Dexter Black
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-¿Te importaría pasarme el Desarmador Allen-Torx de llave mecánica?- dijo Dexter, desde debajo de I.S.L.A. mientras John Johnson, su asistente ingeniero, atendía las herramientas y el procedimiento mediante un ordenador de simulacro-. La grande, que una 50 es demasiado pequeña.
-Creo que deberías usar más bien un Compresor de gancho en cilindro del 37. Es más eficaz para inmersiones, y sólo te llevaría dos minutos más- era la respuesta que recibía de Jack Jacson, el mecánico que lo ayudaba en la construcción del objeto. Tal vez tuviera razón, al menos si estuvieran pensando en lo mismo, pero Dexter iba un paso por delante.
-Estoy ajustando las paredes interiores, incluido el cableado de calefacción. Si uso un compresor del 37 podría poner en peligro la integridad del protector. Y no me apetece tener un incendio bajo el agua, la verdad. Literalmente, me moriría.
Y era bastante cierto. De hecho, la idea de viajar en un submarino a kilómetros de profundidad era un poco ambiciosa para un hombre que no podía nadar, aunque... ¿De verdad alguien podría resistir las presiones submarinas y aun así lograr nadar hasta la superficie? Estaba seguro de que, contrariamente a lo que la lógica hacía pensar, alguien podría. Al fin y al cabo no sería el primer científico que debía tragarse sus palabras si decía algo tan desafortunado como que la Tierra era plana o que el Sol giraba alrededor de Dark Evans Satou. "Pero nada de eso importa, sólo esta maravilla", dijo para sí mismo mientras extendía la mano para alcanzar la herramienta y colocar los cables donde debía, además de asegurar por quinta vez el casco interno de su nuevo medio de transporte personal. Una cápsula pequeña y elegante de un par de estancias, y una zona íntima donde reunirse con quien deseara. Los pensamientos turbios que llegaban a su mente eran tales que casi se quemó cuando un par de chispas saltaron, pero fue lo suficientemente rápido como para evitarlas. Al menos estaba todo más o menos bien hecho.
-Chicos, pasadme la plancha inferior- dijo, bajando con una pequeña palanca la superficie donde se encontraba, justo debajo de I.S.L.A., y se levantaba de ella observando el resto del puerto-. Qué bonito día hace hoy...
Posó su mirada en cada pequeño detalle, cada barco que atracaba y zarpaba, con la vida que las mercancías traían. Era una visión realmente hermosa en aquel mar interior, e incluso a aquella distancia de la Aduana se podía ver la completa tranquilidad de su tierra... Salvo por aquello.
-¿Qué demonios hace un barco de la Marina aquí? Creí que había pedido expresamente que los cafés los trajese alguien neutral. En fin, qué se le va a hacer...
Hacía un tiempo el Gobierno intentaba contactarlo para dar clases en una especie de Universidad, pero él se negaba tajantemente, hasta que llegó un punto en que intentaban con cualquier pretexto invitarlo a cualquier cosa, sobornarlo para comprar sus conocimientos... ¿Pero un barco Marine? El cargamento de café que había pedido como pequeña broma lo custodiaba un maldito barco Marine. Esto empezaba a ponerse serio, iba a tener que decir que no y dejarse de dar largas.
-Creo que deberías usar más bien un Compresor de gancho en cilindro del 37. Es más eficaz para inmersiones, y sólo te llevaría dos minutos más- era la respuesta que recibía de Jack Jacson, el mecánico que lo ayudaba en la construcción del objeto. Tal vez tuviera razón, al menos si estuvieran pensando en lo mismo, pero Dexter iba un paso por delante.
-Estoy ajustando las paredes interiores, incluido el cableado de calefacción. Si uso un compresor del 37 podría poner en peligro la integridad del protector. Y no me apetece tener un incendio bajo el agua, la verdad. Literalmente, me moriría.
Y era bastante cierto. De hecho, la idea de viajar en un submarino a kilómetros de profundidad era un poco ambiciosa para un hombre que no podía nadar, aunque... ¿De verdad alguien podría resistir las presiones submarinas y aun así lograr nadar hasta la superficie? Estaba seguro de que, contrariamente a lo que la lógica hacía pensar, alguien podría. Al fin y al cabo no sería el primer científico que debía tragarse sus palabras si decía algo tan desafortunado como que la Tierra era plana o que el Sol giraba alrededor de Dark Evans Satou. "Pero nada de eso importa, sólo esta maravilla", dijo para sí mismo mientras extendía la mano para alcanzar la herramienta y colocar los cables donde debía, además de asegurar por quinta vez el casco interno de su nuevo medio de transporte personal. Una cápsula pequeña y elegante de un par de estancias, y una zona íntima donde reunirse con quien deseara. Los pensamientos turbios que llegaban a su mente eran tales que casi se quemó cuando un par de chispas saltaron, pero fue lo suficientemente rápido como para evitarlas. Al menos estaba todo más o menos bien hecho.
-Chicos, pasadme la plancha inferior- dijo, bajando con una pequeña palanca la superficie donde se encontraba, justo debajo de I.S.L.A., y se levantaba de ella observando el resto del puerto-. Qué bonito día hace hoy...
Posó su mirada en cada pequeño detalle, cada barco que atracaba y zarpaba, con la vida que las mercancías traían. Era una visión realmente hermosa en aquel mar interior, e incluso a aquella distancia de la Aduana se podía ver la completa tranquilidad de su tierra... Salvo por aquello.
-¿Qué demonios hace un barco de la Marina aquí? Creí que había pedido expresamente que los cafés los trajese alguien neutral. En fin, qué se le va a hacer...
Hacía un tiempo el Gobierno intentaba contactarlo para dar clases en una especie de Universidad, pero él se negaba tajantemente, hasta que llegó un punto en que intentaban con cualquier pretexto invitarlo a cualquier cosa, sobornarlo para comprar sus conocimientos... ¿Pero un barco Marine? El cargamento de café que había pedido como pequeña broma lo custodiaba un maldito barco Marine. Esto empezaba a ponerse serio, iba a tener que decir que no y dejarse de dar largas.
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Kai suspiró, algo cansado y bastante frustrado. Cierto era que en el Nuevo Mundo él era poco más que un figurante al lado de la aberrante cantidad de altos rangos de la Marina que había. Cierto era que muchos de ellos estaban ocupados en complicadas misiones de las que dependía la seguridad del Gobierno y de la paz. Cierto era que para algo tan delicado como aquello no convenía enviar a un rango inferior que pudiera fastidiar el encuentro, pero... ¿en serio era necesario enviarle de jodido repartidor de café a llevarle un cargamento al un Shichibukai? Comenzaba a pensar que sus superiores no lo tomaban en serio. Primero se dedicaban a mandarlo a misiones irrelevantes. Luego lo mandaban a misiones suicidas acompañado sólo de los miembros de Kiritsu. Luego lo mandaban a misiones estúpidas como aquella... ¿qué se supone que debía sacar en conclusión?
El barco se paró frente al muelle. En este esperaba un hombre con pinta de aburrirse junto a un grupo de operarios del puerto. Kai comenzó a dar órdenes pertinentes para terminar de atracar y designó a unos reclutas que holgazaneaban en una esquina la tarea de cargar hasta cubierta las pesadas cajas de café en grano. Mientras tanto fue a las cocinas, donde acababan de terminar la taza de café que debía entregarle a Dexter en persona. Él había intentado negarse, pero había sido una orden de Al. Estaba muy seguro de que lo había hecho más por fastidiarle que por otra cosa. Con un suspiro, cogió la taza ignorando lo caliente de esta, y se metió varios sobres de azucarillos en el bolsillo de la chaqueta. Acto seguido volvió a cubierta y bajó por la pasarela hasta el tipo de aspecto aburrido. Parecía alguna clase de científico o de médico con aquella bata. O un tipo muy vago que se quería hacer pasar por interesante, pero que en realidad vive con una batamanta puesta con aspecto de bata de laboratorio. Sí, las manchas de ketchup lo delataban.
- ¿Dónde está el Shichibukai Dexter Black? - le preguntó Kai.
- Por aquí. Está trabajando ahora mismo.
A continuación, el tipo comenzó a hablar, pero el marine había entrado en modo automático. Comenzó a realizar toda una tesis doctoral imaginaria acerca de los tipos con batamantas y su importancia en el mundo, y sobre si se podía considerar la chaqueta de algunos oficiales como Al su batamanta personal, una más molona que los distinguía y les daba derecho a vaguear de una manera más profesional. Mientras pensaba, comenzó a echar el azúcar en el café y a bebérselo, sin pensar mucho en lo que hacía. La verdad es que estaba bueno, muy bueno. Jodidamente sublime, de hecho, ¿por qué narices no bebía de aquello más a menudo? De repente el tipo de su lado le llamó la atención, y fue entonces cuando el joven marine fue consciente de que no sólo ya habían llegado, si no de que estaban en un taller de proporciones colosales, frente a un hombre más alto incluso que él, increíblemente fornido y proporcionado al mismo tiempo. Tenía la mitad del pelo blanca y la otra mitad negra, y los ojos increíblemente claros. Pero lo que más le llamó la atención a Kai no fue el Shichibukai en sí, si no la taza de café que él mismo estaba sosteniendo... vacía. "Oh, mierda." La había jodido con un Shichibukai... ahora estaría en serios aprietos. Comenzó a ponerse nervioso, y creyó escuchar que le decía algo. ¿Algo sobre el café? ¡Mierda!
- ¡¿Qué café ni qué berenjenas?! - exclamó - ¡Esto es zumo de naranja con fresas!
Acto seguido, dejándose llevar por una crisis nerviosa, dio un grito incoherente y se propulsó con una fuerte onda de llamas por los pies, saliendo volando por una ventana.
El barco se paró frente al muelle. En este esperaba un hombre con pinta de aburrirse junto a un grupo de operarios del puerto. Kai comenzó a dar órdenes pertinentes para terminar de atracar y designó a unos reclutas que holgazaneaban en una esquina la tarea de cargar hasta cubierta las pesadas cajas de café en grano. Mientras tanto fue a las cocinas, donde acababan de terminar la taza de café que debía entregarle a Dexter en persona. Él había intentado negarse, pero había sido una orden de Al. Estaba muy seguro de que lo había hecho más por fastidiarle que por otra cosa. Con un suspiro, cogió la taza ignorando lo caliente de esta, y se metió varios sobres de azucarillos en el bolsillo de la chaqueta. Acto seguido volvió a cubierta y bajó por la pasarela hasta el tipo de aspecto aburrido. Parecía alguna clase de científico o de médico con aquella bata. O un tipo muy vago que se quería hacer pasar por interesante, pero que en realidad vive con una batamanta puesta con aspecto de bata de laboratorio. Sí, las manchas de ketchup lo delataban.
- ¿Dónde está el Shichibukai Dexter Black? - le preguntó Kai.
- Por aquí. Está trabajando ahora mismo.
A continuación, el tipo comenzó a hablar, pero el marine había entrado en modo automático. Comenzó a realizar toda una tesis doctoral imaginaria acerca de los tipos con batamantas y su importancia en el mundo, y sobre si se podía considerar la chaqueta de algunos oficiales como Al su batamanta personal, una más molona que los distinguía y les daba derecho a vaguear de una manera más profesional. Mientras pensaba, comenzó a echar el azúcar en el café y a bebérselo, sin pensar mucho en lo que hacía. La verdad es que estaba bueno, muy bueno. Jodidamente sublime, de hecho, ¿por qué narices no bebía de aquello más a menudo? De repente el tipo de su lado le llamó la atención, y fue entonces cuando el joven marine fue consciente de que no sólo ya habían llegado, si no de que estaban en un taller de proporciones colosales, frente a un hombre más alto incluso que él, increíblemente fornido y proporcionado al mismo tiempo. Tenía la mitad del pelo blanca y la otra mitad negra, y los ojos increíblemente claros. Pero lo que más le llamó la atención a Kai no fue el Shichibukai en sí, si no la taza de café que él mismo estaba sosteniendo... vacía. "Oh, mierda." La había jodido con un Shichibukai... ahora estaría en serios aprietos. Comenzó a ponerse nervioso, y creyó escuchar que le decía algo. ¿Algo sobre el café? ¡Mierda!
- ¡¿Qué café ni qué berenjenas?! - exclamó - ¡Esto es zumo de naranja con fresas!
Acto seguido, dejándose llevar por una crisis nerviosa, dio un grito incoherente y se propulsó con una fuerte onda de llamas por los pies, saliendo volando por una ventana.
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Tras ver el barco atracar el barco Marine ya no volvió al trabajo. Al fin y al cabo tenía que recibir a sus "invitados" por muy indeseables que fueran, y no habrían venido si él no hubiera pedido un cargamento exagerado de café. ¿Tal vez pedir café para dos años había sido exagerar? Además, ni siquiera le gustaba el café. Esperaba que se negasen y dejasen de molestar, pero no lo habían dudado ni por un momento. Ahora tendría que comercializarlo para que no se perdiese y ganar dinero de forma completamente innecesaria, aunque su lecho de oro y joyas necesitaba un par de moneditas más. Nunca era demasiado tesoro... De hecho, era una muy buena idea conseguir algo más de tesoro. Pero también su gente podría disfrutar de él, así que ya vería.
-¿Qué demonios?- fue lo único que pudo llegar a decir antes de que un Marine con pintas de Legim moreno saltase por una ventana afortunadamente abierta tras decir quién sabe qué de un café con berenjenas-. Un momento... ¿Legim? Es imposible. O muy casual. ¿Debería decirle algo, John?
John lo miró sin mostrar ninguna emoción reseñable más que tal vez curiosidad, pero al fin y al cabo nadie conocía lo que se escondía detrás de esa pregunta. Los hijos de Legim que iba encontrando durante sus viajes; Primero León y ahora aquel chico que era casi una réplica del pirata... Sus medio hermanos. ¿Cómo había conseguido el borracho ser tan atractivo para tantas mujeres, tanto humanas como animales y vegetales? Era un misterio que difícilmente podría resolver, pero por lo menos iba juntando más piezas del puzzle. Tal vez con éste esclareciera algo más allá de que Legim tenía una lívido fuera de lo común y fobia a los profiláticos.
-En fin... Jack, John; Terminad el trabajo. Y hacedlo bien, por favor. No me gustaría que hubiera errores ahí abajo.
Saltó también por la ventana para encontrarse al hombre del vaso, y lo miró durante un momento. Era alto y musculoso, como una versión de Lion D. Karl sin anabolizantes, y moreno. Eso era en lo que más distaba del Albino Legan Legim, el color del pelo... Bueno, y hasta ahora parecía un poco menos loco. Otra deducción, ya que sus pantalones no tenían arañazos en la entrepierna era que él no había violado recientemente alguna alimaña... ¿O tal vez había comprado pantalones nuevos? En cualquier caso se parecía bastante, salvo en la peste a alcohol. Este tipo sólo olía a azúcar y caramelo. ¿En serio?
Era poderoso, aunque tal vez el Nuevo Mundo le quedase grande. Sin embargo su chaqueta de comodoro delataba que realmente se había ganado entrar en la segunda mitad del Grand Line y, al fin y al cabo, la gran mayoría de Marines que había visto antes en su isla no llegaban ni a una quinta parte de poder que notaba en él. De cualquier forma, notaba demasiado de Legim en él. "Legim educado como una masa de carne. Perfecto", pasó por su cabeza mientras tendía la mano al comodoro.
-Dexter Black. Encantado- dijo, con una sonrisa mientras con la otra mano iba bajando la cremallera de su mono de trabajo, dejando su camisa blanca y pantalones negros al derscubierto-. ¿Te apetece dar una vuelta? Creo que tenemos mucho por hablar. ¿Estaba bueno el café?
-¿Qué demonios?- fue lo único que pudo llegar a decir antes de que un Marine con pintas de Legim moreno saltase por una ventana afortunadamente abierta tras decir quién sabe qué de un café con berenjenas-. Un momento... ¿Legim? Es imposible. O muy casual. ¿Debería decirle algo, John?
John lo miró sin mostrar ninguna emoción reseñable más que tal vez curiosidad, pero al fin y al cabo nadie conocía lo que se escondía detrás de esa pregunta. Los hijos de Legim que iba encontrando durante sus viajes; Primero León y ahora aquel chico que era casi una réplica del pirata... Sus medio hermanos. ¿Cómo había conseguido el borracho ser tan atractivo para tantas mujeres, tanto humanas como animales y vegetales? Era un misterio que difícilmente podría resolver, pero por lo menos iba juntando más piezas del puzzle. Tal vez con éste esclareciera algo más allá de que Legim tenía una lívido fuera de lo común y fobia a los profiláticos.
-En fin... Jack, John; Terminad el trabajo. Y hacedlo bien, por favor. No me gustaría que hubiera errores ahí abajo.
Saltó también por la ventana para encontrarse al hombre del vaso, y lo miró durante un momento. Era alto y musculoso, como una versión de Lion D. Karl sin anabolizantes, y moreno. Eso era en lo que más distaba del Albino Legan Legim, el color del pelo... Bueno, y hasta ahora parecía un poco menos loco. Otra deducción, ya que sus pantalones no tenían arañazos en la entrepierna era que él no había violado recientemente alguna alimaña... ¿O tal vez había comprado pantalones nuevos? En cualquier caso se parecía bastante, salvo en la peste a alcohol. Este tipo sólo olía a azúcar y caramelo. ¿En serio?
Era poderoso, aunque tal vez el Nuevo Mundo le quedase grande. Sin embargo su chaqueta de comodoro delataba que realmente se había ganado entrar en la segunda mitad del Grand Line y, al fin y al cabo, la gran mayoría de Marines que había visto antes en su isla no llegaban ni a una quinta parte de poder que notaba en él. De cualquier forma, notaba demasiado de Legim en él. "Legim educado como una masa de carne. Perfecto", pasó por su cabeza mientras tendía la mano al comodoro.
-Dexter Black. Encantado- dijo, con una sonrisa mientras con la otra mano iba bajando la cremallera de su mono de trabajo, dejando su camisa blanca y pantalones negros al derscubierto-. ¿Te apetece dar una vuelta? Creo que tenemos mucho por hablar. ¿Estaba bueno el café?
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Kai dio una pirueta en el aire y cayó sobre sus piernas, flexionando las rodillas y encogiéndose para evitar hacerse daño con la caída. Se incorporó, respirando rápido, y miró hacia el edificio. Había tenido un pequeño ataque de locura... malditos nervios. ¿Se habría cabreado mucho el Shichibukai por beberse su café? De repente escuchó algo, y al girarse vio a Dexter Black en persona cayendo frente a él. Sintiéndose amenazado, Kai se puso en guardia. Dudaba que pudiese plantarle cara a alguien tan fuerte como él, pero desde luego no iba a rendirse sólo por la fama de aquel hombre. Su senpai también le había plantado cara a un Shichibukai... aunque con catastróficas consecuencias. Sin embargo, el tipo de pelo extraño no parecía pretender atacarle. Le tendió la mano y se presentó, y le invitó a dar una vuelta. ¿De qué iría todo aquello?
- Eh, esto... lo siento por lo del café. Cuando me di cuenta de que me estaba bebiendo el tuyo, ya era tarde - le estrechó la mano con firmeza - Mi nombre es Kai, Comodoro de la Marina.
Pues para ser un terrible pirata, no parecía mal tipo. Hasta era educado, y por el mono que llevaba y lo que había visto... ¿era ingeniero? Interesante, desde luego. ¿Qué podía llevar a un bandido de los mares a convertirse en un aliado del Gobierno y un miembro productivo de la sociedad? ¿Un cambio de forma de ver el mundo? Quién sabía. En todo caso... ¿por qué le había dicho que tenían mucho de que hablar?
- Disculpa, pero, has dicho que teníamos bastante de que hablar. ¿A qué se debe eso? ¿Tienes algún mensaje para la Marina?
Era lo único que se le ocurría. Y hablando de eso, tenía que darle un mensaje de parte de Al, ahora que lo recordaba. Las palabras exactas del rubio habían sido algo así como "a todos nos entra la pereza de vez en bastante, pero llamar a la Marina para que te mande café es pasarse. Nosotros también tenemos derecho a descansar". O algo así. Tal vez incluso le hubiese dicho algo totalmente diferente, pero la verdad es que no le había prestado atención.
- Oh, cierto. Me han pedido que te diga que no llames a la Marina por cosas tan frívolas como un cargamento de café. Supongo que lo entenderás, pero en fin... eso son cosas que tendrás que discutir con los jefazos. Yo sólo soy un mandado.
- Eh, esto... lo siento por lo del café. Cuando me di cuenta de que me estaba bebiendo el tuyo, ya era tarde - le estrechó la mano con firmeza - Mi nombre es Kai, Comodoro de la Marina.
Pues para ser un terrible pirata, no parecía mal tipo. Hasta era educado, y por el mono que llevaba y lo que había visto... ¿era ingeniero? Interesante, desde luego. ¿Qué podía llevar a un bandido de los mares a convertirse en un aliado del Gobierno y un miembro productivo de la sociedad? ¿Un cambio de forma de ver el mundo? Quién sabía. En todo caso... ¿por qué le había dicho que tenían mucho de que hablar?
- Disculpa, pero, has dicho que teníamos bastante de que hablar. ¿A qué se debe eso? ¿Tienes algún mensaje para la Marina?
Era lo único que se le ocurría. Y hablando de eso, tenía que darle un mensaje de parte de Al, ahora que lo recordaba. Las palabras exactas del rubio habían sido algo así como "a todos nos entra la pereza de vez en bastante, pero llamar a la Marina para que te mande café es pasarse. Nosotros también tenemos derecho a descansar". O algo así. Tal vez incluso le hubiese dicho algo totalmente diferente, pero la verdad es que no le había prestado atención.
- Oh, cierto. Me han pedido que te diga que no llames a la Marina por cosas tan frívolas como un cargamento de café. Supongo que lo entenderás, pero en fin... eso son cosas que tendrás que discutir con los jefazos. Yo sólo soy un mandado.
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Sonrió por un momento cuando escuchó lo de "mensaje para la Marina". Si se lo dijera a sus superiores, el Comodoro Kai estaría encarcelado de por vida, condenado y retirado de las labores Marines por el resto de sus días. Sin embargo, al mismo tiempo, contárselo podía suponer que "musculitos" se traumatizara y cambiase de parecer completamente para siempre. ¿Qué debía hacer, pues, si quería reunir a todos los hijos de Legim sin que supieran que él también llevaba la L. grabada en su sangre? Era una decisión difícil, pero... ¿Café? ¿Se había bebido su café? Tampoco es que le importase, pero no podía dejar que pensara que el incumplimiento de los términos de un contrato era algo que tomara con laxitud.
-Anda, vamos a caminar. Me recuerdas a tu padre bastante- comentó, mientras comenzaba a caminar-, más en lo malo que en lo bueno, aunque nadie dijo que eso sea necesariamente algo malo, ¿No?
La calle principal estaba abarrotada, y decenas de carretillas llenas de café en grano iban directas al Palacio como quien no quiere la cosa. "Tal vez podría preparar tiramisú un día de estos", pensó, relamiéndose ligeramente los labios pensando en que, a pesar del sabor amargo del café, daba un toque perfecto a gran cantidad de dulces y pasteles. ¿Tal vez también conseguir que le hiciesen caramelos de café? Eso sí que le disgustaba mucho, pero podía regalarlos por ahí y sería un detalle muy bonito, sobre todo con la gente mayor, que al parecer apreciaba bastante aquel sabor tan solano. Tal vez él fuera un caso perdido al no gustarle su sabor, pero siempre había sido el niño raro de la clase en ese tipo de cosas.
-Yo no le pedí nada a la Marina- señaló-, es sólo parte de un toma y daca entre el Gobierno Mundial y yo- cómo explicarlo se volvía cada vez más difícil, pero podía llegar a hacérselo entender-. Verás, el Gobierno no se fía de mí- comenzó. Era un buen comienzo, como de historia de cine-, pero quieren servicios de mí más allá de la simple colaboración, por lo que yo les pido cosas. Como me necesitan me cumplen absurdos caprichos como regalarme caballos rosas- señaló a un lado, una cuadra donde lavaban tres caballos envueltos en algodón de azúcar. Eso había estado feo, pobres animalillos-, ofrecer un recital de Danza o, como en este caso, traerme café tostado de calidad Tenryubito. La verdad es que jamás pensé que fueran a aceptar destinarme una milésima parte de lo que consumen los Dragones Celestiales, pero por lo que parece tiran mucho y este año me la han jugado- se estaba yendo por las ramas, y eso no era bueno-. El caso, eso. A vosotros os envían para que no mate a ninguno de los repartidores. Todavía parece que no se han dado cuenta de a qué me dedico, pero así es mejor- comentó, como pequeña gracia-, pero guárdame el secreto, sería terrible que no me vieran como una amenaza y decidieran atacar esta isla... Porque entonces sí sería una amenaza.
Rió. El camino hacia el palacio estaba casi abarrotado, pero el carril para bicicletas apenas se utilizaba, así que iban medianamente holgados y sólo debían tener cuidados de que no los atropellara algún niño montado.
-Pero ya basta de hablar de mí, ¿Qué tal se vive en los cuarteles? He oído que dan peor comida cuanto mayor es el rango, y por eso Minato no sonríe nunca.
-Anda, vamos a caminar. Me recuerdas a tu padre bastante- comentó, mientras comenzaba a caminar-, más en lo malo que en lo bueno, aunque nadie dijo que eso sea necesariamente algo malo, ¿No?
La calle principal estaba abarrotada, y decenas de carretillas llenas de café en grano iban directas al Palacio como quien no quiere la cosa. "Tal vez podría preparar tiramisú un día de estos", pensó, relamiéndose ligeramente los labios pensando en que, a pesar del sabor amargo del café, daba un toque perfecto a gran cantidad de dulces y pasteles. ¿Tal vez también conseguir que le hiciesen caramelos de café? Eso sí que le disgustaba mucho, pero podía regalarlos por ahí y sería un detalle muy bonito, sobre todo con la gente mayor, que al parecer apreciaba bastante aquel sabor tan solano. Tal vez él fuera un caso perdido al no gustarle su sabor, pero siempre había sido el niño raro de la clase en ese tipo de cosas.
-Yo no le pedí nada a la Marina- señaló-, es sólo parte de un toma y daca entre el Gobierno Mundial y yo- cómo explicarlo se volvía cada vez más difícil, pero podía llegar a hacérselo entender-. Verás, el Gobierno no se fía de mí- comenzó. Era un buen comienzo, como de historia de cine-, pero quieren servicios de mí más allá de la simple colaboración, por lo que yo les pido cosas. Como me necesitan me cumplen absurdos caprichos como regalarme caballos rosas- señaló a un lado, una cuadra donde lavaban tres caballos envueltos en algodón de azúcar. Eso había estado feo, pobres animalillos-, ofrecer un recital de Danza o, como en este caso, traerme café tostado de calidad Tenryubito. La verdad es que jamás pensé que fueran a aceptar destinarme una milésima parte de lo que consumen los Dragones Celestiales, pero por lo que parece tiran mucho y este año me la han jugado- se estaba yendo por las ramas, y eso no era bueno-. El caso, eso. A vosotros os envían para que no mate a ninguno de los repartidores. Todavía parece que no se han dado cuenta de a qué me dedico, pero así es mejor- comentó, como pequeña gracia-, pero guárdame el secreto, sería terrible que no me vieran como una amenaza y decidieran atacar esta isla... Porque entonces sí sería una amenaza.
Rió. El camino hacia el palacio estaba casi abarrotado, pero el carril para bicicletas apenas se utilizaba, así que iban medianamente holgados y sólo debían tener cuidados de que no los atropellara algún niño montado.
-Pero ya basta de hablar de mí, ¿Qué tal se vive en los cuarteles? He oído que dan peor comida cuanto mayor es el rango, y por eso Minato no sonríe nunca.
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Kai se detuvo, notando como si todo su mundo se parase durante un instante. El estómago le dio un vuelco y notó un escalofrío recorriéndole. Su... ¿su padre? ¿Aquel Shichibukai no sólo sabía quién era su padre si no que lo conocía? Pero eso era imposible. ¡Nadie sabía quién era su familia! Alguien lo había abandonado en la isla del Sokudan cuando era un bebé, y había crecido allí toda su vida. Ni sus parientes podrían reconocerle dado que no lo habían visto crecer. Y ahora llegaba aquel tipo a decirle que "se parecía a su padre". Aceleró el paso para alcanzar a Dexter, mientras su mente daba vueltas al asunto tratando de buscarle la lógica. ¿Cómo podía saber de quién era hijo? Tal vez intentaba engañarle y sacar alguna clase de provecho de aquello. Puede que fuera alguno de aquellos charlatanes que buscaban engañar a la gente y que empleaban las propias de respuestas de estos para liarlos. Así pues... debía medir sus respuestas.
- ¿Mi... mi padre? ¿A caso sabes quién es? ¿Y cómo?
Sin embargo, Dexter ya se había puesto a dar un discurso sobre su relación con el Gobierno y la Marina. Vaya, la vida de aquel hombre parecía una comedia absurda... ¿es eso un mono con platillos? El despistado marine se quedó mirando al simio dando gritos y haciendo monerías con las piezas de metal, sin recordar con quién estaba ni hacerle caso a sus palabras. Al cabo de unos segundos se acordó de Dexter y vio que estaba varios metros por delante de él. Apuró el paso para alcanzarlo, rezando para que no se hubiera dado cuenta de lo que había pasado. Sólo alcanzó a escuchar algo de "porque entonces sí que sería una amenaza", y a continuación comenzó a reírse. Para evitar que se diese cuenta de que no le había prestado atención, se rió con él.
- ¡Muy bueno! Eso les enseñará a esos monos con... digo... al Gobierno - se corrigió, desviando la vista del mono.
"Bien hecho Kai, seguro que no sospecha nada" se dijo a sí mismo, con orgullo. Entonces Dexter le preguntó por la comida de los cuarteles, a lo que Kai contestó:
- Bueno, yo hubiera preferido que nos diesen mayor cantidad y más carne, pero no me quejo. Mis amables compañeros de flota me ceden su parte a veces, como una vez que me dejaron toda nuestra pizza a mi y a continuación apalizamos a un idiota con tupé que intentó atacarnos - explicó, conteniendo las babas al recordar la pizza - Y por cierto, Dexter-san, dime de una vez, ¿quién se supone que es mi padre?
- ¿Mi... mi padre? ¿A caso sabes quién es? ¿Y cómo?
Sin embargo, Dexter ya se había puesto a dar un discurso sobre su relación con el Gobierno y la Marina. Vaya, la vida de aquel hombre parecía una comedia absurda... ¿es eso un mono con platillos? El despistado marine se quedó mirando al simio dando gritos y haciendo monerías con las piezas de metal, sin recordar con quién estaba ni hacerle caso a sus palabras. Al cabo de unos segundos se acordó de Dexter y vio que estaba varios metros por delante de él. Apuró el paso para alcanzarlo, rezando para que no se hubiera dado cuenta de lo que había pasado. Sólo alcanzó a escuchar algo de "porque entonces sí que sería una amenaza", y a continuación comenzó a reírse. Para evitar que se diese cuenta de que no le había prestado atención, se rió con él.
- ¡Muy bueno! Eso les enseñará a esos monos con... digo... al Gobierno - se corrigió, desviando la vista del mono.
"Bien hecho Kai, seguro que no sospecha nada" se dijo a sí mismo, con orgullo. Entonces Dexter le preguntó por la comida de los cuarteles, a lo que Kai contestó:
- Bueno, yo hubiera preferido que nos diesen mayor cantidad y más carne, pero no me quejo. Mis amables compañeros de flota me ceden su parte a veces, como una vez que me dejaron toda nuestra pizza a mi y a continuación apalizamos a un idiota con tupé que intentó atacarnos - explicó, conteniendo las babas al recordar la pizza - Y por cierto, Dexter-san, dime de una vez, ¿quién se supone que es mi padre?
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Mientras hablaba tenía la sensación de que Kai no lo estaba escuchando, pero qué se le iba a hacer. Al fin y al cabo era un Marine, y los entrenaban para ser idiotas. "Encima de que tenías la genética en tu contra vas y te metes a la Marina", pensó con cierto desdén mientras terminaba de hablar. Se había parado a mirar alguna de esas idioteces que él mismo había ido recogiendo allá por donde pasaba, o las cosas que cualquiera de los habitantes de la isla tenían por ahí y de las que se enorgullecían. En este caso le tocó el turno a un mono con platillos, o al menos eso supuso cuando su acompañante habló. La clave estaba en la palabra monos.
Y al parecer la comida aún era buena. "Entonces comodoro en proporción no es un rango tan alto, aunque como comenta ya empiezan a retirarle las proteínas de la dieta", su mente comenzó el runrún, tratando de recordar el rango que ocupaba Minato cuando lo conoció en Dressrosa. ¿Contraalmirante? Pobre Kai, le quedaba un rango para amargarse con cada comida. Aunque claro, con lo que debía cobrar a esas alturas seguro que le daba para comer bien a diario... P tal vez no. Al fin y al cabo, era un funcionario.
-Tu padre... Es complejo, pero creo que puedo explicártelo- ignoraría las partes como "Soy tu hermano", "mi padre era una maricona loca" y demás cosas que pudieran resultar extrañas en aquella conversación-. Verás, mi padre era hasta hace dieciocho años parte de la Marina. Vicealmirante, de hecho- era un buen comienzo, ahora sólo tenía que no fastidiarla-. Durante sus misiones conoció a un hombre, un delincuente bastante famoso ya en aquella época y que hoy ostenta un peligroso título a nivel mundial. Tranquilo, tu padre no es Minato- ¿Por qué estaba metiendo al Almirante de la Flota en esa conversación? Ah, cierto, porque su hermanastro era cortito-. Durante años lo estuvo vigilando para, supongo, algún día llevarlo ante la justicia. Hizo fotografías y algunos vídeos, además de tomar incontables notas sobre las aventuras de ese hombre. De hecho, gracias a mi padre hoy en día se conoce a este tipejo en algunos sitios como "El Pirata fecundador", aunque nunca compartió los documentos que lo mostraban junto a sus innumerables parejas. Tiene un total de cuarenta y dos hijos, todos ellos repartidos por el mundo y casi todos huérfanos- la historia se iba complicando. Al decirle el número exacto de hijos tal vez se asustara, o comenzara a sospechar quién era. Aunque claro, ¿Cómo un hijo de Legim iba a sospechar algo?-. Tras jubilarse empezó a viajar y a recopilar fotos de cómo iban creciendo los niños, y hasta su muerte no dejó de hacerlo. Y tras su muerte recibí toda su investigación, que emparenta a gente tremendamente dispar- hizo una pausa dramática, innecesaria pero al mismo tiempo imprescindible-. Eres hermano de Dark D. Rose, un viejo agente del Cipher Pol llamado León Zaid y un mapache. Y tu padre es el Gran Capitán Legan Legim, el Pirata Fecundador. Y tú me recuerdas mucho a él, Kai. Tienes su misma cara de Idiota.
¿Cómo reaccionaría ante todo aquello el Marine? Tal vez incluso no lo estuviera escuchando, pero si no lo había hecho era su problema. Él seguiría camino de palacio para recibir a los que le traían café, y de paso buscaría una foto de Legim y un espejo para que su "hermanito" se diese cuenta.
Y al parecer la comida aún era buena. "Entonces comodoro en proporción no es un rango tan alto, aunque como comenta ya empiezan a retirarle las proteínas de la dieta", su mente comenzó el runrún, tratando de recordar el rango que ocupaba Minato cuando lo conoció en Dressrosa. ¿Contraalmirante? Pobre Kai, le quedaba un rango para amargarse con cada comida. Aunque claro, con lo que debía cobrar a esas alturas seguro que le daba para comer bien a diario... P tal vez no. Al fin y al cabo, era un funcionario.
-Tu padre... Es complejo, pero creo que puedo explicártelo- ignoraría las partes como "Soy tu hermano", "mi padre era una maricona loca" y demás cosas que pudieran resultar extrañas en aquella conversación-. Verás, mi padre era hasta hace dieciocho años parte de la Marina. Vicealmirante, de hecho- era un buen comienzo, ahora sólo tenía que no fastidiarla-. Durante sus misiones conoció a un hombre, un delincuente bastante famoso ya en aquella época y que hoy ostenta un peligroso título a nivel mundial. Tranquilo, tu padre no es Minato- ¿Por qué estaba metiendo al Almirante de la Flota en esa conversación? Ah, cierto, porque su hermanastro era cortito-. Durante años lo estuvo vigilando para, supongo, algún día llevarlo ante la justicia. Hizo fotografías y algunos vídeos, además de tomar incontables notas sobre las aventuras de ese hombre. De hecho, gracias a mi padre hoy en día se conoce a este tipejo en algunos sitios como "El Pirata fecundador", aunque nunca compartió los documentos que lo mostraban junto a sus innumerables parejas. Tiene un total de cuarenta y dos hijos, todos ellos repartidos por el mundo y casi todos huérfanos- la historia se iba complicando. Al decirle el número exacto de hijos tal vez se asustara, o comenzara a sospechar quién era. Aunque claro, ¿Cómo un hijo de Legim iba a sospechar algo?-. Tras jubilarse empezó a viajar y a recopilar fotos de cómo iban creciendo los niños, y hasta su muerte no dejó de hacerlo. Y tras su muerte recibí toda su investigación, que emparenta a gente tremendamente dispar- hizo una pausa dramática, innecesaria pero al mismo tiempo imprescindible-. Eres hermano de Dark D. Rose, un viejo agente del Cipher Pol llamado León Zaid y un mapache. Y tu padre es el Gran Capitán Legan Legim, el Pirata Fecundador. Y tú me recuerdas mucho a él, Kai. Tienes su misma cara de Idiota.
¿Cómo reaccionaría ante todo aquello el Marine? Tal vez incluso no lo estuviera escuchando, pero si no lo había hecho era su problema. Él seguiría camino de palacio para recibir a los que le traían café, y de paso buscaría una foto de Legim y un espejo para que su "hermanito" se diese cuenta.
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La historia de Dexter llamó su atención, y al fin dejó de prestar atención a las cosas de la isla. Aun a pesar del interés que le suscitaba, tuvo que emplear todo su autocontrol para no distraerse mirando a un hombre con un circo de pulgas. Curioso, dado que no detectaba la presencia de las pulgas, ni podía verlas. ¿Serían pulgas ninja entrenadas para ocultarse a la presencia del mantra? Tal vez debería alertar al Shichibukai, tal vez fuesen peligrosos animales adiestrados para el asesinato. Pero ya se estaba distrayendo de nuevo, tal vez fuese mejor prestar atención al hombre... espera, ¿qué? "Ah vale, le he entendido mal. Mi padre no es Minato" Kai suspiró, aliviado. Aquel hombre no acababa de caerle bien. Entonces continuó explicando, y al marine no le gustó cómo empezó a derivar la historia. ¿Hermano de la capitana de los Sons of Anarchy? ¿Y de un mapache? ¿Pero qué cojones? Y entonces lo dijo. Kai se frenó en seco, sorprendido. "Soy... ¿hijo de un Yonkou? ¿Y hermano de un mapache?"
- Pero... ¿qué? Esto no tiene ningún sentido.
Y aun encima le estaba llamando idiota abiertamente. ¿Es que le estaba tomando el pelo? Apretó el puño, molesto. No toleraba aquella clase de faltas de respeto a nadie, ni siquiera a un Shichibukai. Podía tener serios problemas de concentración y una imaginación hiperactiva, pero no era ningún idiota. El marine bajó ligeramente la cabeza, y el pelo le ensombreció el rostro, al tiempo que su brazo derecho se prendía en llamas.
- No sólo tu historia no tiene sentido, sobre todo por eso de que tenga a un mapache por hermano, si no que me has llamado idiota - se puso en una guardia básica del Sokudan, con una mueca de rabia - Me da igual que seas Shichibukai o el que le come la polla al puto Gorosei. Vas a pedirme perdón y a explicarme con calma qué está pasando aquí.
Los ojos del Comodoro relucieron y sus pupilas se volvieron doradas, al tiempo que un aura roja comenzaba a brotar de su cuerpo. No iba a andarse con tonterías... si Dexter se lo tomaba como una provocación y le atacaba, iba a tener que ir con todo. Mantuvo su mantra activado, atento a todos sus movimientos, y sin dejar de fulminarlo con la mirada en ningún momento. Nada de la historia tenía sentido... ¿él, hijo de un Yonkou? ¿Qué se le había perdido a Legim en el East Blue, y por qué había abandonado a su hijo recién nacido en la isla del Sokudan? Si por alguna casualidad Dexter decía la verdad... entonces tenía asuntos pendientes con ese hombre. Tendría que encontrarlo y preguntarle por qué le negó un hogar.
- Pero... ¿qué? Esto no tiene ningún sentido.
Y aun encima le estaba llamando idiota abiertamente. ¿Es que le estaba tomando el pelo? Apretó el puño, molesto. No toleraba aquella clase de faltas de respeto a nadie, ni siquiera a un Shichibukai. Podía tener serios problemas de concentración y una imaginación hiperactiva, pero no era ningún idiota. El marine bajó ligeramente la cabeza, y el pelo le ensombreció el rostro, al tiempo que su brazo derecho se prendía en llamas.
- No sólo tu historia no tiene sentido, sobre todo por eso de que tenga a un mapache por hermano, si no que me has llamado idiota - se puso en una guardia básica del Sokudan, con una mueca de rabia - Me da igual que seas Shichibukai o el que le come la polla al puto Gorosei. Vas a pedirme perdón y a explicarme con calma qué está pasando aquí.
Los ojos del Comodoro relucieron y sus pupilas se volvieron doradas, al tiempo que un aura roja comenzaba a brotar de su cuerpo. No iba a andarse con tonterías... si Dexter se lo tomaba como una provocación y le atacaba, iba a tener que ir con todo. Mantuvo su mantra activado, atento a todos sus movimientos, y sin dejar de fulminarlo con la mirada en ningún momento. Nada de la historia tenía sentido... ¿él, hijo de un Yonkou? ¿Qué se le había perdido a Legim en el East Blue, y por qué había abandonado a su hijo recién nacido en la isla del Sokudan? Si por alguna casualidad Dexter decía la verdad... entonces tenía asuntos pendientes con ese hombre. Tendría que encontrarlo y preguntarle por qué le negó un hogar.
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Dexter se detuvo un momento. ¿Tal vez había ofendido a Kai insinuando que tenía cara de idiota? Tenía una gran carencia de tacto a veces, pero un adulto no debería ofenderse por ese tipo de cuestiones. No demasiado, al menos. Sin embargo, el Comodoro era un caso particular que no tardó en encenderse. Literalmente. "Vaya, humor de perros como el capitán", pensó, viendo el brazo del moreno volverse fuego tras decir que aquella historia no tenía sentido, y ojalá no lo tuviese. Al fin y al cabo, supondría para él tener una madre, y no dos padres con una sexualidad tan ambigua...
Pero, si las cosas ya no iban bien, empeoraron. Realmente estaba ofendido por un insulto tan nimio y casi inocente, pero lo que terminó diciendo no tuvo ninguna razón. "Shichibukai o el que le come la polla al Gorosei", repitió en su mente, ignorando casi por completo su amenaza, y ocultando su anterior sonrisa bajo una seriedad de la habitualmente no hacía gala observó de nuevo al Marine. ¿Qué demonios se creía al hablarle así? Las circunstancias de su nombramiento eran en mayor medida secretas, pero compararlo con un lameculos, o algo peor realmente lo ofendían. Y no sólo eso, sino que estaba intentando amenazarlo en su propia isla, en su hogar, en uno de los sitios donde nunca toleraba las gilipolleces del Gobierno. Además, era mayor que él, ¿Acaso no respetaba a sus mayores?
No dejó de mirar a sus ojos, ahora dorados, durante un momento. ¿De verdad podía compararlo y tomarlo por un perro del Gorosei, por una putilla del Gobierno? No lo respetaba. ¿Habría alguien en la Marina que lo hiciera? Estaba harto ya.
-Mira, tienes razón. Disculpa por la historia y por llamarte idiota- se dio la vuelta y marchó de vuelta hacia el taller. No le apetecía soportar estupideces, y tenía un submarino que construir-. En fin, ya que has terminado con tu trabajo márchate cuanto antes.
Comenzó a esquivar gente con cierta dificultad. Hasta él se veía en serios problemas cuando no tenía forma de moverse para no chocarse con el primero que pasara. Se subió la cremallera del mono con dificultad, pensando en lo difícil que iba a serle juntar a toda la familia de Legim si todos eran como Kai. "Aunque, siendo sinceros, tú no has sido demasiado paciente", respondió su cabeza mientras trataba de apartar la marea humana que había ante él. "Menuda cantidad de gente hoy. ¿Ya se habrán puesto a regalar el café?".
Finalmente, tras varios encontronazos y choques, llegó al taller, iluminado por luces blancas y poderosos focos, donde el proyecto estaba ya casi por completo listo. Por lo que veía, de hecho, lo último que quedaba era acomodar las dependencias interiores con muebles y electrodomésticos, conectarlos a la pila y lanzarlo al mar, listo para sumergirse.
-En fin, chicos, estoy listo para seguir. ¿Por dónde nos quedamos?- trabajar en ese tipo de cosas lo relajaba, y últimamente estaba muy tenso, por no comentar el incidente que había negado cualquier posibilidad de paciencia hacia la Marina-. Tengo ganas de probar el aparato.
Pero, si las cosas ya no iban bien, empeoraron. Realmente estaba ofendido por un insulto tan nimio y casi inocente, pero lo que terminó diciendo no tuvo ninguna razón. "Shichibukai o el que le come la polla al Gorosei", repitió en su mente, ignorando casi por completo su amenaza, y ocultando su anterior sonrisa bajo una seriedad de la habitualmente no hacía gala observó de nuevo al Marine. ¿Qué demonios se creía al hablarle así? Las circunstancias de su nombramiento eran en mayor medida secretas, pero compararlo con un lameculos, o algo peor realmente lo ofendían. Y no sólo eso, sino que estaba intentando amenazarlo en su propia isla, en su hogar, en uno de los sitios donde nunca toleraba las gilipolleces del Gobierno. Además, era mayor que él, ¿Acaso no respetaba a sus mayores?
No dejó de mirar a sus ojos, ahora dorados, durante un momento. ¿De verdad podía compararlo y tomarlo por un perro del Gorosei, por una putilla del Gobierno? No lo respetaba. ¿Habría alguien en la Marina que lo hiciera? Estaba harto ya.
-Mira, tienes razón. Disculpa por la historia y por llamarte idiota- se dio la vuelta y marchó de vuelta hacia el taller. No le apetecía soportar estupideces, y tenía un submarino que construir-. En fin, ya que has terminado con tu trabajo márchate cuanto antes.
Comenzó a esquivar gente con cierta dificultad. Hasta él se veía en serios problemas cuando no tenía forma de moverse para no chocarse con el primero que pasara. Se subió la cremallera del mono con dificultad, pensando en lo difícil que iba a serle juntar a toda la familia de Legim si todos eran como Kai. "Aunque, siendo sinceros, tú no has sido demasiado paciente", respondió su cabeza mientras trataba de apartar la marea humana que había ante él. "Menuda cantidad de gente hoy. ¿Ya se habrán puesto a regalar el café?".
Finalmente, tras varios encontronazos y choques, llegó al taller, iluminado por luces blancas y poderosos focos, donde el proyecto estaba ya casi por completo listo. Por lo que veía, de hecho, lo último que quedaba era acomodar las dependencias interiores con muebles y electrodomésticos, conectarlos a la pila y lanzarlo al mar, listo para sumergirse.
-En fin, chicos, estoy listo para seguir. ¿Por dónde nos quedamos?- trabajar en ese tipo de cosas lo relajaba, y últimamente estaba muy tenso, por no comentar el incidente que había negado cualquier posibilidad de paciencia hacia la Marina-. Tengo ganas de probar el aparato.
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La reacción de Dexter fue como si le hubiesen tirado un cubo de agua helada a la cara. Se quedó paralizado, sin saber muy bien cómo reaccionar ante las frías palabras del Shichibukai. Apagó el fuego del brazo y lo vio alejarse a paso rápido entre la multitud, pensativo. "Me he pasado" se dio cuenta, cruzándose de brazos. ¿Por qué había admitido tan rápido que era una tontería? "Estaba ofendido... ¿y si lo decía en serio?" Eso significaría que era hijo de un pirata, y no de uno cualquiera. Ojalá Dexter hubiese bromeado o se hubiera confundido. Que fuese hijo de Legim implicaría casi seguramente si la Marina se enteraba, junto con que fuese conocido y aprendiz de Karl, su destitución y encarcelamiento. Era curioso que alguien como él fuese marine, y uno leal y de ideales férreos por añadidura. Con un suspiro, comenzó a correr en la dirección en que se había ido Dexter.
- Mierda... en menudos líos me meto. ¿No será mejor si no lo confirmo? - se dijo a sí mismo, murmurando entre dientes.
No saberlo tal vez le ahorraría problemas y la posibilidad de que se le fuese la lengua en un futuro. Incluso el secreto mejor guardado podía salir a la luz tras siete u ocho jarras de cerveza, y el comodoro sentía cierta debilidad hacia el dorado líquido. "Bueno, dorado, negro, rojo o lo que me pongan delante. Como si es verde. Cerveza verde... ¿sabría a hierba una así?" El distraído marine comenzó a divagar, imaginándose cada vez cosas más extrañas, como teorías sobre el sabor de un licor de albahaca. Finalmente recordó qué era lo que buscaba, y se dio cuenta de que no tenía ni idea de dónde estaba. Suspiró, y se centró en su mantra. Una presencia tan intensa como la de Dexter no debía ser difícil de localizar. Aceleró el paso, esquivando a la marea de gente y apartando la mirada del mono con platillos, y acabó junto a la fábrica. Entró a paso apresurado.
- ¡Dexter! Mira, lo siento. Lo que me dijiste fue muy... repentino - dijo, sin tener muy claro cómo disculparse - Perdona. ¿Podrías explicarme bien por qué crees que soy... hijo de esa persona? Al fin y al cabo, el mundo es grande y podría ser una coincidencia el que me parezca algo a él. ¿Y qué es eso de que un mapache es mi hermano?
Tal vez lo mejor fuese confirmarlo. Mejor estar prevenido, pues prefería saber si corría riesgo por tener un padre así. Al fin y al cabo, si Dexter lo había reconocido con tanta facilidad, ¿no podría hacerlo cualquier otro que prestase atención a los carteles? Prefería ir sabiendo lo que le esperaba a quedarse con la duda.
- Mierda... en menudos líos me meto. ¿No será mejor si no lo confirmo? - se dijo a sí mismo, murmurando entre dientes.
No saberlo tal vez le ahorraría problemas y la posibilidad de que se le fuese la lengua en un futuro. Incluso el secreto mejor guardado podía salir a la luz tras siete u ocho jarras de cerveza, y el comodoro sentía cierta debilidad hacia el dorado líquido. "Bueno, dorado, negro, rojo o lo que me pongan delante. Como si es verde. Cerveza verde... ¿sabría a hierba una así?" El distraído marine comenzó a divagar, imaginándose cada vez cosas más extrañas, como teorías sobre el sabor de un licor de albahaca. Finalmente recordó qué era lo que buscaba, y se dio cuenta de que no tenía ni idea de dónde estaba. Suspiró, y se centró en su mantra. Una presencia tan intensa como la de Dexter no debía ser difícil de localizar. Aceleró el paso, esquivando a la marea de gente y apartando la mirada del mono con platillos, y acabó junto a la fábrica. Entró a paso apresurado.
- ¡Dexter! Mira, lo siento. Lo que me dijiste fue muy... repentino - dijo, sin tener muy claro cómo disculparse - Perdona. ¿Podrías explicarme bien por qué crees que soy... hijo de esa persona? Al fin y al cabo, el mundo es grande y podría ser una coincidencia el que me parezca algo a él. ¿Y qué es eso de que un mapache es mi hermano?
Tal vez lo mejor fuese confirmarlo. Mejor estar prevenido, pues prefería saber si corría riesgo por tener un padre así. Al fin y al cabo, si Dexter lo había reconocido con tanta facilidad, ¿no podría hacerlo cualquier otro que prestase atención a los carteles? Prefería ir sabiendo lo que le esperaba a quedarse con la duda.
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-Vamos a levantar esa chapa, que no me fío- comentó con una sonrisa maliciosa mientras sacaba la lengua al ingeniero, que lo miraba con gesto de dignidad. "No voy a responder a ese comentario" era lo que decían sus ojos, y la verdad, era mejor. No llegaba de demasiado buen humor, y aunque había intentado hacer una ligera broma, si se la devolvían tal vez acabase enfadándose más. Estúpido Kai, ¿Por qué tenía que ofenderlo en una de las pocas cosas que le dolían? Era casi cruel entristecerse porque su fama de sanguinario no fuese tan extendida después de en tres años no haber cometido ningún delito (al menos a ojos del gobierno), aunque sospechaba que la visita de Impel Down se mantenía en simple secreto, y de ahí tanta vigilancia a su isla. Aún así no lograrían captar su comunicación con Krauser.
Desarmó la sección B-41 y continuó con su trabajo, revisando el cableado, prestando especial atención a la calefacción. En el fondo del mar, cualquier fallo del aislante podía provocar una maravillosa muerte por hipotermia, y no le hacía gracia esa posibilidad, más aún teniendo en cuenta que el vehículo estaba pensado para viajar acompañado. "Aunque tal vez la falta de calefacción pueda calentar las cosas", pensaba mientras ojeaba cada detalle en el interior de aquel artefacto. John y Jack lo habían hecho realmente bien, incluso para lo que solía ser su capacidad de trabajo. Nunca dejarían de sorprenderlo.
-Vale chicos, manos a la obra.
Recolocó la carcasa y se acercó a los electrodomésticos. La cocina estaba hecha completamente a medida, y por suerte la entrada era el doble que una puerta normal. Agarró una carretilla y colocó el horno sobre él, mientras sus compañeros tomaban las tablas que formarían el mobiliario una vez lo montase. Curiosamente él se iba a encargar de la madera, y los ingenieros de situar las máquinas, aunque él podría encargarse de todo; al fin y al cabo él era...
¡Ese imbécil! ¿En serio volvía para molestarlo de nuevo? En fin... Parecía que quería disculparse. Bueno, por lo menos tenía educación, aunque unos modales muy mejorables y una atención más bien limitada. Todo un ejemplar digno de la Marina, Minato debía estar tan encantado como con aquel Vicealmirante que fumaba para las fotos.
-Ya te lo he explicado- dijo, comenzando a moverse de cara al submarino, sin prestar demasiada atención al Marine-. Mi Padre vigiló muchos años a Legim, y tú estás como hijo número 29. Además de que con diferencia eres el que más se parece a él de todos... También me recuerdas a otra persona, aunque eso es por tu guardia; me recuerda a un viejo amigo que conocí en Momoiro. Cuando él vivía, los Marines no tenían déficit de atención...
Desarmó la sección B-41 y continuó con su trabajo, revisando el cableado, prestando especial atención a la calefacción. En el fondo del mar, cualquier fallo del aislante podía provocar una maravillosa muerte por hipotermia, y no le hacía gracia esa posibilidad, más aún teniendo en cuenta que el vehículo estaba pensado para viajar acompañado. "Aunque tal vez la falta de calefacción pueda calentar las cosas", pensaba mientras ojeaba cada detalle en el interior de aquel artefacto. John y Jack lo habían hecho realmente bien, incluso para lo que solía ser su capacidad de trabajo. Nunca dejarían de sorprenderlo.
-Vale chicos, manos a la obra.
Recolocó la carcasa y se acercó a los electrodomésticos. La cocina estaba hecha completamente a medida, y por suerte la entrada era el doble que una puerta normal. Agarró una carretilla y colocó el horno sobre él, mientras sus compañeros tomaban las tablas que formarían el mobiliario una vez lo montase. Curiosamente él se iba a encargar de la madera, y los ingenieros de situar las máquinas, aunque él podría encargarse de todo; al fin y al cabo él era...
¡Ese imbécil! ¿En serio volvía para molestarlo de nuevo? En fin... Parecía que quería disculparse. Bueno, por lo menos tenía educación, aunque unos modales muy mejorables y una atención más bien limitada. Todo un ejemplar digno de la Marina, Minato debía estar tan encantado como con aquel Vicealmirante que fumaba para las fotos.
-Ya te lo he explicado- dijo, comenzando a moverse de cara al submarino, sin prestar demasiada atención al Marine-. Mi Padre vigiló muchos años a Legim, y tú estás como hijo número 29. Además de que con diferencia eres el que más se parece a él de todos... También me recuerdas a otra persona, aunque eso es por tu guardia; me recuerda a un viejo amigo que conocí en Momoiro. Cuando él vivía, los Marines no tenían déficit de atención...
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Con un suspiro, Kai se llevó una mano al pelo y comenzó a jugar con este, algo arrepentido. Tenía que empezar a intentar prestar más atención cuando le hablaban, o seguiría metiéndose en malentendidos como aquel. Si no hubiese estado en su mundo como acostumbraba, hubiese escuchado lo de las fotos y podría haberle pedido que se las enseñara sin más. Cierto era que Dexter había cometido un error llamándole idiota, pero no era excusa para su comportamiento. Este le había dicho cuáles eran sus orígenes de manera desinteresada, e incluso había ignorado su insulto a pesar de que era lo bastante fuerte como para darle una lección. Le debía una buena disculpa, aun a pesar de que no le había gustado que mencionase quién era su padre delante de aquella gente. Tragándose su orgullo, se inclinó ante él en un gesto respetuoso
- Lo siento. He sido irreflexivo y me he dejado llevar por mis emociones. Supongo que tal vez sí sea un poco tonto para algunas cosas.
Volvió a erguirse, algo incómodo por haber tenido que pisotear su ego de aquella manera, pero bastante más tranquilo. Se fijó en la enorme bestia metálica en la que estaban trabajando con cierta curiosidad. ¿Qué sería? ¿Alguna clase de navío? No... no tenía cubierta, ni velas, ni nada similar. Perdiendo el interés en el aparato, volvió a mirar a Dexter. ¿Quién era realmente ese hombre, y qué buscaba realmente al decirle eso? ¿O por qué se había tomado la molestia de leer la aparentemente extensa investigación de su padre lo suficiente como para incluso recordar que él era el hijo número 29? Entonces recordó otro detalle de sus palabras. ¿Su guardia? ¿Había conocido a otro monje del Sokudan en el pasado?
- Por cierto, ¿puedo preguntarte quién es esa otra persona a la que viste empleando los mismos movimientos que yo? Si también empleaba Sokudan, tal vez lo conozca.
La mayoría de monjes permanecían en la isla tras terminar su adiestramiento. Él y Karl habían sido unos de los pocos que la habían abandonado para buscar su propio camino. Cabía la posibilidad de que se hubiese topado con su senpai, y de ser así le interesaba saberlo. Sin embargo las posibilidades eran bajas; eran pocos, pero no tanto como para que cualquiera que hubiese visto a un practicante de su arte marcial hubiese tenido que ser Karl. Además, había gente que conocía el estilo sin ser miembro de la Orden, bien por pura imitación o por haberse entrenado con algún monje.
- Lo siento. He sido irreflexivo y me he dejado llevar por mis emociones. Supongo que tal vez sí sea un poco tonto para algunas cosas.
Volvió a erguirse, algo incómodo por haber tenido que pisotear su ego de aquella manera, pero bastante más tranquilo. Se fijó en la enorme bestia metálica en la que estaban trabajando con cierta curiosidad. ¿Qué sería? ¿Alguna clase de navío? No... no tenía cubierta, ni velas, ni nada similar. Perdiendo el interés en el aparato, volvió a mirar a Dexter. ¿Quién era realmente ese hombre, y qué buscaba realmente al decirle eso? ¿O por qué se había tomado la molestia de leer la aparentemente extensa investigación de su padre lo suficiente como para incluso recordar que él era el hijo número 29? Entonces recordó otro detalle de sus palabras. ¿Su guardia? ¿Había conocido a otro monje del Sokudan en el pasado?
- Por cierto, ¿puedo preguntarte quién es esa otra persona a la que viste empleando los mismos movimientos que yo? Si también empleaba Sokudan, tal vez lo conozca.
La mayoría de monjes permanecían en la isla tras terminar su adiestramiento. Él y Karl habían sido unos de los pocos que la habían abandonado para buscar su propio camino. Cabía la posibilidad de que se hubiese topado con su senpai, y de ser así le interesaba saberlo. Sin embargo las posibilidades eran bajas; eran pocos, pero no tanto como para que cualquiera que hubiese visto a un practicante de su arte marcial hubiese tenido que ser Karl. Además, había gente que conocía el estilo sin ser miembro de la Orden, bien por pura imitación o por haberse entrenado con algún monje.
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-Chicos, ¿Tenemos por aquí alguno de los carteles nuevos? De esos en los que no parece un imbécil integral- dijo en voz alta mientras arrastraba la carretilla hacia el interior, y hacía con una mano un gesto al Marine para que lo acompañase al interior del Submarino-. Que tengo que enseñarle cómo se parece al borracho.
-Creo que dejamos uno en el despacho de Tom, por eso de que se iba a encargar él de su placa conmemorativa en la calle de vinos. Sólo que igual lo tiene hecho todo un desastre, vaya.
Dexter dejó la carretilla un momento, apartada de la puerta pero en la estancia interior, y miró al Marine. ¿De verdad le estaba preguntando por el otro practicante de Sokudan que conocía? Karl era lo suficientemente famoso como para saber que casi cualquier persona con un mínimo de importancia en el panorama actual lo había conocido. La duda en aquel caso era ofensiva, si cabe decirlo. Aunque, rompiendo una lanza a favor de Kai, ni aunque Karl hubiese reconocido que en Momoiro conoció una persona sólo habría podido decir que se enfrentó a una mujer de cabellera blanca y negra a partes iguales. Eso si se había dado cuenta de que no era la capitana Marine a la que estaba suplantando aquel día.
-Pues la verdad, si no conoces al Gran Maestro de la Orden del Sokudan tienes un pequeño problema- comentó sin darle demasiada importancia-. ¡John, ¿Podrías ir a buscar el cartel de Legim al despacho de Tom?!- gritó, mientras trataba de recordar dónde estaba lo que buscaba... ¿Habían montado ya el baño? Estaba casi seguro de que el espejo ya estaba allí desde el primer día, más que nada porque era demasiado delicado para tenerlo arriesgándose a romperlo con cualquier tontería... Empezando por aquellos brazos robóticos que había construido y que podían dar problemas en cualquier momento-. En realidad nunca llegamos a congeniar demasiado él y yo. Era demasiado... Serio para mi gusto. La verdad es que incluso en Mariejoa intenté detenerlo, pero pasó de relámpago a meteorito demasiado pronto.
Mientras hablaba no tardó en llegar el ingeniero con el cartel aunque estaba algo manchado de cal y tiza y, por supuesto, tenía un bigote pintado. Tenía un aspecto muy elegante, como si se tratase de un detective venido de Dark Dome City en una novela de misterio de sexagenaria con demencia senil. Le quedaba bien, o al menos mejor que las manchas de borrachera y las ojeras por pasar día y noche de juerga constante. En fin...
-¿Puedes reconocerte en esta imagen? Si me ayudas a colocar lo que hay fuera te llevo hasta mi casa y te enseño las fotos. El espejo está ahí, por cierto- señaló el cuarto de baño, esperando que fuera hasta allí. Todo aquello si lo había acompañado, claro.
-Creo que dejamos uno en el despacho de Tom, por eso de que se iba a encargar él de su placa conmemorativa en la calle de vinos. Sólo que igual lo tiene hecho todo un desastre, vaya.
Dexter dejó la carretilla un momento, apartada de la puerta pero en la estancia interior, y miró al Marine. ¿De verdad le estaba preguntando por el otro practicante de Sokudan que conocía? Karl era lo suficientemente famoso como para saber que casi cualquier persona con un mínimo de importancia en el panorama actual lo había conocido. La duda en aquel caso era ofensiva, si cabe decirlo. Aunque, rompiendo una lanza a favor de Kai, ni aunque Karl hubiese reconocido que en Momoiro conoció una persona sólo habría podido decir que se enfrentó a una mujer de cabellera blanca y negra a partes iguales. Eso si se había dado cuenta de que no era la capitana Marine a la que estaba suplantando aquel día.
-Pues la verdad, si no conoces al Gran Maestro de la Orden del Sokudan tienes un pequeño problema- comentó sin darle demasiada importancia-. ¡John, ¿Podrías ir a buscar el cartel de Legim al despacho de Tom?!- gritó, mientras trataba de recordar dónde estaba lo que buscaba... ¿Habían montado ya el baño? Estaba casi seguro de que el espejo ya estaba allí desde el primer día, más que nada porque era demasiado delicado para tenerlo arriesgándose a romperlo con cualquier tontería... Empezando por aquellos brazos robóticos que había construido y que podían dar problemas en cualquier momento-. En realidad nunca llegamos a congeniar demasiado él y yo. Era demasiado... Serio para mi gusto. La verdad es que incluso en Mariejoa intenté detenerlo, pero pasó de relámpago a meteorito demasiado pronto.
Mientras hablaba no tardó en llegar el ingeniero con el cartel aunque estaba algo manchado de cal y tiza y, por supuesto, tenía un bigote pintado. Tenía un aspecto muy elegante, como si se tratase de un detective venido de Dark Dome City en una novela de misterio de sexagenaria con demencia senil. Le quedaba bien, o al menos mejor que las manchas de borrachera y las ojeras por pasar día y noche de juerga constante. En fin...
-¿Puedes reconocerte en esta imagen? Si me ayudas a colocar lo que hay fuera te llevo hasta mi casa y te enseño las fotos. El espejo está ahí, por cierto- señaló el cuarto de baño, esperando que fuera hasta allí. Todo aquello si lo había acompañado, claro.
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