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Una pequeña granja sobre una colina, el sol despuntando en el horizonte, alzandose alegre y feliz sobre la enorme extensión de cultivos...
- Dejadme dormir... me tenéis levantado...has...man...ña...- plantaciones de todas clases, tomates, pimientos, alcachofas, trigo, maíz...
Uro se deja llevar como una marioneta, apoyado en las manos de su compañera las piernas siguen una sucesión de ensayados traspies que provocan su marcha, los ojos aún pegados dislucidan un entorno cambiante, y su apagado oído escucha unas frases que no llegan a procesarse correctamente.
- Va... comida, yo me encargo- el león rubio bosteza, contagiando a su res, que de vez en cuando tiene que estar pendiente de la cercanía del úrsido.
- Conociendo a esta gente, como no traiga suficiente carne vamos a pasar...unos cuantos problemas- se estira, desesperezandose perezosamente.- Además no sabemos cuanto vamos a estar en la mar, las cosas se pudren, y las plantas aún más rapido... necesitaremos muchos sacos de grano... carnes secas o en salazón... bastantes patatas... bueh que palo... ya podría haber venido Onox, que la mayoría va a ser para él...
'Parece incómoda'. La atención del rubio se centra sobre aquella que lanza furtivas miradas alrededor, sigilosas pero evidentes a esta distancia.
- Deberías relajarte... somos familia- sonrie, con la parsimona y el desparpajo unicos en su banda. - Pues a ver... he estado aqui muchos años, me crié en una granja donde abusaban de los chicos, luego me escapé pero no pude salvar a mi vaca madre, que tambien era madre de Clarabell- señala a la vaca con el pulgar- luego pasaron muchas cosas, que si aprendí a cocinar... seguí en la ciudad... se supone que me persiguen por atacar a un tipo... aunque ahora que caigo no suele darme muchos problemas esos, hice algun que otro amigo, vivi por ahi, aprendí a cocinar... eso ya lo he dicho... hmmm... bueno, y luego me encontré con ustedes, que por suerte volvísteis aquí, ya que no me había movido...- sonrie, apoyando la mano en su nuca- Si es que soy vago hasta para eso eh...
La muchacha tiene prisa, pero el depósito de confianza y cariño termina de despertar al mastuerzo, el cual se estira una última vez, apoyando las manos en las caderas y doblándose hacia atrás.
- Vamos Clarabell...- la vista se fija una última vez en la compañera, para desviarse un poco más abajo.
"Mullido, blandito, gordito" Ese oso sería una espectacular cama.
No es dificil acceder al local, un sólo pero constante empujón vencen la puerta de atrás, que cae con un sonoro crujido.
Primero unos pasos, y luego unas coces, las dos igualmente ruidosas se abren paso por los entresijos del local, cargando a dos lomos las viandas.
- A ver... maíz, trigo, tomates, pimientos, muchas patatas, más patatas... cecina de pavo, cecina de ternera, varios jamones... pescado en salazón... huevos y pepinillos en conserva... conservas... Luth ha dicho que se encargaba de todo lo que no fuera carne y verduras... así que ella traerá agua potable suficiente... y... quesos... ta' bien.- la res le lanza una mirada mortal, pues ha dejado caer su peso sobre ella mientras contaba las provisiones.
- Dejadme dormir... me tenéis levantado...has...man...ña...- plantaciones de todas clases, tomates, pimientos, alcachofas, trigo, maíz...
Uro se deja llevar como una marioneta, apoyado en las manos de su compañera las piernas siguen una sucesión de ensayados traspies que provocan su marcha, los ojos aún pegados dislucidan un entorno cambiante, y su apagado oído escucha unas frases que no llegan a procesarse correctamente.
- Va... comida, yo me encargo- el león rubio bosteza, contagiando a su res, que de vez en cuando tiene que estar pendiente de la cercanía del úrsido.
- Conociendo a esta gente, como no traiga suficiente carne vamos a pasar...unos cuantos problemas- se estira, desesperezandose perezosamente.- Además no sabemos cuanto vamos a estar en la mar, las cosas se pudren, y las plantas aún más rapido... necesitaremos muchos sacos de grano... carnes secas o en salazón... bastantes patatas... bueh que palo... ya podría haber venido Onox, que la mayoría va a ser para él...
'Parece incómoda'. La atención del rubio se centra sobre aquella que lanza furtivas miradas alrededor, sigilosas pero evidentes a esta distancia.
- Deberías relajarte... somos familia- sonrie, con la parsimona y el desparpajo unicos en su banda. - Pues a ver... he estado aqui muchos años, me crié en una granja donde abusaban de los chicos, luego me escapé pero no pude salvar a mi vaca madre, que tambien era madre de Clarabell- señala a la vaca con el pulgar- luego pasaron muchas cosas, que si aprendí a cocinar... seguí en la ciudad... se supone que me persiguen por atacar a un tipo... aunque ahora que caigo no suele darme muchos problemas esos, hice algun que otro amigo, vivi por ahi, aprendí a cocinar... eso ya lo he dicho... hmmm... bueno, y luego me encontré con ustedes, que por suerte volvísteis aquí, ya que no me había movido...- sonrie, apoyando la mano en su nuca- Si es que soy vago hasta para eso eh...
La muchacha tiene prisa, pero el depósito de confianza y cariño termina de despertar al mastuerzo, el cual se estira una última vez, apoyando las manos en las caderas y doblándose hacia atrás.
- Vamos Clarabell...- la vista se fija una última vez en la compañera, para desviarse un poco más abajo.
"Mullido, blandito, gordito" Ese oso sería una espectacular cama.
No es dificil acceder al local, un sólo pero constante empujón vencen la puerta de atrás, que cae con un sonoro crujido.
Primero unos pasos, y luego unas coces, las dos igualmente ruidosas se abren paso por los entresijos del local, cargando a dos lomos las viandas.
- A ver... maíz, trigo, tomates, pimientos, muchas patatas, más patatas... cecina de pavo, cecina de ternera, varios jamones... pescado en salazón... huevos y pepinillos en conserva... conservas... Luth ha dicho que se encargaba de todo lo que no fuera carne y verduras... así que ella traerá agua potable suficiente... y... quesos... ta' bien.- la res le lanza una mirada mortal, pues ha dejado caer su peso sobre ella mientras contaba las provisiones.
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El trabajo es complicado, partimos de solo un dato como base y no es muy concreto. Solo doy gracias a que no buscamos un bar pues en Goa tiras una piedra y le das a uno fijo, Sköll mantiene las distancias con nuestro compañero y se dedica a moverse de un lado a otro.
De camino a cumplir nuestra misión veo como del bolso de un tipo sale una delicada cadena de oro indudablemente unida a un reloj, cuando pasamos cerca de él escurro mi mano al enganche soltándolo y tiro de la cadena suavemente haciéndome con el objeto. Al doblar la esquina observo que si, la cadena es buena pero el reloj es una porquería lo suelto separándolo de la cadena y asomo la cabeza por la esquina viendo los aspavientos del tipo que se acaba de percatar del hurto, rápido le lanzo el reloj a la cabeza dándole en la frente y me voy como si nada sin que nadie se percate.
*Malgastar una buena cadena en semejante baratija… esta ciudad está llena de ineptos…*
Estaba aun farfullando en mi cabeza contra aquel sujeto y guardando la cadena cuando mi amigo haya lo que estábamos buscando, respiro hondo y confirmo las sospechas de mi amigo, la muchacha estuvo por la zona no hace mucho. Seguimos los pasos del lobo hasta una pequeña plazoleta entre unos edificios, en ella la muchacha está sentada en un banco tranquilamente. Veo a Alviss asearse un poco y no puedo evitar alzar los ojos al cielo exasperado, pero de las ventanas se ve a mucha gente asomada, vecinas hablando de punta a punta o tendiendo la ropa, no puedo ir a lo bruto. Alviss me da un paño y cloroformo y le miro sorprendido, parece que es más hábil para el secuestro de lo que inicialmente espere. El se va donde la muchacha y yo me pongo de cuclillas acariciando la cabeza de Sköll.
-Supongo que ahora sabemos el secreto de su éxito con las mujeres y la razón de que duren tan poco en su lecho por las mañanas. – Sköll solo suelta un pequeño bufido ante mis palabras lo que me resulta bastante gracioso.
Empiezan a moverse cuando Sköll y yo somos sorprendidos por un hombre en el callejón, me agarra del hombro y se queda mirando por un instante, mira a Sköll y vuelve su mirada a mis ojos rojos que le miran directamente.
-E…eres uno... de esos…- Le temblaban las piernas como un flan, se entrecortaba al hablar y su mirada recorría el callejón en post de alguien que lo ayudara, pero estábamos solo. –No le diré nada a la marina, solo me equivoque de persona, pensaba que eras un a….
Una de mis dagas atraviesa su pecho mientras sus ojos vuelven a clavarse en los míos, viendo solo unos ojos rojos a través de mi uniforme. Sköll tenso muestra los colmillos al sujeto moribundo.
-No, no les dirás nada, pero de eso me aseguro yo. No se puede fiar nadie de la escoria como tú, venderías a tu madre por salvar el pescuezo.
Según saco la hoja negra de su pecho su vida expira y cae como un plomo al suelo, limpio el arma en su ropa, la guardo y al girarme veo que Alviss y la muchacha ya me sacan cierta distancia. Con Sköll a mi vera recorto distancias y empiezo a seguirles a una distancia prudencial, pronto llegamos a una zona apta pero ver al pobre Alviss quedándose sin temas de conversación, es una tortura que me encanta contemplar. Tras divertirme unos minutos hecho en el pañuelo algo de líquido, lo cierro y rompo a correr rápidamente hacia la muchacha, le pongo el pañuelo en la boca y cae drogi casi al instante dándose un sonoro golpe al caer. Sköll que me siguió al lado al parecer había golpeado a Alviss, para mí no cabe duda que adrede.
Alviss indica que esta hecho, cojo a la muchacha y me la coloco al hombro como un saco de patatas bastante ligero para mi alivio, mi mano reposa en su culo un instante al cargarla y tras palparlo un segundo solo pienso una cosa, es perfecta para vender como esclava. El camino de vuelta no hablamos mucho que se diga pues estoy distraído haciendo cuentas, si encontraba al comprador indicado la tía nos daría un buen benéfico. Según “encuentro” en un portal una silla de ruedas la siento en ella y le coloco un sombrero que “encuentro” en un tendedero sobre la cabeza, con un modo menos incriminatorio de llevarla nos dirigimos al lugar acordado.
De camino a cumplir nuestra misión veo como del bolso de un tipo sale una delicada cadena de oro indudablemente unida a un reloj, cuando pasamos cerca de él escurro mi mano al enganche soltándolo y tiro de la cadena suavemente haciéndome con el objeto. Al doblar la esquina observo que si, la cadena es buena pero el reloj es una porquería lo suelto separándolo de la cadena y asomo la cabeza por la esquina viendo los aspavientos del tipo que se acaba de percatar del hurto, rápido le lanzo el reloj a la cabeza dándole en la frente y me voy como si nada sin que nadie se percate.
*Malgastar una buena cadena en semejante baratija… esta ciudad está llena de ineptos…*
Estaba aun farfullando en mi cabeza contra aquel sujeto y guardando la cadena cuando mi amigo haya lo que estábamos buscando, respiro hondo y confirmo las sospechas de mi amigo, la muchacha estuvo por la zona no hace mucho. Seguimos los pasos del lobo hasta una pequeña plazoleta entre unos edificios, en ella la muchacha está sentada en un banco tranquilamente. Veo a Alviss asearse un poco y no puedo evitar alzar los ojos al cielo exasperado, pero de las ventanas se ve a mucha gente asomada, vecinas hablando de punta a punta o tendiendo la ropa, no puedo ir a lo bruto. Alviss me da un paño y cloroformo y le miro sorprendido, parece que es más hábil para el secuestro de lo que inicialmente espere. El se va donde la muchacha y yo me pongo de cuclillas acariciando la cabeza de Sköll.
-Supongo que ahora sabemos el secreto de su éxito con las mujeres y la razón de que duren tan poco en su lecho por las mañanas. – Sköll solo suelta un pequeño bufido ante mis palabras lo que me resulta bastante gracioso.
Empiezan a moverse cuando Sköll y yo somos sorprendidos por un hombre en el callejón, me agarra del hombro y se queda mirando por un instante, mira a Sköll y vuelve su mirada a mis ojos rojos que le miran directamente.
-E…eres uno... de esos…- Le temblaban las piernas como un flan, se entrecortaba al hablar y su mirada recorría el callejón en post de alguien que lo ayudara, pero estábamos solo. –No le diré nada a la marina, solo me equivoque de persona, pensaba que eras un a….
Una de mis dagas atraviesa su pecho mientras sus ojos vuelven a clavarse en los míos, viendo solo unos ojos rojos a través de mi uniforme. Sköll tenso muestra los colmillos al sujeto moribundo.
-No, no les dirás nada, pero de eso me aseguro yo. No se puede fiar nadie de la escoria como tú, venderías a tu madre por salvar el pescuezo.
Según saco la hoja negra de su pecho su vida expira y cae como un plomo al suelo, limpio el arma en su ropa, la guardo y al girarme veo que Alviss y la muchacha ya me sacan cierta distancia. Con Sköll a mi vera recorto distancias y empiezo a seguirles a una distancia prudencial, pronto llegamos a una zona apta pero ver al pobre Alviss quedándose sin temas de conversación, es una tortura que me encanta contemplar. Tras divertirme unos minutos hecho en el pañuelo algo de líquido, lo cierro y rompo a correr rápidamente hacia la muchacha, le pongo el pañuelo en la boca y cae drogi casi al instante dándose un sonoro golpe al caer. Sköll que me siguió al lado al parecer había golpeado a Alviss, para mí no cabe duda que adrede.
Alviss indica que esta hecho, cojo a la muchacha y me la coloco al hombro como un saco de patatas bastante ligero para mi alivio, mi mano reposa en su culo un instante al cargarla y tras palparlo un segundo solo pienso una cosa, es perfecta para vender como esclava. El camino de vuelta no hablamos mucho que se diga pues estoy distraído haciendo cuentas, si encontraba al comprador indicado la tía nos daría un buen benéfico. Según “encuentro” en un portal una silla de ruedas la siento en ella y le coloco un sombrero que “encuentro” en un tendedero sobre la cabeza, con un modo menos incriminatorio de llevarla nos dirigimos al lugar acordado.
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La larga explicación del pistolas, intercalada con mis vanos intentos de interrumpirla con mis quejas e improperios, parece hacérseme más llevadera con la llegada de Luthien, la chica a la que no veía desde que nos separaron al grupo entero hace años y a la que el tiempo parece haber mejorado más que a un buen vino.
"Y ahora no está el peliazul pichafloja. Ja, este es mi momento para pillar cacho."
Abro la boca para soltar un piropo mucho más obsceno que halagador para la mayoría de los mortales pero el incansable hablar de Xanxus y la chica me obligan a callarme, así como un mordisco de Rocket entre las juntas de la armadura del brazo para prevenirme del riesgo que mi forma de ser hacia la joven me conllevaría. Malhumorado, me limito a cerrar la boca y atender a la escena. Luthien, por su parte, parece no haber ignorado tampoco mi gesto y me dedica una fugaz y feroz mirada de advertencia, a la que respondo con mi típica sonrisa socarrona.
Tras un par de minutos más por fin se dan por terminadas las tediosas e interminables explicaciones y los presentes quedamos divididos en grupos. Aunque por una parte no confío en absoluto en el hippie de la vaca y en la chica amante de los animales para conseguir comida, puesto que lo más seguro es que nos vengan con cargamentos de frutas y verduras insulsas y, como mucho, algo de pescado, por otro lado tampoco los veo escogiendo un barco decente que poder llevarnos.
- No me extrañaría que se agenciaran el primer cascarón de nuez mal construido y agujereado que encuentren. -Murmuro para mí una vez salgo del refugio junto con Rocket- Total, mientras lo hayan pintado bonito y de verde...
El mapache, mi mejor compañero de todo este grupo y que parece haber dado una muy buena cuenta del enorme atún, se puso rápidamente a mi lado y usó las juntas y salientes de la armadura para subirse a mi hombro como ya hubiera hecho multitud de veces en el pasado. Y, como también se había acostumbrado a hacer desde que sabía hablar, empieza a hacerse pasar por mi "conciencia", o algo así, sin dejar de hablarme un sólo momento de lo que tenemos que hacer.
- Mi trasero no será problema, bola de pelo -Le replico a su broma y subsiguiente risotada aguda, poniéndome el casco y avanzando hacia los muelles por el camino que el mapache parlante me indica.- Siempre podemos hacerle sitio tirándote a ti por la borda con una cuerda para pescar o atándote a un palo y haciéndote pasar por mocho en el cuartucho de la limpieza. Espera, ¿esos quieren tener cuartucho de la limpieza? Yo no le veo necesidad…
Las amenazas y piques se suceden a la par que nuestras carcajadas tan diametralmente opuestas, mientras me sigue indicando diversas direcciones por donde evitar las principales concentraciones de gente. Aunque nunca había sido especialmente malo orientándome, mi compañero conoce las calles, sin duda alguna, mucho mejor que yo. Además, no es mi estilo dar rodeos para llegar hasta un lugar evitando edificios y gente: si hay algo que se pone en mi camino so seré yo quien me aparte.
Pasados unos lentos aunque divertidos minutos tomando caminos alternativos hacia los muelles que hasta el momento yo desconocía, llegamos a nuestro objetivo. El aire salado del mar me recuerda a mis años de trabajos forzados en los muelles, y con ello recuerdo también algunos momentos agradables así como otros no tanto que me gustaría olvidar.
- Es hora de movernos. Desearía pasar el menor tiempo posible por aquí, Rocket. Tú avísame si ves algo que crees que encaje con nuestras necesidades. Y por favor, usa la cabeza un poco para esto y no escojas lo más brillante ni mejor decorado. Prefiero que sea funcional y feo a un pedazo de corcho bien tallado.
Dicho esto, comienzo a buscar la embarcación que sirva a los propósitos de la banda aparte de a los míos propios. Si bien ningún trabajador de los astilleros llegó a verme con la armadura puesta hasta las cejas, no es fácil olvidarse de un semigigante al que has estado viendo durante años.
Y yo tengo muy claro que tan pronto alguien me reconozca, empezarán los problemas. Problemas que yo agradeceré mucho.
"Y ahora no está el peliazul pichafloja. Ja, este es mi momento para pillar cacho."
Abro la boca para soltar un piropo mucho más obsceno que halagador para la mayoría de los mortales pero el incansable hablar de Xanxus y la chica me obligan a callarme, así como un mordisco de Rocket entre las juntas de la armadura del brazo para prevenirme del riesgo que mi forma de ser hacia la joven me conllevaría. Malhumorado, me limito a cerrar la boca y atender a la escena. Luthien, por su parte, parece no haber ignorado tampoco mi gesto y me dedica una fugaz y feroz mirada de advertencia, a la que respondo con mi típica sonrisa socarrona.
Tras un par de minutos más por fin se dan por terminadas las tediosas e interminables explicaciones y los presentes quedamos divididos en grupos. Aunque por una parte no confío en absoluto en el hippie de la vaca y en la chica amante de los animales para conseguir comida, puesto que lo más seguro es que nos vengan con cargamentos de frutas y verduras insulsas y, como mucho, algo de pescado, por otro lado tampoco los veo escogiendo un barco decente que poder llevarnos.
- No me extrañaría que se agenciaran el primer cascarón de nuez mal construido y agujereado que encuentren. -Murmuro para mí una vez salgo del refugio junto con Rocket- Total, mientras lo hayan pintado bonito y de verde...
El mapache, mi mejor compañero de todo este grupo y que parece haber dado una muy buena cuenta del enorme atún, se puso rápidamente a mi lado y usó las juntas y salientes de la armadura para subirse a mi hombro como ya hubiera hecho multitud de veces en el pasado. Y, como también se había acostumbrado a hacer desde que sabía hablar, empieza a hacerse pasar por mi "conciencia", o algo así, sin dejar de hablarme un sólo momento de lo que tenemos que hacer.
- Mi trasero no será problema, bola de pelo -Le replico a su broma y subsiguiente risotada aguda, poniéndome el casco y avanzando hacia los muelles por el camino que el mapache parlante me indica.- Siempre podemos hacerle sitio tirándote a ti por la borda con una cuerda para pescar o atándote a un palo y haciéndote pasar por mocho en el cuartucho de la limpieza. Espera, ¿esos quieren tener cuartucho de la limpieza? Yo no le veo necesidad…
Las amenazas y piques se suceden a la par que nuestras carcajadas tan diametralmente opuestas, mientras me sigue indicando diversas direcciones por donde evitar las principales concentraciones de gente. Aunque nunca había sido especialmente malo orientándome, mi compañero conoce las calles, sin duda alguna, mucho mejor que yo. Además, no es mi estilo dar rodeos para llegar hasta un lugar evitando edificios y gente: si hay algo que se pone en mi camino so seré yo quien me aparte.
Pasados unos lentos aunque divertidos minutos tomando caminos alternativos hacia los muelles que hasta el momento yo desconocía, llegamos a nuestro objetivo. El aire salado del mar me recuerda a mis años de trabajos forzados en los muelles, y con ello recuerdo también algunos momentos agradables así como otros no tanto que me gustaría olvidar.
- Es hora de movernos. Desearía pasar el menor tiempo posible por aquí, Rocket. Tú avísame si ves algo que crees que encaje con nuestras necesidades. Y por favor, usa la cabeza un poco para esto y no escojas lo más brillante ni mejor decorado. Prefiero que sea funcional y feo a un pedazo de corcho bien tallado.
Dicho esto, comienzo a buscar la embarcación que sirva a los propósitos de la banda aparte de a los míos propios. Si bien ningún trabajador de los astilleros llegó a verme con la armadura puesta hasta las cejas, no es fácil olvidarse de un semigigante al que has estado viendo durante años.
Y yo tengo muy claro que tan pronto alguien me reconozca, empezarán los problemas. Problemas que yo agradeceré mucho.
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Akuma no mi
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-Está bien, te diré todo lo que quieras –hace una pausa, -pero no me hagas daño.
En pocos minutos aquel individuo suelta toda la prenda. El lugar donde vive lord Willian Torchwood, la distribución de las casas de los habitantes más ricos y una forma de escapar con éxito.
-Con soldaduchos como tú da gusto tratar -muestro una mueca, -pero deberías saber que no soporto la traición, aunque con ella me pueda beneficiar. -Sin más dilación, meto una bala entre ceja y ceja a aquel soldado. El disparo, con el barullo de la calle, paso desapercibido, salvo para una bandada de palomas que revolotearon huyendo del lugar.
Nada más salir del calejon puedo ver a Uro, quien más activo de lo que suele estar normalmente, con cierto nerviosismo empieza a ir en dirección este, tapado con una capucha, como si no quisiera ser descubierto.
"¿Qué habrá hecho el inutil este ya" -Me pregunto a mi mismo.
PD: Perdón por este post tan chuchurrío pero ando en el médico.En pocos minutos aquel individuo suelta toda la prenda. El lugar donde vive lord Willian Torchwood, la distribución de las casas de los habitantes más ricos y una forma de escapar con éxito.
-Con soldaduchos como tú da gusto tratar -muestro una mueca, -pero deberías saber que no soporto la traición, aunque con ella me pueda beneficiar. -Sin más dilación, meto una bala entre ceja y ceja a aquel soldado. El disparo, con el barullo de la calle, paso desapercibido, salvo para una bandada de palomas que revolotearon huyendo del lugar.
Nada más salir del calejon puedo ver a Uro, quien más activo de lo que suele estar normalmente, con cierto nerviosismo empieza a ir en dirección este, tapado con una capucha, como si no quisiera ser descubierto.
"¿Qué habrá hecho el inutil este ya" -Me pregunto a mi mismo.
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Casi ignorando las palabras de Onox, bajo de su espalda con cuidado pero con velocidad, tal como mi agilidad me permite. Llego hasta el suelo y empiezo a olfatear el aire. Siento una bocanada de olor a sal y madera del puerto. Entonces, pensé en algo. El barco de Jackal. Había montado en él cientos de veces para acompañarle y hacer distintas cosas en otras islas de los Blues. Y ahora... Jackal estaba muerto, no tenía porque reclamarlo.
Empecé a correr por el puerto. Había visto el barco de Jackal cientos de veces, era una fragata lo suficientemente grande como para que pudiésemos ir todos, incluido Onox. Ni siquiera me preocupé de si el semi-gigante me seguía o no, pues no lo iba a perder debido a su tamaño.
Finalmente, lo encontré. A un extremo del puerto, el Chacal flotaba en el mar. Me acerqué a este. Estaba vacío y dos tipos lo vigilaban, los dos grandes como armarios y calvos. Los conocía, pues eran los matones humanos de Jackal. ¿No se han enterado que el tipo ha muerto?
- ¡Eh! -Les dije, caminando.
Los matones me reconocieron y miraron con el ceño fruncido. Nunca les caí bien, pero aún así me respetaban, pues yo era el matón principal de Jackal y no ellos.
- ¿Qué quieres?
- ¿Yo? El barco, obviamente.
Los matones miraron detrás de mí y vieron a Onox, el cual me había seguido y observaba todo.
- ¿Dónde está Jackal? -Dijo el otro matón.
- ¿Jackal? Jackal... de que me suena... -Me giré a Onox. - Onox, ¿te suena un tal Jackal? -De forma sarcástica se encogió de hombros. El semi-gigante me vio meter un balazo en la cabeza del científico. Sabía exactamente quien era y lo que le pasó. Volví a mirar a los matones. - No, no se quien es.
- ¿Nos estás tomando el pelo?
- ¿Es obvio, no? Anda, largaos. Jackal está muerto y quiero su barco. -Dije caminando hacia el barco.
Uno de los matones puso su enorme porra delante mía, deteniéndome a mitad de camino. El otro tenía su mirada puesta en el semi-gigante. Levantó el dedo y lo señaló.
- ¡Onox! ¡Estuviste trabajando en estos muelles!
Resoplé y saqué una de mis pistolas, apuntando al matón que me bloqueaba el paso. Le disparé en la cabeza antes de que pudiese hacer nada y empecé a correr al interior del barco, para inspeccionarlo, mientras gritaba.
- ¡Encárgate del otro, grandullón!
Empecé a correr por el puerto. Había visto el barco de Jackal cientos de veces, era una fragata lo suficientemente grande como para que pudiésemos ir todos, incluido Onox. Ni siquiera me preocupé de si el semi-gigante me seguía o no, pues no lo iba a perder debido a su tamaño.
Finalmente, lo encontré. A un extremo del puerto, el Chacal flotaba en el mar. Me acerqué a este. Estaba vacío y dos tipos lo vigilaban, los dos grandes como armarios y calvos. Los conocía, pues eran los matones humanos de Jackal. ¿No se han enterado que el tipo ha muerto?
- ¡Eh! -Les dije, caminando.
Los matones me reconocieron y miraron con el ceño fruncido. Nunca les caí bien, pero aún así me respetaban, pues yo era el matón principal de Jackal y no ellos.
- ¿Qué quieres?
- ¿Yo? El barco, obviamente.
Los matones miraron detrás de mí y vieron a Onox, el cual me había seguido y observaba todo.
- ¿Dónde está Jackal? -Dijo el otro matón.
- ¿Jackal? Jackal... de que me suena... -Me giré a Onox. - Onox, ¿te suena un tal Jackal? -De forma sarcástica se encogió de hombros. El semi-gigante me vio meter un balazo en la cabeza del científico. Sabía exactamente quien era y lo que le pasó. Volví a mirar a los matones. - No, no se quien es.
- ¿Nos estás tomando el pelo?
- ¿Es obvio, no? Anda, largaos. Jackal está muerto y quiero su barco. -Dije caminando hacia el barco.
Uno de los matones puso su enorme porra delante mía, deteniéndome a mitad de camino. El otro tenía su mirada puesta en el semi-gigante. Levantó el dedo y lo señaló.
- ¡Onox! ¡Estuviste trabajando en estos muelles!
Resoplé y saqué una de mis pistolas, apuntando al matón que me bloqueaba el paso. Le disparé en la cabeza antes de que pudiese hacer nada y empecé a correr al interior del barco, para inspeccionarlo, mientras gritaba.
- ¡Encárgate del otro, grandullón!
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Sonrío, tengo todo lo que necesito, agua potable y todo tipo de lacteos y bollería, mi parte está cumplida así que me dirijo hacia la parte de atrás de la tienda en la que se ha metido Uro. Hemos quedado aquí después de robarlo todo y la verdad es que el chico me preocupa un poco puesto que no está y ya debería haber acabado. Capaz era de haberse quedado dormido mientras hacia lo que le había encargado. Suspiro algo frustrada, hubiera hecho todo el trabajo mejor sola. En general siempre trabajo mejor sola.
Miro la mochila que llevo a mi espalda, no ha sido difícil robársela a un adolescente bajo la amenaza de que si le decía algo a alguien le mataría a él y a toda su familia. Tras ese primer robo había ido a buscar lo que me tocaba y, una vez en la tienda, había ido guardando allí toda la mercancía. Nadie había podido decirme nada puesto que nadie me había visto. Me había limitado a salir corriendo en el momento en que los dependientes me habían preguntado si podía mostrarles lo que llevaba dentro de la mochila.
Continúo esperando cuando comienzo a escuchar gritos dentro del local. Abro ligeramente la puerta que da al callejón, la habitación está oscura y no se ve a Uro por ninguna parte, solo se ven unas cuantas bolsas, llenas de lo que parece ser carne, en el centro de la habitación. Me meto rápidamente, las cojo y me largo corriendo, al parecer han pillado a mi compañero. Lo siento por él, normalmente iría y le defendería pero en esta situación no puedo arriesgarme a perder toda la comida de la tripulación.
Decido pasar por delante de la tienda, a ver si veo algo, y por suerte me encuentro con la vaca de mi compañero. Tras esperar cinco minutos mi paciencia se termina y me voy con ella en busca de los demás. Confío en que ya hayan conseguido un barco por si Uro suelta toda la verdad y comienzan nuevamente a buscarnos a todos.
-Hubiera sido más fácil dejarle en el vertedero... ¿quién me mandaría a mi pedirle que me ayudara a robar?
Miro la mochila que llevo a mi espalda, no ha sido difícil robársela a un adolescente bajo la amenaza de que si le decía algo a alguien le mataría a él y a toda su familia. Tras ese primer robo había ido a buscar lo que me tocaba y, una vez en la tienda, había ido guardando allí toda la mercancía. Nadie había podido decirme nada puesto que nadie me había visto. Me había limitado a salir corriendo en el momento en que los dependientes me habían preguntado si podía mostrarles lo que llevaba dentro de la mochila.
Continúo esperando cuando comienzo a escuchar gritos dentro del local. Abro ligeramente la puerta que da al callejón, la habitación está oscura y no se ve a Uro por ninguna parte, solo se ven unas cuantas bolsas, llenas de lo que parece ser carne, en el centro de la habitación. Me meto rápidamente, las cojo y me largo corriendo, al parecer han pillado a mi compañero. Lo siento por él, normalmente iría y le defendería pero en esta situación no puedo arriesgarme a perder toda la comida de la tripulación.
Decido pasar por delante de la tienda, a ver si veo algo, y por suerte me encuentro con la vaca de mi compañero. Tras esperar cinco minutos mi paciencia se termina y me voy con ella en busca de los demás. Confío en que ya hayan conseguido un barco por si Uro suelta toda la verdad y comienzan nuevamente a buscarnos a todos.
-Hubiera sido más fácil dejarle en el vertedero... ¿quién me mandaría a mi pedirle que me ayudara a robar?
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No dura demasiado mi súper plan de incognito, tras unos minutos observo por el rabillo del ojo una figura en un callejón acechando tras unos cubos. Un leve silbido pone a Sköll en alerta y decido girar hacia la izquierda para obligarle a salir de la cobertura de las calles laterales, si nos sigue alguien sospecho será que estoy en lo cierto y no es simple paranoia. Tras dar la esquina Sköll se oculta mientras yo sigo andando sin mediar palabra de lo que ocurre con ruben que no parece tener las mismas sospechas que yo, o al menos no las muestra lo mas mínimo.
*Pronto sabremos si nos han descubierto, ¿será la marina? ¿Amigos de la escoria de ayer?*
Sköll ladra dos veces tras nosotros, suelto la silla y me giro saliendo corriendo hacia atrás lo que parece sorprender a mi compañero. La figura ahora clara se alerta al verme ir contra él, toma una calle perpendicular y Sköll y yo lo seguimos de cerca.
-¡Ataca!
Una orden simple pero eficaz, mi canido compañero avanza rápido y salta contra la espalda del sujeto desestabilizándolo y haciendo que caiga al suelo de bruces, veo que tras girarse intenta sacar algo de la chaqueta pero le piso la mano bajo la chaqueta y lo observo un instante. Es un tipo bastante hecho polvo, se nota que no se alimenta bien desde hace tiempo, tiene una gran cicatriz en media cara y un pelo de color rojizo ennegrecido por la mierda. No obstante ese aspecto no me evita reconocerlo de cuando nos reencontramos con el roedor ahora parlante.
-¡Mata!- Ordeno mientras doy vueltas en busca del esquivo nombre del enemigo de mi compañero.
*Tenia nombre de bicho carroñero… hiena… ¡chacal! Nah no era así pero casi, bueno que mas da*
Sköll no duda en morder el cuello de aquella sombra de lo que un día fue escoria y tras un leve alarido dejamos que se le escapen los últimos momentos de su lastimosa vida, acercándonos a una fuente para limpiar el hocico de mi amigo antes de reunirnos con la bella durmiente y la bestia. Cuando les alcanzo la cara de ruben muestra su confusión pero nada que un par de marines que aparecen en ese instante no puedan hacer olvidar. Agarro la silla y hago un gesto con la cabeza hacia los marines que parecen haber sido alertados de mis últimas andanzas.
-Bueno, te toca a ti “mein freund” francamente estoy aburrido de limpiar la mierda de las calles por hoy, adié.
Dicho esto pongo pies en polvorosa con la muchacha y dejo a ruben que se las apañe.
*Pronto sabremos si nos han descubierto, ¿será la marina? ¿Amigos de la escoria de ayer?*
Sköll ladra dos veces tras nosotros, suelto la silla y me giro saliendo corriendo hacia atrás lo que parece sorprender a mi compañero. La figura ahora clara se alerta al verme ir contra él, toma una calle perpendicular y Sköll y yo lo seguimos de cerca.
-¡Ataca!
Una orden simple pero eficaz, mi canido compañero avanza rápido y salta contra la espalda del sujeto desestabilizándolo y haciendo que caiga al suelo de bruces, veo que tras girarse intenta sacar algo de la chaqueta pero le piso la mano bajo la chaqueta y lo observo un instante. Es un tipo bastante hecho polvo, se nota que no se alimenta bien desde hace tiempo, tiene una gran cicatriz en media cara y un pelo de color rojizo ennegrecido por la mierda. No obstante ese aspecto no me evita reconocerlo de cuando nos reencontramos con el roedor ahora parlante.
-¡Mata!- Ordeno mientras doy vueltas en busca del esquivo nombre del enemigo de mi compañero.
*Tenia nombre de bicho carroñero… hiena… ¡chacal! Nah no era así pero casi, bueno que mas da*
Sköll no duda en morder el cuello de aquella sombra de lo que un día fue escoria y tras un leve alarido dejamos que se le escapen los últimos momentos de su lastimosa vida, acercándonos a una fuente para limpiar el hocico de mi amigo antes de reunirnos con la bella durmiente y la bestia. Cuando les alcanzo la cara de ruben muestra su confusión pero nada que un par de marines que aparecen en ese instante no puedan hacer olvidar. Agarro la silla y hago un gesto con la cabeza hacia los marines que parecen haber sido alertados de mis últimas andanzas.
-Bueno, te toca a ti “mein freund” francamente estoy aburrido de limpiar la mierda de las calles por hoy, adié.
Dicho esto pongo pies en polvorosa con la muchacha y dejo a ruben que se las apañe.
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El pequeñajo de Rocket no tarda en bajarse con decisión de mi hombro, posiblemente pasando de mi petición. Bufo, indiferente, pues hacía tiempo que conocía a mi compañero y tengo en mente que resulta tan difícil que siga las instrucciones dadas como lo es que las siga yo, y empiezo a recorrer los muelles sin mucho entusiasmo, repasando con la mirada barco por barco.
Los más grandes y mejores tienen una imponente seguridad, y mi atención no permanece mucho sobre ellos. El resto, no obstante, tampoco captan mi interés por no cumplir las necesidades que tenemos, lo cual tampoco me sorprende al encontrarnos en un sector tan periférico de los muelles.
"Manda huevos: yo construí en parte varios de esos barcos, y ahora no me sirven. Debería haberles metido algún tipo de mierda incendiaria o algo así. Aunque ahora que lo pienso, Rocket igual me ayuda con ese problema."
No muy lejos, la voz del mapache llamando a alguien, posiblemente a mí, atrae mi atención. Mi compañero no me llama a mí, sino a un par de matones de aspecto más bien bruto y tosco, enormes en comparación con Rocket y tan calvos que empiezo a sentir ganas de romperles el cráneo con sólo mirarlos. Al parecer, aquellos dos conocen al animal, seguramente del pasado con aquel tipo loco aficionado a los experimentos, y están preguntando por él. No tardo en deducir detrás de lo que va mi peludo compañero: el barco de su difunto amo, perfectamente capaz de cubrir nuestros requisitos por lo que parece.
Me encojo de hombros con una divertida expresión de absoluta indiferencia tan pronto como el mapache me pregunta si conozco al muerto, Jackal, aun a pesar de haber presenciado su asesinato en primera fila.
La situación se va tensando sensiblemente a medida que siguen hablando y Rocket informa de la muerte de su amo, encontrándose con que el matón con el que conversa le frena el camino. Yo, no obstante, me fijo más en el otro tipo, al cual creo recordar pero no sé de dónde y que no deja de mirarme, como si tratase de recordar también mi identidad. Lentamente, como un reflejo involuntario, deslizo la mano derecha hasta la cadena que me cuelga del hombro y de la que puedo tirar para descolgar mi maza y dar rienda suelta a su potencia.
Repentinamente, todo comienza de improviso: el tipo que no me quitaba ojo me reconoce y yo al mismo tiempo a él, pero descubre mi identidad antes de que terminara de asir mi arma. Instantáneamente mi mano recorre la distancia que le faltaba y libera la enorme bola picuda colgada para hacerla girar a mi lado derecho. Un disparo distrae momentáneamente al bruto enfrente mío, que ve caer a su compañero con un agujero en la frente, mientras Rocket no pierde un segundo y se dirige al barco, gritando que me encargue del otro tipo a lo que respondo con un gruñido bien alto.
Mi maza adquiere velocidad rápidamente y de un movimiento con el brazo derecho la hago describir un arco con la cabeza y los hombros del matón en su trayectoria. Desafortunadamente mi objetivo vuelve a concentrarse en mí a tiempo para tropezar hacia atrás y caer al suelo, evitando su inminente muerte. Sobre los adoquines del muelle intenta hacerse torpemente con su arma, una especie de martillo viejo y gastado, pero le detengo inmediatamente pisándole todo el pecho y el brazo armado con mi enorme pie en su armadura.
- Ah no, tengo antes un regalito para ti. -Digo, dejando mi maza en el suelo y agarrando con ambas manos la vieja viga rota que aún llevaba conmigo- Di buenas noches, palurdo.
Abriendo la boca para gritar, el matón ve el extremo todavía plano e intacto de la viga descender a toda velocidad hacia su cara. O al menos me figuro que eso es lo último que debe ver justo antes de que yo disfrute con el espectáculo de su cráneo estallando en cachitos de hueso, sangre y sesos mientras se aplasta contra el suelo.
Me aparto del cadáver, retirando los restos que mi víctima ha dejado sobre mi improvisada arma. La pequeña tiene pinta de estar muy castigada, y probablemente pronto llegue el día en el que me tenga que deshacer de ella, pero pensar en ello consigue dolerme en el corazón al recordar los buenos momentos que pasé en su compañía, empezando por mi huida de los astilleros.
Suspiro, volviendo a encajarme la viga de su sujeción a mi espalda y recogiendo de nuevo la maza para colgarla en su sitio. Miro a mi alrededor y luego a los dos cadáveres. Encogiéndome de hombros los levanto a cada uno de una pierna con sendas manos y los llevo, medio arrastrándose, hacia el borde con el agua para tirarlos a la misma. No obstante, me detengo cuando encuentro a Rocket mirándome desde el barco con una cara peculiar.
-¿Qué? El tipo que me reconoció estaba en una taberna un día que monté alboroto, y quiero compensarle ofreciéndole una bebida. Además, si no hay cadáveres Xanxus no tendrá nada por lo que echarnos la bronca. -Antes de tirar definitivamente los cuerpos me quedé mirando el barco delante de mí, que aunque parecía servir a nuestros propósitos daba claras muestras de un muy mal envejecimiento y de un todavía peor mantenimiento y cuidado.- Y querrás que yo arregle esa porquería, ¿verdad?
Los más grandes y mejores tienen una imponente seguridad, y mi atención no permanece mucho sobre ellos. El resto, no obstante, tampoco captan mi interés por no cumplir las necesidades que tenemos, lo cual tampoco me sorprende al encontrarnos en un sector tan periférico de los muelles.
"Manda huevos: yo construí en parte varios de esos barcos, y ahora no me sirven. Debería haberles metido algún tipo de mierda incendiaria o algo así. Aunque ahora que lo pienso, Rocket igual me ayuda con ese problema."
No muy lejos, la voz del mapache llamando a alguien, posiblemente a mí, atrae mi atención. Mi compañero no me llama a mí, sino a un par de matones de aspecto más bien bruto y tosco, enormes en comparación con Rocket y tan calvos que empiezo a sentir ganas de romperles el cráneo con sólo mirarlos. Al parecer, aquellos dos conocen al animal, seguramente del pasado con aquel tipo loco aficionado a los experimentos, y están preguntando por él. No tardo en deducir detrás de lo que va mi peludo compañero: el barco de su difunto amo, perfectamente capaz de cubrir nuestros requisitos por lo que parece.
Me encojo de hombros con una divertida expresión de absoluta indiferencia tan pronto como el mapache me pregunta si conozco al muerto, Jackal, aun a pesar de haber presenciado su asesinato en primera fila.
La situación se va tensando sensiblemente a medida que siguen hablando y Rocket informa de la muerte de su amo, encontrándose con que el matón con el que conversa le frena el camino. Yo, no obstante, me fijo más en el otro tipo, al cual creo recordar pero no sé de dónde y que no deja de mirarme, como si tratase de recordar también mi identidad. Lentamente, como un reflejo involuntario, deslizo la mano derecha hasta la cadena que me cuelga del hombro y de la que puedo tirar para descolgar mi maza y dar rienda suelta a su potencia.
Repentinamente, todo comienza de improviso: el tipo que no me quitaba ojo me reconoce y yo al mismo tiempo a él, pero descubre mi identidad antes de que terminara de asir mi arma. Instantáneamente mi mano recorre la distancia que le faltaba y libera la enorme bola picuda colgada para hacerla girar a mi lado derecho. Un disparo distrae momentáneamente al bruto enfrente mío, que ve caer a su compañero con un agujero en la frente, mientras Rocket no pierde un segundo y se dirige al barco, gritando que me encargue del otro tipo a lo que respondo con un gruñido bien alto.
Mi maza adquiere velocidad rápidamente y de un movimiento con el brazo derecho la hago describir un arco con la cabeza y los hombros del matón en su trayectoria. Desafortunadamente mi objetivo vuelve a concentrarse en mí a tiempo para tropezar hacia atrás y caer al suelo, evitando su inminente muerte. Sobre los adoquines del muelle intenta hacerse torpemente con su arma, una especie de martillo viejo y gastado, pero le detengo inmediatamente pisándole todo el pecho y el brazo armado con mi enorme pie en su armadura.
- Ah no, tengo antes un regalito para ti. -Digo, dejando mi maza en el suelo y agarrando con ambas manos la vieja viga rota que aún llevaba conmigo- Di buenas noches, palurdo.
Abriendo la boca para gritar, el matón ve el extremo todavía plano e intacto de la viga descender a toda velocidad hacia su cara. O al menos me figuro que eso es lo último que debe ver justo antes de que yo disfrute con el espectáculo de su cráneo estallando en cachitos de hueso, sangre y sesos mientras se aplasta contra el suelo.
Me aparto del cadáver, retirando los restos que mi víctima ha dejado sobre mi improvisada arma. La pequeña tiene pinta de estar muy castigada, y probablemente pronto llegue el día en el que me tenga que deshacer de ella, pero pensar en ello consigue dolerme en el corazón al recordar los buenos momentos que pasé en su compañía, empezando por mi huida de los astilleros.
Suspiro, volviendo a encajarme la viga de su sujeción a mi espalda y recogiendo de nuevo la maza para colgarla en su sitio. Miro a mi alrededor y luego a los dos cadáveres. Encogiéndome de hombros los levanto a cada uno de una pierna con sendas manos y los llevo, medio arrastrándose, hacia el borde con el agua para tirarlos a la misma. No obstante, me detengo cuando encuentro a Rocket mirándome desde el barco con una cara peculiar.
-¿Qué? El tipo que me reconoció estaba en una taberna un día que monté alboroto, y quiero compensarle ofreciéndole una bebida. Además, si no hay cadáveres Xanxus no tendrá nada por lo que echarnos la bronca. -Antes de tirar definitivamente los cuerpos me quedé mirando el barco delante de mí, que aunque parecía servir a nuestros propósitos daba claras muestras de un muy mal envejecimiento y de un todavía peor mantenimiento y cuidado.- Y querrás que yo arregle esa porquería, ¿verdad?
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El ritmo pausado que suele tener Uro a la hora de caminar se ha convertido en movimientos ágiles y rápidos esquivando a las personas que bajan por la calle mayor. Su comportamiento resulta de lo más extraño, demasiado para un tipejo tan simple como él.
A una distancia moderada empiezo a seguirlo, mezclándome con la multitud, siendo uno con el entorno bullicioso en el que nos encontrábamos. De vez en cuando me chocaba con alguien, algo normal, después de todo hay demasiada gente en la calle. Uro en la penúltima calle gira a la izquierda, por la calle de las casas adosadas, todos nos conocíamos esas calles como la palma de nuestra mano, ese camino tan solo lleva a la sede insular de la marina, ¿para qué demonios quiere ir ahí? Me pregunto expectante.
Nada más entrar en el callejón, cojo velocidad y subo por la bajante de los canalones de una de las casas, y desde los tejados empiezo a seguir a Uro con suma cautela.
Al poco tiempo observo como entra en la comisaría. –Qué estás tramando, -comento en voz baja cogiendo mi paquetillo de tabaco poniéndome un pito en la boca desde el mismo; cojo una cerilla, la enciendo, y prendo el cigarrillo dando una calada profunda, de pecho, expulsando el humo directamente por las fosas nasales.
El tiempo de espera se hace eterno, a lo tonto me fumo unos tres cigarrillos en poco menos de media hora, nada más salir de allí, observo como Uro tiene una bolsa llena bajo esa especie de manteo con capucha que suele llevar.
Nuevamente empiezo a seguirlo, y su dirección es el punto de encuentro de la banda. Así sin más, le adelanto y me pongo a su paralela. –¡Tú pestoso! –Llamo su atención, -¿te has escaqueado de comprar con Luthien o qué? – pregunto con falsa simpatía.
Uro muestra una sonrisa entrecortada y su paso acelerado se vuelve más pausado e irregular, como al que estamos acostumbrados quienes le conocemos, bueno, quieres creemos conocerlo. Al entrar en una zona poco transitada, casi desierta, sin ningún alma.
-Uro, ¿no te gusta este silencio? –Pregunto, -podrían matarte aquí mismo que nadie te escucharía. –Me paro, desenfundo mis x-guns y le apunto.
-Déjate de rollos Xanxus –bosteza, pone sus manos en la nuca y sigue caminando.
Le disparo en una pierna un par de veces tirándolo al suelo. Gime un grito de dolor y se da la vuelta.
-¡Qué demonios estás haciendo?
-Te he visto entrando en la sede de la Marina, Uro –hago una pausa, -y quiero saber qué demonios hacías allí.
El cuidador de vacas hace el intento de levantarse, y nuevamente le disparo, pero en la otra pierna.
-No te he ordenado levantarte.
-¿De verdad no lo sabes? No nos hemos visto en años, muchos años, yo he tenido que buscarme la vida como he podido. Y cuando menos lo esperaba apareces tú con todos los demás, planeando cosas grandes para darnos a conocer en el mundo e intentar acabar con su status quo. –me mira a los ojos haciendo una pausa, y prosigue con su explicación.
En ese momento, todo en mi mente se nubla, no soy capaz de oír nada de lo que dice aquel individuo, solo sé que nos ha traicionado, a mí y a lo único que pude llamar familia en mi infancia. Simplemente me acerco a Uro y cargando mis pistolas le disparo a bocajarro en la cabeza, acabando con su vida en el acto.
Miro su bolsa y dentro hay un puñado de carteles de se busca y miles de berries. Cogiendo en una mano la bolsa de Uro y en la otra sujetando el pie del cuerpo interne de Uro, el cual arrastro hacia el punto de encuentro, donde ya están todos.
Nada más llegar simplemente lanzo la bolsa de berries con los wanteds al suelo, entre los que estaba el mío, y dejo el cuerpo de Uro en el suelo.
-¡Esto es lo que pasa cuando alguien intenta traicionarnos por un puñado de berries! –exclamo. -La marina está al tanto de lo que planeamos hacer, al menos en parte, así que tenemos dos opciones: Podemos irnos dejándo plantando a nuestros anfitriones o ir a la fiesta que nos han preparado.
A una distancia moderada empiezo a seguirlo, mezclándome con la multitud, siendo uno con el entorno bullicioso en el que nos encontrábamos. De vez en cuando me chocaba con alguien, algo normal, después de todo hay demasiada gente en la calle. Uro en la penúltima calle gira a la izquierda, por la calle de las casas adosadas, todos nos conocíamos esas calles como la palma de nuestra mano, ese camino tan solo lleva a la sede insular de la marina, ¿para qué demonios quiere ir ahí? Me pregunto expectante.
Nada más entrar en el callejón, cojo velocidad y subo por la bajante de los canalones de una de las casas, y desde los tejados empiezo a seguir a Uro con suma cautela.
Al poco tiempo observo como entra en la comisaría. –Qué estás tramando, -comento en voz baja cogiendo mi paquetillo de tabaco poniéndome un pito en la boca desde el mismo; cojo una cerilla, la enciendo, y prendo el cigarrillo dando una calada profunda, de pecho, expulsando el humo directamente por las fosas nasales.
El tiempo de espera se hace eterno, a lo tonto me fumo unos tres cigarrillos en poco menos de media hora, nada más salir de allí, observo como Uro tiene una bolsa llena bajo esa especie de manteo con capucha que suele llevar.
Nuevamente empiezo a seguirlo, y su dirección es el punto de encuentro de la banda. Así sin más, le adelanto y me pongo a su paralela. –¡Tú pestoso! –Llamo su atención, -¿te has escaqueado de comprar con Luthien o qué? – pregunto con falsa simpatía.
Uro muestra una sonrisa entrecortada y su paso acelerado se vuelve más pausado e irregular, como al que estamos acostumbrados quienes le conocemos, bueno, quieres creemos conocerlo. Al entrar en una zona poco transitada, casi desierta, sin ningún alma.
-Uro, ¿no te gusta este silencio? –Pregunto, -podrían matarte aquí mismo que nadie te escucharía. –Me paro, desenfundo mis x-guns y le apunto.
-Déjate de rollos Xanxus –bosteza, pone sus manos en la nuca y sigue caminando.
Le disparo en una pierna un par de veces tirándolo al suelo. Gime un grito de dolor y se da la vuelta.
-¡Qué demonios estás haciendo?
-Te he visto entrando en la sede de la Marina, Uro –hago una pausa, -y quiero saber qué demonios hacías allí.
El cuidador de vacas hace el intento de levantarse, y nuevamente le disparo, pero en la otra pierna.
-No te he ordenado levantarte.
-¿De verdad no lo sabes? No nos hemos visto en años, muchos años, yo he tenido que buscarme la vida como he podido. Y cuando menos lo esperaba apareces tú con todos los demás, planeando cosas grandes para darnos a conocer en el mundo e intentar acabar con su status quo. –me mira a los ojos haciendo una pausa, y prosigue con su explicación.
En ese momento, todo en mi mente se nubla, no soy capaz de oír nada de lo que dice aquel individuo, solo sé que nos ha traicionado, a mí y a lo único que pude llamar familia en mi infancia. Simplemente me acerco a Uro y cargando mis pistolas le disparo a bocajarro en la cabeza, acabando con su vida en el acto.
Miro su bolsa y dentro hay un puñado de carteles de se busca y miles de berries. Cogiendo en una mano la bolsa de Uro y en la otra sujetando el pie del cuerpo interne de Uro, el cual arrastro hacia el punto de encuentro, donde ya están todos.
Nada más llegar simplemente lanzo la bolsa de berries con los wanteds al suelo, entre los que estaba el mío, y dejo el cuerpo de Uro en el suelo.
-¡Esto es lo que pasa cuando alguien intenta traicionarnos por un puñado de berries! –exclamo. -La marina está al tanto de lo que planeamos hacer, al menos en parte, así que tenemos dos opciones: Podemos irnos dejándo plantando a nuestros anfitriones o ir a la fiesta que nos han preparado.
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El barco estaba vacío y la vieja madera sin tratar crujía bajo mis patas. Aún estaba en cubierta y pude oír como Onox acababa con la vida de aquel pobre desgraciado, aunque mi reacción a aquel sonido fue simplemente rascarme las orejas y seguir inspeccionando el barco con detenimiento. Me asomé un momento a ver que hacía Onox, para verle tirando los cadáveres al mar. Después de su explicación, solté una pequeña risa y volví al barco.
Sabía que junto al camarote del capitán había un laboratorio hecho expresamente para Jackal. Cuando Onox preguntó si quería que lo arreglará, contesté:
-¿Es tu trabajo, no?
Me adentré en los entresijos de aquel barco, tal vez buscando algo de valor olvidado por Jackal. Hacía mucho tiempo que no usaba este barco, ni siquiera en vida. Las habitaciones estaban vacías, incluido el laboratorio, en el cual solo quedaba una enorme mesa de hierro con herramientas oxidadas.
-Podría convertir esto en mi taller... -Dije, más bien para mi mismo. Salí de nuevo a cubierta y me dirigí al semi-gigante. - Volvamos al punto de encuentro. Este barco nos servirá. Al menos de momento.
Y volvimos al punto de encuentro. El camino fue rápido y nadie pareció darse cuenta de lo ocurrido con los matones, pues si bien Onox llamaba la atención, nadie había visto nada en aquel lugar. En cuanto llegamos, ya estaban todos allí menos Sansu. No tardó en llegar, cargando un enorme bulto de pelo rubio con la cabeza sangrante. Era Uro.
- Wow... ¿Qué le has hecho al pobre desgraciado?- Dije golpeando su cuerpo con la punta de la APHADD. Sin embargo, fue ignorado y la explicación salió de la boca de Sansu a modo de gritos.
Simplemente reí. Subí de nuevo al hombro del semi-gigante y me senté en este.
- Tenemos ya el barco, por lo tanto podemos largarnos ya si queremos. Pero no estaría de más liarla un poco antes de irnos.
Sabía que junto al camarote del capitán había un laboratorio hecho expresamente para Jackal. Cuando Onox preguntó si quería que lo arreglará, contesté:
-¿Es tu trabajo, no?
Me adentré en los entresijos de aquel barco, tal vez buscando algo de valor olvidado por Jackal. Hacía mucho tiempo que no usaba este barco, ni siquiera en vida. Las habitaciones estaban vacías, incluido el laboratorio, en el cual solo quedaba una enorme mesa de hierro con herramientas oxidadas.
-Podría convertir esto en mi taller... -Dije, más bien para mi mismo. Salí de nuevo a cubierta y me dirigí al semi-gigante. - Volvamos al punto de encuentro. Este barco nos servirá. Al menos de momento.
Y volvimos al punto de encuentro. El camino fue rápido y nadie pareció darse cuenta de lo ocurrido con los matones, pues si bien Onox llamaba la atención, nadie había visto nada en aquel lugar. En cuanto llegamos, ya estaban todos allí menos Sansu. No tardó en llegar, cargando un enorme bulto de pelo rubio con la cabeza sangrante. Era Uro.
- Wow... ¿Qué le has hecho al pobre desgraciado?- Dije golpeando su cuerpo con la punta de la APHADD. Sin embargo, fue ignorado y la explicación salió de la boca de Sansu a modo de gritos.
Simplemente reí. Subí de nuevo al hombro del semi-gigante y me senté en este.
- Tenemos ya el barco, por lo tanto podemos largarnos ya si queremos. Pero no estaría de más liarla un poco antes de irnos.
Luthien
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Me dirijo hacia el punto de encuentro, si alguien me seguía por culpa del despiste de Uro ya me habría perdido de vista. Suspiro, la vergüenza que me provoca ir acompañada de una vaca en mitad de la calle es suprema, pero al menos lo compensa el hecho de que ella sea la que lleve las bolsas de comida. Mi reputación se va a ir al carajo por culpa de ese mamífero gordo y cuando la gente me vea no me temerá. Dejo escapar un suave gruñido, esto es una mierda, debería haber ido yo sola a por comida, o debería haber ido a hacer otra cosa. La temible Luthien ejerciendo cargos tan pésimos... tsk, no es normal. De todas maneras voy con la cabeza bien alta y se podría decir que, debido a mi creciente enfado, las miradas que les voy echando a los demás cada vez dan más miedo. En fin... matar a alguien podría relajarme, pero obviamente no es el momento ni el lugar y aun así nadie me ha hecho nada, por lo que no voy a cargar contra ningún civil. No soy la típica pirata que va matando a todo el mundo por placer, aunque a veces la idea me tiente considerablemente, pero puesto que no me parece algo moral no lo haré.
Miro a Kenai, se está relamiendo mientras observa a nuestra otra compañera, si es que se le puede llamar así. Solo me hace falta fruncir el ceño y negar con la cabeza para que se quite la idea de la mente. Uro se deprimiría si nos comíamos a su vaca, aunque ganas no nos faltan a ninguno de los miembros del grupo. De hecho más de una vez había tenido que enfrentarme con los demás para que no tocaran al animal. Suspiro, al final dejaré que hagan lo que les de la gana, estoy harta de tener que interferir en todo, ya no son niños, si se pelean dos cosas tienen que hacer, enfadarse y desenfadarse.
Al llegar donde habíamos quedado descubro que no hay nadie. Me encojo de hombros, no tardaran en llegar, o eso espero. Y, efectivamente, en menos de cinco minutos nos hemos reunido allí la mayoría, solo falta Xanxus. Me apoyo en la vaca mientras esperamos a que venga, ésta no parece darse ni cuenta, normal, yo soy como una pluma a comparación con ella, y por un momento me pregunto que sentirá una persona gorda... creo que es de las pocas cosas que no envidio, excepto en invierno, si estás gordo tienes más calorcito. Pero estos no son momentos de que mi mente divague con esas tonterías. Uro sigue sin aparecer y eso implica tener que ir a ayudarle, aunque los demás no quieran, es un miembro más en nuestra familia y no ir a por él sería una traición, cosa que él nunca nos haría a nosotros por muy vago que sea. O eso pienso hasta que Xanxus llega, momento en que me llevo las manos a la boca. En un primer momento, al ver el cadáver del rubio y el tiro en la cabeza, pienso que tal vez le haya pillado la marina y comienzo a sentirme culpable y a decirme que debería haberme quedado allí con él, pero después me fijo en la cara de mala hostia que trae el moreno y las formas en las que lleva el cuerpo. Si le hubiera matado alguien lo llevaría con más cuidado, o eso creo, porque Uro no se había llevado bien con casi nadie del grupo, si le aceptaban era porque siempre había sido parte de la familia.
-¿Qué ha pasado? -susurro antes de que nuestro compañero comience a explicarnos lo ocurrido a gritos. Durante unos instantes me quedo en shock ¿cómo puede ser que el rubio nos haya traicionado?... no es posible, pero ha ocurrido, y el hecho de que uno de los miembros de la familia haya hecho esto es algo que me sobrepasa porque jamás lo hubiera imaginado de ninguno de nosotros- yo quiero matar gente.
La respuesta a la pregunta hecha por Xanxus es casi instantánea, casi sin pensarlo, pero necesito que el nudo de rabia e impotencia que tengo en la garganta afloje y la mejor forma de que eso ocurra es derramando sangre. Si por mi fuera ya no quedaría ni un solo marine o agente vivo en el mundo. Además es una forma de demostrarles que con Luthien, aunque vaya acompañada de una vaca apestosa, no se mete nadie.
-Por cierto... después de la matanza propongo una barbacoa para celebrar que nos hayamos quitado a un traidor de encima.
Miro a Kenai, se está relamiendo mientras observa a nuestra otra compañera, si es que se le puede llamar así. Solo me hace falta fruncir el ceño y negar con la cabeza para que se quite la idea de la mente. Uro se deprimiría si nos comíamos a su vaca, aunque ganas no nos faltan a ninguno de los miembros del grupo. De hecho más de una vez había tenido que enfrentarme con los demás para que no tocaran al animal. Suspiro, al final dejaré que hagan lo que les de la gana, estoy harta de tener que interferir en todo, ya no son niños, si se pelean dos cosas tienen que hacer, enfadarse y desenfadarse.
Al llegar donde habíamos quedado descubro que no hay nadie. Me encojo de hombros, no tardaran en llegar, o eso espero. Y, efectivamente, en menos de cinco minutos nos hemos reunido allí la mayoría, solo falta Xanxus. Me apoyo en la vaca mientras esperamos a que venga, ésta no parece darse ni cuenta, normal, yo soy como una pluma a comparación con ella, y por un momento me pregunto que sentirá una persona gorda... creo que es de las pocas cosas que no envidio, excepto en invierno, si estás gordo tienes más calorcito. Pero estos no son momentos de que mi mente divague con esas tonterías. Uro sigue sin aparecer y eso implica tener que ir a ayudarle, aunque los demás no quieran, es un miembro más en nuestra familia y no ir a por él sería una traición, cosa que él nunca nos haría a nosotros por muy vago que sea. O eso pienso hasta que Xanxus llega, momento en que me llevo las manos a la boca. En un primer momento, al ver el cadáver del rubio y el tiro en la cabeza, pienso que tal vez le haya pillado la marina y comienzo a sentirme culpable y a decirme que debería haberme quedado allí con él, pero después me fijo en la cara de mala hostia que trae el moreno y las formas en las que lleva el cuerpo. Si le hubiera matado alguien lo llevaría con más cuidado, o eso creo, porque Uro no se había llevado bien con casi nadie del grupo, si le aceptaban era porque siempre había sido parte de la familia.
-¿Qué ha pasado? -susurro antes de que nuestro compañero comience a explicarnos lo ocurrido a gritos. Durante unos instantes me quedo en shock ¿cómo puede ser que el rubio nos haya traicionado?... no es posible, pero ha ocurrido, y el hecho de que uno de los miembros de la familia haya hecho esto es algo que me sobrepasa porque jamás lo hubiera imaginado de ninguno de nosotros- yo quiero matar gente.
La respuesta a la pregunta hecha por Xanxus es casi instantánea, casi sin pensarlo, pero necesito que el nudo de rabia e impotencia que tengo en la garganta afloje y la mejor forma de que eso ocurra es derramando sangre. Si por mi fuera ya no quedaría ni un solo marine o agente vivo en el mundo. Además es una forma de demostrarles que con Luthien, aunque vaya acompañada de una vaca apestosa, no se mete nadie.
-Por cierto... después de la matanza propongo una barbacoa para celebrar que nos hayamos quitado a un traidor de encima.
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Ya tenemos casi todo hecho, faltaba lo más fácil, llevarla al punto de encuentro. Kilertx coge "prestado" una silla de ruedas y un sombrero para disimular, simple pero efectivo. Mientras estamos volviendo me quedo absorto en mis pensamiento sobre que nos deparará el futuro, pero unos ladridos de Sköll me interrumpen y me devuelven a la Tierra, y observo como mi compañero suelta la silla y corre en dirección contraria, hacía los ruidos.
"¿Qué habrá liado ahora? Bueno yo voy avanzando, ya me alcanzarán."
Pasan varios minutos hasta que vuelven de hacer a saber que y ante mi confusión con lo ocurrido me dispongo a preguntar sobre lo acontecido cuando dos amables marines entran en escena. Kilertx escapa con su mascota y con la chica alegando que esta harto de esto.
"Y yo que creía que nunca se aburría de matar y torturar..."
Podía haber usado la táctica de asegurar de que no le conozco y cuando se dieran la vuelta cortales el cuello, pero cogió a la chica que llevaba yo en la silla, por lo que descartada, toca una más ofensiva y agresiva.
Están a unos tres metros de distancia de mí y por suerte estamos en una zona que la gente no tiende a transitar. Desenfundo la katana que suelo usar siempre y a Iulia, que a pesar que es para ocasiones especiales, no puedo perder el tiempo, así que hoy haré una excepción.
Casualidades del destino o no, no llevan armas de fuego, sólo una katana cada uno. El combate comienza, soy yo quien lleva la iniciativa y me lanzo a por ellos, me dedico a golpearles con la katana con sencillos tajos mientras que con la de filo invertido me dedico a bloquear. En un momento uno de los marines se aparta, instante que aprovecho con Iulia para que su espada toque el suelo con la punta, pisarla con mi pie para inmovilizar y con la ventaja de que desconocen que es de filo invertido, cortale el cuello provocando una muerta casi instantánea. El marine restante fue coser y cantar, no esta acostumbrado a enfrentarse a dos espadas, eso le supera por completo y le hundí una de ellas en el corazón cuando bajo la guardia. Ya muertos toca esconder los cadáveres, registrarlos, igual tienen algo que llama mi atención, y deshacerse de sus armas. Arrastro los cuerpos hasta tirarlos junto con sus espadas a un contenedor de basura que hay en la calle anterior y me apropio de un Den Den Mushi que poseían.
"Igual hay suerte y puedo escuchar comunicaciones entre marines."
Txejo se había ido hacía unos minutos, por lo que alcanzarle estaba difícil sin llamar la atención, por lo que lo mejor es ir por un camino alternativo un poco más largo.
Llego finalmente al puerto, no ha sido difícil saber que barco nos ha "regalado" amablemente uno o varos lugareños, el más grande, para poder transportar a Onox sin problemas, que esta en la punta más lejana. Al llegar observo que Txejo trajo sin problemas a la muchacha y que sólo queda Xanxus por llegar, por lo que me apoyo en la barandilla.
Cuando llega vemos todos que trae consigo un cadáver, que no es otro sino Uro, o lo que queda de él. La primera hipótesis y más aún viendo que hay Wanteds de cada uno de nosotros es que la marina le pillo y lo mataron pero el capitán echa abajo esa posibilidad diciendo que nos traicionó por dinero y que la marina venía a por nosotros. Nos pregunta que si queremos irnos o concederles a la marina de aquí un último baile.
- Yo la verdad lo hubiera torturado y luego le hubiera cortardo la cabeza y para empalarlo en una pica a modo de advertencia, pero matarlo también esta bien. La marina ha sido un buen anfitrión todos estos años y nos han tratado muy bien, como invitados que somos irnos así sin más sería de mala educación.
"¿Qué habrá liado ahora? Bueno yo voy avanzando, ya me alcanzarán."
Pasan varios minutos hasta que vuelven de hacer a saber que y ante mi confusión con lo ocurrido me dispongo a preguntar sobre lo acontecido cuando dos amables marines entran en escena. Kilertx escapa con su mascota y con la chica alegando que esta harto de esto.
"Y yo que creía que nunca se aburría de matar y torturar..."
Podía haber usado la táctica de asegurar de que no le conozco y cuando se dieran la vuelta cortales el cuello, pero cogió a la chica que llevaba yo en la silla, por lo que descartada, toca una más ofensiva y agresiva.
Están a unos tres metros de distancia de mí y por suerte estamos en una zona que la gente no tiende a transitar. Desenfundo la katana que suelo usar siempre y a Iulia, que a pesar que es para ocasiones especiales, no puedo perder el tiempo, así que hoy haré una excepción.
Casualidades del destino o no, no llevan armas de fuego, sólo una katana cada uno. El combate comienza, soy yo quien lleva la iniciativa y me lanzo a por ellos, me dedico a golpearles con la katana con sencillos tajos mientras que con la de filo invertido me dedico a bloquear. En un momento uno de los marines se aparta, instante que aprovecho con Iulia para que su espada toque el suelo con la punta, pisarla con mi pie para inmovilizar y con la ventaja de que desconocen que es de filo invertido, cortale el cuello provocando una muerta casi instantánea. El marine restante fue coser y cantar, no esta acostumbrado a enfrentarse a dos espadas, eso le supera por completo y le hundí una de ellas en el corazón cuando bajo la guardia. Ya muertos toca esconder los cadáveres, registrarlos, igual tienen algo que llama mi atención, y deshacerse de sus armas. Arrastro los cuerpos hasta tirarlos junto con sus espadas a un contenedor de basura que hay en la calle anterior y me apropio de un Den Den Mushi que poseían.
"Igual hay suerte y puedo escuchar comunicaciones entre marines."
Txejo se había ido hacía unos minutos, por lo que alcanzarle estaba difícil sin llamar la atención, por lo que lo mejor es ir por un camino alternativo un poco más largo.
Llego finalmente al puerto, no ha sido difícil saber que barco nos ha "regalado" amablemente uno o varos lugareños, el más grande, para poder transportar a Onox sin problemas, que esta en la punta más lejana. Al llegar observo que Txejo trajo sin problemas a la muchacha y que sólo queda Xanxus por llegar, por lo que me apoyo en la barandilla.
Cuando llega vemos todos que trae consigo un cadáver, que no es otro sino Uro, o lo que queda de él. La primera hipótesis y más aún viendo que hay Wanteds de cada uno de nosotros es que la marina le pillo y lo mataron pero el capitán echa abajo esa posibilidad diciendo que nos traicionó por dinero y que la marina venía a por nosotros. Nos pregunta que si queremos irnos o concederles a la marina de aquí un último baile.
- Yo la verdad lo hubiera torturado y luego le hubiera cortardo la cabeza y para empalarlo en una pica a modo de advertencia, pero matarlo también esta bien. La marina ha sido un buen anfitrión todos estos años y nos han tratado muy bien, como invitados que somos irnos así sin más sería de mala educación.
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Gruño y murmuro una retahíla de improperios y maldiciones ante la indiferente respuesta afirmativa de mi compañero, pues no me hace ninguna gracia tener que recuperar una nave tan dañada y mal cuidada. Con mi mala leche recién reflotada, lanzo los cadáveres al agua casi desahogándome con ellos.
Bufo retirándome del borde del muelle y estudio brevemente y más a fondo el barco que, supuestamente, nos va a sacar de aquí. Si bien en general el casco todavía se encuentra en condiciones de flotar e incluso de navegar, su estado no me termina de convencer a la hora de resistir los embistes más violentos del mar.
Suspiro, resignado a que tendré que pasar bastante rato pegado al exterior de la embarcación tan pronto como zarpemos de aquí. Rocket sale cuando apenas finalizo mi análisis, instándonos a volver al punto de reunión y asegurando que el navío nos servirá.
- Al menos mientras yo evite que se nos caiga a trozos. –Puntualicé malhumorado.
Desde los muelles al lugar acordado no media apenas camino, y la mayor parte del mismo es discreto y poco transitado por suerte para nosotros. A excepción del pistolas y del vago de Uro, todos los demás ya han llegado y esperan la reunión, que da comienzo cuando el último integrante y supuesto líder del grupo aparece, cargando con una mata de pelo rubio desordenado y ensangrentado, semejante a la del irritante amante de los animales, y detrás de la cual más que seguramente haya un cuerpo.
Abro la boca para pedir explicaciones, pero el mapache y Luthien se me adelantan, quedando patente que el cadáver pertenece al idiota de Uro. Xanxus no parece contenerse un pelo en su ira contra el que parece haber pretendido traicionarnos, lo que me hace esbozar una leve sonrisa cruel. Su última propuesta y la conformidad de varios de los nuestros acentúa mi creciente agrado por la situación.
- Seh, sería de mala educación no presentarnos por allí y darles un poco de diversión de la que a ellos les gusta. De hecho, ¿por qué no nos llevamos al bueno de Uro con nosotros? –Añado, mirándolo con un sadismo divertido reflejado en mi sonrisa.- No vamos a dejarle sin disfrutar de la fiesta.
Bufo retirándome del borde del muelle y estudio brevemente y más a fondo el barco que, supuestamente, nos va a sacar de aquí. Si bien en general el casco todavía se encuentra en condiciones de flotar e incluso de navegar, su estado no me termina de convencer a la hora de resistir los embistes más violentos del mar.
Suspiro, resignado a que tendré que pasar bastante rato pegado al exterior de la embarcación tan pronto como zarpemos de aquí. Rocket sale cuando apenas finalizo mi análisis, instándonos a volver al punto de reunión y asegurando que el navío nos servirá.
- Al menos mientras yo evite que se nos caiga a trozos. –Puntualicé malhumorado.
Desde los muelles al lugar acordado no media apenas camino, y la mayor parte del mismo es discreto y poco transitado por suerte para nosotros. A excepción del pistolas y del vago de Uro, todos los demás ya han llegado y esperan la reunión, que da comienzo cuando el último integrante y supuesto líder del grupo aparece, cargando con una mata de pelo rubio desordenado y ensangrentado, semejante a la del irritante amante de los animales, y detrás de la cual más que seguramente haya un cuerpo.
Abro la boca para pedir explicaciones, pero el mapache y Luthien se me adelantan, quedando patente que el cadáver pertenece al idiota de Uro. Xanxus no parece contenerse un pelo en su ira contra el que parece haber pretendido traicionarnos, lo que me hace esbozar una leve sonrisa cruel. Su última propuesta y la conformidad de varios de los nuestros acentúa mi creciente agrado por la situación.
- Seh, sería de mala educación no presentarnos por allí y darles un poco de diversión de la que a ellos les gusta. De hecho, ¿por qué no nos llevamos al bueno de Uro con nosotros? –Añado, mirándolo con un sadismo divertido reflejado en mi sonrisa.- No vamos a dejarle sin disfrutar de la fiesta.
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Camino al lugar de reunión y no puedo evitar fijarme en la extraña alegría que muestra Sköll sin duda a causa de, o bien perder de vista a nuestro compañero o de la posibilidad de que salga mal parado si resultan ser marines decentes y no simples patanes de blanco. Por mi parte me es un tanto indiferente la mala relación entre mi compañero y Alviss, mientras no se maten mutuamente me sirve. Mientras camino empujando la silla de la muchacha el sombrero se ladea ligeramente y deja a mi vista la delicada piel blanca del cuello de la rubia en el cual me fijo al instante.
*Me van a dar un pastizal por este juguetito cuando la venda…*
La llegada al lugar de reunión no parece depararme mayor contratiempo, yo he cumplido mi parte en el plan pero ¿los demás habrán logrado hacer lo mismo? Por el camino veo como una descuidada moza deja su bolso apoyado en el suelo mientras observa unas piezas de bisutería barata de un puesto, suelto un leve silbido y mi compañero corre hacia el puesto agarra el bolso y echa a correr veloz para esperarme como de costumbre cuatro manzanas más adelante tras girar a la izquierda una vez, derecha e izquierda finalmente.
Al llegar a la zona que se supone estaría mi compañero tras el pequeño rodeo especialmente pensado para despistar a cualquier perseguidor que intente igualar su velocidad me lo encuentro oculto tras unos matojos mal cortados que pretender hacer de decoración. Recojo el bolso y tras obtener unos cuantos berries sueltos y un par de baratijas lo tiro entre las plantas y continúo el camino llevando a la joven aun profundamente dormida.
Según llego me encuentro con que esta solo Luth con la vaca y su peluche viviente, del inútil despojo humano al que me veo obligado a llamar compañero no hay ni rastro lo que me alegra, ese tío me exaspera. Sköll mira desafiante al osito al pasar frente a él y luego olisquea las bolsas que porta la vaca relamiéndose.
*Parece que el loco de las plantas no la cago del todo y trajo carne.*
La conversación no es que sea demasiado entretenida, básicamente es inexistente. Luth en su mundo, la rubia dormida como un tronco, a los animales lo de hablar les va más bien poco y yo sentado en un gran baúl de madera me dedico a dejar pulcramente limpia la daga usada para eliminar la basura de antes. Sigo en mis quehaceres cuando llega Alviss seguido por poco del mapache y el grandullón.
Parece que las cosas no han salido mal en ninguno de los frentes, Sköll tras la llegada de Alviss le dedica un gruñido y se pone a mi vera, guardo el arma y el resto no acaba de acomodarse cuando llega Xanxus y lanza una bolsa y a al inútil rubio muerto al suelo frente a todos. La explicación es clara y concisa, es un traidor y una rata y como tal murió. La respuesta a la pregunta de huir o luchar que nos lanza el gato posteriormente es bastante obvia para todos. Sköll mismamente se lanza contra el cadáver del rubio y muerde fieramente el brazo izquierdo arrancando un buen pedazo de carne de su bíceps.
Por mi parte responder no respondo nada, me levanto, desenvainando mi falcata y de un movimiento descendiente la lanzo contra el cadáver del rubio a mis pies mirando fijamente a Xanxus, mostrando la rabia y las ganas de lucha en mis ojos rojos como la sangre, dejando clara mi postura a la par que el acero atraviesa el pecho del cadáver y se hunde en el suelo bajo el. Si quieren vernos como una panda de locos dementes que solo causan estragos perfecto, así les tratare y si alguno sobrevive tendrá razones para verme como tal.
*Me van a dar un pastizal por este juguetito cuando la venda…*
La llegada al lugar de reunión no parece depararme mayor contratiempo, yo he cumplido mi parte en el plan pero ¿los demás habrán logrado hacer lo mismo? Por el camino veo como una descuidada moza deja su bolso apoyado en el suelo mientras observa unas piezas de bisutería barata de un puesto, suelto un leve silbido y mi compañero corre hacia el puesto agarra el bolso y echa a correr veloz para esperarme como de costumbre cuatro manzanas más adelante tras girar a la izquierda una vez, derecha e izquierda finalmente.
Al llegar a la zona que se supone estaría mi compañero tras el pequeño rodeo especialmente pensado para despistar a cualquier perseguidor que intente igualar su velocidad me lo encuentro oculto tras unos matojos mal cortados que pretender hacer de decoración. Recojo el bolso y tras obtener unos cuantos berries sueltos y un par de baratijas lo tiro entre las plantas y continúo el camino llevando a la joven aun profundamente dormida.
Según llego me encuentro con que esta solo Luth con la vaca y su peluche viviente, del inútil despojo humano al que me veo obligado a llamar compañero no hay ni rastro lo que me alegra, ese tío me exaspera. Sköll mira desafiante al osito al pasar frente a él y luego olisquea las bolsas que porta la vaca relamiéndose.
*Parece que el loco de las plantas no la cago del todo y trajo carne.*
La conversación no es que sea demasiado entretenida, básicamente es inexistente. Luth en su mundo, la rubia dormida como un tronco, a los animales lo de hablar les va más bien poco y yo sentado en un gran baúl de madera me dedico a dejar pulcramente limpia la daga usada para eliminar la basura de antes. Sigo en mis quehaceres cuando llega Alviss seguido por poco del mapache y el grandullón.
Parece que las cosas no han salido mal en ninguno de los frentes, Sköll tras la llegada de Alviss le dedica un gruñido y se pone a mi vera, guardo el arma y el resto no acaba de acomodarse cuando llega Xanxus y lanza una bolsa y a al inútil rubio muerto al suelo frente a todos. La explicación es clara y concisa, es un traidor y una rata y como tal murió. La respuesta a la pregunta de huir o luchar que nos lanza el gato posteriormente es bastante obvia para todos. Sköll mismamente se lanza contra el cadáver del rubio y muerde fieramente el brazo izquierdo arrancando un buen pedazo de carne de su bíceps.
Por mi parte responder no respondo nada, me levanto, desenvainando mi falcata y de un movimiento descendiente la lanzo contra el cadáver del rubio a mis pies mirando fijamente a Xanxus, mostrando la rabia y las ganas de lucha en mis ojos rojos como la sangre, dejando clara mi postura a la par que el acero atraviesa el pecho del cadáver y se hunde en el suelo bajo el. Si quieren vernos como una panda de locos dementes que solo causan estragos perfecto, así les tratare y si alguno sobrevive tendrá razones para verme como tal.
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La cólera seguía invadiendo mi cuerpo, haber matado al traicionero de Uro no había conseguido calmar la sed de sangre que me produjo descubrir su deslealtad hacia nosotros, su familia. Al igual que yo, el resto de la banda se encontraba igual, querían tomar las armas, adentrarse en la ciudad y masacrar todo lo que se les pusiera por delante, algo que no me desagradaba del todo.
El saber que una vez nos adentremos en la ciudad de forma violenta iba a suponer un cambio radical en nuestras vidas resultó algo que me hizo pensar… Yo ya estaba tachado de pirata, y por eso salía poco de la terminal grey, pero ellos no, una vez estuviéramos todos relacionados no habría vuelta atrás, seríamos, de cara al gobierno, un grupo de delincuentes, una banda pirata.
Antes de partir hacia la ciudad, reuní a todo el grupo donde solíamos reunirnos para hablar si la ocasión lo requería, y me dispuse a decir unas palabras.
-Bueno chicos, todos sabéis que no soy de muchas palabras, pero creo que este momento lo requiere. –Los miré a todos uno a uno –Una vez la formemos en la ciudad seremos tachados de piratas, ¿sois consciente de ello, verdad? –Los comentarios del resto de la troupe me sacaron una ligera sonrisa. –Así que, como no hay vuelta atrás, os quiero dar esto, -saqué una cajita de madera con unos anillos dentro.
-Rocketto –me acerqué al mapache, -para ti el anillo de la ira, con la piedra de ámbar naranja. –Me dirijo hacia Kiler, para ti el anillo de la avaricia, con una piedra de crisoprasa. –Me dirigí hacia Onox, el gigantón –A ti te va a quedar pequeño, pero tú poseerás el anillo de la gula, con una piedra tallada de ojo de tigre. –Tras él, me acerqué a Alviss, -Contigo no tuve ninguna duda, para ti el anillo de la lujuria, con una piedra lapislázuli. Por último, me acerqué a la bella Luthien –Tú tendrás el anillo el anillo de la envidia, con una de las piedras más raras de encontrar, la tanzanita violeta. –Di meda vuelta y me dirigí hacia el cuerpo de Uro, –el bastardo este iba a tener el anillo de la pereza, con una olivina de tonalidad amarillenta. Por mi parte, me quedo con el anillo del orgullo, con una piedra rubí.
Y así fue como nos convertimos formalmente en una banda. Ahora, nos encontramos en la ciudad. Hay marines por todos lados, la luz de alarma ha sonado en toda la isla, todos y cada uno de nosotros, armados hasta los dientes, estamos luchando mano a mano frente a la casa de Lord William. El inútil del mapache casi se deja olvidada su arma, con la que llevo cargando durante todo el combate, y cansado de portarla en mi espalda opté por dársela.
-¡Eh, tú, alimaña! –exclamo, para justo después lanzarle la dichosa arma.
El saber que una vez nos adentremos en la ciudad de forma violenta iba a suponer un cambio radical en nuestras vidas resultó algo que me hizo pensar… Yo ya estaba tachado de pirata, y por eso salía poco de la terminal grey, pero ellos no, una vez estuviéramos todos relacionados no habría vuelta atrás, seríamos, de cara al gobierno, un grupo de delincuentes, una banda pirata.
Antes de partir hacia la ciudad, reuní a todo el grupo donde solíamos reunirnos para hablar si la ocasión lo requería, y me dispuse a decir unas palabras.
-Bueno chicos, todos sabéis que no soy de muchas palabras, pero creo que este momento lo requiere. –Los miré a todos uno a uno –Una vez la formemos en la ciudad seremos tachados de piratas, ¿sois consciente de ello, verdad? –Los comentarios del resto de la troupe me sacaron una ligera sonrisa. –Así que, como no hay vuelta atrás, os quiero dar esto, -saqué una cajita de madera con unos anillos dentro.
-Rocketto –me acerqué al mapache, -para ti el anillo de la ira, con la piedra de ámbar naranja. –Me dirijo hacia Kiler, para ti el anillo de la avaricia, con una piedra de crisoprasa. –Me dirigí hacia Onox, el gigantón –A ti te va a quedar pequeño, pero tú poseerás el anillo de la gula, con una piedra tallada de ojo de tigre. –Tras él, me acerqué a Alviss, -Contigo no tuve ninguna duda, para ti el anillo de la lujuria, con una piedra lapislázuli. Por último, me acerqué a la bella Luthien –Tú tendrás el anillo el anillo de la envidia, con una de las piedras más raras de encontrar, la tanzanita violeta. –Di meda vuelta y me dirigí hacia el cuerpo de Uro, –el bastardo este iba a tener el anillo de la pereza, con una olivina de tonalidad amarillenta. Por mi parte, me quedo con el anillo del orgullo, con una piedra rubí.
Y así fue como nos convertimos formalmente en una banda. Ahora, nos encontramos en la ciudad. Hay marines por todos lados, la luz de alarma ha sonado en toda la isla, todos y cada uno de nosotros, armados hasta los dientes, estamos luchando mano a mano frente a la casa de Lord William. El inútil del mapache casi se deja olvidada su arma, con la que llevo cargando durante todo el combate, y cansado de portarla en mi espalda opté por dársela.
-¡Eh, tú, alimaña! –exclamo, para justo después lanzarle la dichosa arma.
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Los actos del rubio habían cabreado muchísimo a Sansu. Y con motivo. Si bien yo también estaba enfadado, no podía evitar sacarle el lado divertido al asunto. Seguramente estábamos a punto de salir ahí fuera, a liarla. Entonces, Sansu empezó a repartir unos anillos, símbolo del grupo que estábamos a punto de formar. A mi me tocó el anillo naranja, simbolizando la ira. No pude evitar sonreír. La verdad es que me conocía bien.
Me llevé las manos al cuello y me quité el collar de cuero naranja que llevaba puesto, colocado años atrás por Jackal. Lo observé. Había pensado deshacerme de aquel collar desde el momento en que nos reencontramos, pero... ahora podría ser de utilidad. Adherí el anillo a una de las argollas del collar, para que colgara justo frente a mi cuello, y volví a ponérmelo con el nuevo ornamento, esta vez sintiéndolo más como un representativo de lo que soy.
No tardamos en salir a la acción. Todos armados y golpeando tanto marines como civiles que huían por ahí. Nos estabamos divirtiendo, como una familia. Una errática y psicopática familia. Yo estaba con mis dos pistolas, sobre el hombro de Onox, aprovechando la ventaja de la altura y disparando a todo lo que se movía. Pero... No era lo mismo. Sin mi pequeña, nada era lo mismo.
- ¡Eh, tú, alimaña! -Escuché a un lado.
Me giré y vi a Sansu, lanzando mi APHADD. ¡La tenía él! Rápidamente, guardé mis dos pistolas y extendí los brazos para recibir a mi pequeña, la cual vino a mi, ansiosa por el reencuentro. En cuanto estuvo en mis manos, para mi se hizo el silencio. Acaricié el duro metal que la formaba para terminar poniendo el dedo en el gatillo y cambiando el modo al disparo semi-automatico, haciendo que el cañón cambiara de tamaño.
- Oh... yeah... -Dije, y entonces empecé a gritar.
Mis gritos y disparos invadían el aire, con aquellos gritos convirtiéndose en risas agudas y estridentes, matando a todo marine raso que se acercara al semi-gigante.
Me llevé las manos al cuello y me quité el collar de cuero naranja que llevaba puesto, colocado años atrás por Jackal. Lo observé. Había pensado deshacerme de aquel collar desde el momento en que nos reencontramos, pero... ahora podría ser de utilidad. Adherí el anillo a una de las argollas del collar, para que colgara justo frente a mi cuello, y volví a ponérmelo con el nuevo ornamento, esta vez sintiéndolo más como un representativo de lo que soy.
No tardamos en salir a la acción. Todos armados y golpeando tanto marines como civiles que huían por ahí. Nos estabamos divirtiendo, como una familia. Una errática y psicopática familia. Yo estaba con mis dos pistolas, sobre el hombro de Onox, aprovechando la ventaja de la altura y disparando a todo lo que se movía. Pero... No era lo mismo. Sin mi pequeña, nada era lo mismo.
- ¡Eh, tú, alimaña! -Escuché a un lado.
Me giré y vi a Sansu, lanzando mi APHADD. ¡La tenía él! Rápidamente, guardé mis dos pistolas y extendí los brazos para recibir a mi pequeña, la cual vino a mi, ansiosa por el reencuentro. En cuanto estuvo en mis manos, para mi se hizo el silencio. Acaricié el duro metal que la formaba para terminar poniendo el dedo en el gatillo y cambiando el modo al disparo semi-automatico, haciendo que el cañón cambiara de tamaño.
- Oh... yeah... -Dije, y entonces empecé a gritar.
Mis gritos y disparos invadían el aire, con aquellos gritos convirtiéndose en risas agudas y estridentes, matando a todo marine raso que se acercara al semi-gigante.
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Todos parecíamos estar de acuerdo en cuanto a que hacer a continuación. Queríamos lío, problemas, acción, eso mostraba lo poco cuerdos que estábamos, siempre había pensado que yo era la más normal de todos y, aún así, yo también quería derramar sangre, sangre de marines, agentes, nobles y de cualquiera que se interpusiera en mi camino. Tal vez mis ansias de matar fueran originadas por la traición de nuestro antiguo amigo, me había dolido que hiciera eso, jamás me lo hubiera esperado de uno de nosotros, pero así era. ¿Tan fácil le resultaba a la gente traicionar a su familia? De todas maneras Xanxus era el que parecía más afectado junto a mi, a los demás parecía darles bastante igual, en parte porque nunca habían tenido muy buen trato con el rubio, menos todavía desde que había vuelto con esa vaca que pronto nos comeríamos.
Al parecer, antes de que la batalla comenzara, Xanxus tenía algo más que decirnos, solo esperaba que no fuera otra desgracia. Cuando comenzó a hablar esbocé una sonrisa de satisfacción, yo ya había sido pirata antes de reencontrarme con ellos así que volver a serlo no me suponía ningún problema, al contrario, era la época en la que más feliz había sido, la que me traía mejores recuerdos.
-Volver a ser pirata eh... -suspiré y les miré a todos, nunca les había contado nada de mi pasado y tampoco sabía si cuando me habían sacado de la cárcel sabían porque estaba allí así que tal vez para algunos fuera una sorpresa- siempre hemos sido una familia ¿qué más da cómo? además nos protegeremos los unos a los otros como siempre hemos hecho, no creo que suponga mucho peligro, sabemos apañarnos bien. Yo estoy dispuesta a correr el riesgo, que vengan a por nosotros si quieren, apuesto lo que sea que juntos somos más fuertes que ellos. Y además me gusta que mi cabeza tenga un precio, estaré más cotizada que ahora.
Les guiñé un ojo y, cuando los demás dieron su opinión, Xanxus comenzó a repartirnos unos anillos, símbolo de nuestra unión, de que ya no había marcha atrás, de que éramos una nueva banda pirata. Fui la última en obtener mi anillo, la envidia... la que había regido mi vida todos estos años y lo seguía haciendo, como se notaba que eran los únicos que me conocían de verdad. Me puse el anillo instantáneamente, era una piedra bonita, la mejor de todas para mi gusto. Me reí, sería la envidia de todas las mujeres que lo vieran.
En estos momentos nos encontramos en la ciudad, y todo ello, todo lo ocurrido antes, finalmente será un buen recuerdo, tal vez con un toque amargo por la traición del que era nuestro compañero. De todas formas ahora mismo no pienso en ello, en mi mente solo se lee una palabra. Muerte. Mi sensor auditivo está activado para poder percatarme mejor si alguno de mis amigos me necesita, aunque a niveles lo suficientemente bajos como para que no me moleste ni me produzca dolor de cabeza. Los marines van acercándose a mi y a Kenai, seguros de si mismos, seguros de que la victoria es suya, y yo me río de ellos porque, me cueste vencerles más o menos, mis cuchillas se van hundiendo en la piel de todos y ese es el mayor placer que puedo obtener en estos momentos. Me río cuando mi pequeño oso les muerde la pierna, o cuando les araña con sus garras, todavía no es muy grande pero ya hace daño. Éste será un buen entrenamiento para él, para que en el futuro todos le teman, aunque debo admitir que no le quito un ojo de encima. De vez en cuando recibe algún golpe de alguien que intenta herirle y eso hace que me hierva la sangre ¿el punto positivo? que disfruto todavía más al hacerles daño. Solo hay una cosa que no me gusta de todo ésto, deben verme como la más débil porque los más experimentados van a por el resto de mis compañeros, y eso no me gusta nada, ¿acaso creen que soy inferior a ellos por ser mujer? al menos, poco a poco, parecen ir dándose cuenta de que no soy tan débil como puedo aparentar a primera vista, aunque no puedo negar que la mayoría de mis compañeros tienen más habilidades que yo en combate. Miro mi anillo durante unos segundos mientras la envidia nubla mi mente una vez más, tendré que entrenar para poder ser mejor que ellos.
Al parecer, antes de que la batalla comenzara, Xanxus tenía algo más que decirnos, solo esperaba que no fuera otra desgracia. Cuando comenzó a hablar esbocé una sonrisa de satisfacción, yo ya había sido pirata antes de reencontrarme con ellos así que volver a serlo no me suponía ningún problema, al contrario, era la época en la que más feliz había sido, la que me traía mejores recuerdos.
-Volver a ser pirata eh... -suspiré y les miré a todos, nunca les había contado nada de mi pasado y tampoco sabía si cuando me habían sacado de la cárcel sabían porque estaba allí así que tal vez para algunos fuera una sorpresa- siempre hemos sido una familia ¿qué más da cómo? además nos protegeremos los unos a los otros como siempre hemos hecho, no creo que suponga mucho peligro, sabemos apañarnos bien. Yo estoy dispuesta a correr el riesgo, que vengan a por nosotros si quieren, apuesto lo que sea que juntos somos más fuertes que ellos. Y además me gusta que mi cabeza tenga un precio, estaré más cotizada que ahora.
Les guiñé un ojo y, cuando los demás dieron su opinión, Xanxus comenzó a repartirnos unos anillos, símbolo de nuestra unión, de que ya no había marcha atrás, de que éramos una nueva banda pirata. Fui la última en obtener mi anillo, la envidia... la que había regido mi vida todos estos años y lo seguía haciendo, como se notaba que eran los únicos que me conocían de verdad. Me puse el anillo instantáneamente, era una piedra bonita, la mejor de todas para mi gusto. Me reí, sería la envidia de todas las mujeres que lo vieran.
En estos momentos nos encontramos en la ciudad, y todo ello, todo lo ocurrido antes, finalmente será un buen recuerdo, tal vez con un toque amargo por la traición del que era nuestro compañero. De todas formas ahora mismo no pienso en ello, en mi mente solo se lee una palabra. Muerte. Mi sensor auditivo está activado para poder percatarme mejor si alguno de mis amigos me necesita, aunque a niveles lo suficientemente bajos como para que no me moleste ni me produzca dolor de cabeza. Los marines van acercándose a mi y a Kenai, seguros de si mismos, seguros de que la victoria es suya, y yo me río de ellos porque, me cueste vencerles más o menos, mis cuchillas se van hundiendo en la piel de todos y ese es el mayor placer que puedo obtener en estos momentos. Me río cuando mi pequeño oso les muerde la pierna, o cuando les araña con sus garras, todavía no es muy grande pero ya hace daño. Éste será un buen entrenamiento para él, para que en el futuro todos le teman, aunque debo admitir que no le quito un ojo de encima. De vez en cuando recibe algún golpe de alguien que intenta herirle y eso hace que me hierva la sangre ¿el punto positivo? que disfruto todavía más al hacerles daño. Solo hay una cosa que no me gusta de todo ésto, deben verme como la más débil porque los más experimentados van a por el resto de mis compañeros, y eso no me gusta nada, ¿acaso creen que soy inferior a ellos por ser mujer? al menos, poco a poco, parecen ir dándose cuenta de que no soy tan débil como puedo aparentar a primera vista, aunque no puedo negar que la mayoría de mis compañeros tienen más habilidades que yo en combate. Miro mi anillo durante unos segundos mientras la envidia nubla mi mente una vez más, tendré que entrenar para poder ser mejor que ellos.
Balagus
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El acuerdo es unánime cuando de lo que se trata es el montar lío. Ninguno estamos de humor, menos aún para aguantar las memeces de la Marina y de las fuerzas del orden locales. No obstante, Xanxus todavía se empeña en congregarnos una última vez para conformarnos como una banda pirata oficial al margen de la ley. Tal trámite me exaspera, pues no me gusta nada tener que esperar si hay una matanza aguardando, pero por otro lado me divierte y anima el hecho de que por fin nos reunamos oficialmente de nuevo como una familia, listos todos para matar y saquear una vez más.
Aquella especie de ceremonia no parece ser sino la entrega de una serie de anillos, en un principio acordes al aspecto más prominente de nuestras personalidades. Cuando me toca el anillo de la gula no puedo evitar torcer el gesto, preguntándome qué es lo que pretende decir Xanxus exactamente. “¿Me está recriminando acaso que como tres o cuatro veces más que ellos? Porque tiene sentido, oye: soy tres veces más grande que ellos.”
No obstante, volví a sonreír en cuanto caí en una opción más plausible que mi viejo compañero podía haber tenido en cuenta con mayor probabilidad: mi sed de sangre y hambre de vidas. La violencia siempre había sido una parte intrínseca de mi ser, tal y como los presentes deben saber perfectamente.
Ya que el diminuto anillo no me cabe ni de broma en mis dedos, decido sacar la cadena plateada que llevo al cuello y colgarlo de ella, de manera que parece más un engarce que un verdadero colgante. Antes de volver a ocultarlo bajo la armadura, me quedo mirando un momento la piedra semipreciosa, un ojo de tigre, cuyas líneas entre lo negro y lo marrón me atraen, rememorando mi tormentoso pasado.
Cuando todos tenemos nuestra respectiva joya, damos comienzo a nuestro asalto. En la ciudad, más concretamente en los barrios adinerados en los que reside nuestro objetivo, los marines se atrincheran por docenas, confiados en que podrán superarnos con su número.
- ¡ES LA HORA DE LA BRONCA! –Bramo entre risotadas maníacas mientras descuelgo mi maza y la empiezo a hacer girar sobre mi cabeza, con cuidado de no dar a Rocket subido en mi hombro.
Algunos disparos golpean contra mi armadura sin mucho éxito al adelantarme a mis compañeros, los más ágiles de los cuales no tardan en sobrepasarme y comenzar sus múltiples asesinatos en cadena. Enardecido y con la sangre ardiendo por la excitación, encuentro más fácil que de costumbre el levantar mi arma y hacerla caer sobre los reclutas de la Marina, aplastando sus posiciones y, eventualmente, sus propios cuerpos.
Todo mejora más aún cuando el mapache en mi hombro recupera su arma estrella, dejando patente su satisfacción, y empieza a acribillar marines con ella al tiempo que aúlla con júbilo. Tanta brutalidad parece juntarse en nuestro ataque que nuestros enemigos no tardan en retroceder terreno y reagruparse en mejores posiciones. La casa del noble en cuestión acaba apareciendo frente a nosotros, con un buen número de soldados y guardias preparados para rechazarnos.
- Alto ahí, Rocket. –Detengo a mi peludo amigo antes de que ataque, luciendo yo una sonrisa cruel y macabra mientras me quito el casco y desabrocho las sujeciones de mi armadura.- Voy a encargarme yo de esto, y también de reventar esos portones.
Las grandes puertas de la mansión son formidables, un trabajo sublime de carpintería y metalurgia combinados. Aunque seguramente Rocket o Xanxus puedan reventarlas a disparos o yo mismo sea capaz de derribarlas a golpes, tengo una idea mucho más espectacular en mente.
“Hace tiempo que no saco a relucir esta faceta mía.” Pienso, divertido según me voy deshaciendo de mis protecciones. Un cosquilleo me en mis mandíbulas me notifica que están empezando a cambiar, siendo lo más notable los colmillos que empiezan a sobresalir por las comisuras de mi boca. “De hecho, creo que ninguno de los aquí presentes me ha visto todavía así.”
Aquella especie de ceremonia no parece ser sino la entrega de una serie de anillos, en un principio acordes al aspecto más prominente de nuestras personalidades. Cuando me toca el anillo de la gula no puedo evitar torcer el gesto, preguntándome qué es lo que pretende decir Xanxus exactamente. “¿Me está recriminando acaso que como tres o cuatro veces más que ellos? Porque tiene sentido, oye: soy tres veces más grande que ellos.”
No obstante, volví a sonreír en cuanto caí en una opción más plausible que mi viejo compañero podía haber tenido en cuenta con mayor probabilidad: mi sed de sangre y hambre de vidas. La violencia siempre había sido una parte intrínseca de mi ser, tal y como los presentes deben saber perfectamente.
Ya que el diminuto anillo no me cabe ni de broma en mis dedos, decido sacar la cadena plateada que llevo al cuello y colgarlo de ella, de manera que parece más un engarce que un verdadero colgante. Antes de volver a ocultarlo bajo la armadura, me quedo mirando un momento la piedra semipreciosa, un ojo de tigre, cuyas líneas entre lo negro y lo marrón me atraen, rememorando mi tormentoso pasado.
Cuando todos tenemos nuestra respectiva joya, damos comienzo a nuestro asalto. En la ciudad, más concretamente en los barrios adinerados en los que reside nuestro objetivo, los marines se atrincheran por docenas, confiados en que podrán superarnos con su número.
- ¡ES LA HORA DE LA BRONCA! –Bramo entre risotadas maníacas mientras descuelgo mi maza y la empiezo a hacer girar sobre mi cabeza, con cuidado de no dar a Rocket subido en mi hombro.
Algunos disparos golpean contra mi armadura sin mucho éxito al adelantarme a mis compañeros, los más ágiles de los cuales no tardan en sobrepasarme y comenzar sus múltiples asesinatos en cadena. Enardecido y con la sangre ardiendo por la excitación, encuentro más fácil que de costumbre el levantar mi arma y hacerla caer sobre los reclutas de la Marina, aplastando sus posiciones y, eventualmente, sus propios cuerpos.
Todo mejora más aún cuando el mapache en mi hombro recupera su arma estrella, dejando patente su satisfacción, y empieza a acribillar marines con ella al tiempo que aúlla con júbilo. Tanta brutalidad parece juntarse en nuestro ataque que nuestros enemigos no tardan en retroceder terreno y reagruparse en mejores posiciones. La casa del noble en cuestión acaba apareciendo frente a nosotros, con un buen número de soldados y guardias preparados para rechazarnos.
- Alto ahí, Rocket. –Detengo a mi peludo amigo antes de que ataque, luciendo yo una sonrisa cruel y macabra mientras me quito el casco y desabrocho las sujeciones de mi armadura.- Voy a encargarme yo de esto, y también de reventar esos portones.
Las grandes puertas de la mansión son formidables, un trabajo sublime de carpintería y metalurgia combinados. Aunque seguramente Rocket o Xanxus puedan reventarlas a disparos o yo mismo sea capaz de derribarlas a golpes, tengo una idea mucho más espectacular en mente.
“Hace tiempo que no saco a relucir esta faceta mía.” Pienso, divertido según me voy deshaciendo de mis protecciones. Un cosquilleo me en mis mandíbulas me notifica que están empezando a cambiar, siendo lo más notable los colmillos que empiezan a sobresalir por las comisuras de mi boca. “De hecho, creo que ninguno de los aquí presentes me ha visto todavía así.”
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La batalla está servida, la marina quiere bronca y si esa escoria tiene el valor de enfrentarnos no será a mí a quien le tiemple la mano a la hora de barrerlos como una bota acaba con unas simples hormigas. Antes de partir “el gato” nos retiene momentáneamente para hacer oficial nuestro paso al mundo de la piratería, aunque no lo quiera admitir es un sensiblón para estos temas. Al darme mi anillo, representando la avaricia lo que es bastante acertado, rápidamente observo los materiales y calidad haciéndome una idea de su valor individual y me lo pongo comprobando que encaja bastante bien como para que no me moleste en la batalla venidera.
Me quito la chaqueta que llevaba y dado que dudo en poder volver al escondite a por mis útiles me pongo la más nueva y mejor equipada, tras colocarla me coloco los guantes moviendo los dedos para comprobar que me van bien, me armo y parto con el resto de la banda directos a la fiesta.
*Creo que será un buen día para probar mis nuevos juguetes*
El camino hacia la casa del noble es sorprendentemente aburrido, no había ni un alma por la calle, lo que demostraba la incompetencia de los marines al hacer una emboscada. En mi cabeza solo está la idea de erradicar a esa escoria incompetente e indigna de pisar el mismo suelo que quien está destinado a tomar el lugar de un Dios.
En la zona adinerada por otro lado ya comienza la diversión, el grandullón avanza y es el primer objetivo de las armas enemigas inútiles contra su coraza, aprovechando que él llama la atención cruzo veloz a su derecha y me abro camino por el primer callejón a la derecha seguido de Sköll. Mis dagas negras vuelan de presa en presa, bloqueo una espada y lanzo un tajo al vientre con el Ulak libre, esquivo un sable y mi mano asciende paralela al brazo de otro marine para que mi Ulak corte la yugular.
Los pocos marines del callejón, sin duda reclutas rasos usados de carnada, acaban pronto en el suelo muertos o moribundos, por mi parte ya estoy cubierto de sangre y Sköll al ir encargándose de acabar con los moribundos termina igual. Capto un nuevo olor, un fuerte hedor a pólvora es traído por la brisa y pronto las sombras al fondo del callejón delatan a un pelotón de fusileros bajando la calle contigua. Sköll y yo nos ocultamos tras unas cajas mientras guardo mis Ulaks en su funda, hago uso de todas mis habilidades para ocultar mi presencia y funciona dado que 8 marines pasan de largo las cajas directamente hacia la salida del callejón donde sus compañeros han caído. Braman y se colocan de espaldas a mí en dos hileras unos con la rodilla al suelo y otros en pie todos apuntando hacia mis camaradas, cruzo los brazos metiendo las manos bajo mi chaqueta a la par que me levanto y saco las dos Uzi que había adquirido solo unos días antes.
*No tengo aun la práctica que quisiera pero esto es un blanco fácil*
Quito los seguros con los brazos estirados hacia delante, apuntando a las espaldas de los marines que se encuentran a solo 6m y antes de que suelten su primera descarga vacío los cargadores contra ellos. 40 balas abaten a aquella escoria que cae hacia delante con sus uniformes ahora de color carmesí completamente agujereados, veo a Alviss al otro lado, asiento con la cabeza y corro en dirección contraria saliendo de ese callejón y tomando un camino alternativo a la mansión. Cambio los cargadores y coloco las Uzi en su sujeción dentro de la chaqueta para, Ulak en mano, llegar al ala Oeste de la mansión.
Me enfrento a uno pocos marines por el perímetro dado que la mayoría parece centrarse en la entrada principal y la calle en la que empezó el jaleo, observo que junto a una de las ventanas hay tres hastas de las que penden unos blasones y en ella veo una entrada para mí. Estiro la mano diestra y una daga baja de mi manga unida por el mango a un cable, la agarro y activando su jet dial la lanzo hacia arriba, la hoja vuela hacia la primera de las hastas que es la más cercana a la ventana y al pasar junto a ella freno el cable y tiro hacia la izquierda de él haciendo que la daga gire sobre el cilindro y de vueltas enrollándose en el metal. El motor del Kit se activa y escalo los 7m de pared rápidamente hasta la ventana, suelto rápido la daga y esta vuelve a su posición automáticamente. Miro a Sköll y le hago un par de gestos indicando que se oculte en los matorrales cercanos a la entrada por ahora, rompo el cristal y abro la ventana para entrar a una habitación vacía con una gran cama, un imponente armario y un suculento joyero que llama mi atención al instante y del que doy buena cuenta al momento dejándolo vacío.
*Marines idiotas… seguid cubriendo la puerta y el ala baja ya me encargo yo de que nada se descontrole arriba *
Me quito la chaqueta que llevaba y dado que dudo en poder volver al escondite a por mis útiles me pongo la más nueva y mejor equipada, tras colocarla me coloco los guantes moviendo los dedos para comprobar que me van bien, me armo y parto con el resto de la banda directos a la fiesta.
*Creo que será un buen día para probar mis nuevos juguetes*
El camino hacia la casa del noble es sorprendentemente aburrido, no había ni un alma por la calle, lo que demostraba la incompetencia de los marines al hacer una emboscada. En mi cabeza solo está la idea de erradicar a esa escoria incompetente e indigna de pisar el mismo suelo que quien está destinado a tomar el lugar de un Dios.
En la zona adinerada por otro lado ya comienza la diversión, el grandullón avanza y es el primer objetivo de las armas enemigas inútiles contra su coraza, aprovechando que él llama la atención cruzo veloz a su derecha y me abro camino por el primer callejón a la derecha seguido de Sköll. Mis dagas negras vuelan de presa en presa, bloqueo una espada y lanzo un tajo al vientre con el Ulak libre, esquivo un sable y mi mano asciende paralela al brazo de otro marine para que mi Ulak corte la yugular.
Los pocos marines del callejón, sin duda reclutas rasos usados de carnada, acaban pronto en el suelo muertos o moribundos, por mi parte ya estoy cubierto de sangre y Sköll al ir encargándose de acabar con los moribundos termina igual. Capto un nuevo olor, un fuerte hedor a pólvora es traído por la brisa y pronto las sombras al fondo del callejón delatan a un pelotón de fusileros bajando la calle contigua. Sköll y yo nos ocultamos tras unas cajas mientras guardo mis Ulaks en su funda, hago uso de todas mis habilidades para ocultar mi presencia y funciona dado que 8 marines pasan de largo las cajas directamente hacia la salida del callejón donde sus compañeros han caído. Braman y se colocan de espaldas a mí en dos hileras unos con la rodilla al suelo y otros en pie todos apuntando hacia mis camaradas, cruzo los brazos metiendo las manos bajo mi chaqueta a la par que me levanto y saco las dos Uzi que había adquirido solo unos días antes.
*No tengo aun la práctica que quisiera pero esto es un blanco fácil*
Quito los seguros con los brazos estirados hacia delante, apuntando a las espaldas de los marines que se encuentran a solo 6m y antes de que suelten su primera descarga vacío los cargadores contra ellos. 40 balas abaten a aquella escoria que cae hacia delante con sus uniformes ahora de color carmesí completamente agujereados, veo a Alviss al otro lado, asiento con la cabeza y corro en dirección contraria saliendo de ese callejón y tomando un camino alternativo a la mansión. Cambio los cargadores y coloco las Uzi en su sujeción dentro de la chaqueta para, Ulak en mano, llegar al ala Oeste de la mansión.
Me enfrento a uno pocos marines por el perímetro dado que la mayoría parece centrarse en la entrada principal y la calle en la que empezó el jaleo, observo que junto a una de las ventanas hay tres hastas de las que penden unos blasones y en ella veo una entrada para mí. Estiro la mano diestra y una daga baja de mi manga unida por el mango a un cable, la agarro y activando su jet dial la lanzo hacia arriba, la hoja vuela hacia la primera de las hastas que es la más cercana a la ventana y al pasar junto a ella freno el cable y tiro hacia la izquierda de él haciendo que la daga gire sobre el cilindro y de vueltas enrollándose en el metal. El motor del Kit se activa y escalo los 7m de pared rápidamente hasta la ventana, suelto rápido la daga y esta vuelve a su posición automáticamente. Miro a Sköll y le hago un par de gestos indicando que se oculte en los matorrales cercanos a la entrada por ahora, rompo el cristal y abro la ventana para entrar a una habitación vacía con una gran cama, un imponente armario y un suculento joyero que llama mi atención al instante y del que doy buena cuenta al momento dejándolo vacío.
*Marines idiotas… seguid cubriendo la puerta y el ala baja ya me encargo yo de que nada se descontrole arriba *
Alviss
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Todos estamos de acuerdo, antes de abandonar la isla que fue nuestro hogar durante muchos años, en sembrar el caos como un regalo de despedida.
Pero antes de partir, Xanxus nos suelta un discurso que se resume que tras esto seremos oficialmente piratas, pondrán precio a nuestras cabezas y tanto la marina como el gobierno irán a por nosotros.
- Yo he de admitir que no me atrae mucho la idea, no la de convertirnos en piratas, sino la fama, prefiero pasar desapercibido, es la baza que siempre he usado para conseguir mis objetivos. Pero bueno lo primero es la familia y ya el Alviss del futuro pensará algo al respecto.
La cosa no acaba aquí, nos entrega a un anillo a todos, cada uno era de un color distinto y representaba diferentes cosas. A Rocket uno naranja que representa la ira, a Kilertx el anillo verde de la avaricia, a Onox una marrón que simboliza la gula, a Luthien un anillo de la envidia de color morado, el suyo es el rojo del orgullo. A mi en concreto, es de color azul y representa la lujuria.
- ¡Eh eh eh eh! Lo mío no es lujuría, es un talento innato para cortejar a las mujeres y hacer con ellas lo que quiera... durante una noche.
Realmente si es lujuría, pero queda feo por que parece que soy un pervertido. La verdad es que este tipo de sortijas atraen a la mujeres...
Me lo coloco en el dedo anular de la mano derecha y me quedo mirandolo, encaja a la perfección y el color azul de la piedra lapislázuli me gusta, pero sobre todo lo que me gusta del anillo es su valor sentimental y lo que realmente representa.
Al que fue hasta hace unos minutos nuestro compañero y miembro de la familia, había uno amarillo y simboliza la pereza, Xanxus lo guardo, quizás con la esperanza de encontrar a un dueño digno de él.
Antes de irnos me quede mirando al cadáver de Uro, que recibió una puñalada de Kilerx antes, demostrando el odio que tiene hacía él. No le tenía mucho aprecio, partiendo del hecho que era familia, siempre le vi como un dormilón gracioso, nunca me hubiera imaginado que nos iba a traicionar, todos hemos pasado malos momentos y llegar aquí no ha sido nada fácil, pero nunca hubieramos vendidos a los demás sólo para poder vivir.
- Hasta nunca, bastardo egoísta. Y pensar que fuiste mi hermano...
Me dirijo hacía donde esta nuestra invitada para asegurarme que esta a salvo y que no pueda escapar. A pesar de que soy el más salido de todos nosotros, sin lugar a dudas soy el que mejor la cuida, por razones obvias, pero eso es lo de menos, lo importante es que la mantengo a salvo.
El campo de batalla es en el barrio rico del Reino de Goa, más concretamente en las cercanías de la mansión de Lord William. Está lleno de marines, preparados para hacernos frente, pero lo que no saben es que somos imparables. De nosotros el primero que se lanza a la carga es Onox, y también el primero que se lleva las primeras descargas de los fusiles del enemigo. Debido a mi debilidad ante las armas de fuego, me pongo detrás de Onox, para poder avanzar. Ya cuando estoy a una distancia más cercana, desenfundo tanto mi katana como a Iuila, la ocasión lo merece, y guardo la daga en la manga izquierda y adelanto al grandullón por la derecha.
Pillo a un marine distraido y hundo mi katana en su pecho y lo utilizo como escudo para evitar que me mate el tirador que está a unos metros más adelante. Tras dispararme varias veces le lanzo mi daga que impacta en su corazón y rápidamente la recupero, pero esa decisión me acarreo problemas, dos marines espadachines se abalanzan sobre mí.
"¿Por qué siempre vienen de dos en dos? ¿Creén que tienen alguna posibilidad acaso?"
El problema reside que para lanzar antes mi arma blanca, tuve que enfundar a Iulia y ahora mismo no me da tiempo a sacar, por lo que tengo que luchar con katana y daga, algo que no estoy muy acostumbrado. Por suerte, gracias a mis compañeros, no había más marines que me molestarán. Ambos me atacan en una táctica de ofensiva total, descudiando la defensa, pero al tratarse de dos, es díficil aprovecharme de ello. Me dedico a esquivar y parar sus ataques durante más o menos un minuto para analizar como luchan, tras ello me percate lo fácil que era acabar con ellos, sólo tenía que emplear más fuerza para parar uno de sus ataque, de manera de que ese marine se desplaze hacía su compañero, por que no saben coordinarse entre ellos, lo aplicó y sale a las mil maravillas, uno hiere al otro y en pleno shock acabo con sus vidas sin mucho esfuerzo.
Los siguientes marines no me dan problemas, y más aún con mi katana de filo invertido desenfundada.
La situación se complica mucho para mis compañeros y para mí, un pelotón de ocho marines, armados con rifles y situados en un cajellón, nos apuntan para fusilarnos.
- ¡Joder si piensan y todo estos marines!
Rápidamente me agacho e intento usar un cadáver que tengo al lado como escudo humano. Por suerte, Kilertx les había visto antes y les acribilló por la espaldas con dos subfusiles. Me mira, asiente y se va corriendo en dirección contraria.
- Se agradece, ya te invitaré a una copa en la próxima isla.
Nada más incorporarme, veo de refilón algo que viene a gran velocidad hacía mí y como acto reflejo, me aparto de un pequeño salto, es una katana que la porta ¿¡UNA MUJER?! y encima esta muy buena...
"¿Desde cuándo hay mujeres atractivas en la marina? Esto no es bueno."
Se presenta un dilema para mí, no me gusta hacer daño a bellas hembras y menos aún matarlas, pero ella es de la marina y me intenta matar. En mi cabeza hay un debate mental que me impide luchar con todas mis fuerzas y sólo puedo defenderme a muy duras penas de sus ataques, que encima es una chica decidida a acabar conmigo y sus estocadas son muy rápidas.
Mi cara es un poema, es de desesperación total y de no saber que hacer.
- ¿Qué te ocurre maldito pirata? ¿Has olvidado como se lucha?
- Si no fueras de la Marina y nos hubieramos encontrado en otro escenario te invitaría a tomar una copa con claras intenciones de cortejarte, pero eres mi enemigo...
Mi respuesta la deja perpleja y se da cuenta que no me estoy esforzando por ser una mujer, se toma el comentario como algo machista y se enerva conmigo y corre a por mí. Justo en ese instánte consigo acabar con mi cacao mental y con un derechazo la dejo KO.
- Pues el anillo también es útil para potenciar mis puñetazos, mira tu por donde.
Pero antes de partir, Xanxus nos suelta un discurso que se resume que tras esto seremos oficialmente piratas, pondrán precio a nuestras cabezas y tanto la marina como el gobierno irán a por nosotros.
- Yo he de admitir que no me atrae mucho la idea, no la de convertirnos en piratas, sino la fama, prefiero pasar desapercibido, es la baza que siempre he usado para conseguir mis objetivos. Pero bueno lo primero es la familia y ya el Alviss del futuro pensará algo al respecto.
La cosa no acaba aquí, nos entrega a un anillo a todos, cada uno era de un color distinto y representaba diferentes cosas. A Rocket uno naranja que representa la ira, a Kilertx el anillo verde de la avaricia, a Onox una marrón que simboliza la gula, a Luthien un anillo de la envidia de color morado, el suyo es el rojo del orgullo. A mi en concreto, es de color azul y representa la lujuria.
- ¡Eh eh eh eh! Lo mío no es lujuría, es un talento innato para cortejar a las mujeres y hacer con ellas lo que quiera... durante una noche.
Realmente si es lujuría, pero queda feo por que parece que soy un pervertido. La verdad es que este tipo de sortijas atraen a la mujeres...
Me lo coloco en el dedo anular de la mano derecha y me quedo mirandolo, encaja a la perfección y el color azul de la piedra lapislázuli me gusta, pero sobre todo lo que me gusta del anillo es su valor sentimental y lo que realmente representa.
Al que fue hasta hace unos minutos nuestro compañero y miembro de la familia, había uno amarillo y simboliza la pereza, Xanxus lo guardo, quizás con la esperanza de encontrar a un dueño digno de él.
Antes de irnos me quede mirando al cadáver de Uro, que recibió una puñalada de Kilerx antes, demostrando el odio que tiene hacía él. No le tenía mucho aprecio, partiendo del hecho que era familia, siempre le vi como un dormilón gracioso, nunca me hubiera imaginado que nos iba a traicionar, todos hemos pasado malos momentos y llegar aquí no ha sido nada fácil, pero nunca hubieramos vendidos a los demás sólo para poder vivir.
- Hasta nunca, bastardo egoísta. Y pensar que fuiste mi hermano...
Me dirijo hacía donde esta nuestra invitada para asegurarme que esta a salvo y que no pueda escapar. A pesar de que soy el más salido de todos nosotros, sin lugar a dudas soy el que mejor la cuida, por razones obvias, pero eso es lo de menos, lo importante es que la mantengo a salvo.
El campo de batalla es en el barrio rico del Reino de Goa, más concretamente en las cercanías de la mansión de Lord William. Está lleno de marines, preparados para hacernos frente, pero lo que no saben es que somos imparables. De nosotros el primero que se lanza a la carga es Onox, y también el primero que se lleva las primeras descargas de los fusiles del enemigo. Debido a mi debilidad ante las armas de fuego, me pongo detrás de Onox, para poder avanzar. Ya cuando estoy a una distancia más cercana, desenfundo tanto mi katana como a Iuila, la ocasión lo merece, y guardo la daga en la manga izquierda y adelanto al grandullón por la derecha.
Pillo a un marine distraido y hundo mi katana en su pecho y lo utilizo como escudo para evitar que me mate el tirador que está a unos metros más adelante. Tras dispararme varias veces le lanzo mi daga que impacta en su corazón y rápidamente la recupero, pero esa decisión me acarreo problemas, dos marines espadachines se abalanzan sobre mí.
"¿Por qué siempre vienen de dos en dos? ¿Creén que tienen alguna posibilidad acaso?"
El problema reside que para lanzar antes mi arma blanca, tuve que enfundar a Iulia y ahora mismo no me da tiempo a sacar, por lo que tengo que luchar con katana y daga, algo que no estoy muy acostumbrado. Por suerte, gracias a mis compañeros, no había más marines que me molestarán. Ambos me atacan en una táctica de ofensiva total, descudiando la defensa, pero al tratarse de dos, es díficil aprovecharme de ello. Me dedico a esquivar y parar sus ataques durante más o menos un minuto para analizar como luchan, tras ello me percate lo fácil que era acabar con ellos, sólo tenía que emplear más fuerza para parar uno de sus ataque, de manera de que ese marine se desplaze hacía su compañero, por que no saben coordinarse entre ellos, lo aplicó y sale a las mil maravillas, uno hiere al otro y en pleno shock acabo con sus vidas sin mucho esfuerzo.
Los siguientes marines no me dan problemas, y más aún con mi katana de filo invertido desenfundada.
La situación se complica mucho para mis compañeros y para mí, un pelotón de ocho marines, armados con rifles y situados en un cajellón, nos apuntan para fusilarnos.
- ¡Joder si piensan y todo estos marines!
Rápidamente me agacho e intento usar un cadáver que tengo al lado como escudo humano. Por suerte, Kilertx les había visto antes y les acribilló por la espaldas con dos subfusiles. Me mira, asiente y se va corriendo en dirección contraria.
- Se agradece, ya te invitaré a una copa en la próxima isla.
Nada más incorporarme, veo de refilón algo que viene a gran velocidad hacía mí y como acto reflejo, me aparto de un pequeño salto, es una katana que la porta ¿¡UNA MUJER?! y encima esta muy buena...
"¿Desde cuándo hay mujeres atractivas en la marina? Esto no es bueno."
Se presenta un dilema para mí, no me gusta hacer daño a bellas hembras y menos aún matarlas, pero ella es de la marina y me intenta matar. En mi cabeza hay un debate mental que me impide luchar con todas mis fuerzas y sólo puedo defenderme a muy duras penas de sus ataques, que encima es una chica decidida a acabar conmigo y sus estocadas son muy rápidas.
Mi cara es un poema, es de desesperación total y de no saber que hacer.
- ¿Qué te ocurre maldito pirata? ¿Has olvidado como se lucha?
- Si no fueras de la Marina y nos hubieramos encontrado en otro escenario te invitaría a tomar una copa con claras intenciones de cortejarte, pero eres mi enemigo...
Mi respuesta la deja perpleja y se da cuenta que no me estoy esforzando por ser una mujer, se toma el comentario como algo machista y se enerva conmigo y corre a por mí. Justo en ese instánte consigo acabar con mi cacao mental y con un derechazo la dejo KO.
- Pues el anillo también es útil para potenciar mis puñetazos, mira tu por donde.
Shad M. Ashi
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-Que puta peste a mierda...
Caminaba por las calles de Dawn, aquél lugar que fue mi cárcel durante años y años. ¿Porqué mierda había llegado de nuevo aquí? No hay sitio en el mundo que más repulsivo me sea. Mataría a buena gana a todos y cada uno de estos malditos hijos de puta si no me diera tanta pereza ir a buscarlos. ¿Y lo divertido que sería? Pero quita, quita. Sería tan lento que hasta sería aburrido.
De pronto a lo lejos comenzaron a escucharse unos gritos que venían hacia aquí. Un grupo de gente corría, parecía que huían de algo. No se qué habría hecho en mi otra vida, pero debí de ser alguien jodidamente bueno por que ahora me está llegando la diversión a mí. Una mujer me miró mientras corría, me vio que tenía aquella katana y vino corriendo a mí, como desesperada.
-Por favor, ayudanos. Son piratas. Tu tienes armas. Por favor, por favor... Tengo familia. Te recompensaré.
Desde luego corriendo esa tía no iba a llegar muy lejos, tendría por lo menos diez kilos en joyas que le pesarían un poco. Sonreí y asentí. Saqué la katana, la miré por todas partes, le cogí la mano derecha, tenía los dedos como morcillas de tantos anillos que tenía en cada dedo. Agarré los cuatro dedos principales y, mientras el resto de gente corría y entraba en pánico, comencé a cortar esos cuatro dedos despacio, como quien está cortando algo delicadamente.
-Chissst calla mujer. Que con estos gritos no hay quien se concentre.
-¿Pero qué haces maldito?
-Ayudarte. ¿No es eso lo que pediste?
-No te dije que me mataras.
-Yo soy hombre de palabra. Aligeraré tu cuerpo para que puedas correr más.
Mi sonrisa pasó de normal a sádica, tan oscura como sincera. Esto ya comenzaba a ser algo entretenido. La tía se retorcía del dolor al cortarle los dedos, aquellos gritos eran música para mis oídos. Terminé de cortarle los dedos y me los metí en el bolsillo, cogí la otra mano e hice lo mismo. Ni siquiera me daba cuenta de lo que pasaba a mi alrededor. Tenía un brazalete de oro en ese brazo, seguro que le pesaba demasiado, pero pronto se vería un poco más aligerada.
Casi sin brazos y sangre me di cuenta que llevaba un pesado colgante con un pedrusco que era más grande que los morcillones de dedos que ahora estaban en mis bolsillos. Esto requería una operación de urgencia. Puse la punta de la katana justo en el centro de su garganta mientras le dije.
-Chist. Respira hondo... Quiero ver salpicar la sangre.
Poco a poco comencé a hundir la katana. La cara de aquella mujer era un poema, los ojos abiertos como platos, la boca rezumando sangre. La tenía agarrada por el pelo, que estaba más endurecido que la punta de mi katana. Aposté a que el pelo le pesaba más que todas las putas joyas que tenía en todo el cuerpo. Bueno, el conjunto de la cabeza era seguro, pues buen melón tenía la jodida guarra esa.
Poco a poco fui cortando. Cuando vi que la tía dejó de oponer resistencia dejó de ser divertido. Una vez muerta ya no gritaba, y eso ya iba resultando aburrido. Terminé de cortarle la cabeza, la tiré hacia atrás como quien tira una bola de papel de aluminio y cogí aquél collar. Desde luego podría pasar por un arma contundente, te meten un hostiazo con eso y se te queda la marca durante una semana como mínimo. Pedazo pedrusco.
-¡Alto ahí!
Miré hacia atrás y me vi un trio de lo más cómico. Tres tipos de blanco con la gaviotita blanca en un gorro. Qué monos, van conjuntados y todo. Seguro que hasta saben hacer una coreografía en conjunto. No pude evitar reirme como un loco solo de esos pensamientos, a lo que volvieron a gritar casi al unísono que me estuviera quieto. Me quedé mirándoles. Sería divertido y doloroso a la vez. Lo cual lo hacía todo mucho más interesante.
De pronto escuché como una ráfaga y los tres cayeron a plomo al suelo. Miré sin saber qué mierdas había pasado y me encontré un tipo de lo más curioso. Era enorme, eso sin duda alguna, y en uno de sus hombros había una especie de cosa rara con un arma apuntando. ¿Qué coño? Tenía buena pinta ese bicho, desde luego vuelta y vuelta debía de ser una buena carne. Y el tipo este que parece ser un semi-gigante. Parece una torre, es un buen ariete sin duda. Me pregunto a quién pertenecerá, me gustaría pedirlo prestado.
-Oe desgraciados, esos eran míos.
Caminaba por las calles de Dawn, aquél lugar que fue mi cárcel durante años y años. ¿Porqué mierda había llegado de nuevo aquí? No hay sitio en el mundo que más repulsivo me sea. Mataría a buena gana a todos y cada uno de estos malditos hijos de puta si no me diera tanta pereza ir a buscarlos. ¿Y lo divertido que sería? Pero quita, quita. Sería tan lento que hasta sería aburrido.
De pronto a lo lejos comenzaron a escucharse unos gritos que venían hacia aquí. Un grupo de gente corría, parecía que huían de algo. No se qué habría hecho en mi otra vida, pero debí de ser alguien jodidamente bueno por que ahora me está llegando la diversión a mí. Una mujer me miró mientras corría, me vio que tenía aquella katana y vino corriendo a mí, como desesperada.
-Por favor, ayudanos. Son piratas. Tu tienes armas. Por favor, por favor... Tengo familia. Te recompensaré.
Desde luego corriendo esa tía no iba a llegar muy lejos, tendría por lo menos diez kilos en joyas que le pesarían un poco. Sonreí y asentí. Saqué la katana, la miré por todas partes, le cogí la mano derecha, tenía los dedos como morcillas de tantos anillos que tenía en cada dedo. Agarré los cuatro dedos principales y, mientras el resto de gente corría y entraba en pánico, comencé a cortar esos cuatro dedos despacio, como quien está cortando algo delicadamente.
-Chissst calla mujer. Que con estos gritos no hay quien se concentre.
-¿Pero qué haces maldito?
-Ayudarte. ¿No es eso lo que pediste?
-No te dije que me mataras.
-Yo soy hombre de palabra. Aligeraré tu cuerpo para que puedas correr más.
Mi sonrisa pasó de normal a sádica, tan oscura como sincera. Esto ya comenzaba a ser algo entretenido. La tía se retorcía del dolor al cortarle los dedos, aquellos gritos eran música para mis oídos. Terminé de cortarle los dedos y me los metí en el bolsillo, cogí la otra mano e hice lo mismo. Ni siquiera me daba cuenta de lo que pasaba a mi alrededor. Tenía un brazalete de oro en ese brazo, seguro que le pesaba demasiado, pero pronto se vería un poco más aligerada.
Casi sin brazos y sangre me di cuenta que llevaba un pesado colgante con un pedrusco que era más grande que los morcillones de dedos que ahora estaban en mis bolsillos. Esto requería una operación de urgencia. Puse la punta de la katana justo en el centro de su garganta mientras le dije.
-Chist. Respira hondo... Quiero ver salpicar la sangre.
Poco a poco comencé a hundir la katana. La cara de aquella mujer era un poema, los ojos abiertos como platos, la boca rezumando sangre. La tenía agarrada por el pelo, que estaba más endurecido que la punta de mi katana. Aposté a que el pelo le pesaba más que todas las putas joyas que tenía en todo el cuerpo. Bueno, el conjunto de la cabeza era seguro, pues buen melón tenía la jodida guarra esa.
Poco a poco fui cortando. Cuando vi que la tía dejó de oponer resistencia dejó de ser divertido. Una vez muerta ya no gritaba, y eso ya iba resultando aburrido. Terminé de cortarle la cabeza, la tiré hacia atrás como quien tira una bola de papel de aluminio y cogí aquél collar. Desde luego podría pasar por un arma contundente, te meten un hostiazo con eso y se te queda la marca durante una semana como mínimo. Pedazo pedrusco.
-¡Alto ahí!
Miré hacia atrás y me vi un trio de lo más cómico. Tres tipos de blanco con la gaviotita blanca en un gorro. Qué monos, van conjuntados y todo. Seguro que hasta saben hacer una coreografía en conjunto. No pude evitar reirme como un loco solo de esos pensamientos, a lo que volvieron a gritar casi al unísono que me estuviera quieto. Me quedé mirándoles. Sería divertido y doloroso a la vez. Lo cual lo hacía todo mucho más interesante.
De pronto escuché como una ráfaga y los tres cayeron a plomo al suelo. Miré sin saber qué mierdas había pasado y me encontré un tipo de lo más curioso. Era enorme, eso sin duda alguna, y en uno de sus hombros había una especie de cosa rara con un arma apuntando. ¿Qué coño? Tenía buena pinta ese bicho, desde luego vuelta y vuelta debía de ser una buena carne. Y el tipo este que parece ser un semi-gigante. Parece una torre, es un buen ariete sin duda. Me pregunto a quién pertenecerá, me gustaría pedirlo prestado.
-Oe desgraciados, esos eran míos.
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Todo está saliendo a pedir de boca. Todas y cada una de las autoridades locales están alrededor nuestra intentando frenarnos, pero sin éxito alguno. Las balas salían de los cañones de mis desert Eagles una tras otra, dándole en el pecho a cada marine o agente del gobierno que se encuentra frente a mí, no importa cuántos se ponen por delante, siempre acaban igual en el suelo, ya sea muerto o herido.
Gracias a la acción dantesca de Onox, la puerta de la mansión cae al suelo haciendo retumbar todo el lugar. Entramos y en el hall no hay nada, algo que me parece extraño, pero que muy extraño, pues fuera no había marines de rango muy alto, tan solo hay soldados rasos y algún que otro cabo. Así que activo mi haki, y dentro del salón puedo percibir el aura de al menos dos docenas de soldados, y en el piso de arriba otros muchos.
“A esto le llamo yo factor sorpresa…”
Hago unas señas a Luthien, Kiler y Alviss, quienes entran conmigo los primeros, para dar un rodeo. Tras ello, nos adentramos por un lateral hasta llegar a la cocina, para después usar los pasillos del servicio, como es de esperar están vacíos. –Chicos estad alerta, ambos pisos están llenos de gente armada, -hago una pausa, -andad con cautela. Sin embargo, dichos pasillos solo se comunican en la planta de abajo, para subir tendríamos que entrar al salón, por lo que este plan tiene lagunas muy grandes que sólo podemos solventar con las armas.
Al tener el factor sorpresa, soy el primero en salir a la espalda de los marines. Empiezo a correr de forma lateral disparando a las espaldas de los marines, desmontando toda su formación, antes de que me dé cuenta ya stamos todos, los seis, liando el taco en el lugar. Me percato de que Kiler sube solo a la planta de arriba, dónde el numero de marines posiblemente, fuera igual o más alto que el de abajo con el fin de defender a la noble familia que allí vive. Sin más remedio, voy tras él haciéndome paso disparo a disparo, nuevamente me he quedado sin cargadores, es decir, que tan solo me quedan un par. Una vez estoy arriba, me encuentro rodeado de soldados, todos ellos armados con espadas, hachas o, simplemente, con la intención de atacarnos con sus propias manos.
-¿Ahora qué cachorrito? –choco mi espalda con la de Killer para cubrir más campo de acción.
Gracias a la acción dantesca de Onox, la puerta de la mansión cae al suelo haciendo retumbar todo el lugar. Entramos y en el hall no hay nada, algo que me parece extraño, pero que muy extraño, pues fuera no había marines de rango muy alto, tan solo hay soldados rasos y algún que otro cabo. Así que activo mi haki, y dentro del salón puedo percibir el aura de al menos dos docenas de soldados, y en el piso de arriba otros muchos.
“A esto le llamo yo factor sorpresa…”
Hago unas señas a Luthien, Kiler y Alviss, quienes entran conmigo los primeros, para dar un rodeo. Tras ello, nos adentramos por un lateral hasta llegar a la cocina, para después usar los pasillos del servicio, como es de esperar están vacíos. –Chicos estad alerta, ambos pisos están llenos de gente armada, -hago una pausa, -andad con cautela. Sin embargo, dichos pasillos solo se comunican en la planta de abajo, para subir tendríamos que entrar al salón, por lo que este plan tiene lagunas muy grandes que sólo podemos solventar con las armas.
Al tener el factor sorpresa, soy el primero en salir a la espalda de los marines. Empiezo a correr de forma lateral disparando a las espaldas de los marines, desmontando toda su formación, antes de que me dé cuenta ya stamos todos, los seis, liando el taco en el lugar. Me percato de que Kiler sube solo a la planta de arriba, dónde el numero de marines posiblemente, fuera igual o más alto que el de abajo con el fin de defender a la noble familia que allí vive. Sin más remedio, voy tras él haciéndome paso disparo a disparo, nuevamente me he quedado sin cargadores, es decir, que tan solo me quedan un par. Una vez estoy arriba, me encuentro rodeado de soldados, todos ellos armados con espadas, hachas o, simplemente, con la intención de atacarnos con sus propias manos.
-¿Ahora qué cachorrito? –choco mi espalda con la de Killer para cubrir más campo de acción.
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Akuma no mi
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La forma híbrida de mi akuma no mi no tarda en hacer completo acto de presencia, levantando voces de alarma entre los marines locales que todavía quedan. Recojo con una única manaza todas las piezas de mi armadura del suelo y mis armas, guardándolas en un momento en la gran bolsa que llevo conmigo y colgándomela del grueso cuello hacia mi espalda según finalizaba mi transformación.
Bramo con furia, listo para la brutal escena que me había propuesto llevar a cabo, y cargo sin piedad contra los enormes portones, pasando a mi forma completa por unos instantes para maximizar el daño. Las puertas ceden, incapaces de resistir mi potencia, despedazadas entre astillas y láminas de hierro doblado, y caigo sobre el espacioso recibidor recuperando de nuevo mi forma híbrida. Desenrollando mi maza de alrededor de mi brazo, la balanceo delante de mí con la esperanza de llevarme a varios marines, mas encontrando únicamente una columna y muchas baldosas.
Atónito, reparo en la reacción de Rocket, tan sorprendida como la mía, y en que Xanxus se lleva a los más pequeños de entre nosotros, sin contar al mapache y sin mediar aviso verbal, y desaparecen por una puerta lateral.
- ¡Egh! ¿Se puede saber qué demonios hacéis? ¡Volved aquí, malditos!
Gruño descontento por la futilidad de mi intento y recupero mi forma normal para poder moverme con relativa libertad por la mansión y comienzo a rearmarme con mi armadura y ropas de nuevo. Mi peludo compañero se impacienta ante la tardanza y la ausencia de enemigos y, sin perder ocasión para lanzarme puyas, recorre el hall rápidamente buscando algo que matar.
“Aquí hay algo que no me gusta…” Murmuro mentalmente con creciente desconfianza mientras huelo el aire. “Cuando entré, noté muchos olores peligrosos con mi nariz de jabalí, pero no tenemos a nadie para recibirnos. Joder, incluso ahora los huelo…”
- ¡Roket! Ven aquí, maldita sea. –Grito, intentando conseguir en balde que mi compañero regrese a mi lado.- Esto no es seguro, deberíamos andarnos con… -Los chasquidos de numerosos rifles resuenan en la estancia, interrumpiendo mi frase justo antes de acabar y resolviendo todas mis inquietudes de un plumazo.- …ojo.
Los disparos invaden rápidamente todo el lugar, a los cuales reacciono instantáneamente llamando mi haki de armadura al no tener las piezas superiores de mis protecciones metálicas puestas. Corriendo, intento alcanzar al mapache que, supongo, debe haber sobrevivido al ataque sorpresa, mientras giro la maza en el aire para utilizarla contra el primer mequetrefe que se me ponga en el camino.
Bramo con furia, listo para la brutal escena que me había propuesto llevar a cabo, y cargo sin piedad contra los enormes portones, pasando a mi forma completa por unos instantes para maximizar el daño. Las puertas ceden, incapaces de resistir mi potencia, despedazadas entre astillas y láminas de hierro doblado, y caigo sobre el espacioso recibidor recuperando de nuevo mi forma híbrida. Desenrollando mi maza de alrededor de mi brazo, la balanceo delante de mí con la esperanza de llevarme a varios marines, mas encontrando únicamente una columna y muchas baldosas.
Atónito, reparo en la reacción de Rocket, tan sorprendida como la mía, y en que Xanxus se lleva a los más pequeños de entre nosotros, sin contar al mapache y sin mediar aviso verbal, y desaparecen por una puerta lateral.
- ¡Egh! ¿Se puede saber qué demonios hacéis? ¡Volved aquí, malditos!
Gruño descontento por la futilidad de mi intento y recupero mi forma normal para poder moverme con relativa libertad por la mansión y comienzo a rearmarme con mi armadura y ropas de nuevo. Mi peludo compañero se impacienta ante la tardanza y la ausencia de enemigos y, sin perder ocasión para lanzarme puyas, recorre el hall rápidamente buscando algo que matar.
“Aquí hay algo que no me gusta…” Murmuro mentalmente con creciente desconfianza mientras huelo el aire. “Cuando entré, noté muchos olores peligrosos con mi nariz de jabalí, pero no tenemos a nadie para recibirnos. Joder, incluso ahora los huelo…”
- ¡Roket! Ven aquí, maldita sea. –Grito, intentando conseguir en balde que mi compañero regrese a mi lado.- Esto no es seguro, deberíamos andarnos con… -Los chasquidos de numerosos rifles resuenan en la estancia, interrumpiendo mi frase justo antes de acabar y resolviendo todas mis inquietudes de un plumazo.- …ojo.
Los disparos invaden rápidamente todo el lugar, a los cuales reacciono instantáneamente llamando mi haki de armadura al no tener las piezas superiores de mis protecciones metálicas puestas. Corriendo, intento alcanzar al mapache que, supongo, debe haber sobrevivido al ataque sorpresa, mientras giro la maza en el aire para utilizarla contra el primer mequetrefe que se me ponga en el camino.
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Cuando voy a dejar el joyero en su lugar un estruendo resuena por la casa, además de un temblor que deja claro un potente impacto sobre la misma. Qué demonios habría sido aquello se me escapa pero al otro lado de la puerta se descubre un agitado enjambre de botas moviéndose rápido pero sin patalear. No tengo duda sobre lo que me espera al otro lado y de no ser por aquel súbito suceso lo más fácil es que me lo hubiese comido de frente como un tonto. De nuevo aprovecho mi nueva adquisición pues en aquel momento es lo más efectivo para causar el desconcierto en el enemigo.
-*Sin duda no es la mejor idea que has tenido kiler….*
Con un Uzi en cada mano tiro del manillar de la puerta y la abro saliendo con las armas por delante, hay un montón de marines a mi alrededor tan sorprendidos como yo mismo. Aprieto el gatillo de mis armas y abro los brazos descargando los cargadores rápidamente y habiendo barrido con balas un ángulo de 180º para retroceder rápidamente al interior de la estancia, al momento de haberme alejado de la puerta los marines que no han caído o solo he herido abren fuego descargando sus fusiles contra la puerta que he abandonado evitando así el fuego hecho contra mi posición previa. Los disparos al hacerse contra la puerta principalmente solo dañan algunos muebles contiguos a las molduras, aprovecho el momento para armarme con mis fieles Ulaks dejando los Uzi ahora descargados en mi chaqueta y según finaliza la traca de mosquetes disparando contra la puerta salgo veloz hacia el pasillo.
Una vez en el pasillo me lanzo hacia el grupo de la izquierda que rápido lanzan sus armas de fuego ya descargadas al suelo y desenvainan sus espadas. Enfrentarme solo a toda la tropa es un suicidio por lo que mis primeros movimientos son para colarme entre los marines y así no dar la espalda a la otra parte de los efectivos enemigos. El pasillo de 3m de ancho me da juego suficiente para moverme pero no tanto como me gustaría, no obstante la ventaja sigue ofreciéndomela a mí gracias al diseño de mis Ulaks. El filo de mis armas corren paralelos a mis brazos por lo que me permiten bloquear ágilmente los golpes de mis enemigos al poner mi brazo simplemente en posición y a lanzar mis ataques sin estorbos, por otro lado los sables, estoques, hachas y demás armas de los marines encuentran más impedimentos en su camino hacia mi dando con muebles, o teniendo que evitar a sus compañeros y no consiguen atacar cómodamente, lo cual también se aplica a las armas de fuego.
Observo un ligero espacio frente a mí que veo como un pequeño respiro para poder echar un vistazo y elegir mi siguiente movimiento lo cual es así hasta que aparece un tipo aún más grande que yo con un hacha tremenda. Sin frenar hago una finta colándome por la espalda de un marine para evitar que se lance hacia mí a lo loco y lanzo mi puño armado con el Ulak hacia aquel descomunal marine que estando a 2m aun de mi ni se molesta en moverse lo que es un error. De mi puño brota una luz brillante que ciega a mis rivales a la que toma la forma de un halcón que recorre fugaz la distancia entre mi enemigo y yo impactando en su cabeza y derribándolo con fuerza hacia atrás cayendo sobre algunos marines más.
*Para que luego me digan que leer no servía de nada, de las mejores técnicas que en Aqueronte podía haberme agenciado… Demasiado buena para semejante escoria*
Aprovecho el momento para continuar camino y de repente tras realizar un giro para degollar a un cabo alguien choca a mi espalda, antes de girarme me encuentro la voz del gato que me pregunta sarcástico por el siguiente paso. Los marines se colocan a nuestro alrededor con las armas prestas y la situación ahora no me deja alternativa alguna para seguir escurriéndome entre ellos y seguir aprovechando el terreno. Por un segundo ambas partes estudian su siguiente acción y yo coloco los Ulaks en su sujeción dentro de mi chaqueta con calma.
-Podrías buscarte un ovillo de lana mientras me encargo de barrer la mierda del pasillo minino.
Mientras acabo la frase mi mandíbula empieza a desencajarse y a aumentar su envergadura dando paso a un hocico prominente, mi cuerpo crece hasta los dos metros y medio haciendo que la parte baja de mis pantalones se raje y aunque la chaqueta aguanta al estar diseñada con tal fin se ve ahora se más justa dado el significativo aumento de mi musculatura aunque acaba abierta por completo dado que el cinto sí que cede a la presión, el pelaje blanco como la nieve cubre ahora todo mi cuerpo y las garras de mi mano crecen brillantes. Los marines se sorprenden ante mi forma hibrida que bien recuerda al aspecto de un hombre lobo y gruñendo me lanzo de frente mordiendo el cuello del primer marine que me encuentro y dando un potente zarpazo al que tiene a su derecha. Marcho con toda mi fuerza contra la multitud de marines del pasillo y arraso arañando, mordiendo, pisando y embistiendo al primero que se me pone delante como una bestia salvaje acabando rápidamente cubierto de sangre. Una hoja me impacta en el brazo derecho y de un manotazo lanzo al culpable hacia atrás sin caer en que es el lugar donde se hallaba hacia escasos momento el gato. Los marines se apartan y suelto un agudo aullido que resuena en toda la planta para desmoralizar más aun a mis rivales...
-*Sin duda no es la mejor idea que has tenido kiler….*
Con un Uzi en cada mano tiro del manillar de la puerta y la abro saliendo con las armas por delante, hay un montón de marines a mi alrededor tan sorprendidos como yo mismo. Aprieto el gatillo de mis armas y abro los brazos descargando los cargadores rápidamente y habiendo barrido con balas un ángulo de 180º para retroceder rápidamente al interior de la estancia, al momento de haberme alejado de la puerta los marines que no han caído o solo he herido abren fuego descargando sus fusiles contra la puerta que he abandonado evitando así el fuego hecho contra mi posición previa. Los disparos al hacerse contra la puerta principalmente solo dañan algunos muebles contiguos a las molduras, aprovecho el momento para armarme con mis fieles Ulaks dejando los Uzi ahora descargados en mi chaqueta y según finaliza la traca de mosquetes disparando contra la puerta salgo veloz hacia el pasillo.
Una vez en el pasillo me lanzo hacia el grupo de la izquierda que rápido lanzan sus armas de fuego ya descargadas al suelo y desenvainan sus espadas. Enfrentarme solo a toda la tropa es un suicidio por lo que mis primeros movimientos son para colarme entre los marines y así no dar la espalda a la otra parte de los efectivos enemigos. El pasillo de 3m de ancho me da juego suficiente para moverme pero no tanto como me gustaría, no obstante la ventaja sigue ofreciéndomela a mí gracias al diseño de mis Ulaks. El filo de mis armas corren paralelos a mis brazos por lo que me permiten bloquear ágilmente los golpes de mis enemigos al poner mi brazo simplemente en posición y a lanzar mis ataques sin estorbos, por otro lado los sables, estoques, hachas y demás armas de los marines encuentran más impedimentos en su camino hacia mi dando con muebles, o teniendo que evitar a sus compañeros y no consiguen atacar cómodamente, lo cual también se aplica a las armas de fuego.
Observo un ligero espacio frente a mí que veo como un pequeño respiro para poder echar un vistazo y elegir mi siguiente movimiento lo cual es así hasta que aparece un tipo aún más grande que yo con un hacha tremenda. Sin frenar hago una finta colándome por la espalda de un marine para evitar que se lance hacia mí a lo loco y lanzo mi puño armado con el Ulak hacia aquel descomunal marine que estando a 2m aun de mi ni se molesta en moverse lo que es un error. De mi puño brota una luz brillante que ciega a mis rivales a la que toma la forma de un halcón que recorre fugaz la distancia entre mi enemigo y yo impactando en su cabeza y derribándolo con fuerza hacia atrás cayendo sobre algunos marines más.
*Para que luego me digan que leer no servía de nada, de las mejores técnicas que en Aqueronte podía haberme agenciado… Demasiado buena para semejante escoria*
Aprovecho el momento para continuar camino y de repente tras realizar un giro para degollar a un cabo alguien choca a mi espalda, antes de girarme me encuentro la voz del gato que me pregunta sarcástico por el siguiente paso. Los marines se colocan a nuestro alrededor con las armas prestas y la situación ahora no me deja alternativa alguna para seguir escurriéndome entre ellos y seguir aprovechando el terreno. Por un segundo ambas partes estudian su siguiente acción y yo coloco los Ulaks en su sujeción dentro de mi chaqueta con calma.
-Podrías buscarte un ovillo de lana mientras me encargo de barrer la mierda del pasillo minino.
Mientras acabo la frase mi mandíbula empieza a desencajarse y a aumentar su envergadura dando paso a un hocico prominente, mi cuerpo crece hasta los dos metros y medio haciendo que la parte baja de mis pantalones se raje y aunque la chaqueta aguanta al estar diseñada con tal fin se ve ahora se más justa dado el significativo aumento de mi musculatura aunque acaba abierta por completo dado que el cinto sí que cede a la presión, el pelaje blanco como la nieve cubre ahora todo mi cuerpo y las garras de mi mano crecen brillantes. Los marines se sorprenden ante mi forma hibrida que bien recuerda al aspecto de un hombre lobo y gruñendo me lanzo de frente mordiendo el cuello del primer marine que me encuentro y dando un potente zarpazo al que tiene a su derecha. Marcho con toda mi fuerza contra la multitud de marines del pasillo y arraso arañando, mordiendo, pisando y embistiendo al primero que se me pone delante como una bestia salvaje acabando rápidamente cubierto de sangre. Una hoja me impacta en el brazo derecho y de un manotazo lanzo al culpable hacia atrás sin caer en que es el lugar donde se hallaba hacia escasos momento el gato. Los marines se apartan y suelto un agudo aullido que resuena en toda la planta para desmoralizar más aun a mis rivales...
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La lucha continua y para probable sorpresa de la propia marina y de los habitantes de la isla, se inclina a nuestro favor y está ocurriendo como queríamos. Cuando se den cuenta de que no tienen posibilidad alguna ya será demasiado tarde...
Mientras que me enfrento a patéticos marines, se oye un gran ruido, como si algo de grandes dimensiones o muy pesado cayera al suelo. Este estruendo distrae e mi rival y ese descuido le ha costado la vida. La curiosidad me pica y desde aquí no se puede ver bien, por lo que decido abrirme paso entre soldados hacía el origen del ruido y descubrir lo que ha pasado.
Llego a mi destino antes de lo esperado, creía que me pondrían más oposición a mi paso, pero no, son demasiado inútiles. El causante del ruido es el portón, que algo o alguien lo ha derribado, a priori diría que fue Onox por su enorme tamaño y fuerza.
Dentro de la mansión hay algo que pinta mal, estamos en el hall y no hay nadie para recibirnos.
Joder con los ricachones, hasta la marina ha sido mejor anfitrión que ellos, que no están presentes para darnos la bienvenida a su morada.
El capitán nos llama a varios de nosotros para seguirle, damos un rodeo para presumiblemente evitar alguna emboscada de la marina, lo primero que te enseñan sobre invadir edificios, hasta llegar a la cocina. La marina no se espera nuestro movimiento maestro y les pillamos por sorpresa, la matanza está asegurada.
El primero en empezar el espectáculo es Xanxus y luego les seguimos toda la tripulación.
He perdido la cuenta de cuantos marines he matado ya y seguramente haya sido el que menos haya matado de mis compañeros, por lo que la cifra de bajas del enemigo es considerable y aún cuentan con bastantes efectivos.
Me siento afortunado y es un honor que venga tanta gente a por nosotros, parecemos importantes y todo.
Mientras que me enfrento a patéticos marines, se oye un gran ruido, como si algo de grandes dimensiones o muy pesado cayera al suelo. Este estruendo distrae e mi rival y ese descuido le ha costado la vida. La curiosidad me pica y desde aquí no se puede ver bien, por lo que decido abrirme paso entre soldados hacía el origen del ruido y descubrir lo que ha pasado.
Llego a mi destino antes de lo esperado, creía que me pondrían más oposición a mi paso, pero no, son demasiado inútiles. El causante del ruido es el portón, que algo o alguien lo ha derribado, a priori diría que fue Onox por su enorme tamaño y fuerza.
Dentro de la mansión hay algo que pinta mal, estamos en el hall y no hay nadie para recibirnos.
Joder con los ricachones, hasta la marina ha sido mejor anfitrión que ellos, que no están presentes para darnos la bienvenida a su morada.
El capitán nos llama a varios de nosotros para seguirle, damos un rodeo para presumiblemente evitar alguna emboscada de la marina, lo primero que te enseñan sobre invadir edificios, hasta llegar a la cocina. La marina no se espera nuestro movimiento maestro y les pillamos por sorpresa, la matanza está asegurada.
El primero en empezar el espectáculo es Xanxus y luego les seguimos toda la tripulación.
He perdido la cuenta de cuantos marines he matado ya y seguramente haya sido el que menos haya matado de mis compañeros, por lo que la cifra de bajas del enemigo es considerable y aún cuentan con bastantes efectivos.
Me siento afortunado y es un honor que venga tanta gente a por nosotros, parecemos importantes y todo.
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