El Mejor Maestro Es Aquel Que Te Golpea Por Tú Bien. [Rol Maestro-Alumno]

Nokotori vio que el luchador después de liarla con aquellos hombres salía corriendo. Madara empezó a correr detrás de Jhon avisándolo de que también saliese corriendo. El espadachín salió corriendo detrás de aquellos dos y aún estaba desnudo. El policía que ya estaba de pie observaba la escena y fue tras ellos. Más temprano que tarde se encontraron con un maldito callejón. El moreno alcanzó tanto a Jhon como a su líder el cual se estampó contra el muro haciendo un boquete. El moreno dio un salto colándose por el agujero dejado por el Shichibukai y pudo ver como se transformaba en hombre dragón para salir volando hacia la base. El moreno no tenía forma de volar y tampoco de alcanzar a Madara así que optó por seguir corriendo. Nilson estaba tras ellos y seguía pitando mientras corría. A Nokotori le estaba pareciendo divertido aquella escena. -Jhon, vamos a dividirnos. Ve hacia otro lado.- Nokotori cambió el rumbo rápidamente dirigiéndose hacia la derecha. Tenía pensado dar un pequeño rodeo para llegar a la base y además despistar al policía. Volteó la cabeza y ya no pudo ver ni al luchador ni al agente de la ley.

El moreno seguía corriendo con sus espadas en la espalda y la ropa echada sobre su hombro derecho. Pasó por un parque el cual había bastante gente haciendo sus cosas. Las personas se quedaron mirando al chico que corría como un poseso desnudo. En el parque había unos cuantos bancos y una pareja sentada en uno de ellos. Cuando pasó el moreno la chica se quedó con la boca abierta siguiendo con la mirada a Nokotori mientras el chico no se podía creer lo que hacía la novia. Ambos empezaron a discutir y el espadachín siguió corriendo con la cabeza girada hacia atrás. -¡Pringaos!- Lo cierto es que al espadachín le estaba gustando crear todo ese caos.

Salió del parque y pronto se dirigió a las montañas. La base debía estar cerca puesto que podía ver unas montañas que se veían desde la base de Kyofu. Aminoró el ritmo puesto que el cansancio ya le podía y además después de haber entrenado duramente, no tenía ganas de seguir haciéndolo en el poco rato que tendría para descansar. Se adentró en el bosque dejando atrás la ciudad y por consiguiente al policía. El espadachín estaba más tranquilo y ahora seguía rumbo a la base desnudo. Estaba ya un poquito harto de no llevar ropa, pero no podía hacer nada más que darse prisa y llegar a la base para poder ponerse algo de ropa por fin. Lo cierto es que en aquel día por lo visto había ganado algunas fans. A Nokotori no le disgustaba pero tampoco le hacía especial gracia.

El cielo estaba completamente naranja. Con la tontería ya estaba atardeciendo, cosa que no era buena. Descansar durante el entrenamiento era algo esencial y si no lo hacía adecuadamente luego se iba a resentir. Llevaba caminando alrededor de diez minutos cuando llegó al sendero que daba a la base de Kyofu. Empezó a seguirlo y a subir una cuesta un poco empinada hasta llegar a la entrada. Se paró frente la entrada y suspiró. Su líder seguramente estaría ya ahí y desde hace bastante rato, de Jhon no sabía demasiado puesto que se separó de él. Cuando entró no pudo ver a nadie dentro así que se dispuso por fin a ir a su habitación. Nokotori cuando llegó abrió un pequeño armario y se puso ropa cómoda para estar por la base. Era un sitio bastante tosco puesto que era una cueva con muchas habitaciones y nada más. Lo cierto es que vivir ahí muchas veces era algo duro, pero por suerte el dinero no le escaseaba al moreno y podía sobrevivir.

El moreno salió al exterior para tomar un poco de aire fresco y se sentó en una roca que estaba cerca de la entrada. Estuvo un largo rato mirando al cielo pensando en sus cosas. Más temprano que tarde se dio cuenta que la noche había caído y debía descansar. Se dirigió a su habitación de nuevo y preparó la cama para echarse a dormir. No había cenado nada, pero iba a compensar aquello con el desayuno del día siguiente. Una vez que dejó sus espadas cerca de la cama se tumbó y colocó sus manos detrás de la cabeza. Varios minutos después el espadachín acabó durmiéndose.

Al luchador le siguieron sus dos compañeros los cuales no tardaron mucho en alcanzarle, el sichibukai rompió un muro que cortaba la calle para que lograsen escapar fácilmente. Se transformó en dragón y salió volando escapando sin problemas. Nokoyuri y Qui Gon seguían huyendo del agente que los perseguía soplando su silbato. Entonces Nokoyuri le dijo al luchador que iban a divertirse y le indicó que fuese hacia el otro lado.

Se habían separado pero él aún seguía escuchando los pitidos de Nilson. Aquel maldito capullo le había seguido a él en vez de al espadachín. “Maldita sea, pero si yo no he hecho nada” pensó el luchador. Aceleró la marcha y se metió por unos callejones ganando algo de ventaja pero aquel hombre corría bastante y parecía tener bastante resistencia. Aprovechando la distancia logró esconderse en la lavandería a la que solía ir. El anciano lo miraba fijamente con cara de malas pulgas, Midori no estaba en ese momento y parecía que aquel viejo iba a delatarle. Nilson pasó de largo y aquel viejo no movió ni un músculo. El luchador suspiró aliviado y jadeaba por el cansancio. Se había vuelto a llenar de sudor y tenía la ropa empapada y sucia por el polvo y los escombros de la pared que había roto el sichibukai.

- Te perseguía a ti, ¿verdad? No me gusta ese tío, es un quisquilloso y le tira los tejos a Midori. ¿Has venido a dejar esa ropa? La otra ya está limpia así que puedes cambiarte en la trastienda si lo deseas.

Aquel hombre lo trataba más amablemente que otras veces y eso a Qui Gon le resultó bastante extraño. Aceptó la invitación de aquel hombre y pagó por adelantado, como siempre. El tendero no había dejado buena fama de él por la ciudad y nadie le dejaba fiado nada y debía pagar por adelantado. El fornido fue a la trastienda a cambiarse de ropa. Pero justo cuando se estaba cambiando oyó un grito a sus espaldas. Midori lo miraba horrorizada tapando sus ojos con sus manos pero abriendo los dedos para ver pícaramente. El luchador dio un grito, se subió los boxers rápidamente y salió de la sala por la ventana. Volvió a correr todo lo que podía sin importar su cansancio para llegar directamente hasta la base. Llegó a la salida del pueblo en un santiamén y se adentró en el bosque. Una vez allí comenzó a andar mientras jadeaba. Había tenido un día bastante movidito sin parar de correr. Y encima había tenido que pasar la vergüenza de que le viesen desnudo. Mañana tendría que pedir disculpas y dar explicaciones. El luchador se paró un momento y se sentó sobre un tronco caído.

Necesitaba descansar así que se quedó allí un rato escuchando el ruido de las hojas moviéndose con la brisa. Cerró los ojos y se puso a meditar un poco. “Nada mejor que meditar casi en bolas en mitad del bosque, qué liberación” pensó el fornido. Cuando terminó de meditar ya estaba oscureciendo y fue a trote hasta la base. Llegó a la entrada y miró hacia todos lados vigilando de que no le habían seguid y de que no estaban por allí Nokoyuri ni Madara. Sería vergonzoso que lo viesen así aunque a Nokoyuri no le importase ir en pelota picada por la calle. No había nadie así que corrí hasta su habitación y cerró la puerta rápidamente tratando de no dar un portazo. Se tumbó boca arriba sobre la cama y suspiró.

- Vaya día me espera mañana.

El luchador estaba demasiado cansado como para pensar en que tenía que cenar. Su barriga rugió levemente pero él cerró los ojos y se quedó dormido en unos segundos.

Madara continuaba allí tumbado esperando a que aquellos dos llegasen de una buena vez. Sin embargo los capullos no aparecían. Su mantra le había indicado que la fuerza del policía era muy inferior a la de ellos y por ello no temía nada. De hecho ahora había quedado de una forma que sería muy difícil verle. No pretendía esconderse pero tampoco moverse de aquel sitio tan cómodo en el que había caído. Cerró los ojos despacio mientras descansaba de forma calmada, el día había sido bastante movidito y esperaba que todo aquello estuviese mereciendo la pena. El entrenamiento del haki no debía ser tomado a broma y esos dos debían de esforzarse al máximo a partir de ese día. Seguramente no los iba a dejar salir de la base y hasta que no mostrasen su fuerza y poder no lo harían jamás. Después de todo aquello lo hacía por el bien de los dos.

Ahora notó como una brisa de viento le acariciaba el cabello despacio. No pudo evitar soltar un suspiro para después colocar ambas manos en la nuca para estar más cómodo. En ese momento sintió la presencia de Nokotori acercarse hacia la cueva. No pensaba decir nada y simplemente notó como entraba. Aquello le hizo sonreír de lado con calma. – Halcón en el nido… esperemos al águila… – Susurró despacio para sí mismo mientras se relamía. Esperaba que Qui Gon no se estuviese metiendo en líos. De más estaba tardando el luchador y la verdad es que aquello no le gustaba ni un pelo. No tardó mucho en anochecer y cuando estaba a punto de salir en su busca detectó su aura. Se quedó escondido y callado notando como entraba en la cueva pero sin verle. Después de unos minutos se puso en pie estirándose y decidió entrar también. Al parecer lo habían despistado y el haber tenido que correr también era entrenar. Las cosas iban mejorando y el cansancio en los cuerpos de ellos era la clave.


Madara había puesto la norma de prohibido salir a la calle. Tan solo podían hacerlo dos horas al día y nada más. Les había puesto el doble de ejercicios y entre ellos el de golpearse y recibir los ataques del otro. De hecho en ese momento tocaba ese ejercicio. El dragón estaba en lo alto de la estatua sentado con su habitual bolsa de nubecitas y su botella de ron. Les había dicho a aquellos dos que continuaran con el “combate” de dar y recibir para bloquear con el cuerpo. Había dado la orden de que el primero en atacar fuese el espadachín pues en el tema físico Qui Gon era el experto. Sus rojizos ojos observaban la sala esperando a que llegasen. De repente le dio un trago a la botella y soltó un suspiro enorme al notar como la garganta le ardía. Había presenciado como en las últimas semanas los dos entrenaban de forma prodigiosa y forzaban sus cuerpos al máximo con aquellos ejercicios. Debían de estar pasándolo fatal pero las normas para poseer aquel poder eran esas. No le gustaba verlos sufrir pero no había otra opción.

El mejor maestro siempre era el que golpeaba o castigaba a sus alumnos por su bien. El Uchiha esperaba forjar dos demonios, dos tipos que supieran lo que era la batalla y que se convirtiesen en mercenarios de élite. Además eran distintos pues mientras que uno parecía el Sol que sale por las mañanas lleno de energía y con fuerza, el otro tenía más el aspecto de una tormenta de rayos, oscura y mortal. Él se consideraba el cielo dónde los otros dos habitaban pero aún así había una diferencia tremenda entre los poderes. Ellos ni siquiera poseían una fruta pero eso no era motivo para no ser fuerte. Había personas que sin akumas habían llegado a hacer cosas asombrosas. Estaba seguro de que ellos serían así. – ¡Capullos empezad ya! ¡Con toda vuestra fuerza! – Dijo dando un grito al mismo tiempo que apretaba el puño derecho. Tomó de nuevo un par de nubes y se las llevó a la boca comiéndoselas despacio mientras miraba el espectáculo.

Nokotori se despertó muy cansado. Madara había intensificado el entrenamiento más aún y por si fuese poco, no dejaba salir al espadachín a la calle. Parecía un padre castigando a sus hijos después de liarla como la última vez. No lo entendía, se divirtieron los tres bastante. Un entrenamiento debía ser duro a la vez que ameno para no desmoralizar al que lo está realizando. No obstante el líder de aquellos dos les dejó un pequeño respiro y podían salir al menos dos horas, lo justo para poder ir al pueblo y tener un buen baño. Era lo malo de vivir en una maldita cueva, no había duchas.

Cuando el moreno se levantó hizo una mueca de dolor y un escalofrío le recorrió la espalda. Estaba agotado físicamente aunque anímicamente estaba en perfecto estado. Desmoralizar a aquel chico era una tarea sumamente difícil. Se levantó apoyando sus manos sobre las rodillas para minimizar el esfuerzo y se dirigió hacia su armario. Cuando lo abrió se podían ver que toda la ropa del interior estaba destrozada, signo de un feroz entrenamiento. La única ropa que tenía en buen estado era la de dormir y esa no era adecuada para luchar. Se quitó el atuendo que usaba para descansar y se colocó uno de los que había en el armario, el menos roto. Una vez hecho aquello se dirigió al comedor para reponer fuerzas y empezar el entrenamiento con ganas. Se sirvió un poco de arroz hervido rehogado con ajo y un par de salchichas. El desayuno de aquel hombre era raro pero para él era muy eficaz. Si desayunaba aquello era capaz de hacer casi todo. Ya que para él un día en el que coma arroz será un buen día, procuraba comerlo durante todo el tiempo del entrenamiento. Una vez que terminó de desayunar su cuerpo ya había empezado a funcionar. No tardó mucho en ir al baño y hacer sus necesidades.

Una vez que lo tenía todo listo se dirigió a la sala principal donde siempre habían entrenado. Cuando apareció por la puerta pudo ver como Madara estaba esperando encima de la emblemática estatua de Kyofu. Ya de buena mañana estaba bebiendo alcohol, sin duda era algo que le gustaba bastante y a una persona normal le haría daño eso. Aunque claro, estamos hablando de un tío que escupe ácido ¿Qué mierda le iba a hacer daño por dentro? El moreno se quedó mirando a su líder pacientemente. -Madara, no puedo empezar sin Jhon. Hay que esperar.- Nokotori respondió al Shichibukai cuando éste gritó que empezase el espectáculo. Jhon era un buen luchador, pero dormía más que el espadachín. El sueño ligero de éste hombre a veces era algo contraproducente o provechoso para él. No obstante no esperó demasiado, se colocó las botas y guantes de acero. Nokotori estaba ya hecho a aquellas cosas, era como unos simples accesorios de tela. Llevaba ya casi un mes entrenando de aquella manera, recibiendo golpes y propinándolos. Lo cierto es que al principio, tanto como Jhon, le costó seguir el ritmo y su cuerpo se resentía. Ahora pegarse con Jhon y recibir sus golpes era algo que hacía fácilmente. La costumbre hace al cuerpo, pensaba el moreno. Un puñetazo de un luchador cuerpo a cuerpo con aquellos guantes era capaz de destrozar una roca, pero el cuerpo de Nokotori se había acostumbrado tanto que los golpes no eran tanto. Sin duda el entrenamiento estaba surgiendo efecto, las aptitudes físicas del moreno mejoraron muchísimo. Si ya era resistente aquel hombre de por sí, se estaba convirtiendo en algo peor. Tanto fuerza, agilidad, velocidad y resistencia habían aumentado, haciendo que el moreno fuese más temible aún.

Agarró dos de sus espadas y empezó a moverse rápidamente hacia una pequeña torre de piedra que se encontraba en la parte superior derecha de la cueva. Una vez que estaba cerca de la torrecilla empezó a dar estocadas rápidamente. La piedra estaba magullada y ya había cortes en ella de antes. El moreno la usaba como objetivo muchas veces para seguir entrenando. Debía mejorar en su arte con la espada, no todo era resistencia y aptitudes físicas. Estaba bien mejorar en eso, pero si no lo hacía con sus espadas no iba a servir de nada. Estuvo un buen rato haciendo eso hasta que se giró y pudo ver como Jhon aparecía por fin. Al moreno no le gustaba esperar porque se aburría y le pareció una maldita eternidad, más lejos de la realidad Jhon no había tardado más de diez minutos en aparecer. -¡Oh! Por fin estás aquí. Llevo horas esperándote joder. Vamos a entrenar de una vez.-

El moreno después de decir aquello se situó en el centro de la sala que daba cara a Madara. Envainó sus espadas para dejarse las manos libres y se quitó la camiseta. Su torso estaba lleno de moratones, aparte de todas las cicatrices que tenía. Una vez que hizo eso tiró su camiseta lejos y desenvainó una espada. Cuando lo hizo la giró para asestar golpes con el canto no afilado. Era orden del Shichibukai y era de entender, si lo hacía con el filo podría desmembrar al fornido de un solo golpe. Aquellas espadas estaban muy afiladas debido al gran cuidado que el moreno les daba.

Madara se puso hecho una furia al día siguiente. Les impuso nuevas normas como que solo podían salir dos horas al día, lo suficiente para ir a la tintorería y ducharse. A veces le dejaba la ropa a Midori para que la llevase al sastre para que le remendase los cortes y arañazos poniéndole algunos refuerzos.

El luchador se levantó, estaba algo cansado pero ya era hora de levantarse y no quería llegar tarde al entrenamiento. Se quitó fue directo al armario y sacó el conjunto de siempre, el cual tenía varias veces repetido. Cogió el menos estropeado y se lo puso. Se colocó su armadura en el brazo izquierdo y salió al lugar de entrenamiento mientras se comía una barrita energética. Allí le esperaban Madara y Nokoyuri, el cual le gritaba diciendo que había estado esperando horas. QUI Gon miró su reloj de bolsillo y sin embargo estaba allí justo a la hora acordada.

Madara estaba sentado encima de la estatua que había en la cueva y bebía como un cosaco de buena mañana. Les había impuesto una nueva rutina más dura que consistía en el doble de ejercicios y combates de atacar y bloquear. La verdad es que aquellos ejercicios ya no guardaban ningún secreto para el luchador. Eran algo complicados los primeros días pero conforme el tiempo pasaba se les hacían cada vez más y más fáciles. El luchador fue a ponerse sus guantes y sus botas especiales de entrenamiento. Los guantes ya estaban algo descoloridos y desgastados de tanto usar los puños y con las botas más de lo mismo. Se dirigió a Madara y le dijo: - Jefe, necesitamos nuevos guantes y botas y si son más pesados… Mejor.” El fornido apenas notaba un ligero peso cuando se colocaba aquellas prendas y quería más carga de trabajo para que le costase más realizar los ejercicios.

El primer ejercicio iba a ser el de la pelea de dar y recibir golpes y Madara insistió en que empezase el espadachín el cual golpeaba con la parte roma del arma. El luchador se quitó la armadura del brazo izquierdo y su camiseta colocándose en posición para recibir el primer golpe de Nokoyuri. Los brazos del luchador estaban llenos de pequeñas y finas marcas moradas y algunas de color rojizo. También tenía algunos moratones en la espalda, pero sobretodo tenía las heridas en los brazos y en las piernas aunque las de las piernas no fuesen visibles debido a los pantalones bombachos que llevaba. El primer golpe fue el peor, como siempre. Aún estaba algo frío y hasta que no se calentase no empezaría a disiparse la sensación de dolor. Qui Gon intentó bloquearlo con el antebrazo izquierdo. El brazo izquierdo era el menos débil del luchador y siempre intentaba empezar a bloquear o a golpear con este para así entrenarlo más. Tras bloquear el golpe, Qui Gon golpearía con el puño derecho, después bloquearía con el antebrazo derecho, golpearía con la pierna derecha y golpearía con la izquierda. Haría esta serie de bloqueos y golpes alternando izquierda y derecha para entrenar ambas partes del cuerpo por igual, además, así repartía mejor el dolor por su cuerpo. Cuando los golpes iban a ser más fuertes de lo normal o sentía mucho dolor en una misma zona solía interponer otra extremidad más bloqueando con los dos brazos o con un brazo y una pierna.

El dolor que producía aquel entrenamiento era bastante fuerte pero no era nada que el luchador no pudiese aguantar. De hecho, el entrenamiento se iba notando porque cualquier ser humano normal no resistiría tanto el dolor como lo hacía él o sus moratones serían algo más que moratones como fracturas o hematomas graves. El espadachín no era moco de pavo y golpeaba con bastante fuerza. Cuanto más fuerte golpeaba el fornido se motivaba e intentaba golpear más fuerte aún.

El entrenamiento había comenzado ya y los dos empezaron a hacer lo que solían realizar todos los días. El dragón por su parte miraba tranquilamente mientras continuaba comiendo nubecitas tranquilamente. Sus rojizos ojos observaban con toda la calma del mundo aquella batalla amistosa entre los dos. – “Mis entrenamientos han sido perfectos. No deberían tardar tanto” – Pensó ahora mientras ponía una expresión más seria. No pasaron ni dos minutos cuando abrió la boca de forma exagerada echando todas las nubecitas en su boca. Con el ácido las disolvió fácilmente para después tragárselas. Acto seguido tomó la botella de alcohol y de un solo trago la ingirió también. Una sonrisa siniestra adornó su rostro y ahora se colocó en pie. – No me habéis dejado opción. Lo vais a desarrollar por las malas… – Susurró en un tono apenas audible. Era el momento de la verdad después de tantas semanas.

Sin pleno avisó se quitó la armadura de titanio y la tiró contra el suelo. Ésta hizo un sonido metálico al impactar y rodó hasta casi la entrada. Madara se quitó la camiseta dejando ver un cuerpo musculoso y poderoso. Tan solo vestía con sus sandalias y un pantalón negro. Era la primera vez que el shichibukai se mostraba así ante ellos. De repente su ojo izquierdo comenzó a sangrar un poco para después brillar en la oscuridad. – Tyrant… – Susurró ahora mientras conseguía la habilidad de ver todo un diez por ciento más lento. Saltó sin pudor alguno tratando de caer entre los dos. Una vez lo hiciera se podría sentir un leve temblor debido a su fuerza pero nada serio. A continuación saltaría entre los dos elevándose un metro y medio o cosa así y estiraría una pierna hacia el pecho de Nokotori y otra hacia el de Qui Gon. Éstas irían envueltas en haki armadura (nvl2) tomando un aspecto negro metálico. Claramente esperaba poder darles.

Lo lograse o no empezaría a retroceder hasta quedar con la espalda pegada a la pared de la cueva. Una tétrica sonrisa se formó en su cara para después mirarles de forma sádica. Comenzó a relamerse despacio y después les dirigió la palabra. – De hoy no pasa esta mierda. Vais a despertarlo a la forma bruta. Combatid conmigo a muerte y usad todo lo qué tengáis. Yo me controlaré lo justo. – Una vez dijo aquello su ojo cambió ahora brillando algo más y dándole visión térmica. Madara cerró el otro ojo para no ver dos cosas distintas y ahora pudo ver dos manchas naranjas y amarillas en un escenario azulado. Era una de sus limitaciones para darles ventaja. De hecho después sonrió de lado pensándolo mejor y cerró ambos ojos. Iba a pelear a ciegas totalmente. Activó su haki de observación y se preparó al mismo tiempo que los observaba.

Un trueno se pudo escuchar desde fuera dando a entender que una tormenta se acercaba y aquello podía darle un toque épico al asunto. – No abriré los ojos hasta que lo considere necesario. – Dijo ahora mientras apretaba los puños con ganas y retiraba también sus guantes negros de ellos. – Power Blue… – Un aura azul comenzó a recorrerle de repente dándole un aire más tétrico [Manual Prisa]. Sin pleno aviso empezó a correr hacia ellos. Por el camino sus dos brazos desde los hombros hasta los dedos se tornaron en un negro metálico [Haki Nvl2]. Se dejó llevar por su haki y de repente se puso frente a la presencia de Nokotori. Lanzó una ráfaga de cuatro puñetazos con una fuerza no muy exagerada y a una velocidad normal. Nada más lanzarlos independientemente del resultado, se giraría en busca de la otra presencia. Elevaría la pierna derecha buscando las costillas del castaño acto seguido intentaría impactarle con la palma de la mano en el pecho buscando lanzarlo. Lo lograse o no, se quedaría en el medio con los ojos cerrados esperando el ataque de ellos.

Unos sonoros golpes salían de la cueva que era la base de la banda mercenaria Kyofu no Yohei. En la sala principal se hallaba Nokotori y Jhon intercambiando golpes como si no hubiese mañana. El moreno atacaba con la hoja roma de su espada mientras que el fornido propinaba duros puñetazos. El espadachín encajaba todos y cada uno de los golpes que su adversario asestaba. Cada vez que le alcanzaba una mueca de dolor se dibujaba en la cara del muchacho. Ajeno a todo lo que iba a ocurrir seguía con su entrenamiento, el cual estaba deseando poder terminar ya y conseguir aquel maravilloso poder. Sin duda obtenerlo sería un paso enorme para ser más fuerte.

Aquellos dos seguían dándose de hostias el uno al otro cuando algo llamó la atención del moreno. Éste hizo un gesto para que Jhon parase de golpear puesto que no sabía que estaba pasando. La coraza de Madara estaba rodando y casi salía de la cueva. El moreno levantó la mirada y observó como el Shichibukai quedaba con el torso desnudo. Realmente no sabía lo que estaba pasando pero se lo estaba oliendo. Más temprano que tarde, aquel hombre saltó quedando en medio de los dos. Nokotori afirmó sus sospechas cuando hizo aquello. El moreno no tuvo mucho tiempo de reacción y acabó llevándose la patada en el pecho que lanzó Madara. La fuerza de ese monstruo era asombrosa por lo tanto consiguió desplazar al espadachín varios metros hacia atrás. Dejó a Nokotori varios segundos sin respiración, pero pronto se pudo recuperar. Aquella patada en otras condiciones le hubiese dolido horrores, pero ésta vez no había sido para tanto. ¿El entrenamiento estaba surgiendo por fin?

Una vez realizado aquel ataque, el Shichibukai pegó la espalda en la pared y éste comenzó a decir que iban a terminar su entrenamiento ese mismo día. A continuación comentó que iban a pelear a muerte contra él. Una sonrisa sádica se dibujó en la cara del espadachín. Lo cierto es que el entrenamiento de pegarse con Jhon al principio le gustaba, pero se había convertido en algo monótono puesto que no había sangre y tenían que encajar absolutamente todos los golpes. A Nokotori le gustaba jugar de otra manera. El espadachín se preparó una vez más adoptando una pose de combate. Aquella escena le recordó al primer día que conoció a Madara. Estaba casi en la misma situación, pero con Ragerok. Un combate a muerte contra uno de los hombres más poderosos que conocía. Por suerte para el espadachín, no iba a ser como aquella vez. Nokotori ahora era muchísimo más fuerte e iba a demostrar todo lo que había mejorado.

El tiempo fuera de la cueva era de perros, se podía escuchar como llovía a cántaros. Al espadachín le emocionó bastante aquello puesto que iban a terminar el entrenamiento justo como lo empezaron. Con una tormenta. Dejando de lado el tiempo de fuera, Madara mencionó que iba a pelear con los ojos cerrados. Nokotori pensó que estaba siendo subestimado y sonrió de lado relamiéndose. De pronto el Shichibukai se lanzó a por el espadachín nuevamente dispuesto a atacar. Lanzó una pequeña ráfaga de golpes hacia el moreno, pero sólo dos pudieron alcanzarlo. Nokotori estaba ya preparado por lo que centró toda la atención en los movimientos de Madara pudiendo esquivar dos golpes moviéndose rápidamente. Lo que no pudo prever es que iba a seguir atacando. Un fuerte puñetazo acabó impactando en el pecho del moreno nuevamente seguido de un golpe en la mejilla derecha. Una vez hecho aquello se lanzó a por Jhon.

Nokotori escupió algo de sangre debido al puñetazo que le propinó Madara. No obstante aquello no iba a para al espadachín y éste se preparó. Ahora era turno de aquel loco. Desenfundó una espada brillante y plateada. Una espada que había usado poco pero el poder destructivo de ésta no era equiparable al de sus otras dos espadas. Ya tenía una desenvainada por el entrenamiento con Jhon así que no tuvo que sacar otra. Aquel hombre se especializaba en el combate con múltiples espadas, pero debido a su condición sólo podía usar dos. Ya arreglaría aquello de alguna manera.

Las luces de la cueva hicieron que la espada plateada soltase un gran destello cuando Nokotori la puso de canto. Observó a Madara con tranquilidad y una vez que estuviese quieto se lanzaría a por él. Por fin pudo ver como el Shichibukai se quedaba parado en un mismo lugar. Era la oportunidad perfecta así que el moreno salió corriendo a una velocidad increíble hacia su adversario. Estando a tres metros de distancia de Madara dio un salto haciendo una voltereta en el aire agarrando sus espadas. Estaba intentando que con la fuerza del giro, el tajo fuese mucho más mortífero de lo normal. No obstante no se iba a quedar ahí la cosa. Hizo los cálculos rápidamente y en el punto en el que iba a aterrizar propinando aquel tajo sería la yugular de Madara. Si se movía no le iba a dar claramente, pero sin duda aquel corte iba directo a matar. Se cercioró de que el tajo a la yugular fuese con su espada plateada y el tajo paralelo de su otra espada intentase impactar en el hombro de éste para dejarlo inutilizado o herirlo con la mayor gravedad. Una vez hecho aquello independientemente de si acertaba o no saltaría hacia atrás para adoptar una pose de defensa elevando, poniendo una espada frente suya y la otra mirando hacia el suelo para poder atacar más rápido.

Aquellos dos seguían dándose de leches en mitad de la guarida. Los golpes sonaban y resonaban en las paredes de la cueva y ambos no podían evitar mostrar muecas de dolor con cada golpe recibido. Entonces Nokoyuri paró haciendo una seña al luchador. La armadura del sichibukai había rodado por el suelo lo que significaba que se la había quitado y eso solo podía significar una cosa. Se preparó para lo peor y allí apareció, ante ellos. Dio un salto y una patada iba directa al pecho del luchador y otra al de su compañero. Puso los brazos en equis para recibir el impacto lo que hizo que retrocediese unos metros. Aquella patada fue bastante fuerte pero comparada con los espadazos de Nokoyuri tampoco era tanta cosa, además había sonado como un golpe metálico. La lluvia se escuchaba como si miles de canicas cayeran por unas escaleras. Todo empezaba a ocurrir como el primer día y eso hizo a pensar que probablemente aquel día acabaría todo, o al menos quedaría bonito.

El moreno cerró los ojos y se dirigió hacia Nokoyuri lanzándole una ráfaga de puñetazos, pudo esquivar bastantes pero algunos le golpearon haciendo que el espadachín escupiese sangre. Mientras esto ocurría Qui Gon sonrió y se colocó los guantes Urano a toda prisa para que le diese tiempo a reaccionar si el sichibukai venía a por él. Poco después el moreno corrió hacia él pero ya estaba preparado. Intentó darle una parada en el costado la cual intentó bloquear con el antebrazo y sujetando ese brazo con el otro para evitar que hubiese demasiado retroceso. El golpe fue muy duro y el luchador soltó un grito de dolor. Entonces el moreno intentó darle con la palma en el pecho pero el luchador interpuso su puño logrando una explosión que hizo que retrocediese un par de metros dejándole la mano bastante dolorida. Tantos golpes consecutivos a Nokoyuri y después esto. No podría usar ese puño al 100% en un rato.

Pudo ver como Nokoyuri preparaba un ataque y él no se iba a quedar atrás. - Este entrenamiento me parece más interesante, Madara. Dijo intentando llamar la atención del sichibukai para intentar facilitar el ataque a su compañero ya que el moreno luchaba con los ojos cerrados aunque parecía que pudiese verlos. Una vez hecho esto el luchador esperaría a que el espadachín atacase defendiéndose del moreno si este le atacaba antes de que el espadachín pudiese atacarle. Tras el ataque de Nokoyuri, Qui Gon iría hasta donde estuviese el sichibukai para lanzarle una patada a la altura de la cabeza y después intentaría darle un puñetazo en el pecho para hacerle retroceder con la ayuda de la explosión de los guantes Urano. Tras esto el luchador daría un par de pasos hacia atrás guardando una posición de defensa colocando el brazo derecho a la altura de la cabeza y el izquierdo a la altura del costado, teniendo las piernas abiertas.

Madara notó una ligera sensación de escozor en la palma de su mano. Era como si hubiese tocado un poco de fuego. Lo había sentido al impactar su ataque en el fornido, tal vez había tocado los guantes que le había regalado. De todas formas le parecía más interesante tener los ojos cerrados a la hora de combatir. Era una sensación realmente excitante. Su lengua salió unos segundos a pasearse por sus comisuras mientras lentamente iba agitando el puño izquierdo. La sensación de estar cazando en su terreno a ciegas contra dos de sus hombres era impresionante. Él habría despertado el haki armadura en el primer golpe solo por eso. Sin embargo ya lo hizo hacía mucho tiempo en un intenso entrenamiento físico. Hacía unos años y medio de aquello. Ni siquiera había sido Shichibukai todavía. Ahora podía disfrutar de aquel puesto al máximo y encima hacer lo que le apeteciera. Vivía como quería. No tardó mucho en lamer su propia palma de la mano.

En ese momento sus afinados sentidos pudieron sentir los pasos de alguien corriendo hacia él. Una sonrisa macabra se formó en el rostro del mercenario. – Nokotori… – Susurró sintiendo su olor y su presencia. En ese momento se giró para poder estar de frente a él. Sintió como su aura estaba un poco más arriba y entendió que venía por el aire hacia su posición. Predijo lo justo para que le diese tiempo a reaccionar pese a tener los ojos cerrados. Unas costillas azules se formaron a su alrededor a forma de escudo haciendo que el tajo de la espada plateada impactara en ellas. Sin embargo los agrietó hasta el punto de romper su defensa al momento. Acto seguido interpuso el antebrazo derecho en la trayectoria de la otra espada. Éste tenía un color negro azabache y lo había usado para reducir los daños del corte. Cuando le vio alejarse sonrió de lado y dirigió su mirada a su antebrazo. Tenía un corte importante por el que empezó a sangrar. Frunció el ceño al verse obligado a abrir un momento el ojo izquierdo pero solo para ver la herida. Lo volvió a cerrar y sonrió de lado. Necesitaba parar el sangrado cuanto antes.

Durante el ataque del espadachín había escuchado las palabras del luchador pero no les hizo caso al estar concentrado. Pudo notar el olor de Qui Gon acercarse y entonces pudo predecir en un leve laxo de tiempo lo que planeaba. Le dio tiempo a interponer el puño izquierdo imbuido en haki para detener la patada. El siguiente golpe no pensaba pararlo. Metió el antebrazo en medio y éste se llevó el puñetazo. Salió despedido un par de metros hacia atrás manteniéndose en pie. Había dejado dos rastros de tierra arrasada por la fuerza de sus piernas al retroceder sin levantar las suelas. Notó como la explosión le dolía en aquella zona pero también le había servido paca cauterizarse la herida del espadachín. Había aprovechado la habilidad de los guantes sabiendo que los usaría en su segundo golpe gracias a su mantra. Soltó un leve suspiro y después empezó a reír mientras mantenía los ojos cerrados. – Hahahahaha… las espadas pueden ser muy jodidas por lo que veo, Noko-chan. Tus ataques se han vuelto bestiales y has atravesado mi nivel uno de Impakuto no boei fácilmente. En cuanto a ti, Qui-Kun… he notado más fuerza de la habitual en ese ataque. Estamos cerca, bloqueadme con vuestro cuerpo ahora. – Dijo relamiéndose despacio mientras los observaba.

A continuación comenzó a correr primero a por el espadachín mientras respiraba de forma tranquila. Una vez estuvo cerca se quedó quieto y alzó el puño derecho. – ¡Perfec Kombat! ¡Ryutetsu! – En ese momento trató de impactar su puño imbuido con haki armadura nivel dos en su pecho con una fuerza media. Tras eso giraría sobre su propio eje y se desplazaría hasta el luchador. – ¡Arte del dragón negro! ¡Martillo de Thor! – Su ataque consistió en estirar ambos brazos hacia atrás y después lanzarlos contra su oponente abriendo las manos, tratando de impactar las palmas imbuidas en haki nivel dos en su pecho. Aquella fuerza iba un poco más bruta pero sin llegar a ser exagerada. Una vez realizara aquellos ataques, les diese o no, retrocedería hacia atrás. Una vez estuviese a unos siete metros de ellos sonreiría de lado mientras realizaba una pequeña técnica. De su rostro comenzaron a surgir unas extrañas grietas que se dispersaron por el cuerpo. Había aumentado la dureza de su cuerpo ya hora había duplicado su fuerza. – ¡Yoroi! – Dijo al mismo tiempo que continuaba relamiéndose despacio. Era el turno de ellos. Esperaba ansioso el ataque de los mercenarios y ver si sus golpes habían hecho algo.

Madara elogiaba los ataques del moreno puesto que se habían vuelto demasiado peligrosos ya, pudiendo atravesar la coraza de Madara. El moreno aun así no se sintió demasiado bien por los elogios, si podía alabar el peligro que entrañaba el moreno significaba que aún vivía. No obstante Nokotori miró a Madara a los ojos, los tenía cerrados pero sabía perfectamente que le estaba mirando. -El filo de mis espadas busca sangre como si fuesen bestias rabiosas, es lógico que el ataque de éstas sea tan peligoroso.- Nokotori miró a sus dos katanas mientras sonreía. Estaba muy orgulloso de ser un espadachín y haber heredado el estilo de combate de su antiguo maestro ya fallecido. Recordar aquel recuerdo mientras masacraban al pobre hombre hizo que apretase los dientes con fuerza mientras se cabreaba muchísimo más.

Madara nuevamente salió despedido hacia el espadachín para atacarle a él primero. El moreno seguía pensando en sus cosas hasta que vio que Madara estaba demasiado cerca. Nokotori no se sorprendió en absoluto y estaba demasiado enfadado. No obstante, en vez de esquivar el ataque del dragón decidió encajar toda la potencia del golpe con su cuerpo. El espadachín miró fijamente a su oponente y abrió los brazos de par en par. Justo antes de que el puño de Madara impactase a escasos milímetros del pecho del espadachín, una fuerza sobrecogedora invadió su cuerpo. La sensación aquella era espectacular y el moreno se quedó algo asombrado por aquello. Por fin el entrenamiento había surgido su efecto. Ese poder tan increíble era el haki armadura, aunque de nivel uno. Nokotori aun así sonrió de lado pensando que si esa era la potencia del primer nivel, los niveles superiores lo convertirían en un maldito dios.

Las últimas palabras del maestro de Nokotori antes de su muerte resonaron en la cabeza del espadachín. -Conviértete en el mejor espadachín del mundo, Nokotori-kun.- La imagen del maestro difunto mientras sonreía se dibujaba en la mente del moreno. Nokotori sonrió de lado y se pudo ver como se le saltaban las lágrimas mientras pensaba en aquel hombre. -¡LO CONSEGUIRÉ!- El moreno gritó aquellas palabras mientras notaba que todo su cuerpo se inundaba con su nuevo poder. Recibió el golpe de lleno de Madara, pero no antes de poder imbuir la zona que iba a ser golpeada con su nuevo haki armadura de nivel uno. Nokotori notó que la fuerza de aquel puñetazo era superior al de la patada anterior que recibió, pero claramente el efecto no fue el mismo. Si bien salió varios metros hacia atrás, aquel golpe no fue tanto como esperaba. Pudo ver como dejó dos surcos en el suelo con sus pies por haber sido arrastrado por la potencia del golpe del Shichibukai.

Nokotori ahora estaba casi como nuevo, no notaba apenas el cansancio que tenía anteriormente. Efectos de haberse motivado tanto al despertar aquel haki y recordar a su antiguo maestro. No obstante, se secó las lágrimas de los ojos antes de que alguien pudiese ver aquello. Vio como pronto Madara se lanzaba hacia su compañero Jhon y el espadachín envainaba sus dos espadas. Observaba a su líder sonriendo. Estaba claro que intentaba golpear a su amigo, pero era por su bien, al igual que a él.

Mientras miraba a Madara, el moreno sonrió de lado. -Honraré el deseo de mi antiguo maestro. Ahora estoy con el Shichibukai Madara y estoy jodidamente orgulloso de esto.- El chico susurró aquellas palabras, no sabía exactamente si alguno de aquellos dos habían escuchado lo que dijo, pero le daba igual. Que Nokotori tuviese tanto respeto hacia alguien era extremadamente raro. Aquel hombre se ganó al espadachín y era algo difícil. Nokotori esperaba que su compañero Jhon también despertase aquel increíble poder, si él había podido, el luchador también.

Después de todo aquello y Nokotori demasiado motivado, no pudo quedarse quieto. Aquel tipo era demasiado impaciente. Tenía sus espadas ya envainadas pero eso no era problema, puesto que un ataque de un espadachín desenvainando su espada era muchísimo más poderoso que uno normal. El moreno salió corriendo hacia Madara y agarró dos de sus espadas de manera que sus brazos parecían una cruz. Una vez que el moreno se situó frente al lado derecho de su oponente realizaría una finta para colocarse tras el Shichibukai y asestar dos tajos en la espalda de éste. Quiso probar su habilidad recién adquirida para atacar, no solo defender así que, con esfuerzo pudo imbuir sus espadas en haki armadura nivel uno.

El luchador veía como el sichibukai peleaba con Nokoyuri a unos metros de él, sin embargo algo raro había ocurrido durante ese momento, al parecer el espadachín había sido capaz de mitigar los daños producidos por un golpe de Madara. Ya era hora, por fin uno de los dos despertaba el haki armadura. Qui Gon sonreía pero sin quitar la expresión de estar concentrado de su cara. Si Nokoyuri había podido despertar aquel poder el luchador no iba a ser menos. Estaba decidido a ir con todas así que se preparaba para el ataque del sichibukai esperándolo para poder bloquear y contraatacar. Ya era hora de empezar a emplear el mismo entrenamiento que había estado haciendo con Nokoyuri, se iba a dejar golpear intentando bloquear el ataque que el moreno le lanzase haciendo acopio de toda su fuerza. No le importaba si se rompía un hueso u dos. Si no lo hacía nunca podría despertar el Haki.

Tan pronto como terminó de golpear al espadachín el moreno se apresuró hacia Qui Gon para lanzarle otro ataque a él. Esta vez el luchado tenía pensado algo divertido, bloquearía su ataque de la misma forma en que lo lanzase el sichibukai. Pudo ver como el hombre echaba hacia atrás sus brazos y el luchador imitó la postura mientras corría también hacia él, entonces el sichibukai golpeó con las palmas de las manos en el pecho del fornido el cual logró golpear levemente también al dragón negro. El fornido retrocedió unos metros, pero no tantos como antes, era extraño, una sensación de calor inundaba la zona donde le había golpeado. Y efectivamente, tenía unas marcas rojas con la forma de la palma del sichibukai. El golpe empezó a cambiar su agradable calor por un dolor que escocía y picaba al mismo tiempo. El fornido no pudo evitar soltar una mueca de dolor y resentirse de aquel golpe. “Maldita sea, ¿por qué yo aún no puedo?” se preguntaba el luchador.

Tras el ataque el moreno retrocedió unos metros y se quedó quieto mirándolos mientras pronunciaba la palabra “Yoroi”. Se quedó inmóvil en la sala y el espadachín volvió a la carga, cansado de esperar y estar siempre el último decidió ir definitivamente con todo.

- Es probable que te escueza un poco pero tú aguanta, ¿vale amado líder?

El luchador se apresuró a ir contra el dragón el cual estaba luchando con Nokoyuri, en cuanto se puso junto a él lanzó su puño derecho hacia su cara mientras pronunciaba las palabras Edge of Doom. El plan del luchador era intentar golpear al sichibukai en la cara usando la técnica Edge of Doom con sus cortes, combinados con la explosión del guante Urano. Ese era toda su potencial hasta el momento, no era gran cosa pero sabía que al menos lograría que el moreno se resintiera un poco. Esperaba que no se lo tomase en cuenta, al fin y al cabo dijo que fuesen con todo. Una vez realizado aquel ataque el castaño retrocedería haciendo un par de saltos mortales hacia atrás y colocándose en posición de defensa.

Madara continuaba observándolos con toda la calma del mundo. Notaba un leve escozor en el pecho debido a que el capullo del luchador le había clavado las palmas durante su propio ataque. Por suerte pudo predecirlo con su haki de observación y evitó los daños físicos pero no los de las pequeñas explosiones. Su resistencia era monstruosa al ser un terrible usuario de fruta mitológica y encima devastador. Le estaba gustando la forma en la que estaba quedando el entrenamiento. Pese a no poder abrir los ojos estaba sintiendo una subida de adrenalina impresionante por todo su cuerpo. La emoción de estar combatiendo con aquellos dos le estaba empezando a excitar incluso. Era el líder y el más poderoso pero luchar con un par de oponentes al mismo tiempo no era fácil. De todas formas era la hora de aumentar el nivel de dificultad un poco al menos.

Había notado cómo su impacto en el espadachín no había sido normal. Empezó a pensar en las posibilidades de que lo hubiese logrado pero no había visto nada. Se quedó quieto esperándolos y en ese momento escuchó las palabras del moreno. Al decir que estaba orgulloso de estar con él no pudo evitar sonreír un poco. No recibía unas palabras así desde hacía muchos años. Entonces notó cómo el espadachín comenzaba a correr hacia él. Éste simplemente se quedó quieto y atento esperando sus ataques. Tenía que tener cuidado con la maldita espada debilitadora. Empezó a pensar que no luchar con su guadaña no le era muy ventajoso pues era su arma favorita. Encima no podía bloquear sin joderse por el poder del kairouseki. Notó como aquel hombre se ponía a su lado derecho y simplemente se quedó quieto. Después se colocó a su espalda y su haki le dio la señal. – ¡Ahora! – Gritó al mismo tiempo que interponía el antebrazo derecho en la trayectoria de la espada normal mientras se giraba. Con su haki y Yoroi combinados lo paró con suma facilidad. Tuvo que saltar hacia atrás lo más rápido posible pero notó como el filo de la espada plateada le daba en la zona del pectoral derecho y subía hasta el hombro.

No había sido grave pero tampoco leve. Empezó a notar como la sangre salía de su cuerpo y encima le recorría aquella sensación de debilidad. Apretó los ojos con fuerza aguantando las ganas de soltar un quejido. Su mantra era realmente impresionante para aquellos casos y le estaba muy agradecido. Sin embargo ¿No había parado el corte del todo? ¿Qué cojones? ¿Haki armadura? La espada normal no le había costado por tener una piel de dureza aumentada pero el haki combinado con el filo de kairouseki sí podía atravesar su técnica con facilidad. Sumado a la sensación de antes, estaba claro que Nokotori lo había logrado. En ese momento escuchó las palabras del luchador y percibió cómo se acercaba a una velocidad sorprendente. Se dio la vuelta todavía con los ojos cerrados y al predecir lo que planeaba interpuso la palma de su mano derecha en la trayectoria del puño. Su haki le protegió de los cortes y eso le hizo sonreír pero entonces recordó que esos guantes no solo servían para golpear. Notó la explosión y salió despedido hacia atrás.

Se estampó contra la pared de la cueva echándola abajo y quedando encajado en ésta con los ojos cerrados. De la palma de la mano salía un poco de humo y algo de sangre. La herida de la espalda también resultaba ser buena pero no mortal. Se quedó unos momentos en silencio hasta que finalmente abrió los ojos. –  Uno menos. Nokotori descansa, tú ya lo tienes. Le toca a tu compañero. Por cierto, esa espada sí que es problemática, te tengo que pillar otra igual. – Dicho aquello salió de la pared mientras clavaba su mirada en ellos. De un tirón se arrancó los pantalones quedando en ropa interior y tras unos silbidos se amarró la prenda al hombro dañado deteniendo el tajo del moreno. – Joder, que orgulloso estoy de vosotros. Qui Gon ¿Vamos al tema? – Dicho aquello le dedicó una sonrisa tranquila. Desactivó el Yoroi quedando ahora su cuerpo más normal y a continuación soltó un suspiro. – Os mostraré un nivel de haki nunca visto…   – De repente la piel del shichibukai no se tornó negra, más bien era un color morado azabache intenso. Era un nivel fuera de lo común y con un nivel de poder superior. De repente se lanzó a por el luchador y nada más estar frente a él trató de golpearle de nuevo con la palma de la mano pero con la izquierda, en la zona del pecho. Le diese o no daría una zancada hacia él e intentaría lanzarle un puñetazo recto con la mitad de su fueza hacia el hombro derecho.

El ataque del moreno impactó en Madara pero no como al espadachín le hubiese gustado. No obstante consiguió herir al Shichibukai y poder debilitarlo un poco. Nokotori se echó a un lado viendo que Jhon conseguía lanzar a Madara contra la pared dejándolo encallado en ella. Nokotori tenía la vista algo nublada, el entrenamiento estaba acabando con él. El cansancio que tenía era absurdamente grande.

Nokotori miró hacia Madara que salía del hoyo que había provocado mientras escuchaba que estaba muy orgulloso de aquellos dos y la posibilidad de recibir otra espada como la que ya tenía. El espadachín cayó de rodillas mientras todo lo que le rodeaba daba vueltas. Dejó caer sus dos espadas sin poder enfundarlas, mientras que se apoyaba con una mano en el suelo para no aterrizar contra el suelo.

Levantó nuevamente la mirada y pudo ver como Madara se desnudaba. Nokotori no sabía que estaba pasando. Antes de aquello había comentado que Nokotori descansase y el moreno sonrió soltando un leve suspiro. Vio que Madara había tomado un color extraño nunca visto cosa que sorprendió al chico. Según decía su líder, era un nivel de haki nunca visto o al menos por ellos. Aquel hombre sin duda era un tipo temible. Se dio cuenta que nunca luchó en serio contra ellos y si lo hubiese hecho probablemente estarían muertos ya.

Nokotori acabó enfundando sus espadas como pudo y se arrastró hacia la pared más cercana para observar el combate de Jhon y Madara. Casi estaba al borde del desmayo, había exigido demasiado a su cuerpo y estaba exhausto. Desde luego el entrenamiento del haki era algo que no todo el mundo consigue así porque sí. Una vez que llegó a la pared apoyó la espalda en ella y por fin se pudo relajar un poco. No obstante tenía ganas de seguir luchando, pero su cuerpo no respondía.

-Jhon puedes despertarlo. Adelante.- El espadachín a lo lejos animaba a su compañero a conseguir lo que éste ya había conseguido. Desde luego era algo difícil, pero con el mismo entrenamiento debería también conseguirlo pronto. Estaba pensando en qué hubiera pasado si Ragerok estuviese allí con ellos. Probablemente tardarían tres veces más que lo que habían tardado ellos dos. Hacía ya dos o tres semanas que habían empezado el entrenamiento aquel y desde luego había sido mortal. Ragerok no podría aguantar tanta carga él solo. Dio las gracias puesto que seguramente estaría muerto ya. Era Nokotori y casi estaba al borde del colapso.

Estaba deseando que su compañero lo consiguiese de una vez por todas pues cuando lo hubiese conseguido tenía pensado dar un grandioso banquete en el pueblo una vez que termine. Quería comer arroz a toda costa puesto que Madara al recluirlos en aquella cueva limitó la posibilidad de comer aquel preciado manjar que tanto amaba el moreno. -¡Madara! ¡Espero que cuando todo esto termine nos invites a comer! ¡Maldito!- Por muy destrozado que estuviese aquel hombre, si le decías que le invitabas a comer arroz se iba a levantar. Aunque tuviese las piernas rotas lo verías de pie. Así era aquel hombre tan cabezón.

Por fin el luchador logró lanzar un  ataque en condiciones al moreno. Este salió disparado hacia la pared e hizo un pequeño agujero quedando incrustado dentro. Nokoyuri le había hecho una herida en el pectoral por la cual sangraba y al parecer el ataque del luchador había herido algo la mano del líder. Este se despegó de la pared y dijo al espadachín que parase, ya que ya había logrado los frutos del entrenamiento. Entonces les dijo que les mostraría un haki que nunca habían visto. Su piel se tornó de color morado azabache intenso y le indicó al luchador que siguieran. Las palabras de Madara animaban al castaño y encima su compañero lo animaba también desde una pared donde descansaba. El fornido lejos de darse por vencido se quitó sus guantes Urano y los tiró algo lejos apartándolos de él.

- ¡Estoy harto de explosiones! Nos alejan el uno del otro y luego hay que correr para volver a darse de hostias. ¡Vamos Madara, golpéame!

El sichibukai corría hacia Qui Gon de frente y en ropa interior, aquel hombre había usado su ropa para tapar la herida que le había producido el espadachín. Casi parecía una escena cómica de no ser por ese color del haki que cubría su piel. Ese tono infundía algo de temor en el luchador, casi parecía que su piel fuese metálica y eso le recordó a los espadazos con el canto romo de la katana de Nokoyuri. El fornido se preparó para el primer ataque, otra palmada en el pecho, ¿acaso aquel hombre quería poner el pecho morado al pobre luchador? Esta vez como la anterior el fornido no iba a contraatacar, recibiría el impacto con todo su cuerpo, para ello cogió aire, infló su pecho y apretó los pectorales colocando sus brazos con los puños apretados para mantener el equilibrio tras el posible retroceso. La palma de color morado impactó en el pecho del fornido, este sintió un fuerte dolor como si le hubiesen golpeado con una maza en pleno pecho. Volvieron a escucharse un par de crujidos de huesos, pero esta vez fueron los dientes del fornido al apretar la boca para aguantar soltar un grito de dolor. También crujieron los dedos del fornido al apretar los puños con demasiada fuerza. Esta vez no tenía una sensación de calidez tras el golpe- La sensación era fría, como cuando recibía los golpes de Nokoyuri, desde luego aquel haki no era normal y su poder era muy potente. Qui Gon se intentaba recuperar del impacto cuando el sichibukai volvió a la carga dando una zancada para darle esta vez un puñetazo, en ese momento el fornido interpuso su antebrazo derecho en la trayectoria de su puño. El resultado fue algo que no se esperaba, un gran poder fluía por el antebrazo del luchador y el golpe logró que retrocediese un metro haciendo dos zanjas en el suelo puesto que intentaba agarrarse con las botas. Aquellas pobres botas debían tener las suelas ya casi desgastadas de tanto retroceder y arrastrarlas por el suelo. El fornido notó que su antebrazo no le dolía tanto como debería dolerle, era como si una capa invisible de su armadura le hubiese protegido esa zona. Aun así el dolor era bastante intenso y el fornido mostraba siempre una mueca de dolor en su cara. Enseñaba los dientes, se veía perfectamente como los apretaba fuertemente y chirriaban, su mirada reflejaba dolor, determinación y algo de odio. El luchador estaba llegando al límite de sus fuerzas y quería acabar con eso rápido, al parecer había despertado el haki para el que tanto había entrenado y ya iba siendo hora de probarlo. Dio dos pasos hacia delante poniéndose frente a frente con el líder y lanzó un combo de golpes usando la técnica Edge of Doom. Primero lanzó un puñetazo directo al costillar derecho con el puño izquierdo imbuyendo la energía cortante en haki armadura, después le intentaría dar una patada al otro costillar con su pierna derecha imbuida en haki y finalmente le daría un cabezazo frente con frente con su cabeza imbuida en haki.

Probablemente aquella combinación de golpes sería como golpear una enorme columna de acero pero el luchador quería comprobar por sí mismo la dureza de ese haki especial y comprobar cuantos daños podía mitigar. Tras eso el luchador seguiría en pie frente al sichibukai mirándolo a los ojos y jadeando fuertemente sin dejar de mostrar sus dientes y apretando sus puños.

Al parecer Nokotori ya estaba tomando su merecido descanso en un lado de aquella cueva. Lo había dado todo en los entrenamientos junto al castaño y se lo merecía. El devastador no estaba nada satisfecho ya que si no lo despertaban los dos no era un buen maestro. Les había cogido más aprecio del que pensaba y eso por un lado era bueno pero por otro malo. Si les pasaba algo se llevaría un mal rato. Por el contrario el otro miembro no le importaba tanto. No estaba casi nunca en las misiones que hacían y solo lo había visto en Reino Sakura. Ni en Water Seven ni entrenando con ellos ni nada, vamos que lo tomaba como un desconocido casi. Realmente poca confianza depositaba en él, tal vez le ocultaba la próxima base. Nanami estaba en el ojo del shichibukai y planeaba llevarse a alguno de los dos a conquistarla. Eso sería un secreto entre los tres.

Dejó de pensar en aquello pues había visto que el luchador había tirado los guantes. Eran el único método que tenía el castaño para dañarle pues lo golpes eran muy fáciles de parar. El haki se centraba en ellos, los cortes le costaban algo más. Las explosiones al desatar llamas eran imparables y por ello Madara debía de jugar con su dureza para pararlas. En ese momento nada más dar el golpe escuchó al espadachín exigir comida y por ello el mercenario se despistó. Clavó su mirada en Nkotori dejando de prestarle atención al luchador. Justo entonces el puño de Qui Gon se dirigía a sus costillas. A centímetros de ellas chocó contra algo que no era el Uchiha. – ¡Jamás! – Gritó el devastador volviendo a mirar a su oponente. Unas costillas azuladas se habían formado de nuevo parando su ataque. Éstas se habían agrietado hasta el punto de romperse al momento. Su siguiente ataque iba a ser una patada y en ese momento el dragón giró el cuerpo para que fuese a su abdomen. Apretó los abdominales y recibió el impacto mientras gruñía. Notó una sensación un poco dolorosa y contuvo las ganas de vomitar las nubes.

Tragó todo para adentro y acto seguido predijo lo del cabezazo. Imbuyó su frente en su máximo haki armadura y la impactó contra la del castaño. Una sonrisa siniestra se formó en su rostro para después notar como dos hilos de sangre bajaban de su cabeza a su boca. Se relamió tragando la sangre y comenzó a reírse mientras observaba al chico de frente. Su poderoso haki le había servido para convertir aquel choque en algo a su favor recibiendo solo una herida superficial. Nada más hacer aquello se separó un poco y se quedó mirando al castaño. – ¡Fin del juego! – Su piel empezó a rodearse de escamas negras y sus ojos se rasgaron. De la cabeza le salieron dos cuernos afilados y de la parte baja de la espalda una cola con una cuchilla en punta. Le salieron un par de alas impresionantes y garras en manos y pies. Su hocico se alargó y sus dientes se afilaron de forma exagerada. Se había convertido en la forma híbrida, un hombre dragón. Ahora sus características eran monstruosas y podía volcar un tren en pleno movimiento. De hecho incluso de frente sin llevarse daños.

El monstro además media cuatro jodidos metros, llegándole el chico por la cintura. El enorme monstruo empezó a rodear su propia piel de ácido que resultaba amenazante. Empezó a volar por la cueva hasta colocarse en el techo. Después habló con una voz demoníaca y bastante grave. – ¡Bloquea esto! – El enorme monstruo se lanzó a por el luchador a una buena velocidad mientras echaba el puño derecho hacia atrás y se imbuía totalmente en haki armadura a su máximo nivel. Cuando ya estaba llegando se preparó para su golpe y a escasos centímetros, aterrizó justo en frente con las manos en las caderas. – ¡Felicidades! – Dijo el enorme monstruo sonriendo de lado pues estaba claro que no pensaba golpearle. En aquella forma su impacto sería brutal y tal vez le partía los brazos. Empezó a cambiar de nuevo volviendo a la forma humana y comenzó a reír. – ¡Coño ya era hora! ¡Misión cumplida, chicos! A partir de ahora somos el equipo siete, nah, somos Kyofu. – Dicho aquello sonrió esperando una respuesta de parte de ellos.

Nokotori se encontraba aún apoyado en la pared de la base observando el entrenamiento de Jhon con Madara. Debería quedar poco para que por fin lo despertase de una vez. El espadachín poco a poco iba recobrando sus fuerzas y pudo ponerse de pie con algo de dificultad para seguir apoyado en la pared. Veía como Jhon se lo ponía difícil al Shichibukai, desde luego estaba consiguiéndolo y eso hizo que Nokotori sonriese de lado.

El fornido hizo como el moreno cuando atacó, probando el haki. Ambos eran unos tipos muy impacientes y nada más conseguir aquel poder lo usaron. Las palabras de Madara no le agradaron demasiado, tenía hambre y quería comer. Cuando terminase Jhon iba a ir a por él y exigir comida. De pronto se fijó en algo que no veía normal. Algo andaba mal cuando Madara empezó a transformarse adoptando su forma híbrida. Recibir un golpe de aquella bestia sería brutal y no sabría si Jhon sería capaz de parar un ataque suyo ni aun habiendo despertado el haki armadura. Nokotori se puso serio y se preparó para intervenir si hacía falta. Aquello era un entrenamiento, no una pelea de verdad.

Por suerte para aquellos dos el ataque de Madara nunca llegó a impactar en Jhon. Poco a poco fue transformándose nuevamente en su forma humana y felicitó al luchador. El espadachín, ya muchísimo mejor fue hacia la posición del líder mientras decía que ya era hora. Lo cierto es que habían estado muchísimo tiempo entrenando para conseguir aquel maravilloso poder. Nokotori se acercaba a aquellos dos mientras sonreía. El entrenamiento por fin había concluido de una vez por todas. Cuando estaba junto a Madara y Jhon pudo escuchar como el Shichibukai bromeaba diciendo que desde ahora eran el equipo siete. Esto le hizo particularmente gracia y recordó a un pequeño rubio.

-Por fin, por fin terminamos éste jodido entrenamiento.- Una vez dicho aquello se acercó a Jhon que estaba tan destrozado como él, y era normal. Una sonrisa de satisfacción se dibujaba en la cara del moreno. Se puso frente del luchador y colocó su brazo frente a él para que su compañero la estrechase. Sin duda un gesto de confianza por parte del moreno. Una vez que el luchador estrechase la mano con Nokotori o no, se iba a dirigir hacia madara.

Nokotori miró a los ojos del Shichibukai. -Quiero que nos vayamos a comer. Queremos hacer una visita al pueblo.- La cara del espadachín era totalmente fingida. Desde luego quería poder liarla como bien sabía hacer. Había estado recluido en aquella cueva durante una semana por lo menos por orden de Madara. El moreno no era persona si no ocasionaba algún destrozo que otro y además recordaba con nostalgia a su fiel compañero de la ley Nilson mientras le perseguía por ir desnudo. Desde luego una de las mejores carreras de su vida.

No obstante tendrían que descansar debido al brutal entrenamiento al que había sometido su cuerpo. Probablemente se llevaría dos o tres días durmiendo seguidos, ya que no sería la primera vez que lo hacía cuando estaba tan cansado. Nunca había tenido aquella sensación y eso que el moreno estaba en muy buena forma física. La tormenta con la que se inició el último entrenamiento había cesado ya y varios rayos de sol entraban por la entrada de la base de Kyofu. Varios destellos daban en el cuerpo del espadachín haciendo que pudiese sentir la calidez de éstos. -Aunque antes de poder salir, creo sería mejor descansar como es debido.-

Nokotori estaba ciertamente loco, pero no del todo. Sabía perfectamente que debía descansar por mucho que quisiese ir al pueblo y hacer de las suyas. No obstante tendría que ir sí o sí para asearse. Sería una buena oportunidad para divertirse ya que no tenía que seguir entrenando al día siguiente.

El luchador había logrado alcanzar al sichibukai y aunque sabía que no era gran cosa lo que le había hecho estaba satisfecho con el resultado. El hombre empezó a cambiar de color y unas escamas se dibujaban en su piel. Estaba transformándose en su forma híbrida y eso hizo que el luchador desistiera totalmente. El moreno voló hasta colocarse sobre él y el castaño lo miró con la cara en calma. El dragón negro caía en picado para asestarle un golpe a su pupilo y este alzó los brazos intentando al menos mitigar lo máximo posible su ataque a pesar de que sabía que sería difícil sobrevivir a ello. Canalizó nuevamente el haki armadura hacia sus manos y sus pies para aguantar lo máximo posible. El fornido esperaba el impacto pero eso nunca pasó, el sichibukai había caído justo en frente de él sin golpearlo y estaba de pie. “Felicidades” dijo Madara mientras miraba felizmente al luchador. Qui Gon sonrió, pero estaba exhausto y no pudo evitar caer de espaldas contra el suelo con los brazos estirados. Levantó algo de polvo y el golpe fue algo contundente pero eso ya no le importaba. Estaba destrozado y muy cansado, solo quería descansar por fin.

Llevaba ya un rato en el suelo cuando Nokoyuri se acercó sonriéndole y ofreciéndole su mano para que la estrechara. Qui Gon le devolvió la sonrisa y se la estrechó como buenamente pudo. Estaba feliz por haber terminado por fin aquel entrenamiento y estaba deseando llevarse a la boca algo cuando escuchó a Nokoyuri hablar sobre comida.

- ¿Comida? ¿Dónde, yo quiero?

El luchador se levantó a duras penas apoyándose sobre su rodilla y colocándose de pie pero algo encorvado. Madara y Nokoyuri estaban hablando de ir al pueblo, cosa que al luchador le pareció una genial idea y pretendía secundarla si el sichibukai se lo pretendía. Qui Gon bebería hasta el amanecer puesto que ya habían acabado de entrenar y un buen entrenamiento finalizado merece una debida celebración acorde al nivel de dificultad de este. Luego Nokoyuri comentó que sería mejor descansar un poco antes de salir y tenía razón, el fornido apenas podía andar algunos pasos a velocidad de abuela callejera.

El luchador asintió y comenzó a caminar arrastrando los pies por el suelo y tambaleándose levemente a causa del dolor y del cansancio. Estaba de camino a su habitación cuando se giró para decirle algo al sichibukai.

- ¡Oe, Madara! Querré la revancha en otro momento, espero que no me defraudes.

Tras decirle eso le hizo la señal del pulgar arriba mientras sonreía y guiñaba un ojo. Se volvió a girar y continuó andando, apoyó su brazo sobre la puerta y la abrió. Entró dentro sin siquiera cerrarla y se quitó la ropa. Se dio cuenta de que se había llevado los guantes y las botas de entrenamiento sin darse cuenta así que lo echó todo en una esquina armando un gran estruendo. Se tiró directo a la cama rebotando un poco, cerró los ojos y cayó profundamente dormido roncando un poco.

El puto entrenamiento por fin había finalizado. Había estado casi dos meses entrenándolos sin parar y de una vez por todas habían mostrado su potencial. El haki armadura formaba parte de ellos y eso significaba que podían defenderse de cualquier usuario del tipo lo logia. Ahora era el momento de descansar de una vez pues la conquista llegaría pronto. Escuchó las palabras de aquellos dos y en ese momento soltó un suspiro. – Haced lo que os dé la gana, perras. – Dicho aquello se dio la vuelta empezando a caminar hacia su cavidad tranquilamente. Lo que hicieran las dos avestruces ya le daba lo mismo pues necesitaba descansar para la conquista.

Caminó hasta su cuarto tranquilamente y una vez estuvo en la cama se tiró al suelo mientras cerró los ojos dispuesto a dormirse. Estaba harto de todo lo que se había liado y ahora por fin iba a echarse una buena siesta.

Nokotori se preparó agarrando ropa nueva para irse al pueblo para asearse. Habían pasado ya unas cuantas horas desde el fin del entrenamiento y estaba ya atardeciendo. El espadachín había comentado al luchador que iba a ir al pueblo a asearse y seguramente a darse un buen festín para celebrar que habían conseguido aquel maravilloso poder.

Esperó a que Jhon llegase para poder irse tranquilamente. Una vez que éste llegase se pondría rumbo al pueblo, concretamente a las aguas termales. Hacía tiempo que no visitaba aquel lugar. Los viejos de la última vez lo miraban de forma extraña, así que esta vez se llevó una de sus espadas por si aquellos tipos intentaban hacer algo raro. No se fiaba de viejos que lo mirasen con lujuria y pasión. La idea de tener un tórrido romance de una noche con un anciano no le agradaba demasiado.

Por fin llegó a las aguas termales y entró tranquilamente como si fuese su casa. Llegó a donde debía dejar su ropa usada y se adentró en la sala donde estaban las termas. El moreno una vez que abrió la puerta pudo ver como decenas de miradas se clavaban en él. Por suerte llevaba la toalla rodeándole la cadera tapando su entrepierna para que no pudiesen ver nada aquellos enfermos. Todos los tipos que estaban ahí eran hombres rozando los cincuenta años y la mayoría de ellos no tenían demasiado pelo en la cabeza. Al moreno eso le hizo especial gracia puesto que la gente calva le hacía reír. No obstante frunció el ceño al ver que el paisaje que tenía frente a él era todo maromos.

No esperó a que Jhon entrase con él así que se acercó a la “piscina” más grande para meterse. Una vez que su cintura se había sumergido completamente se dispuso a quitarse la toalla que le cubría. Pudo notar como los ancianos más descarados miraban a ver si podían ver algo. Nokotori miró a uno de ellos el cual parecía una gran reinona. -¿Qué miras maldito viejo verde?- Al espadachín no le importaba liarse a puñetazos con aquellos tipos a pesar de no ser un luchador. Algunas nociones básicas tenía para combatir y además era muy ágil, cosa que ya había demostrado manejando sus mortíferas espadas. Todos los hombres que estaban ahí apartaron la mirada y no dijeron nada respecto a lo que preguntó Nokotori.

Cuando estaba sumergido completamente se relajó por completo. Las aguas de aquel sitio sin duda eran muy relajantes y tranquilizadoras, después de dos meses y pico pudo relajarse a tal punto que casi se dormía. De pronto cayó en la cuenta que aquellos tipos estaban al acecho para echar mano a su preciado culo y se espabiló rápidamente. Por suerte no iba a ser como la última vez que estuvo ahí y tenía una muda limpia y “nueva” para poder ponerse. La última vez que estuvo ahí acabó corriendo desnudo por todo el pueblo.

Por fin salió de aquel sitio y se puso la ropa limpia. La sensación que tenía era genial y estaba muy cómodo. Hacía tiempo que no se sentía así. Esperó a que Jhon también saliese y se irían juntos a cualquier taberna o restaurante a beber y comer como bestias ya que se lo merecían. Cuando vio que llegaba el fornido sonrió. -Vamos, tengo ganas de divertirme.-

El luchador despertó por fin, había dormido unas cuantas horas seguidas y su estómago rugía fuertemente. Había llegado la hora de ir a la ciudad y probablemente su amigo Nokoyuri ya le estaría esperando fuera. Se cambió lo más rápido posible, su cuerpo estaba totalmente dolorido y soltaba algún que otro quejido. Salió de la habitación y ando hasta donde estaba el espadachín esperando, en ese momento pudo fijarse que en el suelo en una esquina aún estaban tirados los guantes Urano que le había dado Madara. “¡Hostias! Los guantes… Como los pierda Madara me mata, será mejor llevarlos encima. El fornido se acercó hasta ellos y los cogió, después se acercó hasta el espadachín y le acompañó hasta llegar a los baños públicos que contaban con aguas termales.

Llegaron a la entrada y ambos pasaron a quitarse la ropa, el espadachín fue bastante rápido y en un momento ya estaba saliendo de allí, en cambio el pobre luchador estaba tardado la vida en hacerlo. Cada músculo de su cuerpo parecía roto y sentía pinchazos con cada movimiento en todos y cada uno de los moratones que le habían salido. Una vez logró quitarse la ropa, la dobló y la dejó cuidadosamente guardada en su casillero y se puso una toalla rodeando su cintura para salir a los baños. Atravesó la cortina que separaba los vestuarios de la zona de baño y pudo ver que todo estaba lleno de viejos. Miles de miradas arrugadas recorrían el cuerpo del fornido y este se sintió algo avergonzado e incómodo. Corrió todo lo que pudo hasta una de las piscinas que más vacía parecía y se metió dentro rápidamente cubriéndose hasta la nariz de modo que pudiese respirar. El calor de aquellas aguas desentumeció el cuerpo del luchador, relajó sus músculos y le llevó a un estado de calma que pocas veces había sentido en su vida. Casi había olvidado por completo a qué habían ido allí. Se quedó varios minutos disfrutando de aquel enorme placer de los dioses hasta que decidió salir. Si se quedaba más tiempo en remojo parecería otro de esos viejos de lo arrugado que estaría. Se fue directo a una ducha para echarse algo de agua fría y mitigar el dolor muscular que tenía. El agua cayó sobre el castaño haciendo que su respiración se acelerase y su piel se pusiese de gallina.

Terminó de asearse, ya se había secado y vestido cuando salió fuera donde le esperaba su compañero de banda. Escuchó que le había dicho que lo llevase a comer y beber algo que ya era hora de darse un buen lujo ellos dos. El luchador asintió mostrando una sonrisa mientras miraba a su compañero.

- No te preocupes amigo mío, nos vamos a pegar la fiesta padre. ¡No hay dolor!