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Fausto D Himura
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Fausto observa con una sonrisa al valiente que levanto la mano, quizás alguno de los 2 era el ignorante de las hazañas que el contrario podría realizar pero para este inusual protagonista las consecuencias no parecían importar. Vaya que se encontraba en clara desventaja, el llegar de esa manera haciendo una entrada llamativa y amenazante sin dudar seria el focus de todos los presentes, pero como que no parecía importarle, quizás tendría un plan claro para contrarrestar su debilidad numérica, eso es algo de lo que se enteraran en breves momentos.
Aquellos quince sujetos empezaban a abrirse pero sin perder su formación de circulo, parecía que también tenían un As bajo la manga puesto que el temor que le infundían a los marines hacían que estos retrocedieran, el sargento presente parecía algo enojado por la situación así que usando su actitud un poco explosiva intento animar a los suyos e intimidar a sus enemigo.
Kay: No retrocedan ante estas sabandijas, solo son 15 sujetos que serán presa fácil para los grande marines, solo usan esos atuendos para disfrazar su temor, así que marines preparen armas.
Al unisonó se escucho el movimiento de los rifles y el desenvainar de las espadas, por fin la confianza volvía aparecer en el rostro de los marines el cuales concentrados en su deber esperaban el orden de ataque. Mientras esto pasaba el sargento y nuestro protagonista parecían intercambiar unas palabras solo con el chocar de las miradas, parecía que ni siquiera aquellos desconocidos se habían percatado, pero de lo que si veía era la mano abierta de Kay apuntando hacia arriba dando señal de no disparar.
Fausto el temerario entro al medio del terreno y riendo a carcajadas ataco directamente al osado encapuchado, este solo saco una espada y detuvo su ataque, ambos se encontraban forcejeando sin dar su brazo a torcer, fue entonces cuando la debilidad ataco en las tropas enemigas, los demás desconocidos sacaron sus armas dejando en descubierto sus estilos de peleas, y fue de esta manara 5 con pistolas, 2 con rifle, 4 cuchillos 4 con espadas. Todos como fieras saltaron por Fausto pero este simplemente desapareció ante sus ojos usando su poder especial se coló en el suelo y volvió aparecer en el techo, todos se encontraban en el aire cuando el bajar de la mano de Kay dio inicio al fusilamiento de los desconocidos.
La sangre se abrió paso como rio y la luna se tiño de roja, la noche apenas comenzaba y los gritos de 2 bandos resonaban, la tormenta apenas iniciaba y se veía en medio aquellos sujetos de capucha contra los marines, cabe destacar que 2 murieron solo con la primera ráfaga pero los otros parecían no ceder puesto sus habilidades sobrepasaban el promedio, marine tras marine caían pero no importaba sus espíritus se mantenían firmes ante el enfrentamiento, ninguno retrocedía, más bien avanzaban al cuerpo a cuerpo, fue entonces cuando Kay el sargento deicidio tomar cartas en el asunto y uso un poder de súper velocidad, que dejo a más de uno boca abierto, de un simple golpe desapareció a uno de los rebeldes mientras el capitán aquel que levanto la mano tomo cartas en el asunto alejando del lugar a el sargento.
Fausto solo observaba con un sonrisa de oreja a oreja y casi botando baba, quizás todo había salió a la perfección tal cual lo planeo, aquella desventaja numérica parecía cada vez mas estar a su favor, después de todo era el único ignorado en todo el asunto, pero eso sería por poco tiempo, con aun su uniforme de marine puesto este intrépido amigo se coló entre la batalla y empezó atacar brutalmente a aquellos encapuchados, todos se resistieron y solo caían los marines, pero no importaba para Fausto esto era una gran ventaja, justo lo que quería era la muerte de ambos bando, así que empezó a enseriarse un poco, sus ojos se comenzaron a notar al filo del cabello y esto era solo el comienzo. Tomando su guadaña tomo como primer objetivo a uno de los que usaba cuchillo, este realmente era hábil con lo que hacía, pero Fausto no retrocedía solamente atacaba y esquivaba, todo se encontraba en una supuesta igualdad pero esto no era algo que duraría mucho tiempo, como había dicho antes era una batalla de marines contras desconocidos, asi que perturbando la armónica batalla entre Fausto y el otro entraron 3 marines, esta era la oportunidad perfecta y sin duda nuestro protagonista la aprovecho, usando su guadaña descuartizo a su rival y junto a este otro de los compañero cayo.
Cada vez la brecha se abría más y a los encapuchados no les quedo opción aparte de la retirada, usando bomba de humo lograron desviar la atención y salir huyendo a las orillas del mar, donde posiblemente se reorganizarían, pero aun quedaba una batalla que apenas estaba en su apogeo, me refiero a la del líder de los encapuchados y el sargento de la marina, ambos parecían estar divirtiéndose, esquivaban y propinaban golpes casi como turnándose, los espíritus de ambos no se doblegaban ante la igualdad, parecía más bien que aumentaba su pudor. Como zorro Fausto se aparto del campo de batalla tomando su distancia y fue entonces cuando se volvió a topar con su compañero Max el cual parecía observar lo ocurrido.
Manteniendo su actitud y voz psicópata Fausto se refiere a Max entre carcajadas.
-Jajajaj que haces en este lugar, no me digas que viniste a ver que pasaba, aunque parece que sabes algo, después de todo mira lo que cargas en las manos, vamos comparte información.
Aquellos quince sujetos empezaban a abrirse pero sin perder su formación de circulo, parecía que también tenían un As bajo la manga puesto que el temor que le infundían a los marines hacían que estos retrocedieran, el sargento presente parecía algo enojado por la situación así que usando su actitud un poco explosiva intento animar a los suyos e intimidar a sus enemigo.
Kay: No retrocedan ante estas sabandijas, solo son 15 sujetos que serán presa fácil para los grande marines, solo usan esos atuendos para disfrazar su temor, así que marines preparen armas.
Al unisonó se escucho el movimiento de los rifles y el desenvainar de las espadas, por fin la confianza volvía aparecer en el rostro de los marines el cuales concentrados en su deber esperaban el orden de ataque. Mientras esto pasaba el sargento y nuestro protagonista parecían intercambiar unas palabras solo con el chocar de las miradas, parecía que ni siquiera aquellos desconocidos se habían percatado, pero de lo que si veía era la mano abierta de Kay apuntando hacia arriba dando señal de no disparar.
Fausto el temerario entro al medio del terreno y riendo a carcajadas ataco directamente al osado encapuchado, este solo saco una espada y detuvo su ataque, ambos se encontraban forcejeando sin dar su brazo a torcer, fue entonces cuando la debilidad ataco en las tropas enemigas, los demás desconocidos sacaron sus armas dejando en descubierto sus estilos de peleas, y fue de esta manara 5 con pistolas, 2 con rifle, 4 cuchillos 4 con espadas. Todos como fieras saltaron por Fausto pero este simplemente desapareció ante sus ojos usando su poder especial se coló en el suelo y volvió aparecer en el techo, todos se encontraban en el aire cuando el bajar de la mano de Kay dio inicio al fusilamiento de los desconocidos.
La sangre se abrió paso como rio y la luna se tiño de roja, la noche apenas comenzaba y los gritos de 2 bandos resonaban, la tormenta apenas iniciaba y se veía en medio aquellos sujetos de capucha contra los marines, cabe destacar que 2 murieron solo con la primera ráfaga pero los otros parecían no ceder puesto sus habilidades sobrepasaban el promedio, marine tras marine caían pero no importaba sus espíritus se mantenían firmes ante el enfrentamiento, ninguno retrocedía, más bien avanzaban al cuerpo a cuerpo, fue entonces cuando Kay el sargento deicidio tomar cartas en el asunto y uso un poder de súper velocidad, que dejo a más de uno boca abierto, de un simple golpe desapareció a uno de los rebeldes mientras el capitán aquel que levanto la mano tomo cartas en el asunto alejando del lugar a el sargento.
Fausto solo observaba con un sonrisa de oreja a oreja y casi botando baba, quizás todo había salió a la perfección tal cual lo planeo, aquella desventaja numérica parecía cada vez mas estar a su favor, después de todo era el único ignorado en todo el asunto, pero eso sería por poco tiempo, con aun su uniforme de marine puesto este intrépido amigo se coló entre la batalla y empezó atacar brutalmente a aquellos encapuchados, todos se resistieron y solo caían los marines, pero no importaba para Fausto esto era una gran ventaja, justo lo que quería era la muerte de ambos bando, así que empezó a enseriarse un poco, sus ojos se comenzaron a notar al filo del cabello y esto era solo el comienzo. Tomando su guadaña tomo como primer objetivo a uno de los que usaba cuchillo, este realmente era hábil con lo que hacía, pero Fausto no retrocedía solamente atacaba y esquivaba, todo se encontraba en una supuesta igualdad pero esto no era algo que duraría mucho tiempo, como había dicho antes era una batalla de marines contras desconocidos, asi que perturbando la armónica batalla entre Fausto y el otro entraron 3 marines, esta era la oportunidad perfecta y sin duda nuestro protagonista la aprovecho, usando su guadaña descuartizo a su rival y junto a este otro de los compañero cayo.
Cada vez la brecha se abría más y a los encapuchados no les quedo opción aparte de la retirada, usando bomba de humo lograron desviar la atención y salir huyendo a las orillas del mar, donde posiblemente se reorganizarían, pero aun quedaba una batalla que apenas estaba en su apogeo, me refiero a la del líder de los encapuchados y el sargento de la marina, ambos parecían estar divirtiéndose, esquivaban y propinaban golpes casi como turnándose, los espíritus de ambos no se doblegaban ante la igualdad, parecía más bien que aumentaba su pudor. Como zorro Fausto se aparto del campo de batalla tomando su distancia y fue entonces cuando se volvió a topar con su compañero Max el cual parecía observar lo ocurrido.
Manteniendo su actitud y voz psicópata Fausto se refiere a Max entre carcajadas.
-Jajajaj que haces en este lugar, no me digas que viniste a ver que pasaba, aunque parece que sabes algo, después de todo mira lo que cargas en las manos, vamos comparte información.
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Una suave brisa juega con la larga cabellera de Fausto, mientras que con ojos compadecientes observaba además oye cada una de las palabras de Max, el cual trataba de hacerlas lo mas pedante y secas posibles, no podía darse la idea de el porqué de su cambio repentino pero en su poder no estaba la decisión de cada ser, en cambio solo observo como aquel compañero que estuvo en su inicio se alejaba dejando en cada esquina extraños artefactos. Tengo que confiar en él, después de todo, sus ojos no mostraban maldad. Así que quitándole un poco de atención a su aun compañero Fausto voltea lentamente su cabeza llevando con ella el cuerpo y se deleita con el exquisito combate que se llevaba a cabo en aquel lugar.
Desde su posición se podía notar aquella esplendida pelea la cual parecía una danza, una en que los dos bailarines disfrutaban mientras arriesgaban sus vidas, rezándole al dios de la muerte un soplo más ¿Quién ganara? ¿Contra quién he de enfrentarme al terminar esto? Estas eras las preguntas que redundantes circulaban por la extraña cabeza de este desquiciado amigo, no podía esperar ni un segundo más el llevar acabo aquella misión. Entonces algo ocurrió, otra explosión dio a lugar en medio del combate, todo se lleno de humo y dejo imposible divisar lo que ocurría, Fausto se paro desconcertado y se aproximo mas al lugar, no podía permitirse sorpresas, pero ni el mismo podía controlar las jugarretas del destino, esto lo digo porque al disiparse la bola de humo ambas facciones desaparecieron sin dejar rastro, cuan desconcertante se ponía la escena, viéndose como encabezado en el cerebro de Fausto “Idiota deja escapar ambas presas, mientras mantiene una cara de soquete”
Tenía que haber una explicación para aquello ocurrido, pero no importaba, aun quedaban muchas cosas que hacer antes de cerrar el telón en aquella isla que iba rumbo a la revolución. Se puso en marcha con dirección a la taberna y volvió a contactar a la dueña, esta vez aquella dama salió con sus manos repletas de papeles, documentos y copias que ponían al descubierto los complot llevados por el gobierno en aquel lugar, ahora solo quedaba una sola cosa por hacer, llevarlos ante la gente.
Con la mirada llena de decisión Fausto marcha hacia los limites den aquel pueblo. Debido a la explosiones y combates todos los ciudadanos comunes optaron por aquel lugar alejado del peligro, justo en el lugar más adecuado para nuestro maniaco amigo, tal como él los necesitaba, juntos y desconcertados.
Desde su posición se podía notar aquella esplendida pelea la cual parecía una danza, una en que los dos bailarines disfrutaban mientras arriesgaban sus vidas, rezándole al dios de la muerte un soplo más ¿Quién ganara? ¿Contra quién he de enfrentarme al terminar esto? Estas eras las preguntas que redundantes circulaban por la extraña cabeza de este desquiciado amigo, no podía esperar ni un segundo más el llevar acabo aquella misión. Entonces algo ocurrió, otra explosión dio a lugar en medio del combate, todo se lleno de humo y dejo imposible divisar lo que ocurría, Fausto se paro desconcertado y se aproximo mas al lugar, no podía permitirse sorpresas, pero ni el mismo podía controlar las jugarretas del destino, esto lo digo porque al disiparse la bola de humo ambas facciones desaparecieron sin dejar rastro, cuan desconcertante se ponía la escena, viéndose como encabezado en el cerebro de Fausto “Idiota deja escapar ambas presas, mientras mantiene una cara de soquete”
Tenía que haber una explicación para aquello ocurrido, pero no importaba, aun quedaban muchas cosas que hacer antes de cerrar el telón en aquella isla que iba rumbo a la revolución. Se puso en marcha con dirección a la taberna y volvió a contactar a la dueña, esta vez aquella dama salió con sus manos repletas de papeles, documentos y copias que ponían al descubierto los complot llevados por el gobierno en aquel lugar, ahora solo quedaba una sola cosa por hacer, llevarlos ante la gente.
Con la mirada llena de decisión Fausto marcha hacia los limites den aquel pueblo. Debido a la explosiones y combates todos los ciudadanos comunes optaron por aquel lugar alejado del peligro, justo en el lugar más adecuado para nuestro maniaco amigo, tal como él los necesitaba, juntos y desconcertados.
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Mientras sigue su camino hacia las orillas Fausto comienza a escuchar por todo el lugar la resonante voz de un sujeto que le pareció pedante, no podía explicarse ¿Qué clase de broma estaba jugando? Pero lo que si tenía por sentado es que la verdadera acción estaba a punto de dar comienzo, al fin los verdaderos cabecillas habían dado la cara y era el momento de dar a relucir sus habilidades estratégicas, no habrían más sorpresas no habría más retardos, a partir de ese momento el depredador cambiaria su nombre a Fausto D Himura, pero aun algo lo inquietaba ¿será que esos sujetos encapuchados fueron los causante de aquella presión o quizás Max haya hecho sus travesuras? Esta era la incógnita que se concentraría en responder, después de todo era bastante importante para su siguiente movimiento.
Al llegar al muelle consigue a su nueva socia, la mujer gordota de bar, que irónicamente se había convertido en una de las piezas más importantes en el tablero de Fausto. Con papeles en manos estos dos se acercan a la muchedumbre y da entrega de todas las pruebas recaudadas, después de todo las explicaciones sobraron después de aquel desliz que tuvieron los supuestos líderes de la corrupción. La gente no tardo mucho en mostrar un descontento pero se preguntaban ¿Qué podían hacer ante aquel enemigo tan fuerte? Fue cuando Fausto decidió mostrar uno de sus dotes más importante, el liderazgo, como lo haría, pues de una manera sencilla, subiéndose a uno de los edificios y a todo pulmón se refirió a los ciudadanos que estaban en incertidumbre:
-No deben temer al mal, se preguntar ¿Por qué? Pues responderé con sinceridad, si estos estuviesen tan seguros de su victoria sin duda estarían aun escondidos en sus madrigueras, hoy hemos hecho algo tan esplendido que los hizo salir de debajo de la tierra, nosotros y el pueblo mismo han mostrado ser el arma que disipara la oscuridad, tan solo no teman ante la dificultad, tan solo concédanme el caprichoso deseo de confiar en mi, solamente una gota de fe a su servidor servirá para acabar y arrasar como tornado con aquella mafia que doblego a la mismísima marina.
Las multitudes aclamaban consignas de libertad, todos pedían a gritos el favor de aquel sujeto que le ha quitado la venda de los ojos, en ese instante la multitud había perdido el miedo e incluso dispuestos estaban a luchar ¿pero de que serviría? Simplemente serian carne de cañón y Fausto definitivamente no permitiría esas innecesarias bajas, así que volvió a hablarles pero con un todo más bajo y cálido.
Yo señores y señoras, seré la espada que represente sus voluntades, me encargare de hacer justicia, atenderé a sus plegarias, pero necesito su colaboración total ¿Cómo colaborar? Se preguntaran, pues responderé que simplemente deben correr hacia las costas, alejarse de la ciudad que hoy será el campo de batalla en le lucha del juicio, ante ustedes traeré los cuerpos de cada responsable y los guindare como bandera de libertad, pero concédanme aquel capricho que les he pedido.
Todos quedaron desconcertados pero no titubearon en alejarse de la ciudad, siguieron rumbo hacia la playa donde se mantendrían un poco más seguro. Algo que no sabia nuestro protagonista era que desde las sombras aquellos encapuchados miraban las acciones de Fausto y sorprendentemente la veían con buenos ojos, con tanta aceptación que incluso uno de ellos se le acerco y quitándose la capucha le pidió la unión a lo que Fausto respondió de manera afirmativa
Al llegar al muelle consigue a su nueva socia, la mujer gordota de bar, que irónicamente se había convertido en una de las piezas más importantes en el tablero de Fausto. Con papeles en manos estos dos se acercan a la muchedumbre y da entrega de todas las pruebas recaudadas, después de todo las explicaciones sobraron después de aquel desliz que tuvieron los supuestos líderes de la corrupción. La gente no tardo mucho en mostrar un descontento pero se preguntaban ¿Qué podían hacer ante aquel enemigo tan fuerte? Fue cuando Fausto decidió mostrar uno de sus dotes más importante, el liderazgo, como lo haría, pues de una manera sencilla, subiéndose a uno de los edificios y a todo pulmón se refirió a los ciudadanos que estaban en incertidumbre:
-No deben temer al mal, se preguntar ¿Por qué? Pues responderé con sinceridad, si estos estuviesen tan seguros de su victoria sin duda estarían aun escondidos en sus madrigueras, hoy hemos hecho algo tan esplendido que los hizo salir de debajo de la tierra, nosotros y el pueblo mismo han mostrado ser el arma que disipara la oscuridad, tan solo no teman ante la dificultad, tan solo concédanme el caprichoso deseo de confiar en mi, solamente una gota de fe a su servidor servirá para acabar y arrasar como tornado con aquella mafia que doblego a la mismísima marina.
Las multitudes aclamaban consignas de libertad, todos pedían a gritos el favor de aquel sujeto que le ha quitado la venda de los ojos, en ese instante la multitud había perdido el miedo e incluso dispuestos estaban a luchar ¿pero de que serviría? Simplemente serian carne de cañón y Fausto definitivamente no permitiría esas innecesarias bajas, así que volvió a hablarles pero con un todo más bajo y cálido.
Yo señores y señoras, seré la espada que represente sus voluntades, me encargare de hacer justicia, atenderé a sus plegarias, pero necesito su colaboración total ¿Cómo colaborar? Se preguntaran, pues responderé que simplemente deben correr hacia las costas, alejarse de la ciudad que hoy será el campo de batalla en le lucha del juicio, ante ustedes traeré los cuerpos de cada responsable y los guindare como bandera de libertad, pero concédanme aquel capricho que les he pedido.
Todos quedaron desconcertados pero no titubearon en alejarse de la ciudad, siguieron rumbo hacia la playa donde se mantendrían un poco más seguro. Algo que no sabia nuestro protagonista era que desde las sombras aquellos encapuchados miraban las acciones de Fausto y sorprendentemente la veían con buenos ojos, con tanta aceptación que incluso uno de ellos se le acerco y quitándose la capucha le pidió la unión a lo que Fausto respondió de manera afirmativa
- rebelde:
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Frente a nuestro protagonista se encontraba uno de aquellos rebeldes que acababa de enfrentar, Fausto no pudo evitar sentir un profundo desconcierto ante semejante petición, ni él podía esperarse aquella jugada del destino, pero claro, no mostraría síntoma ninguno sobre ello, solo sonrió con su característica y perturbadora risa y asintió con la cabeza – Pero antes de esto, tengo una pregunta para usted ¿Por qué ha mandado a esa gente hacia las afuera? – Pregunto aquel chico rebelde mostrando bastante desconcierto - ¿Acaso será que no escucho lo de hace un momento en el parlante? –
Era una persona joven, tan solo un chico de al menos unos 16 años, tenía una cabellera corta, bien cuidada, sus mechones caían como manantiales hasta su oreja, cabe resaltar que era suave como la seda. Su piel era blanca como la nieve y suave como la lana que desborda una oveja, además aquella piel mostraba fragilidad como la de una dama. Denotaba una mirada perturbadora como la de nuestro protagonista y no era para menos, en su infancia tuvo que presenciar barbaridades, todo esto acompañado por una elegante tela blanca, un traje de etiqueta el cual se escondía entre los trapos rotos que usaba como capa para ocultarse. La dentadura perfecta, blanca y con olor a menta y por si fuese poco para darle el toque final o como dicen ponerle la cereza al pastel su vocablo era sofisticado y elegante, sin duda era alguien con cuna de oro.
Fausto lanzo una mirada penetrante, pero acompañada de ella embozo una sonrisa – No me gusta arriesgar vida de inocentes – sus palabras fueron tajantes como una guillotina, no tenía ganas de dar motivo de sus acciones, ya quedaba de los terceros crear la opinión sobre este maniaco. Aquel chico solo sonrió acompañando el gesto de Fausto, le causaba gran intriga aquella respuesta, no podía explicarse como alguien podía sentirse tan seguro ante enemigos tan sublimes, pero claro no demostraría con palabras aquella reacción, simplemente se voltio y con una señal de la mano le hizo señas a Fausto para que lo acompañara. Fausto lo siguió sin decir más.
Al llegar al humilde muelle, se escuchaban los aullidos escalofriantes de los perros, los cuales como orquestas daban a entonar una melodía melancólica, quizás ellos eran los más al tanto con lo que ocurría por aquellas calles, pero igual eso era algo que Fausto no podía más que suponer
-¿Quien es tu amigo? – pregunto una voz cálida como de chica, Fausto sin duda volteo con un brusco movimiento hacia arriba, trataba de ubicar de donde provenía. Fue entonces cuando la vio, en todo lo alto, sostenida por una biga sobresaliente de una de las embarcaciones, estaba escondida detrás de su sabanas rotas, escondiéndose – Es un amigo – Respondió mostrando su dentadura blanca aquel chico, Fausto solo se detuvo junto a su acompañante y presto atención a la conversación en la cual no quiso intervenir.
-Qué guapo especímenes – Dijo algo atrevida aquel bulto oculto sin rostro el cual bajaba de un tirón hasta donde estaban ellos. El rostro del chico de cabellera azul tan solo mostraba jocosidad ante aquello, es mas en un momento dio a botar una pequeña risa discreta, pero no respondió mas, en cambio arrastro a Fausto hasta llevarlo adentro de uno de los barcos.
Era oscuro, no se veía mas allá de su mano, la nariz de Fausto era invadida como perfume por un olor a humedad, esto hacia mantenerse alerta a Fausto haciéndolo contar cada paso que daba, trataba de calcular la distancia, tan solo podía oír la voz del rebelde el cual le decía – sígueme – mientras tiraba de la mano de nuestro protagonista, el cual sin chistar lo siguió.
Luego de apenas uno 6 metros se abrió ante ellos una puerta que dejo salir una luz deslumbrante, de manera instantánea Fausto levanta sus manos para protegerse de la luz mientras esperaba que se adaptaran sus ojos, cuando esto ocurrió pudo divisar una habitación con varios artilugio a los bordes, maquinas de localización, cámaras que mostraba partes de la ciudad justo en el medio una mesa con una maqueta de la ciudad y alrededor de ella 5 sujetos, todos ocultaban sus rostros entre capas negras – Al fin llega Kaneki – decía una el sujeto de la punta con voz firme, parecía ser el líder.
-Por supuesto – dijo el chico que acompañaba a Fausto afirmando lo que aquel había dicho, además jala levemente a nuestro protagonista para que entrara. Fausto entra sin chistar y percibe un olor bastante fresco, olía rosas – Que curioso – piensa este joven sin decir nada, solo esperando a los acontecimientos – Buenas Fausto, te estábamos observando – dice bastante tranquilo aquel sujeto de la esquina que parecía el líder
-¿Para qué observarían a alguien como yo? – pregunto algo desconfiado. Se escucho la risa de todos al unisonó, no sabía que les causaba gracia pero tampoco pregunto – Porque eres bastante osado – le respondió volviendo a mostrar su voz firme, pero solo hizo pausa para proseguir hablando – Eres un factor importante para la liberación de este lugar, además, no entiendo la razón del porque le agradas a varios de los nuestro- siguió diciendo aquel ser. A Fausto realmente no le interesaba mucho lo que le dijeran así que se puso a observar las cámaras, divagando con la mirada y observo a Max peleando, pero no solo eso sino que además tenía problemas, así que lo interrumpió – Creo que si necesitan de mi pueden enviar a kaneki – dijo Fausto frunciendo el ceño, mientras abría una puerta a sus pies que lo conllevaría hasta afuera.
Fausto salió de ahí disparado como bala hacia la ciudad, abría y cerraba puertas a diestra y siniestra, tan solo quería llegar hacia donde se encontraba Max, como compañero tenía el deber de ayudar asi aquel no quisiera. De la nada una detonación se escucho, Fausto se paró en seco y voltio la cara, solo para observar que se trataba de el sargento con un subordinado.
Era una persona joven, tan solo un chico de al menos unos 16 años, tenía una cabellera corta, bien cuidada, sus mechones caían como manantiales hasta su oreja, cabe resaltar que era suave como la seda. Su piel era blanca como la nieve y suave como la lana que desborda una oveja, además aquella piel mostraba fragilidad como la de una dama. Denotaba una mirada perturbadora como la de nuestro protagonista y no era para menos, en su infancia tuvo que presenciar barbaridades, todo esto acompañado por una elegante tela blanca, un traje de etiqueta el cual se escondía entre los trapos rotos que usaba como capa para ocultarse. La dentadura perfecta, blanca y con olor a menta y por si fuese poco para darle el toque final o como dicen ponerle la cereza al pastel su vocablo era sofisticado y elegante, sin duda era alguien con cuna de oro.
Fausto lanzo una mirada penetrante, pero acompañada de ella embozo una sonrisa – No me gusta arriesgar vida de inocentes – sus palabras fueron tajantes como una guillotina, no tenía ganas de dar motivo de sus acciones, ya quedaba de los terceros crear la opinión sobre este maniaco. Aquel chico solo sonrió acompañando el gesto de Fausto, le causaba gran intriga aquella respuesta, no podía explicarse como alguien podía sentirse tan seguro ante enemigos tan sublimes, pero claro no demostraría con palabras aquella reacción, simplemente se voltio y con una señal de la mano le hizo señas a Fausto para que lo acompañara. Fausto lo siguió sin decir más.
Al llegar al humilde muelle, se escuchaban los aullidos escalofriantes de los perros, los cuales como orquestas daban a entonar una melodía melancólica, quizás ellos eran los más al tanto con lo que ocurría por aquellas calles, pero igual eso era algo que Fausto no podía más que suponer
-¿Quien es tu amigo? – pregunto una voz cálida como de chica, Fausto sin duda volteo con un brusco movimiento hacia arriba, trataba de ubicar de donde provenía. Fue entonces cuando la vio, en todo lo alto, sostenida por una biga sobresaliente de una de las embarcaciones, estaba escondida detrás de su sabanas rotas, escondiéndose – Es un amigo – Respondió mostrando su dentadura blanca aquel chico, Fausto solo se detuvo junto a su acompañante y presto atención a la conversación en la cual no quiso intervenir.
-Qué guapo especímenes – Dijo algo atrevida aquel bulto oculto sin rostro el cual bajaba de un tirón hasta donde estaban ellos. El rostro del chico de cabellera azul tan solo mostraba jocosidad ante aquello, es mas en un momento dio a botar una pequeña risa discreta, pero no respondió mas, en cambio arrastro a Fausto hasta llevarlo adentro de uno de los barcos.
Era oscuro, no se veía mas allá de su mano, la nariz de Fausto era invadida como perfume por un olor a humedad, esto hacia mantenerse alerta a Fausto haciéndolo contar cada paso que daba, trataba de calcular la distancia, tan solo podía oír la voz del rebelde el cual le decía – sígueme – mientras tiraba de la mano de nuestro protagonista, el cual sin chistar lo siguió.
Luego de apenas uno 6 metros se abrió ante ellos una puerta que dejo salir una luz deslumbrante, de manera instantánea Fausto levanta sus manos para protegerse de la luz mientras esperaba que se adaptaran sus ojos, cuando esto ocurrió pudo divisar una habitación con varios artilugio a los bordes, maquinas de localización, cámaras que mostraba partes de la ciudad justo en el medio una mesa con una maqueta de la ciudad y alrededor de ella 5 sujetos, todos ocultaban sus rostros entre capas negras – Al fin llega Kaneki – decía una el sujeto de la punta con voz firme, parecía ser el líder.
-Por supuesto – dijo el chico que acompañaba a Fausto afirmando lo que aquel había dicho, además jala levemente a nuestro protagonista para que entrara. Fausto entra sin chistar y percibe un olor bastante fresco, olía rosas – Que curioso – piensa este joven sin decir nada, solo esperando a los acontecimientos – Buenas Fausto, te estábamos observando – dice bastante tranquilo aquel sujeto de la esquina que parecía el líder
-¿Para qué observarían a alguien como yo? – pregunto algo desconfiado. Se escucho la risa de todos al unisonó, no sabía que les causaba gracia pero tampoco pregunto – Porque eres bastante osado – le respondió volviendo a mostrar su voz firme, pero solo hizo pausa para proseguir hablando – Eres un factor importante para la liberación de este lugar, además, no entiendo la razón del porque le agradas a varios de los nuestro- siguió diciendo aquel ser. A Fausto realmente no le interesaba mucho lo que le dijeran así que se puso a observar las cámaras, divagando con la mirada y observo a Max peleando, pero no solo eso sino que además tenía problemas, así que lo interrumpió – Creo que si necesitan de mi pueden enviar a kaneki – dijo Fausto frunciendo el ceño, mientras abría una puerta a sus pies que lo conllevaría hasta afuera.
Fausto salió de ahí disparado como bala hacia la ciudad, abría y cerraba puertas a diestra y siniestra, tan solo quería llegar hacia donde se encontraba Max, como compañero tenía el deber de ayudar asi aquel no quisiera. De la nada una detonación se escucho, Fausto se paró en seco y voltio la cara, solo para observar que se trataba de el sargento con un subordinado.
Fausto D Himura
Fama
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Características
fuerza
Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Fausto observaba hacia la sima del techo mostrando una cara que pocas veces saca a relucir. Fruncía el ceño mientras sus cejas se encobaban una con la otra en la canal de los dos ojos, la cara de amargura se hacían relucir de manera potente hacia cualquier otro, aquel soldado que había detonado, se encontraba incluso temeroso de que podría ocurrir. Su cara mostraba terror y su cuerpo temblaba como tortuga en caldo, simplemente fue un acto del sentido común lo que hizo que reaccionara de esta manera.
-A donde ibas con tanta prisa viejo amigo – decía el joven sargento con un tono algo burlesco. Obviamente Fausto no estaba con los mejores ánimos para lidiar con juegos y travesuras – Creo que has decidido molestarme en el peor momento – Decía entonando una voz amenazante la cual hacia juego con su expresión.
El viento que gélido soplaba recorriendo las calles abandonadas movían la gabardina de Fausto haciéndola bailar a su son, claro acompañado de su larga cabellera hacían una pareja fenomenal para la noche. Fueron solo cuestiones de segundo las que bastaron para que bajo del chico marino con pistola, se abriera una de la juguetonas puertas de Fausto, nuestro habilidoso amigo ya tenía preparada su guadaña para llevar acabo la ejecución. Justo en el momento que frente a Fausto apareció aquel marine siendo escupido por la puerta, nuestro protagonista abanico su Oz para poder degollar a aquel muchacho que por jugarretas del destino se encontró con la persona equivocada.
Su cabeza quedo intacta gracias al corte perfecto que hizo nuestro protagonista, pero solo basto un chasquido de la mano de Fausto para que esta cayera justo a sus pies, acompañada con el cuerpo que sin vida se desplomo inmediatamente, la luna la cual discreta se escondía entre las nubes evito presenciar tal acto – Ahora sigues tú - Dijo con una voz seca y tenebrosa mientras con el dedo lo señalaba. Aquel sargento al fin comenzaba a mostrarse un poco temeroso, pero es que ya no se encontraba luchando contra el mismo chico con riza burlesca, ahora se había encontrado con el que pronto llamarían “El shinigami de los ojos azules”
-Crees que te temo – dijo el sargento tratando de ocultar su profundo miedo, después de todo no podía dar a relucir aquel espanto. Fausto solo lo observaba manteniendo su misma mirada, no pronunciaba palabra y eso era lo que más estremecía, el solo se quedó intacto con la mirada clavada hacia su objetivo, maquinaba de manera perfecta el plan para terminar con todo esto de un solo movimiento.
Kay hizo un chasquido, esta sería la señal de su ataque el cual con velocidad lanzo. Moviéndose de manera rápida aquel sargento iba dando salto en zigzag tratando de confundir a Fausto y abrir una apertura. Lástima que sus movimientos fueron en vano, el joven maniaco no apartaba ni un segundo la mirada, solo lo seguía al ritmo con el que el sargento se movía. Sin duda Kay noto en el aprieto que se encontraba y aún más temblaba su cuerpo, se sentía como niño ante la presencia de aquel muchacho, pero en su mente se repetía –No hay vuelta atrás- Así que salto finalmente impulsándose con sus pies de uno de techos para aumentar su velocidad y poder golpear con la mano derecha al joven revolucionario.
En vista de lo que estaba ocurriendo el joven maniaco lanzo su última mirada de desprecio, pero había algo diferente, esta mostraba algo más, esto era, decepción. Inmediatamente el sargento se dio cuenta que había terminado la batalla, solo basto esa expresión para que de manera ipso facta perdiera toda esperanza de vida, ya el cuerpo del marine se encontraba muy cansada por todo lo que había ocurrido, y aparte hizo enojar a quien no debía – Que diminuto eres – murmuro fausto antes de desaparecer en una de sus puertas que abrió a sus mismo pies, solo para luego salir a la espalda del sargento, haciendo abrir una puerta en ese lugar (su espalda) Solo clavo su Oz como granjero arando tierra y la deslizo desde el hombro hasta el coxis con cuidado de no tocar su columna.
Cayo desplomado pero vivo en aquel vido de escombro y justo a su lado el verdugo que terminaría con su vida –Vamos mátame – dijo con su último suspiro Kay implementando la poca fuerza que le quedaba, era una gran humillación haber terminado en esa situación tan desfavorable – ¿Quién te ha dicho que el perdedor decide cómo morir? – Pregunto Fausto embozando su sonrisa tradicional – Has hecho lo que muy pocos han logrado. Me has hecho enojar – Dijo rebosante de ira – Te hare una muerte digna – Ahora su tono sonaba macabro, Kay sabía lo que ocurriría pero no pudo decir nada, no tenía más fuerza y sus palabras morían antes de nacer – Solo esperare que te desangres – Dijo como última palabra fausto antes de clavar su Oz en la costilla del sargento, esto lo ayudaría a desangrarse más rápido. Por cierto procuro no tocar ningún punto con gran relevancia.
Sentándose en el mismo techo que estaba Kay con el soldado Fausto observo como moría aquel sujeto, no parecía sentir ningún tipo de condescendencia, al contrario, parecía divertirle aquel acto, asi que solo se reía a mares botando lágrimas de felicidad, mientras que el viento y la luna parecían llorar ante aquello que se había desatado.
-Es hora de buscar a Max – Murmuro Fausto. Dejando a sus espaldas a los dos sujetos sin vida este volvió a abrir y cerrar puertas hasta llegar al lugar de donde había conseguido la información, se trataba del edificio de aquel grotesco sujeto –He llegado – Dijo el joven revolucionario manteniendo su sonrisa, mientras observaba a Max y a su no grato acompañante.
-A donde ibas con tanta prisa viejo amigo – decía el joven sargento con un tono algo burlesco. Obviamente Fausto no estaba con los mejores ánimos para lidiar con juegos y travesuras – Creo que has decidido molestarme en el peor momento – Decía entonando una voz amenazante la cual hacia juego con su expresión.
El viento que gélido soplaba recorriendo las calles abandonadas movían la gabardina de Fausto haciéndola bailar a su son, claro acompañado de su larga cabellera hacían una pareja fenomenal para la noche. Fueron solo cuestiones de segundo las que bastaron para que bajo del chico marino con pistola, se abriera una de la juguetonas puertas de Fausto, nuestro habilidoso amigo ya tenía preparada su guadaña para llevar acabo la ejecución. Justo en el momento que frente a Fausto apareció aquel marine siendo escupido por la puerta, nuestro protagonista abanico su Oz para poder degollar a aquel muchacho que por jugarretas del destino se encontró con la persona equivocada.
Su cabeza quedo intacta gracias al corte perfecto que hizo nuestro protagonista, pero solo basto un chasquido de la mano de Fausto para que esta cayera justo a sus pies, acompañada con el cuerpo que sin vida se desplomo inmediatamente, la luna la cual discreta se escondía entre las nubes evito presenciar tal acto – Ahora sigues tú - Dijo con una voz seca y tenebrosa mientras con el dedo lo señalaba. Aquel sargento al fin comenzaba a mostrarse un poco temeroso, pero es que ya no se encontraba luchando contra el mismo chico con riza burlesca, ahora se había encontrado con el que pronto llamarían “El shinigami de los ojos azules”
-Crees que te temo – dijo el sargento tratando de ocultar su profundo miedo, después de todo no podía dar a relucir aquel espanto. Fausto solo lo observaba manteniendo su misma mirada, no pronunciaba palabra y eso era lo que más estremecía, el solo se quedó intacto con la mirada clavada hacia su objetivo, maquinaba de manera perfecta el plan para terminar con todo esto de un solo movimiento.
Kay hizo un chasquido, esta sería la señal de su ataque el cual con velocidad lanzo. Moviéndose de manera rápida aquel sargento iba dando salto en zigzag tratando de confundir a Fausto y abrir una apertura. Lástima que sus movimientos fueron en vano, el joven maniaco no apartaba ni un segundo la mirada, solo lo seguía al ritmo con el que el sargento se movía. Sin duda Kay noto en el aprieto que se encontraba y aún más temblaba su cuerpo, se sentía como niño ante la presencia de aquel muchacho, pero en su mente se repetía –No hay vuelta atrás- Así que salto finalmente impulsándose con sus pies de uno de techos para aumentar su velocidad y poder golpear con la mano derecha al joven revolucionario.
En vista de lo que estaba ocurriendo el joven maniaco lanzo su última mirada de desprecio, pero había algo diferente, esta mostraba algo más, esto era, decepción. Inmediatamente el sargento se dio cuenta que había terminado la batalla, solo basto esa expresión para que de manera ipso facta perdiera toda esperanza de vida, ya el cuerpo del marine se encontraba muy cansada por todo lo que había ocurrido, y aparte hizo enojar a quien no debía – Que diminuto eres – murmuro fausto antes de desaparecer en una de sus puertas que abrió a sus mismo pies, solo para luego salir a la espalda del sargento, haciendo abrir una puerta en ese lugar (su espalda) Solo clavo su Oz como granjero arando tierra y la deslizo desde el hombro hasta el coxis con cuidado de no tocar su columna.
Cayo desplomado pero vivo en aquel vido de escombro y justo a su lado el verdugo que terminaría con su vida –Vamos mátame – dijo con su último suspiro Kay implementando la poca fuerza que le quedaba, era una gran humillación haber terminado en esa situación tan desfavorable – ¿Quién te ha dicho que el perdedor decide cómo morir? – Pregunto Fausto embozando su sonrisa tradicional – Has hecho lo que muy pocos han logrado. Me has hecho enojar – Dijo rebosante de ira – Te hare una muerte digna – Ahora su tono sonaba macabro, Kay sabía lo que ocurriría pero no pudo decir nada, no tenía más fuerza y sus palabras morían antes de nacer – Solo esperare que te desangres – Dijo como última palabra fausto antes de clavar su Oz en la costilla del sargento, esto lo ayudaría a desangrarse más rápido. Por cierto procuro no tocar ningún punto con gran relevancia.
Sentándose en el mismo techo que estaba Kay con el soldado Fausto observo como moría aquel sujeto, no parecía sentir ningún tipo de condescendencia, al contrario, parecía divertirle aquel acto, asi que solo se reía a mares botando lágrimas de felicidad, mientras que el viento y la luna parecían llorar ante aquello que se había desatado.
-Es hora de buscar a Max – Murmuro Fausto. Dejando a sus espaldas a los dos sujetos sin vida este volvió a abrir y cerrar puertas hasta llegar al lugar de donde había conseguido la información, se trataba del edificio de aquel grotesco sujeto –He llegado – Dijo el joven revolucionario manteniendo su sonrisa, mientras observaba a Max y a su no grato acompañante.
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