[Privado] [Fear Liath & Kidah] En busca de piratas.

Estaba caminando por las calles de la ciudad de Jaya, había hombres borrachos y muchos piratas con grandes recompensas. Tenía los ojos bien abiertos, una ciudad como esta sin la protección del gobierno es muy peligrosa, un paso en falso y ya estás metido en una pelea. Aunque al compañero que tengo que esperar le encanta pelear, da igual si hay una razón o no. No sabía dónde esperar a Fear, la calle estaba tan abarrotada de personas que dudaba que pudiera encontrarme, así que me metí en una taberna de mala muerte llena de borrachos cantando, otros tendidos por el suelo y mesas... Tenía que ir saltando para no tropezarme con la gente tumbada del suelo, y ya cerca de la barra me apoyé y di un último vistazo por el lugar con una cara de asco impresionante antes de pedirle algo al camarero. Pedí un zumito de frutas del bosque, no tenía ganas de tomar alcohol.

Mientras me tomaba el zumo, un hombre de mediana edad, flaco hasta los huesos, se me acercó haciendo eses y con una botella de ron en mano, le miré con mala cara para ver si se iba pero no, iba tan ciego que seguramente no sabría si era un hombre una mujer. Aquel hombre se sentó en un taburete al lado mío, estaba tan cerca que podía ver que le faltaban unos dientes y olía a muerto, se notaba que no se había duchado en días. Me dieron nauseas con tan solo verlo. Miré por los lados y por la ventana a ver si veía a mi compañero pero no lo veía por ninguna parte. Me di cuenta que el hombre no paraba de mirarme con una sonrisa pervertida y con una voz de borracho, me dijo.

-Oye, guapa. ¿Te gustaría pasar un buen rato conmigo, eh?
-No, gracias. Estoy esperando a alguien -dije con una sonrisa falsa-.
-Oh, vamos cariño. Te lo pasarás en grande... -dijo con una sonrisa aun más amplia que antes-.

No le iba a contestar ni seguir el royo, así que intenté irme a otro lugar pero en eso sentí que me acariciaba la pierna. Su mano iba subiendo lentamente y antes de que llegara a su destino, aparté su mano de golpe, le cogí de la muñeca y lo lancé por la ventana, rompiéndola. El hombre no pesaba nada, parecía una pluma... Me asomé por la ventana y el hombre estaba inconsciente con varios cortes en la cara y brazos, la gente de fuera me miró y miraron al hombre que estaba en el suelo. No les di importancia y me metí otra vez en la taberna, los hombres que estaban dentro me miraron temeroso y el camarero estaba inmóvil, seguramente paró de limpiar al ver lo que hice. Me senté en un taburete y seguí tomando el zumo mientras esperaba.

Seguía tomándome el zumo a la espera de Fear, no tardó mucho en llegar a donde me encontraba. Algo normal, seguro que vio al hombre salir disparado por la ventana y pensó en mí... No le culpo, yo habría pensado igual si fuera él. Sentó a mi lado mientras me decía algo y pedía una cerveza, le miré de reojo a lo primero que salió de su boca. Succioné lo último que me quedaba del zumo y le pedí otro al camarero.

-Se lo tenía merecido... Eso le pasa a los hombres que intentan meterme mano-dije seria con la mirada perdida-.

En eso, varios hombres entraron con espada en mano y uno de ellos, el más grande de todos preguntó en voz alta quién le había hecho eso al pequeño Tom. Me reía por lo bajo por el nombre que tenía el hombre al que había tirado, la verdad es que el nombre le venía que ni pintado. Pero la risa se me fue al oír como Fear me señalaba y decía que había sido yo. Le pegué un copón en la cabeza a Fear mientras los hombres se acercaban hacia nosotros.

-¿Has sido tú quién le ha hecho eso?-dijo furioso-. ¡Résponde!

Miré al hombre con cara seria sin pronunciar ni pruna, eso le ponía más furioso y me hacia gracia. Cogí el zumo, me subí al taburete para estar a su altura, y tras estar un rato intercambiando miradas le sonreí burlona y derramé todo el jugo del zumo por su cabeza. Eso le puso aún más furioso, le iba a reventar la yugular. Le hice una burla y salí a la calle utilizando el soru. Quería jugar un poco si no sería muy aburrido.

¡Atrápame si puedes~! -le grité estando detrás de la ventana y haciéndole otra burla-.

Ese grandullón se enfadó bastante conmigo, tanto que envió a tres de sus hombres a por mí, mientras que su capitán y otro hombre  se quedaron dentro de la taberna junto a Fear. No me preocupaba por él, seguro que sabía arreglárselas con ellos él solito, así que me puse en medio de la calle esperando a aquellos hombres. Uno se puso delante de mí y otros dos: uno a cada lado, apuntándome con las pistolas. El que tenía delante media unos 2 metros, parecía bastante fuerte pero no me daba miedo, le miraba fijamente con los ojos entrecerrados y seria mientras activaba el mantra, no me iban a coger con la guardia baja.

-Mujer, vas a pagar tu osadía contra nuestro capitán.

Sonreí de medio lado tras oír lo que dijo, y empecé a moverme rápidamente con las botas de Hermes más el soru, esquivando su ataque y el de sus compañeros. Era imposible seguirme con la vista, era casi como un fantasma para ellos, se quedaron muy confusos. Me divertía jugar con ellos, corría y me paraba; corría y me paraba; y así todo el rato hasta marearlos.

Luego de estar un rato jugando, me paré delante suyo y saqué mis dos espadas junto con una sonrisa sádica, y tras mirarles unos segundos corrí activando el soru entre ellos, haciéndole cortes profundos en las piernas al grandullón, tirándole al suelo sin poder moverse y a los otros dos, les corté las pistolas dejándolos indefensos. Me acerqué al grandote con paso lento y seguro, cogí su espada y lo lancé a un tejado por mera precaución. Me puse de cuclillas delante suya y con una sonrisa, le susurré:

-Tu capitán no debería meterse con agentes del gobierno... -le noqueé, me levanté y me acerqué a los otros dos que estaban temblando de miedo-. Bueno, ¿queréis seguir jugando o preferís rendiros?

Sin sus pistolas no eran más que ratas indefensas, estaban temblando de miedo e impotencia, cosa que me hizo reír. Activé otra vez el soru, poniéndome detrás de ellos y los noqueé con los mangos de las espadas, dejándolos inconscientes. Saqué unas cuerdas, los até de manos y pies, e hice lo mismo con el otro. Luego, los arrastré uno por uno a una pared y los dejé ahí, los estaba vigilando y de paso miraba como iba mi compañero con aquel capitán y con el otro hombre.