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Akuma no mi
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Habían pasado tan solo un día desde aquella noche nevada en la que me encontré con Ryuta. Recordé lo ocurrido. Habíamos llegado a aquel paraíso helado en ese cascarón que llamábamos barco, por ahora al menos. Y, debido a la necesidad de cargar el Log pose y de arreglar este un poco (casi se caía a cachos), así como de conseguir víveres, se separaron en aquella ciudad costera. Ya había notado que era normal que cada uno consiguiera lo suyo, en cuanto a dinero y de más , por lo que no me pareció raro que nos separáramos. Aunque nunca imagine que ocurriría todo aquello en tan poco tiempo, tan solo un día.
Apenas había amanecido. De alguna manera acabe durmiendo en la posada en la que se encontraban hospedados el peliverde y sus hermanas, aunque la más pequeña casi parecía su hija. Una pequeña de cabello azul celeste y ojos rojizos. Que parecía bastante curiosa y activa, a pesar de su corta edad y que, en aquel momento, se encontraba durmiendo en mi regazo de forma bastante tierna.
Yo había comentado a Ryu-kun que no viajaba sola, sino que me encontraba en una tripulación. Se sorprendió bastante al saber que era una pirata, aunque no pareció darle importancia, de hecho, sintió curiosidad en conocer a mi capitán. -Claro, ¿Qué podría pasar?- Pensé de forma demasiado errónea, quizá.
Hice llegar con ese fin una carta a Aka, mi capitán, el cual se había vuelto algo así como un hermano mayor, y más..¿cuerdo? de mis compañeros humanos. En esta le dije donde quedar para contarle todo esto, lo cual me era algo vergonzoso de contar, aunque no entendía la causa, y darle a conocer a Ryu, quien aún no sabía si se separaría de mí lado, o no.
Apenas había amanecido. De alguna manera acabe durmiendo en la posada en la que se encontraban hospedados el peliverde y sus hermanas, aunque la más pequeña casi parecía su hija. Una pequeña de cabello azul celeste y ojos rojizos. Que parecía bastante curiosa y activa, a pesar de su corta edad y que, en aquel momento, se encontraba durmiendo en mi regazo de forma bastante tierna.
Yo había comentado a Ryu-kun que no viajaba sola, sino que me encontraba en una tripulación. Se sorprendió bastante al saber que era una pirata, aunque no pareció darle importancia, de hecho, sintió curiosidad en conocer a mi capitán. -Claro, ¿Qué podría pasar?- Pensé de forma demasiado errónea, quizá.
Hice llegar con ese fin una carta a Aka, mi capitán, el cual se había vuelto algo así como un hermano mayor, y más..¿cuerdo? de mis compañeros humanos. En esta le dije donde quedar para contarle todo esto, lo cual me era algo vergonzoso de contar, aunque no entendía la causa, y darle a conocer a Ryu, quien aún no sabía si se separaría de mí lado, o no.
- off-rol:
- El orden sería: Mura, Aka, Ryuta
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El humo salió de su boca como agua entre las rocas, fluyendo en el aire mientras se iba desvaneciendo poco a poco, ascendiendo. Los ojos del pelirrojo se mantuvieron posados en las formas abstractas que se iban dibujando mientras su mente divagaba. Era curioso, pues aquella isla le producía melancolía y felicidad a partes iguales. Bajo sus pies se encontraba la nieve que había presenciado la muerte de quien fue, probablemente, una de las personas más importantes de su vida y que aún permanecía perdido en aquel páramo helado. Cuatro meses después de aquella oscura hora florecieron en ese mismo lugar sentimientos que el joven dragón no había experimentado jamás. Allí había conocido a aquella chica de cabello carmesí y ojos dorados, la cual ocupaba sus pensamientos durante buena parte del día.
Le resultó una casualidad interesante que su compañera le hubiese citado justamente en el claro donde el dragón se había mostrado ante la pelirroja. El destino tenía formas muy curiosas de enlazar los caminos de la gente. Sentía cierta curiosidad por saber el motivo de la reunión. La chica simplemente dijo en la carta, la cual le costó media hora leer pese a que tan solo ocupaba media cara, que tenía un tema importante que tratar con él. "Espero que no se haya metido en líos... Es algo impulsiva" pensaba mientras soltaba una nueva bocanada de humo. Permanecía apoyado en el tronco de un árbol, bajo su sombra, portando únicamente una camisa negra de manga corta, sus pantalones y sus botas. Cualquier otro se habría congelado de permanecer unos pocos minutos así en aquel lugar, pero él ni siquiera sentía frío.
- Solo espero que no tarde... La hora de la comida se acerca -susurró para sí mismo, dejando caer el cigarrillo sobre la nieve y cruzándose de brazos al tiempo que cerraba los ojos, con su mantra activado para percibir a la chica en cuanto esta se acercase.
Mientras tanto la nieve no cesaba de caer en el claro, invadiendo el lugar con ese brillo puro, como si de un mar blanco se tratase. Algunos animales permanecieron sobre la copa del árbol donde se encontraba, observándole con curiosidad y acercándose a él los más atrevidos, separándose rápidamente ante el más mínimo movimiento del pelirrojo. Tal vez querían disfrutar del calor que manaba de él, o simplemente sentirían que no era un simple humano. En cualquier caso así se mantuvo hasta la llegada de su compañera... ¿Traería alguna sorpresa con ella? Seguro que lo averiguaría pronto.
Le resultó una casualidad interesante que su compañera le hubiese citado justamente en el claro donde el dragón se había mostrado ante la pelirroja. El destino tenía formas muy curiosas de enlazar los caminos de la gente. Sentía cierta curiosidad por saber el motivo de la reunión. La chica simplemente dijo en la carta, la cual le costó media hora leer pese a que tan solo ocupaba media cara, que tenía un tema importante que tratar con él. "Espero que no se haya metido en líos... Es algo impulsiva" pensaba mientras soltaba una nueva bocanada de humo. Permanecía apoyado en el tronco de un árbol, bajo su sombra, portando únicamente una camisa negra de manga corta, sus pantalones y sus botas. Cualquier otro se habría congelado de permanecer unos pocos minutos así en aquel lugar, pero él ni siquiera sentía frío.
- Solo espero que no tarde... La hora de la comida se acerca -susurró para sí mismo, dejando caer el cigarrillo sobre la nieve y cruzándose de brazos al tiempo que cerraba los ojos, con su mantra activado para percibir a la chica en cuanto esta se acercase.
Mientras tanto la nieve no cesaba de caer en el claro, invadiendo el lugar con ese brillo puro, como si de un mar blanco se tratase. Algunos animales permanecieron sobre la copa del árbol donde se encontraba, observándole con curiosidad y acercándose a él los más atrevidos, separándose rápidamente ante el más mínimo movimiento del pelirrojo. Tal vez querían disfrutar del calor que manaba de él, o simplemente sentirían que no era un simple humano. En cualquier caso así se mantuvo hasta la llegada de su compañera... ¿Traería alguna sorpresa con ella? Seguro que lo averiguaría pronto.
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Cinco minutos más, pensé, ya que si decía algo despertaría a las crías que… Cuando giré sobre mí mismo, en la cama que había conseguido gratis debido a mi hija y mi pequeña hermana, vi una larga cabellera roja sentada en el borde de la cama, durante unas milésimas de segundo había pensado que todo fue una pesadilla, una broma de mi subconsciente, fantasmas burlones. Pero no era así, estaba ahí y era tan real como yo mismo.
Me sonreí recordando los hechos y mi rostro se torno entre rojo y blanco, no me lo podía creer todavía. Como si no quisiera espantarla, me acerque lentamente a ella, mientras una ligera idea rondaba mi mente de manera burlona, quizás demasiado pícara. Cuando estuve a pocos centímetros la rodeé con mis brazos, tirando de ella ligeramente hacía detrás, para poder besarle de nuevo en la boca. Tenía una expresión risueña, cuando me separé de Murasaki, para llevarla conmigo al terreno de las sabanas de la cama, junto a una pequeña risita juguetona.
-Buenos días, ¿no crees que es demasiado temprano como para estar despierta?-se pudo escuchar antes de otra risita, música para el recién acabado alba-
Paso un rato hasta que decidí ponerme en marcha, Mura había quedado con uno de los miembros de su banda pirata, en este caso su capitán, casi expresamente porque se lo había pedido yo, obviamente quería estar con ella, por lo que suponía que tendría que ir junto a sus compañeros, en su barco… Bueno, mientras no le molestaran mucho, tampoco le importaría.
Me levanté buscando varias prendas de ropa que había dejado tiradas en pequeño cuarto, no tendría que buscar mucho pero aún así, me costó encontrarlas. El cuarto era una pequeña habitación con solo dos camas, por eso mi hermana y la pequeña habían dormido juntas en una, y Mura y yo en la otra. La pelirroja se había empeñado en llevar a la pequeña, así que le dije que la abrigara, además de darle la manta con la que la había tapado al llegar, mientras yo me ponía correctamente la pequeña corbata de color negro, me abrochaba los botones del chaleco gris y me enfundaba la gabardina. Di un pequeño giro sobre mis talones y pude verlas a la pelirroja con la pequeña entre los brazos, no podía evitar sentir como mi corazón se aceleraba con cada silaba dicha la noche anterior, a la luz de la luna.
-Te has encariñado mucho con ella, al parecer.-cada vez que hablaba con la pelirroja, se me dibujaba una sonrisa de tonto, un agradable calor subía por mi cuerpo, había parado un segundo para mirarle a sus ojos, de un precioso color morado-Aunque… ¿sabes que nunca ha tenido un nombre? ¿Qué te parece si pensamos algo para ella?-le pregunté antes de mirar por la ventana, ya se había hecho de día y nosotros tardábamos más de la cuenta-Pero mejor es que vayamos saliendo.-le recordé dándole un rápido beso, que se acercaba más a una caricia y me fije en que mi hermana seguía dormida, así que no la desperté.
Cogí una de mis armas, una enorme guja, porque, aunque nos íbamos a reunir con uno de sus compañeros, podía pasar algo por el camino, pensaba mientras recorría las escaleras en un paso rítmico, me despedí del dueño, que era bastante amable y abría la puerta sosteniéndola para que pasara Mura. Cuando pasó ella, salí yo, cerrando para dirigirnos a donde supuestamente, habíamos acordado quedar con su compañero.
Me sonreí recordando los hechos y mi rostro se torno entre rojo y blanco, no me lo podía creer todavía. Como si no quisiera espantarla, me acerque lentamente a ella, mientras una ligera idea rondaba mi mente de manera burlona, quizás demasiado pícara. Cuando estuve a pocos centímetros la rodeé con mis brazos, tirando de ella ligeramente hacía detrás, para poder besarle de nuevo en la boca. Tenía una expresión risueña, cuando me separé de Murasaki, para llevarla conmigo al terreno de las sabanas de la cama, junto a una pequeña risita juguetona.
-Buenos días, ¿no crees que es demasiado temprano como para estar despierta?-se pudo escuchar antes de otra risita, música para el recién acabado alba-
Paso un rato hasta que decidí ponerme en marcha, Mura había quedado con uno de los miembros de su banda pirata, en este caso su capitán, casi expresamente porque se lo había pedido yo, obviamente quería estar con ella, por lo que suponía que tendría que ir junto a sus compañeros, en su barco… Bueno, mientras no le molestaran mucho, tampoco le importaría.
Me levanté buscando varias prendas de ropa que había dejado tiradas en pequeño cuarto, no tendría que buscar mucho pero aún así, me costó encontrarlas. El cuarto era una pequeña habitación con solo dos camas, por eso mi hermana y la pequeña habían dormido juntas en una, y Mura y yo en la otra. La pelirroja se había empeñado en llevar a la pequeña, así que le dije que la abrigara, además de darle la manta con la que la había tapado al llegar, mientras yo me ponía correctamente la pequeña corbata de color negro, me abrochaba los botones del chaleco gris y me enfundaba la gabardina. Di un pequeño giro sobre mis talones y pude verlas a la pelirroja con la pequeña entre los brazos, no podía evitar sentir como mi corazón se aceleraba con cada silaba dicha la noche anterior, a la luz de la luna.
-Te has encariñado mucho con ella, al parecer.-cada vez que hablaba con la pelirroja, se me dibujaba una sonrisa de tonto, un agradable calor subía por mi cuerpo, había parado un segundo para mirarle a sus ojos, de un precioso color morado-Aunque… ¿sabes que nunca ha tenido un nombre? ¿Qué te parece si pensamos algo para ella?-le pregunté antes de mirar por la ventana, ya se había hecho de día y nosotros tardábamos más de la cuenta-Pero mejor es que vayamos saliendo.-le recordé dándole un rápido beso, que se acercaba más a una caricia y me fije en que mi hermana seguía dormida, así que no la desperté.
Cogí una de mis armas, una enorme guja, porque, aunque nos íbamos a reunir con uno de sus compañeros, podía pasar algo por el camino, pensaba mientras recorría las escaleras en un paso rítmico, me despedí del dueño, que era bastante amable y abría la puerta sosteniéndola para que pasara Mura. Cuando pasó ella, salí yo, cerrando para dirigirnos a donde supuestamente, habíamos acordado quedar con su compañero.
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llevaban una media hora andando desde que salieron del hostal. Ella tenía a la pequeña en brazos, la miraba de vez en cuando. No recordaba haber visto antes a alguien así de pequeño, pero por alguna razón el mirarla la llenaba de nostalgia.
A su lado caminaba el peliverde, al cual la chica iba mirando, de vez en cuando, por el rabillo de los ojos, sonrojándose al fijarse en sus ojos ámbar, tapados levemente por algunos mechones de cabello, y en sus labios, que al mirar hacían que recordará lo ocurrido en la noche, aumentando su temperatura corporal, lo que causaba que apartará rápidamente la mirada, causando que la pequeña ladeara la cabeza y la mirara sin entender por que hacía eso. Tal vez la niña creyese que estaba jugando, ya que se ponía en ocasiones a reírse, y sería complicado que una enana de apenas un año y pico de vida supiera lo que era el amor.
De esa manera siguieron caminando hasta el lugar donde habían quedado con su capitán. La nieve había comenzado a caer en el lugar de encuentro, aunque apenas llegaban a caer cuatro copos, quizá por el calor que la lagartija con alas emanaba.
ambos dieron un par de pasos más rápidos al notar la figura de su capitán, de forma que salieron de la zona del bosque, hacia el gran claro tapizado de blanco. Lo que la chica no esperaba era la reacción tendría ambos jóvenes al encontrarse.
A su lado caminaba el peliverde, al cual la chica iba mirando, de vez en cuando, por el rabillo de los ojos, sonrojándose al fijarse en sus ojos ámbar, tapados levemente por algunos mechones de cabello, y en sus labios, que al mirar hacían que recordará lo ocurrido en la noche, aumentando su temperatura corporal, lo que causaba que apartará rápidamente la mirada, causando que la pequeña ladeara la cabeza y la mirara sin entender por que hacía eso. Tal vez la niña creyese que estaba jugando, ya que se ponía en ocasiones a reírse, y sería complicado que una enana de apenas un año y pico de vida supiera lo que era el amor.
De esa manera siguieron caminando hasta el lugar donde habían quedado con su capitán. La nieve había comenzado a caer en el lugar de encuentro, aunque apenas llegaban a caer cuatro copos, quizá por el calor que la lagartija con alas emanaba.
ambos dieron un par de pasos más rápidos al notar la figura de su capitán, de forma que salieron de la zona del bosque, hacia el gran claro tapizado de blanco. Lo que la chica no esperaba era la reacción tendría ambos jóvenes al encontrarse.
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El tiempo pasaba lento, como una eternidad en la tierra. En ocasiones casi parecía detenerse ante sus ojos, dejando los copos en suspensión. Dónde andaría su compañera era un misterio, pero comenzaba a cansarse de esperar y empezaba a sentir la imperiosa necesidad de echarse a dormir, aunque decidió abstenerse. "Tampoco debería tardar mucho más" pensaba mientras observaba la posición del sol para deducir más o menos qué hora debía de ser. Tal vez quisiera invitarle a comer después, cosa que no estaría nada mal. El pelirrojo andaba algo escaso de dinero, así que no rechazaría una invitación.
- Parece que ya viene -dijo separándose del árbol.
Pudo percibir con claridad una presencia aproximándose hacia el lugar de encuentro... Quiero decir, dos presencias, no demasiado alejadas. ¿Quiénes serían? Había supuesto que se trataría de Murasaki, pues no esperaba que ante aquellas temperaturas alguien más estuviese fuera de sus hogares o de las posadas. Tal vez se hubiese encontrado con otro de los Demons... Tan solo esperaba que no se tratase de Rito, no le apetecía tener que contenerla en uno de los pocos días que podía disfrutar de cierta paz, casi como si se hubiera olvidado de todo, sin preocupaciones ni deberes. Suspiró, formando algo de vaho frente a él mientras guardaba las manos en los bolsillos del pantalón.
No tardó mucho más en distinguir las figuras de la pelirroja y de su acompañante saliendo del bosque y mostrándose ante él en el claro. Al principio no mostró gran interés en el desconocido... ¿O era una mujer? Tan poco se fijó que ni siquiera podría haberlo dicho. Solo llegó a percibir el tono verdoso de sus cabellos, pues su atención se centraba en la chica. ¿Habría ocurrido algo? Tal vez estuviese herida o se hubiese visto envuelta en problemas. Se acercó hasta ambos a un paso tranquilo, como siempre, haciendo un leve gesto con la cabeza como saludo.
- ¿Qué era tan importan...? -no llegó a terminar la frase.
Tan solo en ese momento fue cuando se fijó en su acompañante. Aquellos ojos dorados y esos rasgos... La ropa y los andares. Detalles que le resultaban extrañamente familiares, aunque en un principio no consiguió reconocer al chico. Fue entonces cuando abrió los ojos como si de platos se tratasen, pareciendo casi que iban a salirse de sus órbitas. ¿Qué cojones hacía ÉL allí? Y mucho más importante... ¿Por qué estaba con su compañera? No pudo evitar alterarse en el mismo instante en el que le reconoció, adoptando una actitud de alerta mientras sacaba las manos de los bolsillos, cerrando los puños y apretando los dientes, con el ceño fruncido y chispas relampagueando en sus ojos.
- ¿¡TÚ!? -exclamó con cierta ira en su tono- ¿¡Qué haces TÚ aquí!?
- Parece que ya viene -dijo separándose del árbol.
Pudo percibir con claridad una presencia aproximándose hacia el lugar de encuentro... Quiero decir, dos presencias, no demasiado alejadas. ¿Quiénes serían? Había supuesto que se trataría de Murasaki, pues no esperaba que ante aquellas temperaturas alguien más estuviese fuera de sus hogares o de las posadas. Tal vez se hubiese encontrado con otro de los Demons... Tan solo esperaba que no se tratase de Rito, no le apetecía tener que contenerla en uno de los pocos días que podía disfrutar de cierta paz, casi como si se hubiera olvidado de todo, sin preocupaciones ni deberes. Suspiró, formando algo de vaho frente a él mientras guardaba las manos en los bolsillos del pantalón.
No tardó mucho más en distinguir las figuras de la pelirroja y de su acompañante saliendo del bosque y mostrándose ante él en el claro. Al principio no mostró gran interés en el desconocido... ¿O era una mujer? Tan poco se fijó que ni siquiera podría haberlo dicho. Solo llegó a percibir el tono verdoso de sus cabellos, pues su atención se centraba en la chica. ¿Habría ocurrido algo? Tal vez estuviese herida o se hubiese visto envuelta en problemas. Se acercó hasta ambos a un paso tranquilo, como siempre, haciendo un leve gesto con la cabeza como saludo.
- ¿Qué era tan importan...? -no llegó a terminar la frase.
Tan solo en ese momento fue cuando se fijó en su acompañante. Aquellos ojos dorados y esos rasgos... La ropa y los andares. Detalles que le resultaban extrañamente familiares, aunque en un principio no consiguió reconocer al chico. Fue entonces cuando abrió los ojos como si de platos se tratasen, pareciendo casi que iban a salirse de sus órbitas. ¿Qué cojones hacía ÉL allí? Y mucho más importante... ¿Por qué estaba con su compañera? No pudo evitar alterarse en el mismo instante en el que le reconoció, adoptando una actitud de alerta mientras sacaba las manos de los bolsillos, cerrando los puños y apretando los dientes, con el ceño fruncido y chispas relampagueando en sus ojos.
- ¿¡TÚ!? -exclamó con cierta ira en su tono- ¿¡Qué haces TÚ aquí!?
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Había andado todo el camino con la pelirroja a mi lado, un poco atrasada, liderando yo el paso. A veces le echaba un ojo para ver cómo estaba la pequeña, o quizás solo era una excusa para contemplar a la chica que la llevaba entre sus brazos, no podía evitar buscar sus ojos morados, que en alguna ocasión se encontraban con los suyos de manera inconsciente y hacía que evitara este contacto tras unos segundos, tras notar como su rostro se tornaba rojo, al igual que el mío. De rato a rato acababa vislumbrado a Mura, jugando con la cría, que parecía demasiado contenta, nunca había estado así entre mis brazos y sinceramente, me alegraba a la par que me sentía desolado por dentro. Bueno, ya le comprare ropa cuando crezca.
Maldito clima invernal, muy bonito y todo lo que quieras pero ¿por qué tenía que hacer tanto frio? No es porque llevara poca ropa puesta, porque solía pasar calor pero aquel lugar… tenía que haberme traído la tela que había usado Mura y que me había prestado ayer noche, por desgracia no recordaba donde estaba y con las prisas olvidé buscarla. Bueno, podría soportarlo, o al menos de eso quería convencerme.
Por lo menos era bonito, y tras un buen rato recorriendo el lugar, llegamos a lo que parecía ser un claro, o eso se veía desde lejos. Un claro nevado, normal en la isla, aunque por ahí parecían haber varios animales, puede que fuera porque según nos acercábamos, empezaba a hacer más calor. Extraño. El… compañero de la pelirroja estaba apoyado en uno de los árboles y que acabo acercándose hasta nosotros. En ese lapso de tiempo parecía no haberse percatado de mi presencia, y aunque yo si lo había recordado, había agachado la cabeza, tapándome parte de la cara con el sombrero y dejando visible desde la sonrisa hacia debajo. No pude evitar reír ante su respuesta o más bien carcajear, la última vez que le vi lo había dejado en su barco inconsciente, con una bonita herida en la cabeza. Al recordar el cabezazo y la herida, no pude evitar moverme intentando asestarle uno al que esperaba que respondiera.
-¿Yo? ¿Acaso tengo que hacerte un esquema de por dónde voy? Es más ¿Qué haces TÚ aquí?-mi expresión se había vuelto seria, y mi tono de voz se había vuelto un poco más iracundo, ya me había reído suficiente del lagartijo que conocí en la isla del bambú, así que ahora tenía que dejarlo en el lugar que merecía-
Maldito clima invernal, muy bonito y todo lo que quieras pero ¿por qué tenía que hacer tanto frio? No es porque llevara poca ropa puesta, porque solía pasar calor pero aquel lugar… tenía que haberme traído la tela que había usado Mura y que me había prestado ayer noche, por desgracia no recordaba donde estaba y con las prisas olvidé buscarla. Bueno, podría soportarlo, o al menos de eso quería convencerme.
Por lo menos era bonito, y tras un buen rato recorriendo el lugar, llegamos a lo que parecía ser un claro, o eso se veía desde lejos. Un claro nevado, normal en la isla, aunque por ahí parecían haber varios animales, puede que fuera porque según nos acercábamos, empezaba a hacer más calor. Extraño. El… compañero de la pelirroja estaba apoyado en uno de los árboles y que acabo acercándose hasta nosotros. En ese lapso de tiempo parecía no haberse percatado de mi presencia, y aunque yo si lo había recordado, había agachado la cabeza, tapándome parte de la cara con el sombrero y dejando visible desde la sonrisa hacia debajo. No pude evitar reír ante su respuesta o más bien carcajear, la última vez que le vi lo había dejado en su barco inconsciente, con una bonita herida en la cabeza. Al recordar el cabezazo y la herida, no pude evitar moverme intentando asestarle uno al que esperaba que respondiera.
-¿Yo? ¿Acaso tengo que hacerte un esquema de por dónde voy? Es más ¿Qué haces TÚ aquí?-mi expresión se había vuelto seria, y mi tono de voz se había vuelto un poco más iracundo, ya me había reído suficiente del lagartijo que conocí en la isla del bambú, así que ahora tenía que dejarlo en el lugar que merecía-
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Me quede mirando a ambos chicos, los cuales se habían puesto uno a la altura del otro, sus estaturas eran bastante similares, aunque eso no fue lo que me llamo la atención, sino más bien la actitud que tenían el uno con el otro, ¿y a quién no se la llamaría? Parecía que los ojos de ambos echasen chispas mientras hablaban, a parte de aparentar estar a punto de darse un cabezazo el uno al otro, por la cercanía entre ambos.
Yo y la pequeña que sostenía entre mis brazos, a la cual todavía trataba de encontrar un nombre apropiado, nos quedamos mirando aquella escena con la misma cara de: "¿Qué está pasando?"
De hecho, me había planteado separarlos o algo, ya fuera de una patada a cada uno o haciendo lo que vi hacer un día a Lanx a Nagato y Rito, provocar el cabezazo entre ambos, yo, pero no podía dejar que esa enana peliazul se enfermara, aunque no fuera probable, debido a la alta temperatura que generaba la energía de ambos chicos por su "pequeña discusión".
Tardé un poco en decidirme en dejar a la niña, segura, a suficiente distancia de los aparentes adultos delante nuestra, para intentar descubrir por que toda esa situación. -Esto...¿Os conocíais?- Pregunté, preparándome para esquivar algún golpe que me pudieran propiciar por accidente.
Yo y la pequeña que sostenía entre mis brazos, a la cual todavía trataba de encontrar un nombre apropiado, nos quedamos mirando aquella escena con la misma cara de: "¿Qué está pasando?"
De hecho, me había planteado separarlos o algo, ya fuera de una patada a cada uno o haciendo lo que vi hacer un día a Lanx a Nagato y Rito, provocar el cabezazo entre ambos, yo, pero no podía dejar que esa enana peliazul se enfermara, aunque no fuera probable, debido a la alta temperatura que generaba la energía de ambos chicos por su "pequeña discusión".
Tardé un poco en decidirme en dejar a la niña, segura, a suficiente distancia de los aparentes adultos delante nuestra, para intentar descubrir por que toda esa situación. -Esto...¿Os conocíais?- Pregunté, preparándome para esquivar algún golpe que me pudieran propiciar por accidente.
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Definitivamente no podía creerlo. Realmente era ese tipo de la isla del bambú, contra el que había tenido que enfrentarse por motivos que a esas alturas aún seguía sin comprender. ¿Cómo podía molestarle tan profundamente que hubiese mencionado su altura? Él no tenía la culpa de que fuese tan bajito. Realmente sentía el impulso de devolverle todos y cada uno de los golpes que había recibido. Ahora era mucho más fuerte, seguro que podría. El peliverde le lanzó un cabezazo sin previo aviso, al cual respondió al instante, haciendo que sus cabezas chocasen, con tal fuerza que incluso el suelo tembló ligeramente. Sus ojos estaban fijos en los del chico, mirándole con ira y desprecio.
- Eso no te incumbe. Más te vale alejarte de mi vista si no quieres que te aplaste, escoria -dijo en un tono serio, que denotaba un profundo cabreo.
Tras eso hizo más fuerza con la cabeza, tratando de empujarle para formar cierta distancia entre ambos al tiempo que se ponía en guardia, preparándose para una inminente pelea. Ni siquiera había escuchado la pregunta de la pelirroja, pues su atención estaba puesta al completo sobre el enano de pelo verde. Sin embargo, rápidamente una pregunta asaltó su mente, haciendo que su vista se desviase hacia la chica, no pudiendo obviar un pequeño detalle.
- ¿Por qué viene este contigo? -preguntó mientras activaba el haki de observación por si el otro intentaba algo, justo al tiempo que se daba cuenta de la presencia de la niña- ¿Qué...?
Multitud de pensamientos le vinieron a la cabeza en apenas un instante, mientras trataba de asimilar todo lo que estaba ocurriendo. No entendía nada, pero de nuevo centró su atención en el peliverde. Apretó los puños mientras esperaba la respuesta de la chica, sin fiarse ni un pelo de él. La imagen que tenía del chico dejaba bastante que desear, pues lo cierto era que no habían tenido un buen... "Primer contacto". Aquello se podía comprobar fácilmente en la actitud del pelirrojo, al cual era difícil sacarle de sus casillas. Tan solo esperaba que le diese un motivo para poder golpearle.
- Eso no te incumbe. Más te vale alejarte de mi vista si no quieres que te aplaste, escoria -dijo en un tono serio, que denotaba un profundo cabreo.
Tras eso hizo más fuerza con la cabeza, tratando de empujarle para formar cierta distancia entre ambos al tiempo que se ponía en guardia, preparándose para una inminente pelea. Ni siquiera había escuchado la pregunta de la pelirroja, pues su atención estaba puesta al completo sobre el enano de pelo verde. Sin embargo, rápidamente una pregunta asaltó su mente, haciendo que su vista se desviase hacia la chica, no pudiendo obviar un pequeño detalle.
- ¿Por qué viene este contigo? -preguntó mientras activaba el haki de observación por si el otro intentaba algo, justo al tiempo que se daba cuenta de la presencia de la niña- ¿Qué...?
Multitud de pensamientos le vinieron a la cabeza en apenas un instante, mientras trataba de asimilar todo lo que estaba ocurriendo. No entendía nada, pero de nuevo centró su atención en el peliverde. Apretó los puños mientras esperaba la respuesta de la chica, sin fiarse ni un pelo de él. La imagen que tenía del chico dejaba bastante que desear, pues lo cierto era que no habían tenido un buen... "Primer contacto". Aquello se podía comprobar fácilmente en la actitud del pelirrojo, al cual era difícil sacarle de sus casillas. Tan solo esperaba que le diese un motivo para poder golpearle.
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El lagarto había contraatacado, como la anterior vez que nos encontramos, aunque ahora podía decir que tenía más fuerza, notaba como la zona donde chocaron nuestras cabezas escocía bastante más. Pero aún así me negué a caer, el maldito era un hipócrita de los que no quedaban, aparte de faltón, lo que me hizo morder un poco mi labio inferior para controlar la ira, ¿Qué no me incumbe? A ti que te importa si me incumbe o no, quería gritárselo, escupirle todo esa verborrea que se agolpaba en mi cabeza, que me hacía respirar con más fuerza mientras me quedaba ahí, mirando a el suelo, apretando los puños y mordiéndome el labio inferior hasta que empezaba a doler, intentando calmarme más por la propia Mura que por mí, ya que yo lo le habría cortado varias veces ya.
Respiré profundamente, llenando mis pulmones de aire para, intentar relajarme, en un intento vano. Aunque no pude evitar sonreír ante su pregunta a Mura, tirando levemente del sombrero que llevaba hacía delante, ocultando un poco mi rostro, dejando ver de nuevo aquella sonrisa de antes. No lo sabía ¿verdad? Quería mirar a Mura a la cara, saber su expresión en ese momento, esbozar esa expresión que me estaba inhibiendo, por puras ganas de molestarle, al igual que él había hecho conmigo hacía un momento. Aunque al menos no había llegado a lo de la última vez.
-Por supuesto que nos conocemos, pelirroja ¿Crees que alguien que no se ha visto nunca se saludaría de manera tan jovial y jocosa?-le dije, sin levantar la mirada, pero no podía evitar tener una sonrisa cada vez más amplia en mi rostro, una sonrisa de… venganza. Esa era la mejor manera de definirla.-Además… no querría herir a uno de los compañeros de banda de mi pareja.-Había alzado el rostro, mis ojos eran la viva expresión de todo aquel que hacía algo por la intención de odiar, el tono con el que había dicho compañero estaba lleno de sorna y sonreía de manera sarcástica, como si le estuviera diciendo “Que putada para ti, ¿verdad?”
Pero aún con eso, no había terminado, mi venganza emocional, sonreía de manera socarrona mientras me acercaba a Mura, sabía que hacer para sacarle de sus casillas. No tuve que moverme mucho para llegar hasta donde estaba ella, tenía intención de buscar sus labios, sujetando su rostro con una de mis manos, haciendo que los dos nos fundiéramos en un beso. Me separé de ella tras eso, mirándole a los ojos, los mismos que me habían hipnotizado horas antes, bajo el cielo estrellado. A ella no podía dedicarle aquella expresión que le dedicaba al chico, ni aunque pudiera, y una sonrisa sincera se dibujo en mi rostro mientras estaba así, aprovechando para pasar uno de mis brazos por su espalda, agarrándola por la cintura y acercándola hacía mi.
Me giré hacía el hombre de cabellera pelirroja, presentando la misma cara que antes de besar a Mura, una expresión mezquina debido a lo que había pasado antes de conocerla. Chasqueé la lengua, volviendo a la chica.
-¿Y bien? ¿De qué conoces tu a… cual era tu nombre?-le pregunté al lagarto, en el que ni si quiera me había fijado su expresión, así que no sabría si mi pequeña actuación habría tenido efecto, y si no, me había llevado un beso más-
Respiré profundamente, llenando mis pulmones de aire para, intentar relajarme, en un intento vano. Aunque no pude evitar sonreír ante su pregunta a Mura, tirando levemente del sombrero que llevaba hacía delante, ocultando un poco mi rostro, dejando ver de nuevo aquella sonrisa de antes. No lo sabía ¿verdad? Quería mirar a Mura a la cara, saber su expresión en ese momento, esbozar esa expresión que me estaba inhibiendo, por puras ganas de molestarle, al igual que él había hecho conmigo hacía un momento. Aunque al menos no había llegado a lo de la última vez.
-Por supuesto que nos conocemos, pelirroja ¿Crees que alguien que no se ha visto nunca se saludaría de manera tan jovial y jocosa?-le dije, sin levantar la mirada, pero no podía evitar tener una sonrisa cada vez más amplia en mi rostro, una sonrisa de… venganza. Esa era la mejor manera de definirla.-Además… no querría herir a uno de los compañeros de banda de mi pareja.-Había alzado el rostro, mis ojos eran la viva expresión de todo aquel que hacía algo por la intención de odiar, el tono con el que había dicho compañero estaba lleno de sorna y sonreía de manera sarcástica, como si le estuviera diciendo “Que putada para ti, ¿verdad?”
Pero aún con eso, no había terminado, mi venganza emocional, sonreía de manera socarrona mientras me acercaba a Mura, sabía que hacer para sacarle de sus casillas. No tuve que moverme mucho para llegar hasta donde estaba ella, tenía intención de buscar sus labios, sujetando su rostro con una de mis manos, haciendo que los dos nos fundiéramos en un beso. Me separé de ella tras eso, mirándole a los ojos, los mismos que me habían hipnotizado horas antes, bajo el cielo estrellado. A ella no podía dedicarle aquella expresión que le dedicaba al chico, ni aunque pudiera, y una sonrisa sincera se dibujo en mi rostro mientras estaba así, aprovechando para pasar uno de mis brazos por su espalda, agarrándola por la cintura y acercándola hacía mi.
Me giré hacía el hombre de cabellera pelirroja, presentando la misma cara que antes de besar a Mura, una expresión mezquina debido a lo que había pasado antes de conocerla. Chasqueé la lengua, volviendo a la chica.
-¿Y bien? ¿De qué conoces tu a… cual era tu nombre?-le pregunté al lagarto, en el que ni si quiera me había fijado su expresión, así que no sabría si mi pequeña actuación habría tenido efecto, y si no, me había llevado un beso más-
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La respuesta del chico hizo que se sintiera algo tonta por preguntar lo que parecía tan obvio, si no se conocieran no hubieran respondido así, no es como si se cruzarán dos depredadores que siguen sin conocerse persiguen el mismo rastro. Pero esto solo causaba más confusión en la chica, ¿Por que había reaccionado así Akagami? Sabía bien que era difícil sacar de su casillas a su capitán, y esa forma de saludarse era...¿Extraña?
Ella se encontraba con la pequeña al lado, a la cual había dejado bien abrigada, ocultándose tras ella, casi abrazada a sus piernas, mientras miraba, asomando curiosa la cabeza, a su padre y al pelirrojo. Sin esperarse que este fuera a dirigirse hacía Murasaki para besar de aquella forma sus labios, dejando su mente en blanco durante unos momentos y subiendo su temperatura corporal, cambiando el color de sus mejillas, más a causa de su abrazo.
Ese sonrojo fue a más al separarse, seguramente por que su capitán se encontraba observándoles, y la mueca que dibujaba su rostro no era muy común en él. -Aka no parece muy contento...- Pensó, intentando responder por este a las cuestiones que le había planteado el peliverde, aunque si lograr hablar por lo atontada que el beso la había dejado.
Mientras, la pequeña, se había alejado de donde estaban, en dirección al dragoncillo, cuya aura producía un mayor calor que antes. Quizá eso fue lo que la llevo a dirigirse a él, después de todo hacía frío.
Ella se encontraba con la pequeña al lado, a la cual había dejado bien abrigada, ocultándose tras ella, casi abrazada a sus piernas, mientras miraba, asomando curiosa la cabeza, a su padre y al pelirrojo. Sin esperarse que este fuera a dirigirse hacía Murasaki para besar de aquella forma sus labios, dejando su mente en blanco durante unos momentos y subiendo su temperatura corporal, cambiando el color de sus mejillas, más a causa de su abrazo.
Ese sonrojo fue a más al separarse, seguramente por que su capitán se encontraba observándoles, y la mueca que dibujaba su rostro no era muy común en él. -Aka no parece muy contento...- Pensó, intentando responder por este a las cuestiones que le había planteado el peliverde, aunque si lograr hablar por lo atontada que el beso la había dejado.
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Observó con rabia al peliverde, apretando los puños mientras trataba de contenerse para no lanzarse sobre él y partirle por la mitad. Escuchaba sus palabras mientras sus ojos se mantenían posados sobre los de él, casi como si de estos manasen llamas de forma fugaz al tiempo que apretaba los dientes. ¿Por qué tenía que ser conocido precisamente de ella, de un miembro de su tripulación? Aquello no era mala suerte, alcanzaba un nivel muy superior. Realmente el destino tenía formas muy macabras de cruzar los caminos de la gente. Era capaz de percibir su sorna, su burla con su simple expresión y aquella maldita forma en la que le estaba mirando tras pronunciar cada sílaba de su discurso. "Jovial y jocosa", más lo habría sido de no haberse encontrado la pelirroja allí. La nieve bajo sus pies se derretía, como si una llama se situase sobre esta, y en parte así era.
- Sí, digamos que nos conocimos algunos meses atrás -respondió con total calma, pues no pensaba darle el placer de otorgarle la victoria en aquella batalla psicológica. No, no perdería otra vez. Sin embargo, algo surgió en su interior tras escuchar aquella palabra. "Pareja". No podía estar hablando en serio. No quería creer sus palabras. Tenía a la chica en muy alta estima, no encajaba en su razonamiento que alguien como ella pudiera estar con alguien... Con alguien como él. Había podido presenciar con claridad lo que se escondía en el interior del peliverde. Su oscuridad y maldad, rabia, ira... ¿Qué había visto en él?
Todas aquellas sensaciones se vieron intensificadas en cuanto el enano se acercó a ella, sujetando el rostro de la chica y besándola delante de sus narices. "Entonces es verdad." Sintió cómo el fuego comenzaba a recorrer su garganta, preparándose para salir de entre sus dientes en cuando se separase de ella, mas algo hubo que frenó la ira del joven dragón. No se había percatado hasta ese momento, pero pudo sentir entonces una "voz" algo más débil que la de los demás. Bajó la mirada entonces, y fue ahí cuando pudo ver a una niña, que no debía de tener más de 1 o 2 años, acercándose a él. Ladeó la cabeza, sin comprender bien de quién podría ser. No podía ser de la pelirroja, pues no había pasado apenas un día desde que se separaron... ¿Sería familia del insecto? Si era así entonces sabía cómo actuar. Comenzaba su contraataque. No era muy dado a los niños, de hecho los detestaba. No hacían más que meterse en problemas, incordiar y dar dolores de cabeza, por no hablar de los gritos que alteraban las horas de sueño. Sin embargo, en esta ocasión le vino como anillo al dedo.
El pelirrojo se inclinó, colocándose en cuclillas para posicionarse a la altura de la pequeña. Permaneció así unos segundos, mirándola fijamente mientras ella parecía observar con curiosidad los anaranjados orbes del chico. No era de extrañar, pues probablemente fuese la primera vez que presenciase algo así. Llevó la mano lentamente hacia ella y, con cuidado, posó su mano sobre la cabeza de la peliazul, revolviendo su pelo. Cualquiera que hubiera visto aquella escena habría tachado esta de entrañable y familiar, nada más lejos de la realidad. Fue entonces cuando miró con una falsa sonrisa de amabilidad a ambos, como si preguntase a la chica quién era la niña, y tras escuchar las palabras del peliverde se irguió, tomándola en brazos y rodeándola entre estos para transmitirle su calor y que no pasase frío (y ya de paso, fastidiar al otro).
- Akagami, no sabía que tenías tan mala memoria -respondió con tranquilidad, disfrutando del momento que se acercaba. Les devolvió la mirada y fue entonces cuando una amplia sonrisa se dibujó en su rostro, mostrando sus blancos dientes mientras sus ojos se posaban en los del chico- Nos conocemos desde hace un tiempo y llevamos viajando juntos desde entonces. Ya sabes, cosas de ser su... -hizo una pequeña pausa para saborear al máximo aquél momento- Capitán.
Y en ese preciso momento le dedicó al peliverde una expresión muy similar a la que había puesto él momentos antes. "¿Putada? Más bien lo es para ti, ¿no?" habría sido su respuesta si las miradas transmitiesen palabras.
- Sí, digamos que nos conocimos algunos meses atrás -respondió con total calma, pues no pensaba darle el placer de otorgarle la victoria en aquella batalla psicológica. No, no perdería otra vez. Sin embargo, algo surgió en su interior tras escuchar aquella palabra. "Pareja". No podía estar hablando en serio. No quería creer sus palabras. Tenía a la chica en muy alta estima, no encajaba en su razonamiento que alguien como ella pudiera estar con alguien... Con alguien como él. Había podido presenciar con claridad lo que se escondía en el interior del peliverde. Su oscuridad y maldad, rabia, ira... ¿Qué había visto en él?
Todas aquellas sensaciones se vieron intensificadas en cuanto el enano se acercó a ella, sujetando el rostro de la chica y besándola delante de sus narices. "Entonces es verdad." Sintió cómo el fuego comenzaba a recorrer su garganta, preparándose para salir de entre sus dientes en cuando se separase de ella, mas algo hubo que frenó la ira del joven dragón. No se había percatado hasta ese momento, pero pudo sentir entonces una "voz" algo más débil que la de los demás. Bajó la mirada entonces, y fue ahí cuando pudo ver a una niña, que no debía de tener más de 1 o 2 años, acercándose a él. Ladeó la cabeza, sin comprender bien de quién podría ser. No podía ser de la pelirroja, pues no había pasado apenas un día desde que se separaron... ¿Sería familia del insecto? Si era así entonces sabía cómo actuar. Comenzaba su contraataque. No era muy dado a los niños, de hecho los detestaba. No hacían más que meterse en problemas, incordiar y dar dolores de cabeza, por no hablar de los gritos que alteraban las horas de sueño. Sin embargo, en esta ocasión le vino como anillo al dedo.
El pelirrojo se inclinó, colocándose en cuclillas para posicionarse a la altura de la pequeña. Permaneció así unos segundos, mirándola fijamente mientras ella parecía observar con curiosidad los anaranjados orbes del chico. No era de extrañar, pues probablemente fuese la primera vez que presenciase algo así. Llevó la mano lentamente hacia ella y, con cuidado, posó su mano sobre la cabeza de la peliazul, revolviendo su pelo. Cualquiera que hubiera visto aquella escena habría tachado esta de entrañable y familiar, nada más lejos de la realidad. Fue entonces cuando miró con una falsa sonrisa de amabilidad a ambos, como si preguntase a la chica quién era la niña, y tras escuchar las palabras del peliverde se irguió, tomándola en brazos y rodeándola entre estos para transmitirle su calor y que no pasase frío (y ya de paso, fastidiar al otro).
- Akagami, no sabía que tenías tan mala memoria -respondió con tranquilidad, disfrutando del momento que se acercaba. Les devolvió la mirada y fue entonces cuando una amplia sonrisa se dibujó en su rostro, mostrando sus blancos dientes mientras sus ojos se posaban en los del chico- Nos conocemos desde hace un tiempo y llevamos viajando juntos desde entonces. Ya sabes, cosas de ser su... -hizo una pequeña pausa para saborear al máximo aquél momento- Capitán.
Y en ese preciso momento le dedicó al peliverde una expresión muy similar a la que había puesto él momentos antes. "¿Putada? Más bien lo es para ti, ¿no?" habría sido su respuesta si las miradas transmitiesen palabras.
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No sabía si realmente había tenido efecto o simplemente había ignorado todo lo que había dicho, pero una cosa estaba clara y es que permanecía impasible a lo que le dijera, mas aún así no podía borrar aquella sonrisa socarrona de mi rostro, era demasiado divertido molestar a la gente, sobre todo si esta había caído en un combate singular contra ti meses antes. Aunque hacía frio, el haberme juntado a la pelirroja había hecho que la sensación de este mermara, pero ahora que lo pensaba… ¿Dónde estaba la cría? Hacía unos momentos la tenía Mura en los brazos, pero ahora había desaparecido. Giré la cabeza velozmente, buscándola con intención de salir corriendo a por ella, pues la experiencia me había dicho que era un tanto aventurera, hasta el punto de meterse en situaciones demasiado peligrosas solo por querer investigar un poco.
Cuando la localicé apreté los dientes un poco, intentando no cambiar la expresión que tenía en momentos antes, pues la estaba cogiendo en brazos, aquella mierda estaba cogiendo a mi hija, en aquellos instantes mis ganas de arrancarle la cabeza y clavarla en una pica eran enormes, pero quizás no fuera lo más político, ni lo más divertido, así que intenté no mostrar esa rabia que me estaba surgiendo de lo más profundo.
Le mire a los ojos cuando empezó a hablar, una sonrisa se dibujaba en su rostro cuando decía que era el capitán de la pelirroja, y extrañamente creo que disfrutaba de ese momento, pero no tenía porque deberle obediencia o sumisión de alguna clase, así que el tiro le había salido por la culata, como se suele decir. Al acabar este de decir nada, lleve la mano a mi corbata oscura, empezando un movimiento para posicionarla mejor para que molestara lo menos posible, moviéndola levemente y con parsimonia, pensando en que responderle.
-Oh, lo siento, no recuerdo los nombres de todas las personas a las que dejo moribundas tras un combate, es un pequeño defecto que tengo, y dado que me está causando problemas debería solucionarlo… Así que, Kakagami, dices que eres el capitán de Mura ¿no? Interesante, muy interesante, no pensaba que tu capitán fuera alguien así para nada.- decía acabando el movimiento de la corbata y dirigiéndome a ella esta vez, esperando no molestarla con mis comentarios, aunque no podía evitarlo, aquella persona me enervaba hasta límites inimaginables ¿Quién se creía yendo por ahí e insultando a la gente a la menor oportunidad que tenía? Absurdo -Oye, tú, Makagami, creo que lo pasaremos muuuuuuy bien a partir de ahora, ¿no piensas lo mismo?- le pregunté, volviendo a escrutar de nuevo su cara esperando un cambio de expresión, por muy breve o leve que fuera.
Cuando la localicé apreté los dientes un poco, intentando no cambiar la expresión que tenía en momentos antes, pues la estaba cogiendo en brazos, aquella mierda estaba cogiendo a mi hija, en aquellos instantes mis ganas de arrancarle la cabeza y clavarla en una pica eran enormes, pero quizás no fuera lo más político, ni lo más divertido, así que intenté no mostrar esa rabia que me estaba surgiendo de lo más profundo.
Le mire a los ojos cuando empezó a hablar, una sonrisa se dibujaba en su rostro cuando decía que era el capitán de la pelirroja, y extrañamente creo que disfrutaba de ese momento, pero no tenía porque deberle obediencia o sumisión de alguna clase, así que el tiro le había salido por la culata, como se suele decir. Al acabar este de decir nada, lleve la mano a mi corbata oscura, empezando un movimiento para posicionarla mejor para que molestara lo menos posible, moviéndola levemente y con parsimonia, pensando en que responderle.
-Oh, lo siento, no recuerdo los nombres de todas las personas a las que dejo moribundas tras un combate, es un pequeño defecto que tengo, y dado que me está causando problemas debería solucionarlo… Así que, Kakagami, dices que eres el capitán de Mura ¿no? Interesante, muy interesante, no pensaba que tu capitán fuera alguien así para nada.- decía acabando el movimiento de la corbata y dirigiéndome a ella esta vez, esperando no molestarla con mis comentarios, aunque no podía evitarlo, aquella persona me enervaba hasta límites inimaginables ¿Quién se creía yendo por ahí e insultando a la gente a la menor oportunidad que tenía? Absurdo -Oye, tú, Makagami, creo que lo pasaremos muuuuuuy bien a partir de ahora, ¿no piensas lo mismo?- le pregunté, volviendo a escrutar de nuevo su cara esperando un cambio de expresión, por muy breve o leve que fuera.
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El cambio drástico de su capitán con los niños, al haber cogido a la pequeña en brazos en vez de alejarla, cosa que había dejado bastante confundida a la pelirroja, acaba de cobrar sentido, sacándola de su asombro las palabras del peliverde. Era obvio que no era hija de ella, sin embargo, estaba con Ryuta, lo cual suponía que podría usarla para molestarle. Sin embargo, Mura no pudo caer en lo evidente hasta oír la mala forma que tenía Ryuta de dirigirse a su capitán, algo que la irrito bastante ya que, si bien aveces se picaba con él, lo consideraba un buen amigo o, mejor dicho, lo veía como a un hermano mayor.
Tras los comentarios dedicados a Murasaki para insultar a Akagami, se volvió a este para decirle, con ironía, lo bien que se lo iban a pasar. Eso ya había colmado la paciencia de la chica, que, como era de esperar, no se iba a quedar de brazos cruzados en esa bronca de críos.
Tomo al peliverde del brazo y tiro suavemente hasta donde estaba Aka, colocándose ella frente a ambos, sonriendo como si no pasase nada, para luego, intentar golpear a ambos en la cabeza, transformándose rápidamente, para que sus duras cabezas chocarán. Sabía que Su capitán podría haber intuido algo, pero con la niña en brazos no le daría tiempo a reaccionar.
Tras ese pequeño prologo, comenzó un largo sermón, en especial a su pareja, el cual podía haber sido mucho más sutil, y que, tras un largo discurso concluyo así: -Yo decido con quien quiero estar, pero no abandonare a mi capitán y familia, ni perdonare que nadie insulte a ninguno de sus miembros.- Dijo con una mirada amenazante a ambos. -Que una niña tenga más modales que dos adultos....- Comentó mirando a la peliazul con una tierna sonrisa. -Y si venís en el barco, deberás haer caso a mí capitán, y el tampoco deberá decirte nada.- Finalizó.
Tras los comentarios dedicados a Murasaki para insultar a Akagami, se volvió a este para decirle, con ironía, lo bien que se lo iban a pasar. Eso ya había colmado la paciencia de la chica, que, como era de esperar, no se iba a quedar de brazos cruzados en esa bronca de críos.
Tomo al peliverde del brazo y tiro suavemente hasta donde estaba Aka, colocándose ella frente a ambos, sonriendo como si no pasase nada, para luego, intentar golpear a ambos en la cabeza, transformándose rápidamente, para que sus duras cabezas chocarán. Sabía que Su capitán podría haber intuido algo, pero con la niña en brazos no le daría tiempo a reaccionar.
Tras ese pequeño prologo, comenzó un largo sermón, en especial a su pareja, el cual podía haber sido mucho más sutil, y que, tras un largo discurso concluyo así: -Yo decido con quien quiero estar, pero no abandonare a mi capitán y familia, ni perdonare que nadie insulte a ninguno de sus miembros.- Dijo con una mirada amenazante a ambos. -Que una niña tenga más modales que dos adultos....- Comentó mirando a la peliazul con una tierna sonrisa. -Y si venís en el barco, deberás haer caso a mí capitán, y el tampoco deberá decirte nada.- Finalizó.
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Escuchó su discurso con un gesto de indiferencia absoluta en el rostro. Realmente sus palabras le molestaban profundamente, pero no pensaba darle el gusto de mostrárselo abiertamente. Mantuvo la calma como pudo, reprimiendo los deseos de partir al peliverde por la mitad que habían empezado a nacer en él. ¿Realmente sabía lo que estaba diciendo? De no ser por la chica ya le habría convertido en una diminuta papilla de huesos trajeada. El muy estúpido estaba cabreando a la persona equivocada. Mientras este no dejaba de hablar, mofándose de él descaradamente, la pequeña se movió entre sus brazos, cerrando los ojos y acurrucándose. Parecía estar realmente a gusto y, aunque el pelirrojo detestaba aquella situación no hizo movimiento alguno. Volvió su mirada al charlatán, dispuesto a responderle cuando vio a Mura sujetarle del brazo y dirigirse hacia él. Su haki le alertó del inminente golpe pero la única manera de evitarlo a esas alturas sería soltar a la niña, la cual se daría un buen golpe contra el suelo.
- Ni se te ocu...
Pero no pudo terminar la frase, pues para cuando quiso hacerlo las cabezas de ambos habían vuelto a chocar como la vez anterior, no tan fuerte, aunque igualmente pudo sentir algo de dolor. Mantuvo si mirada fija en la del gnomo de jardín mientras escuchaba las palabras de Mura, frunciendo el ceño y apretando los dientes. Si las miradas transmitiesen palabras probablemente las del pelirrojo habrían sido algo como... "No siempre va a estar cerca, así que ándate con cuidado." Resopló e hizo fuerza para separarse, desviando la mirada hacia otro lado.
- Mientras no traiga problemas, haced lo que queráis. Pero en el caso contrario... -la miró, de forma bastante autoritaria, cosas que pocas veces se podía ver en él- No esperes que tolere su estancia en nuestro barco.
Tras esto suspiró pesadamente y estiró los brazos hacia el peliverde, sosteniendo a la pequeña y tendiéndosela, mirándole con total indiferencia.
- Toma a tu cría.
- Ni se te ocu...
Pero no pudo terminar la frase, pues para cuando quiso hacerlo las cabezas de ambos habían vuelto a chocar como la vez anterior, no tan fuerte, aunque igualmente pudo sentir algo de dolor. Mantuvo si mirada fija en la del gnomo de jardín mientras escuchaba las palabras de Mura, frunciendo el ceño y apretando los dientes. Si las miradas transmitiesen palabras probablemente las del pelirrojo habrían sido algo como... "No siempre va a estar cerca, así que ándate con cuidado." Resopló e hizo fuerza para separarse, desviando la mirada hacia otro lado.
- Mientras no traiga problemas, haced lo que queráis. Pero en el caso contrario... -la miró, de forma bastante autoritaria, cosas que pocas veces se podía ver en él- No esperes que tolere su estancia en nuestro barco.
Tras esto suspiró pesadamente y estiró los brazos hacia el peliverde, sosteniendo a la pequeña y tendiéndosela, mirándole con total indiferencia.
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Como era de esperar, la gota que colmo el vaso no tardo en aparecer, haciendo que la pelirroja perdiera la ultima pizca de su paciencia, tirando de mi brazo para hacer algo nada agradable, golpearme de nuevo con la cabeza de aquel engendro, que todavía tenía a mi hija en sus manos. Tras eso, una larga bronca, la mayor parte dirigida a mí, que oía con la cabeza gacha, esperando que acabara, en parte sabía que tenía razón pero no podía evitar que ese personaje me hiciera sentir repulsión, al fin y al cabo me había insultado sin ningún motivo aparente.
-Oye, no te he dicho que abandones tus ideales, simplemente este no me cae bien por cosas que no tienen relación directa a ti, fue algo que paso hace tiempo y que aun tengo clavado.-paro un momento, para respirar y acercarse a la pelirroja, intentando agarrarle las manos al acercarse- Pero, supongo que tendré que tragarme mi orgullo si es alguien tan importante para ti, pero no puedo dejar de tenerle manía por lo que sucedió.
Miro al pelirrojo, con un deje de desdén aún en su mirada, pero intentando evitar este, le gustaba Mura y no podía pensar en hacerle daño. Cogí a la pequeña, que se revolvió un poco, quizás para no salir de la zona que desprendía calor el chico, su mirada no era la más agradable tampoco, quizás porque el pasado no había sido agradable entre él y yo, pero yo podía ignorarle un poco, al menos hasta que lo necesitaran de verdad. Me la llevé a la zona del torso, esperando que estuviera mas cómoda ahí, obviamente no era un lagarto escupe fuego y él seguramente tuviera una temperatura más elevada, pero tampoco era un carámbano hecho en las cuevas de aquel lugar.
Tras un rato en absoluto silencio, bastante incomodo por cierto y mirando al suelo sin saber de qué hablar, elevé la mirada, sin meditar bien si sería un buen tema a tratar.
-Bueno, sois piratas ¿no? Qué tal si me enseñáis donde… ¿viviremos? –pregunté mirando inocentemente a Mura, esperando que no fuera un tema muy peliagudo todavía, lo menos que quería hacer ahora era causarle problemas con su capitán, el lagarto marino.
-Oye, no te he dicho que abandones tus ideales, simplemente este no me cae bien por cosas que no tienen relación directa a ti, fue algo que paso hace tiempo y que aun tengo clavado.-paro un momento, para respirar y acercarse a la pelirroja, intentando agarrarle las manos al acercarse- Pero, supongo que tendré que tragarme mi orgullo si es alguien tan importante para ti, pero no puedo dejar de tenerle manía por lo que sucedió.
Miro al pelirrojo, con un deje de desdén aún en su mirada, pero intentando evitar este, le gustaba Mura y no podía pensar en hacerle daño. Cogí a la pequeña, que se revolvió un poco, quizás para no salir de la zona que desprendía calor el chico, su mirada no era la más agradable tampoco, quizás porque el pasado no había sido agradable entre él y yo, pero yo podía ignorarle un poco, al menos hasta que lo necesitaran de verdad. Me la llevé a la zona del torso, esperando que estuviera mas cómoda ahí, obviamente no era un lagarto escupe fuego y él seguramente tuviera una temperatura más elevada, pero tampoco era un carámbano hecho en las cuevas de aquel lugar.
Tras un rato en absoluto silencio, bastante incomodo por cierto y mirando al suelo sin saber de qué hablar, elevé la mirada, sin meditar bien si sería un buen tema a tratar.
-Bueno, sois piratas ¿no? Qué tal si me enseñáis donde… ¿viviremos? –pregunté mirando inocentemente a Mura, esperando que no fuera un tema muy peliagudo todavía, lo menos que quería hacer ahora era causarle problemas con su capitán, el lagarto marino.
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Akagami le había dejado clara su posición, sorprendiendo gratamente a la chica. Sabía que un fallo del peliverde supondría no volver a verle en mucho tiempo, ya que no le dejarían viajar en el barco con ellos, pero confiaba en que este se comportaría.
Tras aquello y una frase de Ryu a la chica de cabellos anaranjados, con los que parecía decirle que no estaba del todo de acuerdo con lo dicho por ella, ambos se tomaron de la mano mientras seguían a Aka. A Mura le daba bastante vergüenza esa situación, quizá por la presencia del que bien podría ser su hermano mayor más que su capitán, no solo por el trato que se tenían, sino por el parecido del color de sus cabellos y otras características que compartían. A parte de esto, todavía estaba algo molesto por lo dicho antes.
A la pregunta de Donde vivirían le pareció que la respuesta era demasiado obvia, o quizá ella era demasiado ingenua a la hora de hablar sobre esas cosas. -En nuestro barco. Está claro.-
Tras aquello y una frase de Ryu a la chica de cabellos anaranjados, con los que parecía decirle que no estaba del todo de acuerdo con lo dicho por ella, ambos se tomaron de la mano mientras seguían a Aka. A Mura le daba bastante vergüenza esa situación, quizá por la presencia del que bien podría ser su hermano mayor más que su capitán, no solo por el trato que se tenían, sino por el parecido del color de sus cabellos y otras características que compartían. A parte de esto, todavía estaba algo molesto por lo dicho antes.
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Miró al peliverde de la misma manera en la que lo hizo él. No se tragaban, pero no parecía haber más remedio. No le gustaba la idea de causarle dolor a su compañera, así que cedería un poco y permitiría su presencia... Por ahora. Dio media vuelta, dando por hecho que no había mucho más que decir y comenzó a caminar mientras esperaba que ambos le siguiesen. Ahora solo había una cosa en la que tendría que pensar, y sería la justificación para que el gnomo permaneciese en su barco. No esperaba que aquello estuviese bien visto por ninguno de sus tripulantes, sobre todo teniendo en cuenta que Ryuta no pasaría a formar parte de la tripulación a efectos prácticos, probablemente la única cosa en la que ambos podrían estar de acuerdo. El pelirrojo no le quería dentro, y estaba más que claro que el otro no pretendía estarlo. De repente se detuvo, girándose hacia ellos con una mirada fría.
- Antes de nada debo dejaros clara una cosa, a ambos -su mirada se fijó unos segundos en la chica antes de clavarse en la del peliverde- Ya somos muchos en el barco, sin contar con que ahora habrá dos bocas más que alimentar -señaló tanto al chico como a la niña- Así que seré tajante en esto. Tenemos nuestros propios objetivos y no pienso tolerar que nadie nos retrase o sea una carga. Si vienes, tendrás que sernos útil y contribuir como mejor puedas -dicho esto volvió a seguir su camino y se encogió de hombros, alzando levemente las manos- O si no, siempre podéis manteneros en contacto por correo. Vosotros decidís.
No esperaba réplica alguna, y si la había no le prestaría atención. Le tenía mucho cariño a la chica pero debía dejarles claro a ambos su autoridad en el barco. No permitiría que se le subiesen encima, por mucho que fuese bastante tolerante y no acostumbrase a imponer su voluntad. Él era el capitán y ambos deberían acatar aquello.
- Antes de nada debo dejaros clara una cosa, a ambos -su mirada se fijó unos segundos en la chica antes de clavarse en la del peliverde- Ya somos muchos en el barco, sin contar con que ahora habrá dos bocas más que alimentar -señaló tanto al chico como a la niña- Así que seré tajante en esto. Tenemos nuestros propios objetivos y no pienso tolerar que nadie nos retrase o sea una carga. Si vienes, tendrás que sernos útil y contribuir como mejor puedas -dicho esto volvió a seguir su camino y se encogió de hombros, alzando levemente las manos- O si no, siempre podéis manteneros en contacto por correo. Vosotros decidís.
No esperaba réplica alguna, y si la había no le prestaría atención. Le tenía mucho cariño a la chica pero debía dejarles claro a ambos su autoridad en el barco. No permitiría que se le subiesen encima, por mucho que fuese bastante tolerante y no acostumbrase a imponer su voluntad. Él era el capitán y ambos deberían acatar aquello.
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Una de mis manos se había topado con la de la chica, juntándolas para continuar el trayecto así, aunque obviamente eso me dificulto un poco el cargar de la niña, que parecía no querer parar de moverse, era un autentico tornado imparable cuando estaba despierta. Su respuesta a mi pregunta fue el barco… Bueno, era mejor que ir vagando de isla en isla porque no tenías casa, aunque ese era uno de los múltiples factores que desde que empecé mi viaje hasta ahora me había mantenido como un completo nómada.
-Supongo que será un buen lugar donde vivir…-acerqué mi cara a la suya, para susurrarle unas palabras al oído, que solo ella oiría-.
Un escaso segundo que duro poco más que una eternidad, al menos hasta separarme, aún no lograba entender cómo es que podía sentirse tan bien el estar cerca de ella, una aceleración en mis latidos se producía cada vez que veía su sonrisa, despertaba sentimientos extraños para mi y su simple existencia se me antojaba disfrutable, pues estaba ahí ¿Qué más necesitaba ahora mismo? El peso de la niña me recordó que ella también lograba eso, aunque quizás de otra manera. No era una pasión, era algo más parecido a la protección junto a un leve sentimiento de culpa, un recuerdo un poco amargo y algo borroso, pero que no desaparecería nunca.
Tras eso, se giro el llamado Akagami, empezando a hablar de que tendría como obligación ayudar a la banda, no tenía ninguna intención de ponerme a discutir con esto, porque aunque no me gustaba ayudar a ese personaje, sabía que tenía que hacerlo si quería quedarme junto a ella, además de que no conocía para nada a sus compañeros, podrían no ser tan… como él. Quería suspirar ante la tontería que parecía tener, pero había prometido intentar evitar meterme con el escamado, así que simplemente le miré alzando una ceja.
-¿Qué clase de persona sería si no ayudara a la familia de mi pareja? No es algo que me tenga que decir, tenía pensado hacerlo antes de saber que tu serías su capitán, que haya tenido roces contigo en el pasado no significa que no quiera ayudarla y haría lo que fuera para no le pasara nada-había hecho un pequeño monólogo, y aunque no tenía malas intenciones tenía que dejar esto claro, aunque me ignorase-.
Había apretado un poco la mano de la pelirroja que me acompañaba, no demasiado fuerte, pues no quería lastimarla.
-Pero bueno, creo que tenemos asuntos más importantes que tratar, como por ejemplo llegar hasta el barco ¿no crees? ¿Está muy lejos?-pregunté al lagarto pelirrojo, esperando su respuesta, mientras lo seguía en su trayecto-.
-Supongo que será un buen lugar donde vivir…-acerqué mi cara a la suya, para susurrarle unas palabras al oído, que solo ella oiría-.
Un escaso segundo que duro poco más que una eternidad, al menos hasta separarme, aún no lograba entender cómo es que podía sentirse tan bien el estar cerca de ella, una aceleración en mis latidos se producía cada vez que veía su sonrisa, despertaba sentimientos extraños para mi y su simple existencia se me antojaba disfrutable, pues estaba ahí ¿Qué más necesitaba ahora mismo? El peso de la niña me recordó que ella también lograba eso, aunque quizás de otra manera. No era una pasión, era algo más parecido a la protección junto a un leve sentimiento de culpa, un recuerdo un poco amargo y algo borroso, pero que no desaparecería nunca.
Tras eso, se giro el llamado Akagami, empezando a hablar de que tendría como obligación ayudar a la banda, no tenía ninguna intención de ponerme a discutir con esto, porque aunque no me gustaba ayudar a ese personaje, sabía que tenía que hacerlo si quería quedarme junto a ella, además de que no conocía para nada a sus compañeros, podrían no ser tan… como él. Quería suspirar ante la tontería que parecía tener, pero había prometido intentar evitar meterme con el escamado, así que simplemente le miré alzando una ceja.
-¿Qué clase de persona sería si no ayudara a la familia de mi pareja? No es algo que me tenga que decir, tenía pensado hacerlo antes de saber que tu serías su capitán, que haya tenido roces contigo en el pasado no significa que no quiera ayudarla y haría lo que fuera para no le pasara nada-había hecho un pequeño monólogo, y aunque no tenía malas intenciones tenía que dejar esto claro, aunque me ignorase-.
Había apretado un poco la mano de la pelirroja que me acompañaba, no demasiado fuerte, pues no quería lastimarla.
-Pero bueno, creo que tenemos asuntos más importantes que tratar, como por ejemplo llegar hasta el barco ¿no crees? ¿Está muy lejos?-pregunté al lagarto pelirrojo, esperando su respuesta, mientras lo seguía en su trayecto-.
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Se sonrojó tanto por el comentario dicho solo como por escuchar la palabra "pareja" salir de los labios del peliverde. Le era agradable esa situación, estar junto a él, notar como el corazón se le aceleraba y el calor en su pecho. Pero no estaba acostumbrada a ello, cosa que la incomodaba un poco o al menos la incomodaría al principio. Además, a pesar de esa nueva felicidad, igual a la que sintió cuando obtuvo una familia al entrar a los Red Demon´s Pirates, no podía olvidarse del deseo de venganza y el camino que había decidido seguir, cosa que dificultaría el estar juntos.
Todos esos pensamientos de preocupación y quizá culpa por haber metido en esos problemas a Ryuta y a una niña de poco más de un año se enredaban en su cabeza mientras caminaban, no muy atenta a la conversación que había intentado el chico empezar con su capitán para saber a cuanta distancia nos encontrábamos del barco.
"Primero deberíamos preocuparnos de a cuanto estamos de la ciudad..." Pensé alzando la vista al cielo el cual se había tornado de un gris oscuro, del mismo color que las cenizas, y no auguraba nada bueno. En una isla de hielo esas nubes solo podían desencadenar una tormenta de nieve y, si las cosas empeoraban, esta se vería acompañada de una ventisca.
Todos esos pensamientos de preocupación y quizá culpa por haber metido en esos problemas a Ryuta y a una niña de poco más de un año se enredaban en su cabeza mientras caminaban, no muy atenta a la conversación que había intentado el chico empezar con su capitán para saber a cuanta distancia nos encontrábamos del barco.
"Primero deberíamos preocuparnos de a cuanto estamos de la ciudad..." Pensé alzando la vista al cielo el cual se había tornado de un gris oscuro, del mismo color que las cenizas, y no auguraba nada bueno. En una isla de hielo esas nubes solo podían desencadenar una tormenta de nieve y, si las cosas empeoraban, esta se vería acompañada de una ventisca.
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- Bien -respondió en un tono calmado, asintiendo con aprobación ante las palabras del peliverde antes de proseguir con su camino.
No esperaba llevarse bien con él, ni siquiera tenía aquella intención, pero le aliviaba saber que no tendría que lidiar con este cada vez que diera una orden. La pregunta ahora era... ¿Qué deberían hacer primero? Aún quedaba tiempo antes de que los miembros de la tripulación tuvieran que reunirse, y aparte de ir preparando la explicación que les iba a dar tendría que mostrarle a los nuevos tripulantes su nuevo hogar. Suspiró pesadamente ante aquella idea y miró de reojo al chico cuando este le habló.
- No está demasiado lejos. Si vamos con tranquilidad no nos llevará más de veinte o veinticinco minutos.
Se pasó la mano por el cuello, ladeando la cabeza ligeramente mientras cerraba por un momento los ojos, aliviando la tensión que se había formado hacía escasos minutos por el inesperado reencuentro. La verdad era que no tenía mucho más que decir al respecto, y prefirió no añadir nada mientras permanecía varios metros por delante de ellos. No le apetecía ver a esos dos dándose carantoñas mutuamente. De hecho, lo más probable es que si una vez a bordo se topaba con ellos en ese plan les cortase sin reparo alguno. Miró al cielo, prediciendo el comienzo de una pequeña tormenta que, pese a no ser demasiado grande, probablemente les impediría el avance. Se detuvo y se giró hacia ambos.
- Parece que va a empezar una tormenta, así que hay dos opciones: o bien buscamos refugio en el pueblo más cercano hasta que pase, o nos dirigimos directamente al barco. Yo elegiría la opción del pueblo, así podría buscar a los demás para reagruparlos antes de volver, pero vosotros decidís. No tengo especial interés en ninguno de los dos destinos.
Tras esto sacó de los bolsillos su cajetilla y extrajo de esta un cigarro nuevo, el cual encendió con una pequeña llama que surgió de entre sus labios, colocándolo seguidamente sobre estos mientras parecía no prestarles demasiada atención a ninguno de los dos pese a que en realidad estuviera esperando su decisión. "Espero que el día de los demás esté siendo más entretenido."
No esperaba llevarse bien con él, ni siquiera tenía aquella intención, pero le aliviaba saber que no tendría que lidiar con este cada vez que diera una orden. La pregunta ahora era... ¿Qué deberían hacer primero? Aún quedaba tiempo antes de que los miembros de la tripulación tuvieran que reunirse, y aparte de ir preparando la explicación que les iba a dar tendría que mostrarle a los nuevos tripulantes su nuevo hogar. Suspiró pesadamente ante aquella idea y miró de reojo al chico cuando este le habló.
- No está demasiado lejos. Si vamos con tranquilidad no nos llevará más de veinte o veinticinco minutos.
Se pasó la mano por el cuello, ladeando la cabeza ligeramente mientras cerraba por un momento los ojos, aliviando la tensión que se había formado hacía escasos minutos por el inesperado reencuentro. La verdad era que no tenía mucho más que decir al respecto, y prefirió no añadir nada mientras permanecía varios metros por delante de ellos. No le apetecía ver a esos dos dándose carantoñas mutuamente. De hecho, lo más probable es que si una vez a bordo se topaba con ellos en ese plan les cortase sin reparo alguno. Miró al cielo, prediciendo el comienzo de una pequeña tormenta que, pese a no ser demasiado grande, probablemente les impediría el avance. Se detuvo y se giró hacia ambos.
- Parece que va a empezar una tormenta, así que hay dos opciones: o bien buscamos refugio en el pueblo más cercano hasta que pase, o nos dirigimos directamente al barco. Yo elegiría la opción del pueblo, así podría buscar a los demás para reagruparlos antes de volver, pero vosotros decidís. No tengo especial interés en ninguno de los dos destinos.
Tras esto sacó de los bolsillos su cajetilla y extrajo de esta un cigarro nuevo, el cual encendió con una pequeña llama que surgió de entre sus labios, colocándolo seguidamente sobre estos mientras parecía no prestarles demasiada atención a ninguno de los dos pese a que en realidad estuviera esperando su decisión. "Espero que el día de los demás esté siendo más entretenido."
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No tardaríamos mucho en llegar al barco, pensé mientras decía cuanto podríamos tardar, divagué un poco entre mis pensamientos, algunos absurdos, otros un poco más lógicos, pero poco, en cada uno de ellos había algún animal extraño, una bestia mitológica o una aberración de la naturaleza, como los llamados ornitorrincos, que había ojeado en una enorme enciclopedia sobre fauna ¿qué demonios era eso?
Me fijé en el cielo, que tomaba aspecto grisáceo, con algunas nubes que amenazaban con una pequeña tormenta, podría ser que la nieve adornase el cielo como mi encuentro con Mura, unos copos de nieve suspendidos en el infinito mas finito que fue aquel pequeño instante. El imaginarme la escena me hizo sonreír levemente, una sonrisa que se esfumó al ver al chico girarse. Podía ver el vaho al respirar, una nube en miniatura que desaparecía demasiado rápido, casi igual de rápido que la vida humana, un trayecto efímero. Pero no debería pensar tanto en las cosas, la filosofía sería más conveniente cuando no me estuviera congelando los dedos por tener que cargar con la niña.
Podríamos seguir caminando y llegar pronto al barco o movernos hasta un refugio, un remanso de paz en la que no verle la cara al lagartito, aunque era más importante que la cría no se enfermara por el frío, aunque no le había preguntado, supuse que lo entendería, pero aún así le dirigí una mirada a Mura, antes de hablar.
-Por mi parte es mejor idea el ir hasta el pueblo, está empezando a hacer frío-dije, haciendo un gesto rápido con la cabeza para señalar a la pequeña que estaba llevando, ahora dormida plácidamente-.Además tengo algún asunto que tratar antes de irnos-fue mi última palabra, ahora solo tendría que hablar ella, así que me espacié durante unos instantes, esperando su respuesta, volviendo a los ornitorrincos y su extraña complexión, “A veces la naturaleza es demasiado sabia y otras un crío de cinco años” me dije a mi mismo pensando en el animal hecho “a piezas”.
Me fijé en el cielo, que tomaba aspecto grisáceo, con algunas nubes que amenazaban con una pequeña tormenta, podría ser que la nieve adornase el cielo como mi encuentro con Mura, unos copos de nieve suspendidos en el infinito mas finito que fue aquel pequeño instante. El imaginarme la escena me hizo sonreír levemente, una sonrisa que se esfumó al ver al chico girarse. Podía ver el vaho al respirar, una nube en miniatura que desaparecía demasiado rápido, casi igual de rápido que la vida humana, un trayecto efímero. Pero no debería pensar tanto en las cosas, la filosofía sería más conveniente cuando no me estuviera congelando los dedos por tener que cargar con la niña.
Podríamos seguir caminando y llegar pronto al barco o movernos hasta un refugio, un remanso de paz en la que no verle la cara al lagartito, aunque era más importante que la cría no se enfermara por el frío, aunque no le había preguntado, supuse que lo entendería, pero aún así le dirigí una mirada a Mura, antes de hablar.
-Por mi parte es mejor idea el ir hasta el pueblo, está empezando a hacer frío-dije, haciendo un gesto rápido con la cabeza para señalar a la pequeña que estaba llevando, ahora dormida plácidamente-.Además tengo algún asunto que tratar antes de irnos-fue mi última palabra, ahora solo tendría que hablar ella, así que me espacié durante unos instantes, esperando su respuesta, volviendo a los ornitorrincos y su extraña complexión, “A veces la naturaleza es demasiado sabia y otras un crío de cinco años” me dije a mi mismo pensando en el animal hecho “a piezas”.
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Se sentía como si el peliverde acabase de acarrearle la misión de convencer a su capitán de parar primero en la aldea. Obviamente este le había escuchado al decirlo en voz alta, pero era demasiado obvio hasta para ella que solía vivir en su inocente ignorancia que no haría caso a la sugerencia del chico. Digo sugerencia ya que el ego de ambos era demasiado como para que el uno mostrara que necesitaba un favor por parte del otro.
Murasaki suspiró pesadamente, observando como el vaho que surgía de entre sus labios formaba una sinuosa figura antes de desvanecerse. No le quedaba más remedio que pedirle a Akagami que hicieran la pausa. Aún si no hubiese notado las señas realizadas por Ryuta sabía que era necesario que la pequeña tomara un descanso.
Se acercó a su capitán para comentarle la situación e intentar persuadirlo, añadiendo a su argumento el hecho de que así no tendría que verle durante un par de horas, o lo que durara la tormenta y que le invitaría a comer carne, lo que el quisiera por un precio que no superara los 2.000 Berries, lo que había ahorrado hasta llegar a la isla en sus paradas (bien por actuaciones en la calle o bien por vender los conejos que no podía meter al barco). Seguramente este último argumento le serviría más que el decirle que tendría que gastar en medicinas para la pequeña si esta se resfriaba. "Esperemos que acceda."
Murasaki suspiró pesadamente, observando como el vaho que surgía de entre sus labios formaba una sinuosa figura antes de desvanecerse. No le quedaba más remedio que pedirle a Akagami que hicieran la pausa. Aún si no hubiese notado las señas realizadas por Ryuta sabía que era necesario que la pequeña tomara un descanso.
Se acercó a su capitán para comentarle la situación e intentar persuadirlo, añadiendo a su argumento el hecho de que así no tendría que verle durante un par de horas, o lo que durara la tormenta y que le invitaría a comer carne, lo que el quisiera por un precio que no superara los 2.000 Berries, lo que había ahorrado hasta llegar a la isla en sus paradas (bien por actuaciones en la calle o bien por vender los conejos que no podía meter al barco). Seguramente este último argumento le serviría más que el decirle que tendría que gastar en medicinas para la pequeña si esta se resfriaba. "Esperemos que acceda."
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El pelirrojo dio un par de caladas mientras esperaba la respuesta de la parejita, mirándoles de lado. Miró hacia el cielo, nublado, por entre las ramas de los árboles, sobre cuyas ramas aún permanecían posados buenos montones de nieve. Las corrientes de aire poco a poco iban en aumento, generando vientos cada vez mayores pese a que, por el momento, no fuesen demasiado fuertes. Probablemente si no fuese por su fuego y alta temperatura el cigarro se le habría apagado bastante pronto, aunque por el momento conseguía mantenerlo prendido. Recordaba cuando Mikoto dejaba una pequeña "llama" de aura en sus cigarros al fumar, inextinguible. "Qué habrá sido de aquella fruta? Puede que ahora sea otra persona quien tenga ese poder... El alma de Mikoto" pensaba al tiempo que su mirada se ensombrecía por un instante. "Nadie más aparte de ella merece poseer su alma." Aún perdido en su mente notó cómo tanto el chico como la pelirroja decidían que lo mejor sería ir al pueblo. De hecho, Mura pareció pensar que necesitaba convencerle, por lo que le ofreció una buena comida si iban allí. "No hacía falta, pero si insistes..."
- Está bien, está bien... Vamos al pueblo entonces, pero te tomo la palabra -respondió, como si aceptase a regañadientes pese a que realmente le diera igual.
Tras eso se puso en camino hacia el pueblo, que no se encontraba demasiado lejos de donde estaban. Si le seguían, no tardarían mucho más de quince o veinte minutos en ver los primeros fuegos de los hogares, siendo acompañados por el comienzo de la ventisca. No sabía si tanto ellos como la pequeña estarían pasando frío, pero desde luego él no era capaz de sentirlo. En cualquier caso debían buscar refugio cuanto antes, así que les dirigiría hasta la posada más cercana, justo donde se había hospedado el día que conoció a aquella pelirroja.
- Bueno, es un sitio acogedor. Y no os congelaréis -les dijo justo antes de abrir la puerta de la posada y entrar, manteniendo esta para que no se les cerrase en la cara.
- Está bien, está bien... Vamos al pueblo entonces, pero te tomo la palabra -respondió, como si aceptase a regañadientes pese a que realmente le diera igual.
Tras eso se puso en camino hacia el pueblo, que no se encontraba demasiado lejos de donde estaban. Si le seguían, no tardarían mucho más de quince o veinte minutos en ver los primeros fuegos de los hogares, siendo acompañados por el comienzo de la ventisca. No sabía si tanto ellos como la pequeña estarían pasando frío, pero desde luego él no era capaz de sentirlo. En cualquier caso debían buscar refugio cuanto antes, así que les dirigiría hasta la posada más cercana, justo donde se había hospedado el día que conoció a aquella pelirroja.
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El escamado acepto ir al pueblo, así que simplemente lo seguí, procurando que la niña pasara el menor frío posible, aunque no fue un trayecto corto, en el cual no hablé más, pues quería pensar un poco en todo lo que estaba pasando. ¿No sería un poco precipitado? No, para nada, pues sabía lo que sentía por ella, aunque quizás sus compañeros no me agradaran tanto, si eran todos iguales que aquel capitán, mas le había dicho que lo soportaría, así que tampoco era una excusa, el único inconveniente que veía era… el proyecto. Tendría que hablar con Mura en algún momento sobre este, pues era algo que me requeriría estar alejado de su presencia, y entonces ¿estaría dándole excusas siempre? No podía. No debía, más bien, portarme así, pero hoy… hoy no era el día idóneo para hacerlo.
El tiempo pasó volando, pues no me di cuenta de que habíamos llegado, una pequeña posada de madera. Dejé que entrase Mura la primera y después pasé yo con la pequeña. Desde que entré, noté que el ambiente era muy distinto al que había afuera. Al entrar una sensación de calor me caló, eliminando lentamente el frío que había sentido hasta ese momento. Exhalé un poco de aire en ese momento, adentrándome un poco más en aquel lugar, pasando un corredor que hacía de unión a una sala que parecía ser el recibidor. Una anciana estaba detrás de un mostrador, y abrió un poco los ojos al verme entrar con la pequeña en brazos, como si fuera el primer cliente en siglos. La anciana, de pelo cano y poca altura, pues casi no llegaba al mostrador desde el cual vigilaba la sala dijo algo en un tono casi inaudible, que tuvo que repetir porque no la entendí.
-Oh, claro, entraba para pasar la noche aquí, o al menos hasta que pasé la tormenta. ¿Tiene habitaciones disponibles pues?-pregunté, esperando no haber llegado demasiado tarde-.
La anciana asintió, y mientras sacaba algo de debajo del mostrador, yo miré hacía la zona donde estaba el lagarto.
-Oye, lag… digo, Akagami ¿Al final vas a buscar a los demás?-dije, elevando un poco mi voz para que me pudiera oír desde el otro cuarto-.
Cuando volví a mirar, un enorme libro estaba sobre el mostrador y la anciana, un poco más alta, en la que apuntaba los datos según se los iba diciendo. Había asumido que Mura estaría allí aquella noche, pero quién sabe, a lo mejor prefería estar buscando a sus compañeros de banda después de la reunión tan “agradable” que tuvimos su capitán y yo. A veces era un poco… yo. Seguí a la anciana a la habitación, no sin antes hacerle una seña a la pelirroja, para darle a saber de que había conseguido donde quedarnos. Un cuarto amplio para la pequeña posada fue lo que vi cuando abrió la puerta hasta la que me llevo.
Entre, viendo que solo había una cama, si el lagarto se quedaba tendría que quedarse en otro cuarto. Unos pocos muebles, tales como cama y algunos para depositar prendas, un cuarto para el aseo, pues tenía una ducha y un retrete. Además contaba con una puerta acristalada, por donde podías acceder a una pequeña terraza, desde la cual se podía ver el cielo. El espacio no era demasiado, pero había el suficiente como para haber unas pocas personas e incluso habían unas sillas para descansar allí, supongo que para aprovechar los días en lo que estaba despejado.
Pasé por la puerta, agradeciendo a la anciana por guiarme y esta salió, no sin antes dejar las llaves en una mesa de noche, al lado de la cama. Dejé a la niña sobre la cama y me sentí tentado a dejarme caer sobre esta, pero primero tendría que dormir a la cría, y para mi sorpresa vi que había caído rendida ya. Sonreí pensando en todo lo que había pasado en tan poco tiempo y comprendí que aunque no fuera capaz de hablar y entender todo lo que decíamos, ella también había gastado energías. Me estiré, bostezando, mientras me quitaba la gabardina y el sombrero, que tiraba sobre el suelo de madera sin ningún tipo de cuidado. Mientras entraba en el baño me quitaba la pequeña corbata que tenía alrededor del cuello con tirones leves, deshaciéndome de ella con un movimiento casi despectivo, y lo mismo paso con las demás prendas, quedándome desnudo. Cerré la puerta del pequeño cuarto, y acto seguido abrí una de las llaves del agua, dejando que saliera un poco de agua caliente.
Puse la mano bajo el agua, quemándome un poco debido a la temperatura que rápidamente había adquirido y entré poco a poco, notando como las gotas caían sobre mi piel. Era una sensación agradable, notar el calor y la sinfonía de gotas una detrás de otra.
Tras un buen rato, salí del cuarto, llevando solo una toalla cubriéndome la parte inferior del cuerpo, podría haberme vestido, pero el calor que desprendía aquel lugar y la ducha que me había dado no me hacían verlo necesario. Lo único que hice fue arrastrar los pies hasta la cama, tirándome sobre esta con cuidado de no darle a la pequeña al caer. Tenía sueño, bastante sueño y no me había dado cuenta hasta que mi espalda toco la mullida superficie de la cama, pues cerraba los ojos involuntariamente y no podía tenerme despierto durante mucho más tiempo. Echaba algo en falta, algo importante, pero… ¿qué era? Una larga cabellera roja y un aroma poco común, bastante agradable… Mura, claro.
El tiempo pasó volando, pues no me di cuenta de que habíamos llegado, una pequeña posada de madera. Dejé que entrase Mura la primera y después pasé yo con la pequeña. Desde que entré, noté que el ambiente era muy distinto al que había afuera. Al entrar una sensación de calor me caló, eliminando lentamente el frío que había sentido hasta ese momento. Exhalé un poco de aire en ese momento, adentrándome un poco más en aquel lugar, pasando un corredor que hacía de unión a una sala que parecía ser el recibidor. Una anciana estaba detrás de un mostrador, y abrió un poco los ojos al verme entrar con la pequeña en brazos, como si fuera el primer cliente en siglos. La anciana, de pelo cano y poca altura, pues casi no llegaba al mostrador desde el cual vigilaba la sala dijo algo en un tono casi inaudible, que tuvo que repetir porque no la entendí.
-Oh, claro, entraba para pasar la noche aquí, o al menos hasta que pasé la tormenta. ¿Tiene habitaciones disponibles pues?-pregunté, esperando no haber llegado demasiado tarde-.
La anciana asintió, y mientras sacaba algo de debajo del mostrador, yo miré hacía la zona donde estaba el lagarto.
-Oye, lag… digo, Akagami ¿Al final vas a buscar a los demás?-dije, elevando un poco mi voz para que me pudiera oír desde el otro cuarto-.
Cuando volví a mirar, un enorme libro estaba sobre el mostrador y la anciana, un poco más alta, en la que apuntaba los datos según se los iba diciendo. Había asumido que Mura estaría allí aquella noche, pero quién sabe, a lo mejor prefería estar buscando a sus compañeros de banda después de la reunión tan “agradable” que tuvimos su capitán y yo. A veces era un poco… yo. Seguí a la anciana a la habitación, no sin antes hacerle una seña a la pelirroja, para darle a saber de que había conseguido donde quedarnos. Un cuarto amplio para la pequeña posada fue lo que vi cuando abrió la puerta hasta la que me llevo.
Entre, viendo que solo había una cama, si el lagarto se quedaba tendría que quedarse en otro cuarto. Unos pocos muebles, tales como cama y algunos para depositar prendas, un cuarto para el aseo, pues tenía una ducha y un retrete. Además contaba con una puerta acristalada, por donde podías acceder a una pequeña terraza, desde la cual se podía ver el cielo. El espacio no era demasiado, pero había el suficiente como para haber unas pocas personas e incluso habían unas sillas para descansar allí, supongo que para aprovechar los días en lo que estaba despejado.
Pasé por la puerta, agradeciendo a la anciana por guiarme y esta salió, no sin antes dejar las llaves en una mesa de noche, al lado de la cama. Dejé a la niña sobre la cama y me sentí tentado a dejarme caer sobre esta, pero primero tendría que dormir a la cría, y para mi sorpresa vi que había caído rendida ya. Sonreí pensando en todo lo que había pasado en tan poco tiempo y comprendí que aunque no fuera capaz de hablar y entender todo lo que decíamos, ella también había gastado energías. Me estiré, bostezando, mientras me quitaba la gabardina y el sombrero, que tiraba sobre el suelo de madera sin ningún tipo de cuidado. Mientras entraba en el baño me quitaba la pequeña corbata que tenía alrededor del cuello con tirones leves, deshaciéndome de ella con un movimiento casi despectivo, y lo mismo paso con las demás prendas, quedándome desnudo. Cerré la puerta del pequeño cuarto, y acto seguido abrí una de las llaves del agua, dejando que saliera un poco de agua caliente.
Puse la mano bajo el agua, quemándome un poco debido a la temperatura que rápidamente había adquirido y entré poco a poco, notando como las gotas caían sobre mi piel. Era una sensación agradable, notar el calor y la sinfonía de gotas una detrás de otra.
Tras un buen rato, salí del cuarto, llevando solo una toalla cubriéndome la parte inferior del cuerpo, podría haberme vestido, pero el calor que desprendía aquel lugar y la ducha que me había dado no me hacían verlo necesario. Lo único que hice fue arrastrar los pies hasta la cama, tirándome sobre esta con cuidado de no darle a la pequeña al caer. Tenía sueño, bastante sueño y no me había dado cuenta hasta que mi espalda toco la mullida superficie de la cama, pues cerraba los ojos involuntariamente y no podía tenerme despierto durante mucho más tiempo. Echaba algo en falta, algo importante, pero… ¿qué era? Una larga cabellera roja y un aroma poco común, bastante agradable… Mura, claro.
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Tras llegar a la posada más cercana el peliverde pidió una habitación para poder hospedarse con la niña y que esta tomase un merecido descanso. Merecido a pesar de haber sido llevada en brazos durante todo el tiempo. "Es normal que este cansada de estos dos." Pensó la chica mientras se peinaba su alborotado cabello y se dirigía con Akagami a la zona del bar.
La chica se sentó junto a su capitán en una mesa y se quedó pensando mientras esperaba a que el camarero llegase a tomar nota de sus pedidos. No sabía como irían las cosas a partir de entonces en su viaje. Vale, tal vez esos dos no se llevasen tan mal en el fondo. Pero, al menos para ella, un saludo como el que había visto no era algo que imitaría para saludar a Nagato, Rito, o cualquier otro de sus compañeros de viaje.
Oyó la tos forzada de el camarero que acababa de llegar y que, al menos por parte de la chica debía haberse sentido bastante ignorado. ¿Cuánto tiempo llevaría ahí de pie? La pelirroja podía imaginarse la escena del hombre hablándoles educadamente mientras ella jugaba a pasar los dedos por el borde de un vaso con agua que le habían ofrecido antes, con la mirada perdida en el horizonte, o en el propio vaso. -¡Lo-lo siento mucho!- Apuró a disculparse levantándose sin motivo y casi tirando todo lo que había sobre la mesa al suelo. -Perdón...- Murmuró sentándose otra vez, roja, y tomando la carta que le ofrecía el hombre.
-Llámenme cuando hayan decidido que tomarán.- Dijo antes de marcharse. -Y asegúrense de no romper nada.-La pelirroja asintió cabizbaja, con la cara roja por la vergüenza. Solo faltaba que Aka comenzará a reírse en su cara y soltara alguna broma para picarla. "¿Por qué me meto en líos siempre que hay una lagartija cerca?" Se preguntaba a sí misma pensando en Keima.
-Bueno...veamos.- Miró la carta con los distintos platos que podían elegir. -Tiene buena pinta, ¿no crees, Aka?- Preguntó inocentemente antes de mirarle y recordar que al pelirrojo no era dado a la lectura. -¿Quieres qué elija yo por los dos?-
La chica se sentó junto a su capitán en una mesa y se quedó pensando mientras esperaba a que el camarero llegase a tomar nota de sus pedidos. No sabía como irían las cosas a partir de entonces en su viaje. Vale, tal vez esos dos no se llevasen tan mal en el fondo. Pero, al menos para ella, un saludo como el que había visto no era algo que imitaría para saludar a Nagato, Rito, o cualquier otro de sus compañeros de viaje.
Oyó la tos forzada de el camarero que acababa de llegar y que, al menos por parte de la chica debía haberse sentido bastante ignorado. ¿Cuánto tiempo llevaría ahí de pie? La pelirroja podía imaginarse la escena del hombre hablándoles educadamente mientras ella jugaba a pasar los dedos por el borde de un vaso con agua que le habían ofrecido antes, con la mirada perdida en el horizonte, o en el propio vaso. -¡Lo-lo siento mucho!- Apuró a disculparse levantándose sin motivo y casi tirando todo lo que había sobre la mesa al suelo. -Perdón...- Murmuró sentándose otra vez, roja, y tomando la carta que le ofrecía el hombre.
-Llámenme cuando hayan decidido que tomarán.- Dijo antes de marcharse. -Y asegúrense de no romper nada.-La pelirroja asintió cabizbaja, con la cara roja por la vergüenza. Solo faltaba que Aka comenzará a reírse en su cara y soltara alguna broma para picarla. "¿Por qué me meto en líos siempre que hay una lagartija cerca?" Se preguntaba a sí misma pensando en Keima.
-Bueno...veamos.- Miró la carta con los distintos platos que podían elegir. -Tiene buena pinta, ¿no crees, Aka?- Preguntó inocentemente antes de mirarle y recordar que al pelirrojo no era dado a la lectura. -¿Quieres qué elija yo por los dos?-
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