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¡Que bien!... al parecer nuevamente me encontraba perdido en un lugar totalmente deshabitado. Me encontraba en el reino de Arabasta, más concreta mente en un desierto sin nombre. No tenía ni idea de hacia donde ir ya que hacía ya tiempo que no veía algo de civilización ni tampoco algo de agua. No tenía ni idea como me había metido en ese problema pero tampoco me sorprende, siempre estoy metiéndome en cualquier lugar sin darme cuenta y luego de un momento a otro ya estoy perdido. Caminando por el infernal desierto de Arabasta logré percibir que a unos 500 metros había un oasis. Corrí hacia él con desesperación gracias a mi garganta que se había convertido ya en un papel de lija totalmente seco. Por más que corría esperando encontrar agua, pensaba para mis adentros que seguramente eso fuera un espejismo, algo simulado por el calor para mantenerme medio muerto entre las gigantescas dunas de arena.
Cuando finalmente me aproximé al oasis pude ver que este no era algo ficticio, sino que era real con agua que estaba excesivamente cristalina. Tomando sin darme pausas, logré percibir un ruido que provenía de mi retaguardia, al girarme pude ver a dos hombres que tenían pinta de ladrones del desierto, estos portaban espadas y unas capuchas para la arena. Sin dudarlo tomé mi espada que tenía a mi derecha y luego de levantarme produje un corte lateral a ambos enemigos. Estos cayeron al piso inconscientes ya que mi golpe no había sido mortal pero debí de dar en algún punto nervioso. Luego de ver caer a esos hombres razone que sin esa agua encontrada no podría haberlos derrotado, ni siquiera me habría podido mover.
Esos dos hombres encontrados me dieron una esperanza, continué mi camino en una trayectoria derecha, y luego de subir una duna de arena que me pareció mucho más grande que las anteriores, pude apreciar una ciudad, según recordaba era la primera señal de vida que veía en más de cinco horas sin incluir a los ladrones. Bajando la gigantesca duna me aproximé a la ciudad, pasando por un camino de rocas llegué a lo que parecía ser la entrada de la ciudad, en esta había colgado de dos troncos de madera un cartel que decía:" Bienvenido a la ciudad de Nanohana". Solo con ver ese cartel recordé que ese era mi destino antes de perderme en el desierto. Acercándome al puesto más cercano pregunté por donde podía comprar algo de bebida para no morir de desidratación. El buen hombre que atendía ese local me señalo una casona de piedra desgastada que parecía ser mi lugar soñado. Luego de agradecerle al hombre por haberme dado esa información, me aproximé a la taberna y cuando abrí la puerta pude percibir un cierto aire de tensión en el aire. Sin darle demasiada importancia proseguí mi camino adentrándome en el negocio, luego de sentarme en una mesa cercana a la esquina izquierda del lugar le grité al cantinero:" ¡Tráigame un vaso de jugo de uva bien fresco!". Mientras esperaba que mi pedido fuera traído ante mis ojos, decidí colocar los pies sobre la mesa, quitando así toda la arena que traía en ellos, después de tal caminata no me sorprendía para nada la arena, sino la capacidad de salir vivo de esa comprometida situación.
Cuando finalmente me aproximé al oasis pude ver que este no era algo ficticio, sino que era real con agua que estaba excesivamente cristalina. Tomando sin darme pausas, logré percibir un ruido que provenía de mi retaguardia, al girarme pude ver a dos hombres que tenían pinta de ladrones del desierto, estos portaban espadas y unas capuchas para la arena. Sin dudarlo tomé mi espada que tenía a mi derecha y luego de levantarme produje un corte lateral a ambos enemigos. Estos cayeron al piso inconscientes ya que mi golpe no había sido mortal pero debí de dar en algún punto nervioso. Luego de ver caer a esos hombres razone que sin esa agua encontrada no podría haberlos derrotado, ni siquiera me habría podido mover.
Esos dos hombres encontrados me dieron una esperanza, continué mi camino en una trayectoria derecha, y luego de subir una duna de arena que me pareció mucho más grande que las anteriores, pude apreciar una ciudad, según recordaba era la primera señal de vida que veía en más de cinco horas sin incluir a los ladrones. Bajando la gigantesca duna me aproximé a la ciudad, pasando por un camino de rocas llegué a lo que parecía ser la entrada de la ciudad, en esta había colgado de dos troncos de madera un cartel que decía:" Bienvenido a la ciudad de Nanohana". Solo con ver ese cartel recordé que ese era mi destino antes de perderme en el desierto. Acercándome al puesto más cercano pregunté por donde podía comprar algo de bebida para no morir de desidratación. El buen hombre que atendía ese local me señalo una casona de piedra desgastada que parecía ser mi lugar soñado. Luego de agradecerle al hombre por haberme dado esa información, me aproximé a la taberna y cuando abrí la puerta pude percibir un cierto aire de tensión en el aire. Sin darle demasiada importancia proseguí mi camino adentrándome en el negocio, luego de sentarme en una mesa cercana a la esquina izquierda del lugar le grité al cantinero:" ¡Tráigame un vaso de jugo de uva bien fresco!". Mientras esperaba que mi pedido fuera traído ante mis ojos, decidí colocar los pies sobre la mesa, quitando así toda la arena que traía en ellos, después de tal caminata no me sorprendía para nada la arena, sino la capacidad de salir vivo de esa comprometida situación.
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Taiga tenía los ojos cerrados. Su cuerpo estaba sumergido en el agua y su melena estaba totalmente libre al no llevar el pañuelo sujetándola. El cazador tampoco llevaba la gabardina, dejando así ver su torso desnudo y bien trabajado. Estaba muy cómodo allí dentro y la verdad es que no quería salir. Gracias a su buena capacidad de aguantar la respiración podía estar un par de minutos bajo el cristalino líquido. La sensación del fresquito recorriendo su cuerpo era maravillosa e inconfundible. Finalmente abrió sus azulados orbes mirando hacia abajo y observando el fondo de aquella laguna gracias a la intensa luz del Sol. Ya iba siendo hora de salir por mucho que no quisiera aquel hombre. Estaba demasiado a gusto dentro del agua pero cuando salió cogiendo aire y miró dónde estaba soltó el mayor de los suspiros. La jodida y repugnante Arabasta.
El motivo por el que el rubio estaba en aquella jodida isla de mala muerte era por trabajo más que otra cosa. Por suerte había encontrado aquel tranquilo oasis y había escondido sus cosas debajo de unas hierbas bastante altas. Salió del agua frunciendo el ceño y enseguida se puso su camiseta y su gabardina para no quemarse, tomó el resto de sus cosas y se dispuso a irse cuando de repente notó algo raro. Había pisadas en la arena y no eran suyas, parecían al menos de dos personas. Las siguió un poco hasta que dio con dos cadáveres, su expresión cambió a una de asombro. Se agachó junto a los dos tomándoles el pulso por turnos pero era demasiado tarde. Les cerró los ojos y los echó sobre las hierbas, al menos los ocultaría para que nadie los tirase a la laguna y la contaminase. Ahora llenó su cantimplora de agua y tras beber directamente del enorme charco, se puso en camino hacia la ciudad.
Después de un rato consiguió llegar hasta su objetivo, Nanohana. El calor era horrible y ya se había secado el agua del cuerpo, cosa que le desagradó bastante. Ahora empezó a caminar hasta que llegó a una pequeña plaza dónde había una taberna y algunas tiendas más. Iba a cruzar la puerta del bar cuando de repente notó una mano en su hombro derecho. Antes de que se girase sintió como alguien le golpeaba en la mejilla, haciéndole caer al suelo tras soltar un leve quejido de dolor. Cuando el rubio abrió los ojos pudo ver desde el suelo al causante de su golpe. Era un semigigante de tres metros y bastante musculoso. Su pelo era moreno y largo, tenía barba abundante y solo llevaba un pantalón azul. Su cuerpo era bastante fornido y parecía enfadado, sin embargo el cazador no le había visto nunca y ahora estaba algo confuso. Trató de levantase lo más rápido posible para responder a aquel hombre pero este no le dejó y volvió a atacarle. Taiga esta vez fue más rápido y se echó a un lado mientras fruncía el ceño algo enfadado por la actitud de aquel tipo.
El motivo por el que el rubio estaba en aquella jodida isla de mala muerte era por trabajo más que otra cosa. Por suerte había encontrado aquel tranquilo oasis y había escondido sus cosas debajo de unas hierbas bastante altas. Salió del agua frunciendo el ceño y enseguida se puso su camiseta y su gabardina para no quemarse, tomó el resto de sus cosas y se dispuso a irse cuando de repente notó algo raro. Había pisadas en la arena y no eran suyas, parecían al menos de dos personas. Las siguió un poco hasta que dio con dos cadáveres, su expresión cambió a una de asombro. Se agachó junto a los dos tomándoles el pulso por turnos pero era demasiado tarde. Les cerró los ojos y los echó sobre las hierbas, al menos los ocultaría para que nadie los tirase a la laguna y la contaminase. Ahora llenó su cantimplora de agua y tras beber directamente del enorme charco, se puso en camino hacia la ciudad.
Después de un rato consiguió llegar hasta su objetivo, Nanohana. El calor era horrible y ya se había secado el agua del cuerpo, cosa que le desagradó bastante. Ahora empezó a caminar hasta que llegó a una pequeña plaza dónde había una taberna y algunas tiendas más. Iba a cruzar la puerta del bar cuando de repente notó una mano en su hombro derecho. Antes de que se girase sintió como alguien le golpeaba en la mejilla, haciéndole caer al suelo tras soltar un leve quejido de dolor. Cuando el rubio abrió los ojos pudo ver desde el suelo al causante de su golpe. Era un semigigante de tres metros y bastante musculoso. Su pelo era moreno y largo, tenía barba abundante y solo llevaba un pantalón azul. Su cuerpo era bastante fornido y parecía enfadado, sin embargo el cazador no le había visto nunca y ahora estaba algo confuso. Trató de levantase lo más rápido posible para responder a aquel hombre pero este no le dejó y volvió a atacarle. Taiga esta vez fue más rápido y se echó a un lado mientras fruncía el ceño algo enfadado por la actitud de aquel tipo.
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Luego de unos 5 minutos esperando que el camarero trajera mi pedido a la mesa, logré saborear el exquisito jugo de uva helado, siendo mi bebida favorita y la única que había bebido en una hora, esta me hidrató completamente y me dejó en un estado de calma y relajación. Mientras disfrutaba de mi bebida, pude escuchar ruidos de golpes que provenían de las afueras del lugar. Sin darle demasiada importancia continué mi jugo, "no iba a pararme por la pelea de otro" (pensé para mis adentros). Sin embargo no pude resistirme a hacerlo cuando todas las personas de la taberna fueron haber el suceso, al parecer era algo importante, y como no me había divertido hace ya tiempo, me paré de mi silla y con mi bebida en la mano derecha salí del local.
Al mirar hacia las afueras del mismo, pude ver como dos hombres estaban aparentemente en una disputa, uno de ellos tenía el pelo rubio y medianamente platinado y el otro era un hombre de unos cuantos metros de altura que daba miedo solo con mirarlo. Impresionado por las complexiones del gigantesco hombre me dispuse a sentarme en un banco que permitía ver la pelea desde exactamente el medio de los dos luchadores, en ese momento pensé en mi cabeza:" es como tener asientos en primera fila y además mi jugo aún no se terminaba, por lo tanto esta visita a Nanohana se ponía cada vez mejor".
Al mirar hacia las afueras del mismo, pude ver como dos hombres estaban aparentemente en una disputa, uno de ellos tenía el pelo rubio y medianamente platinado y el otro era un hombre de unos cuantos metros de altura que daba miedo solo con mirarlo. Impresionado por las complexiones del gigantesco hombre me dispuse a sentarme en un banco que permitía ver la pelea desde exactamente el medio de los dos luchadores, en ese momento pensé en mi cabeza:" es como tener asientos en primera fila y además mi jugo aún no se terminaba, por lo tanto esta visita a Nanohana se ponía cada vez mejor".
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Al cazador no le gustó en absoluto que toda la gente se pusiera alrededor como si aquello fuese un espectáculo. No tenía nada que hacer contra aquella mala bestia y ahora tomó algo de aire para después alzar una ceja y tratar de hablar con aquel tipo que parecía estar en condiciones algo malas. Su rostro estaba levemente enrojecido y olía un poco a alcohol. – Tranquilo, no te he hecho nada para que me ataques. – Pese a sus palabras aquel tipo no quiso entender y volvió a lanzarse por él tratando de lanzarle un golpe con la pierna. Por suerte era bastante lento y el rubio rodó a un lado esquivando el golpe para después colocarse sus guanteletes de hierro y suspirar. No le gustaban los combates innecesarios pero no iba a dejar que un enfermo borracho le partiera la cara y se fuera de rositas. De hecho quería detenerlo para que no causase más problemas por el lugar.
La situación era muy incómoda para el cazador pues aún tenía un calor inmenso. Se lanzó por el enorme tipo y golpeó su pecho con el puño cerrado. No pudo evitar sonreír un poco pero eso se acabó cuando se dio cuenta de la realidad. Aquel tipo empezó a reír mientras ahora agarraba un palo del suelo. Ese cabrón era bastante duro y el golpe del rubio no le hizo nada, de modo que ahora Taiga lanzó una patada rumbo a la rodilla de aquel enorme hombre, el golpe los desestabilizó un poco pero no lo suficiente para hacerle caer. El que ahora se llevó el golpe fue el luchador pues el palo de madera le pegó en la cara tirándole hacia atrás. La sangre salía de la boca y de la nariz del joven del gorro negro. Se quedó aturdido unos momentos mientras la gente gritaba y animaba al otro hombre, se creían que aquello era un circo. La situación se estaba complicando mucho y aquel enorme ser empezó a reír.
De repente el rubio se puso en pie soltando un leve jadeo mientras ahora sus azulados ojos se clavaban en los del semigigante. Parecía una persona totalmente distinta debido a que por fin se había puesto serio y eso no era muy frecuente en él. – Cold Punch… – Susurró ahora mientras corría a por el enorme luchador. Nada más llegar hasta su posición echó el puño hacia atrás y lanzó un golpe mientras saltaba al centro de la cara del moreno. El impacto le dio de lleno haciéndole retroceder y escupir algo de sangre ahora mientras se mareaba. – ¡Ice Red! – Gritó ahora mientras saltaba de nuevo y en pleno aire giraba dándole una patada en el pecho a su enemigo, el cual cayó al suelo de culo. La gente empezó a reírse y el rubio frunció el ceño dispuesto a ganar aquel combate a como diera lugar.
La situación era muy incómoda para el cazador pues aún tenía un calor inmenso. Se lanzó por el enorme tipo y golpeó su pecho con el puño cerrado. No pudo evitar sonreír un poco pero eso se acabó cuando se dio cuenta de la realidad. Aquel tipo empezó a reír mientras ahora agarraba un palo del suelo. Ese cabrón era bastante duro y el golpe del rubio no le hizo nada, de modo que ahora Taiga lanzó una patada rumbo a la rodilla de aquel enorme hombre, el golpe los desestabilizó un poco pero no lo suficiente para hacerle caer. El que ahora se llevó el golpe fue el luchador pues el palo de madera le pegó en la cara tirándole hacia atrás. La sangre salía de la boca y de la nariz del joven del gorro negro. Se quedó aturdido unos momentos mientras la gente gritaba y animaba al otro hombre, se creían que aquello era un circo. La situación se estaba complicando mucho y aquel enorme ser empezó a reír.
De repente el rubio se puso en pie soltando un leve jadeo mientras ahora sus azulados ojos se clavaban en los del semigigante. Parecía una persona totalmente distinta debido a que por fin se había puesto serio y eso no era muy frecuente en él. – Cold Punch… – Susurró ahora mientras corría a por el enorme luchador. Nada más llegar hasta su posición echó el puño hacia atrás y lanzó un golpe mientras saltaba al centro de la cara del moreno. El impacto le dio de lleno haciéndole retroceder y escupir algo de sangre ahora mientras se mareaba. – ¡Ice Red! – Gritó ahora mientras saltaba de nuevo y en pleno aire giraba dándole una patada en el pecho a su enemigo, el cual cayó al suelo de culo. La gente empezó a reírse y el rubio frunció el ceño dispuesto a ganar aquel combate a como diera lugar.
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Mientras tomaba mi bebida, observaba a través del vidrio del vaso la pelea que estaban armando ambos miembros de la misma, al parecer el gigante era sumamente resistente y fuerte, pero el hombre de pelo amarillo era por mucho más rápido que el otro. Al parecer después de largos segundos de batalla el gigante estaba desplomado parcialmente en el suelo, sumamente dolido por los ataques producidos por su contrincante. El otro hombre estaba en una mejor condición pero también había sido alcanzado por un ataque de su enemigo.
Nadie entendía el porqué de la batalla pero nadie se comprometía a intentar pararla, sino que todo lo contrario, la gente abucheaba al contrario de su favorito y alentaban el derramamiento de sangre. Cuando finalmente se acabó mi refresco decidí que era hora de felicitar al ganador del encuentro, al parecer luego de los dos golpes producidos, el gigantesco hombre no pudo volver a levantarse, por lo tanto me paré del comodo pero demasiado cálido banco y me aproxime lentamente al victorioso.
Cuando estaba ya a menos de un metro de él le dije desde sus espaldas:" Oye tu... "Cold Punch"... buen combate, tu técnica de pelea es extraña, pero parece que funciona, me presento, soy Carmelo B.Volpi, un gusto conocerte. Espero que no vengas a Arabasta por nada más que peleas, ven... te invito a un trago". Así como terminé la frase me dirigí a la taberna nuevamente esperando que el rubio me siguiera.
Nadie entendía el porqué de la batalla pero nadie se comprometía a intentar pararla, sino que todo lo contrario, la gente abucheaba al contrario de su favorito y alentaban el derramamiento de sangre. Cuando finalmente se acabó mi refresco decidí que era hora de felicitar al ganador del encuentro, al parecer luego de los dos golpes producidos, el gigantesco hombre no pudo volver a levantarse, por lo tanto me paré del comodo pero demasiado cálido banco y me aproxime lentamente al victorioso.
Cuando estaba ya a menos de un metro de él le dije desde sus espaldas:" Oye tu... "Cold Punch"... buen combate, tu técnica de pelea es extraña, pero parece que funciona, me presento, soy Carmelo B.Volpi, un gusto conocerte. Espero que no vengas a Arabasta por nada más que peleas, ven... te invito a un trago". Así como terminé la frase me dirigí a la taberna nuevamente esperando que el rubio me siguiera.
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Taiga esperaba a que su oponente se pusiera en pie. El moreno no tardó en hacerlo y ahora ambos luchadores chocaron los puños de forma violenta. El inmenso dolor recorrió los nudillos del rubio, no pudo evitar caer de espaldas al suelo soltando un quejido de dolor. La sangre bajaba desde su mano hasta el suelo, la gente reía y el enorme tipo se acercaba despacio para intentar pisarle la cabeza. El cazador rodó a tiempo mientras fruncía el ceño y evadía por los pelos aquel ataque. Sin pensárselo se puso en pie y se relamió un poco. Estaba empezando a emocionarse al tener frente a él un tipo de aquel tamaño y fuerza.
Sin pensárselo más, decidió usar su mejor baza aérea. Salió corriendo a por su oponente y este trató de lanzarle un golpe con el palo de madera. Taiga lo esquivó y colocó su pie en el arma, pues esta había quedado clavada en el suelo en un ángulo perfecto. El luchador saltó con todas sus fuerza y en pleno aire giró dos veces sobre su propio eje para después impactar el talón en el centro de la cabeza del asaltante. Los ojos de aquel tío se pusieron blancos y cayó al suelo inconsciente mientras el rubio gritaba. – ¡Yuki Expres! – Aterrizó ahora jadeando un poco y observando al tipo desmayado.
Una persona se acercó por detrás del luchador y se presentó sin darle tiempo al chico a responder. Además le dijo que esperaba que no viniese buscando peleas, tenía gracia pues él no había empezado aquel combate, solo lo había terminado. Ahora al escuchar que le invitaba a un trago no pudo evitar sonreír lanzando un suspiro al aire. Le siguió tranquilamente hasta el interior de aquella taberna y se quedó mirando los alrededores de forma tranquila. – Ya que me vas a invitar quiero un batido de fresa bien frío. Por cierto mi nombre es Taiga, Taiga Redfield. – Se presentó mientras se sentaba al lado de aquella persona.
Sin pensárselo más, decidió usar su mejor baza aérea. Salió corriendo a por su oponente y este trató de lanzarle un golpe con el palo de madera. Taiga lo esquivó y colocó su pie en el arma, pues esta había quedado clavada en el suelo en un ángulo perfecto. El luchador saltó con todas sus fuerza y en pleno aire giró dos veces sobre su propio eje para después impactar el talón en el centro de la cabeza del asaltante. Los ojos de aquel tío se pusieron blancos y cayó al suelo inconsciente mientras el rubio gritaba. – ¡Yuki Expres! – Aterrizó ahora jadeando un poco y observando al tipo desmayado.
Una persona se acercó por detrás del luchador y se presentó sin darle tiempo al chico a responder. Además le dijo que esperaba que no viniese buscando peleas, tenía gracia pues él no había empezado aquel combate, solo lo había terminado. Ahora al escuchar que le invitaba a un trago no pudo evitar sonreír lanzando un suspiro al aire. Le siguió tranquilamente hasta el interior de aquella taberna y se quedó mirando los alrededores de forma tranquila. – Ya que me vas a invitar quiero un batido de fresa bien frío. Por cierto mi nombre es Taiga, Taiga Redfield. – Se presentó mientras se sentaba al lado de aquella persona.
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Al parecer el hombre me siguió en dirección a la taberna,al entrar ambos nos sentamos en la misma mesa, el rubio me comentó que su nombre es Taiga Redfield y que ya que lo invitaba a un trago que fuera un batido de fresa frío.Ante tal petición simplemente llamé al tabernero diciendole que nos trajera dos refrescos, el batido de mi compañero y un refresco de uva para mi.
El dueño del lugar asintió y fue detras de la barra para traer nuestro pedido. Mientras esoerabamos nuestra orden decidí que era bueno momento para hablar con mi nuevo amigo, entonces le dije:" ¿Así que Taiga... que te trae a el famoso reino de Arabasta?, en lo personal a mi me atrapó la busqueda de un supuesto criminal de los alrededores. No es que odie a los criminales ni nada, pero me atrae su recompensa del alcalde por 40 millones de berries. He visto que peleas bastante bien y no me tengo demasiada confianza en la búsqueda de este convicto, si no tienes planes y te interesa dividir el dinero a la mitad, vamos tras ese hombre y lo entregamos a las autoridades locales". Al finalizar mis palabras llegaron nuestros pedidos, tomé un gran trago de mi bebida y apoyé mis pies sobre la mesa de madera y la incliné un poco quedando en una posición sumamente cómoda.
El dueño del lugar asintió y fue detras de la barra para traer nuestro pedido. Mientras esoerabamos nuestra orden decidí que era bueno momento para hablar con mi nuevo amigo, entonces le dije:" ¿Así que Taiga... que te trae a el famoso reino de Arabasta?, en lo personal a mi me atrapó la busqueda de un supuesto criminal de los alrededores. No es que odie a los criminales ni nada, pero me atrae su recompensa del alcalde por 40 millones de berries. He visto que peleas bastante bien y no me tengo demasiada confianza en la búsqueda de este convicto, si no tienes planes y te interesa dividir el dinero a la mitad, vamos tras ese hombre y lo entregamos a las autoridades locales". Al finalizar mis palabras llegaron nuestros pedidos, tomé un gran trago de mi bebida y apoyé mis pies sobre la mesa de madera y la incliné un poco quedando en una posición sumamente cómoda.
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Taiga esperaba ansioso su deliciosa bebida de fresa y en efecto el camarero no tardó mucho en traerla. El rubio la cogió y empezó a beber despacio mientras lanzaba un grito de victoria al aire para celebrarlo. El otro chico también se había pedido algo de beber. No solo pasó eso, aquel tipo comenzó a hablarle al cazador sobre un hombre por el que el alcalde ofrecía ocho millones y quería repartirlos siendo cuatro para cada uno. Una vez el chico hubo terminado de hablarle, llegó el turno del luchador.
Dio otro trago a su delicioso batido para después responderle en un tono relajado y tranquilo, como si estuviese hablando con un conocido de toda la vida. – Bueno pues la verdad es que nunca se me ocurriría venir de vacaciones a una isla tan odiosa como esta. Estoy aquí por un motivo. Unos hermanos de ochenta millones cada uno tienen una base en una isla del Norte. Me interesa ir por ellos pero esa información iban a dármela aquí, así que debo buscar a una persona. Mientras tanto iré contigo pues y te echaré una mano. – Nada más decir aquello se terminó el batido de fresa de un trago y soltó una pequeña carcajada mientras dejaba el envase vacío en la barra.
Aquel joven también parecía interesado en el dinero además de él. Aquello provocó una leve sonrisa en el rubio, últimamente se encontraba con ansiosos de dinero por todos lados. Hacía un par de días había tenido una aventura en unas minas dónde eran cuatro personas y todas agoniosas. No se iba a olvidar del chico desnudo, Teobaldo y Ani. No pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa para después cruzarse de brazos esperando que ocurriera cualquier cosa o el chico dijera de moverse. – Bueno Carmelo ¿Hacia dónde nos dirigimos ahora? Tú mandas. – Dijo ahora mientras sonreía de lado esperando instrucciones para ir a por aquel capullo.
Dio otro trago a su delicioso batido para después responderle en un tono relajado y tranquilo, como si estuviese hablando con un conocido de toda la vida. – Bueno pues la verdad es que nunca se me ocurriría venir de vacaciones a una isla tan odiosa como esta. Estoy aquí por un motivo. Unos hermanos de ochenta millones cada uno tienen una base en una isla del Norte. Me interesa ir por ellos pero esa información iban a dármela aquí, así que debo buscar a una persona. Mientras tanto iré contigo pues y te echaré una mano. – Nada más decir aquello se terminó el batido de fresa de un trago y soltó una pequeña carcajada mientras dejaba el envase vacío en la barra.
Aquel joven también parecía interesado en el dinero además de él. Aquello provocó una leve sonrisa en el rubio, últimamente se encontraba con ansiosos de dinero por todos lados. Hacía un par de días había tenido una aventura en unas minas dónde eran cuatro personas y todas agoniosas. No se iba a olvidar del chico desnudo, Teobaldo y Ani. No pudo evitar esbozar una pequeña sonrisa para después cruzarse de brazos esperando que ocurriera cualquier cosa o el chico dijera de moverse. – Bueno Carmelo ¿Hacia dónde nos dirigimos ahora? Tú mandas. – Dijo ahora mientras sonreía de lado esperando instrucciones para ir a por aquel capullo.
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Al parecer al rubio le interesaba el trabajo que previamente le había ofrecido, por esa razón se paró después de terminar su bebida y se dirigió hacia la puerta del local esperando que lo guiase en dirección al hombre buscado. La verdad es que no tenía una idea clara de donde podría esconderse este hombre, había escuchado antes que seguramente estaba escondido en uno de los hoteles de la zona baja de la ciudad, pero no tenía fuentes realmente confiables que confirmaran el hecho.
Cuando terminé de saborear el último trago de mi jugo de uva helado, avancé junto a mi nuevo compañero hasta las afueras de la taberna, haciéndole señas como para que siguiera mis pasos me dirigí al centro del pueblo. Al llegar a la plaza del mismo pude ver dos hoteles que coincidían con la descripción del lugar donde nuestra presa se ocultaba. Según tenía entendido el hombre respondía ante el nombre falso de "Jiru", por lo que decidí dirigirme a uno de los hoteles para preguntar si un hombre con ese apodo estaba anotado en alguna habitación. Al entrar en el primer hotel me acerqué a la recepción del mismo preguntándole a la recepcionista la información de este tan buscado hombre. Al decirle que era familiar del mismo la señorita me reveló que si estaba registrado en ese hotel y que en este momento se encontraba en la habitación 201.
Sin mirar atrás caminé por el pasillo de camino a los cuartos buscando la habitación adecuada. Finalmente luego de buscar por unos minutos me paré frente a la puerta que decía "201". Rompí la calma del ambiente cuando dí una patada al nivel de mi pecho sobre la puerta. Esta salió desprendida hacia el interior de la alcoba, revelando de esta manera la figura del hombre que coincidía perfectamente con la descripción del cartel de "se busca". La expresión facial del buscado mostraba su asombro pero no demoró en pararse para dar comienzo a una batalla. Mientras esperaba que mi compañero estuviera siguiéndome saqué mi espada para posteriormente posicionara apoyada en mi cintura apretándola con mis dos manos esperando una ofensiva de mi enemigo.
Cuando terminé de saborear el último trago de mi jugo de uva helado, avancé junto a mi nuevo compañero hasta las afueras de la taberna, haciéndole señas como para que siguiera mis pasos me dirigí al centro del pueblo. Al llegar a la plaza del mismo pude ver dos hoteles que coincidían con la descripción del lugar donde nuestra presa se ocultaba. Según tenía entendido el hombre respondía ante el nombre falso de "Jiru", por lo que decidí dirigirme a uno de los hoteles para preguntar si un hombre con ese apodo estaba anotado en alguna habitación. Al entrar en el primer hotel me acerqué a la recepción del mismo preguntándole a la recepcionista la información de este tan buscado hombre. Al decirle que era familiar del mismo la señorita me reveló que si estaba registrado en ese hotel y que en este momento se encontraba en la habitación 201.
Sin mirar atrás caminé por el pasillo de camino a los cuartos buscando la habitación adecuada. Finalmente luego de buscar por unos minutos me paré frente a la puerta que decía "201". Rompí la calma del ambiente cuando dí una patada al nivel de mi pecho sobre la puerta. Esta salió desprendida hacia el interior de la alcoba, revelando de esta manera la figura del hombre que coincidía perfectamente con la descripción del cartel de "se busca". La expresión facial del buscado mostraba su asombro pero no demoró en pararse para dar comienzo a una batalla. Mientras esperaba que mi compañero estuviera siguiéndome saqué mi espada para posteriormente posicionara apoyada en mi cintura apretándola con mis dos manos esperando una ofensiva de mi enemigo.
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Taiga empezó a seguir a aquel chico con una sonrisa amable en su rostro como de costumbre. Estaba deseando tener algo de acción para estirar los huesos y des atrofiar los músculos. El calor continuaba dándole ganas de lanzarse al mar pero ahora estaba lejos de él y encima con un pequeño trabajo entre manos. Aún recordaba sus días en solitario mientras debía cazar tipos de recompensa penosa y los cuales dejaba ir a la mayoría por crímenes como robar para comer. No era un cazador abusón, se consideraba una persona amable y humilde ante todo. Así era aquel luchador.
No tardaron mucho en llegar a un edificio dónde aquel chico dijo ser familiar del hombre al que buscaban. La verdad es que fue demasiado fácil adentrarse y encima pillar la localización. Fue algo que el cazador no esperaba pero que de todas formas funcionó a la perfección. Subió al piso indicado con ambas manos en los bolsillos y siguiendo en todo momento a su acompañante sin separarse de él lo más mínimo. Aún no le había visto pelear y estaba deseándolo pues el rubio también disfrutaba viendo otros estilos a parte del suyo. Sobre todo si estos eran físicos y tenían que ver con las piernas y los brazos.
De repente aquel tipo derribó la puerta de una sola patada sin ni siquiera llamar. Cuando estuvo dentro pudo ver al hombre que coincidía con la descripción. No pudo evitar sonreír de lado para después alzar los puños de forma calmada. Justo cuando hizo eso el armario de al lado se abrió mostrando a un hombre con algunos cartuchos de dinamita y que reía bastante. Al parecer era un aliado y ahora el rubio fue quién caminó hacia él de forma tranquila. Ese iba a ser su rival ahora y no iba a dejarse amedrentar por una mecha prendida de fuego y un loco lanzando risas.
No tardaron mucho en llegar a un edificio dónde aquel chico dijo ser familiar del hombre al que buscaban. La verdad es que fue demasiado fácil adentrarse y encima pillar la localización. Fue algo que el cazador no esperaba pero que de todas formas funcionó a la perfección. Subió al piso indicado con ambas manos en los bolsillos y siguiendo en todo momento a su acompañante sin separarse de él lo más mínimo. Aún no le había visto pelear y estaba deseándolo pues el rubio también disfrutaba viendo otros estilos a parte del suyo. Sobre todo si estos eran físicos y tenían que ver con las piernas y los brazos.
De repente aquel tipo derribó la puerta de una sola patada sin ni siquiera llamar. Cuando estuvo dentro pudo ver al hombre que coincidía con la descripción. No pudo evitar sonreír de lado para después alzar los puños de forma calmada. Justo cuando hizo eso el armario de al lado se abrió mostrando a un hombre con algunos cartuchos de dinamita y que reía bastante. Al parecer era un aliado y ahora el rubio fue quién caminó hacia él de forma tranquila. Ese iba a ser su rival ahora y no iba a dejarse amedrentar por una mecha prendida de fuego y un loco lanzando risas.
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Antes de que siquiera intentara atacar a mi oponente, Taiga logró ver a un aliado del hombre buscado, y no dudó en comenzar una pelea con él. Sabía que mi compañero era fuerte, por eso no me preocupé de su batalla, pero si tuve que concentrarme en la mía. Corrí hacia mi enemigo con mi espada en mano, y cuando finalmente estaba a unos pocos pasos de él, hice un corte diagonal que pensé que había dado de lleno en el pecho de mi adversario.
Al mirarlo, me sorprendió que no tuviera ni un rasguño, ya que había sentido mi espada en su pecho, pero no con un sonido normal... sentía una raspadura en su piel, como... como si no fuese un humano. Pensando que el error había sido mío, corrí nuevamente hacía él, intentando ahora un ataque punzante. Al hacerlo, mi espada se clavó en su pecho, pero el hombre actuaba como si no le hubiera causado daños. Poco después de que hiciera ese ataque, mi contrincante me tomó con una de sus manos del cuello, levantándome por los aires y lanzándome contra una pared interior de la habitación.
Ese golpe me había dolido bastante, pero al levantarme (con un poco de dolor de cabeza), pude ver como mi espada continuaba en su pecho. No entendía que diablo sucedía, como un hombre podría aguantar tal espadazo sin sentir dolor. Pero finalmente lo deduje, el... el era un cyborg. Necesitaba descubrir su punto débil o esta pelea terminaría muy mal para mí, por lo tanto me limité a observar su cuerpo esperando que me atacara, y mientras tanto miré de reojo para ver como le estaba yendo a mi amigo en su pelea.
Al mirarlo, me sorprendió que no tuviera ni un rasguño, ya que había sentido mi espada en su pecho, pero no con un sonido normal... sentía una raspadura en su piel, como... como si no fuese un humano. Pensando que el error había sido mío, corrí nuevamente hacía él, intentando ahora un ataque punzante. Al hacerlo, mi espada se clavó en su pecho, pero el hombre actuaba como si no le hubiera causado daños. Poco después de que hiciera ese ataque, mi contrincante me tomó con una de sus manos del cuello, levantándome por los aires y lanzándome contra una pared interior de la habitación.
Ese golpe me había dolido bastante, pero al levantarme (con un poco de dolor de cabeza), pude ver como mi espada continuaba en su pecho. No entendía que diablo sucedía, como un hombre podría aguantar tal espadazo sin sentir dolor. Pero finalmente lo deduje, el... el era un cyborg. Necesitaba descubrir su punto débil o esta pelea terminaría muy mal para mí, por lo tanto me limité a observar su cuerpo esperando que me atacara, y mientras tanto miré de reojo para ver como le estaba yendo a mi amigo en su pelea.
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El tipo de las dinamitas era un hombre alto y de piel oscura. Su cabello era castaño y el color de sus ojos rojizo. Sin pensarlo prendió de fuego una de sus armas explosivas y la lanzó contra Taiga. Este sonrió de lado para después saltar a un lado rodando y evadirla. El objeto acabó en el pasillo y realizó una explosión que hizo temblar un poco la estructura. Además había realizado un agujero que conducía al piso de abajo. El cazador ahora miró eso y simplemente soltó un suspiro mientras se colocaba en pie y alzaba los puños.
Pegó un par de zancadas y sin ningún pudor lanzó un terrible puñetazo rumbo a la cara de su oponente. – ¡Hiehebi! – Los nudillos del rubio impactaron en la frente de aquel idiota. El compinche ahora se levantó quejándose por el dolor y agarró dos dinamitas, prendiéndolas de fuego y lanzándolas contra el luchador. Este al ver eso volvió a saltar a un lado pero la explosión le lanzó por los aires. Quedó tirado contra el suelo y con las ropas algo quemadas, además el rostro con partes de tizne negro.
Soltó un quejido de dolor al haber recibido aquello y ahora fue cuando se levantó frunciendo el ceño y escupiendo algo de sangre. No sabía si aquello había afectado a la batalla de su compañero. – No volverás a dañarme. Me temo que en tu siguiente movimiento perderás. – Aquel pobre imbécil se puso a reír y lanzó otra dinamita hacia el chico. Este ahora la agarró antes de que detonase y la lanzó contra su dueño. A continuación saltó por una ventaja cayendo en un puesto de frutas y amortiguando la caída. Esperaba que el espadachín también saliera de allí. Una vez entró en contacto la explosión con las demás dinamitas del castaño, se produjo un enorme estallido que hizo pedazos parte del edificio.
Pegó un par de zancadas y sin ningún pudor lanzó un terrible puñetazo rumbo a la cara de su oponente. – ¡Hiehebi! – Los nudillos del rubio impactaron en la frente de aquel idiota. El compinche ahora se levantó quejándose por el dolor y agarró dos dinamitas, prendiéndolas de fuego y lanzándolas contra el luchador. Este al ver eso volvió a saltar a un lado pero la explosión le lanzó por los aires. Quedó tirado contra el suelo y con las ropas algo quemadas, además el rostro con partes de tizne negro.
Soltó un quejido de dolor al haber recibido aquello y ahora fue cuando se levantó frunciendo el ceño y escupiendo algo de sangre. No sabía si aquello había afectado a la batalla de su compañero. – No volverás a dañarme. Me temo que en tu siguiente movimiento perderás. – Aquel pobre imbécil se puso a reír y lanzó otra dinamita hacia el chico. Este ahora la agarró antes de que detonase y la lanzó contra su dueño. A continuación saltó por una ventaja cayendo en un puesto de frutas y amortiguando la caída. Esperaba que el espadachín también saliera de allí. Una vez entró en contacto la explosión con las demás dinamitas del castaño, se produjo un enorme estallido que hizo pedazos parte del edificio.
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Al levantar la mirada, pude ver como mi compañero estaba en una situación parecida a la mía, no estaba ni perdiendo ni ganando su batalla, solo se mantenía tranquilo, esperando su oportunidad.
Por otro lado, mi batalla estaba un poco más complicada, estaba luchando contra un cyborg con mucha fuerza, el cuál tenía mi espada y no tenía aparente punto débil. Pero a pesar de esto, tenía una ventaja... mi inteligencia y mi razonamiento.
Antes de que pudiera planear una ofensiva estratégica, mi adversario corrió sin darme tiempo hacia mí. Apenas pude eludir su puñetaso, corriendo mi cuerpo a un lado, mientras rotaba sobre mi propio eje para luego quitarle mi espada de su pecho. Ese movimiento me había servido bastante, había esquivado su golpe y obtuve mi espada nuevamente. A pesar de esto, mi enemigo no demoró en darse vuelta y volver a atacarme con sus puños. Mientras los eludía uno tras otro, pude ver como su pecho de metal, estaba cocido hasta la zona abdominal de el criminal.
Aunque acababa de averiguar su punto débil, su puño logró mi cara cuando mi espada avanzaba hacia su abdomen. Ambos golpes fueron acertados con gran precisión, yo logré hacer una perforación en su abdomen, pero él me lanzó por la ventana de la habitación con su puños. Caí hacia las afueras del hotel, donde con un poco de dolor en todo el cuerpo, me arrodillé, intentando recuperar mi fuerza.
Al levantar mi mirada, pude ver como mi enemigo estaba parado en la cornisa de la ventana rota, con un agujero en el abdomen que sangraba a lo loco. A pesar de esto, continuaba en pie, con una de sus manos presionando la herida y con la otra señalándome, diciendo:"¡Estas muerto!".
Por otro lado, mi batalla estaba un poco más complicada, estaba luchando contra un cyborg con mucha fuerza, el cuál tenía mi espada y no tenía aparente punto débil. Pero a pesar de esto, tenía una ventaja... mi inteligencia y mi razonamiento.
Antes de que pudiera planear una ofensiva estratégica, mi adversario corrió sin darme tiempo hacia mí. Apenas pude eludir su puñetaso, corriendo mi cuerpo a un lado, mientras rotaba sobre mi propio eje para luego quitarle mi espada de su pecho. Ese movimiento me había servido bastante, había esquivado su golpe y obtuve mi espada nuevamente. A pesar de esto, mi enemigo no demoró en darse vuelta y volver a atacarme con sus puños. Mientras los eludía uno tras otro, pude ver como su pecho de metal, estaba cocido hasta la zona abdominal de el criminal.
Aunque acababa de averiguar su punto débil, su puño logró mi cara cuando mi espada avanzaba hacia su abdomen. Ambos golpes fueron acertados con gran precisión, yo logré hacer una perforación en su abdomen, pero él me lanzó por la ventana de la habitación con su puños. Caí hacia las afueras del hotel, donde con un poco de dolor en todo el cuerpo, me arrodillé, intentando recuperar mi fuerza.
Al levantar mi mirada, pude ver como mi enemigo estaba parado en la cornisa de la ventana rota, con un agujero en el abdomen que sangraba a lo loco. A pesar de esto, continuaba en pie, con una de sus manos presionando la herida y con la otra señalándome, diciendo:"¡Estas muerto!".
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El rubio suspiró levantándose de aquel puesto. Su oponente seguramente había volado por los aires y aquello le molestaba pues odiaba matar innecesariamente. El cazador empezó a disculparse con el dueño de aquel puesto de frutas pues había sido un accidente provocado por el amigo de un criminal. El dueño era un tipo gordo y con bigote portentoso. De cabellos azulados y ojos dorados. Vestía con una camiseta roja y un pantalón muy ajustado que dejaba su barriga al descubierto. Después de unas disculpas más, el luchador se giró y empezó a caminar un poco para ver dónde estaba el otro chico. Esperaba que estuviese bien y no herido como podía estar a lo mejor.
De repente Taiga pudo ver como su amigo salía disparado por una ventana. Miró a la cornisa y pudo ver a aquel tipo amenazando al chico de forma seria. Entonces fue cuando una sonrisa ladeaba surgió del rostro de aquel chico. Simplemente miró a su acompañante y se cruzó de brazos mirándole de forma algo amable. – Vamos socio. Derrota a ese capullo de una vez. Estoy seguro de que puedes hacerlo. – El cazador quería motivar de aquella forma al espadachín para que pudiese terminar la pelea.
El rubio estaba bastante cansado también. Había peleado con un semigigante y además ahora con un loco lleno de explosivos. Estaba muy reventado y estaba deseando tirarse a una buena cama a dormir. Sin embargo por el momento prefería estar allí viendo el espectáculo. Ahora miró al criminal y simplemente trató de provocarlo. – Déjate de estupideces y baja de ahí. Mi compañero tiene que darte una paliza como es debido. – Aquellas palabras parecieron mosquear al hombre y bajó enseguida caminando hacia Volpi. En ese momento el luchador se quedó mirando y esperando a ver qué pasaba en aquel intenso combate que estaba observando ahora.
De repente Taiga pudo ver como su amigo salía disparado por una ventana. Miró a la cornisa y pudo ver a aquel tipo amenazando al chico de forma seria. Entonces fue cuando una sonrisa ladeaba surgió del rostro de aquel chico. Simplemente miró a su acompañante y se cruzó de brazos mirándole de forma algo amable. – Vamos socio. Derrota a ese capullo de una vez. Estoy seguro de que puedes hacerlo. – El cazador quería motivar de aquella forma al espadachín para que pudiese terminar la pelea.
El rubio estaba bastante cansado también. Había peleado con un semigigante y además ahora con un loco lleno de explosivos. Estaba muy reventado y estaba deseando tirarse a una buena cama a dormir. Sin embargo por el momento prefería estar allí viendo el espectáculo. Ahora miró al criminal y simplemente trató de provocarlo. – Déjate de estupideces y baja de ahí. Mi compañero tiene que darte una paliza como es debido. – Aquellas palabras parecieron mosquear al hombre y bajó enseguida caminando hacia Volpi. En ese momento el luchador se quedó mirando y esperando a ver qué pasaba en aquel intenso combate que estaba observando ahora.
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Este cyborg me estaba dando bastantes problemas, no era nada fácil vencerlo, pero por suerte ya había dado en su punto débil y era cuestión de tiempo para que cayera derrotado.
Desde la retaguardia de mi enemigo que aún seguía en la cornisa de la ventana, pude escuchar la voz de mi compañero, intentó alentarme, pero la verdad era que estaba bastante confiado, no estaba muy lastimado, había re obtenido mi espada, y mi rival estaba mal herido. Por otro lado incentivó al cyborg para que bajara y peleara contra mí.
Fue entonces cuando me preparé nuevamente para el combate, tomando mi espada con fuerza, me acerqué rápidamente hacia mi enemigo, y pasando a su lado, hice un corte más bien superficial sobre su lateral izquierdo. No pudo repelerlo gracias a que su mano estaba ocupada presionando su herida.
Cuando pasé a su lado, miré para atrás para ver como había salido mi ataque y pude ver como el hombre con el que luchaba, estaba tirado en el suelo ya derrotado. No pude creer que ante tal rival, un pequeño corte le hubiera batido, pero al parecer no fue solo mi último ataque, sino que el agujero en su cuerpo le impidió seguir luchando.
Para evitar que se desangrara, coloqué un par de telas en su herida, atándolas, para luego cargar al hombre ahora inconsciente para llevarlo ante las autoridades locales para cobrar la recompensa. Le hice señas a mi compañero para que me acompañara a entregar al criminal, ya que era él, el que podía cobrar mayor recompensa que yo, ya que era un cazador. Mientras esperaba que Taiga me siguiera, me puse a caminar, tumbo a la comisaría más cercana.
Desde la retaguardia de mi enemigo que aún seguía en la cornisa de la ventana, pude escuchar la voz de mi compañero, intentó alentarme, pero la verdad era que estaba bastante confiado, no estaba muy lastimado, había re obtenido mi espada, y mi rival estaba mal herido. Por otro lado incentivó al cyborg para que bajara y peleara contra mí.
Fue entonces cuando me preparé nuevamente para el combate, tomando mi espada con fuerza, me acerqué rápidamente hacia mi enemigo, y pasando a su lado, hice un corte más bien superficial sobre su lateral izquierdo. No pudo repelerlo gracias a que su mano estaba ocupada presionando su herida.
Cuando pasé a su lado, miré para atrás para ver como había salido mi ataque y pude ver como el hombre con el que luchaba, estaba tirado en el suelo ya derrotado. No pude creer que ante tal rival, un pequeño corte le hubiera batido, pero al parecer no fue solo mi último ataque, sino que el agujero en su cuerpo le impidió seguir luchando.
Para evitar que se desangrara, coloqué un par de telas en su herida, atándolas, para luego cargar al hombre ahora inconsciente para llevarlo ante las autoridades locales para cobrar la recompensa. Le hice señas a mi compañero para que me acompañara a entregar al criminal, ya que era él, el que podía cobrar mayor recompensa que yo, ya que era un cazador. Mientras esperaba que Taiga me siguiera, me puse a caminar, tumbo a la comisaría más cercana.
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La situación se había puesto a favor de aquel chico pues por fin había terminado su combate y con una victoria. Al cazador le gustó el gesto de que no hubiese asesinado a aquel pobre hombre y eso le provocó una sonrisa amable. Después miró bien el cuerpo y se dio cuenta de que el agujero del pecho podía haber tenido mucho que ver en el fin de la pelea. De todas formas no importaban los medios, más bien los fines y aquello iba a acabar en algo de dinero para ambos rubios. Encima el mismo color de pelo, eran dos compañeros parecidos y todo. Sin embargo cada uno con un estilo de combate.
Mientras que Carmelo prefería las espadas, Taiga se decantaba por los puños. Cuando vio que aquel chico le hacía un gesto para que le siguiera mientras cargaba con el cuerpo, no pudo evitar sonreír. Metió sus manos en los bolsillos y empezó a caminar hasta colocarse a su lado con tranquilidad y mirar alrededor. Seguía odiando aquella jodida isla por el maldito clima y el calor que hacía. Después de unos momentos llegaron a un puesto dónde había algunos marines, aquello hizo sonreír al luchador pues él estuvo a punto de ser uno.
Cuando dejaron el cuerpo y cobraron la recompensa, el luchador le hizo un gesto de despedida al chico espadachín. – Ha sido un verdadero placer conocerte, amigo. Ahora debo darme prisa y volver hacia la isla nevada a completar el objetivo que te dije. Considérame un aliado a partir de ahora, Carmelo. – Se sentía en deuda con aquel chico por haberle ayudado económicamente compartiendo la presa pero ahora debía volver a por su siguiente meta. Los dos hermanos revolucionarios de ochenta millones, esperaba poder conseguirlo o de lo contrario lo iba a pasar muy mal.
Mientras que Carmelo prefería las espadas, Taiga se decantaba por los puños. Cuando vio que aquel chico le hacía un gesto para que le siguiera mientras cargaba con el cuerpo, no pudo evitar sonreír. Metió sus manos en los bolsillos y empezó a caminar hasta colocarse a su lado con tranquilidad y mirar alrededor. Seguía odiando aquella jodida isla por el maldito clima y el calor que hacía. Después de unos momentos llegaron a un puesto dónde había algunos marines, aquello hizo sonreír al luchador pues él estuvo a punto de ser uno.
Cuando dejaron el cuerpo y cobraron la recompensa, el luchador le hizo un gesto de despedida al chico espadachín. – Ha sido un verdadero placer conocerte, amigo. Ahora debo darme prisa y volver hacia la isla nevada a completar el objetivo que te dije. Considérame un aliado a partir de ahora, Carmelo. – Se sentía en deuda con aquel chico por haberle ayudado económicamente compartiendo la presa pero ahora debía volver a por su siguiente meta. Los dos hermanos revolucionarios de ochenta millones, esperaba poder conseguirlo o de lo contrario lo iba a pasar muy mal.
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