Dante A. Benedetti
Fama
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fuerza
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Intelecto
Agudeza
Instinto
Energía
Saberes
Akuma no mi
Varios
Candyland. ¿Por qué razón me habían enviado hasta aquella isla del Grand Line? Si no mal recuerdo era para empezar a probarme como Marine. Siendo un Benedetti, familia perseguida por el Gobierno Mundial hace mucho tiempo, estaba más que claro que desconfiarían de mi. Hasta yo mismo desconfiaría de mi ser, siendo que mis intenciones no eran buenas en aquella organización; pero tranquilos, que la salud anal de los miembros de la milicia mundial no correría peligro, sino más bien que los ... utilizaba, por así decirlo para encontrar pistas sobre el paradero de mi hermano gemelo. ¿Bonito par, verdad? Una bellísima razón para unirme a una organización que se encarga de evitar justamente ese tipo de casos. Estando en el barco que me llevaba a la isla, ya entre los Marines que venían en la embarcación se corría la voz de que nos habían enviado a dicha isla solamente para distraernos, mandarnos a un sitio con poco, casi nulo peligro y así no interrumpiríamos en operaciones más importantes. Prefería dar nula importancia a aquellos comentarios estúpidos sin fundamento alguno más que estar aburridos y seguramente pensar que no harían nada en toda la semana que nos habían enviado a Candyland. Había que aprovechar además, tal vez habría alguna bonita fémina que conquistar, ¿porqué no?
— ¡Chicos, ya llegamos! ¡A desembarcar!
Exclamaba uno de los marineros. Acomodándome el traje y colocándome mejor el gorro Marine, una vez anclaron en el puerto y pusieron la rampa para descender, bajé tranquilamente, portando mi mandoble al hombro sosteniéndolo con una sola mano. Emitiendo un bufido agobiado ya que el viaje había sido de lo más monótono siendo rodeado de niños vírgenes que no tenían nada mejor que contar sus experiencias viendo panties o algo por el estilo... ¡Pff! Plebe, inexpertos que seguro se mojan precozmente con ver un culo bonito nada más; teniendo en claro que me separaría del grupo al cual me habían asignado sin preocuparme de las consecuencias de mis actos, me dirigí ya al centro de la ciudad, a la zona comercial más que nada que es donde estaban la mayoría de confiterías y gente que disfrutaba de los buenos gustos que habían allí.
Si bien los precios eran bastante caros teniendo en cuenta que estábamos en el Grand Line, siempre daban algún que otro refrigerio como muestra, gratis obviamente; una curiosidad especial es que rondando por todos lados parecía estar esta gente disfrazada de dulces y postres recorriendo la ciudad, entreteniendo tanto a niños como mayores por igual. ¿Sería una festividad especial de la isla? Estaba claro que era algo armado, por la manera en que se comportaban, aunque esos trajes movían la boca y hasta parpadeaban, ¿alguna especie de tecnología? — Hm... que raro. —murmuré para mis adentros, mientras caminaba hacia una taberna, sentándome ya dentro de esta en un taburete frente a la barra, pidiendo un vaso de jugo ya que era demasiado temprano para beber cerveza. Y en silencio me quedé disfrutando de la bebida refrescante, sed no me faltaba la verdad. El barullo molesto de los ebrios entonaba bastante bien con el ambiente de la taberna, totalmente desencajando con la apariencia general de la isla, tan alegre y empalagoso.
— ¡Chicos, ya llegamos! ¡A desembarcar!
Exclamaba uno de los marineros. Acomodándome el traje y colocándome mejor el gorro Marine, una vez anclaron en el puerto y pusieron la rampa para descender, bajé tranquilamente, portando mi mandoble al hombro sosteniéndolo con una sola mano. Emitiendo un bufido agobiado ya que el viaje había sido de lo más monótono siendo rodeado de niños vírgenes que no tenían nada mejor que contar sus experiencias viendo panties o algo por el estilo... ¡Pff! Plebe, inexpertos que seguro se mojan precozmente con ver un culo bonito nada más; teniendo en claro que me separaría del grupo al cual me habían asignado sin preocuparme de las consecuencias de mis actos, me dirigí ya al centro de la ciudad, a la zona comercial más que nada que es donde estaban la mayoría de confiterías y gente que disfrutaba de los buenos gustos que habían allí.
Si bien los precios eran bastante caros teniendo en cuenta que estábamos en el Grand Line, siempre daban algún que otro refrigerio como muestra, gratis obviamente; una curiosidad especial es que rondando por todos lados parecía estar esta gente disfrazada de dulces y postres recorriendo la ciudad, entreteniendo tanto a niños como mayores por igual. ¿Sería una festividad especial de la isla? Estaba claro que era algo armado, por la manera en que se comportaban, aunque esos trajes movían la boca y hasta parpadeaban, ¿alguna especie de tecnología? — Hm... que raro. —murmuré para mis adentros, mientras caminaba hacia una taberna, sentándome ya dentro de esta en un taburete frente a la barra, pidiendo un vaso de jugo ya que era demasiado temprano para beber cerveza. Y en silencio me quedé disfrutando de la bebida refrescante, sed no me faltaba la verdad. El barullo molesto de los ebrios entonaba bastante bien con el ambiente de la taberna, totalmente desencajando con la apariencia general de la isla, tan alegre y empalagoso.
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