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Kyros Blight
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Akuma no mi
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Al parecer se había quedado solo y sin protección de nuevo, y aunque su cuerpo se sentía ligero como una gacela no sabía si podía continuar con su fanfarronería delante de aquellos tipos. Por tanto esa opción que había estado dando vueltas en su cabeza se hizo visible ahora frente a aquel sujeto cuyo mayor sueño era convertirse en Shichibukai, aunque no le gustaran demasiado los nobles mundiales. —Si lo que buscas es ser el sichibukai más fuerte yo puedo ayudarte... Mi influencia aquí es bastante grande, y tengo poder suficiente para darte aquello que deseas... Pero para convertirte en Shichibukai necesitarás méritos, pero yo puedo dártelos... Hagamos un trato.— le dijo el Tenryuubito al muchacho, esperando que aceptara pues no tenía mucho más que hacer.
—Tú necesitas ganar méritos para el gobierno, que se fijen en ti como ha dicho ese tipo, que sobrevivas a esta guerra con algo importante... Yo puedo darte eso y, a cambio, tú solo tienes que llevarme hasta el puerto del Nuevo Mundo donde los barcos de la marina nos sacarán de aquí con vida, incluyendo a tu hermana por supuesto. ¡Todos salimos ganando! ¿Qué me dices? ¿Tenemos un trato?— preguntó el joven mientras levitaba con las piernas cruzadas delante de ellos. —Date prisa en decidir, joven héroe, esto se está poniendo complicado.— añadió al ver una columna de energía y gritos de guerra. A pesar de esgrimir una sonrisa en su rostro estaba tenso, pues sabía que aunque utilizara sus poderes no servirían para enfrentarse a las grandes entidades que había por ahí.
—¡Preparados o no, allá voy!— dijo con una sonrisa, y tras eso comenzó a levitar a una velocidad más que decente comparable a la de un atleta corriendo, fijándose de vez en cuando si lo seguían o no. Se dirigía a los ascensores del Nuevo Mundo donde esperaba que un grupo de marines pudiera ayudarle a salir de allí. Si aquel tipo y su hermana lo seguían les daría lo prometido, al fin y al cabo él nunca incumplía uno de sus tratos salvo que su vida estuviera en peligro.
Xira, Xenmas, os menciono.
—Tú necesitas ganar méritos para el gobierno, que se fijen en ti como ha dicho ese tipo, que sobrevivas a esta guerra con algo importante... Yo puedo darte eso y, a cambio, tú solo tienes que llevarme hasta el puerto del Nuevo Mundo donde los barcos de la marina nos sacarán de aquí con vida, incluyendo a tu hermana por supuesto. ¡Todos salimos ganando! ¿Qué me dices? ¿Tenemos un trato?— preguntó el joven mientras levitaba con las piernas cruzadas delante de ellos. —Date prisa en decidir, joven héroe, esto se está poniendo complicado.— añadió al ver una columna de energía y gritos de guerra. A pesar de esgrimir una sonrisa en su rostro estaba tenso, pues sabía que aunque utilizara sus poderes no servirían para enfrentarse a las grandes entidades que había por ahí.
—¡Preparados o no, allá voy!— dijo con una sonrisa, y tras eso comenzó a levitar a una velocidad más que decente comparable a la de un atleta corriendo, fijándose de vez en cuando si lo seguían o no. Se dirigía a los ascensores del Nuevo Mundo donde esperaba que un grupo de marines pudiera ayudarle a salir de allí. Si aquel tipo y su hermana lo seguían les daría lo prometido, al fin y al cabo él nunca incumplía uno de sus tratos salvo que su vida estuviera en peligro.
Xira, Xenmas, os menciono.
- Resumen:
- Le ofrezco a Xenmas un trato para, no solo salvar la vida, sino ganar méritos para convertirse en Shichibukai.
Haine Rammsteiner
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Akuma no mi
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Allí estaban, en la alfombra donde el cuerpo del peliazul se encontraba. Sus sueños nunca más serían cumplidos, Morgenstern le había fallado. Pero Haine se había decidido a alejar este tormento de su cabeza y por ello simplemente subió a todos los drones a la gran alfombra y la poseyó con su poder. Esta comenzó a levitar como si estuviera encantada y con gran velocidad pasó por encima de la muralla y se dirigió hasta el lugar donde habían echado el ancla. Por lo que sospechaba alguna catástrofe climatológica había afectado a los puertos, pero si el barco de Morgenstern estaba suficiente lejos no le habría pasado nada. Estuvo unos minutos volando, Eris había salido delante por lo que seguro que ya estaría allí. Gato y Ban estaban con ellos, ambos no poseían medios propios para ir hasta la embarcación sin morir ahogados. Y cuando por fin lo vislumbró en la distancia suspiró aliviado, aunque eso no eliminara la tristeza en su cuerpo.
La alfombra aterrizó en la cubierta y los drones se bajaron los primeros, como si hubieran estado deseando llegar a casa. Varios Dugongs lo recibieron con alegría pues le habían echado mucho de menos, así eran esa raza de animales con su maestro. Pero Haine los ignoró y bajó de la alfombra cargando él mismo con el cuerpo sin vida de su compañero, que fue depositado en lo que había sido su cuarto tan solo unas horas atrás. Shiro aliviado por estar en casa dejó las armas que entre Haine y Mark habían fabricado, siendo que el albino las movió de nuevo hasta dejarlas en la habitación pues el pasillo que comunicaba con las escaleras era demasiado estrecho para el perro. Una vez dejaron todo en su sitio el líder de la organización enroscó y tiró la alfombra al mar pues no quería tenerla cerca, para evitar la tentación de volver a aquella montaña clamando venganza. No tardó en ir hasta la cocina y secuestrar una botella de ron, momento en el que recordó que Ban quizás no estuviera en su mejor estado. Bueno, así aprendería, si se quemaba en cubierta por el Sol tendría un escarmiento.
Salió un momento para poner el barco en orden. —¡Izad las velas! Nos vamos de aquí… ¡Rumbo a cualquier lugar lejos de esta maldita montaña!— dijo el albino antes de volver a descender por las escaleras. Shiro fue hasta la bodega, donde descansaba habitualmente a la sombra, y los dugongs se pusieron manos a la obra. El dron que Haine había diseñado serviría para hacer que pudiera girar el timón en la dirección correcta, pero necesitaría el manejo de alguien en pocos minutos o caerían en alguna tormenta de ese mar tan peligroso. Pero se fue a su cuarto, le dio un buen trago a la botella y la dejó en la mesilla de noche mientras se tumbaba dejándose caer. Solo necesitaba descansar un poco y que Mark no hubiera muerto, pero solo uno de los dos sería posible y no era el que quería.
La alfombra aterrizó en la cubierta y los drones se bajaron los primeros, como si hubieran estado deseando llegar a casa. Varios Dugongs lo recibieron con alegría pues le habían echado mucho de menos, así eran esa raza de animales con su maestro. Pero Haine los ignoró y bajó de la alfombra cargando él mismo con el cuerpo sin vida de su compañero, que fue depositado en lo que había sido su cuarto tan solo unas horas atrás. Shiro aliviado por estar en casa dejó las armas que entre Haine y Mark habían fabricado, siendo que el albino las movió de nuevo hasta dejarlas en la habitación pues el pasillo que comunicaba con las escaleras era demasiado estrecho para el perro. Una vez dejaron todo en su sitio el líder de la organización enroscó y tiró la alfombra al mar pues no quería tenerla cerca, para evitar la tentación de volver a aquella montaña clamando venganza. No tardó en ir hasta la cocina y secuestrar una botella de ron, momento en el que recordó que Ban quizás no estuviera en su mejor estado. Bueno, así aprendería, si se quemaba en cubierta por el Sol tendría un escarmiento.
Salió un momento para poner el barco en orden. —¡Izad las velas! Nos vamos de aquí… ¡Rumbo a cualquier lugar lejos de esta maldita montaña!— dijo el albino antes de volver a descender por las escaleras. Shiro fue hasta la bodega, donde descansaba habitualmente a la sombra, y los dugongs se pusieron manos a la obra. El dron que Haine había diseñado serviría para hacer que pudiera girar el timón en la dirección correcta, pero necesitaría el manejo de alguien en pocos minutos o caerían en alguna tormenta de ese mar tan peligroso. Pero se fue a su cuarto, le dio un buen trago a la botella y la dejó en la mesilla de noche mientras se tumbaba dejándose caer. Solo necesitaba descansar un poco y que Mark no hubiera muerto, pero solo uno de los dos sería posible y no era el que quería.
Eris Takayama
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La total libertad de verse por fin capaces de regresar a la alfombra y posteriormente al barco, era algo que Eris estaba deseando. No quería tenerselas que ver con nadie más aparte de consigo misma, así que empezó a caminar a paso rápido hasta donde estaba la alfombra, hacia donde debería estar el cuerpo de su amigo. Y no tardaría demasiado en llegar, seguida por aquel felino. Le hubiera encantado, no obstante, tener su compañía en el resto del recorrido, pero no fue así. Le indicó que se quedara en la alfombra, que se quedara con Haine, que le protegiera en caso de que pasara algo. El felino casi sabía que debía dar su vida por la del peliblanco igual, que su dueña lo haría. Y ella, simplemente, se adelantó. Porque no quería tener nada que ver con la alfombra y con aquel cuerpo. Ni siquiera quería verlo. Hubiera sido más fácil enrollarlo en la propia alfombra y dejarlo caer después de llegar al mar. Aunque sabía que como todo, se merecía un digno enterramiento. Que ella se aseguraría de darle, y con honores.
No obstante, utilizó su capacidad para desplazarse para saltar aquella muralla y para recorrer sin casi esfuerzo todo el trayecto hasta el barco. Al punto de descubrir algo que hasta ahora solo había pensado, no podía “volar”, pero podía hacer algo parecido, que tenía efecto. Contrariamente a la situación que estaba viviendo, sonrió de soslayo. Y más cuando apoyó los pies en las maderas de los barcos. Aquellos bichos corrieron a recibirla creyendo en primer momento que podría ser Haine, pero ella bufó en bajo, haciendo que se alejaran. No quería tener nada que ver con aquellas -adorables- criaturas. En otros momentos, le parecían muy majas. Tomó su capa, quitándose la funda de las espadas y la desabrocho de su cuello y pecho. Finalmente, aquella capa fue arrojada por la borda, hundiéndose al poco tiempo, al mojarse la tela. Y la media máscara que le cubría la cara, más de lo mismo. Para lo que le había servido… Abrió la funda, observando aquel objeto que acompañaba a sus dos típicas espadas en el interior y suspiró, cerrándolo de nuevo y sacudiendo la cabeza.
Pero fue hasta su camarote, dejando aquello allí y tomando algo más de abrigo -también ropa negra, dado que iba completamente de negro a pesar de la capa-, y se fue a la cocina. Allí, tras robar una botella de Ron de las dependencias, se sentó en un hueco, casi olvidada, de aquella estancia. La tapaban una silla y un mueble, así que ciertamente era complicado verla… Y le dio un trago a la botella. Ella no bebía, no desde que se había quedado sorda pues el alcohol podría ser un agravante para lo que fuera lo que tenía en los oídos. No tardaría entonces en notar la presencia de Haine, Shiro, Gato, Ban y un muerto. El muerto todavía emitía ondas, de calor, seguramente. No obstante, se tapó los oídos en un gesto automático cuando su cabeza fue azotada por las ondas provenientes del mar al chocar contra el casco del barco. Supuso que Haine había tirado la alfombra pero ella… Ella no lo había previsto. Y sin embargo, no tardó demasiado en ver al hombre. Sintió como Shiro se deslizaba hacia la parte de abajo, una zona tranquila que tenía para él y como Gato, paseaba de manera elegante por la cubierta, molesto por la presencia de aquellos bichos de Haine que tan poco le gustaban. Y los zumbidos de los drones… Y Haine, por supuesto. Le miró de reojo, escondida allí mientras daba un silencioso trago a su botella, viendo que él había cogido otra.
No eran tan diferentes para aquel entonces, ¿no? Podría decirse que eran “hermanos”. Y cuando le llegaron las ondas de su voz se puso en pie, dispuesta a seguir su posición. Hasta que sus pasos le llevaron finalmente hasta su habitación. Aquella habitación a la que a penas había pasado, porque no quería pasar. Y finalmente entró, en silencio, con la botella en la mano, dando un trago antes de desplomarse en la cama, a su lado. — No quiero seguir en el mar, Haine. Quiero irme a casa — le susurró ella, mirando al techo como si no estuviera dispuesta a “escucharlo”.
No obstante, utilizó su capacidad para desplazarse para saltar aquella muralla y para recorrer sin casi esfuerzo todo el trayecto hasta el barco. Al punto de descubrir algo que hasta ahora solo había pensado, no podía “volar”, pero podía hacer algo parecido, que tenía efecto. Contrariamente a la situación que estaba viviendo, sonrió de soslayo. Y más cuando apoyó los pies en las maderas de los barcos. Aquellos bichos corrieron a recibirla creyendo en primer momento que podría ser Haine, pero ella bufó en bajo, haciendo que se alejaran. No quería tener nada que ver con aquellas -adorables- criaturas. En otros momentos, le parecían muy majas. Tomó su capa, quitándose la funda de las espadas y la desabrocho de su cuello y pecho. Finalmente, aquella capa fue arrojada por la borda, hundiéndose al poco tiempo, al mojarse la tela. Y la media máscara que le cubría la cara, más de lo mismo. Para lo que le había servido… Abrió la funda, observando aquel objeto que acompañaba a sus dos típicas espadas en el interior y suspiró, cerrándolo de nuevo y sacudiendo la cabeza.
Pero fue hasta su camarote, dejando aquello allí y tomando algo más de abrigo -también ropa negra, dado que iba completamente de negro a pesar de la capa-, y se fue a la cocina. Allí, tras robar una botella de Ron de las dependencias, se sentó en un hueco, casi olvidada, de aquella estancia. La tapaban una silla y un mueble, así que ciertamente era complicado verla… Y le dio un trago a la botella. Ella no bebía, no desde que se había quedado sorda pues el alcohol podría ser un agravante para lo que fuera lo que tenía en los oídos. No tardaría entonces en notar la presencia de Haine, Shiro, Gato, Ban y un muerto. El muerto todavía emitía ondas, de calor, seguramente. No obstante, se tapó los oídos en un gesto automático cuando su cabeza fue azotada por las ondas provenientes del mar al chocar contra el casco del barco. Supuso que Haine había tirado la alfombra pero ella… Ella no lo había previsto. Y sin embargo, no tardó demasiado en ver al hombre. Sintió como Shiro se deslizaba hacia la parte de abajo, una zona tranquila que tenía para él y como Gato, paseaba de manera elegante por la cubierta, molesto por la presencia de aquellos bichos de Haine que tan poco le gustaban. Y los zumbidos de los drones… Y Haine, por supuesto. Le miró de reojo, escondida allí mientras daba un silencioso trago a su botella, viendo que él había cogido otra.
No eran tan diferentes para aquel entonces, ¿no? Podría decirse que eran “hermanos”. Y cuando le llegaron las ondas de su voz se puso en pie, dispuesta a seguir su posición. Hasta que sus pasos le llevaron finalmente hasta su habitación. Aquella habitación a la que a penas había pasado, porque no quería pasar. Y finalmente entró, en silencio, con la botella en la mano, dando un trago antes de desplomarse en la cama, a su lado. — No quiero seguir en el mar, Haine. Quiero irme a casa — le susurró ella, mirando al techo como si no estuviera dispuesta a “escucharlo”.
Minato Kazuo
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Luchs le contestó para decirle que tenía que ir a ayudar a dos miembros del Gorosei, ¿qué tan mal estaría la situación para que uno de los poderosos miembros del Gorosei necesitara ayuda? Se apresuró para llegar a la zona cuanto antes, al fin y al cabo eran las órdenes de su superior y no tenía intención alguna de desobedecerlas. Pero para ello tendría que cancelar su compromiso con Kodama, por lo que tomó su Den Den Mushi y marcó su número. —Kodama, tengo que ayudar a los miembros del Gorosei. Reúnete conmigo en las siguientes coordenadas, es posible que se necesite más que palabras para detener esta locura.— le dijo al árbol, tras lo que le dio la localización del lugar en el que se encontrarían. Guardó el Den Den Mushi y se apresuró hasta la zona donde se desarrollaría el combate. En su mente resonaron las palabras de Karl, el cual le había pedido un favor muy importante que no creía que pudiera cumplir. Pero, aunque quisiera, parecía que había llegado demasiado tarde.
Una columna de energía lo dejó clavado en el suelo, por cercanía tuvo que cubrirse con los brazos para no salir despegado hacia atrás y caer al suelo. Ese despliegue de energía y la desaparición de tres de las auras más fuertes de la zona solo podía significar una cosa: Karl había cumplido su objetivo. O al menos parte de este, pues aún debía quedar algún miembro del Gorosei con vida. Pero parece que no iba a poder cumplir la última voluntad de su ex-compañero, pues era demasiado tarde para salvarlo o si quiera entregarlo. Sintió la desaparición de Krauser, no sabía cuándo pero se había ido de aquella roca. Por tanto, o bien el cazador lo había liberado o bien Krauser se había ido agrediendo a aquel hombre, pero era algo que no se esperaba de su compañero. Suspiró y se dirigió a donde estaba el Almirante de Flota Luchs, tomando de nuevo el Den Den Mushi. —Cambio de planes Kodama-san, reúnete conmigo junto al Almirante de Flota Luchs-sama. Si el Gorosei ha desaparecido al menos la marina podría tomar un Gobierno provisional hasta que un nuevo Gorosei resurgiera, por lo que no podemos dejarle caer. Lo defenderemos con la vida y pondremos fin de una vez a esta guerra de una vez por todas.— le diría a su compañero de dura corteza.
—¡Almirante de Flota Luchs-sama! ¡Fue demasiado tarde! ¡Tenemos que terminar con esto de una vez por todas señor!— le dijo, casi ordenándole a que reaccionara, desenfundando sus Ninjatos y comenzando a "danzar" a su alrededor. Nada llegaría hasta el Almirante de Flota sin pasar a través de él primero, ya fuera un rayo de energía o un revolucionario. Quien quiera que quisiera dañarle tendría que pasar por encima de su cadáver, y con el Haki Mantra a máximo nivel al tiempo que lo rodeaba como si fuera una especie de escudo giratorio. Una espada gigante de luz se conjuró en el cielo, de forma que apuntara hacia el suelo amenazante. Cualquiera que quisiera atacar a Minato o a sus aliados recibiría ese espadazo no importaba lo fuerte que golpearan al pelirrojo. Él no podría atacar pero nada le pasaría a su superior o a un aliado si decidía atacar a cualquier persona. Quizás el Almirante Akaikarasu no tenía dotes de mando, o quizás no daba las órdenes ya que su superior estaba presente. Por eso esperaría ver qué era lo que le pedían que hiciera con el objetivo de detener la revolución y, mientras tanto, eliminaría a todos los revolucionarios que se cruzaran en su camino. No podía fallar, o la Justicia se vería despreciada por el resto de la eternidad.
Una columna de energía lo dejó clavado en el suelo, por cercanía tuvo que cubrirse con los brazos para no salir despegado hacia atrás y caer al suelo. Ese despliegue de energía y la desaparición de tres de las auras más fuertes de la zona solo podía significar una cosa: Karl había cumplido su objetivo. O al menos parte de este, pues aún debía quedar algún miembro del Gorosei con vida. Pero parece que no iba a poder cumplir la última voluntad de su ex-compañero, pues era demasiado tarde para salvarlo o si quiera entregarlo. Sintió la desaparición de Krauser, no sabía cuándo pero se había ido de aquella roca. Por tanto, o bien el cazador lo había liberado o bien Krauser se había ido agrediendo a aquel hombre, pero era algo que no se esperaba de su compañero. Suspiró y se dirigió a donde estaba el Almirante de Flota Luchs, tomando de nuevo el Den Den Mushi. —Cambio de planes Kodama-san, reúnete conmigo junto al Almirante de Flota Luchs-sama. Si el Gorosei ha desaparecido al menos la marina podría tomar un Gobierno provisional hasta que un nuevo Gorosei resurgiera, por lo que no podemos dejarle caer. Lo defenderemos con la vida y pondremos fin de una vez a esta guerra de una vez por todas.— le diría a su compañero de dura corteza.
—¡Almirante de Flota Luchs-sama! ¡Fue demasiado tarde! ¡Tenemos que terminar con esto de una vez por todas señor!— le dijo, casi ordenándole a que reaccionara, desenfundando sus Ninjatos y comenzando a "danzar" a su alrededor. Nada llegaría hasta el Almirante de Flota sin pasar a través de él primero, ya fuera un rayo de energía o un revolucionario. Quien quiera que quisiera dañarle tendría que pasar por encima de su cadáver, y con el Haki Mantra a máximo nivel al tiempo que lo rodeaba como si fuera una especie de escudo giratorio. Una espada gigante de luz se conjuró en el cielo, de forma que apuntara hacia el suelo amenazante. Cualquiera que quisiera atacar a Minato o a sus aliados recibiría ese espadazo no importaba lo fuerte que golpearan al pelirrojo. Él no podría atacar pero nada le pasaría a su superior o a un aliado si decidía atacar a cualquier persona. Quizás el Almirante Akaikarasu no tenía dotes de mando, o quizás no daba las órdenes ya que su superior estaba presente. Por eso esperaría ver qué era lo que le pedían que hiciera con el objetivo de detener la revolución y, mientras tanto, eliminaría a todos los revolucionarios que se cruzaran en su camino. No podía fallar, o la Justicia se vería despreciada por el resto de la eternidad.
William White
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Akuma no mi
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The hero is die
El combate continuaba a un ritmo frenético, mientras un enano de pequeñas dimensiones, vestido de negro, parecía contener a los sublevados de menor calibre. Mientras que el sublevado Karl parecía enfrentarse en un combate singular contra el que parecía uno de los miembros de Gorosei.
Mientras todo esto ocurría otro hombre de gran fuerza e impresión se unió al combate que observaba con atención, tanta que ignoraba por completo las posibles dificultades de la banda, me estaría comportando igual de egoísta de lo que presuponía que era Karl.
La pelea estaba llegando al su clímax cuando parecía que Karl iba a desfallecer en un vacío total para su existencia pareció realizar el que sería su último golpe, su último golpe sobre la mesa el cual determinaría el futuro de un mundo que ni él, ni el resto de los caídos verían.
Una enorme presencia precio dejar apabullados a todos los combatientes, una presencia que llego a mí debilitada, como la marea que pierde fuerza. En efecto todos habían muerto o estaban heridos, era la hora de tomar la palabra:
-¿Qué es la historia?, sino lo que acontece ante nuestros ojos -entone con dureza esas primeras palabras -¿Qué es la historia sino lo que escriben los vencedores?,¿Qué es la justicia? Todo esto parecen tenerlo muy claro todos vosotros, ahora mírense a vosotros mismos, ¿Qué es lo que ven?.
Hoy un capitulo de la historia será escrito en cada unos de vosotros, cada uno tiene unas páginas arrancadas en blanco, ¿Qué escribirán?. Yo escribiré por aquellos que no podrán hacerlo-musite al mi tío que había al lado y a todo aquel que quisiera escucharme.
Vi a unos hombres que parecían estar decidiendo lo que iban a hacer con el cuerpo de Karl. Ni muerto dejaban descansar a aquel hombre. Su aspecto era extraño, desde luego no eran ni mucho menos personas convencionales. Cogí uno de los Den den Mushi y avise al alto cargo que había al otro lado, mientras avisaba a Dexter y a la banda simultáneamente por el micrófono:
-Soy Nemo D. Armonia, director de Vegapunk Engineering & Progress Company. Comunico el fallecimiento de el almirante Karl- dije mientras veía a dos personas llevarse el cadáver.
Me apoye en un árbol de las cercanías mientras veía el panorama. Nadie parecía necesitarme, me sentía completamente inútil. Todo el rato esperando una orden que no llegaba. Había logrado sobrevivir, que no era poco, había descubierto que continuaba siendo débil. El viaje no había sido en vano. El conocimiento era poder.
¿A quien quería engañar? Caí de rodillas al suelo, me sentía abatido. la realidad me superaba, solo sentía dolor, resentimiento, y voces que pedían ayuda. Unas lágrimas puras comenzaron a inundar mis mejillas mojando levemente el negruzco y polvoriento suelo.
-"¿Cómo detener la guerra?"-pensaba yo mientras sin ninguna solución y colgaba el Den Den mushi a la espera de una llamada.
-!QUÉ ALGUIEN DETENGA ESTO¡ -grite con un grito lleno de dolor con todas mis fuerzas tratando que mi mensaje llegará a todo el mundo posible.
La solución pasaba por una orden del gobierno o por una idea brillante del capitán.
El combate continuaba a un ritmo frenético, mientras un enano de pequeñas dimensiones, vestido de negro, parecía contener a los sublevados de menor calibre. Mientras que el sublevado Karl parecía enfrentarse en un combate singular contra el que parecía uno de los miembros de Gorosei.
Mientras todo esto ocurría otro hombre de gran fuerza e impresión se unió al combate que observaba con atención, tanta que ignoraba por completo las posibles dificultades de la banda, me estaría comportando igual de egoísta de lo que presuponía que era Karl.
La pelea estaba llegando al su clímax cuando parecía que Karl iba a desfallecer en un vacío total para su existencia pareció realizar el que sería su último golpe, su último golpe sobre la mesa el cual determinaría el futuro de un mundo que ni él, ni el resto de los caídos verían.
Una enorme presencia precio dejar apabullados a todos los combatientes, una presencia que llego a mí debilitada, como la marea que pierde fuerza. En efecto todos habían muerto o estaban heridos, era la hora de tomar la palabra:
-¿Qué es la historia?, sino lo que acontece ante nuestros ojos -entone con dureza esas primeras palabras -¿Qué es la historia sino lo que escriben los vencedores?,¿Qué es la justicia? Todo esto parecen tenerlo muy claro todos vosotros, ahora mírense a vosotros mismos, ¿Qué es lo que ven?.
Hoy un capitulo de la historia será escrito en cada unos de vosotros, cada uno tiene unas páginas arrancadas en blanco, ¿Qué escribirán?. Yo escribiré por aquellos que no podrán hacerlo-musite al mi tío que había al lado y a todo aquel que quisiera escucharme.
Vi a unos hombres que parecían estar decidiendo lo que iban a hacer con el cuerpo de Karl. Ni muerto dejaban descansar a aquel hombre. Su aspecto era extraño, desde luego no eran ni mucho menos personas convencionales. Cogí uno de los Den den Mushi y avise al alto cargo que había al otro lado, mientras avisaba a Dexter y a la banda simultáneamente por el micrófono:
-Soy Nemo D. Armonia, director de Vegapunk Engineering & Progress Company. Comunico el fallecimiento de el almirante Karl- dije mientras veía a dos personas llevarse el cadáver.
Me apoye en un árbol de las cercanías mientras veía el panorama. Nadie parecía necesitarme, me sentía completamente inútil. Todo el rato esperando una orden que no llegaba. Había logrado sobrevivir, que no era poco, había descubierto que continuaba siendo débil. El viaje no había sido en vano. El conocimiento era poder.
¿A quien quería engañar? Caí de rodillas al suelo, me sentía abatido. la realidad me superaba, solo sentía dolor, resentimiento, y voces que pedían ayuda. Unas lágrimas puras comenzaron a inundar mis mejillas mojando levemente el negruzco y polvoriento suelo.
-"¿Cómo detener la guerra?"-pensaba yo mientras sin ninguna solución y colgaba el Den Den mushi a la espera de una llamada.
-!QUÉ ALGUIEN DETENGA ESTO¡ -grite con un grito lleno de dolor con todas mis fuerzas tratando que mi mensaje llegará a todo el mundo posible.
La solución pasaba por una orden del gobierno o por una idea brillante del capitán.
Dexter Black
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De repente sintió la presencia de Karl reinar sobre todas las demás. Tan sólo un segundo, un instante, y en menos de lo que tarda una bomba en estallar, el almirante había desaparecido para siempre. "¿Qué has hecho, Karl?", se preguntó mientras se alejaba un par de pasos de la batalla entre Uracha y su hermano. Junto a él se habían apagado otras dos presencias más, y una conocida. El enanito Ivanovich, líder del Cipher Pol 9, había muerto con Kurotora. Hasta el final como un héroe, a pesar de todo. ¿Qué estaba pasando? Traición de un Alto Cargo, y el mundo se desmoronaba, pero lo que no dejaba de resonar en sus oídos era el último grito del hombre antes de morir. "¡ESTA ES LA HORA! ¡EL FIN DE LA GUERRA HA LLEGADO!", pero sabía que no sería así. ¿Qué quedaba por defender ahí? Ya no lo sabía, pero la Revolución había aprovechado para adentrarse en la ciudad por completo, y su corazón se debatía entre la Justicia y el bien. ¿Luchar contra el legado de Karl o apoyarlo como su acto de valentía habría de merecer? No podía decidirse, y, de pronto, escuchó algo. Un grito desesperado, una canción lóbrega que de repente bañó todo.
-¿Qué es la historia?, sino lo que acontece ante nuestros ojos ¿Qué es la historia sino lo que escriben los vencedores?,¿Qué es la justicia? Todo esto parecen tenerlo muy claro todos vosotros, ahora mírense a vosotros mismos, ¿Qué es lo que ven?. Hoy un capitulo de la historia será escrito en cada unos de vosotros, cada uno tiene unas páginas arrancadas en blanco, ¿Qué escribirán?. Yo escribiré por aquellos que no podrán hacerlo.
Era la voz de Nemo, y su cabeza arrancó de repente. "¿Qué es la historia? Sólo una mentira en la que muchos creen. ¿Qué es la justicia? Tan sólo un par de normas malinterpretadas hasta el oxímoron. ¿Qué veo al mirarme? Sólo veo impotencia, Nemo... Y mañana... Mañana no sé qué escribiré. Tal vez escriba las páginas que ha merecido hoy Karl". Inconscientemente respondía a cada pregunta que su compañero planteaba, y no podía sino dejar escapar lágrimas desconsoladas por un amigo al que no conocía, por un rival al que nunca enfrentó, por un héroe disfrazado de villano. El almirante Kurotora dio su vida por un sueño, por un ideal. En cierto modo había alcanzado la inmortalidad, una forma de permanecer eternamente en el recuerdo de la gente. Reyes y esclavos cantarían su vida y milagros, su traición y su grito por la libertad. Había trascendido.
Miró a su hermano, y sin decir una palabra ambos sabían lo que significaba. Por muy enfadado que estuviera, ahora sólo se divertiría. Quién sabe, tal vez Uracha consiguiera vencer. Era difícil, pero confiaba en él. "Caspio, volveré a verte", dijo sin palabras recuperando su forma humana. Tan sólo una leve inclinación de cabeza, y se preparó para marchar.
-Demuéstrale de qué estás hecho, Uracha. Confío en ti.
Levantó el vuelo, dejándose elevar por un remolino de viento bajo sus pies, y reventó el techo, saliendo a la luz del día.
-Caos- suspiró, casi exasperado, viendo cómo la guerra empeoraba por momentos, y se hartó. No lo iba a consentir más. Se elevó diez metros sobre el edificio, y su sistema respiratorio se transformó en el de su forma completa. La transformación parcial le permitiría ser escuchado en toda la ciudad.
Tomó aliento. ¿Qué diría a continuación? Podía estropearlo todo con una mala frase, o arreglarlo. "Pero arreglarlo va a ser tremendamente difícil".
-¡Alto!- gritó, observando el panorama. Mucha gente concentrada en el lugar, muchas presencias moviéndose alocadamente por toda la ciudad, y el caos universal al que sucumbía de un momento a otro-. ¿Qué hacéis, hijos de la revolución, atacando en esta hora oscura? Os hacéis llamar los libertadores, justicieros, amigos del pobre... Y en esta guerra estáis atacando como simples bestias. ¿Perseguíais aniquilar al gobierno? Karl ya se ha encargado de todo- hizo una pausa, tratando de seguir hilando su discurso-. Venís a la ciudad sagrada con la única intención de alimentaros de los restos. ¿Sois revolucionarios o hienas? Sólo miserables carroñeros. Vuestros enemigos, los Dragones Celestiales, están muy lejos. Aquí sólo quedamos los peones de esta partida de ajedrez tan mal planteada. Nosotros, vosotros... Vuestro líder os arenga con promesas de justicia, libertad y gloria, igual que el Gorosei promete eso mismo a la Marina. ¿De verdad sois tan distintos? Sólo sois gente con distinto sentido de la justicia. ¿De verdad vais a matar simples reclutas por haberse "equivocado" de bando? Vuestra lucha ha perdido todo sentido ya. Retiraos, por favor. Dejad que la Marina recoja a sus muertos, marchaos y volved a reclamar esto cuando vuestro enemigo se encuentre de nuevo aquí.
Dijo lo último con cierta desgana, y fue hasta la chaqueta que Karl tiró al suelo antes de sublevarse. Se la puso a los hombros, y notó como los kilos de tela y adornos se hacían notar. No eran molestos, pero se veía bastante claro que la envergadura del almirante Kurotora era, cuanto menos, titánica. Abrochó como pud la chaqueta y comenzó a caminar, buscando gente, pero no se fijó en nadie. No había nada especial, salvo... Una cabeza de pacifista. Estaba en perfecto estado, aunque el cuerpo estaba destrozado casi por completo. Arrancó la cabeza y la sostuvo, mirando el rostro del Almirante en aquel clon.
-Chicos- dijo por el auricular, contemplando el busto de Karl-, Es hora de volver al barco. Ya no nos queda nada por hacer aquí.
Tras decir aquello comenzó a pasear por las calles, esperando encontrarse a Krauser. Llevaba con ganas de verlo desde antes de la batalla. Esperaba que aún siguiera con vida...
-¿Qué es la historia?, sino lo que acontece ante nuestros ojos ¿Qué es la historia sino lo que escriben los vencedores?,¿Qué es la justicia? Todo esto parecen tenerlo muy claro todos vosotros, ahora mírense a vosotros mismos, ¿Qué es lo que ven?. Hoy un capitulo de la historia será escrito en cada unos de vosotros, cada uno tiene unas páginas arrancadas en blanco, ¿Qué escribirán?. Yo escribiré por aquellos que no podrán hacerlo.
Era la voz de Nemo, y su cabeza arrancó de repente. "¿Qué es la historia? Sólo una mentira en la que muchos creen. ¿Qué es la justicia? Tan sólo un par de normas malinterpretadas hasta el oxímoron. ¿Qué veo al mirarme? Sólo veo impotencia, Nemo... Y mañana... Mañana no sé qué escribiré. Tal vez escriba las páginas que ha merecido hoy Karl". Inconscientemente respondía a cada pregunta que su compañero planteaba, y no podía sino dejar escapar lágrimas desconsoladas por un amigo al que no conocía, por un rival al que nunca enfrentó, por un héroe disfrazado de villano. El almirante Kurotora dio su vida por un sueño, por un ideal. En cierto modo había alcanzado la inmortalidad, una forma de permanecer eternamente en el recuerdo de la gente. Reyes y esclavos cantarían su vida y milagros, su traición y su grito por la libertad. Había trascendido.
Miró a su hermano, y sin decir una palabra ambos sabían lo que significaba. Por muy enfadado que estuviera, ahora sólo se divertiría. Quién sabe, tal vez Uracha consiguiera vencer. Era difícil, pero confiaba en él. "Caspio, volveré a verte", dijo sin palabras recuperando su forma humana. Tan sólo una leve inclinación de cabeza, y se preparó para marchar.
-Demuéstrale de qué estás hecho, Uracha. Confío en ti.
Levantó el vuelo, dejándose elevar por un remolino de viento bajo sus pies, y reventó el techo, saliendo a la luz del día.
-Caos- suspiró, casi exasperado, viendo cómo la guerra empeoraba por momentos, y se hartó. No lo iba a consentir más. Se elevó diez metros sobre el edificio, y su sistema respiratorio se transformó en el de su forma completa. La transformación parcial le permitiría ser escuchado en toda la ciudad.
Tomó aliento. ¿Qué diría a continuación? Podía estropearlo todo con una mala frase, o arreglarlo. "Pero arreglarlo va a ser tremendamente difícil".
-¡Alto!- gritó, observando el panorama. Mucha gente concentrada en el lugar, muchas presencias moviéndose alocadamente por toda la ciudad, y el caos universal al que sucumbía de un momento a otro-. ¿Qué hacéis, hijos de la revolución, atacando en esta hora oscura? Os hacéis llamar los libertadores, justicieros, amigos del pobre... Y en esta guerra estáis atacando como simples bestias. ¿Perseguíais aniquilar al gobierno? Karl ya se ha encargado de todo- hizo una pausa, tratando de seguir hilando su discurso-. Venís a la ciudad sagrada con la única intención de alimentaros de los restos. ¿Sois revolucionarios o hienas? Sólo miserables carroñeros. Vuestros enemigos, los Dragones Celestiales, están muy lejos. Aquí sólo quedamos los peones de esta partida de ajedrez tan mal planteada. Nosotros, vosotros... Vuestro líder os arenga con promesas de justicia, libertad y gloria, igual que el Gorosei promete eso mismo a la Marina. ¿De verdad sois tan distintos? Sólo sois gente con distinto sentido de la justicia. ¿De verdad vais a matar simples reclutas por haberse "equivocado" de bando? Vuestra lucha ha perdido todo sentido ya. Retiraos, por favor. Dejad que la Marina recoja a sus muertos, marchaos y volved a reclamar esto cuando vuestro enemigo se encuentre de nuevo aquí.
Dijo lo último con cierta desgana, y fue hasta la chaqueta que Karl tiró al suelo antes de sublevarse. Se la puso a los hombros, y notó como los kilos de tela y adornos se hacían notar. No eran molestos, pero se veía bastante claro que la envergadura del almirante Kurotora era, cuanto menos, titánica. Abrochó como pud la chaqueta y comenzó a caminar, buscando gente, pero no se fijó en nadie. No había nada especial, salvo... Una cabeza de pacifista. Estaba en perfecto estado, aunque el cuerpo estaba destrozado casi por completo. Arrancó la cabeza y la sostuvo, mirando el rostro del Almirante en aquel clon.
-Chicos- dijo por el auricular, contemplando el busto de Karl-, Es hora de volver al barco. Ya no nos queda nada por hacer aquí.
Tras decir aquello comenzó a pasear por las calles, esperando encontrarse a Krauser. Llevaba con ganas de verlo desde antes de la batalla. Esperaba que aún siguiera con vida...
Derian Markov
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El malherido Shichibukai cayó de rodillas, jadeando, mientras el aura de oscuridad que lo envolvía se iba desvaneciendo. Poco a poco el brazo derecho iba creciéndole de nuevo, pero cada vez a un ritmo más lento. "Se está acabando mi modo de Vampiro Perfecto... si termina antes de acabar de curarme, tendré que ingeniármelas para sobrevivir sin mi mano buena. Y en mitad de una guerra, hasta un cazador como yo se vería en apuros." Hizo un último esfuerzo y concentró sus energías en la curación. Notó cómo estas eran drenadas rápidamente y comenzó a marearse. Sin embargo, aun tenía un último recurso. Sujetó el mango de Vanator con la mano izquierda, y accedió a la reserva de energía del arma. Notó una reserva absurdamente grande de esta. El arma había drenado toda la energía vital del gyojin antes de su muerte al quedarse clavada en su cuerpo, y ahora contenía tanta energía que podría haber soportado otro combate más (de menor intensidad). Sin embargo, no quería gastar semejante tesoro. Empleó tan sólo la necesaria para terminar de curarse, y un poco más para combatir parte del cansancio y ponerse en pie.
- ¡Drake...! Ven aquí... - lo llamó, con una voz desgarrada, que casi no sonaba a la suya - Arráncale la cabeza a este monstruo. La expondré como trofeo en mi castillo. Con cuidado... ya está bastante destrozada por mi golpe. No quiero que rompa del todo.
El propio vampiro se sorprendió de lo débil que había sonado. Nunca antes había estado así. Entonces fue cuando se hizo verdaderamente consciente de lo cerca que había estado de la muerte. Sin el poder de vampiro auténtico que había adquirido en Ireos, habría muerto desangrado. Su cuerpo era ahora como el de un no-muerto, y sólo por eso había podido continuar luchando con heridas incapacitantes y tras perder dos extremidades en un día. Y también sólo por eso no había caído inconsciente del cansancio o el dolor. Era la primera vez que ganaba tan al límite. En su única derrota, contra Arribor Neus, había acabado en mejor estado (al fin y al cabo no había sido a muerte). Se levantó, medio tambaleándose, y arrancó sus armas del cuerpo de la bestia. Al final ni siquiera había llegado a conocer su nombre. Se sentó encima del cadáver y sacó un paño, con el que limpió ambas armas con esmero antes de envainarlas. Tras eso se giró hacia el cadáver aun sangrante. No le gustaba demasiado la sangre de gyojin... y esta empezaba a coagularse. Sin embargo, aun estaba buena para tomar, y la verdad es que tenía bastante sed. Se apoyó sobre la criatura y empezó a arrancarle piezas del exoesqueleto que había quedado sueltas tras su carga, y le clavó los dientes en la carne que quedó expuesta. Al principio bebió con calma, pero tras los primeros tragos descubrió la inmensa sed que tenía. Entonces comenzó a beber con avidez animal, succionando toda la sangre que pudo. Separó la boca ensangrentada del cadáver, con un brillo fiero en los ojos. Tras aquello, volvía a parecer el mismo Derian de siempre. Se alzó, con sus fríos ojos dorado observando el horizonte.
- Yo soy el cazador... - apoyó la mano sobre la empuñadura de Vanator - Ha llegado la hora de que los habitantes de Hallstat lo sepan. Derrotaré a esos falsos reyes de los Krastov, y recuperaré el legítimo lugar que me corresponde en el trono como heredero directo de Sorin el Grande, primer rey de Hallstat.
Se giró y observó los destrozos. Hacía escasas horas, allí se alzaba una ciudad magnífica, joya del mundo. Ahora estaba destrozada y en ruinas. Comenzó a caminar con decisión entre los escombros, e hizo un gesto a Drake para que le siguiera. El noble se movía con elegancia felina, vigilante a todo lo que ocurría a su alrededor. Se aproximó a un edificio medianamente alto en pie, y de un salto casi sobrenatural llegó al tejado. Casi había parecido como si fuera ingrávido. Se subió a la chimenea, y se colocó agazapado sobre esta. Su impresionante vista, mejor que la de muchas aves rapaces, le permitió ver lo que ocurría en el resto de la ciudad. La Marina había sido casi borrada del mapa, y no quedaba ni rastro de los gyojins. En su lugar, vio la bandera de los Akai Ryu, las huestes del yonkou Kirito, junto a un montón de hombres armados... ¿revolucionarios?. Y por otro, una enorme columna de energía, precedida por un grito de guerra. El suelo tembló, y Derian tuvo que equilibrarse para no caer. ¿Qué había sido eso? Tres presencias de las más poderosas de la ciudad se apagaron totalmente. "Acaban de morir tres personas... ¿quién es el monstruo que ha generado semejante destrucción?" se preguntó, mirando en dirección al cráter resultante de la explosión. Aquello no parecía que hubiese sido una bomba. De repente notó un olor extrañamente familiar en la lejanía... no podía ser. ¿Seguía vivo? El vampiro dio un salto repentino, y comenzó a volar. Tras recorrer unos centenares de metros, se posó en un tejado y observó al hombre que peleaba con Uracha D. Azertxo. había cambiado físicamente, pero aun olía como siempre. Derian entrecerró los ojos y dijo:
- Has cambiado, Verdugo. No esperaba que siguieras vivo. Puedo notar tu poder... te has convertido en un auténtico cazador - se incorporó - Una pena que dejaras Dark Ascension. Pero en fin, eso nos diferencia de las presas, nada puede atar a un cazador.
Sin decir nada más, hizo una señal a Drake y alzó el vuelo. Poco más tenía que hacer allí. Había acudido al mandato del Gobierno, y este había sido derrotado. No iba a quedarse a defender una ciudad que ya habían perdido de antemano. Aquella no era su guerra, y el Gobierno se había negado a ayudarle con Hallstat. Si querían retirarle el título por irse ahora... allá ellos. Tras aquella batalla, habían perdido su poder. Dudaba que se lo retirasen, aunque pensándolo bien incluso le daría un poco igual. Se había aliado con el Gobierno por conveniencia, para utilizar su poder. Si perdían ese poder, dejaban de serle de utilidad. En todo caso, si le mantenían el título él continuaría sus labores de Shichibukai. "En todo caso... todo el mundo está cesando de pelear o retirándose ya. Poco le queda a esta guerra para acabar." Notó un olor y una presencia muy familiares de nuevo. Descendió a tierra junto al cuartel marine. Podía oler el aroma de Il Bianco, y recordó que lo había visto siendo arrestado. Entró al edificio y lo vio recogiendo sus cosas.
- Il Bianco, se ha acabado la guerra. No se vos, pero yo no he sacado gran provecho de esta más allá de un buen combate y un arma. Ahora mismo me encaminaré al norte a iniciar una nueva guerra... es hora de conquistar mi tierra natal. ¿Vendréis conmigo? Si os unís a mi gente, como Shichibukai que soy tendréis mi protección frente al Gobierno. Y creo que la necesitaréis tras vuestro arresto...
Tomase la decisión que tomara el mafioso, acto seguido marcharía de la isla con Drake, Primero comprobaría si el Vela de Plata seguía intacto, y se encaminarían a Hallstat. Su destino le aguardaba.
Off: Con este post, me retiro del capítulo.- ¡Drake...! Ven aquí... - lo llamó, con una voz desgarrada, que casi no sonaba a la suya - Arráncale la cabeza a este monstruo. La expondré como trofeo en mi castillo. Con cuidado... ya está bastante destrozada por mi golpe. No quiero que rompa del todo.
El propio vampiro se sorprendió de lo débil que había sonado. Nunca antes había estado así. Entonces fue cuando se hizo verdaderamente consciente de lo cerca que había estado de la muerte. Sin el poder de vampiro auténtico que había adquirido en Ireos, habría muerto desangrado. Su cuerpo era ahora como el de un no-muerto, y sólo por eso había podido continuar luchando con heridas incapacitantes y tras perder dos extremidades en un día. Y también sólo por eso no había caído inconsciente del cansancio o el dolor. Era la primera vez que ganaba tan al límite. En su única derrota, contra Arribor Neus, había acabado en mejor estado (al fin y al cabo no había sido a muerte). Se levantó, medio tambaleándose, y arrancó sus armas del cuerpo de la bestia. Al final ni siquiera había llegado a conocer su nombre. Se sentó encima del cadáver y sacó un paño, con el que limpió ambas armas con esmero antes de envainarlas. Tras eso se giró hacia el cadáver aun sangrante. No le gustaba demasiado la sangre de gyojin... y esta empezaba a coagularse. Sin embargo, aun estaba buena para tomar, y la verdad es que tenía bastante sed. Se apoyó sobre la criatura y empezó a arrancarle piezas del exoesqueleto que había quedado sueltas tras su carga, y le clavó los dientes en la carne que quedó expuesta. Al principio bebió con calma, pero tras los primeros tragos descubrió la inmensa sed que tenía. Entonces comenzó a beber con avidez animal, succionando toda la sangre que pudo. Separó la boca ensangrentada del cadáver, con un brillo fiero en los ojos. Tras aquello, volvía a parecer el mismo Derian de siempre. Se alzó, con sus fríos ojos dorado observando el horizonte.
- Yo soy el cazador... - apoyó la mano sobre la empuñadura de Vanator - Ha llegado la hora de que los habitantes de Hallstat lo sepan. Derrotaré a esos falsos reyes de los Krastov, y recuperaré el legítimo lugar que me corresponde en el trono como heredero directo de Sorin el Grande, primer rey de Hallstat.
Se giró y observó los destrozos. Hacía escasas horas, allí se alzaba una ciudad magnífica, joya del mundo. Ahora estaba destrozada y en ruinas. Comenzó a caminar con decisión entre los escombros, e hizo un gesto a Drake para que le siguiera. El noble se movía con elegancia felina, vigilante a todo lo que ocurría a su alrededor. Se aproximó a un edificio medianamente alto en pie, y de un salto casi sobrenatural llegó al tejado. Casi había parecido como si fuera ingrávido. Se subió a la chimenea, y se colocó agazapado sobre esta. Su impresionante vista, mejor que la de muchas aves rapaces, le permitió ver lo que ocurría en el resto de la ciudad. La Marina había sido casi borrada del mapa, y no quedaba ni rastro de los gyojins. En su lugar, vio la bandera de los Akai Ryu, las huestes del yonkou Kirito, junto a un montón de hombres armados... ¿revolucionarios?. Y por otro, una enorme columna de energía, precedida por un grito de guerra. El suelo tembló, y Derian tuvo que equilibrarse para no caer. ¿Qué había sido eso? Tres presencias de las más poderosas de la ciudad se apagaron totalmente. "Acaban de morir tres personas... ¿quién es el monstruo que ha generado semejante destrucción?" se preguntó, mirando en dirección al cráter resultante de la explosión. Aquello no parecía que hubiese sido una bomba. De repente notó un olor extrañamente familiar en la lejanía... no podía ser. ¿Seguía vivo? El vampiro dio un salto repentino, y comenzó a volar. Tras recorrer unos centenares de metros, se posó en un tejado y observó al hombre que peleaba con Uracha D. Azertxo. había cambiado físicamente, pero aun olía como siempre. Derian entrecerró los ojos y dijo:
- Has cambiado, Verdugo. No esperaba que siguieras vivo. Puedo notar tu poder... te has convertido en un auténtico cazador - se incorporó - Una pena que dejaras Dark Ascension. Pero en fin, eso nos diferencia de las presas, nada puede atar a un cazador.
Sin decir nada más, hizo una señal a Drake y alzó el vuelo. Poco más tenía que hacer allí. Había acudido al mandato del Gobierno, y este había sido derrotado. No iba a quedarse a defender una ciudad que ya habían perdido de antemano. Aquella no era su guerra, y el Gobierno se había negado a ayudarle con Hallstat. Si querían retirarle el título por irse ahora... allá ellos. Tras aquella batalla, habían perdido su poder. Dudaba que se lo retirasen, aunque pensándolo bien incluso le daría un poco igual. Se había aliado con el Gobierno por conveniencia, para utilizar su poder. Si perdían ese poder, dejaban de serle de utilidad. En todo caso, si le mantenían el título él continuaría sus labores de Shichibukai. "En todo caso... todo el mundo está cesando de pelear o retirándose ya. Poco le queda a esta guerra para acabar." Notó un olor y una presencia muy familiares de nuevo. Descendió a tierra junto al cuartel marine. Podía oler el aroma de Il Bianco, y recordó que lo había visto siendo arrestado. Entró al edificio y lo vio recogiendo sus cosas.
- Il Bianco, se ha acabado la guerra. No se vos, pero yo no he sacado gran provecho de esta más allá de un buen combate y un arma. Ahora mismo me encaminaré al norte a iniciar una nueva guerra... es hora de conquistar mi tierra natal. ¿Vendréis conmigo? Si os unís a mi gente, como Shichibukai que soy tendréis mi protección frente al Gobierno. Y creo que la necesitaréis tras vuestro arresto...
Tomase la decisión que tomara el mafioso, acto seguido marcharía de la isla con Drake, Primero comprobaría si el Vela de Plata seguía intacto, y se encaminarían a Hallstat. Su destino le aguardaba.
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La persona que se encontraba junto a mí desaparecía. Al parecer el anciano había luchado demasiado. Creó una copia de sí mismo, y se desvaneció. Traté de llamarlo antes de que se fuera, pero no tuve tiempo a pronunciar palabra alguna. Nunca sabré quién era aquél tipo. Aquella persona se llevaría su secreto a la tumba. Ojalá pudiera descansar en paz, en el cielo, o liberarse de todos sus pecados en el purgatorio, lo que fuere.
Dejé de pensar en muertes y en desapariciones y me dirigí hacia Neo, quien por lo visto era médico como yo. Kogáto mencionó un par de palabras, pidiendo que lo curaran, mientras que Drako caía desmayado. El último ataque del Líder del Cipher Pol 9 había sido doloroso para mis aliados. Me apuré para sostener a Drako y que no cayera al suelo. Miré por su estómago y estaba lleno de agujeros. Por suerte para todos, no había llegado el dedo de Ivanovich a ningún punto vital. Llevé a Drako a mis espaldas y tantee en el suelo los artefactos médicos que había tirado en el suelo, luego de la furia por la muerte de Karl. Luego de cogerlas, levanté la cabeza, mira a Neo fijamente, y le señalé el cuerpo de Kogáto, para que vaya y lo cure.
Un desangre no sería al menos la causa de muerte de Drako. Había que hacerle unos cuantos puntos para cerrar los agujeros hechos por Inanovich, y después vendarlo para que no pierda sangre, ni para que se le salgan los puntos con un brusco movimiento. Coloqué mi mano en su frente, y me di cuenta de que fiebre no tenía. Fue ahí cuando recordé que el Líder del CP9 había tomado un medicamento en mitad de la pelea, así que fui corriendo y tanteé en sus bolsillos. Esperaba encontrar una especie de medicamento, quizás podía servirme de algo en un futuro. De encontrarlo, lo guardaría y continuaría con la recuperación de Drako, mientras miraba cada tanto a Kogáto de reojo.
- Te pondrás bien - dije a un inconsciente Marine, el cual creía que no podía escucharme. -. Apuesto lo que fuere a que aprenderás y saldrás más fuerte luego de esta batalla. Ahora dime, ¿Te quedarás en la Marine? Puedes venirte a la Revolución si quieres. Te estaré esperando con los brazos abiertos, compañero. - finalicé, hablando como si Drako entendiera cada palabra de lo que le decía. No sé por qué pero tuve la sensación de que podía escucharme. ¿Despertaría?
Drako, Vagadus, Kogáto, todavía los menciono.
Dejé de pensar en muertes y en desapariciones y me dirigí hacia Neo, quien por lo visto era médico como yo. Kogáto mencionó un par de palabras, pidiendo que lo curaran, mientras que Drako caía desmayado. El último ataque del Líder del Cipher Pol 9 había sido doloroso para mis aliados. Me apuré para sostener a Drako y que no cayera al suelo. Miré por su estómago y estaba lleno de agujeros. Por suerte para todos, no había llegado el dedo de Ivanovich a ningún punto vital. Llevé a Drako a mis espaldas y tantee en el suelo los artefactos médicos que había tirado en el suelo, luego de la furia por la muerte de Karl. Luego de cogerlas, levanté la cabeza, mira a Neo fijamente, y le señalé el cuerpo de Kogáto, para que vaya y lo cure.
Un desangre no sería al menos la causa de muerte de Drako. Había que hacerle unos cuantos puntos para cerrar los agujeros hechos por Inanovich, y después vendarlo para que no pierda sangre, ni para que se le salgan los puntos con un brusco movimiento. Coloqué mi mano en su frente, y me di cuenta de que fiebre no tenía. Fue ahí cuando recordé que el Líder del CP9 había tomado un medicamento en mitad de la pelea, así que fui corriendo y tanteé en sus bolsillos. Esperaba encontrar una especie de medicamento, quizás podía servirme de algo en un futuro. De encontrarlo, lo guardaría y continuaría con la recuperación de Drako, mientras miraba cada tanto a Kogáto de reojo.
- Te pondrás bien - dije a un inconsciente Marine, el cual creía que no podía escucharme. -. Apuesto lo que fuere a que aprenderás y saldrás más fuerte luego de esta batalla. Ahora dime, ¿Te quedarás en la Marine? Puedes venirte a la Revolución si quieres. Te estaré esperando con los brazos abiertos, compañero. - finalicé, hablando como si Drako entendiera cada palabra de lo que le decía. No sé por qué pero tuve la sensación de que podía escucharme. ¿Despertaría?
Drako, Vagadus, Kogáto, todavía los menciono.
- Resumen:
- Ver desaparecer a La Mente - Ayudar a sanar las heridas de Drako - "ordenar" a Vagadus que sane a Kogáto - curar a Drako - Buscar el medicamento que tenía Ivanovich (a elección de Empa si lo consigo o no) - aconsejarle a Drako que se una a la Revolución.
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Drake observó como su líder acababa aquel trabajo. Se acercó despacio mientras sonreía amablemente como de costumbre, el vampiro le pidió que arrancara la cabeza de aquella cosa, lo que hizo al castaño asentir y dirigirse al pez. Usó su pie para sujetar la cabeza de aquel monstruo y con su mano lo agarró y empezó a tirar con su fuerza inhumana hasta haberla arrancado. Después siguió al vampiro tranquilamente, se elevó por los cielos cuando lo vio subir a aquella chimenea. Una vez allí suspiró observando alrededor la gran destrucción que había sus verdosos ojos de repente cambiaron a un tono dorado, una enorme presencia comenzó a apagarse junto a otras, pero esas otras le importaban una basura. Se centró en la que conocía y sus ojos se abrieron como platos, después tragó saliva y entrecerró los ojos apretando su puño “Karl…” Pensó al mismo tiempo que el viento agitaba su pelo. Su rival y amigo había caído, eso le hizo fruncir el ceño de forma exagerada notando como su ojo derecho cambiaba a un tono rojizo. Pero en ese momento usó su fuerza de voluntad y calmó a Slayer en poco tiempo. Miró a su pantalón, en uno de aquellos bolsillos llevaba la máscara de noche, pero el estar pendiente a su líder impidió que pudiera usarla.
El día estaba ya echado para él, no pudo evitar mirar al cielo y entristecerse un poco “Karl desempataremos en el infierno, pero espérame un poco, aún tengo varias metas que hacer en este mundo” Se refería a servir a Derian hasta la muerte y de cuidar a su familia. Por un momento sus pupilas brillaron un momento mostrando así que se hallaba muy mosqueado. Empezó de nuevo a seguir a su maestro y de repente notó otra presencia, aquello no podía estar pasándole a él de ninguna forma. No tardaron mucho en llegar y el lobo blanco quedó paralizado al ver de quién se trataba “Nat”. Cinco años o más buscándolo y ahora estaba frente a sus ojos ¿Pero por qué estaba con Uracha? ¿Iban a pelear? ¿Acaso estaba con el gobierno también y ni siquiera había hecho por buscarle? Drake se quedó bastante marcado por eso, sus ojos estaban demasiado abiertos ahora, su mirada estaba clavada en la persona que tenía delante de sus ojos. Maldición, ni siquiera tenía tiempo de ir a abrazarle y golpearle con toda su fuerza por haber desaparecido, sin embargo algo se calmó dentro del luchador, sabía que su hermano estaba vivo y eso le hizo sonreír unos momentos.
Pudo ver como Derian continuaba ahora su viaje, él se quedó allí quieto mirándole a los ojos, totalmente callado y mostrando una sonrisa de alivio, felicidad y calma. Su estado era algo lamentable pues no tenía mano ni parte de la muñeca, tenía algo de sangre por el cuerpo y parecía cansado. Sin embargo eso no quitaba que sus energías estuvieran a tope debido al buen descanso observando al vampiro. Miró por unos momentos a Uracha, uno de los miembros de la brigada cero de Sons Anarchy, él también estuvo un tiempo junto a los demás. Sin embargo ahora había pasado demasiado tiempo, el luchador liberó en ese momento un aura negra de su cuerpo y de repente se desplazó a gran velocidad hasta colocarse al lado de Nat. Sus ojos seguían clavados en los suyos en todo momento y trató de abrazarle con fuerza (asegurándose de que nada atacara claro) no sabía si sería rechazado pero fuese como fuese le susurró en un tono grave y serio (pero que expresaba felicidad)
- Llevo mucho tiempo buscándote hermano… no sé las razones que te han llevado a ni siquiera buscarme… pero… solo puedo decirte que uno de mis sueños acaba de cumplirse. Volver a abrazarte y comprobar que estás vivo… debo ir con Derian. Hablaremos en unos días, pienso volver a verte. Por cierto eres tito ¡!!hehehe!!!
Dicho eso sonrió ampliamente y se echó a un lado mientras observaba a Uracha, no tenía nada que hacer contra Nat, si iban a pelear era una batalla absurda. Ahora el chico lobo se despidió guiñándole el ojo a su hermano y acto seguido salió disparado junto al vampiro, su velocidad era bastante buena debido al SN1. No tardó en reunirse con él y descubrió que estaba junto a un hombre de pelo blanco. Escuchó las palabras de su maestro y sonrió de lado, los ojos del lobo se iluminaron en dorado mientras se relamía, ese día había perdido a un gran amigo y luchador, Karl. Por otro lado sabía que Nat estaba vivo y eso le tenía muy feliz, se colocó al lado del moreno y esperó la decisión de aquel tipo. Después de aquello agarró bien la cabeza del hombre pez y se largó junto a Derian. “Y pensar que todo esto se ha liado por comerme a Krabbo… ¡Hehehehehehehehe”!
El día estaba ya echado para él, no pudo evitar mirar al cielo y entristecerse un poco “Karl desempataremos en el infierno, pero espérame un poco, aún tengo varias metas que hacer en este mundo” Se refería a servir a Derian hasta la muerte y de cuidar a su familia. Por un momento sus pupilas brillaron un momento mostrando así que se hallaba muy mosqueado. Empezó de nuevo a seguir a su maestro y de repente notó otra presencia, aquello no podía estar pasándole a él de ninguna forma. No tardaron mucho en llegar y el lobo blanco quedó paralizado al ver de quién se trataba “Nat”. Cinco años o más buscándolo y ahora estaba frente a sus ojos ¿Pero por qué estaba con Uracha? ¿Iban a pelear? ¿Acaso estaba con el gobierno también y ni siquiera había hecho por buscarle? Drake se quedó bastante marcado por eso, sus ojos estaban demasiado abiertos ahora, su mirada estaba clavada en la persona que tenía delante de sus ojos. Maldición, ni siquiera tenía tiempo de ir a abrazarle y golpearle con toda su fuerza por haber desaparecido, sin embargo algo se calmó dentro del luchador, sabía que su hermano estaba vivo y eso le hizo sonreír unos momentos.
Pudo ver como Derian continuaba ahora su viaje, él se quedó allí quieto mirándole a los ojos, totalmente callado y mostrando una sonrisa de alivio, felicidad y calma. Su estado era algo lamentable pues no tenía mano ni parte de la muñeca, tenía algo de sangre por el cuerpo y parecía cansado. Sin embargo eso no quitaba que sus energías estuvieran a tope debido al buen descanso observando al vampiro. Miró por unos momentos a Uracha, uno de los miembros de la brigada cero de Sons Anarchy, él también estuvo un tiempo junto a los demás. Sin embargo ahora había pasado demasiado tiempo, el luchador liberó en ese momento un aura negra de su cuerpo y de repente se desplazó a gran velocidad hasta colocarse al lado de Nat. Sus ojos seguían clavados en los suyos en todo momento y trató de abrazarle con fuerza (asegurándose de que nada atacara claro) no sabía si sería rechazado pero fuese como fuese le susurró en un tono grave y serio (pero que expresaba felicidad)
- Llevo mucho tiempo buscándote hermano… no sé las razones que te han llevado a ni siquiera buscarme… pero… solo puedo decirte que uno de mis sueños acaba de cumplirse. Volver a abrazarte y comprobar que estás vivo… debo ir con Derian. Hablaremos en unos días, pienso volver a verte. Por cierto eres tito ¡!!hehehe!!!
Dicho eso sonrió ampliamente y se echó a un lado mientras observaba a Uracha, no tenía nada que hacer contra Nat, si iban a pelear era una batalla absurda. Ahora el chico lobo se despidió guiñándole el ojo a su hermano y acto seguido salió disparado junto al vampiro, su velocidad era bastante buena debido al SN1. No tardó en reunirse con él y descubrió que estaba junto a un hombre de pelo blanco. Escuchó las palabras de su maestro y sonrió de lado, los ojos del lobo se iluminaron en dorado mientras se relamía, ese día había perdido a un gran amigo y luchador, Karl. Por otro lado sabía que Nat estaba vivo y eso le tenía muy feliz, se colocó al lado del moreno y esperó la decisión de aquel tipo. Después de aquello agarró bien la cabeza del hombre pez y se largó junto a Derian. “Y pensar que todo esto se ha liado por comerme a Krabbo… ¡Hehehehehehehehe”!
Luego de acabar con los últimos robots blancos me quedé perplejo observando la titánica batalla que se batía en contra del gorosei, jamás en mi vida me sentí tan impotente como en aquel momento, hasta que el ultimo trago de tan enviciaste escena de ira y destrucción atravesó mi garganta... cuanta amargura podía conllevar una demostración tan audaz de la palabra "Justicia", mi alma se llenó de respeto al ahora difunto almirante Kurotora, pues su nombre pasaría a la historia, transmitiéndose de boca en boca, como una luz de esperanza, una fuente de inspiración, no solo para la marina, si no también para la revolución y para todo el que tenga en su corazón una mínima sed de justicia, esa imagen se había plasmado en el centro de mi ser, y la llevaría con migo a donde fuese.
Inevitablemente comencé a sentir humedad en mis ojos, pero sacudí la cabeza e intenté limpiar mi mente pues luego de una rápida mirada a mi alrededor era claro que había llegado el momento de poner orden aquí, descendí del crustáceo muerto dando saltos entre sus extremidades viendo al pasar los cuerpos destrozados de los pacificadores que asemejaban al almirante, al tocar el suelo me esforcé por mantener la compostura y caminé hacia mis compañeros, las tropas revolucionarias seguían avanzando en una lucha sin sentido contra el resto de las facciones, y como comandante era mi deber hacer algo para detener una matanza que no tenía razón de ser, fue cuando vi una patrulla de revolucionarios abriéndose paso agresivamente, raudamente detuve a uno de ellos con un silvio y un gesto, claramente me recoció enseguida pues se paró firme frente a mi.
¿quien está a cargo de este escuadrón?
Le interrogué con firmeza, pero antes de que pudiera responderme un segundo sujeto apareció tras de él con un leve aire de superioridad.
Ese sería yo comandante, soldado Robert, a su servicio
Soldado, quiero que se lleve a dos de sus hombres y haga los preparativos para la retirada, comunique esto a todas las unidades que pueda me tomé un instante para tomar aire y tragar saliva... Esta guerra ya acabó...
Al oír esto los hombres se acercaron murmurando confundidos. Todo el escuadrón me miraba atónito, al parecer no tenían consciencia de lo ocurrido pues se habían concentrado en atacar a sus enemigos, así que forcé una media-sonrisa y aseveré sin perder firmeza en mi voz Animo reclutas, ganamos, el gorosei ha caído, el resto es seguir repartiendo cadáveres sin sentido por el campo de batalla, y eso no me suena a justicia caballeros
Parecía haber funcionado, se les veía con buena, moral y estaban listos para volver a casa.
Sea cauteloso soldado Robert, el resto de sus hombres, conmigo, haremos una visita rápida al mercad y a los edificios cercanos, mucha gente ha muerto en esta guerra, gente poderosa, y por supuesto,varios usuarios, buscaremos frutas de aspecto extraño, no podemos dejar tan peligroso botín en manos del gobierno, o lo que queda de él.
dicho esto, y acompañado de un grupo de doce hombres, comencé una búsqueda de alguna fruta del diablo a la cual se haya dado origen durante la ardua guerra, las probabilidades hacían pensar que más de alguna podía haber quedado regada por la zona, buscaríamos en casas edificios y mercados, atacando solo para defendernos, con estrictas ordenes de avisar sobre cualquier fruto llamativo que se encontrase.
Mientras ejecutábamos la búsqueda pude ver al líder de la revolución proclamar nuestra victoria, la revolución ya estaba replegándose y avanzábamos animosos por las calles para cumplir la misión que yo mismo había encomendados, pero aun cuando la victoria era nuestra podía leer en sus rostro cierta intriga, era obvio, tales dudas también llegaban a mi mente.
¿Que ocurrirá ahora, se acabó la tiranía?¿se rehará un nuevo gorosei?¿el gobierno admitirá esta derrota?¿será que alcanzamos nuestra sed de justicia, o solo hemos ganado una mano de una infinita partida de poker en la que la casa siempre acaba por ganar?
Inevitablemente comencé a sentir humedad en mis ojos, pero sacudí la cabeza e intenté limpiar mi mente pues luego de una rápida mirada a mi alrededor era claro que había llegado el momento de poner orden aquí, descendí del crustáceo muerto dando saltos entre sus extremidades viendo al pasar los cuerpos destrozados de los pacificadores que asemejaban al almirante, al tocar el suelo me esforcé por mantener la compostura y caminé hacia mis compañeros, las tropas revolucionarias seguían avanzando en una lucha sin sentido contra el resto de las facciones, y como comandante era mi deber hacer algo para detener una matanza que no tenía razón de ser, fue cuando vi una patrulla de revolucionarios abriéndose paso agresivamente, raudamente detuve a uno de ellos con un silvio y un gesto, claramente me recoció enseguida pues se paró firme frente a mi.
¿quien está a cargo de este escuadrón?
Le interrogué con firmeza, pero antes de que pudiera responderme un segundo sujeto apareció tras de él con un leve aire de superioridad.
Ese sería yo comandante, soldado Robert, a su servicio
Soldado, quiero que se lleve a dos de sus hombres y haga los preparativos para la retirada, comunique esto a todas las unidades que pueda me tomé un instante para tomar aire y tragar saliva... Esta guerra ya acabó...
Al oír esto los hombres se acercaron murmurando confundidos. Todo el escuadrón me miraba atónito, al parecer no tenían consciencia de lo ocurrido pues se habían concentrado en atacar a sus enemigos, así que forcé una media-sonrisa y aseveré sin perder firmeza en mi voz Animo reclutas, ganamos, el gorosei ha caído, el resto es seguir repartiendo cadáveres sin sentido por el campo de batalla, y eso no me suena a justicia caballeros
Parecía haber funcionado, se les veía con buena, moral y estaban listos para volver a casa.
Sea cauteloso soldado Robert, el resto de sus hombres, conmigo, haremos una visita rápida al mercad y a los edificios cercanos, mucha gente ha muerto en esta guerra, gente poderosa, y por supuesto,varios usuarios, buscaremos frutas de aspecto extraño, no podemos dejar tan peligroso botín en manos del gobierno, o lo que queda de él.
dicho esto, y acompañado de un grupo de doce hombres, comencé una búsqueda de alguna fruta del diablo a la cual se haya dado origen durante la ardua guerra, las probabilidades hacían pensar que más de alguna podía haber quedado regada por la zona, buscaríamos en casas edificios y mercados, atacando solo para defendernos, con estrictas ordenes de avisar sobre cualquier fruto llamativo que se encontrase.
Mientras ejecutábamos la búsqueda pude ver al líder de la revolución proclamar nuestra victoria, la revolución ya estaba replegándose y avanzábamos animosos por las calles para cumplir la misión que yo mismo había encomendados, pero aun cuando la victoria era nuestra podía leer en sus rostro cierta intriga, era obvio, tales dudas también llegaban a mi mente.
¿Que ocurrirá ahora, se acabó la tiranía?¿se rehará un nuevo gorosei?¿el gobierno admitirá esta derrota?¿será que alcanzamos nuestra sed de justicia, o solo hemos ganado una mano de una infinita partida de poker en la que la casa siempre acaba por ganar?
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Parecía que las cosas continuaban empeorando, la guerra se tornaba a cada momento más preocupante y en mi actual estado no era más qué una molestia. Si alguna amenaza aparecía yo no sería capaz de defender a Kaede y eso era algo que no me perdonaría en la vida. Mi subconsciente era invadido tras aquel pensamiento por cientos de situaciones en las que no era capaz de defender a Kaede y la frustración se fue apoderando de mi ser por momentos. Por suerte la voz de Kaede me sacó de aquel trance y me hizo volver a la realidad, por lo visto ella acababa de volver tras haberse alejado de mí unos metros en busca de algo que había por allí. Realmente no había prestado atención a que era aquel objeto por tanto antes de que me percatará Kaede ya había vuelto con él, pero yo seguía sumido en mis pensamientos.
De nuevo las palabras de Kaede acompañadas de un suave beso en el que sus finos labios acariciaron mi cara tras haber apartado un poco la máscara disiparon todas las dudas que tenía en mí. Desde luego la idea de Kaede me parecía la más acertada en aquel momento pues, cada segundo que pasábamos allí causaba que mi preocupación aumentara. Menos mal que Kaede estaba conmigo, no se en aquella situación y tras todo lo acontecido durante la guerra si habría sido capaz de seguir cómo lo había hecho hasta ahora. Aunque pensar en eso ahora era una estupidez ella estaba allí y yo por suerte aun era capaz de acompañarla por tanto tiempo como vida me quedara. Tras aquello asentí mientras sonreía, acto seguido deposite de nuevo la máscara sobre mi cara, tomé a Kaede por la cadera y haciendo un último esfuerzo con las fuerzas que me quedaban bajé pegando saltos hasta llegar de nuevo al nivel del suelo.
- Va siendo hora de marcharnos, como bien has dicho no estamos en condiciones para representar tan siquiera una mancha en esta guerra. Pero Kaede, gracias por estar aquí, no se que habría hecho sin ti en esta situación. - Tras decir aquello empecé a caminar junto a ella. -
De nuevo las palabras de Kaede acompañadas de un suave beso en el que sus finos labios acariciaron mi cara tras haber apartado un poco la máscara disiparon todas las dudas que tenía en mí. Desde luego la idea de Kaede me parecía la más acertada en aquel momento pues, cada segundo que pasábamos allí causaba que mi preocupación aumentara. Menos mal que Kaede estaba conmigo, no se en aquella situación y tras todo lo acontecido durante la guerra si habría sido capaz de seguir cómo lo había hecho hasta ahora. Aunque pensar en eso ahora era una estupidez ella estaba allí y yo por suerte aun era capaz de acompañarla por tanto tiempo como vida me quedara. Tras aquello asentí mientras sonreía, acto seguido deposite de nuevo la máscara sobre mi cara, tomé a Kaede por la cadera y haciendo un último esfuerzo con las fuerzas que me quedaban bajé pegando saltos hasta llegar de nuevo al nivel del suelo.
- Va siendo hora de marcharnos, como bien has dicho no estamos en condiciones para representar tan siquiera una mancha en esta guerra. Pero Kaede, gracias por estar aquí, no se que habría hecho sin ti en esta situación. - Tras decir aquello empecé a caminar junto a ella. -
- ”Resumen”:
- Bajo junto a Kaede del tejado y nos encaminamos para dejar aquella guerra, va siendo hora de marcharse.
Ryusen Higure
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El joven Eoghan corre como puede por las calles de aquella inmensa ciudad buscando un puerto o algún lugar donde encontrar un barco para poder alejarse de aquella guerra y llevar a Bale D. Edward y su compañero a un lugar seguro. El joven felino es consciente de que su compañero Rowan está cerca cargando al sujeto de la pierna rota y el otro sujeto, un capitán pirata, también se encontraba cerca. Sin mirar atrás el joven gato dice Encantado Edward, mi nombre es Eoghan Frang. Siento no haber correspondido al apretón de manos pero creo que es más importante escapar de aquí que presentarnos con tanta formalidad.
Los ojos del felino ven con claridad los detalles y su olfato y oído le sirven para saber si algún desconocido se acerca por lo que sin importar por donde viniese el enemigo el joven felino sería consciente de su llegada y podría defenderse. Sigue corriendo sin pararse y siempre dirigiéndose a la costa hasta llegar a ella, momento en el que se detiene a buscar un barco con la mirada, la cual se detiene en una especie de carabela que no parece pertenecer a ninguna fuerza del orden. Sin más Frang dice a sus acompañantes Nos vamos en esa carabela, subid a ellas y preparaos para dejar atrás esta guerra. Sin más se dirige al barco y sube a él de un salto bajando el tablón para que los heridos puedan subir mientras él prepara todo para el viaje. Una vez estén todos arriba recogería el tablón y pondría el barco en marcha.
Los ojos del felino ven con claridad los detalles y su olfato y oído le sirven para saber si algún desconocido se acerca por lo que sin importar por donde viniese el enemigo el joven felino sería consciente de su llegada y podría defenderse. Sigue corriendo sin pararse y siempre dirigiéndose a la costa hasta llegar a ella, momento en el que se detiene a buscar un barco con la mirada, la cual se detiene en una especie de carabela que no parece pertenecer a ninguna fuerza del orden. Sin más Frang dice a sus acompañantes Nos vamos en esa carabela, subid a ellas y preparaos para dejar atrás esta guerra. Sin más se dirige al barco y sube a él de un salto bajando el tablón para que los heridos puedan subir mientras él prepara todo para el viaje. Una vez estén todos arriba recogería el tablón y pondría el barco en marcha.
- resumen:
- Correr hacia la costa y buscar un barco. Subirse al barco y zarpar.
- pd:
- Bale y Yiaq, he puesto que subís al barco conmigo y con Rowan para marcharnos del cap, espero no haya problemas por ello.
Rei Arslan
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Por un momento escuchamos silencio ¿Acaso se habían calmado las cosas fuera? Estaba preocupada en cierto modo, esta guerra no había echo más que empezar y aquí sumergidos en una biblioteca estabamos ignorándolo todo. Estaba apoyada sobre la roca con los símbolos y me separé de ella. Me dirigí hacia Arribor con un tono calmado. -Debemos volver hacia arriba e ir al barco. Temo que estar bajo tierra no sea seguro y más con las batallas que hay fuera. Los dos solos no podríamos contra la cantidad de bestias que hay.- Me separé de la roca y avancé un par de metros para observar el camino de vuelta y sin girarme le dije -Si vas a llevarte la roca, la llevarás tu, yo me ocuparé de luchar por si tenemos problemas. De todas formas tenemos sus símbolos copiados. Si quieres partirla por si tiene algo dentro... hazlo.
Comencé a caminar a paso lento, iría un poco más adelantada que Arribor para asegurarnos el camino. De todas formas esperaba que se diese prisa, esperaría por el pero no en una zona de guerra. No supe que le hizo a la piedra durante un buen rato, es más, me olvide de ella. El caos y la desesperación se podían ver en las caras de la gente huyendo y como era arrasado todo. Hasta que punto habíamos llegado para que todo terminase de esta manera, poco quedaba ya para que todo esto acabase. El viento se llevaría las cenizas de lo que fue esto una vez, tan solo sería un simple recuerdo para quién vivió esto en persona. Finalmente logramos recorrer todo el largo trayecto en busca de nuestro barco, la Dolce Vendetta, y así pudimos poner rumbo para salir de la tierra sagrada y seguir nuestro viaje por los mares.
Comencé a caminar a paso lento, iría un poco más adelantada que Arribor para asegurarnos el camino. De todas formas esperaba que se diese prisa, esperaría por el pero no en una zona de guerra. No supe que le hizo a la piedra durante un buen rato, es más, me olvide de ella. El caos y la desesperación se podían ver en las caras de la gente huyendo y como era arrasado todo. Hasta que punto habíamos llegado para que todo terminase de esta manera, poco quedaba ya para que todo esto acabase. El viento se llevaría las cenizas de lo que fue esto una vez, tan solo sería un simple recuerdo para quién vivió esto en persona. Finalmente logramos recorrer todo el largo trayecto en busca de nuestro barco, la Dolce Vendetta, y así pudimos poner rumbo para salir de la tierra sagrada y seguir nuestro viaje por los mares.
- Resumen:
- Salir de Mariejoa.
Luego de un buen rato reuní a mis hombres, habiamos recorrido cada lugar posible por las cercanías que pudiera haber tenido frutas, y los revolucionarios me habían traído todas las frutas que encontraron en su búsqueda, sin discriminar nada, a simple vista pude ver entre la gran pila de frutos algunos colores extraños y tuve la impresión de reconocer por ahí una fruta que llevaba dibujada espirales en su cascara, tendría que revisar detenidamente la pila para poder dar con la, o las frutas especiales entre ellas, pero no era momento, la revolución se ya había avanzado bastante e la retirada y la marina comenzaba a retomar terreno, absorbí toda la pila de frutos en uno de los naipes metálicos que cuelgan de mi muñeca y guié a los hombres hacia la zona de desembarque de la armada.
Avances camaradas, es hora de volver a casa, nuestro enemigo no se caracteriza por se un buen perdedor y ya hemos perdidos demasiadas vidas hoy.
Aseveré mientras los guiaba corriendo hacía el muelle, en sus caras veía orgullo pero a la vez cansancio y algunos casos pena, tristeza al correr entre los cadáveres de sus compañeros que cayeron defendiendo nuestro ideal, pues inevitablemente desgarraba el alma el solo ver sus miradas vacías manchadas de sangre, y sus cuerpos incómodamente esparcidos por el frío suelo de Mariejoa, no había que ser un filántropo para entenderlo, dejarlos ahí tirados era por lo bajo una crueldad, esos hombres dieron la vida para que esta victoria fuera posible, y merecían nuestro respeto, y reconocimiento. conmovido por los cuerpos amontonados de mis compañeros que sacrificaron hasta su último aliento por nosotros me dispuse a remediar la situación desenfunde una ametralladora y la cargué con poker bullets de trébol a la vez que a lo lejos divisé un joven revolucionario que había perecido escondido tras una gran roca que sobresalía del piso el terror en su rostro aun podía apreciarse plasmado en su ensangrentado e inocente rostro, acto seguido apunté mi arma en dirección al cielo cargándola con mi energía y luego de secarme la lágrima que se asomaba dispuesta a deslizarse por mi mejilla jalé firmemente del gatillo lanzando una silenciosa ráfaga de tiros al aire.
[Volpi Pace Dopo la Guerra]
Cada zorro recorrería el campo de batalla recolectando los cadáveres de nuestros compañeros, pues los heridos ya habían sido evacuados, y una vez que se levantaran todos, la bala volvería asta mi para poder darles una sepultura como la merece un héroe de guerra. y mientras realizaba los tiros los hombres miraban maravillados como los pequeños y amigables zorros plateados recorrían el todo mariejoa sin ser molestados, rozando a los caídos con su nariz para levantaros y guardarlos en su interior, al poco tiempo me di cuenta que no eran solo mis hombres, piratas, marines y todo el que viera pasar frente a ellos uno de estos nobles zorros de energía sentiría la calidez y empatía con la que fueron creados, no era solo el acto que realizaban, su sola presencia era agradable para cualquier ser humano con un poco de bondad en su alma.
Al acabar la ráfaga me dirigí a mis compañeros que aun corrían a mi lado, -Este día será recodado por la revolución como una victoria, y no es solo una victoria de aquellos que volverán a sus hogares a celebrar con un canto a la justicia, si no por sobre todo de ellos... la primera bala llegó hasta la mano de leonel... Nuestros compañeros que celebran en el mas allá, haber dado la vida para que este mundo sea un poco más justo que ayer-
Felices y conmovidos finalmente llegamos al muelle, subimos a los barcos y nos dedicamos a ayudar a los que aun no desocupaban el campo de batalla mientras los zorros recogían a los caídos para finalmente ponerlos en mis manos, una vez que desocupáramos mariejoa por completo zarparíamos de vuelta a nuestras respectivas bases rebeldes a celebrar la victoria y dar sepultura a nuestros héroes caídos. Ya en altamar sería momento de revisar todas las frutas recolectadas para buscar uno o varias que hayan sido cargada con los poderes de alguno de los muchos muertos que tomó esta desgarradora guerra.
Avances camaradas, es hora de volver a casa, nuestro enemigo no se caracteriza por se un buen perdedor y ya hemos perdidos demasiadas vidas hoy.
Aseveré mientras los guiaba corriendo hacía el muelle, en sus caras veía orgullo pero a la vez cansancio y algunos casos pena, tristeza al correr entre los cadáveres de sus compañeros que cayeron defendiendo nuestro ideal, pues inevitablemente desgarraba el alma el solo ver sus miradas vacías manchadas de sangre, y sus cuerpos incómodamente esparcidos por el frío suelo de Mariejoa, no había que ser un filántropo para entenderlo, dejarlos ahí tirados era por lo bajo una crueldad, esos hombres dieron la vida para que esta victoria fuera posible, y merecían nuestro respeto, y reconocimiento. conmovido por los cuerpos amontonados de mis compañeros que sacrificaron hasta su último aliento por nosotros me dispuse a remediar la situación desenfunde una ametralladora y la cargué con poker bullets de trébol a la vez que a lo lejos divisé un joven revolucionario que había perecido escondido tras una gran roca que sobresalía del piso el terror en su rostro aun podía apreciarse plasmado en su ensangrentado e inocente rostro, acto seguido apunté mi arma en dirección al cielo cargándola con mi energía y luego de secarme la lágrima que se asomaba dispuesta a deslizarse por mi mejilla jalé firmemente del gatillo lanzando una silenciosa ráfaga de tiros al aire.
[Volpi Pace Dopo la Guerra]
Cada zorro recorrería el campo de batalla recolectando los cadáveres de nuestros compañeros, pues los heridos ya habían sido evacuados, y una vez que se levantaran todos, la bala volvería asta mi para poder darles una sepultura como la merece un héroe de guerra. y mientras realizaba los tiros los hombres miraban maravillados como los pequeños y amigables zorros plateados recorrían el todo mariejoa sin ser molestados, rozando a los caídos con su nariz para levantaros y guardarlos en su interior, al poco tiempo me di cuenta que no eran solo mis hombres, piratas, marines y todo el que viera pasar frente a ellos uno de estos nobles zorros de energía sentiría la calidez y empatía con la que fueron creados, no era solo el acto que realizaban, su sola presencia era agradable para cualquier ser humano con un poco de bondad en su alma.
Al acabar la ráfaga me dirigí a mis compañeros que aun corrían a mi lado, -Este día será recodado por la revolución como una victoria, y no es solo una victoria de aquellos que volverán a sus hogares a celebrar con un canto a la justicia, si no por sobre todo de ellos... la primera bala llegó hasta la mano de leonel... Nuestros compañeros que celebran en el mas allá, haber dado la vida para que este mundo sea un poco más justo que ayer-
Felices y conmovidos finalmente llegamos al muelle, subimos a los barcos y nos dedicamos a ayudar a los que aun no desocupaban el campo de batalla mientras los zorros recogían a los caídos para finalmente ponerlos en mis manos, una vez que desocupáramos mariejoa por completo zarparíamos de vuelta a nuestras respectivas bases rebeldes a celebrar la victoria y dar sepultura a nuestros héroes caídos. Ya en altamar sería momento de revisar todas las frutas recolectadas para buscar uno o varias que hayan sido cargada con los poderes de alguno de los muchos muertos que tomó esta desgarradora guerra.
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La tensión que había estado sintiendo desde que llegara a Mariejoa se esfumó. Aunque quizás era más correcto decir que primero la aplastó y después se esfumó. A pesar de no haber luchado apenas el cansancio de todos sus músculos era estremecedor y le costaba un poco tomar aire y respirar. Se ve que funcionaba mejor bajo presión que en situaciones habituales. Se apoyó un momento contra una pared y miró al cielo. ¿Se había acabado todo aquello o no había hecho más que empezar? Esperaba que lo primero. Sin duda prefería la tranquilidad.
Bajó la mirada hacia donde se encontraban los demás y observó la escena que protagonizaban Date y Ame con curiosidad y al mismo tiempo esbozando una pequeña sonrisa. Había valido la pena arriesgarse, sin duda. Cuánto cambiaba la gente cuando se encontraba con sus seres queridos. Verlos la estaba emocionando demasiado... Lo achacó al cansancio para no tener que enfrentarse a ello, como siempre hacía. Guardarlo todo hasta que explote, esa era la forma de pensar.
Se dio cuenta de que el semigigante presionaba la herida de su pecho y supuso que debía ser bastante dolorosa. Puede que no supiera demasiado de medicina pero al menos tenía conocimiento de lo básico. Él había vuelto a su estado original y menos monstruoso al que lo llevaba su akuma y se tambaleaba, trataba de buscar apoyo en las paredes, lo que fuera. Oyó vagamente como les daba las gracias a ella y al chico con pinta de motero, y los invitaba a seguirle para salir de allí.
-La verdad es que no estaría mal un poco de ayuda para salir de aquí... pero antes déjame que le eche un ojo a esa herida -dijo, al tiempo que se acercaba a él.
Lo examinó con cuidado. La herida tenía una pinta bastante fea, había perdido sangre y luchado mucho. Pero sobreviviría. Lo mejor era escapar cuanto antes.
-Lo siento, no tengo nada para hacerte las curas aunque la herida no es mortal ni mucho menos. Eso sí, te quedará una marca no muy bonita. Si encontramos un barco seguro que habrá un botiquín que pueda utilizar -trató de animarlo, aunque teniendo en cuenta que parecía un tipo duro y todo el tema del reencuentro seguro que ánimos no le faltaban.
Bajó la mirada hacia donde se encontraban los demás y observó la escena que protagonizaban Date y Ame con curiosidad y al mismo tiempo esbozando una pequeña sonrisa. Había valido la pena arriesgarse, sin duda. Cuánto cambiaba la gente cuando se encontraba con sus seres queridos. Verlos la estaba emocionando demasiado... Lo achacó al cansancio para no tener que enfrentarse a ello, como siempre hacía. Guardarlo todo hasta que explote, esa era la forma de pensar.
Se dio cuenta de que el semigigante presionaba la herida de su pecho y supuso que debía ser bastante dolorosa. Puede que no supiera demasiado de medicina pero al menos tenía conocimiento de lo básico. Él había vuelto a su estado original y menos monstruoso al que lo llevaba su akuma y se tambaleaba, trataba de buscar apoyo en las paredes, lo que fuera. Oyó vagamente como les daba las gracias a ella y al chico con pinta de motero, y los invitaba a seguirle para salir de allí.
-La verdad es que no estaría mal un poco de ayuda para salir de aquí... pero antes déjame que le eche un ojo a esa herida -dijo, al tiempo que se acercaba a él.
Lo examinó con cuidado. La herida tenía una pinta bastante fea, había perdido sangre y luchado mucho. Pero sobreviviría. Lo mejor era escapar cuanto antes.
-Lo siento, no tengo nada para hacerte las curas aunque la herida no es mortal ni mucho menos. Eso sí, te quedará una marca no muy bonita. Si encontramos un barco seguro que habrá un botiquín que pueda utilizar -trató de animarlo, aunque teniendo en cuenta que parecía un tipo duro y todo el tema del reencuentro seguro que ánimos no le faltaban.
- Resumen:
- Poca cosa. Observo la escena, acepto la "invitación" de Date de irnos con él y veo su herida a ver qué tal está.
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El joven Rowan corre con sumo cuidado de que el muchacho que descansa en sus brazos no se caiga, lo que le faltaría al chico, caerse con la pierna mal. Así pues el joven Holden sigue a su compañero por las calles, sabe perfectamente que observando a aquél hombre podría saber si hay algún peligro, después de todo los felinos tienen unos sentidos más desarrollados que los humanos así pues no hay problema. Su compadre responde al muchacho que corre a las espaldas de Rowan, presentándose. |~Yo soy Rowan, paro como verás difícilmente pueda apretarle la mano a nadie mientras cargue a tu compañero.~| Responde mientras sigue a su capitán, que no tarda en encontrar un barco y bajar el tablón, por el cual sube Rowan con el joven herido en brazos para dejarlo sobre el suelo con cuidado.
- Resumen:
- Seguir a Eoghan, subir, dejar a Liam en el suelo.
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Tras salir del edificio miré en todas direcciones para donde debíamos ir. En ese momento se me ocurrió una idea un tanto complicada. -Vayamos al puerto. Es hora de irnos de aquí. -Dije mirando a Shi. En cierto modo tenía algo de temor pues llegar hasta el puerto podía costarnos la vida y a ese temor... tampoco le faltaría algo de preocupación. Yo nunca me había preocupado por nada hasta ahora, pero algo me estaba haciendo cambiar, debía apreciar a todo lo que me rodeaba. Miré a Shi y luego hacia el horizonte, ese chico me estaba cambiando por completo y me llevaría a la locura posiblemente, pero la locura no siempre es mala.
Recorrimos las calles a la velocidad que podíamos tratando de huir de todo aquel caos y desorden. Fue muy difícil encontrar el puerto pues nos perdimos varias veces y mi sentido de la orientación no era demasiado bueno pero intentaba hacer lo que podía, creo que hasta llegamos a pasar por una misma calle unas tres veces. Finalmente encontramos una señal que señalaba la zona del mar y ahí me di cuenta de que era el lugar al que debíamos ir. Nos llevó varios minutos llegar y en cuanto pisamos aquel suelo solo se veían escombros. Observé a cada lado, y a varios metros vi un par de botes, parecían haber sido liberados con la subida del mar. -Subámonos a ese bote. Ya no nos queda nada que hacer aquí. -Agarré su mano con cuidado y ambos subimos a un bote. La corriente nos llevaba hacia el océano. Eché un vistazo por última vez hacia Mariejoa, quizás no volviese a pisar esa tierra nunca más.
Recorrimos las calles a la velocidad que podíamos tratando de huir de todo aquel caos y desorden. Fue muy difícil encontrar el puerto pues nos perdimos varias veces y mi sentido de la orientación no era demasiado bueno pero intentaba hacer lo que podía, creo que hasta llegamos a pasar por una misma calle unas tres veces. Finalmente encontramos una señal que señalaba la zona del mar y ahí me di cuenta de que era el lugar al que debíamos ir. Nos llevó varios minutos llegar y en cuanto pisamos aquel suelo solo se veían escombros. Observé a cada lado, y a varios metros vi un par de botes, parecían haber sido liberados con la subida del mar. -Subámonos a ese bote. Ya no nos queda nada que hacer aquí. -Agarré su mano con cuidado y ambos subimos a un bote. La corriente nos llevaba hacia el océano. Eché un vistazo por última vez hacia Mariejoa, quizás no volviese a pisar esa tierra nunca más.
- Resumen:
- Buscar un bote e irse de la isla.
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Esa maldita cosa no se movía en absoluto, pesaba una burrada. Era evidente que no se trataba de una roca, al menos no de una normal pues era imposible que pesara tanto. De todas formas solo era un capricho pasajero, no necesitaba un pisapapeles gigante, sobretodo porque no tenía demasiados papeles que sujetar. En cualquier caso se llevaban el dibujo de lo que fuera que pusiese allí. Quizás fuese el mapa de un tesoro, las instrucciones para que sus barcos dejasen de descontrolarse y chocarse contra todo lo que se topaban o, mejor aún, una forma de convertir a Franklin en helado de vainilla. Nah... eso era mucho pedir. Se conformaba con que pudiesen traducirlo de alguna forma. Cabía la posibilidad de que en realidad las letras estuviesen al revés y con lo que pesaba aquella cosa no le extrañaría que nadie le hubiese podido dar la vuelta para comprobarlo.
Mientras en su cabeza daba vueltas a cosas sin sentido, Rose se adelantó por uno de los pasillos. Arribor la siguió poco después, cansado ya de estar en un lugar tan oscuro y estrecho. El sonido de la batalla comenzaba a resonar entre los muros según se acercaba al exterior aunque parecía que lo peor había pasado. No sabía cuanto tiempo llevaban allí dentro pero por lo visto se habían perdido la diversión. Ni siquiera parecía haber gyojins vivos por allí a los que poder apalizar. Bueno... tampoco le importaba demasiado esa guerra, y por lo que pudo ver al salir tampoco quedaban demasiados edificios intactos en los que poder entrar para buscar algo interesante. En fin, al menos podría echarse una siesta.
El camino hasta el barco se le hizo corto, estaba ocupado echando un ojo a lo que quedaba de la ciudad. Había infinidad de cuerpos de ambos bandos, algunas banderas clavadas por ahí luciendo como símbolo una serpiente y columnas de humo saliendo de cada lugar que observaba. Debía de haber sido una batalla colosal, tal vez hubiera tenido suerte de no participar en ella. Claro que él no lo veía así. Para Arribor, el haberse perdido la lucha era como si le hubiesen quitado el postre a un niño... o a él mismo. En realidad no entendía del todo los motivos que habían conducido a aquella inmensa guerra, pero visto lo visto, esperaba que hubiera valido la pena.
Mientras en su cabeza daba vueltas a cosas sin sentido, Rose se adelantó por uno de los pasillos. Arribor la siguió poco después, cansado ya de estar en un lugar tan oscuro y estrecho. El sonido de la batalla comenzaba a resonar entre los muros según se acercaba al exterior aunque parecía que lo peor había pasado. No sabía cuanto tiempo llevaban allí dentro pero por lo visto se habían perdido la diversión. Ni siquiera parecía haber gyojins vivos por allí a los que poder apalizar. Bueno... tampoco le importaba demasiado esa guerra, y por lo que pudo ver al salir tampoco quedaban demasiados edificios intactos en los que poder entrar para buscar algo interesante. En fin, al menos podría echarse una siesta.
El camino hasta el barco se le hizo corto, estaba ocupado echando un ojo a lo que quedaba de la ciudad. Había infinidad de cuerpos de ambos bandos, algunas banderas clavadas por ahí luciendo como símbolo una serpiente y columnas de humo saliendo de cada lugar que observaba. Debía de haber sido una batalla colosal, tal vez hubiera tenido suerte de no participar en ella. Claro que él no lo veía así. Para Arribor, el haberse perdido la lucha era como si le hubiesen quitado el postre a un niño... o a él mismo. En realidad no entendía del todo los motivos que habían conducido a aquella inmensa guerra, pero visto lo visto, esperaba que hubiera valido la pena.
- Acciones:
- Salir del edificio e ir al barco. Con esto salgo del capítulo.
Aoi Sasaki
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Me encontraba mas o menos en el centro de aquella ciudad que había sido arrasada por esta pelee entre Gyojin y Marines, y todavía no sabia porque me encontraba aquí, aunque me llevaba varias cosas, una Akuma que se encontraba en mi bolsa y mas relación con Max y la señorita Grim, aunque ahora no sabia que debería de hacer, marchar o quedarme un rato mas a ver que pasaba. Seguro que me quedaba por allí a mirar las tiendas y demás cosas para entretenerme un poco por allí:
-Max, Señorita Grim, ¿Qué hacemos ahora?- me quede esperando la respuesta, aunque yo quería explorar, en una isla como esta no se esta todos los días. Pero de pronto se me vino a la mente una estupidez, algo nada usual en mi, ¿Cómo serán las bicicletas de los Tenry, de oro, o de Kairoseki? Era algo que no podía quitármelo de la mente, así que empecé a buscar una casa pequeña, y alejada de las personas para poder mirar bien todo el lugar.
-Max, Señorita Grim, ¿Qué hacemos ahora?- me quede esperando la respuesta, aunque yo quería explorar, en una isla como esta no se esta todos los días. Pero de pronto se me vino a la mente una estupidez, algo nada usual en mi, ¿Cómo serán las bicicletas de los Tenry, de oro, o de Kairoseki? Era algo que no podía quitármelo de la mente, así que empecé a buscar una casa pequeña, y alejada de las personas para poder mirar bien todo el lugar.
Bale D. Edward
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Akuma no mi
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Seguimos al hombre-gato por las calles de lo que quedaba de la Ciudad Sagrada, parecía que sabía lo que hacía y, teniendo en cuenta que era un felino, probablemente tendría unos sentidos muy agudizados, con los que podría detectar a un enemigo si se acercara. Como todo esto eran suposiciones, no bajé la guardia, aunque poco podría hacer para defenderme con un brazo inmovilizado.
El gato, sin mirar hacia atrás, se presentó, se llamaba Eoghan, y explicó que no era un buen momento para presentaciones formales. Lo mismo hizo su compañero, el que llevaba a Liam en brazos, éste se llamaba Rowan, recordaría esos nombres, pues eran los nombres de mis "salvadores", pues en un principio nos iban a atacar, y también hombres de honor, gente a la que me gustaría enfrentarme algún día en combate igualado.
Llegamos al puerto y vimos una carabela que no pertenecía a ningún bando, así que decidimos subirnos a ella y zarpar. Rowan dejó a Liam cuidadosamente en el suelo una vez embarcado. Mientras zarpábamos, miré a la ciudad de la que acabábamos de salir, y me despedí en silencio del lugar que marcaría un antes y un después en mi vida como pirata, pues aquel lugar se había llevado a uno de mis camaradas y me había otorgado un nuevo poder, que no desaprovecharía.
El gato, sin mirar hacia atrás, se presentó, se llamaba Eoghan, y explicó que no era un buen momento para presentaciones formales. Lo mismo hizo su compañero, el que llevaba a Liam en brazos, éste se llamaba Rowan, recordaría esos nombres, pues eran los nombres de mis "salvadores", pues en un principio nos iban a atacar, y también hombres de honor, gente a la que me gustaría enfrentarme algún día en combate igualado.
Llegamos al puerto y vimos una carabela que no pertenecía a ningún bando, así que decidimos subirnos a ella y zarpar. Rowan dejó a Liam cuidadosamente en el suelo una vez embarcado. Mientras zarpábamos, miré a la ciudad de la que acabábamos de salir, y me despedí en silencio del lugar que marcaría un antes y un después en mi vida como pirata, pues aquel lugar se había llevado a uno de mis camaradas y me había otorgado un nuevo poder, que no desaprovecharía.
- Resumen:
- Sigo a Eoghan. Llegamos al puerto. Nos subimos en el barco y me despido del lugar. Supongo que puedo decir que salimos del capítulo.
- eoghan:
- ningún problema
Flea
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Akuma no mi
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Luego de curar las heridas de Drako, lo mismo hice con Kogáto. Sus heridas, si bien eran iguales que las del Marine, eran el doble. Me costó su tiempo, pero pude coser todas, verificar si tenía fiebre o no, y salir volando. antes de hacerlo, me disfracé de Axl Balzary y fui hacia la zona donde vivían los Tenryuubitos, para saquear dinero, objetos, y todo lo que hubiera ahí que fuera de mi interés personal. Lo mismo quizás había frutas en la mesa o en la nevera, y se habían convertido en Akuma no Mi, pues hubo muchos fallecidos en la batalla, quién sabe. Cuestión que volví a mi aspecto, el de Flea, y salí volando de allí. Caería en picado hacia el Puerto Paraíso, y luego volaría hasta Sabaody, la isla más cerca del Red Line. Me sentía todavía muy apenado por el fallecimiento de Karl. Todavía no lo superaba. No podía creer que la próxima vez que lo vería sería en el cielo. Un gran hombre, un excelente luchador. Hasta la vista, Lion D. Karl.
- Último resumen:
- Curar a Kogáto - disfrazarse de Axl - saquear lo que haya en la zona residencial del sur (a elección de Empa si encuentro algo) - volver a mi aspecto original - salir volando hacia Sabaody (abandono el capítulo, victoriosamente)
Mellanie Grim
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Akuma no mi
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Miré a Roy por un momento y luego lo que hizo Maximilian me sorprendió bastante. Sonreí tratando de ocultar algo de tristeza por dejar a alguien que conocía de alguna manera bien y que nos había ayudado tanto pero las palabras de Max me hicieron entender que a él también le afectaba aquello. No sabía si reírme o llorar pero en ese momento no quise hacer nada más que caminar y abrazar a Roy. Le di un beso en la mejilla y le sonreí:
-Nos vemos – le dije mientras terminaba de abrazarlo le daba una palmada en la espalda
Vi a Max alejarse del lugar con rapidez y lo seguí de cerca mientras agitaba la mano para despedirme de él. No quería decirle nada Max porque había tenido razón en lo que le dijo y me pareció justo proponerle que se uniera a nosotros. El cielo comenzaba a oscurecer mientras nos alejábamos más y más del lugar donde estaba Roy.
-Nos vemos – le dije mientras terminaba de abrazarlo le daba una palmada en la espalda
Vi a Max alejarse del lugar con rapidez y lo seguí de cerca mientras agitaba la mano para despedirme de él. No quería decirle nada Max porque había tenido razón en lo que le dijo y me pareció justo proponerle que se uniera a nosotros. El cielo comenzaba a oscurecer mientras nos alejábamos más y más del lugar donde estaba Roy.
- Resumen final:
- Despedirme de Roy, seguir a Max y ocultarnos en un barco que nos llevara fuera de la ciudad sagrada
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