El comienzo de un largo camino. [Privado] [Barbazul]

Villa Orange era el siguiente stop en el camino para Kenichi. Solía transitar las zonas más inhóspitas de East Blue y era la primera vez en mucho tiempo que podía volver a sufrir el irritante ruido de una multitud risueña. Sus ojos no paraban de observar, de izquierda a derecha, gente por aquí y gente por allá... No podía soportarlo por mucho tiempo más. Lo primero era lo primero, debía encontrar unos baños termales para recuperarse de la fatiga producida por el largo viaje en un barco de mercancías, no era la forma más recomendable de embarcarse hacia lo desconocido, pero a él le valía.

Tras deambular por las zonas que menos ruido producían, al fin consiguió encontrar una pequeña casa en ruinas de la cual sólo quedaban los cimientos y por poco. Pero lo que realmente le llamó la atención fue el cartel clavado justo al lado del hogar en ruinas, el cual prometía que, siguiendo un pequeño sendero el cual se encontraba frente a sus ojos, conseguiría llegar a una fuentes termales. Los ojos de Kenichi se iluminaron y con una efímera revitalización, hizo un último esfuerzo para alcanzar lo antes posible dichas aguas.

Poco a poco comenzaba a sentir la dulce sensación que el calor de las aguas termales producen al cuerpo humano, y guiado por su instinto, finalmente se postró frente a las pequeñas puertas del pequeño edificio, el cual servía de recibimiento para aquellos que deseaban darse un baño en las celestiales aguas de la ciudad. Para su creciente satisfacción, la anciana que se encontraba en la recepción le aseguró que el uso era totalmente gratuito siempre y cuando no causara ningún problema y por un tiempo limitado. Ésto era una clara excepción debido a que la mujer sintió pena al ver a un chico tan joven con unas ropas tan sucias y poco higiénicas como eran las de Kenichi. ~ ¿Lo dice en serio? Tiene mis más sinceras bendiciones, Ba-chan. ~

Haciendo una respetuosa reverencia y con una sonrisa que literalmente casi le llegaba de oreja a oreja, se descalzó y se deshizo de sus ropas de forma apresurada para horror de la pobre anciana, la cual se estremeció al ver el tan bien esculpido cuerpo del chico, corriendo y entrando en la sala del baño termal dando un gran portazo, lo cual llamó la atención de todos aquellos que estaban en el interior. Para su desgracia, algunos de los clientes se trataban de una conocida banda de delincuentes de la zona, los cuales parecían bastante enfadados, dirigiendo sus ojos de rabia pura hacia Kenichi, el cual sólo pudo reaccionar estampando una mueca de terror en su rostro.

Maldición, maldición y maldición era lo único que a Kenichi se le pasaba por la cabeza. Apenas había entrado en el paraíso acuático que conforman las termas para meterse de golpe y porrazo en otra revuelta. Cualquiera con su entrenamiento y capacidad física para combatir no tendría ningún tipo de reparo en hacer frente a este grupo de bandidos de poca monta, pero Shirahama jamás había sido capaz de oponer resistencia cuando sus oponentes eran más débiles que él. Lo sabía, en un segundo podría acabar con ellos, pero una mezcla de trauma y pena le impedía moverse, escalofríos recorrían todo su cuerpo y parecía estar apunto de desmayarse.

Los demás clientes no daban crédito a lo que estaba sucediendo y poco a poco comenzaron a abandonar la sala, dejando sólo a los bandidos y al joven atemorizado. No tenía ni idea de lo que le iba a pasar, y por mucho que intentaba seguir el ejemplo de los demás clientes, no fue capaz ni de mover un sólo dedo para salvarse. El que parecía el líder de la banda, un tipo calvo con varias cicatrices que le llegaba desde la nariz hasta la nuca, pasando por su frente, señalaba desde apenas centímetros la cara de Kenichi, soltando las típicas idioteces de tipo malo como por ejemplo el hecho de que les han mojado en una zona llena de agua, lo cual no era el principal problema de Kenichi. Lo único a lo que podía aspirar esta situación era que el rostro del joven artista marcial acabara llena de moratones y ensangrentada.

~ N-No era... mi intención de verdad... Sólo q-q-q-quería darme un baño caliente... Ya sabes... he v-v-viajado mucho y... ~ Su pequeño intento de discurso fue abruptamente interrumpido por el bandido, el cual le sujetó del pelo de una forma realmente agresiva y le ordenó que se callara. Parece que ninguna excusa podría salvarle ahora mismo, por lo que lo máximo que pudo hacer era apretar los dientes y en general todo el cuerpo y esperar que lo peor pasase rápido. El bandido se dispuso a sacarle del agua por la fuerza, mas para su asombro se dio cuenta de que aún usando ambos brazos y toda su fuerza, apenas era capaz de mover al joven de su sitio, lo cual sólo empeoró la situación haciendo que toda la banda se encarara con Kenichi.

Uno de los subordinados se fijó en el colgante que Shirahama llevaba, jamás se lo quitaba y al parecer se había metido en las cálidas fuentes junto con él. El líder también dirigió su mirada y con una leve sonrisa en su rostro, comenzó a hacer preguntas sobre dicho colgante y que sería una buena forma de pago por todas las molestias que había causado. Kenichi no podía creer lo que estaba sucediendo y sin poder decir palabra, finalmente fue capaz de mover su cuerpo aunque fuera una pequeña explosión de coraje para sujetar con todas sus fuerzas el collar.  ~ ¡Ni hablar! ~ Su tono de voz había cambiado completamente, nadie podría tocar el tesoro que con tanto amor había cuidado durante todo este tiempo. Uno de los bandidos finalmente se decidió a hacerse con la pequeña gema.

Para el asombro de toda la banda, el "intrépido" que se lanzó al ataque estaba tendido en el suelo completamente inconsciente, con signos de haber recibido un golpe en su rostro debido a la sangre que cubría gran parte de la zona de su boca. Redirigieron su vista al unísono al que hasta hace poco estaba siendo víctima del acoso de los delincuentes, esta vez con su pierna derecha alzada, rodilla al frente. Sin duda había sido él el que había asestado tan destructivo golpe.  ~ Sólo 2 personas tienen el derecho de tocar este colgante... mi tesoro. Y puedo aseguraros... Que ninguno de vosotros entra en ese grupo. ~

Justo cuando Kenichi pensaba que se encontraba en la peor situación posible, ésta sufrió un giro aún más devastador. Estaba a escasos momentos de empezar la masacre, estaba a meros segundos de ser brutalmente apalizado por esos 4 delincuentes y simplemente iba a dejar que sucediera sin más. No iba a poder cumplir su sueño, aquél sueño que le daba tanto significado a ese colgante y a aquella persona que tanto apreciaba... De ninguna manera iba a permitir que eso sucediera. Apretando uno de sus puños y dispuesto a levantarse para entrar en combate, divisó lo que parecía ser alguna especie de animal pardo justo detrás de los bandidos, el cual comenzó a hablar.

Conmocionado por éste hecho ya que Kenichi jamás había oído hablar a un animal, pronto se dio cuenta de que dicho ser comenzó a atacar a los cuatro bandidos que hace pocos segundos atrás se encontraban dispuestos a apalizarle. En el intervalo de tiempo en el que se enzarzaban en combate, el joven luchador decidió recoger sus ropas de los vestuarios que se encontraban justo a la derecha de las termas y se vistió con gran apuro, tanto es así que sólo le dio tiempo a ponerse la ropa interior y los pantalones. Cuando volvió, no podía creer lo que sus ojos veían.

Todo el pasillo estaba teñido de sangre y el agua que había salido por la reyerta estaba enrojecida. Cadáveres aquí y allá y en el medio de todo este caos, el que parecía ser el líder de lo que era antes la banda. Kenichi no daba a basto para recibir tanta información ante sus ojos, pero una de las muchas preguntas que le rondaban por la cabeza le inquietaban. ¿Quién ha hecho ésto? y, sobretodo, ¿dónde está? Ambas respuestas fueron respondidas al unísono cuando escuchó la misma voz que segundos atrás, la cual le decía que podía hacer lo que quisiera con los dos maleantes que quedaban conscientes, o mejor dicho vivos.

Dirigió su mirada hacia aquél sujeto, el cual se encontraba sentado en un taburete como si nada de lo que hubiera pasado tuviera la más mínima importancia. Tenía varios rasgos físicos que llamarían la atención a cualquiera, pero en este momento poco le importaban al practicante de Ryu Hiza, el cual estaba imbuido completamente en terror. Poco a poco consiguió abrir la boca y articular unas pocas palabras. ~ Q-Q-... ¿Quién es usted? ¿Y qué le ha hecho a estas personas? ~ Realmente sabía lo que le había sucedido a estas personas... ¡Estaban muertas! Lo único que se le pasaba por la cabeza a Kenichi en ese momento era si él sería la siguiente victima de un posible asesino en serie.