su oportunidad para desestabilizar el Gobierno Mundial, aún en un precario equilibrio desde la Guerra de Loguetown. La guerra tendrá lugar en la mismísima Tierra Santa.
La Ciudad de Mariejoa es un hervidero de actividad desde que se descubrió la amenaza de los Gyojin Trilobite. Los Tenryubitto han empezado a abandonar la ciudad bajo la amenaza de un ataque inminente. Las calles de la Tierra Sagrada, antes llenas de gente de la alta aristocracia, están en su mayor parte desiertas. El único sitio en el que aún hay algo de movimiento es en los muelles, mientras los últimos rezagados están montando en sus enormes buques para abandonar la ciudad mientras la guerra ocurre.
Día 1 de Febrero. 14:45 horas
El día amaneció soleado, pero según han ido pasando las horas, un montón de nubes negruzcas se han acumulado sobre la ciudad de Mariejoa, como presagiando un día fúnebre. Algunas gotas empiezan a caer lentamente, mojando las calles empedradas, mientras los diferentes bandos toman posiciones para la batalla que se avecina.
MAPA GENERAL:
PUERTO PARAÍSO:
PUERTO NUEVO MUNDO:
PUERTO PARAÍSO:
PUERTO NUEVO MUNDO:
Y AHORA POR SEPARADO…
- 1) Almirantes (Karl, Minato y Krauser):
- Os encontrais en la salida del Cuartel de la Marina. Tal vez deberíais daros prisa para llegar a vuestros puestos, ¿no?
- 2) Equipo Paraíso (Alex Drachen, Dexter y Kaín):
- Habéis sido enviados junto a Yazori Sky a Puerto Paraíso, uno de los dos enormes puertos de Mariejoa. Habéis descendido hasta allí en unos ascensores que hay en la pared de la Red Line. El lugar es enorme, lleno de callejuelas donde se unen lonjas y almacenes de provisiones con residencias de todo tipo de sirvientes y empleados de Mariejoa. Os encontráis en una zona cercana a los muelles, en uno de los tejados de la lonja principal de la ciudad. Desde vuestra posición podéis ver con absoluta claridad el puerto. Los navíos de los Tenryubittos se alejan por el mar mientras buques de la marina llegan. El puerto es un hervidero de actividad.
Os han ordenado que esperéis nuevas órdenes en esa posición y que estéis atentos, aunque tal vez os apetezca moveros un poco de ese aburrido tejado.
- 3) Equipo Nuevo (Meneror, Asderdeker, Derian y DragoN):
- Mientras el otro equipo se encargaba de defender el puerto que da al Paraíso, a vosotros os ha tocado lidiar con la zona del Nuevo Mundo. Tras vosotros, el Red Line se alza como un gigante rojo. Frente a vosotros, el inmenso mar azul. Os han hecho bajar hasta el puerto en unos ascensores colocados pegados al continente. Debéis defenderlos, pues son el único medio de entrada en la ciudad.
La zona está siendo transitada por los últimos Tenryubittos, que pasan corriendo mientras sus esclavos cargan con el equipaje. La mayoría de ellos no os miran, y tratan de llegar cuanto antes a sus barcos. Por ahora no parece haber ningún movimiento extraño en la costa, tal vez todo esto del ataque no vaya a ser tan grave como en un principio parecía. Frente a vosotros, las calles del puerto se extienden. Podéis elegir que hacer ahora.- Derian:
- Te han dado un Den-Den Mushi de color verde oscuro, caracterizado con un bigote rubio y un sombrero de vaquero. El tipo que está al otro lado de la línea es el hombre que en la reunión atrapó a Byakuro con su collarín. Debes estar atento a él, ya que va a coordinaros mediante ese aparatito.
- Jack Dralion Stark:
- Tu base de datos está actualizándose a toda velocidad, el satélite está situado sobre la ciudad de Mariejoa, pero el Almirante en Jefe te ha pedido que no descargues el láser de esta poderosa arma salvo caso de absoluta emergencia.
- 4) La Brigada (Monkey D Aless, Genos, Drako, Nocturne):
- El Almirante Karl, junto a los almirantes Krauser y Minato, han llegado antes que vosotros a la Tierra Sagrada. Para evitar obstaculizar la salida de los Tenryubittos, os habéis visto en la obligación de esperar en el barco de la Brigada mientras frente a vosotros pasaban todo tipo de embarcaciones de los Nobles Mundiales. Al final habéis llegado al muelle del Puerto Paraíso. El movimiento en el muelle es frenético, con cientos, si no miles de marines corriendo de un lado para otro, poniéndose en formación y preparándose para el combate. Ahora que estáis metiendo el barco en el muelle, llega el momento de decidir qué hacéis.
- Genos:
- Te encuentras en cubierta. Simplemente eso.
- Drako y Monkey D Aless:
- Drako, tal vez no sea tu día, pero Aless te ha ganado las ocho últimas manos. Tal vez deberíais dejar de jugar a las cartas y poneros en movimiento.
- 5) La Élite (Kaishi Tora, Garland, Joseph Leto):
- Bueno, os encontráis en Mariejoa, en uno de los dos puertos, el que da al Nuevo Mundo. Estáis en el barco de la Élite, y habéis acompañado a Krauser a la Ciudad Santa. Él se ha marchado a una importante reunión a toda prisa, siguiendo a un extraño hombrecillo vestido de negro. Ya ha pasado un rato desde eso, y aún no ha regresado. Hay algunos barcos de Tenryubittos atracados cerca de vosotros, pero pronto la mayoría abandonan el muelle. Tan solo quedan dos allí, uno con un mascarón de proa con forma de perro y uno con cabeza de flamenco.
- Garland:
- Estás en cubierta, cuando una gaviota se caga en tu cabeza. Estúpido animal.
- 6) Revolucionarios Equipo de Apoyo (Shiki, Flea Grohl, Gyreed, Erik):
- Estáis en un barco de la Revolución. Al acercaros a la Red Line desde el Paraíso, podéis ver a lo lejos el puerto de Mariejoa. Tenéis una serie de botes a vuestra disposición en el barco, perfecto para infiltrarse sin muchos problemas. O podéis entrar a lo bestia con el barco en el puerto. Eso es decisión vuestra, aunque pensad en la imagen de un enorme barco de la Revolución asaltando el puerto. Mola, ¿verdad?
Vuestra misión principal es abrir paso a los demás revolucionarios, que esperan a unas pocas millas, ocultos en una zona próxima al continente. Tenéis entendido que el puerto del Paraíso cuenta con una máquina de guerra capaz de hundir enormes naves acorazadas. Vuestra misión es desactivarla para proteger al resto de la flota.
- 7) Revolucionarios Equipo de Infiltración (Issei, Wisteria, Leonel Racovich, Hiren):
- Estáis infiltrados en un pequeño barco de la compañía Gyiojin Travels INC y filiales. Vais disfrazados de calle, como simples ciudadanos de a pie, para no levantar sospechas. En este momento, el barco se acerca al Red Line. Hay bastante movimiento en cubierta. La compañía ha obtenido permiso de la Marina para emplear el canal de comunicaciones para cruzar al otro lado del continente mientras la isla Gyojin sea un lugar tan peligroso. El agua está calmada a vuestro alrededor, al tiempo que os acercáis a un enorme túnel que atraviesa la rojiza pared de roca. Iluminado con luces de color blanco, el túnel lleva al otro lado del Red Line. A vuestro lado, una larga pasarela de metal cuelga en las alturas, seguramente destinada al mantenimiento del lugar. Según tenéis entendido, hay una entrada desde ese túnel a la ciudad. Un lugar perfecto para escabullirse y entrar en la ciudad.
(Ver grupo 9)
- 8) Cipher Pol Equipo Tempestad (León Zaid, Kogáto, Vagadus, Kasan):
- La Revolución no es el único enemigo. Os han pedido que apoyéis a los Shichibukai en la tarea de defender el puerto de los Gyojin. Vaya desperdicio de potencial. Sin embargo, hay que obedecer a los de arriba… o no. Podéis elegir si queréis ayudar a esos corsarios o hacer algo por vuestra cuenta. Al fin y al cabo, ¿no es mejor pedir perdón que permiso? La zona en la que os encontráis está situada cerca de los jardines centrales, la Sede del Gorosei. Puede ser interesante echar un vistazo, o tal vez patrullar por la zona comercial antes de ir a ayudar a esos corsarios.
- 9) Cipher Pol Equipo Calima (Shiroi Shibou, Kidah, Leoshiro):
- Sabéis que la Revolución prepara un ataque. Vuestros topos os lo han confirmado. El caso es que sabéis que hay planes de entrada de los Revolucionarios en la ciudad a través del Paso Subterráneo. Y ahí os encontráis, protegiendo una maldita puerta. Esto de quedarse en un túnel esperando un ataque no debe haceros mucha gracia. Seguro que sobre vosotros hay una encarnizada batalla, y vosotros estáis metidos en un agujero. Qué injusto. Vuestra orden es registrar un cada uno de los barcos que pasen por el canal y que no pertenezcan a la Marina. Os avisan de que por la entrada del túnel acaba de entrar un barco de esas características.
- 10) Legendary Hunters (Nemonic, Sinclair, Kaito Kazuki, Furukawa):
- Sois cazadores, y sabéis que en la batalla que se aproxima habrá mucha gente interesantemente fuerte, y con recompensas interesantemente altas. El Gobierno ha pedido ayuda, y vosotros habéis visto una oportunidad de llenar vuestros bolsillos. No es un mal negocio. Estáis llegando al puerto del Paraíso, junto a otros barcos llenos de marines y hombres uniformados de negro. La batalla parece que va a ser intensa, con todas esas fuerzas reunidas en un mismo lugar. Vosotros podéis decidir si queréis quedaros en el puerto o meteros por las callejuelas del lugar.
- 11) The Blue Rose Pirates (Deathstroke, Uracha, Worgulv, Midorima , Hinori, N):
- Os han informado, como miembros de la tripulación de Dexter, que vuestra presencia es requerida para defender la ciudad de Mariejoa. Pese a todo, no lo dijeron con una buena cara. No les parece agradar la idea de que unos piratas anden sueltos por la ciudad. En cualquier caso, estáis en la zona del puerto. Tal vez os interese dar vueltas como pollos sin cabeza o preferís quedaros en el barco, esperando a que lleguen noticias frescas.
- 12) Sons of Anarchy (Arribor Neus, Rose, Krigan):
- ¿Dónde os habéis metido? No estáis muy seguros de ello, pero sí sabéis que el Red Line no debería estar tan cerca de vuestro barco. Oh, mierda, hay una corriente muy fuerte. Tal vez deberíais pensar en ir corriendo a los botes salvavidas antes de estrellaros contra el continente. Oh, ¿eso de allí es un puerto? ¿Estáis salvados?
- 13) Sky Pirates (Liam Waterson, Bale D Edward, Kirk Franagan):
- Tres días, tres malditos días. No era buena idea, y lo sabíais, pero meterse por aquella corriente parecía ser la ruta más rápida para llegar a la próxima isla. Y ahora estáis perdidos en medio de la nada, en una barca de apenas cuatro metros de largo por uno y medio de ancho. Podéis lamentaros o no de vuestra suerte, pero… esa sombra que está creciendo a toda velocidad bajo el bote no es una buena señal. ¿Será un rey marino? Mierda, esas cosas son capaces de comerse barcos enteros, más aún vuestro pequeño bote. Joder, joder… ¡está subiendo hacia vosotros!
- 14) Atesaki (Sawaki, Habu, Shio, Bisutomaru, Kaiser, Abraham Sapien, Cánabar, Lugh Éibhear, Kamemaru):
- Esos tontos humanos necesitan barcos para cruzar el mar. Vosotros, como raza superior, sois capaces de nadar a gran velocidad bajo el agua. Y eso hacéis. Aunque el paisaje a 3.000 metros de profundidad es más bien soso y aburrido. Y monótono. Habéis oído que los Piratas Trilobite van a iniciar un ataque a gran escala contra Mariejoa, y no queréis perder la oportunidad de masacrar humanos, ¿verdad? Estáis acercándoos ya al Red Line, cuando frente a vosotros veis una cantidad ingente de gyojins y tritones nadando hacia la superficie. Parece que llegáis a tiempo para las tortas. ¿Os uniréis a ellos o preferís ir por vuestra cuenta?
- 15) Kyofu No Yohei (Madara, Crock, Ayane, Akai, Etsu):
- Sois mercenarios. Os gusta el dinero. Ahora que habéis oído rumores de un ataque de los Gyojin a la ciudad de Mariejoa, tal vez sea el momento de haceros un nombre. Y si de paso conseguís dinerito fresco, pues mejor. Y ahí estáis, llegando al puerto del Nuevo Mundo de la ciudad de Mariejoa. Es un lugar amplio, lleno de edificios de dos y tres pisos, almacenes, lonjas y similares. Es como una especie de ciudad a la sombra de la Tierra Santa. Podéis ver varios barcos abandonando la ciudad, aunque hay otros tantos atracando en el muelle. ¿Será buena idea entrar en el puerto? Vosotros decidís.
- 16) Morgenster (Haine, Eris, Ban Midou Hebi, Mark):
- El barco avanza sobre las olas hacia la ciudad de Mariejoa. Maldita sea, ha quedado en un estado un poco lamentable tras la última tormenta, pero al menos sigue a flote. Pero al menos la Tierra Santa está frente a vosotros. Parece ser que la guerra no ha empezado… aún. Tal vez hasta podáis atracar el barco, en el puerto, aunque seguramente no sea buena idea con todos esos marines desembarcando. Vuestro barco no va a pasar precisamente desapercibido. Vosotros veréis lo que hacéis.
- 17) Soul Beast (Etsu Rui, Aileen, Axys Newt):
- En fin… Asder partió hace un rato hacia Mariejoa. Y aún no ha vuelto. Es bastante posible que no vaya a volver aún. Oh, seguro que ese barco tan grande de la marina os lo explica. Es muy grande, ¿no? Un hombre grita desde la cubierta, con un tono autoritario:
- Vosotros, ¿sois la tripulación del Shichibukai Lion D. Asderdeker? –os indica con un gesto que le sigáis. Tal vez os lleve con vuestro líder.
- 18) Dark Ascension (Olivia , Drake):
- El barco de Dark Ascension está anclado en el puerto del Paraíso, junto a otros tantos barcos enormes y espectaculares. Se siente movimiento afuera, posiblemente los marines estén movilizándose. Y Derian no ha vuelto. Es posible que ya se haya ido a posicionarse bien. Como el buen cazador que es, seguramente quiera cazar las mejores presas. Tal vez vosotros podáis moveros o simplemente quedaros en el barco y esperar a que pase algo.
- 19) Vongola Family (Vongola Ryohei, Ugetsu Asari, Kiogre, Ushi):
- Ah… el olor de la brisa. Al contrario que estos mequetrefes idiotas, vosotros habéis sido más listos. Habiendo atracado a unas millas al norte de Mariejoa, habéis logrado ascender tras casi dos horas de escalada. Ante vosotros, os habéis encontrado con una enorme extensión de… campos de cultivo. Seguramente sean los que surten de alimento a la enorme ciudad. Y de paso, sirven como campos de trabajo para los esclavos. Veis que, pese a que la ciudad parece estar siendo evacuada, muchos esclavos siguen allí, trabajando. Hay algunos guardias que vigilan a los trabajadores, pero no parece haber grandes medidas de seguridad. Al lado de los campos de cultivo hay una ruta que da un pequeño camino, bastante refugiado, que podéis usar sin pasar por los campos.
- 20) Escuadrón 7 (Dranser, Lugh Fearghas, Virginia):
- A veces alguien tiene que hacer el trabajo sucio. Y hoy os ha tocado a vosotros. Habéis logrado infiltraros milagrosamente en un escuadrón de marines de forma milagrosa. Increíble, tal vez. En fin, estáis en un buque lleno de marines de todos los rangos. No es agradable. Y ahora qué hacéis es cosa vuestra. El buque acaba de atracar en el muelle oeste de Mariejoa, y las tropas empiezan a desembarcar a toda prisa. Tal vez deberíais seguirlos, o tal vez aprovechar la situación para escabulliros y registrar el barco. Tenéis la decisión en vuestras manos.
- 21) Lupus Custos (Shun, Thanatos, Satou, Isma):
- Criminales de todo tipo se van a reunir en Mariejoa. Y tenéis permiso para entrar en la Tierra Sagrada. Tal vez deberíais aprovechar esta oportunidad de oro. La tortuga ha "atracado" en el Puerto del Nuevo Mundo mientras disfruta perezosamente de una zanahoria gigante, aunque por lo demás se palpa la tensión. Estáis en el muelle, cuando un hombre pasa corriendo a vuestro lado, ataviado con unos enormes ropajes de pieles. Tropieza con Shun y casi se cae al suelo. Saca una pistola de debajo que su ropa y apunta al samurái. Tras unos segundos, se da la vuelta y sigue corriendo. ¿Dije que se palpaba la tensión? Más que eso, se puede cortar con un cuchillo. O con una espada. Tras ese pequeño incidente, tal vez queráis ir hacia la zona de las calles o quedaros en el barco. O cualquier otra cosa.
- 22) Kodama, Sora y Seryu Erunan:
- Os encontráis los tres en el puerto del Paraíso. El barco os ha llevado allí para que sirváis en la guerra. Apoyando al Gobierno Mundial. En el muelle de los Tenryubitto veis como la mayoría de los barcos han abandonado ya el muelle. Os os han pedido que os unáis a las fuerzas de defensa. Os piden que defendáis un almacén en especial. El lugar está completamente cerrado. Es un enorme almacén donde se guarda un arma de defensa portuaria. Tal vez deberíais poneros en marcha, el almacén está a un kilómetro de camino. O podéis quedaros en el puerto, pero eso es decisión vuestra.
- 23) Roy Sasaki, Mellanie y Maximilian:
- Navegando por el Grand Line se descubren muchas cosas. Como que los barcos pequeños vuelcan con más facilidad que los barcos grandes. Roy está en un pequeño bote volcado, aún recuperándose. Aquella extraña ola solitaria lo ha volcado. Es un fenómeno que ocurre a veces en las aguas de este extraño mar. Por suerte para el pirata, un barco velero algo más grande parece ir en su dirección. A bordo van un hombre y una mujer (sí, Mellanie y Max). Tal vez queráis ayudar a este pobre náufrago. O podéis pasar de él directamente.
- 24) Jesaix:
- En serio, siempre metido en líos. ¿Cómo has acabado así? Maldita sea, no puedes ni caminar tranquilo por la Isla Gyojin sin que un grupo de gyojins te agarren y te empujen a nadar hacia la superficie y provocar caos y destrucción. No sabes muy bien cómo ha pasado. El caso es que ahora estás nadando hacia la superficie desde la isla Gyojin, rodeado por cientos de gyojins como tú, armados con todo tipo de objetos y con intenciones bastante hostiles. ¿Y ahora qué vas a hacer? ¿Seguir a la masa, o tratar de salir disimuladamente de la marabunta de hombres pez?
- 25) Vrask:
- Estás en uno de los barcos de la marina que va hacia Mariejoa para defender la Tierra Santa. Estás tirado en tu catre cuando anuncian por un sistema de Den-Den Mushi que acabáis de entrar en el paso subterráneo, en dirección al Paraíso. Tal vez podrías subir a cubierta y ver si se requiere tu servicio.
- 26) Date Musashi:
- Te despiertas con dolor de cabeza. Parece ser tu flamante rescate no ha salido como esperabas. La “pequeña” Ame Sora debe estar aterrada. La atraparon y la vendieron como esclava. Cuando te enteraste saliste en su busca, pero no has acabado muy bien. Ves un montón de hombres a tu alrededor, estás atrapado en una jaula de acero, portada por dos gigantones musculosos. Parece que te llevan a la zona alta de la ciudad. Te llevan a una especie de enormes ascensores. No sabes lo que son, pero no pueden ser buenos. Tal vez puedes salir de esa jaula. O tal vez puedes ver a dónde te llevan.
- 27) Goliat :
- El cielo gris sobre tu cabeza anuncia una batalla inminente, o una buena tormenta. Por suerte (o desgracia) para ti, no necesitas cubrirte. La jaula en la que estás metido es lo bastante grande como para refugiarte de la lluvia. ¿Qué cómo has acabado ahí? No estás del todo seguro, pero sospechas que tiene que ver con la cantidad de hidromiel que bebiste la última vez. Recuerdas retazos nublados y haberte despertado en la jaula. Crees saber que te han vendido como esclavo, y así parece demostrarlo el collarín que llevas al cuello. Por suerte aún no te habían marcado con la Marca del Dragon Ascendente. El caso es que ese collar y esos barrotes no pueden detenerte mucho tiempo, si lo que quieres es salir de ahí.
- 28) Break Baskerville:
- Vaya. Estos tipos del Gobierno son unos incompetentes. Ni siquiera pueden mantener a raya a veinte peces mal contados. Y al final tienen que llamarte a ti para que les saques las castañas del fuego. En fin, al menos han prometido algo de dinero, lo cual no deja de ser un incentivo interesante. Puede que hasta valga la pena ayudar a estos tipos. Has llegado a Mariejoa con una papeleta del Gobierno que insta a los cazadores de recompensas a participar en la guerra que se avecina. Si no te iban a dejar entrar en Mariejoa en un principio, con esa orden eres teóricamente intocable y tienes libertad. Puedes decidir investigar el puerto o ir buscando una buena posición desde la que emboscar a los gyojin cuando lleguen.
- 29) Elkilian:
- ¿Hace calor o sólo eres tú? No, definitivamente hace calor, y mucho. Te das cuenta de que esta temperatura tan insoportable es debida a la caldera del barco en el que te has escondido para llegar a la Tierra Santa. Parece que te has quedado dormido y has acabado rodando hacia ella con los vaivenes del navío. Escuchas movimientos sobre tu cabeza, en la cubierta parece haber movimiento. Tal vez vaya siendo hora de abrir con disimulo la puerta de la bodega y abandonar el barco. O tal vez sea mejor esperar a que las cosas se calmen.
- 30) Al Nion:
- Qué pereza moverse de la improvisada hamaca que te has encontrado, ¿no? Tras una larga siesta tendido en la cubierta del barco, empiezas a notar movimiento por el rabillo del ojo. Tal vez quieran que hagas algo, por lo que podrías escurrir el bulto. Durante el viaje te pareció ver un extraño hombre árbol dirigiendo a la tripulación. Tal vez sea un oficial o algo. Parece que no está por ahí, así que puede que logres vaguear un poco más. De repente, una figura parece materializarse a tu lado, y te mira con cara de mal humor: es un sargento menor, que te ladra:
- ¡Recluta!¡ Muévete de inmediato, te necesitan en el puerto!
Qué forma tan brusca de fastidiar un apacible descanso, por dios. Tal vez deberías apuntar a ese hombre en tu lista negra… oh, espera, eres demasiado vago para tener una.
- 31) Yumiko Mei y Rhaegel:
- Qué asco de día. Por suerte, en el barco que os ha cedido el Gobierno para llegar a Mariejoa se está bastante a gusto. Estáis en una de las pequeñas salas de estar del barco, sentados en un par de sillones. En la sala no hay nadie más. Sentís cómo el barco se detiene: habéis llegado a vuestro destino. Tal vez sea buena idea salir del barco y ver el lugar. O quizás prefiráis aprovechar la intimidad.
- 32) Sawn y Rob Marney:
- Ah, la vida de los cazadores es una vida dura. Estáis en uno de los barcos que ha puesto el gobierno a vuestra disposición para viajar a Mariejoa. Sin duda la presencia de uno de los Señores de la Caza ha despertado curiosidad y expectación en el buque. Dave se ha visto rodeado por los jóvenes iniciados y por un montón de mujeres encantadoras. Ahora que habéis llegado a Tierra Santa… ¿cuál será vuestro primer movimiento?
- 33) Bleyd:
- ¿Cómo has llegado a esta situación? No estás muy seguro, pero parece ser que a aquel marine no le gustó tu forma de mirarle, o tal vez el RPG que llevabas en la mano en ese momento. Sólo hacías tu trabajo, pero no lo quiso entender. Ahora estás en una jaula, encerrado en un barco de la marina, y a saber a dónde demonios te están llevando. Espera un segundo… ¿no te parece que la puerta de la celda está entreabierta? Algún despistado se va a llevar una buena bronca por no cerrar bien la puerta. Y por dejarte al lado de la celda tu espada y tu lanzamisiles. ¿Sólo hay quince proyectiles? Suficientes para vengarte.
- 34) Ryuta:
- Te ha llegado una especie de invitación a un evento del servidor. Si tu experiencia no te miente, sabes que posiblemente haya algún premio gordo para el ganador del evento. Pero pese a que has preguntado y buscado guías, nadie parece saber a que te refieres. El evento tiene pinta de ser una especie de asedio en el que puedes defender o atacar una ciudad. Será divertido participar, y seguro que ganas cosas chachis. El caso es que estás en un pequeño barco, navegando hacia el lugar del evento. Ya ves en el horizonte la BG donde se realizará. Compruebas que tengas el modo de PvP activo. En efecto, ahí está. ¿Qué harás ahora?
- 35) Alice Turner:
- Bueno… parece que no te han visto… aún. El poder ser transparente ayuda bastante a pasar desapercibida. En un par de ocasiones uno de gigantones se giró para echar un vistazo, pero gracias a tu poder, lograste evitar que te detectaran. ¿Quién será el misterioso hombre al que están llevando en una jaula? Tal vez podrías liberarlo. O tal vez puedes ver a dónde lo están llevando.
PD: Mira el número 26 (Date Musashi)
- 36) Kaede:
- Te despiertas en una cama que no es la tuya. Y recuerdas lo que pasó anoche. Ese chico al que le “cogiste prestado” el barco debe estar bastante enfadado ahora mismo. No es algo que te preocupe. Pensó que podía ligar contigo y al final perdió el barco (y los pantalones). Sonríes al recordarlo. La verdad es que no sabes dónde te habrán llevado las corrientes, pero cuando sales a cubierta ves ante ti un enorme muro de roca rojiza. Apenas tienes tiempo a reaccionar. El barco se estrella contra el continente. Por suerte logras montar en un bote salvavidas, pero la corriente te arrastra y acabas estrellándote igualmente contra las rocas. Caes al agua y pierdes el conocimiento.
Cuando te despiertas, ves un techo que no es el del barco. Parece una especie de hospital improvisado. ¿Dónde estás? ¿Quién te ha sacado de allí? Ves a tu mascota tumbado al lado de la cama donde estás, y te tranquilizas. Tal vez sea hora de que descubras dónde estás.
- 37) Hyuuga Z. Kurotabo:
- Avanzas sobre las olas del Nuevo Mundo, viendo Mariejoa a lo lejos. Sabes que hay una guerra avecinándose. Sabes que la marina está allí. Toda ella. Esa puede ser una gran oportunidad para encontrar pistas sobre tu padre y acabar con él. El pequeño velero que has alquilado surca las olas con velocidad. Estás a un par de millas de la costa. Es momento de decidir cómo vas a proceder.
- 38) Abel:
- Acabas de resolver el decimoquinto cubo de rubik de veinte caras desde que empezó el día. Empiezas a aburrirte. Tal vez no tenías que haberte echado al mar con tanto ímpetu. Pero esta puede ser una ocasión única para ti. No todos los días la ciudad de Mariejoa estaba tan vulnerable. Y esa ciudad era una verdadera caja de misterios sin resolver. Misterios sobre, entre otras cosas, el Siglo Vacío. Has logrado colarte como voluntario en uno de los barcos de la Marina. Ellos piensan que vas a defender la ciudad, pero tus fines son más importantes. Escuchas como un militar empieza a gritar órdenes para vosotros. Tal vez deberías seguir manteniendo la fachada por el momento. O puedes intentar escabullirte entre la multitud.
- 39) Shi:
- Una batalla se aproxima, lo sabes. Y mucha gente morirá, como te pasó a ti. Pero ellos no volverán a caminar por el mundo. Una nube de tormenta se forma sobre ti. Sabes que queda poco tiempo. Tiempo para cambios. Aún no has encontrado la verdad auténtica, sabes que todo cambiará. No hay nada que permanezca. Nadie conoce aún la verdad auténtica. Tú mismo pudiste engañarlos a todos, colándote en la ciudad de Mariejoa aprovechando el caos. Ahora mismo estás en uno de los barrios del Puerto Paraíso. Te encuentras sobre uno de los tejados de los muchos edificios, y a lo lejos puedes ver la plataforma sobre la que están los shichibukai.
- 40) Kyros:
- Dos años fuera de casa, y cuando vuelves hay una maldita guerra. Estás tranquilamente en tu barco, alejándote de la ciudad para poder volver cuando las cosas se hayan calmado y puedas instaurar tu nuevo imperio divino. El caso es que oyes ruidos en el exterior: parece ser que los Gyojin están atacando tu barco, y así te lo informa un criado que entra despavorido en el camarote. Maldita sea, esa raza inferior no merece existir en tu mundo perfecto. Por suerte para ti, el barco tiene una cápsula instalada en un cuarto al que se accede desde tu cuarto, con combustible suficiente para viajar a tu mansión, situada en la ciudad de Mariejoa. Una verdadera obra de la ingeniería con un único fallo: es de un solo uso. Tal vez quieras usarla y largarte de ahí antes de que las cosas se pongan feas... o quedarte y plantar cara.
- 41) Eoghan, Rowan:
- Una guerra es un espectáculo horrible, en el que miles de inocentes mueren defendiendo a unos pocos. Odias a los Tenryubittos, pero sabes que lo que ocurra en la Tierra Santa puede suponer un cambio en la historia del mundo. Además, esta puede ser una oportunidad única para buscar en uno de los sitios con más información del mundo. Tal vez la receta de un gazpacho delicioso, o un sorbete divino. El caso es que estáis a unos kilómetros de la costa, planeando lo que hacer. Tal vez sea mala idea acercarse al puerto... pero si sois inteligentes, sabréis que los Gyojin combaten mejor en el agua... vosotros elegís, pero hacedlo rápido, tenéis un mal presentimiento, de esos que sabéis que no se equivocan...
- 42) Fear Liath:
- Mierda, mierda... te habían dicho que te reunieras con el equipo de CPs que esperaban en el paso del Paraíso al Nuevo Mundo. Y te vas a perder la carnicería que va a haber. Según te han dicho, un grupo de hombres revolucionarios van escondidos en un barco para iniciar una infiltración en la ciudad, y es tu deber detenerlos. Maldita sea, quieres estrangularlos con tus manos. Aunque, ahora que lo piensas... si los revolucionarios entran, tal vez podría ser tu oportunidad para provocar el caos... tu decides.
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Avance de la guerra:
Yumiko Mei
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"Izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda, dere..."-Pensaba mientras el barco se encontraba navegando en dirección a la ciudad magna, a la ciudad de los cielos a Mariejoa.
Al parecer, llevaba unos días navegando en el barco de la marina en dirección a esa isla de la que tanto se hablaba últimamente en los periódicos. La isla según tenía entendido, había sido limpiada de tenryuubitos y solo se encontraban los edificios y las calles desiertas. Era el lugar perfecto para conseguir algo de dinero, las casas de los tenryuubitos serían perfectas para mi negocio, pensaba mientras miraba al suelo algo desorientada.
Un joven pelinegro se encontraba sentado en uno de los bancos del barco, al parecer, iba al mismo destino que yo y probablemente en busca de algún criminal famoso que lo hiciera rico, al menos por eso me habían invitado a mí. En cierta medida, no me parecía muy bueno meterme en ese lio, pero habría que hacerlo si quería conseguir algo de dinero y fama. La verdad, no necesitaba tanto el dinero, pero mi curiosidad me podía y estaba muy interesada en ver donde vivían esos ricachones gobernantes del mundo entero.
Me dirigí al joven y me dispuse a hablarle de manera cómoda, cuando de repente el barco se movió, me tropecé y caí sobre el, mi boca acabó en su cara y asombrosamente en un beso en sus labios. Maldita sea, no quería que pasara eso, era cada día más torpe. Me levanté rápidamente y le pedí perdón.
-Lo siento mucho, no era mi intención, maldito conductor de barco.-Dije frustrada y sonrojada, había empezado la conversación con muy mal pie.
Queriendo olvidarme de ello, abrí la puerta de esa pequeña sala y salí a la cubierta, al parecer, el barco ya se había detenido en el puerto de esa grandiosa ciudad. Las nubes cubrían la ciudad, dejandola en penumbra y llamando a la lluvia. El cielo parecía saber que un gran evento estaba a punto de ocurrir y que muchas desgracias pasarían en esta gran ciudad. La marina no se quedaría de brazos cruzados y que decir de los piratas, atacarían sin perder el tiempo, por otro lado, los revolucionarios se mantendrían atentos a sus momentos y harían de las suyas. Yo, por otro lado, buscaría la manera de no entrometerme en donde no me llaman y buscaría encontrar algún tesoro en la ciudad.
Esperé que el barco se quedase totalmente quieto y salté de este al puerto, era el momento de desembarcar. Una vez en suelo firme, busqué con la mirada al joven pelinegro y le grité, esperaba que me acompañara o se viniese conmigo, sería aburrido cazar sola, pero quien sabe, igual el joven ni siquiera se le pasaba por la cabeza acompañarme, después de ese torpe primer encuentro.
-¿Te vienes o te quedas? Sería muy aburrido estar sola en esta increíble isla.-Grité en dirección al joven pelinegro y finalicé con una sonrisa dibujada en mis labios.
Me giré y me dispuse a activar mi haki de observación, desde ese momento, cualquier cosa que pasaría a continuación, formaría parte del riesgo que asumí al llegar a esta isla. El capitán del barco también desembarcó y parecía vestir un uniforme de marine, este probablemente se uniría a esta batalla contra las fuerzas más poderosas del mundo.
Al parecer, llevaba unos días navegando en el barco de la marina en dirección a esa isla de la que tanto se hablaba últimamente en los periódicos. La isla según tenía entendido, había sido limpiada de tenryuubitos y solo se encontraban los edificios y las calles desiertas. Era el lugar perfecto para conseguir algo de dinero, las casas de los tenryuubitos serían perfectas para mi negocio, pensaba mientras miraba al suelo algo desorientada.
Un joven pelinegro se encontraba sentado en uno de los bancos del barco, al parecer, iba al mismo destino que yo y probablemente en busca de algún criminal famoso que lo hiciera rico, al menos por eso me habían invitado a mí. En cierta medida, no me parecía muy bueno meterme en ese lio, pero habría que hacerlo si quería conseguir algo de dinero y fama. La verdad, no necesitaba tanto el dinero, pero mi curiosidad me podía y estaba muy interesada en ver donde vivían esos ricachones gobernantes del mundo entero.
Me dirigí al joven y me dispuse a hablarle de manera cómoda, cuando de repente el barco se movió, me tropecé y caí sobre el, mi boca acabó en su cara y asombrosamente en un beso en sus labios. Maldita sea, no quería que pasara eso, era cada día más torpe. Me levanté rápidamente y le pedí perdón.
-Lo siento mucho, no era mi intención, maldito conductor de barco.-Dije frustrada y sonrojada, había empezado la conversación con muy mal pie.
Queriendo olvidarme de ello, abrí la puerta de esa pequeña sala y salí a la cubierta, al parecer, el barco ya se había detenido en el puerto de esa grandiosa ciudad. Las nubes cubrían la ciudad, dejandola en penumbra y llamando a la lluvia. El cielo parecía saber que un gran evento estaba a punto de ocurrir y que muchas desgracias pasarían en esta gran ciudad. La marina no se quedaría de brazos cruzados y que decir de los piratas, atacarían sin perder el tiempo, por otro lado, los revolucionarios se mantendrían atentos a sus momentos y harían de las suyas. Yo, por otro lado, buscaría la manera de no entrometerme en donde no me llaman y buscaría encontrar algún tesoro en la ciudad.
Esperé que el barco se quedase totalmente quieto y salté de este al puerto, era el momento de desembarcar. Una vez en suelo firme, busqué con la mirada al joven pelinegro y le grité, esperaba que me acompañara o se viniese conmigo, sería aburrido cazar sola, pero quien sabe, igual el joven ni siquiera se le pasaba por la cabeza acompañarme, después de ese torpe primer encuentro.
-¿Te vienes o te quedas? Sería muy aburrido estar sola en esta increíble isla.-Grité en dirección al joven pelinegro y finalicé con una sonrisa dibujada en mis labios.
Me giré y me dispuse a activar mi haki de observación, desde ese momento, cualquier cosa que pasaría a continuación, formaría parte del riesgo que asumí al llegar a esta isla. El capitán del barco también desembarcó y parecía vestir un uniforme de marine, este probablemente se uniría a esta batalla contra las fuerzas más poderosas del mundo.
- Acciones realizadas:
- Besar sin querer a Rhaegel y desembarcar en el puerto
Minato Kazuo
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Ante él la gran estatua del llamado “Héroe de la Marina”, una colosal obra de arte que sin duda infundía el respeto y la admiración en aquella organización. En el caso de Minato no solo era un símbolo de fuerza y respeto, sino un ejemplo a seguir y algo en lo que buscaba convertirse. Quería transformar aquel mundo en un lugar donde la marina no fuera necesaria, pero la única forma de hacerlo era eliminando la maldad y no realizando un golpe de Estado como muchos pensaban. Y por ello defendería al Estado actual pues, aunque sabía que había múltiples cosas que causaban el malestar general, un nuevo Gobierno solo traería un periodo de guerras enormes. La clave estaría en transformar al actual, no en cambiarlo, y para ello tendría que protegerlo y eliminar cualquier clase de amenaza en el mundo.
Se dio la vuelta y esperó a sus dos compañeros de rango, el Almirante Karl y el Almirante Krauser, aparecieran. Tenía intención de despedirse de ellos y desearles suerte antes de que todo empezara, pues aunque hubiera diferencias entre ellos tenían el mismo trabajo y esperaba que lo cumplieran. Lo que no sabía era si lo cumplirían por dedicación, como Minato, o por obligación. —Buena suerte ahí abajo.— le diría al Almirante Kurotora. —Tenemos nuestras diferencias, pero ahora estamos en el mismo bando y eso es lo que tiene prioridad. Ya solucionaremos el resto cuando llegue el momento.— trataría de no sonar amenazante. Minato esperaba el momento en el que los altos cargos les ordenaran atrapar a Karl por asesinar a dos Almirantes, pero hasta entonces tenía que aprender a trabajar con él.
—Mucha suerte, compañero Krauser.— le diría al otro Almirante, algo más animado con este. —Espero que nos volvamos a ver sanos y salvos, y que nuestros enemigos caigan bajo el poder de la Justicia. Se fuerte, Krauser-san, confío en usted.— concluiría. No era un discurso como algunos podían esperarse del Almirante Akaikarasu, pero las palabras poseían un significado sincero que pocas personas podían realizar. Así era, quizás porque estaban a punto de ir a la guerra, cómo Minato les deseó suerte a los que horas más tarde podían ser sus enemigos.
Una vez le diera su mejor deseo a aquellos dos hombres o si pasaba un buen rato sin que aparecieran procedería a ir a los ascensores. Nunca había estado allí, pero supuso que no sería demasiado difícil. Tomaría uno de los ascensores y avanzaría buscando el túnel que se utilizaba para llegar al Nuevo Mundo, lugar donde estaría apostado y que se encargaría de defender. Además llevaba el Den Den Mushi de platino, a utilizar cuando se encontrara en peligro mortal. ¿Qué haría ese Den Den Mushi? ¿Explotar con gran potencia? No creía que fueran capaces de poner en peligro la integridad de sus camaradas… ¿Teletransportar al usuario a algún lugar seguro, entonces? Además de egoísta para el resto de personas que allí hubiera presentes, parecía algo imposible. Probablemente fuera una simple señal de alerta para mandar refuerzos.
Una vez llegara a aquel túnel “secreto” procedería a informarse de la situación. Buscaría a la primera persona que estuviera al cargo y pediría un informe a ver si le contaban algo que no supiera. Debía estar bien informado para poder llevar a cabo una defensa decente contra cualquiera que intentara colarse por allí.
Se dio la vuelta y esperó a sus dos compañeros de rango, el Almirante Karl y el Almirante Krauser, aparecieran. Tenía intención de despedirse de ellos y desearles suerte antes de que todo empezara, pues aunque hubiera diferencias entre ellos tenían el mismo trabajo y esperaba que lo cumplieran. Lo que no sabía era si lo cumplirían por dedicación, como Minato, o por obligación. —Buena suerte ahí abajo.— le diría al Almirante Kurotora. —Tenemos nuestras diferencias, pero ahora estamos en el mismo bando y eso es lo que tiene prioridad. Ya solucionaremos el resto cuando llegue el momento.— trataría de no sonar amenazante. Minato esperaba el momento en el que los altos cargos les ordenaran atrapar a Karl por asesinar a dos Almirantes, pero hasta entonces tenía que aprender a trabajar con él.
—Mucha suerte, compañero Krauser.— le diría al otro Almirante, algo más animado con este. —Espero que nos volvamos a ver sanos y salvos, y que nuestros enemigos caigan bajo el poder de la Justicia. Se fuerte, Krauser-san, confío en usted.— concluiría. No era un discurso como algunos podían esperarse del Almirante Akaikarasu, pero las palabras poseían un significado sincero que pocas personas podían realizar. Así era, quizás porque estaban a punto de ir a la guerra, cómo Minato les deseó suerte a los que horas más tarde podían ser sus enemigos.
Una vez le diera su mejor deseo a aquellos dos hombres o si pasaba un buen rato sin que aparecieran procedería a ir a los ascensores. Nunca había estado allí, pero supuso que no sería demasiado difícil. Tomaría uno de los ascensores y avanzaría buscando el túnel que se utilizaba para llegar al Nuevo Mundo, lugar donde estaría apostado y que se encargaría de defender. Además llevaba el Den Den Mushi de platino, a utilizar cuando se encontrara en peligro mortal. ¿Qué haría ese Den Den Mushi? ¿Explotar con gran potencia? No creía que fueran capaces de poner en peligro la integridad de sus camaradas… ¿Teletransportar al usuario a algún lugar seguro, entonces? Además de egoísta para el resto de personas que allí hubiera presentes, parecía algo imposible. Probablemente fuera una simple señal de alerta para mandar refuerzos.
Una vez llegara a aquel túnel “secreto” procedería a informarse de la situación. Buscaría a la primera persona que estuviera al cargo y pediría un informe a ver si le contaban algo que no supiera. Debía estar bien informado para poder llevar a cabo una defensa decente contra cualquiera que intentara colarse por allí.
- Acciones:
- Trato d decirle unas palabras a Krauser y Karl si aparecen y si no me voy a mi posición, el túnel por el que pasan los barcos en la Red Line.
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Comenzaba la fiesta, los rumores al ataque del gobierno era algo muy interesante y el más interesado en las arcas de dinero que podían tener aquellas personas era Madara Uchiha. Había convocado a todo su equipo, aunque Shiroi no había acudido, el cual era el segundo al mando. Después de tres años de entrenamiento, el dragón se sentía capaz de realizar cualquier cosa. Contaba con un equipo especial formado por Crok, Ayane, Akai y Etsu. Este último había perdido mucha confianza por parte del mercenario desde que descubrió su otra faceta, sin embargo no había dicho nada a los demás. Lo vigilaría de cerca y mantendría el haki de observación activado para evitar posibles sorpresas, además no haría nada ilegal si no era necesario hacerlo. Otro posible problema era la recompensa del hombre de fuego, esperaba que pudieran pasar desapercibidos pese a ella, pues el luchador aún era una persona libre. El momento estaba llegando.
De repente los rojizos ojos del chico pudieron ver el puerto del nuevo mundo, eso le hizo sonreír de lado. La imagen era desoladora debido a los barcos abandonados y los que huían de allí, estaba a punto de formarse algo grande. Madara llevaba consigo su armadura roja de placas para protegerse mejor de los posibles impactos, por dentro llevaba su chaleco táctico negro y su pantalón largo. Unas botas en los pies y la novedad se hallaba en su espalda, poseía una enorme guadaña muy rara, se trataba de Akaisame, su nueva preciosidad la cual robó al mafioso en Arabasta. En sus manos portaba unos guantes negros, su mirada era tranquila y parecía estar segura. Ahora colocó su pie derecho en la borda y examinó el puerto detalladamente. No era ningún criminal y por ello no tenía miedo de toparse con marines o agentes, aunque si lo fuera tampoco les temería. Estaba allí por dinero y para poder alcanzar un posible puesto alto como podría ser el de Yonkaikyo.
- ¡Soldados hemos llegado! ¡Preparad todas vuestras cosas que vamos a desembarcar! ¡Akai cúbrete la cara! ¡Crok prepara la tablilla para salir al muelle! ¡Ren vigila posibles flancos! ¡Ayane coge algo de ropa que el tiempo se está poniendo difícil!
Dadas aquellas órdenes dirigió al barco hacia el muelle dispuesto a “aparcarlo” allí. Entró al puerto y se mantuvo de brazos cruzados y de forma seria mientras analizaba la situación despacio. El ojo derecho del mercenario brilló un poco mientras ahora cambiaba la expresión a una un poco más sonriente. Ya no recordaba lo emocionante que resultaban aquellas cosas dónde el peligro abundaba en cada esquina, su máxima prioridad ahora era su equipo y el dinero que podría conseguir. Esperó a sus hombres y se acercó a la borda listo para Salir de allí.
De repente los rojizos ojos del chico pudieron ver el puerto del nuevo mundo, eso le hizo sonreír de lado. La imagen era desoladora debido a los barcos abandonados y los que huían de allí, estaba a punto de formarse algo grande. Madara llevaba consigo su armadura roja de placas para protegerse mejor de los posibles impactos, por dentro llevaba su chaleco táctico negro y su pantalón largo. Unas botas en los pies y la novedad se hallaba en su espalda, poseía una enorme guadaña muy rara, se trataba de Akaisame, su nueva preciosidad la cual robó al mafioso en Arabasta. En sus manos portaba unos guantes negros, su mirada era tranquila y parecía estar segura. Ahora colocó su pie derecho en la borda y examinó el puerto detalladamente. No era ningún criminal y por ello no tenía miedo de toparse con marines o agentes, aunque si lo fuera tampoco les temería. Estaba allí por dinero y para poder alcanzar un posible puesto alto como podría ser el de Yonkaikyo.
- ¡Soldados hemos llegado! ¡Preparad todas vuestras cosas que vamos a desembarcar! ¡Akai cúbrete la cara! ¡Crok prepara la tablilla para salir al muelle! ¡Ren vigila posibles flancos! ¡Ayane coge algo de ropa que el tiempo se está poniendo difícil!
Dadas aquellas órdenes dirigió al barco hacia el muelle dispuesto a “aparcarlo” allí. Entró al puerto y se mantuvo de brazos cruzados y de forma seria mientras analizaba la situación despacio. El ojo derecho del mercenario brilló un poco mientras ahora cambiaba la expresión a una un poco más sonriente. Ya no recordaba lo emocionante que resultaban aquellas cosas dónde el peligro abundaba en cada esquina, su máxima prioridad ahora era su equipo y el dinero que podría conseguir. Esperó a sus hombres y se acercó a la borda listo para Salir de allí.
- Resumen:
- Ordenes al equipo, entramos en el puerto e intentamos atracar en el muelle.
Ah, el oro, la fama, el poder... Todo lo tuvo el hombre que en su día se proclamó... "Aburrido". Al dejó el libro a un lado con expresión perezosa, preguntándose hasta cuando duraría aquella hastiosa misión. Todos tenían que ir de un lado al otro, con apuro extremo y un estrés latente en el rostro, recibiendo órdenes y cumpliéndolas con la máxima profesionalidad, todo por la gloria de la Marina... Salvo él. Por suerte el pícaro Marine consiguió ocultarse en un rincón y, para colmo de las maravillas que le deparaba aquello, se topó con una preciosa hamaca. Bueno, no era una hamaca, era la Mesana a medio arriar, pero para escaquearse valía cualquier lugar. Sólo había una cosa que lo dejaba con mal sabor de boca, y era haber llevado sólo un libro. Odiaba la historia si no se contaba como una obra de teatro. De hecho, odiaba la mayoría de libros fuera de ese género, excepto la poesía.
-¡Recluta!¡ Muévete de inmediato, te necesitan en el puerto!
-¿Eing?- respondió, casi por instinto. ¿Lo habían llamado recluta? En fin, tampoco era muy importante que lo confundieran. Al fin y al cabo eso ayudaba mucho a la hora de escurrir el bulto. Pero tal vez si salía de su resguardo con aquella chaqueta larga de hombreras el tipo se sentiría algo avergonzado. "Suena casi divertido"-. Tienes razón, ya es hora de que me mueva. Cojo mis espadas y estoy listo.
Con un ágil movimiento bajó de su vela y ajustó la chaqueta. Reconoció al hombre que le había dado las órdenes como un Sargento primero, o tal vez segundo... Un suboficial, vaya. Estaba muy serio, pero tampoco era algo demasiado raro. Al fin y al cabo dentro de muy poco se iban a ver envueltos en una guerra y mucha gente estaría perdiendo la cabeza por largarse, o por entrar... Era un momento de mucha debilidad para el Gobierno, y una vez más la Marina se jugaba su prestigio a un cara o cruz. Qué cruel era el sino de aquel preludio. ¿Victoria? ¿Muerte? Era casi una agonía aquella duda, pero la cara de sorpresa de aquel marine que tenía delante hacía la situación mucho más llevadera.
-Lo siento, Sargento. No volverá a pasar.
Le dio la espalda mientras se ajustaba la chaqueta a los hombros. ¿Cómo harían los demás oficiales para llevarla sin incomodarse? Sería mucho más útil un chalequito o algo, como un pin o una chapa. "En serio... si llego a Almirante suprimiré esta cosa. No sé cómo voy a mover los brazos con ella a hombros", pensaba mientras se adentraba en su camarote y recogía sus espadas. La más importante, que puso en la parte derecha de su cintura. Como para no, era zurdo y aquella se conformaba su espada favorita. Ligera, resistente y peligrosa. Una maravilla que tenía la persona menos indicada. Por suerte él sabría darle buen uso.
Se preparó y salió del barco al puerto. Había mucho movimiento. ¿Qué le pedirían hacer?
-Bueno, ¿Qué se va necesitando?- a sus espaldas quedaba el mar, y delante de él un sinfín de tareas. "Qué peresita...". Se estiró un poco y dejó sus músculos tronar. Otra vez, qué pereza.
-¡Recluta!¡ Muévete de inmediato, te necesitan en el puerto!
-¿Eing?- respondió, casi por instinto. ¿Lo habían llamado recluta? En fin, tampoco era muy importante que lo confundieran. Al fin y al cabo eso ayudaba mucho a la hora de escurrir el bulto. Pero tal vez si salía de su resguardo con aquella chaqueta larga de hombreras el tipo se sentiría algo avergonzado. "Suena casi divertido"-. Tienes razón, ya es hora de que me mueva. Cojo mis espadas y estoy listo.
Con un ágil movimiento bajó de su vela y ajustó la chaqueta. Reconoció al hombre que le había dado las órdenes como un Sargento primero, o tal vez segundo... Un suboficial, vaya. Estaba muy serio, pero tampoco era algo demasiado raro. Al fin y al cabo dentro de muy poco se iban a ver envueltos en una guerra y mucha gente estaría perdiendo la cabeza por largarse, o por entrar... Era un momento de mucha debilidad para el Gobierno, y una vez más la Marina se jugaba su prestigio a un cara o cruz. Qué cruel era el sino de aquel preludio. ¿Victoria? ¿Muerte? Era casi una agonía aquella duda, pero la cara de sorpresa de aquel marine que tenía delante hacía la situación mucho más llevadera.
-Lo siento, Sargento. No volverá a pasar.
Le dio la espalda mientras se ajustaba la chaqueta a los hombros. ¿Cómo harían los demás oficiales para llevarla sin incomodarse? Sería mucho más útil un chalequito o algo, como un pin o una chapa. "En serio... si llego a Almirante suprimiré esta cosa. No sé cómo voy a mover los brazos con ella a hombros", pensaba mientras se adentraba en su camarote y recogía sus espadas. La más importante, que puso en la parte derecha de su cintura. Como para no, era zurdo y aquella se conformaba su espada favorita. Ligera, resistente y peligrosa. Una maravilla que tenía la persona menos indicada. Por suerte él sabría darle buen uso.
Se preparó y salió del barco al puerto. Había mucho movimiento. ¿Qué le pedirían hacer?
-Bueno, ¿Qué se va necesitando?- a sus espaldas quedaba el mar, y delante de él un sinfín de tareas. "Qué peresita...". Se estiró un poco y dejó sus músculos tronar. Otra vez, qué pereza.
- Resumen:
- Salir al puerto. Poner cara de pereza mientras se piensa eso mismo.
Abby
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Agh mi cabeza... que colchón más malo... aquel tío parece que no tenía dinero para pagarse uno bueno. Acariciaba mi cuello intentando aliviar el dolor y me levanté. Ayer fue un día con mucho trabajo, intentar seducir a uno tiene sus méritos, sobre todo para conseguir un barco, lo peor de todo es que tuve que llevarlo a la cama pero bueno, desnudarle no fue problema, el alcohol hizo lo suyo y no tardó en caer rendido. Bendito alcohol... pensé para mí misma. Me vestí con mis ropas que encontré en el armario, una camisa blanca y una minifalda negra. Divina. Me decía mirándome al espejo. Me peiné un poco y salí a cubierta. Yoru estaba allí fuera esperando felizmente.
Me acerqué a la barandilla del barco a observar el mar. El caso es que llevaba un barco... pero yo no tenía ni idea de navegación. Miré hacia el frente y vi que ante nosotros se encontraba una especie de muro rojizo. Era cuestión de segundos. Corrí hacia un bote y llamé a Yoru para que saltase en él. Ambos caímos al mar mientras el barco se estrellaba pero el bote no resistió el fuerte oleaje de las rocas...
Abrí los ojos lentamente... lo único que veía era un techo. Giré mi cabeza hacia los lados y solo había parede pero a mi lado estaba Yoru. ¿En donde estaba? Me sentía confusa y sin fuerzas, lo último que recordaba era agua y muchas rocas. Puse mi mano sobre la cabeza cerrando los ojos y me levanté lentamente. Apoyé los pies con cuidado y caminé lentamente; Yoru se levantó al mismo tiempo y me acompañó todo el rato por si me caía. Por la especie de la cama que había y los instrumentos debía ser una especie de hospital, aunque no estaba segura del todo. No había ventanas así que fui hasta la puerta la abrí lentamente y vi un pasillo largo. ¿Como podría salir de aquí? No había ninguna persona... quien me trajo hasta aquí, no tiene nada sentido...
-¿Alguien me puede ayudar? ¿Hay alguien por aquí?- Pregunté alzando la voz en medio del pasillo. Había puertas, quería saber que lugar era este pero me importaba más salir de este sitio. Me sentía más segura fuera de este lugar. Avancé por el pasillo para ver que me deparaba todo esto.
Me acerqué a la barandilla del barco a observar el mar. El caso es que llevaba un barco... pero yo no tenía ni idea de navegación. Miré hacia el frente y vi que ante nosotros se encontraba una especie de muro rojizo. Era cuestión de segundos. Corrí hacia un bote y llamé a Yoru para que saltase en él. Ambos caímos al mar mientras el barco se estrellaba pero el bote no resistió el fuerte oleaje de las rocas...
Abrí los ojos lentamente... lo único que veía era un techo. Giré mi cabeza hacia los lados y solo había parede pero a mi lado estaba Yoru. ¿En donde estaba? Me sentía confusa y sin fuerzas, lo último que recordaba era agua y muchas rocas. Puse mi mano sobre la cabeza cerrando los ojos y me levanté lentamente. Apoyé los pies con cuidado y caminé lentamente; Yoru se levantó al mismo tiempo y me acompañó todo el rato por si me caía. Por la especie de la cama que había y los instrumentos debía ser una especie de hospital, aunque no estaba segura del todo. No había ventanas así que fui hasta la puerta la abrí lentamente y vi un pasillo largo. ¿Como podría salir de aquí? No había ninguna persona... quien me trajo hasta aquí, no tiene nada sentido...
-¿Alguien me puede ayudar? ¿Hay alguien por aquí?- Pregunté alzando la voz en medio del pasillo. Había puertas, quería saber que lugar era este pero me importaba más salir de este sitio. Me sentía más segura fuera de este lugar. Avancé por el pasillo para ver que me deparaba todo esto.
- Acciones:
- Levantarme de la cama del "hospital" y vagar por los pasillos en busca de la salida.
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Los cazadores del gremio ya estaban listos en aquel lugar, al parecer por el momento eran más bien pocos, pero suficientes. Un hombre que usaba gafas y llevaba el pelo cogido en una coleta, los otros parecían ser un moreno y un castaño algo peculiares. En ese lugar habría presas de buena categoría las cuales poder cazar a gusto y llevarse una buena suma de dinero. El líder no estaba, seguramente andaba ocupado con su puesto de Yonkakyo, además con él allí todo sería demasiado fácil. Pese a los miembros, había dos personas más con ellos, si es que podían llamarse así. Los cuerpos del peli naranja estaban con él, ambos portaban capuchas negras que ocultaban sus rostros. El original se hallaba en el medio con una enorme barra de hierro en su mano derecha, tenía fuerza para llevarla sin problemas. Su capa de nubes rojas iba con él como de costumbre.
De repente un tipo salió corriendo y tropezó con el espadachín del grupo, a continuación sacó un arma de fuego y apuntó al chico. La reacción fue impresionante, Impakuto estiró el brazo hacia la izquierda abriendo la mano y viéndose incrustada una especie de caracola. Shirodoku se agachó e hizo surgir de su antebrazo una cuchilla negra y el cazador original se mantuvo callado observando a aquel tipo con una mirada seria y fría como el hielo. Una vez ese hombre siguió su camino, los dos caminos se tranquilizaron guardando sus armas y volviendo a agachar las cabezas como si no hubiese pasado nada. Thanatos dirigió su mirada hacia el grupo y después pegó un leve suspiro mientras alzaba la ceja derecha y les hablaba en un tono calmado y tranquilo.
- Bueno, llegados a este punto creo que debemos decidir hacia dónde dirigirnos.
Tal vez dirigirse al interior de la ciudad era buena idea, si lo que se avecinaba era cierto, estar en el muelle podía ser muy peligroso y perjudicial para los usuarios. Esperó la respuesta de sus compañeros mientras permanecía callado con aquella expresión que no parecía irse de su rostro nunca. Ahora se preguntaba quién sería el tipo de la pistola, sin embargo no tardó en pensar otra cosa y permanecer calmado y tranquilo, manteniendo un pequeño control en sus secuaces para que no cayeran al suelo.
De repente un tipo salió corriendo y tropezó con el espadachín del grupo, a continuación sacó un arma de fuego y apuntó al chico. La reacción fue impresionante, Impakuto estiró el brazo hacia la izquierda abriendo la mano y viéndose incrustada una especie de caracola. Shirodoku se agachó e hizo surgir de su antebrazo una cuchilla negra y el cazador original se mantuvo callado observando a aquel tipo con una mirada seria y fría como el hielo. Una vez ese hombre siguió su camino, los dos caminos se tranquilizaron guardando sus armas y volviendo a agachar las cabezas como si no hubiese pasado nada. Thanatos dirigió su mirada hacia el grupo y después pegó un leve suspiro mientras alzaba la ceja derecha y les hablaba en un tono calmado y tranquilo.
- Bueno, llegados a este punto creo que debemos decidir hacia dónde dirigirnos.
Tal vez dirigirse al interior de la ciudad era buena idea, si lo que se avecinaba era cierto, estar en el muelle podía ser muy peligroso y perjudicial para los usuarios. Esperó la respuesta de sus compañeros mientras permanecía callado con aquella expresión que no parecía irse de su rostro nunca. Ahora se preguntaba quién sería el tipo de la pistola, sin embargo no tardó en pensar otra cosa y permanecer calmado y tranquilo, manteniendo un pequeño control en sus secuaces para que no cayeran al suelo.
- Resumen:
- Preguntar a mis compañeros.
Ayane
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Aún le quedaba mucho por hacer si quería ser la mejor samurai de Wano y desde luego, vagar en solitario apenas le ayudó a mejorar su maestría con la espada. Necesitaba otro tipo de experiencias, algo más que limitarse a ayudar a los desamparados en un lugar en el que nadie era capaz de ofrecer una rivalidad clara aún si ella era una inexperta en combate a comparación de los grandes luchadores que surcaban los mares. Aunque tampoco se esperaba acabar en una banda de mercenarios llena de hombres. Quizás esperaba un destino dispar, pero no era tan malo como pensó al aceptar el puesto en aquella banda. Sus compañeros eran de lo más peculiares... Unos más que otros. Variando entre un líder capaz de convertirse en dragón y un cocodrilo parlante. Muy a pesar de las rarezas, eran buena gente y la trataban mucho mejor que sus homogéneos de su isla natal.
Llevaba poco tiempo con ellos, pero el suficiente como para verse involucrada en una de las mayores guerras que tendría lugar en la tierra santa. Años atrás no se atrevió a inmiscuirse en la gran batalla del East Blue, y ahora estaba sumergida de pies a cabezas en un berenjenal de mayor importancia y peligro. Era como si el destino se mofase de ella. No obstante, y a sabiendas de que no sería más que una espadachín del montón en aquel evento, se sentía segura al lado de sus compañeros. Sentía que si estaba en peligro cualquier de ellos correría a socorrerla, como mínimo Madara, lo cual era más que suficiente para ir con la frente en alto y adentrarse en un territorio tan desconocido para ella como peligroso.
Y allí estaba. Alcanzando el puerto desde la segunda parte del Grand Line. Podían verse varios barcos que se alejaban de este y otros que atracaban en pos de alcanzar Mariejoa. Había mucho revuelo y el caos no tardaría en llegar. Si quería mantenerse con vida, preferiría evitar separarse de su líder. Ayane observó asombrada, desde cubierta, la hermosa ciudad que se erguía frete a sus ojos. Las fachadas de aquellos edificios estaban impolutas. Algunos alcanzaban los tres pisos de altura. Algo usual en tierra de nobles. Aquellos edificios debían ser lo suficientemente caros como para que una persona ordinaria fuera incapaz de costeárselos aún si dedicaba su vida entera a ello.
El capitán dio las primeras órdenes. Entre ellas, una que no agradó del todo a la pelinaraja, pero que acataría al ver que unas nubes negras empezaban a ganar terreno en un cielo que pronto dejaría de ser azul. Fue hacia el interior y se metió en su camarote para cambiarse. Al poco tiempo de desnudarse pudo escuchar a Ryuma reirse por lo bajo. Se acercó a su cama y metió la mano debajo de esta, agarrando al kung fu dugong que soltó un grito desesperado al ver que le habían pillado. Si las miradas matasen, aquel animal sería un cadáver, por no mencionar el tremendo golpe que le dio la mujer en la cabeza, dejándolo inconsciente en el suelo y con un chichón bastante grande. Con su acompañante fuera de combate, procedió a buscar algo de ropa para prevenir la lluvia. Una camisa de manga larga, en un tono rosado pálido, con capucha y con un buen escote. Sobre esta una chaqueta de cuero negra que no llegó a abrocharse, y para la parte inferior... Una falda corta también en un tono azabache y unas botas altas de un rosa más vivo. Con tacón, claro.
Agarró a Ryuma y salió a la superficie. Madara estaba preparado para bajar así que ella se sentó en la borda del navío, posando sus manos en este y cruzando la pierna derecha por encima de la iziquierda. Miró a su líder y le guiñó un ojo. -Ya he buscado algo más tapadito, Madara-Sama- Dijo ella con un tono burlón.
Llevaba poco tiempo con ellos, pero el suficiente como para verse involucrada en una de las mayores guerras que tendría lugar en la tierra santa. Años atrás no se atrevió a inmiscuirse en la gran batalla del East Blue, y ahora estaba sumergida de pies a cabezas en un berenjenal de mayor importancia y peligro. Era como si el destino se mofase de ella. No obstante, y a sabiendas de que no sería más que una espadachín del montón en aquel evento, se sentía segura al lado de sus compañeros. Sentía que si estaba en peligro cualquier de ellos correría a socorrerla, como mínimo Madara, lo cual era más que suficiente para ir con la frente en alto y adentrarse en un territorio tan desconocido para ella como peligroso.
Y allí estaba. Alcanzando el puerto desde la segunda parte del Grand Line. Podían verse varios barcos que se alejaban de este y otros que atracaban en pos de alcanzar Mariejoa. Había mucho revuelo y el caos no tardaría en llegar. Si quería mantenerse con vida, preferiría evitar separarse de su líder. Ayane observó asombrada, desde cubierta, la hermosa ciudad que se erguía frete a sus ojos. Las fachadas de aquellos edificios estaban impolutas. Algunos alcanzaban los tres pisos de altura. Algo usual en tierra de nobles. Aquellos edificios debían ser lo suficientemente caros como para que una persona ordinaria fuera incapaz de costeárselos aún si dedicaba su vida entera a ello.
El capitán dio las primeras órdenes. Entre ellas, una que no agradó del todo a la pelinaraja, pero que acataría al ver que unas nubes negras empezaban a ganar terreno en un cielo que pronto dejaría de ser azul. Fue hacia el interior y se metió en su camarote para cambiarse. Al poco tiempo de desnudarse pudo escuchar a Ryuma reirse por lo bajo. Se acercó a su cama y metió la mano debajo de esta, agarrando al kung fu dugong que soltó un grito desesperado al ver que le habían pillado. Si las miradas matasen, aquel animal sería un cadáver, por no mencionar el tremendo golpe que le dio la mujer en la cabeza, dejándolo inconsciente en el suelo y con un chichón bastante grande. Con su acompañante fuera de combate, procedió a buscar algo de ropa para prevenir la lluvia. Una camisa de manga larga, en un tono rosado pálido, con capucha y con un buen escote. Sobre esta una chaqueta de cuero negra que no llegó a abrocharse, y para la parte inferior... Una falda corta también en un tono azabache y unas botas altas de un rosa más vivo. Con tacón, claro.
Agarró a Ryuma y salió a la superficie. Madara estaba preparado para bajar así que ella se sentó en la borda del navío, posando sus manos en este y cruzando la pierna derecha por encima de la iziquierda. Miró a su líder y le guiñó un ojo. -Ya he buscado algo más tapadito, Madara-Sama- Dijo ella con un tono burlón.
- Imagen Gráfica:
- Resumen:
- Ayane busca una vestimenta más "adecuada" en base a las órdenes de Madara y se sienta en la borda al lado de este a la espera de cualquier nueva orden.
El aire golpeaba el cuerpo metálico del cyborg mientras volaba a toda mecha hacia lo que se acercaba desde el cielo: a primera vista parecía un triángulo plateado que se desplazaba tan limpiamente como un avión de papel, dejando a su paso una estela de humo con círculos a su alrededor que se asemejaban a unos donuts hechos de nubes grises que eran atravesados en su centro por una larga cuerda del mismo vaporoso material.
- Aurora. - La voz del shichibukai se distorsionaba al volar con tan raudo movimiento pues rozaba la velocidad del sonido. Se colocó bajo la trayectoria del triángulo volador que se aproximaba presto. - Este parece un buen lugar. - Se detuvo en seco con un fuerte golpe de aire y miró hacia abajo: se encontraba sobre el mar que bañaba el puerto del Nuevo Mundo, nexo entre el Red Line y el sádico mar que se extendía hacia el horizonte, un punto estratégico que había que proteger para evitar que unos sardinuzos destruyeran la cuna de los mimados Tenryuubito. - Despliega la carga. - El objeto triangular abrió de pronto unas compuertas que se situaban en su centro y dejó caer algo rectangular que se precipitó hacia el agua salada de más abajo.
A la vez que el armatoste era atraído irremediablemente por la fuerza de la gravedad el cyborg se esfumó en el aire haciendo ese característico sonido de vacío. Y entonces, como si un rayo desintegrador hubiera impactado en aquella cosa rectangular, comenzó a deshacerse parte por parte hasta que no quedó nada, tan sólo el pelirrojo flotando apaciblemente en el lugar en el que antes se encontraba el objeto. Él miraba hacia abajo, calibrando distancias y profundidades. - Sí, así están bien colocadas. - El robótico personaje miraba hacia unos pequeños objetos de color negro que flotaban sobre la superficie del agua, moviéndose con el vaivén de las olas. - Sonoboyas listas. - Dijo mientras asentía con un gesto de aprobación para luego dirigirse volando hacia la escarpada e imponente montaña rojiza del Red Line.
No tardó mucho en recorrer la distancia que había para llegar hasta el lugar donde estaban afianzados los elevadores que llegaban hasta Mariejoa. - Estos ascensores son un problema. - Dijo pensativo para sí mismo, mirando con rayos X la estructura y su maquinaria. - Pero quizá pueda usarlos a mi favor. - Se acercó a uno de ellos y ,con una maestría ganada con los años, comenzó a modificar cosas aquí y allá dándole toques sutiles y apenas perceptibles al ojo inexperto. - Podría volarlos sin más, pero… ¿Qué tiene eso de divertido? - Se metió entonces en el que había modificado y pulsó el botón de subida. Como era de esperar, el ascensor empezó un calmado ascenso acompañado del traqueteo de engranajes hasta que de pronto, llegando hacia la mitad del trayecto, una tremenda descarga eléctrica cubrió todo el esqueleto metálico del ascensor. El cyborg se quedó quieto sin más mientras el voltaje recorría su cuerpo como una marabunta de hormigas azules y luminosas sin apenas inmutarse. - Si, esto funciona bien. - La descarga se detuvo y el ascensor siguió su ascenso hasta llegar a Mariejoa, pero él ya había bajado mucho antes para hacer lo mismo con el resto de elevadores que llevaban hasta el puerto del Nuevo Mundo.
- Todo listo, y ahora... - Miró hacia el triángulo que se encontraba planeando suavemente en el aire, el cual comenzó a elevar el vuelo repentinamente y se metió en una nube que había por allí quedando oculto de las miradas indiscretas. - Ahí estarás bien hasta cuando te vuelva a necesitar. - Decidió mirar a su alrededor, centrando su vista en una pequeña taberna portuaria que había cerca. - Creo que beberé algo mientras vienen. - Su tono de voz sonaba aburrido a la vez que con un aire calmado, moviendo su cuerpo ingrávido como una pluma a merced del el viento hacia aquel edificio, entrando por la puerta de madera que se encontraba abierta y llegando a un lugar que olía a ron y a borracheras amistosas llenas de historias del mar. Se adentró hasta la barra, donde agarró un par de botellas de whisky que comenzó a beber a morro. - Me aburre esperar. - El comentario quedó vacío en el bar, aunque él no esperaba que nadie le contestara.
Un destello rojo salió de sus pupilas mientras pegaba un trago y unos segundos después un tubo cilíndrico atravesó el techo de ladrillo barato de la taberna, quedándose clavado en el suelo. El cyborg se giró sobre si mismo y se acercó hasta el objeto, pulsando un botón que había sobre su superficie y apreciando lo que había dentro de el. - Con esto me entretendré cuando lleguen. - Sus manos agarraron la pulida y brillante superficie de un rifle de francotirador de aspecto futurista que irradiaba un aura azulado claro. - Escalofrío Invernal, hace tiempo que no hago un buen uso de tí... - El shichibukai acariciaba con la yema de sus dedos la superficie de aquel arma como si de una bella mujer se tratara, de nuevo dando otro trago de licor.
- Aurora. - La voz del shichibukai se distorsionaba al volar con tan raudo movimiento pues rozaba la velocidad del sonido. Se colocó bajo la trayectoria del triángulo volador que se aproximaba presto. - Este parece un buen lugar. - Se detuvo en seco con un fuerte golpe de aire y miró hacia abajo: se encontraba sobre el mar que bañaba el puerto del Nuevo Mundo, nexo entre el Red Line y el sádico mar que se extendía hacia el horizonte, un punto estratégico que había que proteger para evitar que unos sardinuzos destruyeran la cuna de los mimados Tenryuubito. - Despliega la carga. - El objeto triangular abrió de pronto unas compuertas que se situaban en su centro y dejó caer algo rectangular que se precipitó hacia el agua salada de más abajo.
A la vez que el armatoste era atraído irremediablemente por la fuerza de la gravedad el cyborg se esfumó en el aire haciendo ese característico sonido de vacío. Y entonces, como si un rayo desintegrador hubiera impactado en aquella cosa rectangular, comenzó a deshacerse parte por parte hasta que no quedó nada, tan sólo el pelirrojo flotando apaciblemente en el lugar en el que antes se encontraba el objeto. Él miraba hacia abajo, calibrando distancias y profundidades. - Sí, así están bien colocadas. - El robótico personaje miraba hacia unos pequeños objetos de color negro que flotaban sobre la superficie del agua, moviéndose con el vaivén de las olas. - Sonoboyas listas. - Dijo mientras asentía con un gesto de aprobación para luego dirigirse volando hacia la escarpada e imponente montaña rojiza del Red Line.
No tardó mucho en recorrer la distancia que había para llegar hasta el lugar donde estaban afianzados los elevadores que llegaban hasta Mariejoa. - Estos ascensores son un problema. - Dijo pensativo para sí mismo, mirando con rayos X la estructura y su maquinaria. - Pero quizá pueda usarlos a mi favor. - Se acercó a uno de ellos y ,con una maestría ganada con los años, comenzó a modificar cosas aquí y allá dándole toques sutiles y apenas perceptibles al ojo inexperto. - Podría volarlos sin más, pero… ¿Qué tiene eso de divertido? - Se metió entonces en el que había modificado y pulsó el botón de subida. Como era de esperar, el ascensor empezó un calmado ascenso acompañado del traqueteo de engranajes hasta que de pronto, llegando hacia la mitad del trayecto, una tremenda descarga eléctrica cubrió todo el esqueleto metálico del ascensor. El cyborg se quedó quieto sin más mientras el voltaje recorría su cuerpo como una marabunta de hormigas azules y luminosas sin apenas inmutarse. - Si, esto funciona bien. - La descarga se detuvo y el ascensor siguió su ascenso hasta llegar a Mariejoa, pero él ya había bajado mucho antes para hacer lo mismo con el resto de elevadores que llevaban hasta el puerto del Nuevo Mundo.
- Todo listo, y ahora... - Miró hacia el triángulo que se encontraba planeando suavemente en el aire, el cual comenzó a elevar el vuelo repentinamente y se metió en una nube que había por allí quedando oculto de las miradas indiscretas. - Ahí estarás bien hasta cuando te vuelva a necesitar. - Decidió mirar a su alrededor, centrando su vista en una pequeña taberna portuaria que había cerca. - Creo que beberé algo mientras vienen. - Su tono de voz sonaba aburrido a la vez que con un aire calmado, moviendo su cuerpo ingrávido como una pluma a merced del el viento hacia aquel edificio, entrando por la puerta de madera que se encontraba abierta y llegando a un lugar que olía a ron y a borracheras amistosas llenas de historias del mar. Se adentró hasta la barra, donde agarró un par de botellas de whisky que comenzó a beber a morro. - Me aburre esperar. - El comentario quedó vacío en el bar, aunque él no esperaba que nadie le contestara.
Un destello rojo salió de sus pupilas mientras pegaba un trago y unos segundos después un tubo cilíndrico atravesó el techo de ladrillo barato de la taberna, quedándose clavado en el suelo. El cyborg se giró sobre si mismo y se acercó hasta el objeto, pulsando un botón que había sobre su superficie y apreciando lo que había dentro de el. - Con esto me entretendré cuando lleguen. - Sus manos agarraron la pulida y brillante superficie de un rifle de francotirador de aspecto futurista que irradiaba un aura azulado claro. - Escalofrío Invernal, hace tiempo que no hago un buen uso de tí... - El shichibukai acariciaba con la yema de sus dedos la superficie de aquel arma como si de una bella mujer se tratara, de nuevo dando otro trago de licor.
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La situación era muy delicada, no era justo. La revolución le había dejado al depredador el trabajo más sucio de todos, tener que infiltrarse en un jodido buque lleno de marines. Todos parecían iguales, pero uno de ellos estaba atento a todo. Era un chico de altura media, con una gorra que le tapaba el rostro pues la tenía hacia abajo. El color de ojos era azulado, los cabellos salían por la parte trasera por debajo de la gorra, en su cintura llevaba una funda negra dónde portaba su espada. Dranser se hallaba allí, el hombre que había ganado un precio bastante alto en los últimos meses. Su haki de observación permanecía activado en todo momento, estando atento a todo lo que pasaba a su alrededor, por suerte no estaba solo en aquella misión. Ahora él era un líder y debía proteger de sus hombres, se lo debía todo a Rikuro y por supuesto llegaría a lo más lejos como le prometió.
Con la mirada pudo localizar a Virginia y a Lugh. Estaban los tres infiltrados de forma perfecta, les había costado mucho y había sido un milagro que no les pillaran. La infiltración era algo que Dranser odiaba debido a que se le daba fatal y tuvo problemas con una traidora que se infiltró en la revolución hacía ya dos años. El cielo parecía ponerse bastante mal, eso hizo que pegara un suspiro. De repente se fijó en que el navío estaba desembarcando, llegaba la hora de la acción. Una vez atracó, los hombres salieron corriendo saliendo del barco. El plan era pasar desapercibidos y si se quedaban en el barco podían llamar mucho la atención, de modo que el castaño miró hacia sus hombres despacio y asintió.
Acto seguido empezó a correr mezclándose entre los marines esperando a que le siguieran sus hombres, no era muy difícil debido a su pelo que salía por debajo de la gorra al ser tan pinchudo y largo. Sus movimientos eran buenos y se notaba el buen juego de pies que tenía, entrecerró los ojos siguiendo a la masa de marines mientras pensaba en la situación. Aquel era su primer ataque a una isla controlada por el gobierno mundial y estaba algo nervioso, sin embargo se controlaba y trataba de centrarse para poder dar las órdenes a sus hombres y que todo saliera bien.
Con la mirada pudo localizar a Virginia y a Lugh. Estaban los tres infiltrados de forma perfecta, les había costado mucho y había sido un milagro que no les pillaran. La infiltración era algo que Dranser odiaba debido a que se le daba fatal y tuvo problemas con una traidora que se infiltró en la revolución hacía ya dos años. El cielo parecía ponerse bastante mal, eso hizo que pegara un suspiro. De repente se fijó en que el navío estaba desembarcando, llegaba la hora de la acción. Una vez atracó, los hombres salieron corriendo saliendo del barco. El plan era pasar desapercibidos y si se quedaban en el barco podían llamar mucho la atención, de modo que el castaño miró hacia sus hombres despacio y asintió.
Acto seguido empezó a correr mezclándose entre los marines esperando a que le siguieran sus hombres, no era muy difícil debido a su pelo que salía por debajo de la gorra al ser tan pinchudo y largo. Sus movimientos eran buenos y se notaba el buen juego de pies que tenía, entrecerró los ojos siguiendo a la masa de marines mientras pensaba en la situación. Aquel era su primer ataque a una isla controlada por el gobierno mundial y estaba algo nervioso, sin embargo se controlaba y trataba de centrarse para poder dar las órdenes a sus hombres y que todo saliera bien.
- Resumen:
- Activar el mantra y salir tras los marines camuflado y mezclandome entre ellos
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Bostecé, perezoso, mientras me movía en un pequeño camastro que venía incluido en el viaje en barco, pero no me queje, era una ventaja no tener que pagar por una cama en un barco, aunque el nombre del barco no me inspiraba confianza, el maravilloso “Titanic” grabado con pintura azul en uno de los extremos del barco, que vi al subirme, me hacía sentir extraño, quizás un poco inseguro.
Remoloneé un rato más, moviéndome un poco y enredándome entre las sabanas, consumido por la pereza que me traía aquella tarde, pues ya no podía considerarse por la mañana, así que con mucho esfuerzo, saque los pies de la cama, para sentir la madera fría. Mire a mi alrededor para ver un cuartucho deprimente y pequeño, bueno, menos era nada supuse, antes de levantarme y dirigirme al extremo del cuarto, donde había un pequeño ventanuco, que al abrirse, se podía ver a donde nos dirigíamos. Pude ver una enorme pared de piedra levantarse desde el horizonte, que albergaba en ella unas enormes estructuras, pero todavía quedaba un rato para llegar, así que cerré el ventanuco y me puse a buscar mi ropa, pues solo andaba con una camisa y una prenda interior, muy bonita de color rosa.
La encontré encima de una silla de madera, que andaba por ahí, al ponerme la ropa note como faltaban varias cosas, pero rápidamente me acorde de que lo había dejado unas cuantas islas atrás, en un punto de guardado, así que me encogí de hombros y me empecé a vestir con mi indumentaria, en su mayor parte, de color negro, empezando por los pantalones, seguido del chaleco, gabardina y zapatos, todo de forma apresurada, por el simple hecho de la costumbre, me gire para ver donde estaban mis armas, seguían apoyadas al pie de la cama.
Salí de mi cuarto, buscando el baño, pues tenía soltar aguas menores, así que me di un poco de prisa, apurando mis pasos hasta que llegue al excusado que se encontraba ocupado, como solía ser normal en ese barco, pues estaba lleno de gente mayor, que supuse iba a otro lugar, pero no había preguntado, así que solo podía suponer. Golpeé la puerta del cuarto de baño en repetidas ocasiones, cada vez más fuerte que la anterior. Oí una voz de señora mayor saliendo de este, diciendo que estaba ocupado, lo cual solo hizo que me cabreara aún más, ¡ya sabía que estaba ocupado! ¿Pero por que esos malditos viejos no podían darse más prisa? Me guarde toda la bilis que estaba a punto de escupir, porque solo habría fundido la puerta de madera y la escena no sería nada agradable, para ninguno de los dos. Tras un rato, pude abordar el baño, el cual parecía de otro lugar, si el barco era el vivir bajo un puente, ese baño era como vivir en un palacio. ¿Y por qué digo esto? Porque al contrario que el resto del barco, este baño estaba equipado a la perfección, entre que el cuarto tenía varias estanterías solo dedicadas a productos extraños para limpiarse el cuerpo, a telas muy suaves para frotarse vigorosamente contra ellas o el simple hecho de que había una enorme bañera con chorros de agua, una ducha casi igual de grande o un retrete con toques áureos por la cisterna.
Y cuando me acerque a este último, para usarlo, pude ver lo que había hecho la señora, decir que me entraron nauseas y arcadas era quedarse corto, se podría definir como la mayor matanza humana que se había hecho en un baño, porque eso que había soltado, podría tener incluso restos de hace miles de años ¿Cuándo había sido la última vez que había hecho una deposición esa señora? Asqueado por la escena, tire de la cadena y me compadecí de los peces que tuvieran que vivir en ese mar lleno de desechos, una pena, la verdad. Tras estar unos segundos contemplando el baño, use el inodoro, que era de marca Loca y no sabia porque me sonaba a algo, pero no le mayor importancia a eso, pues me puse a pensar que haría en el lugar cuando llegara, no tenía una party por lo que la misión podría tornarse difícil, así que aunque sabía que era una zona con un PvP continuo, preferí, por el momento no tener que enfrentarme con nadie, así que debía llevar mucho cuidado. Al acabar me cerré a cremallera del pantalón y me limpie las manos en un lavamanos, que pasaba un poco más desapercibido que el resto del baño, aunque estaba ahí.
Salí del baño, dando un buen portazo y dirigiéndome al cuarto de nuevo, para coger mis dos armas, que llevaba siempre en mi espalda, para salir tras un rato que había pasado sentado en la pequeña cama que, ahora estaba deshecha. Me dirigí a la cubierta del Titanic, esperando ver cuánto nos quedaba para llegar, quizás no era mucho, quizás unas cuantas horas, ¿Quién sabe?
Remoloneé un rato más, moviéndome un poco y enredándome entre las sabanas, consumido por la pereza que me traía aquella tarde, pues ya no podía considerarse por la mañana, así que con mucho esfuerzo, saque los pies de la cama, para sentir la madera fría. Mire a mi alrededor para ver un cuartucho deprimente y pequeño, bueno, menos era nada supuse, antes de levantarme y dirigirme al extremo del cuarto, donde había un pequeño ventanuco, que al abrirse, se podía ver a donde nos dirigíamos. Pude ver una enorme pared de piedra levantarse desde el horizonte, que albergaba en ella unas enormes estructuras, pero todavía quedaba un rato para llegar, así que cerré el ventanuco y me puse a buscar mi ropa, pues solo andaba con una camisa y una prenda interior, muy bonita de color rosa.
La encontré encima de una silla de madera, que andaba por ahí, al ponerme la ropa note como faltaban varias cosas, pero rápidamente me acorde de que lo había dejado unas cuantas islas atrás, en un punto de guardado, así que me encogí de hombros y me empecé a vestir con mi indumentaria, en su mayor parte, de color negro, empezando por los pantalones, seguido del chaleco, gabardina y zapatos, todo de forma apresurada, por el simple hecho de la costumbre, me gire para ver donde estaban mis armas, seguían apoyadas al pie de la cama.
Salí de mi cuarto, buscando el baño, pues tenía soltar aguas menores, así que me di un poco de prisa, apurando mis pasos hasta que llegue al excusado que se encontraba ocupado, como solía ser normal en ese barco, pues estaba lleno de gente mayor, que supuse iba a otro lugar, pero no había preguntado, así que solo podía suponer. Golpeé la puerta del cuarto de baño en repetidas ocasiones, cada vez más fuerte que la anterior. Oí una voz de señora mayor saliendo de este, diciendo que estaba ocupado, lo cual solo hizo que me cabreara aún más, ¡ya sabía que estaba ocupado! ¿Pero por que esos malditos viejos no podían darse más prisa? Me guarde toda la bilis que estaba a punto de escupir, porque solo habría fundido la puerta de madera y la escena no sería nada agradable, para ninguno de los dos. Tras un rato, pude abordar el baño, el cual parecía de otro lugar, si el barco era el vivir bajo un puente, ese baño era como vivir en un palacio. ¿Y por qué digo esto? Porque al contrario que el resto del barco, este baño estaba equipado a la perfección, entre que el cuarto tenía varias estanterías solo dedicadas a productos extraños para limpiarse el cuerpo, a telas muy suaves para frotarse vigorosamente contra ellas o el simple hecho de que había una enorme bañera con chorros de agua, una ducha casi igual de grande o un retrete con toques áureos por la cisterna.
Y cuando me acerque a este último, para usarlo, pude ver lo que había hecho la señora, decir que me entraron nauseas y arcadas era quedarse corto, se podría definir como la mayor matanza humana que se había hecho en un baño, porque eso que había soltado, podría tener incluso restos de hace miles de años ¿Cuándo había sido la última vez que había hecho una deposición esa señora? Asqueado por la escena, tire de la cadena y me compadecí de los peces que tuvieran que vivir en ese mar lleno de desechos, una pena, la verdad. Tras estar unos segundos contemplando el baño, use el inodoro, que era de marca Loca y no sabia porque me sonaba a algo, pero no le mayor importancia a eso, pues me puse a pensar que haría en el lugar cuando llegara, no tenía una party por lo que la misión podría tornarse difícil, así que aunque sabía que era una zona con un PvP continuo, preferí, por el momento no tener que enfrentarme con nadie, así que debía llevar mucho cuidado. Al acabar me cerré a cremallera del pantalón y me limpie las manos en un lavamanos, que pasaba un poco más desapercibido que el resto del baño, aunque estaba ahí.
Salí del baño, dando un buen portazo y dirigiéndome al cuarto de nuevo, para coger mis dos armas, que llevaba siempre en mi espalda, para salir tras un rato que había pasado sentado en la pequeña cama que, ahora estaba deshecha. Me dirigí a la cubierta del Titanic, esperando ver cuánto nos quedaba para llegar, quizás no era mucho, quizás unas cuantas horas, ¿Quién sabe?
- Acciones:
- Dar vueltas por el barco, sin hacer nada en concreto.
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Me encontraba en un barco de la revolución junto a tres novatos. Sus nombres eran Erik, Shiki y Gryeed, según mi ojo. No les diría por el apellido, pues quería entrar en confianza con estos soldados, y la mejor manera era llamándoles por el nombre. Yo era el miembro de la Armada con mayor rango, pero eso no me hacía lider, pues éramos nada más que un grupo de apoyo. Nuestra misión era desactivar un... ¿cañon? ¿Rayo láser? No tenía ni idea. Lo que sí sabía era que esa cosa podría destruir acorazados o buques de guerra, por lo que no podíamos dejarla encendida durante mucho más tiempo.
- Iré yo solo hasta el puerto a ver qué tan protegido está, y si logro encontrar la bomba. Quédense aquí y no hagan nada que permita al enemigo saber nuestra posición. - Les dije, mientras desplegaba mis alas gracias a la técnica que había aprendido hacía no mucho tiempo. - Recuerden que Dios está de nuestro lado.
Dicho esto, pegué un salto, y luego me dejé caer para volar muy abajo, así no me descubrirían. Pasé cerca de un barco pirata, y un cardumen de Gyojins muy cerca del mismo. Con mi ojo logré reconocer a mi amigo Cánabar, pero no lo saludaría, no todavía, ya que esto revelaría mi posición. Además, me había comentado que su capitán odiaba a los humanos, así que lo mejor era no arriesgarse.
Llegué al puerto de Paraíso. No estaba tan cuidado. Usando mi ojo, activé el Kenbunshoku Haki, y me fijé en las voces de las personas que veía. Había un grupo con cuatro Shichibukais, luego había una chica que se hacía invisible, Alice su nombre, y luego logré reconocer a Date Musashi, un Agente del Gobierno que había abandonado la entidad gubernamental, y ahora al parecer estaba prisionero. La cosa que teníamos que desactivar ahí estaba, pero mi ojo no me decía cómo efectuar la misión. Volvería al barco para informar de la situación a mis camaradas.
- Iré yo solo hasta el puerto a ver qué tan protegido está, y si logro encontrar la bomba. Quédense aquí y no hagan nada que permita al enemigo saber nuestra posición. - Les dije, mientras desplegaba mis alas gracias a la técnica que había aprendido hacía no mucho tiempo. - Recuerden que Dios está de nuestro lado.
Dicho esto, pegué un salto, y luego me dejé caer para volar muy abajo, así no me descubrirían. Pasé cerca de un barco pirata, y un cardumen de Gyojins muy cerca del mismo. Con mi ojo logré reconocer a mi amigo Cánabar, pero no lo saludaría, no todavía, ya que esto revelaría mi posición. Además, me había comentado que su capitán odiaba a los humanos, así que lo mejor era no arriesgarse.
Llegué al puerto de Paraíso. No estaba tan cuidado. Usando mi ojo, activé el Kenbunshoku Haki, y me fijé en las voces de las personas que veía. Había un grupo con cuatro Shichibukais, luego había una chica que se hacía invisible, Alice su nombre, y luego logré reconocer a Date Musashi, un Agente del Gobierno que había abandonado la entidad gubernamental, y ahora al parecer estaba prisionero. La cosa que teníamos que desactivar ahí estaba, pero mi ojo no me decía cómo efectuar la misión. Volvería al barco para informar de la situación a mis camaradas.
- Acciones:
- Activar mis alas, pasar cerca de Sky Pirates, Atesaki, y 40 (no sé quien es) - ver la situación en el puerto, reconociendo a Alice Turner, Date Musashi, grupo 2 y la máquina aquella - emprender regreso hacia el barco donde se encuentran Erik, Gryeed y Shiki.
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La Tierra Sagrada, Mariejoa. Vaya lugar al que habían llegado, Midorima ya estaba en cubierta. Habían llegado al puerto del Nuevo Mundo, el viaje se podría decir que estuvo tranquilo pero ¿qué hacía él ahí? Fácil, cumpliendo con los deberes que el Gobierno les obligaba a cumplir ¿Qué deberes? Los de su capitán, el actual Ouka Shichibukai Dexter Black. Era un incordio tener que cumplir aquellos deberes ¿Acaso el Gobierno Mundial y la Marina no podían con la amenaza de los Trilobite? Vaya panda de debiluchos. Suspiró tranquilo mientras miraba la gran ciudad, la que pensaba que sería la única que no iba a poder pisar, pero ahí estaba con todos sus nakamas… No, no estaban todos, faltaba su capitán. Dexter estaba al otro extremo de la isla, en el Puerto Paraíso, y Midorima sabía que si quería acción debía ir allá.
– Sé que el resto de mis nakamas se puede cuidar solo. Con Uracha y Yokohama, seguro que la banda está a salvo. Yo debo ir con Dexter. – dijo mientras se hacía tronar los nudillos y el cuello. Sabía que Dexter era más fuerte que nunca antes, pero él también había incrementado sus poderes y ahora podía ser de mayor utilidad. Aparte necesitaba un sujeto de pruebas para sus nuevas habilidades, y estando en el barco, era imposible encontrar a alguien para luchar.
Midorima saltó del barco para llegar al suelo. Era hora de la acción, no quería que nadie lo siguiera y por ende, tenía que partir rápido. Sin mayor pérdida de tiempo, empezó a caminar de forma con las manos en sus bolsillos. No le gustaba la idea de proteger a algún estúpido Tenryubito “¿Acaso lo haré si me toca hacerlo? ¿Por qué esos idiotas no pueden defenderse por su cuenta? Al igual que todos, están corruptos. Por su culpa el mundo está como está, me desagradan." pensaba mientras apretaba sus puños. Odiaba a aquellos insectos, no entendía por qué era necesario defenderlos. Mucha gente se alegraría si todos ellos desaparecieran de la faz de la Tierra, incluso él lo haría, pero ahí estaba cumpliendo de manera obligada deberes que venían de la mano con esa paz que tenían. Sin más empezó a caminar por las calles de la Tierra Santa, iba con su Kenbunshoku Haki activado para evitar alguna sorpresa, un ataque a traición, alguna extraña emboscada. Estaba listo para todo.
– Sé que el resto de mis nakamas se puede cuidar solo. Con Uracha y Yokohama, seguro que la banda está a salvo. Yo debo ir con Dexter. – dijo mientras se hacía tronar los nudillos y el cuello. Sabía que Dexter era más fuerte que nunca antes, pero él también había incrementado sus poderes y ahora podía ser de mayor utilidad. Aparte necesitaba un sujeto de pruebas para sus nuevas habilidades, y estando en el barco, era imposible encontrar a alguien para luchar.
Midorima saltó del barco para llegar al suelo. Era hora de la acción, no quería que nadie lo siguiera y por ende, tenía que partir rápido. Sin mayor pérdida de tiempo, empezó a caminar de forma con las manos en sus bolsillos. No le gustaba la idea de proteger a algún estúpido Tenryubito “¿Acaso lo haré si me toca hacerlo? ¿Por qué esos idiotas no pueden defenderse por su cuenta? Al igual que todos, están corruptos. Por su culpa el mundo está como está, me desagradan." pensaba mientras apretaba sus puños. Odiaba a aquellos insectos, no entendía por qué era necesario defenderlos. Mucha gente se alegraría si todos ellos desaparecieran de la faz de la Tierra, incluso él lo haría, pero ahí estaba cumpliendo de manera obligada deberes que venían de la mano con esa paz que tenían. Sin más empezó a caminar por las calles de la Tierra Santa, iba con su Kenbunshoku Haki activado para evitar alguna sorpresa, un ataque a traición, alguna extraña emboscada. Estaba listo para todo.
- Acciones:
- En pocas palabras: Mido sale del barco y empieza a caminar por las calles con su Haki Mantra activado.
Rylanor
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Ivánovich y Luchs se habían negado a contestarle lo que era aquel den den mushi... eso era sospechoso cuanto menos. Salió del despacho con el ceño fruncido y acompañado por el ruido de su bastón chocando contra el suelo. No lo necesitaba para caminar ni mucho menos. Era el bastón del fundador de la Orden del Sokudan. Bajo su chaqueta de Almirante llevaba una túnica color rojo intenso. Suspiró y sacó una de sus botellas de gazpacho. Con tanta negociación le había entrado hambre. Mientras la iba bebiendo, salió del Cuartel y se dirigió a la estatua del héroe de la Marina, donde notaba las presencias de Krauser y Minato. Se aproximó a estos. Las palabras de Akaikarasu le parecieron cuanto menos irónicas, teniendo en cuenta que le había tendido la mano diciéndole algo muy similar no hacía demasiado.
- Vaya... eso mismo os dije yo cuando rechazasteis mi apretón de manos - dijo, algo seco - Volveremos a hablar tras la batalla.
Se acercó a Krauser. Aunque seguía molesto por su pifia garrafal al negarse de primeras a dar el den den mushi dorado, seguía siendo su amigo. Era posible que pereciesen en aquella batalla. Le posó la mano en el hombro, con solemnidad, y dijo:
- Buena suerte, hermano. Si te ves en un caso de extrema necesidad... usa estos - le entregó tres píldora, una roja, otra verde y otra azul - Son potenciadores musculares. El rojo es para la fuerza, el azul para la velocidad y el verde para la capacidad de reacción. Nos veremos tras la batalla, si todo va bien. ¿Tienes tu den den mushi contigo? El de verdad, quiero decir, no el de platino. Si es así, tal vez te llame en algún momento de calma para ver cómo os va en el Paraíso. Ten fuerza.
Se giró, y de repente desapareció en mitad de un destello amarillo. Al instante siguiente estaba sobrevolando la Red Line a toda velocidad. Dejó muy pronto Mariejoa atrás y acabó sobre el puerto del Nuevo Mundo. Descendió unas decenas de metros y se mantuvo suspendido en el aire, observando la actividad en la zona. Bebió otro trago de su botella, y se fijó en una de las presencias más poderosas que percibía: el Shichibukai Jack Drallion Stark estaba trabajando en los ascensores. Tras hacer algo en estos, se dirigió a un edificio. Karl decidió descender tras él. Había escuchado cientos de historias del poderoso cyborg inmortal, y lo había visto en acción en Loguetown. Antes de entrar en el local, supo por el olor a alcohol que se trataba de una taberna. El cyborg bebía de una botella de whisky mientras sujetaba un imponente rifle de precisión. El Almirante decidió unírsele. Se sentó en una mesa próxima, apoyando su bastón en esta.
- Saludos, Jack Drallion Stark... hace mucho que no nos encontramos, pero dado que en la última guerra aun era Vicealmirante posiblemente nunca supisteis nada de mi - volvió a beber de su botella - Os he visto en los ascensores. ¿Qué hacíais exactamente? Me ha llamado la atención.
Se acomodó en la silla y se mesó la barba. Era una costumbre que había adquirido desde que se la dejaba larga. Desplegó su mantra para intentar adquirir conciencia de todas las presencias y localizar a las más fuertes. Aprovechando, memorizó la sensación que le transmitía la presencia de Stark para reconocerla más adelante.
- Vaya... eso mismo os dije yo cuando rechazasteis mi apretón de manos - dijo, algo seco - Volveremos a hablar tras la batalla.
Se acercó a Krauser. Aunque seguía molesto por su pifia garrafal al negarse de primeras a dar el den den mushi dorado, seguía siendo su amigo. Era posible que pereciesen en aquella batalla. Le posó la mano en el hombro, con solemnidad, y dijo:
- Buena suerte, hermano. Si te ves en un caso de extrema necesidad... usa estos - le entregó tres píldora, una roja, otra verde y otra azul - Son potenciadores musculares. El rojo es para la fuerza, el azul para la velocidad y el verde para la capacidad de reacción. Nos veremos tras la batalla, si todo va bien. ¿Tienes tu den den mushi contigo? El de verdad, quiero decir, no el de platino. Si es así, tal vez te llame en algún momento de calma para ver cómo os va en el Paraíso. Ten fuerza.
Se giró, y de repente desapareció en mitad de un destello amarillo. Al instante siguiente estaba sobrevolando la Red Line a toda velocidad. Dejó muy pronto Mariejoa atrás y acabó sobre el puerto del Nuevo Mundo. Descendió unas decenas de metros y se mantuvo suspendido en el aire, observando la actividad en la zona. Bebió otro trago de su botella, y se fijó en una de las presencias más poderosas que percibía: el Shichibukai Jack Drallion Stark estaba trabajando en los ascensores. Tras hacer algo en estos, se dirigió a un edificio. Karl decidió descender tras él. Había escuchado cientos de historias del poderoso cyborg inmortal, y lo había visto en acción en Loguetown. Antes de entrar en el local, supo por el olor a alcohol que se trataba de una taberna. El cyborg bebía de una botella de whisky mientras sujetaba un imponente rifle de precisión. El Almirante decidió unírsele. Se sentó en una mesa próxima, apoyando su bastón en esta.
- Saludos, Jack Drallion Stark... hace mucho que no nos encontramos, pero dado que en la última guerra aun era Vicealmirante posiblemente nunca supisteis nada de mi - volvió a beber de su botella - Os he visto en los ascensores. ¿Qué hacíais exactamente? Me ha llamado la atención.
Se acomodó en la silla y se mesó la barba. Era una costumbre que había adquirido desde que se la dejaba larga. Desplegó su mantra para intentar adquirir conciencia de todas las presencias y localizar a las más fuertes. Aprovechando, memorizó la sensación que le transmitía la presencia de Stark para reconocerla más adelante.
- Resumen:
- Salir del Cuartel -> Hablar con Minato y Krauser - > Volar hasta el puerto del Nuevo Mundo -> Bajar a hablar con Jack Drallion Stark
Kaito Kazuki
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Días atrás…
La guerra, impetuosa batalla entre bandos opuestos que acaba siempre con desgracia, nada bueno puede salir de una guerra, solo puede asociarse a muerte y destrucción a la misma. Aquellos que predican los beneficios de la guerra no son más que unos necios sin sentido común. La guerra es la muestra de la parte oscura que habita en la humanidad, el demonio que todos llevamos dentro…
El joven cazador deja la pluma en el tintero y espera a que la tinta se seque en el cuaderno de páginas de color pajizo. Se encuentra en su habitación, una sala de buen tamaño, cuadrada y con armarios suficientes como para guardar la ropa y los neceseres de ambos miembros de la pareja que en él suelen descansar. Al fondo junto a la ventana se encuentra una cama de matrimonio, una manta de color rojo pasión se tiende sobre la gran cama y en el lado izquierdo de la misma, se abulta sobre la figura de una joven que descansa serenamente en ella. Su larga cabellera azul plateada se tiende sobre la cama, contrastando con las sábanas escarlata. El joven espadachín se levanta, se acerca a la cama y le da un beso a su amada en la frente, no quiere despertarla, la verdad, no quiere que ella se vea involucrada en lo que se avecina. Sale del cuarto y se encuentra con dos muchachos, uno de cabellos rubios y otro vestido de monje, sus camaradas, Rei y Seizuke. |~Chicos, os dejaré aquí en la sede, cuidad de Mei mientras no estoy, volveré cuando termine los asuntos que tengo.~| Dice el samurái mientras sale al hall donde le aguardaban los de su gremio.
Ahora…
El barco del gremio Legendary Hunters se acerca a uno de los puertos de la Red Line, llegando por las aguas de El Paraíso, la guerra que se avecina es el lugar donde muchos de grandes precios se reunirán, el poder mantener su gremio a flote y su amada protegida. El joven espadachín, Kaito Kazuki, se encuentra sentado en el mascarón de proa, observando todo a su alrededor, mientras en su interior su parte Yokai le incita a destruirlo todo, matarlos a todos. El lugar al que se dirige no le produce ninguna simpatía, su apatía por el gobierno y los nobles hacen que sea altamente probable que la acabe por fastidiar al entrar en conflicto con alguno de aquellos snobs que se creen con el derecho de controlar las vidas de los demás, por eso el joven medita, entra en sintonía consigo mismo, para controlar los impulsos de la parte que le lanza a cometer barbaridades.
El barco se detiene, al fin han llegado a puerto, algo que, el joven cazador, no esperaba en demasía pues la verdad es que lo que les espera en ese lugar no parece ser algo realmente bueno. El joven baja a cubierta con un ágil movimiento que apenas levanta ruido. |~Chicos, vengan todos a cubierta, decidiremos que hacer en grupo.~| Dice el joven en un tono potente suficiente como para que le escuchen todos los miembros del gremio.
La guerra, impetuosa batalla entre bandos opuestos que acaba siempre con desgracia, nada bueno puede salir de una guerra, solo puede asociarse a muerte y destrucción a la misma. Aquellos que predican los beneficios de la guerra no son más que unos necios sin sentido común. La guerra es la muestra de la parte oscura que habita en la humanidad, el demonio que todos llevamos dentro…
El joven cazador deja la pluma en el tintero y espera a que la tinta se seque en el cuaderno de páginas de color pajizo. Se encuentra en su habitación, una sala de buen tamaño, cuadrada y con armarios suficientes como para guardar la ropa y los neceseres de ambos miembros de la pareja que en él suelen descansar. Al fondo junto a la ventana se encuentra una cama de matrimonio, una manta de color rojo pasión se tiende sobre la gran cama y en el lado izquierdo de la misma, se abulta sobre la figura de una joven que descansa serenamente en ella. Su larga cabellera azul plateada se tiende sobre la cama, contrastando con las sábanas escarlata. El joven espadachín se levanta, se acerca a la cama y le da un beso a su amada en la frente, no quiere despertarla, la verdad, no quiere que ella se vea involucrada en lo que se avecina. Sale del cuarto y se encuentra con dos muchachos, uno de cabellos rubios y otro vestido de monje, sus camaradas, Rei y Seizuke. |~Chicos, os dejaré aquí en la sede, cuidad de Mei mientras no estoy, volveré cuando termine los asuntos que tengo.~| Dice el samurái mientras sale al hall donde le aguardaban los de su gremio.
Ahora…
El barco del gremio Legendary Hunters se acerca a uno de los puertos de la Red Line, llegando por las aguas de El Paraíso, la guerra que se avecina es el lugar donde muchos de grandes precios se reunirán, el poder mantener su gremio a flote y su amada protegida. El joven espadachín, Kaito Kazuki, se encuentra sentado en el mascarón de proa, observando todo a su alrededor, mientras en su interior su parte Yokai le incita a destruirlo todo, matarlos a todos. El lugar al que se dirige no le produce ninguna simpatía, su apatía por el gobierno y los nobles hacen que sea altamente probable que la acabe por fastidiar al entrar en conflicto con alguno de aquellos snobs que se creen con el derecho de controlar las vidas de los demás, por eso el joven medita, entra en sintonía consigo mismo, para controlar los impulsos de la parte que le lanza a cometer barbaridades.
El barco se detiene, al fin han llegado a puerto, algo que, el joven cazador, no esperaba en demasía pues la verdad es que lo que les espera en ese lugar no parece ser algo realmente bueno. El joven baja a cubierta con un ágil movimiento que apenas levanta ruido. |~Chicos, vengan todos a cubierta, decidiremos que hacer en grupo.~| Dice el joven en un tono potente suficiente como para que le escuchen todos los miembros del gremio.
- Resumen:
- Llegada y llamamiento a los demás.
Derian Markov
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El vampiro bajó del ascensor con Meneror y Asderdeker. El lugar estaba lleno de tenryuubitos preparándose para huir. Se cruzó de brazos, sintiendo un fuerte asco. "Son los amos del mundo... pero son débiles y sucias presas. Huyen cuando atacan su ciudad y dejan que otros libren sus batallas." Decidió ignorarlos, y desenvainó la espada que le habían prestado, sujetándola con cuidado con ambas manos. Era... hermosa. Su filo era negro con tonos rojizos a lo largo del filo. Era una katana en lugar de las bastardas que solía portar, pero pesaba como una. Se sentiría cómodo con aquel arma. Tal vez no tanto como con su amada Vanator, pero le sería muy útil en batalla. Trazó un veloz corte al aire, probando su manejabilidad. Tras eso la envainó, satisfecho, y se giró hacia los otros dos. Jack Drallion ya estaba en el puerto... notaba su presencia sobre ellos. Miró hacia arriba. ¿Trabajaba en los ascensores? Se preguntó en qué andaría metido, y volvió a mirar a los otros dos. Asderdeker no era un tipo serio precisamente... pero al menos tenía a Il Bianco consigo. Y aunque fuese el más débil de ellos, era un cazador sensato y con los pies en la tierra. No tendría problemas en coordinarse con él.
- No os alejéis mucho... si nos llaman por el den den mushi contactaré con vosotros. Il Bianco... ¿venís conmigo? Tengo temas que tratar con vos - dijo, con voz suave e impersonal.
El antiguo noble camino hasta un edificio cercano y subió al techo de un antinatural salto. Casi parecía... ingrávido. Se agazapó sobre este, observando el pequeño pueblo que conformaba el puerto del Nuevo Mundo y observó el horizonte. Descontando el movimiento en el lugar, el día casi parecía... apacible. Acarició uno de los anillos plateados que llevaba consigo, mientras sus atentos ojos vigilaban todo el lugar. Estos anillos tenían una especie de zarcillos de color negro. Llevaba dos en la mano derecha y uno en la mano izquierda. Esperó a que llegase Meneror junto a él. El mafioso tenía la capacidad de ayudarle con el tema de Hallstat... y ya que tenía la oportunidad de hablar con él, la aprovecharía. Si al final iba con él, le hablaría y diría lo siguiente:
- Meneror... tengo una oferta para vos. ¿Qué me diríais si os ofrezco fama, oro y un título nobiliaria? - el vampiro se giró hacia él, clavando sus fríos ojos azules en los del Yonkaikyo - Una vez concluya esta guerra voy a librar la mía propia. Invadiré el reino de Hallstat para recuperar mis tierras... y ganas otra nuevas. Reinstauraré la dinastía de los Markov en el trono. Y una vez sea rey, sabré recompensar a mis aliados... ¿entendéis por dónde voy?
Si su compañero era listo, aceptaría. Salía ganando si le ayudaba... se convertiría en un poderoso noble y terrateniente. Y tener tierras nunca le venía mal a nadie. Y al Shichibukai la ayuda de Meneror le venía de perlas. Contaría con su flota, hombres y un poderoso combatiente. Por mucho que fuese más débil que él, seguía siendo un logia, y eso era una pieza poderosa. Podía aniquilar a batallones enteros de hombres sin sufrir ni un mísero rasguño. El noble también podía hacerlo, pero contar con más gente capaz siempre era una ventaja.
- Y bien... ¿qué me decís?
- No os alejéis mucho... si nos llaman por el den den mushi contactaré con vosotros. Il Bianco... ¿venís conmigo? Tengo temas que tratar con vos - dijo, con voz suave e impersonal.
El antiguo noble camino hasta un edificio cercano y subió al techo de un antinatural salto. Casi parecía... ingrávido. Se agazapó sobre este, observando el pequeño pueblo que conformaba el puerto del Nuevo Mundo y observó el horizonte. Descontando el movimiento en el lugar, el día casi parecía... apacible. Acarició uno de los anillos plateados que llevaba consigo, mientras sus atentos ojos vigilaban todo el lugar. Estos anillos tenían una especie de zarcillos de color negro. Llevaba dos en la mano derecha y uno en la mano izquierda. Esperó a que llegase Meneror junto a él. El mafioso tenía la capacidad de ayudarle con el tema de Hallstat... y ya que tenía la oportunidad de hablar con él, la aprovecharía. Si al final iba con él, le hablaría y diría lo siguiente:
- Meneror... tengo una oferta para vos. ¿Qué me diríais si os ofrezco fama, oro y un título nobiliaria? - el vampiro se giró hacia él, clavando sus fríos ojos azules en los del Yonkaikyo - Una vez concluya esta guerra voy a librar la mía propia. Invadiré el reino de Hallstat para recuperar mis tierras... y ganas otra nuevas. Reinstauraré la dinastía de los Markov en el trono. Y una vez sea rey, sabré recompensar a mis aliados... ¿entendéis por dónde voy?
Si su compañero era listo, aceptaría. Salía ganando si le ayudaba... se convertiría en un poderoso noble y terrateniente. Y tener tierras nunca le venía mal a nadie. Y al Shichibukai la ayuda de Meneror le venía de perlas. Contaría con su flota, hombres y un poderoso combatiente. Por mucho que fuese más débil que él, seguía siendo un logia, y eso era una pieza poderosa. Podía aniquilar a batallones enteros de hombres sin sufrir ni un mísero rasguño. El noble también podía hacerlo, pero contar con más gente capaz siempre era una ventaja.
- Y bien... ¿qué me decís?
- Resumen:
- Llegar al puerto y probar la espada nueva -> hablar con Meneror y Asder, y decirle al primero que me siga -> Subirme a un tejado y ofrecerle a Meneror "chanchullos"
Dexter Black
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La sal penetraba en sus pulmones con intensidad, mientras el olor del pescado fresco se colaba en su nariz como quien no quiere la cosa. Parecía, por el reguero de actividad en que se había convertido el puerto, que la evacuación se había realizado por completa y total sorpresa. O tal vez los trabajadores fueran tan prescindibles que no los habían ni avisado, tan sólo habrían visto la fuga en masa y la llegada de las Siete espadas del Océano, y salían lo más rápido que podían. Incluso tal vez el miedo a los propios Shichibukais, aunque no tenía ningún sentido. De los siete, uno era ex agente del Cipher Pol, dos cazadores, un conde del North Blue con afición a la cetrería, una mujer cuyo único crimen fue ser engendrada por un revolucionario y, aunque piratas, un tipo de aspecto cómico y él mismo, que si bien la fama lo precedía, tenía cara de buena gente. "No te lo crees ni tú, Zafiro Negro".
-¿Esto es siempre tan aburrido?- preguntó a Yazori, mirándola a los ojos, verdes y profundos como robledales, fulgurantes como esmeraldas recién pulidas que atravesaban todo-. Odio estar parado sin hacer nada.
Miró el mar. Era increíble que de algo tan bello pudiera salir ahora la mayor amenaza para el mundo. Una marea de hombres pez iban a asaltar la capital del gobierno mundial. ¿De verdad le importaba? Para él la derrota de esa fuerza sólo suponía el olvido de Dexter Black como criminal, y el principio de su ansiada libertad. ¿Por qué debía entonces defenderlos? Era una respuesta, hasta cierto punto, fácil. Si los Piratas Trilobite llegaban a adueñarse de Mariejoa todos los humanos serían esclavizados o asesinados. "Sin duda hay cosas más grandes que uno mismo", pensó, dando unos pasos hacia adelante y dejando a su olfato sondar las calles del puerto paraíso.
"¡Qué demonios!". Sintió de repente una presencia aterradora acercándose a los ascensores, y una que ya conocía. "Alice Turner, la chica de Orange Town... ¿Tal vez?". Su mente trataba de recordar cada persona que conocía y, aunque no podía asegurar que fuera ella, podía decir que no podía ser otra. ¿Qué hacía esa chica con alguien tan absurdamente poderoso? Podía ser una buena opción a la hora de luchar y un gran aliado. ¡Lo invitaría a una copa!.
Desplegó las alas y voló hacia allí, a un ritmo suave que lo hizo llegar delante del ascensor en un santiamén. Podía oler a la muchacha, que ahora reconocía claramente, y detectaba aún sin verla. Pero no delataría su posición. Le interesaba más saber qué demonios pasaba allí. La presencia era casi imposible de ver con los ojos, rodeada de un montón de personas, pero lograba entrever una jaula y dos gigantones que destacaban, transportándola. "Vaya, tan poderoso y atrapado como un gatito... Si fuera Alice la de ahí dentro la situación sería perfecta", pensó, mientras se acercaba a los hombres, que ya esperaban la bajada de los ascensores para transportar al hombre.
-¿Qué hacéis con mi hombre?- preguntó, con un tono tan tranquilo y frío que su propia sonrisa parecía un despliegue de sadismo. "Y luego aún dudo de por qué tengo mala fama... En fin"-. ¿Quién os ha dado permiso para cazar a mi gente?- activó su presencia sobre esos hombres, tratando sólo de asustarlos levemente, sin que llegasen a caer desmayados o aterrados en exceso, y dejando fuera del efecto al hombre de la jaula y a la muchacha invisible-. Soltadlo. ¡Ya!
Después lo invitaría a una copa y a ayudarlo contra los peces. Tal vez aceptara, tal vez no... Pero siempre estaba la chica invisible para entretenerse. ¡Cuántas cosas divertidas estaban sucediendo ese día! Menos mal que abandonó la formación, o si no sería un muermo.
-¿Esto es siempre tan aburrido?- preguntó a Yazori, mirándola a los ojos, verdes y profundos como robledales, fulgurantes como esmeraldas recién pulidas que atravesaban todo-. Odio estar parado sin hacer nada.
Miró el mar. Era increíble que de algo tan bello pudiera salir ahora la mayor amenaza para el mundo. Una marea de hombres pez iban a asaltar la capital del gobierno mundial. ¿De verdad le importaba? Para él la derrota de esa fuerza sólo suponía el olvido de Dexter Black como criminal, y el principio de su ansiada libertad. ¿Por qué debía entonces defenderlos? Era una respuesta, hasta cierto punto, fácil. Si los Piratas Trilobite llegaban a adueñarse de Mariejoa todos los humanos serían esclavizados o asesinados. "Sin duda hay cosas más grandes que uno mismo", pensó, dando unos pasos hacia adelante y dejando a su olfato sondar las calles del puerto paraíso.
"¡Qué demonios!". Sintió de repente una presencia aterradora acercándose a los ascensores, y una que ya conocía. "Alice Turner, la chica de Orange Town... ¿Tal vez?". Su mente trataba de recordar cada persona que conocía y, aunque no podía asegurar que fuera ella, podía decir que no podía ser otra. ¿Qué hacía esa chica con alguien tan absurdamente poderoso? Podía ser una buena opción a la hora de luchar y un gran aliado. ¡Lo invitaría a una copa!.
Desplegó las alas y voló hacia allí, a un ritmo suave que lo hizo llegar delante del ascensor en un santiamén. Podía oler a la muchacha, que ahora reconocía claramente, y detectaba aún sin verla. Pero no delataría su posición. Le interesaba más saber qué demonios pasaba allí. La presencia era casi imposible de ver con los ojos, rodeada de un montón de personas, pero lograba entrever una jaula y dos gigantones que destacaban, transportándola. "Vaya, tan poderoso y atrapado como un gatito... Si fuera Alice la de ahí dentro la situación sería perfecta", pensó, mientras se acercaba a los hombres, que ya esperaban la bajada de los ascensores para transportar al hombre.
-¿Qué hacéis con mi hombre?- preguntó, con un tono tan tranquilo y frío que su propia sonrisa parecía un despliegue de sadismo. "Y luego aún dudo de por qué tengo mala fama... En fin"-. ¿Quién os ha dado permiso para cazar a mi gente?- activó su presencia sobre esos hombres, tratando sólo de asustarlos levemente, sin que llegasen a caer desmayados o aterrados en exceso, y dejando fuera del efecto al hombre de la jaula y a la muchacha invisible-. Soltadlo. ¡Ya!
Después lo invitaría a una copa y a ayudarlo contra los peces. Tal vez aceptara, tal vez no... Pero siempre estaba la chica invisible para entretenerse. ¡Cuántas cosas divertidas estaban sucediendo ese día! Menos mal que abandonó la formación, o si no sería un muermo.
- Resumen:
- Aburrirme, ir a ver de dónde viene la presencia poderosa. Tratar de liberar a date y pensar cosas sucias sobre Alice.
Sawn
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La marina llamó de nuevo a todos los cazadores posibles para ayudar en la guerra, por supuesto me llamaron a mi por el estúpido título que me habían puesto. Durante una hora estaba en un buque de la marina rodeado de cazadores y de chicas amables. Intenté de todos modos posibles no mezclarme entre esa gente, no me sentía muy bien para hablar con nadie ni nada parecido. Me dediqué todo el camino mirando el mar embobado como un niño hambriento mirando un plato de comida caliente. De repente noté como se me caía la baba tras pensar en un plato caliente, me limpié y mire a mi alrededor por si alguien me había visto.
Me tranquilicé al ver que nadie me había visto. Tras el incidente pe puse a pensar en la conversación que tuvimos Sawn, Dan y yo días antes. Ello querían advertirme de lo que me iba a encontrar el aquella isla donde se iba a producir la guerra.
Sawn: Ten mucho cuidado si te enfrentas a esos gyojin Dave, son muy fuertes y saben muy bien como combatir contra usuarios.
Dan: Me he informado sobre esos tipos y Sawn tiene razón, son muy fuertes.
Dave: No se porque tengo que ir, no se me ha olvidado nada allí.
Sawn: Tienes que ir Dave, siempre es bueno ser aliado de la marina.
¿Hacerme aliado de la marina? No entendía porque tenía que hacer eso, pero como mínimo en la isla podía pasarlo bien combatiendo o haciendo amigos. En ese momento se escuchó por todo el barco un grito de un marine diciendo que ya habíamos llegado a tierra, por fin podía moverme tranquilamente sin esta rodeado de todo tipo de cazadores y chicas. Cuando pude bajé del barco mientras miraba a mi alrededor. Me gustaba ver bien el sitio que visitaba, me sentía tranquilo al hacer eso.
Todos los marines que habían allí corrían de un lado a otro tapándose la cabeza con cualquier cosa para no mojarse. Me encantaba ese clima, me sentía libre tras sentir las gotas frías de lluvia en el pelo y en la cara, lo único que tapé bien fue la espada ropera, ya que se podía oxidar. Caminaba lentamente por el puerto hacia el interior, por el este, no quería seguir mucho tiempo por allí.
Me tranquilicé al ver que nadie me había visto. Tras el incidente pe puse a pensar en la conversación que tuvimos Sawn, Dan y yo días antes. Ello querían advertirme de lo que me iba a encontrar el aquella isla donde se iba a producir la guerra.
Sawn: Ten mucho cuidado si te enfrentas a esos gyojin Dave, son muy fuertes y saben muy bien como combatir contra usuarios.
Dan: Me he informado sobre esos tipos y Sawn tiene razón, son muy fuertes.
Dave: No se porque tengo que ir, no se me ha olvidado nada allí.
Sawn: Tienes que ir Dave, siempre es bueno ser aliado de la marina.
¿Hacerme aliado de la marina? No entendía porque tenía que hacer eso, pero como mínimo en la isla podía pasarlo bien combatiendo o haciendo amigos. En ese momento se escuchó por todo el barco un grito de un marine diciendo que ya habíamos llegado a tierra, por fin podía moverme tranquilamente sin esta rodeado de todo tipo de cazadores y chicas. Cuando pude bajé del barco mientras miraba a mi alrededor. Me gustaba ver bien el sitio que visitaba, me sentía tranquilo al hacer eso.
Todos los marines que habían allí corrían de un lado a otro tapándose la cabeza con cualquier cosa para no mojarse. Me encantaba ese clima, me sentía libre tras sentir las gotas frías de lluvia en el pelo y en la cara, lo único que tapé bien fue la espada ropera, ya que se podía oxidar. Caminaba lentamente por el puerto hacia el interior, por el este, no quería seguir mucho tiempo por allí.
- Resumen:
- Simplemente me quedo empanado mirando al mar hasta llegar a tierra, pasando de la gente que me rodea. Cuando llego bajo rápidamente del barco y me pongo a examinar el lugar mientras me adentro en la isla, para llegar a la zona comercial.
Haine Rammsteiner
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Ahí estaba, la Red Line. Y justo encima Mariejoa, pese a que no estaba seguro si ese punto que se veía en todo lo alto era la ciudad. —Muy bien, media vuelta.— dijo Haine. ¿Acaso habían ido allí para simplemente ver la montaña y marcharse? Ya quisieran... No, iban a alejar el barco para que no saliera más dañado de lo que ya estaba. —¡Mark! Cuando volvamos tendrás que echarle un vistazo al barco, ¡está hecho mierda!— gritó desde cubierta, lugar donde esperaba que ya estuvieran los miembros de Morgenstern. El timón dio un par de vueltas y el barco se giró, avanzando unos cuantos segundospor el mar hasta que se detuvo dado que Haine alzó la mano. —¡Recoged las velas! ¡Echar el ancla!— todas las tareas fueron realizadas, ¿pero qué marineros le estaban ayudando? No eran sino pequeños luchadores, animales que seguían a Haine y que tenían la fuerza suficiente para realizar aquellas tareas. Para eso los utilizaba el albino, para cuidar y proteger el barco.
Pero ya en cubierta aquel hombre aparece con su fiel nakama, Shiro, portando una enorme alfombra enrollada en su espalda. ¿Es el equipaje del perro de cinco metros, para poder tumbarse en cualquier parte? No, era algo mejor. La dejó en el suelo y fue desplegada cubriendo gran parte de la cubierta, pues era de un tamaño considerable. —¡Typhoon a mí! ¡Spider Tank! ¡Nano Bot! ¡Little Bee! ¡La Bola! ¡Jackal!— y dicho eso los drones nombradosse movieron hasta donde el albino estaba. Concretamente a Little Bee y al Nano bot ya los llevaba encima, pues los guardaba en una pequeñacaja, pero los otros fueron y se quedaron apoyados en la alfombra. Era muy arriesgado llevarse tantos drones pero necesitarían potencia de fuego si les descubrían, y para la parte del sigilo ya tenía sus robots de reconocimiento. Todos encima de aquella alfombra, todos listos para partir. ¿Pero cómo llegarían hasta Mariejoa?
—¡Venga! ¡Todos a bordo!— mencionó Haine. Les haría ir hasta allí para que se colocaran encima de la misma alfombra, tenía pensado cómo harían eso desde hacía bastante rato. No podía dejar el barco cerca y sin protección por lo que mejor lo alejaba y se acercaba él mismo. Y la manera de hacerlo, obviamente, era utilizando su poder. Una vez todos estuviera en esa alfombra completamente equipados y listos, el albino procedió a poseer aquella alfombra de tamaño considerable. No era una tarea fácil, pero ahí estaba, con una rodilla en el suelo y transfiriendo su poder a dicho elemento decorativo. La alfombra gruñó por el peso, como si se estuviera asfixiando, pero pronto se elevó en el aire como las películas de Aladdin y partió con todo Morgenstern hacia lo alto de la Red Line. No obstante no se acercarían mucho a Mariejoa a vuelo, sino que aterrizarían cerca de ser posible y continuarían el camino andando.
Pero ya en cubierta aquel hombre aparece con su fiel nakama, Shiro, portando una enorme alfombra enrollada en su espalda. ¿Es el equipaje del perro de cinco metros, para poder tumbarse en cualquier parte? No, era algo mejor. La dejó en el suelo y fue desplegada cubriendo gran parte de la cubierta, pues era de un tamaño considerable. —¡Typhoon a mí! ¡Spider Tank! ¡Nano Bot! ¡Little Bee! ¡La Bola! ¡Jackal!— y dicho eso los drones nombradosse movieron hasta donde el albino estaba. Concretamente a Little Bee y al Nano bot ya los llevaba encima, pues los guardaba en una pequeñacaja, pero los otros fueron y se quedaron apoyados en la alfombra. Era muy arriesgado llevarse tantos drones pero necesitarían potencia de fuego si les descubrían, y para la parte del sigilo ya tenía sus robots de reconocimiento. Todos encima de aquella alfombra, todos listos para partir. ¿Pero cómo llegarían hasta Mariejoa?
—¡Venga! ¡Todos a bordo!— mencionó Haine. Les haría ir hasta allí para que se colocaran encima de la misma alfombra, tenía pensado cómo harían eso desde hacía bastante rato. No podía dejar el barco cerca y sin protección por lo que mejor lo alejaba y se acercaba él mismo. Y la manera de hacerlo, obviamente, era utilizando su poder. Una vez todos estuviera en esa alfombra completamente equipados y listos, el albino procedió a poseer aquella alfombra de tamaño considerable. No era una tarea fácil, pero ahí estaba, con una rodilla en el suelo y transfiriendo su poder a dicho elemento decorativo. La alfombra gruñó por el peso, como si se estuviera asfixiando, pero pronto se elevó en el aire como las películas de Aladdin y partió con todo Morgenstern hacia lo alto de la Red Line. No obstante no se acercarían mucho a Mariejoa a vuelo, sino que aterrizarían cerca de ser posible y continuarían el camino andando.
- Acciones:
- Alejo el barco. Pongo a todo Morgenstern en una alfombra (y me espero a que estén todos listos). Poseo la alfombra con mi poder y nos vamos volando hasta lo alto de la Red Line, un poquito al norte de Mariejoa (no queremos aterrizar en la propia ciudad, ¿no?
Nemonic
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Akuma no mi
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El lugar era oscuro con una humedad que no me dejaba respirar, el cómo había llegado allí, pasaba por mi cabeza incesantemente. Estaba en una cueva sin ninguna salida, solo se podía apreciar en las paredes, unos extraños hongos luminosos, por lo que al menos podía verme. Me di cuenta que estaba en mi forma humana, con el torso descubierto, descalzo y unos pantalones negros, no tenía ninguna de mis pertenencias en aquel lugar. Intente gritar, pero no emitía ningún sonido al abrir la boca, - pero que es este lugar - pensé bastante nervioso, intentando buscar alguna salida. De repente, se escuchó crujir la roca en toda la cueva, por lo que puse mi cuerpo en tensión, por lo que podía ocurrir, tenía que estar preparado y en ese momento el suelo cedía.
Comencé a caer, chocándome contra las rocas que caían, girando e intentando estabilizarme y en ese momento lo vi, aquellas fauces gigantes. Vi a un insecto gigante tragándose todo lo que caía, por lo que intenté transformarme en mi forma hibrida para volar, pero no podía, era como si estuvieran bloqueados, caer en las fauces de aquel tremendo insecto, tan grande como varias montañas, parecía inevitable. Comencé a temblar de miedo, mientras una voz retumbaba en mi cabeza – recuerda tu cometido - me dijo fríamente y en ese momento me bloquee mental y físicamente, cerrando los ojos esperé mi final.......
- todos a cubierta - escuche decir a Kaito, mientras me despertaba sobresaltado algo sudoroso.
- Todo ha sido una pesadilla- pensé, mientras recuperaba la compostura, recordando lo que había prometido a Hunmac(El Dios insecto de mi TS). Me encontraba en un barco de camino a Mariejoa, con todos los cazadores de mi gremio. En la última reunión, Kaito nos habló de que se iba producir una gran batalla en ese lugar, donde la peor calaña, atacaría para destruirlo. No apreciaba demasiado al gobierno ni a la marina, pero sería una buena oportunidad, para capturar alguna presa y poner a prueba mis nuevas habilidades.
Estaba en la bodega del barco, en el cual me había quedado dormido, allí no entraba nada de luz y solo una vela casi gastaba, daba algo de luminosidad a aquel lugar. Mire alrededor y no vi a Sinclair, supuse que ya había subido a cubierta y también estaba Edward, del cual solo concia su nombre, un tipo misterioso y fuerte, según me había dicho Kaito, así que me alegraba que estuviera de nuestro gremio. En esta ocasión, había cambiado mi ropaje para la batalla, me había vestido de color negro, con una camiseta sin mangas, dejando ver mis dos tatuajes, cada uno en un brazo. El pantalón con varios bolsillos, guardaban mis pertenencias, guantes, bombas de luz, etc... Y en los pies unas botas militares con la punta de acero. Mi pelo blanco, me lo repeine hacia atrás y me coloqué bien la banda que cubría mi rostro hasta la altura de la nariz, ya estaba preparado para subir a cubierta.
Al salir, el sol de radiaba fuerte en el cielo, por lo que me molesto un poco, mientras mis ojos se acostumbraban a tanta luz. Allí estaba Kaito, esperando al resto del gremio y echando un vistazo rápido a alrededor, pude ver una gran cantidad de barcos y gente en el puerto donde íbamos a atracar, parecía que aquella batalla iba a ser intensa y nosotros íbamos a participar en ella. Estaba ansioso por comenzar, pero espere a que Kaito nos dirigiera, por algo era el líder del gremio.
- Y bien Kaito, por donde empezamos – le dije con determinación
Comencé a caer, chocándome contra las rocas que caían, girando e intentando estabilizarme y en ese momento lo vi, aquellas fauces gigantes. Vi a un insecto gigante tragándose todo lo que caía, por lo que intenté transformarme en mi forma hibrida para volar, pero no podía, era como si estuvieran bloqueados, caer en las fauces de aquel tremendo insecto, tan grande como varias montañas, parecía inevitable. Comencé a temblar de miedo, mientras una voz retumbaba en mi cabeza – recuerda tu cometido - me dijo fríamente y en ese momento me bloquee mental y físicamente, cerrando los ojos esperé mi final.......
- todos a cubierta - escuche decir a Kaito, mientras me despertaba sobresaltado algo sudoroso.
- Todo ha sido una pesadilla- pensé, mientras recuperaba la compostura, recordando lo que había prometido a Hunmac(El Dios insecto de mi TS). Me encontraba en un barco de camino a Mariejoa, con todos los cazadores de mi gremio. En la última reunión, Kaito nos habló de que se iba producir una gran batalla en ese lugar, donde la peor calaña, atacaría para destruirlo. No apreciaba demasiado al gobierno ni a la marina, pero sería una buena oportunidad, para capturar alguna presa y poner a prueba mis nuevas habilidades.
Estaba en la bodega del barco, en el cual me había quedado dormido, allí no entraba nada de luz y solo una vela casi gastaba, daba algo de luminosidad a aquel lugar. Mire alrededor y no vi a Sinclair, supuse que ya había subido a cubierta y también estaba Edward, del cual solo concia su nombre, un tipo misterioso y fuerte, según me había dicho Kaito, así que me alegraba que estuviera de nuestro gremio. En esta ocasión, había cambiado mi ropaje para la batalla, me había vestido de color negro, con una camiseta sin mangas, dejando ver mis dos tatuajes, cada uno en un brazo. El pantalón con varios bolsillos, guardaban mis pertenencias, guantes, bombas de luz, etc... Y en los pies unas botas militares con la punta de acero. Mi pelo blanco, me lo repeine hacia atrás y me coloqué bien la banda que cubría mi rostro hasta la altura de la nariz, ya estaba preparado para subir a cubierta.
Al salir, el sol de radiaba fuerte en el cielo, por lo que me molesto un poco, mientras mis ojos se acostumbraban a tanta luz. Allí estaba Kaito, esperando al resto del gremio y echando un vistazo rápido a alrededor, pude ver una gran cantidad de barcos y gente en el puerto donde íbamos a atracar, parecía que aquella batalla iba a ser intensa y nosotros íbamos a participar en ella. Estaba ansioso por comenzar, pero espere a que Kaito nos dirigiera, por algo era el líder del gremio.
- Y bien Kaito, por donde empezamos – le dije con determinación
- Resumen:
He tenido una pesadilla de mi TS y he subido a cubierta para que Kaito me diga lo que deberia hacer.
sinclair moon
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Otra vez directos al matadero...Por muy fuerte que creas que eres una llamada del gobierno puede costarte la vida y, aunque es cierto que pagan bien por el trabajo bien hecho ninguna cantidad de dinero justificaría la muerte de un ser humano. También era cierto que siempre que el gobierno nos reclamaba era para ayudar a personas inocentes de un mal considerable, pero la cuestión era que esta vez el destino era la isla de Mariejoa y allí vivían las personas mas despreciables del mundo, los tenriubittos. Entonces ¿por que estaba en ese barco dirigiéndome a esa isla a, probablemente, jugarme la vida para salvar a personas que odiaba?...Estos pensamientos tenía mientras estaba de pie en el puesto de vigía, en lo alto del mastil principal del Hunting Beasts, el barco del gremio al que pertenecía.
Mirando al horizonte pude ver la isla ya acercándose o, mas bien, el barco acercándose a la isla y en el cielo unas nubes negras que no presagiaban nada bueno. En cuanto a mi para la ocasión había elegido unos pantalones de cuero negro, en el torso no llevaba nada que me lo cubriese, también sostenía en mi mano derecha mi gabardina larga con múltiples y profundos bolsillos interiores y exteriores. En cuanto al calzado había elegido unas botas estilo cowboy. Y en cuanto a armamento iba a ir con todo lo que tenía, mis dos fieles pistolas y mi fiel arrow of destruction, balas de todos los tipos que había conseguido hasta ahora, las cuales hacían que mi gabardina pesara más, y sin olvidarme de mi querida enjeru enjeru no mi que desde el principio me había acompañado y gracias a la cual ahora estaba convertido en mi forma híbrida.
De repente escuché en la cubierta la voz de Kaito llamándonos a todos los miembros del gremio, asique me puse mi gabardina, dejando todavía mi torso al descubierto y de un salto caí a la cubierta, aunque mis alas de ángel hicieron que mi caída fuese más ligera sobre el suelo de la cubierta. Una caída acompañada por el tintineo de las balas que tenía en mis bolsillos, sonido que provocaban al chocar las balas entre sí.
- Buenos días a todo el mundo, esta mañana me he levantado pronto ya que no podía dormir por la emoción que me produce esta aventura.
Mirando al horizonte pude ver la isla ya acercándose o, mas bien, el barco acercándose a la isla y en el cielo unas nubes negras que no presagiaban nada bueno. En cuanto a mi para la ocasión había elegido unos pantalones de cuero negro, en el torso no llevaba nada que me lo cubriese, también sostenía en mi mano derecha mi gabardina larga con múltiples y profundos bolsillos interiores y exteriores. En cuanto al calzado había elegido unas botas estilo cowboy. Y en cuanto a armamento iba a ir con todo lo que tenía, mis dos fieles pistolas y mi fiel arrow of destruction, balas de todos los tipos que había conseguido hasta ahora, las cuales hacían que mi gabardina pesara más, y sin olvidarme de mi querida enjeru enjeru no mi que desde el principio me había acompañado y gracias a la cual ahora estaba convertido en mi forma híbrida.
De repente escuché en la cubierta la voz de Kaito llamándonos a todos los miembros del gremio, asique me puse mi gabardina, dejando todavía mi torso al descubierto y de un salto caí a la cubierta, aunque mis alas de ángel hicieron que mi caída fuese más ligera sobre el suelo de la cubierta. Una caída acompañada por el tintineo de las balas que tenía en mis bolsillos, sonido que provocaban al chocar las balas entre sí.
- Buenos días a todo el mundo, esta mañana me he levantado pronto ya que no podía dormir por la emoción que me produce esta aventura.
- Resumen:
- Pienso en el puesto del vigía del barco, veo que nos acercamos a la isla, caigo del puesto de vigía ante la llamada de Kaito convertido en mi forma híbrida
Drako Hyrule
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-Maldito Aless, esta es la octava vez que me ganas...- Decía a mi compañero mientras lanzaba las cartas a la mesa.
Tras esta acción, decidí subir a cubierta, donde me posicioné en la parte de proa, y posicioné mirando hacia el frente. Observaba el oscuro cielo, a la vez que veía como nos aproximabamos a Mariejoa. Pensaba en la misión que se nos avecinaba, y un revuelto de sensaciones corrían por mi interior. Me encontraba nervioso, pues sabía que se iba a dar una de las mayores guerras jamás contadas, y yo, participaría en ella. Por otro lado sentía rencor, pues debíamos proteger a esos despreciables tenryubittos. Pero, sobre todo lo que sentía era orgullo, el orgullo de saber hasta donde había conseguido llegar...
A la vez que nos aproximábamos más y más, se podían ver pasar los barcos de aquellas repugnantes criaturas (los tenryubittos). Por desgracia no pasaban lo suficientemente cerca como para poder hacer algo disimuladamente. El barco avanzaba con velocidad, y yo a la vez que esto ocurría, afilaba mi machete nuevo, que según se decía había sido forjado por los demonios.
Esperé a llegar al puerto, donde atracaríamos y tras eso bajar, cosa que fue así como ocurrió. Era dificil distinguir a alguien por aquellos lugares, muchos marines estaban corriendo de un lugar a otro sin parar. Únicamente se podían distinguir varios barcos marines también atracados en aquel puerto, de los cuales bajaban muchos marines. Me quedé esperando a que mis compañeros bajasen, pues al fin y al cabo eramos una flota.
Tras esta acción, decidí subir a cubierta, donde me posicioné en la parte de proa, y posicioné mirando hacia el frente. Observaba el oscuro cielo, a la vez que veía como nos aproximabamos a Mariejoa. Pensaba en la misión que se nos avecinaba, y un revuelto de sensaciones corrían por mi interior. Me encontraba nervioso, pues sabía que se iba a dar una de las mayores guerras jamás contadas, y yo, participaría en ella. Por otro lado sentía rencor, pues debíamos proteger a esos despreciables tenryubittos. Pero, sobre todo lo que sentía era orgullo, el orgullo de saber hasta donde había conseguido llegar...
A la vez que nos aproximábamos más y más, se podían ver pasar los barcos de aquellas repugnantes criaturas (los tenryubittos). Por desgracia no pasaban lo suficientemente cerca como para poder hacer algo disimuladamente. El barco avanzaba con velocidad, y yo a la vez que esto ocurría, afilaba mi machete nuevo, que según se decía había sido forjado por los demonios.
Esperé a llegar al puerto, donde atracaríamos y tras eso bajar, cosa que fue así como ocurrió. Era dificil distinguir a alguien por aquellos lugares, muchos marines estaban corriendo de un lugar a otro sin parar. Únicamente se podían distinguir varios barcos marines también atracados en aquel puerto, de los cuales bajaban muchos marines. Me quedé esperando a que mis compañeros bajasen, pues al fin y al cabo eramos una flota.
- Resumen:
- Subo a cubierta y empiezo a reflexionar y a quejarme de los tenryubittos. Tras eso, atracamos en el puerto del nuevo mundo y yo bajo del barco y espero a mis compañeros.
Date Musashi
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Despertó. El dolor de su cabeza no era ni una ínfima parte del dolor que sentía en su corazón. Cerró los ojos, haciendo memoria de lo que había pasado, parecía que una laguna le impedía recordar quién lo había derrotado. Pero no se iba a rendir, ni aunque separaran la cabeza de su cuerpo se rendiría. Iba a sacar a esa niña de allí y darle de una vez por todas la vida que merecía, aun si tenía que partir el mundo en dos para lograrlo. Se sentía capaz de hacerlo, su voluntad estaba deseando salir y destruir todo a su paso. —Voy a partiros... Voy a mataros...— dijo el semigigante en aquella jaula. Su voz sonó como si las palabras pudieran de verdad cumplir aquellas intenciones, y su aliento parecía una llamarada. Miró a su alrededor, estaba en una especie de puerto. Reconoció el lugar como la Red Line, por tanto solo podía ser Mariejoa. Eso significaba que lo habían llevado hasta donde estaba Ame Sora, pues se había enterado que había sido vendida como esclava y solo aquí podía encontrarse.
Echó un vistazo rápido, sus armas eran llevadas por uno de los dos hombretones. Al parecer el guantelete no se lo habían podido quitar -o no se habían atrevido-, por lo que de romper aquella jaula podría tomar sus armas rápidamente y marchar en busca de Ame Sora. ¿Pero por dónde empezar? Podría destruir la montaña entera pero eso solo supondría que la pequeña, de estar arriba, cayera hacia su muerte. Por tanto y porque vio una especie de ascensor enfrió sus ideas. Si subía hasta arriba podría causar el caos en aquella parte de la montaña, en el centro de la ciudad, y localizar a Ame Sora con su Haki mantra. Y si estaba abajo descendería volando, y si estaba en uno de los barcos que veía a lo lejos se lanzaría a por ellos, mataría a sus tripulantes y lo robaría. Al fin y al cabo ya era un navegante decente, podría poner a salvo a la pequeña en cuanto la localizara. Por ello esperaría, al menos a estar en el ascensor, antes de empezar a aplastar gente.
Sin embargo, el dolor y la rabia eran demasiado para él. Sentía como esas emociones se movían como un tornado en su interior y buscaban salir de la forma que pudiera, desde apretando los puños como en forma de lágrimas rodeando sus ojos. Una rabia y un sentimiento de impotencia que le daban ganas de partir aquel odioso mundo por la mitad. —¡¡¡OS MATARÉ A TODOS BASTARDOS!!! ¡¡ME ENCARGARÉ DE QUE DESEÉIS NO HABER NACIDO!!— gritó desgarrando su voz. Eso lo relajó un poco, detuvo sus ganas de pelear por unos instantes y le hizo pensar con claridad mientras respiraba con agitación. Aguardaría a subir en ese ascensor pues de otra forma era posible que no lo lograra, y de no encontrarla arriba volaría hasta abajo. Y todo eso, evidentemente, si los ascensores no fueran en realidad hacia abajo a una trampa mortal. Pero decidió arriesgarse, por ella. Aguarda, Ame Sora, Patchi-chan está en camino.
Entonces una voz lo interrumpió. ¿Su hombre? ¿Quién se creía que era? Estuvo a punto de gritarle algo pero entonces se dio cuenta de que los guardias estaban inquietos. No sabía si era por el Haki del Rey o porque ese tipo era una persona importante. En cualquier caso quizás podía sacarlo de aquella jaula, por cómo había hablado, y desde allí buscar a Ame Sora sin tantos ojos encima. Se mantuvo en silencio expectante, pero desplegó el Haki Mantra para identificar a aquel hombre y buscar a Ame Sora. ¡Vaya! Tragó saliva al ver a aquel tipo con su ojo interior, sin duda poseía una fuerza aterradora. Pero se centró en lo verdaderamente importante... ¿Dónde estaba Ame Sora?
Echó un vistazo rápido, sus armas eran llevadas por uno de los dos hombretones. Al parecer el guantelete no se lo habían podido quitar -o no se habían atrevido-, por lo que de romper aquella jaula podría tomar sus armas rápidamente y marchar en busca de Ame Sora. ¿Pero por dónde empezar? Podría destruir la montaña entera pero eso solo supondría que la pequeña, de estar arriba, cayera hacia su muerte. Por tanto y porque vio una especie de ascensor enfrió sus ideas. Si subía hasta arriba podría causar el caos en aquella parte de la montaña, en el centro de la ciudad, y localizar a Ame Sora con su Haki mantra. Y si estaba abajo descendería volando, y si estaba en uno de los barcos que veía a lo lejos se lanzaría a por ellos, mataría a sus tripulantes y lo robaría. Al fin y al cabo ya era un navegante decente, podría poner a salvo a la pequeña en cuanto la localizara. Por ello esperaría, al menos a estar en el ascensor, antes de empezar a aplastar gente.
Sin embargo, el dolor y la rabia eran demasiado para él. Sentía como esas emociones se movían como un tornado en su interior y buscaban salir de la forma que pudiera, desde apretando los puños como en forma de lágrimas rodeando sus ojos. Una rabia y un sentimiento de impotencia que le daban ganas de partir aquel odioso mundo por la mitad. —¡¡¡OS MATARÉ A TODOS BASTARDOS!!! ¡¡ME ENCARGARÉ DE QUE DESEÉIS NO HABER NACIDO!!— gritó desgarrando su voz. Eso lo relajó un poco, detuvo sus ganas de pelear por unos instantes y le hizo pensar con claridad mientras respiraba con agitación. Aguardaría a subir en ese ascensor pues de otra forma era posible que no lo lograra, y de no encontrarla arriba volaría hasta abajo. Y todo eso, evidentemente, si los ascensores no fueran en realidad hacia abajo a una trampa mortal. Pero decidió arriesgarse, por ella. Aguarda, Ame Sora, Patchi-chan está en camino.
Entonces una voz lo interrumpió. ¿Su hombre? ¿Quién se creía que era? Estuvo a punto de gritarle algo pero entonces se dio cuenta de que los guardias estaban inquietos. No sabía si era por el Haki del Rey o porque ese tipo era una persona importante. En cualquier caso quizás podía sacarlo de aquella jaula, por cómo había hablado, y desde allí buscar a Ame Sora sin tantos ojos encima. Se mantuvo en silencio expectante, pero desplegó el Haki Mantra para identificar a aquel hombre y buscar a Ame Sora. ¡Vaya! Tragó saliva al ver a aquel tipo con su ojo interior, sin duda poseía una fuerza aterradora. Pero se centró en lo verdaderamente importante... ¿Dónde estaba Ame Sora?
- Acciones:
- Me dejo llevar y ser rescatado por Dexter. Grito un poco, para acojonar, pero en realidad me siento muy mal.
Ichimura Hachiro
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Las suaves notas salían de su flauta, mientras figuras azules de viento se iban formando a su alrededor. Figuras de antiguos castillos orientales y samurais se desplegaban en torno a Shun. Estaba sobre la torre de vigilancia delante de Testuda, la tortuga marina gigante que desplazaba al gremio de cazadores al que se había unido. Aun no había hablado demasiado con ellos. Más allá de Alex, no tenía relación con ninguno de ellos. En todo caso, estaba ocupado con su música. Ahora que poseía un mayor dominio del viento, se veía capaz de terminar su canción preferida, Kamachi saigo no iki. Era la que estaba tocando. La había compuesto en memoria de su aldea y su familia, y ahora la completaba mostrando toda la historia con figuras de viento. Dos ejércitos de samurais de viento se enfrentaron entre sí, destrozándose el uno al otro. Uno de ellos logró vencer con facilidad, tras lo cual la escena cambió. Apareció un hombre vestido de daimyo cometiendo seppuku. En ese momento Shun se paró, y las figuras desaparecieron. Ya había mucho movimiento en el puerto, y de todos modos aun no había terminado de hacer la canción. Debía ser hora de irse preparando para la batalla.
Descendió de un salto hasta el muelle, descendiendo suavemente como si pesase lo mismo que una pluma. Se guardó la flauta al cinto, y se ajustó la vaina de Kaze no Ryoshu. Observó a sus compañeros, ajustándose las gafas. De repente alguien tropezó con él y se cayó al suelo. Era un hombre con ropas extravagantes y actitud altanera, que sacó una pistola y le apuntó. Shun apoyó la mano sobre la empuñadura de su katana. De haber querido matarlo, podría haberlo hecho en un instante. Y por un momento estuvo a punto de atacar. Sin embargo, por sus ropajes dedujo que se trataba de un Noble Mundial, y no sería buena idea molestar al Gobierno. Notando que el cazador de pelo naranja de su gremio, no recordaba su nombre, estaba a punto de atacar se interpuso entre él y el tenryuubito y negó con la cabeza con expresión seria. No merecía la pena. El tipo se dio la vuelta y se alejó. En reacción, Shun soltó la katana y miró al resto.
- Bien señores, ¿qué haremos ahora? Alex-san aun no ha regresado.
El líder del gremio era un hombre muy afín a Shun y al que el ronin respetaba. Justo, desinteresado y decidido a ayudar a los indefensos. Aquella ocasión sería la perfecta para que demostrase sus ideales, y si se mantenía firme en ellos, estaría dispuesto a jurarle lealtad como su nuevo señor. Al fin y al cabo, él era un samurai. Necesitaba un señor al que servir. Se había educado en esa creencia, y hasta hace pocos años así había vivido. Además, desde la derrota de Hideko no tenía ningún objetivo en su vida, y servir a un líder honorable cazando a criminales sería cuanto menos un objetivo encomiable.
- Spoiler:
- Tocar una canción mientras represento la historia de esta con figuras de viento -> Parar a Thanatos para que no ataque al tenryuubito -> Hablar al gremio
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