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Jaya… Era… Por decirlo de un modo… La peor isla de todas. Una donde gobernaba la ley del más fuerte. ¿Qué hacia allí? Buscaba información sobre la banda del tipo que había entregado con Taiga, dudaba encontrarla en una isla así…. Pero por probar no se perdía nada. Tampoco faltaban los tontos que se pasaban de copas y de listos para aprovecharse de alguien, si corría con suerte, podía, incluso, toparme con uno de ellos. No sería malo del todo, pero sin Taiga no podría cobrar su recompensa y bueno… Seguro se enojaba por hacerlo en solitario. ¿Sería de carácter fuerte? La verdad, tenía la esperanza, de que siempre fuera tranquilo. ”No quiero peleas en ese barco de mierda que tenemos”
Caminaba por las calles de Jaya. El escenario era el mismo mirara donde mirara, tipos borrachos, pegándose con o sin razón, putas repartidas allá y acá, estafadores, ladrones… Toda la mierda de la sociedad, juntada en un solo lugar. ”La marina no debería permitir cosas así” – como alguien viviría en este sitio. Era imposible hacerlo, eso o ser un tipo muy respetado entre todos y que nadie te molestara. Algo así como un mafioso super genial que controlaba cada movimiento de la isla. ”Esta isla…” – entré en una taberna de mala muerte. Todos gritaban, tomaban, volvían a gritar y así se repetía el ciclo. Lo más seguro, la fiesta durara todo el día o hasta que se empezaban a pegar a lo bestia. ¿Qué sucedería primero? El borracho, con o sin ánimos para ofender a alguien, enfadaba al tipo equivocado, este respondía a golpes, el que ofendió volvía a responder y así hasta que toda la taberna estuviera peleándose afuera de la isla. ”Si es que son monos” – pensaba a la par que me sentaba en la barra. Esperaba que no fuera al tipo que molestaba un borracho, porque mis espadas, hoy sobre todo, buscaban sangre.
Caminaba por las calles de Jaya. El escenario era el mismo mirara donde mirara, tipos borrachos, pegándose con o sin razón, putas repartidas allá y acá, estafadores, ladrones… Toda la mierda de la sociedad, juntada en un solo lugar. ”La marina no debería permitir cosas así” – como alguien viviría en este sitio. Era imposible hacerlo, eso o ser un tipo muy respetado entre todos y que nadie te molestara. Algo así como un mafioso super genial que controlaba cada movimiento de la isla. ”Esta isla…” – entré en una taberna de mala muerte. Todos gritaban, tomaban, volvían a gritar y así se repetía el ciclo. Lo más seguro, la fiesta durara todo el día o hasta que se empezaban a pegar a lo bestia. ¿Qué sucedería primero? El borracho, con o sin ánimos para ofender a alguien, enfadaba al tipo equivocado, este respondía a golpes, el que ofendió volvía a responder y así hasta que toda la taberna estuviera peleándose afuera de la isla. ”Si es que son monos” – pensaba a la par que me sentaba en la barra. Esperaba que no fuera al tipo que molestaba un borracho, porque mis espadas, hoy sobre todo, buscaban sangre.
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Hinori había llegado a aquella isla. Estaba harta de los sitios tranquilos y en aquel lugar seguramente podía divertirse un poco. La verdad es que últimamente buscaba cualquier pelea para mejorar su experiencia en el combate. Ahora estaba sobrevolando la zona con sus alas blancas. Podía usarlas mediante una técnica especial. Allá a dónde miraba había drogadictos y asesinos. No se fiaba a bajar a dónde había muchos por si la vencían entre todos y la violaban a lo bestia. De hecho pensar en aquellas cosas la avergonzaba. Ahora continuó sobrevolando un rato los edificios hasta aterrizar en una pequeña plaza.
Miró a los lados y vio que apenas había gente. Era una isla detestable y la última vez que estuvo se llevó una amenaza seria por parte de su primo. Además ahora estaba más calmada al ser mucho más fuerte que antes. Miró un poco a su alrededor hasta ver la entrada de una taberna. Justo cuando fue a entrar escuchó una voz a su espalda. – Oye nena que buena estás, joder. – Al girarse pudo ver a un hombre de unos cuarenta años. Su pelo era castaño y pinchudo. En su rostro podía verse una cicatriz y además vestía con un traje elegante. Aquello en la isla de la ruina solo podía significar que era un mafioso.
La morena le sonrió de forma amable y él tomó eso como una invitación a ella. Se acercó con ganas de tocarla y disfrutar al máximo. Sin embargo cuando estiró su mano hacia el pecho de ella, Hinori le lanzó un puñetazo con fuerza a la cara. Lo tiró al suelo dejándolo inconsciente y a continuación entró en la posada mirando a todos lados. – ¡En nombre del Shichibukai Dexter! ¡Si hay criminales peligrosos que se entreguen! – Cuando dijo aquello no obtuvo respuesta. Quizás por miedo al escuchar aquel nombre aunque varios empezaban a mirarla de forma lasciva. No entendía por qué fuese a donde fuese había enfermos tan salidos.
Miró a los lados y vio que apenas había gente. Era una isla detestable y la última vez que estuvo se llevó una amenaza seria por parte de su primo. Además ahora estaba más calmada al ser mucho más fuerte que antes. Miró un poco a su alrededor hasta ver la entrada de una taberna. Justo cuando fue a entrar escuchó una voz a su espalda. – Oye nena que buena estás, joder. – Al girarse pudo ver a un hombre de unos cuarenta años. Su pelo era castaño y pinchudo. En su rostro podía verse una cicatriz y además vestía con un traje elegante. Aquello en la isla de la ruina solo podía significar que era un mafioso.
La morena le sonrió de forma amable y él tomó eso como una invitación a ella. Se acercó con ganas de tocarla y disfrutar al máximo. Sin embargo cuando estiró su mano hacia el pecho de ella, Hinori le lanzó un puñetazo con fuerza a la cara. Lo tiró al suelo dejándolo inconsciente y a continuación entró en la posada mirando a todos lados. – ¡En nombre del Shichibukai Dexter! ¡Si hay criminales peligrosos que se entreguen! – Cuando dijo aquello no obtuvo respuesta. Quizás por miedo al escuchar aquel nombre aunque varios empezaban a mirarla de forma lasciva. No entendía por qué fuese a donde fuese había enfermos tan salidos.
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La taberna era bulliciosa. No era el mejor sitio para estar, pero… Donde miraba, encontraba de estas. No había nada más que putas tabernas mirara donde mirara. Era una isla de mala muerte. ”Pero qué carajos hago aquí” – trataba de recordarme el objetivo, sí era importante, pero… ¿tanto para estar en una isla así? La odiaba con mi ser y a cada tonto que me miraba, era un tonto más que mis espadas querían de su sangre. El tabernero, quizás, era el único que se salvaba de ellos. Después de todo, hace cinco minutos que había entrado y no había pedido nada. No es que no tuviera dinero para no tomar o algo, de hecho, ya me consideraba un millonario por tener unos… ocho millones en mi bolsillo.
¡En nombre del Shichibukai Dexter! ¡Si hay criminales peligrosos que se entreguen!
Ese grito me dejó perplejo y no solo a mí… En la taberna se formó un total silencio. Me giré para ver y sorprenderme de que quien había gritado todo eso, era una chica. ”Esta chica seguro quiere morir” – pensé sorprendido. ¡¿Quién carajos gritaba eso en una taberna de Jaya?! Era una idea tonta… No, estúpida. Era como decir… “Eh, tío, que quiero que me mates” a los cuatros vientos. Muchos, eso sí, la miraban solo para llevarla a un callejón y complacer sus necesidades más primitivas… Con o sin consentimiento. Yo… La miraba como si estuviera loca de remate, era una chica valiente o con problemas mentales. Una de esas dos opciones. Suspiré con calma y me volví a girar, ignorando todo aquello.
– Oh… Una nakama de Dexter L. Black… ¡Interesante! – Dijo un tipo alto, de unos tres metros, pelo en punta de color castaño y unos ojos rojos de un tono sangre. ”No me digas que…” – de sus ropas, sacó dos guanteles y se los puso, se levantó de su silla y con calma empezó a caminar rumbo a la chica… ”No salgo de un problema y entro en otro” – me levanté también, pero caminé más rápido para adelantarme a ese sujeto.
– Veamos… Tienes tres opciones – dije mientras sacaba mi espada negra y lo apuntaba con ella. De reojo, veía por si algún idiota pensaba en intervenir. – Primera, sigues bebiendo en paz y no molestar a nadie. Segunda, me atacas, te ataco y mueres. Tercera, te largas de la taberna. Tú eliges tu destino, amigo. – Mi tono fue serio. Estaba preparado para pelear, si era necesario, contra toda la taberna. ”Y todo por defender a una chica…” – ¿Qué haría ese tipo? Sus tres metros, la verdad, poco me importaban. Entre más altos eran más dolía la caída.
¡En nombre del Shichibukai Dexter! ¡Si hay criminales peligrosos que se entreguen!
Ese grito me dejó perplejo y no solo a mí… En la taberna se formó un total silencio. Me giré para ver y sorprenderme de que quien había gritado todo eso, era una chica. ”Esta chica seguro quiere morir” – pensé sorprendido. ¡¿Quién carajos gritaba eso en una taberna de Jaya?! Era una idea tonta… No, estúpida. Era como decir… “Eh, tío, que quiero que me mates” a los cuatros vientos. Muchos, eso sí, la miraban solo para llevarla a un callejón y complacer sus necesidades más primitivas… Con o sin consentimiento. Yo… La miraba como si estuviera loca de remate, era una chica valiente o con problemas mentales. Una de esas dos opciones. Suspiré con calma y me volví a girar, ignorando todo aquello.
– Oh… Una nakama de Dexter L. Black… ¡Interesante! – Dijo un tipo alto, de unos tres metros, pelo en punta de color castaño y unos ojos rojos de un tono sangre. ”No me digas que…” – de sus ropas, sacó dos guanteles y se los puso, se levantó de su silla y con calma empezó a caminar rumbo a la chica… ”No salgo de un problema y entro en otro” – me levanté también, pero caminé más rápido para adelantarme a ese sujeto.
– Veamos… Tienes tres opciones – dije mientras sacaba mi espada negra y lo apuntaba con ella. De reojo, veía por si algún idiota pensaba en intervenir. – Primera, sigues bebiendo en paz y no molestar a nadie. Segunda, me atacas, te ataco y mueres. Tercera, te largas de la taberna. Tú eliges tu destino, amigo. – Mi tono fue serio. Estaba preparado para pelear, si era necesario, contra toda la taberna. ”Y todo por defender a una chica…” – ¿Qué haría ese tipo? Sus tres metros, la verdad, poco me importaban. Entre más altos eran más dolía la caída.
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La chica seguía seria mientras observaba el panorama para después suspirar. No había nadie allí que fuese un criminal o sencillamente no se atrevía a salir y aquello la molestaba. El camarero continuaba atendiendo a los clientes pasando olímpicamente de ella como todos y eso la hizo suspirar. Llevaba mucho sin pelear y lo pasado anteriormente no podía llamarse combate debido a que aquel payaso le había durado un simple puñetazo. La morena había perdido la esperanza de luchar con alguien de su poder o superior. Encima su capitán no quería luchar con ella ni entrenando y aquello no era justo. Soltó un enorme suspiro y se cruzó de brazos algo picada.
Sin embargo no iba a ser durante mucho. Un hombre de tres malditos metros se levantó de repente interesándose en ser una compañera del dragón. Además ahora empezó a caminar hacia ella y eso hizo a la chica sonreír de lado. Al fin iba a poder combatir y encima con un tío poderoso. Al menos parecía aquello por su altura y sus pintas. Ella ahora sintió su aura potenciarse debido a que estaba liberando su poder e imbuyéndose en su poder “Ira del ocaso”. Estaba imbuida en energía explosiva totalmente y un golpe de ella en aquel estado podía ser peligroso.
Enseguida vio como un chico se levantaba. Parecía ser un espadachín y dispuesto a defenderla. Se veía bastante mono pero su determinación le hacía ver una persona seria. No necesitaba ayuda y pensó que aquello era provocado por el hecho de ser mujer. Lo más sorprendente es que hubiese alguien así en aquella isla. Esperaba que no quisiera nada raro a cambio pero por el momento el enorme tipo se lanzó por el moreno. – ¡Ripera Lion! ¡Boom! – Gritó de repente metiéndose entre ambos y lanzando una palmada violenta al pecho de aquel castaño. Provocó una potente explosión que lo tiró de espaldas contra unas mesas a tres metros tras él. Una vez hizo eso mostró una sonrisa calmada y le señaló con el dedo mientras alzaba la voz. – ¡He dicho que en nombre de Dexter los criminales estáis arrestados! – El tipo tenía le pecho quemado y sus ojos estaban en blanco. Ella no tardó en mirar de repente al chico a los ojos con una expresión calmada y amable, después le guiñó un ojo en señal de agradecimiento por haber querido protegerla de aquel payaso.
Sin embargo no iba a ser durante mucho. Un hombre de tres malditos metros se levantó de repente interesándose en ser una compañera del dragón. Además ahora empezó a caminar hacia ella y eso hizo a la chica sonreír de lado. Al fin iba a poder combatir y encima con un tío poderoso. Al menos parecía aquello por su altura y sus pintas. Ella ahora sintió su aura potenciarse debido a que estaba liberando su poder e imbuyéndose en su poder “Ira del ocaso”. Estaba imbuida en energía explosiva totalmente y un golpe de ella en aquel estado podía ser peligroso.
Enseguida vio como un chico se levantaba. Parecía ser un espadachín y dispuesto a defenderla. Se veía bastante mono pero su determinación le hacía ver una persona seria. No necesitaba ayuda y pensó que aquello era provocado por el hecho de ser mujer. Lo más sorprendente es que hubiese alguien así en aquella isla. Esperaba que no quisiera nada raro a cambio pero por el momento el enorme tipo se lanzó por el moreno. – ¡Ripera Lion! ¡Boom! – Gritó de repente metiéndose entre ambos y lanzando una palmada violenta al pecho de aquel castaño. Provocó una potente explosión que lo tiró de espaldas contra unas mesas a tres metros tras él. Una vez hizo eso mostró una sonrisa calmada y le señaló con el dedo mientras alzaba la voz. – ¡He dicho que en nombre de Dexter los criminales estáis arrestados! – El tipo tenía le pecho quemado y sus ojos estaban en blanco. Ella no tardó en mirar de repente al chico a los ojos con una expresión calmada y amable, después le guiñó un ojo en señal de agradecimiento por haber querido protegerla de aquel payaso.
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Estaba… Impactado. La chica, no solo demostraba que era valiente, de un solo ataque ese tipo había salido disparado contra unas mesas a unos tres metros. En el proceso, todos los que ocupaban esas mesas, perdieron todo el licor e hicieron muecas de enfado, nos miraron con cierto recelo y luego llamaron al dueño de esa taberna para pedir más alcohol y, seguramente, que sacara a ese idiota de ahí. La chica me guiñó un ojo en señal de agradecimiento y yo envainé mi espada. ”Nota mental, no dejarse llevar por las apariencias” – esa chica hermosa y que se veía frágil como una porcelana, era más fuerte de lo que uno se esperaría. ”No por nada es nakama de Dexter” – tragué saliva y la miré con cierta simpatía.
– Soy Ushio. Un placer – el dueño del local nos miró con enfado. Fijo esperaba que nos largáramos de ese sitio, pero… No le iba a dar en el gusto. – Debo admirar tu fuerza, ¿sabes? – me acerqué a una mesa y con una sola mirada hice que los ocupantes la desocuparan. Había tres asientos disponibles, me senté en uno. – Dudo que alguien más se levanté para enfrentarte… Entonces, ¿por qué no invitarte a una copa? – mis palabras eran casi forzadas… La timidez de que ella fuera tan bella me hacía dudar. ”Soy un imbécil” – me repetía cada cinco o menos segundos en mi cabeza. – No quiero que pienses mal… Después de todo, tú me salvaste de tener que cortar a ese tipo en dos mitades iguales. – El tabernero suspiró y unos cuantos hombres dejaron a ese tipo cerca de la entrada. ¿Tendría recompensa? Ignoré aquel hecho y suspiré. Tenía que estar más relajado y menos tenso, la sola idea de tenerla enfrente significaba… Que mi corazón latiese más sangre de lo normal, por lo que, probablemente, me podría ver rojizo. Que mis palabras sonaran forzadas o incluso casi tartamudeantes. Lo que sea… ”Seguro me ve como un salido más” El tipo de antes, ¿se levantaría? Tras ese tremendo golpe… Fijo que dormía plácidamente unos días más.
– Soy Ushio. Un placer – el dueño del local nos miró con enfado. Fijo esperaba que nos largáramos de ese sitio, pero… No le iba a dar en el gusto. – Debo admirar tu fuerza, ¿sabes? – me acerqué a una mesa y con una sola mirada hice que los ocupantes la desocuparan. Había tres asientos disponibles, me senté en uno. – Dudo que alguien más se levanté para enfrentarte… Entonces, ¿por qué no invitarte a una copa? – mis palabras eran casi forzadas… La timidez de que ella fuera tan bella me hacía dudar. ”Soy un imbécil” – me repetía cada cinco o menos segundos en mi cabeza. – No quiero que pienses mal… Después de todo, tú me salvaste de tener que cortar a ese tipo en dos mitades iguales. – El tabernero suspiró y unos cuantos hombres dejaron a ese tipo cerca de la entrada. ¿Tendría recompensa? Ignoré aquel hecho y suspiré. Tenía que estar más relajado y menos tenso, la sola idea de tenerla enfrente significaba… Que mi corazón latiese más sangre de lo normal, por lo que, probablemente, me podría ver rojizo. Que mis palabras sonaran forzadas o incluso casi tartamudeantes. Lo que sea… ”Seguro me ve como un salido más” El tipo de antes, ¿se levantaría? Tras ese tremendo golpe… Fijo que dormía plácidamente unos días más.
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Aquel moreno de las espadas dijo que se llamaba Ushio. Un nombre curioso que no había escuchado antes en ningún sitio. Al haber lanzado al tipo contra las mesas, los hombres de allí parecieron molestarse pero no dijeron nada contra ella. Seguramente no querían acabar como aquel castaño que ahora soñaba con ositos en un mundo mejor. La verdad es que la chica no sabía si aquel tipo tenía una recompensa por su cabeza pero ahora le picaba la curiosidad bastante. Si así era no debía de ser muy alta pues no le había costado casi nada derrotarle. Tan solo tuvo que usar una pequeña técnica acompañada de una palmada algo violenta, nada del otro mundo vamos. Entonces soltó un pequeño suspiro y decidió relajarse un poco en aquella taberna de mala muerte.
El dijo que ella era bastante fuerte y eso le hizo rascarse un poco la nuca pues no lo pensaba así. Era lo justo para defenderse de aquellos idiotas que se hacían llamar criminales pero contra gente de poder mayor no pensaba tener oportunidad. Ahora vio como el chico con la mirada hacía que varias personas abandonasen una mesa y se sentó en uno de los lugares libres. Él dijo que la iba a invitar una copa y aquella la hizo sonreír de forma amplia. Además dijo que le había librado de haber tenido que partir a aquel tipo en dos mitades. No pudo evitar soltar una ligera risa mientras le sonreía. – Mi nombre es Hinori. No pasa nada, no pienso mal de ti. – Mencionó ahora para calmarlo pues le notaba bastante nervioso a decir verdad.
Ahora el camarero se acercó a ellos para atenderlos. La morena simplemente sonrió de forma amable y le pidió lo que deseaba tomar. – Quiero el mejor plato que tengan y además un batido de fresa. – Dicho aquello volvió a mirar al moreno de forma calmada. Se había olvidado a lo que había ido pero seguramente luego se pondría a liarla de nuevo. Colocó despacio sus manos sobre la mesa de madera y ahora soltó un suspiro. – Esta isla está llena de basura. Tan solo hay muertes por todas partes. Encima siempre acabo aquí por algún motivo. – Añadió después con calma para después tratar de agarrar la mano del espadachín sin permiso alguno y estrecharla con una sonrisa a forma de saludo.
El dijo que ella era bastante fuerte y eso le hizo rascarse un poco la nuca pues no lo pensaba así. Era lo justo para defenderse de aquellos idiotas que se hacían llamar criminales pero contra gente de poder mayor no pensaba tener oportunidad. Ahora vio como el chico con la mirada hacía que varias personas abandonasen una mesa y se sentó en uno de los lugares libres. Él dijo que la iba a invitar una copa y aquella la hizo sonreír de forma amplia. Además dijo que le había librado de haber tenido que partir a aquel tipo en dos mitades. No pudo evitar soltar una ligera risa mientras le sonreía. – Mi nombre es Hinori. No pasa nada, no pienso mal de ti. – Mencionó ahora para calmarlo pues le notaba bastante nervioso a decir verdad.
Ahora el camarero se acercó a ellos para atenderlos. La morena simplemente sonrió de forma amable y le pidió lo que deseaba tomar. – Quiero el mejor plato que tengan y además un batido de fresa. – Dicho aquello volvió a mirar al moreno de forma calmada. Se había olvidado a lo que había ido pero seguramente luego se pondría a liarla de nuevo. Colocó despacio sus manos sobre la mesa de madera y ahora soltó un suspiro. – Esta isla está llena de basura. Tan solo hay muertes por todas partes. Encima siempre acabo aquí por algún motivo. – Añadió después con calma para después tratar de agarrar la mano del espadachín sin permiso alguno y estrecharla con una sonrisa a forma de saludo.
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Hinori, por suerte, había aceptado mi propuesta. Escuché su pedido y sus palabras. ¿Siempre acababa aquí? ¿Qué tan mala suerte puede tener una chica así? No es que Jaya fuera una isla tropical o un destino paradisiaco. Era una isla de mala muerte y donde sea que se mirara, habría criminalidad y muerte. Suspiré con calma, el camarero me estaba mirando y con el lápiz esperando mi orden.
– Solo un pedazo de carne a punto y una cerveza. – El camarero anotó, nos dedicó una sonrisa a ambos y se fue con calma. ¿El dueño del local no intentaría envenenar nuestra comida? Quizás sí, quizás no. De todas formas, no creía que fuera tan idiota de hacerlo, lo que había pasado hace escasos segundos no era una escena tan anormal. Ella me tomó la mano a modo de saludo y todo parecía ir bien. Lentamente mis nervios iban cesando y me iba tranquilizando. ”Solo no la cagues, Ushio” – pensaba mientras notaba que nuestra comida ya estaba en la mesa. Una sonrisa cálida y el camarero se fue.
– Hinori-chan, creo que puedo coincidir con tu punto de vista – dije, algo más natural que antes. – Pero, lo que pasa en esta isla, no es exclusivo de este lugar – con calma, llevé un trozo de carne a mi boca. Tragué con calma y bebí un poco de mi cerveza. – La misma mierda se repite en cada isla. Pero bueno… Creo que eso ahora no importa – el ambiente se había distendido y, al menos, el hombre que había derrotado ella seguía en la entrada. No podía decir si estaba con todas sus pertenencias, pero seguía ahí. – Tengo curiosidad, ¿por qué sigues a Dexter? – ”Me pregunto si ese tipo tendrá amigos repartidos por la isla” – pensé de manera fugaz. Para volver a calmarme, no importa eso ahora, solo importaba la conversación que yo tuviera con ella.
– Solo un pedazo de carne a punto y una cerveza. – El camarero anotó, nos dedicó una sonrisa a ambos y se fue con calma. ¿El dueño del local no intentaría envenenar nuestra comida? Quizás sí, quizás no. De todas formas, no creía que fuera tan idiota de hacerlo, lo que había pasado hace escasos segundos no era una escena tan anormal. Ella me tomó la mano a modo de saludo y todo parecía ir bien. Lentamente mis nervios iban cesando y me iba tranquilizando. ”Solo no la cagues, Ushio” – pensaba mientras notaba que nuestra comida ya estaba en la mesa. Una sonrisa cálida y el camarero se fue.
– Hinori-chan, creo que puedo coincidir con tu punto de vista – dije, algo más natural que antes. – Pero, lo que pasa en esta isla, no es exclusivo de este lugar – con calma, llevé un trozo de carne a mi boca. Tragué con calma y bebí un poco de mi cerveza. – La misma mierda se repite en cada isla. Pero bueno… Creo que eso ahora no importa – el ambiente se había distendido y, al menos, el hombre que había derrotado ella seguía en la entrada. No podía decir si estaba con todas sus pertenencias, pero seguía ahí. – Tengo curiosidad, ¿por qué sigues a Dexter? – ”Me pregunto si ese tipo tendrá amigos repartidos por la isla” – pensé de manera fugaz. Para volver a calmarme, no importa eso ahora, solo importaba la conversación que yo tuviera con ella.
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La chica se estuvo quieta escuchando lo que aquel chico pedía. Al parecer le gustaba la carne y el alcohol pues había pedido una cerveza. A ella ahora le trajeron un pescado asado con limón y su batido. El animal echaba un humo y parecía tener buena pinta. No por nada había pedido el mejor plato. Era una experta cocinera y ahora iba a comprobar el sabor para hacer una crítica y todas aquellas cosas. Ahora se fijó de nuevo en el chico que empezó a decirle que no solo aquella isla estaba así y que toda era malo. La verdad es que la chica ya lo había comprobado con sus propios ojos y sabía todo aquello. Soltó un enorme suspiro y le miró de forma calmada.
Enseguida escuchó su pregunta y no pudo evitar sonreír con amabilidad. La pregunta era fácil de responder y en ese momento lo hizo. – La verdad es que me parece una persona muy buena. Además es poderoso y quiero cumplir mis sueños junto a él y el resto de la tripulación. – Nada más decir aquello llevó el tenedor al pescado y cogió un trozo mojándolo en la salsa para después llevárselo a la boca despacio. Empezó a masticarlo lentamente y a saborearlo. Estuvo así unos segundos hasta que finalmente elevó una ceja y frunció el ceño.
Ahora tomó el batido y le dio un sorbo para después suspirar y llamar al camarero. Cuando el hombre llegó la chica comenzó a quejarse. – Señor si este es su mejor plato debo decir que es una vergüenza. Está mal cocinado y el pez no es nada fresco. Además el batido no es nada espumoso y está caliente. Creo que no le doy ni un triste cinco. – Dijo de forma seria mientras se limpiaba la boca con la propia manga. Cualquiera usaba las servilletas de allí. Tras aquello se quedó mirando al moreno de nuevo. – Vaya vergüenza la verdad. Espero llegar pronto al barco y cocinar yo algo como Dios manda. – Nada más decir aquello se cruzó de brazos bastante decepcionada.
Enseguida escuchó su pregunta y no pudo evitar sonreír con amabilidad. La pregunta era fácil de responder y en ese momento lo hizo. – La verdad es que me parece una persona muy buena. Además es poderoso y quiero cumplir mis sueños junto a él y el resto de la tripulación. – Nada más decir aquello llevó el tenedor al pescado y cogió un trozo mojándolo en la salsa para después llevárselo a la boca despacio. Empezó a masticarlo lentamente y a saborearlo. Estuvo así unos segundos hasta que finalmente elevó una ceja y frunció el ceño.
Ahora tomó el batido y le dio un sorbo para después suspirar y llamar al camarero. Cuando el hombre llegó la chica comenzó a quejarse. – Señor si este es su mejor plato debo decir que es una vergüenza. Está mal cocinado y el pez no es nada fresco. Además el batido no es nada espumoso y está caliente. Creo que no le doy ni un triste cinco. – Dijo de forma seria mientras se limpiaba la boca con la propia manga. Cualquiera usaba las servilletas de allí. Tras aquello se quedó mirando al moreno de nuevo. – Vaya vergüenza la verdad. Espero llegar pronto al barco y cocinar yo algo como Dios manda. – Nada más decir aquello se cruzó de brazos bastante decepcionada.
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La respuesta de Hinori fue interesante y como humilló al camarero, sublime. Su comentario de que cocinaba no me lo esperaba. ”¿Qué tal lo haría?” – pensé con cierta diversión. ”¿Me cocinaría algo mejor que esta mierda?” – la verdad, la carne estaba dejando mucho que desear y la cerveza… Era la peor que había tomado hace eones. Estaba a nada de responderle, cuando la puerta, literalmente, pasó volando por nuestro lado hasta estrellarse en la barra. Por instinto, había me giré y logré ver en la entrada, a un gran grupo de hombres. ”Que no sean amigos del gigantón, que no lo sean…” – me repetía lentamente manteniendo mi mirada de asombro hacia ellos. La taberna había quedado en absoluto silencio y todos esperaban alguna risa por parte de ellos, pero… Estaban, literalmente, envueltos en una capa de seriedad y enojo.
– ¡¿Dónde está nuestro jefe?! – gritó uno de ellos. Portaba dos espadas en el cinto y vestía con una camiseta sin mangas de color rojo y un pantalón corto del mismo tono. – No es difícil de encontrarlo. Mide 3 metros. – ”Grandioso” – pensé con calma. Esperaba que nadie le dijera o, mejor dicho, señalara donde estaba su amigo… Pero, uno muy borracho se levantó y apuntó al lado de lo que antes era la puerta.
– La culpa es de ellos. – Nos señaló a nosotros y volvió a lo suyo. ”Hijo de…” – Entre los gritos de asombro, maldiciones varias... Yo ya estaba de pie y caminando a la salida. No iba a pelear contra todos ellos con tanta gente a mí alrededor. Ellos no tenían la culpa de lo que había pasado y no tenía porque arruinar su fiesta.
– Resolvamos esto en otro sitio – miré de manera fugaz a Hinori y le dediqué una dulce sonrisa. – ¿Me acompañas? No quiero acaparar toda la diversión. – Los tipos estaban confiados, se les notaba en la cara. Al salir, los conté uno por uno y contabilicé unos 10 o más. Entre ellos, el que parecía el líder había acaparado toda su atención en mí y no me perdía de vista. Las calles estaban desiertas y, si la chica me había seguido, ya estaríamos rodeados de gente.
– Bien. Que empiece la fiesta.
– ¡¿Dónde está nuestro jefe?! – gritó uno de ellos. Portaba dos espadas en el cinto y vestía con una camiseta sin mangas de color rojo y un pantalón corto del mismo tono. – No es difícil de encontrarlo. Mide 3 metros. – ”Grandioso” – pensé con calma. Esperaba que nadie le dijera o, mejor dicho, señalara donde estaba su amigo… Pero, uno muy borracho se levantó y apuntó al lado de lo que antes era la puerta.
– La culpa es de ellos. – Nos señaló a nosotros y volvió a lo suyo. ”Hijo de…” – Entre los gritos de asombro, maldiciones varias... Yo ya estaba de pie y caminando a la salida. No iba a pelear contra todos ellos con tanta gente a mí alrededor. Ellos no tenían la culpa de lo que había pasado y no tenía porque arruinar su fiesta.
– Resolvamos esto en otro sitio – miré de manera fugaz a Hinori y le dediqué una dulce sonrisa. – ¿Me acompañas? No quiero acaparar toda la diversión. – Los tipos estaban confiados, se les notaba en la cara. Al salir, los conté uno por uno y contabilicé unos 10 o más. Entre ellos, el que parecía el líder había acaparado toda su atención en mí y no me perdía de vista. Las calles estaban desiertas y, si la chica me había seguido, ya estaríamos rodeados de gente.
– Bien. Que empiece la fiesta.
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Hinori continuaba tranquila y decepcionada con aquel plato cuando de repente escuchó como unos idiotas entraban por la puerta. Éstos parecían estar buscando a alguien y la morena no se enteraba de quién podía ser aquella persona. Cuando dijeron la palabra “metros” seguida de la cifra número tres, no pudo evitar ponerse un poco seria. Sabía que aquellos capullos debían de ser enemigos del enorme tipo que tumbó de un solo golpe. De hecho si le llamaban jefe es que ellos debían de ser mucho peores en el combate. Podían ser una decepción pero si no les pillaban no había motivo para luchar.
De repente un maldito chivato dijo que habían sido ellos. La joven ahora se puso en pie tranquilamente y soltó un suspiro caminando a la calle junto al espadachín. Ahora el que parecía tener más poder se fijaba en el moreno. La chica iba a desatar su fuerza. Empezó a imbuir sus extremidades en un brillo dorado que realizaba un sonido eléctrico bastante escalofriante. Además las pudo mezclar con su energía explosiva y vibratoria formando un aura extraña en sus puños y piernas. Ahora emanaba bastante poder y además se imbuyó en haki armadura para potenciarse.
Abrió los ojos de forma seria para después clavarlos en aquellos tipos. – Ira eléctrica vibratoria del ocaso ¡Tempestad roja! – Nada más decir eso unas alas blancas se formaron en su espalda y se desplazó a toda velocidad a por uno de ellos. Lanzó un tremendo puñetazo que hizo al enemigo salir volando tras una explosión y echando humo. Lo había hecho trizas mezclando aquellas energías y el cuerpo parecía estar carbonizado. A continuación sonrió de lado derribando a varios más hasta dejar solo al supuesto líder contra el moreno. – Demasiado fácil… – Dijo mientras sus extremidades continuaban brillando.
De repente un maldito chivato dijo que habían sido ellos. La joven ahora se puso en pie tranquilamente y soltó un suspiro caminando a la calle junto al espadachín. Ahora el que parecía tener más poder se fijaba en el moreno. La chica iba a desatar su fuerza. Empezó a imbuir sus extremidades en un brillo dorado que realizaba un sonido eléctrico bastante escalofriante. Además las pudo mezclar con su energía explosiva y vibratoria formando un aura extraña en sus puños y piernas. Ahora emanaba bastante poder y además se imbuyó en haki armadura para potenciarse.
Abrió los ojos de forma seria para después clavarlos en aquellos tipos. – Ira eléctrica vibratoria del ocaso ¡Tempestad roja! – Nada más decir eso unas alas blancas se formaron en su espalda y se desplazó a toda velocidad a por uno de ellos. Lanzó un tremendo puñetazo que hizo al enemigo salir volando tras una explosión y echando humo. Lo había hecho trizas mezclando aquellas energías y el cuerpo parecía estar carbonizado. A continuación sonrió de lado derribando a varios más hasta dejar solo al supuesto líder contra el moreno. – Demasiado fácil… – Dijo mientras sus extremidades continuaban brillando.
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De nuevo estaba impactado, la verdad… Aquella chica era bastante fuerte. ”Seguro me hace polvo si me enfrento a ella” – pensaba al ver como derribaba a tipos sin tener piedad alguna. Caían como moscas y, de alguna forma, ella se veía más hermosa que antes. Suspiré para calmarme mientras desenvainaba mis dos espadas. ”No creo que sea necesario usar mi espada de Kairoseki…” – el sujeto que tenía al frente se notaba confiado, más que el resto y más que su supuesto “jefe”. Emanaba un poder grande, no había que tener algún medidor especial para saberlo, su presencia era fuerte e imponente.
– Al menos, deberías presentarte, ¿no crees? – dije con una sonrisa divertida, a su vez, el tipo ese desenvainaba sus dos espadas. – Soy Ushio, un gusto. – él solo sonrió de forma diabólica y se lanzó en mi contra. Era rápido y hábil, con sus dos espadas, trató de hacerme un doble corte en diagonal que yo bloqueé usando mis dos armas. Nos miramos durante un segundo, no nos movimos, nada… El tiempo se congeló unos instantes y luego nos separamos de un salto.
– No tengo porque darle mi nombre a un tipo que acabará muerto. – Sonrió de forma arrogante y prepotente. ”Idiota” – pensé lanzándome al ataque… Fui rápido y logré sorprenderlo con un doble corte horizontal, y mis espadas chocaron con las suyas, su reacción, eso sí, había sido lenta y logré cortar un poco de su piel. Se separó de un salto y sonrió de forma malvada y cruel. ¿Qué pensaría? Algo no encajaba con ese tipo y era más fuerte de lo que era incluso su jefe. ¿Por qué?
– ¿Sabes, Ushio? Mi jefe era un tonto engreído. Solo confiaba en su tamaño y en su anormal fuerza – su tono era tranquilo, a pesar de que hablaba de su compañero. – Era un idiota y siempre nos ponía en peligro. Era el tipo de persona que odiaba y que… – tomó una leve pausa… Suspiró de forma pesada. – Planeaba matar de todos modos. Por eso, mantuve un perfil bajo e incrementé mi fuerza. Iba a tomar el control de la organización y ustedes solo me ahorraron el trabajo – ”Con esos compañeros, no quiero enemigos” – pensé al verlo y escuchar como hablaba. – Pero, para comprobar mi poder ante esta panda de inútiles, debo destruir a los que derrotaron a mi patético jefe. – Concluyó con una irreverente sonrisa.
– Al menos, deberías presentarte, ¿no crees? – dije con una sonrisa divertida, a su vez, el tipo ese desenvainaba sus dos espadas. – Soy Ushio, un gusto. – él solo sonrió de forma diabólica y se lanzó en mi contra. Era rápido y hábil, con sus dos espadas, trató de hacerme un doble corte en diagonal que yo bloqueé usando mis dos armas. Nos miramos durante un segundo, no nos movimos, nada… El tiempo se congeló unos instantes y luego nos separamos de un salto.
– No tengo porque darle mi nombre a un tipo que acabará muerto. – Sonrió de forma arrogante y prepotente. ”Idiota” – pensé lanzándome al ataque… Fui rápido y logré sorprenderlo con un doble corte horizontal, y mis espadas chocaron con las suyas, su reacción, eso sí, había sido lenta y logré cortar un poco de su piel. Se separó de un salto y sonrió de forma malvada y cruel. ¿Qué pensaría? Algo no encajaba con ese tipo y era más fuerte de lo que era incluso su jefe. ¿Por qué?
– ¿Sabes, Ushio? Mi jefe era un tonto engreído. Solo confiaba en su tamaño y en su anormal fuerza – su tono era tranquilo, a pesar de que hablaba de su compañero. – Era un idiota y siempre nos ponía en peligro. Era el tipo de persona que odiaba y que… – tomó una leve pausa… Suspiró de forma pesada. – Planeaba matar de todos modos. Por eso, mantuve un perfil bajo e incrementé mi fuerza. Iba a tomar el control de la organización y ustedes solo me ahorraron el trabajo – ”Con esos compañeros, no quiero enemigos” – pensé al verlo y escuchar como hablaba. – Pero, para comprobar mi poder ante esta panda de inútiles, debo destruir a los que derrotaron a mi patético jefe. – Concluyó con una irreverente sonrisa.
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La morena tras haber derrotado a aquellos tipos se quedó cruzada de brazos observando la situación del espadachín con aquel hombre. Era un tipo fuerte y el muy capullo simplemente dijo que ya planeaba vencer a todos. Parecía ser un traidor detestable y la chica simplemente frunció el ceño apretando los puños. El que quisiera derrotar a su jefe y encima le insultara hacía que ella se mosquease pues se ponía en una situación así. Nunca insultaría a su capitán Dexter ni tampoco a los demás. No al menos de forma seria pero sí de broma jugando o algo por el estilo.
Ahora soltó un suspiro y se desplazó a toda velocidad por la espalda de aquel tipo. Sin ningún tipo de pudor le pegó un puñetazo en la cabeza haciéndole besar el suelo y quedar clavado. Después soltó un suspiro y se acercó al moreno con toda la calma del mundo mientras le cogía del brazo y le sonreía de forma amable. – Ushio deja a ese pesado y vámonos a divertirnos juntos. – Dijo de forma amable mientras tiraba de él en otra dirección o al menos lo intentaba. No quería seguir aburrida y seguro que el moreno le daba diversión mostrándole el uso de las espadas. Sobre todo de la tercera, esa oculta que no sacaba y que seguía en su vaina.
De repente el enorme tipo se levantó mosqueado con un chichón en la cabeza y frunciendo el ceño. – ¡Maldita sea déjame luchar con él! – La morena soltó un suspiro. Enseguida se alejó obedeciendo al criminal por no reventarlo y se quedó mirando al espadachín de forma calmada. – No tardes mucho que me aburro. – Tras decir aquello se puso la mano en la mejilla y se sentó en un pequeño banco dispuesta a observar la pelea y que no tardasen mucho. De hecho ahora vio pasar una pequeña mariposa y la siguió con la mirada despacio para ver a dónde iba. Ésta se posó en un tejado y la chica se quedó mirándola a distancia como una leona acechando a su presa.
Ahora soltó un suspiro y se desplazó a toda velocidad por la espalda de aquel tipo. Sin ningún tipo de pudor le pegó un puñetazo en la cabeza haciéndole besar el suelo y quedar clavado. Después soltó un suspiro y se acercó al moreno con toda la calma del mundo mientras le cogía del brazo y le sonreía de forma amable. – Ushio deja a ese pesado y vámonos a divertirnos juntos. – Dijo de forma amable mientras tiraba de él en otra dirección o al menos lo intentaba. No quería seguir aburrida y seguro que el moreno le daba diversión mostrándole el uso de las espadas. Sobre todo de la tercera, esa oculta que no sacaba y que seguía en su vaina.
De repente el enorme tipo se levantó mosqueado con un chichón en la cabeza y frunciendo el ceño. – ¡Maldita sea déjame luchar con él! – La morena soltó un suspiro. Enseguida se alejó obedeciendo al criminal por no reventarlo y se quedó mirando al espadachín de forma calmada. – No tardes mucho que me aburro. – Tras decir aquello se puso la mano en la mejilla y se sentó en un pequeño banco dispuesta a observar la pelea y que no tardasen mucho. De hecho ahora vio pasar una pequeña mariposa y la siguió con la mirada despacio para ver a dónde iba. Ésta se posó en un tejado y la chica se quedó mirándola a distancia como una leona acechando a su presa.
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”Y acabó” – pensé al ver el fuerte puñetazo, casi a traición, de Hinori. Aquel espadachín, literalmente, había besado el suelo con aquel puñetazo y ahora, la chica, trataba de arrastrarme a otro sitio para divertirnos juntos. ”Eres inocente” – pensaba… Para mí, no tan agradable, sorpresa… Se había levantado, gritando que lo dejaran luchar conmigo. ”Vaya… Sí que es resistente” – Hinori, luego de decirme que no me demorara mucho, se fue a sentar no muy lejos de mi ubicación. Le dediqué una suave sonrisa y volví a concentrarme en la pelea. ¿Qué debía hacer? Era un tipo despreciable, sí… Pero… Si, quizás, solo lo asustaba humillándolo en esta isla, podría cambiar su forma de ver las cosas y ser alguien… No tan despreciable.
– ¿No pelearás usando tu tercera espada, Ushio? – Preguntó él mientras un aura azulada le empezaba a revolver el cuerpo. ”No otra vez… Odio esas técnicas” – recordé al sujeto pistolero que derroté, con ayuda de Taiga, en Nanami. Él también había usado una técnica similar y se había vuelto un verdadero dolor de cabeza. ”Por poco no ganamos” – tuvimos un golpe de suerte y logramos ganar. ¿Sería diferente estando solo? Esperaba que no, que no fuera tan diferente y que lograra vencer por mi propia cuenta.
– La verdad… – apoyé mi antebrazo en la espada de Kairoseki. – Esta espada solo la usaré si te ganas el derecho – tomé una pausa y lo miré desafiante. No había razón para usarla, no había motivo para desenvainarla y usar aquel regalo de Taiga. – Es decir, tienes que obligarme a usarla. – tan rápido acabé mis palabras, él desapareció de mi vista. ”Odio a los veloces, los odio” – apareció a mi costado izquierdo y logré reaccionar para interponer mi espada en el camino de la suya. Y luego, con agilidad y fuerza, empezamos a intercambiar diferentes ataques. Logré herirlo en el pecho con un corte no tan profundo… Él, en cambio, había logrado herirme en tres partes: En mi costado derecho, a la altura de la cintura; en mi cara haciendo un corte, no tan profundo, por arriba de mi ojo y haciendo que viera sangre en vez de normal y la tercera, y algo más profunda que el resto, en mi pecho. Un hermoso tajo diagonal que iba a dejar una que otra marca.
– Y, ¿me gané el derecho? – Preguntó mientras lamía mi sangre de sus espadas.
– Quien sabe… – tomé una pausa y sonreí divertido. – Hinori, no intervengas a menos que sea necesario. – Dije elevando un poco mi voz para que ella me oyera. Era una clara señal para que me salvara en caso de que todo se complicara y no pudiera hacer algo mejor.
– ¿No pelearás usando tu tercera espada, Ushio? – Preguntó él mientras un aura azulada le empezaba a revolver el cuerpo. ”No otra vez… Odio esas técnicas” – recordé al sujeto pistolero que derroté, con ayuda de Taiga, en Nanami. Él también había usado una técnica similar y se había vuelto un verdadero dolor de cabeza. ”Por poco no ganamos” – tuvimos un golpe de suerte y logramos ganar. ¿Sería diferente estando solo? Esperaba que no, que no fuera tan diferente y que lograra vencer por mi propia cuenta.
– La verdad… – apoyé mi antebrazo en la espada de Kairoseki. – Esta espada solo la usaré si te ganas el derecho – tomé una pausa y lo miré desafiante. No había razón para usarla, no había motivo para desenvainarla y usar aquel regalo de Taiga. – Es decir, tienes que obligarme a usarla. – tan rápido acabé mis palabras, él desapareció de mi vista. ”Odio a los veloces, los odio” – apareció a mi costado izquierdo y logré reaccionar para interponer mi espada en el camino de la suya. Y luego, con agilidad y fuerza, empezamos a intercambiar diferentes ataques. Logré herirlo en el pecho con un corte no tan profundo… Él, en cambio, había logrado herirme en tres partes: En mi costado derecho, a la altura de la cintura; en mi cara haciendo un corte, no tan profundo, por arriba de mi ojo y haciendo que viera sangre en vez de normal y la tercera, y algo más profunda que el resto, en mi pecho. Un hermoso tajo diagonal que iba a dejar una que otra marca.
– Y, ¿me gané el derecho? – Preguntó mientras lamía mi sangre de sus espadas.
– Quien sabe… – tomé una pausa y sonreí divertido. – Hinori, no intervengas a menos que sea necesario. – Dije elevando un poco mi voz para que ella me oyera. Era una clara señal para que me salvara en caso de que todo se complicara y no pudiera hacer algo mejor.
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El aburrimiento invadía a la chica que observaba de forma cansada la pelea de los dos hombres. Mientras que el pirata había cortado al moreno en tres sitios distintos éste le había hecho una herida en el pecho pero no gran cosa. Después de unos segundos continuaban sin finalizar y entonces fue cuando el chico le dijo a ella que no interviniera si no era necesario. Vamos que seguramente aquellos dos se iban a tirar así cerca de veinte minutos mínimo y no pensaba aguantar tanto rato sentada. La venita de la frente de la chica se marcó entonces y apretó los puños imbuyéndolos en haki armadura. No quería seguir aburrida y por ello ahora se preparó para saltarse las normas del moreno y atacar con todo su ser.
Se colocó en pie y comenzó a caminar hacia donde estaban aquellos dos combatiendo. En su mirada se notaba una determinación decidida y seria. – La pelea ha finalizado. Sintiéndolo mucho por ti, yo estaba antes con Ushio. De modo que no voy a permitir que me prives de mi diversión con un posible amigo por sus estupideces. – Una vez dijo aquello mostró una sonrisa amable y tranquila mientras empezaba a emanar poder. Estaba a punto de hacer algo y aquello se le notaba en la mirada. Sin pensárselo se colocó delante del moreno dándole la espalda al otro idiota. – Tú y yo debíamos seguir con nuestra conversación – Tras decir aquello su mantra le advirtió de un corte de su enemigo.
Enseguida se giró a toda prisa y dejó escapar una carcajada suave. – Kaze no saiban – Tras haber murmurado aquello lanzó una palmada con fuerza rumbo a su estómago. De ésta salió una onda de choque devastadora que lanzó a aquel tipo contra una pared haciéndola pedazos al momento. No había sido como las típicas ondas de los luchadores pues ésta había causado un estrago mayor. Estaba especializada en aquel tipo de energía y ahora volvió a mirar al espadachín con toda la calma del mundo. Le dedicó una sonrisa amable para después cerrar los ojos. – ¡Podemos irnos! – Mencionó con una voz dulce para después abrir sus blancos orbes y clavarlos en los de aquel moreno. Estaba pensando a dónde dirigirse ahora debido a que no tenía ni idea de qué hacer. No tardó mucho en soltar un suspiro mientras ahora miraba hacia atrás viendo al enemigo tirado entre las rocas con los ojos en blanco. El golpe había sido brutal y ni siquiera había usado un treinta por ciento de su poder.
Se colocó en pie y comenzó a caminar hacia donde estaban aquellos dos combatiendo. En su mirada se notaba una determinación decidida y seria. – La pelea ha finalizado. Sintiéndolo mucho por ti, yo estaba antes con Ushio. De modo que no voy a permitir que me prives de mi diversión con un posible amigo por sus estupideces. – Una vez dijo aquello mostró una sonrisa amable y tranquila mientras empezaba a emanar poder. Estaba a punto de hacer algo y aquello se le notaba en la mirada. Sin pensárselo se colocó delante del moreno dándole la espalda al otro idiota. – Tú y yo debíamos seguir con nuestra conversación – Tras decir aquello su mantra le advirtió de un corte de su enemigo.
Enseguida se giró a toda prisa y dejó escapar una carcajada suave. – Kaze no saiban – Tras haber murmurado aquello lanzó una palmada con fuerza rumbo a su estómago. De ésta salió una onda de choque devastadora que lanzó a aquel tipo contra una pared haciéndola pedazos al momento. No había sido como las típicas ondas de los luchadores pues ésta había causado un estrago mayor. Estaba especializada en aquel tipo de energía y ahora volvió a mirar al espadachín con toda la calma del mundo. Le dedicó una sonrisa amable para después cerrar los ojos. – ¡Podemos irnos! – Mencionó con una voz dulce para después abrir sus blancos orbes y clavarlos en los de aquel moreno. Estaba pensando a dónde dirigirse ahora debido a que no tenía ni idea de qué hacer. No tardó mucho en soltar un suspiro mientras ahora miraba hacia atrás viendo al enemigo tirado entre las rocas con los ojos en blanco. El golpe había sido brutal y ni siquiera había usado un treinta por ciento de su poder.
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Aquel sujeto, sin nombre, y yo nos mirábamos de forma fría, casi analizándonos por completo. Tratando de descubrir que podíamos hacer para ganar. Su sonrisa era malvada y sus ojos, que eran la puerta del alma, representaban el odio que le tenía al mundo en general. Un tipo que no dudaba en matar a alguien solo para cumplir sus objetivos, saciar su sed de sangre o por mera diversión. No importaba el orden, solo importaba hacerlo. Suspiré y di un pequeño paso para seguir con nuestra pelea. ”Al final, quizás si tenga que usarla.” – pensaba a la vez que, de reojo, miraba mi espada de Kairoseki. ¿Debería usarla? Esa espada la había reservado, casi exclusivamente, para tipos con habilidades de Akuma no mi que fueran una molestia. ¿Qué debería hacer? No me dio mucho tiempo pensarlo… Hinori, sin avisar, ya estaba delante de mí diciendo que todo se había acabado y que aquel tipo no le iba a quitar la posible diversión que podía tener conmigo y, que era un posible amigo.
– No vas a… – Susurré con cierto nerviosismo. Temía dos cosas, que me mandara a volar y luego buscarme o que acabara con ese tipo que, la verdad, era muy molesto. Por suerte para mí y mala suerte para él, pasó lo segundo. Con apenas un golpe, aquel espadachín, había terminado noqueado, tirado en el piso como una basura. ”Nota mental, no hacer enfadar a Hinori” – era fuerte y, por si no fuera poco, una joven dulce y hermosa. Y entonces, con un tono igual de dulce que ella, me dijo que nos podíamos ir. Envainé mis espadas y suspiré.
– Gracias… Supongo – mis heridas eran molestas y si no me las veía luego un doctor, posiblemente, muriera por desangramiento y no era una forma muy honorable de hacerlo. – Antes de hacer cualquier futuro plan, ¿conoces a algún médico? – tomé una ligera pausa mientras meditaba mis siguientes palabras. – Comentaste algo acerca de un barco, ¿contigo viaja algún médico o algo así? – ¿Había sonado muy atrevido? Quizás sí… Después de todo, prácticamente, le estaba pidiendo que me llevará a su barco, sin previa autorización de su capitán, y que me curarán. ”Al final, no pude usar mi espada nueva. Bueno, ya llegarán nuevas oportunidades” – pensaba con calma mientras le sonreía a la chica sin apartar mis ojos de los suyos.
– No vas a… – Susurré con cierto nerviosismo. Temía dos cosas, que me mandara a volar y luego buscarme o que acabara con ese tipo que, la verdad, era muy molesto. Por suerte para mí y mala suerte para él, pasó lo segundo. Con apenas un golpe, aquel espadachín, había terminado noqueado, tirado en el piso como una basura. ”Nota mental, no hacer enfadar a Hinori” – era fuerte y, por si no fuera poco, una joven dulce y hermosa. Y entonces, con un tono igual de dulce que ella, me dijo que nos podíamos ir. Envainé mis espadas y suspiré.
– Gracias… Supongo – mis heridas eran molestas y si no me las veía luego un doctor, posiblemente, muriera por desangramiento y no era una forma muy honorable de hacerlo. – Antes de hacer cualquier futuro plan, ¿conoces a algún médico? – tomé una ligera pausa mientras meditaba mis siguientes palabras. – Comentaste algo acerca de un barco, ¿contigo viaja algún médico o algo así? – ¿Había sonado muy atrevido? Quizás sí… Después de todo, prácticamente, le estaba pidiendo que me llevará a su barco, sin previa autorización de su capitán, y que me curarán. ”Al final, no pude usar mi espada nueva. Bueno, ya llegarán nuevas oportunidades” – pensaba con calma mientras le sonreía a la chica sin apartar mis ojos de los suyos.
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Hinori esperaba una respuesta por parte del moreno cuando de repente éste le dijo que estaba herido. También le dijo que si conocía a algún médico o si había uno en su barco. Se puso a pensar en el tipo de la armadura que tenía conocimientos de medicina pero llevarle allí no era buena idea. No al menos sin el permiso del capitán o de lo contrario podía comprometer a la banda. Sabía que aquella persona era buena gente pero de todas formas era mucho mejor prevenir que curar. Ya escarmentó cuando fue capturada por el contra-almirante Training y fue torturada. Menos mal que el Vice-Almirante de la niebla la ayudó a escapar en cuanto se enteró de que no había hecho nada y era una nakama de Dexter. Soltó un suspiro dejando de pensar en aquellas cosas para después mirar un poco a su alrededor de forma calmada y tranquila.
Finalmente pudo ver un banco y limpio. No como el resto que daban asco y parecían estar llenos de cosas raras. Ella también tenía conocimientos de medicina y podía aplicarlos allí mismo con el chico. Ahora le miró con tranquilidad y lo tomó del brazo empezando a caminar despacio hacia el banco. – Yo soy médica. Vamos siéntate y no te muevas lo más mínimo o te haré daño sin querer. – Dijo mientras ahora le miraba despacio y metía las manos por dentro de sus mangas. Allí tenía guardados los vendajes y tras desliarlos de una pequeña hombrera los estiró despacio comprobando que estaban en buen estado. Una sonrisa se formó en su rostro cuando vio que así era. Con toda la confianza del mundo le subió la camiseta/camisa y comenzó a mirar las heridas despacio.
Tras haberlo hecho soltó un suspiro mientras ahora le miraba a los ojos. – Realmente las heridas provocadas por los puños son menos complicadas. – Una vez dijo aquello empezó a vendar con cuidado las zonas dónde había sido cortado por las espadas del pirata que ahora dormía. No se fiaba lo más mínimo de las armas de aquel idiota y ahora sacó una botellita de su bolsillo. La vertió sobre los vendajes para que el líquido traspasase éstos y llegara a las heridas. Se trataba de alcohol puro. De aquella forma se aseguraría de desinfectar sus heridas totalmente. Una vez lo hizo bajó la ropa del joven con una sonrisa tranquila para después cruzarse de brazos. – Bueno pues creo que no me he dejado nada. Ahora estás totalmente curado y sano. – Una vez dijo aquello soltó una leve y alegre carcajada.
Finalmente pudo ver un banco y limpio. No como el resto que daban asco y parecían estar llenos de cosas raras. Ella también tenía conocimientos de medicina y podía aplicarlos allí mismo con el chico. Ahora le miró con tranquilidad y lo tomó del brazo empezando a caminar despacio hacia el banco. – Yo soy médica. Vamos siéntate y no te muevas lo más mínimo o te haré daño sin querer. – Dijo mientras ahora le miraba despacio y metía las manos por dentro de sus mangas. Allí tenía guardados los vendajes y tras desliarlos de una pequeña hombrera los estiró despacio comprobando que estaban en buen estado. Una sonrisa se formó en su rostro cuando vio que así era. Con toda la confianza del mundo le subió la camiseta/camisa y comenzó a mirar las heridas despacio.
Tras haberlo hecho soltó un suspiro mientras ahora le miraba a los ojos. – Realmente las heridas provocadas por los puños son menos complicadas. – Una vez dijo aquello empezó a vendar con cuidado las zonas dónde había sido cortado por las espadas del pirata que ahora dormía. No se fiaba lo más mínimo de las armas de aquel idiota y ahora sacó una botellita de su bolsillo. La vertió sobre los vendajes para que el líquido traspasase éstos y llegara a las heridas. Se trataba de alcohol puro. De aquella forma se aseguraría de desinfectar sus heridas totalmente. Una vez lo hizo bajó la ropa del joven con una sonrisa tranquila para después cruzarse de brazos. – Bueno pues creo que no me he dejado nada. Ahora estás totalmente curado y sano. – Una vez dijo aquello soltó una leve y alegre carcajada.
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Aquella chica estaba llena de sorpresas. Hinori no solo era una fuerte luchadora, sino que, también, era una doctora. ”Pero qué más escondes” – pensé mientras me dejaba guiar a un banco que, extrañamente, estaba limpio. Nos sentamos ahí y me dejé curar por Hinori. Sus manos, sin pedir permiso, me sacaron la camisa y noté que mi torso estaba lleno de sangre. ”Ese bastardo” – de reojo miraba la ubicación donde estaba, esperando que no se levantara. Y entonces, ella empezó, primero limpiando las heridas y dejando en claro los cortes que me había provocado… Pero, eso no fue lo peor, lo peor fue que, al momento de empezar a ponerme las vendas, noté un ardor increíble en mis heridas.
– ¡Que dolor! – Grité del dolor. ”Y se supone que debía ser valiente” – sea lo que sea que me había echado, dolía y ardía y sentía que me quemaba por dentro. Respiré hondo un par de veces y traté de olvidar ese dolor. Y entonces me surgió la pregunta, ¿qué debíamos hacer ahora? La idea de volver a la taberna, terminar nuestra comida y seguir conversando, sonaba tentadora… Pero, sentía que debíamos hacer otra cosa. Algo que, dentro de la isla, fuera más divertido que ir de taberna en taberna y/o peleando contra tipos. No quería más peleas y aparte, con Hinori me recorría una extraña sensación de protección. Como si con ella todo fuera con un aire más tranquilo y relajado, con una gota de inocencia.
– ¿Qué quieres hacer? – le pregunté con una sonrisa amable. – Pide lo que quieras, yo pago todo – tras mis últimas cazas junto a Taiga, tenía dinero de sobra para hacer, no todo, pero si para tener mis lujos o invitar a alguien a algún lado. No sabía la cantidad exacta que había logrado reunir, pero debía ser suficiente para cubrir los gastos de ellas. ”Aunque las mujeres suelen gastar todo” – Pensé con cierta gracia. Aunque tampoco me importaba gastarlo todo de golpe, teniendo de compañero a un caza, mis reservas de dinero eran infinitas. – Adelante, pide lo que quieras.
– ¡Que dolor! – Grité del dolor. ”Y se supone que debía ser valiente” – sea lo que sea que me había echado, dolía y ardía y sentía que me quemaba por dentro. Respiré hondo un par de veces y traté de olvidar ese dolor. Y entonces me surgió la pregunta, ¿qué debíamos hacer ahora? La idea de volver a la taberna, terminar nuestra comida y seguir conversando, sonaba tentadora… Pero, sentía que debíamos hacer otra cosa. Algo que, dentro de la isla, fuera más divertido que ir de taberna en taberna y/o peleando contra tipos. No quería más peleas y aparte, con Hinori me recorría una extraña sensación de protección. Como si con ella todo fuera con un aire más tranquilo y relajado, con una gota de inocencia.
– ¿Qué quieres hacer? – le pregunté con una sonrisa amable. – Pide lo que quieras, yo pago todo – tras mis últimas cazas junto a Taiga, tenía dinero de sobra para hacer, no todo, pero si para tener mis lujos o invitar a alguien a algún lado. No sabía la cantidad exacta que había logrado reunir, pero debía ser suficiente para cubrir los gastos de ellas. ”Aunque las mujeres suelen gastar todo” – Pensé con cierta gracia. Aunque tampoco me importaba gastarlo todo de golpe, teniendo de compañero a un caza, mis reservas de dinero eran infinitas. – Adelante, pide lo que quieras.
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Una gotita de sudor le cayó por la cabeza a la chica cuando escuchó gritar al moreno de aquella forma. Seguramente el alcohol puro había sido demasiado y más echándolo en los vendajes que se quedaría allí hasta que se secase. Ella ya estaba acostumbrada debido a la gran cantidad de heridas que se llevaba en sus entrenamientos. Tal vez el moreno no estaba acostumbrado a llevarse cortes y era la primera vez. Sin embargo no pasaba nada pues ella no iba a juzgarle de ninguna forma. No era así con las personas y mucho menos con las que le caían bien como le había pasado con el espadachín.
De repente Ushio le preguntó sobre lo que deseaba hacer y que pensaba invitarla a todo. Aquello hizo que la luchadora alzara una ceja por unos momentos. No era la típica que necesitaba que los chicos la invitasen usando armas de mujer o algo por el estilo. Tal vez aquel chico no se refería a aquello pero no pensaba aceptar pese a que no llevase ni un triste berri encima. Ahora soltó un eleve suspiro para después sonreír de forma amable. – No hace falta. Prefiero hacer cosas en las que el dinero no es necesario. Podríamos pasear o simplemente hablar sobre planes futuros. Aunque si quieres diversión a tope siempre podemos entrenar juntos. – Mencionó ahora sonriente.
Con aquello no se refería a combatir ya que las heridas del espadachín eran considerables. Pero por ejemplo correr o meditar debajo de una cascada podía ser un entrenamiento bueno y entretenido. En ese momento pudo sentir como su Den mushi sonaba y no tardó en ponérselo en la oreja. – Estaré allí en unas horas. – Dijo colgando para después sonreír mirando al chico. Tenía mucho tiempo libre y dentro de poco iba a tener que largarse una buena temporada para mejorar sus actitudes para el combate. De modo que ahora esperó una respuesta por parte de su nuevo amigo.
De repente Ushio le preguntó sobre lo que deseaba hacer y que pensaba invitarla a todo. Aquello hizo que la luchadora alzara una ceja por unos momentos. No era la típica que necesitaba que los chicos la invitasen usando armas de mujer o algo por el estilo. Tal vez aquel chico no se refería a aquello pero no pensaba aceptar pese a que no llevase ni un triste berri encima. Ahora soltó un eleve suspiro para después sonreír de forma amable. – No hace falta. Prefiero hacer cosas en las que el dinero no es necesario. Podríamos pasear o simplemente hablar sobre planes futuros. Aunque si quieres diversión a tope siempre podemos entrenar juntos. – Mencionó ahora sonriente.
Con aquello no se refería a combatir ya que las heridas del espadachín eran considerables. Pero por ejemplo correr o meditar debajo de una cascada podía ser un entrenamiento bueno y entretenido. En ese momento pudo sentir como su Den mushi sonaba y no tardó en ponérselo en la oreja. – Estaré allí en unas horas. – Dijo colgando para después sonreír mirando al chico. Tenía mucho tiempo libre y dentro de poco iba a tener que largarse una buena temporada para mejorar sus actitudes para el combate. De modo que ahora esperó una respuesta por parte de su nuevo amigo.
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Suspiré de forma relajada. Al menos, el dolor estaba disminuyendo y eso me permitía estar más tranquilo. Con menos cara de dolor, por decirlo de alguna manera. Era una sensación extraña, la verdad. Nunca antes había recibido un tratamiento tan directo y con lo que sea que le había echado las vendas. Escuché su respuesta… Y en mi surgió la pregunta, ¿qué mierda hacer? La idea de entrenar no me daba mucha gracia, había visto su fuerza y se notaba que era más fuerte que yo. No tendría una oportunidad contra ella y algo me decía que ella no me había enseñado todo su poder. No había ningún tipo aquí que, al parecer, la hiciera sudar. ”Ese Dexter tiene suerte, ¿eh?” – pensaba al saber que sus nakamas serían así de fuerte. No era raro pensar en eso, según sabía, él era considerado el hombre que estaba a nada de ser el Rey de los Piratas.
– Metas a futuro, ¿eh? – susurré mientras me levantaba. – Hablemos mientras caminamos – sabía que iba a aceptar. Ella no se veía como las típicas chicas que les gustaba estar sentadas, recibiendo halagos, flores o lo que sea. Sí, era una niña con toques de inocencia, pero ella, por lo que había visto, odiaba las peleas y era algo más activa que el resto de personas que conocía. Ignoré el hecho de que quizás se iba a ir a otro lado y me concentré en que la tenía que conocer un poco más. – Si te soy sincero, tengo dos grandes objetivos – empecé a caminar a paso calmado por las, ya casi no tan transitadas, calles de Jaya. – Busco ser el mejor espadachín, el más fuerte, el que pueda cortarlo todo – tomé una leve pausa mientras iba notando la importancia de mis palabras. ¿El más fuerte? Sí, el más fuerte. – Y el otro es salvar a una isla… La isla donde nací.
Las tabernas, lentamente, iban echando a los tipos borrachos y solo se quedaban con los que aún estaban en condiciones de seguir bebiendo. Se veían algunas peleas en alguna esquina y también mujeres que se aprovechaban de los hombres y viceversa. Una isla repugnante, una isla que merecía algo mejor que eso. Un mejor destino y una mejor calidad de vida. Una donde los piratas no decidieran que era lo mejor para hacer y tomar las decisiones importantes. ¿Sería posible? En la práctica, sí. Solo faltaba ese alguien que diera la señal de cambio, ese alguien que no sucumbiera ante nada ni nadie. Una sola persona podía provocar una ola de grandes cambios. Y esta isla la necesitaba. Ellos y todos los que habitaban aquí.
– Y, Hinori, ¿cuáles son tus metas? – Le pregunté con una sonrisa.
– Metas a futuro, ¿eh? – susurré mientras me levantaba. – Hablemos mientras caminamos – sabía que iba a aceptar. Ella no se veía como las típicas chicas que les gustaba estar sentadas, recibiendo halagos, flores o lo que sea. Sí, era una niña con toques de inocencia, pero ella, por lo que había visto, odiaba las peleas y era algo más activa que el resto de personas que conocía. Ignoré el hecho de que quizás se iba a ir a otro lado y me concentré en que la tenía que conocer un poco más. – Si te soy sincero, tengo dos grandes objetivos – empecé a caminar a paso calmado por las, ya casi no tan transitadas, calles de Jaya. – Busco ser el mejor espadachín, el más fuerte, el que pueda cortarlo todo – tomé una leve pausa mientras iba notando la importancia de mis palabras. ¿El más fuerte? Sí, el más fuerte. – Y el otro es salvar a una isla… La isla donde nací.
Las tabernas, lentamente, iban echando a los tipos borrachos y solo se quedaban con los que aún estaban en condiciones de seguir bebiendo. Se veían algunas peleas en alguna esquina y también mujeres que se aprovechaban de los hombres y viceversa. Una isla repugnante, una isla que merecía algo mejor que eso. Un mejor destino y una mejor calidad de vida. Una donde los piratas no decidieran que era lo mejor para hacer y tomar las decisiones importantes. ¿Sería posible? En la práctica, sí. Solo faltaba ese alguien que diera la señal de cambio, ese alguien que no sucumbiera ante nada ni nadie. Una sola persona podía provocar una ola de grandes cambios. Y esta isla la necesitaba. Ellos y todos los que habitaban aquí.
– Y, Hinori, ¿cuáles son tus metas? – Le pregunté con una sonrisa.
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Los dos no tardaron mucho en levantarse de aquel banco y empezar a caminar tranquilamente. Las calles por dónde pasaban ahora no estaban muy llenas y eso significaba intimidad, calma y felicidad. No había idiotas que les molestaran durante aquella conversación. De hecho si aparecía cualquier otro payaso, la chica lo mandaría a volar con un terrible golpe. Ser una tripulante de la banda de Dexter no era fácil y ya se había adaptado a pelear como era debido en situaciones difíciles. De esa forma era bastante útil y sus conocimientos de cocina y medicina la hacían mejor todavía. Se podía decir que la muchacha servía para todo o al menos para casi todo. Se lo había merecido desde que se adentró en el mundo de la piratería. Planeaba muchas cosas.
Estuvo escuchando a su acompañante tranquilamente mientras sonreía de lado en el trayecto. Su mera presencia la dejaba tranquila y la hacía sentir mejor. Era como si fuera con una persona que lucharía a su lado si pasaba cualquier cosa. Empezaron una agradable conversación sobre las metas de cada uno y el espadachín había sido el primero en hablar. Sus dos objetivos eran bastante interesantes. El primer sería realmente difícil pues espadachines había muchísimos. El segundo quizás le costaba menos. La morena ahora le sonrió de forma dulce mientras caminaba a su lado. Después de unos segundos él le preguntó por sus metas. Aquella pregunta iba a ser inevitable desde que empezaron a hablar. No pensaba dejarle sin saberlo y se lo pensó unos momentos.
Tras unos instantes suspiró mirándole con calma para después empezar a hablarle. – El primero es el de llegar a ser más conocida y fuerte que mi primo Derian. Otra es alcanzar el grado de Ju-shenshi y por último ser útil y querida en mi banda. Que Dexter llegue a ser el rey de los piratas también podría decirse que es mi meta. – Dijo en último lugar sonriendo de forma calmada mientras metía ambas manos en los bolsillos. Después de unos momentos por aquellas calles llegaron al puerto y fue cuando la chica vio su navío. – Si alguna vez necesitas ayuda solo tienes que avisarme. Podría ayudarte con tu isla o cualquier cosa. – Dijo ahora con una sonrisa dulce para después tenderle un papel con un número escrito. Era el suyo claramente. – Creo que debería empezar a prepararles la merienda a los chicos. De modo que voy a ir tirando. – Mencionó mientras le intentaba dar un abrazo.
Estuvo escuchando a su acompañante tranquilamente mientras sonreía de lado en el trayecto. Su mera presencia la dejaba tranquila y la hacía sentir mejor. Era como si fuera con una persona que lucharía a su lado si pasaba cualquier cosa. Empezaron una agradable conversación sobre las metas de cada uno y el espadachín había sido el primero en hablar. Sus dos objetivos eran bastante interesantes. El primer sería realmente difícil pues espadachines había muchísimos. El segundo quizás le costaba menos. La morena ahora le sonrió de forma dulce mientras caminaba a su lado. Después de unos segundos él le preguntó por sus metas. Aquella pregunta iba a ser inevitable desde que empezaron a hablar. No pensaba dejarle sin saberlo y se lo pensó unos momentos.
Tras unos instantes suspiró mirándole con calma para después empezar a hablarle. – El primero es el de llegar a ser más conocida y fuerte que mi primo Derian. Otra es alcanzar el grado de Ju-shenshi y por último ser útil y querida en mi banda. Que Dexter llegue a ser el rey de los piratas también podría decirse que es mi meta. – Dijo en último lugar sonriendo de forma calmada mientras metía ambas manos en los bolsillos. Después de unos momentos por aquellas calles llegaron al puerto y fue cuando la chica vio su navío. – Si alguna vez necesitas ayuda solo tienes que avisarme. Podría ayudarte con tu isla o cualquier cosa. – Dijo ahora con una sonrisa dulce para después tenderle un papel con un número escrito. Era el suyo claramente. – Creo que debería empezar a prepararles la merienda a los chicos. De modo que voy a ir tirando. – Mencionó mientras le intentaba dar un abrazo.
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Caminamos sin mucha prisa por las calles de Jaya. ¿Qué decir? Su compañía era grata y ya la consideraba una amiga más. Era una buena persona y hablaba con naturalidad conmigo, con ella me podía desenvolver tranquilamente y podía estar relajado ante cualquier situación. No solo porque era fuere, sino que desde siempre me había costado entablar alguna conversación con mujeres. Nunca entendí el por qué, pero era difícil… Pero con ella las cosas no eran así. Terminamos por llegar al puerto. Sus metas me dejaron impresionado. Eran tres y una que otra era más difícil. Sobre todo superar a Derian, aquel poderoso Shichibukai. Otro era ser una reconocida Ju-senshi y uno interesante era ser querida y útil en su banda. Comentó que hacer Dexter, Rey de los Piratas, también se podría considerar uno de sus objetivos. Suspiré de forma pesada al momento de la despedida.
– Gracias, Hinori – acepté tanto su número del Den Den Mushi y aquel abrazo. Con mi mano derecha le revolví un poco el pelo. – Espero volver a verte luego – me separé. Mi pequeño barco pesquero estaba a unos pocos metros. – La pase muy bien contigo y eres divertida. Te llamaré si te necesito. – Empecé a caminar lentamente hacia mi barco. Alcé una mano en señal de despedida. Antes de subirme al barco y emprender de nuevo mi viaje, me giré para verle y sonreírle.
– Algún día quiero probar tu comida, Hinori – ¿Nos veríamos de nuevo? Esperaba que sí, la verdad, esperaba que sí. Nuestro viaje era seguro que se iba a cruzar más a menudo de lo que uno se esperaría. Me había ganado a una amiga… ¿Qué sería de ella? Seguro sobrevivía a cada prueba, su tripulación y su capitán también lo era. No me debía preocupar por ella. – Cuídate, Hinori. Y mucha suerte. – Sonreí de manera amplia y terminé de subir al barco. ¿Cuándo nos veríamos de ella? No lo sabía, pero solo quedaba que esperar a que el destino nos juntase de nuevo.
– Gracias, Hinori – acepté tanto su número del Den Den Mushi y aquel abrazo. Con mi mano derecha le revolví un poco el pelo. – Espero volver a verte luego – me separé. Mi pequeño barco pesquero estaba a unos pocos metros. – La pase muy bien contigo y eres divertida. Te llamaré si te necesito. – Empecé a caminar lentamente hacia mi barco. Alcé una mano en señal de despedida. Antes de subirme al barco y emprender de nuevo mi viaje, me giré para verle y sonreírle.
– Algún día quiero probar tu comida, Hinori – ¿Nos veríamos de nuevo? Esperaba que sí, la verdad, esperaba que sí. Nuestro viaje era seguro que se iba a cruzar más a menudo de lo que uno se esperaría. Me había ganado a una amiga… ¿Qué sería de ella? Seguro sobrevivía a cada prueba, su tripulación y su capitán también lo era. No me debía preocupar por ella. – Cuídate, Hinori. Y mucha suerte. – Sonreí de manera amplia y terminé de subir al barco. ¿Cuándo nos veríamos de ella? No lo sabía, pero solo quedaba que esperar a que el destino nos juntase de nuevo.
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La joven sintió como aquel hombre le removía un poco el pelo de forma amable. Se había llevado un gran amigo aquel día y encima sentía que iba a volver a verle. Escuchó sus palabras y sonrió con dulzura y tranquilidad. La llamaría si la necesitaba y eso la hizo bastante feliz pues por fin podía serle de utilidad a alguien. Llevaba mucho tiempo sin escuchar a alguien decirle que la llamaría si la necesitaba. De hecho le había gustado muchísimo aquel abrazo y no pudo evitar soltar un suspiro mientras el joven se alejaba rumbo a su transporte. Era normal que no quisiera quedarse en aquel horrible lugar.
Una vez estaba lejos le dijo lo de la comida y no pudo evitar asentir con una sonrisa. – ¡Te haré todas las comidas que desees! ¡Usaré mis habilidades para llevarte al cielo! ¡Cuídate tú también! – Dijo para después sonreír tranquilamente mirando cómo se iba. Ya pensaba en hacerles deliciosos festines a los hombres de su tripulación y lo siguiente que hizo fue remangarse y suspirar. De su espalda surgieron sus alas blancas de energía y enseguida voló con calma hacia la cubierta. No le costó mucho aterrizar y enseguida miró a su alrededor.
No había nadie y aquello era buena señal pues tenía la cocina sola seguramente. Activó su mantra para poder evadir a los piratas y se dirigió hasta la sala. Una vez llegó no pudo evitar abrir la nevera y ver que había un enorme pescado que alguno habría cogido. Enseguida lo tomó y lo puso en la mesa a la par que sacaba un cuchillo y algunos ingredientes. Entre ellos se hallaban botellas de aceite y vinagre. Pensaba hacer un plato fantástico con el animal y servirlo con rodajas de naranja y varias patatas con bolitas de pulpo. Comenzaba la cocina y dentro de una media hora o cuarenta minutos lo tendría todo listo.
Una vez estaba lejos le dijo lo de la comida y no pudo evitar asentir con una sonrisa. – ¡Te haré todas las comidas que desees! ¡Usaré mis habilidades para llevarte al cielo! ¡Cuídate tú también! – Dijo para después sonreír tranquilamente mirando cómo se iba. Ya pensaba en hacerles deliciosos festines a los hombres de su tripulación y lo siguiente que hizo fue remangarse y suspirar. De su espalda surgieron sus alas blancas de energía y enseguida voló con calma hacia la cubierta. No le costó mucho aterrizar y enseguida miró a su alrededor.
No había nadie y aquello era buena señal pues tenía la cocina sola seguramente. Activó su mantra para poder evadir a los piratas y se dirigió hasta la sala. Una vez llegó no pudo evitar abrir la nevera y ver que había un enorme pescado que alguno habría cogido. Enseguida lo tomó y lo puso en la mesa a la par que sacaba un cuchillo y algunos ingredientes. Entre ellos se hallaban botellas de aceite y vinagre. Pensaba hacer un plato fantástico con el animal y servirlo con rodajas de naranja y varias patatas con bolitas de pulpo. Comenzaba la cocina y dentro de una media hora o cuarenta minutos lo tendría todo listo.
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