Anclado en tierra

Desesperante, tal vez esa fuera la palabra, cansado de permanecer quieto, sin poder avanzar ni retroceder.
Aun Dun tenia en su cabeza el primer día de lo que seria el resto de su vida. Obligado a ser lo que había combatido siempre y viéndose traicionado por los que una vez fue su profesión, su hogar y familia.

Dun se encontraba solo en aquel momento, metido en la taberna local. Era medio día y era cuando empezaba a llenarse el establecimiento. la gente ocupaba su sitio en la barra y en las mesas. Pero Xiahou Dun parezca que tenia una nube en la cabeza, ya que se encontraba sentado, y apoyando el cuerpo en la barra, el solo sin nadie a su alrededor, como si le evitaran. Tal vez fuera por las pintas, un hombre con una jarra de cerveza en la mano, una cimitarra de gran tamaño en su cintura y un parche en el ojo... Sin duda era el típico estereotipo del malvado pirata.

Le daba igual. Apenas había empezado el día y ya se encontraba poco aganado, era típico de Dun, mostrarse serio y frió, pero pocas veces se le veía tirado sin querer hacer nada mas que beber alcohol en una taberna.

—No es propia de ti esa cara, Dun —murmuró una elegante y poderosa voz de barítono procedente del interior del bar. Segundos después, un minino envuelto en una especie de chubasquero amarillo con capucha salió de la cocina, caminando a dos patas y dando un pequeño salto con el que poder posarse grácilmente con las patas sobre la barra, justo frente al hombre del parche.

—Gracias por arreglarme la encimera, Levarem-senpai —murmuró el cocinero con una sonrisa amable, para luego volver dentro y seguir con su trabajo. Levarem había estado ayudando con sus dotes de carpintería a arreglar unos desperfectos que por desgracia había sufrido la mesa de trabajo del cocinero, claro está había recibido una pequeña remuneración económica, pero como siempre cobraba menos que los otros carpinteros, lo justo para poder llevarse algo a la boca, era bastante querido por todos los aldeanos.

—¿A qué viene esa cara tan larga, hombretón? —La voz grave e imponente del minino, que se asemejaba a la voz adulta de un sereno y sabio maestro de artes marciales, seguía chocando bastante con su aspecto felino y en cierto modo adorable.

Dun observó girando sin mucho interés su cabeza hacia la derecha. Su compañero gatuno había aparecido del interior del bar, un acompañante extraño para alguien como Dun, pero según él, uno no elige sus compañeros de viaje.

-¿Ahora dejan entrar animales.?- Respondió con aire abúlico. No era que pretendiera ser borde con él, si no que como actitud, Dun podría ser algo tajante.

El pasado le atacaba bastante esta mañana, el momento en el que descubrió aquel complot contra su padre y tiempo después contra él. Deseaba hacer algo, pero Dun se veía estancado, sin tripulación, sin equipo, y con un bote que apenas caben don personas.

-¿Ya has encontrado alguien con un barco decente?- Preguntó evadiendo la pregunta de su compañero gatuno. -No pienso volver a montar en ese cascaron- Dijo al bote de dos personas que tenia Lavarem

—Me temo que no, tendrás que seguir viajando en ese pequeño cascarón un poco más, si es que quieres salir de esta isla, claro —respondió el gato, tomando una jarra de cerveza que el tabernero le había dejado sobre la barra a modo de agradecimiento por su trabajo, y dando un largo trago a esta para a continuación posarla sobre la madera con suavidad.

—No me has respondido, ¿Qué te ocurre? Ya sabes que puedes contar con mi espada si te hace falta —comentó tan extraño espadachín, que lejos de sentirse ofendido por la crudeza en las palabras de Xiahou Dun, seguía mostrándose afable y templado.

Para los clientes de la taberna que no solían frecuentar aquel pueblo tan a menudo y no conocían las andanzas de Levarem, oír hablar a un gato les resultaba completamente impactante, pero lo que los estaba dejando descolocados del todo era la potente voz de barítono que emitían las cuerdas vocales de un animal tan pequeño y aparentemente adorable.

-mmmm- Fue la contestación de Dun, un pequeño gesto rezongando para la respuesta y la pregunta del gato parlante.

El ex marine, se llevo la garra a sus labios con su mano derecha, para dar un fuerte buche de su cerveza, en aquel momento era como si desaira terminar por quedarse allí hasta terminar con la existencia de alcohol en aquel establecimiento.

-Haría falta mas espadas para eso.- Dijo únicamente después de despegar sus labios de la jarra. Consideraba que con eso ya había comentado lo suficiente de él por hoy, bastante le costaba ya hablar con alguien, y mas aun si se trataba de un "animal".

No estaba dispuesto a seguir viajando en un bote sin poder llegar a nada, quería empezar a conseguir algo, tripulantes, naves, dinero... Dun no podía esperar mucho mas tiempo y ver los días pasar.

-¿De verdad no conoces a nadie aquí que te pueda ayudar? - Pregunto buscando una idea a su compañero, aparte también para cambiar de tema. Dun suponía que como pirata, Levarem tendría algún contacto, o algo que pudrieran utilizar para salir de aquí con algo mas que un bote.

—Pese a tener ambos un sólo ojo, parece que vemos las cosas de forma muy distinta —dijo con aire misterioso el espadachín gatuno, que se refería a su forma optimista aunque realista de ver la vida, contrapesada con el pesimismo y la falta de interés y arrojo que parecía cargar sobre sus espaldas Xiahou Dun.

—Conozco gente, sí... Pero en un pueblo como este no... Estamos en Villa Orange, un pueblo en el culo del mundo del East Blue, no esperes encontrar aquí grandes navíos ni personajes interesantes, este es un lugar en el que el ser un vulgar carpintero que arregle alguna que otra repisa, es lo más interesante y divertido que te puede surgir —aclaró Levarem, terminando de un trago la jarra de cerveza que tenía ante él, posándola en la barra y sacando de su gabardina una pequeña moneda de plata que hábilmente hizo girar sobre la punta de su uña en un equilibrio perfecto, mirándola embelesado.

—Si quieres venir conmigo, tendremos que montar en ese bote, y esperar a que la siguiente isla nos depare mejor fortuna, yo también tengo interés en alistarme en un gran navío que me lleve a la gloria, la fama y al poder, pero donde no hay... No hay —concluyó el minino, mientras seguía con la mirada absorta en aquella moneda; y es que no podía evitarlo, al fin y al cabo aquello era algo brillante, todo un reclamo y la perdición para cualquier minino.

En un principio lo único que salio de Dun fue una mofa de "Jum," debía admitir que lo de un solo ojo tenia algo de gracia a la par que le desagradaba.

Pocas ganas tenia ya el ex-marine en seguir bebiendo, y se podría decir que su jarra seguía media llena, pero la presión le podía y un nudo en su estomago se había creado.

Lo único bueno que había visto de pasarse a la clandestinidad era el creer que habría gente con contactos que podría ayudarle a crear un grupo de buenos guerreros. Pero parece que se equivocaba en eso.

-Esta bien...- Respondió intentando contener su indignación.

Dun miró de reojo con su único ojo a su compañero gatuno, era extraño pensar que una voz de anciano y respetado señor provenía de un simple gato...
-...Ayúdame a conseguir esa fortuna y yo te ayudare a ti en tu deseo.

"alistarse" "gloria, fama y poder" la frase de los piratas... Antes significaba las palabras necesarias para que Dun se lanzara contra todos ellos, pero ahora, parecía que no le quedaba otra que volverse de verdad lo que había estado luchando.

El ojo de Levarem se entrecerró de forma serena y analítica ante la aparición y puesta en escena de aquel extraño individuo, que pese a que acababa de llegar a la taberna, actuaba como si fuera el rey y señor del lugar, una actitud bastante repudiada por cualquiera, pero que al gato espadachín no es que lo enervara, era un espadachín templado y sereno en cualquier circunstancia, y aquella no era una excepción.

—Muchacho, creo que deberías ser más respetuoso con tus mayores... —musitó el gato con aquella voz de barítono tan madura, enunciando sus palabras con tono de consejo y amabilidad, en vez del tono típico de una persona guiada por la rabia.

No sabía si aquel niño intentaba iniciar una bronca en la taberna, lo que estaba claro es que la paciencia y el temple no eran las virtudes más reseñables de Xiahou Dun a eso se le sumaba que no parecía estar pasando por un buen día precisamente, por lo que el minino se esperaba lo peor.

Dun no se mostró interesado, no se viró. Tan solo seguía calmado con la mirada al frente intentando terminar de beber lo que tenia aun en su jarra, agarrado con su mano izquierda.

Ni siquiera cuando aquel crió se apoyo su hombro, concretamente en izquierdo. Dun no podía verlo, la falta de visión por aquel angulo se lo impedía, tampoco era necesario, utilizo el reflejo de la jarra para ver al supuesto camorrista, una figura deformada por la imagen del cristal, de una persona pálida.

No era la primera vez que veía alguien con esos aires, pero en aquel momento... Ambos eran civiles, Dun ya no tenia reglas ni procedimientos que le impedían contenerse. Él quería decirle que se apartara, que se volviera por donde había venido... Pero el único acto que salio de Dun fue... Dirigir la mano derecha, la cual tenia la jarra en su mano, en dirección a la cara de aquel chico, en aquella distancia tan corta y la fuerza corpulenta de Xiahou Dun, la jarra seria como si de una pedrusco se tratara, con mucha probabilidad de que la jarra se rompiera en la propia cara del chico, haciendo que se pensara mejor con quien se ríe.

Independientemente de lo que pasara, Dun seguiría, volviendo a estar apoyado en la barra, como si nada hubiera pasado.

Levarem abrió ampliamente los ojos al ver la reacción tan fría e impulsiva de Xiahou Dun, pero conociéndole decidió ignorar aquel ataque y seguir la charla relajadamente, al fin y al cabo eso era lo que parecía querer hacer el exmarine a juzgar por su actitud pasiva y despreocupada.

—Deberías controlar ese temperamento... Bueno, ¿Qué me dices, te invito a otra jarra y cuando la acabemos zarpamos a la siguiente isla? Yo también empiezo a estar algo aburrido de esta isla, necesito un poco más de acción — comentó el felino, dando por hecho que la respuesta de Xiahou Dun sería afirmativa y empezando a servirle otra jarra de cerveza, mirando al tabernero de reojo y dejándole una moneda sobre la barra como pago por esta. Allí ya le conocían lo suficiente como para permitirle esa clase de confianzas.

Una leve pero picara sonrisa se dejo dibujar en el rostro de Dun, parecía que ya se encontraba mejor. No era de extrañar, se había desahogado con aquel pobre chico irrespetuoso, pero dadas las circunstancias, se lo había merecido.
Dun no se negó a otra jarra por cortesía de Levarem, y mientras que este le servia, aprovecho para contestar.
-Esta bien, creo que podre aguantar un poco mas en ese bote con tal de conseguir algo útil que nos beneficie para ambos .Respondió para luego continuar con su rellenada jarra de cerveza.

El pequeño gato espadachín asintió ante las palabras de Xiahou Dun con una sonrisa, por fin había logrado que cediera un poco. Acto seguido se adentró en la cocina a cortejar y agasajar con piropos y zalamerías a la pinche del cocinero, una mujer bastante bella y que acostumbraba a darle algo de comida gratis a espalda de su jefe cuando este no miraba. A los pocos minutos volvió hasta donde estaba el pirata tuerto con un muslito de pollo en la mano, masticándolo alegremente con una sonrisa victoriosa; el poder de la adorabilidad de un gato no tiene límites.

—Veamos... —murmuró introduciendo la mano libre en el interior de su gabardina, y extrayendo un pequeño mapa, depositándolo sobre la barra frente a Xiahou Dun, extrayendo también un rotulador de otro de los bolsillos internos de la gabardina, y señalando las tres islas más cercanas a las Islas Organ, donde se encontraban ahora mismo—Decide tú, ¿Donde te gustaría ir? Shimotsuki, la isla de los espadachines. Isla del Sukodan, una isla llena de monjes guerreros, se dice que algunos de los guerreros más fuertes del mundo han salido de allí. O por último... Sicilia, una isla famosa por sus casinos, su corrupción y mafias, sus grandes rascacielos, y por tener unos extraños medios de transporte que no había visto nunca, dicen que se llaman... Coches, o algo semejante.

En un principio Dun no hizo mucho caso cuando su compañero gatuno se marcho a las cocinas, este prefirió seguir bebiendo su pinta, sobre todo ahora que no tenia la necesidad de hablar con Levarem, debido a su distancia. No estaba muy seguro, pero Dun suponía que ya llevaba cuatro jarras con esa, no se podría decir que eran muchas, si se comparaban con la mayoría de borrachos que habían en esa taberna, pero ya empezaba a calentar el cuerpo lo suficiente.

Al volver su compañero, e ignorando su interés en pedir las sobras de la comida, Dun dirigió la mirada hacia el mapa, mientras aun tenia la jarra agarrada en su mano izquierda, seca de sus labios. Las tres islas nombradas, cada una mas rara que la anterior, sobre todo la ultima mencionada. Si fueran a ese lugar, Xiahou Dun no duraría ni cinco minutos antes de verse envuelto en una refriega anti-corrupción, seria de esperar que cuando se es marine, se es para toda la vida, aunque fuera en la moralidad.

-Esta.- Dijo señalando directamente con el dedo indice de su mano derecha. Se trataba de la isla Shimotsuki. -Tengo mucho interés en ver si esos espadachines son tan hábiles como dicen.- Anterior mente como marine, Dun ejercía mayormente como instructor, y una isla que tenia fama por sus espadachines era como una oportunidad de ver si era verdad o si era necesario que un extranjero les diera clases con la espada

—Aún siendo espadachín me inspiraba más curiosidad las otras dos islas, pero bueno, respeto tu decisión, iremos a esa isla de maestros espadachines —comentó el felino, recogiendo el pequeño mapa, enrollándolo y volviendo a ocultarlo en uno de los múltiples bolsillos interiores de su gabardina. Acto seguido, terminó el muslito de pollo que le había regalado la pinche en la cocina, y dejó el hueso sobre uno de los platos sucios de la barra.

De un ágil salto, el gato pasó por encima de la barra hasta aterrizar grácilmente al otro lado. A continuación echó la vista a Xiahou Dun esperando a que terminara su cerveza y se preparara para emprender el viaje.

—Bueno, si ya está decidido zarpemos ya, aún es temprano, ni es mediodía siquiera, es buen momento para emprender el viaje hacia la siguiente isla —concluyó el felino pirata, echando a andar con las manos en los bolsillos de la gabardina, hacia la salida del local.