En medio de un conflicto sangriento [Pasado][Privado][Maximilian - Arribor]

Se respiraba un ambiente muy tenso en la plaza central de la ciudad capital del Reino de Lvneel. De pronto el sonido de unas cadenas arrastrándose se oyó detrás del grupo donde me encontraba. Como era habitual yo me encontraba entre la multitud, encapuchado y con el rostro cubierto para no llamar la atención observaba lo que estaba pasando. Me giré al oír los pesados metales que se acercaban a la plaza y pude ver con un hombre con barba larga y cabello negro de gran tamaño, ojos de color negro y una rostro agotado y pálido posiblemente por los días que había pasado sin comer, se acercaba por la avenida principal que llevaba desde la plaza al cuartel de los marines. La multitud estaba silencio y solo se dedicaban a mirar mientras yo me fijaba en las pesadas esposas que traía entre las manos. Una escolta de almenas 20 soldados, 10 a cada lado en una fila marchaban resguardando que nadie se atreviese a cerrarle el paso al hombre que con un paso bastante lento se acercaba más y más al patíbulo que se había hecho en medio la plaza.

“Ese hombre no es...” – mi mirada lo reconoció por los carteles de se busca que había visto semanas antes de llegar a esa isla.

El capitán Morris, “El noble caído” le decían en todos los lugares. Aquel hombre que ahora estaba subiendo las escaleras de madera del patíbulo había sido parte de una familia noble. Su carácter aventurero y rebelde le había hecho tomar la gran deificación de abandonar a su familia y convertirse en pirata. Y ahora había sido capturado tras 7 largos años de conflictos con los marines y de batallas interminables con en su navío. Llegó al medio del patíbulo y se arrodillo. Levantó la mirada y extrañamente tenía una sonrisa en el rostro.

¡No importa como nazcas, ni quienes sean tus padres o la sangre que lleves en tus venas, sino puedes ser libre para hacer las cosas nunca serás feliz! – Grito ante la muchedumbre que lo miraban con cierto desprecio.

Sentí que mi corazón se iba a salir de mi pecho. Lo que había dicho era lo mismo que pensaba yo respecto a mi vida. Me abrí paso, alejando a un hombre que tenía delante con mi brazo y cuando me disponía a desenvainar mi espada para generar el caos en el lugar intentando salvarlo, me detuve. Cuatro encapuchados de túnicas grises se acercaron al patíbulo apresuradamente. Los marines les apuntaron con sus rifles y uno de los soldados gritó.

¡Alto ustedes! ¡Morirán si hacen algo más! ¡Están intentando liberar al prisionero!

Aquello hizo que la gente que estaba enfrente gritara y abucheara a los cuatro extraños pero el sonido de una risa burlona me pareció bastante extraña. La gente guardó silencio mientras lo cuatro se descubrían y se podían ver sus rostros. Los cuatro tenían tatuajes en el rostro, tatuajes que cubrían la mitad de sus rostros y parecían ser bastante peculiares ya que parecía que se perdían hasta por debajo de sus cuellos. Se giraron dándoles la espalda a los marines y rodearon al capitán Morris. Lo siguiente que pasó conmociono a todo el mundo. Los cuatro extraños sacaron de entre sus túnicas 4 pistolas y dispararon contra el pirata. Los disparos le llegaron a todas partes del cuerpo y la sangre salía a por montones, incluso las balas atravesaron su cráneo y mandíbula. No podía dejar de ver aquello sin preguntarme qué demonios estaba pasando. Los marines también se habían quedado atónitos y la gente horrorizada no podía moverse. No podría decirse que era un cuerpo humano por la cantidad de disparos que había recibido pero los cuatro hombres se giraron otra vez dándole la espalda al cuerpo del pirata y gritaron.

¡Los hijos de la sombra vivirán por siempre!

En ese momento los gritos de la gente horrorizada se pudieron escuchar en toda la plaza. Los cuatro sujetos se quitaron la túnica y mostraron lo que tenían en sus cuerpos. Todo su pecho estaba lleno de explosivos y sin dudarlo los hicieron explotar al instante. Afortunadamente para mí, ya había retrocedido algunos metros y cuando los vi mostrar sus explosivos corrí a toda velocidad para alejar de la plaza pero aun así sentí la exposición que me hizo tropezar.

“Qué demonios está pasando aquí” – pensé mientras me ponía en pie y me giraba para ver qué había ocurrido.

La plaza era un desastre y solo se podía ver el humo y el fuego en algunas maderas que había salido disparadas al estallar el patíbulo con esos hombres. La gente estaba quemándose y otros había muerto por la exposición. Me arrinconé contra la pared de una casa que estaba cerca a la plaza y traté de recuperar el aliento. La gente de la ciudad había salido a toda prisa para ayudar a los heridos y gritaban desesperados al ver el horrendo cuadro que se había generado allí. De pronto a lo lejos se podía escuchar una gran cantidad de pasos apresurados acercándose. Los marines llegaban por la avenida que llegaba hasta su cuartel y parecían llegar bastantes.

“Debo irme de aquí o tendré problemas”

En ese momento, montones de encapuchados grises aparecieron en los techos de las casas que rodeaban la plaza y comenzaron a disparar contra la gente y contra los marines que llegaban a la plaza. Aquello no tenía explicación alguna, no sabía porque esos hombres estaban atacando la ciudad y por qué había asesinado a Morris de esa forma.

Su tendencia a perderse por el mundo siempre había sido algo distintivo de su personalidad pero de vez en cuando llegaba más lejos de lo que él mismo esperaba.  En aquella ocasión había terminado en el North Blue, en algún lugar en el que no había estado nunca y al que no tenía ni idea de cómo había llegado. Lo último que recordaba era que estaba participando en un concurso de beber en una oscura y ruidosa taberna de Jaya, cuando de repente un cazarrecompensas entró borracho en busca de bronca. Él no le prestó atención pero el resto del bar si, por lo que aprovechó para robar un par de barriles de cerveza y un par de bolsas de dinero y largarse de allí como un honrado pirata. No tenía muy claro qué había pasado tras acabarse la bebida pero se había despertado en el otro lado del mundo metido en un bote rosa en el que ponía Erotik. Al menos no había acabado por perder un órgano... otra vez.

El pirata usó a su curiosa mascota para remar. Al ser un usuario de Akuma no mi, Franklin se debilitaba con el agua marina, pero por otro lado, ¿quién ha visto a una morsa quejarse por el agua? Curiosamente el animal también parecía tener resaca y eso le ayudó bastante a la hora de "convencerle" para hacer de remo. Siendo sincero, sabía que no era precisamente bueno tratando a los animales, claro que él tampoco le había pedido a la morsa que lo siguiera. Simplemente aceptaba su compañía mientras decidiese quedarse con él; además le gustaba tener algo a lo que pegarle de vez en cuando.

Tras un rato vagando por la ciudad intentando averiguar cómo largarse, o al menos como se llamaba la isla donde estaba, decidió parar a comer algo. Subió a la azotea del edificio más alto que vio y se sentó ahí cual gárgola a comerse los extraños manjares que había conseguido llevarse del restaurante más lujoso que había visto nunca. No sabía lo que era el caviar pero sabía horrible, menos mal que no lo había pagado. Ya comenzaba a preguntarse donde podría encontrar un mapa cuando el caos estalló a pocos metros de su posición.

No se había fijado en la multitud que se había ido reuniendo en la plaza cercana y, aunque sí había visto a los soldados que avanzaban custodiando a un único hombre encadenado, no estaba interesado en la ejecución de un pirata desconocido. Aun así, cuando el hombre exclamó su oda a la libertad, no pudo evitar sentir un repentino respeto por su persona.

"Por fin un tipo que merece la pena salvar", pensó, decidido a evitar la muerte de ese tipo. Sin embargo alguien se le adelantó, un grupo de encapuchados que parecían dispuestos a rescatar al prisionero... al menos al principio, pues cuando quiso darse cuenta, los recién llegados dispararon una ráfaga de plomo contra el hombre encadenado, seguida de una sucesión de disparos y explosiones por doquier. En menos de diez segundos, la plaza entera se convirtió en un campo de batalla, en el que unos encapuchados disparaban contra todo lo que se movía mientras algunos marines intentaban poner orden.

No pudo evitar enfadarse, cosa que le sorprendió, y casi sin pensárselo decidió averiguar quién era el prisionero que había muerto. En la azotea se topó con un par de pistoleros pero no tuvo problemas para despacharlos y seguir su camino. Bajó de un salto y caminó despacio hacia la plaza, ignorando el humo y el fuego. No le importaba demasiado lo que estuviera pasando allí ni cómo hubiera empezado, solo sabía que sería él quien le pusiese fin. Varios encapuchados le salieron al paso, y con la misma velocidad salieron disparados tras un par de golpes. El pirata entró en la plaza con su Presencia desplegada, su Haki del Rey retumbaba por los alrededores pero no tenía intención de provocar desmayos, solo quería que supieran que estaba allí. A paso lento llegó hasta el centro de la plaza, donde aguardaba el cadáver irreconocible del pirata. Luego miró alrededor, hizo crujir su cuello con un brusco movimiento e hizo una sola pregunta. -¿Quién de vosotros será el primero?

Los vellos de mi cuerpo se levantaron al instante, mi piel extrañamente se tensó y pude sentir como mi corazón aumentaba sus latidos. Era una sensación extraña, nunca la había sentido, era como si todo mi cuerpo se sintiera incapaz de hacer algo y al mismo tiempo estuviera preparándose para todo. Los disparos cesaron, los marines se quedaron inmóviles y los atacantes de igual forma. Solo se veía una distante figura oscura a lo lejos cerca al patíbulo ya destrozado. Envuelto entre polvo y humo, un hombre se hallaba en medio de la plaza. No sabía quién era ni lo que hacia allí pero algo raro había ocurrido cuando el apareció. De un momento a otro todos los presentes a la plaza miraron al hombre. De pronto unos sonidos estrepitosos llegaron desde lejos, algo estaba pasando y el suelo comenzó a temblar de la nada, haciendo vibrar las casas y rompiendo las lunas de vidrio. Me cubrí para no salir herido. No podía pensar con claridad, ni siquiera podía reaccionar muy bien o responder con mi mente tranquila. El sonido se hizo más y más fuerte. Eran “Boom” “Boom” constantes y de pronto del otro lado de la plaza justo a unos metros más allá, a mi derecha, las casas comenzaron a desplomarse. Y una figura inmensa emergió de entre los escombros. Era imponente, una especie de criatura inmensa había aparecido con tres ojo rojizos fijos en la plaza, el color de sus escamas era entre un purpura oscura y negro pero eso no fue todo. Justo en el otro lado de la plaza aparecieron tres gigantes de aspecto brutal. Rugían y golpeaban con sus martillos de piedra las casas las cuales eran derribadas de un solo golpe.

Gran serpiente guerrera:

Gigantes:

-Esto no se puede poner peor – pensé mientras suspiraba resignado por todo lo que estaba pasando – ya es demasiado, un ejército de asesinos, un hombre extraño que despierta una extraña sensación de temor en los demás, una criatura amenazadora y gigantes

Me puse de pie en ese momento. Algo en mi me decía que debía actuar, la gente estaba muriendo y podía oír sus gritos por todos lados. De pronto la batalla se reanudo. Los marines aprovecharon el momento de cese del fuego de los atacantes para dispersarse en grupo y al mando de sus oficiales, preparan su contra ofensiva pero al ver la llegada de las criaturas monstruosas me imaginé que todo sus planes no iban a tener resultado. Los disparos volvían a oírse por todos lados. La gran serpiente se arrastró, lentamente hasta el centro de la plaza donde estaba aquel hombre.

“Solo esperó que pueda con ella” – dije mientras miraba a mi alrededor.

Debía ayudar en algo, no me podía quedar con los brazos cruzados, así que lo primero que hice fue tirar la puerta de la casa que estaba detrás de mí y entrar en ella. Una mujer y sus dos hijos estaban escondidos de bajo de una mesa.

-Perdone señora – dije mientras corría hacia la escaleras que me llevarían hacia la parte superior del edificio.

Llegué hasta el techo y cuando salí, pude ver a cuatro encapuchados recostados sobre el suelo, apuntando y disparado con sus rifles en dirección a la plaza. Desenvaine, ellos se giraron y gritaron. Se lanzaron contra y los neutralicé con rapidez. Una vez que deje a ese hombre en el suelo, me apresuré a saltar hacia el siguiente techo y a neutralizar a los siguientes atacantes. La tarea estaba comenzando a resultar fácil ya que nadie esperaba que yo los sorprendida por detrás. De pronto sentí como si era observado. Me giré y vi que había un muchacho detrás de mí. Me estaba observando con una mirada tan penetrante que creí que estaba viendo incluso el color de mi alma.

Pirata:

-No lo haces nada mal – dijo mientras dejaba su posición estática para caminar lentamente hacia mí – tienes un buen dominio de la espada pero me preguntó que te bueno será para resistir una lucha de tiempo prologando

Aquello me impacto. Las luchas largas no era mi fuerte y siempre prefería acabar todo en los mínimos movimientos que podía pero aquel chico despertaba no mí una extraña e inconfundible sensación de intriga.

-No te espantes – dijo casi sonriendo – soy como tú, yo también odio las luchas largas, son aburridas y siempre es difícil encontrar a alguien que se bata a duele contigo. Nadie llega a dar un buen espectáculo.

-No sé a qué te refieres – respondí confundido - ¿Quién eres? ¿Por qué dices que eres como yo?

El extraño comenzó a girar a mí alrededor. Estaba analizándome tal vez, tratando de averiguar por donde atacarme y eso comenzaba a inquietarme.

Pensé que en cualquier momento se lanzaría al ataque, pero se limitó a mirar y luego se sentó en el suelo con las piernas cruzadas. Cerró los ojos y encendió un cigarrillo. El humo llegó hasta mí. Me sonrió y siguió fumando. Una súbita explosión se generó en una casa que estaba metros más allá. Si quería que menos gente muriera debía hacer algo rápido.

-¿Preocupado por las personas de este lugar? – Dijo con su voz tranquila - Nuestro capitán nos ordenó que asesináramos a todos los que están en la isla. Supongo que tienes mala suerte, en otro podríamos haber luchado para aprender un montón de cosas pero ahora solo debo matarte.

Se puso de pie y desenvainó su espada. Una sonrisa se dibujó en su rostro y atacó. Su golpe fue potente tanto que apenas y lo contuve con mi espada derecha. Llevo su pierna izquierda hacía adelante mientras su pierna derecha retrocedía y su cuerpo cambiaba de posición. Su espada bajo y tomó el suficiente impulso para romper mi defensa. Retrocedí justo a tiempo para que sea corte cruzado solo cortara mi gabardina en la parte del pecho.

-Un instinto muy bueno, pero pronto se acabará.

Su cuerpo se elevó en el aire lanzándose contra mí y su espada bajo moviéndose en una curva peligrosa que apuntaba justo a mi frente. Me agaché y lanzó un ataque desde abajo desenvainando rápidamente mí otra katana. Alcancé a cortar su pierna derecha y la sangre brotó de su herida.