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Como un reflejo etéreo, la luz de la luna; blanca, limpia y pura, se proyectaba sobre su cabello plateado. Curioso que alguien hecho completamente de oscuridad pudiera tomar aquel brillo como propio cuando nada iluminaba su interior. Reflexiones dramáticas de un vigilante solitario en mitad de la noche, que se limitaba a observar cómo la hoja de su espada le imitaba, reflejando los rayos lunares que llegaban hasta él. Su pelo era mecido por una suave brisa nocturna, en contraste con el calor abrasador de los días de Baltigo. ¿Qué hacía allí? Bueno, unos dormían, otros charlaban, algunos incluso comían algo entre horas. A él, sin embargo, le había tocado montar guardia. Como si alguien en su sano juicio fuera a aparecer por allí. De hecho, ¿por qué iban a hacerlo? Todo el mundo sabía que antaño aquella isla fue un bastión revolucionario, pero también creían que había sido abandonado. Las posibilidades de un ataque eran bastante reducidas... Pero supuso que era lo más lógico. Realmente compartía aquella opinión, pero el hecho de que le hubiera tocado a él le tenía ciertamente irritado.
- Podrían darme órdenes más interesantes... Pero no esta mierda -refunfuñó en las sombras, sentado sobre un montículo de rocas, justo antes de tomar una pequeña piedra y lanzarla por los aires, perdiéndola de vista en pocos segundos.
Dejó escapar un leve suspiro, el cual chocó contra la parte interna de la máscara que cubría su rostro día y noche. Desde que llegó a Baltigo apenas pasó tiempo sin ella puesta, mas que para dormir, momento durante el cual se vendaba desde el tabique hasta la barbilla, por si alguien se atreviera a entrar en su cuarto sin permiso. Jamás se era lo suficientemente precavido, y si nadie sabe quién eres, el peligro que corres es bastante inferior.
Envainó la espada sobre su espalda, dejándose caer al suelo tras impulsarse levemente con las manos, pisando con suavidad. Era curioso que, independientemente de lo bruscos que fueran sus movimientos, siempre los realizaba con tal sutileza que apenas eran perceptibles por los demás. Era un asesino, al fin y al cabo, que se había entrenado durante toda su vida para ello, pero no dejaba de ser sorprendente. Decidió que sería más útil patrullar la costa que quedarse allí sentado. Y, desde luego, sería mucho más entretenido dar un paseo largo... Muy largo. Tal vez pudiera encontrar algún animal al que dar caza para tomarse un pequeño tentempié nocturno. Sí, la verdad es que tenía algo de hambre, y no permitían repetir plato en la base. Si no les mataban los marines, terminarían por morir de hambre.
- Podrían darme órdenes más interesantes... Pero no esta mierda -refunfuñó en las sombras, sentado sobre un montículo de rocas, justo antes de tomar una pequeña piedra y lanzarla por los aires, perdiéndola de vista en pocos segundos.
Dejó escapar un leve suspiro, el cual chocó contra la parte interna de la máscara que cubría su rostro día y noche. Desde que llegó a Baltigo apenas pasó tiempo sin ella puesta, mas que para dormir, momento durante el cual se vendaba desde el tabique hasta la barbilla, por si alguien se atreviera a entrar en su cuarto sin permiso. Jamás se era lo suficientemente precavido, y si nadie sabe quién eres, el peligro que corres es bastante inferior.
Envainó la espada sobre su espalda, dejándose caer al suelo tras impulsarse levemente con las manos, pisando con suavidad. Era curioso que, independientemente de lo bruscos que fueran sus movimientos, siempre los realizaba con tal sutileza que apenas eran perceptibles por los demás. Era un asesino, al fin y al cabo, que se había entrenado durante toda su vida para ello, pero no dejaba de ser sorprendente. Decidió que sería más útil patrullar la costa que quedarse allí sentado. Y, desde luego, sería mucho más entretenido dar un paseo largo... Muy largo. Tal vez pudiera encontrar algún animal al que dar caza para tomarse un pequeño tentempié nocturno. Sí, la verdad es que tenía algo de hambre, y no permitían repetir plato en la base. Si no les mataban los marines, terminarían por morir de hambre.
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Debía ser ya bastante tarde cuando la chica terminó de preparar las cosas para el día de mañana, dejando los compuestos que iba a emplear, las herramientas y las medidas listas, así como sus apuntes, los cuales había revisado una última vez antes de recoger y dejar en orden la pequeña sala que le habían facilitado los revolucionarios para que pudiera realizar sus experimentos y preparar las mejoras para armas que le habían pedido. Nada de especial importancia, pues aún le quedaba mucho por investigar, y por otro lado, el presupuesto de sus contratistas no era especialmente abundante en aquellos momentos, aunque mientras le pagaran a ella le daba un poco igual, sin contar el hecho de que así podía investigar también a los que ella consideraba "semihumanos", seres en apariencia humana pero que no llegan a serlo del todo, en su opinión. De hecho, se sorprendió bastante al ver que había algún que otro humano de "verdad", como solía decir ella. -Con esto debería ser suficiente para mañana.- Se dijo a sí misma antes de quitarse las gafas y dejarlas sobre el escritorio, cerradas. Después, se incorporó y se quitó la bata, quedando únicamente con un vestido de color rosa pálido, de tirantes, que le llegaba hasta la mitad del muslo. Se soltó el cabello, hasta entonces atado en una coleta alta, y salió, cerrando la puerta con llave y llevándose consigo su cuaderno de dibujo y un lápiz. No se sentía con sueño, por lo que seguramente diera un paseo y buscase un lugar donde ponerse a dibujar.
Y de alguna forma, su paseo se detuvo en la playa. Normalmente no hubiera salido de noche, al menos no desde que su querido hermano le causo aquel pequeño trauma infantil, pero el cielo estaba totalmente despejado, y la luna reflejaba la luz del sol iluminando como un faro el lugar, por lo que se podían diferenciar las siluetas de las rocas que constituían los acantilados con bastante facilidad, además, el lugar que había encontrado, permitía ver el puerto en el que se encontraban los escasos barcos de la armada y el que había empleado ella para llegar hasta ahí. Podría sacar un dibujo interesante de aquel paisaje, retocándolo luego para no descubrir a nadie de que se trataba, aunque no era como si alguien fuera a ver sus dibujos...Eran algo demasiado íntimo para ella. Y con la idea de llenar un par de páginas de su cuaderno, se sentó en la orilla de la playa, dejando que las olas acariciaran sus pies descalzos. mientras la luna se reflejaba sobre ella, haciendo que pareciera más una ninfa o un fantasma que una humana, aunque para ella, eso eran solo cuentos.
Los minutos fueron pasando y su dibujo comenzó a tomar forma, trazo a trazo, mientras ella tarareaba una canción sin letra, bastante entretenida, y ausente de todo lo que la rodeaba, de hecho, en aquel momento cualquiera que se acercara podría intentar matarla por la espalda y ella ni se enteraría hasta notar el golpe. Pero por otro lado...no era como si a la resistencia le conviniese matarla, así que eso no pasaría, en teoría.
Y de alguna forma, su paseo se detuvo en la playa. Normalmente no hubiera salido de noche, al menos no desde que su querido hermano le causo aquel pequeño trauma infantil, pero el cielo estaba totalmente despejado, y la luna reflejaba la luz del sol iluminando como un faro el lugar, por lo que se podían diferenciar las siluetas de las rocas que constituían los acantilados con bastante facilidad, además, el lugar que había encontrado, permitía ver el puerto en el que se encontraban los escasos barcos de la armada y el que había empleado ella para llegar hasta ahí. Podría sacar un dibujo interesante de aquel paisaje, retocándolo luego para no descubrir a nadie de que se trataba, aunque no era como si alguien fuera a ver sus dibujos...Eran algo demasiado íntimo para ella. Y con la idea de llenar un par de páginas de su cuaderno, se sentó en la orilla de la playa, dejando que las olas acariciaran sus pies descalzos. mientras la luna se reflejaba sobre ella, haciendo que pareciera más una ninfa o un fantasma que una humana, aunque para ella, eso eran solo cuentos.
Los minutos fueron pasando y su dibujo comenzó a tomar forma, trazo a trazo, mientras ella tarareaba una canción sin letra, bastante entretenida, y ausente de todo lo que la rodeaba, de hecho, en aquel momento cualquiera que se acercara podría intentar matarla por la espalda y ella ni se enteraría hasta notar el golpe. Pero por otro lado...no era como si a la resistencia le conviniese matarla, así que eso no pasaría, en teoría.
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En silencio, como una sombra más en mitad de la noche, Daneer se deslizaba entre las múltiples rocas y el relieve de aquella pedregosa isla, sin causar el más mínimo ruido. Ni siquiera estaba prestando atención a esto, pues estaba tan acostumbrado que ya lo hacía por simple intuición. Tan solo tomaba un paseo, observando los alrededores con calma, casi como si estuviera haciendo turismo más que una guardia. Y, realmente, aquello tampoco le vendría mal. Llevaba ya un tiempo en aquella isla, pero aún no había salido a reconocer el terreno y apenas sabía cómo eran los alrededores. Cosas que ocurren cuando eres un recluta más y te encargan todo el trabajo digno de becarios. A él, quien era un asesino entrenado y, probablemente, bastante más eficaz que muchos de los que allí se encontraban. Negó con la cabeza, quitándole importancia.
- Ya habrá tiempo para cosas más interesantes... Espero -se dijo a sí mismo, tratando de autoconvencerse.
Su paseo transcurrió con calma durante los minutos siguientes, sin nada destacable aparte de algún encuentro con pequeñas lagartijas, animales nocturnos y leves brisas que recorrían su cuerpo, como si tratara de recorrer su piel, no pudiendo evitar sentir un leve escalofrío, produciendo que el vello de su cuerpo se erizara. No fue hasta que transcurrió un cuarto de hora que un murmuro llegó hasta él, haciendo que por acto reflejo desenvainara una de sus espadas y adoptara una posición de combate, escudriñando los alrededores rápidamente. Sin embargo, aquella voz parecía provenir de algún lugar algo más alejado. Frunció levemente el ceño y se desplazó con rapidez, apenas apoyándose en el suelo al andar, lo que produjo que ni siquiera dejaba huellas que pudieran delatarle. "Viene de la costa" se dijo a sí mismo mientras avanzaba hacia el origen, asomándose finalmente por un montículo de rocas que hacía de frontera entre la playa y el interior de la isla. No le llevó demasiado tiempo dar con la causa, pues el cielo estaba despejado y la Luna reflejaba suficiente luz como para que pudiera ver con bastante claridad. Sentada cerca de la orilla, una chica de cabellos dorados con reflejos azules, vestida con un vestido de un rosa pálido, se mantenía allí como si nada, tarareando alguna canción que le era totalmente desconocida. Daneer no pudo evitar alzar una ceja. ¿Sería una revolucionaria? ¿Qué hacía allí, en mitad de la noche, como si nada? Cualquiera podría ir y acabar con su vida en un instante.
Apoyándose con un pie sobre las rocas se impulsó para adentrarse en la playa y, aún con su espada desenvainada, comenzó a acercarse lentamente hasta ella. Al estar dándole la espalda era incapaz de ver su rostro, pero sí le pareció que portaba algo con ella, en sus manos. ¿Algún tipo de arma con la que defenderse, tal vez? ¿O simplemente alguna caracola, concha o cualquier tipo de útil irrelevante? No estaba seguro, pero prefería no arriesgarse a recibir un disparo si era posible. No es que fuera a suponerle problema alguno, ser logia al fin y al cabo suponía ciertas ventajas para él, pero nunca era agradable recibir un disparo... Y menos aún cuando podría sentir todo el dolor de este. Cuando apenas unos escasos centímetros le separaban de ella, alzó la mano que portaba el arma y apoyó el frío filo de esta sobre el cuello de la joven.
- La noche es peligrosa, sobre todo si se es tan descuidado. ¿De verdad eres así de inconsciente o simplemente buscas que te maten? -le dijo, sin moverse ni un solo milímetro y comprobando, al situarse por encima de ella, que lo que portaba no era otra cosa mas que un cuaderno de dibujo, cosa que le hizo ladear ligeramente la cabeza. ¿Qué hacía dibujando a aquellas horas?
- Ya habrá tiempo para cosas más interesantes... Espero -se dijo a sí mismo, tratando de autoconvencerse.
Su paseo transcurrió con calma durante los minutos siguientes, sin nada destacable aparte de algún encuentro con pequeñas lagartijas, animales nocturnos y leves brisas que recorrían su cuerpo, como si tratara de recorrer su piel, no pudiendo evitar sentir un leve escalofrío, produciendo que el vello de su cuerpo se erizara. No fue hasta que transcurrió un cuarto de hora que un murmuro llegó hasta él, haciendo que por acto reflejo desenvainara una de sus espadas y adoptara una posición de combate, escudriñando los alrededores rápidamente. Sin embargo, aquella voz parecía provenir de algún lugar algo más alejado. Frunció levemente el ceño y se desplazó con rapidez, apenas apoyándose en el suelo al andar, lo que produjo que ni siquiera dejaba huellas que pudieran delatarle. "Viene de la costa" se dijo a sí mismo mientras avanzaba hacia el origen, asomándose finalmente por un montículo de rocas que hacía de frontera entre la playa y el interior de la isla. No le llevó demasiado tiempo dar con la causa, pues el cielo estaba despejado y la Luna reflejaba suficiente luz como para que pudiera ver con bastante claridad. Sentada cerca de la orilla, una chica de cabellos dorados con reflejos azules, vestida con un vestido de un rosa pálido, se mantenía allí como si nada, tarareando alguna canción que le era totalmente desconocida. Daneer no pudo evitar alzar una ceja. ¿Sería una revolucionaria? ¿Qué hacía allí, en mitad de la noche, como si nada? Cualquiera podría ir y acabar con su vida en un instante.
Apoyándose con un pie sobre las rocas se impulsó para adentrarse en la playa y, aún con su espada desenvainada, comenzó a acercarse lentamente hasta ella. Al estar dándole la espalda era incapaz de ver su rostro, pero sí le pareció que portaba algo con ella, en sus manos. ¿Algún tipo de arma con la que defenderse, tal vez? ¿O simplemente alguna caracola, concha o cualquier tipo de útil irrelevante? No estaba seguro, pero prefería no arriesgarse a recibir un disparo si era posible. No es que fuera a suponerle problema alguno, ser logia al fin y al cabo suponía ciertas ventajas para él, pero nunca era agradable recibir un disparo... Y menos aún cuando podría sentir todo el dolor de este. Cuando apenas unos escasos centímetros le separaban de ella, alzó la mano que portaba el arma y apoyó el frío filo de esta sobre el cuello de la joven.
- La noche es peligrosa, sobre todo si se es tan descuidado. ¿De verdad eres así de inconsciente o simplemente buscas que te maten? -le dijo, sin moverse ni un solo milímetro y comprobando, al situarse por encima de ella, que lo que portaba no era otra cosa mas que un cuaderno de dibujo, cosa que le hizo ladear ligeramente la cabeza. ¿Qué hacía dibujando a aquellas horas?
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Un escalofrío recorrió el cuerpo de la chica, causando que sus músculos se tensasen durante un momento y su cuerpo se convulsionase al sentir el frío metal sobre su garganta, segundos antes de que una voz masculina le hablara desde detrás suya. Tan cerca que le parecía extraño no sentir su aliento en la nuca. Un recuerdo de la infancia pasó fugazmente por su mente y, de estar en otra situación, su agresor se hubiera podido percatar de como toda su tez se tornaba de un blanco aún mayor, comparable al del mármol. Todo aquello en un par de segundos, que tuvo que emplear en reaccionar y recordar donde se encontraba. Y por extraño que resultase, por mucho que en teoría ese fuera uno de los peores lugares para una científica, le pareció mucho más seguro que su cuarto en el castillo de Hallsat, el cual debía estar cubierto de polvo, o lo estaría si las sirvientas no lo limpiaran con cierta regularidad.
Tal vez fuera porque sabía que su hermano era mucho más letal que los revolucionarios que se encontraban en ese lugar, o el hecho de que era necesaria para ellos y por tanto no podían matarla...aún, fueran los motivos de que su confianza volviera y considerara aquella una broma pesada, a la que no le daría especial importancia, de hecho, si no fuera broma hasta sentiría interés por saber quien era lo suficientemente silencioso y precavido como para acercarse de aquella forma. "¿Habré encontrado a un humano real?" Con esa idea en mente, la casi albina joven, alzó la cabeza con intención de mirara a los ojos al hombre que se encontraba amenazándola, sorprendiéndose al ver que este llevaba puesta una mascara. -Creo que a ti no te he visto en la base...- Comentó, expresando sus pensamientos en voz alta antes de dedicarle una sonrisa. -Soy Mika, la persona a la que han contratado para ayudar a mejorar las armas de la revolución, no muchos científicos se prestan a ayudar...- Siguió comentando sin venir a cuento.
-¿Por cierto, estás haciendo esto por qué te divierte acosar sexualmente a las personas o simplemente te preocupó que fuera una amenaza?- Dijo en un tono inocente, sin dejar de mirarle a los ojos, lo poco que era capaz de divisar de él.-
Tal vez fuera porque sabía que su hermano era mucho más letal que los revolucionarios que se encontraban en ese lugar, o el hecho de que era necesaria para ellos y por tanto no podían matarla...aún, fueran los motivos de que su confianza volviera y considerara aquella una broma pesada, a la que no le daría especial importancia, de hecho, si no fuera broma hasta sentiría interés por saber quien era lo suficientemente silencioso y precavido como para acercarse de aquella forma. "¿Habré encontrado a un humano real?" Con esa idea en mente, la casi albina joven, alzó la cabeza con intención de mirara a los ojos al hombre que se encontraba amenazándola, sorprendiéndose al ver que este llevaba puesta una mascara. -Creo que a ti no te he visto en la base...- Comentó, expresando sus pensamientos en voz alta antes de dedicarle una sonrisa. -Soy Mika, la persona a la que han contratado para ayudar a mejorar las armas de la revolución, no muchos científicos se prestan a ayudar...- Siguió comentando sin venir a cuento.
-¿Por cierto, estás haciendo esto por qué te divierte acosar sexualmente a las personas o simplemente te preocupó que fuera una amenaza?- Dijo en un tono inocente, sin dejar de mirarle a los ojos, lo poco que era capaz de divisar de él.-
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Su expresión se mantuvo impasible ante sus reacciones, casi compitiendo con la inalterabilidad de su máscara. De hecho, es probable que de no haberla llevado hubieran confundido su rostro con una. No fue capaz de ver su reacción, pero pudo sentir el miedo que había infundido en ella en un primer momento. Vaya, ¿miedo a la muerte? Una verdadera lástima, pero tal vez debería haber sido consciente de que se exponía a ese tipo de amenazas si actuaba de aquella manera. Al fin y al cabo, independientemente del lugar en el que se encontraran, nunca era seguro estar solo a esas horas, y menos aún cuando se va desarmado. Como esperaba, poco a poco fue alzando la mirada para mirarle, e incluso pareció sorprendida al ver que llevaba la cara cubierta. Su plateada mirada se cruzó con la de ella, clavándose en aquellos ojos de un azul suave, los cuales reflejaban la luz de la Luna. Era una mirada inocente, y casi curiosa más que de miedo, lo cual causó en él cierta confusión, sobre todo tras escuchar sus palabras. "¿Una revolucionaria? No lo parece." Sin embargo, sus dudas se vieron resueltas ante su presentación.
- Ah... Vaya, así que tu eres esa científica de la que tanto hablan. No esperaba cruzarme contigo -respondió en tono neutro, aún sin apartar el filo del arma de su cuello.
No importaba quién fuera ni su condición de protegida allí, seguía siendo una completa irresponsabilidad exponerse tanto sin estar preparada. De haberse tratado de un asesino del gobierno no habría tenido dificultades a la hora de deshacerse de ella. "Tal vez debería haberme unido a las filas del gobierno. Seguro que el trabajo sería mucho más interesante que montar guardia e interrogar a jovencitas cabeza huecas." Dejó escapar un suspiro mientras escuchaba sus siguientes palabras, no dándoles más importancia de la que merecían. Bajó su espada y la hizo girar en la mano antes de volver a envainarla, cerrando momentáneamente los ojos.
- Solo quería asegurarme de quién eras. No eres ningún objetivo, así que no tengo mayor interés en ti -respondió, volviendo a abrir los ojos y ladeando el cuerpo mientras alzaba la mirada hacia la enorme cúpula perlada que se mostraba sobre ellos, reflejando la luz de los astros por un momento- Tal vez deberías volver a la base o buscar algún sitio más seguro. Que seas una protegida de la revolución no implica que no corras peligro aquí. Cualquier revolucionario rencoroso podría asesinarte sin miramientos, y nadie se enteraría jamás de ello. ¿O acaso crees que habría tenido consecuencias para mí que me deshiciera de ti en este mismo instante?
Su pregunta fue seguida de un leve fruncimiento de ceño, aunque ella no podría verlo. "En cualquier caso, no es mi problema." Se encogió de hombros y dio media vuelta, disponiéndose a continuar su paseo.
- Ah... Vaya, así que tu eres esa científica de la que tanto hablan. No esperaba cruzarme contigo -respondió en tono neutro, aún sin apartar el filo del arma de su cuello.
No importaba quién fuera ni su condición de protegida allí, seguía siendo una completa irresponsabilidad exponerse tanto sin estar preparada. De haberse tratado de un asesino del gobierno no habría tenido dificultades a la hora de deshacerse de ella. "Tal vez debería haberme unido a las filas del gobierno. Seguro que el trabajo sería mucho más interesante que montar guardia e interrogar a jovencitas cabeza huecas." Dejó escapar un suspiro mientras escuchaba sus siguientes palabras, no dándoles más importancia de la que merecían. Bajó su espada y la hizo girar en la mano antes de volver a envainarla, cerrando momentáneamente los ojos.
- Solo quería asegurarme de quién eras. No eres ningún objetivo, así que no tengo mayor interés en ti -respondió, volviendo a abrir los ojos y ladeando el cuerpo mientras alzaba la mirada hacia la enorme cúpula perlada que se mostraba sobre ellos, reflejando la luz de los astros por un momento- Tal vez deberías volver a la base o buscar algún sitio más seguro. Que seas una protegida de la revolución no implica que no corras peligro aquí. Cualquier revolucionario rencoroso podría asesinarte sin miramientos, y nadie se enteraría jamás de ello. ¿O acaso crees que habría tenido consecuencias para mí que me deshiciera de ti en este mismo instante?
Su pregunta fue seguida de un leve fruncimiento de ceño, aunque ella no podría verlo. "En cualquier caso, no es mi problema." Se encogió de hombros y dio media vuelta, disponiéndose a continuar su paseo.
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Mika volteó su cuerpo al sentir que el filo del arma de su nuevo acompañante, quien acababa de echarle un aparente sermón acerca de tener cuidado al ir desarmada e indefensa por ahí...Al hacerlo, pudo fijarse mejor en el chico de cabellos grisáceos. No podía leer las expresiones que se dibujaban en su rostro ni saber como era este a causa de la mascara, pero había bastantes datos que pudiera recopilar solo con observar el resto de su cuerpo: estatura, masa muscular, forma de caminar...Cosas que servirían para reconocerle si se cambiaba de máscara, o si este le daba algún motivo para hacerlo, y el echo de que aparentara ser un humano como ella, ya era un motivo. -Bueno, si tan peligroso dice que es, "chico de la máscara", supongo que no tengo otra elección.- Contestó al tiempo que se levantaba, sosteniendo su cuaderno y su lápiz contra el pecho, empleando solo una mano para ello, mientras con la otra se ayudaba para levantarse, antes de ponerse a su altura, con intención de ir con él.
-¿Por cierto, no te parece de mala educación no presentarte a alguien que te ha dicho una forma en la que puedes dirigirte a él? Llamarte todo el rato "chico de la máscara" no es divertido.- Le reprochó al tiempo que hinchaba las mejillas y le miraba fijamente con sus ojos azules, esperando ver su reacción, antes de que ambos continuaran su camino a donde fuera que fuese el peliblanco, quien ya tenía respuesta para su pregunta de "¿Por qué me estás siguiendo?", por parte de Mika. No era tonta, al contrario. Era bastante inteligente y sabía como tendían a reaccionar los humanos y los falsos humanos ante esas circunstancias.
Una suave brisa comenzó a acariciar la piel de ambos entonces, haciendo que ademas, el cabello rizado de la chica y la falda de su vestido se mecieran suavemente, obligando a esta a sujetar pasarse un par de mechones de pelo por detrás de las orejas para evitar que este se metiera en sus ojos, antes de decirle a su nuevo "objetivo": -Y ahora una pregunta, ¿Por qué me he ido contigo?- Exclamó en tono alegre, esperando después un par de segundos para ver como reaccionaba el joven, o al menos si se decidía a detenerse o a salir corriendo o a intentar asesinarla otra vez. -La respuesta es: Porque me dijiste que fuera a un lugar seguro y estar contigo me resulta ahora mismo seguro.- Después de todo, no era ningún objetivo suyo y no ganaba nada con matarla.
-¿Por cierto, no te parece de mala educación no presentarte a alguien que te ha dicho una forma en la que puedes dirigirte a él? Llamarte todo el rato "chico de la máscara" no es divertido.- Le reprochó al tiempo que hinchaba las mejillas y le miraba fijamente con sus ojos azules, esperando ver su reacción, antes de que ambos continuaran su camino a donde fuera que fuese el peliblanco, quien ya tenía respuesta para su pregunta de "¿Por qué me estás siguiendo?", por parte de Mika. No era tonta, al contrario. Era bastante inteligente y sabía como tendían a reaccionar los humanos y los falsos humanos ante esas circunstancias.
Una suave brisa comenzó a acariciar la piel de ambos entonces, haciendo que ademas, el cabello rizado de la chica y la falda de su vestido se mecieran suavemente, obligando a esta a sujetar pasarse un par de mechones de pelo por detrás de las orejas para evitar que este se metiera en sus ojos, antes de decirle a su nuevo "objetivo": -Y ahora una pregunta, ¿Por qué me he ido contigo?- Exclamó en tono alegre, esperando después un par de segundos para ver como reaccionaba el joven, o al menos si se decidía a detenerse o a salir corriendo o a intentar asesinarla otra vez. -La respuesta es: Porque me dijiste que fuera a un lugar seguro y estar contigo me resulta ahora mismo seguro.- Después de todo, no era ningún objetivo suyo y no ganaba nada con matarla.
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No pudo evitar fijarse en que, cómo no, la chica había decidido hacerle compañía en su guardia nocturna. Diablos, ¿por qué tenían que pasarle esas cosas a él? No es que le desagradara la compañía, pero no se trataba de una persona especialmente habladora, y si compartía su tiempo con alguien esperaba que respetaran ese punto. Sin embargo, la albina poseía una curiosidad y una necesidad de atención realmente exageradas. ¿Qué más daba su nombre? Si no le estuviera siguiendo o, mejor dicho, acosándole, no necesitaría ninguna forma de referirse a él. Su atención estaba en otra parte, de hecho, ignorando en gran medida las palabras de la científica mientras se mantenía atento a todo lo que les rodeaba, como siempre. El instinto nunca se pierde. De vez en cuando captaba partes sueltas de sus frases, aunque no necesitaba pensar demasiado para entender de qué estaba hablando. Tal vez, si le daba alguna forma de referirse a él, le dejaría tranquilo un rato... Cabía la posibilidad, ¿no?
- Ani. Puedes llamarme Ani -respondió finalmente, sin siquiera mirarla.
Pero... No, no parecía dispuesta a dejar que el tranquilo, imperturbable y relajante silencio les envolviera. Seguía hablando y hablando... Adelantándose incluso a los pensamientos del asesino. Era lista, desde luego, y no era algo que pudiera negar sin más, pues lo estaba demostrando con creces. Aunque eso no quitaba que siguiera considerándola una pequeña pesada. El enmascarado la miró, ladeando la cabeza para fijar sus ojos en los de ella. ¿Realmente se sentía segura al lado de un tipo que le había puesto una espada en el cuello? ¡Cuánta temeridad! La chica tenía suerte de no ser su objetivo, pues le habría puesto las cosas condenadamente fáciles. Tal vez su supervivencia se debiera a que pocos sabían que trabajaba para la revolución, pues dudaba firmemente que los asesinos del gobierno pudieran tener problemas para quitarla de en medio. Sin embargo, no le faltaba razón alguna... Y tal vez a su lado estuviera más segura que en cualquier otro sitio de esa condenada isla.
- Eres realmente irresponsable, Mizuiro -le dijo sin más, refiriéndose a ella directamente por sus ojos. Le era mucho más cómodo hacerlo así que recordar su nombre... Y, además, le parecía una forma más acertada de referirse a ella. Los nombres eran algo... Secundario- Pero está bien, supongo que no pasa nada porque te quedes.
Dejó escapar un suspiro, que chocó contra la parte interior de la máscara. Se sentía toda una niñera, cosa que llevaba sin pasarle... Años. "Es mi trabajo, supongo." Mientras tanto siguió caminando, pues no pretendía dejar de patrullar el perímetro de la base. Distraerse no era una opción para él, y mucho menos en una noche como aquella. No asaltarían Baltigo durante su guardia sin que él se enterase, de eso estaba seguro.
- Por cierto, ¿te han dicho alguna vez que hablas demasiado?
- Ani. Puedes llamarme Ani -respondió finalmente, sin siquiera mirarla.
Pero... No, no parecía dispuesta a dejar que el tranquilo, imperturbable y relajante silencio les envolviera. Seguía hablando y hablando... Adelantándose incluso a los pensamientos del asesino. Era lista, desde luego, y no era algo que pudiera negar sin más, pues lo estaba demostrando con creces. Aunque eso no quitaba que siguiera considerándola una pequeña pesada. El enmascarado la miró, ladeando la cabeza para fijar sus ojos en los de ella. ¿Realmente se sentía segura al lado de un tipo que le había puesto una espada en el cuello? ¡Cuánta temeridad! La chica tenía suerte de no ser su objetivo, pues le habría puesto las cosas condenadamente fáciles. Tal vez su supervivencia se debiera a que pocos sabían que trabajaba para la revolución, pues dudaba firmemente que los asesinos del gobierno pudieran tener problemas para quitarla de en medio. Sin embargo, no le faltaba razón alguna... Y tal vez a su lado estuviera más segura que en cualquier otro sitio de esa condenada isla.
- Eres realmente irresponsable, Mizuiro -le dijo sin más, refiriéndose a ella directamente por sus ojos. Le era mucho más cómodo hacerlo así que recordar su nombre... Y, además, le parecía una forma más acertada de referirse a ella. Los nombres eran algo... Secundario- Pero está bien, supongo que no pasa nada porque te quedes.
Dejó escapar un suspiro, que chocó contra la parte interior de la máscara. Se sentía toda una niñera, cosa que llevaba sin pasarle... Años. "Es mi trabajo, supongo." Mientras tanto siguió caminando, pues no pretendía dejar de patrullar el perímetro de la base. Distraerse no era una opción para él, y mucho menos en una noche como aquella. No asaltarían Baltigo durante su guardia sin que él se enterase, de eso estaba seguro.
- Por cierto, ¿te han dicho alguna vez que hablas demasiado?
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El chico, que se hacía llamar Ani, pareció sorprenderse un poco con su respuesta, aunque no dijo nada respecto a eso, tan solo se limitó a darle un nombre para referirse a él, aunque la albina ni siquiera le había preguntado nada sobre eso. ¿Acaso trataba de adelantarse a ella para aparentar ser más listo de lo que era? Si ese hubiera sido el caso, el peliblanco hubiera decepcionado a la joven científica. Puede que los nombres sirvieran para distinguir cosas como la escala social, la persona a la que te diriges...Pero, eso no quitaba que pudieras emplear algo distinto al...¿Y si eso era lo que trataba de hacer él? Sí lo pensaba un poco, tenía sentido. Un miembro de la revolución, un pirata, un asesino. No pueden permitirse dar un nombre real, al igual que ella, aunque apenas hubiera diferencias entre uno y otro nombre. "Así que era eso." Pensó mientras se formaba una sonrisa en sus labios, la cual se ensanchó al escuchar a este llamándola por un nombre que no había oído nunca, Mizuiro. No había nadie más a quien se pudiera referir, por lo que era obvio que esas palabras eran para ella. -No creo que alguien irresponsable pudiera dirigir un laboratorio...- Dijo con un tono que trataba de denotar molestia, al igual que haría una niña pequeña. -Kitsune...- Añadió, refiriéndose a él de esa forma por la mascara que portaba, la cual, a pesar de ser blanca, pretendía simbolizar a un zorro. -Y no, nunca me han dicho que hablo demasiado, porque no suelo hablar con nadie, a no ser que sea necesario, tampoco es que te haya dicho más de cinco frases desde que nos hemos conocido.-
Una mueca similar a los pucheros que solían hacer los niños se formó en su rostro, momentos antes de que se separara del chico, adelantándose un par de pasos a base de zancadas. Aunque, por raro que suene, el puchero lo hizo más molesta con ella que con el chico. Para un humano que conocía no quería llevarse mal con él...y menos que la llamara pesada. Tal vez distanciándose un poco pudiera evitar las ganas de preguntarle nada, o eso pensaba. Pero con tanto pensar en eso, se olvidó de pensar en otras cosas como en que apenas podía ver nada por delante de ella. Y no estaban lejos del acantilado (vaya caminata se habían pegado). Para cuando pudo ver hacia donde se encaminaba, su pie se tropezó con algo...Y no era precisamente la persona más ágil del mundo. -¡Kya!-
Una mueca similar a los pucheros que solían hacer los niños se formó en su rostro, momentos antes de que se separara del chico, adelantándose un par de pasos a base de zancadas. Aunque, por raro que suene, el puchero lo hizo más molesta con ella que con el chico. Para un humano que conocía no quería llevarse mal con él...y menos que la llamara pesada. Tal vez distanciándose un poco pudiera evitar las ganas de preguntarle nada, o eso pensaba. Pero con tanto pensar en eso, se olvidó de pensar en otras cosas como en que apenas podía ver nada por delante de ella. Y no estaban lejos del acantilado (vaya caminata se habían pegado). Para cuando pudo ver hacia donde se encaminaba, su pie se tropezó con algo...Y no era precisamente la persona más ágil del mundo. -¡Kya!-
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"Kitsune", tal vez fuera una forma más apropiada para referirse a él que "Ani", aunque tan solo para aquellos que no saben de dónde proviene el nombre. Al fin y al cabo, en su isla natal los apodos son el auténtico distintivo de cada asesino, independientemente del nombre que tengan o de los logros que hayan alcanzado. La propia palabra implica todas estas cosas, pues su auténtica denominación pasó a anularse en el momento en que se cobró su primera víctima. ¿Cuánto había pasado de aquello? El tiempo transcurría demasaido rápido, tal vez, más de lo que le habría gustado reconocer. Una lástima que tuviera que perderlo en tareas como aquella, patrullando una isla desértica mientras hacía de protector para aquella chiquilla inconsciente de ojos celestes. Un suspiro escapó de sus labios, resignándose a ello. Al fin y al cabo no era más que un cadete más en medio de una auténtica revolución. Tal vez debiera comenzar a hacer méritos para escalar en la jerarquía... Algún día, cuando no le tuvieran de canguro.
- Más de cinco frases ya son muchas frases -respondió el albino, mirándola de lado por entre los huecos de la máscara, con expresión neutra aunque ella no pudiera verla- Al menos para mí.
Sonaba bastante seco con su compañera, aunque en realidad no pretendía serlo. Su gente siempre había sido así, callada, distante, seria y fría. No era su culpa, pues no fue él quien eligió nacer en el seno de una hermandad de asesinos. No fue él quien eligió su vida, ni la forma en que forjaron su carácter, pero había aprendido a vivir con ello, y no le desagradaba en absoluto. Alguien como él no acostumbraba a entablar conversaciones de más de dos frases seguidas, y hacerlo, lejos de desagradarle, se le hacía raro cuanto menos.
Observó mientras caminaba, sin variar el ritmo, cómo la joven científica se alejaba de él a grandes zancadas -grandes para ella, quiero decir-, al parecer algo molesta por su comentario. El revolucionario alzó una ceja. ¿Por qué se molestaba por algo así? Jamás comprendería las costumbres y comportamiento de la gente exterior. Entrecerró los ojos, y no tardó demasiado en darse cuenta de la dirección que había decidido tomar. Iba a llamarla para que se detuviera, pero tras la distancia que había ahora entre ambos dudaba que fuera a escucharle, y mucho menos si se encontraba molesta con él. Volvió a suspirar, justo en el momento en que la chica gritaba. "Como suponía", pensó, antes de acelerar repetidamente, alcanzando una velocidad inhumana en tan solo un instante.
- Deberías tener más cuidado por dónde pisas -dijo con calma, sosteniéndola entre sus brazos justo al borde del acantilado. Algunas piedrecitas cayeron por este a causa del frenazo que se había visto obligado a dar. En la noche ni siquiera se apreciaba bien dónde acababa la caída- Habría sido una forma estúpida de morir, y le habrías facilitado el trabajo a los asesinos del gobierno.
Tras esto se quedó mirándola a los ojos unos leves instantes, justo antes de ayudarla a erguirse de nuevo y retroceder un par de pasos. Guardó las manos en los bolsillos de su pantalón y prosiguió con su recorrido, como si nada hubiera ocurrido.
- Más de cinco frases ya son muchas frases -respondió el albino, mirándola de lado por entre los huecos de la máscara, con expresión neutra aunque ella no pudiera verla- Al menos para mí.
Sonaba bastante seco con su compañera, aunque en realidad no pretendía serlo. Su gente siempre había sido así, callada, distante, seria y fría. No era su culpa, pues no fue él quien eligió nacer en el seno de una hermandad de asesinos. No fue él quien eligió su vida, ni la forma en que forjaron su carácter, pero había aprendido a vivir con ello, y no le desagradaba en absoluto. Alguien como él no acostumbraba a entablar conversaciones de más de dos frases seguidas, y hacerlo, lejos de desagradarle, se le hacía raro cuanto menos.
Observó mientras caminaba, sin variar el ritmo, cómo la joven científica se alejaba de él a grandes zancadas -grandes para ella, quiero decir-, al parecer algo molesta por su comentario. El revolucionario alzó una ceja. ¿Por qué se molestaba por algo así? Jamás comprendería las costumbres y comportamiento de la gente exterior. Entrecerró los ojos, y no tardó demasiado en darse cuenta de la dirección que había decidido tomar. Iba a llamarla para que se detuviera, pero tras la distancia que había ahora entre ambos dudaba que fuera a escucharle, y mucho menos si se encontraba molesta con él. Volvió a suspirar, justo en el momento en que la chica gritaba. "Como suponía", pensó, antes de acelerar repetidamente, alcanzando una velocidad inhumana en tan solo un instante.
- Deberías tener más cuidado por dónde pisas -dijo con calma, sosteniéndola entre sus brazos justo al borde del acantilado. Algunas piedrecitas cayeron por este a causa del frenazo que se había visto obligado a dar. En la noche ni siquiera se apreciaba bien dónde acababa la caída- Habría sido una forma estúpida de morir, y le habrías facilitado el trabajo a los asesinos del gobierno.
Tras esto se quedó mirándola a los ojos unos leves instantes, justo antes de ayudarla a erguirse de nuevo y retroceder un par de pasos. Guardó las manos en los bolsillos de su pantalón y prosiguió con su recorrido, como si nada hubiera ocurrido.
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Mihaela apretó los ojos al sentir que comenzaba a caer, tardando unos segundos en volver a abrirlos, para encontrarse con los ojos del chico que se mostraban por los huecos de la mascara. Lo único que podía ver de él. La acababa de salvar de una muerte inmediata, ¿pero por qué? Tal ve fuera normal porque ella era una persona necesaria en aquel momento, pero eso no quitaba que nadie le hubiera echado en cara el dejarla morir. No era su responsabilidad, ¿o sí? Quizá si lo fuera y por eso no la dejó morir. Eso debía ser.
El chico le recriminó su imprudencia y le dijo que tuviera más cuidado mientras la dejaba el suelo y ella se limitó a asentir, bajando la cabeza. Estaba enfadada por lo que acababa de ocurrir. No con él, pues lo único que había hecho era salvarle la vida, sino consigo misma.¿Qué le pasaba? Nunca hubiera hecho algo de forma tan estúpida. Procuraba siempre asegurar su seguridad, siempre. No hacía nada sin meditar dos o tres veces los riesgos y las posibles ganancias. ¿Entonces? -Lo siento...- Murmuró al tiempo que se agachaba y empezaba a palpar el suelo, que había dejado de ser un tapiz de arena y comenzaba a constituirse de piedras de distintos tamaños, buscando su cuaderno de dibujos, el cual había salido volando por los aires al tropezarse. Esperaba que no se hubiera caído al mar. -Pensar que mi intento de no molestarte solo te ha causado más problemas...- Se mordió el labio inferior tras decir eso, más por haberse pinchado con una caracola rota mientras buscaba que por la culpabilidad, aunque esta también tenía algo que ver. "Supongo que ya se ha adelantado, eso o me está ignorando." Se dijo a sí misma, antes de alejarse unos paso más en sentido contrario al que había venido, para luego seguir buscando. "Parezco idiota, seguro que mi hermano se hubiera enojado de haberme visto..." Un escalofrío recorrió su cuerpo al pensar en Derian.
-No lo encuentro...- Acabó diciendo para si misma antes de ponerse en pie, con el animo aún más por el suelo. Tal vez solo fueran un par de hojas pintarrajeadas y encuadernadas que no sirvieran para progresar en sus investigaciones, pero para ella eran más que eso. Sus dibujos iban narrando lo que no era capaz de expresar acerca de ella. Cada trazo la reflejaba a ella como si estuviera retratada de forma subliminal. Y ese cuaderno en concreto, tenía dibujos en los que se sucedía desde el día que llegó a Baltigo hasta aquella noche.
El chico le recriminó su imprudencia y le dijo que tuviera más cuidado mientras la dejaba el suelo y ella se limitó a asentir, bajando la cabeza. Estaba enfadada por lo que acababa de ocurrir. No con él, pues lo único que había hecho era salvarle la vida, sino consigo misma.¿Qué le pasaba? Nunca hubiera hecho algo de forma tan estúpida. Procuraba siempre asegurar su seguridad, siempre. No hacía nada sin meditar dos o tres veces los riesgos y las posibles ganancias. ¿Entonces? -Lo siento...- Murmuró al tiempo que se agachaba y empezaba a palpar el suelo, que había dejado de ser un tapiz de arena y comenzaba a constituirse de piedras de distintos tamaños, buscando su cuaderno de dibujos, el cual había salido volando por los aires al tropezarse. Esperaba que no se hubiera caído al mar. -Pensar que mi intento de no molestarte solo te ha causado más problemas...- Se mordió el labio inferior tras decir eso, más por haberse pinchado con una caracola rota mientras buscaba que por la culpabilidad, aunque esta también tenía algo que ver. "Supongo que ya se ha adelantado, eso o me está ignorando." Se dijo a sí misma, antes de alejarse unos paso más en sentido contrario al que había venido, para luego seguir buscando. "Parezco idiota, seguro que mi hermano se hubiera enojado de haberme visto..." Un escalofrío recorrió su cuerpo al pensar en Derian.
-No lo encuentro...- Acabó diciendo para si misma antes de ponerse en pie, con el animo aún más por el suelo. Tal vez solo fueran un par de hojas pintarrajeadas y encuadernadas que no sirvieran para progresar en sus investigaciones, pero para ella eran más que eso. Sus dibujos iban narrando lo que no era capaz de expresar acerca de ella. Cada trazo la reflejaba a ella como si estuviera retratada de forma subliminal. Y ese cuaderno en concreto, tenía dibujos en los que se sucedía desde el día que llegó a Baltigo hasta aquella noche.
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No le llevó demasiado darse cuenta de que la chica no le estaba siguiendo. ¿Otro nuevo problema? En serio, es que era un no parar... ¿Con qué nuevo lío le saldría ahora? El asesino ladeó el cuerpo para mirarla, tras haberse alejado tan solo unos cuatro o cinco metros de su posición. Parecía estar buscando algo por el suelo, pero no estaba muy seguro de qué se trataba. Tal vez algo se le hubiera caído tras su traspiés, lo cual... Bueno, exasperaba al albino. Era realmente torpe... Casi como los iniciados de la Hermandad durante las primeras semanas. Sin embargo, no podía evitar sentir algo de... ¿Empatía? Si es que alguien como él puede tener esa clase de sentimientos. En cualquier caso, no podía dejarla allí sola o, más bien, no quería. Por mucho que no fuera su trabajo protegerla, no hacerlo y que le pasase algo terminaría recayendo en él... Y tampoco le deseaba ningún mal, realmente. Suspiró, por milésima vez en lo que llevaba de guardia, y se acercó hasta ella.
- ¿Qué se te ha perdido? -preguntó con calma, aunque no tardó demasiado en darse cuenta. Si algo le caracterizaba es que era bastante observador, y apenas necesitó unos pocos segundos para darse cuenta de que le faltaba algo- Tu cuaderno.
Se respondió a sí mismo, sin siquiera darle margen para que fuera ella quien lo hiciera. No alcanzaba a comprender qué cosas tendría en él, pues ni siquiera miró lo que hacía cuando se la encontró en la playa, aunque supuso que debía de contener algo importante. Al menos, algo importante para ella. Tal vez algo que pudiera resultarle una completa tontería a él, pero no era el caso. "Esto solo retrasa mi trabajo..." Pensó, justo antes de volver a hablar.
- Está bien, déjame echarte una mano.
No podía haber ido demasiado lejos, y dudaba que se hubiera caído por el barranco. Se habría dado cuenta, vaya. Sus ojos comenzaron a escudriñar el terreno en la oscuridad. Ciertamente se sentía en su salta con tan poca luz, pues no solo era la naturaleza de los asesinos, sino también en lo que él mismo se había convertido. Oscuridad... Eso que aterraba a tanta gente era su aliada más poderosa de todas. Se movió de forma sistemática, tratando de abarcar todo el espacio posible rápidamente. Aun así, no parecía que fuera a encontrarse con él... ¿Cómo podía haberse esfumado?
- Oh... -murmuró, bajando la mirada y levantando el pie derecho. Había pisado algo cuya textura se diferenciaba notablemente de todo lo demás. No era igual de pedregoso que el terreno de Baltigo, sino más bien una superficie uniforme, totalmente plana. Se agachó y, una vez lo hizo, pudo distinguir el cuaderno con facilidad- Aquí está... Se había dado la vuelta y por eso no se veía -dijo el chico, lo suficientemente alto como para que la científica pudiera escucharle.
Tras esto se puso en pie y se acercó hasta ella, tendiéndole el objeto tras darle unas suaves palmadas para quitarle la arena que pudiera haberse quedado adherida a este.
- Bueno, ¿podemos seguir ya? -preguntó a continuación, en tono neutro- A este paso amanecerá y aún no habremos vuelto.
- ¿Qué se te ha perdido? -preguntó con calma, aunque no tardó demasiado en darse cuenta. Si algo le caracterizaba es que era bastante observador, y apenas necesitó unos pocos segundos para darse cuenta de que le faltaba algo- Tu cuaderno.
Se respondió a sí mismo, sin siquiera darle margen para que fuera ella quien lo hiciera. No alcanzaba a comprender qué cosas tendría en él, pues ni siquiera miró lo que hacía cuando se la encontró en la playa, aunque supuso que debía de contener algo importante. Al menos, algo importante para ella. Tal vez algo que pudiera resultarle una completa tontería a él, pero no era el caso. "Esto solo retrasa mi trabajo..." Pensó, justo antes de volver a hablar.
- Está bien, déjame echarte una mano.
No podía haber ido demasiado lejos, y dudaba que se hubiera caído por el barranco. Se habría dado cuenta, vaya. Sus ojos comenzaron a escudriñar el terreno en la oscuridad. Ciertamente se sentía en su salta con tan poca luz, pues no solo era la naturaleza de los asesinos, sino también en lo que él mismo se había convertido. Oscuridad... Eso que aterraba a tanta gente era su aliada más poderosa de todas. Se movió de forma sistemática, tratando de abarcar todo el espacio posible rápidamente. Aun así, no parecía que fuera a encontrarse con él... ¿Cómo podía haberse esfumado?
- Oh... -murmuró, bajando la mirada y levantando el pie derecho. Había pisado algo cuya textura se diferenciaba notablemente de todo lo demás. No era igual de pedregoso que el terreno de Baltigo, sino más bien una superficie uniforme, totalmente plana. Se agachó y, una vez lo hizo, pudo distinguir el cuaderno con facilidad- Aquí está... Se había dado la vuelta y por eso no se veía -dijo el chico, lo suficientemente alto como para que la científica pudiera escucharle.
Tras esto se puso en pie y se acercó hasta ella, tendiéndole el objeto tras darle unas suaves palmadas para quitarle la arena que pudiera haberse quedado adherida a este.
- Bueno, ¿podemos seguir ya? -preguntó a continuación, en tono neutro- A este paso amanecerá y aún no habremos vuelto.
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Mihaela observó al chico sin comprender bien el motivo por el que la ayudaba. No había nada que le pudiera empujar a hacerlo, ¿no? Igualmente no se iba a quejar por ello. La científica se limitó a asentir mientras seguía palpando, perdiéndose en cierto punto en sus pensamientos. Pensaba en lo que había dibujado y en que sería divertido que la realidad que estaba viviendo fuera igual que en su cabeza. En esta, no acababan de salvarla de caer por un acantilado, y lo que hacía no era buscar entre piedras. Podía imaginar un paisaje más vivo de lo que era Baltigo en realidad, con vegetación exuberante...Todo gracias a que las personas que poblaban el mundo no estaban mezcladas con los inmundos monos vestidos. En su mente, el cuaderno de dibujos empezó a distorsionarse y lo que buscaba ahora eran caracolas. No sabía por qué, pero eso hacía.
Mika alzó la mirada al escuchar la voz del albino, devolviéndola a la realidad y recordandole que estaba buscando un bloc de dibujos, el cual acababa de encontrar él. Por lo visto, se había cerrado y las tapas oscuras, dificultaban el encontrarlo. Sin duda, había sido casualidad que él se tropezara con la libreta. Tras quitarle el polvo, el chico le tendió el cuaderno para que ella lo tomara. La científica se limitó a levantase del suelo y tender la mano para tomarlo. Una vez hecho esto, asintió con la cabeza para indicar que ya podían marcharse, y se limitó a seguirle en silencio. No tenía ganas de actuar como solía hacer, como una niña pequeña al cuidado de Wilhermina, quien no estaba ahí. Entre otras cosas, porque el cansancio acumulado tras días de trabajo en el laboratorio, que no parecía existir hasta ese instante, empezaba a hacer mella en ella. Lo mejor sería volver lo antes posible, así Kitsune se libraría de ella y Mihaela podría preparar las cosas y descansar antes de zarpar de regreso a isla Teppelin.
"Es una pena...Esperaba llevarme bien con el primer humano que encontrase..." Pensó al tiempo que dejaba escapar un suspiro. Bueno, quizá pudiera arreglar las cosas antes de partir, sino...Ya encontraría más humanos...Pero no sería lo mismo, al menos no para ella. Cada ser tenía su propia esencia, después de todo.
Mika alzó la mirada al escuchar la voz del albino, devolviéndola a la realidad y recordandole que estaba buscando un bloc de dibujos, el cual acababa de encontrar él. Por lo visto, se había cerrado y las tapas oscuras, dificultaban el encontrarlo. Sin duda, había sido casualidad que él se tropezara con la libreta. Tras quitarle el polvo, el chico le tendió el cuaderno para que ella lo tomara. La científica se limitó a levantase del suelo y tender la mano para tomarlo. Una vez hecho esto, asintió con la cabeza para indicar que ya podían marcharse, y se limitó a seguirle en silencio. No tenía ganas de actuar como solía hacer, como una niña pequeña al cuidado de Wilhermina, quien no estaba ahí. Entre otras cosas, porque el cansancio acumulado tras días de trabajo en el laboratorio, que no parecía existir hasta ese instante, empezaba a hacer mella en ella. Lo mejor sería volver lo antes posible, así Kitsune se libraría de ella y Mihaela podría preparar las cosas y descansar antes de zarpar de regreso a isla Teppelin.
"Es una pena...Esperaba llevarme bien con el primer humano que encontrase..." Pensó al tiempo que dejaba escapar un suspiro. Bueno, quizá pudiera arreglar las cosas antes de partir, sino...Ya encontraría más humanos...Pero no sería lo mismo, al menos no para ella. Cada ser tenía su propia esencia, después de todo.
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El viaje de regreso a la base revolucionaria fue tranquilo, tal vez demasiado, de hecho. La chica había comenzado a guardar silencio repentinamente, y aunque al asesino no le molestaba que lo hiciera, pues al fin y al cabo era a lo que estaba acostumbrado, le resultaba extraño que lo hubiera hecho tan de repente. ¿Tal vez estuviera triste por algún motivo? No se le ocurrían muchas posibilidades. Al fin y al cabo, habían recuperado su cuaderno de dibujos, no podía estar cabizbaja por ello... ¿No? Debía de haber algún otro motivo, algo más importante. ¿Quizá sus palabras no habían sido las acertadas? Tan solo se había expresado como lo haría de forma habitual, aunque tal vez pecara de ser demasiado sincero. La miraba de reojo, de vez en cuando, intentando asegurarse de que se encontraba cerca, por si volvía a ocurrir algún percance.
El silencio era... Incómodo. O al menos lo habría sido para alguien que no fuese él. Los minutos pasaron en silencio, lentamente, con el único sonido de sus pies pisando la tierra y las rocas a un ritmo monótono, convirtiendo aquella banda sonora en algo terriblemente aburrido y repetitivo. Para llegar hasta la base apenas faltarían alrededor de diez minutos, y lo cierto es que no parecía que la situación fuera a cambiar demasiado en ese plazo de tiempo. Daneer se limitó a hundirse en sus pensamientos, abstrayéndose de la realidad y, como pocas veces ocurría, ignorando lo que pasaba a su alrededor, bajando la guardia. Bien podrían haberles atacado en ese momento, que para cuando hubiese querido reaccionar habría sido demasiado tarde. Sin embargo, estaban en Baltigo y faltaría poco para que el Sol comenzara a asomarse en el horizonte. Las posibilidades de una emboscada eran bastante reducidas... Aunque no imposibles. A veces añoraba su hogar, cosa que no esperaba que pudiera ocurrir. No porque detestase estar allí, sino porque esa clase de sentimientos eran extraños en su gente. Tal vez estuvieran demasiado acostumbrados a su estilo de vida, y un cambio tan brusco despertaba aquellas sensaciones. La sociedad exterior era demasiado rara para él, así como sus gentes. Dependientes siempre del resto de personas que la formaban, habiendo muy poca gente que fuera realmente independiente. Era raro, cuanto menos.
Sumido en el rincón más profundo de su mente, el tiempo que transcurrió hasta alcanzar la entrada se le hizo realmente breve, y prácticamente se quedó algo sorprendido cuando se vio frente al lugar en cuestión. Sus pasos se detuvieron, y se debatió entre decir algo o dejar, simplemente, que la chica entrara sin más. Sin embargo, algo le impedía simplemente mantenerse callado y verla marchar. Así que, de forma breve, decidió despedirse.
- Ha sido agradable, Mizuiro -sus palabras fluyeron con calma, en un tono igualmente neutro, como siempre que hablaba- Aunque algo más problemático de lo que esperaba, pero al menos la guardia se me ha pasado rápido -sus ojos se posaron entonces sobre los de ella, mirándola tras la máscara- Ten un buen viaje, y sé más precavida cuando marches.
Tras esto el albino guardó las manos en los bolsillos y comenzó a caminar, dispuesto a entrar en la base y dar reporte sobre su vigilancia, que no había tenido incidentes reseñables. Tal vez le siguiera, o tal vez esperara un poco antes de entrar, pero fuera como fuera, ambos terminarían separándose una vez se adentraran en las instalaciones. No había estado mal, después de todo, ¿no?
El silencio era... Incómodo. O al menos lo habría sido para alguien que no fuese él. Los minutos pasaron en silencio, lentamente, con el único sonido de sus pies pisando la tierra y las rocas a un ritmo monótono, convirtiendo aquella banda sonora en algo terriblemente aburrido y repetitivo. Para llegar hasta la base apenas faltarían alrededor de diez minutos, y lo cierto es que no parecía que la situación fuera a cambiar demasiado en ese plazo de tiempo. Daneer se limitó a hundirse en sus pensamientos, abstrayéndose de la realidad y, como pocas veces ocurría, ignorando lo que pasaba a su alrededor, bajando la guardia. Bien podrían haberles atacado en ese momento, que para cuando hubiese querido reaccionar habría sido demasiado tarde. Sin embargo, estaban en Baltigo y faltaría poco para que el Sol comenzara a asomarse en el horizonte. Las posibilidades de una emboscada eran bastante reducidas... Aunque no imposibles. A veces añoraba su hogar, cosa que no esperaba que pudiera ocurrir. No porque detestase estar allí, sino porque esa clase de sentimientos eran extraños en su gente. Tal vez estuvieran demasiado acostumbrados a su estilo de vida, y un cambio tan brusco despertaba aquellas sensaciones. La sociedad exterior era demasiado rara para él, así como sus gentes. Dependientes siempre del resto de personas que la formaban, habiendo muy poca gente que fuera realmente independiente. Era raro, cuanto menos.
Sumido en el rincón más profundo de su mente, el tiempo que transcurrió hasta alcanzar la entrada se le hizo realmente breve, y prácticamente se quedó algo sorprendido cuando se vio frente al lugar en cuestión. Sus pasos se detuvieron, y se debatió entre decir algo o dejar, simplemente, que la chica entrara sin más. Sin embargo, algo le impedía simplemente mantenerse callado y verla marchar. Así que, de forma breve, decidió despedirse.
- Ha sido agradable, Mizuiro -sus palabras fluyeron con calma, en un tono igualmente neutro, como siempre que hablaba- Aunque algo más problemático de lo que esperaba, pero al menos la guardia se me ha pasado rápido -sus ojos se posaron entonces sobre los de ella, mirándola tras la máscara- Ten un buen viaje, y sé más precavida cuando marches.
Tras esto el albino guardó las manos en los bolsillos y comenzó a caminar, dispuesto a entrar en la base y dar reporte sobre su vigilancia, que no había tenido incidentes reseñables. Tal vez le siguiera, o tal vez esperara un poco antes de entrar, pero fuera como fuera, ambos terminarían separándose una vez se adentraran en las instalaciones. No había estado mal, después de todo, ¿no?
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El sol comenzó a salir poco antes de llegar a la entrada de la base revolucionaria, lo que significaba que tendrían que despedirse. Cada uno iría por su lado y fingirían no saber nada el uno del otro, o eso era lo que esperaba Mihaela, quien no había alzando la mirada del suelo desde que recuperó su cuaderno. Sin embargo, al escuchar las palabras del albino, no pudo evitar alzar la mirada, fijando sus azulados ojos en los de él, con sorpresa. ¿No estaba molesto? Su corazón se aceleró por un momento a causa de la alegría, la cual pasó a bochorno cuando el chico le dijo que había sido algo problemática. -No creo haber sido tan problemática.- Le reprochó al tiempo que hacía un puchero, riéndose de sí misma al darse cuenta de lo que hacia. Seguramente era la primera vez en toda su vida que actuaba de forma infantil y "normal" frente a alguien. -Bueno...si que he causado algunos problemas...Lo siento. Procuraré tener más cuidado.-Aseguró finalmente antes de separarse de él.
Unas horas más tarde, Mihaela corría de un lado a otro por el cuartel, buscando a alguien que pudiera hacerle cierto favor. No tenía mucho tiempo y tendría que salir en seguida para poder tomar el barco en "horario seguro". Pero no podía irse sin dejar aquella carta que llevaba aferrada en una de sus manos o, mejor dicho, no quería. Las cosas ya estaban listas para zarpar, su equipaje ya estaba en su camarote. Solo faltaba ella.
"A este paso no..." No pudo terminar la frase, justo en ese momento pasaba por ahí una chica de cabello corto, de color verde oscuro, seguramente teñido. Parecía tener prisa, aunque eso no concernía a la joven, que la detuvo sin miramientos y no le dejó tiempo alguno para contestar. -Escúchame bien y más vale que me hagas caso si no quieres ser la culpable de que el suministro de armas nuevas de los revolucionarios se corte. - Dijo la chica con tono amenazante, mientras la observaba con superioridad. -Necesito que entregues esto a un revolucionario de cabello albino, que siempre lleva una máscara sobre su rostro.- Prosiguió, diciendo lo de la máscara por una corazonada más que por estar segura de que fuera cierto. Su nombre es Ani. Sí lo haces bien, me plantearé hablarle bien de ti a Krauser...¿Cómo te llamabas?-
-S..Sophie...- Contestó, sintiéndote notablemente molesta por la forma en la que la estaba tratando. Pero...¿Qué esperaba? Si solo era una mona...Una vez aclarado aquello, la chica le entregó la carta, en la que estaba escrita la palabra "Mizuiro", en cursiva, y se marchó a seguir con sus cosas. Mika por su parte, se dirigió al punto en el que se encontraba el barco, preguntándose cuando volvería a Baltigo, y si a Kitsune le había gustado su regalo (un retrato del chico hecho a blanco y negro con algunos detalles en rojos).
Unas horas más tarde, Mihaela corría de un lado a otro por el cuartel, buscando a alguien que pudiera hacerle cierto favor. No tenía mucho tiempo y tendría que salir en seguida para poder tomar el barco en "horario seguro". Pero no podía irse sin dejar aquella carta que llevaba aferrada en una de sus manos o, mejor dicho, no quería. Las cosas ya estaban listas para zarpar, su equipaje ya estaba en su camarote. Solo faltaba ella.
"A este paso no..." No pudo terminar la frase, justo en ese momento pasaba por ahí una chica de cabello corto, de color verde oscuro, seguramente teñido. Parecía tener prisa, aunque eso no concernía a la joven, que la detuvo sin miramientos y no le dejó tiempo alguno para contestar. -Escúchame bien y más vale que me hagas caso si no quieres ser la culpable de que el suministro de armas nuevas de los revolucionarios se corte. - Dijo la chica con tono amenazante, mientras la observaba con superioridad. -Necesito que entregues esto a un revolucionario de cabello albino, que siempre lleva una máscara sobre su rostro.- Prosiguió, diciendo lo de la máscara por una corazonada más que por estar segura de que fuera cierto. Su nombre es Ani. Sí lo haces bien, me plantearé hablarle bien de ti a Krauser...¿Cómo te llamabas?-
-S..Sophie...- Contestó, sintiéndote notablemente molesta por la forma en la que la estaba tratando. Pero...¿Qué esperaba? Si solo era una mona...Una vez aclarado aquello, la chica le entregó la carta, en la que estaba escrita la palabra "Mizuiro", en cursiva, y se marchó a seguir con sus cosas. Mika por su parte, se dirigió al punto en el que se encontraba el barco, preguntándose cuando volvería a Baltigo, y si a Kitsune le había gustado su regalo (un retrato del chico hecho a blanco y negro con algunos detalles en rojos).
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