[Privado Batmana/Ken Pasado] Un día normal en un pueblo normal

Recientemente había llegado a este lugar. Me gustaba este pueblo, era tranquilo y acogedor. Normalmente pocos crímenes se cometían por aquí, por lo que podía estar más relajado. No llevaba puesto mi uniforme de marine y la gente del lugar no me conocía, así que ahora mismo parecía un civil cualquiera. Incluso iba tomándome una especie de zumo tropical, no sabía exactamente de qué estaba hecho, pero estaba bastante bueno. Sin embargo siempre cuando uno menos se lo espera, incluso en un pueblo como este, suceden crímenes, por lo que tocaba solucionarlos. Al parecer un hombre había robado un bolso así que lancé mi zumo a un lado, sin querer le di a una mujer pero no tuve tiempo de disculparme. Entonces empecé a perseguir al ladrón corriendo por la calle y esquivando a los civiles.

Era bastante rápido el ladrón, incluso por unos momentos me costaba mantener la distancia con él. Por suerte él había iniciado su carrera bastante antes y tuvo que estar esquivando a gente que le intentó atrapar, por lo que su ritmo se había reducido. Cuando logré alcanzarlo me miraba jadeando hasta que habló. -¿Quién cojones eres...? Déjame en paz, esto no tiene que ver contigo. No había podido reprimir una pequeña sonrisa ante esa afirmación, así que exhalé un poco de aire y le contesté. -Disculpa la descortesía, mi nombre es Ken y pertenezco a la Marina por lo que esto tiene que ver bastante conmigo. Ahora, si eres tan amable, devuelve ese bolso y quizás me piense en dejarte ir. La verdad es que no me apetecía nada tener que reducirlo y luego entregarlo a las prisiones locales, por lo que quería darle una oportunidad.

El ladrón, que era un chico más o menos de mi edad, de aspecto ágil, comenzó a reírse. -Como si lo fuera a devolver, si lo robo no es para eso. Y yo que quería darle una oportunidad. Terminé por suspirar mientras me acercaba hacia él. Los dos sabíamos que esto se iba a convertir en una pelea, así que tomamos posiciones ofensivas. Él intentó tomar la iniciativa y se abalanzó sobre mí. Yo retrocedí un paso para que no me alcanzara y luego giré para golpear con el talón del pié derecho en su cara. No conseguí darle, él también era un buen combatiente y al parecer criado en la calle como yo. Estuvimos un rato peleando sin conseguir darnos un golpe serio hasta que me cansé y decidí atacar con fuerza.

Tiré mi katana a un lado para que no entorpeciera mis movimientos e inicié la ofensiva. Iba haciendo una serie de amagos con los puños, esperando alguna abertura. Cuando el ladrón intentó dejar de estar a la defensiva para atacarme fue cuando vi la abertura, así que esquivé su ataque y salté para golpear en el rostro del chico con la rodilla derecha. Esto lo dejó instantáneamente fuera de combate.

-Mira que no quería hacerlo, aún te falta un poco de experiencia en el combate. Recogí la katana y la volví a colgar a mi espalda, luego cogí el bolso robado y finalmente al ladrón. Tras colocarlo sobre mi hombro derecho al ver que pesaba menos de lo que creía, intenté buscar a la mujer del bolso.

Al fin había conseguido cargar al ladrón que estaba inconsciente al hombro. Pesaba más de lo que creía así que jadeé un poco por el esfuerzo y procuré que no se me cayese, tampoco quería romperle el cuello de una mala caída. Cuando comencé mi marcha para buscar a la mujer del bolso vi como una chica manchada se acercaba hacia mí. Fruncí el ceño, aunque al poco tiempo recordé el zumo que estaba tomándome antes de iniciar la persecución del ladrón. Según como venía ella, notaba el enfado en su rostro. Me había metido en un buen problema, no hay cosa más peligrosa que una mujer enfadada.

Antes de que se acercara dejé al hombre otra vez en el suelo, no fuera a pasar algo peligroso. Cuando ya me habló, pidiéndome una disculpa tras decir que si nunca me habían enseñado modales, resoplé levemente aliviado y esbocé una pequeña sonrisa. Tras carraspear me dirigí a ella. -Oh, lo lamento bastante, de verdad. Lancé el zumo sin pensar, no creía que fuera a dar en alguien, así que no era mi intención. Pero ya hay poco que hacer, si quieres te pago una camisa nuev... bueno, no tengo dinero encima así que mejor descartamos esa opción. Podemos discutirlo si quieres, aunque primero tengo que devolver el bolso que este chico robó y luego entregarlo a las prisiones más cercanas, pasará un día o dos reflexionando ahí dentro.

Mi rostro en todo momento era serio, o al menos lo intentaba, la verdad es que me parecía un poco gracioso verla ahí, mojada y cabreada, pero era un marine y seguramente si me reía se cabrearía más. Pero bueno, no sabía como reaccionaría, pero poco podía hacer, primero iba el deber por lo que no podía entretenerme mucho hablando con ella. Si podía esperarse quizás sí me podría disculpar correctamente. Por suerte cuando dejé de hablar la mujer del bolso apareció por detrás de la chica. Al verla venir alcé el bolso para llamar su atención, aunque no era difícil vernos, y se lo entregué. Tras agradecérmelo un par de veces y mirar con asco al joven ladrón se marchó.

-Mira, ahora una cosa menos que hacer, ¿Vienes o qué haces? Por cierto, toma esto. Le ofrecí una camisa de repuesto que llevaba en mi mochila. -Puedes secarte con ella o hacer lo que quieras, al menos compensa un poco. Lo dicho, tú verás si vienes o no. Dije todo esto con el mismo rostro serio, o al menos el que intentaba mantener y comencé a caminar en dirección a las prisiones más cercanas, que estaban cerca de aquí.

Ya había cargado al ladrón cuando inicié la marcha y la chica, tras mi pregunta decidió seguirme también. Ella tomó la camisa que le había ofrecido y ya no parecía tan molesta, seguramente por la disculpa de antes. Incluso también sonrió, gesto que hizo que yo mismo sonriera también, al sentirme ahora más tranquilo. Ella admitió que quería cambiarse de ropas cuanto antes, así que después de dejar al ladrón en las prisiones que estaban cerca seguramente ella me devolvería la camisa que le había prestado. Yo seguía mi camino tranquilamente cuando algo apareció corriendo detrás de la muchacha, pero no le dí demasiada importancia así que comencé a hablar con la chica. -Por cierto, mi nombre es Ken, soy marine, aunq... Antes de poder terminar la frase algo saltó hacia mi cabeza y me despeinó. Fruncí el ceño, ¿Me habían despeinado? ¿Quién? ¿Por qué? Tras unos momentos de duda volví en mí y miré al causante de esto, que no era ni más ni menos que un gato de color azul con un pañuelo atado al cuello. La chica parecía conocerlo y le recriminó el hecho de que me hubiera "atacado", si es que se podía considerar un ataque. Tras esto, volví a peinarme como pude y ladeé un poco el rostro mirando a la chica y al gato.

Luego la chica cogió al gato del lomo y lo volvió a dejar en el suelo. El gato parecía mirarme con un gesto de enfado, cosa que me sorprendió. Finalmente la mujer se preocupó por mí, por si el gato me había hecho algo, por lo que hice un gesto para quitarle importancia mientras me fijaba en la mirada desafiante del gato. -Ehm... tranquila, solo me ha despeinado. La verdad es que tu gato es bastante extraño, pero se nota que te quiere mucho ya que solo te mojé sin querer y ya parece odiarme. Sonreí levemente, por suerte en todo el proceso el ladrón no se me había caído del hombro. Y tras haber aclarado el tema del gato, seguí avanzando camino a las prisiones.

Pero pasó algo que no había imaginado, de repente la chica, el gato y yo nos vimos rodeados por unos maleantes. ¿Qué hacían aquí estos maleantes? Por suerte los civiles podían escapar, seguramente estos tipos nos buscaban a mí o a la chica. Pero... no había caído, ¿Y si venían por el ladrón? Seguramente sería compañero suyo. Esto olía de lejos a que acabaría en pelea, así que dejé al ladrón en el suelo y miré unos momentos a la mujer y al gato. -¿Sabes luchar? No sé si podré defendernos a todos, son bastantes enemigos. Le pregunté mientras desenvainaba la katana. Estábamos rodeados por unos siete hombres, todos portaban espadas o cuchillos y no eran demasiado mayores. Todo indicaba mi suposición, venían por el ladrón que había detenido, lo más probable es que fueran una especie de banda de criminales creada por chavales con pocos recursos.

Todo esto me estaba recordando demasiado a cuando era joven y hacía cosas parecidas. Ellos no parecían tan diestros en la pelea, se les notaba a leguas por la forma de sujetar las armas. Esto indicaba que eran un grupo de ladrones y que la pelea solía ser la última opción. Respiré profundamente y miré nuevamente a mi recientemente compañera, que si sabía pelear, podría defenderse perfectamente, ya que no eran demasiado fuertes. Pero eso no significaba que no pudiera salir herida, tendría que improvisar algo. Recientemente había leído un manual llamado Excalibur y el cuál había entrenado, por lo que ahora podía lanzar unas ondas cortantes bastante útiles, así que empuñé mi katana con fuerza y lancé una en dirección al hombre que tenía en frente. Éste, ante la sorpresa de la onda, no supo reaccionar y fue impactado por ella completamente, cayendo así inconsciente en el suelo y herido.

Solamente quedaban seis más, tres cerca de la muchacha que portaba al gato y tres cerca de mí. Los hombres recuperaron la compostura tras la sorpresa de la onda cortante y tomaron posturas de combate ofensivas. Aunque yo no era un experto aún, ya que recientemente había empezado a entrenar con la katana, podía ver numerosas aberturas en sus posiciones de combate. Yo tomé una más clásica de defensa, dejando la katana por delante de mi cuerpo, a la espera de que se acercaran a mí para detener el ataque y contraatacar. Solo quedaba que la chica pudiera derrotar a los tres hombres, sino, me tocaría ponerme serio y no podría garantizar la supervivencia de los jóvenes criminales.

Miré de reojo a la muchacha con el gato, la cuál parecía saber defenderse. Su forma de luchar era bastante extraña ya que formaba unas ráfagas de viento para mandar a volar a los ladrones. Era raro, pero al menos parecía eficaz. Siempre preferí la lucha más clásica, puños o espadas, pero esa forma de lucha era curiosa. Ahora debía centrarme en lo que tenía al frente, eran tres hombres armados, dos de ellos portaban dos cuchillos en cada mano mientras que el último hombre tenía una espada, la cual parecía no estar muy bien afilada. El de la espada parecía el más corpulento mientras que los otros dos eran muy parecidos, delgados y de rostro afilado, por lo que probablemente eran hermanos. El hombre que había recibido el impacto de la onda cortante parecía que no se iba a levantar en un tiempo, así que no lo tomé muy en cuenta.

Actualmente estaba en posición defensiva mientras miraba fijamente a los tres hombres y escuchaba los estragos causados por mi acompañante aunque sin perder la concentración. Los tres hombres se miraban entre ellos, con una mezcla de nerviosismo debido a que había tumbado a su compañero y la chica estaba encargándose de los otros tres. Pero tras un rato largo de miradas tomaron una decisión, que claramente era atacarme entre los tres. Esto podría ser problemático ya que una lucha tres contra uno nunca era fácil, por lo que tenía que improvisar algo.

El hombre de la espada comenzó primero la carga, mientras que los otros dos salieron corriendo para atacarme por los dos lados. Si decidía parar el golpe del hombre de la espada, los hermanos podrían asestarme unos golpes mortales. Tras unos segundos rápidamente pensé una táctica, esta consistía en moverme hacia uno de los lados, pudiendo quedar entre uno de los hermanos y el espadachín, mientras que el otro hermano no podría atacarme mientras lograba defenderme de este primer asalto. Y así lo hice, corrí tal como lo había planeado y paré el ataque del espadachín con mi katana. El problema era que ahora tenía a uno de los que usaban cuchillos a la espalda, por lo que tenía que ser rápido para golpearle conforme se acercara y no me matara. Al momento se me ocurrió usar otro de los manuales que había adquirido, esta vez era uno llamado Genkidama, el cuál era bastante útil ya que me permitía lanzar una onda de choque con cualquier parte del cuerpo. Por ello me concentré en mi pierna derecha y mientras forcejeaba con el choque de armas, lancé un golpe hacia atrás, como si fuera la coz de un caballo, aprovechando la potencia de la onde de choque para mandarlo hacia atrás y que se estampara contra una de las paredes.

Tras todo esto, retrocedí unos pasos para alejarme del hombre de la espada y del otro hermano que ya se acercaba. Éste, al ver a su hermano en el suelo e inconsciente me miró con odio y gritó. -¡Maldito chico! ¿Por qué haces esto? No tiene nada que ver contigo. Me pareció bastante curioso que también mencionara lo mismo que el primer ladrón que capturé, por lo que volví a sonreír y le contesté. -Como ya le dije a tu amigo, el que tenía antes cargado al hombro, pertenezco a la Marina y esto es mi trabajo, aunque no lleve el uniforme puesto. Al terminar de hablar, volví a concentrarme en mi katana para lanzar una onda cortante al tipo de la espada. No tenía tiempo que perder, ya que seguían siendo dos contra mí y no sabía si los demás podían despertar en cualquier momento. Esta vez no les pillé por sorpresa y éste lo esquivó, aunque algo apurado. Ahora era mi turno de atacar, tenía que ser rápido y tumbar a otro para poder hacer un uno contra uno, así que tomé una pose ofensiva, colocando la katana por delante de mí, a la altura del hombro izquierdo. Seguidamente corrí a gran velocidad y finté, ya que quería hacer creer al espadachín que iba a por él, pero mi intención real era detenerme y aprovechar para saltar hacia un lado y lanzar otra onda cortante que golpearía al otro hermano. Por suerte o porque era una buena táctica, logré mi cometido ya que impactó completamente, aunque por suerte no lo mató.

Ahora solo quedábamos el chico de la espada y yo, por lo que era un duelo de espadachines. Él parecía bastante asustado, seguramente sabía que mis habilidades superaban las suyas, por lo que soltó la espada e intentó huir por un callejón cercano. Suspiré algo decepcionado y corrí a gran velocidad para pegarle una patada en el lado izquierdo de la cabeza, que le hizo chocar contra la pared y finalmente perder el conocimiento. Me rasqué la nuca y envainé la katana en la espalda, aunque no sin antes comprobar que no hubiera sufrido daños, ya que no era de gran calidad, pero por suerte estaba intacta. Después de envainar cogí al hombre que había pateado y lo arrastré hacia el centro de la calle mientras observaba si la chica había logrado desenvolverse al final para ver si no necesitaba mi ayuda.

Cuando fui a ver cómo le había ido a la chica, parecía que se había desenvuelto bastante bien. Los criminales tampoco eran nada del otro mundo, aparte de que los que ella derribó parecían algo más jóvenes y menos fuertes. Empecé a arrastrar a los que tumbé para dejarlos cerca de los demás. La chica, la cual aún no conocía su nombre, preguntó si los íbamos a entregar y yo asentí levemente mientras terminaba de dejar al último ladrón inconsciente cerca de los demás. -Lo mejor es entregarlos, seguramente casi todos los crímenes organizados de esta isla los cometían el grupo este. No creo que los castiguen severamente ya que todos son jóvenes, pero aprenderán la lección. No te preocupes por la camisa, tengo unas cuantas más de repuesto y no creo que se quejen los superiores. Después de presentarme observé como ataba a los muchachos. Eran demasiados para ir a llevarlos así que fruncí el ceño en gesto pensativo mientras me rascaba la barbilla. Tras un rato pensando tuve una idea. -¿Puedes quedarte aquí y vigilarlos? Yo iré a la prisión que está cerca y avisaré que traigan hombres para llevar a los criminales, no tardaré demasiado. Se podría venir conmigo, pero era más seguro dejar a alguien vigilando por si conseguían soltarse o tenían a algún compañero más vigilando. No tenía miedo de que le hicieran algo a la mujer, estaba claro que aunque no fuera su especialidad, sabía defenderse bastante bien.

Antes de partir confirmé que estaban bien sujetos y luego empecé a correr por la calle vacía, ya que la gente aún estaba algo asustada por el revuelo de antes. Giré a la derecha en la primera intersección, no conocía demasiado las calles pero tenía bastante buena orientación y memoria por tierra además de un buen conocimiento de algunos edificios importantes ya que había estudiado algo sobre la isla antes de llegar. Al poco tiempo estaba frente a las prisiones, no eran demasiado grandes ya que era un pueblo tranquilo y tampoco estaba al cargo de la marina, pero ya me había presentado anteriormente y me conocían. Entré y saludé al encargado de las prisiones que me reconoció con facilidad. -¿Estás bien? Se te ve algo sudado, ¿Estabas haciendo ejercicio? Me limpié un poco el sudor del rostro cuando el hombre lo comentó y negué con la cabeza a la vez que le contestaba. -He luchado contra unos criminales que venían a salvar a un ladrón de bolsos que capturé, pero son bastantes y me llevaría mucho tiempo cargarlos uno a uno, ¿Tienes hombres para cargarlos hasta aquí? El hombre se sorprendió al ver que había capturado a los criminales por unos momentos, luego sonrió levemente. -¡Ja! Esos chavales nos estaban dando muchísimos problemas. Son un grupo de jóvenes que se aburrían y aspiraban a ser piratas, estaban robando para comprarse un barco y zarpar. Has hecho bien, les haremos pasar una temporada entre rejas, que vean lo que sucede a los piratas de verdad y se les quitarán las ganas. Mandaré a unos ciudadanos voluntarios del pueblo, que andamos escasos de hombres. Puedes esperar fuera si quieres. Y tras estas palabras el hombre cogió un den den mushi. No supe que dijo ya que yo ya había salido cuando comenzó a hablar, pero al poco rato de estar esperando llegaron unos hombres y el encargado salió de las prisiones.

Yo inicié la marcha y los guié hasta donde estaban los ladrones ya que recordaba perfectamente el camino. Al llegar comenzaron a cargarlos y a llevárselos. El encargado de la prisión se acercó a mí. -Hablaré a tus superiores de este buen trabajo, me parece raro que un chico como tú sea aún un recluta. Sonreí levemente, no era la primera vez que me lo decían. La verdad es que estaba un poco harto de ser un recluta, quería tener al menos algo de responsabilidad de verdad e importancia dentro de la marina. -Muchas gracias, encargado, espero que los jóvenes se reformen y que le vaya bien. 

Ya había terminado todo, ahora volvía a ser un civil más. Aunque esta vez tenía compañía. Miré a la mujer y al gato y me acerqué sonriendo. -Ya parece que no hay más peleas, siento haberte metido en esto. Por cierto, siento no haberme presentado antes, me llamo Ken, Tatsumi Ken. Venga, te invito a beber algo después de que te cambies, ¿Vale? Le hice una oferta que esperaba que no rechazara ya que tampoco buscaba ligar con ella debido a que no era mi estilo. Pero siempre está bien tener una amiga o al menos conocida y pese al mal comienzo, ahora parecía que nos llevábamos bien y que podíamos llegar a congeniar.

La muchacha pensaba que era un rango más alto. ¿Sería porque me veía capaz? Era sencillo de explicar. -Bueno, si tenemos en cuenta que muchos reclutas entran a la marina sin haber cogido un arma o haber estado en una pelea en toda su vida, es normal que dudes de mi rango al verme pelear. Que oye, tampoco soy un experto, pero he estado luchado desde pequeño, me crié en un lugar difícil. Después de que le comentara esto ella se presentó y aceptó mi oferta, por lo que empecé a pensar en lugares. Cerca de aquí había una taberna con baños limpios donde ella podría cambiarse si tenía alguna ropa de recambio y luego podríamos tomar algo tranquilamente. -Acompáñame Amy, conozco un lugar decente.

Inicié la marcha ya que estaba la taberna a unas manzanas. Pronto pasaríamos por la calle principal del pueblo, que tenía unos cuantos edificios con cierta importancia en el pasado, pero aún no me había dado suficiente tiempo para estudiarlos bien, así que solamente los observé un rato mientras caminaba. Eran unos edificios antiguos, todo el pueblo en general tenía ese aire de antigüedad que me agradaba bastante, por eso era uno de mis lugares favoritos. Poco después ya estábamos cerca de la taberna, no era demasiado grande pero sí estaba bien cuidada y era muy acogedora. Al entrar se notaba que el lugar estaba bastante limpio e iluminado. En la barra se veía a una señora mayor con una sonrisa muy acogedora. Siempre había pensado que esa clase de ancianas eran las mejores, amables y siempre agradables. Le señalé los baños a mi acompañante a la vez que le decía. -Si tienes ropa de repuesto puedes cambiarte allí, está limpio. Si no la tienes, podemos ir primero a una tienda que hay por aquí cerca o ver si la anciana te puede prestar algo, aunque a saber si te viene bien y de cuándo es esa prenda.

Me reí tras comentar sobre la antigüedad de la ropa que podría tener la anciana, tras esto busqué un lugar libre con la mirada por si Amy no tenía ropa de repuesto. Era una mesa algo apartada pero igualmente bien iluminada, no había mucha gente alrededor por lo que se podría estar tranquilo.

Amy había decidido pedirle algo de ropa a la anciana. Asentí ya que la idea se la comenté yo y le dejé ir a ella mientras yo iba hacia la mesa para ir cogiendo sitio. Al sentarme, vi a Amy hablando con ella, por lo que se lo estaría pidiendo y al parecer aceptó, aunque no podía escuchar bien qué decían. La anciana se marchó y yo me acomodé. La verdad que los asientos eran bastante buenos y cómodos, cosa que me agradó bastante. Tras un rato de espera, Amy salió con la ropa que le había prestado la anciana, era una ropa algo anticuada y no demasiado bonita, por lo que no le quedaba demasiado bien a la chica. Sonreí levemente intentando evitar reírme por respeto a la chica y para quitarle importancia le ofrecí una silla que esta al otro lado de la mesa, enfrente mía y le hablé de otro tema. -Bueno, ¿Eres de por aquí o también estás de paso como yo?

Cuando terminé la pregunta la anciana se nos acercó para ver qué queríamos tomar. -Yo me tomaré un zumo tropical si tienes... ehm, o mejor otra cosa, una cerveza mismo. Rectifiqué en la bebida ya que había pedido lo mismo que le lancé antes a la chica, y me sabía mal ahora beber eso delante suya. La miré a ver si se había enfadado, aunque en verdad tampoco era mi culpa. El zumo tropical era una de mis bebidas favoritas y no era muy fanático del alcohol aunque eso ya no importaba.

La verdad es que no la conocía muy bien y la última vez que estuve así con una chica, resultó que era una pirata. ¿Amy también era una pirata? Quién lo sabría, no podía preguntárselo así sin más. Aunque en verdad incluso prefería no saberlo. Tenía que dejar de pensar en estas cosas así que inicié un nuevo tema de conversación para despejarme. -Ah, y por lo que vi antes luchabas de una forma extraña, ¿Cómo hacías eso? Tras el cambio de tema, me relajé esperando que las bebidas llegasen y que Amy siguiera la conversación.

La anciana ya se estaba volviendo al saber las bebidas que queríamos. Al poco rato volvió con una cerveza y un zumo de naranja. La cerveza me la dejó delante y la cogí y le di un par de tragos. Su sabor amargo no me gustaba demasiado, pero poco a poco me iba acostumbrando ya que a los demás reclutas les gustaba bastante ir a beber cervezas por ahí después de hacer las labores. Tras los tragos dejé la cerveza en la mesa y me limpié los labios con la mano. Amy empezó a comentarme que con su báculo ella podía controlar el aire y demás. También comentó que era una científica del gobierno. Después de esta confesión me quedé mirándola unos momentos. Yo no sabía mucho de los científicos del gobierno, ya que no solía meterme en esos temas, pero la verdad es que algo había escuchado. De nuevo volví a dar un trago a la cerveza y le contesté: -Controlar el aire con un báculo... sí, parece algo muy de persona científica. Parece una buena profesión, aunque no sé demasiado. Yo la verdad es que no soy muy de inventar y diseñar, como mucho algo de herrería, aunque aún soy un principiante.

Por unos momentos me perdí en mis pensamientos. Seguramente era porque sabía que se me estaba pasando algo, pero no lograba recordarlo. Agité la cabeza intentando dejar de pensar en eso ya que si no me acordaba no importaba y ya me vendría a la mente. Volví a coger la cerveza y di un par de tragos más, dejándola casi vacía. Cuando volví a dejar el vaso en la mesa lo que se me había olvidado me vino a la mente. ¿Cómo se me podría haber pasado? El barco de los marines en el que vine no tardaría en zarpar ya que estábamos solo de paso e íbamos a tomarnos el día libre. Con lo de la pelea la mente se me fue, pero al menos aún estaba a tiempo de llegar.

Miré a Amy de nuevo mientras me levantaba y le expliqué: -Amy, tengo que marcharme rápidamente, que voy a perder el barco de la marina en el que viajo ya que estábamos solo de paso por la ciudad y yo fui a dar un paseo. Ya nos veremos en otra ocasión e invito yo, no te preocupes. Seguidamente fui a la barra a pagar a la tabernera las dos bebidas y salí corriendo en dirección al puerto. Al llegar vi a unos cuantos compañeros mirando a ver si llegaba, algo enfadados. Me disculpé nada más al subir y resoplé aliviado tras haber llegado. Cuando ya habíamos zarpado y nos alejábamos de la isla me quedé mirando hacia la nada, pensativo. Así que Amy, una científica del gobierno. No parecía una mala persona y no tenía que evitarla como con Mercedes. También tenía la sensación de que no sería la última vez que la vería, aunque el mundo es muy grande y no sabía qué podía depararme. Ya cuando me llamaron por tercera vez y se notaba el cabreo, fui a ayudar, dejando esos pensamientos de lado.