Heaten
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Akuma no mi
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La lluvia había comenzado como si el mundo llorara al sentir la muerte en aquel lugar, cubriendo toda la isla con su manto, cosa que empeoraba notablemente su caminar, haciendo sus pasos más lentos. "Esto es molesto...Pelear así no será divertido..." Dijo Noise en la cabeza de la chica mientras esta apartaba un mechón de su flequillo que, debido al peso extra provocado por la lluvia, cubría sus ojos, impidiendo que estos pudieran observar con claridad el terreno. "Ciertamente es un inconveniente. Basta con observar a esos reclutas que apenas se pueden mantener en pie a causa del suelo resbaladizo. Además...tus ropas tampoco son las apropiadas." Contestó Eco, obviando que el hecho de llevar solo a Nepu encima del bikini y unos pantalones tan cortos, podrían hacer que la chica pescara un resfriado. "Y-Yo voy a estar bien. Mejor dicho, nosotras. Nepu es un buen aislante térmico así que no hay porque preocuparse. Además, el frío no es que me pueda hacer nada. Solo espero encontrar a algún enemigo al que torturar pronto. Es decir, la última vez murieron tan rápido..." Dijo la chica recordando los sucesos de los días pasados, al tiempo que avanzaba otro paso, esta vez algo más amplío, casi como si diera una zancada para quedar a la altura de su compañero. -Kuro...¿Crees que tardemos mucho en encontrarnos con alguien?- Preguntó la chica en su típico tono neutro, al tiempo que unas pequeñas agujas de corindón, situadas en las plantas de sus zapatos, evitaban que sus pie resbalara con el lodo, por estar andando de forma tan "despreocupada".
La respuesta a su pregunta no tardó en llegar. Todos se pararon en seco, quedando durante varios minutos en silencio debido a la sensación que comenzaba a inundar sus cuerpos. Sus manos temblaban, al igual que el suelo bajo sus pies, todo debido a la presencia que podía percibirse en cualquier punto de la isla. La presencia de Derian. ¿Tan fuerte era? Bueno, era una pregunta estúpida teniendo en cuenta que el "solo" había causado tal guerra en el North blue. Sin embargo, esa no era la única "voz" que llegaba a Heaten, quien centró sus ojos en los de su compañero, como si esperara que le respondiera con la mirada que el también lo había percibido. Algo se acercaba, y su presencia parecía ser capaz de infundir en ella...¿Miedo? Una sensación que llevaba tiempo sin sentir y que, al igual que muchas otras sensaciones, era incapaz de entender. Sin embargo, podía identificar esa sensación con la que sintió al ver morir a Compa o a sus amigas del orfanato. "Se está acercando." Pensó mientras llevaba su mano a la empuñadura de Nepgear y activaba su Haki de armadura (se sobreentiende que ya tenía activado el Haki de observación), preparándose para el inminente ataque. "Oye...Eco...Quizá me venga bien tú ayuda....Solo esta vez." dijo Noise antes de que una enorme criatura hiciera su aparición desde los cielos, rompiendo con un feroz rugido el silencio que parecía rodearles como si fuera algo tangible. -Kuro....¿Qué es eso?...- Susurró la chica, como si no quisiera que nadie más supiera que no conocía nada sobre aquella clase de criatura.
Sus ojos comenzaron a recorrer el cuerpo del que antaño seguramente hubiera sido un majestuoso animal, pero que ahora no era más que un podrido cadáver, controlado por el tirano al que debían derrotar. Aunque no precisamente por los mismos motivos que la marina tenía para querer acabar con él. No tuvo tiempo más que analizar superficialmente su estructura, sorprendiéndose al ver que parte de lo que debía ser su esqueleto se encontraba totalmente a la vista. Además, su carne era de color negro, como si hubiera sido quemada y de su boca salía un espeso líquido negro, el cual caía salpicando el suelo que había bajo sus pies, al tiempo que él hablaba, diciendo alguna que otra palabra sin coherencia aparente. Palabras que se acabaron de repente, cuando algo similar a un rayo salió de sus fauces, aunque la forma que tenía era similar a una onda.
" ¡Lo cortaré!" Exclamó Noise en su cabeza al tiempo que la chica daba una zancada, adelantándose al grupo, desenvainando su espada, la cual se transformó en un látigo del que una onda surgió en dirección a la criatura (que se debía encontrar a poco más de diez metros de su posición), antes de que este "disparara", dándole el tiempo justo para que el "fragmento" de látigo que constituía la "punta" de la hoja, tocara el suelo, convirtiéndose en corindón, junto con Nepu y ella misma, y generara una pared del mismo material (imbuida) que se alzó un par de metros por encima, con el que pretendía detener el ataque, o al menos desviarlo. "Kuro...si lo logramos...quiero comer algodón de azúcar al volver."
La respuesta a su pregunta no tardó en llegar. Todos se pararon en seco, quedando durante varios minutos en silencio debido a la sensación que comenzaba a inundar sus cuerpos. Sus manos temblaban, al igual que el suelo bajo sus pies, todo debido a la presencia que podía percibirse en cualquier punto de la isla. La presencia de Derian. ¿Tan fuerte era? Bueno, era una pregunta estúpida teniendo en cuenta que el "solo" había causado tal guerra en el North blue. Sin embargo, esa no era la única "voz" que llegaba a Heaten, quien centró sus ojos en los de su compañero, como si esperara que le respondiera con la mirada que el también lo había percibido. Algo se acercaba, y su presencia parecía ser capaz de infundir en ella...¿Miedo? Una sensación que llevaba tiempo sin sentir y que, al igual que muchas otras sensaciones, era incapaz de entender. Sin embargo, podía identificar esa sensación con la que sintió al ver morir a Compa o a sus amigas del orfanato. "Se está acercando." Pensó mientras llevaba su mano a la empuñadura de Nepgear y activaba su Haki de armadura (se sobreentiende que ya tenía activado el Haki de observación), preparándose para el inminente ataque. "Oye...Eco...Quizá me venga bien tú ayuda....Solo esta vez." dijo Noise antes de que una enorme criatura hiciera su aparición desde los cielos, rompiendo con un feroz rugido el silencio que parecía rodearles como si fuera algo tangible. -Kuro....¿Qué es eso?...- Susurró la chica, como si no quisiera que nadie más supiera que no conocía nada sobre aquella clase de criatura.
Sus ojos comenzaron a recorrer el cuerpo del que antaño seguramente hubiera sido un majestuoso animal, pero que ahora no era más que un podrido cadáver, controlado por el tirano al que debían derrotar. Aunque no precisamente por los mismos motivos que la marina tenía para querer acabar con él. No tuvo tiempo más que analizar superficialmente su estructura, sorprendiéndose al ver que parte de lo que debía ser su esqueleto se encontraba totalmente a la vista. Además, su carne era de color negro, como si hubiera sido quemada y de su boca salía un espeso líquido negro, el cual caía salpicando el suelo que había bajo sus pies, al tiempo que él hablaba, diciendo alguna que otra palabra sin coherencia aparente. Palabras que se acabaron de repente, cuando algo similar a un rayo salió de sus fauces, aunque la forma que tenía era similar a una onda.
" ¡Lo cortaré!" Exclamó Noise en su cabeza al tiempo que la chica daba una zancada, adelantándose al grupo, desenvainando su espada, la cual se transformó en un látigo del que una onda surgió en dirección a la criatura (que se debía encontrar a poco más de diez metros de su posición), antes de que este "disparara", dándole el tiempo justo para que el "fragmento" de látigo que constituía la "punta" de la hoja, tocara el suelo, convirtiéndose en corindón, junto con Nepu y ella misma, y generara una pared del mismo material (imbuida) que se alzó un par de metros por encima, con el que pretendía detener el ataque, o al menos desviarlo. "Kuro...si lo logramos...quiero comer algodón de azúcar al volver."
- técnicas:
- "Manual Excalibur": Le da a la chica la capacidad de lanzar una onda cortante desde cualquier extremidad o arma. Posee un arco creciente según la distancia, y se disipa a lo largo de diez metros, más un metro cada diez niveles. Esta onda abarcará, como mucho, un ángulo de 60 grados. (sería hasta los 13 metros)
(Que el golpe acierte o no lo dejo a decisión del moderador)
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El azabache continuaba avanzando por la costa junto al destacamento, con las manos cerca de sus espadas y cuchillos, ondeando su inmaculada chaqueta al son del viento, que permanecía reposando sobre sus hombros. Justicia, eso era lo que habían ido a impartir allí... Pero, ¿podía considerarse eso? Muerte, sangre y dolor, eso era todo lo que obtendrían en Hallstat, pero no importaba. Estaba en la naturaleza humana la necesidad de conflicto, de purga, de la supervivencia de los más aptos. ¿Qué había de malo, entonces, en ello? La muerte era un regalo, la sangre un tesoro y el dolor un don. Él había ido hasta allí para enseñarles esta lección a todo el que se les cruzara por delante. Sin embargo, su semblante era serio, concentrado en todo aquello que le rodeaba, preguntándose cuántas vidas se perderían antes de que finalizase el día. La lluvia comenzó a caer sobre ellos y el viento se vio intensificado. Se había terminado la calma. Tocaba que llegase la tempestad.
- Pronto... -respondió, en apenas un susurro, al tiempo que una poderosa presencia se cernía sobre ellos.
Su cuerpo entero tembló por un momento, estremeciéndose ante aquella sensación que lo había invadido por completo. Miedo... ¿Era así como se sentía? Sus ojos parecían haberse perdido en la nada, sin enfocar la mirada en ningún punto concreto. Su poder les aferraba de forma intermitente, marchándose y volviendo a los pocos segundos, como si tratara de jugar con ellos. Pudo sentir el terror de los marines que les habían acompañado hasta ese lugar, atemorizados por lo que estaba a punto de abalanzarse sobre ellos. Sus labios se torcieron en una sonrisa demente al tiempo que alzaba la mirada, observando a la colosal bestia que acaba de posarse en el suelo justo delante de ellos, haciendo temblar este.
Era enorme, más que cualquier criatura que hubiera visto nunca. ¿Un dragón acababa de presentarse ante ellos? ¿Qué posibilidades había de que el rey decidiera concederles aquel regalo precisamente a ellos? Su aspecto hacía honor a las leyendas, o incluso las superaba. "¿A qué clase de poderes habrá recurrido el rey para someter a este monstruo?" se preguntaba, sin apartar la mirada. Palabras como "matar" y "odio" salían de sus pútridas fauces. Tal vez tratando de intimidarles, o simplemente porque no podía evitar plasmar sus oscuros pensamientos. Kuro acarició la empuñadura de Astartea, tratando de localizar los posibles puntos débiles... Aunque se encontraba con un pequeño dilema. Aquella cosa no debía ser capaz de erguirse siquiera, así que no sería tan fácil como atacar en determinadas zonas. ¿Sería capaz de sentir dolor? Bueno, tan solo tenían que comprobarlo. Observó a su compañera prepararse para el enfrentamiento, mirándola de reojo un instante antes de dirigirse al resto de soldados.
- Mantened la posición, no os mováis hasta que yo lo haga -ordenó, estirando el brazo hacia un lado sin siquiera girarse hacia ellos.
Su mantra le alertó de la muerte que estaba a punto de ser lanzada desde su boca, con una fuerza tal que podría acabar con sus vidas en un instante. Sin embargo, el marine no se movió del sitio, incluso su postura era relajada. Cerró los ojos y llevó las manos a sus dos sables, desenvainándolos lentamente. Tal vez pecara de arrogante, o simplemente confiara demasiado en su compañera. No se había visto decepcionado jamás por ello, y no sería diferente en aquella ocasión. El rayo salió de la boca del dragón al tiempo que Heaten lanzaba una onda cortante y creaba un muro de corindón para proteger al grupo del ataque. Mientras tanto, las espadas de Kuro se vieron completamente desenvainadas, comenzando a envolverse sus filos en una densa oscuridad, la cual comenzó a alargarse, extendiéndolos hasta los dos metros sin variar en lo más mínimo su peso. El aliento de la bestia impactó contra el muro.
Y entonces el muchacho lo vio claro y oportuno.
Que un reptil ni escupe fuego, ni es un dios salido del Sol mismo.
Y corriendo, blandiendo su espada, olvidando el mundo.
De una estocada, arrebató su aliento y lo envió al abismo.
Que un reptil ni escupe fuego, ni es un dios salido del Sol mismo.
Y corriendo, blandiendo su espada, olvidando el mundo.
De una estocada, arrebató su aliento y lo envió al abismo.
"Death Slider." Sus sentidos se agudizaron, incrementando los reflejos del chico y su velocidad de reacción, así como su velocidad. Salió disparado hacia el frente, ladeando el muro de corindón y lanzándose a por la bestia a una velocidad frenética. No dudó ni un solo instante y, trazando un arco vertical con ambas espadas, trató de seccionar la extremidad delantera izquierda limpiamente. Tal vez con ello le haría perder el equilibrio, y algo de semejante tamaño no podía ser demasiado rápido. Tras esto, trataría de pasar por debajo de la criatura y tocaría con un sable el suelo, transmitiendo la oscuridad de este a la superficie, extendiéndola en un radio de ocho metros bajo el dragón y haciendo surgir de estas en sentido ascendente cuatro estacas de oscuridad, las cuales se clavarían en distintas partes del cuerpo de la criatura. Si todo salía bien, habría logrado posicionarse en un lateral e inmovilizar a su enemigo. Mientras, los marines del grupo se lanzarían a la carga (o eso esperaba).
- ¿Cuánto dolor podrás aguantar...?
Death Slider + Burakkukurï (en ambas espadas) + Tajo doble en extremidad + Yamiji (cuatro estacas) [Haki de armadura Nivel 1]
- Técnicas utilizadas:
- Burakkukurï:
- La hoja del sable de Kuro se ve envuelta en oscuridad (no hay luz en esa zona), rodeándola con una especie de gas denso de color negro. De por sí esto no supone variación alguna (a excepción del detalle de la luz) en las propiedades de su arma, aunque las personas cercanas comenzarían a sentir un ligero malestar, como si presintieran que algo malo estuviese a punto de ocurrir. La fase activa consiste en el aumento del tamaño de la hoja gracias a la oscuridad, formando un filo negro de 2 metros de largo que no altera el peso del arma. La dureza de este filo es equivalente a la del topacio.
- Yamiji:
- Kuro clava la espada envuelta en oscuridad en el suelo y esta se extiende por él, rodeándole en un radio de cinco metros (no se puede desplazar, para cambiar la ubicación la oscuridad debe volver a la espada y repetir el proceso). A voluntad, el azabache puede hacer surgir de esta estacas de oscuridad (máximo de 3) de la misma dureza que el filo negro y de hasta dos metros de largo. El radio aumenta en 1 metro cada 10 niveles, y el número de estacas aumenta en 1 cada 20.
- Death Slider:
- Durante un breve periodo de tiempo, su concentración aumenta. De esta forma sus reflejos y su capacidad de reacción es el doble de un humano normal, y su velocidad aumenta x2. Solo puede ser activada por dos turnos seguidos y necesita tres turnos de recarga.
Steve
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El dragón parece no inmutarse a pesar de que vuestros ataques le abren unas pocas heridas, que se empiezan a cerrar lentamente. El rayo del dragón revienta la pared de corindón que crea Heaten, haciendo que proyectiles candentes salieran volando por todos lados pero sin ningún daño más importante. Sin embargo no parece haberse molestado en atacar con ganas, como si realmente no le interesarais nada.
Un rugido a lo lejos hace que el dragón en avanzado estado de descomposición gira la cabeza para mirar lo que lo ha producido. Otro dragón, con el mismo color de piel se acerca volando a lo lejos, hasta quedarse a una distancia prudencial del otro, mientras mantiene el vuelo. Hay unos segundos de silencio que se hacen eternos.
El dragón que aún mantiene el vuelo aún parece estar intacto, pues no se ve ninguna herida sobre su piel. Aunque no podéis leerle la mente, parece estar enfadado. El otro dragón parece reaccionar a este durante un segundo, pero en seguida le ataca, enzarzándose en una pelea en el aire. El ambiente a varios cientos de metros a la redonda parece acentuarse aún más, haciendo que la lluvia caiga con más fuerza. Los rayos que salen de los dragones pocas veces impactan, volando muchas contra el cielo y otras contra el suelo, teniendo que evitarlas los que estén cerca de estas.
En ese momento Akagami y Murasaki pueden ver a Kuro y Heaten. Estos parecen estar implicados en la pelea, pero no estáis seguros. Aún así, estos tienen pintas de ser marines y quizás sean los creadores de este problema. Si bien podríais alejaros de ahí, la pelea de los dragones no parece acabar nunca, y estos se atacan con furia, quizás deberíais quedaros allí...
Un rugido a lo lejos hace que el dragón en avanzado estado de descomposición gira la cabeza para mirar lo que lo ha producido. Otro dragón, con el mismo color de piel se acerca volando a lo lejos, hasta quedarse a una distancia prudencial del otro, mientras mantiene el vuelo. Hay unos segundos de silencio que se hacen eternos.
El dragón que aún mantiene el vuelo aún parece estar intacto, pues no se ve ninguna herida sobre su piel. Aunque no podéis leerle la mente, parece estar enfadado. El otro dragón parece reaccionar a este durante un segundo, pero en seguida le ataca, enzarzándose en una pelea en el aire. El ambiente a varios cientos de metros a la redonda parece acentuarse aún más, haciendo que la lluvia caiga con más fuerza. Los rayos que salen de los dragones pocas veces impactan, volando muchas contra el cielo y otras contra el suelo, teniendo que evitarlas los que estén cerca de estas.
En ese momento Akagami y Murasaki pueden ver a Kuro y Heaten. Estos parecen estar implicados en la pelea, pero no estáis seguros. Aún así, estos tienen pintas de ser marines y quizás sean los creadores de este problema. Si bien podríais alejaros de ahí, la pelea de los dragones no parece acabar nunca, y estos se atacan con furia, quizás deberíais quedaros allí...
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Akuma no mi
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Desde las alturas se podría decir que la visión era incluso más impactante que en tierra. La batalla parecía recrudecerse por momentos en todos los frentes, habiendo combates entre miembros de las distintas facciones allá donde alcanzara la vista. Explosiones, metralla, acero contra acero... Definitivamente, aquello era una guerra total. ¿Cuántas vidas se habrían cobrado ya en lo que llevaban de día? Debían de contarse por miles, desde luego. Pero, ¿qué más daba? Al fin y al cabo, aquellas que le importaban de verdad al pelirrojo apenas ascendían a las diez, y su cometido allí era el de recabar información para salvar cuanto antes una de ellas. Y, ya que estaba, hacer arder a todo el que se interpusiera en su camino.
- No puede ser...
La voz del joven pirata sonó como un suave murmullo mientras sus ambarinos ojos se abrían como platos ante la escena que estaba presenciando en ese momento. Dudaba que nadie en aquella era hubiera podido presenciar lo que su mirada presenciaba en ese instante. Dos enormes dragones batiéndose en combate, un choque de titanes, de dioses; de criaturas que tal vez no estaban hechas para convivir con los demás en esa época. ¿Alguna akuma no mi como la suya? No estaba seguro, aunque uno de ellos, el de peor aspecto, no parecía ser la forma completa de un usuario. No, algo mucho más oscuro parecía dar fuerzas a su colosal cuerpo. Casi como acto reflejo, tras varios segundos sin poder apartar la mirada de los dragones, su vista captó la presencia de dos pequeñas figuras en comparación con las gigantescas bestias aladas, ataviados con uniformes más que familiares para él, que colmaban de rabia, rencor y odio al Legado.
Se apresuró a descender para dejar a la chica en el suelo, a una docena de metros escasa de donde se encontraban los que parecían ser miembros de la Marina, por sus chaquetas de una graduación de cierta importancia, para hacer desaparecer sus doradas alas al instante. Alzó su mirada para observar el encuentro entre aquellos que ni siquiera él, pese a poder adoptar una forma similar, era capaz de entender del todo. ¿Por qué combatían? Estaba claro que formaban parte de bandos opuestos, pero debía de haber algo más detrás de ello, algo que escapaba a su conocimiento y que se apreciaba en su comportamiento. Bajó la mirada para posarla sobre ambos marines, un hombre y una mujer que apenas debían rondar la misma edad que él. Bastante jóvenes para ser oficiales, aunque él no era el más indicado para hablar. Ambos parecían espadachines, y al igual que él y posiblemente su felina compañera se mostraban algo confusos e impresionados por la batalla que se libraba sobre ellos.
- Mura... -comenzó, en un tono extrañamente calmado pese a la situación- Permanecer cerca cuando dos dragones combaten es prácticamente un suicidio, pero hay algo que quiero averiguar. No es que me importe, pero debo tratar de detener este enfrentamiento antes de proseguir nuestro camino, por nuestra propia seguridad. Sin embargo, para ello necesito que nos libremos de toda posible molestia -acompañó sus palabras de un leve gesto con la cabeza, indicándole así a los miembros de la Ley y el Orden- Vamos a hacerlos arder, como te prometí. Intentemos mantenerles con vida un poco, quiero ver si saben algo antes de convertirles en ceniza.
Y, sin más preámbulos, sin aviso alguno, el chico tomó aire mientras daba un par de rápidos pasos hacia el frente. El calor comentó a ascender desde el pecho por su garganta hasta inundar su boca, haciendo que pequeñas flamas escaparan por entre sus dientes antes de abrir la boca, desatando un infierno ardiente contra los marines, sin miramiento alguno. Era hora de mostrarle al mundo la ira del dragón.
Llamarada
- No puede ser...
La voz del joven pirata sonó como un suave murmullo mientras sus ambarinos ojos se abrían como platos ante la escena que estaba presenciando en ese momento. Dudaba que nadie en aquella era hubiera podido presenciar lo que su mirada presenciaba en ese instante. Dos enormes dragones batiéndose en combate, un choque de titanes, de dioses; de criaturas que tal vez no estaban hechas para convivir con los demás en esa época. ¿Alguna akuma no mi como la suya? No estaba seguro, aunque uno de ellos, el de peor aspecto, no parecía ser la forma completa de un usuario. No, algo mucho más oscuro parecía dar fuerzas a su colosal cuerpo. Casi como acto reflejo, tras varios segundos sin poder apartar la mirada de los dragones, su vista captó la presencia de dos pequeñas figuras en comparación con las gigantescas bestias aladas, ataviados con uniformes más que familiares para él, que colmaban de rabia, rencor y odio al Legado.
Se apresuró a descender para dejar a la chica en el suelo, a una docena de metros escasa de donde se encontraban los que parecían ser miembros de la Marina, por sus chaquetas de una graduación de cierta importancia, para hacer desaparecer sus doradas alas al instante. Alzó su mirada para observar el encuentro entre aquellos que ni siquiera él, pese a poder adoptar una forma similar, era capaz de entender del todo. ¿Por qué combatían? Estaba claro que formaban parte de bandos opuestos, pero debía de haber algo más detrás de ello, algo que escapaba a su conocimiento y que se apreciaba en su comportamiento. Bajó la mirada para posarla sobre ambos marines, un hombre y una mujer que apenas debían rondar la misma edad que él. Bastante jóvenes para ser oficiales, aunque él no era el más indicado para hablar. Ambos parecían espadachines, y al igual que él y posiblemente su felina compañera se mostraban algo confusos e impresionados por la batalla que se libraba sobre ellos.
- Mura... -comenzó, en un tono extrañamente calmado pese a la situación- Permanecer cerca cuando dos dragones combaten es prácticamente un suicidio, pero hay algo que quiero averiguar. No es que me importe, pero debo tratar de detener este enfrentamiento antes de proseguir nuestro camino, por nuestra propia seguridad. Sin embargo, para ello necesito que nos libremos de toda posible molestia -acompañó sus palabras de un leve gesto con la cabeza, indicándole así a los miembros de la Ley y el Orden- Vamos a hacerlos arder, como te prometí. Intentemos mantenerles con vida un poco, quiero ver si saben algo antes de convertirles en ceniza.
Y, sin más preámbulos, sin aviso alguno, el chico tomó aire mientras daba un par de rápidos pasos hacia el frente. El calor comentó a ascender desde el pecho por su garganta hasta inundar su boca, haciendo que pequeñas flamas escaparan por entre sus dientes antes de abrir la boca, desatando un infierno ardiente contra los marines, sin miramiento alguno. Era hora de mostrarle al mundo la ira del dragón.
Llamarada
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La joven de cabellos violáceos cayó a varios metros del dragón, quedando algo alejada del resto de marines a los que su escudo acababa de salvar de que un rayo les convirtiera en carne carbonizada. Aunque realmente lo único que hubiera sido molesto de que eso sucediera hubiera sido el tener que realizar una lista de difuntos para poder llamar a sus familias y darles sus condolencias...y otra sarta de tonterías que no le parecían útiles. "Si están rotos y no se pueden reparar solo hay que desecharlos..." Pensó con cierta sensación amarga, como si aquello le trajera a la mente recuerdos desagradables. fuera como fuese, ese no era el momento o el lugar para ponerse...¿Sentimentales? ¿Y eso qué es?
Sus ojos se tornaron de un tono escarlata, el cual le permitía diferenciar en aquel caótico lugar, a las figuras vivas de las no vivas (visión infrarroja), pudiendo ubicar así a sus subordinados y siendo capa de notar algo extraño en el dragón, cosa que consultaría con Kuro cuando terminase de evitar los fragmentos de corindón gigantes que caían como una lluvia de meteoros, algunos más grandes que otros, y todos emitiendo una gran cantidad de calor debido a la potencia del "rayo" lanzado por la criatura, de los cuales uno de mayor tamaño, cayo a escasos metros de ella. Era bastante más ancho que una persona normal y superaba los dos metros y medio de altura, sin embargo no había sido lo suficientemente grueso. "Tenemos que mejorar si no queremos que se rompa...Pero de momento bastará con esto...si logramos que así no maten a esos peones aún..." Dijo Eco en su mente, como si tratara de trazar un plan para que sus capacidades no fueran un problema. Por otro lado, Noise gritaba molesta. "¿Por qué? ¿¡Por qué no sufre!? ¿¡¡Por qué no agoniza!!?" Reprochaba. De hecho, si fueran dos personas diferentes, seguramente Noise se hubiera tirado al suelo, pataleando en una rabieta mientras Eco la ignoraba.
Entonces un rugido, procedente del cielo, acabó con la "tranquila" conversación de ambas, haciendo que la chica temblará de nuevo, de forma inconsciente. Una nueva presencia con una fuerza similar al lagarto podrido que se encontraba frente a ellos, comenzó a descender como el primero, con la diferencia de que este se mostraba molesto, y parecía más "normal" que el primero. "¿Acaso esta es una isla de lagartos gigantes?" Pensaron las dos mientras observaban la escena, apartando la mirada solo para ir buscando de vez en cuando a Kuro, quien se encontraba a un par de pasos de ella.
-Tal vez debamos aprovechar para pasar de largo....- Murmuró la chica, no por miedo, ya que por mucho que ella temblara, por su cabeza no se pasó en ningún momento la idea de huir, pero no quería volver a golpear cosas que no padecían dolor y que atrasaban su camino. -No me apetece llegar tarde solo por golpear cosas que no parecen dispuestas a mostrar dolor...- Continuó al tiempo que cerraba los ojos, aquella subida de temperatura no le había sentado muy bien a la joven, que ya de por sí odiaba pasar calor. "Habrá que enfriar el ambiente" Pensó antes de que un suspiro escapara de sus labios. Al momento, su piel se comienza a enfriar, quedando las gotas de lluvia que caían sobre ella convertidas en escarcha, la cual comenzó a cubrir también parte del suelo a su alrededor.
Y por alguna razón u otra, aquella acción acaba de evitar que la joven se sobrecalentara tras alejarse dando zancadas hacia atrás, con bastante agilidad, advertida del peligro gracias a su Haki de observación. Una enorme llamarada que surgió desde varios metros de distancia y que, si no llega a ser porque el corindón transparente que a causa de la penumbra no brillaba (por lo que hacía perfectamente de pared invisible) hubiera quemado más que las puntas del pelo de la joven teniente. Pero bueno, unos centímetros menos de pelo y las quemaduras superficiales que ni había notado, no eran algo que preocupara a la joven que ni siquiera lo había notado, quizá por eso de no sentir dolor. -Parece que nosotros también tendremos nuestros propios rivales...Kuro...- Dijo al tiempo que se ponía en guardia, justo antes de que un rayo causado por la batalla cayera a una centena de metros.
Sus ojos se tornaron de un tono escarlata, el cual le permitía diferenciar en aquel caótico lugar, a las figuras vivas de las no vivas (visión infrarroja), pudiendo ubicar así a sus subordinados y siendo capa de notar algo extraño en el dragón, cosa que consultaría con Kuro cuando terminase de evitar los fragmentos de corindón gigantes que caían como una lluvia de meteoros, algunos más grandes que otros, y todos emitiendo una gran cantidad de calor debido a la potencia del "rayo" lanzado por la criatura, de los cuales uno de mayor tamaño, cayo a escasos metros de ella. Era bastante más ancho que una persona normal y superaba los dos metros y medio de altura, sin embargo no había sido lo suficientemente grueso. "Tenemos que mejorar si no queremos que se rompa...Pero de momento bastará con esto...si logramos que así no maten a esos peones aún..." Dijo Eco en su mente, como si tratara de trazar un plan para que sus capacidades no fueran un problema. Por otro lado, Noise gritaba molesta. "¿Por qué? ¿¡Por qué no sufre!? ¿¡¡Por qué no agoniza!!?" Reprochaba. De hecho, si fueran dos personas diferentes, seguramente Noise se hubiera tirado al suelo, pataleando en una rabieta mientras Eco la ignoraba.
Entonces un rugido, procedente del cielo, acabó con la "tranquila" conversación de ambas, haciendo que la chica temblará de nuevo, de forma inconsciente. Una nueva presencia con una fuerza similar al lagarto podrido que se encontraba frente a ellos, comenzó a descender como el primero, con la diferencia de que este se mostraba molesto, y parecía más "normal" que el primero. "¿Acaso esta es una isla de lagartos gigantes?" Pensaron las dos mientras observaban la escena, apartando la mirada solo para ir buscando de vez en cuando a Kuro, quien se encontraba a un par de pasos de ella.
-Tal vez debamos aprovechar para pasar de largo....- Murmuró la chica, no por miedo, ya que por mucho que ella temblara, por su cabeza no se pasó en ningún momento la idea de huir, pero no quería volver a golpear cosas que no padecían dolor y que atrasaban su camino. -No me apetece llegar tarde solo por golpear cosas que no parecen dispuestas a mostrar dolor...- Continuó al tiempo que cerraba los ojos, aquella subida de temperatura no le había sentado muy bien a la joven, que ya de por sí odiaba pasar calor. "Habrá que enfriar el ambiente" Pensó antes de que un suspiro escapara de sus labios. Al momento, su piel se comienza a enfriar, quedando las gotas de lluvia que caían sobre ella convertidas en escarcha, la cual comenzó a cubrir también parte del suelo a su alrededor.
Y por alguna razón u otra, aquella acción acaba de evitar que la joven se sobrecalentara tras alejarse dando zancadas hacia atrás, con bastante agilidad, advertida del peligro gracias a su Haki de observación. Una enorme llamarada que surgió desde varios metros de distancia y que, si no llega a ser porque el corindón transparente que a causa de la penumbra no brillaba (por lo que hacía perfectamente de pared invisible) hubiera quemado más que las puntas del pelo de la joven teniente. Pero bueno, unos centímetros menos de pelo y las quemaduras superficiales que ni había notado, no eran algo que preocupara a la joven que ni siquiera lo había notado, quizá por eso de no sentir dolor. -Parece que nosotros también tendremos nuestros propios rivales...Kuro...- Dijo al tiempo que se ponía en guardia, justo antes de que un rayo causado por la batalla cayera a una centena de metros.
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fuerza
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El azabache frunció el ceño ante lo que ocurrió tras su ofensiva. No solo no había logrado hacer mella en la gigantesca criatura, sino que además esta parecía haberles ignorado por completo, como si se tratasen de simples insectos. No es que aquello le molestara, pero realmente llamó su atención. ¿Tan poderosa era? Sus hojas no habían conseguido cercenar sus extremidades, ni siquiera habiendo atacado con ambas a la vez y eso, en parte, era temible. Temiblemente hermoso, quiero decir. Las posibilidades de morir se habían visto incrementadas en tan solo un instante, y eso era alentador para el azabache, que no pudo sentir ningún tipo de dolor en el reptil alado.
- Vaya... Qué decepción. Pensaba que algo tan "majestuoso" sería capaz de percibir el regalo de la vida, nuestro dolor... Una lástima -su mirada de zafiro buscó con rapidez a su compañera antes de que el chico volviera su mirada al monstruo que se alzaba frente a él- Supongo que es una pérdida de tiempo enfrentarnos a ti...
Unió el filo de su espada con el suelo una vez más, ensombrecido por su propia oscuridad, la cual se deslizó por este hasta volver a engullir el acero, rodeándolo y otorgándole una dureza y longitud superior. Aún se veía afectado por el chute de energía que el Death Slider le proporcionaba, por lo que no tardó mucho en situarse junto a su compañera una vez su bestial oponente decidió salir a jugar con su nuevo amigo: otro dragón. Curioso era que dos criaturas de aquella magnificencia hubieran decidido mostrarse ante ellos aquél día, mientras la lluvia se incrementaba y las voces de aquellos que se hacían llamar "heroes" de sus respectivos bandos trataban de intimidarse mutuamente.
Absorto en el combate que entablaban ambas criaturas tan solo fue capaz de percibir el peligro que se les venía encima gracias a su haki de observación y a un repentino desplazamiento de la pelimorada, provocando que Kuro se desplazara hacia un lateral con gracilidad y rapidez. Puto sentir el calor en su piel, como el de la luz del Sol impactando contra el cuerpo en un caluroso día de playa. Sus gafas cayeron sobre el embarrado suelo y su inmaculada piel se enrojeció levemente en la mejilla derecha. Una quemadura superficial que apenas escocía un poco. Un dolor que no merecía la pena absorber.
- Eso parece -respondió el marine mientras observaba a los dos pelirrojos invitados que habían acudido a su fiesta particular- No sé quiénes sois, pero no parecéis más de la escoria de Derian. ¿Sabéis que agredir a un representante de la Ley está penado con la misma muerte? -Kuro esbozó una macabra sonrisa ladeada mientras clavaba su mirada en ellos- Aunque bueno, los pelirrojos estáis demasiado acostumbrados a arder en las hogueras, ¿no? Tal vez vosotros sí podáis brindarnos algo de diversión...
Trazó un rápido tajo vertical para a continuación dar una estocada, lanzando con ello una rápida onda cortante en forma de punta de flecha directa hacia la chica que acompañaba al enano de ojos de reptil. Un curioso rasgo bastante oportuno si tenemos en cuenta la situación en la que se encontraban. Aprovechando su incrementada velocidad se lanzó zigzagueante contra él, esperando haber logrado al menos separarles para, una vez estuviera lo suficientemente cerca, girar sobre sí mismo y trazar dos rápidos tajos ascendentes contra el pecho del pelirrojo. "Comprobemos cuánto dolor son capaces de soportar, Heaten."
Yajirushi + Cortes ascendentes al torso [Haki de armadura nivel I]
- Vaya... Qué decepción. Pensaba que algo tan "majestuoso" sería capaz de percibir el regalo de la vida, nuestro dolor... Una lástima -su mirada de zafiro buscó con rapidez a su compañera antes de que el chico volviera su mirada al monstruo que se alzaba frente a él- Supongo que es una pérdida de tiempo enfrentarnos a ti...
Unió el filo de su espada con el suelo una vez más, ensombrecido por su propia oscuridad, la cual se deslizó por este hasta volver a engullir el acero, rodeándolo y otorgándole una dureza y longitud superior. Aún se veía afectado por el chute de energía que el Death Slider le proporcionaba, por lo que no tardó mucho en situarse junto a su compañera una vez su bestial oponente decidió salir a jugar con su nuevo amigo: otro dragón. Curioso era que dos criaturas de aquella magnificencia hubieran decidido mostrarse ante ellos aquél día, mientras la lluvia se incrementaba y las voces de aquellos que se hacían llamar "heroes" de sus respectivos bandos trataban de intimidarse mutuamente.
Absorto en el combate que entablaban ambas criaturas tan solo fue capaz de percibir el peligro que se les venía encima gracias a su haki de observación y a un repentino desplazamiento de la pelimorada, provocando que Kuro se desplazara hacia un lateral con gracilidad y rapidez. Puto sentir el calor en su piel, como el de la luz del Sol impactando contra el cuerpo en un caluroso día de playa. Sus gafas cayeron sobre el embarrado suelo y su inmaculada piel se enrojeció levemente en la mejilla derecha. Una quemadura superficial que apenas escocía un poco. Un dolor que no merecía la pena absorber.
- Eso parece -respondió el marine mientras observaba a los dos pelirrojos invitados que habían acudido a su fiesta particular- No sé quiénes sois, pero no parecéis más de la escoria de Derian. ¿Sabéis que agredir a un representante de la Ley está penado con la misma muerte? -Kuro esbozó una macabra sonrisa ladeada mientras clavaba su mirada en ellos- Aunque bueno, los pelirrojos estáis demasiado acostumbrados a arder en las hogueras, ¿no? Tal vez vosotros sí podáis brindarnos algo de diversión...
Trazó un rápido tajo vertical para a continuación dar una estocada, lanzando con ello una rápida onda cortante en forma de punta de flecha directa hacia la chica que acompañaba al enano de ojos de reptil. Un curioso rasgo bastante oportuno si tenemos en cuenta la situación en la que se encontraban. Aprovechando su incrementada velocidad se lanzó zigzagueante contra él, esperando haber logrado al menos separarles para, una vez estuviera lo suficientemente cerca, girar sobre sí mismo y trazar dos rápidos tajos ascendentes contra el pecho del pelirrojo. "Comprobemos cuánto dolor son capaces de soportar, Heaten."
Yajirushi + Cortes ascendentes al torso [Haki de armadura nivel I]
- Técnicas empleadas:
- Yajirushi:
- Kuro traza un rápido movimiento vertical con su sable en el aire para justo después dar una estocada al frente, en apenas un segundo. Tras esto se produce una onda de energía cortante en forma de punta de flecha, vertical y de 2 metros de altura que avanzará rápidamente hasta disiparse a los diez metros más un metro cada diez niveles. No será tan poderosa como una onda de espadachín ni como las técnicas entrenadas por diario sin entrenamiento.
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Los ojos de la chica se centraron en el lugar que Aka le señaló con la cabeza, con rabia. Tal vez la única que hubiera podido salvarse de ser mirada mal en ese momento era la chica de cabellos violeta que tan solo llevaba un bikini y...¿Qué era esa cosa que cubría su torso? Bueno, no importaba. Por lo visto, Aka había acertado llevándoles hasta el dragón. "Supongo que aquí comienza la venganza que prometí a mis compañeros...." Pensó la joven al tiempo que asentía ante el comentario de su capitán sobre hacerles arder. Aún no sabía el alcance de sus habilidades, pero fallar ahí no estaba en sus planes.
La llamarada de Aka recorrió el espacio que les separaba de ellos, encontrándose con algo en el camino que acababa de salvar a la pelimorada y a su compañero azabache de volverse cenizas, al tiempo que los ojos de la chica se tornaban de un color rojizo, observando a ambos mientras el chico marine se comenzaba a acercar, diciendo algo de hacerles arder en la hoguera, algo irónico ya que eran ellos los que iban a volverse cenizas. -¿No crees estar hablando de más?- Dijo en un tono frío la joven al tiempo que un aura oscura la rodeaba, justo antes de que el joven comenzará su ataque. Estaba furiosa, eso era claro. De hecho, su cabello se había erizado completamente, sus orejas de puma habían asomado y estaban erguidas y su cola también se encontraba erizada, como cualquier felino en peligro o molesto.
"Iluso" Pensó Mura al tiempo que se adelantaba varios metros a gran velocidad y llevaba la mano a la empuñadura de su nodachi, desenvainadola para realizar un trazo vertical, del que salió otra onda, que seguramente neutralizaría a la del chico cuando impactasen. Tras lo que guardo su arma y se impulsó usando su energía, en dirección al marine, con intención de golpearle y dejarle fuera de combate.
La llamarada de Aka recorrió el espacio que les separaba de ellos, encontrándose con algo en el camino que acababa de salvar a la pelimorada y a su compañero azabache de volverse cenizas, al tiempo que los ojos de la chica se tornaban de un color rojizo, observando a ambos mientras el chico marine se comenzaba a acercar, diciendo algo de hacerles arder en la hoguera, algo irónico ya que eran ellos los que iban a volverse cenizas. -¿No crees estar hablando de más?- Dijo en un tono frío la joven al tiempo que un aura oscura la rodeaba, justo antes de que el joven comenzará su ataque. Estaba furiosa, eso era claro. De hecho, su cabello se había erizado completamente, sus orejas de puma habían asomado y estaban erguidas y su cola también se encontraba erizada, como cualquier felino en peligro o molesto.
"Iluso" Pensó Mura al tiempo que se adelantaba varios metros a gran velocidad y llevaba la mano a la empuñadura de su nodachi, desenvainadola para realizar un trazo vertical, del que salió otra onda, que seguramente neutralizaría a la del chico cuando impactasen. Tras lo que guardo su arma y se impulsó usando su energía, en dirección al marine, con intención de golpearle y dejarle fuera de combate.
- Técnicas:
- "Furia":
- Murasaki se ve rodeada por una aura oscura y sus ojos toman un brillo "aterrador". En ese estado, la velocidad de la chica aumenta en carrera 5 m/s. Por ejemplo, si su velocidad en forma humana tiende a ser de 9-10 m/s pasa a ser de 15 m/s. Al ir aumentando de niveles la velocidad que le suma va aumentando un metro segundo segundo más cada vez que pase a un nivel acabado en 0 (sin contar el nvl 40 al estar a punto de llegar a este) lo que sumaria hasta 10 m/s nivel 100. A partir del nivel 100 dejaría de subirle la velocidad.
Como pasiva, sus ojos tomarían un brillo amenazante cada vez que se enfadara.
- golpe explosivo:
- Murasaki concentra su energía en algún punto de su cuerpo, expulsándola en forma de explosión al golpear a alguien. Normalmente las explosiones saldrían de sus piernas ya que las utiliza para pelear, además de sus armas.
Esta explosión se expande hasta un metro de distancia. En el centro liberará su máximo potencial, y el los extremos estará casi disipada. Nunca podrá llegar al nivel de una onda de luchador o devastador. Esta energía tiene un ángulo de expansión de 120 grados.
- Ikari:
- Una peculiaridad de esta espada es que posee la capacidad de canalizar un 40% del poder total del usuario, refiriéndose al poder de sus emociones, es decir, es capaz de convertir la ira del usuario en fuerza, haciendo los golpes más poderosos y ágiles o convirtiendo la ira del usuario en ondas cortantes, las cuales pueden alcanzar hasta cortar en un radio de 3 metros de distancia.
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Los dragones siguen peleando en el aire. Es un espectáculo precioso y violento a partes iguales, pues cuando hay un contacto entre estos dos un rugido de dolor retumba por todo el lugar. Tras unas cargas por parte del segundo dragón, el primero cae al suelo, debido a que una de sus alas está herida. El suelo vibra debido al impacto de el primer dragón, mientras que el segundo aterriza lo más suavemente posible, lanzando una ráfaga de rayos contra el herido.
Los dragones se encuentran a vuestra derecha. Cada cuanto la cola de un dragón, en concreto el que parece está muerto, barriendo toda la zona del combate. Además la tormenta parece empeorar y varios rayos caen cerca de la zona donde estáis combatiendo.
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El chico arqueó levemente una ceja al comprobar que su llamarada parecía haber sido ligeramente bloqueada por algo que no era capaz de ver, en la zona de la chica, y prácticamente evadida por el joven de cabello negro. Sonrió levemente al ver que no había sido tan fácil como se había esperado en un primer momento. Mejor, así sería un poco más entretenido. ¿Cuánto tiempo habría pasado desde que tuviera un enfrentamiento serio? Mucho, desde luego. Probablemente desde que combatiera contra Icarus. "Me pregunto si habrá acudido a esta guerra." Escuchó con desinterés las palabras del contrario, notando algo extraño en su tono de voz, como si... Le resultara divertido, para escasos instantes después verle lanzar una onda de energía y abalanzarse contra ellos.
- Eso no bastará... -murmuró el pelirrojo, apenas un momento antes de que su compañera se adelantara para interceptar la onda de su adversario, interceptándole de paso.
Su sonrisa se ensanchó al ver aquello. No podía dejar de estar orgulloso de ella, después de todo. Había mejorado mucho desde la primera vez que se vieron, en aquella isla boscosa donde Nagato la propusiera como Demonio. Una de las primeras tripulantes de la nueva generación de demonios... Aunque, ¿tenía sentido seguir llamándose así? Él lo era, al igual que lo habían sido Naram y Lanx, pero los demás... Ya no formaban parte del legado de Mikoto, sino de su nuevo proyecto, de la nueva banda.
Sacudió la cabeza, evadiendo esos pensamientos. No era ni el momento ni el lugar para darle vueltas a eso. Lo primero sería acabar con la resistencia marine y, después... Tratar de afrontar el problema de los dragones. Corrió hacia el frente, ignorando al azabache, confiando en que Mura sería capaz de mediar con él sin demasiados problemas. Él se encargaría de la chica pelimorada quien, pese a no llevar un uniforme como el otro, bien parecía ser su aliada. Su mantra le alertó de una colisión inminente, y pronto pudo ver la cola del dragón resurgido barriendo la zona de combate. Dio un salto alto y, en su trayectoria, hizo aparecer sus doradas alas para alzar el vuelo, alzándose por encima de su oponente. Se vio necesitado de emplear las ráfagas de viento que era capaz de generar para mantener una trayectoria estable, debido a que la tormenta había empeorado aún más... Por no decir que algún que otro rayo había caído cerca de la zona en la que estaban, destrozando el suelo como si de una explosión se tratase.
- Aparta de mi camino... -le dijo a la pelimorada, con semblante serio, al tiempo que su brazo derecho comenzaba a relampaguear.
Lanzó una rápida patada al aire, de la cual brotó una fuerte onda de energía cortante directa hacia la chica. Iba con fuerza suficiente como para poder causarle daños severos, así como imbuída en haki de armadura, pero no era ni de lejos su principal objetivo. Mientras la chica tratara de defenderse de este primer ataque, el pelirrojo la flanqueó rápidamente, planeando de forma que su descenso fuera significativamente rápido y, tratando de colocarse tras ella, lanzó un golpe a 23 metros por segundo imbuído en haki, capaz de perforar el cuerpo de la contraria de llegar a alcanzarla, directo a su espalda. Lograra o no su objetivo, sus alas se habrían desvanecido y los ojos del pelirrojo brillarían con una intensa luz roja, mientras que su cuerpo entero se vería envuelto en un aura ardiente del mismo color.
Onda cortante + Thunder Lance [Haki de armadura nivel I]
- Eso no bastará... -murmuró el pelirrojo, apenas un momento antes de que su compañera se adelantara para interceptar la onda de su adversario, interceptándole de paso.
Su sonrisa se ensanchó al ver aquello. No podía dejar de estar orgulloso de ella, después de todo. Había mejorado mucho desde la primera vez que se vieron, en aquella isla boscosa donde Nagato la propusiera como Demonio. Una de las primeras tripulantes de la nueva generación de demonios... Aunque, ¿tenía sentido seguir llamándose así? Él lo era, al igual que lo habían sido Naram y Lanx, pero los demás... Ya no formaban parte del legado de Mikoto, sino de su nuevo proyecto, de la nueva banda.
Sacudió la cabeza, evadiendo esos pensamientos. No era ni el momento ni el lugar para darle vueltas a eso. Lo primero sería acabar con la resistencia marine y, después... Tratar de afrontar el problema de los dragones. Corrió hacia el frente, ignorando al azabache, confiando en que Mura sería capaz de mediar con él sin demasiados problemas. Él se encargaría de la chica pelimorada quien, pese a no llevar un uniforme como el otro, bien parecía ser su aliada. Su mantra le alertó de una colisión inminente, y pronto pudo ver la cola del dragón resurgido barriendo la zona de combate. Dio un salto alto y, en su trayectoria, hizo aparecer sus doradas alas para alzar el vuelo, alzándose por encima de su oponente. Se vio necesitado de emplear las ráfagas de viento que era capaz de generar para mantener una trayectoria estable, debido a que la tormenta había empeorado aún más... Por no decir que algún que otro rayo había caído cerca de la zona en la que estaban, destrozando el suelo como si de una explosión se tratase.
- Aparta de mi camino... -le dijo a la pelimorada, con semblante serio, al tiempo que su brazo derecho comenzaba a relampaguear.
Lanzó una rápida patada al aire, de la cual brotó una fuerte onda de energía cortante directa hacia la chica. Iba con fuerza suficiente como para poder causarle daños severos, así como imbuída en haki de armadura, pero no era ni de lejos su principal objetivo. Mientras la chica tratara de defenderse de este primer ataque, el pelirrojo la flanqueó rápidamente, planeando de forma que su descenso fuera significativamente rápido y, tratando de colocarse tras ella, lanzó un golpe a 23 metros por segundo imbuído en haki, capaz de perforar el cuerpo de la contraria de llegar a alcanzarla, directo a su espalda. Lograra o no su objetivo, sus alas se habrían desvanecido y los ojos del pelirrojo brillarían con una intensa luz roja, mientras que su cuerpo entero se vería envuelto en un aura ardiente del mismo color.
Onda cortante + Thunder Lance [Haki de armadura nivel I]
- Thunder lance:
- Akagami estira los dedos de la mano, manteniéndolos firmes y juntos al tiempo que comienza a canalizar su espíritu a través del brazo entero, dotándolo de electricidad la cual usará para adquirir capacidad de penetración así como velocidad en su siguiente golpe, pudiendo llegar a atravesar materiales de una dureza similar a la del acero a niveles altos (40). El ataque es casi imposible de seguir por el ojo, pues se realiza a una velocidad de 23 m/s.
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-Parece que Kuro se está divirtiendo...- Murmuró la joven de cabellos violáceos mientras observaba la escena, analizando a Kuro y a sus contrincantes y, notando gracias a su visión infrarroja algo extraño en el chico pelirrojo, cosa que hizo que se le olvidara preguntar a Kuro a que se refería con que "los pelirrojos estaban acostumbrados a arder en la hoguera",pero se acordaría de preguntarle después. En su cabeza en aquel momento, Echo estaba forzando a Noise para llevar el control momentáneamente, ya que sentía que podría obtener información interesante del chico, sin embargo, Noise seguía enrabietada diciendo cosas como "No es justo, ¡No es justo! Kuro se está divirtiendo, ¿por qué yo no puedo? ¡ES MI TURNO, ECO" Gritaba, ante lo que Eco, si fueran dos chicas distintas, le hubiera lanzado tal mirada que se hubiera callado al momento. Era raro ver a esa parte suya molesta, pero en ese momento, su otra yo lo estaba logrando.
"Trabajaremos juntas." Sentenció en el momento en que el chico salió corriendo hacía ella, saltando primero para evitar la cola de una de las criaturas, la cual barrió la zona, causando que parte de los marines que estaban detrás de ella, salieran por los aires. Por el contrario, ella también saltó, quedando algo por debajo que su contrincante debido a que este parecía tener algún truco bajo la manga. Sin embargo, eso no bastaría para asustarla, al contrario, tenía curiosidad. -¿Por qué tienes alas?- Preguntó, ignorando su "sugerencia" de apartarse de su camino. Aunque, al igual que la otra chica, empleo su espada para detener su onda cortante con otra onda similar, la cual surgió de su espada, igualmente imbuida en Haki de armadura.
Sin embargo, el chico había logrado pasar de largo, quizá con la intención de atacar por la espalda, aunque a eso podían jugar dos, más aún teniendo en cuenta que el terreno estaba cubierto con fragmentos de su corindón, pero lo mejor sería apartarse primero. Sí el chico había descendido, ella había comenzado a subir más, creando varias plataformas de corindón, las cuales podía controlar. Eso ayudó a que su ataque no hiciera más que rozar sus piernas, y romper la superficie que estaba empleando para subir, así como estropearle las deportivas, las cuales desechó, rompiéndolas con su propio corindón y quedando descalza al "caer" al suelo. Seguramente, si hubiera tardado más en defenderse de su primer ataque, aquello hubiera podido atravesar sus piernas o incluso su abdomen, pero no había llegado a donde estaba siendo débil.
"¡Eso ha sido genial!" Exclamó Noise en su cabeza, emocionada, mientras que Eco se preguntaba si tendría tanta suerte con sus cálculos la próxima vez. "Es muy fuerte...quizá sea una molestia." Murmuró en su cabeza, aunque eso solo parecía animar a Noise. "Bueno, veamos que tan fuerte es defendiéndose de esto." Pensó Noise, al momento en el que Heaten, tras haber vuelto a tocar suelo, se impulsó y volteó haciendo que su espada se volviera un látigo, del que brotaron varios fragmentos de rubí, dirigiéndose hacia el chico (imbuidos en Haki), junto con otros fragmentos de corindón, no muy grandes, que se encontraban esparcidos por el suelo.
Cualquiera que lo viera no se lo creería. Los pies de la chica, por mucho que fueran de corindón, estaban algo quemados por el calor del impacto y seguramente se había roto o descolocado alguno de los huesos que constituían el pie, nada que no se pudiera arreglar, pero debía ser doloroso, de hecho cojeaba un poco, pero ella no mostraba dolor alguno. "Mis pasos están siendo raros...Supongo que lo arreglaré luego."
"Trabajaremos juntas." Sentenció en el momento en que el chico salió corriendo hacía ella, saltando primero para evitar la cola de una de las criaturas, la cual barrió la zona, causando que parte de los marines que estaban detrás de ella, salieran por los aires. Por el contrario, ella también saltó, quedando algo por debajo que su contrincante debido a que este parecía tener algún truco bajo la manga. Sin embargo, eso no bastaría para asustarla, al contrario, tenía curiosidad. -¿Por qué tienes alas?- Preguntó, ignorando su "sugerencia" de apartarse de su camino. Aunque, al igual que la otra chica, empleo su espada para detener su onda cortante con otra onda similar, la cual surgió de su espada, igualmente imbuida en Haki de armadura.
Sin embargo, el chico había logrado pasar de largo, quizá con la intención de atacar por la espalda, aunque a eso podían jugar dos, más aún teniendo en cuenta que el terreno estaba cubierto con fragmentos de su corindón, pero lo mejor sería apartarse primero. Sí el chico había descendido, ella había comenzado a subir más, creando varias plataformas de corindón, las cuales podía controlar. Eso ayudó a que su ataque no hiciera más que rozar sus piernas, y romper la superficie que estaba empleando para subir, así como estropearle las deportivas, las cuales desechó, rompiéndolas con su propio corindón y quedando descalza al "caer" al suelo. Seguramente, si hubiera tardado más en defenderse de su primer ataque, aquello hubiera podido atravesar sus piernas o incluso su abdomen, pero no había llegado a donde estaba siendo débil.
"¡Eso ha sido genial!" Exclamó Noise en su cabeza, emocionada, mientras que Eco se preguntaba si tendría tanta suerte con sus cálculos la próxima vez. "Es muy fuerte...quizá sea una molestia." Murmuró en su cabeza, aunque eso solo parecía animar a Noise. "Bueno, veamos que tan fuerte es defendiéndose de esto." Pensó Noise, al momento en el que Heaten, tras haber vuelto a tocar suelo, se impulsó y volteó haciendo que su espada se volviera un látigo, del que brotaron varios fragmentos de rubí, dirigiéndose hacia el chico (imbuidos en Haki), junto con otros fragmentos de corindón, no muy grandes, que se encontraban esparcidos por el suelo.
Cualquiera que lo viera no se lo creería. Los pies de la chica, por mucho que fueran de corindón, estaban algo quemados por el calor del impacto y seguramente se había roto o descolocado alguno de los huesos que constituían el pie, nada que no se pudiera arreglar, pero debía ser doloroso, de hecho cojeaba un poco, pero ella no mostraba dolor alguno. "Mis pasos están siendo raros...Supongo que lo arreglaré luego."
- técnicas empleadas:
- Onda cortante + Haki al I +y manual prisa.
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¡Sí, sí, sí! Aquello estaba siendo genial, simple y llanamente porque... ¡Nada había salido como lo había planeado! La chica no había sido capaz únicamente de anular su onda cortante, sino que además su mantra le estaba alertando de un increíble golpe que llegaría en pocos instantes, justo mientras él estaba girando sobre sí mismo... Lo cual era bastante oportuno. "No queda más remedio" pensó, aprovechando la inercia del giro para tratar de interceptar el puñetazo de la chica con su espada, imbuída en haki de armadura... Pero no fue lo suficientemente rápido. Astartea logró su objetivo, sí, aunque no del modo que él esperaba. Su oscurecido filo fue a parar al dorso de la mano de la chica, justo en el momento en que de esta surgía una violenta explosión. Fue un tanto extraño, ya que esperaba algo más de oposición en el golpe... ¿Quizás no poseía haki de armadura? En fin... El caso es que, de haber atravesado su piel con la espada, le habría transmitido a través de esta una cantidad de dolor tal que, probablemente, tuviera que detenerse durante un tiempo. Lástima que tras el contacto hubiera salido por los aires. De no hacerlo, tal vez la hubiese dejado sin mano.
La imagen del marine saliendo disparado hacia atrás mientras sonreía dementemente era demasiado dantesca, por no decir absurda. Aunque, bueno... Si tenemos en cuenta que Kuro era una persona a la que sentir dolor le resultaba más satisfactorio que molesto, ¿cómo podría considerarse extraño? Rodó, cual barril, por el suelo durante varios segundos antes de reincorporarse. Las llamas le habían provocado quemaduras superficiales en la cara y el brazo, además de dejarle este insensibilizado por la fuerza del impacto, de modo que envainó la otra espada y tomó a Astartea con el brazo bueno. Fue entonces cuando predijo la trayectoria de la cola del dragón, de modo que saltó lo suficientemente alto como para que esta no le convirtiera de nuevo en un marine volador.
- Veamos cuánto dolor eres capaz de soportar, gatita -dijo con una afilada sonrisa y una mirada asesina, justo antes de lanzarse hacia el frente, directo a por ella.
Lo hizo en el preciso instante en que tocó el suelo, por lo que ella tal vez no tuviera suficiente tiempo de reacción... Solo tal vez, antes de pisar tierra. Por otro lado, si había logrado inducirle el dolor anterior, debía de estar muriéndose por dentro sin razón aparente. Además, había absorbido todo el daño recibido tras su puñetazo, así que tenía una buena reserva preparada por si las moscas. Un cuchillo se extrajo de su muñeca como por arte de magia, comenzando a seguirle por el aire sin alejarse mucho para, de repente, salir disparado hacia el pie de la chica. Entonces los ojos del azabache se iluminaron con una luz roja, intensa, al tiempo que un grito desgarrador invadía la zona con la intención de dañar sus oídos, tal vez logrando ensordecerla, distraerla y causarle punzadas en la cabeza al mismo tiempo. ¿Sería una distracción suficiente? Bueno, tal vez. Mientras, lo lograse o no, trataría de pasar a su lado con una separación prudencial, mientras que Astartea intentaría abrirse paso por su costado, envuelta en haki de armadura y oscuridad.
Le habría gustado ver cómo le iba a su compañera, pero estaba demasiado enfocado en el combate como para permitirse cualquier tipo de distracción. Al fin y al cabo, aquella explosión no podía proceder de alguien débil. Tras hacer todo esto, lograra impactar o no, retrocedería dando varios saltos y tomaría distancia, apoyando el filo de su sable en el suelo y esperando el próximo movimiento de la pelirroja... Si es que era capaz de dar siquiera un paso, claro.
Corte superficial en el dorso de la mano (Y, de dar, transmisión de dolor) + Dansuburëdo + Scream + Corte en el costado (Manual Prisa) [Todo ello en Haki de armadura nivel 1]
Off: El dolor, de ser transmitido, sería equivalente a que te rompieran tres huesos al mismo tiempo, junto con un puñetazo.
La imagen del marine saliendo disparado hacia atrás mientras sonreía dementemente era demasiado dantesca, por no decir absurda. Aunque, bueno... Si tenemos en cuenta que Kuro era una persona a la que sentir dolor le resultaba más satisfactorio que molesto, ¿cómo podría considerarse extraño? Rodó, cual barril, por el suelo durante varios segundos antes de reincorporarse. Las llamas le habían provocado quemaduras superficiales en la cara y el brazo, además de dejarle este insensibilizado por la fuerza del impacto, de modo que envainó la otra espada y tomó a Astartea con el brazo bueno. Fue entonces cuando predijo la trayectoria de la cola del dragón, de modo que saltó lo suficientemente alto como para que esta no le convirtiera de nuevo en un marine volador.
- Veamos cuánto dolor eres capaz de soportar, gatita -dijo con una afilada sonrisa y una mirada asesina, justo antes de lanzarse hacia el frente, directo a por ella.
Lo hizo en el preciso instante en que tocó el suelo, por lo que ella tal vez no tuviera suficiente tiempo de reacción... Solo tal vez, antes de pisar tierra. Por otro lado, si había logrado inducirle el dolor anterior, debía de estar muriéndose por dentro sin razón aparente. Además, había absorbido todo el daño recibido tras su puñetazo, así que tenía una buena reserva preparada por si las moscas. Un cuchillo se extrajo de su muñeca como por arte de magia, comenzando a seguirle por el aire sin alejarse mucho para, de repente, salir disparado hacia el pie de la chica. Entonces los ojos del azabache se iluminaron con una luz roja, intensa, al tiempo que un grito desgarrador invadía la zona con la intención de dañar sus oídos, tal vez logrando ensordecerla, distraerla y causarle punzadas en la cabeza al mismo tiempo. ¿Sería una distracción suficiente? Bueno, tal vez. Mientras, lo lograse o no, trataría de pasar a su lado con una separación prudencial, mientras que Astartea intentaría abrirse paso por su costado, envuelta en haki de armadura y oscuridad.
Le habría gustado ver cómo le iba a su compañera, pero estaba demasiado enfocado en el combate como para permitirse cualquier tipo de distracción. Al fin y al cabo, aquella explosión no podía proceder de alguien débil. Tras hacer todo esto, lograra impactar o no, retrocedería dando varios saltos y tomaría distancia, apoyando el filo de su sable en el suelo y esperando el próximo movimiento de la pelirroja... Si es que era capaz de dar siquiera un paso, claro.
Corte superficial en el dorso de la mano (Y, de dar, transmisión de dolor) + Dansuburëdo + Scream + Corte en el costado (Manual Prisa) [Todo ello en Haki de armadura nivel 1]
- Técnicas:
- Dansuburëdo:
- A través del poder del manual Kuro hace levitar una de sus armas (un sable o uno de sus cuchillos) a su alrededor, de forma que esta le sigue flotando allá donde él va. El arma en cuestión realiza rápidas estocadas, volviendo siempre al lado del azabache tras finalizarlas. La velocidad que alcanzan es de 10 m/s y su rango máximo es de 10 metros más uno cada 10 niveles.
- Scream:
- Al usar esta técnica los ojos de Kuro brillan con una luz intensa de color rojo. Tras esto una onda sonora se expande a su alrededor hasta un máximo de 20 metros (diámetro). Si esta alcanzase a alguien el receptor de la onda escucharía un intenso grito de dolor que le causaría un pequeño pinchazo en la cabeza y le ensordecería durante los 2 posts siguientes.
Off: El dolor, de ser transmitido, sería equivalente a que te rompieran tres huesos al mismo tiempo, junto con un puñetazo.
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"Ugh.." La chica de cabellos anaranjados apretó los dientes con fuerza antes de que el azabache fuera mandado a volar gracias a su golpe, maldiciéndose por dentro por no haber pensado un poco más antes de actuar ¿Por qué no había activado su Haki? Quizá la razón fuera meramente la situación en la que se encontraban, o el hecho de haber pensado que ya lo tenía activado. El caso era que el chico había logrado cortar parte del guante que llevaba puesto, así como el dorso de su mano, siendo tan solo un rasguño en comparación a lo que podría haber sido, rasguño algo profundo y del que estaba empezando a manar sangre. Pero ese era el menor de sus problemas...Lo que preocupaba a la chica de ojos violetas en aquel momento era..."¡¿Por qué demonios duele tanto?!" Por un momento, se le cortó la respiración sin motivo aparente y se dejo caer de rodillas, bajando la cabeza mientras trataba de calmar el dolor, o intentaba distraerse..¿Cómo? Con más dolor, por estúpido que pareciese. Aunque siempre había oído que el dolor físico se contrarrestaba con el emocional y viceversa. Y quizá por ello, el que ese dolor y su descuido le hubiera causado un dolor semejante a Keima en sus primeros entrenamientos, y ese recuerdo trajera momentos dolorosos a su mente, ayudara a poder sobrellevarlo, al menos lo suficiente como para moverse y saltar hasta uno de los árboles, habíendo transformado sus piernas en las de un felino para ello, que se hallaban detrás suya, no sin antes dejar escapar un grito (como una nota de música super aguda) ensordecedor, evitando así la cola de uno de los dragones que pareció peinar a la mayor parte de marines. "Ugh....te debo una, lagarto..." Pensó mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro, causando que en su rostro se formara una mueca bastante curiosa, la cual se volvió aún más "divertida" a causa del ruido que casi le revienta los oídos y provoca que se caiga. De hecho, hubiera estado muerta si no fuera porque ella había causado algo similar, aunque aún no sabía si eso había servido o no de algo.
Aún sin saberlo, aprovechó esos valiosos segundos que creía haber logrado, para reequilibrarse y cerrar la herida de su mano, comenzando a golpear al aire con la mano herida, en la que había tomado dos de sus dagas, para provocar que su guante se encendiera y quemara su piel. Seguramente quedara una bonita cicatriz, pero mejor a dejar que se infectará o provocará que se desangrase. Además, en el momento en que el guante se rodeó de llamas, la chica aprovechó para lanzar las dagas, chocando una con el cuchillo del chico, y la otra dirigiéndose a él. Nada más soltar, volvió a tomar su nodachi, y se impulsó hacia él, aprovechando los diales de sus botas, para recuperar agilidad, sirviendo esto solo para detener su estocada y coger algo de distancia.
Aún sin saberlo, aprovechó esos valiosos segundos que creía haber logrado, para reequilibrarse y cerrar la herida de su mano, comenzando a golpear al aire con la mano herida, en la que había tomado dos de sus dagas, para provocar que su guante se encendiera y quemara su piel. Seguramente quedara una bonita cicatriz, pero mejor a dejar que se infectará o provocará que se desangrase. Además, en el momento en que el guante se rodeó de llamas, la chica aprovechó para lanzar las dagas, chocando una con el cuchillo del chico, y la otra dirigiéndose a él. Nada más soltar, volvió a tomar su nodachi, y se impulsó hacia él, aprovechando los diales de sus botas, para recuperar agilidad, sirviendo esto solo para detener su estocada y coger algo de distancia.
- Técnicas:
- Nota aguda:
- Murasaki canta una nota lo suficientemente alta para ensordecer a quien al rival durante dos post.
Botas de aire
Haki armadura I- Ikari:
- Una peculiaridad de esta espada es que posee la capacidad de canalizar un 40% del poder total del usuario, refiriéndose al poder de sus emociones, es decir, es capaz de convertir la ira del usuario en fuerza, haciendo los golpes más poderosos y ágiles o convirtiendo la ira del usuario en ondas cortantes, las cuales pueden alcanzar hasta cortar en un radio de 3 metros de distancia.
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Los dos dragones siguen enzarzados en el combate. Los múltiples rugidos, unos cuantos de dolor y otros de furia. En concreto ahora uno de ellos, el que no parece haber sido levantado de entre los muertos, lleva el compás de la pelea golpeando sin compasión al otro. Parece intentar acabar con este rápidamente como si hubiera entrado en un trance asesino, aunque si os fijáis podéis ver como cae algo desde sus ojos, uniéndose rápidamente a la lluvia.
Las nubes de tormenta que se arremolinan sobre el campo de batalla empiezan a hacer que se haga complicado el ver, el agua que cae hace que se formen charcos de un buen tamaño y las escamas de los dragones reluzcan, y algún que otro rayo ilumina momentáneamente el campo de batalla, dejando ver como las enormes bestias, dándoles un aspecto terrorífico.
Cuando la pelea parece convertirse en un ciclo sin fin, sobre como un dragón ataca y el otro se levanta a pesar de lo que le hagan, un golpe en el cuello hace que el dragón zombificado caiga al suelo, sin moverse durante unos segundos. A su alrededor todo parece quedarse en silencio, solo para ver como el torso del segundo dragón, que no se había movido en lo absoluto durante todo el combate, empezara ahora. El primer dragón se acerca y, al igual que el segundo, empiezan a cambiar, mutando en lo que parecen ser seres humanos.
El primero, un hombre de mediana edad, con una larga cabellera con canas y de una altura rondando los dos metros. Su tez de color bronce y con una buena cantidad de arrugas se acerca al segundo dragón. Este segundo se ha transformado en una mujer, de más o menos la misma edad, que tiene el pelo corto con una tonalidad entre castaño y pelirrojo. Al contrario que el hombre, su tez es pálida y casi no tiene arrugas, aunque la gran cantidad de heridas cortes deja ver lo mal que esta. Sobre todo ese corte en el cuello, que está sangrando a una velocidad anormalmente alta, incluso para un dragón.
-Querida... - dice, esta vez en un idioma comprensible para todos los que estaban allí, y audible, pues su voz era grave y poderosa, sonando por gran parte del lugar en que segundos antes habían batallado hasta la muerte - ¿Quién te ha hecho esto? - al igual que antes, una lágrima le recorrió la cara mientras agarraba la mano de la mujer, mientras un rayo iluminaba todo el lugar -
La lluvia empezaba a caer con más fuerza, e aunque quisierais seguir peleando, la voz del dragón os distrajo durante un momento y como si fuera un espectáculo hipnótico os obligó a seguir viéndolo.
-Tú siempre tan impulsivo - dijo, esbozando una sonrisa a pesar del gran dolor que sentía - Has hecho lo correcto pero... aún si recordase quien fue o si lo descubrieras... - y movió los labios sin pronunciar una sola palabra, posiblemente porque un gran estruendo provocado por los rayos hizo que no se la escuchase, debido a que hablaba relativamente bajo, si la comparábamos con la del hombre -
El hombre asintió, mientras veía como su amada le acariciaba tiernamente la mejilla con la mano libre. Al cabo de unos segundos dejó de respirar, y os pudisteis dar cuenta en el momento en el que sus manos caen sin vida contra el suelo. El hombre, ante este espectáculo dejo escapar un grito de dolor en el idioma de los dragones, al mismo tiempo que caía un enorme rayo hacía vuestra posición. El rayo tiene unos 10 metros de diámetro, lo cual le deja una distracción para irse, cargando con el cuerpo de la mujer. Antes de que podáis perseguirlo, ha desaparecido.
Las nubes de tormenta que se arremolinan sobre el campo de batalla empiezan a hacer que se haga complicado el ver, el agua que cae hace que se formen charcos de un buen tamaño y las escamas de los dragones reluzcan, y algún que otro rayo ilumina momentáneamente el campo de batalla, dejando ver como las enormes bestias, dándoles un aspecto terrorífico.
Cuando la pelea parece convertirse en un ciclo sin fin, sobre como un dragón ataca y el otro se levanta a pesar de lo que le hagan, un golpe en el cuello hace que el dragón zombificado caiga al suelo, sin moverse durante unos segundos. A su alrededor todo parece quedarse en silencio, solo para ver como el torso del segundo dragón, que no se había movido en lo absoluto durante todo el combate, empezara ahora. El primer dragón se acerca y, al igual que el segundo, empiezan a cambiar, mutando en lo que parecen ser seres humanos.
El primero, un hombre de mediana edad, con una larga cabellera con canas y de una altura rondando los dos metros. Su tez de color bronce y con una buena cantidad de arrugas se acerca al segundo dragón. Este segundo se ha transformado en una mujer, de más o menos la misma edad, que tiene el pelo corto con una tonalidad entre castaño y pelirrojo. Al contrario que el hombre, su tez es pálida y casi no tiene arrugas, aunque la gran cantidad de heridas cortes deja ver lo mal que esta. Sobre todo ese corte en el cuello, que está sangrando a una velocidad anormalmente alta, incluso para un dragón.
-Querida... - dice, esta vez en un idioma comprensible para todos los que estaban allí, y audible, pues su voz era grave y poderosa, sonando por gran parte del lugar en que segundos antes habían batallado hasta la muerte - ¿Quién te ha hecho esto? - al igual que antes, una lágrima le recorrió la cara mientras agarraba la mano de la mujer, mientras un rayo iluminaba todo el lugar -
La lluvia empezaba a caer con más fuerza, e aunque quisierais seguir peleando, la voz del dragón os distrajo durante un momento y como si fuera un espectáculo hipnótico os obligó a seguir viéndolo.
-Tú siempre tan impulsivo - dijo, esbozando una sonrisa a pesar del gran dolor que sentía - Has hecho lo correcto pero... aún si recordase quien fue o si lo descubrieras... - y movió los labios sin pronunciar una sola palabra, posiblemente porque un gran estruendo provocado por los rayos hizo que no se la escuchase, debido a que hablaba relativamente bajo, si la comparábamos con la del hombre -
El hombre asintió, mientras veía como su amada le acariciaba tiernamente la mejilla con la mano libre. Al cabo de unos segundos dejó de respirar, y os pudisteis dar cuenta en el momento en el que sus manos caen sin vida contra el suelo. El hombre, ante este espectáculo dejo escapar un grito de dolor en el idioma de los dragones, al mismo tiempo que caía un enorme rayo hacía vuestra posición. El rayo tiene unos 10 metros de diámetro, lo cual le deja una distracción para irse, cargando con el cuerpo de la mujer. Antes de que podáis perseguirlo, ha desaparecido.
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Frunció levemente el ceño al comprobar que su ataque no había salido exactamente como esperaba. Al parecer su oponente era bastante ágil, aunque por suerte no lo suficiente como para evadir del todo el ataque. No había atravesado su espalda, pero su pierna presentaba una fea herida. Lo único extraño era que pudiera mantenerse en pie con semejantes daños, pese a que cojeara. El brillo de sus ojos se incrementó, y su mantra no tardó demasiado en advertirle de la contraofensiva. Fragmentos de un extraño material se habían mantenido esparcidos por el lugar del enfrentamiento durante todo ese tiempo, y estaban a punto de lanzarse a por él, mientras que la pelimorada blandía su espada (ahora convertida en látigo) con la intención de golpearle. En su rostro se formó una sonrisa feroz y se dispuso a evadir los fragmentos. "¿Akuma no mi? Yo también sé jugar a eso." Moviéndose ágilmente logró evadir los primeros, pero fueron demasiados como para poder esquivar todos y cada uno de ellos, por lo que terminaron impactando contra su cuerpo... Una lástima que aquello no fuera a servir contra él. Bajo su ropa, todo su torso y piernas se habían visto envueltas en escamas doradas, por lo que el corindón no llegó a herirle. Tal vez si hubiera empleado fragmentos más grandes. Por contra, antepuso el brazo ante el ataque del látigo, viendo cómo se enrollaba en este e incluso lograba penetrar de forma superficial las escamas que le protegían.
- Creo que me toca -respondió mientras agarraba el látigo con la mano atrapada, evitando que pudiera dar un tirón para recuperarlo.
Tras esto dio un rápido tirón, con una fuerza sobrehumana, mientras salía disparado hacia delante. Al tener la chica aún sujeta su arma, esperaba que aquello le hiciera perder el equilibrio hacia delante y aprovechar eso a su favor. La otra posibilidad es que el látigo se escapara de entre sus manos, pero tampoco importaba mucho ya que, pasara lo que pasara, trataría de encajarle un puñetazo directo en el rostro, imbuído en haki de armadura, con semejante fuerza que de darle de lleno probablemente no solo la desorientaría, sino que además la derribaría y, probablemente, la dejara fuera de combate. Y no importaba si lograba desestabilizarla o no con el tirón; con semejante herida en la pierna su movilidad se vería reducida de forma severa, por lo que no esperaba que pudiera moverse lo suficientemente rápido como para evadirle aquella vez... Y, claro está, si intentaba alzarse sobre una plataforma como la vez anterior, tan solo tendría que saltar un poco.
Concluído esto, el suelo fue sacudido por un tremendo temblor cuando cuando uno de los dragones, el que parecía muerto, fue derribado por el otro. Sus ojos se clavaron en ambos, y pudo ver cómo los dos se convertían en algo similar a humanos. Eran bastante mayores, y eso era algo que podía apreciarse. Su voz era imponente y, por algún motivo que no llegaba a comprender, no podía dejar de mirarles. ¿Eran pareja? Apenas fue capaz de entender lo que estaban diciendo, pero desde luego pudo sentir la tristeza que sus expresiones mostraban, casi contagiándosela. Derian era un verdadero monstruo, ¿cómo se había atrevido a hacerles algo así? La mujer pareció fallecer, y un grito de dolor lo inundó todo, antes de que una fuerza mayor le advirtiera de que estaban en peligro. Su mirada se desvió al cielo y, como una premonición mucho más exacta que cualquiera de las anteriores, visualizó un enorme rayo cayendo sobre ellos. Apretó los dientes y su cuerpo se movió por puro instinto, sin que él le llegar a dar la orden de apartarse, observando cómo el suelo reventaba ante la caída de semejante trueno. Tirado sobre la fría roca, su corazón iba a mil por hora, y su primer instinto fue el de levantarse y buscar a su compañera, temiendo que pudiera haber sido alcanzada por la descarga, así como con la intención de sacarla de allí cuanto antes.
- ¡MURA!
La superficie de la isla había comenzado a resquebrajarse tras lo que sonó como una extraña explosión, y todo el mundo parecía estar huyendo hacia el mar. No podían quedarse allí más tiempo, incluso si eso significaba dejar con vida a los marines. Salió corriendo con la intención de sujetar a su compañera por el brazo, independientemente de la condición en la que estuviera, y desplegando sus doradas alas alzaría el vuelo para volver al barco y salir de allí.
Puñetazo en el rostro [Haki de armadura Nivel 1]
- Creo que me toca -respondió mientras agarraba el látigo con la mano atrapada, evitando que pudiera dar un tirón para recuperarlo.
Tras esto dio un rápido tirón, con una fuerza sobrehumana, mientras salía disparado hacia delante. Al tener la chica aún sujeta su arma, esperaba que aquello le hiciera perder el equilibrio hacia delante y aprovechar eso a su favor. La otra posibilidad es que el látigo se escapara de entre sus manos, pero tampoco importaba mucho ya que, pasara lo que pasara, trataría de encajarle un puñetazo directo en el rostro, imbuído en haki de armadura, con semejante fuerza que de darle de lleno probablemente no solo la desorientaría, sino que además la derribaría y, probablemente, la dejara fuera de combate. Y no importaba si lograba desestabilizarla o no con el tirón; con semejante herida en la pierna su movilidad se vería reducida de forma severa, por lo que no esperaba que pudiera moverse lo suficientemente rápido como para evadirle aquella vez... Y, claro está, si intentaba alzarse sobre una plataforma como la vez anterior, tan solo tendría que saltar un poco.
Concluído esto, el suelo fue sacudido por un tremendo temblor cuando cuando uno de los dragones, el que parecía muerto, fue derribado por el otro. Sus ojos se clavaron en ambos, y pudo ver cómo los dos se convertían en algo similar a humanos. Eran bastante mayores, y eso era algo que podía apreciarse. Su voz era imponente y, por algún motivo que no llegaba a comprender, no podía dejar de mirarles. ¿Eran pareja? Apenas fue capaz de entender lo que estaban diciendo, pero desde luego pudo sentir la tristeza que sus expresiones mostraban, casi contagiándosela. Derian era un verdadero monstruo, ¿cómo se había atrevido a hacerles algo así? La mujer pareció fallecer, y un grito de dolor lo inundó todo, antes de que una fuerza mayor le advirtiera de que estaban en peligro. Su mirada se desvió al cielo y, como una premonición mucho más exacta que cualquiera de las anteriores, visualizó un enorme rayo cayendo sobre ellos. Apretó los dientes y su cuerpo se movió por puro instinto, sin que él le llegar a dar la orden de apartarse, observando cómo el suelo reventaba ante la caída de semejante trueno. Tirado sobre la fría roca, su corazón iba a mil por hora, y su primer instinto fue el de levantarse y buscar a su compañera, temiendo que pudiera haber sido alcanzada por la descarga, así como con la intención de sacarla de allí cuanto antes.
- ¡MURA!
La superficie de la isla había comenzado a resquebrajarse tras lo que sonó como una extraña explosión, y todo el mundo parecía estar huyendo hacia el mar. No podían quedarse allí más tiempo, incluso si eso significaba dejar con vida a los marines. Salió corriendo con la intención de sujetar a su compañera por el brazo, independientemente de la condición en la que estuviera, y desplegando sus doradas alas alzaría el vuelo para volver al barco y salir de allí.
Puñetazo en el rostro [Haki de armadura Nivel 1]
Heaten
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La chica de cabellos violáceos se quedo anonadada por un segundo, al ver como los fragmentos de corindón que fueron lanzados hacia su contrincante se clavaban en el quedando incrustados sin apenas penetrar en su cuerpo, ¿llevaría una cota de malla debajo? Eso podría explicar lo sucedido, pero no había escuchado ningún sonido metálico al ser esta golpeada, si ese era realmente el caso. ¿Entonces...? "¿Por qué¿ ¡¿Por qué!? ¡¡¡ECO!!! ¿¡POR QUÉ NO SANGRA, NI LE DUELE!?" Se quejaba en una rabieta Noise, mientras "pataleaba" en el suelo imaginario de su cuarto imaginario, situado en la cabeza de la chica. A lo que su compañera solo podía responder...Nada, no tenía la respuesta y eso provocaba que se frustrara también, pero no era el momento, menos aún cuando el chico, decidió capturar el látigo con el que había golpeado, dejando que se enredase en su brazo antes de tirar con una fuerza superior a la de cualquier humano.
"¡Nos va a arrastrar!" Gritó Noise, entre preocupada y molesta, ante lo que Eco contestó: "Ahora e toca a mí." Tras aquello, la chica se dejo "arrastrar" por el tirón pegado de su contrario, quien parecía tener intención de golpearla y, por la trayectoria de sus brazo, sería un golpe alto, por lo que, simplemente se dejó caer, al tiempo que Nepu se despegaba de su piel, con intención de hacer de escudo a la chica, quien rodo por el suelo, cubriendo parte de su cuerpo con corindón imbuido en haki, en algunas partes creando pinchos con intención de lastimar a su oponente antes de alejarse de él, buscando así conseguir un par de segundos para pensar en como recuperar su arma, así como localizar a Nepu, que había sido mandado por los aires.
Heaten logró de alguna forma llegar alejarse "rodando" un par de metros, poniéndose en pie de forma más torpe de no normal, jadeando, mientras observaba al pelirrojo con una mezcla de repulsión, enfado y curiosidad, ¿Qué le hacía tan fuerte? ¿Por qué había logrado evadirla con tanta facilidad? Sabía que no era la persona más fuerte del mundo, pero la diferencia de poder era tal que..."¿Qué ha sido eso?" La joven dirigió la mirada hacia el lugar donde estaban peleando ambos dragones hacia unos segundos. Sus ojos se abrieron como platos entonces, las dos gigantescas criaturas acababan de transformarse en dos figuras humanas, de bastante más edad que todos los presentes, quienes hablaban como si se conocieran desde siempre...y como si se estuvieran...¿Despidiendo? La chica no logró entenderlo del todo. ¿Por qué esos monstruos se habían vuelto humanos? ¿Por qué estaban hablando y tratándose de forma tierna si había tratado de matarse? "Tengo que preguntarle a Kuro..." Pensó en ese momento, justo antes de que la imagen de un rayo impactando contra ellos hiciera que su cuerpo se estremeciera, antes de apartarse lo más rápido que las piernas, heridas, le permitieron, cayendo otra vez al suelo, segundos antes de que el rayo cayera a nada de donde se encontraba, casi causando que la chica quedara desorientada. -Kuro...-
"¡Nos va a arrastrar!" Gritó Noise, entre preocupada y molesta, ante lo que Eco contestó: "Ahora e toca a mí." Tras aquello, la chica se dejo "arrastrar" por el tirón pegado de su contrario, quien parecía tener intención de golpearla y, por la trayectoria de sus brazo, sería un golpe alto, por lo que, simplemente se dejó caer, al tiempo que Nepu se despegaba de su piel, con intención de hacer de escudo a la chica, quien rodo por el suelo, cubriendo parte de su cuerpo con corindón imbuido en haki, en algunas partes creando pinchos con intención de lastimar a su oponente antes de alejarse de él, buscando así conseguir un par de segundos para pensar en como recuperar su arma, así como localizar a Nepu, que había sido mandado por los aires.
Heaten logró de alguna forma llegar alejarse "rodando" un par de metros, poniéndose en pie de forma más torpe de no normal, jadeando, mientras observaba al pelirrojo con una mezcla de repulsión, enfado y curiosidad, ¿Qué le hacía tan fuerte? ¿Por qué había logrado evadirla con tanta facilidad? Sabía que no era la persona más fuerte del mundo, pero la diferencia de poder era tal que..."¿Qué ha sido eso?" La joven dirigió la mirada hacia el lugar donde estaban peleando ambos dragones hacia unos segundos. Sus ojos se abrieron como platos entonces, las dos gigantescas criaturas acababan de transformarse en dos figuras humanas, de bastante más edad que todos los presentes, quienes hablaban como si se conocieran desde siempre...y como si se estuvieran...¿Despidiendo? La chica no logró entenderlo del todo. ¿Por qué esos monstruos se habían vuelto humanos? ¿Por qué estaban hablando y tratándose de forma tierna si había tratado de matarse? "Tengo que preguntarle a Kuro..." Pensó en ese momento, justo antes de que la imagen de un rayo impactando contra ellos hiciera que su cuerpo se estremeciera, antes de apartarse lo más rápido que las piernas, heridas, le permitieron, cayendo otra vez al suelo, segundos antes de que el rayo cayera a nada de donde se encontraba, casi causando que la chica quedara desorientada. -Kuro...-
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Los oídos comenzaron a pitarle y a dolerle a tal punto que si no fuera porque estaban en su forma humana, seguramente le hubieran comenzado a sangrar. ¿Qué acababa de pasar? Bueno, no era la única capaz de cantar notas tan agudas, seguramente, pero ella no había visto al chico pronunciar palabra, lo único que había notado en su rostro era aquella macabra sonrisa que le ponía los pelos de punta. Luego se preguntan porque los marines no le agradan.
Aunque bueno, quitando el molesto pitido que escuchaba en los oídos y el hecho de estar algo más aturdida de lo que le gustaría, motivo por el que hizo aparecer su cola para recuperar el equilibrio, el dolor de antes se había reducido notablemente. “Nota mental, no volver a atacar sin antes activar el haki de armadura, al menos no si el otro va con un arma.” Se dijo a sí misma antes de ponerse en guardia otra vez. A ese paso no iban a acabar nunca y a la chica ese sujeto en apariencia obseso con el dolor ya estaba enfadando a la chica. Por si fuera poco, la había llamado gatita, ¡GATITA! ¿Tanto le costaba a la gente diferenciar a un animalucho indefenso como lo eran los gatos, que por muy adorables y felinos que fueran, lo más que podrían hacer sería echar a correr o cazar ratones, de una depredadora cómo ella?
-Veamos si eres tú capaz de dejar de salir por los aires, cuatro ojos.- Contestó frunciendo el ceño, antes de echar una pierna hacia atrás, con intención de tomar impulso para dar una patada al aire que se transformó en una onda de choque y que salió en dirección al azabache. Tras aquello, la pelinaranja se decidiría entre lanzarse contra él, de haber logrado evadir el golpe o salir en dirección a su compañero, para ayudarle en caso de que lo necesitara, cosa que dudaba. Sin embargo…
“¿Qué acaba de suceder?” Mura se quedó con los ojos clavados en la escena que acababa de formarse, como si fuera una obra de teatro, una tragedia llegando a su culmen. Los dragones acababan de convertirse en humanos, como si se tratara de dos usuarios de Akuma del mismo tipo que Akagami, y habían comenzado a hablar. Un hombre y una mujer que parecían haber estado fuertemente unidos…¿Entonces por qué peleaban? Un recuerdo llegó a su mente entonces. El día de la huída en el laboratorio…Sus ojos comenzaron a inundarse de lágrimas, causando que su vista se emborronase antes de que un rayo impactara donde ella se encontraba. La chica parpadeó repetidas veces sin comprenderlo, todos sus músculos acababan de tensarse antes de salir “corriendo” del lugar en el que se encontraba. No había caído ningún rayo, pero ella hubiera jurado que lo había visto…Y entonces un estruendo resonó a sus espaldas, causando que la chica soltara un grito que del susto, que quedó ensordecido. Tras aquello, creyó ver de forma borrosa la figura de Aka, entre sus lágrimas que no habían cesado, y simplemente estiró los brazos con intención de que el chico pudiera alcanzarla. Tras aquello, sintió que se elevaba del suelo. Parpadeó repetidas veces antes para recuperar la visibilidad y fijo sus ojos en Aka. -¿Qué acaba de pasar?- Preguntó entre jadeos.
Aunque bueno, quitando el molesto pitido que escuchaba en los oídos y el hecho de estar algo más aturdida de lo que le gustaría, motivo por el que hizo aparecer su cola para recuperar el equilibrio, el dolor de antes se había reducido notablemente. “Nota mental, no volver a atacar sin antes activar el haki de armadura, al menos no si el otro va con un arma.” Se dijo a sí misma antes de ponerse en guardia otra vez. A ese paso no iban a acabar nunca y a la chica ese sujeto en apariencia obseso con el dolor ya estaba enfadando a la chica. Por si fuera poco, la había llamado gatita, ¡GATITA! ¿Tanto le costaba a la gente diferenciar a un animalucho indefenso como lo eran los gatos, que por muy adorables y felinos que fueran, lo más que podrían hacer sería echar a correr o cazar ratones, de una depredadora cómo ella?
-Veamos si eres tú capaz de dejar de salir por los aires, cuatro ojos.- Contestó frunciendo el ceño, antes de echar una pierna hacia atrás, con intención de tomar impulso para dar una patada al aire que se transformó en una onda de choque y que salió en dirección al azabache. Tras aquello, la pelinaranja se decidiría entre lanzarse contra él, de haber logrado evadir el golpe o salir en dirección a su compañero, para ayudarle en caso de que lo necesitara, cosa que dudaba. Sin embargo…
“¿Qué acaba de suceder?” Mura se quedó con los ojos clavados en la escena que acababa de formarse, como si fuera una obra de teatro, una tragedia llegando a su culmen. Los dragones acababan de convertirse en humanos, como si se tratara de dos usuarios de Akuma del mismo tipo que Akagami, y habían comenzado a hablar. Un hombre y una mujer que parecían haber estado fuertemente unidos…¿Entonces por qué peleaban? Un recuerdo llegó a su mente entonces. El día de la huída en el laboratorio…Sus ojos comenzaron a inundarse de lágrimas, causando que su vista se emborronase antes de que un rayo impactara donde ella se encontraba. La chica parpadeó repetidas veces sin comprenderlo, todos sus músculos acababan de tensarse antes de salir “corriendo” del lugar en el que se encontraba. No había caído ningún rayo, pero ella hubiera jurado que lo había visto…Y entonces un estruendo resonó a sus espaldas, causando que la chica soltara un grito que del susto, que quedó ensordecido. Tras aquello, creyó ver de forma borrosa la figura de Aka, entre sus lágrimas que no habían cesado, y simplemente estiró los brazos con intención de que el chico pudiera alcanzarla. Tras aquello, sintió que se elevaba del suelo. Parpadeó repetidas veces antes para recuperar la visibilidad y fijo sus ojos en Aka. -¿Qué acaba de pasar?- Preguntó entre jadeos.
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El azabache introdujo el dedo meñique en uno de sus oídos, masajeándoselo con el ceño fruncido y una expresión que denotaba más molestia que otra cosa. La punzada de dolor que había sentido por el grito de la chica no era del todo molesta, incluso resultaba satisfactoria para alguien como él, pero realmente era un incordio tener ese maldito pitido metido en su cabeza. Tan solo le podría causar problemas, aunque supuso que se pasaría tras un rato. Mientras tanto, la pelirroja pareció haberse alterado por su comentario, así como por el dolor transmitido. "Qué quejica es. Le haces un regalo y se pone a gritar como una loca... En fin, qué poca educación" pensaba Kuro mientras esbozaba una sonrisa maliciosa, sin quitarle ojo a la chica que había logrado salir más o menos bien tras su ataque. Al final se iba a divertir y todo. Una verdadera lástima que hubiera ido a atacar justo donde el azabache no permitía que nadie se sobrepasara.
- ¿Cuatro ojos? -murmuró, en un tono apenas audible, mientras fruncía el ceño y fijaba su mirada en la minina, imaginando innumerables formas de desfigurar su rostro en pocos segundos mientras apretaba el puño alrededor del filo de su sable.
Ni siquiera se movió del sitio cuando esta comenzó su contraataque, y la oscuridad que envolvía su arma se desparramó por el suelo a su alrededor, como ya hiciera antes al intentar dañar al dragón moribundo. Cuando la chica lanzó la onda de choque no precisó de demasiado esfuerzo para evadirla. No era lento precisamente, y los ataques frontales de ese tipo no iban a surtir efecto en él. Su expresión no varió al ver que, tras haber logrado esquivarla, la gata se lanzaba hacia él. Su mente seguía inmersa en un mar de torturas y macabros juegos a los que estaba más que predispuesto a someterla. Cuando estuvo lo suficientemente cerca varias estacas de oscuridad surgieron del suelo, interrumpiendo su trayectoria y que, de seguir, la empalarían como a un cerdo. Pero no tuvo tiempo de contemplar el resultado de aquello.
- ¿Qué...?
Por motivos que no lograba comprender, su mirada se dirigió por voluntad propia hacia los dos dragones, que ahora se encontraban en el suelo. El que parecía pertenecer al bando de Derian había sido derribado, y ahora se había convertido en una mujer que agonizaba durante los últimos segundos que le quedaban de vida. Por el contrario, el otro dragón se convirtió en un hombre maduro, que parecía ser el marido de la contraria... O algo por el estilo, tampoco entendía demasiado de esas cosas, ni le importaban. El caso es que aquello pareció haberse convertido en un culebrón de mala calidad, con un final típico y unas respuestas predecibles, al igual que el desenlace. "Ya no se hacen obras como las de antes" pensó el marine para sí mismo, comenzando a perder el interés en ellos. Sin embargo, no tardó mucho tiempo en volver a la realidad. Al principio tan solo sintió cómo la temperatura a su alrededor aumentaba, mientras que segundos después todo parecía iluminarse con una luz blanca y pura que le cegaba. El calor se incrementó, y todo su cuerpo pareció arder, al igual que su ropa. Era un dolor precioso, sin duda, digno de una buena muerte... Pero no sería el caso esta vez. Parpadeó repetidas veces y miró a su alrededor, dándose cuenta de que aquello no había sido más que algún tipo de alucinación. Por un momento había parecido tan real... Casi como cuando...
- ¡Mierda!
Giró sobre sí mismo y salió corriendo a toda velocidad, deshaciendo la oscuridad que se había formado en el suelo. Un enorme rayo se estrelló contra el suelo a escasos metros de él, levantando piedras en el impacto y haciendo que el chico perdiera el equilibrio, rodando por el suelo momentáneamente. Le había faltado un pelo para convertirse en psicópata a la barbacoa. Vaya, aquello sí que había sido peligroso... Y pareció ser obra de aquellos estúpidos dragones. Hablando de dragones, ¿qué habría ocurrido con Heaten y el chico de aliento de fuego? Se incorporó rápidamente y buscó con la mirada a su compañera, un tanto nervioso. ¿Habría logrado zafarse del rayo? No tardó demasiado en comprobarlo, viendo a la pelimorada tendida en el suelo, a poca distancia del lugar donde había caído. Tenía una de sus piernas en un estado lamentable, y a eso había que sumarle el hecho de que todo pareció comenzar a temblar y derrumbarse. "No sé qué está pasando, pero hay que salir de aquí." Envainó a Astartea y se desplazó con rapidez, acabando al lado de la chica y arrodillándose junto a esta para tomarla entre sus brazos.
- Tranquila -le dijo en un tono neutro, mientras contemplaba con más detalle su estado. Una vez estuvieran a salvo tendría que ocuparse de sus heridas- Nos vamos de aquí.
Se puso en pie con ella en brazos y echó un último vistazo a su alrededor, viendo que el pelirrojo y la chica gato se disponían a largarse de allí también. No pudo evitar fruncir el ceño levemente ante ello. Instantes después, emprendió la carrera hacia los buques de la Marina para disponerse a salir de una maldita vez de aquella condenada isla.
- ¿Cuatro ojos? -murmuró, en un tono apenas audible, mientras fruncía el ceño y fijaba su mirada en la minina, imaginando innumerables formas de desfigurar su rostro en pocos segundos mientras apretaba el puño alrededor del filo de su sable.
Ni siquiera se movió del sitio cuando esta comenzó su contraataque, y la oscuridad que envolvía su arma se desparramó por el suelo a su alrededor, como ya hiciera antes al intentar dañar al dragón moribundo. Cuando la chica lanzó la onda de choque no precisó de demasiado esfuerzo para evadirla. No era lento precisamente, y los ataques frontales de ese tipo no iban a surtir efecto en él. Su expresión no varió al ver que, tras haber logrado esquivarla, la gata se lanzaba hacia él. Su mente seguía inmersa en un mar de torturas y macabros juegos a los que estaba más que predispuesto a someterla. Cuando estuvo lo suficientemente cerca varias estacas de oscuridad surgieron del suelo, interrumpiendo su trayectoria y que, de seguir, la empalarían como a un cerdo. Pero no tuvo tiempo de contemplar el resultado de aquello.
- ¿Qué...?
Por motivos que no lograba comprender, su mirada se dirigió por voluntad propia hacia los dos dragones, que ahora se encontraban en el suelo. El que parecía pertenecer al bando de Derian había sido derribado, y ahora se había convertido en una mujer que agonizaba durante los últimos segundos que le quedaban de vida. Por el contrario, el otro dragón se convirtió en un hombre maduro, que parecía ser el marido de la contraria... O algo por el estilo, tampoco entendía demasiado de esas cosas, ni le importaban. El caso es que aquello pareció haberse convertido en un culebrón de mala calidad, con un final típico y unas respuestas predecibles, al igual que el desenlace. "Ya no se hacen obras como las de antes" pensó el marine para sí mismo, comenzando a perder el interés en ellos. Sin embargo, no tardó mucho tiempo en volver a la realidad. Al principio tan solo sintió cómo la temperatura a su alrededor aumentaba, mientras que segundos después todo parecía iluminarse con una luz blanca y pura que le cegaba. El calor se incrementó, y todo su cuerpo pareció arder, al igual que su ropa. Era un dolor precioso, sin duda, digno de una buena muerte... Pero no sería el caso esta vez. Parpadeó repetidas veces y miró a su alrededor, dándose cuenta de que aquello no había sido más que algún tipo de alucinación. Por un momento había parecido tan real... Casi como cuando...
- ¡Mierda!
Giró sobre sí mismo y salió corriendo a toda velocidad, deshaciendo la oscuridad que se había formado en el suelo. Un enorme rayo se estrelló contra el suelo a escasos metros de él, levantando piedras en el impacto y haciendo que el chico perdiera el equilibrio, rodando por el suelo momentáneamente. Le había faltado un pelo para convertirse en psicópata a la barbacoa. Vaya, aquello sí que había sido peligroso... Y pareció ser obra de aquellos estúpidos dragones. Hablando de dragones, ¿qué habría ocurrido con Heaten y el chico de aliento de fuego? Se incorporó rápidamente y buscó con la mirada a su compañera, un tanto nervioso. ¿Habría logrado zafarse del rayo? No tardó demasiado en comprobarlo, viendo a la pelimorada tendida en el suelo, a poca distancia del lugar donde había caído. Tenía una de sus piernas en un estado lamentable, y a eso había que sumarle el hecho de que todo pareció comenzar a temblar y derrumbarse. "No sé qué está pasando, pero hay que salir de aquí." Envainó a Astartea y se desplazó con rapidez, acabando al lado de la chica y arrodillándose junto a esta para tomarla entre sus brazos.
- Tranquila -le dijo en un tono neutro, mientras contemplaba con más detalle su estado. Una vez estuvieran a salvo tendría que ocuparse de sus heridas- Nos vamos de aquí.
Se puso en pie con ella en brazos y echó un último vistazo a su alrededor, viendo que el pelirrojo y la chica gato se disponían a largarse de allí también. No pudo evitar fruncir el ceño levemente ante ello. Instantes después, emprendió la carrera hacia los buques de la Marina para disponerse a salir de una maldita vez de aquella condenada isla.
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