Buscando a un amigo [Privado][Maximilian - Alwyn]

Ya habían pasado tres días desde que llegué a Shimotsuki en busca de un viejo amigo que según había oído estaba en problemas. Su nombre era Aron, un ex estudiante del mismo dojo donde yo había aprendido a luchar con katanas y que ahora era parte del cuerpo de seguridad de un acaudalado señor que vivía en Shimotsuki. Según tenía entendido, se habían visto constantemente en problemas ya que villa se estaba volviendo un cubil de criminales y hombres peligrosos que a diario intentaban robar a los pobladores. Aron mantenía el orden con sus compañeros en una parte de la villa mientras que por otras, los espadachines no se bastaban para mantener a raya a los criminales. Dudaba un poco en encontrarlo sin trabajo en aquellos días, así que decidí caminar un poco por la mañana para despejar la mente y posiblemente encontrar algo que pudiera hacer.

Un sonido extraño hizo que me detuviera y mirara hacia atrás. Un joven muchacho perteneciente a los marines, estaba en el suelo y tenía en su rostro una mirada de espanto. Frente a él, 4 sujetos de apariencias peligrosas, mantenían sonrisas burlonas mientras le daban de patadas en las piernas.

-Vamos estúpido – dijo uno de ellos mientras se agachaba para tomarlo del cuello de la camisa blanca con que vestían usualmente los marines - que dijiste que querías que haga, que me detuviera en molestar a esas personas

De pronto, otro marine un poco mayor que él que estaba el suelo apareció corriendo frente a ellos.

-Déjenlo, es una orden, como miembro...- no termino su frase ya que un disparo casi frente a su pecho lo atravesó.

Uno de los tipos peligrosos había sacado su pistola y le había dado un tiro en todo el pecho de donde brotaba gran cantidad de sangre en ese momento.

-Y bien, ¿en qué estábamos?

El tipo que lo tenía sujeto por la camisa volvió su mirada hacia él, mientras los ojos del joven marine se desorbitaban al ver a su compañero tendido en el piso con una gran mancha roja en su pecho.

Mi cuerpo y mi mente se coordinaron al instante. Sabía lo que debía hacer y lo hice, reaccionando de la manera en que creía conveniente. Mis ojos vibraron y mi katana derecha, se desenvaino provocando un sonido agudo. Un silbido rápido y certero que paso de una manera veloz por todo el grupo de hombres, mientras que mi brazo sosteniendo la katana se movía a toda velocidad. Aparecí a la derecha de todo el grupo, con el viento vibrante que golpean las hojas en otoño de un árbol seco. Los cuerpos cayeron pesados al suelo con delgadas líneas rojas en las espaldas y brazos. Sus respiraciones se dificultaban pero no me importaba, no sabía si iban a morir, solo sabía que alguien había salido bien de ello.

-¿Estas bien? – pregunté girándome para ver al joven marine que estaba mirando con cara de susto

Esa villa era una auténtica locura, grupos de delincuentes callejeros campaban por distintas zonas sin que los inútiles marines fueran capaces de hacerles frente. El gobierno la había mandado allí para ocuparse del asunto, debía acabar con las bandas del método que mejor pudiera, le daban libertad de acción en aquel asunto. Sin embargo, parecía que la guardia de la ciudad mantenía una parte de la ciudad en orden.

Pase de la parte que mantenían en orden internándome en una de las partes más peligrosas, me infiltraría en una de aquellas bandas y la desmantelaría desde dentro. No sería difícil para mí enterarme de quien era el jefe de estas, con mis habilidades de sigilo y capacidad para pasar inadvertida para el resto. Sin embargo algo ocurrió cuando me dirigía hacia un encuentro con un teniente de la banda que me llevaría hasta el jefe.

Cuando llegué al punto acordado allí solo había un marine muerto, uno tirado en el suelo con cara estupefacta, cuatro hombres caídos con cortes y un espadachín mirando al marine. No parecía tener una actitud hostil hacia el así que me relaje algo e intentaría mantener mi tapadera de novata del gremio. Esperaría alejada hasta que se fueran y después intentaría sacarle algo a los caídos si no habían muerto para entonces.

El joven marine asintió con la cabeza mientras llevaba mi mano a mi bolso de cuero de dónde sacaba una galleta a medio comer. Le di un mordisco y empecé a masticar lentamente la suave masa que siempre me gustaba. Le extendí la mano al marine que estaba el suelo y lo ayude a ponerse en pie. No parecía alguien con experiencia pero aun así era parte de la fuerza del gobierno y no podía confiarme así como así. Luego de unos segundos de silencio el marine reaccionó.

-Debo informar a mis superiores lo que ha pasado aquí – dijo con cierto titubeo en la voz – tal vez te gustaría ir conmigo para recompensarte por esto, mis superiores…

-No te preocupes – dije sonriendo aun con mi galleta en la mano – no es necesario, creo que después de todo estuve en el lugar indicado en el momento indicado

El marine pareció mirar por un momento mi mano y con esta se desplazaba a mi boca para darle una mordida a la galleta. Sin duda alguna a cualquiera le parecería una actitud muy extraña.

-Entonces debo irme, tengo que buscar a una persona - le dije mientras me giraba en mi lugar – nos vemos luego

Me fui alejando de aquel lugar para no levantar más sospechas y vi como el marine hacia lo mismo pero dirección contraria. Era obvio que informaría a sus oficiales superiores pero estos no serian tan inocentes para no pensar en mi como una posible amenaza incluso sabiendo que podía luchar. Pasé por una tienda de artículos de viaje donde pregunté sobre el paradero de mi amigo pero lo único que conseguí era gastar algo de dinero en vano porque me repetían la misma información.

Solo esperaba que no fuera uno de aquellos hombres muertos del suelo su contacto, de ser así aquel hombre acababa de fastidiar una operación bastante importante. Parecía que el hombre tampoco quería pasar demasiado tiempo con los marines pues se iba retirando disimuladamente, hasta que los dos marines salieron del lugar. Entonces me acerqué poco a poco hasta el lugar, buscando entre los muertos alguna prueba en los cadáveres de si eran mis contactos. Por suerte para mí encontré una nota en uno de los bolsillos con el mí nombre falso y una hora y lugar. Como aún faltaba unas cuantas horas, me puse a seguir al hombre que había provocado la escabechina en aquel lugar.

No sabía si era de alguna banda rival a la que yo me iba a infiltrar, o simplemente un cazador en busca de una jugosa presa. Sea como fuere, mis cualidades de espía y el kami-e me ayudaban a seguirle sin hacer casi ruido, ni llamar demasiado la atención, pues parecía que estaba dando un paseo por esa zona del pueblo.

En las calles de la villa solo había silencio y miradas discretas, a pesar de que no quería llamar la atención, el hecho de ser un desconocido ya me daba un aire sospechoso. Llegué a la plaza de la villa donde me senté por un momento para calmar mis ánimos y relajar mi mente. Necesitaba pensar muy bien las cosas, ya que si seguía así no conseguiría nada durante todo el día. Una suave brisa hizo que mi cabello se elevara por un momento. Llevé la mano a mi bolsillo derecho y la introduje suavemente. De ella saque un pequeño de trozo de madera en forma circular con 5 líneas que iban desde el centro a diferentes extremos. Recordé que lo habíamos hecho todos a los que consideraba mis amigos. Ryuto, Mellanie, Owen, Ariana y Yo nos habíamos sentado un día en una pequeña playa despejada y encontramos un trozo de madera, el cual Owen se encargó de tallar y formar un circulo donde se suponía que podríamos todos nuestra marca para que nunca olvidáramos que éramos camaradas. Luego de ello no volvimos a ver a Mellanie en mucho tiempo y la última vez que viaje con los demás, decidí que no me acompañaran a Shimotsuki por que no deseaba que se metieran en problemas por mi culpa.

-Es extraño pero me acostumbre a sus tonterías

Guardé el círculo de madera en bolsillo y noté que había un pequeño grupo de marines hablando entre ellos cerca a la plaza. Me puse en pie y decidí acércame para preguntarles donde podía encontrar al grupo de Aron.

-Buenos días – dije saludando uno de los marines cuando llegué al grupo

Detuvieron su conversación y todos me miraron.

-Quisiera saber dónde puedo encontrar a una persona, su nombre es Aron, es un espachin parte de la seguridad de un gran señor de la villa.

Los marines se miraron entre ellos y comenzaron a preguntarse cosas. Justo cuando al que había saludado iba a responderme, una súbita explosión se oyó muy cerca de donde estábamos. Todos volvimos la mirada hacia una de las esquinas de la plaza y vimos como el segundo nivel de una casa comenzaba a ardía en llamas.

El hombre siguió caminando hasta llegar a una plaza, en ella varias patrullas de marines caminaban, el chico se acercó hasta una y se pusieron a hablar. Yo avancé por la plaza hasta pasarlos, quedándome a unos diez metros de ellos mirando hacia un parque. Por lo que pude escuchar de la conversación el chico preguntaba por un agente de seguridad amigo suyo. Justo cuando parecía que los guardias le iban a contestar una fuerte explosión sacudió uno de los extremos de la plaza, comenzando uno de los pisos a arder.

Esta maldita ciudad parecía irse al infierno por momentos, ahora entendía por qué me habían mandado. Apresaría a esos tipos y les daría una lección, cualquiera que intente quitarle una ciudad al gobierno terminaría en la cárcel, o peor. De todas formas tenía que hacer algo, me dirigí por un lateral hacia la casa. Cuando llegué pude ver salir de ella a un tipo llevando en la cara. Lo seguí a toda prisa, si era uno de los criminales necesitaba que me llevara a mi contacto.

Lo encontré en un portal, si hubiera sido un marine lo hubiera detenido sin pensar, el hollín de su chaqueta, el pasamontañas a medio quitar y el jadeo eran inequívocos, al igual que el ruido de botas por la calle.

-Muy bien, haz lo que te diga y no te pillaran. Quítate la chaqueta y dale la vuelta, dame ese pasa montañas.- Cuando me lo dio lo guarde debajo de la armadura, mientras le di unos toques al pelo para que pareciera más peinado.- Vale, sígueme la corriente a todo lo que diga y camina conmigo. –Comencé a andar con el hombre al lado, esperando a que los pasos llegran.