Lion D. Émile
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Una enorme fragata llegó al puerto. Era considerablemente más grande que cualquiera de los muchos navíos que en este se hallaban anclados. Se trataba de un impresionante navío de línea de 90 cañones, setenta metros de eslora, diecisiete de manga y ocho de calado. Su aspecto era impresionante y grandioso, al tiempo que llamativamente agresivo. El mascarón de proa era una enorme calavera roja con colmillos y cuernos, y las compuertas de la artillería eran caras de diablos, gárgolas y criaturas bestiales. Además ondeaba en el mástil una bandera negra con un jolly roger temido y odiado: era el de los Piratas de Lucifer, capitaneados por el terrible Lion D. Émile, un hombre con una reputación muy siniestra y con 417 millones por su cabeza. Era famoso por ser hijo del ex-Almirante Quimera Karl, lo que llevaba a muchos a temerle casi tanto como habían temido a su padre.
En el barco había mucho movimiento. Una pasarela descendió hasta los muelles, y por esta comenzaron a bajar tres personas. En el centro, un hombre joven, vestido con una camisa negra, vaqueros, botines y con dos pistolas en el cinto. Llevaba la camisa medio desabrochada. Lo escoltaban un hombre extremadamente alto y corpulento, que duplicaba en altura a sus dos acompañantes, y una mujer embutida en una especie de traje robótico que llevaba dos enormes armas de fuego a la espalda. Carecía de ojo derecho, y en su lugar tenía un aparato metálico. El del centro no era otro que el propio Émile, y sus dos acompañantes, dos oficiales de su tripulación. La chica era poco conocida, pero tenía cierta fama. Era Ivana Tsaizev, Tetsuhime, con 10.000.000 por su cabeza. El semigigante era alguien más famoso, y reconocido por su extrema resistencia y fuerza. Era Oodamui el Boxeador, de 40.000.000 de berries.
Mientras avanzaban por las calles de la ciudad, la gente huía a la seguridad de sus hogares. Émile no se molestó ni en dirigirles una mirada. ¿Creían a caso que estaban a salvo? ¿No eran conscientes de que de haber deseado destrozar aquel poblado, lo hubiesen hecho en un instante y sin vacilar? Entre sus poderosos tripulantes, su barco y él mismo tenían potencia de fuego suficiente para arrasar aquel lugar de la faz de la tierra, tal y como había hecho en Villa Syrup. Y sería divertido repetirlo... pero no era inteligente llamar la atención más de lo necesario. Si bien posiblemente ningún marine del East Blue podía hacerles frente, si empezaban a arrasar cuanta isla se les ponía a tiro, podían llamar la atención de algún gremio de cazadores, de los Shichibukais o del propio Cuartel General, que acabaría mandando a algún Almirante a por ellos. Así pues, se dirigieron a la primera taberna que encontraron. Oodamui, que era demasiado grande para entrar, se quedó en la puerta, y Tetsuhime entró con él. Ignorando a los clientes del local, le hizo una señal a Ivana y fue a sentarse a una mesa. Se recostó sobre el respaldo de la silla, apoyó los pies en la mesa y se llevó las manos a la cabeza. Su oficial se encargaría de pedir comida y bebida para ellos y el semigigante.
En el barco había mucho movimiento. Una pasarela descendió hasta los muelles, y por esta comenzaron a bajar tres personas. En el centro, un hombre joven, vestido con una camisa negra, vaqueros, botines y con dos pistolas en el cinto. Llevaba la camisa medio desabrochada. Lo escoltaban un hombre extremadamente alto y corpulento, que duplicaba en altura a sus dos acompañantes, y una mujer embutida en una especie de traje robótico que llevaba dos enormes armas de fuego a la espalda. Carecía de ojo derecho, y en su lugar tenía un aparato metálico. El del centro no era otro que el propio Émile, y sus dos acompañantes, dos oficiales de su tripulación. La chica era poco conocida, pero tenía cierta fama. Era Ivana Tsaizev, Tetsuhime, con 10.000.000 por su cabeza. El semigigante era alguien más famoso, y reconocido por su extrema resistencia y fuerza. Era Oodamui el Boxeador, de 40.000.000 de berries.
- Acompañantes de Émile:
Mientras avanzaban por las calles de la ciudad, la gente huía a la seguridad de sus hogares. Émile no se molestó ni en dirigirles una mirada. ¿Creían a caso que estaban a salvo? ¿No eran conscientes de que de haber deseado destrozar aquel poblado, lo hubiesen hecho en un instante y sin vacilar? Entre sus poderosos tripulantes, su barco y él mismo tenían potencia de fuego suficiente para arrasar aquel lugar de la faz de la tierra, tal y como había hecho en Villa Syrup. Y sería divertido repetirlo... pero no era inteligente llamar la atención más de lo necesario. Si bien posiblemente ningún marine del East Blue podía hacerles frente, si empezaban a arrasar cuanta isla se les ponía a tiro, podían llamar la atención de algún gremio de cazadores, de los Shichibukais o del propio Cuartel General, que acabaría mandando a algún Almirante a por ellos. Así pues, se dirigieron a la primera taberna que encontraron. Oodamui, que era demasiado grande para entrar, se quedó en la puerta, y Tetsuhime entró con él. Ignorando a los clientes del local, le hizo una señal a Ivana y fue a sentarse a una mesa. Se recostó sobre el respaldo de la silla, apoyó los pies en la mesa y se llevó las manos a la cabeza. Su oficial se encargaría de pedir comida y bebida para ellos y el semigigante.
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*Un muchacho cuyas pintas se asemejaban a las de un vagabundo observó la llegada de aquel grandioso navío atracando en el puerto y que unos hombres desembarcaban.Al verlo el muchacho se puso nervioso como si el final del mundo se plasmara en sus pequeños ojos. Era Émile y aquel muchacho corrió raudo como el viento colina arriba sin mirar atrás como si su propia vida dependiera de los pasos que daba. Atravesó el pueblo mientras la gente observaba aterrorizada y huía a sus casas ante el evento.*
*El joven llegó a una posada llamada "El Pirata Cojo", a simple vista parecía una tasca normal como otra cualquiera, sin embargo, pertenecía a la mafia de la ciudad cuyo principal dirigente era Meneror "Il Bianco". Abrió las puertas de par en par gritando:
-¡Señor Meneror! ¡Señor Meneror ya está aqui!.
*Los piratas que bebían y cantaban dentro de la tasca se callaron y un silencio sepulcral tomó aquella pequeña tasca. Las miradas de los marineros se fijaban en el muchacho pero también en la figura sentada al fondo, con un puro en la boca y una copa de vino en la mano derecha. Sin embargo el muchacho siguió hablando.*
-Han llegado esos piratas, el barco es del Señor D. Émile.
*Todos los piratas seguían callados como tapias, sin embargo al escuchar el nombre que había pronunciado el muchacho sus caras se tornaron blancas probablemente por el temor de aquel nombre que acababan de escuchar. Sin embargo el hombre del fondo se levantó. Portaba un abrigo negro largo, una chorrera roja atada a su cuello, un puro encendido en la boca, vestía similar a un gánster de los años 20 y su pelo era blanco como la nieve, era Meneror. El capitán pirata se acercó al muchacho colocando su mano en su cabeza mientras se arrodillaba sobre su pierna izquierda.*
-Me habéis informado bien jiven y habéis demostrado tener más templanza que mis hombres *Torna su mirada al Tabernero*- Billy invitad a este mensajero con lo que él desee, pago yo.
*Meneror se levantó, su rostro estaba tranquilo y hasta parecía que la noticia le había contentado ¿que se proponía?. Salió de la taberna y comenzó a caminar colina abajo con sus manos en los bolsillos (al menos la que se le veía) mientras que sus hombres un total de 10 marineros de poca monta lo acompañaban a pocos metros de él, a pesar uno de estos marineros se colocó a la par que su capitán y le preguntó*
-Capitán, vamos directos a ver a Emile ¿esta en sus cabales?
*Meneror sonrió maliciosamente, exhaló un poco de humo por su boca y respondió a los pocos segundos*
-Los fantasmas del pasado señor Botty, que ahora vienen en una piel más joven.....
*Tras decir aquello la cuadrilla y Meneror se dirigieron al pueblo *
*El joven llegó a una posada llamada "El Pirata Cojo", a simple vista parecía una tasca normal como otra cualquiera, sin embargo, pertenecía a la mafia de la ciudad cuyo principal dirigente era Meneror "Il Bianco". Abrió las puertas de par en par gritando:
-¡Señor Meneror! ¡Señor Meneror ya está aqui!.
*Los piratas que bebían y cantaban dentro de la tasca se callaron y un silencio sepulcral tomó aquella pequeña tasca. Las miradas de los marineros se fijaban en el muchacho pero también en la figura sentada al fondo, con un puro en la boca y una copa de vino en la mano derecha. Sin embargo el muchacho siguió hablando.*
-Han llegado esos piratas, el barco es del Señor D. Émile.
*Todos los piratas seguían callados como tapias, sin embargo al escuchar el nombre que había pronunciado el muchacho sus caras se tornaron blancas probablemente por el temor de aquel nombre que acababan de escuchar. Sin embargo el hombre del fondo se levantó. Portaba un abrigo negro largo, una chorrera roja atada a su cuello, un puro encendido en la boca, vestía similar a un gánster de los años 20 y su pelo era blanco como la nieve, era Meneror. El capitán pirata se acercó al muchacho colocando su mano en su cabeza mientras se arrodillaba sobre su pierna izquierda.*
-Me habéis informado bien jiven y habéis demostrado tener más templanza que mis hombres *Torna su mirada al Tabernero*- Billy invitad a este mensajero con lo que él desee, pago yo.
*Meneror se levantó, su rostro estaba tranquilo y hasta parecía que la noticia le había contentado ¿que se proponía?. Salió de la taberna y comenzó a caminar colina abajo con sus manos en los bolsillos (al menos la que se le veía) mientras que sus hombres un total de 10 marineros de poca monta lo acompañaban a pocos metros de él, a pesar uno de estos marineros se colocó a la par que su capitán y le preguntó*
-Capitán, vamos directos a ver a Emile ¿esta en sus cabales?
*Meneror sonrió maliciosamente, exhaló un poco de humo por su boca y respondió a los pocos segundos*
-Los fantasmas del pasado señor Botty, que ahora vienen en una piel más joven.....
*Tras decir aquello la cuadrilla y Meneror se dirigieron al pueblo *
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Acomodado en su silla, Émile rebuscó en sus bolsillos y se llevó un cigarro a la boca. Entonces se quedó mirando hacia Ivana, y como si hubiese recibido una orden mental, esta se acercó apresuradamente y sacó un mechero zippo dorado con el que lo encendió. El pirata dio una larga calada para que el pitillo prendiera, y expulsó el humo en una densa humareda, sujetando el cigarro entre dos dedos. Su oficial se quedó junto a él a la espera de nuevas órdenes, pero el moreno hizo un gesto con la mano indicándole que no necesitaba nada más, y la chica se sentó, mirando con gesto hosco a algunos curiosos que desviaron la mirada. Así era como las cosas deberían haber sido de siempre: marcar el terreno y demostrar a la gente quién mandaba. Hasta entonces había sido demasiado... débil. Se había dejado arrastrar por miedos y emociones inservibles. ¿Para qué servían el resto de las personas si no para cumplir sus propios fines? Cualquiera podía aprovecharse de otros, la diferencia radicaba en quiénes tenían agallas suficientes para hacerlo.
Al cabo de un rato, el dueño salió de la trastienda cargando con un barril de cerveza que sacó fuera del local. Presumiblemente era la bebida de Oodamui. Efectivamente, pronto escuchó el vozarrón y las risotadas del gigantesco boxeador. Dio otra calada y observó con cierta impaciencia al tabernero, esperando a que le sirviera su vino. Tenía la garganta seca, y eso le estaba empezando a enfadar. Dirigió una elocuente mirada a su acompañante, y esta asintió. Si el hombre no se daba prisa, Ivana lo ejecutaría. Sin embargo, no tardó mucho más. Pronto llegó con una bandeja, dejando en la mesa un vaso de whisky para la cyborg y una copa de vino para el joven capitán. También puso un plato lleno de pinchos. La tiradora volvió a mirarle, y Émile por toda respuesta cogió la copa de vino y le dio un sorbo, sujetando el cigarro con la otra mano. La mujer se relajó y tomó su vaso.
- Me alegro de no tener que matarle. He oído que esta ciudad está controlada por mafias, y si bien no tenemos nada que temerles, esperaba poder pasar el día relajada. Al fin y al cabo, en cuanto entremos en el Gran Line de nuevo ya tendremos tanta acción como queramos.
Émile dio otro trago al tinto y otra calada antes de responder. La verdad era que no estaba mal disfrutar de un vino sin tener de volarle los sesos a nadie, para variar. Sin embargo, no dudaría en hacerlo si le molestaban
- Así que mafias. ¿Alguna importante?
- La de Meneror "Il Bianco", capitán.
- "Il Bianco"... ¿ese hombre no era Yonkaikyo? - preguntó distraídamente el hombre, agitando la copa.
- En la guerra de Mariejoa fue sorprendido intentando colarse en un cuartel tras asesinar a varios marines. Fue arrestado y perdió su título, pero logró fugarse.
Mariejoa... aun recordaba el caos de aquella guerra. Desde luego, cualquiera capaz de sobrevivir a semejante batalla era digno de elogios y admiración. Pero aquello no convertía a aquel hombre en alguien digno de su respeto. Cabía la posibilidad de que fuese un debilucho. "Cuando traicioné al Gobierno en la anterior guerra y dejé mi puesto de Yonkaikyo, logré huir ante las mismísimas narices del Almirante Yakama. En cambio él fue arrestado."
Al cabo de un rato, el dueño salió de la trastienda cargando con un barril de cerveza que sacó fuera del local. Presumiblemente era la bebida de Oodamui. Efectivamente, pronto escuchó el vozarrón y las risotadas del gigantesco boxeador. Dio otra calada y observó con cierta impaciencia al tabernero, esperando a que le sirviera su vino. Tenía la garganta seca, y eso le estaba empezando a enfadar. Dirigió una elocuente mirada a su acompañante, y esta asintió. Si el hombre no se daba prisa, Ivana lo ejecutaría. Sin embargo, no tardó mucho más. Pronto llegó con una bandeja, dejando en la mesa un vaso de whisky para la cyborg y una copa de vino para el joven capitán. También puso un plato lleno de pinchos. La tiradora volvió a mirarle, y Émile por toda respuesta cogió la copa de vino y le dio un sorbo, sujetando el cigarro con la otra mano. La mujer se relajó y tomó su vaso.
- Me alegro de no tener que matarle. He oído que esta ciudad está controlada por mafias, y si bien no tenemos nada que temerles, esperaba poder pasar el día relajada. Al fin y al cabo, en cuanto entremos en el Gran Line de nuevo ya tendremos tanta acción como queramos.
Émile dio otro trago al tinto y otra calada antes de responder. La verdad era que no estaba mal disfrutar de un vino sin tener de volarle los sesos a nadie, para variar. Sin embargo, no dudaría en hacerlo si le molestaban
- Así que mafias. ¿Alguna importante?
- La de Meneror "Il Bianco", capitán.
- "Il Bianco"... ¿ese hombre no era Yonkaikyo? - preguntó distraídamente el hombre, agitando la copa.
- En la guerra de Mariejoa fue sorprendido intentando colarse en un cuartel tras asesinar a varios marines. Fue arrestado y perdió su título, pero logró fugarse.
Mariejoa... aun recordaba el caos de aquella guerra. Desde luego, cualquiera capaz de sobrevivir a semejante batalla era digno de elogios y admiración. Pero aquello no convertía a aquel hombre en alguien digno de su respeto. Cabía la posibilidad de que fuese un debilucho. "Cuando traicioné al Gobierno en la anterior guerra y dejé mi puesto de Yonkaikyo, logré huir ante las mismísimas narices del Almirante Yakama. En cambio él fue arrestado."
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*La cuadrilla de Meneror hizo acto de presencia en aquel pueblo fantasma. ¿Habían desaparecido todos? Probablemente la imagen de Émile hizo posible aquella escena. Meneror entró en la taberna con la misma tranquilidad con la que había salido del "Pirata Cojo", y allí pudo observar, a Émile y sus hombres tomando un vino tranquilamente. Il Bianco no pretendía molestar, o al menos eso aparentaba puesto que simplemente saludó al tabernero mientras le pedía un vino y se sentaba en una mesa solo con las piernas cruzadas mientras sus hombres esperaban fuera.*
-Un Borgoñe del 46.
*Estas fueron sus únicas palabras puesto que luego encendió un puro y comenzó a leer un periódico que tenía guardado en el bolsillo de su abrigo. Le dedicó unos segundos a la lectura hasta que le trajeron el vino que había pedido, coge la copa y le da un lento sorbo. Tras aquel gesto comenzó a hablar hacia Émile:
-¿No es cierto que a veces con el semblante de la verdad y la toma de accione piadosas engañamos al diablo mismo?*Dijo el pirata mientras se levantaba y se acercaba hacia los "invitados de la taberna"- Aunque debo decir que me sorprende al igual que me agrada ver a la progenie de un viejo camarada y cuyo misterio siempre ha sido un enigma que ni el dinero logra solventarme...¿no cree? Señor D. Émile.
*Se dirigió tras aquellas palabras se dirige al tabernero*
-Invitaré yo a la ronda que están tomando.
*Mientras tanto los marineros esperaban fuera, algunos preocupados , otros dispuestos a luchar si fuera necesario. Un grupo de 3 fueron hacia el puerto a avisar al Big Crocodile de que apostara sus baterías contra la taberna en caso de que las cosas se torcieran, ya que, no dañarían al capitán por su " habilidad"*
-Un Borgoñe del 46.
*Estas fueron sus únicas palabras puesto que luego encendió un puro y comenzó a leer un periódico que tenía guardado en el bolsillo de su abrigo. Le dedicó unos segundos a la lectura hasta que le trajeron el vino que había pedido, coge la copa y le da un lento sorbo. Tras aquel gesto comenzó a hablar hacia Émile:
-¿No es cierto que a veces con el semblante de la verdad y la toma de accione piadosas engañamos al diablo mismo?*Dijo el pirata mientras se levantaba y se acercaba hacia los "invitados de la taberna"- Aunque debo decir que me sorprende al igual que me agrada ver a la progenie de un viejo camarada y cuyo misterio siempre ha sido un enigma que ni el dinero logra solventarme...¿no cree? Señor D. Émile.
*Se dirigió tras aquellas palabras se dirige al tabernero*
-Invitaré yo a la ronda que están tomando.
*Mientras tanto los marineros esperaban fuera, algunos preocupados , otros dispuestos a luchar si fuera necesario. Un grupo de 3 fueron hacia el puerto a avisar al Big Crocodile de que apostara sus baterías contra la taberna en caso de que las cosas se torcieran, ya que, no dañarían al capitán por su " habilidad"*
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De repente la puerta de la taberna se abrió, y un hombre alto y corpulento entró en la misma. Vestía con ropa elegante y cara, quizá un tanto recargada. Las cicatrices de su cara y el garfio que portaba le daban un aire de veterano de guerra, incluso de pirata. De hecho, creía estar bastante seguro de quién era. Ivana se acercó a él y le susurró el nombre del mafioso al oído. Sí, no se había equivocado. Dio una calada al cigarro observándolo con cierto interés, y bajó los pies de la mesa para poder coger con comodidad los pinchos. Contactó mentalmente por medio del vínculo con Oodamui y le preguntó por la situación fuera de la taberna.
"Hay un montón de hombres con pinta de tipos duros que venían escoltando al del garfio" - indicó el semigigante por telepatía - "¿Debo atacarles? Se han quedado por aquí. Tres de ellos se han ido hacia el puerto."
"De momento no hagas nada" - respondió silenciosamente Émile, dando otro trago al vino - "Si te molestan, eres libre de matarlos."
Así que aquel viejo zorro estaba haciendo su movimiento. ¿Qué se proponía? El joven capitán se imaginó aquello como una partida de ajedrez, aquel juego del que tanto disfrutaba. El enemigo situaba sus peones junto a la taberna, y mandaba otros al puerto. "Mensajeros, tal vez. ¿O sólo pretenden observar la situación?" exhaló una bocanada de humo "De aquí al puerto hay menos de un minuto. Si están haciendo un movimiento ofensivo... pronto recibiré pues un reporte desde el barco. Y si no, preguntaré en un rato si han visto algo raro." El pirata fumaba despreocupadamente un puro mientras leía el periódico de hoy, dando ocasionales tragos a su copa. Era increíble cómo se las ingeniaba para manejarlo todo con una sola mano. Sería la experiencia. De repente Meneror se dirigió hacia él y comenzó a hablarle, poniéndose en pie. Sus palabras sacaron al principio una sonrisa al pirata, y luego lo desconcertaron. Dio otra calada al cigarro y respondió mientras echaba el humo:
- Habláis con mucha alegría del Diablo - dijo, con una sonrisa irónica - así como de mi familia. Debo entender pues que vos conocisteis a mi difunto padre.
Por un instante apretó con algo más de fuerza la copa, pero contuvo el gesto. No le gustaba que hablasen de Karl así como así. El dolor de su muerte y de conocer su verdadera historia aun estaban muy presentes en él...
- Os agradezco vuestra invitación, aunque me desconcierta que un hombre de vuestra posición tenga que rebajarse a acciones mundanas tales como... pagar - dijo, con una sonrisa que ocultaba una ligera burla - ¿Quién sois vos, don Meneror, para tener la osadía de declararos camarada de Lion D. Karl, el guerrero más grande que haya pisado la tierra?
De repente recibió un mensaje del primer oficial. Había movimiento en el puerto, concretamente en uno de los barcos con la enseña de "Il Bianco". Así que se preparaba para algo... "Si es tan estúpido como para atacarnos, lo haré pedazos en un instante." Sin embargo, en el fondo estaba disfrutando de aquella conversación, que no era más que otro terreno en que la partida de ajedrez seguía jugándose. Meneror tenía las blancas y por tanto la iniciativa, pero él jugaba con ventaja. Con una sonrisa enigmática, dio buena cuenta del vino restante e hizo un gesto a Ivana. La mujer cogió la copa y se acercó a la barra para pedir más, mientras el joven dirigía una mirada nada disimulada a sus posaderas. Tras eso, volvió a mirar al mafioso.
- Las presentaciones son inútiles, por lo que veo, pero las normas de la buena educación en tales actos nos... dictan tales comportamientos - dijo, con una mueca burlona algo menos vedada. Le resultaba gracioso imitar las formas de su "anfitrión" - Lion D. Émile, capitán de los Piratas de Lucifer, a vuestro servicio - acompañó el gesto de una voz ligeramente sobreactuada y un gesto de cabeza solemne.
"Hay un montón de hombres con pinta de tipos duros que venían escoltando al del garfio" - indicó el semigigante por telepatía - "¿Debo atacarles? Se han quedado por aquí. Tres de ellos se han ido hacia el puerto."
"De momento no hagas nada" - respondió silenciosamente Émile, dando otro trago al vino - "Si te molestan, eres libre de matarlos."
Así que aquel viejo zorro estaba haciendo su movimiento. ¿Qué se proponía? El joven capitán se imaginó aquello como una partida de ajedrez, aquel juego del que tanto disfrutaba. El enemigo situaba sus peones junto a la taberna, y mandaba otros al puerto. "Mensajeros, tal vez. ¿O sólo pretenden observar la situación?" exhaló una bocanada de humo "De aquí al puerto hay menos de un minuto. Si están haciendo un movimiento ofensivo... pronto recibiré pues un reporte desde el barco. Y si no, preguntaré en un rato si han visto algo raro." El pirata fumaba despreocupadamente un puro mientras leía el periódico de hoy, dando ocasionales tragos a su copa. Era increíble cómo se las ingeniaba para manejarlo todo con una sola mano. Sería la experiencia. De repente Meneror se dirigió hacia él y comenzó a hablarle, poniéndose en pie. Sus palabras sacaron al principio una sonrisa al pirata, y luego lo desconcertaron. Dio otra calada al cigarro y respondió mientras echaba el humo:
- Habláis con mucha alegría del Diablo - dijo, con una sonrisa irónica - así como de mi familia. Debo entender pues que vos conocisteis a mi difunto padre.
Por un instante apretó con algo más de fuerza la copa, pero contuvo el gesto. No le gustaba que hablasen de Karl así como así. El dolor de su muerte y de conocer su verdadera historia aun estaban muy presentes en él...
- Os agradezco vuestra invitación, aunque me desconcierta que un hombre de vuestra posición tenga que rebajarse a acciones mundanas tales como... pagar - dijo, con una sonrisa que ocultaba una ligera burla - ¿Quién sois vos, don Meneror, para tener la osadía de declararos camarada de Lion D. Karl, el guerrero más grande que haya pisado la tierra?
De repente recibió un mensaje del primer oficial. Había movimiento en el puerto, concretamente en uno de los barcos con la enseña de "Il Bianco". Así que se preparaba para algo... "Si es tan estúpido como para atacarnos, lo haré pedazos en un instante." Sin embargo, en el fondo estaba disfrutando de aquella conversación, que no era más que otro terreno en que la partida de ajedrez seguía jugándose. Meneror tenía las blancas y por tanto la iniciativa, pero él jugaba con ventaja. Con una sonrisa enigmática, dio buena cuenta del vino restante e hizo un gesto a Ivana. La mujer cogió la copa y se acercó a la barra para pedir más, mientras el joven dirigía una mirada nada disimulada a sus posaderas. Tras eso, volvió a mirar al mafioso.
- Las presentaciones son inútiles, por lo que veo, pero las normas de la buena educación en tales actos nos... dictan tales comportamientos - dijo, con una mueca burlona algo menos vedada. Le resultaba gracioso imitar las formas de su "anfitrión" - Lion D. Émile, capitán de los Piratas de Lucifer, a vuestro servicio - acompañó el gesto de una voz ligeramente sobreactuada y un gesto de cabeza solemne.
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*Meneror tras escuchar todas aquellas palabras solo pudo exhalar un poco de su humo al techo. Tras unos breves segundos de silencio su rostro seguía tranquilo, pero serio. Quitó la ceniza del puro en el cenicero de la mesa de Émile para continuar hablando*
- Mas rebajado es tener que fingir no ser humano señor Émile ¿no cree? *Dijo mientras echaba un vistazo a los acompañantes de aquel hombre*-No me desagrada pagar a quién hace bien su trabajo o quien predica la humildad, mas no soy un alma caritativa como puede comprender
*Meneror quedó un tanto enojado por aquellos actos burlescos por parte del hijo de su viejo amigo Karl, pensaba que era más educado.Prosiguió con su charla*
-El Diablo amigo mío a veces tiene rostro de mujer, de hombre, de animal pero siempre hace lo mismo...crea coincidencias nada casuales....
*"Il Bianco" dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta con paso firme con sus manos en los bolsillos (al menos la que se le veía), exhaló un poco más de humo con el puro en la boca y antes de salir su boca volvió a pronunciar verba,mientras tanto el tabernero seguía limpiando los vasos tras la barra y los marineros de Il Bianco, algo perplejos no dijeron palabra alguna*
-Sangré con él, un camarada, era mi MAESTRO,perdido en una guerra por el "Amanecer"...
*Tras decir aquellas palabras el pirata se dirigió calle abajo hacia la plaza, sus hombres le siguieron (los que quedaban esperando fuera de la taberna). El marinero Bunt le preguntó a su capitán:*
-¿Cree que logrará llamar su atención?
*Meneror solo sonrió*- Es como su padre, estoy seguro de que así será.El mundo cambia Bunt, los viejos mueren y los nuevos cubren su puesto, Émile es el futuro de una generación
*¿Que se proponía el Mafioso? ¿ Un nuevo plan? ¿una nueva empresa? ¿un ascenso? Pronto dejaría ver sus cartas.. Un marino aceró el den den mushi al capitán, este lo cogió y comenzó a hablar*
-No quiero ningún disparo todavía, no se han mostrado hostiles. De fallar el plan A, activar el mensaje a M.
*Un "Si Señor" se escucha al otro lado del del den mushi. Tras eso Meneror cuelga y continúa caminando*
- Mas rebajado es tener que fingir no ser humano señor Émile ¿no cree? *Dijo mientras echaba un vistazo a los acompañantes de aquel hombre*-No me desagrada pagar a quién hace bien su trabajo o quien predica la humildad, mas no soy un alma caritativa como puede comprender
*Meneror quedó un tanto enojado por aquellos actos burlescos por parte del hijo de su viejo amigo Karl, pensaba que era más educado.Prosiguió con su charla*
-El Diablo amigo mío a veces tiene rostro de mujer, de hombre, de animal pero siempre hace lo mismo...crea coincidencias nada casuales....
*"Il Bianco" dio media vuelta y se dirigió hacia la puerta con paso firme con sus manos en los bolsillos (al menos la que se le veía), exhaló un poco más de humo con el puro en la boca y antes de salir su boca volvió a pronunciar verba,mientras tanto el tabernero seguía limpiando los vasos tras la barra y los marineros de Il Bianco, algo perplejos no dijeron palabra alguna*
-Sangré con él, un camarada, era mi MAESTRO,perdido en una guerra por el "Amanecer"...
*Tras decir aquellas palabras el pirata se dirigió calle abajo hacia la plaza, sus hombres le siguieron (los que quedaban esperando fuera de la taberna). El marinero Bunt le preguntó a su capitán:*
-¿Cree que logrará llamar su atención?
*Meneror solo sonrió*- Es como su padre, estoy seguro de que así será.El mundo cambia Bunt, los viejos mueren y los nuevos cubren su puesto, Émile es el futuro de una generación
*¿Que se proponía el Mafioso? ¿ Un nuevo plan? ¿una nueva empresa? ¿un ascenso? Pronto dejaría ver sus cartas.. Un marino aceró el den den mushi al capitán, este lo cogió y comenzó a hablar*
-No quiero ningún disparo todavía, no se han mostrado hostiles. De fallar el plan A, activar el mensaje a M.
*Un "Si Señor" se escucha al otro lado del del den mushi. Tras eso Meneror cuelga y continúa caminando*
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Si bien lo que había dicho sobre Karl había sido revelador, la breve conversación había resultado decepcionante. Se había esperado un cruce de palabras más largo y tal vez intenso, y que hubiese respondido a sus burlas con algo más que palabrería. En fin... la partida continuaba. Mandó otro mensaje al barco, pidiendo información sobre la situación. Nada ha cambiado, fue la respuesta. Seguían apuntando pues, pero no parecían dispuestos a disparar... por el momento. Si lo hacían, de todos modos, no dudaba que podrían salir de aquella. Ivana le tendió la copa de vino, y Émile se reacomodó en su silla pensativo, mirando a la pared de enfrente.
- ¿Capitán? ¿En qué piensa?
- Tal vez si me hubiera mostrado más sociable... no, eso hubiese sido lo mismo a mostrar debilidad - murmuró, para sí mismo.
- ¿Émile...? - volvió a llamarlo su oficial.
- Acaba tu vaso. Volvemos al barco.
Acto seguido, el pirata vació su copa entera en dos largos tragos, dejó el pitillo en el cenicero y se dirigió a la salida. Su acompañante se apresuró a imitarle, y se reunieron en el exterior con Oodamui. El semigigante reposaba contra la pared del edificio, bebiendo del barril. Para él era poco más que una jarra. Al percatarse de la presencia de su capitán y Tetsuhime, el hombretón vació el recipiente y se incorporó, poniendo rumbo al barco juntos. ¿Cuál debería ser su siguiente movimiento? ¿Atacar? Realmente no ganaba nada con ello. Tal vez evitarse una posible emboscada, divertirse un rato y posiblemente llamar la atención de la Marina. ¿Reunirse con Meneror? No... eso había resultado ser infructuoso. No parecía muy dispuesto a mostrar sus intenciones. Tal vez debería haber sido más directo en la taberna... Entonces, ¿qué debía hacer?
- Tal vez esperar no sea tan mala opción - dijo para sí.
Posiblemente era la menos entretenida, pero era eso o espiarle. Y si el espía fallaba y era descubierto, se habría ganado la enemistad de Meneror. Tal vez eso no fuese muy importante, pero aun había oportunidades de ganarse su aprobación y convencerlo de que trabajase para él. Como subordinado, alguien que había estado bajo órdenes de su padre y el Proyecto podría ser extraordinariamente útil. Por algo lo había elegido. Subieron la pasarela hasta el Corazón del Diablo, y una vez allí Émile subió al castillo de popa, donde se sentó en el trono que había ordenado que le instalaran allí. Observó los barcos y el pueblo desde su privilegiada posición, y entrecruzó sus manos, apoyando una pierna sobre la otra y acomodándose en el mullido asiento.
- Ahora muéstrame tus intenciones, "Il Bianco". No soy una persona a la que le guste ser paciente, pero lo soy cuando es necesario. Esperaré, y entonces te pondré en jaque.
- ¿Capitán? ¿En qué piensa?
- Tal vez si me hubiera mostrado más sociable... no, eso hubiese sido lo mismo a mostrar debilidad - murmuró, para sí mismo.
- ¿Émile...? - volvió a llamarlo su oficial.
- Acaba tu vaso. Volvemos al barco.
Acto seguido, el pirata vació su copa entera en dos largos tragos, dejó el pitillo en el cenicero y se dirigió a la salida. Su acompañante se apresuró a imitarle, y se reunieron en el exterior con Oodamui. El semigigante reposaba contra la pared del edificio, bebiendo del barril. Para él era poco más que una jarra. Al percatarse de la presencia de su capitán y Tetsuhime, el hombretón vació el recipiente y se incorporó, poniendo rumbo al barco juntos. ¿Cuál debería ser su siguiente movimiento? ¿Atacar? Realmente no ganaba nada con ello. Tal vez evitarse una posible emboscada, divertirse un rato y posiblemente llamar la atención de la Marina. ¿Reunirse con Meneror? No... eso había resultado ser infructuoso. No parecía muy dispuesto a mostrar sus intenciones. Tal vez debería haber sido más directo en la taberna... Entonces, ¿qué debía hacer?
- Tal vez esperar no sea tan mala opción - dijo para sí.
Posiblemente era la menos entretenida, pero era eso o espiarle. Y si el espía fallaba y era descubierto, se habría ganado la enemistad de Meneror. Tal vez eso no fuese muy importante, pero aun había oportunidades de ganarse su aprobación y convencerlo de que trabajase para él. Como subordinado, alguien que había estado bajo órdenes de su padre y el Proyecto podría ser extraordinariamente útil. Por algo lo había elegido. Subieron la pasarela hasta el Corazón del Diablo, y una vez allí Émile subió al castillo de popa, donde se sentó en el trono que había ordenado que le instalaran allí. Observó los barcos y el pueblo desde su privilegiada posición, y entrecruzó sus manos, apoyando una pierna sobre la otra y acomodándose en el mullido asiento.
- Ahora muéstrame tus intenciones, "Il Bianco". No soy una persona a la que le guste ser paciente, pero lo soy cuando es necesario. Esperaré, y entonces te pondré en jaque.
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*Meneror continuó caminando hasta la plaza central del pueblo. Allí una docena de marineros del Big Crocodile se apelotonaban formando un círculo, en cuyo interior, estaba un marine de rodillas y las manos atadas a su espalda. Parecía muy magullado, como si hubiera recibido una paliza por parte de los marineros de Meneror. Estos "perros de mar" a la llegada del capitán abrieron el círculo y el marine con una mirada de pánico observaba como Il Bianco se le acercaba, tras unos pocos segundos Meneror se arrodilla ante él sonriente cara a cara*
-¿Temes a la muerte Marine?*exhala humo de su puro en la cara de su prisionero*- ¿Te da miedo el oscuro abismo?, ¿Todos tus actos han descubierto el castigo a tus pecados?.
*El Marine con tono ofensivo respondió* -Mi nombre es William Geysburg, marinero del cuarto pelotón de infantería de la Marina.*Tras esto escupe a Il Bianco*
*Meneror le observó serio y furioso, los marineros apuntaron al marine mientras que otros trabagan saliva como podían pues el miedo a la reacción del capitan era impredecible. Meneror se limpió con su pañuelo el escupitajo y en un rápido movimiento golpeó con la parte redonda de su garfio en el centro de la cara de aquel desdichado hombre, haciendo que el marine caiga al suelo repitiendo una y otra vez las mismas palabras*
-Mi nombre es William Geysburg, marinero del cuarto pelotón de infantería de la Marina.
*"Traed al otro",estas fueron las palabras del peliblanco mientras que su vista se clavaba en el puerto donde su "invitado" Émile observaba lo que sucedía desde su navio. A los pocos segundos trajeron al compañero del marine, era de su misma compañía y por así decirlo era su "hermano de armas". Este segundo marine llamado Bleine no estaba ni atado ni magullado, es más parecía estar muy fresco. Meneror abrió sus brazos y comenzó a hablar*
-Saludos Bleine aqui estábamos hablando con vuestro compañero*Meneror gira para ver a William, mientras que una sonrisa de sádico se le dibujaba en la cara con el puro en la boca*- Gracias por delatar a su compañero, el cual, me ha robado y ha dado mi posición a la marina en varias ocasiones, tomad el pago acordado..*De su bolsillo sale una pequeña bolsa de oro que le lanza a Bleine, este la coge y se dispone a marcharse dando la espalda a los piratas*
*Todo parecía bastante normal, es más, parecía el típico asunto de mafia local. En el momento que Bleine había dado diez pasos para alejarse de los piratas Meneror habló*
-Señor Bleine,¿le parece correcta la cantidad que se le ha dado?
*Bleine algo confuso ante las palabras del pirata abrió la bolsa y contó el dinero, hizo un aceno al pirata de que todo estaba en orden, dió media vuelta para irse y en ese momento Meneror vuelve a hablar*
-¡SEÑOR BLEINE!, no me gustan los chivatos pero lo que menos me gusta es que costéis tan poco....*En ese momento Meneror saca su pistola del abrigo y dispara un tiro certero y rápido a la cabeza de Bleine, el cual, se desploma sangrando en el suelo y la bolsa de monedas cae al pavimento. Todos los piratas quedaron perplejos, y William veía como su compañero había muerto a pesar de ser un traidor¿ que le pasaría ahora a William? .Meneror se dio media vuelta y se quedó observando a William*
-¿Temes a la muerte Marine?*exhala humo de su puro en la cara de su prisionero*- ¿Te da miedo el oscuro abismo?, ¿Todos tus actos han descubierto el castigo a tus pecados?.
*El Marine con tono ofensivo respondió* -Mi nombre es William Geysburg, marinero del cuarto pelotón de infantería de la Marina.*Tras esto escupe a Il Bianco*
*Meneror le observó serio y furioso, los marineros apuntaron al marine mientras que otros trabagan saliva como podían pues el miedo a la reacción del capitan era impredecible. Meneror se limpió con su pañuelo el escupitajo y en un rápido movimiento golpeó con la parte redonda de su garfio en el centro de la cara de aquel desdichado hombre, haciendo que el marine caiga al suelo repitiendo una y otra vez las mismas palabras*
-Mi nombre es William Geysburg, marinero del cuarto pelotón de infantería de la Marina.
*"Traed al otro",estas fueron las palabras del peliblanco mientras que su vista se clavaba en el puerto donde su "invitado" Émile observaba lo que sucedía desde su navio. A los pocos segundos trajeron al compañero del marine, era de su misma compañía y por así decirlo era su "hermano de armas". Este segundo marine llamado Bleine no estaba ni atado ni magullado, es más parecía estar muy fresco. Meneror abrió sus brazos y comenzó a hablar*
-Saludos Bleine aqui estábamos hablando con vuestro compañero*Meneror gira para ver a William, mientras que una sonrisa de sádico se le dibujaba en la cara con el puro en la boca*- Gracias por delatar a su compañero, el cual, me ha robado y ha dado mi posición a la marina en varias ocasiones, tomad el pago acordado..*De su bolsillo sale una pequeña bolsa de oro que le lanza a Bleine, este la coge y se dispone a marcharse dando la espalda a los piratas*
*Todo parecía bastante normal, es más, parecía el típico asunto de mafia local. En el momento que Bleine había dado diez pasos para alejarse de los piratas Meneror habló*
-Señor Bleine,¿le parece correcta la cantidad que se le ha dado?
*Bleine algo confuso ante las palabras del pirata abrió la bolsa y contó el dinero, hizo un aceno al pirata de que todo estaba en orden, dió media vuelta para irse y en ese momento Meneror vuelve a hablar*
-¡SEÑOR BLEINE!, no me gustan los chivatos pero lo que menos me gusta es que costéis tan poco....*En ese momento Meneror saca su pistola del abrigo y dispara un tiro certero y rápido a la cabeza de Bleine, el cual, se desploma sangrando en el suelo y la bolsa de monedas cae al pavimento. Todos los piratas quedaron perplejos, y William veía como su compañero había muerto a pesar de ser un traidor¿ que le pasaría ahora a William? .Meneror se dio media vuelta y se quedó observando a William*
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Émile observó pensativo el espectáculo que se desarrollaba junto al puerto. Se frotó la barbilla, observando y juzgando cada gesto y palabra de don Meneror. Vaya... definitivamente era un hombre duro y resuelto. "Mi padre jamás habría tenido a un inútil a su lado. Así pues, si Meneror combatió a su lado, tal vez me interese a mi tenerlo del mío." El espectáculo que le presentó el pirata fue interesante, desde luego. Una demostración de poder en estado puro, y en cierto modo de principios. Tal vez había empleado más fuerza bruta de la necesaria, pero un marine menos en el mundo era motivo de alegría para todo pirata que se preciara. Definitivamente le interesaba tener a aquel hombre consigo. "Diego, ven aquí." Al instante un hombre atlético y de mediana edad, de tez morena y barba castaña bien recortada, vestido con ropas de cuero, una capa roja y un sombrero de ala ancha. Este se limitó a observar a su capitán y hacerle una leve pero respetuosa inclinación de cabeza.
- Ve ante don Meneror y preséntale mis respetos y felicitaciones por su buen juicio, e invítale a reunirse conmigo en mi barco.
Con un nuevo gesto, el silencioso espadachín se retiró. Bien... algo menos que hacer. Ivana lo observaba con cierto interés, y sabiendo lo que tenía en mente pero no se atrevía a preguntar, Émile dijo:
- Ha despertado mi interés. Creo que le daré una oportunidad... tal vez pueda llegar a serme útil. Avisa para que lo preparen todo para el encuentro. Quiero que en menos de cinco minutos se haya preparado en la sala de reuniones una mesa con el servicio correcto, una botella del mejor tinto que tengamos y viandas para acompañarlo. Tú te has criado en un ambiente culto, a diferencia de la mayoría de esta chusma, así que vigila el proceso.
- A sus órdenes, capitán - dijo respetuosamente su oficial.
Mientras tanto, fuera del barco, Diego se dirigía hacia el don. Sin mayores reparos, atravesó las filas de hombres del mafioso abriéndose camino, y se acercó a Meneror. A pesar de que algunos hombres posiblemente intentarían detenerlo o lo amenazarían por acercarse a su capitán así, no vaciló. ¿Por qué habría de hacerlo ante aquellos principiantes? Hasta el capitán podría llegar a ser presa fácil para él si sus órdenes fueran matarlo. Con un gesto taciturno, le hizo una respetuosa inclinación y dijo:
- Mi capitán ha tenido a bien enviarme para presentaros sus respetos, e invitaros a reuniros con él en su navío.
Al terminar de hablar, señaló a la enorme fragata del puerto, un gran navío de línea de 90 cañones y aspecto intimidante, con diferentes figuras ornamentales de demonios y bestias. Era el Corazón del Diablo, el buque insignia de Émile.
- Ve ante don Meneror y preséntale mis respetos y felicitaciones por su buen juicio, e invítale a reunirse conmigo en mi barco.
Con un nuevo gesto, el silencioso espadachín se retiró. Bien... algo menos que hacer. Ivana lo observaba con cierto interés, y sabiendo lo que tenía en mente pero no se atrevía a preguntar, Émile dijo:
- Ha despertado mi interés. Creo que le daré una oportunidad... tal vez pueda llegar a serme útil. Avisa para que lo preparen todo para el encuentro. Quiero que en menos de cinco minutos se haya preparado en la sala de reuniones una mesa con el servicio correcto, una botella del mejor tinto que tengamos y viandas para acompañarlo. Tú te has criado en un ambiente culto, a diferencia de la mayoría de esta chusma, así que vigila el proceso.
- A sus órdenes, capitán - dijo respetuosamente su oficial.
Mientras tanto, fuera del barco, Diego se dirigía hacia el don. Sin mayores reparos, atravesó las filas de hombres del mafioso abriéndose camino, y se acercó a Meneror. A pesar de que algunos hombres posiblemente intentarían detenerlo o lo amenazarían por acercarse a su capitán así, no vaciló. ¿Por qué habría de hacerlo ante aquellos principiantes? Hasta el capitán podría llegar a ser presa fácil para él si sus órdenes fueran matarlo. Con un gesto taciturno, le hizo una respetuosa inclinación y dijo:
- Mi capitán ha tenido a bien enviarme para presentaros sus respetos, e invitaros a reuniros con él en su navío.
Al terminar de hablar, señaló a la enorme fragata del puerto, un gran navío de línea de 90 cañones y aspecto intimidante, con diferentes figuras ornamentales de demonios y bestias. Era el Corazón del Diablo, el buque insignia de Émile.
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*Meneror se limpió la mano con un pañuelo, dejando en todo momento su garfio oculto tras el frondoso abrigo, tomó asiento en un barril hasta que una figura caballeresca se aproximó. La marinería perpleja ante la llegada de tal figura digna de la mejor obra de Antonio de las Casas dejó paso sin vacilar abriendo un pasillo entre el capitán y el caballero bien vestido. Más aquello no impidió que un marinero al final del corredor se interpusiera entre el mafioso y el caballero dejando escapar de sus labios unas palabras*
-¿A donde cree....*Sin embargo sus palabras se ahogaron ante el tono del capitán*
-No entorpezcáis a ese hombre marinero, pues es de poco decoro importunar a una visita....y es más...me tapáis la visión...
*El marinero no vaciló en volver a las filas junto al resto de la marinería , y Meneror, observó a aquel galante caballero que se había dirigido a él con tono respetuoso y afable, cosa que le garantizaba no tener una herida poco saludable*
-¿Una reunión decís? ¿Mas con quién tengo el gusto de hablar, y con quién tendré el gusto de parlamentar?
*En ese momento sus ojos se alzan hacia el navío señalado por el caballero. Dicho navío le sonaba, de historias que oscilaban entre la realidad y la fantasía. Un navío fuertemente ornamentado que por su gran tamaño podía ser tranquilamente un buque insignia...parecía pues que un pez gordo requería de mi visita, y sin dilación subí solo a aquel buque*
-¿A donde cree....*Sin embargo sus palabras se ahogaron ante el tono del capitán*
-No entorpezcáis a ese hombre marinero, pues es de poco decoro importunar a una visita....y es más...me tapáis la visión...
*El marinero no vaciló en volver a las filas junto al resto de la marinería , y Meneror, observó a aquel galante caballero que se había dirigido a él con tono respetuoso y afable, cosa que le garantizaba no tener una herida poco saludable*
-¿Una reunión decís? ¿Mas con quién tengo el gusto de hablar, y con quién tendré el gusto de parlamentar?
*En ese momento sus ojos se alzan hacia el navío señalado por el caballero. Dicho navío le sonaba, de historias que oscilaban entre la realidad y la fantasía. Un navío fuertemente ornamentado que por su gran tamaño podía ser tranquilamente un buque insignia...parecía pues que un pez gordo requería de mi visita, y sin dilación subí solo a aquel buque*
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Sin dedicarle al marinero que ha intentado interrumpirle más que una breve mirada de soslayo, el avezado espadachín centra su atención en don Meneror. Claramente es un hombre poderoso por lo que puede ver con su mantra, pero notoriamente más débil que su capitán o él mismo. Aun así, no iba a comportarse de manera condescendiente como lo hubiesen hecho otros de sus compañeros de tripulación. ¿Para qué? No ganaba nada con ello. Demostrar el propio poder sólo servía para llamar la atención, y para alguien como él no era algo que le reportase placer o beneficio alguno. Así pues, lo trató con la cortesía que le caracterizaba.
- Mi nombre, caballero, es Diego de Mendoza, Primer Oficial de los Piratas de Lucifer. Mi capitán y la persona que os ha convocado es Lion D. Émile.
En el interior de la sala donde se reunirían, Émile se servía en ese momento una poco de vino. Se acercó a uno de los ventanales con la copa en la mano, y observó el mar a la luz del atardecer. Tan calmado y con aquellos hermosos brillos dorados, casi parecía un paisaje idílico. Costaba imaginarse aquellas aguas convertidas en fuertes olas de tormenta... pero él era de la clase de personas que sabía bien que lo más hermoso también podía ser lo más mortífero. Apretó el puño derecho, tratando de controlar sus sentimientos. "Un día arreglaré las cosas y la haré mía" se juró a sí mismo. En todo caso, no era el momento para pensar en temas emocionales. Tenía una negociación por delante, y si todo salía bien, posiblemente un contrato. Le vendría de perlas teniendo en cuenta que en aquel momento sólo poseía un alma. Aumentar la reserva aumentaría su poder. Mientras pensaba en estos y otros temas, alguien llamó a la puerta, y a continuación entró Diego guiando a Meneror.
- Gracias, Diego. Puedes retirarte - a continuación se dirigió hacia Meneror, dedicándole una inclinación cortés de cabeza - Sed bienvenido a mi navío, don Meneror. Hoy me habéis demostrado que no se puede juzgar a un libro por su portada. Alguien de vuestro carácter y sagacidad es la clase de persona con la que merece la pena tratar.
Las palabras del capitán eran corteses y amables. Émile era un buen orador, y pretendía emplear toda su habilidad para conseguir que Meneror olvidara el trato condescendiente que le había dado en un principio y se sintiera a gusto. Con un gesto de la mano le señaló la mesa, sobre la cuál había bandejas llenas de aperitivos y delicias de todo tipo, desde dulces exóticos traídos del Nuevo Mundo a frutas extrañas, pasando por cosas menos extravagantes como canapés y pinchos. También había una copa de plata para el mafioso y una botella de tinto.
- Por favor, tomad asiento. Habría ordenado que alguno de mis hombres estuviera presente para servirnos, pero cuando hablo de negocios me gusta hacerlo en privado, sin oídos curiosos. Así pues, dado que sois mi invitado, yo mismo os serviré el vino.
Se acercó y cogió la botella. En caso de que Meneror no le dijera lo contrario y le pidiera otra bebida, le llenaría la copa hasta algo más de la mitad. Le convenía tenerlo contento, pero no emborracharlo.
- Iré directo al grano, dado que es un tema del que hay bastante que hablar, y ambos somos hombres ocupados. Decidme, ¿hay algo que deseéis en este mundo? ¿Algo que ansiéis más que nada? Poder, oro, amor, venganza... la vida eterna... decidme. Y antes de que lo digáis, creedme que esta pregunta no es baladí. De vuestra respuesta dependerá mi oferta de negocios.
- Mi nombre, caballero, es Diego de Mendoza, Primer Oficial de los Piratas de Lucifer. Mi capitán y la persona que os ha convocado es Lion D. Émile.
En el interior de la sala donde se reunirían, Émile se servía en ese momento una poco de vino. Se acercó a uno de los ventanales con la copa en la mano, y observó el mar a la luz del atardecer. Tan calmado y con aquellos hermosos brillos dorados, casi parecía un paisaje idílico. Costaba imaginarse aquellas aguas convertidas en fuertes olas de tormenta... pero él era de la clase de personas que sabía bien que lo más hermoso también podía ser lo más mortífero. Apretó el puño derecho, tratando de controlar sus sentimientos. "Un día arreglaré las cosas y la haré mía" se juró a sí mismo. En todo caso, no era el momento para pensar en temas emocionales. Tenía una negociación por delante, y si todo salía bien, posiblemente un contrato. Le vendría de perlas teniendo en cuenta que en aquel momento sólo poseía un alma. Aumentar la reserva aumentaría su poder. Mientras pensaba en estos y otros temas, alguien llamó a la puerta, y a continuación entró Diego guiando a Meneror.
- Gracias, Diego. Puedes retirarte - a continuación se dirigió hacia Meneror, dedicándole una inclinación cortés de cabeza - Sed bienvenido a mi navío, don Meneror. Hoy me habéis demostrado que no se puede juzgar a un libro por su portada. Alguien de vuestro carácter y sagacidad es la clase de persona con la que merece la pena tratar.
Las palabras del capitán eran corteses y amables. Émile era un buen orador, y pretendía emplear toda su habilidad para conseguir que Meneror olvidara el trato condescendiente que le había dado en un principio y se sintiera a gusto. Con un gesto de la mano le señaló la mesa, sobre la cuál había bandejas llenas de aperitivos y delicias de todo tipo, desde dulces exóticos traídos del Nuevo Mundo a frutas extrañas, pasando por cosas menos extravagantes como canapés y pinchos. También había una copa de plata para el mafioso y una botella de tinto.
- Por favor, tomad asiento. Habría ordenado que alguno de mis hombres estuviera presente para servirnos, pero cuando hablo de negocios me gusta hacerlo en privado, sin oídos curiosos. Así pues, dado que sois mi invitado, yo mismo os serviré el vino.
Se acercó y cogió la botella. En caso de que Meneror no le dijera lo contrario y le pidiera otra bebida, le llenaría la copa hasta algo más de la mitad. Le convenía tenerlo contento, pero no emborracharlo.
- Iré directo al grano, dado que es un tema del que hay bastante que hablar, y ambos somos hombres ocupados. Decidme, ¿hay algo que deseéis en este mundo? ¿Algo que ansiéis más que nada? Poder, oro, amor, venganza... la vida eterna... decidme. Y antes de que lo digáis, creedme que esta pregunta no es baladí. De vuestra respuesta dependerá mi oferta de negocios.
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*Tras entrar en aquella sala, Meneror, se sentía como en casa. Pues el lujo y el arte caballeresco refumaban por todas aquellas paredes. Tras contemplar como el caballero Diego de Mendoza se retiraba con un gesto realmente honrable, Meneror asintió con la cabeza dando a entender que era un honor conocer a tan digno caballero. Tras su salida de la estancia los dos hombres se encontraron, el que parecía ser mi anfitrión Lion D Émile...todavía recuerdo al último Lion al que serví y ahora está criando malvas, sin embargo sus palabras fueron de afecto y no de reproche. A poco más tardar Lion D Émile ofreció al mafioso una copa de un buen vino, pues Meneror divisiaba un gran reserva a leguas ,y es más, aquellas suculentas viandas que se le habían ofrecido le parecían de poca importancia frente al tinto.*
-Le agradezco sus palabras señor D. Émile, más me gustaría saber cual es vuestro propósito pues nadie despliega tal cantidad de recursos y medios solo para decirme que es un placer tenerme aqui* Dijo el Bianco sacando de su abrigo negro un habano marrón, el cual, tras sacar un mechero de bolsillo prendió para luego llevarlo a la boca y continuar hablando*
-Espero que le humo no os importune. *Dijo exhalando un poco de dicho humo por la boca mientras que tomaba el asiento señalado por su anfitrión no sin antes agradecer la copa que se le servía, acercándola a su nariz para después probarla y una tenue sonrisa se fijó en su boca*
-Buena reserva señor D Émile...*Coge el puro de su boca con la mano, dejando la otra oculta, para quitar la ceniza mientras escuchaba la palabra "Negocio"*
-¿Acaso pretendéis llegar a un acuerdo conmigo? *Hace una pequeña pausa* ¿Amor? El amor no reporta beneficio y sus síntomas son signos de emocionalidad....¿Venganza?La venganza me la cobro gustosamente por mis propios medios procurando no dar oportunidades a los que intentan vengarse de mi...¿Oro? El oro te permite comprar cosas, pero también lo hace un buen chantaje....¿Poder? Muy posiblemente señor Émile...pero yo busco algo más profundo.
*Se levanta del sillón y se acerca al ventanal donde estuvo anteriormente Émile, para luego volver a exhalar humo por la boca procedente del haban. Meneror estaba pensativo, mas sabía que quería de antemano*
-Lo único señor Émile que mueve este viejo cuerpo es el respeto, la influencia y el temor...¿acaso vos podéis ofrecerme eso?*Dijo el mafioso girándose para quedar frente a su anfitrión con rostro serio*
-Le agradezco sus palabras señor D. Émile, más me gustaría saber cual es vuestro propósito pues nadie despliega tal cantidad de recursos y medios solo para decirme que es un placer tenerme aqui* Dijo el Bianco sacando de su abrigo negro un habano marrón, el cual, tras sacar un mechero de bolsillo prendió para luego llevarlo a la boca y continuar hablando*
-Espero que le humo no os importune. *Dijo exhalando un poco de dicho humo por la boca mientras que tomaba el asiento señalado por su anfitrión no sin antes agradecer la copa que se le servía, acercándola a su nariz para después probarla y una tenue sonrisa se fijó en su boca*
-Buena reserva señor D Émile...*Coge el puro de su boca con la mano, dejando la otra oculta, para quitar la ceniza mientras escuchaba la palabra "Negocio"*
-¿Acaso pretendéis llegar a un acuerdo conmigo? *Hace una pequeña pausa* ¿Amor? El amor no reporta beneficio y sus síntomas son signos de emocionalidad....¿Venganza?La venganza me la cobro gustosamente por mis propios medios procurando no dar oportunidades a los que intentan vengarse de mi...¿Oro? El oro te permite comprar cosas, pero también lo hace un buen chantaje....¿Poder? Muy posiblemente señor Émile...pero yo busco algo más profundo.
*Se levanta del sillón y se acerca al ventanal donde estuvo anteriormente Émile, para luego volver a exhalar humo por la boca procedente del haban. Meneror estaba pensativo, mas sabía que quería de antemano*
-Lo único señor Émile que mueve este viejo cuerpo es el respeto, la influencia y el temor...¿acaso vos podéis ofrecerme eso?*Dijo el mafioso girándose para quedar frente a su anfitrión con rostro serio*
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Émile no pudo evitar una sonrisa de satisfacción. Ciertamente había juzgado mal inicialmente al mafioso. Era un tipo astuto y con las ideas claras, y la clase de persona con la que podría llegar a entenderse muy bien. Y tenía buen gusto con los vinos. En el momento en que fue a encender el puro, se le adelantó y se lo encendió él con un chaqueo de los dedos que generó una pequeña llama rojo oscuro. Se sentó a la mesa y tomó uno de los canapés, esperando a la respuesta de Il Bianco. Como esperaba, no le decepcionó, y le dio una bastante interesante, al tiempo que un pequeño enigma. ¿Cómo satisfacer aquellas ambiciones? Se le ocurrían maneras, pero estaba seguro de que Meneror buscaría algo excepcional y poderoso.
- Don Meneror, puedo levantar a los mismísimos muertos de su reposo. Por supuesto que puedo volver a un hombre más temible y respetado... la pregunta - dijo, llevándose una mano a la barbilla - Es qué clase de respeto buscáis. Dependiendo de eso, sabré cómo ayudaros.
Al fin y al cabo, había muchas maneras de concederle aquello. Desde esparcir historias sobre Meneror (tanto verdaderas y exageradas como inventadas) con el fin de presentarlo como alguien poderoso, justo y temible a aumentar directamente su poder con el fin de que él mismo se labrara su reputación.
- Pedid... y en función de lo que busquéis, yo pondré un precio - dijo, con una media sonrisa.
- Don Meneror, puedo levantar a los mismísimos muertos de su reposo. Por supuesto que puedo volver a un hombre más temible y respetado... la pregunta - dijo, llevándose una mano a la barbilla - Es qué clase de respeto buscáis. Dependiendo de eso, sabré cómo ayudaros.
Al fin y al cabo, había muchas maneras de concederle aquello. Desde esparcir historias sobre Meneror (tanto verdaderas y exageradas como inventadas) con el fin de presentarlo como alguien poderoso, justo y temible a aumentar directamente su poder con el fin de que él mismo se labrara su reputación.
- Pedid... y en función de lo que busquéis, yo pondré un precio - dijo, con una media sonrisa.
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*Meneror parecía muy convencido de lo que iba a logar en aquella reunión, pues a pesar de no tener fuerza suficiente deseaba volver a recuperar su título y ,es más, cobrarse venganza.Su mirada se clavó al horizonte y con el puro en la boca Meneror respondió*
-Dejad a los muertos descansar tranquilos señor Émile, mas si es cierto que un hombre fuerte y temible podéis hacer de mi persona, espero resultados gratos.
*Tras aquellas palabras quitó el habano de la boca para dar un sorbo a la copa de vino*
-Deseo publicidad señor Émile pero a la vez necesito labrarme mi propia leyenda y para ello... *Se gira y deja la copa sobre la mesa*- Para ello os necesito a vos, para obtener la fuerza física necesaria para poder enfrentarme a peligros que escapan a mi control, y con vuestro padre ya había entablado algún movimiento, más ahora creo que ya no podra ayudarme
*Vuelve a coger el puro no sin quitarle la ceniza antes, tras eso toma asiento nuevamente*
-Dadme poder señor Émile y le prometo, que no tendrá que preocuparse usted por otros menesteres de menor índole que puedan molestarle
*Exhala otra calada al aire, y con rostro serio mira nuevamente la sala de reuniones. A pesar de esto no toma ninguna de las viandas que se le ofrecieron, pues prefería un vino que era mucho más ligero*
-Dejad a los muertos descansar tranquilos señor Émile, mas si es cierto que un hombre fuerte y temible podéis hacer de mi persona, espero resultados gratos.
*Tras aquellas palabras quitó el habano de la boca para dar un sorbo a la copa de vino*
-Deseo publicidad señor Émile pero a la vez necesito labrarme mi propia leyenda y para ello... *Se gira y deja la copa sobre la mesa*- Para ello os necesito a vos, para obtener la fuerza física necesaria para poder enfrentarme a peligros que escapan a mi control, y con vuestro padre ya había entablado algún movimiento, más ahora creo que ya no podra ayudarme
*Vuelve a coger el puro no sin quitarle la ceniza antes, tras eso toma asiento nuevamente*
-Dadme poder señor Émile y le prometo, que no tendrá que preocuparse usted por otros menesteres de menor índole que puedan molestarle
*Exhala otra calada al aire, y con rostro serio mira nuevamente la sala de reuniones. A pesar de esto no toma ninguna de las viandas que se le ofrecieron, pues prefería un vino que era mucho más ligero*
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El pirata sonrió para sí, planeando ya cómo sería el contrato. Tras pensárselo durante un rato, mientras escuchaba las palabras de Meneror, llamó a uno de sus hombres y le ordenó que fuera a buscarle uno de los pergaminos para contratos, además de papel y tinta. La hoja que le trajeron no era una normal, pues en una esquina estaba grabado el sello de la tripulación. Con una caligrafía elegante, comenzó a escribir los términos del acuerdo:
Siendo las partes firmantes de este contrato Don Meneror, también conocido como Il Bianco, capitán del Big Crocodile; en calidad de contratante de los servicios, y el sr. Lion D. Émile, capitán de los Piratas de Lucifer, en calidad de contratado, estos acuerdan lo siguiente:
1. Ambas partes acuerdan respetar a la otra durante la duración del contrato.
1.1 Se considerará como infracción de este primer punto cualquier clase de acción que perjudique física, económica, legal o moralmente al otro, así como cualquier clase de traición indirecta.
1.2 En caso de romper el contratante dicho punto, sus beneficios derivados del contrato le quedarán rescindidos, no así el mismo.
2. El contratado promete ayudar a publicitar la figura del contratante en los términos que este designe, siempre y cuando esto no entre en conflicto con el punto 1 o cualquiera de sus apartados.
3. El contratado promete ayudar al contratante a aumentar su propio poder en los términos que este designe, siempre y cuando esté dentro de sus posibilidades, no interfiera con sus intereses o entre en conflicto con el punto 1 o cualquiera de sus apartados.
4. El contratante jurará lealtad al contratado en calidad de capitán de banda aliada. Para esto llevará a cabo el llamado juramento del "Pacto de Lealtad". Dicho Pacto establece un vínculo telepático entre ambos pactantes, y asegura la fidelidad del contratante.
4.1 El contratado se compromete a respetar al contratante de acuerdo al punto 1, y a no hacer un mal uso del Pacto.
4.2 De romper el contratante el vínculo del Pacto de Lealtad, deberá responder con su alma como fianza.
5. El contrato será vinculante y vitalicio, y quedará roto si el contratado ve una serie de claras violaciones de los términos que lo hagan necesario.
Firmado: El contratado
Una vez hubo terminado, se lo pasó a Meneror para que lo examinara y lo firmase. Con una sonrisa, dijo:
- Tomaos vuestro tiempo para examinarlo, y preguntad todas las dudas que tengáis acerca de la naturaleza del acuerdo. Con esto, ambos saldremos ganando.
Siendo las partes firmantes de este contrato Don Meneror, también conocido como Il Bianco, capitán del Big Crocodile; en calidad de contratante de los servicios, y el sr. Lion D. Émile, capitán de los Piratas de Lucifer, en calidad de contratado, estos acuerdan lo siguiente:
1. Ambas partes acuerdan respetar a la otra durante la duración del contrato.
1.1 Se considerará como infracción de este primer punto cualquier clase de acción que perjudique física, económica, legal o moralmente al otro, así como cualquier clase de traición indirecta.
1.2 En caso de romper el contratante dicho punto, sus beneficios derivados del contrato le quedarán rescindidos, no así el mismo.
2. El contratado promete ayudar a publicitar la figura del contratante en los términos que este designe, siempre y cuando esto no entre en conflicto con el punto 1 o cualquiera de sus apartados.
3. El contratado promete ayudar al contratante a aumentar su propio poder en los términos que este designe, siempre y cuando esté dentro de sus posibilidades, no interfiera con sus intereses o entre en conflicto con el punto 1 o cualquiera de sus apartados.
4. El contratante jurará lealtad al contratado en calidad de capitán de banda aliada. Para esto llevará a cabo el llamado juramento del "Pacto de Lealtad". Dicho Pacto establece un vínculo telepático entre ambos pactantes, y asegura la fidelidad del contratante.
4.1 El contratado se compromete a respetar al contratante de acuerdo al punto 1, y a no hacer un mal uso del Pacto.
4.2 De romper el contratante el vínculo del Pacto de Lealtad, deberá responder con su alma como fianza.
5. El contrato será vinculante y vitalicio, y quedará roto si el contratado ve una serie de claras violaciones de los términos que lo hagan necesario.
Firmado: El contratado
Una vez hubo terminado, se lo pasó a Meneror para que lo examinara y lo firmase. Con una sonrisa, dijo:
- Tomaos vuestro tiempo para examinarlo, y preguntad todas las dudas que tengáis acerca de la naturaleza del acuerdo. Con esto, ambos saldremos ganando.
Meneíllos
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Akuma no mi
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*Meneror alzó su ceja izquierda como señal de desconfianza. ¿El alma?, le habían gustado todos los puntos de aquel contrato entre él y Émile pero no dejaba de escamarle ser un segundón*
-Señor Émile, el alma al igual que le honor o la astucia, son dones que solo se tienen una vez. ¿Que haría yo sin alma señor Émile?¿Acaso no podría darme lo único que me es nato y yo a cambio le doy algo más valioso, mi palabra.
*Bebe un poco del vino nuevamente, no sin antes echar una calada al aire del habano, el cual, se le estaba acabando. Tras eso torna la vista hacia el ventanal desde su asiento dejando de mirar el contrato*.
-Os debería lealtad por vuestro padre, en paz descanse.Aceptaría con gusto su contrato Señor Émile pero como puede comprender no puedo rechazar a lo único que me es nato, el alma, pues no tenéis cara de Davy Jones...seguro que me convenceréis con un argumento mejor ¿Verdad?.
*Meneror quitó ceniza de su puro, observando a Émile a la espera de que esa cláusula fuera modificada*
-Señor Émile, el alma al igual que le honor o la astucia, son dones que solo se tienen una vez. ¿Que haría yo sin alma señor Émile?¿Acaso no podría darme lo único que me es nato y yo a cambio le doy algo más valioso, mi palabra.
*Bebe un poco del vino nuevamente, no sin antes echar una calada al aire del habano, el cual, se le estaba acabando. Tras eso torna la vista hacia el ventanal desde su asiento dejando de mirar el contrato*.
-Os debería lealtad por vuestro padre, en paz descanse.Aceptaría con gusto su contrato Señor Émile pero como puede comprender no puedo rechazar a lo único que me es nato, el alma, pues no tenéis cara de Davy Jones...seguro que me convenceréis con un argumento mejor ¿Verdad?.
*Meneror quitó ceniza de su puro, observando a Émile a la espera de que esa cláusula fuera modificada*
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