[Presente privado][Theo-Krieg] ¿La bella y la bestia?

Murmuré, ligeramente descontento por la larga caminata a través de las húmedas junglas de Little Garden. La gente del barco que me dejaron aquí parecían ansiosos por perderme de vista lo antes posible, lo cual no podía negarles ante mi… evidente estado. No obstante, me frustró mucho el verme excluido de otro pequeño grupo de cazarrecompensas, simplemente por ser peligroso e impredecible.

“¿Vas a hacerme caso algún día? Te dije que no mataras a ese tipo, me da igual si se reía de nosotros o no.”

- ¡VAMOS A DARLE VUELTAS A LA MANIVELA DEL UNIVERSO!

“Ya, claro… espero que esto no nos salga mal. Si no viene alguien a por nosotros, vamos a pasarlo bastante jodido un tiempo.”

Agité el hacha sierra en el aire frente a mí. Hacía ya unas horas que había empezado a buscar la zona en la que se suponía que habían atracado un grupo de piratas, a los que en teoría debía cazar si quería volver a ver de nuevo a los que me abandonaron en tan desagradable isla. Sin embargo, y aunque ya había localizado la banda de susodichos tras haber trepado a una roca particularmente alta, comenzaba a dudar seriamente que alguien viniera a buscarme realmente.

“Escucha: si les encontramos y nos los quitamos de en medio podremos acceder a sus provisiones y recursos. Es nuestra mejor baza para sobrevivir.”

- ¡TRIPAS AMARGAS A LA BRASA!

“Lo suponía…”

Me detuve de improviso, cerca del linde de la maleza. Delante, en mitad de un claro, había una joven de tez morena y ropa azul, que parecía no haberse percatado de mi presencia. Casi inconscientemente, o quizás por la curiosidad de saber quién era aquella chica que tanto destacaba en semejante entorno, dejé atrás mi espesa y verde cobertura y salí al espacio abierto donde era perfectamente visible.

“Genial, imbécil. Acabas de perder tu oportunidad y todo para decir “tren de la caca”. Esperemos que ella no se plantee matarnos porque serían unas últimas palabras muy estúpidas…”

Suspiré, inclinando la cabeza. Desde luego no había salido todo como quise en un principio, y la posibilidad de haberlo fastidiado todo me dolía por dentro. No obstante, la posterior pregunta de la joven, aunque cargada de agresiva cautela, me dio ciertas esperanzas de que no hubiera malinterpretado del todo mis intenciones. Abrí la boca para gritar algo más, dispuesto a enmendar mi error.

“Por lo que más quieras, no vuelvas a decir algo absurdo otra vez. Tiene que confiar en nosotros, tiene que ayudarnos para que podamos volver a ser alguien y…”

No pude siquiera hacer salir mis palabras de la garganta, pues de la maleza, tal vez atraídos por mis voces, aparecieron cinco tipos armados y con aspecto de ser algunos de los piratas que venía persiguiendo. La joven se encaró de inmediato con ellos y golpeó a uno, haciéndole retroceder, pero rápidamente se encontró rodeada y aparentemente superada.

“Maldita sea, ya han venido estas ratas. Tenemos que ayudarla, o tal vez piense que estamos con ellos. Maldición, ¡pueden incluso superarla, son cinco contra uno!”

Gruñí, debatiéndome contra la voz en mi cabeza que era la mía propia. No me gustaba estar de acuerdo con ella, pero no podía dejar de pensar que tenía razón.

“¡Si no la ayudas la matarán y será por tu culpa!”

No tenía muy claro si realmente podrían matarla o no, pero tampoco quise arriesgarme. Con un grito salvaje eché a correr hacia el enorme animal blanco, distraído por los atacantes, y trepé por su pelaje hasta su grupa antes de que pudiera revolverse contra mí. Tan pronto como llegué a lo más alto, enarbolé el hacha sierra con ambas manos y salté sobre el pirata más cercano, buscando clavar el filo dentado de mi arma en su cráneo.

- ¡VOY A REVENTAR VUESTRA ALMA CON MI DOLOR!

Un pirata recibió de lleno mi sierra en la frente según se giraba para encararme, siendo derribado por mi peso y ataque. La sangre salpicó en mis brazos y máscara y, en conjunto con el crujido de los huesos astillados, impulsó mis ánimos de matar y descuartizar.

- ¡¡SIENTO CALORCITO DENTRO!!

Rápidamente me aparté del enemigo recién abatido y me moví a la derecha para esquivar un hacha descendente predispuesta para rebanarme un brazo. Respondí al torpe ataque con un revés de mi propia arma y un nuevo golpe con su parte plana. Me dispuse a acabar con mi aturdida víctima cuando el sonido de un fuerte puñetazo a mis espaldas me puso en alerta.

Miré con curiosidad hacia el origen del ruido, encontrándome con que la propia chica a la que estaba intentando ayudar me había salvado a mí. "Ironías de la vida...". Nos miramos brevemente y regresamos casi al mismo tiempo a nuestra labor, despachando uno a uno a los piratas hasta que los últimos fueron abatidos.

Cuando acabamos con todos, no pude evitar darme cuenta de la diferencia que había entre la joven y yo: de los cinco atacantes, yo sólo había podido acabar con dos y servir de distracción para el resto mientras que ella sumaba las otras tres víctimas a su favor, aunque sin tantos signos de violencia como las mías. Miré directamente con ojos tranquilos a los de la chica, recuperando el aliento apresuradamente.

"Bien hecho. Ahora dale las gracias. Dile que gracias a ella puede que algún día volvamos a comportarnos como una persona normal."

- ¡¡LE HE EMPOLVADO LA NARIZ AL PERRO PARA LA MATANZA!! -Grité a pleno pulmón, alzando el hacha en el aire.

"... Cómo no."

Tras mi grito salvaje regresé la mirada a la chica, que parecía devolvérmela con mucha más amabilidad que antes y sin llamas en las manos. Desde una distancia algo prudencial, me preguntó sobre mi identidad y se presentó ella también.

"¿Theo? Juraría haber oído ese nombre antes... No hay tiempo para pensarlo, debes responderla. Por favor, por lo que más quieras te lo pido, di algo con sentido y dale nuestro nombre."

Me debatí durante unos segundos contra mí mismo, intentando pensar en cómo articular algo que no tuviera que ver con sangre, vísceras y lombrices voladoras. Tras agitar mi cabeza en un tic nervioso conseguí construir una frase que cumplía, más o menos, con los requisitos impuestos.

- ¡¡EN LA SANGRE DE MIS ENEMIGOS ENCUENTRAS LA RESPUESTA: TODOS RECUERDAN EL NOMBRE DE KRIEG, EL MONSTRUO QUE CAZA MONSTRUOS Y LA BESTIA QUE COME BESTIAS!!

"Bueno, algo es algo..."

La joven pareció mostrar un claro disgusto con mi manera de tratar a los piratas que nos habían atacado, lo cual me hizo sentir algo incómodo por haberla asqueado con mi violencia. Golpeé mi pierna ligeramente con el hacha sierra, discurriendo alguna manera de acabar con tan extraña sensación hasta que di con la solución perfecta.

- ¡VÁMONOS, HAY MÁS GUSANOS EN LA TIERRA DE LA QUE VINIERON ÉSTOS!

Con una risa maníaca, eché a correr en la dirección que, según recordaba, debía estar el campamento de los criminales cercanos. Quise esperar y mirar hacia atrás para ver si Theo venía detrás de mí, pero mis neuronas ya habían subido a otro tren de pensamiento: uno lleno de sangre y muerte en el que no me importaba quién luchase a mi lado o contra mí y en el que muy seguramente acabase muerto, aunque tal posibilidad no me importara.

- ¡¡ES LA HORA DE SACAR A LOS GALLOS DE SU GALLINERO!!

La voz de Theo, algo cambiada y más gutural, llamó mi atención hacia mi derecha, haciéndome trastabillar levemente de la sorpresa al encontrarme con la chica notablemente cambiada hacia algo que se parecía mucho a una mezcla híbrida entre dinosaurio y humano.

"¿Pero qué...? Juraría que antes no era así. ¿Cómo ha podido hacer eso?"

La joven no se inmutó demasiado por mi sorpresa y me instó a no matar a los piratas para poder trabajar con ella a gusto. Gruñí y me golpeé la cabeza con la parte roma de mi arma, intentando discernir cómo hacer aquello sin que me estallase una vena.

"Venga, maldita sea. Está confiando en nosotros. Haznos un favor por una maldita vez y sé una persona relativamente civilizada."

- ¡¡AAAARRGH!! ¡¡MI HACHA TIENE QUE HACER DIETA HOY!!

Sin saber si ella había entendido mi respuesta, aceleré mi carrera hasta salir de la espesura y encontrar la banda de indeseables que habíamos venido a buscar, muchos de los cuales estaban durmiendo.

- ¡¡DECIDLES A MAMÁ QUE MORFEO LES MANDA RECUERDO, JAAAJAJAJAJAJAJAAAA!!

Mi último grito actuó como disparador del combate. Sin compasión, me lancé sobre el vigía más cercano que descargó un disparo sobre mi hombro izquierdo, herida que decidí ignorar aunque no por ello no pude evitar aullar de dolor. Con un revés del hacha sierra derribé al malnacido sin matarle y le pateé la sien para aturdirlo.

Gritando para intentar mantener a raya la necesidad de derramar sangre y tripas, cargué contra el resto de los criminales, irrumpiendo en lo que hasta hace unos segundos parecía haber sido una partida de cartas.

"Vamos a salir de aquí con más de una herida. Más te vale no morir y no matar a nadie."

Conseguí derribar, uno por uno, a los tres piratas de las cartas con mis salvajes arremetidas y luego golpearles con mi arma con en la frente para atontarlos, aunque ello me conllevó sufrir varios cortes y contusiones que empezaban a hacer una importante mella en mis capacidades.

- ¡Es tu hora, maldito engendro!

La amenaza me obligó a levantar la cabeza y la mirada de manera instintiva, a tiempo para poder esquivar un tajo descendente que, no obstante, alcanzó a cortarme en el pecho. Gruñí, encarando a mi enemigo, con un severo tic nervioso en el ojo sano y visible.

- ¡¡TE VOY A METER MI DOLOR EN EL ALMA!!

Mi feroz bramido confundió momentáneamente al pirata, dándome tiempo para contraatacarle con el hacha, lleno de furia. El intercambio de golpes duró mucho más de lo que a mí me hubiera gustado, pero mi fuerza y salvajismo se impusieron a la habilidad de mi rival, al que finalmente conseguí tumbar con mi arma clavada en su esternón.

Caí al suelo de culo, sentado e incapaz de continuar la lucha por la falta de fuerzas. Delante de mí, sin embargo, otros tres criminales sonreían con malicia ante la ocasión de acabar conmigo de una vez.

"Bueno, no es un mal final. Sabíamos que tarde o temprano acabaríamos así."

Apenas había aceptado mi aciago destino cuando una serie de cañonazos entraron en escena, haciendo trizas el barco atracado y dispersando entre la explosiones al resto de los piratas. Me pegué al suelo tanto como pude, tratando de protegerme hasta que el bombardeo hubo terminado. Cuando conseguí levantarme entre el polvo y la arena, observé de nuevo a Theo, acabando con los piratas restantes y sonriéndome. Respondí con un grito triunfal y los brazos alzados hacia el cielo antes de recuperar mi arma.

"Creo que por fin empieza a mejorar nuestro pronóstico."

La chica se me acercó, haciéndome saber su sorpresa y aprobación por mi reciente autocontrol al no haber matado a todos, o al menos casi todos, los enemigos a los que fui enfrentando. Las últimas palabras de amistad tuvieron un efecto muy especial en mi corazón y mi alma: el ofrecimiento a irme con su banda, si su jefe lo permitía, y a quedarme una akuma no mi que había obtenido hacía algún tiempo. Busqué desesperadamente las mejores palabras de agradecimiento que se me pudieran ocurrir, mas todo lo que pude comunicar es una sincera mirada casi llorosa.

"Di gracias."

- ¡¡ENSALADA DE PEZONES!!

"Cómo no..."