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El viento soplaba con fuerza haciendo que la barca avanzara con más rapidez, asemejándose a un pequeño proyectil que se dirigía a toda potencia hacia un punto fijo, llamado destino. A lo lejos, el pirata llamado Glash D. Brandom, podía visualizar la isla Kukan; concretamente la única playa de ese islote que servía como vía de acceso. Unos mercaderes que se encontró durante su viaje, le informaron de la existencia de dicho lugar; explicándole lo que cuentan las leyendas sobre unas tierras desconocidas, ya que pocas personas habían salido con vida y aquellos que volvían, acababan locos. Otro rasgo característico de la isla era su única entrada, una solitaria playa que había en el sud, todo lo demás eran vertiginosos acantilados que se presentaban como gigantes en las costas de ese islote, mostrando un difícil acceso y una imposible parada del navío en esas inmediaciones. El ingenuo que decidiera acercarse a nado, corría el peligro de que el oleaje acabara estampándolo contra las enromes rocas.
El pirata avanzaba por ese mar, ya visualizaba la arena de la costa y las palmeras que se apreciaban a la primera línea de vegetación. El único problema era el nubarrón que se iba acercando, no parecía traer tormenta pero alguna lluvia podía precipitarse sobre aquella zona de la isla. Brand mantenía el rumbo de su transporte, notando el viento soplar a su favor y decidió que no hacía falta la ayuda de los remos, por lo que esperó hasta que visualizó el suelo a través de las cristalinas aguas, luego se descalzó y se lanzó al mar. El agua le cubría hasta las rodillas y se acercó hacia la barca para sujetarla, empezó a estirar hasta notar como la parte sumergida rozaba con la arena. Ahora tenía que agarrar con firmeza las dos cuerdas que anudaban al mástil del transporte marítimo, una vez sujetadas empezó a estirar para arrastrar la pequeña barca hacia el interior de la playa. No podía arriesgarse a que la corriente se llevara su preciado transporte. Las venas empezaron a marcarse en su cuello, su rostro se enrojecía ante la fuerza que hacía para arrastrarlo. El joven le ponía ganas y en sus brazos se marcaban esos músculos, fruto del entrenamiento que había recibido durante gran parte de su vida.
- Un poquito más… vamos… - gruñía mientras estiraba, avanzando metro a metro ganando cada vez más territorio de la costa, dejando esa característica línea en la arena. Finalmente Brandom logró llevar la barca a un rincón, escondiéndola entre unas grandes piedras. Se dedicó a recoger hojas de las palmeras para cubrir la barca y así asegurarse de que nadie se la llevaría. Después de esconder su transporte, se dedicó a quitar el rastro que había dejado al arrastrar la barca hacia el lugar indicado.
Al acabar de borrar toda pista que dedujera que una barca había sido escondida, las gotas empezaron a dibujar pequeñitos puntitos húmedos en la arena. Una llovizna se cernió sobre esa parte de la isla, el pirata alzo los ojos viendo esa nube, notando el agua recaer por sus rostro.
- ¡La bolsa! – se llevó la mano en la cara, que mira que es olvidadizo el joven espadachín. Se encaminó hacia la oculta barca y no tardó ni un minuto en sacar una mochila, que acabó colgándosela en la espalda. Volvió a dejar todo escondido, borrando sus propias huellas en la arena hasta una distancia prudencial, asegurándose de que la barca se mantenía oculta a ojos de terceros. Se giró para mirar la vegetación formada por palmeras, agudizó la vista percatándose de la presencia de un bosque – Según los marineros… debo de encontrar un poblado de los Kukistis…. No… Kukostis… o era Kirikistris… - se llevó las manos a la cabeza - ¡Oh! ¡Mierda no me acuerdo! – sacó la libreta para releer las últimas páginas - ¡No lo apunté! – suspiró algo decaído, dándose por vencido.
<< Bueno… el nombre es información que puede pasar por alto ¿No? Espero que sí… >>
Inspiró aire, su valía se incrementó como el oxígeno en sus pulmones - ¡Para la aventura! – con una sonrisa en su rostro se aventuró el espadachín hacia las palmeras y de allí se adentró a ese frondoso bosque. La llovizna lo acompañaba empapando un poco el pelo blanco y los ropajes que llevaba, concretamente Brandom tenía una especie de kimono negro y una prenda superior de un color blanco, que quedaba sobreexpuesta a la prenda interior. En su cinturón colgaba una katana, un Wakizashi y un boken. En su espalda, anudada en una especie de tela que surcaba su hombro juntando su torso y espalda, colgaba otra katana.
La silueta del pirata acabó perdiéndose entre la vegetación y la llovizna, el muchacho seguía un rumbo fijo apartando las ramas con sus manos con unos movimientos suaves, sin ser brusco, al fin y al cabo se sentía como en casa al chafar aquel terreno, le encantaba la naturaleza.
- Acantilados:
El pirata avanzaba por ese mar, ya visualizaba la arena de la costa y las palmeras que se apreciaban a la primera línea de vegetación. El único problema era el nubarrón que se iba acercando, no parecía traer tormenta pero alguna lluvia podía precipitarse sobre aquella zona de la isla. Brand mantenía el rumbo de su transporte, notando el viento soplar a su favor y decidió que no hacía falta la ayuda de los remos, por lo que esperó hasta que visualizó el suelo a través de las cristalinas aguas, luego se descalzó y se lanzó al mar. El agua le cubría hasta las rodillas y se acercó hacia la barca para sujetarla, empezó a estirar hasta notar como la parte sumergida rozaba con la arena. Ahora tenía que agarrar con firmeza las dos cuerdas que anudaban al mástil del transporte marítimo, una vez sujetadas empezó a estirar para arrastrar la pequeña barca hacia el interior de la playa. No podía arriesgarse a que la corriente se llevara su preciado transporte. Las venas empezaron a marcarse en su cuello, su rostro se enrojecía ante la fuerza que hacía para arrastrarlo. El joven le ponía ganas y en sus brazos se marcaban esos músculos, fruto del entrenamiento que había recibido durante gran parte de su vida.
- Un poquito más… vamos… - gruñía mientras estiraba, avanzando metro a metro ganando cada vez más territorio de la costa, dejando esa característica línea en la arena. Finalmente Brandom logró llevar la barca a un rincón, escondiéndola entre unas grandes piedras. Se dedicó a recoger hojas de las palmeras para cubrir la barca y así asegurarse de que nadie se la llevaría. Después de esconder su transporte, se dedicó a quitar el rastro que había dejado al arrastrar la barca hacia el lugar indicado.
Al acabar de borrar toda pista que dedujera que una barca había sido escondida, las gotas empezaron a dibujar pequeñitos puntitos húmedos en la arena. Una llovizna se cernió sobre esa parte de la isla, el pirata alzo los ojos viendo esa nube, notando el agua recaer por sus rostro.
- ¡La bolsa! – se llevó la mano en la cara, que mira que es olvidadizo el joven espadachín. Se encaminó hacia la oculta barca y no tardó ni un minuto en sacar una mochila, que acabó colgándosela en la espalda. Volvió a dejar todo escondido, borrando sus propias huellas en la arena hasta una distancia prudencial, asegurándose de que la barca se mantenía oculta a ojos de terceros. Se giró para mirar la vegetación formada por palmeras, agudizó la vista percatándose de la presencia de un bosque – Según los marineros… debo de encontrar un poblado de los Kukistis…. No… Kukostis… o era Kirikistris… - se llevó las manos a la cabeza - ¡Oh! ¡Mierda no me acuerdo! – sacó la libreta para releer las últimas páginas - ¡No lo apunté! – suspiró algo decaído, dándose por vencido.
<< Bueno… el nombre es información que puede pasar por alto ¿No? Espero que sí… >>
Inspiró aire, su valía se incrementó como el oxígeno en sus pulmones - ¡Para la aventura! – con una sonrisa en su rostro se aventuró el espadachín hacia las palmeras y de allí se adentró a ese frondoso bosque. La llovizna lo acompañaba empapando un poco el pelo blanco y los ropajes que llevaba, concretamente Brandom tenía una especie de kimono negro y una prenda superior de un color blanco, que quedaba sobreexpuesta a la prenda interior. En su cinturón colgaba una katana, un Wakizashi y un boken. En su espalda, anudada en una especie de tela que surcaba su hombro juntando su torso y espalda, colgaba otra katana.
La silueta del pirata acabó perdiéndose entre la vegetación y la llovizna, el muchacho seguía un rumbo fijo apartando las ramas con sus manos con unos movimientos suaves, sin ser brusco, al fin y al cabo se sentía como en casa al chafar aquel terreno, le encantaba la naturaleza.
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Una gota cayó sobre su nariz, haciendo que esta se arrugase y que la chica de cabellos anaranjados frunciera el ceño y entreabriera los ojos justo cuando otra gota cayó sobre su mejilla. -Yo quería dormir más...- Se quejó al tiempo que se incorporaba, quedando sentada sobre la rama del árbol que había estado usando de cama. Cualquiera diría que dormir así era para animales y que una cama era mucho más cómoda, pero la joven ya estaba acostumbrada y lo cierto era que le gustaba. Comenzó a desperezarse, estirándose al tiempo que se le escapaba un bostezo, el cual dejo escapar sin taparse la boca. Ahora que ya no estaba bajo la tutela de Keima, no tenía porque comportarse como la "señorita Akane", cosa que agradecía, pues aquella situación siempre le pareció ridícula y molesta. -Buenos días Eagle...- Murmuró la joven en lo que parecía un idioma extraño a causa de su cansancio. Su compañera contestó con un graznido, el cual asustó a Owl y causó que este casi se cayera del árbol, de no ser que la joven reacciono, aún estando dormida, agarrando al pequeño en brazos y cayendo ella al suelo, quedando de pie sobre algo blando, que en principio, consideró que era musgo, tampoco se molesto en mirar hacia abajo. Simplemente paso de lado, volviendo a trepar al árbol en un abrir y cerrar de ojos.
-Tal ve deberíamos buscar otro lugar para descansar...No me desagrada la lluvia, pero podriamos... ¡Achís!... Resfriarnos...- Dijo frotándose la nariz, molesta. Lo último que necesitaba era coger gripe en un lugar sin fármacos, o peor, que se resfriaran sus acompañantes, ya que ella rara ve se ponía enferma. Y con esos pensamientos, la joven tomó sus pertenencias y bajo otra vez del que había sido su árbol, en busca de un bonito y seco lugar para establecerse, saliente de rocas, una cueva, un poblado...Había escuchado rumores de que había alguno, ¿lo encontraría? Lo encontrara o no sería mejor comenzar a avanzar, ¿y qué mejor forma de hacerlo que poniéndose a cantar por el camino?
La chica tomó aire, cerró los ojos y la música comenzó a salir de entre sus labios al expulsar el aire tomado, una melodía sobre un bosque de los recuerdos:
-Tal ve deberíamos buscar otro lugar para descansar...No me desagrada la lluvia, pero podriamos... ¡Achís!... Resfriarnos...- Dijo frotándose la nariz, molesta. Lo último que necesitaba era coger gripe en un lugar sin fármacos, o peor, que se resfriaran sus acompañantes, ya que ella rara ve se ponía enferma. Y con esos pensamientos, la joven tomó sus pertenencias y bajo otra vez del que había sido su árbol, en busca de un bonito y seco lugar para establecerse, saliente de rocas, una cueva, un poblado...Había escuchado rumores de que había alguno, ¿lo encontraría? Lo encontrara o no sería mejor comenzar a avanzar, ¿y qué mejor forma de hacerlo que poniéndose a cantar por el camino?
La chica tomó aire, cerró los ojos y la música comenzó a salir de entre sus labios al expulsar el aire tomado, una melodía sobre un bosque de los recuerdos:
¿Dónde está ahora aquel lejano paisaje?
Aquel en el que jugábamos,
en un riachuelo iluminado
por la luz del sol...
Aquel en el que jugábamos,
en un riachuelo iluminado
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El espadachín se encargó de coger un coco a lo alto de una palmera, justo en el momento en que se iniciaba ese frondoso bosque de espesa vegetación. Con la ayuda del filo de su wakizashi, hizo un pequeño orificio para ir bebiendo el líquido que había en el interior. La fruta estaba en perfectas condiciones, notaba el sabor del coco recorrer su paladar hasta perderse por la garganta.
- Mmmm… - se relamía los labios el peliblanco, manteniendo un paso ligero entre toda la flora. De golpe, paró su andar para observar una curiosa planta, le llamó la atención por sus vivos colores y maravillosa forma. El pirata, sentía cierta atracción por las plantas y con cierta curiosidad deslizó la yema del dedo por una de las delicadas hojas. La fascinación que cautivó a Brand, le impidió ser consciente del sonido de la fauna; del graznido de un animal, concretamente de un águila.
En el momento en que estaba observando ese tipo de planta, algo se apoyó en su cabeza por lo que su gesto fue agacharla un poco y cerrar los ojos, mera acción refleja.
<< ¿Qué coño…? ¿Dos pies? >> fueron sus primeros pensamientos, que duraron escaso segundo ya que esa presión dejó de existir.
Se llevó la mano a la cabeza, no había sentido ningún contundente golpe, fue un simple apoyo. El espadachín se fijó en el movimiento de las ramas y las hojas de aquel inmenso árbol, tal vez el viento o el movimiento de algún animal.
<< ¿Qué ha sido eso? Los marineros me dijeron que habían monos… >> giró su cabeza para mirar el estado de su mochila, todo cerrado. Volvió a alzar su vista para mirar aquellos árboles, mientras esas gotas de la llovizna chispeaban en su rostro, haciendo que entrecerrara los ojos. No veía nada fuera de lo normal, aunque su campo de visión era muy reducido por culpa de la cantidad de ramas que habitaban por esos bosques.
Sin más retraso, sujetó el coco y se puso a caminar de nuevo dirección al este, apartando con sus manos las plantas que le entorpecían. Volvía a beber del coco alzándolo sobre su cabeza dejando que el líquido recayera limpio entre sus labios.
<< Mmm… delicioso… >>
El cantó de una voz femenina resurgió como una suave melodía, que recorría el ambiente de aquella zona del bosque, llegando a “hechizar” al pirata. De por sí, el joven ya es curioso, sumándole esa preciosa entonación da como resultado que Brand decida averiguar el origen de aquella voz.
<< ¿Quién estará cantando? Tiene una voz muy bonita, pero si aparezco dejará de cantar… >>
El peliblanco saltó con agilidad a uno de los árboles, escalándolo sin problema alguno. Lo siguiente fue ir de rama en rama por las zonas altas, cercanas a las copas. Glash D. Brandom podía escuchar cada vez más cerca la voz femenina, al poco tiempo ya podía visualizar entre las ramas la figura femenina que caminaba con naturalidad. El pirata había conseguido tener una cierta facilidad, para desenvolverse en terreno boscoso; pasando de rama en rama. Dicha habilidad no le permitía que en ciertas ocasiones metiera la pata, en uno de esos saltos se percató tarde del nido de aves que había en la rama que iba aterrizar, en pleno aire corrigió su trayectoria cayendo al vacío, tenía calculado sujetarse con la rama de más abajo… sus predicciones fueron claramente erróneas ya que sus dedos no llegaron a rozar el soporte que le iba a permitir no caer al vació.
- ¡Mierda! – musitó en un gesto de sorpresa, mientras se precipitaba al vacío. Las ramas iban amortiguando la caída del peliblanco, dejando escuchar los crujidos de la madera y la cantidad de hojas que se mezclaban con la llovizna recayendo en suaves movimientos hacia el suelo. Entre esa suavidad el cuerpo del espadachín surgió de la espesa vegetación que poblaba en esos árboles, cayendo hacia el suelo a un par de metros de la chica.
El golpe fue acompañado por un leve quejido, Brand estaba tendido boca abajo y empezó a mover lentamente los dedos de las manos y los pies; luego se incorporó mirándose las extremidades superiores e inferiores, nada roto.
- Uff… era mejor que sucediera esto, no podía destrozar aquel nido con los huevos… - comentó mientras se palmeaba la ropa con sus manos, para quitar las ramillas y algo de la suciedad; aunque la llovizna no ayudaba a tal propósito haciendo que los ropajes se empaparan un poco.
<< Espera, falta algo ¿Y esa canción? >>
Alzó su rostro observando una figura femenina, debería de rondar su edad y le llamó la atención el color carmesí de su cabello. Al igual que el color de sus ojos, de un violeta intenso. Brand parpadeó un par de veces analizando la situación en que se encontraba, había caído de los árboles al calcular mal la distancia de una rama, con la finalidad de salvar aquel nido.
- Esto… ¡Hola! – Allí saludó el peliblanco con una sonrisa en los labios y las mejillas sonrojadas. Una graciosa hoja adornaba la parte izquierda del flequillo, algo recaído por el agua.
<< Y ahora… ¿Le digo que la estaba escuchando? ¿Qué me he caído accidentalmente de las ramas? ¿Se pensará que la estaba espiando? ¡Ah! ¡Qué quebradero de cabeza! >>
- Me llamo Brand - inspiró aire y lo soltó – Estaba caminando y escuché una voz cantar, entonces decidí ver el origen de la melodía y… bueno acabé aquí – luego se inclinó un poco, en gesto de disculpas – Perdón por interrumpirte, no era mi intención. Me hubiera gustado seguir escuchándote – luego añadió, así para evitar el tema – En esa dirección hay un poblado que habitan personas llamadas kukistis, me dirigía hacia allí – al señalar, se percató de que no tenía su fruta.
<< Ohh… he perdido el coco… >>
Era cierto, el pirata había perdido el coco en esa caída. La fruta se separó de sus manos en el momento en que se precipitaba al vacío, pero por casualidades de la vida aterrizó en su cabeza.
- Auchhh… - se llevó las manos a la cabeza y por acto reflejo sujetó el coco - ¡El coco! – exclamó con cierta alegría, aunque un chichón se avecinaba en el cogote. En los árboles un grupo de unos tres monos, de pequeño tamaño, se reían señalando al peliblanco; habían sido los causantes de tirarle esa fruta a la cabeza.
<< Deben de ser estos los Kukakis… ahora entiendo el advertimiento de esos marineros en llevar una especie de casco >>
Los azulados ojos del pirata volvieron a mirar a la desconocida que tenía al frente ¿Viviría en aquella isla? ¿Estaría buscando esas tierras desconocidas que tanto ansiaba encontrar Brandom?
- Mmmm… - se relamía los labios el peliblanco, manteniendo un paso ligero entre toda la flora. De golpe, paró su andar para observar una curiosa planta, le llamó la atención por sus vivos colores y maravillosa forma. El pirata, sentía cierta atracción por las plantas y con cierta curiosidad deslizó la yema del dedo por una de las delicadas hojas. La fascinación que cautivó a Brand, le impidió ser consciente del sonido de la fauna; del graznido de un animal, concretamente de un águila.
En el momento en que estaba observando ese tipo de planta, algo se apoyó en su cabeza por lo que su gesto fue agacharla un poco y cerrar los ojos, mera acción refleja.
<< ¿Qué coño…? ¿Dos pies? >> fueron sus primeros pensamientos, que duraron escaso segundo ya que esa presión dejó de existir.
Se llevó la mano a la cabeza, no había sentido ningún contundente golpe, fue un simple apoyo. El espadachín se fijó en el movimiento de las ramas y las hojas de aquel inmenso árbol, tal vez el viento o el movimiento de algún animal.
<< ¿Qué ha sido eso? Los marineros me dijeron que habían monos… >> giró su cabeza para mirar el estado de su mochila, todo cerrado. Volvió a alzar su vista para mirar aquellos árboles, mientras esas gotas de la llovizna chispeaban en su rostro, haciendo que entrecerrara los ojos. No veía nada fuera de lo normal, aunque su campo de visión era muy reducido por culpa de la cantidad de ramas que habitaban por esos bosques.
Sin más retraso, sujetó el coco y se puso a caminar de nuevo dirección al este, apartando con sus manos las plantas que le entorpecían. Volvía a beber del coco alzándolo sobre su cabeza dejando que el líquido recayera limpio entre sus labios.
<< Mmm… delicioso… >>
El cantó de una voz femenina resurgió como una suave melodía, que recorría el ambiente de aquella zona del bosque, llegando a “hechizar” al pirata. De por sí, el joven ya es curioso, sumándole esa preciosa entonación da como resultado que Brand decida averiguar el origen de aquella voz.
<< ¿Quién estará cantando? Tiene una voz muy bonita, pero si aparezco dejará de cantar… >>
El peliblanco saltó con agilidad a uno de los árboles, escalándolo sin problema alguno. Lo siguiente fue ir de rama en rama por las zonas altas, cercanas a las copas. Glash D. Brandom podía escuchar cada vez más cerca la voz femenina, al poco tiempo ya podía visualizar entre las ramas la figura femenina que caminaba con naturalidad. El pirata había conseguido tener una cierta facilidad, para desenvolverse en terreno boscoso; pasando de rama en rama. Dicha habilidad no le permitía que en ciertas ocasiones metiera la pata, en uno de esos saltos se percató tarde del nido de aves que había en la rama que iba aterrizar, en pleno aire corrigió su trayectoria cayendo al vacío, tenía calculado sujetarse con la rama de más abajo… sus predicciones fueron claramente erróneas ya que sus dedos no llegaron a rozar el soporte que le iba a permitir no caer al vació.
- ¡Mierda! – musitó en un gesto de sorpresa, mientras se precipitaba al vacío. Las ramas iban amortiguando la caída del peliblanco, dejando escuchar los crujidos de la madera y la cantidad de hojas que se mezclaban con la llovizna recayendo en suaves movimientos hacia el suelo. Entre esa suavidad el cuerpo del espadachín surgió de la espesa vegetación que poblaba en esos árboles, cayendo hacia el suelo a un par de metros de la chica.
“PUM”
El golpe fue acompañado por un leve quejido, Brand estaba tendido boca abajo y empezó a mover lentamente los dedos de las manos y los pies; luego se incorporó mirándose las extremidades superiores e inferiores, nada roto.
- Uff… era mejor que sucediera esto, no podía destrozar aquel nido con los huevos… - comentó mientras se palmeaba la ropa con sus manos, para quitar las ramillas y algo de la suciedad; aunque la llovizna no ayudaba a tal propósito haciendo que los ropajes se empaparan un poco.
<< Espera, falta algo ¿Y esa canción? >>
Alzó su rostro observando una figura femenina, debería de rondar su edad y le llamó la atención el color carmesí de su cabello. Al igual que el color de sus ojos, de un violeta intenso. Brand parpadeó un par de veces analizando la situación en que se encontraba, había caído de los árboles al calcular mal la distancia de una rama, con la finalidad de salvar aquel nido.
- Esto… ¡Hola! – Allí saludó el peliblanco con una sonrisa en los labios y las mejillas sonrojadas. Una graciosa hoja adornaba la parte izquierda del flequillo, algo recaído por el agua.
<< Y ahora… ¿Le digo que la estaba escuchando? ¿Qué me he caído accidentalmente de las ramas? ¿Se pensará que la estaba espiando? ¡Ah! ¡Qué quebradero de cabeza! >>
- Me llamo Brand - inspiró aire y lo soltó – Estaba caminando y escuché una voz cantar, entonces decidí ver el origen de la melodía y… bueno acabé aquí – luego se inclinó un poco, en gesto de disculpas – Perdón por interrumpirte, no era mi intención. Me hubiera gustado seguir escuchándote – luego añadió, así para evitar el tema – En esa dirección hay un poblado que habitan personas llamadas kukistis, me dirigía hacia allí – al señalar, se percató de que no tenía su fruta.
<< Ohh… he perdido el coco… >>
Era cierto, el pirata había perdido el coco en esa caída. La fruta se separó de sus manos en el momento en que se precipitaba al vacío, pero por casualidades de la vida aterrizó en su cabeza.
"CLONK"
- Auchhh… - se llevó las manos a la cabeza y por acto reflejo sujetó el coco - ¡El coco! – exclamó con cierta alegría, aunque un chichón se avecinaba en el cogote. En los árboles un grupo de unos tres monos, de pequeño tamaño, se reían señalando al peliblanco; habían sido los causantes de tirarle esa fruta a la cabeza.
<< Deben de ser estos los Kukakis… ahora entiendo el advertimiento de esos marineros en llevar una especie de casco >>
Los azulados ojos del pirata volvieron a mirar a la desconocida que tenía al frente ¿Viviría en aquella isla? ¿Estaría buscando esas tierras desconocidas que tanto ansiaba encontrar Brandom?
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La chica continuó caminando, con parte de su cuerpo transformado en el de un felino. Sus orejas redondeadas y peludas, así como su larga y suave cola que se movía con gracia mientras la chica avanzaba, aparentemente perdida en su mente y sus pensamientos, pero totalmente alerta a cualquiera que pudiera intentar atacarla. Aunque no era la única, pues Eagle iba sobrevolando los alrededores por encima de su cabeza, espantando a los animales traviesos de la isla, los cuales, trataron de atacarles con frutas cuando llegaron a la isla.
Siguiendo el sendero que los árboles habían formado, de tal forma que casi parecía hecho a posta por humanos en vez de ser una de las obras de la naturaleza, la joven pelinaranja acabó llegando a un pequeño claro del bosque, donde se detuvo en seco..."¿Serán esos monos de nuevo?" Se preguntó, sin dejar de cantar mientras iba preparando una de sus dagas, las cuales mantenía sujetas a su cinto. " Un mono no tendría esa presencia." Se dijo a sí misma, frunciendo el ceño mientras observaba las ramas de los árboles, justo cuando una persona de cabellos albinos cayó frente a ella, deteniendo su canto. "Así que lo que tenemos es un enano pervertido." Pensó, observándole mientras se planteaba si castrar al niño usando su arma o perdonarle de momento.
Fue entonces cuando el peliblanco se dio cuenta de que se encontraba frente a ella, sorprendiéndose y tardando en reaccionar, para luego ponerse a hablar a gran velocidad, tratando de excusarse. "Como si con eso..." El sonido de un golpe hueco provocado por un coco cayendo sobre la cabeza del peliblanco se expandió seguramente por toda la isla...Seguido de la carcajada de la chica quien no pudo contener la risa al ver la cara que este había puesto a causa del susto o sorpresa, y en parte, del dolor.
-Yo me llamo Akane, y no soy de esta isla, encantada...- Contestó por fin antes de ofrecerle ayuda para levantarse. -Por cierto, esos monos acaban de salvarte de una castración, deberías agradecérselo.-
Siguiendo el sendero que los árboles habían formado, de tal forma que casi parecía hecho a posta por humanos en vez de ser una de las obras de la naturaleza, la joven pelinaranja acabó llegando a un pequeño claro del bosque, donde se detuvo en seco..."¿Serán esos monos de nuevo?" Se preguntó, sin dejar de cantar mientras iba preparando una de sus dagas, las cuales mantenía sujetas a su cinto. " Un mono no tendría esa presencia." Se dijo a sí misma, frunciendo el ceño mientras observaba las ramas de los árboles, justo cuando una persona de cabellos albinos cayó frente a ella, deteniendo su canto. "Así que lo que tenemos es un enano pervertido." Pensó, observándole mientras se planteaba si castrar al niño usando su arma o perdonarle de momento.
Fue entonces cuando el peliblanco se dio cuenta de que se encontraba frente a ella, sorprendiéndose y tardando en reaccionar, para luego ponerse a hablar a gran velocidad, tratando de excusarse. "Como si con eso..." El sonido de un golpe hueco provocado por un coco cayendo sobre la cabeza del peliblanco se expandió seguramente por toda la isla...Seguido de la carcajada de la chica quien no pudo contener la risa al ver la cara que este había puesto a causa del susto o sorpresa, y en parte, del dolor.
-Yo me llamo Akane, y no soy de esta isla, encantada...- Contestó por fin antes de ofrecerle ayuda para levantarse. -Por cierto, esos monos acaban de salvarte de una castración, deberías agradecérselo.-
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Brand pudo escuchar las carcajadas de la desconocida, ocasionadas por el lanzamiento del coco a su cabeza por parte de esos monos de culo pelado. << Se llama Akane >> Pensó en ese momento en que la mujer le ofrecía la mano para levantarse, allí que el espadachín miraba la mano y luego los ojos de la joven pelinaranja - ¡Oh, gracias! – la sujetó para levantarse entendiendo la finalidad al ofrecerle la mano. Se podía ver a lo lejos, que el comportamiento del joven reflejaba algo de nerviosismo.
- ¡EEEEHHH! ¿QUIÉN? – sus ojos se abrieron, no creía lo que estaba escuchando de Akane. Sus manos fueron a los genitales por mero acto reflejo, mirando hacia los lados sin ver más peligro alguno.
<< ¡CASTRAR! ¿Pero quién me quiere castrar? ¡Espera! ¡ELLA! >>
- Espera… t.. ¡Tú! ¡¿Por… por qué?! – reculó unos cuantos pasos protegiendo su zona genital, dejando el coco bajo el brazo, presionándolo contra su costado. No entendía las intenciones de aquella mujer, pero allí dedujo que sus intenciones habían cambiado, ya que los monos le habían salvado de la situación.
<< Por el momento estoy salvado… espera… y eso… >>
Los ojos del pirata se fijaron en aquellas orejas felinas, su rostro cambió reflejando curiosidad y fascinación. Se inclinó un poco hacia el lado, hasta visualizar aquella cola – Eres ¡Una usuaria de una fruta del diablo! – acto seguido dejó el coco en el suelo y sacó un pequeño bloc de notas, pasando las páginas a toda velocidad mientras se relamía la yema para ir más rápido.
- Aquí no… tampoco aquí. Me he pasado ¡Ah! ¡Ya está! ¡Aquí! – se hizo el silencio mientras leía - ¡Eres una usuaria de una Akuma No Mi de tipo Zoan! – como si ese fuera un gran descubrimiento, que para el joven pirata sí lo era. Sus ojos volvieron a mirar a aquella chica de pelo naranja, de arriba abajo; ni un pervertido hubiera hecho un mejor escaneo. Pero las intenciones del pirata eran bien distintas a las de un viejo verde, Brandom buscaba algún cambio más como por ejemplo las garras. Pero por el momento, solo vislumbraba aquellas orejas y cola de origen felino.
- ¿En qué animal te transformas? ¿Un tigre? Oh ¡Que guay! – volvieron sus ojos a la cola, allí que tenía intenciones de tocarla pero la voz de Aki resonó en su cabeza.
<< ¡Cierto! ¡No podía ir tocando la cola! >>
El peliblanco se quedó quieto donde estaba, mirando con admiración a la mujer que tenía delante.
- ¡Un placer de conocerte! – soltó de sopetón, como si se le hubiera olvidado – He venido a esta isla, unos marineros me explicaron que hay una zona desconocida. Dicen las historias que nadie a logrado salir cuerdo de allí, es un rincón inhóspito y pienso verlo con mis propios ojos – se iba explicando el pirata, rebelando así sus intenciones en aquella remota isla – Ahora me dirijo a un poblado para conseguir provisiones. Me espera un largo camino… ¡Tengo un mapa y todo! – guardó el bloc de notas y sacó un papiro de su bolsillo, desplegándolo – Aquí, después del poblado hay una especie de zona de acantilados, donde habitan gorilas que atacan. Luego, hay una especie de bosque más frondoso con plantas carnívoras ¡Es espectacular! ¡Tengo que verlas! – el viaje no cesaba – Luego hay un desierto… y finalmente… la zona desconocida – la señaló en el mapa, con ímpetu. Se podía ver la inocencia en persona en aquel muchacho, no había malicia en sus palabras y sus gestos en esos momentos de explicación habían salido naturales, no como en un principio que actuaba con cierta inseguridad.
- Esto… - de nuevo esa incertidumbre en su tono de voz – Si vas a ese poblado, te puedo acompañar – se ofreció de esa manera el pirata, que guardaba el mapa en su bolsillo y recogía el coco para beber otro poco de su contenido. Brand esperaba la respuesta de Akane y su decisión, mientras tanto, parecía muy tranquilo... era como si hubiera olvidado que hace escasos minutos aquella chica pelinaranja quería castrarlo si no hubieran intervenido aquellos monos ¿Realmente era tan despistado aquel pirata? Sí, la respuesta era afirmativa, era muy olvidadizo.
- ¡EEEEHHH! ¿QUIÉN? – sus ojos se abrieron, no creía lo que estaba escuchando de Akane. Sus manos fueron a los genitales por mero acto reflejo, mirando hacia los lados sin ver más peligro alguno.
<< ¡CASTRAR! ¿Pero quién me quiere castrar? ¡Espera! ¡ELLA! >>
- Espera… t.. ¡Tú! ¡¿Por… por qué?! – reculó unos cuantos pasos protegiendo su zona genital, dejando el coco bajo el brazo, presionándolo contra su costado. No entendía las intenciones de aquella mujer, pero allí dedujo que sus intenciones habían cambiado, ya que los monos le habían salvado de la situación.
<< Por el momento estoy salvado… espera… y eso… >>
Los ojos del pirata se fijaron en aquellas orejas felinas, su rostro cambió reflejando curiosidad y fascinación. Se inclinó un poco hacia el lado, hasta visualizar aquella cola – Eres ¡Una usuaria de una fruta del diablo! – acto seguido dejó el coco en el suelo y sacó un pequeño bloc de notas, pasando las páginas a toda velocidad mientras se relamía la yema para ir más rápido.
- Aquí no… tampoco aquí. Me he pasado ¡Ah! ¡Ya está! ¡Aquí! – se hizo el silencio mientras leía - ¡Eres una usuaria de una Akuma No Mi de tipo Zoan! – como si ese fuera un gran descubrimiento, que para el joven pirata sí lo era. Sus ojos volvieron a mirar a aquella chica de pelo naranja, de arriba abajo; ni un pervertido hubiera hecho un mejor escaneo. Pero las intenciones del pirata eran bien distintas a las de un viejo verde, Brandom buscaba algún cambio más como por ejemplo las garras. Pero por el momento, solo vislumbraba aquellas orejas y cola de origen felino.
- ¿En qué animal te transformas? ¿Un tigre? Oh ¡Que guay! – volvieron sus ojos a la cola, allí que tenía intenciones de tocarla pero la voz de Aki resonó en su cabeza.
<< ¡Cierto! ¡No podía ir tocando la cola! >>
El peliblanco se quedó quieto donde estaba, mirando con admiración a la mujer que tenía delante.
- ¡Un placer de conocerte! – soltó de sopetón, como si se le hubiera olvidado – He venido a esta isla, unos marineros me explicaron que hay una zona desconocida. Dicen las historias que nadie a logrado salir cuerdo de allí, es un rincón inhóspito y pienso verlo con mis propios ojos – se iba explicando el pirata, rebelando así sus intenciones en aquella remota isla – Ahora me dirijo a un poblado para conseguir provisiones. Me espera un largo camino… ¡Tengo un mapa y todo! – guardó el bloc de notas y sacó un papiro de su bolsillo, desplegándolo – Aquí, después del poblado hay una especie de zona de acantilados, donde habitan gorilas que atacan. Luego, hay una especie de bosque más frondoso con plantas carnívoras ¡Es espectacular! ¡Tengo que verlas! – el viaje no cesaba – Luego hay un desierto… y finalmente… la zona desconocida – la señaló en el mapa, con ímpetu. Se podía ver la inocencia en persona en aquel muchacho, no había malicia en sus palabras y sus gestos en esos momentos de explicación habían salido naturales, no como en un principio que actuaba con cierta inseguridad.
- Esto… - de nuevo esa incertidumbre en su tono de voz – Si vas a ese poblado, te puedo acompañar – se ofreció de esa manera el pirata, que guardaba el mapa en su bolsillo y recogía el coco para beber otro poco de su contenido. Brand esperaba la respuesta de Akane y su decisión, mientras tanto, parecía muy tranquilo... era como si hubiera olvidado que hace escasos minutos aquella chica pelinaranja quería castrarlo si no hubieran intervenido aquellos monos ¿Realmente era tan despistado aquel pirata? Sí, la respuesta era afirmativa, era muy olvidadizo.
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La chica se cruzó de brazos y le miró frunciendo el ceño, ante su extraña reacción. ¿Acaso solo se había percatado en ese momento de que tenía cola y orejas? Además, ni que tuviera que resaltar lo evidente. Sí, era un monstruo. Una persona que había sido obligada a tomar la fruta del demonio y ahora poseía ciertas habilidades a cambio de no poder nadar. Pero no era algo que hubiera hecho por accidente o por gusto. Y eso causó que la chica le lanzará una mirada asesina, aunque seguramente el pensase que la razón de esta fuera que la estaba observando como un autentico pervertido, cosa que solo agrandó su enfado.
-No, realmente nací así. Tengo estas orejas y cola desde siempre.- Contestó la chica con tono irónico, antes de apartar la cola con brusquedad, ya que el chico aparentaba querer tocarla, y eso no era algo que se debiera tocar. -Y no soy ningún mono de feria, ni nada por el estilo, para que me mires así o intentes tocar sin consentimiento. ¿O acaso eres simplemente un pervertido?- Bufó la chica, aunque bueno, al menos no la había llamado gato o chica gato, pero tampoco era un tigre. De verdad, ¿Acaso veía rayas en su cola? Y, para colmar el vaso. El peliblanco le cambió totalmente de tema, empezando a contarle su vida a la pelinaranja que, sí bien tendía a ser bastante amigable y alegre, comenzaba a sentirse molesta con todo aquello, aunque el chico no parecía darse cuenta de ello.
-Lo siento, pero no sabía de la existencia del poblado y tampoco era algo que me interesase. Solo buscaba un lugar para refugiarme de la lluvia, que por cierto, parece que ha cesado.- Y en efecto, así era, motivo por el que, a pesar de haber "mentido" sobre si era o no usuaria de Akuma, se transformó en las narices del chico en un puma de pelaje rojizo anaranjado, al igual que su cabello, antes de empezar a "sacudirse" el agua de su pelaje. -Si eso es todo, creo que ya puedo irme. Pasa un buen día.- Añadió dándole la espalda antes de volver a transformarse, haciendo amago de irse.
-No, realmente nací así. Tengo estas orejas y cola desde siempre.- Contestó la chica con tono irónico, antes de apartar la cola con brusquedad, ya que el chico aparentaba querer tocarla, y eso no era algo que se debiera tocar. -Y no soy ningún mono de feria, ni nada por el estilo, para que me mires así o intentes tocar sin consentimiento. ¿O acaso eres simplemente un pervertido?- Bufó la chica, aunque bueno, al menos no la había llamado gato o chica gato, pero tampoco era un tigre. De verdad, ¿Acaso veía rayas en su cola? Y, para colmar el vaso. El peliblanco le cambió totalmente de tema, empezando a contarle su vida a la pelinaranja que, sí bien tendía a ser bastante amigable y alegre, comenzaba a sentirse molesta con todo aquello, aunque el chico no parecía darse cuenta de ello.
-Lo siento, pero no sabía de la existencia del poblado y tampoco era algo que me interesase. Solo buscaba un lugar para refugiarme de la lluvia, que por cierto, parece que ha cesado.- Y en efecto, así era, motivo por el que, a pesar de haber "mentido" sobre si era o no usuaria de Akuma, se transformó en las narices del chico en un puma de pelaje rojizo anaranjado, al igual que su cabello, antes de empezar a "sacudirse" el agua de su pelaje. -Si eso es todo, creo que ya puedo irme. Pasa un buen día.- Añadió dándole la espalda antes de volver a transformarse, haciendo amago de irse.
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Glash D. Brandom se percató de esa mirada asesina, se quedó paralizado sin moverse ni un centímetro, manteniendo una distancia prudencial. Ante la noticia de la joven de pelo naranja, el pirata se sorprendió ¿Habrá más cosas aparte de las Akuma No Mi? Tal vez algo que él no sabía… o alguna otra posible raza en ese inmenso mundo.
<< ¡No es usuaria de una fruta del diablo! ¡ES COMO AQUEL ZORRO HUMANOIDE! ¡SÍ, COMO RENART!>>
El espadachín observó con gran sorpresa, las orejas y la cola de Akane. Pensaba que era como Renart, una especie de animal humanoide. Pero en ese caso, tenía más aspecto de humana… ¿Sería una humana animaloide? ¿Existiría tal término? El pobre peliblanco se hacía un lío y no daba crédito a lo que veía e intentaba comprender su significado. El chico no se había percatado de ese tono irónico, se lo había creído y así lo reflejaba su cara, llena de asombro. Las siguientes frases de ella, hicieron que el peliblanco cerrara los ojos; comprendiendo un poco los errores que había cometido. Agachó algo la cabeza y al escuchar tal pregunta se negó completamente.
- No, no soy ningún pervertido… y… y… - no sabía que decir – No, no quería tocar… solo… que… bueno… - sus mejillas se sonrojaban - ¡Mehabíasorprendido! – se le podía ver nervioso, hasta había soltado ese conjunto de palabras a toda prisa. No era un comportamiento de un pervertido, más bien de alguien inocente, vergonzoso; una persona que tiene poca labia para iniciar una charla y seguirla. Allí es cuando Brand se percató de que la lluvia había cesado, miró unos instantes hacia arriba, divisando aquellas nubes entre la espesa vegetación de la copa de los árboles.
La transformación de Akane, fue como un interruptor que hizo que el joven saltara hacia el tronco de un árbol, para agarrarse como un coala, entrelazando las piernas para sujetarse. Fue un acto reflejo, mantener una distancia de seguridad ante ese animal, seguía sin acostumbrarse a esos magníficos cambios.
<< ¡Pero sí me dijo que nació así! ¡OH! ¡ME HA MENTIDO! >>
Después de que Akane, en forma de puma se sacudiera el agua, el pirata descendió del árbol. Se fijó bien en ese pelaje de tono rojizo anaranjado. Allí se quedó junto a las raíces, sin avanzar manteniendo esos metros de separación – Espera – añadió cuando la pelinaranja volvió a transformarse en humana.
Las últimas palabras de Akane le sentaron como chorros de agua fría, la había cagado y la desconocida se iba mosqueada.
<< Piensa Brandom… piensa… está enfadada por algo. ¡Te ha llamado pervertido! Lo más seguro que hiciste algo mal… entonces… ¡Tienes que disculparte! ¡Claro que sí! >>
El pirata avanzó dos pasos en el momento en que la mujer hizo ese giro para retirarse - ¡Perdón! ¡Lo… lo siento! No era mi intención incomodarte… Me gustaba como cantabas por eso seguí la voz... - el rostro del muchacho era un poema, reflejaba algo de incertidumbre y pena. << Tengo que mejorar… por expresarme mal piensan cosas que no son… ¡Espabila! >> Allí que se daba ánimos mentalmente, para añadir – Yo no estoy acostumbrado a hablar con la gente. Me cuesta expresarme y muchas veces… me equivoco, hago cosas que no debería hacer. Viví en una isla con mi familia y el trato con otras personas era… escaso, la mayoría piratas o con los vendedores del mercado – suspiró - ¿Puedo hacer algo para disculparme? –
<< Bien… creo que lo hice bien. Por lo menos no he tartamudeado… >> El joven observaba a la mujer a la espera de su respuesta, en su mano seguía sujetando el pequeño mapa que rebelaba las partes más significativas de la isla, luego, bajo ese brazo estaba el coco.
<< ¡No es usuaria de una fruta del diablo! ¡ES COMO AQUEL ZORRO HUMANOIDE! ¡SÍ, COMO RENART!>>
El espadachín observó con gran sorpresa, las orejas y la cola de Akane. Pensaba que era como Renart, una especie de animal humanoide. Pero en ese caso, tenía más aspecto de humana… ¿Sería una humana animaloide? ¿Existiría tal término? El pobre peliblanco se hacía un lío y no daba crédito a lo que veía e intentaba comprender su significado. El chico no se había percatado de ese tono irónico, se lo había creído y así lo reflejaba su cara, llena de asombro. Las siguientes frases de ella, hicieron que el peliblanco cerrara los ojos; comprendiendo un poco los errores que había cometido. Agachó algo la cabeza y al escuchar tal pregunta se negó completamente.
- No, no soy ningún pervertido… y… y… - no sabía que decir – No, no quería tocar… solo… que… bueno… - sus mejillas se sonrojaban - ¡Mehabíasorprendido! – se le podía ver nervioso, hasta había soltado ese conjunto de palabras a toda prisa. No era un comportamiento de un pervertido, más bien de alguien inocente, vergonzoso; una persona que tiene poca labia para iniciar una charla y seguirla. Allí es cuando Brand se percató de que la lluvia había cesado, miró unos instantes hacia arriba, divisando aquellas nubes entre la espesa vegetación de la copa de los árboles.
La transformación de Akane, fue como un interruptor que hizo que el joven saltara hacia el tronco de un árbol, para agarrarse como un coala, entrelazando las piernas para sujetarse. Fue un acto reflejo, mantener una distancia de seguridad ante ese animal, seguía sin acostumbrarse a esos magníficos cambios.
<< ¡Pero sí me dijo que nació así! ¡OH! ¡ME HA MENTIDO! >>
Después de que Akane, en forma de puma se sacudiera el agua, el pirata descendió del árbol. Se fijó bien en ese pelaje de tono rojizo anaranjado. Allí se quedó junto a las raíces, sin avanzar manteniendo esos metros de separación – Espera – añadió cuando la pelinaranja volvió a transformarse en humana.
Las últimas palabras de Akane le sentaron como chorros de agua fría, la había cagado y la desconocida se iba mosqueada.
<< Piensa Brandom… piensa… está enfadada por algo. ¡Te ha llamado pervertido! Lo más seguro que hiciste algo mal… entonces… ¡Tienes que disculparte! ¡Claro que sí! >>
El pirata avanzó dos pasos en el momento en que la mujer hizo ese giro para retirarse - ¡Perdón! ¡Lo… lo siento! No era mi intención incomodarte… Me gustaba como cantabas por eso seguí la voz... - el rostro del muchacho era un poema, reflejaba algo de incertidumbre y pena. << Tengo que mejorar… por expresarme mal piensan cosas que no son… ¡Espabila! >> Allí que se daba ánimos mentalmente, para añadir – Yo no estoy acostumbrado a hablar con la gente. Me cuesta expresarme y muchas veces… me equivoco, hago cosas que no debería hacer. Viví en una isla con mi familia y el trato con otras personas era… escaso, la mayoría piratas o con los vendedores del mercado – suspiró - ¿Puedo hacer algo para disculparme? –
<< Bien… creo que lo hice bien. Por lo menos no he tartamudeado… >> El joven observaba a la mujer a la espera de su respuesta, en su mano seguía sujetando el pequeño mapa que rebelaba las partes más significativas de la isla, luego, bajo ese brazo estaba el coco.
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"No necesito ningún favor..." Pensó la chica al tiempo que le miraba de reojo, planteandose si detenerse o seguir su camino, aunque ahora que ya no llovía, no tenía nada que hacer. Los árboles estaban todos mojados, y ella ya estaba despejada y no tenía sueño, quizá algo de hambre...o ganas de hacer ejercicio. ¿Sería el chico capaz de ayudarla a cazar algún animal o conseguir comida? "Creo que ahuyentará a las presas más que cazarlas..." Se dijo a sí misma, pero la parte buena de la pelinaranja se hizo notar. Es decir, había notado que se sentía mal por lo ocurrido, y ella al salir del laboratorio por primera vez, era igual que él, aunque tenía más carácter. Aquel chico era excesivamente inocente.
-Bien, si quieres ayudarme tendrás que ir de caza conmigo. No se lo bueno que seas o sí serás capaz, y tampoco me inspira confianza tú numerito de antes...Hasta esos monos eran más silenciosos que tú. Pero si lo consigues, como recompensa te ayudaré a llegar a dicho poblado, no será muy difícil localizarlo con mis sentidos felinos y con la ayuda de Eagle.- Dijo antes de mirar el bultito que asomaba de su capa, un buhito demasiado pequeño como para aguantar tanto tiempo volando. -Y de Owl.- Añadió al tiempo que acariciaba su cabecita. Sabía que no haría mucho, por no decir nada, pero inspirarle confianza a sus amigos era algo inevitable para ella, así como ser demasiado sincera a veces.
-Bien, ¿nos ponemos en marca, Chibi-chan?- Y tras esas palabras se volvió a transformar en Puma. -Me basta con que captures una presa.-
-Bien, si quieres ayudarme tendrás que ir de caza conmigo. No se lo bueno que seas o sí serás capaz, y tampoco me inspira confianza tú numerito de antes...Hasta esos monos eran más silenciosos que tú. Pero si lo consigues, como recompensa te ayudaré a llegar a dicho poblado, no será muy difícil localizarlo con mis sentidos felinos y con la ayuda de Eagle.- Dijo antes de mirar el bultito que asomaba de su capa, un buhito demasiado pequeño como para aguantar tanto tiempo volando. -Y de Owl.- Añadió al tiempo que acariciaba su cabecita. Sabía que no haría mucho, por no decir nada, pero inspirarle confianza a sus amigos era algo inevitable para ella, así como ser demasiado sincera a veces.
-Bien, ¿nos ponemos en marca, Chibi-chan?- Y tras esas palabras se volvió a transformar en Puma. -Me basta con que captures una presa.-
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<< ¡Bien! ¡No se ha llegado a enfadar! >>
Fueron los primeros pensamientos del peliblanco, mientras mostraba una radiante sonrisa que reflejaba felicidad y tranquilidad. Brandom llevó su mano a la frente para retirarse algunas gotas de agua y peinarse ese flequillo que le caía por el rostro, le molestaba. El pirata afirmó con entusiasmo, tenía que ayudar a Akane a cazar y así poder cocinar algo.
- ¡No hay problema! ¡Puedo ayudarte a cazar! No soy un gran chef, pero lo que cocino suele tener buen gusto y es comestible – Los años con su abuelo, hicieron que el muchacho aprendiera a cocinar; aunque no era una faceta en que destacara.
- Son preciosos – Dijo al ver ambos animales, luego se dispuso a recolocarse los ropajes y estirar un poco los músculos de las piernas. - Sí estoy… - Por acto reflejo retrocedió un par de pasos, esta vez no salto; seguía sorprendiéndose a esas transformaciones ya que no estaba acostumbrado. – ¡Estoy preparado! -
<< Chibi-Chan… Hacía tiempo que nadie me llamaba así >> Tales denominaciones no causaban ningún efecto contradictorio en el temperamento del joven, es más, le hacía gracia y llegó a sonreír con sinceridad.
- ¡Conseguiré una presa Puma-Chan! ¡Dame tiempo! - allí que iba aprendiendo a familiarizarse con lo que vendría a ser la comunicación, había intentado responder a lo que dijo ella con un tono alegre.
Ahora en su mente tenía el objetivo de capturar una presa, el peliblanco ascendió por el tronco de un árbol y allí empezó a saltar de rama en rama. En aquella faceta el pirata sí que destacaba, no eran normales esos movimientos acrobáticos que rozaban la agilidad de un mono, saltando con acrobacias imposibles. El espadachín quería sorprender a Akane, lo primero que hizo fue escalar esos árboles para pillar algo de altura y así amortiguar su silencio al pasar de rama en rama. Después de avanzar por aquella vegetación pausó su marcha y se dedicó a observar el terreno bajo sus pies, descendiendo en silencio para tener un ángulo de visión más amplio.
Pasaron los minutos y decidió cambiar de ubicación, durante ese pequeño trayecto de un árbol a otro logró identificar un sinuoso movimiento entre la maleza, a unos 5 metros. Era momento de cazar, una liebre había salido a un pequeño claro y allí estaba Brand en el aire; había saltado en dirección al animal. Las manos del pirata, sujetaron al animalillo que se debatía con miedo; dichos movimientos duraron apenas dos segundos, cesando a la rotura del cuello.
<< La suerte ha estado de mi parte >>
Sujetó el animal muerto, no era muy grande por lo que insistió en intentar dar caza a otro. Esta vez, la suerte no había hecho acto de presencia. Pasaba el tiempo y no había presa nueva, logró encontrar unas especies que le darían un buen sabor a la carne, un par de plátanos y ya está; aunque lo había intentado. El espadachín caminaba, no había pensado en que si se separaba de Akane luego la tendría que encontrar. Menuda cabeza de despistado tenía ¿Lograría volver con la chica pelinaranja?
– Oh… ¿Akane? – dijo alzando la voz, para ver si le escuchaba.
Fueron los primeros pensamientos del peliblanco, mientras mostraba una radiante sonrisa que reflejaba felicidad y tranquilidad. Brandom llevó su mano a la frente para retirarse algunas gotas de agua y peinarse ese flequillo que le caía por el rostro, le molestaba. El pirata afirmó con entusiasmo, tenía que ayudar a Akane a cazar y así poder cocinar algo.
- ¡No hay problema! ¡Puedo ayudarte a cazar! No soy un gran chef, pero lo que cocino suele tener buen gusto y es comestible – Los años con su abuelo, hicieron que el muchacho aprendiera a cocinar; aunque no era una faceta en que destacara.
- Son preciosos – Dijo al ver ambos animales, luego se dispuso a recolocarse los ropajes y estirar un poco los músculos de las piernas. - Sí estoy… - Por acto reflejo retrocedió un par de pasos, esta vez no salto; seguía sorprendiéndose a esas transformaciones ya que no estaba acostumbrado. – ¡Estoy preparado! -
<< Chibi-Chan… Hacía tiempo que nadie me llamaba así >> Tales denominaciones no causaban ningún efecto contradictorio en el temperamento del joven, es más, le hacía gracia y llegó a sonreír con sinceridad.
- ¡Conseguiré una presa Puma-Chan! ¡Dame tiempo! - allí que iba aprendiendo a familiarizarse con lo que vendría a ser la comunicación, había intentado responder a lo que dijo ella con un tono alegre.
Ahora en su mente tenía el objetivo de capturar una presa, el peliblanco ascendió por el tronco de un árbol y allí empezó a saltar de rama en rama. En aquella faceta el pirata sí que destacaba, no eran normales esos movimientos acrobáticos que rozaban la agilidad de un mono, saltando con acrobacias imposibles. El espadachín quería sorprender a Akane, lo primero que hizo fue escalar esos árboles para pillar algo de altura y así amortiguar su silencio al pasar de rama en rama. Después de avanzar por aquella vegetación pausó su marcha y se dedicó a observar el terreno bajo sus pies, descendiendo en silencio para tener un ángulo de visión más amplio.
Pasaron los minutos y decidió cambiar de ubicación, durante ese pequeño trayecto de un árbol a otro logró identificar un sinuoso movimiento entre la maleza, a unos 5 metros. Era momento de cazar, una liebre había salido a un pequeño claro y allí estaba Brand en el aire; había saltado en dirección al animal. Las manos del pirata, sujetaron al animalillo que se debatía con miedo; dichos movimientos duraron apenas dos segundos, cesando a la rotura del cuello.
<< La suerte ha estado de mi parte >>
Sujetó el animal muerto, no era muy grande por lo que insistió en intentar dar caza a otro. Esta vez, la suerte no había hecho acto de presencia. Pasaba el tiempo y no había presa nueva, logró encontrar unas especies que le darían un buen sabor a la carne, un par de plátanos y ya está; aunque lo había intentado. El espadachín caminaba, no había pensado en que si se separaba de Akane luego la tendría que encontrar. Menuda cabeza de despistado tenía ¿Lograría volver con la chica pelinaranja?
– Oh… ¿Akane? – dijo alzando la voz, para ver si le escuchaba.
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¿Acababa de llamarla "puma-chan"? La chica, transformada en felino, le miró arqueando una ceja, como si aquello no acabara de convencerla. Ciertamente, era mejor que la llamaran puma en lugar de gato, como cierto lagarto, pero eso no quitaba que ese "chan" sobrase o que ella tuviera un nombre que acababa de decirle. En fin. -Supongo que ya me encontraras una vez caces algo, si lo consigues.- Murmuró antes de adentrarse en el bosque, seguida por Owl e Eagle.
Una ve se alejó, no tardó mucho en encontrar una presa que sirviera tanto a ella como a sus pequeños de alimento. Normalmente no tenía esa suerte. Encontrar una presa le llevaba horas, pues estas solían ser pequeñas y estaban acostumbradas a huir de depredadores. Tal vez esa isla no fuera tan horrible. Solían decir que había criaturas peligrosas y cosas por el estilo. Aunque quizá sus "informadores" le hubieran estado tomando el pelo todo ese tiempo. "Si les vuelvo a ver me aseguraré de despellejarles." Pensó mientras se iba acercando sigilosamente a su presa, para abalanzarse sobre esta y clavar sus fauces en el cuello del animal, el cual no tuvo tiempo alguno de reaccionar. Murió al poco, desangrado.
Una vez hizo eso, se volvió a transformar y relamió su labio inferior, que había quedado manchado con la sangre de este. Tras eso, que ya se había vuelto una costumbre en ella, sacó una de sus dagas y comenzó a despellejar al animal, al fin y al cabo, no iba a comérselo con pelo y todo. También separó la carne de todo lo demás y guardó en un enorme zurrón la parte que iba a intentar cocinar para comerse, el resto se lo cedió crudo a Eagle y Owl, quienes aprovecharon que tenían que esperar al enano de cabellos albinos. A la chica le pareció escuchar su voz llamadole al rato de que sus pequeñas comenzaran a alimentarse. ¿Debería ir a buscarle? -Alguien así de torpe bien podría morir por asustarse de un mosquito o de su propia sombra, salir corriendo y tropezar.- Murmuró antes de ponerse en pie. -Vosotros seguid comiendo, ahora vuelo.- Dijo antes de salir corriendo, con intención de "atraparle" a él también y llevárselo a donde se encontraban. Solo esperaba que no saliera corriendo, pues no pensaba ir a buscarle si lo hacía.
Una ve se alejó, no tardó mucho en encontrar una presa que sirviera tanto a ella como a sus pequeños de alimento. Normalmente no tenía esa suerte. Encontrar una presa le llevaba horas, pues estas solían ser pequeñas y estaban acostumbradas a huir de depredadores. Tal vez esa isla no fuera tan horrible. Solían decir que había criaturas peligrosas y cosas por el estilo. Aunque quizá sus "informadores" le hubieran estado tomando el pelo todo ese tiempo. "Si les vuelvo a ver me aseguraré de despellejarles." Pensó mientras se iba acercando sigilosamente a su presa, para abalanzarse sobre esta y clavar sus fauces en el cuello del animal, el cual no tuvo tiempo alguno de reaccionar. Murió al poco, desangrado.
Una vez hizo eso, se volvió a transformar y relamió su labio inferior, que había quedado manchado con la sangre de este. Tras eso, que ya se había vuelto una costumbre en ella, sacó una de sus dagas y comenzó a despellejar al animal, al fin y al cabo, no iba a comérselo con pelo y todo. También separó la carne de todo lo demás y guardó en un enorme zurrón la parte que iba a intentar cocinar para comerse, el resto se lo cedió crudo a Eagle y Owl, quienes aprovecharon que tenían que esperar al enano de cabellos albinos. A la chica le pareció escuchar su voz llamadole al rato de que sus pequeñas comenzaran a alimentarse. ¿Debería ir a buscarle? -Alguien así de torpe bien podría morir por asustarse de un mosquito o de su propia sombra, salir corriendo y tropezar.- Murmuró antes de ponerse en pie. -Vosotros seguid comiendo, ahora vuelo.- Dijo antes de salir corriendo, con intención de "atraparle" a él también y llevárselo a donde se encontraban. Solo esperaba que no saliera corriendo, pues no pensaba ir a buscarle si lo hacía.
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- ¡AKANE! – berreaba el peliblanco mientras caminaba por el bosque sin encontrar a la mujer de pelo de tonalidad carmesí. Brand se había anudado la liebre en su cintura, junto a las armas y mientras tanto avanzaba por la vegetación en busca de la usuaria de una Akuma No Mi. Durante varios minutos intentó buscar su rastro, logró encontrar unas huellas de puma y allí resiguió el camino. No llegó a ningún destino, esas pisadas se trataban del momento de caza por lo que eran difusas y contradictorias con diferentes cambios de sentido, perdiéndose algunas veces al ascender por los árboles.
Suspiró algo abatido, tal vez había perdido el poder encontrarse con aquella chica de agradable voz. Volvió a gritar su nombre repetidas veces, buscando llamar su atención - ¡Akane! ¡Akane! – esperó un poco pero nada. Desganado se encaminó dirección al poblado, no sabía exactamente su ubicación pero debía caminar hacia el norte y luego al este. No pasaron ni dos minutos, cuando un extraño sonido llegó a los oídos del pirata. Miró a su alrededor llevando su mano a la empuñadura de la katana, eran unos pasos continuos, como un trote. El principal acto reflejo del muchacho era defenderse, por eso seguía sujetando su arma sin desenvainarla. Escasos segundos después un grupo de cinco monos pasaron por encima del peliblanco, saltaban de rama en rama. << Ufff… se trataban solo de los monos >> pensamiento erróneo por parte del espadachín, ya que aquellos animales estaban escapando de alguien. Antes de que pudiera desenvainar la katana, sus ojos visualizaron un puma apareciendo entre la maleza. Solo tuvo tiempo de dar un salto hacia atrás para mantener una distancia de seguridad entre el animal salvaje y él.
Iba a desenvainar el sable pero logró reconocer a Akane por el color del pelaje, la seriedad se reflejaba en el rostro del espadachín. Sí, se había llevado un buen susto.
- ¿Akane…? – preguntó de forma dubitativa al ver que el puma no le amenazaba, el animal se acercaba a él sin mostrarse agresivo por lo que Brand no actuó a la defensiva, se relajó un poco.
- ¡Eh! ¡Espera! ¡Pero! – Akane le enganchó por los ropajes con esas fauces y estiró de él, por inercia el espadachín se tropezó y entre trompicones fue avanzando junto al animal. - ¡Pero espera que se caminar! – el puma aceleró el ritmo hasta llegar junto a Owl y Eagle. Durante el corto trayecto el pirata se quedó quieto dejándose llevar por ella.
Cuando el pirata se incorporó deslizó sus manos por los ropajes para limpiarlos, miró de reojo a Akane y al estar al lado de la mujer la mano del espadachín se deslizo por la espalda del animal, acariciando el suave pelaje. Recordó a Aki que era usuaria de una Akuma parecida, del tipo Zoan. - ¡Qué suave! – la caricia no duró ni tres segundos que allí mostró la liebre que cazó - ¡Mira! ¡Conseguí comida para cenar! – allí se percató de Owl y Eagle, que iban comiendo. - Oh... ¡Tuviste buena caza! – se alegró y le enseñó unas especies que encontró por el bosque - ¡Podemos hacer un fuego y cocinaré la carne! ¡Vi una especie de cueva no muy lejos de aquí! – Brand esperó a que la mujer de pelo rojo anaranjado decidiera que hacer, en caso de ir a la cueva se pondría de camino para mostrárselo sino, se dedicaría a hacer una pequeña hoguera para cocinar la carne.
Suspiró algo abatido, tal vez había perdido el poder encontrarse con aquella chica de agradable voz. Volvió a gritar su nombre repetidas veces, buscando llamar su atención - ¡Akane! ¡Akane! – esperó un poco pero nada. Desganado se encaminó dirección al poblado, no sabía exactamente su ubicación pero debía caminar hacia el norte y luego al este. No pasaron ni dos minutos, cuando un extraño sonido llegó a los oídos del pirata. Miró a su alrededor llevando su mano a la empuñadura de la katana, eran unos pasos continuos, como un trote. El principal acto reflejo del muchacho era defenderse, por eso seguía sujetando su arma sin desenvainarla. Escasos segundos después un grupo de cinco monos pasaron por encima del peliblanco, saltaban de rama en rama. << Ufff… se trataban solo de los monos >> pensamiento erróneo por parte del espadachín, ya que aquellos animales estaban escapando de alguien. Antes de que pudiera desenvainar la katana, sus ojos visualizaron un puma apareciendo entre la maleza. Solo tuvo tiempo de dar un salto hacia atrás para mantener una distancia de seguridad entre el animal salvaje y él.
Iba a desenvainar el sable pero logró reconocer a Akane por el color del pelaje, la seriedad se reflejaba en el rostro del espadachín. Sí, se había llevado un buen susto.
- ¿Akane…? – preguntó de forma dubitativa al ver que el puma no le amenazaba, el animal se acercaba a él sin mostrarse agresivo por lo que Brand no actuó a la defensiva, se relajó un poco.
- ¡Eh! ¡Espera! ¡Pero! – Akane le enganchó por los ropajes con esas fauces y estiró de él, por inercia el espadachín se tropezó y entre trompicones fue avanzando junto al animal. - ¡Pero espera que se caminar! – el puma aceleró el ritmo hasta llegar junto a Owl y Eagle. Durante el corto trayecto el pirata se quedó quieto dejándose llevar por ella.
Cuando el pirata se incorporó deslizó sus manos por los ropajes para limpiarlos, miró de reojo a Akane y al estar al lado de la mujer la mano del espadachín se deslizo por la espalda del animal, acariciando el suave pelaje. Recordó a Aki que era usuaria de una Akuma parecida, del tipo Zoan. - ¡Qué suave! – la caricia no duró ni tres segundos que allí mostró la liebre que cazó - ¡Mira! ¡Conseguí comida para cenar! – allí se percató de Owl y Eagle, que iban comiendo. - Oh... ¡Tuviste buena caza! – se alegró y le enseñó unas especies que encontró por el bosque - ¡Podemos hacer un fuego y cocinaré la carne! ¡Vi una especie de cueva no muy lejos de aquí! – Brand esperó a que la mujer de pelo rojo anaranjado decidiera que hacer, en caso de ir a la cueva se pondría de camino para mostrárselo sino, se dedicaría a hacer una pequeña hoguera para cocinar la carne.
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-Supongo que podemos.- Dijo la chica en tono seco, ahora que se había transformado de nuevo en humana, antes de que sus orejas se alzara, al escuchar que el iba a cocinar. Le miró de una forma totalmente distinta a la anterior, con los ojos brillantes, como los de una niña mirando un escaparate lleno de deliciosos dulces. -¿Sabes cocinar? ¿Cocinaras para mí? - Por lo visto la chica tenía más hambre de lo que aparentaba y el hecho de que el chico se ofreciera a cocinar le había dado la esperanza de comer algo delicioso, tras haber pasado semanas viviendo a base de frutas y algún que otro trozo de carne quemada. Llegados a cierto punto se había planteado comer carne cruda en vez de cocinada como sus pequeños, para no gastar tiempo estropeando la comida. -¿Dónde decías que estaba aquella cueva? Vamos, cuanto antes lleguemos y preparemos el "campamento" antes podré comer...digo, antes podremos descansar.- Dijo de forma acelerada, sin esperar a que el albino contestará a ninguna de sus preguntas, antes de agarrarle por el brazo, dar un silbido para que Eagle y Owl se apresuraran y mirar de reojo lo que había traído el chico. -Ya me lo enseñaras mejor cuando estemos cenando.- Dijo antes de tratar de agarrarle de nuevo por el brazo y echar a correr. Hay que decir, que aún en forma humana era bastante más rápida que la media y que no se preocupaba mucho en la seguridad del chico, que bien podría haberse quedado sin brazo, haberse llevado un arbusto entero por no poder esquivarlo u otras tantas cosas. Pero por suerte para él, no recorrieron mucho camino así.
La pelinaranja se detuvo escasos minutos después de emprender la carrera, en seco, y tras recuperar un poco el aliento se giró para mirar a Brand fijamente a los ojos, muy seria. -Antes de continuar, tengo que hacerte una pregunta de suma importancia.- Le dijo, antes de hacer una breve pausa y...-¿Por dónde queda la cueva de la que me has hablado antes?-
La pelinaranja se detuvo escasos minutos después de emprender la carrera, en seco, y tras recuperar un poco el aliento se giró para mirar a Brand fijamente a los ojos, muy seria. -Antes de continuar, tengo que hacerte una pregunta de suma importancia.- Le dijo, antes de hacer una breve pausa y...-¿Por dónde queda la cueva de la que me has hablado antes?-
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Re: ¿Una zona desconocida? ¡No por mucho tiempo! [Privado: Mura y Brand] {Miér 11 Mayo 2016 - 19:39}
El repentino cambio de comportamiento de Akane le pilló de improvisto al espadachín, se quedó un poco pasmado y no sabía que responder. Aquellos ojos brillantes hicieron que el peliblanco no supiera que decirle a sus repentinas preguntas.
- Eh… bueno… sí… ¡Espera! ¡Espera! ¡Puedo caminar solo! – recriminó mientras la pelirroja le agarraba del brazo para llevárselo, tomando rumbo a la dirección que el propio pirata le había señalado escasos segundos antes. - ¡Ten cuidado! – durante el camino Brand esquivaba las ramas y arbustos que se encontraban en su trayectoria, intentando no llevarse ningún golpe. Para su suerte, no fue mucha distancia ya que la mujer cesó su caminata parándose en medio de aquel frondoso bosque.
Iba abrir la boca para preguntar, pero ella se adelantó y los azulados ojos del pirata se quedaron observando los de ella. Brandom movía sus dos extremidades superiores para colocar el kimono en su sitio, los estirones hicieron que la ropa se le removiera. El peliblanco respondió a las palabras de Akane sin comprender el impulso que tuvo la mujer en zafarlo y llevárselo arrastras. – Por aquí, sígueme – allí el pirata puso rumbo hacia la cueva que había indicado, no tardaron mucho tiempo ya que estaba muy cerca de su posición - ¿Cuántos años tienes? Pareces una chica joven ¿Estas de visita en la isla? O… ¿Buscas también esa zona en que hay monstruos tan grandes que nadie vuelve cuerdo de allí? - preguntó con rapidez reflejando su nerviosismo. Su intención era sacar algo de conversación y que no hubiera el característico silencio incómodo. Una vez llegaron a la cueva el pirata dejó la mochila en uno de los laterales, apoyándola en la pared.
- Deberíamos hacer fuego… ¿Te importaría agrupar algo de leña? Yo puedo ir preparando el resto –. Brand se puso manos a la obra y sacó de la mochila los utensilios, era una especie de sartén, un cazo y un pequeño trípode. Luego con una pequeña daga se dispuso a despellejar el animal que había cazado. Junto al trípode y la sartén había un par de recipientes que contenían una serie de ingredientes para acompañar la comida.
- ¡Haremos un caldo de carne que nos mantendrá calientes del frío y la lluvia! Luego la carne en la sartén con unas verduras y setas para acompañar. No soy un experto cocinando, pero por lo menos tiene gusto y es comestible –. El peliblanco seguía despellejando para ir separando el pelaje de la carne, luego la limpiaría con algo de agua por suerte para ellos en un rincón de la cueva había una pequeña balsa natural, producida por el agua de la lluvia que había azotado aquella isla con probabilidades de que vuelva a caer ya que los nubarrones seguían amenazando la zona.
- Eh… bueno… sí… ¡Espera! ¡Espera! ¡Puedo caminar solo! – recriminó mientras la pelirroja le agarraba del brazo para llevárselo, tomando rumbo a la dirección que el propio pirata le había señalado escasos segundos antes. - ¡Ten cuidado! – durante el camino Brand esquivaba las ramas y arbustos que se encontraban en su trayectoria, intentando no llevarse ningún golpe. Para su suerte, no fue mucha distancia ya que la mujer cesó su caminata parándose en medio de aquel frondoso bosque.
Iba abrir la boca para preguntar, pero ella se adelantó y los azulados ojos del pirata se quedaron observando los de ella. Brandom movía sus dos extremidades superiores para colocar el kimono en su sitio, los estirones hicieron que la ropa se le removiera. El peliblanco respondió a las palabras de Akane sin comprender el impulso que tuvo la mujer en zafarlo y llevárselo arrastras. – Por aquí, sígueme – allí el pirata puso rumbo hacia la cueva que había indicado, no tardaron mucho tiempo ya que estaba muy cerca de su posición - ¿Cuántos años tienes? Pareces una chica joven ¿Estas de visita en la isla? O… ¿Buscas también esa zona en que hay monstruos tan grandes que nadie vuelve cuerdo de allí? - preguntó con rapidez reflejando su nerviosismo. Su intención era sacar algo de conversación y que no hubiera el característico silencio incómodo. Una vez llegaron a la cueva el pirata dejó la mochila en uno de los laterales, apoyándola en la pared.
- Deberíamos hacer fuego… ¿Te importaría agrupar algo de leña? Yo puedo ir preparando el resto –. Brand se puso manos a la obra y sacó de la mochila los utensilios, era una especie de sartén, un cazo y un pequeño trípode. Luego con una pequeña daga se dispuso a despellejar el animal que había cazado. Junto al trípode y la sartén había un par de recipientes que contenían una serie de ingredientes para acompañar la comida.
- ¡Haremos un caldo de carne que nos mantendrá calientes del frío y la lluvia! Luego la carne en la sartén con unas verduras y setas para acompañar. No soy un experto cocinando, pero por lo menos tiene gusto y es comestible –. El peliblanco seguía despellejando para ir separando el pelaje de la carne, luego la limpiaría con algo de agua por suerte para ellos en un rincón de la cueva había una pequeña balsa natural, producida por el agua de la lluvia que había azotado aquella isla con probabilidades de que vuelva a caer ya que los nubarrones seguían amenazando la zona.
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