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Bostecé con fuerza mientras me levantaba de la cama. Ya era habitual en mi, pero no era mi culpa. No era una persona que se despertase temprano habitualmente, pero las circunstancias me obligaron a dejar ese hábito de lado. Un pequeño sacrificio que debía pagar para intentar lograr mis objetivos de la mejor forma. Hasta ahora había tenido resultados satisfactorios. Tenía mi propio estilo de combate y mi ritmo aumentó mucho desde que abandoné mi isla natal. Pensar que todo este potencial había sido limitado por mi padre... Tal vez tuvo algo de razón en aquello, más bien me tenía controlado para que no fuera una amenaza para él. Je, pobre iluso. Me había hecho más fuerte desde mi última pelea con él, pero sabía muy bien que aún no era rival para él. Puede que lo superase en fuerza, pero mi debilidad en el ámbito de velocidad me limitaba bastante. Era por eso que estuve haciendo un entrenamiento especial para mejorar eso, pero aún seguía sin ver fruto alguno.
– Bueno, no se puede tener todo en esta vida – pensé al tiempo que suspiraba.
En eso noté que mi DDM estaba sonando. Arqueé una ceja, pero me hice una idea de quien podría estar llamando. La cosa era... ¿Tanta pereza tenía para no venir a verme en persona? Joder, si solo estábamos a unos metros de distancia... o eso creo. Marineford era gigante, por lo que aún no lo conocía del todo. Bufé molesto y contesté a la llamada. Mientras más rápido terminase con todo esto, tendría mucho más tiempo para seguir con el entrenamiento del Kairo.
– Keith, quiero que te presentes en mi oficina a más tardar en una hora – antes que pudiese decir algo, Rick me colgó. En verdad odiaba cuando hacía esas cosas.
Miraba con curiosidad la oficina de mi superior. Definitivamente superaba en tamaño a la que tenía en la academia donde aprendí mi base, aunque viendo donde nos encontrábamos, era de esperarse. Al oír como Rick se aclaraba la garganta, presté atención a lo que iba a decir.
– Keith, he estado pensando... Y creo que es hora que te enfrentes a alguien que tiene un poco más experiencia que tú – mi superior tomó una bocanada de aire y prosiguió. – Es uno de los reclutas con mayor potencial de éste año, al igual que tú y el Leila – bueno, eso terminó por llamar mi atención. Rick me entregó una carpeta con los datos conocidos y públicos de mi oponente. ¿Slicerin D. Venom? Debía admitir que tenía un buen nombre.
Asentí cortésmente y salí de la habitación, no sin antes que Rick me diese un mapa de una de las arenas donde se llevaría a cabo la pelea. Por fuera no lo parecía, pero interiormente me moría de ganas por pelear con un recluta con algo de experiencia. Si ya mis peleas con Leila eran bastante igualadas... ¿Cómo sería pelear con alguien así? El solo pensarlo hacía que mi sangre herviera por emoción que estaba sintiendo.
– Bueno, no se puede tener todo en esta vida – pensé al tiempo que suspiraba.
En eso noté que mi DDM estaba sonando. Arqueé una ceja, pero me hice una idea de quien podría estar llamando. La cosa era... ¿Tanta pereza tenía para no venir a verme en persona? Joder, si solo estábamos a unos metros de distancia... o eso creo. Marineford era gigante, por lo que aún no lo conocía del todo. Bufé molesto y contesté a la llamada. Mientras más rápido terminase con todo esto, tendría mucho más tiempo para seguir con el entrenamiento del Kairo.
– Keith, quiero que te presentes en mi oficina a más tardar en una hora – antes que pudiese decir algo, Rick me colgó. En verdad odiaba cuando hacía esas cosas.
Una hora más tarde...
Miraba con curiosidad la oficina de mi superior. Definitivamente superaba en tamaño a la que tenía en la academia donde aprendí mi base, aunque viendo donde nos encontrábamos, era de esperarse. Al oír como Rick se aclaraba la garganta, presté atención a lo que iba a decir.
– Keith, he estado pensando... Y creo que es hora que te enfrentes a alguien que tiene un poco más experiencia que tú – mi superior tomó una bocanada de aire y prosiguió. – Es uno de los reclutas con mayor potencial de éste año, al igual que tú y el Leila – bueno, eso terminó por llamar mi atención. Rick me entregó una carpeta con los datos conocidos y públicos de mi oponente. ¿Slicerin D. Venom? Debía admitir que tenía un buen nombre.
Asentí cortésmente y salí de la habitación, no sin antes que Rick me diese un mapa de una de las arenas donde se llevaría a cabo la pelea. Por fuera no lo parecía, pero interiormente me moría de ganas por pelear con un recluta con algo de experiencia. Si ya mis peleas con Leila eran bastante igualadas... ¿Cómo sería pelear con alguien así? El solo pensarlo hacía que mi sangre herviera por emoción que estaba sintiendo.
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Algunos ratones muertos se hallaban en una pequeña jaula de tamaño medio. Parecían tener algunas mordeduras y algo de pintura negra por sus espaldas. Además, sus ojos habían sido sacados de forma violenta. Aquella sala tenía algunos tubos llenos de sustancias extrañas y bastantes mesas llenas de carpetas. En una de las sillas se hallaba sentado una persona de expresión siniestra. Era un chico de joven edad, de cabellos rojos como la sangre y ojos azulados. Sus orbes recordaban a los de un reptil por su apariencia. Akaihebi, había sido ascendido a cabo hacía un par de horas y es posible que ese dato no se hubiese hecho público por el momento. Sus misiones en las islas de Ireos y en el Este habían servido para hacer de su carrera algo mejor respecto a lo que ya era. Ambos servicios los había realizado en solitario.
Se quedó mirando un reloj de forma calmada y después de unos momentos se colocó en pie. Vestía con un chaleco verde acolchado, una camiseta negra, un pantalón del mismo color, unas sandalias de madera y una cinta de hierro con el símbolo de la marina en la frente. El luchador se relamió despacio y tomó unas llaves plateadas. Caminó hasta la salida y acto seguido cerró aquel sitio. Era un portón verde con unas inscripciones rojas. Era uno de los laboratorios que le habían asignado para poder trabajar. Mostró una expresión algo macabra y después abrió la boca todo lo que pudo. Introdujo las llaves en su garganta y después tragó. A continuación introdujo las manos en sus bolsillos y comenzó a caminar hacia un lugar en concreto. Sus azulados ojos se clavaron en el cielo, dándose cuenta de que el día no estaba tan mal pese a las pocas nubes oscuras que había.
El hombre serpiente no tardó mucho en llegar a una especie de arena de combate al aire libre, en la cual había butacas alrededor, pero nada de público. Nadie podía ser tan tonto de gastar tiempo en un combate de dos supuestos reclutas. El pelirrojo entró con calma y una vez estuvo en el escenario se sentó, pegando su espalda a la pared. Cerró los ojos y después se mantuvo alerta. Esperaría a su oponente. Ya le habían informado de que tenía que realizar un pequeño combate contra otro marine. La orden provenía de un tal ¿Rick? No recordaba bien eso, pero debía cumplir su deber como marine. Se relamió unos momentos y sacó la llave de su boca, dejándola después debajo de un pequeño azulejo que parecía despegado. A continuación esperó con calma mientras acomodaba sus manos tras la cabeza.
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Mi ceja tembló mientras salía de otra habitación que no tenía nada que ver con mi objetivo. No es que tuviese mala orientación... mas bien era que Marineford era un lugar inmenso. Varias escaleras que daban a distintos sectores, y eso que aún no visitaba el poblado que estaba fuera del cuartel. Suspiré algo enojado y decidí tragarme mi orgullo por esta vez. Ya se me estaba haciendo algo tarde para llegar a la arena, por lo que no tenía otra alternativa. Usando mis sentidos mejoras, busqué a algún marine que se encontrase por el lugar. Para mi fortuna, justo un recluta iba caminando por el, anteriormente, vacío pasillo. Puse mi mejor sonrisa falsa que pudiese lograr y me acerqué a preguntar sobre donde se encontraba la arena. Mi cara no dejaba entrever nada de la molestia que me encontraba sintiendo al abandonar parte de mi orgullo.
– Disculpe, recluta-san. ¿Podría decirme donde encontrar este lugar? – le pregunté al hombre.
Solo tardé unos cinco minutos en memoriza la ubicación. Luego, aún con aquella sonrisa falsa, me despedí jovialmente de aquel recluta. Una vez que el marine se marchó del lugar, volví a mi semblante solemne de antes y suspiré. Intentar caerle bien a desconocidos cuando no me importaba en lo más mínimo, era una tarea un poco complicada.
Al cabo de unos veinte minutos, conseguí llegar a la arena donde se llevaría a cabo el combate de entrenamiento. El lugar era inmenso y, como supuse, las butacas se encontraban algo vacías. Aquello lo encontré normal, puesto que casi nadie usaría su tiempo para venir a ver un combate entre dos simples reclutas; simplemente nos consideraban como indignos. Bufé algo disgustado y miré al otro lado de la arena, allí se encontraba mi oponente esperando. Una cosa era verlo en una hoja, y otra cosa muy distinta era verlo con mis propios ojos. Era un hombre pelirrojo y su cabellera era de color rojizo, pero eso no fue lo que más llamó mi atención; fueron sus ojos y piel. Nunca creí que encontraría a alguien más pálido que yo, pero me equivoqué. No tenía idea, pero al ver su apariencia lo primero que pensé fue en una serpiente.
– Mis disculpas por llegar tarde, Slicerin-san, pero aún no conozco bien la estructura de Marineford – dije fría y cortésmente. Me doblé levemente el cuello y clavé mis ojos azulados en los del otro recluta. Mi nombre es Keith.. ¿Empezamos? – Mi cara seguía teniendo un semblante inexpresivo, pero la realidad era muy distinta. Usaba esa máscara para ocultar mis ansias por pelear con él, simplemente porque estorbaría si mostraba esa faceta mía abiertamente.
– Disculpe, recluta-san. ¿Podría decirme donde encontrar este lugar? – le pregunté al hombre.
Solo tardé unos cinco minutos en memoriza la ubicación. Luego, aún con aquella sonrisa falsa, me despedí jovialmente de aquel recluta. Una vez que el marine se marchó del lugar, volví a mi semblante solemne de antes y suspiré. Intentar caerle bien a desconocidos cuando no me importaba en lo más mínimo, era una tarea un poco complicada.
Al cabo de unos veinte minutos, conseguí llegar a la arena donde se llevaría a cabo el combate de entrenamiento. El lugar era inmenso y, como supuse, las butacas se encontraban algo vacías. Aquello lo encontré normal, puesto que casi nadie usaría su tiempo para venir a ver un combate entre dos simples reclutas; simplemente nos consideraban como indignos. Bufé algo disgustado y miré al otro lado de la arena, allí se encontraba mi oponente esperando. Una cosa era verlo en una hoja, y otra cosa muy distinta era verlo con mis propios ojos. Era un hombre pelirrojo y su cabellera era de color rojizo, pero eso no fue lo que más llamó mi atención; fueron sus ojos y piel. Nunca creí que encontraría a alguien más pálido que yo, pero me equivoqué. No tenía idea, pero al ver su apariencia lo primero que pensé fue en una serpiente.
– Mis disculpas por llegar tarde, Slicerin-san, pero aún no conozco bien la estructura de Marineford – dije fría y cortésmente. Me doblé levemente el cuello y clavé mis ojos azulados en los del otro recluta. Mi nombre es Keith.. ¿Empezamos? – Mi cara seguía teniendo un semblante inexpresivo, pero la realidad era muy distinta. Usaba esa máscara para ocultar mis ansias por pelear con él, simplemente porque estorbaría si mostraba esa faceta mía abiertamente.
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El cabo estaba pendiente de lo que pasaba y no tardó en ver llegar a aquel joven frente a él. Parecía ser mayor que él en edad, pero era algo más bajo. El pálido marine lentamente fue relamiéndose y permaneciendo en silencio, esperando a que fuese él quien se presentase. Parecía un tipo normal y esperaba no tardar mucho con aquello, aunque tenía un mal presentimiento que llegó a él en forma de escalofrío. Era una sensación que notó con Ivan y eso le hacía sentir bien. Tal vez iba a divertirse más de lo que esperaba. Apretó los puños un poco y después escuchó las palabras de su adversario. Los azulados ojos de Venom se clavaron en los suyos de forma intensa. Compartían el mismo color, pero había diferencias en las formas de cada uno. Akaihebi entonces se colocó en pie despacio y se echó el cabello a un lado, dejando ver su rostro completo.
- De modo que Keith. Como ya veo que sabes mi nombre, me ahorraré las presentaciones y empezaré el combate, tal y como acabas de preguntar. Veamos si tú también formas parte de los reclutas de oro.
Él mismo se había llamado así mismo de esa forma junto a unos nuevos prodigios más. Si les habían reunido allí, era por ser de los mejores. También había oído hablar del sargento Zuko y de su monstruosa fuerza. La marina estaba llenándose de gente impresionante. Venom entonces se colocó en posición de combate y después de unos momentos miró al joven. No pudo esperar más y salió disparado hacia él con una velocidad considerable. Una vez estuviese cerca, chasquearía los dedos con fuerza. [Manual Fusrodah] De esa forma lo podría dejar ensordecido un tiempo y tal vez su sentido del equilibrio fallase. Funcionase o no, lanzaría una serie de tres puñetazos rápidos buscando su rostro, pecho y estómago, para después intentar impactarle una potente patada en la rótula derecha.
- Breaking Soul… ¡Black Snake!
Gritó alejándose despacio para después colocarse en guardia. Observó a su oponente para ver si había podido hacerle algo de daño. El cabo se relamió despacio y mostró una sonrisa llena de arrogancia, pues solía ser de esa forma al pelear. Lo siguiente que hizo fue cruzarse de brazos y relamerse lentamente. Su aspecto resultaba ser bastante tétrico en todo momento, pero tampoco era para tanto. Se dio cuenta de que las gradas continuaban vacías y eso le serviría en caso de tener que mostrar su poder, que pocos lo supieran. Por el momento tan solo se había transformado delante de la capitana Misa y en su forma híbrida. La completa era una bestialidad que pocos podían ver.
- Estoy seguro de que tus oídos arden en agonía…
- De modo que Keith. Como ya veo que sabes mi nombre, me ahorraré las presentaciones y empezaré el combate, tal y como acabas de preguntar. Veamos si tú también formas parte de los reclutas de oro.
Él mismo se había llamado así mismo de esa forma junto a unos nuevos prodigios más. Si les habían reunido allí, era por ser de los mejores. También había oído hablar del sargento Zuko y de su monstruosa fuerza. La marina estaba llenándose de gente impresionante. Venom entonces se colocó en posición de combate y después de unos momentos miró al joven. No pudo esperar más y salió disparado hacia él con una velocidad considerable. Una vez estuviese cerca, chasquearía los dedos con fuerza. [Manual Fusrodah] De esa forma lo podría dejar ensordecido un tiempo y tal vez su sentido del equilibrio fallase. Funcionase o no, lanzaría una serie de tres puñetazos rápidos buscando su rostro, pecho y estómago, para después intentar impactarle una potente patada en la rótula derecha.
- Breaking Soul… ¡Black Snake!
Gritó alejándose despacio para después colocarse en guardia. Observó a su oponente para ver si había podido hacerle algo de daño. El cabo se relamió despacio y mostró una sonrisa llena de arrogancia, pues solía ser de esa forma al pelear. Lo siguiente que hizo fue cruzarse de brazos y relamerse lentamente. Su aspecto resultaba ser bastante tétrico en todo momento, pero tampoco era para tanto. Se dio cuenta de que las gradas continuaban vacías y eso le serviría en caso de tener que mostrar su poder, que pocos lo supieran. Por el momento tan solo se había transformado delante de la capitana Misa y en su forma híbrida. La completa era una bestialidad que pocos podían ver.
- Estoy seguro de que tus oídos arden en agonía…
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Arqueé una ceja antes sus palabras iniciales, un poco perplejo. ¿Reclutas de oro? ¿Así era como nos llamaban? De todas formas, no tenía tiempo para pensar en cosas como esas, puesto que el combate iba a comenzar. Suspiré y activé el aura fría a unos treinta centímetros a mi alrededor. El aura llegaba hasta los 0 grados y al metro de distancia si lo empleaba al máximo, pero en mi forma humana y a mi nivel actual... era mejor limitar el rango para no gastar toda mi energía de una. Cero grados no era mucho que digamos. Dependía más de la resistencia al frío de las personas más que otra cosa, pero funcionaba en algo para entumecer partes del cuerpo del oponente. Una vez activada tanto mi ataque como defensa, esperé que es lo que haría el pelirrojo en primera instancia... Y fue ahí donde lamentaba tener sentidos superiores a los de un humano, aunque fuese una suerte que solo estuviera en humana. Si hubiera estado en otra de mis dos formas... el daño a mi sentido auditivo sería peor.
Sea lo que sea que hubiese usado el recluta... funcionó a la perfección, aunque alcancé a reaccionar y poner mis brazos en forma de cruz por instinto. Eso hizo que resistiese un poco mejor los primeros dos asaltos al rostro y pecho, pero tuve que comerme de lleno los otros dos. El que fue al estómago consiguió dejarme sin aire, y el de la rótula... Si no tuviera una resistencia alta, probablemente hubiese terminado con la rótula descolocada o peor. Fue lo suficientemente poderoso para hacer que cayera y clavara una rodilla en el suelo. Mierda, subestimé demasiado a ese pelirrojo. No creía que hubiese otro recluta, a parte de mí, que tuviese una fuerza descomunal y prodigiosa. De todas formas, había cierto detalle que nos diferenciaba... Slicerin, a parte de fuerza bruta, tenía una velocidad envidiable, o al menos eso parecía desde mi punto de vista. Con esa fuerza y velocidad... la tendría muy complicada.
Escupí a un lado e intenté levantarme. Me demoré un poco debido a que mi equilibrio estaba algo desbalanceado por culpa del pelirrojo, más encima no podía oír bien. No sabía cuando duraría eso, pero debía apañarmelas de momento solo con mi vista y olfato. Lo primero que hice fue ver si mi oponente sufrió entumecimientos cuando entró al rango de mi aura helada. Luego intentaría retomar el aire para poder empezar con mi contraataque.
– Estúpida velocidad, nunca creí que me daría tantos problemas – me maldije por lo bajo.
Me puse en guardia y corrí a toda velocidad hacia mi oponente... que era casi igual y un poco superior al de un humano común. Viendo que no podía valerme solo de fuerza bruta, tendría que usar otra cosa para poder asestar al menos un golpe. El primer puñetazo iba dirigido a la cara, aunque era más bien una finta engañosa para hacer que colocara su guardia en otro lugar y luego golpearle con una patada giratoria en las costillas. Los tres asaltos siguientes serían puñetazos al plexo solar, barbilla y estómago. A parte de mi fuerza aumentada, entumecería, dependiendo de su resistencia al frío, las zonas afectadas debido a mi aura helada. Le diese o no le diese, igual me alejaría para ver el resultado de mi embestida, al tiempo que mantenía mi guardia en alto y luchaba para mantener el equilibrio. Joder, eso que hizo al principio me estaba molestando bastante.
Sea lo que sea que hubiese usado el recluta... funcionó a la perfección, aunque alcancé a reaccionar y poner mis brazos en forma de cruz por instinto. Eso hizo que resistiese un poco mejor los primeros dos asaltos al rostro y pecho, pero tuve que comerme de lleno los otros dos. El que fue al estómago consiguió dejarme sin aire, y el de la rótula... Si no tuviera una resistencia alta, probablemente hubiese terminado con la rótula descolocada o peor. Fue lo suficientemente poderoso para hacer que cayera y clavara una rodilla en el suelo. Mierda, subestimé demasiado a ese pelirrojo. No creía que hubiese otro recluta, a parte de mí, que tuviese una fuerza descomunal y prodigiosa. De todas formas, había cierto detalle que nos diferenciaba... Slicerin, a parte de fuerza bruta, tenía una velocidad envidiable, o al menos eso parecía desde mi punto de vista. Con esa fuerza y velocidad... la tendría muy complicada.
Escupí a un lado e intenté levantarme. Me demoré un poco debido a que mi equilibrio estaba algo desbalanceado por culpa del pelirrojo, más encima no podía oír bien. No sabía cuando duraría eso, pero debía apañarmelas de momento solo con mi vista y olfato. Lo primero que hice fue ver si mi oponente sufrió entumecimientos cuando entró al rango de mi aura helada. Luego intentaría retomar el aire para poder empezar con mi contraataque.
– Estúpida velocidad, nunca creí que me daría tantos problemas – me maldije por lo bajo.
Me puse en guardia y corrí a toda velocidad hacia mi oponente... que era casi igual y un poco superior al de un humano común. Viendo que no podía valerme solo de fuerza bruta, tendría que usar otra cosa para poder asestar al menos un golpe. El primer puñetazo iba dirigido a la cara, aunque era más bien una finta engañosa para hacer que colocara su guardia en otro lugar y luego golpearle con una patada giratoria en las costillas. Los tres asaltos siguientes serían puñetazos al plexo solar, barbilla y estómago. A parte de mi fuerza aumentada, entumecería, dependiendo de su resistencia al frío, las zonas afectadas debido a mi aura helada. Le diese o no le diese, igual me alejaría para ver el resultado de mi embestida, al tiempo que mantenía mi guardia en alto y luchaba para mantener el equilibrio. Joder, eso que hizo al principio me estaba molestando bastante.
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Durante los golpes, Venom había notado que el cuerpo del chico estaba frío, pero eso no iba a fastidiarle a él de ninguna forma. Entonces su mente empezó a maquinar rápidamente. O usaba técnicas de canalización de frío o por el contrario era un usuario. Pensó que más bien sería lo primero y mostró una sonrisa siniestra. No tardó mucho en relamerse despacio y después de unos momentos pudo sentir el dolor del joven por sus oídos. Al parecer iba a divertirse un poco contra aquel joven humano. Slicerin llamaba así a todo aquel que no tenía un demonio en su interior como él y por supuesto, planeaba convertir a los demás con aquel estudio que estaba haciendo. Acarició despacio su propio cabello y después estuvo pendiente a lo que quisiera hacer aquel joven. Él usaría su estilo de combate natural por el momento, o en caso extremo activaría su elemento de canalización, el viento.
El cabo no llegó a escuchar las palabras de aquel chico, pero supo que dijo algo. Se mantuvo alerta y con sus sentidos puestos en aquel combate. El marine observó a su oponente tratar de darle un puñetazo en el rostro, pero entonces bajó su frente, buscando que se jodiera la mano contra el acero de su protector. Se dio cuenta de la realidad cuando cambió su posición a una ofensiva con la pierna. Al menos sus manos estaban libres tras no haber tratado de bloquear el primer supuesto ataque. Clavó la rodilla derecha en el suelo y metió ambos antebrazos en posición equis durante el impacto. El pelirrojo frunció el ceño al darse cuenta de que tenía una fuerza física considerable, aunque no como la suya. Cayó de espaldas al suelo y después se colocó en pie todo lo de prisa que pudo. El primer ataque lo bloqueó con su propio puño, el segundo lo evadió echando la cabeza a un lado y frunciendo el ceño, pues ese fue peligroso.
- ¿Cómo?
Se le escapó al luchador al notar el puño del joven impactar en su estómago. La serpiente salió disparada hacia atrás, cayendo al suelo y rodando varios metros. El dolor que había sentido fue considerable y no tardó en escupir a un lado. Se quedó sin respiración por unos momentos y tuvo que tomar todo el aire posible. Jadeó con fuerza y después se quedó allí tumbado. Notó una sensación fría en su mano y eso le hizo moverla de forma violenta. El estómago se libró de ese efecto por su chaleco y la camiseta. Venom se levantó como pudo, clavando sus azulados ojos en aquel joven y después se relamió despacio. El pelirrojo entonces empezó a reír despacio, como si estuviese poseído. Sus ojos tomaron un color dorado y entonces fue cuando colocó los dos pulgares en el suelo, observando al chico que tenía delante de sus ojos.
- ¡Atacad!
Dos perros de tamaño considerable, de colmillos afilados y de un color azulado intenso aparecieron de una leve humareda. Sus ojos eran verdes y tenía un tercer orbe rojizo en la frente. Las bestias salieron corriendo a por el chico y ambas se lanzaron tratando de morderle y de lanzarle zarpazos en zonas peligrosas como el pecho o el estómago. Entonces el cabo corrió hacia el joven, lanzando un puñetazo a su rostro tras los dos animales, continuando con una patada rápida buscando la misma rótula que antes y terminando con una palmada al aire. Entonces de la nada se formó una onda de choque que trataría de lanzar a su oponente de forma violenta hacia un lado. Pasase lo que pasase, los dos perros demonios correrían hacia él, tratando de morderle y arañarle sin piedad. Venom se quedó callado y quieto en su posición, mostrando una mirada siniestra en todo momento.
- Técnica especial de invocación: Cánidos del abismo… – Dijo en voz alta.
El cabo no llegó a escuchar las palabras de aquel chico, pero supo que dijo algo. Se mantuvo alerta y con sus sentidos puestos en aquel combate. El marine observó a su oponente tratar de darle un puñetazo en el rostro, pero entonces bajó su frente, buscando que se jodiera la mano contra el acero de su protector. Se dio cuenta de la realidad cuando cambió su posición a una ofensiva con la pierna. Al menos sus manos estaban libres tras no haber tratado de bloquear el primer supuesto ataque. Clavó la rodilla derecha en el suelo y metió ambos antebrazos en posición equis durante el impacto. El pelirrojo frunció el ceño al darse cuenta de que tenía una fuerza física considerable, aunque no como la suya. Cayó de espaldas al suelo y después se colocó en pie todo lo de prisa que pudo. El primer ataque lo bloqueó con su propio puño, el segundo lo evadió echando la cabeza a un lado y frunciendo el ceño, pues ese fue peligroso.
- ¿Cómo?
Se le escapó al luchador al notar el puño del joven impactar en su estómago. La serpiente salió disparada hacia atrás, cayendo al suelo y rodando varios metros. El dolor que había sentido fue considerable y no tardó en escupir a un lado. Se quedó sin respiración por unos momentos y tuvo que tomar todo el aire posible. Jadeó con fuerza y después se quedó allí tumbado. Notó una sensación fría en su mano y eso le hizo moverla de forma violenta. El estómago se libró de ese efecto por su chaleco y la camiseta. Venom se levantó como pudo, clavando sus azulados ojos en aquel joven y después se relamió despacio. El pelirrojo entonces empezó a reír despacio, como si estuviese poseído. Sus ojos tomaron un color dorado y entonces fue cuando colocó los dos pulgares en el suelo, observando al chico que tenía delante de sus ojos.
- ¡Atacad!
Dos perros de tamaño considerable, de colmillos afilados y de un color azulado intenso aparecieron de una leve humareda. Sus ojos eran verdes y tenía un tercer orbe rojizo en la frente. Las bestias salieron corriendo a por el chico y ambas se lanzaron tratando de morderle y de lanzarle zarpazos en zonas peligrosas como el pecho o el estómago. Entonces el cabo corrió hacia el joven, lanzando un puñetazo a su rostro tras los dos animales, continuando con una patada rápida buscando la misma rótula que antes y terminando con una palmada al aire. Entonces de la nada se formó una onda de choque que trataría de lanzar a su oponente de forma violenta hacia un lado. Pasase lo que pasase, los dos perros demonios correrían hacia él, tratando de morderle y arañarle sin piedad. Venom se quedó callado y quieto en su posición, mostrando una mirada siniestra en todo momento.
- Técnica especial de invocación: Cánidos del abismo… – Dijo en voz alta.
Keith S. Branwen
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Vale, el que fue al estómago le hizo más daño que los otros. Salió despedido hacia atrás, cayendo al suelo y rodando varios metros. Me quedé mirando fijamente mientras el recluta intentaba retomar el aliento. Por mi parte, aproveché para recuperarme de los golpes anteriores e intentar recuperar mi sentido del equilibrio. Pese a todo, no pude evitar que una sonrisa algo excitada se formara en mi rostro. Me estaba divirtiendo en este combate, prácticamente uno de los mejores que había tenido desde que abandoné mi isla. Pelear con Leila era divertido, puesto que era la más rápida de todos los que había enfrentar a excepción de su padre. El tema era que ella no tenía mucha resistencia o fuerza, por lo que con solo unos pocos golpes conseguía derribarla sin que yo hubiera sufrido mayores daños. En eso, noté que el marine se estaba levantando. Por mi parte, aún tenía la sordera, pero poco a poco me estaba volviendo la audición. El equilibrio era un tema menor ahora, por lo que supuse que lo que Slicerin haya hecho, debía ser de corta duración.
Entrecerré los ojos al ver que el hombre se reía suavemente, y arqueé una ceja al ver que sus ojos tomaron un tono amarillento. ¿Qué demonios había sucedido? El tipo puso sus pulgares en el suelo y se formó una humareda. De allí salieron unos perros azulados de tamaño considerable. Lo curioso de esos seres... era que tenía un tercer ojo en su frente. Entrecerré mis ojos y llegué a una conclusión. Slicerin era un usuario, una paramecia o una zoan mitológica como la mía. Me estaba inclinando más por la segunda opción debido a su considerable velocidad y fuerza, pero hasta que no lo viese transformado no haría conjeturas más allá de las hechas.
De pronto, esos dos seres se abalanzaron hacia mi persona. Con mis instintos bien alertas, di un salto considerable para esquivar la embestida de las fieras, pero eso me dejó abierto al ataque de Slicerin cuando tocé suelo nuevamente. No pude esquivar el primer golpe, llevándome un tortazo en toda la cara, aunque eso me salvó de la patada a la rótula. El golpe hizo que mi equilibrio se fuera a la puta de nuevo, por lo que inconscientemente fui cayendo al piso de lago y logré esquivar el segundo sin querer. El tercero fue una palmada que me mandó a volar unos metros más atrás. Por si fuera poco, los perros de antes ahora me estaban usando como su juguete.
Escupí sangre a un lado y rechiné mis dientes al sentir como esas fieras mordían mi piel. Mi piel resistente lograba impedir que sus colmillos se hundieran más, pero eso no quitaba que doliesen como una perra. Abrí mis ojos de golpe. Con dificultad levanté una mano y chasqueé los dedos; no quedaba otra cosa más que ir enserio. Instantáneamente una niebla cubrió la arena, dificultándole la visión a mi oponente. Con los perros no serviría mucho, pero algo era algo. La niebla era especial, puesto que su temperatura, al igual que el aura fría, eran de cero grados.
– Qué comience el espectáculo – pensé mientras cerraba los ojos.
En un instante, mi cuerpo entero se rodeó de escamas plateadas. La cara se tornó mas angular y me brotó un par de alas y una cola. Lo mejor eran las garras filosas que reemplazaron mis uñas. Gracias a la niebla helada, supuse que Slicerin no pudo ver mi transformación. En fin, era hora de mi contraataque. Abrí mis alas de golpe y mandé a volar a los perros a un lado. Acto seguido, salté y me quedé suspendido en el aire gracias a mis alas. Gracias a los dotes del dragón plateado, podía navegar, ubicarme y captar a mis presas por estos climas con mucha facilidad. Volé hacia donde se encontraba el pelirrojo y empecé mi ataque. Usé mi cola para azotar sus dos pies, con el objetivo de desbalancearlo y hacer que cayese al suelo. Acto seguido le lanzaría una patada en toda la barbilla e intentaría clavar mis garras en uno de sus hombros. Le diese o no, volvería abrir mis alas y volvería l volar para ver desde arriba el resultado de mi ataque.
Entrecerré los ojos al ver que el hombre se reía suavemente, y arqueé una ceja al ver que sus ojos tomaron un tono amarillento. ¿Qué demonios había sucedido? El tipo puso sus pulgares en el suelo y se formó una humareda. De allí salieron unos perros azulados de tamaño considerable. Lo curioso de esos seres... era que tenía un tercer ojo en su frente. Entrecerré mis ojos y llegué a una conclusión. Slicerin era un usuario, una paramecia o una zoan mitológica como la mía. Me estaba inclinando más por la segunda opción debido a su considerable velocidad y fuerza, pero hasta que no lo viese transformado no haría conjeturas más allá de las hechas.
De pronto, esos dos seres se abalanzaron hacia mi persona. Con mis instintos bien alertas, di un salto considerable para esquivar la embestida de las fieras, pero eso me dejó abierto al ataque de Slicerin cuando tocé suelo nuevamente. No pude esquivar el primer golpe, llevándome un tortazo en toda la cara, aunque eso me salvó de la patada a la rótula. El golpe hizo que mi equilibrio se fuera a la puta de nuevo, por lo que inconscientemente fui cayendo al piso de lago y logré esquivar el segundo sin querer. El tercero fue una palmada que me mandó a volar unos metros más atrás. Por si fuera poco, los perros de antes ahora me estaban usando como su juguete.
Escupí sangre a un lado y rechiné mis dientes al sentir como esas fieras mordían mi piel. Mi piel resistente lograba impedir que sus colmillos se hundieran más, pero eso no quitaba que doliesen como una perra. Abrí mis ojos de golpe. Con dificultad levanté una mano y chasqueé los dedos; no quedaba otra cosa más que ir enserio. Instantáneamente una niebla cubrió la arena, dificultándole la visión a mi oponente. Con los perros no serviría mucho, pero algo era algo. La niebla era especial, puesto que su temperatura, al igual que el aura fría, eran de cero grados.
– Qué comience el espectáculo – pensé mientras cerraba los ojos.
En un instante, mi cuerpo entero se rodeó de escamas plateadas. La cara se tornó mas angular y me brotó un par de alas y una cola. Lo mejor eran las garras filosas que reemplazaron mis uñas. Gracias a la niebla helada, supuse que Slicerin no pudo ver mi transformación. En fin, era hora de mi contraataque. Abrí mis alas de golpe y mandé a volar a los perros a un lado. Acto seguido, salté y me quedé suspendido en el aire gracias a mis alas. Gracias a los dotes del dragón plateado, podía navegar, ubicarme y captar a mis presas por estos climas con mucha facilidad. Volé hacia donde se encontraba el pelirrojo y empecé mi ataque. Usé mi cola para azotar sus dos pies, con el objetivo de desbalancearlo y hacer que cayese al suelo. Acto seguido le lanzaría una patada en toda la barbilla e intentaría clavar mis garras en uno de sus hombros. Le diese o no, volvería abrir mis alas y volvería l volar para ver desde arriba el resultado de mi ataque.
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Una sonrisa ladeada se formó en el rostro del marine, pues sus técnicas habían funcionado. El golpe en el rostro debía de haberle hecho un daño impresionante y sus bestias no eran precisamente inútiles. Los demonios podían tener muchas formas y por el momento, el pelirrojo podía invocarlos de aquella forma. Estaba claro que pretendía mejorar aquella faceta de sus pequeñas creaciones, pero por el momento estaba contento. Tenía muchas cosas que hacer y muy poco tiempo. No tardó mucho en mostrar una sonrisa enfermiza al contemplar lo que estaba sucediendo. Introdujo ambas manos en los bolsillos y observó el espectáculo que estaba sucediendo entre aquel chico y sus pequeños seres. Un bostezo enorme surgió de la boca de la serpiente roja y lo siguiente que hizo fue entrecerrar los ojos un poco. Aquello iba a terminar con el chico y no iba a tener que esforzarse mucho más.
El chasquido del joven hizo alzar una ceja al luchador demoníaco. Entonces pudo ver que todo se llenaba de una niebla que resultaba estar helada. Tampoco era demasiado y por ello no le molestó mucho. Soltó un pequeño gruñido y después se abrazó así mismo. Ahora sí que estaba seguro de que debía de ser un usuario. Sin embargo, sabía de la existencia del demonio de la niebla, aquello resultaba molesto. Debía de ser un usuario de algún tipo de ser que pudiera hacer aquellas cosas. Entonces sus bestias soltaron un par de quejidos y empezaron a ladrar con una fuerza impresionante. Era como si algo se estuviese acercando. El pelirrojo alzó un momento su mano derecha y se la colocó sobre las cejas. Una silueta enorme estaba echándose sobre él y fue cuando Venom abrió los ojos de forma exagerada. Esa cosa era enorme y encima no parecía humana.
Notó una leve presión en las piernas que le hizo caer hacia atrás. Entonces observó la pierna de aquella cosa ir hacia su rostro, rodó lo justo para que pasase cerca de él. Se movió lo más rápido que pudo y entonces notó un corte en su hombro izquierdo. No había sido profundo debido a sus movimientos, pero tampoco leve. Empezó a sangrar un poco y entonces el luchador soltó un quejido enorme de dolor. Algo de sangre salió desde su herida y poco a poco fue colocándose en pie con el ceño fruncido. Entonces miró hacia el cielo, observando aquella bestia sobre él. Un puto hombre dragón. Eso no era posible, pero no pudo evitar maravillarse. Debía experimentar con esa cosa y conseguir su sangre de alguna forma. Se relamió despacio y entonces clavó una rodilla en el suelo debido al dolor. Soltó un pequeño chasquido y entonces un aura verde recorrió sus heridas, rebajando el daño [Micaiah] Aquello le hizo sentir bastante alivio y ahora podía estar calmado. Ahora estaba un poco más emocionado y era hora de mostrar sus verdaderas habilidades para el combate. Ese maldito iba a arrepentirse de haber usado su transformación en su contra.
Venom realizó un gesto con la mano derecha y colocó sus dedos pulgar e índice en su frente. Su altura empezó a avanzar hasta medir tres metros y medio. Su cuerpo se puso más pálido de lo que ya era y empezó a recubrirse de escamas. Su cabeza se dividió en tres y en poco tiempo se formó un hombre serpiente de tres cabezas. La del medio tenía el cabello rojo y se asemejaba más a Slicerin. Aquella cosa daba muy mal rollo y parecía un jodido monstruo de pesadilla. El monstruo activó su estilo Futón y unas corrientes de viento se formaron en la planta de sus pies. La bestia salió despedida hacia los cielos a una velocidad endiablada y pronto llegó hasta donde estaba su oponente. Aquel monstruo empezó a lanzar una serie de puñetazos y patadas brutales hacia su rival. Buscaba su rostro, estómago y como siempre la rótula ya golpeada anteriormente. Tras unos cuantos golpes con una fuerza descomunal, la bestia echó su puño derecho hacia atrás y lanzó una palmada con toda su fuerza al aire. Una enorme serpiente dorada se formó de la nada y salió despedida hacia el dragón a veinte metros por segundo. Su intención era dejarlo en un estado pésimo y tirarlo de nuevo al suelo, si lo lograba, sus perros se lanzarían a por él. Una vez terminó aquel ataque, se quedó volando también y lanzó un terrible rugido hacia su oponente con las tres cabezas al mismo tiempo.
- Hebi Flash… – Susurró la del medio mientras sonreía de lado.
El chasquido del joven hizo alzar una ceja al luchador demoníaco. Entonces pudo ver que todo se llenaba de una niebla que resultaba estar helada. Tampoco era demasiado y por ello no le molestó mucho. Soltó un pequeño gruñido y después se abrazó así mismo. Ahora sí que estaba seguro de que debía de ser un usuario. Sin embargo, sabía de la existencia del demonio de la niebla, aquello resultaba molesto. Debía de ser un usuario de algún tipo de ser que pudiera hacer aquellas cosas. Entonces sus bestias soltaron un par de quejidos y empezaron a ladrar con una fuerza impresionante. Era como si algo se estuviese acercando. El pelirrojo alzó un momento su mano derecha y se la colocó sobre las cejas. Una silueta enorme estaba echándose sobre él y fue cuando Venom abrió los ojos de forma exagerada. Esa cosa era enorme y encima no parecía humana.
Notó una leve presión en las piernas que le hizo caer hacia atrás. Entonces observó la pierna de aquella cosa ir hacia su rostro, rodó lo justo para que pasase cerca de él. Se movió lo más rápido que pudo y entonces notó un corte en su hombro izquierdo. No había sido profundo debido a sus movimientos, pero tampoco leve. Empezó a sangrar un poco y entonces el luchador soltó un quejido enorme de dolor. Algo de sangre salió desde su herida y poco a poco fue colocándose en pie con el ceño fruncido. Entonces miró hacia el cielo, observando aquella bestia sobre él. Un puto hombre dragón. Eso no era posible, pero no pudo evitar maravillarse. Debía experimentar con esa cosa y conseguir su sangre de alguna forma. Se relamió despacio y entonces clavó una rodilla en el suelo debido al dolor. Soltó un pequeño chasquido y entonces un aura verde recorrió sus heridas, rebajando el daño [Micaiah] Aquello le hizo sentir bastante alivio y ahora podía estar calmado. Ahora estaba un poco más emocionado y era hora de mostrar sus verdaderas habilidades para el combate. Ese maldito iba a arrepentirse de haber usado su transformación en su contra.
Venom realizó un gesto con la mano derecha y colocó sus dedos pulgar e índice en su frente. Su altura empezó a avanzar hasta medir tres metros y medio. Su cuerpo se puso más pálido de lo que ya era y empezó a recubrirse de escamas. Su cabeza se dividió en tres y en poco tiempo se formó un hombre serpiente de tres cabezas. La del medio tenía el cabello rojo y se asemejaba más a Slicerin. Aquella cosa daba muy mal rollo y parecía un jodido monstruo de pesadilla. El monstruo activó su estilo Futón y unas corrientes de viento se formaron en la planta de sus pies. La bestia salió despedida hacia los cielos a una velocidad endiablada y pronto llegó hasta donde estaba su oponente. Aquel monstruo empezó a lanzar una serie de puñetazos y patadas brutales hacia su rival. Buscaba su rostro, estómago y como siempre la rótula ya golpeada anteriormente. Tras unos cuantos golpes con una fuerza descomunal, la bestia echó su puño derecho hacia atrás y lanzó una palmada con toda su fuerza al aire. Una enorme serpiente dorada se formó de la nada y salió despedida hacia el dragón a veinte metros por segundo. Su intención era dejarlo en un estado pésimo y tirarlo de nuevo al suelo, si lo lograba, sus perros se lanzarían a por él. Una vez terminó aquel ataque, se quedó volando también y lanzó un terrible rugido hacia su oponente con las tres cabezas al mismo tiempo.
- Hebi Flash… – Susurró la del medio mientras sonreía de lado.
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Mis ojos se abrieron exageradamente al ver la transformación que estaba sufriendo el hombre. Al igual que yo, su cuerpo empezó a sufrir cambios exagerados. Creció en altura y, al igual que yo, su cuerpo se cubrió de escamas y su cabeza... desapareció. Más bien, adquirió tres nuevas. Un puto hombre serpiente...No sé porque no me sorprendía. Que tuviese una zoan mitológica estaba dentro de las posibilidades, y el hecho que fuese ese reptil... Lo consideraba correcto, no sabía explicarlo de otro modo. En fin, una serpiente de tres cabeza... ¿Una Hydra, quizá? Era lo único que se me venía a la mente en este momento, puesto que no conocía muchas serpientes mitológicas. Supuse que si usaba la completa lo averiguaría, pero algo me decía que Slicerin no lo iba a usar en este combate. No lo necesitaba y eso lo había notado muy bien al notar la diferencia entre nuestra fuerza. Ahora que pasó a la híbrida... las cosas se pondrían peores para mí, pero de igual forma no me iba a dar por vencido. Al menos había algo bueno en todo esto, al fin recuperé por completo mi audición
En eso, la serpiente salió disparada a una velocidad endiablada hacia donde me encontraba. Abrí mis ojos de par en par y me cubrí el rostro con ambos brazos, al tiempo que usaba mi cola para proteger la rótula. Ya había notado que Slicerin iba por esa zona por ser una de las más afectadas y desprotegidas que tenía, pero ahora podía protegerla de mejor forma usando el extremidad extra. El primer golpe dejó entumecido mis brazos, y me quejé un poco por el dolor. El segundo lo recibí de lleno, dejándome quitándome el aire y dejando la zona completamente adolorida. Mi cola absorbió casi todo el tercer ataque, por lo que mi rotula estaba segura por el momento. Al ver que iba a realizar otra palmada, tuve que actuar rápidamente. Usando mis alas, cubrí todo mi cuerpo como si de un capullo de insecto se tratase. No vi lo que hizo, pero la potencia fue lo suficientemente poderosa para lanzarme al suelo.
Al impactar, tosí un poco de sangre y liberé el cuerpo de las alas. Pese a todo el daño recibido, igual podía seguir combatiendo, pero... Intenté mover mis alas y, para mi alivio, aún funcionaba. Sea lo que haya sido ese ataque, mis alas pudieron resistir el impacto y mi cuerpo solo lo sentía algo adolorido y entumecido. Me quejé por lo bajo al escuchar unos gruñidos y, al girar la mirada, noté que mis sospechas se hicieron realidad. Los jodidos perros se estaban acercando con la intención de usarme como su juguete de nuevo, algo que no iba a permitir en lo más mínimo.
– Al diablo con ustedes – le grité a esas bestias.
Los perros se abalanzaron, pero los mandé a volar de un azote de mi cola. Con un gruñido intenté recuperar mi posición, logrando mi objetivo al cabo de unos segundos. Miré fijamente al hombre serpiente y tomé una decisión. Tomé mi ropa superior y me lo quité, quedando a pecho descubierto. Repetí lo mismo pero con los pantalones. Ahora me encontraba totalmente desnudo a excepción de los boxers. ¿Por qué hice esto? Usarías mis escamas plateadas a tope para camuflarme a través de la niebla, cosa que creía posible gracias al tono de esta.
Cerré los ojos y activé la primera senda del Hodo no Ryu. Mi cabello se tornó completamente blanco y mis ojos se volvieron gris, manteniendo la rasgadura que caracterizaba a los reptiles. Además, una aura completamente blanca cubrió mi cuerpo, aumentando tanto mi fuerza como resistencia. Sonreí de lado y emprendí el vuelo nuevamente, pero no fui hasta donde se encontraba el pelirrojo. Lo aceché durante algunos momentos como un cazador frente a su presa, usando la niebla como camuflaje. De repente, dirigí una patada a la zona de las costillas, al tiempo que intenté usar mi cola por detrás para atraparlo por la cintura. Lo lograse o no, de todas formas seguiría con mi embestida. Usando mis garras, intenté cortarlo en diversos sectores de su cuerpo: el mismo hombro de entes, estómago, pierna y uno de sus brazos. Le diese o no, me retiraría del lugar y volvería a camuflarme en la niebla, acechando y esperando lo que haría la serpiente.
En eso, la serpiente salió disparada a una velocidad endiablada hacia donde me encontraba. Abrí mis ojos de par en par y me cubrí el rostro con ambos brazos, al tiempo que usaba mi cola para proteger la rótula. Ya había notado que Slicerin iba por esa zona por ser una de las más afectadas y desprotegidas que tenía, pero ahora podía protegerla de mejor forma usando el extremidad extra. El primer golpe dejó entumecido mis brazos, y me quejé un poco por el dolor. El segundo lo recibí de lleno, dejándome quitándome el aire y dejando la zona completamente adolorida. Mi cola absorbió casi todo el tercer ataque, por lo que mi rotula estaba segura por el momento. Al ver que iba a realizar otra palmada, tuve que actuar rápidamente. Usando mis alas, cubrí todo mi cuerpo como si de un capullo de insecto se tratase. No vi lo que hizo, pero la potencia fue lo suficientemente poderosa para lanzarme al suelo.
Al impactar, tosí un poco de sangre y liberé el cuerpo de las alas. Pese a todo el daño recibido, igual podía seguir combatiendo, pero... Intenté mover mis alas y, para mi alivio, aún funcionaba. Sea lo que haya sido ese ataque, mis alas pudieron resistir el impacto y mi cuerpo solo lo sentía algo adolorido y entumecido. Me quejé por lo bajo al escuchar unos gruñidos y, al girar la mirada, noté que mis sospechas se hicieron realidad. Los jodidos perros se estaban acercando con la intención de usarme como su juguete de nuevo, algo que no iba a permitir en lo más mínimo.
– Al diablo con ustedes – le grité a esas bestias.
Los perros se abalanzaron, pero los mandé a volar de un azote de mi cola. Con un gruñido intenté recuperar mi posición, logrando mi objetivo al cabo de unos segundos. Miré fijamente al hombre serpiente y tomé una decisión. Tomé mi ropa superior y me lo quité, quedando a pecho descubierto. Repetí lo mismo pero con los pantalones. Ahora me encontraba totalmente desnudo a excepción de los boxers. ¿Por qué hice esto? Usarías mis escamas plateadas a tope para camuflarme a través de la niebla, cosa que creía posible gracias al tono de esta.
Cerré los ojos y activé la primera senda del Hodo no Ryu. Mi cabello se tornó completamente blanco y mis ojos se volvieron gris, manteniendo la rasgadura que caracterizaba a los reptiles. Además, una aura completamente blanca cubrió mi cuerpo, aumentando tanto mi fuerza como resistencia. Sonreí de lado y emprendí el vuelo nuevamente, pero no fui hasta donde se encontraba el pelirrojo. Lo aceché durante algunos momentos como un cazador frente a su presa, usando la niebla como camuflaje. De repente, dirigí una patada a la zona de las costillas, al tiempo que intenté usar mi cola por detrás para atraparlo por la cintura. Lo lograse o no, de todas formas seguiría con mi embestida. Usando mis garras, intenté cortarlo en diversos sectores de su cuerpo: el mismo hombro de entes, estómago, pierna y uno de sus brazos. Le diese o no, me retiraría del lugar y volvería a camuflarme en la niebla, acechando y esperando lo que haría la serpiente.
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La terrible bestia observaba desde el aire hacia abajo con el ceño fruncido. La niebla no le dejaba ver mucho, por lo que subió volando a una distancia que aquella enorme humareda no le estorbase. Mostró una expresión siniestra y volvió a rugir con tres voces diferentes. Deseaba tomar algo de sangre de aquel dragón, al cual enfrentaba como buena serpiente. La pelea estaba siendo algo larga, pero él gracias a su técnica de curación y a la que todavía ocultaba, iba a tener la ventaja. Además, parecía tener más fuerza y resistencia. Su velocidad también era superior y no mostraba su faceta más fuerte por el momento. La bestia escuchó de nuevo los quejidos de sus bestias y eso le hizo fruncir el ceño. Al menos lo había logrado tirar al suelo con su poderosa onda de choque y eso ya era un buen logro. Sin duda los supuestos marines de la generación de oro eran impresionantes. Un combate entre ellos era una locura interesante y eso no había más que verlo.
Al estar en las alturas y fuera del rango de la niebla gracias a su control del viento, pudo ver a su oponente salir de sobra y atacarle con aquella patada que bloqueó con una patada suya también. El impacto le dolió un poco, pero algo le decía que a él más. Entonces se vio rodeado por una cola que se enroscó en su cintura. Una cagada enorme del chico. La boca central se abrió de forma exagerada, sacando una especie de espada. Se trataba de Kusanagi, un arma con una calidad impresionante. A una velocidad arrolladora trató de cortar de cuajo aquella cola. A lo mejor no era bueno con las espadas, pero velocidad combinado con la fuerza de quince hombres serviría para hacer pedazos aquella extremidad.
Le diese o no, el luchador bloquearía el primer zarpazo con la espada, haciendo una fuerza enorme para cortarle de forma bestial las garras. Lo lograse o no, volvería a la forma humana para evadir el siguiente zarpazo al perder mucho tamaño y de paso colarse entre el hueco de la cola si no la cortó. Acto seguido mordió la espada y volvió a convertirse. No pudo evitar gruñir al notar los cortes en la pierna y en el brazo, los cuales empezaron a sangrar un poco y eso le iba a fastidiar. Pudo ver entonces a la bestia volver a la niebla y sonrió de lado. Estaba huyendo de él, vaya miedica. Venom no pensaba dejarle huir, pues era más rápido. Salió despedido hacia él, impulsado con corrientes de viento para no perderlo. Lo primero que haría sería tratar de impactarle una veloz parata en toda la cabeza. Seguiría con una ráfaga de puñetazos a su rostro, a su rótula de nuevo aprovechando que tal vez su cola estaba en pésimo estado y por último trató de lanzarle otra poderosa onda de choque.
Funcionase o no, el monstruo saldría detrás de él a toda velocidad (Manual Prisa) y trataría de golpear de nuevo su rótula con dos poderosas patadas, acto seguido intentaría impactar un poderoso puñetazo de nuevo en su rostro. Entonces saldría disparado hacia abajo y aterrizaría en el suelo. Se quedaría mirando hacia arriba y sus perros se acercarían a él. Comprobó que estaban bastante heridos y eso le hizo gruñir. Las bestias al menos serían sus ojos. Podrían oler al dragón y entonces le avisarían con ladridos o mirando a la dirección en la que viniese. Fue entonces cuando Venom se llevó la mano derecha a la herida del brazo, la cual le empezaba a molestar y frunció el ceño. Su poder de viento se desvaneció y eso significaba que por el momento estaba desactivado. Tampoco le importaba mucho. Tomó la espada de calidad buena y la metió en su boca, tragándola como si nada pasara.
- Las serpientes pueden detectar el calor corporal de sus víctimas ¡Chico dragón! – Mencionó entonces mientras miraba directamente a la posición donde atacó al joven.
Al estar en las alturas y fuera del rango de la niebla gracias a su control del viento, pudo ver a su oponente salir de sobra y atacarle con aquella patada que bloqueó con una patada suya también. El impacto le dolió un poco, pero algo le decía que a él más. Entonces se vio rodeado por una cola que se enroscó en su cintura. Una cagada enorme del chico. La boca central se abrió de forma exagerada, sacando una especie de espada. Se trataba de Kusanagi, un arma con una calidad impresionante. A una velocidad arrolladora trató de cortar de cuajo aquella cola. A lo mejor no era bueno con las espadas, pero velocidad combinado con la fuerza de quince hombres serviría para hacer pedazos aquella extremidad.
Le diese o no, el luchador bloquearía el primer zarpazo con la espada, haciendo una fuerza enorme para cortarle de forma bestial las garras. Lo lograse o no, volvería a la forma humana para evadir el siguiente zarpazo al perder mucho tamaño y de paso colarse entre el hueco de la cola si no la cortó. Acto seguido mordió la espada y volvió a convertirse. No pudo evitar gruñir al notar los cortes en la pierna y en el brazo, los cuales empezaron a sangrar un poco y eso le iba a fastidiar. Pudo ver entonces a la bestia volver a la niebla y sonrió de lado. Estaba huyendo de él, vaya miedica. Venom no pensaba dejarle huir, pues era más rápido. Salió despedido hacia él, impulsado con corrientes de viento para no perderlo. Lo primero que haría sería tratar de impactarle una veloz parata en toda la cabeza. Seguiría con una ráfaga de puñetazos a su rostro, a su rótula de nuevo aprovechando que tal vez su cola estaba en pésimo estado y por último trató de lanzarle otra poderosa onda de choque.
Funcionase o no, el monstruo saldría detrás de él a toda velocidad (Manual Prisa) y trataría de golpear de nuevo su rótula con dos poderosas patadas, acto seguido intentaría impactar un poderoso puñetazo de nuevo en su rostro. Entonces saldría disparado hacia abajo y aterrizaría en el suelo. Se quedaría mirando hacia arriba y sus perros se acercarían a él. Comprobó que estaban bastante heridos y eso le hizo gruñir. Las bestias al menos serían sus ojos. Podrían oler al dragón y entonces le avisarían con ladridos o mirando a la dirección en la que viniese. Fue entonces cuando Venom se llevó la mano derecha a la herida del brazo, la cual le empezaba a molestar y frunció el ceño. Su poder de viento se desvaneció y eso significaba que por el momento estaba desactivado. Tampoco le importaba mucho. Tomó la espada de calidad buena y la metió en su boca, tragándola como si nada pasara.
- Las serpientes pueden detectar el calor corporal de sus víctimas ¡Chico dragón! – Mencionó entonces mientras miraba directamente a la posición donde atacó al joven.
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Vale, debo admitir que me asusté un poco al ver esa espada, pero pude reaccionar a tiempo. Cuando vi que la sacaba... de su boca, tuve que hacer un movimiento rápido para esquivarlo. Mi regeneración aún no era tan avanzada, por lo que si perdía la cola, debería esperar un buen tiempo para volver a tener una, y no podía permitir eso. Puse mis dos piernas en su torso y, controlando un poco los vientos, me impulsé para sacar mi cola del lugar, consiguiendo esquivar la mayor parte del daño, puesto que igual terminó cortando la punta de aquella extremidad. Tuve que usar toda mi fuerza para evitar que mis garras de rompiesen al chocar con esa espada, y si bien no se rompieron, igual terminaron agrietadas. La niebla fue mi mejor carta y aquella jodida serpiente pudo deshacerse de ella usando el viento. No tenía idea que tenía un as guardado como ese. Me la jugó limpiamente y no pude evitar aplaudirle por un combate bien hecho. De todas formas, debía defenderme en esta última embestida.
Nuevamente puse mis brazos en forma de cruz para evitar la patada a la cara. Al sentir el impacto, no pude evitar soltar un quejido de olor al notar como mis huesos temblaban ante aquel despliegue de fuerza. Usando un poco el viento, giré mi cuerpo mientras se encontraba el aire para esquivar el golpe a la rótula, si me daba en esa zona podía considerar como roto ese hueso. Instintivamente usé mis alas para resistir la onda de choque, pero de igual forma fui impulsado hacia atrás, haciendo que chocase con una de las paredes de la arena. Débilmente retiré mis alas de mi cuerpo y observé que nuevamente venía a por mí. Suspiré pesadamente y volví a la humana, cayendo al suelo y esquivando esa última embestidas. Mis piernas temblaron al sentir el choque con el suelo y no pude evitar clavar mis rodillas en el suelo.
– Se acabó – murmuré levemente.
Me paré como pude y me eché en la pared que tenía detrás mío. La rótula me dolía, lo mismo con mis dos brazos. Si hubiese tenido la misma fuerza que el recluta que tenía en frente, probablemente todo hubiese sido distinto, pero ya nada podía hacer. Cerré los ojos e intenté ignorar el dolor de mis músculos, al tiempo que desactivaba la primera senda. Suspiré de forma pesada y miré tranquilamente a los ojos del pelirrojo, sin hacer ningún indicio de que iba atacar.
– Se acabó, tu ganas, Slicerin – dije con pesadez mientras me sentaba con la espalda apoyada en la pared. Hasta que el dolor no cesara un poco, no podría ir a mi habitación para curarme y darme una ducha.
Nuevamente puse mis brazos en forma de cruz para evitar la patada a la cara. Al sentir el impacto, no pude evitar soltar un quejido de olor al notar como mis huesos temblaban ante aquel despliegue de fuerza. Usando un poco el viento, giré mi cuerpo mientras se encontraba el aire para esquivar el golpe a la rótula, si me daba en esa zona podía considerar como roto ese hueso. Instintivamente usé mis alas para resistir la onda de choque, pero de igual forma fui impulsado hacia atrás, haciendo que chocase con una de las paredes de la arena. Débilmente retiré mis alas de mi cuerpo y observé que nuevamente venía a por mí. Suspiré pesadamente y volví a la humana, cayendo al suelo y esquivando esa última embestidas. Mis piernas temblaron al sentir el choque con el suelo y no pude evitar clavar mis rodillas en el suelo.
– Se acabó – murmuré levemente.
Me paré como pude y me eché en la pared que tenía detrás mío. La rótula me dolía, lo mismo con mis dos brazos. Si hubiese tenido la misma fuerza que el recluta que tenía en frente, probablemente todo hubiese sido distinto, pero ya nada podía hacer. Cerré los ojos e intenté ignorar el dolor de mis músculos, al tiempo que desactivaba la primera senda. Suspiré de forma pesada y miré tranquilamente a los ojos del pelirrojo, sin hacer ningún indicio de que iba atacar.
– Se acabó, tu ganas, Slicerin – dije con pesadez mientras me sentaba con la espalda apoyada en la pared. Hasta que el dolor no cesara un poco, no podría ir a mi habitación para curarme y darme una ducha.
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El luchador volvió a la forma humana en cuanto aquel chico se rindió. Soltó un suspiro al saber sobre aquello, pues de seguir así iba a tener que recurrir a la forma completa o al resto de sus técnicas cortantes para provocarle daños. La niebla no había sido un problema para él y menos lo iba a ser tras modificar y preparar su poder del viento en mejor cantidad y potencia. Tenía planes demasiado buenos para ser reales. Se relamió despacio y después se quedó delante del chico, mirándolo como si fuese un saco allí tirado después de un combate. Se meció un poco su cabellera rojiza y de un chasquido de dedos hizo desaparecer sus perros, los cuales habían combatido con valor. El luchador mantuvo una mirada seria en todo momento y después de aquello le dio la espalda a su oponente, el cual estaba rendido después de aquella pelea.
- Creo que sabes quién encabeza la lista de los reclutas de oro ahora…
Venom desencajó la boca como si de una serpiente se tratase y lentamente sus ojos quedaron en blanco. Empezó a vomitar algo rojizo que parecía ser asqueroso, hasta que pudo apreciarse de que se trataba de él mismo. Cuando salió, el otro cuerpo quedó en el suelo, muerto. Él tenía las heridas de los zarpazos mucho mejor y eso era debido a su técnica especial. Todo su cuerpo estaba lleno de extraños fluidos y eso hizo que mostrase una expresión siniestra. El cabo entonces se acercó hasta la posición del joven y lo primero que hizo fue ofrecerle la mano. En su rostro había una expresión de superioridad y sus siguientes palabras fueron en un tono bastante arrogante.
- No te habrás hecho daño ¿No? Gato asustadizo…
En cuanto dijo aquello lo levantaría si le daba la mano. De lo contrario se quedaría mirándolo con una tranquilidad enorme. Claramente se sentía bien después de aquel combate y no iba a dudar en tener muchos más con aquel chico que era incluso mayor que él. La próxima vez tendría mejoradas sus habilidades especiales y todo sería distinto. Escupió a un lado y entonces fue cuando unos reclutas aparecieron en aquella arena. Todos hicieron un gesto militar y entonces hablaron en un tono respetuoso.
- Cabo Venom, un humo verde está saliendo de la puerta de su laboratorio.
Una sonrisa ladeada surgió del rostro del pelirrojo. No solo se había desvelado su cargo, además su experimento estaba funcionando. Se quedó mirando unos momentos al dragón por si quería decir algo más.
- Creo que sabes quién encabeza la lista de los reclutas de oro ahora…
Venom desencajó la boca como si de una serpiente se tratase y lentamente sus ojos quedaron en blanco. Empezó a vomitar algo rojizo que parecía ser asqueroso, hasta que pudo apreciarse de que se trataba de él mismo. Cuando salió, el otro cuerpo quedó en el suelo, muerto. Él tenía las heridas de los zarpazos mucho mejor y eso era debido a su técnica especial. Todo su cuerpo estaba lleno de extraños fluidos y eso hizo que mostrase una expresión siniestra. El cabo entonces se acercó hasta la posición del joven y lo primero que hizo fue ofrecerle la mano. En su rostro había una expresión de superioridad y sus siguientes palabras fueron en un tono bastante arrogante.
- No te habrás hecho daño ¿No? Gato asustadizo…
En cuanto dijo aquello lo levantaría si le daba la mano. De lo contrario se quedaría mirándolo con una tranquilidad enorme. Claramente se sentía bien después de aquel combate y no iba a dudar en tener muchos más con aquel chico que era incluso mayor que él. La próxima vez tendría mejoradas sus habilidades especiales y todo sería distinto. Escupió a un lado y entonces fue cuando unos reclutas aparecieron en aquella arena. Todos hicieron un gesto militar y entonces hablaron en un tono respetuoso.
- Cabo Venom, un humo verde está saliendo de la puerta de su laboratorio.
Una sonrisa ladeada surgió del rostro del pelirrojo. No solo se había desvelado su cargo, además su experimento estaba funcionando. Se quedó mirando unos momentos al dragón por si quería decir algo más.
Keith S. Branwen
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Rodé mis ojos al oír el comentario del pelirrojo. Se que había perdido, pero no necesitaba que me lo restregase en la cara. En eso, ocurrió cierta escena que me disgustó a tal punto que casi vomito. Slicerin abrió la boca y un líquido rojizo asqueroso salió de allí. Mis ojos de abrieron de par en par al ver que se trataba el cuerpo de una serpiente. ¿Qué demonios acaba de suceder? El anterior cuerpo cayó inerte al suelo. Pensé en preguntarle al tipo sobre eso, pero me contuve. Algo me decía que no quería saber sobre como lo hizo, por mi propia salud mental era mejor que no lo supiese. En eso, el nuevo pelirrojo se acercó hasta donde me encontraba y me tendió la mano, no sin antes decirme algo que hizo que la vena se me hinchara. No era un gato asustadizo. Suspiré de forma pesada y me levanté por propia cuenta; por ningún motivo iba a tocar su mano luego de lo que acababa de ver.
– Voy a querer la revancha algún día, Slicerin – le dije de forma monótona.
Luego de esos, unos reclutas entraron al lugar y dijeron algo que me sorprendió. ¿La jodida serpiente era un cabo? Con razón fue el oponente más duro que había enfrentado hasta ahora, sin contar a mi padre. Noté que mi superior me estaba viendo y asentí respetuosamente en su dirección, para luego salir de la arena. Debía ir a mi cuarto para curarme mis heridas y ponerme un poco de hielo... Joder, soy inmune al frío. Me quejé silenciosamente y seguí mi trayectoria. Ya hablaría con Rick acerca del resultado del combate.
– Voy a querer la revancha algún día, Slicerin – le dije de forma monótona.
Luego de esos, unos reclutas entraron al lugar y dijeron algo que me sorprendió. ¿La jodida serpiente era un cabo? Con razón fue el oponente más duro que había enfrentado hasta ahora, sin contar a mi padre. Noté que mi superior me estaba viendo y asentí respetuosamente en su dirección, para luego salir de la arena. Debía ir a mi cuarto para curarme mis heridas y ponerme un poco de hielo... Joder, soy inmune al frío. Me quejé silenciosamente y seguí mi trayectoria. Ya hablaría con Rick acerca del resultado del combate.
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Venom sonrió de lado al escuchar que deseaba la revancha, entonces fue cuando el joven se fue. El pelirrojo no pudo evitar mostrar una sonrisa siniestra y después darse la vuelta. Sin duda ese chico podía ser algo más peligroso de lo mostrado. Un jodido dragón en la marina. Iba a tener que tomarse mucho más en serio su entrenamiento. No dejaría que un lagarto con alas estuviese por delante de una bestia sagrada como era él. Se rascó unos momentos la cabeza y entonces fue cuando pensó en el humo verde de su laboratorio, tal y como le habían informado aquellos reclutas. A lo mejor debía ir a ver si alguno de los ratones había mutado o algo por el estilo. Soltó un pequeño suspiro y se acercó a la loseta donde había ocultado las llaves. Estaba un poco húmeda, pero eso le dio igual.
En cuanto las hubo sacado salió corriendo hacia aquel sitio. Abrió el portón y nada más entrar se dio cuenta de todo lo que se había liado allí dentro. El humo verde venía de un viejo calefactor químico que había usado con unas pilas extrañas y el causante de haberlo roto había sido una puta rata mutada. La jaula estaba rota y no necesitaba más pruebas. Chasqueó los dedos invocando una especie de gato morado de ojos rojizos. Una sonrisa siniestra invadió el rostro de Venom, el cual silbó un poco y después cerró con llave, quedando dentro de aquel sitio en el que tenía la entrada prohibida todo el mundo menos los cargos altos. Ordenó a la bestia buscar al ratón y comérselo si lo encontraba, él por su parte iba a tener que hacer un par de cosas por el momento. Una de ellas escribir lo que deseaba de materiales.
- Qué coñazo…
Susurró al mismo tiempo que tumbaba una mesa al suelo y se tumbaba, mirando el techo y soltando un suspiro de pereza. Le había entrado un sueño terrible y pensaba dormirse allí mismo mientras pensaba en mejores técnicas para mejorar sus propios poderes de una vez por todas.
En cuanto las hubo sacado salió corriendo hacia aquel sitio. Abrió el portón y nada más entrar se dio cuenta de todo lo que se había liado allí dentro. El humo verde venía de un viejo calefactor químico que había usado con unas pilas extrañas y el causante de haberlo roto había sido una puta rata mutada. La jaula estaba rota y no necesitaba más pruebas. Chasqueó los dedos invocando una especie de gato morado de ojos rojizos. Una sonrisa siniestra invadió el rostro de Venom, el cual silbó un poco y después cerró con llave, quedando dentro de aquel sitio en el que tenía la entrada prohibida todo el mundo menos los cargos altos. Ordenó a la bestia buscar al ratón y comérselo si lo encontraba, él por su parte iba a tener que hacer un par de cosas por el momento. Una de ellas escribir lo que deseaba de materiales.
- Qué coñazo…
Susurró al mismo tiempo que tumbaba una mesa al suelo y se tumbaba, mirando el techo y soltando un suspiro de pereza. Le había entrado un sueño terrible y pensaba dormirse allí mismo mientras pensaba en mejores técnicas para mejorar sus propios poderes de una vez por todas.
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