¿Y dices que estos botones disparan lasers? [Privado Mika - Ryuta]

El ambiente era algo... Entretenido. Lo normal en una convención de tecnología e incluso había una música muy entretenida que se te metía en la cabeza. Me entraban ganas de bailar, pero decidí dejarlo tras ver como un pequeño robot empezaba a sobrevolar todo el lugar, grabando con una pequeña cámara y transmitiendo la imagen a una enorme pantalla que se podía ver desde todo el lugar.

Sin duda alguna aquello era una idea fabulosa, y me extrañaba que se les hubiera ocurrido a ellos únicamente, pues no recordaba ninguno. Sin duda alguna la sección de robótica era algo que me apasionaba, aún a pesar de no recordar nada de mi vida anterior. Bueno... Nada no era un concepto exacto, pero decidí no pensar en aquellas cosas por el momento y divertirme un poco viendo los inventos que habían por todo el lugar. Mientras avanzaba, lo hacía de forma distraida, lo que me llevo a chocarme con alguien, haciendo que cayera al suelo.

Me levanté rápidamente, limpiándome un poco el polvo de la ropa y ofreciéndole ayuda a la persona que se había caído.

- Lo siento ¿Estas bien? - dije esbozando una sonrisa, mientras esperaba que no le hubiera pasado nada -

Era un grandioso día. Los pájaros volaban,  los láseres también, y el lugar estaba plagado de personas que podrían considerarse por uno u otro motivo más humanos que la mayoría de individuos con los que tenía que tratar fuera de su precioso laboratorio. Pero eso no quitaba que hubiera algún que otro mono sin pelo en aquella convención a la que había sido invitada. Por lo visto, en aquel lugar se reunían científicos de todo el mundo y otras entidades, la mayoría para fardar de sus maravillosas invenciones que supuestamente reducirán el hambre mundial o cosas por el estilo. Aunque para los ojos de Mihaela Markov, todo aquello eran palabras de personas engreídas que realmente no entienden el significado de ser un verdadero científico. Obviamente, ese no era el caso siempre, pues ella misma había realizado trabajos similares para darse a conocer y obtener los medios para su verdadero propósito. "Sí, la ciencia nos lleva a investigar, investigar aquello que las personas no entienden. Y en mi caso...Encontrar un motivo para este "estúpido" ciclo vital y, de no encontrarlo, erradicarlo." Eso era lo que la chica de cabellos dorados, con reflejos azulados, pensaba.

-¿Mihaela-sama, se aburre? Sí quiere regresar a Isla Teppelin, puedo pedir que preparen un barco...- Comentó Wilhermina al ver a su señora abstraída, como si ignorara toda la actividad que estaba sucediendo en aquel momento a su alrededor.

-No te preocupes, al fin y al cabo, estoy trabajando en este momento.- Contestó ella al tiempo que dibujaba una animada sonrisa en su rostro.

-¿Trabajando?- Preguntó su asistenta, quien pensaba que había ido a relajarse.

-Por supuesto, tal vez encuentre algo interesante, como un sujeto de prueba o algún posible miembro para el laboratorio. Más importante, deberías tener cuidador.- Dijo la chica al tiempo que señalaba a un hombre, bastante alto y de pelo verde. "¿Será una de esas personas de gustos extravagantes?"

-¿Uh?- La pobre mujer no pudo reaccionar a tiempo y acabó cayendo de bruces contra el suelo, antes de que el hombre que acababa de tirarla se dispusiera a ayudarla. Pero estando delante de su señora, la soltera y treintañera científica, se negó a aceptar su ayuda. -Estoy perfectamente.- Dijo mirándole con desdén al tiempo que se sacudía el polvo de encima y se recolocaba las gafas.  

-Are Are...Pervertido-san, tengo una pregunta. ¿Quién eres?- Dijo Mika asomándose desde detrás de la chica y dedicándole una sonrisa divertida.  -¿Eres alguien interesante o solo un pervertido? ¿Y qué haces tan distraído en un lugar como este? ¿Acaso te equivocaste de isla al bajar del barco?- Preguntó con su vípera lengua aunque empleara un tono agradable y dulce. Era una de sus manías, el probar a las personas, entre otras formas, haciendo esa clase de comentarios. Era una suerte que en ese lugar las armas y la violencia fueran sinónimo de expulsión inmediata, al menos  durante esa exposición. Las únicas armas permitidas eran las que se exponían ahí y que no se podían tomar porque sí. Sino, más de uno intentaría matarla ese día.

La señora, que rondaría los 30 años, había negado la ayuda que le ofrecí, así que aparté la mano mientras veía como se limpiaba el polvo. Detrás de ella salió una chica que parecía una jovencita, soltando algunas palabras un tanto... ¿bordes? Sonreí mientras la escuchaba y me llevé una mano a la nuca.

- ¿Pervertido-chan? Menudas palabras para una niñita pequeña. - dije, intentando soltar una pulla - ¿Y que te parece a ti interesante? Simplemente soy una persona, como las tantas otras, que ha venido a admirar el arte de la ciencia y el avance tecnológico ¿Y vosotras? ¿Sois interesantes? - solté, mirando a la rubia a los ojos -

Tras eso mire como uno de los láseres cruzaba el cielo y soltaba un sonido de impresión, sin duda alguna era algo que me podía y aunque sabía un poco de estas cosas gracias a varios libros, tenía que ponerme a experimentar un día.

- Bueno, señoritas, ¿os apetece dar una vuelta para disfrutar de este precioso día de celebración? No prometo evitar los actos pervertidos, si quiero conservar ese bonito apodo que me has puesto, Niñita-chan. - solté mientras volvía a mirar a la rubia -

Alcé el torso, fijándome en la chica, de larga cabellera rubia, con unos ligeros toques azulados en el final de esta. Era un poco más menuda que yo, y tenía un color de piel demasiado claro, es más, estaba convencido de que brillaría si hiciera el suficiente sol. La otra cosa destacable eran sus ojos, que tenían un extraño patrón por pupilas, unas flores o algo parecido. Su ropa era un vestido rosa con unos cuantos detalles de color dorado, además de tener una bata por encima.

La otra mujer era... Muy normal, llevaba la apariencia de una funcionaria normal y corriente, como había visto en muchas otras funcionarias, y al igual que estas, parecía estar enfadada con la vida ¿quizás necesitaba un poco de sexo para aliviar estrés? Me reí internamente, y me giré empezando a avanzar para ver que podría encontrar por aquella convención.

El hombre frente a ella parecía ser del tipo "graciosillo", pues acababa de llamara a Mihaela, una mujer ya hecha y derecha, "niñita". ¿Por qué? ¿Por medir un poco más que ella? Aunque bueno, eso a la joven no pudo hacer más que divertirla. "Parece que este pervertido-san será una buena forma de distraerse." Pensó mientras observaba tanto al peliverde como a su acompañante, quien no se había tomado tan bien su bromita, sino que había comenzado a poner esa cara de bestia recién despertada. Era gracioso, pues a pesar de ser su sumisa y fiel asistenta, quien temía y admiraba a partes iguales a Mihaela, no dejaba de haber sido una asesina en serie. Nacida en los bajos fondos de su país. Y sin embargo, no se había atrevido a matarla. ¿Por qué? Bueno, eso son cosas que quizás se descubran en un futuro. Pero digamos que desde su encuentro, se convirtió en la asistenta y nueva cuidadora/guardaespaldas de Mika (el anterior borrado por su hermano mayor). Y por tanto, no soportaba que nadie se atreviera a realizar ninguna ofensa hacia la chica. Quizá por eso una de las agujas de acero que llevaba oculta bajo sus mangas (por mucho que no se permitieran armas) saliera volando hacia el cuello del chico.

-¿Y qué busca, pervertido-san? ¿Una maquina que le ayude a espiar a "niñitas" como yo mientras se cambian?- Preguntó al tiempo que rejuvenecía un par de años su cuerpo, con intención de ver su reacción. -Y no creo ser una niñita pequeña. Medimos casi lo mismo.- Añadió hinchando las mejillas, para darle con eso aún más la razón a su acompañante. Sería aburrido ser formales en aquel momento. Además, el chico era gracioso. Si lo veía conveniente, podía tratar de convertirle en el primer novio de su niñera, quien estaba algo desconcertada por su reacción. -No te preo-cu-pes~. - Dijo la chica antes de guiñarle un ojo e ir junto a su nuevo acompañante, a quien pretendía gastar una broma dentro de poco. Pero de momento solo tomaría de la mano, como una buena niña.

-Espero que si haces algo pervertido, sea a Willhermina-chan.- Dijo dedicándole una sonrisa pícara.

Tras las palabras que le dedique a la chica rubia, la otra empezó a poner cara de gorila enfadado e intentó atacarme lanzándome algo. ¿Qué cómo lo sabía? Mantra, obviamente. Lo mantenía despierto siempre y aquella amenaza llego con una buena antelación, así que no me costó mucho desviar la trayectoria del proyectil golpeándolo con el meñique. Al verlo girar majestuosamente por el aire vi que era una aguja y me pregunté quien peleaba con agujas, pero antes de que esta cayera la agarré al vuelo.

- Perdone señorita, se le ha escapado. - dije mientras se la devolvía, con una sonrisa burlona, como había tenido desde antes -

Escuché a la niñita, y de paso vi como... ¿rejuvenecía? Era una akuma, no podía dudar de aquello, pero aún así era rara incluso para estas. Reí ligeramente al escuchar a esta mientras hinchaba las mejillas.

- Puede que si busque una máquina de espiar niñitas mientras se cambian, Niñita-chan, aunque ahora mismo si encontrase algo interesante como una máquina de retroceder en el tiempo, unos láseres o el secreto de la inmortalidad no me importaría dejar de lado la máquina de espiar... Por ahora. - solté mientras cerraba el ojo izquierdo y sacaba un poco la lengua, obviamente bromeando sobre lo primero -

Noté como la niña se agarraba de mi mano derecha, y sin dudarlo ni un instante decidí emprender el rumbo, buscando algo interesante que ver. En concreto la zona de armamento e investigación avanzada, por lo cual avancé entre la gente, esperando no perderme.

- No te prometo que solo le haga cosas pervertidas solo a tu secretaria, Niñita-chan. - le dije mientras me agachaba un poco para estar a la altura de sus ojos -

A Wilhermina casi le dio un ataque de ira al ver como el peliverde detenía su aguja, cogiéndola al vuelo y devolviéndosela, cosa que en su opinión había manchado su orgullo. Dejarse vencer delante de su señora con tal facilidad...Aunque a esta no pareció molestarle mucho. Sin duda pretendía hacer algo con el chico, aunque solo fuera burlarse un poco de él, sino no hubiera reaccionado así, seguro que no. -Supongo que tendré que ser vengada por mi señora...Que frustración...Mihaela-sama.- Murmuró antes de ponerse en camino, siguiendo a ambos, quienes se habían adelantado varios metros ya.

Por su parte, a Mihaela le había hecho gracia que el chico se hubiera puesto "a su altura", para tratar de ser educado y poder hablar cara a cara. Eso solo haría más gracioso el cambio que ahora iba a suceder. -Es curioso que menciones la inmortalidad, pervertido-chan, pues muchos científicos buscan algo similar. Como yo.- Dijo sonriente, antes de regresar a su apariencia normal y aprovechar que estaban cogidos de la mano para rejuvenecerle a él diez años. ¿Cambiaría mucho o seguiría igual de "alto"? Esperaba que no, pues no sería igual de gracioso que si le sacaba ella media cabeza o más. -¿Oh, ahora eres un chibi-pervertido-chan?- Preguntó la chica de cabellos rubios con sorna. -Me pregunto si en esta forma podrás hacer cosas pervertidas con mayor o menor facilidad, peliverde-chan. Oh, mira. Ahí tienen cosas interesantes. Vamos a ver. - Dijo esperando a que primero contestara o se quejara o algo por el estilo, tras lo que se volvería a transformar y huiría. De paso podría molestar así a su acompañante por no haber cumplido su objetivo de asesinarle antes. Era obvio que la aguja iba dirigida a un punto vital del chico.

-¡Espere Mihae....Mika-san!- Exclamó la "señora", antes de que esta echara a correr, sacandole la lengua.

La chica era bastante divertida aunque se tratase de un humor un tanto... ¿cruel? Se podría definir así, aunque otros diría algo posiblemente más fuerte. Sin embargo me había caído bien, así que decidí seguirle el juego durante un rato.

- Curioso poder para una persona que busca la inmortalidad, muy... Conveniente. - dije tras escuchar sus palabras -

Pero lo que hizo no lo esperaba, pues no solo podía cambiar su apariencia, sino también la de otros, como la mía. ¿Qué por qué lo supe? Porque me hice más pequeñito aún, si es que cabía la posibilidad, no era un cambio significativo, pero yo lo noté al ver crecer a la chica, a parte de recuperar su tamaño normal. Pero en si, lo único que realmente me molestó, fue que me llamara bajito y pensé en devolverle la “broma”.

- ¿Hacer cosas pervertidas así? Posiblemente pueda, no deberías tomar a broma el poder de un pervertido. - dije mientras me movía rápidamente tras ella, adelantándola al usar una técnica que había aprendido hacía demasiado tiempo. - ¿No te parece que si nos movemos tan rápido vamos a dejar a tu secretaria detrás? - dije mientras aceleraba un poco más, llegando hasta una zona interesante - He encontrado algo... divertido.

El stand estaba provisto de inteligencias artificiales de distintas utilidades, tanto militares como de uso doméstico. Sin duda si le ponías una de esas a un robot podría encargarse de unos cuantos cientos de bandido ¿Quien sabía mejor que estos la Justicia Absoluta? Solo aquellos que los crean y después están aquellos que no la conocen y pervierten la naturaleza pura de su creación.

- Dime, Niñita-chan ¿No crees que las máquinas se acercan bastante a eso que tu buscas? Quizás con un poco menos de problemas morales o humanos al llevarse a cabo. Al fin y al cabo, muchos no quieren ver a sus seres queridos morir, pero... Supongo que no saben admirar la verdadera naturaleza de la ciencia. - dije encogiéndome de hombros - Sin embargo tu, pareces ver más allá de esos problemas morales. Y ¿Quién sabe? Quizás algún día lo consigas, cuando crezcas un poco, Niñita-chan.

Tras eso volví a avanzar un poco, buscando algo que me volviera a llamar la atención, quizás un robot nuevo o puede que algo más acordes a los intereses de la chica.

La chica miró divertida al pequeño "pervertido" que acababa de adelantarla, antes de preguntarle si no deberían esperar a Wilhermina. -No te preocupes, aunque no lo parezca, es una "niñera" bien entrenada, sabrá como encontrarme luego.- Dijo siguiéndole el juego mientras intentaba mantener el paso, de forma un tanto torpe. Tal vez por haberse pasado los últimos meses encerrada en el laboratorio. No tenía mal cuerpo, pero hacer ejercicio de forma más constante. Bueno, tenía una vida eterna por delante, o la tendría en un futuro, con suerte, no muy lejano. Cuando le alcanzó, el chico se encontraba frente a una mesas en la que se exponían algunos prototipos y versiones en miniatura de distintas inteligencias artificiales, que parecían haberle llamado la atención y que decidió comparar con su investigación sobre la inmortalidad. ¿Dónde veía el parecido? Aquellos seres artificiales acabarían deteriorándose de una manera u otra por mucho que fueran más duraderos que los humanos, y tampoco tenían razonamiento alguno. No tenían nada que ver con lo que ella quería. -A mí no me interesa esa clase de existencia. Soy inteligentes, pero no son capaces de aprender y necesitan un humano para funcionar, además, se acaban deteriorando tarde o temprano...No le veo el parecido, pervertido-chan. Me decepcionas.- Comentó la chica, que se había inclinado levemente para observar mejor, antes de erguirse de nuevo y buscar con la mirada alguna cosa de mayor interés para ella.

No tardó mucho en divisar cierta zona en la que se exponían distintos animales, los cuales parecían haber sufrido algunas modificaciones de distintos tipos, según el científico al que pertenecieran. Eso si se parecía un poco más a lo que pretendía ella. Una mejora para los "humanos verdaderos" que acabará con el ciclo de vida y muerte, pero solo para los humanos, no para los monos calvos, disfrazados.

La chica dijo que la niñera estaba bien entrenada, pero no hacía más de unos diez minutos había desviado un ataque a un punto vital ¿Quizás la habían entrenado en otras cosas como en la recopilación de información? También estaba la posibilidad de que fuera una asesina y por lo tanto su ataque frontal fuera fácil de predecir, tendría que probar a dejarme atacar de manera “sigilosa” por su parte.

En cuanto llegó, dijo que los humanos no se parecían a las máquinas, algo que me hizo sonreír. Entendía su pensamiento, pero no lo compartía, así que simplemente me decidí a contestarle una única vez.

- ¿Te decepciono? Es una pena, que no pienses en alternativas. No digo que una cosa remplace la otra, ni mucho menos, pero quizás unir ambos pueda ayudarte a avanzar, aunque quien sabe... Quizás en esa cabeza hay cura para la muerte. - dije tranquilamente, mirando en lo que se había fijado -

Acto seguido me empecé a dirigir a ello, agarrando a la chica de la mano para “arrastrarla” conmigo, como un buen secuestrador haría, sin embargo, no pretendía hacer fuerza, por lo que se podría soltar cuando quisiera, e incluso se podría decir que era el agarre que haría un niño pequeño, tirando de una persona para ver algo que le llamaba la atención. En este caso no me llamaba la atención a mi, sino a ella, pero era algo que me había despertado la curiosidad y si la niñera de la joven nos veía por ahí así se pondría a rabiar, motivo para que intentara atacarme, así que activé el mantra para detectar cualquier posible peligro y avancé.

Sin darme cuenta de si había llegado con la chica o no, me puse a admirar los especímenes, esperando que estos no hubieran sufrido mucho daño en sus mutaciones, recordando el dolor un momento traumático. Instintivamente respiré un poco más fuerte de lo normal, intentando almacenar todo el aire que me permitieran mis pulmones.

Ante mi había un gran surtido de criaturas, cada una más extraña que la anterior y a todas se las podía considerar quimeras. Desde un león con cola de escorpión, posiblemente para mejorar sus capacidades de pelea, hasta un animal de carga, que no podía identificar ahora mismo, mucho más grande de lo normal, para llevar más peso.

Ver aquellas criaturas era algo interesante, y me hacía pensar que en algún momento se podría lograr la inmortalidad.

-No es una cura lo que busco exactamente...- Comentó la chica al tiempo que fijaba sus ojos en un espécimen marino, que se encontraba dentro de un gran tanque lleno de agua, con los cristales tintados, de forma que desde fuera se pudiera observar a la criatura, sin que esta viera nada. Esa disposición llevaba a pensar que, o bien vivía en zonas tan profundas que la luz no llegaba y por ello, su presencia podía dañarle, aunque también podía ser un experimento o una forma de mantener al ser bajo control. Una pena pues, aunque no tuviera interés para la chica, en cuanto a investigación, el animal parecía bastante bonito. Retratarlo con los colores correspondientes hubiera sido genial. O eso pensaba la chica mientras lo observaba. -La muerte no es una enfermedad, es más como un error...Uno que debería poder corregirse. De esa forma, solo morirían las personas que son asesinadas, y hay gente que puede revivir a los muertos siempre que no sobrepasen un límite.- Dijo mientras daba un par de toques al cristal, tratando de causar alguna reacción en el pez, que apenas se movió.

-Qué aburrido.- Exclamó Mika antes de escuchar la voz de Wilhermina por detrás. -Parece que nos ha encontrado.- Murmuró la chica al tiempo que se transformaba en una niña pequeña. -Parece que Pervertido-san va a ser regañado por Wilhermina, que está muy enfadada.- Comentó al tiempo que juntaba las manos por detrás de la espalda y sonreía de forma divertida. Con un poco de suerte pasaría algo interesante, como que comenzara una pelea entre ellos que despertase al pez dormilón, o que durante el alboroto, los animales fueran desatados por una "mano inocente" apretando un botón por "error". ¿Qué mejor para animar a la gente antes de un prestigioso concurso en una convención científica que un poco de caos y varios conflictos entre monos, semimonos vestidos y otros especímenes?

La chica se quedo mirando lo que supuestamente era un pescado, mientras decía que la muerte no era una enfermedad, si no un error. Extraño, porque no recordaba haberme referido a esta como una enfermedad y no pensaba que lo fuera. La muerte parecía ser mucho más difusa de lo que ella pensaba, al menos desde mi punto de vista ¿morías antes de estar vivo? ¿O vivías estando muerto? Eran posibilidades que, quizás no se las planteaba, pero para mi parecían ser algo normal.

Suspiré mientras me lo explicaba, pensando en lo diferente que era su manera de ver la muerte con la mía. ¿Y qué harías con los que vivieran para siempre? ¿Que pasaría cuando sus células se atrofiaran hasta el extremo, pero no pudieran morir? ¿Ibas a eliminar la muerte para mantenerlos en un estado vegetativo de por vida? Me apetecía preguntarle eso, pero el grito de la niñera me distrajo, dándome la vuelta.

- Oh, niñera-chan, la estábamos esperando teniendo una agradable charla sobre los objetivos de tu pequeña y revoltosa ¿jefa? Casi hasta la echaba de menos. - dije en tono de sorna , haciendo el movimiento de una reverencia con el brazo izquierdo - ¿Qué piensas tu? ¿Seguirás a tu señora hasta que logre sus objetivos? - Sonreí mientras esperaba su respuesta, llevándome las manos a detrás de la cabeza -

Wilhermina apenas llegó a alcanzarles cuando el peliverde comenzó a soltar comentarios con intención de molestarla. Parecía tratar de enfadar más a la chica. Imperdonable, eso solo lo podía hacer Mihaela, o eso estaba pensando la chica en ese momento, motivo por el que hizo una señal a su secretaría para que no se dejara influenciar por sus tonterías, al menos no por el momento. Ella obedeció a regañadientes y, tras soltar un pesado suspiro y con las agujas aún en mano, fijo los ojos en el enano peliverde, mirándole con ¿asco? No parecía haberle dado una buena impresión. -Obviamente, seguiré a mi señora en todo momento, incluso cuando termine sus investigaciones, aunque no creo que eso te sea de ningún interés, pequeñín. - Contestó, antes de voltearse hacía su señora. -Mihaela-sama, ¿de verdad pretende seguir perdiendo el tiempo con este...este...Mono incompetente? ¿No siente interés en ninguna otra cosa. Esto es una feria científica y...- La joven se detuvo en seco, algo asustada por la mirada que su "jefa" le estaba lanzando.

-Wilhermina, esto es más un circo que una feria, y no uno divertido. Al menos este monito pervertido me divierte un poco. Así que esta bien si se queda un poco más.- Contestó Mika, con una mirada en apariencia amable e infantil, que contrastaba con su tono serio y el aura que la rodeaba. La chica de lentes retrocedió unos pasos y asintió. -Bien, dicho esto...¿Me harías un favor?- Pregunto al chico, girándose, antes de agarrarle de la mano, con intención de encogerle de nuevo y tirarle -tuviera o no fuerza suficiente- justo encima de la secretaria. Tras aquello, volvería a su plan inicial, gritando: ¡Pervertido, pervertido, deja de tocarla ahí! y perdería entre la gente para soltar a los animales. "No es justo que sean estos insectos quienes jueguen con vosotros...si al menos fueran humanos...Bueno, dejad que os ayude a vengaros". Eso sucedería si Ryuta se dejara hacer y cae sobre Wilhermina, sino...Ya haría otra cosa.

- Comprendo, comprendo... Supongo que era esperable, niñera-chan. - dije, encogiéndome de hombros mientras la escuchaba insultarme - ¿Me acaba de llamar mono? - le pregunté a la chica que me había acompañado mientras señalaba a la mujer -

No esperé respuesta alguna, pues ella simplemente se acerco tras decirle que le entretenía y volvió a agarrarme la mano, para usar el mismo truco de antes, a lo cual no me negué, esperando ver que era lo que tenía pensado. Su plan era muy simple, al parecer, quería tirarme sobre la niñera. No pesaba tanto como solía hacerlo, así que simplemente me dejé llevar por el empujón, que hizo que la niñera cayera debido al impacto. En cuanto me pude fijar en donde había caído sonreí al oír sus gritos, pues estaba manoseándole los pechos, debido a que estaba encima de la niñera.

Mi poca altura ahora, que se habría reducido al metro, no dejaba de hacer que perdiera fuerza, y en cuanto intento levantarse, simplemente la agarre con una mano por las muñecas. La chica se estaba alejando cada vez más, para saber que maldad llevar a cabo. Simplemente amplié la sonrisa que ya tenía, dándome un aspecto aún más mono, si no fuera porque estaba inmovilizando a una señora que por su aspecto era mucho mayor.

- Verás, señorita, me ha hecho gracia el plan de su jefa y... ¿por qué no? - dije mientras llevaba la mano libre a su barbilla, levantándola un poco para terminar acercándome, robándole un beso - Y ahora... ¿Qué te parece si te quedas por ahí mientras busco a tu jefa? - solté mientras la dejaba inmovilizada usando la maldad solida anclada al suelo, aprisionando sus dos brazos -

Según terminaba la frase, me dirigía velozmente a por la chica, buscando su aura gracias al mantra, localizándola al rato. En cuanto la tenía localizada simplemente me moví lo más rápido que podía, esperando poder ponerme a su lado para decirle unas cosas. Aunque primero, esperaría lo que fuera a hacer, al fin y al cabo, el mal que hiciera podría ser divertido, y ya sabría lo que hacer si algo malo pasaba.