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Un Sol radiante en lo alto de aquel manto celeste, iluminando el mar cristalino en el que se reflejaba cual espejo. Las gaviotas volaban hacia el norte con armonía, inaugurando sus grandes alas blancas, atravesando las nubes. Sin duda, era un día precioso, aunque los gritos que se escuchaban desde el aire rompían el equilibrio de aquel hermoso paisaje.
- ¿Idiota yo? ¡Pues tú eres un idiota multiplicado por mil! – Se escuchaba resonando en el cielo, rompiendo la coordinación de los aves.
- Venga ya… Si yo soy idiota por mil… ¡Tú eres idiota multiplicado por un billón! – Gritaba una voz grave de igual modo que la anterior.
- ¿Ah, sí? Pues tú eres un maldito idiota multiplicado… ¡Multiplicado por un millón! – Vociferaba la anterior voz al unísono.
- ¿Ves cómo eres idiota? ¡Un millón es menos que un billón! – Soltó tras una carcajada. Al parecer dos personas estaban discutiendo sobre quien era más idiota, y el que tenía la voz grave ganó. El otro era tan idiota que no sabía que un millón era menos que un billón. Lo peor de todo esto era que el idiota… el idiota… El idiota era yo.
Estaba en mi gran barco, llamado isla flotante por muchos otros, discutiendo con mi nuevo hermano, Dovahkiin. Bueno, no éramos humanos normales, ya que yo no podía ser llamado como persona, y mi hermano era un dragón. Si, lo que lees, un dragón rojo de diez metros. En cambio yo tenía un largo cabello, un cuerpo de humano normal, pero claro, mi nariz y boca de león no decían lo contrario. Sin hablar de mi piel rosa, mis brazos con escamas verdosas o mis hombros negros de escarabajo… Si no contabas eso, ni la cola de mono, me podía considerar como un humano normal. ¿A dónde nos dirigíamos? Bueno, primero de todo he de contarte que yo era un pirata, aunque no uno normal, ya que trabajaba para el gobierno como Shichibukai. Me habían dicho que me pagarían con un buen pescado de primera clase si defendía Shellstown de una posible amenaza.
Al parecer unos novatos, numerosos novatos, se habían propuesto ir hacia aquel lugar a armarla bien gorda. Según mi misión no podía permitirlo y por eso estaba ahí, llegando hacia Shellstown por el mar, en el East Blue.
Poco a poco mi enorme navío, si así se podía llamar, se acercaba más y más a la isla. El colmo de esto era que mi maldito “barco” era más grande que la propia isla, y eso quieras o no sería un problema. Si aquellos novatos tenían información sobre mí… Escaparían en cuanto viesen las enormes murallas y torres que rodeaban mi “isla flotante”, haciendo sombre en Shellstown.
- Vaya, vaya… Parece que hemos llegado. Dova, transfórmate en chaqueta para así fusionarnos. – Le decía a mi dragón con tono amistoso.
- ¿Estás loco? Llevas semanas sin ducharte. No quiero apestar a perro muerto.
Al parecer hoy estaba rebelde. El novato domador de dragones, yo, estaba en problemas con su propio compañero. Era ridículo, pero joder… Convencer a un dragón, que huele mejor que tú, de que se fusionase contigo… Era cuanto menos difícil.
- En serio, últimamente estás insoportable. Bueno, pues me subiré encima de ti. – Dije sin esperar respuesta, saltando encima de él, subiendo a su cuello para así ser transportado como un tripulante.
Menos mal que empezaba a obedecer, de todas formas… Yo era el hermano “mayor”, si no contábamos que él tenía cincuenta veces mi edad o más. Empezó a volar para salir de mi isla y aterrizar en Shellstown. Lo peor es que empezó a cundir el pánico en cuanto vieron a Dovahkiin, y eso que era yo el que olía mal. Todos gritaban con pavor que había un dragón, llorando y pidiendo ayuda… Vamos, como si fuésemos mala gente. Encima de todo Dova empezaba a cabrearse, y si no fuera porque tenía autocontrol… Ahora mismo todos esos humanos tendrían el culo chambuscado.
- ¡Jajajajaja! Mira si eres feo… ¡Que huyen de ti! – Gritaba entre carcajadas, llorando casi de la risa. Estuve casi a punto de caerme de encima de Dova, aunque mis habilidades como mono funcionaban a la perfección y mi equilibrio era bueno. Tenía suerte de tener cola y poderme agarrar al cuello.
- ¡Estúpido! ¡Al final irás andando!
- ¿Idiota yo? ¡Pues tú eres un idiota multiplicado por mil! – Se escuchaba resonando en el cielo, rompiendo la coordinación de los aves.
- Venga ya… Si yo soy idiota por mil… ¡Tú eres idiota multiplicado por un billón! – Gritaba una voz grave de igual modo que la anterior.
- ¿Ah, sí? Pues tú eres un maldito idiota multiplicado… ¡Multiplicado por un millón! – Vociferaba la anterior voz al unísono.
- ¿Ves cómo eres idiota? ¡Un millón es menos que un billón! – Soltó tras una carcajada. Al parecer dos personas estaban discutiendo sobre quien era más idiota, y el que tenía la voz grave ganó. El otro era tan idiota que no sabía que un millón era menos que un billón. Lo peor de todo esto era que el idiota… el idiota… El idiota era yo.
Estaba en mi gran barco, llamado isla flotante por muchos otros, discutiendo con mi nuevo hermano, Dovahkiin. Bueno, no éramos humanos normales, ya que yo no podía ser llamado como persona, y mi hermano era un dragón. Si, lo que lees, un dragón rojo de diez metros. En cambio yo tenía un largo cabello, un cuerpo de humano normal, pero claro, mi nariz y boca de león no decían lo contrario. Sin hablar de mi piel rosa, mis brazos con escamas verdosas o mis hombros negros de escarabajo… Si no contabas eso, ni la cola de mono, me podía considerar como un humano normal. ¿A dónde nos dirigíamos? Bueno, primero de todo he de contarte que yo era un pirata, aunque no uno normal, ya que trabajaba para el gobierno como Shichibukai. Me habían dicho que me pagarían con un buen pescado de primera clase si defendía Shellstown de una posible amenaza.
Al parecer unos novatos, numerosos novatos, se habían propuesto ir hacia aquel lugar a armarla bien gorda. Según mi misión no podía permitirlo y por eso estaba ahí, llegando hacia Shellstown por el mar, en el East Blue.
Poco a poco mi enorme navío, si así se podía llamar, se acercaba más y más a la isla. El colmo de esto era que mi maldito “barco” era más grande que la propia isla, y eso quieras o no sería un problema. Si aquellos novatos tenían información sobre mí… Escaparían en cuanto viesen las enormes murallas y torres que rodeaban mi “isla flotante”, haciendo sombre en Shellstown.
- Vaya, vaya… Parece que hemos llegado. Dova, transfórmate en chaqueta para así fusionarnos. – Le decía a mi dragón con tono amistoso.
- ¿Estás loco? Llevas semanas sin ducharte. No quiero apestar a perro muerto.
Al parecer hoy estaba rebelde. El novato domador de dragones, yo, estaba en problemas con su propio compañero. Era ridículo, pero joder… Convencer a un dragón, que huele mejor que tú, de que se fusionase contigo… Era cuanto menos difícil.
- En serio, últimamente estás insoportable. Bueno, pues me subiré encima de ti. – Dije sin esperar respuesta, saltando encima de él, subiendo a su cuello para así ser transportado como un tripulante.
Menos mal que empezaba a obedecer, de todas formas… Yo era el hermano “mayor”, si no contábamos que él tenía cincuenta veces mi edad o más. Empezó a volar para salir de mi isla y aterrizar en Shellstown. Lo peor es que empezó a cundir el pánico en cuanto vieron a Dovahkiin, y eso que era yo el que olía mal. Todos gritaban con pavor que había un dragón, llorando y pidiendo ayuda… Vamos, como si fuésemos mala gente. Encima de todo Dova empezaba a cabrearse, y si no fuera porque tenía autocontrol… Ahora mismo todos esos humanos tendrían el culo chambuscado.
- ¡Jajajajaja! Mira si eres feo… ¡Que huyen de ti! – Gritaba entre carcajadas, llorando casi de la risa. Estuve casi a punto de caerme de encima de Dova, aunque mis habilidades como mono funcionaban a la perfección y mi equilibrio era bueno. Tenía suerte de tener cola y poderme agarrar al cuello.
- ¡Estúpido! ¡Al final irás andando!
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Su respiración era cada vez más agitada mientras algunas gotas de sudor bajaban por alrededor de su frente; la alargada cabellera azulada danzaba al compás de su ritmo, mientras que sus orbes se mantenían fijos en su presa. Se podría decir que en aquel momento Amy estaba completamente concentrada en su objetivo, había olvidado el motivo de la visita a esa isla y solo tenia un punto fijo… capturar a ese maldito ladrón ¿¡Quien era lo suficientemente estúpido para robar libros de química!? Haber que se lo digan, que no tenía ni la menor idea del porque le habían robado la mochila.
-¡Espera, esos libros no te serviran para nada!-
Gritaba un tanto ahogada mientras seguía corriendo detrás del ladrón que le llevaba varios metros. Gracias a esa ventaja el chico que parecía tener unos 19 años y cabellera rojiza dobló hacia la izquierda, causando que Amy lo perdiera de vista por unos momentos, pero rápidamente tomó una gran bocanada de aire y aumentó su velocidad para doblar en la esquina y nuevamente divisar su figura. Era bien sabido que los científicos no eran muy atléticos...pues que equivocado estaba el mundo ¡Amy era atlética, y no solo eso… se entrenaba bastante para tener un cuerpo resistente!
-Maldición ¡Juro que te hare cenizas cuando te atrape!-
Se podría decir que ese era un grito lleno de cólera , a la vez que su velocidad nuevamente descendía y aquel tipo seguía corriendo como si nada, malditos ladrones amigos de lo ajeno que corrían como Spirit Gonzalez. Que caotica situacion para la muchacha que había recibido ese libro de su superior para que lo estudiara, no era un libro caro… porque su contenido no era tan difícil, pero como Amy no tenía dinero lo mejor que podía hacer era pedir prestado… ¿¡Pero ahora que le diría a su jefe?! ¡Que alguien le responda esa pregunta! Joder…
Y ante aquellas dudas el ladrón doblaba hacia la derecha, causando que la chica lo perdiera de vista… pero no importaba, Amy podía usar su turbo de nuevo y alcanzarlo ¿No? ¡Pues no! Tampoco era superwoman, por dios apenas podía correr un poco más veloz que una persona común y corriente por un instante… que no le pidan milagros a la chica.
Por lo tanto corrió lo más rápido que pudo en aquella situación, y cuando dobló hacia la derecha vio como el ladrón comenzaba a galopar (pues parecía que daba zancadas) hacia ella con una expresión asustadiza en su rostro.
Ante ello la chica detuvo su andar...pero lo que nunca imaginó era que el chico comenzara a mirar hacia atrás cuando aumentaba su velocidad y terminara chocando fuertemente con ella.
-Argh, joder ¿¡Pero que mierda haces!?-
Pregunto la chica, pero no recibió respuesta alguna pues el joven se levantó velozmente y siguió corriendo, sin importarle que había dejado la mochila de Amy tirada en el suelo y por lo pronto su “gran” robo había sido frustrado por …¿Èl? Bah, no tenía nada de qué preocuparse ella, pues gracias a un milagro divino su mochila-y por ende el libro- había regresado a su “dueño”.
La chica simplemente se levanto y tomo rápidamente el bolso, no vaya a ser que alguien más quiera robarselo.
Cuando por fin se tranquilizó respiratoria y mentalmente, comenzó a notar algo raro… todo a su alrededor estaban corriendo como aquel ladrón que chocó con ella, es más...tenían la misma expresión asustadiza.
Con leves movimientos la chica se llevo la mochila a su espalda a la vez que su caminata era hacia la dirección contraria que todas esas personas... pues comenzaba a caminar unos 30 metros hacia el frente para terminar doblando nuevamente a la derecha.
Cuando llegó al lugar de donde todos huían levantó un poco su mirada- pues la traía algo gacha para no chocar nada de lo que la gente comenzaba a lanzar al suelo para correr más rápido- y fue ahí cuando vio algo que la dejó helada.
Su cuerpo quedó estático, podría decirse que su alma salió de èl, mientras tanto sus orbes celestes se mantuvieron fijos al dragón que estaba sobre el mismo suelo que ella se encontraba pisando en aquel instante.
Parecía que la chica se había quedado unos segundos sin respirar, pero lentamente su respiración regreso a la vez que parpadeaba muy rápido sin poder creer lo que estaba viendo. Cuando captó la situación (por fin) se pellizcó con bastante fuera el brazo izquierdo, causándole dolor. He aquí señoras y señores cuando Amy D. Hacke comprendió que todo aquello era real… ¡Por Dios se trataba de un Dragón… si… un Dra-gón!
-Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii (...) lo sabía, lo sabía ¡Existian!-
He aquí un grito de Amy, quien sin pensárselo dos veces salió corriendo hacia el dragon. Pobre niña inconsciente...posiblemente iba morir en aquel instante pero moriría feliz.
La chica se detuvo cuando quedó a unos tres metros de este...osea nada de distancia… la cuestión es que lo miro más de cerca y recordó todo lo que había leído en el pasado sobre aquellos fantásticos seres. Por lo tanto trato de esperar que éste reaccionara de alguna forma...pero que lastima, solo espero dos segundos y continuó su carrera para lanzarse hacia una de las patas del dragón y abrazarlo como si fuera una niña pequeña que no veía hace mucho a su padre.
-¡Mi nombre es Amy D. Hacke y lo admiro señor Dragón!-
Grito a todo pulmón mientras cerraba los ojos con algo de miedo y emoción. No tenía ni la menor idea de lo que pasaría en aquel instante.
-¡Espera, esos libros no te serviran para nada!-
Gritaba un tanto ahogada mientras seguía corriendo detrás del ladrón que le llevaba varios metros. Gracias a esa ventaja el chico que parecía tener unos 19 años y cabellera rojiza dobló hacia la izquierda, causando que Amy lo perdiera de vista por unos momentos, pero rápidamente tomó una gran bocanada de aire y aumentó su velocidad para doblar en la esquina y nuevamente divisar su figura. Era bien sabido que los científicos no eran muy atléticos...pues que equivocado estaba el mundo ¡Amy era atlética, y no solo eso… se entrenaba bastante para tener un cuerpo resistente!
-Maldición ¡Juro que te hare cenizas cuando te atrape!-
Se podría decir que ese era un grito lleno de cólera , a la vez que su velocidad nuevamente descendía y aquel tipo seguía corriendo como si nada, malditos ladrones amigos de lo ajeno que corrían como Spirit Gonzalez. Que caotica situacion para la muchacha que había recibido ese libro de su superior para que lo estudiara, no era un libro caro… porque su contenido no era tan difícil, pero como Amy no tenía dinero lo mejor que podía hacer era pedir prestado… ¿¡Pero ahora que le diría a su jefe?! ¡Que alguien le responda esa pregunta! Joder…
Y ante aquellas dudas el ladrón doblaba hacia la derecha, causando que la chica lo perdiera de vista… pero no importaba, Amy podía usar su turbo de nuevo y alcanzarlo ¿No? ¡Pues no! Tampoco era superwoman, por dios apenas podía correr un poco más veloz que una persona común y corriente por un instante… que no le pidan milagros a la chica.
Por lo tanto corrió lo más rápido que pudo en aquella situación, y cuando dobló hacia la derecha vio como el ladrón comenzaba a galopar (pues parecía que daba zancadas) hacia ella con una expresión asustadiza en su rostro.
Ante ello la chica detuvo su andar...pero lo que nunca imaginó era que el chico comenzara a mirar hacia atrás cuando aumentaba su velocidad y terminara chocando fuertemente con ella.
-Argh, joder ¿¡Pero que mierda haces!?-
Pregunto la chica, pero no recibió respuesta alguna pues el joven se levantó velozmente y siguió corriendo, sin importarle que había dejado la mochila de Amy tirada en el suelo y por lo pronto su “gran” robo había sido frustrado por …¿Èl? Bah, no tenía nada de qué preocuparse ella, pues gracias a un milagro divino su mochila-y por ende el libro- había regresado a su “dueño”.
La chica simplemente se levanto y tomo rápidamente el bolso, no vaya a ser que alguien más quiera robarselo.
Cuando por fin se tranquilizó respiratoria y mentalmente, comenzó a notar algo raro… todo a su alrededor estaban corriendo como aquel ladrón que chocó con ella, es más...tenían la misma expresión asustadiza.
Con leves movimientos la chica se llevo la mochila a su espalda a la vez que su caminata era hacia la dirección contraria que todas esas personas... pues comenzaba a caminar unos 30 metros hacia el frente para terminar doblando nuevamente a la derecha.
Cuando llegó al lugar de donde todos huían levantó un poco su mirada- pues la traía algo gacha para no chocar nada de lo que la gente comenzaba a lanzar al suelo para correr más rápido- y fue ahí cuando vio algo que la dejó helada.
Su cuerpo quedó estático, podría decirse que su alma salió de èl, mientras tanto sus orbes celestes se mantuvieron fijos al dragón que estaba sobre el mismo suelo que ella se encontraba pisando en aquel instante.
Parecía que la chica se había quedado unos segundos sin respirar, pero lentamente su respiración regreso a la vez que parpadeaba muy rápido sin poder creer lo que estaba viendo. Cuando captó la situación (por fin) se pellizcó con bastante fuera el brazo izquierdo, causándole dolor. He aquí señoras y señores cuando Amy D. Hacke comprendió que todo aquello era real… ¡Por Dios se trataba de un Dragón… si… un Dra-gón!
-Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii (...) lo sabía, lo sabía ¡Existian!-
He aquí un grito de Amy, quien sin pensárselo dos veces salió corriendo hacia el dragon. Pobre niña inconsciente...posiblemente iba morir en aquel instante pero moriría feliz.
La chica se detuvo cuando quedó a unos tres metros de este...osea nada de distancia… la cuestión es que lo miro más de cerca y recordó todo lo que había leído en el pasado sobre aquellos fantásticos seres. Por lo tanto trato de esperar que éste reaccionara de alguna forma...pero que lastima, solo espero dos segundos y continuó su carrera para lanzarse hacia una de las patas del dragón y abrazarlo como si fuera una niña pequeña que no veía hace mucho a su padre.
-¡Mi nombre es Amy D. Hacke y lo admiro señor Dragón!-
Grito a todo pulmón mientras cerraba los ojos con algo de miedo y emoción. No tenía ni la menor idea de lo que pasaría en aquel instante.
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De pronto una muchacha extraña apareció. Mientras todos corrían con un gran miedo en sus cuerpos, aquella chica se había quedado quieta. Pude oír durante unos segundos como su corazón había dejado de latir con normalidad, por lo que me preocupó. Era bastante extraño que alguien se quedara así. ¿Tal vez fuera el profundo miedo de ver un dragón?
- Vaya, Dova. Mira si eres feo que ha sido verte y le ha dado un ataque al corazón… La próxima vez que salgas de casa, tendré que maquillarte. – Decía con un tono burlón a la vez que me acariciaba una oreja con el pie.
- No digas idioteces. Ha sido tu olor. Hueles tan mal, que le has dejado inconsciente.
Tras desvaríos y bromas, aquella muchacha pareció que empezó a cobrar el sentido. Su respiración empezó a ser progresiva, como sus latidos. Parpadeó varias veces con velocidad, como si no podía creer lo que viese. Aunque claro, era normal, un dragón al fin y al cabo era cosa de cuentos de hadas. Corrió hacia ellos como alma que llevaba el diablo, balanceando su larga cabellera tras de sí. Pronto se pararía de golpe, a saber por qué, pero volvería a correr de nuevo.
- Asder… Está muchacha está más loca que tú. Bueno, no, eso es imposible. Nadie puede compararse a un cabeza hueca. Jejeje. – Decía Dova, burlándose de mí. ¿En serio hacía falta cuestionar mi inteligencia? Venga ya, no era mi culpa haber crecido con animales. A parte… ¡Siempre me dijeron que mi CI era más alto que el normal! Aunque no sepa que es el CI…
De todas formas, aquel día me quedé impresionado. Acostumbrado a que los humanos corriesen de Dovahkiin por las miles de historias hostiles que los dragones tenían, no podía creerme que aquella muchacha… ¡Corriese a abrazar a Dova! Se agarró de su pata como si de una lapa se tratase, gritando con confianza y alegría. ¿Sería una fan de los dragones? ¿O simplemente tenía unos gustos de la belleza pésimos? Dova era el dragón más feo. A parte, no se solía cepillar los dientes.
- ¡Jajajajaja! – Reía sin poder parar, moviéndome de lado a lado y llorando de la risa. - Mira que es raro. ¡Al fin alguien con mal gusto! ¡Jajajaja! – De verdad que no podía reír sin parar. Me estaba dando un gran ataque de risa, de esos que no puedes ni respirar casi ya que tus pulmones están ocupados riendo. - ¡Es demasiado raro que te salga una fan!
Parece que aquello cabreó a Dova, ya que sin venir a cuento alzó su cola con velocidad para llevarla encima de mí, y después bajarla aún más rápido, para golpearme con gran fuerza sobre la cabeza. Eso dolió… Joder que si dolió. Se había pasado tres pueblos, no tenía tanto sentido del humor como yo creía… De todas formas aquella chica era especial. La verdad es que me intrigaba como una chica común no podía asustarse. Vamos, al lado de Dova y de mi parecía una hormiga. ¿Tal vez si fuera especial? O tal vez ella podía entender a los animales… ¿Podría ver más allá del aspecto aterrador de un dragón? Tal vez fuese eso… Sin duda, era especial.
Entonces se presentó. Según decía, su nombre era Amy. Al parecer admiraba al dragón. Desde luego que aquella chica me hizo sacar una sonrisa, a pesar de que un enorme chicón de diez centímetros empezaba a crecer en lo alto de mi cabeza. De todas formas, me alegraba de corazón. Aún había personas buenas en este mundo, la oscuridad, con luces como ella, parecía desvanecerse cada vez más.
Suspiré con fuerza y miré al cielo. Podía ver las gaviotas sobrevolar la isla. A penas había una sola nube, y el Sol era casi tapado por mi enorme isla. Debía hacer lo mismo que ella, así que me dispuse a presentarme. Di un salto desde lo alto de Dova, aterrizando con fuerza al lado de la chica y encorvé mi espalda para ponerme más o menos a su altura.
- Hola buenas, chiquilla. Yo soy el pirata Lion D. Asderdeker, puedes llamarme Asder. – Le decía mientras la olfateaba, notando un dulce olor femenino. Era reconfortable. Posé mi mano derecha sobre su pequeña cabeza y le sonreí con ganas. Estaba feliz de ver personas como ella. - Y este es mi hermano, Dovahkiin. Qué raro que no te hayas asustado por su cara. Jejeje. – Y de nuevo un coletazo aterrizó sobre mi cabeza. Retiré la mano que posaba en el cabello de Amy y empecé a acariciar el ahora doble chichón de quince centímetros. - ¡Oye, ya te estás pasando! – Le dije enfadado.
- Eres estúpido. Vuelve a llamarme feo y te apaleo, mofeta.
- ¿¡Qué me has llamado!? ¡Ya te gustaría estar a mi altura! Metamorfósicamente, claro. – Dije cortando sus palabras al escuchar la palabra mofeta.
- Maldito estúpido, se dice metafóricamente. ¡Paleto!
Este dragón… No hacía otra cosa que intentar dejarme en ridículo. De todas formas… Pronto se debería fusionar conmigo o esperar en mi isla, aunque lo de esperar no le gustaba. Su enorme cuerpo no cabía por las calles, y no quería que siguiese espantando a la gente… Así que Dova, tras una mirada mía, se transformó en una chaqueta que me puse sin pensarlo. Eso provocó que una extraña niebla me rodease de repente, como si una bomba de humo estallase. Para cuando aquel vapor extraño desapareciera, yo mediría siete metros y medio. No solo eso, sino que mi aspecto cambiaría radicalmente. Ahora tendría unos cuernos en mi cabeza, unas alas a la espalda y escamas rojas por todo mi cuerpo, a parte de una cola de dragón. Vamos, me había fusionado con Dovahkiin, siendo un híbrido entre “humano” y dragón.
- Vaya, Dova. Mira si eres feo que ha sido verte y le ha dado un ataque al corazón… La próxima vez que salgas de casa, tendré que maquillarte. – Decía con un tono burlón a la vez que me acariciaba una oreja con el pie.
- No digas idioteces. Ha sido tu olor. Hueles tan mal, que le has dejado inconsciente.
Tras desvaríos y bromas, aquella muchacha pareció que empezó a cobrar el sentido. Su respiración empezó a ser progresiva, como sus latidos. Parpadeó varias veces con velocidad, como si no podía creer lo que viese. Aunque claro, era normal, un dragón al fin y al cabo era cosa de cuentos de hadas. Corrió hacia ellos como alma que llevaba el diablo, balanceando su larga cabellera tras de sí. Pronto se pararía de golpe, a saber por qué, pero volvería a correr de nuevo.
- Asder… Está muchacha está más loca que tú. Bueno, no, eso es imposible. Nadie puede compararse a un cabeza hueca. Jejeje. – Decía Dova, burlándose de mí. ¿En serio hacía falta cuestionar mi inteligencia? Venga ya, no era mi culpa haber crecido con animales. A parte… ¡Siempre me dijeron que mi CI era más alto que el normal! Aunque no sepa que es el CI…
De todas formas, aquel día me quedé impresionado. Acostumbrado a que los humanos corriesen de Dovahkiin por las miles de historias hostiles que los dragones tenían, no podía creerme que aquella muchacha… ¡Corriese a abrazar a Dova! Se agarró de su pata como si de una lapa se tratase, gritando con confianza y alegría. ¿Sería una fan de los dragones? ¿O simplemente tenía unos gustos de la belleza pésimos? Dova era el dragón más feo. A parte, no se solía cepillar los dientes.
- ¡Jajajajaja! – Reía sin poder parar, moviéndome de lado a lado y llorando de la risa. - Mira que es raro. ¡Al fin alguien con mal gusto! ¡Jajajaja! – De verdad que no podía reír sin parar. Me estaba dando un gran ataque de risa, de esos que no puedes ni respirar casi ya que tus pulmones están ocupados riendo. - ¡Es demasiado raro que te salga una fan!
Parece que aquello cabreó a Dova, ya que sin venir a cuento alzó su cola con velocidad para llevarla encima de mí, y después bajarla aún más rápido, para golpearme con gran fuerza sobre la cabeza. Eso dolió… Joder que si dolió. Se había pasado tres pueblos, no tenía tanto sentido del humor como yo creía… De todas formas aquella chica era especial. La verdad es que me intrigaba como una chica común no podía asustarse. Vamos, al lado de Dova y de mi parecía una hormiga. ¿Tal vez si fuera especial? O tal vez ella podía entender a los animales… ¿Podría ver más allá del aspecto aterrador de un dragón? Tal vez fuese eso… Sin duda, era especial.
Entonces se presentó. Según decía, su nombre era Amy. Al parecer admiraba al dragón. Desde luego que aquella chica me hizo sacar una sonrisa, a pesar de que un enorme chicón de diez centímetros empezaba a crecer en lo alto de mi cabeza. De todas formas, me alegraba de corazón. Aún había personas buenas en este mundo, la oscuridad, con luces como ella, parecía desvanecerse cada vez más.
Suspiré con fuerza y miré al cielo. Podía ver las gaviotas sobrevolar la isla. A penas había una sola nube, y el Sol era casi tapado por mi enorme isla. Debía hacer lo mismo que ella, así que me dispuse a presentarme. Di un salto desde lo alto de Dova, aterrizando con fuerza al lado de la chica y encorvé mi espalda para ponerme más o menos a su altura.
- Hola buenas, chiquilla. Yo soy el pirata Lion D. Asderdeker, puedes llamarme Asder. – Le decía mientras la olfateaba, notando un dulce olor femenino. Era reconfortable. Posé mi mano derecha sobre su pequeña cabeza y le sonreí con ganas. Estaba feliz de ver personas como ella. - Y este es mi hermano, Dovahkiin. Qué raro que no te hayas asustado por su cara. Jejeje. – Y de nuevo un coletazo aterrizó sobre mi cabeza. Retiré la mano que posaba en el cabello de Amy y empecé a acariciar el ahora doble chichón de quince centímetros. - ¡Oye, ya te estás pasando! – Le dije enfadado.
- Eres estúpido. Vuelve a llamarme feo y te apaleo, mofeta.
- ¿¡Qué me has llamado!? ¡Ya te gustaría estar a mi altura! Metamorfósicamente, claro. – Dije cortando sus palabras al escuchar la palabra mofeta.
- Maldito estúpido, se dice metafóricamente. ¡Paleto!
Este dragón… No hacía otra cosa que intentar dejarme en ridículo. De todas formas… Pronto se debería fusionar conmigo o esperar en mi isla, aunque lo de esperar no le gustaba. Su enorme cuerpo no cabía por las calles, y no quería que siguiese espantando a la gente… Así que Dova, tras una mirada mía, se transformó en una chaqueta que me puse sin pensarlo. Eso provocó que una extraña niebla me rodease de repente, como si una bomba de humo estallase. Para cuando aquel vapor extraño desapareciera, yo mediría siete metros y medio. No solo eso, sino que mi aspecto cambiaría radicalmente. Ahora tendría unos cuernos en mi cabeza, unas alas a la espalda y escamas rojas por todo mi cuerpo, a parte de una cola de dragón. Vamos, me había fusionado con Dovahkiin, siendo un híbrido entre “humano” y dragón.
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Sus brazos ocupaban una pequeña partecita de la piel de aquel enorme ser tan increíble que estaba tocando, sus escamas secas y rasposas le daban una sensación desagradable ¿Pero a quién le importaba? Eso era un dragón y punto… ¡Estaba abrazando un dragón! En la división científica nadie le creería y se burlarían de ella ¿¡Pero a quién le importaba!?
Si sabia que pasaría aquello hubiera llevado una cámara fotográfica o algo...pero en fin, lo importante era que aquel recuerdo jamás se le borraría de la mente pues esos instantes eran especiales.
A todo esto sus pensamientos fueron detenidos por unas palabras y risas que provenían desde arriba del dragón, causando que la chica se separara un poco de aquella bestia mitológica y mirara hacia el cielo, sin entender mucho lo que ocurría. Aunque de pronto sintió como levemente el suelo vibró cuando alguien caía enfrente de ella, y un aroma que había sentido en el aire -Nauseabundo- se intensificó a creces.
La chica sin poder evitarlo posó sus orbes celestes en la persona…¿Persona? que ahora se había colocado a unos metros de ella. Este ser poseía una gran altura, sin mencionar que su cuerpo… no era humano ¡No la iban a engañar! Eso no era un humano, obviamente era un animal raro.
Su cerebro procesó las palabras de aquel ser que ademas olia super mal, por dios ni el dragón olía tan mal… que animal más sucio, y poco a poco comenzó a verse un leve temblor en el cuerpo de Amy a la vez que sentía la gran mano que esa bestia posaba sobre ella.
Ese salvaje era un pirata...sí, un pirata, y por lo tanto Amy rápidamente dio un paso hacia atrás con desconfiaba. No le agradaban esos vándalos porque le habían hecho sufrir bastante en su niñez… pero sabia que ese no era un pirata común y corriente cuando escucho el nombre. Èl era uno de los piratas que trabajaban con el gobierno.
-¿Entonces no eres de esos piratas que secuestran gente y la hacen sus esclavos o las venden?-
Preguntó directamente, sin presentarse ni nada, a la vez que analizaba las siguientes frases que èl había acotado… ¿El dragón era hermano de èl? … ¡A pues entonces él también era un dragón! Ahora todo estaba solucionado, no tenía que temer...aunque era pirata igual, detalles, detalles al fin y al cabo ese ser tambien era un dragón y ella adoraba a los dragones.
-¡Perdón! Por mi falta de respeto Lion-sama.-
Acoto la chica mientras se inclino un poco ante Lion, pues ella pensaba que también se trataba de un dragón. A todo esto escucho la voz del ser mitológico más grande que se burlaba de Lion y este le respondió enojado… pero de una forma muy particular, causando que la chica se riera un poco a la vez que su cuerpo de cierta manera comenzaba a relajarse, pues al escuchar “pirata” había pensado lo peor.
A esta altura nada podría sorprender a Amy... ¡Pequeña ingenua! Pues ahora te mostraran un truco de magia over, niña noob. Rápidamente en los alrededores comenzó a salir una nube oscura causandole un poco de tos a la científica, pues no se esperaba esa situación.
La cuestión es que cuando se despejó el humo vio algo que la dejo aun mas sorprendida… pues Lion ahora medía más de siete metros y no solo eso, sino que el dragón más grande ya no estaba...y ahora el “piratita” tenía escama roja por todo el cuerpo, cuernos, alas y una cola.
-Señor Lion-sama ¿Esa es la transformación de ustedes dos?-
Bien ¿Que se podía decir de Amy? … uhmm la palabra “estupida” la definiría bien en aquel momento, ella había leído que los dragones poseían poderes sobrenaturales por lo tanto pensó que aquel instante ambos dragones habían utilizado sus poderes para fusionarse y parecer una “persona” o algo asi. Sep, Amy se llevaba todos los premios a los pensamientos estúpidos...en fin allá ella con sus tonterías que le hacían feliz.
Si bien el olor de aquel lugar era totalmente nauseabundo.... a la jovencita dejó de importarle cuando descubrió que Lion también era un ser mitológico, más bien ahora ni le molestaba..-pensaba que era normal que hubieran dragones con “aromas” más fuertes que otros.
Si sabia que pasaría aquello hubiera llevado una cámara fotográfica o algo...pero en fin, lo importante era que aquel recuerdo jamás se le borraría de la mente pues esos instantes eran especiales.
A todo esto sus pensamientos fueron detenidos por unas palabras y risas que provenían desde arriba del dragón, causando que la chica se separara un poco de aquella bestia mitológica y mirara hacia el cielo, sin entender mucho lo que ocurría. Aunque de pronto sintió como levemente el suelo vibró cuando alguien caía enfrente de ella, y un aroma que había sentido en el aire -Nauseabundo- se intensificó a creces.
La chica sin poder evitarlo posó sus orbes celestes en la persona…¿Persona? que ahora se había colocado a unos metros de ella. Este ser poseía una gran altura, sin mencionar que su cuerpo… no era humano ¡No la iban a engañar! Eso no era un humano, obviamente era un animal raro.
Su cerebro procesó las palabras de aquel ser que ademas olia super mal, por dios ni el dragón olía tan mal… que animal más sucio, y poco a poco comenzó a verse un leve temblor en el cuerpo de Amy a la vez que sentía la gran mano que esa bestia posaba sobre ella.
Ese salvaje era un pirata...sí, un pirata, y por lo tanto Amy rápidamente dio un paso hacia atrás con desconfiaba. No le agradaban esos vándalos porque le habían hecho sufrir bastante en su niñez… pero sabia que ese no era un pirata común y corriente cuando escucho el nombre. Èl era uno de los piratas que trabajaban con el gobierno.
-¿Entonces no eres de esos piratas que secuestran gente y la hacen sus esclavos o las venden?-
Preguntó directamente, sin presentarse ni nada, a la vez que analizaba las siguientes frases que èl había acotado… ¿El dragón era hermano de èl? … ¡A pues entonces él también era un dragón! Ahora todo estaba solucionado, no tenía que temer...aunque era pirata igual, detalles, detalles al fin y al cabo ese ser tambien era un dragón y ella adoraba a los dragones.
-¡Perdón! Por mi falta de respeto Lion-sama.-
Acoto la chica mientras se inclino un poco ante Lion, pues ella pensaba que también se trataba de un dragón. A todo esto escucho la voz del ser mitológico más grande que se burlaba de Lion y este le respondió enojado… pero de una forma muy particular, causando que la chica se riera un poco a la vez que su cuerpo de cierta manera comenzaba a relajarse, pues al escuchar “pirata” había pensado lo peor.
A esta altura nada podría sorprender a Amy... ¡Pequeña ingenua! Pues ahora te mostraran un truco de magia over, niña noob. Rápidamente en los alrededores comenzó a salir una nube oscura causandole un poco de tos a la científica, pues no se esperaba esa situación.
La cuestión es que cuando se despejó el humo vio algo que la dejo aun mas sorprendida… pues Lion ahora medía más de siete metros y no solo eso, sino que el dragón más grande ya no estaba...y ahora el “piratita” tenía escama roja por todo el cuerpo, cuernos, alas y una cola.
-Señor Lion-sama ¿Esa es la transformación de ustedes dos?-
Bien ¿Que se podía decir de Amy? … uhmm la palabra “estupida” la definiría bien en aquel momento, ella había leído que los dragones poseían poderes sobrenaturales por lo tanto pensó que aquel instante ambos dragones habían utilizado sus poderes para fusionarse y parecer una “persona” o algo asi. Sep, Amy se llevaba todos los premios a los pensamientos estúpidos...en fin allá ella con sus tonterías que le hacían feliz.
Si bien el olor de aquel lugar era totalmente nauseabundo.... a la jovencita dejó de importarle cuando descubrió que Lion también era un ser mitológico, más bien ahora ni le molestaba..-pensaba que era normal que hubieran dragones con “aromas” más fuertes que otros.
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La pregunta de aquella chica era algo extraña. Al parecer creía que todos los piratas eran malos, que se dedicaban a secuestrar personas y maltratar a todos. Era un error garrafal, generalizar con los piratas. En lo largo de mi vida había encontrado maldad en todos lados, pero eso no quería decir que todas las personas fuesen malas. Para colmo, al parecer creía que yo era un dragón. ¿En serio? Ni siquiera poseía rasgos de dragón, a parte de mis brazos de lagarto. Se inclinó, como si fuese una especie de Dios. ¿De verdad estaba haciendo eso? Todos éramos iguales, fuésemos reyes o lo que fuera. No debía inclinarse.
- Espera… Quieta, quieta, quieta. ¿Por qué te arrodillas? Y no me llames Lion-Sama, llámame Asder. Ni que fuera una especie de Dios, jejeje. – Decía sorprendido y bromista. No quería que nadie me tratase como si fuera superior, estaba al mismo nivel. - Si, esta es mi transformación. Es gracias a una akuma que consumió el idiota del dragón, después de devorarme el brazo izquierdo, claro… - Dije de forma seria, tratando de asustarla. Realmente no quería que se asustara de verdad, sino que se sorprendiera.
Crují el cuello y estiré los brazos. Posé las manos en mi cintura y me incliné hacia atrás, formando una especie de arco para estirar la columna vertebral. Llegaba tarde a la cita con el gobierno, aunque poco me importaba. Debía esperar a los delincuentes y decirle que se fueran por las buenas… O por las malas. Siempre se puede llegar a echar de menos algo de acción. Suspiré mientras cerraba los ojos un instante, para después mirar con una larga sonrisa a Amy. La verdad es que me había caído bien, así que debía avisarle de que posiblemente la isla estaba en peligro.
- Bueno, Amy. Me caes bien, así que te avisaré sobre algo. Pronto aparecerán unos delincuentes a la isla, y yo he venido a protegerla ya que me llamó el gobierno. Shellstown no tiene tanto poder como para acabar con tantos… Así que debo irme. – Tras aquellas palabras le di la espalda y me agaché. - Si quieres puedes venir conmigo, tú lo decides. – Le estaba ofreciendo venir conmigo. Era sencillo, tan solo debía subirse a mi espalda y agarrarse de mi cuello y yo volaría. No quería que estuviese en peligro. - Si quieres, puedes subir y volar junto a un dragón.
Tras aquello, se subiese o no, alzaría el vuelo. Empezaría a ascender con velocidad, llegando a la altura de las nubes, atravesando aquella masa de agua flotante, humedeciendo mi cuerpo. Extendería mis alas y me quedaría sobre las nubes, mirando como los humanos parecían diminutas hormigas en un mundo de juguete. Era interesante tener ese punto de vista, poder observarlo todo desde tanta altura. Te sentías libre, como las gaviotas que pasaban cerca de nosotros volando hacia el norte. El aire era fresco, suave… Como si se tratase de una brisa en pleno invierno.
No podía perder más tiempo, ya tendría otro día para disfrutar de aquella sensación de libertad. Bajé con velocidad hacia Shellstown, en picado. Parecía que nos íbamos a estrellar contra el suelo, pero en el último momento elevé las alas y rocé la tierra con mis patas. Me dirigí hacia el cuartel con velocidad, esquivando los edificios que se interponían en mi camino. Era rápido como el viento, veloz como la luz, ligero como una pluma… Y llegué a mi destino.
Aterricé en las puertas del edificio marine y entré. Era un lugar grande y espacioso. Me acerqué a recepción y dije mi nombre, por lo que me reconocieron en seguida. Tan solo me dieron unos cuantos carteles de “Se busca”, los que seguramente eran las caras de los delincuentes. Entonces, con mi fino oído de dragón, pude escuchar revuelo.
Al parecer cerca del embarcadero se estaba empezando a armar una buena. Podía escuchar gritos, personas pidiendo ayuda, niños llorar… Un olor a quemado llegó a mi nariz. ¿Estaban incendiando las casas? No esperé más, debía parar aquello.
- Parece que esto se pone serio… Marines, los delincuentes ya han llegado. - Tras decir aquello todos me miraron extrañados. Era obvio, ellos no poseían unos sentidos tan desarrollados como los mío. Ladeé la cabeza y me preparé para despegar. - Bueno, pues si no me creéis… Iré yo.
Despegué como alma que cargaba el diablo. Esta vez iba más rápido que antes, no iba a permitir que aquellos idiotas siguieran con la suya. Llegué al embarcadero en cuestión de segundos y aterricé. Habían personas corriendo de lado a lado, piratas abusando de todos los que podían, proclamándose a sí mismos reyes del lugar. Una vena se empezó a hinchar en mi cuello y empezaba a cabrearme.
- Humanos, id hacia el cuartel, yo me encargo de esto. Tú, escóndete, no quiero que salgas herida.
Hice crujir mis nudillos y miré serios a los maleantes. Eran cientos de ellos y tenían un gran navío de guerra. Se notaba que eran unos novatos por como actuaban, pero aunque fueran nuevos en esto… Se habían pasado. Habían heridos por todos lados, aunque por suerte no había ningún muerto.
- Chicos, este será el primer aviso. – Dije dirigiéndome hacia los piratas. - Si no queréis acabar aplastados, os doy la oportunidad de rendiros. Si no lo hacéis, os machacaré.
Era obvio que tenían miedo al verme en forma semidragón. Temblaban, pero no se iban a rendir. Cogieron sus armas de fuego y me apuntaron. Empezaron a insultarme, llamándome escoria, justo antes de abrir fuego.
Miles de balas impactaban contra mi cuerpo una tras otra, viéndose aplastadas por la dureza de mis escamas. Era la hora de darles a los novatos una lección.
- Espera… Quieta, quieta, quieta. ¿Por qué te arrodillas? Y no me llames Lion-Sama, llámame Asder. Ni que fuera una especie de Dios, jejeje. – Decía sorprendido y bromista. No quería que nadie me tratase como si fuera superior, estaba al mismo nivel. - Si, esta es mi transformación. Es gracias a una akuma que consumió el idiota del dragón, después de devorarme el brazo izquierdo, claro… - Dije de forma seria, tratando de asustarla. Realmente no quería que se asustara de verdad, sino que se sorprendiera.
Crují el cuello y estiré los brazos. Posé las manos en mi cintura y me incliné hacia atrás, formando una especie de arco para estirar la columna vertebral. Llegaba tarde a la cita con el gobierno, aunque poco me importaba. Debía esperar a los delincuentes y decirle que se fueran por las buenas… O por las malas. Siempre se puede llegar a echar de menos algo de acción. Suspiré mientras cerraba los ojos un instante, para después mirar con una larga sonrisa a Amy. La verdad es que me había caído bien, así que debía avisarle de que posiblemente la isla estaba en peligro.
- Bueno, Amy. Me caes bien, así que te avisaré sobre algo. Pronto aparecerán unos delincuentes a la isla, y yo he venido a protegerla ya que me llamó el gobierno. Shellstown no tiene tanto poder como para acabar con tantos… Así que debo irme. – Tras aquellas palabras le di la espalda y me agaché. - Si quieres puedes venir conmigo, tú lo decides. – Le estaba ofreciendo venir conmigo. Era sencillo, tan solo debía subirse a mi espalda y agarrarse de mi cuello y yo volaría. No quería que estuviese en peligro. - Si quieres, puedes subir y volar junto a un dragón.
Tras aquello, se subiese o no, alzaría el vuelo. Empezaría a ascender con velocidad, llegando a la altura de las nubes, atravesando aquella masa de agua flotante, humedeciendo mi cuerpo. Extendería mis alas y me quedaría sobre las nubes, mirando como los humanos parecían diminutas hormigas en un mundo de juguete. Era interesante tener ese punto de vista, poder observarlo todo desde tanta altura. Te sentías libre, como las gaviotas que pasaban cerca de nosotros volando hacia el norte. El aire era fresco, suave… Como si se tratase de una brisa en pleno invierno.
No podía perder más tiempo, ya tendría otro día para disfrutar de aquella sensación de libertad. Bajé con velocidad hacia Shellstown, en picado. Parecía que nos íbamos a estrellar contra el suelo, pero en el último momento elevé las alas y rocé la tierra con mis patas. Me dirigí hacia el cuartel con velocidad, esquivando los edificios que se interponían en mi camino. Era rápido como el viento, veloz como la luz, ligero como una pluma… Y llegué a mi destino.
Aterricé en las puertas del edificio marine y entré. Era un lugar grande y espacioso. Me acerqué a recepción y dije mi nombre, por lo que me reconocieron en seguida. Tan solo me dieron unos cuantos carteles de “Se busca”, los que seguramente eran las caras de los delincuentes. Entonces, con mi fino oído de dragón, pude escuchar revuelo.
Al parecer cerca del embarcadero se estaba empezando a armar una buena. Podía escuchar gritos, personas pidiendo ayuda, niños llorar… Un olor a quemado llegó a mi nariz. ¿Estaban incendiando las casas? No esperé más, debía parar aquello.
- Parece que esto se pone serio… Marines, los delincuentes ya han llegado. - Tras decir aquello todos me miraron extrañados. Era obvio, ellos no poseían unos sentidos tan desarrollados como los mío. Ladeé la cabeza y me preparé para despegar. - Bueno, pues si no me creéis… Iré yo.
Despegué como alma que cargaba el diablo. Esta vez iba más rápido que antes, no iba a permitir que aquellos idiotas siguieran con la suya. Llegué al embarcadero en cuestión de segundos y aterricé. Habían personas corriendo de lado a lado, piratas abusando de todos los que podían, proclamándose a sí mismos reyes del lugar. Una vena se empezó a hinchar en mi cuello y empezaba a cabrearme.
- Humanos, id hacia el cuartel, yo me encargo de esto. Tú, escóndete, no quiero que salgas herida.
Hice crujir mis nudillos y miré serios a los maleantes. Eran cientos de ellos y tenían un gran navío de guerra. Se notaba que eran unos novatos por como actuaban, pero aunque fueran nuevos en esto… Se habían pasado. Habían heridos por todos lados, aunque por suerte no había ningún muerto.
- Chicos, este será el primer aviso. – Dije dirigiéndome hacia los piratas. - Si no queréis acabar aplastados, os doy la oportunidad de rendiros. Si no lo hacéis, os machacaré.
Era obvio que tenían miedo al verme en forma semidragón. Temblaban, pero no se iban a rendir. Cogieron sus armas de fuego y me apuntaron. Empezaron a insultarme, llamándome escoria, justo antes de abrir fuego.
Miles de balas impactaban contra mi cuerpo una tras otra, viéndose aplastadas por la dureza de mis escamas. Era la hora de darles a los novatos una lección.
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La chica se quiso poner de rodillas pero Lion la detuvo,causando que ella se quedara mirándolo mientras pensaba que aquel dragón era bastante bueno y sociable. Amy no sabia si todos los dragones eran así, pero le sorprendió bastante el hecho de que ese lo sea, mientras tanto sin disculparse ni nada se levantó del suelo y sonrió ampliamente… pensaba que por ser un ser mitológico-el cual tanto ella respetaba- debía de mostrarle respeto… pero Lion parecía todo desestructurado por lo tanto la chica simplemente se limitó a darle la razon, despues de todo ella odiaba arrodillarse y los rangos sociales…¿Pero los dragones entraban en algún ámbito dentro del rango social? Preguntas que jamas seran respondidas…
-¿El dragón te devoro el brazo? ¿Acaso tuvieron una pelea de hermanos?-
Preguntó en aquel mismo instante cuando se sorprendió la chica al escuchar eso, parecía que los dragones eran seres bastante brutos con sus pares cuando se enojaban...en fin, simplemente eran detalles. Pero a todo esto su pregunta parecería que iba a quedar en la nada, pues el gigante rápidamente cambió de tema a uno mas… belico, pues comenzo a contarle porqué èl estaba en esa isla, y desde luego le ofreció a Amy para que lo acompañara, causando que la chica por un momento durara un poco pues no tenía un buen recuerdo con “delincuentes” pero rápidamente sus pensamientos fueron cambiados cuando èl acoto de que ella podría volar junto a un dragón ¿Quién diablos se perdería eso? ¡Pues Amy no!
Sin que él pudiera ver como ella asentaba con la cabeza, comenzó a subir rápidamente por su espalda para posicionarse al lado del cuello y tomar una parte de su cabellera para afirmarse en ese lugar, pues tenía una leve sospecha que el viaje sería turbulento.
Cuando sintió que la joven ya estaba sobre èl comenzó a elevarse entre los cielos con bastante velocidad, causando que por medio de la gravedad y acciones de la física los cabellos de la muchacha fueran arrastrados por el aire para quedar balanceándose en la espalda. A todo esto ella abrió grandemente sus orbes a la vez que sonreía sin poder creer lo que estaba viendo y sintiendo. La sensación del aire chocar contra su rostro y cuerpo, el tener que aferrarse fuertemente al dragón para no salir volando sin querer, y el hecho de que podía estar por el cielo que tanto había visto con ansiedad y tristeza en su época de ”servicio” … simplemente no podía creer lo que veía.
Sin que se diera mucha cuenta, pues iba mirando hacia todos lados con eufor, a un metro tenía una nube enfrente de ellos, causando que la chica por acto reflejo cerrará sus orbes mientras acurrucaba un poco su cuerpo ante el choque, pero sabía de por sí...que solo se mojaria. Cuando estuvieron pasando la nube, donde ella se empapó toda, pego un pequeño grito … de alegría, se estaba divirtiendo y mucho...joder todo aquello era muy divertido, además estaba en los aires junto a un dragón ¿Que más podía pedir? Pues nada.
Entre tanto jolgorio Amy no se dio cuenta que estaban descendiendo hasta que llegaron a unos pocos metros del suelo, causando que la chica sonriera de felicidad, mientras tanto nuevas preguntas comenzaron a formularse en su cabecita...pues estaban yendo hacia un edificio de la marina; èl le había dicho que debía proteger esa isla de los piratas...pero entonces ¿Por qué iba a la marina? Estaría perdiendo el tiempo. En fin, sin decir ninguna palabra, pues estaba super agradecida por haberle hecho vivir una experiencia única, decidió mantenerse expectante ante la rápida reunión y los carteles de “se busca”.. solo miraba con tranquilidad a la vez que trataba de entender bien las cosas que ocurrían ¿Pero qué más debía entender? Todo estaba fácil, Asder debía de cuidar la isla de aquellos piratas, pues ese era su trabajo del gobierno.
A todo esto el dragón acotó unas palabras ocasionando que Amy se sorprendiera ¿Los piratas habían llegado? Esa noticia causó un leve escalofrío en la científica que por un instante recordó algunas situaciones que había vivido con aquellos seres.
Rápidamente Asder comenzó a dirigirse hacia algún lugar, al parecer donde estaban llegando los piratas, poco a poco cuando se fueron acercando Amy comenzó a escuchar los gritos de la gente, y a percibir el olor a humo que había en el aire...cosa que provocó que la chica mostrará un desagrado ¿Porque? pues Amy sabía que ese humo poseía Fosgeno, una sustancia química que a la larga puede producir déficit respiratorios y problemas en el cerebro.
Cuando llegaron vio un panorama que le molestó bastante, no había muertos...pero sí gente herida que corría y otros que no podían correr porque estaban bastante heridos. Por lo tanto Asder le dijo que bajara y se escondiera… ante dicha acotación y al ver el panorama, no dudo en obedecer esas órdenes por el miedo que le estaba comenzando a invadir. Pero cuando bajó al suelo y se dispuso a irse a esconder escuchó los gritos dolor que emitían algunas de las personas que estaban en ese lugar, ante aquello la chica se detuvo a la vez que comenzaba a darse vuelta hacia la dirección donde estaba Asder, los piratas y la gente que no podía moverse con libertad por las heridas.
¿Eso era lo que querías Amy? Después de haber sido secuestrada por ellos, después de haber sido esclavizada por esas personas… después de haber sido rescatada y ahora que deseabas ser libre … ¿Realmente quieres esconderte? Poco a poco después de esas preguntas y pensamientos la chica mordió fuertemente su labio inferior a la vez que un escalofrio recorria su cuerpo, tenía miedo… ¿Cómo no tenerlo? Aquello era una guerra y ella estaba nuevamente en el medio de todo ¿Pero como actuaria esta vez? ¿Había olvidado su juramento? Ella quería ser la persona mas libre del mundo, no quería ver personas sufrir frente a sus ojos… y en aquel instante las estaba viendo ¿Iba a ocultarse a pesar de sus deseos? Si realmente quería que algo cambiase debía de hacerlo y dejar de soñar con sueños que parecían imposibles para cualquiera… ella lograría lo imposible, no iba ocultarse ante los piratas.
La situación había provocado que la chica derramara algunas lágrimas, que rápidamente fueron secadas con el puño de su sobretodo que llevaba en aquel instante, el cual era color negro. El siguiente acto fue sacarse su mochila de la espalda y comenzar a dirigirse hacia las personas heridas, mientras observaba cómo Asder -el gran dragón- resistía todas las arremetidas que le daban los piratas.
Con su mochila en mano comenzó a correr en dirección a los heridos. La primera fue una mujer que se había lastimado la parte de la rodilla al caer y no podía moverla con facilidad, por lo tanto sin pensarlo sacó las vendas de su mochila y el alcohol…para desinfectarla y vendarla. Lo siguiente que hizo fue ayudar a levantarla para llevarla a un lugar más apartado y decirle que se escondiera.
Luego la joven volvió otra vez al “campo de batallas” para acercarse a las personas mayores y darle el mismo trato, apartandolas de aquella situación para que no sufrieran heridas.
Estaba de más decir que la chica corría un peligro genuino, pues no podría enfrentar en una batalla física a los piratas…. pero tampoco iba a quedarse escondida mientras esas personas sufrían.
-Si tengo que morir, moriré...pero no lo haré en un escondite y como cobarde.-
Pensaba mientras sostenía con su mano izquierda la botella de alcohol y la derecha la utilizaba para colocarla en el bolsillo de su sobretodo...pues en ese lugar guardaba un encendedor.
-¿El dragón te devoro el brazo? ¿Acaso tuvieron una pelea de hermanos?-
Preguntó en aquel mismo instante cuando se sorprendió la chica al escuchar eso, parecía que los dragones eran seres bastante brutos con sus pares cuando se enojaban...en fin, simplemente eran detalles. Pero a todo esto su pregunta parecería que iba a quedar en la nada, pues el gigante rápidamente cambió de tema a uno mas… belico, pues comenzo a contarle porqué èl estaba en esa isla, y desde luego le ofreció a Amy para que lo acompañara, causando que la chica por un momento durara un poco pues no tenía un buen recuerdo con “delincuentes” pero rápidamente sus pensamientos fueron cambiados cuando èl acoto de que ella podría volar junto a un dragón ¿Quién diablos se perdería eso? ¡Pues Amy no!
Sin que él pudiera ver como ella asentaba con la cabeza, comenzó a subir rápidamente por su espalda para posicionarse al lado del cuello y tomar una parte de su cabellera para afirmarse en ese lugar, pues tenía una leve sospecha que el viaje sería turbulento.
Cuando sintió que la joven ya estaba sobre èl comenzó a elevarse entre los cielos con bastante velocidad, causando que por medio de la gravedad y acciones de la física los cabellos de la muchacha fueran arrastrados por el aire para quedar balanceándose en la espalda. A todo esto ella abrió grandemente sus orbes a la vez que sonreía sin poder creer lo que estaba viendo y sintiendo. La sensación del aire chocar contra su rostro y cuerpo, el tener que aferrarse fuertemente al dragón para no salir volando sin querer, y el hecho de que podía estar por el cielo que tanto había visto con ansiedad y tristeza en su época de ”servicio” … simplemente no podía creer lo que veía.
Sin que se diera mucha cuenta, pues iba mirando hacia todos lados con eufor, a un metro tenía una nube enfrente de ellos, causando que la chica por acto reflejo cerrará sus orbes mientras acurrucaba un poco su cuerpo ante el choque, pero sabía de por sí...que solo se mojaria. Cuando estuvieron pasando la nube, donde ella se empapó toda, pego un pequeño grito … de alegría, se estaba divirtiendo y mucho...joder todo aquello era muy divertido, además estaba en los aires junto a un dragón ¿Que más podía pedir? Pues nada.
Entre tanto jolgorio Amy no se dio cuenta que estaban descendiendo hasta que llegaron a unos pocos metros del suelo, causando que la chica sonriera de felicidad, mientras tanto nuevas preguntas comenzaron a formularse en su cabecita...pues estaban yendo hacia un edificio de la marina; èl le había dicho que debía proteger esa isla de los piratas...pero entonces ¿Por qué iba a la marina? Estaría perdiendo el tiempo. En fin, sin decir ninguna palabra, pues estaba super agradecida por haberle hecho vivir una experiencia única, decidió mantenerse expectante ante la rápida reunión y los carteles de “se busca”.. solo miraba con tranquilidad a la vez que trataba de entender bien las cosas que ocurrían ¿Pero qué más debía entender? Todo estaba fácil, Asder debía de cuidar la isla de aquellos piratas, pues ese era su trabajo del gobierno.
A todo esto el dragón acotó unas palabras ocasionando que Amy se sorprendiera ¿Los piratas habían llegado? Esa noticia causó un leve escalofrío en la científica que por un instante recordó algunas situaciones que había vivido con aquellos seres.
Rápidamente Asder comenzó a dirigirse hacia algún lugar, al parecer donde estaban llegando los piratas, poco a poco cuando se fueron acercando Amy comenzó a escuchar los gritos de la gente, y a percibir el olor a humo que había en el aire...cosa que provocó que la chica mostrará un desagrado ¿Porque? pues Amy sabía que ese humo poseía Fosgeno, una sustancia química que a la larga puede producir déficit respiratorios y problemas en el cerebro.
Cuando llegaron vio un panorama que le molestó bastante, no había muertos...pero sí gente herida que corría y otros que no podían correr porque estaban bastante heridos. Por lo tanto Asder le dijo que bajara y se escondiera… ante dicha acotación y al ver el panorama, no dudo en obedecer esas órdenes por el miedo que le estaba comenzando a invadir. Pero cuando bajó al suelo y se dispuso a irse a esconder escuchó los gritos dolor que emitían algunas de las personas que estaban en ese lugar, ante aquello la chica se detuvo a la vez que comenzaba a darse vuelta hacia la dirección donde estaba Asder, los piratas y la gente que no podía moverse con libertad por las heridas.
¿Eso era lo que querías Amy? Después de haber sido secuestrada por ellos, después de haber sido esclavizada por esas personas… después de haber sido rescatada y ahora que deseabas ser libre … ¿Realmente quieres esconderte? Poco a poco después de esas preguntas y pensamientos la chica mordió fuertemente su labio inferior a la vez que un escalofrio recorria su cuerpo, tenía miedo… ¿Cómo no tenerlo? Aquello era una guerra y ella estaba nuevamente en el medio de todo ¿Pero como actuaria esta vez? ¿Había olvidado su juramento? Ella quería ser la persona mas libre del mundo, no quería ver personas sufrir frente a sus ojos… y en aquel instante las estaba viendo ¿Iba a ocultarse a pesar de sus deseos? Si realmente quería que algo cambiase debía de hacerlo y dejar de soñar con sueños que parecían imposibles para cualquiera… ella lograría lo imposible, no iba ocultarse ante los piratas.
La situación había provocado que la chica derramara algunas lágrimas, que rápidamente fueron secadas con el puño de su sobretodo que llevaba en aquel instante, el cual era color negro. El siguiente acto fue sacarse su mochila de la espalda y comenzar a dirigirse hacia las personas heridas, mientras observaba cómo Asder -el gran dragón- resistía todas las arremetidas que le daban los piratas.
Con su mochila en mano comenzó a correr en dirección a los heridos. La primera fue una mujer que se había lastimado la parte de la rodilla al caer y no podía moverla con facilidad, por lo tanto sin pensarlo sacó las vendas de su mochila y el alcohol…para desinfectarla y vendarla. Lo siguiente que hizo fue ayudar a levantarla para llevarla a un lugar más apartado y decirle que se escondiera.
Luego la joven volvió otra vez al “campo de batallas” para acercarse a las personas mayores y darle el mismo trato, apartandolas de aquella situación para que no sufrieran heridas.
Estaba de más decir que la chica corría un peligro genuino, pues no podría enfrentar en una batalla física a los piratas…. pero tampoco iba a quedarse escondida mientras esas personas sufrían.
-Si tengo que morir, moriré...pero no lo haré en un escondite y como cobarde.-
Pensaba mientras sostenía con su mano izquierda la botella de alcohol y la derecha la utilizaba para colocarla en el bolsillo de su sobretodo...pues en ese lugar guardaba un encendedor.
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Mientras las miles de balas impactaban en mi cuerpo de Semi-dragón, mi atención estaba más dirigida a la joven Amy. Tenía agallas, sin duda. A pesar de decirle que lo mejor era correr y esconderse, lo que hizo fue tratar de cuidar a los heridos. Era algo que yo no podía hacer, ya que no sabía mucho de medicina. A pesar del miedo o de que le pudiera pasar, luchaba por salvar a los demás. Sin duda alguna, era una buena persona. Aun así, debía centrar mi cabeza en lo que tenía delante, no podía permitir que huyeran, o pero... Atacasen a más gente inocente. Sonreí de medio lado, me habían entrado aún más ganas de pelear al ver lo que aquella muchacha valiente estaba haciendo. Chasqueé la lengua y tras eso, lancé un leve soplido hacia los piratas.
Un pequeño manto de llamas salió hacia aquellos delincuentes, quemando la ropa que llevaban, estropeando las armas y provocando quemaduras leves en sus cuerpos. La batalla iba a comenzar, o mejor dicho, la paliza que yo les iba a dar. Me lancé con una velocidad abrumadora a por aquellos delincuentes. Rozaba los 100 metros por segundo y empecé a golpear a cada uno de ellos. Mis brazos estaban imbuidos en una especie de aura cortante. A pesar de todo eso, intenté no usar mi máxima fuerza, ya que no quería matarlos. En menos de lo que cantaba un gallo, la mayoría de ellos habían recibido una gran paliza, algo que les haría cambiar de parecer si querían volver a delinquir. Muchos se encontraban inconscientes en el suelo, otros de pie intentando aguantar el dolor, paralizados de miedo y otros... Simplemente intentaban defenderse, aunque el aliento y la respiración de cada uno de ellos decía claramente que estaban agotados. Entonces, en ese momento, recordé la pregunta que me soltó Amy, por lo que no pude evitar contestarla.
- En cuanto a la pregunta anterior, Amy... – Decía mientras me acercaba a algunos de los piratas que aún sostenían sus armas. – Bueno, digamos que un día yo me volví loco… Y a Dova no se le ocurrió otra que pararme comiéndome un brazo. – Explicaba mientras agarraba la cabeza a uno de los delincuentes, mientras mi mirada iba dirigida a Amy. – Jejeje. Y no quieras saber el mal despertar que tiene… - Entonces lancé al humano contra otro. Solté una pequeña carcajada y todos menos los que no podían levantarse, empezaron a correr hacia el barco. Empecé a caminar hacia Amy mientras me llevaba las manos a la nuca. – Y bueno, creo que te debo un mejor vuelo, ¿no crees?
Aquellos delincuentes corrieron como podían, gritaban que se vengarían, que el verdadero jefe llegaría pronto a este mar. ¿Verdadero jefe? Pero si eran unos novatos. Estiré los brazos y lancé un bostezo al aire. No es que estuviera cansado, simplemente tenía pereza. Empecé a escuchar a los marines llegar. ¿A estas horas? Ya había expulsado a los malhechores. Aun así intentaron llevarse el mérito de la captura de los que no podían andar, pero siendo sinceros… Me daba igual. Yo tan solo quería mi pescado de calidad, nada más. De todas formas… Había sido un buen día. Conocí a una gran persona, con agallas, valiente y que no se echaba atrás cuando veía a un enorme y monstruoso dragón.
Habían llamas por los alrededores. Algunos puestos de frutas estaban ardiendo, seguramente por aquellos idiotas. Tenía que hacer algo, así que me crují el cuello y salté bien alto. Entonces, con tan solo mover mis grandes alas con velocidad, creé pequeñas corrientes de aire que disiparon el fuego y desviaron el humo. Sin duda ya había acabado el trabajo, había echado a los piratas de poca monta. Aunque había uno que no paraba de gritar y maldecirnos.
- ¡Maldito monstruo! No sabes lo que has hecho. ¡Vas a pagar por esto! – Gritaba sin parar aquel hombre mientras intentaba escapar de dos marines que le tenían agarrado. - Pronto llegará el jefe. ¡Y toda esta isla quedará en ruinas! ¡¡Los piratas de Val Golden jamás perderán!! – ¿Piratas, en serio? Aquello no eran piratas, eran unos malditos delincuentes a los cuales les gustaba abusar del poder… No, no eran piratas… Eran unos malditos farsantes.
- ¿Piratas? ¿Os hacéis llamar a vosotros mismos piratas? – Preguntaba al hombre mientras aterrizaba en el suelo y me acercaba a él. Le agarré del cuello de la camisa y le miré con rabia. Aquel hombre, sin duda, me había cabreado. - ¿En serio os creéis piratas? ¡No sois más que brundos delincuentes qué… - “Burdos, idiota. Se dice Burdos.” Resonó en mi cabeza. Era Dova corrigiéndome, como no. - ¡¡Eso, burdos!! No sois más que burdos delincuentes los cuales se aprovechan del poder. ¿Os creéis mejores? ¿Superiores tal vez? ¡¡Sois escoria!! – Gritaba cada vez más enfadado. Las palabras salían de mi boca fácilmente, no hacía falta ni pensar. - ¡Los piratas somos personas libres de las leyes! ¡Somos libres del gobierno y hacemos lo que queremos! Pero aun así… ¡Aun así hay un código! Delinquir… Maltratar, abusar, secuestrar… Hay cosas en este mundo que diferencian a los piratas de los delincuentes. ¡Vosotros ensuciáis nuestro nombre! ¡Hacéis que los ciudadanos, al escuchar la palabra pirata, corran a esconderse! – Tras aquellos gritos solté a aquel hombre. No debía pagar mi ira contra él. - Ahora pagarás por tus pecados. Y si tu jefe viene… Le patearé el culo como se merece, tenlo claro. – Solté para después dedicarle una sonrisa confiada. No iba a permitir que se abusara más del poder. No podían sufrir mis seres queridos… No otra vez. Bastante tenía con que hubiese delincuencia en el gobierno, personas que cazaban a tu familia…
Pero eso era otra historia. Me di la vuelta tras soltarle aquel sermón, ya estaba a gusto… Empecé a caminar, con la mente trastornada. Aquello me recordó al día en que perdí a mi familia… El día en que unos marines abusaron de su cargo para asesinarlos a todos y después… Llevarme a mí con ellos. Pero aun así, no le tenía rabia a los marines o al gobierno. En mis años en este mundo aprendí que no todos eran iguales, que no había que calificar a un grupo de “buenos” o “malos”. Todos, cada uno de nosotros, éramos diferentes… Pero también iguales. Cada uno tenemos nuestros deseos, nuestros sueños, nuestras ambiciones… Pero esas cosas hay que saber llevarlas. No hay que hacer sufrir a otras personas para alcanzar nuestro objetivo.
Me acerqué a Amy. Debía despejarme, dejar de pensar en las cosas que me atormentaban y… Vivir el presente. Había aprendido a ocultar a la perfección mis sentimientos, mi sufrimiento… Así que miré bien alto y dediqué una sonrisa al cielo. ”Estéis donde estés, familia… siempre os tendré conmigo.” Pensé mientras una leve lágrima rociaba mi mejilla. Me senté al lado de Amy y mi estómago empezó a rugir con fuerza. Parecía que todo aquello había despertado mi apetito, así que tal vez era la hora de comer.
- Oye, Amy. ¿Te apetece comer algo? Yo invito. – No sabía si ella quería comer, o si tenía hambre… Pero sin duda yo si la tenía. Por suerte los heridos ya habían sido atendidos y estaban siendo llevados al hospital, mientras que algunos de ellos nos daban las gracias por salvarlos. - ¿Te das cuenta? Hoy has sido una heroína. – Le dediqué junto a una sonrisa amplia.
Por suerte algunas de las personas que habíamos salvado, nos querían recompensar con una buena comida. Para mí, dar de comer a alguien, era una forma de ofrecer tu amistad. No podía rechazar la oferta, no debía hacer el feo a aquellas personas, iría en contra de mi personalidad. Un trabajo bien hecho.
Aunque entonces, me vino algo a la mente. ”¿Piratas de Val Golden? ¿De qué me sonarán?” Me preguntaba a mí mismo… Y entonces recordé. Era una banda enorme, con cientos de tropas a su cargo. El capitán tenía una grandiosa cantidad de dinero y trapicheaba por el Nuevo Mundo. ¿Qué haría alguien como el por estos lares? Tenía la sensación de que pronto lo descubriría…
Un pequeño manto de llamas salió hacia aquellos delincuentes, quemando la ropa que llevaban, estropeando las armas y provocando quemaduras leves en sus cuerpos. La batalla iba a comenzar, o mejor dicho, la paliza que yo les iba a dar. Me lancé con una velocidad abrumadora a por aquellos delincuentes. Rozaba los 100 metros por segundo y empecé a golpear a cada uno de ellos. Mis brazos estaban imbuidos en una especie de aura cortante. A pesar de todo eso, intenté no usar mi máxima fuerza, ya que no quería matarlos. En menos de lo que cantaba un gallo, la mayoría de ellos habían recibido una gran paliza, algo que les haría cambiar de parecer si querían volver a delinquir. Muchos se encontraban inconscientes en el suelo, otros de pie intentando aguantar el dolor, paralizados de miedo y otros... Simplemente intentaban defenderse, aunque el aliento y la respiración de cada uno de ellos decía claramente que estaban agotados. Entonces, en ese momento, recordé la pregunta que me soltó Amy, por lo que no pude evitar contestarla.
- En cuanto a la pregunta anterior, Amy... – Decía mientras me acercaba a algunos de los piratas que aún sostenían sus armas. – Bueno, digamos que un día yo me volví loco… Y a Dova no se le ocurrió otra que pararme comiéndome un brazo. – Explicaba mientras agarraba la cabeza a uno de los delincuentes, mientras mi mirada iba dirigida a Amy. – Jejeje. Y no quieras saber el mal despertar que tiene… - Entonces lancé al humano contra otro. Solté una pequeña carcajada y todos menos los que no podían levantarse, empezaron a correr hacia el barco. Empecé a caminar hacia Amy mientras me llevaba las manos a la nuca. – Y bueno, creo que te debo un mejor vuelo, ¿no crees?
Aquellos delincuentes corrieron como podían, gritaban que se vengarían, que el verdadero jefe llegaría pronto a este mar. ¿Verdadero jefe? Pero si eran unos novatos. Estiré los brazos y lancé un bostezo al aire. No es que estuviera cansado, simplemente tenía pereza. Empecé a escuchar a los marines llegar. ¿A estas horas? Ya había expulsado a los malhechores. Aun así intentaron llevarse el mérito de la captura de los que no podían andar, pero siendo sinceros… Me daba igual. Yo tan solo quería mi pescado de calidad, nada más. De todas formas… Había sido un buen día. Conocí a una gran persona, con agallas, valiente y que no se echaba atrás cuando veía a un enorme y monstruoso dragón.
Habían llamas por los alrededores. Algunos puestos de frutas estaban ardiendo, seguramente por aquellos idiotas. Tenía que hacer algo, así que me crují el cuello y salté bien alto. Entonces, con tan solo mover mis grandes alas con velocidad, creé pequeñas corrientes de aire que disiparon el fuego y desviaron el humo. Sin duda ya había acabado el trabajo, había echado a los piratas de poca monta. Aunque había uno que no paraba de gritar y maldecirnos.
- ¡Maldito monstruo! No sabes lo que has hecho. ¡Vas a pagar por esto! – Gritaba sin parar aquel hombre mientras intentaba escapar de dos marines que le tenían agarrado. - Pronto llegará el jefe. ¡Y toda esta isla quedará en ruinas! ¡¡Los piratas de Val Golden jamás perderán!! – ¿Piratas, en serio? Aquello no eran piratas, eran unos malditos delincuentes a los cuales les gustaba abusar del poder… No, no eran piratas… Eran unos malditos farsantes.
- ¿Piratas? ¿Os hacéis llamar a vosotros mismos piratas? – Preguntaba al hombre mientras aterrizaba en el suelo y me acercaba a él. Le agarré del cuello de la camisa y le miré con rabia. Aquel hombre, sin duda, me había cabreado. - ¿En serio os creéis piratas? ¡No sois más que brundos delincuentes qué… - “Burdos, idiota. Se dice Burdos.” Resonó en mi cabeza. Era Dova corrigiéndome, como no. - ¡¡Eso, burdos!! No sois más que burdos delincuentes los cuales se aprovechan del poder. ¿Os creéis mejores? ¿Superiores tal vez? ¡¡Sois escoria!! – Gritaba cada vez más enfadado. Las palabras salían de mi boca fácilmente, no hacía falta ni pensar. - ¡Los piratas somos personas libres de las leyes! ¡Somos libres del gobierno y hacemos lo que queremos! Pero aun así… ¡Aun así hay un código! Delinquir… Maltratar, abusar, secuestrar… Hay cosas en este mundo que diferencian a los piratas de los delincuentes. ¡Vosotros ensuciáis nuestro nombre! ¡Hacéis que los ciudadanos, al escuchar la palabra pirata, corran a esconderse! – Tras aquellos gritos solté a aquel hombre. No debía pagar mi ira contra él. - Ahora pagarás por tus pecados. Y si tu jefe viene… Le patearé el culo como se merece, tenlo claro. – Solté para después dedicarle una sonrisa confiada. No iba a permitir que se abusara más del poder. No podían sufrir mis seres queridos… No otra vez. Bastante tenía con que hubiese delincuencia en el gobierno, personas que cazaban a tu familia…
Pero eso era otra historia. Me di la vuelta tras soltarle aquel sermón, ya estaba a gusto… Empecé a caminar, con la mente trastornada. Aquello me recordó al día en que perdí a mi familia… El día en que unos marines abusaron de su cargo para asesinarlos a todos y después… Llevarme a mí con ellos. Pero aun así, no le tenía rabia a los marines o al gobierno. En mis años en este mundo aprendí que no todos eran iguales, que no había que calificar a un grupo de “buenos” o “malos”. Todos, cada uno de nosotros, éramos diferentes… Pero también iguales. Cada uno tenemos nuestros deseos, nuestros sueños, nuestras ambiciones… Pero esas cosas hay que saber llevarlas. No hay que hacer sufrir a otras personas para alcanzar nuestro objetivo.
Me acerqué a Amy. Debía despejarme, dejar de pensar en las cosas que me atormentaban y… Vivir el presente. Había aprendido a ocultar a la perfección mis sentimientos, mi sufrimiento… Así que miré bien alto y dediqué una sonrisa al cielo. ”Estéis donde estés, familia… siempre os tendré conmigo.” Pensé mientras una leve lágrima rociaba mi mejilla. Me senté al lado de Amy y mi estómago empezó a rugir con fuerza. Parecía que todo aquello había despertado mi apetito, así que tal vez era la hora de comer.
- Oye, Amy. ¿Te apetece comer algo? Yo invito. – No sabía si ella quería comer, o si tenía hambre… Pero sin duda yo si la tenía. Por suerte los heridos ya habían sido atendidos y estaban siendo llevados al hospital, mientras que algunos de ellos nos daban las gracias por salvarlos. - ¿Te das cuenta? Hoy has sido una heroína. – Le dediqué junto a una sonrisa amplia.
Por suerte algunas de las personas que habíamos salvado, nos querían recompensar con una buena comida. Para mí, dar de comer a alguien, era una forma de ofrecer tu amistad. No podía rechazar la oferta, no debía hacer el feo a aquellas personas, iría en contra de mi personalidad. Un trabajo bien hecho.
Aunque entonces, me vino algo a la mente. ”¿Piratas de Val Golden? ¿De qué me sonarán?” Me preguntaba a mí mismo… Y entonces recordé. Era una banda enorme, con cientos de tropas a su cargo. El capitán tenía una grandiosa cantidad de dinero y trapicheaba por el Nuevo Mundo. ¿Qué haría alguien como el por estos lares? Tenía la sensación de que pronto lo descubriría…
Batmana
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Okey… Asder era increíblemente fuerte, demasiado a comparación de la científica que solo podía ayudar a esas personas con un tratamiento rápido en las heridas para que pudieran irse de aquel lugar.
Inesperadamente el dragón comenzó a responderle la pregunta que ella había hecho hacía bastante minutos, parecía que durante la batalla se acordó de ello. Por lo tanto la joven de orbes celeste se impresionó por ver como los piratas no eran amenaza alguna contra la criatura mitológica.
Era de más decir que Amy estaba fascinada pero a la vez aterrada; terror que comenzó a disminuir al escuchar al gigante hablar...de cierto modo eso le hacía pensar que las cosas comenzaban a ir mejor en la batalla. Para corroborar su intuición… miró rápidamente hacia Lion y divisó que este estaba acabando con todos los que querian amenazar la vida de los tranquilos civiles.
La jovencita seguía curando a los heridos, que cada vez eran menos porque Asder había capturado los ataques de los piratas que ahora estaban acabados. Sin duda Amy sentía una completa admiración por los dragones… seres libres, fuertes e inteligentes. Ella quería ser como ellos.
A lo lejos comenzó a escuchar los marines, causando que la chica por un momento suspirara más tranquila, aunque llegaban bastante tarde, el Dragón terminó encargándose de todo el trabajo...pero bueno por lo menos iban a ayudar a las personas heridas que estaban regadas por el lugar. Mientras tanto la joven terminaba de vendar el hombro a un señor para después levantarse del suelo y mirar hacia la dirección donde ocurrieron los hechos, los piratas no parecían estar muertos, pero sí bastante heridos.
Las cosas habían terminado bien, o bueno eso creía...pues la chica escuchó como uno de los malhechores comenzaba a gritar una gran cantidad de amenazas que al parecer a Asder le molestaron, ya que le recrimino bastante cosas que le sorprendieron mucho a Amy pues èl estaba dando una versión completamente distinta de lo que ella conocía por pirata.
No hubo dudas que la chica de cierta forma se sintió más atraída por saber sobre eso, era una opinión completamente diferente a la de èlla ¿Realmente eso eran los piratas? La mayor parte de sus recuerdo eran un infierno gracias a eso criminales… pero ahora toda la situación cambiaba ¿Realmente no tenía que odiarlos? El dragón estaba describiendolos como las personas ideales que ella quería ser en el futuro…¿Quería ser una pirata?
De cierto modo no sabia como responder sus propias preguntas...pero era concreta una idea... había dos choques de opiniones y consideraba muy importante la del dragón a pesar de lo que ella había sufrido ¿Por que? Pues eran seres increíblemente poderosos, libres e inteligentes… y èl era un pirata. De alguna forma todos sus pensamientos e ideas fueron siendo revolucionadas, no sabía muy bien lo que tendría que pensar desde ahora, pero mejor seria hablarlo con Asder… pues aun tenia sus dudas.
A todo esto los marines comenzaron a atender a la gente herida y retirarla del lugar, por otro lado los piratas eran detenidos y llevados bajo custodia… era seguro que terminarian tras las rejas.
Sin que se diera mucha cuenta, pues estaba completamente sumergida en sus pensamientos Asder se acercó hacia ella para sentarse a su lado… Oh dios… ¡El dragón estaba sentada junto a ella! Okey, era momento de emocionarse… había conocido un dragón, lo había visto combatir y ahora estaba sentada al lado de uno. Era el mejor dia de su vida… fijo.
-¡Claro! También tengo hambre.-
Acoto la chica super animada quien ¡Ahora iba a comer con un dragón! Dios, ni en sus más locos sueños fue capaz de imaginar algo tan genial, por otra parte la joven escuchó las siguientes palabras de èl, logrando que un leve sentimiento comenzará a moverse en su interior. De cierta forma aquello que había hecho fue algo muy duro de realizar...pues toda la situación estaba rodeada por factores que ella odiaba, le caían mal los piratas, no le gustaba los lugares con muchas personas y odiaba socializar. Todos sus desagrados y temores logro enfrentarlos para salvar algunas personas… mas bien ella no era una heroína, esas personas le habían salvado de no cometer un terrible error en su vida porque si se hubiera ocultado en este momento estaría completamente arrepentida.
Ante esos pensamientos formulo una leve sonrisa en los labios mientras su mirada se volvía más relajada y tranquila para después estirar sus brazos y guardar lo poco que le quedaba de alcohol y vendas en su bolso. Había realizado su trabajo y estaba conforme de ello, pues si bien no sabía mucho de medicina… podía curar heridas simples, después de todo su maestro siempre le decía que los científicos tenían que saber la mayor cantidad de temas.
-No soy una heroína, en todo caso lo serías tú… Lion has salvado a toda una isla, no solo eso...salvaste a personas que podrían llegar a ser secuestradas o dañadas por esos piratas.. realmente es un acto heroico.-
Acoto la científica mientras sonreía tranquilamente y se sentaba nuevamente junto al Dragón. Todo había concluido medianamente bien, pues no había bajas de parte de los ciudadanos… los cuales ahora estaban agradecidos con Asder y la muchachita pues querían recompensarlos con comida, algo que le fascino a Amy quien no tenía dinero y pues… no era fácil comer cuando no se tiene dinero ¿O si? En fin, la cuestión era que iba a almorzar y no debía preguntar nada raro… aunque ¿Como podían comer después de una batalla de esa índole? Fácil, la científica había pasado hambre en su vida… y cosas como las heridas o batallas no le quitaban las ganas de comer. Sabía muy bien que debía aprovechar todas las comidas gratis que le pudieran ofrecer.
Por lo tanto, sin pereza Amy se levantó de su lugar para sacudirse un poco la ropa y amarrarse el cabello con una coleta que había en su bolsillo izquierdo… después de todo no tenía que estorbarle para alimentarse.
-Por cierto Lion… esa persona habló sobre los piratas de Val Golden… me suena un poco ese nombre, si bien no olvido… tienen una gran tripulación y seguidores....-
Sus palabras no mostraban miedo ¿Por que seria? Uhmm a ver pensemos… Amy era una chica que le tenía de por sí miedo a los piratas pero esta vez no era así ¡Ah, fácil… pues ella estaba con un Dragón! Fuck you a los piratas que quieran ser temidos… Asder era invencible. Aunque de cierta forma se preocupó, esa banda la había escuchado nombrar en diferentes ocasiones, solían ser temidos y controlaban bastante negocios… ¿El de esclavos también lo controlaban? No lo sabía… de por si las cosas eran confusas pues no entendia que hacia una banda de ese estilo por esos lares.
Mientras tanto la chica dudó un poco al ver donde iban a comer, el Dragón era enorme y las tiendas no eran de su tamaño...además esa zona estaba un poco arruinada por la batalla que había ocurrido ¿No era mejor si se quedaban en ese lugar mientras le traían comida? Después de todo el gigante podría destruir algo sin querer…
-Lion, si esa banda llega a la isla podría ocasionar bastante daño…-
Bien, sus pensamientos y palabras eran completamente diferente, ella estaba pensando en comer pero aun seguía hablando de los piratas. También el tema de aquellos vándalos era importante porque la isla podría convertirse en un campo de guerra ¿Debían de evacuar a los ciudadanos y poner en aviso la marina? ¿O simplemente Asder se haría cargo de todo? Eso dependeria de las respuestas que èl le diera… ella no queria que más ciudadanos sufrieran por los actos vandálicos de los piratas. Sin lugar a dudas Amy haría todo lo posible para proteger esa isla… pero el problema era ¿Cómo lo haría? No poseía el poder necesario.
Mientras tanto la joven se dirigió a uno de los que le habían ofrecido comida, para sonreirle alegremente a la vez que miraba hacia todos lados.
-Señor, Lion-san es bastante grande para caber en una tienda normal, ¿podríamos comer en un lugar como este? Es que nos sentiremos más cómodos...pero ustedes ¿Se les haría complicado que nosotros comiéramos aca?-
Pregunto la chica algo dudosa, esperando la respuesta del señor mientras ella lo miraba con sus orbes celestes, tratando de convencerlo.
Inesperadamente el dragón comenzó a responderle la pregunta que ella había hecho hacía bastante minutos, parecía que durante la batalla se acordó de ello. Por lo tanto la joven de orbes celeste se impresionó por ver como los piratas no eran amenaza alguna contra la criatura mitológica.
Era de más decir que Amy estaba fascinada pero a la vez aterrada; terror que comenzó a disminuir al escuchar al gigante hablar...de cierto modo eso le hacía pensar que las cosas comenzaban a ir mejor en la batalla. Para corroborar su intuición… miró rápidamente hacia Lion y divisó que este estaba acabando con todos los que querian amenazar la vida de los tranquilos civiles.
La jovencita seguía curando a los heridos, que cada vez eran menos porque Asder había capturado los ataques de los piratas que ahora estaban acabados. Sin duda Amy sentía una completa admiración por los dragones… seres libres, fuertes e inteligentes. Ella quería ser como ellos.
A lo lejos comenzó a escuchar los marines, causando que la chica por un momento suspirara más tranquila, aunque llegaban bastante tarde, el Dragón terminó encargándose de todo el trabajo...pero bueno por lo menos iban a ayudar a las personas heridas que estaban regadas por el lugar. Mientras tanto la joven terminaba de vendar el hombro a un señor para después levantarse del suelo y mirar hacia la dirección donde ocurrieron los hechos, los piratas no parecían estar muertos, pero sí bastante heridos.
Las cosas habían terminado bien, o bueno eso creía...pues la chica escuchó como uno de los malhechores comenzaba a gritar una gran cantidad de amenazas que al parecer a Asder le molestaron, ya que le recrimino bastante cosas que le sorprendieron mucho a Amy pues èl estaba dando una versión completamente distinta de lo que ella conocía por pirata.
No hubo dudas que la chica de cierta forma se sintió más atraída por saber sobre eso, era una opinión completamente diferente a la de èlla ¿Realmente eso eran los piratas? La mayor parte de sus recuerdo eran un infierno gracias a eso criminales… pero ahora toda la situación cambiaba ¿Realmente no tenía que odiarlos? El dragón estaba describiendolos como las personas ideales que ella quería ser en el futuro…¿Quería ser una pirata?
De cierto modo no sabia como responder sus propias preguntas...pero era concreta una idea... había dos choques de opiniones y consideraba muy importante la del dragón a pesar de lo que ella había sufrido ¿Por que? Pues eran seres increíblemente poderosos, libres e inteligentes… y èl era un pirata. De alguna forma todos sus pensamientos e ideas fueron siendo revolucionadas, no sabía muy bien lo que tendría que pensar desde ahora, pero mejor seria hablarlo con Asder… pues aun tenia sus dudas.
A todo esto los marines comenzaron a atender a la gente herida y retirarla del lugar, por otro lado los piratas eran detenidos y llevados bajo custodia… era seguro que terminarian tras las rejas.
Sin que se diera mucha cuenta, pues estaba completamente sumergida en sus pensamientos Asder se acercó hacia ella para sentarse a su lado… Oh dios… ¡El dragón estaba sentada junto a ella! Okey, era momento de emocionarse… había conocido un dragón, lo había visto combatir y ahora estaba sentada al lado de uno. Era el mejor dia de su vida… fijo.
-¡Claro! También tengo hambre.-
Acoto la chica super animada quien ¡Ahora iba a comer con un dragón! Dios, ni en sus más locos sueños fue capaz de imaginar algo tan genial, por otra parte la joven escuchó las siguientes palabras de èl, logrando que un leve sentimiento comenzará a moverse en su interior. De cierta forma aquello que había hecho fue algo muy duro de realizar...pues toda la situación estaba rodeada por factores que ella odiaba, le caían mal los piratas, no le gustaba los lugares con muchas personas y odiaba socializar. Todos sus desagrados y temores logro enfrentarlos para salvar algunas personas… mas bien ella no era una heroína, esas personas le habían salvado de no cometer un terrible error en su vida porque si se hubiera ocultado en este momento estaría completamente arrepentida.
Ante esos pensamientos formulo una leve sonrisa en los labios mientras su mirada se volvía más relajada y tranquila para después estirar sus brazos y guardar lo poco que le quedaba de alcohol y vendas en su bolso. Había realizado su trabajo y estaba conforme de ello, pues si bien no sabía mucho de medicina… podía curar heridas simples, después de todo su maestro siempre le decía que los científicos tenían que saber la mayor cantidad de temas.
-No soy una heroína, en todo caso lo serías tú… Lion has salvado a toda una isla, no solo eso...salvaste a personas que podrían llegar a ser secuestradas o dañadas por esos piratas.. realmente es un acto heroico.-
Acoto la científica mientras sonreía tranquilamente y se sentaba nuevamente junto al Dragón. Todo había concluido medianamente bien, pues no había bajas de parte de los ciudadanos… los cuales ahora estaban agradecidos con Asder y la muchachita pues querían recompensarlos con comida, algo que le fascino a Amy quien no tenía dinero y pues… no era fácil comer cuando no se tiene dinero ¿O si? En fin, la cuestión era que iba a almorzar y no debía preguntar nada raro… aunque ¿Como podían comer después de una batalla de esa índole? Fácil, la científica había pasado hambre en su vida… y cosas como las heridas o batallas no le quitaban las ganas de comer. Sabía muy bien que debía aprovechar todas las comidas gratis que le pudieran ofrecer.
Por lo tanto, sin pereza Amy se levantó de su lugar para sacudirse un poco la ropa y amarrarse el cabello con una coleta que había en su bolsillo izquierdo… después de todo no tenía que estorbarle para alimentarse.
-Por cierto Lion… esa persona habló sobre los piratas de Val Golden… me suena un poco ese nombre, si bien no olvido… tienen una gran tripulación y seguidores....-
Sus palabras no mostraban miedo ¿Por que seria? Uhmm a ver pensemos… Amy era una chica que le tenía de por sí miedo a los piratas pero esta vez no era así ¡Ah, fácil… pues ella estaba con un Dragón! Fuck you a los piratas que quieran ser temidos… Asder era invencible. Aunque de cierta forma se preocupó, esa banda la había escuchado nombrar en diferentes ocasiones, solían ser temidos y controlaban bastante negocios… ¿El de esclavos también lo controlaban? No lo sabía… de por si las cosas eran confusas pues no entendia que hacia una banda de ese estilo por esos lares.
Mientras tanto la chica dudó un poco al ver donde iban a comer, el Dragón era enorme y las tiendas no eran de su tamaño...además esa zona estaba un poco arruinada por la batalla que había ocurrido ¿No era mejor si se quedaban en ese lugar mientras le traían comida? Después de todo el gigante podría destruir algo sin querer…
-Lion, si esa banda llega a la isla podría ocasionar bastante daño…-
Bien, sus pensamientos y palabras eran completamente diferente, ella estaba pensando en comer pero aun seguía hablando de los piratas. También el tema de aquellos vándalos era importante porque la isla podría convertirse en un campo de guerra ¿Debían de evacuar a los ciudadanos y poner en aviso la marina? ¿O simplemente Asder se haría cargo de todo? Eso dependeria de las respuestas que èl le diera… ella no queria que más ciudadanos sufrieran por los actos vandálicos de los piratas. Sin lugar a dudas Amy haría todo lo posible para proteger esa isla… pero el problema era ¿Cómo lo haría? No poseía el poder necesario.
Mientras tanto la joven se dirigió a uno de los que le habían ofrecido comida, para sonreirle alegremente a la vez que miraba hacia todos lados.
-Señor, Lion-san es bastante grande para caber en una tienda normal, ¿podríamos comer en un lugar como este? Es que nos sentiremos más cómodos...pero ustedes ¿Se les haría complicado que nosotros comiéramos aca?-
Pregunto la chica algo dudosa, esperando la respuesta del señor mientras ella lo miraba con sus orbes celestes, tratando de convencerlo.
Zombienrelleno
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Características
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Fortaleza
Velocidad
Agilidad
Destreza
Precisión
Intelecto
Agudeza
Instinto
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Estaba sentado junto a aquella chica. Había sido valiente, sin duda. Podía observarla con mi mantra y no sentía ningún poder grande en ella, pero sin duda tenía un gran corazón. Aquello lo demostró en batalla. Pudiendo esconderse, lo que hizo fue curar a los ciudadanos. Vendó las heridas y las desinfectó. Estaba fascinado ya que alguien como ella… No solían haber gente como ella. Entonces, mientras hablaba me hizo una pregunta. ¿Comer en la calle? Eso era normal para mí, después de todo siempre me trataron como a un perro callejero, pero eso me daba igual. Asentí con la cabeza mientras mi estómago rugía y entonces llegaron los ciudadanos.
- Aquí tenéis. – Dijo un hombre cargado con fruta. – Todo lo que traemos es para vosotros. Por tu altura, deberás comer como un gigante. – Acotó.
Sonreí al escucharlo, al parecer ya empezaban a conocerme. Realmente mi estómago no tenía final y era capaz de comerme cualquier cosa. Incluso recuerdo que una vez, cuando tenía demasiada hambre, me puse a comer rocas… No estaban malas. – Tranquilo, si hace falta traigo yo algo. – Entonces, tras esas palabras me levanté del suelo.
Estiré mis brazos y mis piernas mientras crujía mi cuello. Salté hacia el cielo y empecé a volar a una grandiosa velocidad. En pocos segundos me encontraba en mi isla, en una de las torres. Empecé a caminar por la despensa y buscaba cosas para un buen banquete. ”Tal vez la carne de Rey Marino sea una buena opción…” Pensaba mientras observaba un enorme rey marino muerto de cincuenta metros de largo. Era una especie de serpiente marina que había cazado días atrás, por suerte aún estaba fresco. Lo agarré y empecé a arrastrarlo, hasta salir por una de las ventanas con él.
Empecé a volar hacia la plaza que había cerca del puerto. La verdad es que aquel maldito Rey pesaba toneladas, pero debía estar delicioso, después de todo era una gran especie con un sabor increíble. Aterricé donde estaban todos y extendí el Rey Marino. Como sabía que a ellos no les gustaría comerlo crudo, simplemente pensé en cómo prepararlo. – Vamos a cocinar. – Dije en voz alta.
Por suerte contaba con Dova, ya que si yo solo me dedicara a cocinar aquella cosa, el Rey Marino acabaría calcinado. Le envié un mensaje a Dova desde mi mente, ya que estábamos fusionados y conectados. ”De esto será mejor que te encargues tú...” Le dije. Sabía qué él aceptaría, así que simplemente me dejé controlar por él.
Empezó a volar desde el cielo y a lanzar pequeñas llamas ardientes hacia el Rey Marino, haciendo que la carne poco a poco se asase. Como la temperatura del aliento de fuego era muy alta, en poco tiempo aquel enorme pez serpiente estaría hecho. Al terminar me senté de nuevo junto a Amy y miré la comida con ansias.
Había de todo y el Rey Marino era el plato estrella. Ensalada, verduras, carne, pescado, frutas… Todo tipo de cosas descansaban en aquel lugar, esperando ser comidas por nosotros. Levanté las manos y grité con fuerza. - ¡¡Vamos!! ¡Es la hora de la comida!
Todos empezaron a coger todo tipo de cosas para comer, y yo, con mis enormes garras, arranqué una enorme porción de Rey Marino más grande que mi cabeza. Sin dudarlo ni un segundo abrí la boca y me metí aquello entero, masticándolo con ganas y tragando aquella cosa. – Mmh. Shta dlisiosho. – Dije con la boca llena. Instantáneamente Dova me habló. ”¿No te han enseñado modales? No se habla con la boca llena” – Pgdón, Pgdón. – Dije pareciendo hablar solo.
Tragué aquello y mi estómago en seguida lo ingirió. - ¡Que aproveche! – Grité, llamando la atención. Era normal en mí, realmente, no era capaz de estar sin hacer ruido mucho tiempo. – Por cierto, Amy, anima esa cara. – Dije dirigiéndome a ella. – Si el tal Van Chonen aparece… - ”Es Val Golden, maldito con memoria de pez.” – Eso, Val Golden. Si ese tipo aparece… Simplemente le daré una paliza. Jejejeje. – Acaté entre risas.
La verdad es que yo no me solía preocupar nunca, por no decir que nunca me preocupaba por nada. Simplemente vivía la vida al límite, haciendo lo que quería y sin ataduras. Si aquel hombre venía, fuera con cien o mil hombres, me encargaría de ellos con mis propios puños.
- Por cierto, chicos. – Dijo uno de los hombres. – Yo tengo un hotel… Podría dar cobijo a la chica pero al gigantón… No creo que quepa en ningún lado. – Al parecer era el dueño de un hotel y se sentía mal por no poder darme cobijo.
- Oh. ¡No te preocupes por eso! – Dije con una sonrisa dibujada en mi cara. – Yo tengo mi isla aquí al lado, puedo ir a dormir allí.
- Entonces… - Decía el hombre mientras rebuscaba algo en su bolsillo. – Llévate esto. Yo me encargaré de avisar a la marina para que puedan contactar contigo. – Me ofreció un Den Den Mushi. El problema de esa cosa era…
- Yo no sé usar eso. – Le dije. Era evidente que yo y la tecnología éramos enemigos de por vida, no sería capaz de utilizar ni el aparato más simple, aunque eso sí, me fascinaba ver artilugios extraños. – Y si… - Dije girándome hacia Amy. – Puedes quedártelo tú, te serviría más que a mí… Y si quieres puedes dormir en mi isla, tengo cientos de habitaciones. – Dije sin exagerar. – Seguro que alguna está a tu gusto. Y si te interesa… Podríamos entrenar juntos, para así hacernos más fuertes. De ese modo podrás combatir con idiotas como esos con facilidad. – Le aclaré. Era obvio que aquella chica tenía valentía, tan solo le faltaba seguridad en sí misma y algo de habilidad y fuerza.
El tiempo pasaba y la noche comenzaba a caer. Fueron momentos divertidos vividos con aquellas personas. Eran buenos, aunque he de decir que notaba el respeto que me tenían por ser grande y un pirata, pero poco a poco confiaban más en mí. Un manto de estrellas cubría el cielo oscuro, iluminando las calles con una luz tenue. Por si fuera poco hacía luna llena… Una bonita esfera blanca que reflejaba la luz del sol. Argh, me gustaría poder volar tan alto como para estar a la altura de aquellas cosas y poder darles un mordisco. Tenía curiosidad por descubrir el sabor de las estrellas y de la luna, era algo que me intrigaba.
Estaba realmente lleno, mi estómago parecía que iba a explotar. Del Rey Marino de cincuenta metros tan solo quedaba los huesos. Entre todos habíamos arrasado con aquella cosa, pero desde luego que yo hice casi todo el trabajo. Después de todo comer era mi especialidad.
Solté un bostezo al aire y estiré mis brazos. Comer tanto y hacer ejercicio hacía que me entrase sueño. Tenía ganas de dormir y así reponer las energías. Pero antes de que me fuera, vino corriendo un miembro de la marina. Parecía ser un recluta de pelo castaño y algo rellenito. Se acercó a mí y se puso rígido, saludando y haciendo una reverencia, que por cierto, no hacía falta.
- Señor Lion, tenemos información sobre el paradero de Val Golden. – Dijo con la espalda encorvada y mirando hacia el suelo.
Le di un toque en la espalda con uno de mis dedos, o mejor dicho garras. Aquello hizo que el marine perdiese el equilibrio, casi cayendo al suelo. No era mi intención, era muestra de afecto. – Vamos, vamos. Déjate de formamentos y… - ”¿Cuándo aprenderás a hablar? Se dice formalismos.” Resonó la voz de Dova en mi cabeza. – Lo que sea, formamentos, fundamentos, formalismos… Estamos entre amigos, a mí llámame Asder. – Le dije dedicándole una sonrisa e intentando ponerlo recto y salvándole de la caída.
- Bueno, Asder, tengo información sobre el capitán de la banda. Al parecer ahora se encuentra navegando hacia aquí, y se estima que en un més, más o menos, aparecerá por esta isla. – Dijo mientras se colocaba bien la gorra.
- ¿Un mes? Que aburrido… Yo pensé que llegaría antes… - Dije mientras soltaba un bostezo. – Bueno, de todas formas… Si necesitáis algo, estoy en mi isla, justo al lado. Es esa cosa enorme de allí. – Dije señalando una de las torres que se alzaba hacia el cielo. – Sino, también puedes contar con Amy. – Aclaré señalándola. Ya sabía que aquello era de mala educación. ¿Pero qué otro modo había para que reconociese a la chica?
Era la hora de ir hacia mi isla. Cada vez me notaba más cansado y con ganas de dormir, y si no iba pronto acabaría por dormirme en aquel lugar, que tampoco es que me importase, pero tal vez el tener a un semidragón en aquel lugar durmiendo no les hiciera mucha gracia. Ofrecí mi mano a Amy para que se subiera. – Última oportunidad, dragón destino a Soul Cementery. ¿Subes? – Dije dedicándole una sonrisa.
Hiciese lo que hiciese, alzaría el vuelo y empezaría a surcar el viento hacia una de las torres. Al llegar entraría por una de las grandes ventanas y caminaría por aquel lugar. Las habitaciones eran grandes, enormes, y si Amy venía conmigo le ofrecería una especial. Tenía las paredes azul celeste con pequeños pigmentos amarillos que recordaban a las estrellas. También poseería un gran ventanal desde donde podría ver la luna llena. La cama era enorme, cómoda y con sábanas del mismo color que la pared. También contaría con un espejo y un baño particular. Yo simplemente me iría hacia lo alto de la torre, a dormir al aire libre.
- Que descanses, Amy. Espero que mañana estés lista y quieras entrenar. – Dije para después salir volando hacia lo alto. No tardaría mucho en despertarme, después de todo los primeros rayos de sol me darían de lleno.
- Aquí tenéis. – Dijo un hombre cargado con fruta. – Todo lo que traemos es para vosotros. Por tu altura, deberás comer como un gigante. – Acotó.
Sonreí al escucharlo, al parecer ya empezaban a conocerme. Realmente mi estómago no tenía final y era capaz de comerme cualquier cosa. Incluso recuerdo que una vez, cuando tenía demasiada hambre, me puse a comer rocas… No estaban malas. – Tranquilo, si hace falta traigo yo algo. – Entonces, tras esas palabras me levanté del suelo.
Estiré mis brazos y mis piernas mientras crujía mi cuello. Salté hacia el cielo y empecé a volar a una grandiosa velocidad. En pocos segundos me encontraba en mi isla, en una de las torres. Empecé a caminar por la despensa y buscaba cosas para un buen banquete. ”Tal vez la carne de Rey Marino sea una buena opción…” Pensaba mientras observaba un enorme rey marino muerto de cincuenta metros de largo. Era una especie de serpiente marina que había cazado días atrás, por suerte aún estaba fresco. Lo agarré y empecé a arrastrarlo, hasta salir por una de las ventanas con él.
Empecé a volar hacia la plaza que había cerca del puerto. La verdad es que aquel maldito Rey pesaba toneladas, pero debía estar delicioso, después de todo era una gran especie con un sabor increíble. Aterricé donde estaban todos y extendí el Rey Marino. Como sabía que a ellos no les gustaría comerlo crudo, simplemente pensé en cómo prepararlo. – Vamos a cocinar. – Dije en voz alta.
Por suerte contaba con Dova, ya que si yo solo me dedicara a cocinar aquella cosa, el Rey Marino acabaría calcinado. Le envié un mensaje a Dova desde mi mente, ya que estábamos fusionados y conectados. ”De esto será mejor que te encargues tú...” Le dije. Sabía qué él aceptaría, así que simplemente me dejé controlar por él.
Empezó a volar desde el cielo y a lanzar pequeñas llamas ardientes hacia el Rey Marino, haciendo que la carne poco a poco se asase. Como la temperatura del aliento de fuego era muy alta, en poco tiempo aquel enorme pez serpiente estaría hecho. Al terminar me senté de nuevo junto a Amy y miré la comida con ansias.
Había de todo y el Rey Marino era el plato estrella. Ensalada, verduras, carne, pescado, frutas… Todo tipo de cosas descansaban en aquel lugar, esperando ser comidas por nosotros. Levanté las manos y grité con fuerza. - ¡¡Vamos!! ¡Es la hora de la comida!
Todos empezaron a coger todo tipo de cosas para comer, y yo, con mis enormes garras, arranqué una enorme porción de Rey Marino más grande que mi cabeza. Sin dudarlo ni un segundo abrí la boca y me metí aquello entero, masticándolo con ganas y tragando aquella cosa. – Mmh. Shta dlisiosho. – Dije con la boca llena. Instantáneamente Dova me habló. ”¿No te han enseñado modales? No se habla con la boca llena” – Pgdón, Pgdón. – Dije pareciendo hablar solo.
Tragué aquello y mi estómago en seguida lo ingirió. - ¡Que aproveche! – Grité, llamando la atención. Era normal en mí, realmente, no era capaz de estar sin hacer ruido mucho tiempo. – Por cierto, Amy, anima esa cara. – Dije dirigiéndome a ella. – Si el tal Van Chonen aparece… - ”Es Val Golden, maldito con memoria de pez.” – Eso, Val Golden. Si ese tipo aparece… Simplemente le daré una paliza. Jejejeje. – Acaté entre risas.
La verdad es que yo no me solía preocupar nunca, por no decir que nunca me preocupaba por nada. Simplemente vivía la vida al límite, haciendo lo que quería y sin ataduras. Si aquel hombre venía, fuera con cien o mil hombres, me encargaría de ellos con mis propios puños.
- Por cierto, chicos. – Dijo uno de los hombres. – Yo tengo un hotel… Podría dar cobijo a la chica pero al gigantón… No creo que quepa en ningún lado. – Al parecer era el dueño de un hotel y se sentía mal por no poder darme cobijo.
- Oh. ¡No te preocupes por eso! – Dije con una sonrisa dibujada en mi cara. – Yo tengo mi isla aquí al lado, puedo ir a dormir allí.
- Entonces… - Decía el hombre mientras rebuscaba algo en su bolsillo. – Llévate esto. Yo me encargaré de avisar a la marina para que puedan contactar contigo. – Me ofreció un Den Den Mushi. El problema de esa cosa era…
- Yo no sé usar eso. – Le dije. Era evidente que yo y la tecnología éramos enemigos de por vida, no sería capaz de utilizar ni el aparato más simple, aunque eso sí, me fascinaba ver artilugios extraños. – Y si… - Dije girándome hacia Amy. – Puedes quedártelo tú, te serviría más que a mí… Y si quieres puedes dormir en mi isla, tengo cientos de habitaciones. – Dije sin exagerar. – Seguro que alguna está a tu gusto. Y si te interesa… Podríamos entrenar juntos, para así hacernos más fuertes. De ese modo podrás combatir con idiotas como esos con facilidad. – Le aclaré. Era obvio que aquella chica tenía valentía, tan solo le faltaba seguridad en sí misma y algo de habilidad y fuerza.
El tiempo pasaba y la noche comenzaba a caer. Fueron momentos divertidos vividos con aquellas personas. Eran buenos, aunque he de decir que notaba el respeto que me tenían por ser grande y un pirata, pero poco a poco confiaban más en mí. Un manto de estrellas cubría el cielo oscuro, iluminando las calles con una luz tenue. Por si fuera poco hacía luna llena… Una bonita esfera blanca que reflejaba la luz del sol. Argh, me gustaría poder volar tan alto como para estar a la altura de aquellas cosas y poder darles un mordisco. Tenía curiosidad por descubrir el sabor de las estrellas y de la luna, era algo que me intrigaba.
Estaba realmente lleno, mi estómago parecía que iba a explotar. Del Rey Marino de cincuenta metros tan solo quedaba los huesos. Entre todos habíamos arrasado con aquella cosa, pero desde luego que yo hice casi todo el trabajo. Después de todo comer era mi especialidad.
Solté un bostezo al aire y estiré mis brazos. Comer tanto y hacer ejercicio hacía que me entrase sueño. Tenía ganas de dormir y así reponer las energías. Pero antes de que me fuera, vino corriendo un miembro de la marina. Parecía ser un recluta de pelo castaño y algo rellenito. Se acercó a mí y se puso rígido, saludando y haciendo una reverencia, que por cierto, no hacía falta.
- Señor Lion, tenemos información sobre el paradero de Val Golden. – Dijo con la espalda encorvada y mirando hacia el suelo.
Le di un toque en la espalda con uno de mis dedos, o mejor dicho garras. Aquello hizo que el marine perdiese el equilibrio, casi cayendo al suelo. No era mi intención, era muestra de afecto. – Vamos, vamos. Déjate de formamentos y… - ”¿Cuándo aprenderás a hablar? Se dice formalismos.” Resonó la voz de Dova en mi cabeza. – Lo que sea, formamentos, fundamentos, formalismos… Estamos entre amigos, a mí llámame Asder. – Le dije dedicándole una sonrisa e intentando ponerlo recto y salvándole de la caída.
- Bueno, Asder, tengo información sobre el capitán de la banda. Al parecer ahora se encuentra navegando hacia aquí, y se estima que en un més, más o menos, aparecerá por esta isla. – Dijo mientras se colocaba bien la gorra.
- ¿Un mes? Que aburrido… Yo pensé que llegaría antes… - Dije mientras soltaba un bostezo. – Bueno, de todas formas… Si necesitáis algo, estoy en mi isla, justo al lado. Es esa cosa enorme de allí. – Dije señalando una de las torres que se alzaba hacia el cielo. – Sino, también puedes contar con Amy. – Aclaré señalándola. Ya sabía que aquello era de mala educación. ¿Pero qué otro modo había para que reconociese a la chica?
Era la hora de ir hacia mi isla. Cada vez me notaba más cansado y con ganas de dormir, y si no iba pronto acabaría por dormirme en aquel lugar, que tampoco es que me importase, pero tal vez el tener a un semidragón en aquel lugar durmiendo no les hiciera mucha gracia. Ofrecí mi mano a Amy para que se subiera. – Última oportunidad, dragón destino a Soul Cementery. ¿Subes? – Dije dedicándole una sonrisa.
Hiciese lo que hiciese, alzaría el vuelo y empezaría a surcar el viento hacia una de las torres. Al llegar entraría por una de las grandes ventanas y caminaría por aquel lugar. Las habitaciones eran grandes, enormes, y si Amy venía conmigo le ofrecería una especial. Tenía las paredes azul celeste con pequeños pigmentos amarillos que recordaban a las estrellas. También poseería un gran ventanal desde donde podría ver la luna llena. La cama era enorme, cómoda y con sábanas del mismo color que la pared. También contaría con un espejo y un baño particular. Yo simplemente me iría hacia lo alto de la torre, a dormir al aire libre.
- Que descanses, Amy. Espero que mañana estés lista y quieras entrenar. – Dije para después salir volando hacia lo alto. No tardaría mucho en despertarme, después de todo los primeros rayos de sol me darían de lleno.
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