Choque de espadas: una pelea en Cocoyasi

Fenrir entró en el pueblo de noche. El lugar estaba bastante tranquilo, y eso escamaba al hombre, que esperaba encontrarse con algún guardia nocturno o al menos algún tipo de seguridad o vigilancia. En su vaina, su espada esperaba el momento de salir y enfrentarse a su siguiente víctima. Por desgracia no había nadie en esa isla que le hubiese contratado, por lo que encontrar a un objetivo en ese lugar sería bastante complicado. El pelirrojo masculló algo en voz baja, mientras pateaba una piedrecita en medio del camino, lanzándola varios metros más allá para, una vez la había alcanzado, volver a patearla.

Una vez encontró un lugar con algo de ruido en la calle, se detuvo, sin proseguir con su ritual de las patadas. Era un establecimiento, parecido a una especie de taberna o posada. En su interior se escuchaba el ruido de varias voces hablando y cantando, además del inconfundible sonido de un piano tocando una alegre melodía. Suspirando ante la incapacidad de encontrar un rival con el que batirse, el chico simplemente entró en el sitio, esperando encontrar a alguien a quien retar a un juego de beber, o en el peor de los casos, beber hasta emborracharse para dejar que las penurias pasasen. Esperaba, nervioso, que su cartel aún no hubiese llegado hasta la isla. Con suerte, su máscara no lo delataría como el asesino de la isla de Splent, sino como un hombre estrafalario con gustos extraños por las máscaras tribales.

Juka estaba en su primera aventura como pirata amateur en una pequeña villa del East Blue, cuando de repente el ruido de las jarras de sake fue interrumpido por el sonido de la puerta, de la taberna donde se encontraba. Luego de unos segundos de silencio Juka miro hacia atrás con intriga de saber quién sería la persona que llamaba tanto la atención a los demás. Al verlo se percató que ese hombre intentaba esconder su identidad con su extraña mascara, y para eliminar la tensión del momento gritó: He tu enmascarado, te invito un trago!

Un hombre grandullón de una esquina del local gritó algo así como:

- ¡Eh, tú, enmascarado, te invito a un trago!

Fenrir sintió cómo la tensión se hacía más presente en su cuerpo. Se llevó la mano al cinto, donde colgaba su espada envainada, haciendo ver que si alguien intentaba hacer algo raro, tomaría medidas drásticas. El ambiente pareció enrarecerse un poco en cuanto el pelirrojo enmascarado hizo este gesto. La gente se le quedó mirando, con un reflejo de miedo en sus miradas, pasando la vista del hombre a su arma, y de nuevo al hombre. Pese a que Fenrir desconfiaba de aquel tipo que tan abiertamente le había invitado a beber, no podía negarse a tener una buena copa de bebida en la mano. El enmascarado de cabellos carmesíes recorrió todo el lugar hasta situarse frente a la mesa del enorme tipo, y asintió:

- Acepto tu invitación -dijo secamente-. Tomaré un vaso de sake, bien cargado. -dijo mientras se sentaba a la mesa, con las piernas estiradas, y los pies colocados sobre la misma, en una posición de relajación que contrastaba con su estado interno, de completa tensión.

Luego de invitar al enmascarado a su mesa, Juka ve que este pone su mano sobre el mango de su espada. Inmediatamente la tensión sube y El pirata, manteniendo su posición de tranquilidad en la mesa sube lentamente su mano por su espalda y la pone en el mango de su espada. Luego de unos segundos de espera el enmascarado deja su posición de batalla y se sienta en su mesa. Se miran fijamente y el que rompe el hielo es Juka, este le dice.... Intuyo por tu apariencia que no eres un ciudadano común, y al parecer ambos manejamos el arte de la espada. E instantáneamente le pregunta: De que lado estas? Con o en contra de la Marina?

Mientras Juka esperaba la respuesta de su acompañante entra de golpe una unidad de Marines que por casualidad estaba en la villa. El pirata mira fijamente a su acompañante mientras vuelve a subir su mano hasta su espalda con intenciones de preparar su espada.

Fenrir miró fijamente a su acompañante cuando le preguntó de qué lado estaba.

- ¿Lado? Yo solo estoy de mi lado. Y no me importa el lado de los demás, por mí como si se matan entre ellos. -dijo, secamente, mientras alzaba la mano, para llamar la atención de algún encargado del local, para que le atendiese. Un hombre empezó a caminar hacia la mesa, pero se detuvo cuando un grupo de marines apareció por la puerta, presuntamente de patrulla. Fenrir sintió un malestar general, que se intensificó cuando los hombres del gobierno se acercaron a ellos dos. "¿Qué demonios? ¿Por qué vienen tan directos a por nosot...?" la respuesta era simple. Parecía que su acompañante no veía con buenos ojos a la marina, pues se estaba llevando la mano a la espalda, donde descansaba su arma, una especie de nodachi, o tal vez una katana larga. Obviamente los agentes de la ley lo habían visto y se encaminaban para ver a qué venía aquella actitud hostil.

Fenrir suspiró, mientras se colocaba bien en la silla, y llevaba discretamente la mano derecha a su propia arma.

- ¿Puedo ayudarle en algo, agente? -le preguntó al hombre que se acercó a ellos dos, un joven que apenas debía superar la veintena, con el uniforme típico de los soldados rasos. Pese a hablarle, el hombre de la máscara no se giró hacia él, con lo que su rostro oculto por el antifaz no podía ser visto por el marine.
- Venimos buscando a un peligroso criminal que ha asesinado a un hombre a un par de islas de aquí. Se le reconoce por empuñar una espada roja. Apenas se sabe nada más sobre él. -dijo el marine, mientras extendía un cartel y se lo mostraba a toda la taberna. Pese a que Fenrir no podía verlo, sabía que imagen habría en el mismo: su retrato.

"Mierda..." pensó para sí "Espero que este tipo de verdad quiera usar su espada contra los marines..." pensó mientras toqueteaba la empuñadura de su arma, mirando a Volpi. Al fin y al cabo, la gente del local no tardaría en delatarlo, y le vendría bien que alguien le ayudase a pelear con los marines.

Luego de recibir la respuesta de su acompañante, Juka se percató de que los Marines estaban buscando a un asesino con una apariencia parecida a la del enmascarado. El pirata logro divisar que el supuesto asesino depositó su mano sobre el mango de su espada nuevamente. Por lo tanto una sangrienta batalla se aproximaba. Mientras lentamente se paraba de su cómoda silla, Juka miró al enmascarado una vez más y le dijo:"Espero que no seas un estorbo para mi, espadachín rojo". Al estar completamente parado El pirata miró a los hombres de la Marina y les dijo:"Aquí esta el asesino que buscan... pero ya que interrumpieron nuestra charla, para capturarlo deberán vencerme a mi primero (y en ese momento Juka sacó su katana de su espalda y se preparó para la batalla que se avecinaba).

Fenrir sintió un escalofrío cuando el otro se refirió a él como "espadachín rojo", y se planteó el atacarle por aquella insensatez. Pero entonces hizo algo que no se esperaba. Dijo que efectivamente, el pelirrojo era el hombre al que buscaban, pero que si querían llevárselo, antes tendrían que derrotarle a él. Justo entonces sacó su katana, algo más grande que la suya, y se colocó en posición.

El enmascarado se levantó con relativa tranquilidad, mientras desenvainaba, y agarró con fuerza su espada, interponiéndola entre él y los marines, que atropelladamente empezaron a desenvainar sus propias armas. El joven que estaba frente a ellos también sacó la suya, con gesto dubitativo, y empezó a retroceder, para juntarse con sus compañeros. Ninguno de ellos parecía sobresalir, y todos sus uniformes eran idénticos, dando a entender que compartían rango. Había un total de quince marines allí, y Fenrir supo que si tenían que pelear estaban en desventaja, por la abrumadora superioridad numérica de los hombres.

- ¡Yaaaargh! -rugió, como si se hubiera vuelto loco, mostrando los dientes a los agentes de la ley, tratando de intimidarles. El efecto fue bastante satisfactorio, haciendo que alguno de ellos se estremeciera-. Os mataré, uno a uno. -gritó mientras daba un paso hacia ellos. Algunos de los hombres se alejaron en la misma medida, pero unos pocos se mantuvieron estoicos. La distancia que los separaba era de unos tres metros. La gente se había alejado corriendo, hacia las paredes o la salida, y el encargado se había parapetado tras la barra.


- ¡Vamos, venid, cobardes! -gritó a los tipos que tenía frente a él. Si lograba asustarlos, tal vez pudiera salir de ahí sin problemas. Mientras les gritaba y gruñía, empezó a encaminarse hacia la salida del local, viendo si su compañero le seguía.

Luego de ver como el enmascarado se alejaba lentamente hacia la puerta de la taberna mientras intimidaba a los Marines, Juka decidió actuar como sus instintos lo propusieron. Él tomó su espada, miró al "espadachín rojo" y le dijo:"Como se nota que no eres tan buen espadachín como parecías, veamos si me sigues el ritmo". Y luego de pronunciar estas palabras el pirata corrió en dirección a los hombres de la Marina para atacarlos.

Mientras corría logro percibir que los soldados de la ley solo tenían espadas por lo tanto no le podrían disparar o atacar a distancia. Se decidió y comenzó a defenderse y a cortar los cuerpos de los Marines. Luego de matar a 5, Juka fue alcanzado por una patada de uno de los soldados y cayó al suelo. Todos los Marines saltaron en dirección a el con sus espadas apuntándolo, y Juka solo esperaba que un milagro sucediera para que esas armas no lo alcanzaran.

Fenrir miró por el rabillo del ojo al tipo de la espada, que parecía más un temerario prepotente, descerebrado y sin una pizca de sentido de la autoconservación, o bien un verdadero maestro que tenía todo bajo control. El tío agarró su espada y cargó contra los marines, acabando con cinco de ellos antes de que los demás le comenzaran a suprimir. El pelirrojo maldijo para sí mientras se debatía entre huir o dejar atrás a aquel hombre. Ciertamente le importaba poco lo que pudiera sucederle a aquel tonto, pero el muy egocéntrico le había dicho que no era un buen espadachín, y aquello se acababa de clavar en el orgullo de Fenrir como una espina en la garganta. Desenvainó la roja katana, y se lanzó contra los marines, que parecían bastante ocupados en tratar de acabar con el grandullón como para prestarle atención. Acabó con tres de ellos antes de que los demás tuvieran tiempo a responder, pero los superaba ampliamente en velocidad y agilidad. Uno a uno, fue atravesando a todos los marines que quedaban, hasta que solo quedó uno. Fenrir le apuntó con la punta de la espada, mientras murmuraba en voz tensa:

- ¡Lárgate y no vuelvas, o te juro que te rebano la garganta ahora mismo!

Tras eso, el enmascarado agarró por el cuello de la camisa al enorme hombre tendido en el suelo y murmuró, entre dientes:

- Y tú... ahora veamos quien es el mejor espadachín de los dos. -lo soltó de la ropa, avanzando hacia el exterior. Una vez en la calle, se colocó en posición de combate, esperando a que el otro saliese para dar comienzo al duelo. Si de verdad pensaba que era tan bueno, aceptaría, y Fenrir demostraría quien de los dos era mejor.

En unas milésimas de segundo, mientras Juka esperaba ser salvado de todas esas espadas que amenazaban con matarlo, el enmascarado acabó con los diez hombres restantes de la Marina. El pirata quedó sorprendido con esta hazaña, y para sí se arrepintió de lo que le había dicho a ese espadachín.

Cuando Juka levantó su mirada hacia el enmascarado, este salió de la taberna y se colocó en posición de combate. Esta acción sorprendió a Juka el cuál se levantó rápidamente cuando el espadachín le dijo: "veamos quién es el mejor espadachín". El pirata se posicionó metros afuera de la puerta de la taberna y le dijo al enmascarado: "Dime tu nombre compañero enmascarado ...me has demostrado que eres fuerte... tienes mi respeto como espadachín, pero como ya sabrás... un buen guerrero nunca escapa de una pelea...". Segundos después Juka apretó la empuñadura de su espada con su mano, y avanzo rápidamente hacia su oponente. Cuando estaba a un par de metros de él, el pirata se despegó del suelo con un gran salto, en la bajada Juka levantó su espada y la dirigió hacia su oponente.

Ante la pregunta de su ahora rival, Fenrir tan solo mantuvo un silencio enigmático y sereno. Tras un par de segundos, el enmascarado acabó por decir:

- Puedes llamarme Hoja Escarlata. -mientras lo decía, se colocaba en una posición de carga, flexionando la pierna izquierda mientras adelantaba al derecha. La espada quedó en horizontal, completamente paralela al suelo, con la hoja roja brillando aún por la sangre de los marines, cubriendo el pecho del hombre y asegurada con ambas manos, para evitar temblores en la hoja. Una mirada rápida al local reveló que algunas de las personas observaban con inquietud la pelea que iba a desencadenarse de un momento a otro.

El enorme hombretón agarró su espada con su mano y avanzó hacia Fenrir con velocidad. En el último momento, el gigantón separó ambos pies del suelo en un brico, con la espada por delante, tratando de realizar un corte descendente sobre la cabeza del pelirrojo. El enmascarado retrocedió un paso y movió la hoja hacia la derecha ligeramente, hasta que la empuñadura quedó a la derecha de su cabeza, y entonces realizó un amplio arco con su espada, tratando de golpear lateralmente la hoja que caía frente a él para arrancarla de las manos de Volpi. El ataque iba imbuido con toda la fuerza de Fenrir, que ya de por sí era muy superior a la de un humano medio, por lo que esperaba lograr su objetivo.

- ¡Corte Diabólico! -gritó, mientras descargaba el tajazo. Si lograba desarmar a su oponente, el combate estaría sentenciado.

En su caída Juka logro ver que el espadachín retrocedió un paso e intentó desviar el ataque de la espada del pirata. Este al ver tal rápido movimiento del enmascarado, movió su gran espada entre su rostro y la espada de su oponente. Al producirse el choque de las espadas se creó una gran onda de viento que sintieron todos los espectadores de la batalla quedando sorprendidos de tales poderes.

Segundos después de la apresurada defensa de Juka, este fue lanzado hacia atrás por la fuerza de la espada de su contrincante. El pirata se dio cuenta de que esa no sería una batalla sencilla y que necesitaría utilizar sus mejores técnicas para intentar vencer al gran espadachín que tenía a tan solo unos metros delante.

En esos segundos de pausa, el pirata decide efectuar su mejor técnica para acabar esta batalla de una vez por todas. Entonces mira a su oponente y le dice: "Prepárate para recibir mi poder Hoja Escarlata", en ese instante vuelve a posicionar su espada en el medio de su cuerpo mirando a su oponente y corre en la misma dirección pensando su siguiente movimiento en cada paso que da.
Al estar cerca de su contrincante, Juka hace un rápido movimiento hacia el lateral izquierdo de su enemigo(pasando a su lado), mientras prepara su espada para su llamado "Saido katto (Corte Lateral)".

Al estar a centímetros del cuerpo de su adversario, el pirata solo pensaba que este ataque sería la mayor y única oportunidad de herir a su enemigo, y que si lo erraba su enemigo tomaría la delantera y ganaría la batalla.(Aunque también este ataque es muy poderoso y es difícil de esquivar).

Fenrir retrocedió un par de pasos ante el choque de espadas con Juka. El hombretón parecía impresionado por la frialdad con la que se había defendido. Sin embargo, al pelirrojo no le gustaba quedarse a la defensiva en los combates. Él era mucho más de tomar la ofensiva y abrumar al enemigo con ataques rápidos y fuertes. Su rival alzó la voz, con firmeza, advirtiéndole:

- Prepárate para recibir mi  poder, Hoja Escarlata. -el hombre colocó la espada frente a él y empezó a correr hacia él. El espadachín de cabellos rojizos empezó a sentir su poder interno recorriendo sus venas, en forma de odio líquido. Su espada se volvió un solo ser con él, y su energía empezó a transmitirse a la hoja a gran velocidad. El pelirrojo colocó la espada en su lado derecho del cuerpo, preparado para parar al hombre que venía contra él de un solo corte llameante.

Sin embargo, el otro pasó a su lado corriendo, y moviendo la espada de tal forma que la hoja atravesó parte de su costado. El ataque había sido bien calculado, y ahora un dolor ardiente atravesaba el lateral izquierdo del mercenario, que lanzó un Corte Diabólico idéntico al anterior, pero con la hoja imbuida en un calor infernal.

- Ittoryu: Hoja del Averno. -murmuró, ignorando momentáneamente el dolor mientras la hoja pasaba frente a sus ojos, directa a la espalda de Juka, que pasaba a su lado en ese momento. Si le golpeaba, la hoja ardiente cortaría como si atravesase mantequilla fundida, pero además cauterizaría la herida al instante, impidiendo una fácil cicatrización y evitando la pérdida de sangre. Eso sí, a cambio de un intensísimo dolor.

Independientemente de si lograba impactar en el objetivo con su ataque, al finalizar su movimiento, Fenrir se llevó la mano a la herida, sintiendo el calor de su propia sangre derramada. Su mano se tiñó con un color carmesí igual al de sus cabellos escarlatas. Se giró lentamente hacia Juka para ver el resultado de su ofensiva.

Mientras efectuaba el ataque, Juka logró escuchar el sonido del acero cortando la carne de su oponente. Pero segundos después de haberlo producido el enmascarado no pausó su batalla por la herida, sino que en el momento que Juka se descuidó pensando que había ganado la batalla, el espadachín lanzó una técnica llamada "Ittoryu: Hoja del Averno", la cuál Juka no pudo parar ni esquivar. Pero lo que sí logró hacer es desviar con su espada el ataque del enmascarado en dirección a su brazo. El ataque de la "Hoja Escarlata" cortó una gran parte del bicep de Juka. La herida cauterizó al instante pero Juka no podía dejar de moverse por el suelo del dolor, gritando, al borde de desmallarse por tal sentimiento de ardor en su brazo izquierdo.

Según parecía, la batalla estaba empatada, ambos espadachines estaban heridos y con una gran incapacidad para moverse. El pirata continuó moviendose por el suelo del dolor, sin poder parar aunque lo quisiese, esperando que el enmascarado estuviese en la misma situación, ya que si no lo estaba la batalla concluiría con la derrota de Juka B.Volpi.

Fenrir separó la mano del cuerpo, aún ensangrentada, observando cómo el rojizo líquido se deslizaba entre sus dedos. El dolor del costado era intenso, y hacia que forzar aquella herida fuera extremadamente agónico. Apretando los dientes, se giró lentamente hacia Volpi, con una mano en la herida y la otra aferrando la espada con firmeza. Pese a todo, el arma parecía bailar ligeramente en su mano. El calor de la hoja seguía ahí, haciendo que la misma se iluminase con un tono rojo brillante, casi blanco.

El enmascarado vio a Juka tirado en el suelo, gritando por el dolor de la herida que le había provocado. Había interpuesto su brazo, con lo que el corte parecía haberle golpeado en uno de los bíceps. Posiblemente aquella herida le quedase como una marca permanente, debido al calor con el que se había realizado, un recuerdo del combate que ambos habían mantenido. El pelirrojo caminó con dificultad hacia Juka. A cada paso que daba, la herida parecía borbotear, expulsando más sangre, y formando un pequeño rastro de la misma en el suelo. Agarrando la espada tan solo con la mano derecha, Fenrir colocó la hoja sobre Volpi, dando por finalizado el combate. Tampoco le interesaba matar a aquel tipo que le había ayudado a deshacerse de los marines. Sin embargo, tenía claro que la gente del bar pronto llamaría, si no lo habían hecho ya, al cuartel más cercano, para que enviasen otra escuadra de hombres a detenerlos, y para entonces Fenrir ya quería estar lejos. Empezó a caminar lentamente hacia el final de la calle, con la idea de tomar un barco y desaparecer de esa isla cuanto antes.

Luego de que su oponente diera por concluida la batalla, este puso rumbo hacia el puerto de la ciudad. En ese momento, Juka decidió hacer una esforzada pausa en su agónico dolor para mirar a su antiguo oponente y le dijo: "Fue un honor haber luchado contigo Hoja Escarlata, espero que algún día nos volvamos a ver.... ¡¡espero con ansias ese día!! "

Acto seguido a esto cuando el enmascarado ya se veía como un pequeño punto en el camino hacia el puerto, Juka miro hacia el cielo, mientras apretaba su brazo contra su cuerpo y sus dientes por el intenso dolor que perduraba de su herida, y murmuró:"Así que asi se siente tener una aventura... jeje". Segundos después, el pirata escuchó que unos Marines llegaban a las puertas de la ciudad, por lo que rengueando decidió dirigirse hacia su alejada barca para retomar su viaje por el mar.