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Caminaba por el bosque de la montaña Corvo. La verdad, solo buscaba estar sola y sin mucha compañía. Había escuchado de los supuestos bandidos que se ocultaban en este sitio, pero las cosas, luego de tantas guerras sin sentido y el perder a Byakuro, me daba todo igual. La gente moría y dejaba un legado a su paso, él dejó el gremio y a nosotros. Lo recordaba como el hombre que, de haberlo conocido mejor, podría haberme hecho aprender a vivir a la vida y no a preocuparme del pasado, presente o futuro. Disfrutar del día y esas cosas. ”Carpe diem” – Sí, era una chica que se divertía y lograba sonreír, pero… Para mí, no era más que una simple fachada que escondía la verdadera tristeza que tenía por dentro.
– Ya nada va a ser igual.
Recordé la primera vez que vi a Byakuro y había sido una experiencia divertida. Verlo caer desde el cielo, desnudo, pelear con los pájaros gigantes y volar con él… El pelimorado había sido amable y gentil. ”Al menos espero estés descansando bien, capitán” – ¿Capitán? Sí, para mí era algo parecido a eso. Nos guiaba y nos tranquilizaba y, de paso, nos protegía de cualquier enemigo. Una persona loable y admirable por donde sea que se mirase. Suspiré de forma pesada y llegué a una explanada. Lo ideal si quería poder descansar y reflexionar sobre mi futuro. ”Desde la guerra que no logro contactarme con mis compañeros” – ¿Por qué no participé? Por simple miedo. Haber estado ahí significaría haber recordado todo mi maldito pasado y congelarme ahí mismo. Hubiera sido una carga y preferí alejarme de ese sitio. ”Seguro piensan que soy una cobarde” – y lo era… No lo dudaba.
– Quizás tenga que ser más fuerte. – Susurré a la vez que me sentaba en una piedra. Miré al cielo y lo vi despejado, sin nubes alrededor y un clima agradable. ”¿Qué debería hacer?” – sabía que por mucho que mirara el cielo, las cosas no iban a suceder por qué sí, debía afrontar mis miedos y salir adelante, pero.. ¿Cómo?
– ¡Maldita sea! – Grité con fuerza. Tratando de desahogarme y sentirme liberada… Me sentía realmente patética y humillada. ¿Por qué había pasado todo esto? ¿Por qué no podía escapar de la muerte? Sí, no me había afectado a mí, pero había afectado a alguien importante. A un camarada, a un amigo y, quizás, a la única persona que sería capaz de admirar.
– Ya nada va a ser igual.
Recordé la primera vez que vi a Byakuro y había sido una experiencia divertida. Verlo caer desde el cielo, desnudo, pelear con los pájaros gigantes y volar con él… El pelimorado había sido amable y gentil. ”Al menos espero estés descansando bien, capitán” – ¿Capitán? Sí, para mí era algo parecido a eso. Nos guiaba y nos tranquilizaba y, de paso, nos protegía de cualquier enemigo. Una persona loable y admirable por donde sea que se mirase. Suspiré de forma pesada y llegué a una explanada. Lo ideal si quería poder descansar y reflexionar sobre mi futuro. ”Desde la guerra que no logro contactarme con mis compañeros” – ¿Por qué no participé? Por simple miedo. Haber estado ahí significaría haber recordado todo mi maldito pasado y congelarme ahí mismo. Hubiera sido una carga y preferí alejarme de ese sitio. ”Seguro piensan que soy una cobarde” – y lo era… No lo dudaba.
– Quizás tenga que ser más fuerte. – Susurré a la vez que me sentaba en una piedra. Miré al cielo y lo vi despejado, sin nubes alrededor y un clima agradable. ”¿Qué debería hacer?” – sabía que por mucho que mirara el cielo, las cosas no iban a suceder por qué sí, debía afrontar mis miedos y salir adelante, pero.. ¿Cómo?
– ¡Maldita sea! – Grité con fuerza. Tratando de desahogarme y sentirme liberada… Me sentía realmente patética y humillada. ¿Por qué había pasado todo esto? ¿Por qué no podía escapar de la muerte? Sí, no me había afectado a mí, pero había afectado a alguien importante. A un camarada, a un amigo y, quizás, a la única persona que sería capaz de admirar.
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El día parecía ser bastante bueno sin duda alguna. El joven capitán de la marina caminaba con tranquilidad por aquel bosque pues le habían encargado investigar la zona un poco. La verdad es que pese a que no hubiese mucha acción siempre era buena idea asegurarse de proteger las cosas importantes como los árboles. Sin ellos no se podía respirar y mucha gente los trataba de mala forma. Si pillaba a alguien haciendo tal cosa seguramente lo arrestaba. Era su forma de pensar ya que deseaba el bien ante todo y proteger a todo el mundo. Sin duda era un marine noble y leal a sus compañeros y superiores. Jamás rechazaba una orden siempre y cuando fuese legal. Tampoco contestaba y además solía ser una persona divertida y traviesa. Al menos eso con los suyos.
Ahora había llegado a una especie de claro y se paró a descansar. Iba vestido con una chaqueta de cuero negra y la cual poseía una hombrera de acero con el logo de un lobo plateado. Unos pantalones largos y unas botas. En su espalda podía verse una capa blanca de la marina dónde ponía claramente la palabra “Capitán”. Además en una enorme funda negra parecía llevar un espadón enorme. No iba a sacarlo si no era necesario pues aquel material era peligroso. Al menos más para los usuarios que para él. En la cintura llevaba una riñonera de color mostaza y ésta era bastante grande. De repente se frenó en seco y soltó un suspiro mientras se sentaba y sacaba aquel objeto.
Lo abrió despacio y de éste sacó un mechero, un pequeño bote con gas, una mini parrilla de acero y un sobre de fideos instantáneos. – ¡Es hora de un buen tazón de ramen de ternera! – Dijo con una enorme voz mientras ahora montaba aquello leyendo las instrucciones y empezaba a hacerse su comida despacio. Ya sentía el delicioso sabor de los fideos en su boca. Empezó a reír de forma exagerada estando debajo de un árbol cuando de repente lo que parecía ser una manzana cayó de éste. Fue directa a su cabeza y debido a la altura y la velocidad a la que iba, terminó haciéndole algo de daño. El rubio de ojos azules se tiró empezando a rodar de un lado para otro mientras se tocaba la cabeza pero pendiente de su delicioso ramen ante todo. No iba a permitir que esa maravilla se le quemase o algo por el estilo.
Ahora había llegado a una especie de claro y se paró a descansar. Iba vestido con una chaqueta de cuero negra y la cual poseía una hombrera de acero con el logo de un lobo plateado. Unos pantalones largos y unas botas. En su espalda podía verse una capa blanca de la marina dónde ponía claramente la palabra “Capitán”. Además en una enorme funda negra parecía llevar un espadón enorme. No iba a sacarlo si no era necesario pues aquel material era peligroso. Al menos más para los usuarios que para él. En la cintura llevaba una riñonera de color mostaza y ésta era bastante grande. De repente se frenó en seco y soltó un suspiro mientras se sentaba y sacaba aquel objeto.
Lo abrió despacio y de éste sacó un mechero, un pequeño bote con gas, una mini parrilla de acero y un sobre de fideos instantáneos. – ¡Es hora de un buen tazón de ramen de ternera! – Dijo con una enorme voz mientras ahora montaba aquello leyendo las instrucciones y empezaba a hacerse su comida despacio. Ya sentía el delicioso sabor de los fideos en su boca. Empezó a reír de forma exagerada estando debajo de un árbol cuando de repente lo que parecía ser una manzana cayó de éste. Fue directa a su cabeza y debido a la altura y la velocidad a la que iba, terminó haciéndole algo de daño. El rubio de ojos azules se tiró empezando a rodar de un lado para otro mientras se tocaba la cabeza pero pendiente de su delicioso ramen ante todo. No iba a permitir que esa maravilla se le quemase o algo por el estilo.
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Seguía sentada en aquella roca. Pensando en qué debería hacer y cuál eran mis planes. Lo más normal, para alguien que había sufrido una perdida, sería buscar excusas para olvidarlo. Para mí, eso eran basuras y mierdas que inventó alguien fracasado. ¿Por qué olvidarlo? El dolor demandaba ser sentido, las lágrimas, lloradas y el corazón demandaba hacerse mil pedazos si era necesario. ¿Por qué no sentir el dolor? ¿Por qué no mostrar ese lado humano que tanto tememos mostrar? La verdad, no entendía ya nada de este mundo torcido y enfermo, y en uno donde gobernaban idiotas, corruptos y que solo veían como todo se derrumbaba todo en mil pedazos… Mi esperanza por la humanidad ahora era nula. Suspiré con cierta pesadez.
– El ser humano es un imbécil.
Era difícil entenderlo. Era difícil entender la situación y entender la gravedad de lo que había sucedido en aquella dura batalla. ”Quizás debería mostrar fortaleza” – pero, ¿dónde conseguía aquello? ¿Dónde conseguía aquella fortaleza que me estaba faltando? Suspiré resignada ante tanta presión y, finalmente, decidí que lo mejor era seguir aquí. La naturaleza, los animales y las plantas que me rodeaban, quizás encontraba aquí la respuesta o algo que me hiciera entender por qué la muerte solo se llevaba a las personas buenas. ¿Qué debíamos hacer para que los malos perecieran? La batalla no solo trajo consecuencias a los que participaron, sino que, también afectó a todos aquellos que no participaron. Familias devastadas y muerte de inocentes. ¿Qué más podía pasar? Una tercera guerra y el ciclo no se detenía. El carrusel nunca paraba de girar.
Entonces, apareció un hombre de la nada. Más bien, parecía un joven o un niño recién saliendo de la pubertad. Al parecer, no había presenciado que estaba aquí y se disponía a comer como si este fuera el patio de su casa. Sonreí al verle, de manera dulce, y… Sin hacer mucho ruido, me acerqué a él y le toqué el hombro izquierdo.
– Hola. – Dije con una sonrisa mientras me ponía el pelo detrás de la oreja. Seguramente se iba a girar y tirar toda su comida del susto. No era partidaria de hacer esas cosas, pero… Me podía servir para distraerme y, quizás, conocer a otras personas me daba más pistas de lo que debía hacer.
– El ser humano es un imbécil.
Era difícil entenderlo. Era difícil entender la situación y entender la gravedad de lo que había sucedido en aquella dura batalla. ”Quizás debería mostrar fortaleza” – pero, ¿dónde conseguía aquello? ¿Dónde conseguía aquella fortaleza que me estaba faltando? Suspiré resignada ante tanta presión y, finalmente, decidí que lo mejor era seguir aquí. La naturaleza, los animales y las plantas que me rodeaban, quizás encontraba aquí la respuesta o algo que me hiciera entender por qué la muerte solo se llevaba a las personas buenas. ¿Qué debíamos hacer para que los malos perecieran? La batalla no solo trajo consecuencias a los que participaron, sino que, también afectó a todos aquellos que no participaron. Familias devastadas y muerte de inocentes. ¿Qué más podía pasar? Una tercera guerra y el ciclo no se detenía. El carrusel nunca paraba de girar.
Entonces, apareció un hombre de la nada. Más bien, parecía un joven o un niño recién saliendo de la pubertad. Al parecer, no había presenciado que estaba aquí y se disponía a comer como si este fuera el patio de su casa. Sonreí al verle, de manera dulce, y… Sin hacer mucho ruido, me acerqué a él y le toqué el hombro izquierdo.
– Hola. – Dije con una sonrisa mientras me ponía el pelo detrás de la oreja. Seguramente se iba a girar y tirar toda su comida del susto. No era partidaria de hacer esas cosas, pero… Me podía servir para distraerme y, quizás, conocer a otras personas me daba más pistas de lo que debía hacer.
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Xemnas tras haberse recuperado del golpe de aquella manzana continuó vigilando su ramen de forma celosa. Le sofocaba tener que esperar tres jodidos minutos pero el tiempo no iba a tardar mucho en pasar. Después de unos momentos por fin vio como el humo salía del sobre de forma exagerada y aquello solo podía significar que era el momento adecuado. Soltó una leve risa para después coger aquel envoltorio con sumo cuidado y sacar sus palillos. Abrió despacio la tapa sintiendo aquel delicioso olor que entraba por sus fosas nasales y le pedía que devorase cuanto antes aquella delicia. En ese momento el chico usó los palillos para llevarse una buena cantidad a la boca empezando a sentir aquella explosión de sabores. La sensación de ternera mezclada con la sopa era fantástica. La verdad es que los fideos instantáneos eran en el mejor invento de toda la humanidad según el rubio.
De repente mientras disfrutaba de aquel maravilloso aperitivo sintió una extraña sensación. Era como si alguien le hubiese puesto la mano en el hombro. De repente escuchó que le saludaban pero allí había un problema. Estaba claro que no era un enemigo pues no le había atacado pero de todas formas ese tono pertenecía sin duda al de una mujer. Aquello le hizo sentir un escalofrío impresionante. Se giró muy despacio tragando saliva y pudo ver aquellos preciosos ojos azules que se clavaron en los suyos. Un rostro angelical y pálido. En cierto modo se parecía muchísimo a él. El marine de alto rango soltó un quejido de sorpresa y lanzó los fideos por los aires. Parte del caldo cayó en sus piernas produciéndole un grito de dolor debido a la temperatura. Se apartó las gotas con las manos y después reculó un poco hacia atrás mientras se alejaba mínimo dos metros y medio de la chica.
¿Qué diablos le pasaba? Desde pequeño todas las chicas de su isla se habían metido con él. Pensaba que aquello iba a seguir siendo así en cualquier parte del mundo. Tan solo su hermana le había cuidado bien pero ésta llevaba perdida cerca de algunos años. De hecho ya la había dado por muerta y era una lástima. Por ello tenía cierto miedo a las mujeres ya que pensaba que todas planeaban cosas malas contra él para hacerle daño. Tragó saliva tratando de relajarse pues tan solo le había saludado y quizás se había perdido o algo por el estilo. Tragó saliva despacio mientras se armaba del valor necesario para responderle. – H-hola ¿N-necesita a-algo? – Dijo tartamudeando varias veces mientras apartaba la mirada de los ojos de ella y los dirigía al pelo para evitar más nervios de los necesarios. Era incluso muy joven para ser capitán de la marina.
De repente mientras disfrutaba de aquel maravilloso aperitivo sintió una extraña sensación. Era como si alguien le hubiese puesto la mano en el hombro. De repente escuchó que le saludaban pero allí había un problema. Estaba claro que no era un enemigo pues no le había atacado pero de todas formas ese tono pertenecía sin duda al de una mujer. Aquello le hizo sentir un escalofrío impresionante. Se giró muy despacio tragando saliva y pudo ver aquellos preciosos ojos azules que se clavaron en los suyos. Un rostro angelical y pálido. En cierto modo se parecía muchísimo a él. El marine de alto rango soltó un quejido de sorpresa y lanzó los fideos por los aires. Parte del caldo cayó en sus piernas produciéndole un grito de dolor debido a la temperatura. Se apartó las gotas con las manos y después reculó un poco hacia atrás mientras se alejaba mínimo dos metros y medio de la chica.
¿Qué diablos le pasaba? Desde pequeño todas las chicas de su isla se habían metido con él. Pensaba que aquello iba a seguir siendo así en cualquier parte del mundo. Tan solo su hermana le había cuidado bien pero ésta llevaba perdida cerca de algunos años. De hecho ya la había dado por muerta y era una lástima. Por ello tenía cierto miedo a las mujeres ya que pensaba que todas planeaban cosas malas contra él para hacerle daño. Tragó saliva tratando de relajarse pues tan solo le había saludado y quizás se había perdido o algo por el estilo. Tragó saliva despacio mientras se armaba del valor necesario para responderle. – H-hola ¿N-necesita a-algo? – Dijo tartamudeando varias veces mientras apartaba la mirada de los ojos de ella y los dirigía al pelo para evitar más nervios de los necesarios. Era incluso muy joven para ser capitán de la marina.
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No pude evitar sonreír con la reacción de aquel joven. ¿Por qué? Porque, literalmente, estaba nervioso y apenas atinaba a alejarse de mí, aún sentado, y tartamudeaba. No me había fijado en un solo detalle, era de la marina. ”Bastante joven para ser un Marine” – pensé al verlo mejor. ¿Qué podía hacer? Negué con la cabeza a su pregunta, no necesitaba nada salvo respuestas que, seguramente, él tampoco sabía. Me senté en el suelo y lo miré a sus ojos. ”¿Por qué tan nervioso?” – Habían tres posibles razones: Primero, era un cobarde. Segunda, era tímido por naturaleza y conocer a personas nuevas no era una bonita experiencia. Tercera, y menos probable, le temía a las mujeres. De entre todas, podía ser la uno y dos combinadas, lo cual sería aburrido porque no podría conversar de manera grata. La tercera, era raro, pero conocía a hombres así. ¿Sería su caso?
– Primero, los modales. Soy Amane Misa, cazadora de recompensas. –Dije de forma, casi natural, a lo que me dedicaba. Solo para evitar que se pusiera alerta y empezara a hacer su “deber marine” contra alguien que era más bien su aliado. Mi tono era alegre, ya que, no quería sonar de otra forma, después de todo, si por causales de la vida, tenía miedo a las mujeres; no quería que lo tuviera de mí. Suspiré de forma relajada. ¿Cómo debía tratar con él? No quería iniciar una conversación muy seria, pero tampoco quería empezar una conversación que, a finales de cuenta, no nos llevara a ningún sitio. ”Solo se tú y ve que pasa” – me dije a mi misma.
– No deberías preocuparte tanto, ¿sabes? – mis ojos azules no se separaban de los suyos, que eran del mismo tono que los míos. Su cabello era dorado, casi blanco y por momentos parecía albino. – Pero, ¿no eres muy joven para ser miembro de la Marina? Y, por sobre todo, ¿para ser un capitán? – Pregunté con inocencia. No era de las personas que pensaba que tener una cierta edad te daba derecho a mejores cosas, pero sí era de las que pensaba que, ser tan joven y tener un cargo importante, era riesgoso. ¿Qué me respondería? Y… ¿Cómo hablaría? Era un chico interesante, la verdad.
– Primero, los modales. Soy Amane Misa, cazadora de recompensas. –Dije de forma, casi natural, a lo que me dedicaba. Solo para evitar que se pusiera alerta y empezara a hacer su “deber marine” contra alguien que era más bien su aliado. Mi tono era alegre, ya que, no quería sonar de otra forma, después de todo, si por causales de la vida, tenía miedo a las mujeres; no quería que lo tuviera de mí. Suspiré de forma relajada. ¿Cómo debía tratar con él? No quería iniciar una conversación muy seria, pero tampoco quería empezar una conversación que, a finales de cuenta, no nos llevara a ningún sitio. ”Solo se tú y ve que pasa” – me dije a mi misma.
– No deberías preocuparte tanto, ¿sabes? – mis ojos azules no se separaban de los suyos, que eran del mismo tono que los míos. Su cabello era dorado, casi blanco y por momentos parecía albino. – Pero, ¿no eres muy joven para ser miembro de la Marina? Y, por sobre todo, ¿para ser un capitán? – Pregunté con inocencia. No era de las personas que pensaba que tener una cierta edad te daba derecho a mejores cosas, pero sí era de las que pensaba que, ser tan joven y tener un cargo importante, era riesgoso. ¿Qué me respondería? Y… ¿Cómo hablaría? Era un chico interesante, la verdad.
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El rubio seguía observando el cabello de aquella chica algo nervioso. No podía evitar sentirse así en presencia de una mujer. Encima aquella era preciosa y no apartaba su mirada de la él. Ahora estaba deseando poder esconderse detrás de su capitán Al. Tragó saliva estando más nervioso a cada segundo que pasaba y a la vez algo apenado por haber perdido sus deliciosos fideos instantáneos. El sabor a ternera se había ido al traste por culpa de la joven que le había asustado de aquella forma. No sabía si aquello se consideraba ataque a la ley pero él nunca arrestaría a una persona que no se lo mereciera. Tan solo asesinos o tipos que violaban o usaban la violencia caían ante su espada.
Enseguida la chica dijo que los modales eran lo primero y se presentó diciendo su nombre y cargo. Al parecer era una cazadora de recompensas. Enseguida le dijo que no debía preocuparse y que era demasiado joven para ser marine y encima capitán. Razón no le faltaba pues el chico había llegado al cargo mediante sus medallas y habilidades. No pudo evitar soltar un nuevo suspiro y apretar los puños para liberar un poco de tensión. Lo siguiente que hizo fue clavar su mirada en los ojos de ella con valor pero enseguida apartó la vista mirando a otro lado sin poder evitarlo. Sin duda alguna le estaba costando mucho aquella situación con la mujer cazadora.
Después unos segundos trató de hablarle tranquilamente. – He llegado al cargo mediante demostraciones de mi fuerza y méritos de batalla. Mi n-nombre es X-Xemnas. – Dijo con bastante dificultad y con algunos tartamudeos mientras ahora la miraba despacio conteniendo las ganas de salir corriendo. Nunca había visto a una mujer tan cerca que no fuera su hermana y realmente estaba impresionado con el aspecto físico de la chica. Además parecía ser una buena persona pero de todas formas no iba a confiarse. Estaba alerta a todo y permanecería en aquel plan hasta que estuviese seguro al cien por cien de la situación. De todas formas siempre podía tratar de cortar la conversación con la excusa de estar de servicio. Algo ridículo teniendo en cuenta que estaba comiendo.
Enseguida la chica dijo que los modales eran lo primero y se presentó diciendo su nombre y cargo. Al parecer era una cazadora de recompensas. Enseguida le dijo que no debía preocuparse y que era demasiado joven para ser marine y encima capitán. Razón no le faltaba pues el chico había llegado al cargo mediante sus medallas y habilidades. No pudo evitar soltar un nuevo suspiro y apretar los puños para liberar un poco de tensión. Lo siguiente que hizo fue clavar su mirada en los ojos de ella con valor pero enseguida apartó la vista mirando a otro lado sin poder evitarlo. Sin duda alguna le estaba costando mucho aquella situación con la mujer cazadora.
Después unos segundos trató de hablarle tranquilamente. – He llegado al cargo mediante demostraciones de mi fuerza y méritos de batalla. Mi n-nombre es X-Xemnas. – Dijo con bastante dificultad y con algunos tartamudeos mientras ahora la miraba despacio conteniendo las ganas de salir corriendo. Nunca había visto a una mujer tan cerca que no fuera su hermana y realmente estaba impresionado con el aspecto físico de la chica. Además parecía ser una buena persona pero de todas formas no iba a confiarse. Estaba alerta a todo y permanecería en aquel plan hasta que estuviese seguro al cien por cien de la situación. De todas formas siempre podía tratar de cortar la conversación con la excusa de estar de servicio. Algo ridículo teniendo en cuenta que estaba comiendo.
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Suspiré con calma ante su respuesta. Si era un capitán, era fuerte. Y sobre todo si había subido por mérito propio y no porque le habrían regalado aquel puesto. ”Eso o la Marina ya perdió la cabeza” – su nombre era Xemnas. Y, aunque traté de relajarlo y distenderlo, no funcionaba. Seguía muy nervioso… Debería preguntarle, quizás, su razón de porque era así, pero tampoco quería sonar muy… Impertinente o fuera de lugar. ¿Cómo debería hablar con él? No es que no tuviera una forma de iniciar una conversación, pero entre que era tímido y que, en mi mente, se iba formando la idea de que, en verdad, le tenía miedo a las mujeres. ¿Por qué se complicaban tanto las cosas? No, ¿por qué era tan complicado hablar con él?
– Quizás deba aclarar una cosa… – mi tono era dulce. Notaba que él me miraba a los ojos, pero luego de unos segundos, desviaba su mirada. – No soy una enemiga y no planeo atacarte. Eso solo me traería problemas y créeme cuando digo que ya tengo suficientes. – Y era la verdad… Ya era suficiente con no saber qué hacer con mi vida como para tener que, aparte de ganar wanted y pasar a ser considerada una clase de pirata, pelear contra un capitán. No era siquiera algo divertido y las ganas de combatir era pocas, por no decir que no existían.
Por mi mente seguían pasando los recuerdos de Byakuro y, aunque fueron pocos, los días en el gremio. Suspiré con cierta tristeza… ”¿Por qué…?” – La razón era simple, un estúpido rey intentó gobernar el mundo. El líder del gremio, solo cumplió su deber y murió haciéndolo…. No era para nada justo. Alguien debió prever lo que pasaría y aun así no hizo nada. La marina y el Gobierno Mundial hicieron caso omiso a esa amenaza y, por su maldita culpa, Byakuro había muerto.
– Y, Xemnas, ¿Cómo capitán participaste en la guerra? – Pregunté con cierta curiosidad. Seguramente había participado o eso creía. Suponía que era lo obvio al ser de la marina. Pero, ¿qué me diría?
– Quizás deba aclarar una cosa… – mi tono era dulce. Notaba que él me miraba a los ojos, pero luego de unos segundos, desviaba su mirada. – No soy una enemiga y no planeo atacarte. Eso solo me traería problemas y créeme cuando digo que ya tengo suficientes. – Y era la verdad… Ya era suficiente con no saber qué hacer con mi vida como para tener que, aparte de ganar wanted y pasar a ser considerada una clase de pirata, pelear contra un capitán. No era siquiera algo divertido y las ganas de combatir era pocas, por no decir que no existían.
Por mi mente seguían pasando los recuerdos de Byakuro y, aunque fueron pocos, los días en el gremio. Suspiré con cierta tristeza… ”¿Por qué…?” – La razón era simple, un estúpido rey intentó gobernar el mundo. El líder del gremio, solo cumplió su deber y murió haciéndolo…. No era para nada justo. Alguien debió prever lo que pasaría y aun así no hizo nada. La marina y el Gobierno Mundial hicieron caso omiso a esa amenaza y, por su maldita culpa, Byakuro había muerto.
– Y, Xemnas, ¿Cómo capitán participaste en la guerra? – Pregunté con cierta curiosidad. Seguramente había participado o eso creía. Suponía que era lo obvio al ser de la marina. Pero, ¿qué me diría?
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El chico escuchó como ella le decía que no era ninguna enemiga y que atacarle solo le podía dar problemas. Sin embargo el miedo del rubio no era a algo violento pues tenía su arma para defenderse. Lo que le aterraba era tener que recibir insultos o humillaciones como en el pasado en su isla natal. Ahora no sabía ni siquiera si iba a volver a ver a su hermana y no había nadie en aquel sitio para defenderle. Estuvo pensándose aquello unos segundos y trató de concentrarse y dejarse de tonterías. No podía continuar de aquella jodida forma. Debía aprender que si subía de rango era para mandar sobre mujeres también. Debía ordenarles cosas y demás y si parecía un llorón no le iba a respetar.
Apretó los puños de nuevo y tomó bastante aire para después expulsarlo de golpe tratando de relajarse del todo frente a la chica. – “Tranquilo, Xemnas. Tú puedes hacerlo, hombre. Eres un marine con el rango de capitán” – Pensó mientras entrecerraba los ojos despacio. Ya era hora de dejarse de estupideces y entonces fue cuando escuchó su pregunta. – Estuve en la anterior pero no como marine. En esta debería haber debutado como capitán pero estaba destinado en otra misión. – Dijo mientras la observaba. En ese momento se dio cuenta de que no se había puesto a tartamudear y sonrió de repente.
En aquel momento miró a la chica de nuevo contemplando lo mona que era. – Perdona mi primera reacción. Desde que era pequeño recibí insultos y humillaciones de todas las chicas. – Añadió después desviando la mirada ligeramente mientras pensaba en los malditos años que tuvo que soportar. De hecho no quería que lo respetaran como marine, más bien como persona. Su objetivo era ayudar a todo el mundo y acabar con los malvados de una vez por todas. Su hermana estuvo a punto de hacerle un Hitman o un asesino a sueldo. Se alegraba de haberse decantado por el lado bueno. Solo esperaba que ella no le hubiese abandonado por tomar aquella decisión.
Apretó los puños de nuevo y tomó bastante aire para después expulsarlo de golpe tratando de relajarse del todo frente a la chica. – “Tranquilo, Xemnas. Tú puedes hacerlo, hombre. Eres un marine con el rango de capitán” – Pensó mientras entrecerraba los ojos despacio. Ya era hora de dejarse de estupideces y entonces fue cuando escuchó su pregunta. – Estuve en la anterior pero no como marine. En esta debería haber debutado como capitán pero estaba destinado en otra misión. – Dijo mientras la observaba. En ese momento se dio cuenta de que no se había puesto a tartamudear y sonrió de repente.
En aquel momento miró a la chica de nuevo contemplando lo mona que era. – Perdona mi primera reacción. Desde que era pequeño recibí insultos y humillaciones de todas las chicas. – Añadió después desviando la mirada ligeramente mientras pensaba en los malditos años que tuvo que soportar. De hecho no quería que lo respetaran como marine, más bien como persona. Su objetivo era ayudar a todo el mundo y acabar con los malvados de una vez por todas. Su hermana estuvo a punto de hacerle un Hitman o un asesino a sueldo. Se alegraba de haberse decantado por el lado bueno. Solo esperaba que ella no le hubiese abandonado por tomar aquella decisión.
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Lo vi, luego de un intenso “suspiro”, relajándose. ”Al fin” – Sus dos respuestas me dejaron con cierta intriga. Pero, al menos, ya sabía que su temor y su actuación era porque, en verdad, le temía a las mujeres. ¿Razón? En su isla natal había recibido humillaciones e insultos por todas las chicas de esta. ”Eso debió ser duro” – pensé tratando de ponerme en sus zapatos. Debió haber sido complicado, más si cuando lo hacen sin motivos. ”Supongo que tendré que ir con cuidado” – No quería herirlo de nuevo y debería ir midiendo mis palabras. Nunca estaba de más tener un amigo más. ¿Qué debería decirle? ¿Cómo debería tratarlo? Suspiré de forma tranquila y le miré con dulzura.
– Pues… Eres un chico lindo, a decir verdad – dije con una sonrisa. Seguramente eso lo haría volver a estar nervioso o lo haría ruborizarse. ”¿Qué debo hacer?” – No sabía cómo tratarlo, en que tono hablarle. Si estaba traumado con las mujeres, estaba en una situación complicada. Xemnas era un chico interesante, pero si lo trataba mal o decía algo incorrecto podía lastimarlo y no era mi intención. – Puedes estar tranquilo, Xemnas-kun[, no te diré o haré nada que te traiga malos recuerdos. – No tenía seguridad de si él me iba a creer o no, pero… Tenía que comprobarlo. Todo dependería de como fuera el tono de mi voz y de cómo se tomará mis palabras.
– Por cierto, si deseas, puedes preguntarme cosas. No tengo problemas y podría responder todo. – Dije con un tono algo divertido. No quería ser yo la que hiciera todas las preguntas y que él se sintiera en alguna clase de interrogatorio. ¿Qué resultaría de todo esto? Esperaba que alguna amistad o, por lo menos, una buena relación entre nosotros.
– Pues… Eres un chico lindo, a decir verdad – dije con una sonrisa. Seguramente eso lo haría volver a estar nervioso o lo haría ruborizarse. ”¿Qué debo hacer?” – No sabía cómo tratarlo, en que tono hablarle. Si estaba traumado con las mujeres, estaba en una situación complicada. Xemnas era un chico interesante, pero si lo trataba mal o decía algo incorrecto podía lastimarlo y no era mi intención. – Puedes estar tranquilo, Xemnas-kun[, no te diré o haré nada que te traiga malos recuerdos. – No tenía seguridad de si él me iba a creer o no, pero… Tenía que comprobarlo. Todo dependería de como fuera el tono de mi voz y de cómo se tomará mis palabras.
– Por cierto, si deseas, puedes preguntarme cosas. No tengo problemas y podría responder todo. – Dije con un tono algo divertido. No quería ser yo la que hiciera todas las preguntas y que él se sintiera en alguna clase de interrogatorio. ¿Qué resultaría de todo esto? Esperaba que alguna amistad o, por lo menos, una buena relación entre nosotros.
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No podía ser verdad. Aquella chica le había llamado lindo. No pudo evitar sonrojarse de nuevo mientras apartaba la mirada de forma descarada pues nunca nadie la había llamado de aquella forma salvo su hermana. No estaba nada acostumbrado y le costó bastante asimilar esas palabras. De nuevo trató de relajarse aunque le estuviese costando horrores hacerlo. Claro es que además de ser mujer era preciosa y eso se hacía más difícil todavía. Sin embargo debido a su enorme poder de la imaginación pudo convertirla en un espejo ¿Qué sentido había en esas palabras? Fácil. Eran tan parecidos que tan solo debía pensar que ella tenía pelo corto y de esa forma lograr pensar que era un chico.
De repente ella le dijo que podía preguntar también y aquello le hizo estarse algo más tranquilo. Por desgracia no sabía que decirle a una chica como ella pues lo sabía todo acerca de las mujeres. Joder si a su hermana le faltó poco hasta para violarlo. A veces pensaba que a la castaña le iba el incesto y quería hacerlo con él. Negó varias veces con la cabeza quitando aquella idea de su mente para después mirarla. – ¿Perteneces a algún gremio? ¿Te gustan los fideos instantáneos? – Dijo aquellas palabras con una sonrisa tranquila.
Al parecer estaba aprendiendo a controlar sus nervios. De todas formas como se estaba imaginando que hablaba con un chico podía hacer lo que hacía con ellos. De modo que ahora cerró los ojos de forma amable para después estirar su mano derecha y colocarla sobre la mejilla de aquella cazadora. – Para linda ya estás tú. – Dios bendiga las frases de Arthur con las mujeres. De aquella forma pensaba que lo estaría haciendo bien para caerle bien y que cogiese confianza. – “Joder qué difícil es esto…” – Pensó con los ojos cerrados sin intención de abrirlos ya que entonces la vería muy de cerca y se pondría nervioso de nuevo.
De repente ella le dijo que podía preguntar también y aquello le hizo estarse algo más tranquilo. Por desgracia no sabía que decirle a una chica como ella pues lo sabía todo acerca de las mujeres. Joder si a su hermana le faltó poco hasta para violarlo. A veces pensaba que a la castaña le iba el incesto y quería hacerlo con él. Negó varias veces con la cabeza quitando aquella idea de su mente para después mirarla. – ¿Perteneces a algún gremio? ¿Te gustan los fideos instantáneos? – Dijo aquellas palabras con una sonrisa tranquila.
Al parecer estaba aprendiendo a controlar sus nervios. De todas formas como se estaba imaginando que hablaba con un chico podía hacer lo que hacía con ellos. De modo que ahora cerró los ojos de forma amable para después estirar su mano derecha y colocarla sobre la mejilla de aquella cazadora. – Para linda ya estás tú. – Dios bendiga las frases de Arthur con las mujeres. De aquella forma pensaba que lo estaría haciendo bien para caerle bien y que cogiese confianza. – “Joder qué difícil es esto…” – Pensó con los ojos cerrados sin intención de abrirlos ya que entonces la vería muy de cerca y se pondría nervioso de nuevo.
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¡Lo sabía! Sabía que se iba a ruborizar por mi comentario sobre cómo. Es que era la verdad, no solía mentir sobre el aspecto de alguien, sea hombre o mujer. Y entonces su preguntas llegaron, acompañadas de varios gestos de negación con la cabeza. ¿Qué le pasaba ahora? Mi rostro se entristeció por momentos, no sabía si el gremio iba a seguir en pie o si cada uno iba a seguir su propio camino. Hasta donde sabía, aparte de la muerte de Byakuro, había muerto en una cruel batalla contra, supuestamente, el líder del Cipher Pol Leon Zaid, el espadachín de Wano, Shun. Dos grandes pérdidas en una misma guerra, un golpe de psicológico enorme a nuestra moral y gremio. No sabía… Suspiré y volví a estar como antes gracias a su halago sobre que yo era la linda en ese lugar.
– Es complicado, Xemnas-kun… – empecé a decir mientras trataba de mantener una sonrisa. La situación era complicada, y lentamente sentía que la tristeza que, por momentos, lograba contener, ahora recorría cada parte de mi cuerpo. – No sé si el gremio en el que estaba seguirá operando – iba a ser sincera para ganarme su confianza. Su total confianza y demostrarle que no era como todas esas perras que lo trataron mal. – Pertenezco al gremio de Byakuro Kyoya y como, seguramente, sepas… Murió cuando logró derrotar a Derian. – Mi tono, de momentos, fue triste, pero tratando de contrarrestar con algo de alegría, pero… ¿Cómo decirle a alguien que tu líder había muerto sin sonar triste? ¿Cómo no hacerlo si era la única persona que podías admirar? Su forma de ser, ese gran poder y esa personalidad eran únicos y… Lo había perdido. Lo había perdido y ahora no iba a volver.
– Una persona me dijo algo cierto… – dije con un tono algo sombrío. – Sangre derramada traerá más sangre, el odio traerá más odio… – una leve pausa. Un suspiro pesado y mi mirada algo entristecida. – No importa cuánto se repita nunca aprenderemos… – a cada palabra recordaba la risa de Byakuro… ¡Maldito sea Derian! – Los humanos sí que somos criaturas idiotas y tristes. – Finalicé con una falsa sonrisa. Lo odiaba… Odiaba a Derian por quitar a alguien importante de mi vida.
– Es complicado, Xemnas-kun… – empecé a decir mientras trataba de mantener una sonrisa. La situación era complicada, y lentamente sentía que la tristeza que, por momentos, lograba contener, ahora recorría cada parte de mi cuerpo. – No sé si el gremio en el que estaba seguirá operando – iba a ser sincera para ganarme su confianza. Su total confianza y demostrarle que no era como todas esas perras que lo trataron mal. – Pertenezco al gremio de Byakuro Kyoya y como, seguramente, sepas… Murió cuando logró derrotar a Derian. – Mi tono, de momentos, fue triste, pero tratando de contrarrestar con algo de alegría, pero… ¿Cómo decirle a alguien que tu líder había muerto sin sonar triste? ¿Cómo no hacerlo si era la única persona que podías admirar? Su forma de ser, ese gran poder y esa personalidad eran únicos y… Lo había perdido. Lo había perdido y ahora no iba a volver.
– Una persona me dijo algo cierto… – dije con un tono algo sombrío. – Sangre derramada traerá más sangre, el odio traerá más odio… – una leve pausa. Un suspiro pesado y mi mirada algo entristecida. – No importa cuánto se repita nunca aprenderemos… – a cada palabra recordaba la risa de Byakuro… ¡Maldito sea Derian! – Los humanos sí que somos criaturas idiotas y tristes. – Finalicé con una falsa sonrisa. Lo odiaba… Odiaba a Derian por quitar a alguien importante de mi vida.
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El chico pudo notar la tristeza en los ojos de la muchacha. Odiaba que la gente estuviese así delante de él y aunque no fuera cosa suya le dolía bastante. Estaba haciendo una amiga por primera vez en su vida y ésta estaba en un estado malo. El hombre asesinado había sido uno de los Shichibukais y por lo escuchado uno de los más poderosos. El rubio no pudo evitar apartar la mano despacio de la mejilla de ella para ahora apretar el puño con fuerza. Le estaba dando mucha rabia lo pasado. No creía que alguien con el poder del peliblanco pudiese caer en una guerra por algo tan simple como el Norte. La verdad es que si hubiese sido por algo más potente como la base marina o del CP lo habría entendido.
La chica parecía estar a punto de llorar y en ese momento escuchó sus últimas palabras. El rubio frunció el ceño de forma notoria y a continuación se puso en pie. Tomó su enorme espadón de kairouseki y mediante su potente energía hizo que este empezara a ser recorrido por su poder a toda velocidad. La fricción provocó que el arma se incendiase en fuego y a continuación la clavó en el suelo con fuerza, atravesando éste como si fuese mantequilla. Su rostro estaba ensombrecido y ahora fue cuando miró a los ojos de la cazadora. – ¡Se acabo! Estoy harto de ver a personas inocentes morir sin sentido. Voy a ser el marine más fuerte de todos ¡Voy a conseguir la paz y aprenderé a evitar que las personas mueran! ¡Tienes mi palabra! – En sus ojos se podía ver una increíble determinación.
Ahora no estaba hablando el chico tímido de antes. Más bien un verdadero capitán de la marina y con un poder considerable. No necesitaba ninguna fruta para ser poderoso. De hecho iba a formarse con un arsenal de kairouseki totalmente. Combatiría con todos sus enemigos de forma honrada hasta derrotarlos. Pensaba llegar a ser un gran almirante como había sido Minato Kazuo y no como los dos traidores de Karl y Krauser. Estaba seguro de lo que decía y lo siguiente que hizo fue tender su mano derecha a la chica. – Levántate, Misa. No quiero que derrames ninguna lágrima. Yo me ocuparé de cambiar este mundo. – En su rostro se formó una sonrisa tranquila y amable.
La chica parecía estar a punto de llorar y en ese momento escuchó sus últimas palabras. El rubio frunció el ceño de forma notoria y a continuación se puso en pie. Tomó su enorme espadón de kairouseki y mediante su potente energía hizo que este empezara a ser recorrido por su poder a toda velocidad. La fricción provocó que el arma se incendiase en fuego y a continuación la clavó en el suelo con fuerza, atravesando éste como si fuese mantequilla. Su rostro estaba ensombrecido y ahora fue cuando miró a los ojos de la cazadora. – ¡Se acabo! Estoy harto de ver a personas inocentes morir sin sentido. Voy a ser el marine más fuerte de todos ¡Voy a conseguir la paz y aprenderé a evitar que las personas mueran! ¡Tienes mi palabra! – En sus ojos se podía ver una increíble determinación.
Ahora no estaba hablando el chico tímido de antes. Más bien un verdadero capitán de la marina y con un poder considerable. No necesitaba ninguna fruta para ser poderoso. De hecho iba a formarse con un arsenal de kairouseki totalmente. Combatiría con todos sus enemigos de forma honrada hasta derrotarlos. Pensaba llegar a ser un gran almirante como había sido Minato Kazuo y no como los dos traidores de Karl y Krauser. Estaba seguro de lo que decía y lo siguiente que hizo fue tender su mano derecha a la chica. – Levántate, Misa. No quiero que derrames ninguna lágrima. Yo me ocuparé de cambiar este mundo. – En su rostro se formó una sonrisa tranquila y amable.
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Era imposible contener más las lágrimas. En eso vi como Xemnas se levantaba y, con mucha fuerza, hizo que su espadón empezará a arder y atravesó el suelo como si fuerta mantequilla… De la nada, había sacado una gran valentía y gritaba cosas sobre cambiar el mundo, de evitar que los inocentes siguieran muriendo y que me lo prometía. ”No sabía que escondías semejante coraje” – pensé sorprendida. Fue entonces cuando me animó a levantarme, agarré su mano y lo miré a los ojos. No quería que derramara ni una lágrima y que él se iba a encargar de cambiar el mundo. ¿Cómo pensaba hacerlo? Me hacía una idea y, por su determinación, sabía que podría hacerlo. Sabía que lo conseguiría de una u otra forma.
– Al final… Resultaste ser más valiente – dije con una sonrisa. Es verdad… Yo también debía levantarme y seguir adelante. De seguir en busca de aquellas respuestas que se me escapaban y de seguir siendo yo. Era cierto, dolía mucho la muerte de Byakuro, pero… Su muerte me ayudaría a levantar mis propios cimientos, a ser más fuerte, más valiente y tener la voluntad de querer, quizás, cambiar el mundo y tener la chance que a todos nos gustaría tener en esta vida. Sin soltar su mano y con algo de fuerza, lo tiré hacía mí, me puse de puntillas y le besé, tiernamente, la frente. – Gracias, Xemnas-kun. Te cobraré tu palabra en un futuro. – Dije con una sonrisa. Esta conversación con él me había dado una respuesta, debía levantarme y luchar.
– Espero nos veamos pronto, capitán. – Me di media vuelta y empecé a correr a gran velocidad. Debía hacerme más fuerte, entrenar como nunca y volver renovada. Tenía que irme e idear alguna estrategia, lo que sea… Planes… Quizás encontrar otro gremio y aportar mi granito de arena, hacer más amigos y fortalecer mis lazos con los que ya tenía. Todo eso empezaba aquí.
– Al final… Resultaste ser más valiente – dije con una sonrisa. Es verdad… Yo también debía levantarme y seguir adelante. De seguir en busca de aquellas respuestas que se me escapaban y de seguir siendo yo. Era cierto, dolía mucho la muerte de Byakuro, pero… Su muerte me ayudaría a levantar mis propios cimientos, a ser más fuerte, más valiente y tener la voluntad de querer, quizás, cambiar el mundo y tener la chance que a todos nos gustaría tener en esta vida. Sin soltar su mano y con algo de fuerza, lo tiré hacía mí, me puse de puntillas y le besé, tiernamente, la frente. – Gracias, Xemnas-kun. Te cobraré tu palabra en un futuro. – Dije con una sonrisa. Esta conversación con él me había dado una respuesta, debía levantarme y luchar.
– Espero nos veamos pronto, capitán. – Me di media vuelta y empecé a correr a gran velocidad. Debía hacerme más fuerte, entrenar como nunca y volver renovada. Tenía que irme e idear alguna estrategia, lo que sea… Planes… Quizás encontrar otro gremio y aportar mi granito de arena, hacer más amigos y fortalecer mis lazos con los que ya tenía. Todo eso empezaba aquí.
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Xemnas al recibir aquel beso no pudo evitar mostrar una sonrisa calmada. Misa le había ayudado a superar algo de su miedo a las mujeres y tras escuchar sus palabras no pudo evitar asentir despacio. Debido a aquella sensación de sentir sus labios en la frente no pudo evitar girarse y tomar su espada con una determinación mayor. Si hubiese estado en otro estado de ánimo se habría desmayado y sonrojado como un tomate. Pero ahora sabía que tenía una nueva amiga y debía cumplir con su palabra. – Buen viaje, Amane Misa. – Dijo ahora con una sonrisa tranquila para después observar como ella se iba corriendo. En aquel momento recordó que también debía informar de que las montañas estaban muy tranquilas.
Añadiría también al informe que los cazadores estaban alerta y no era necesario enviar más tropas. A continuación cogió su espadón por el mango. Al parecer seguía ardiendo pero tras pasarla un poco por las hierbas frescas se terminó por apagar. Finalmente esperó a que se enfriase mientras recogía la lata de fideos y la metía en el bolsillo. No iba a tirar basura en el medio ambiente. Tras unos minutos guardó su arma y tomó un den den mushi. – Capitán Xemnas al habla. Las montañas están limpias y algunos cazadores merodean por la zona. Parece que la zona es segura. Vuelvo a la base, cambio y corto. – Nada más decir aquello guardó aquel comunicador.
Empezó a caminar tranquilamente hacia el puerto. Al paso que iba tardaría al menos una hora o asó en llegar. La espada era demasiado pesada y no pretendía cansarse para nada. Por el camino se entretendría mirando los árboles y la naturaleza. Además pensaría en su nueva amiga. La preciosa cazadora rubia de ojos azules que tanto se parecía a él físicamente. Se había quedado con la duda de conocer sus habilidades pero al parecer ella también tenía algo de prisa. Ya volvería a verla seguramente en un futuro no muy lejano. Sin embargo su siguiente escalón a subir era el de comodoro. Debía centrarse y poner rumbo hacia aquel cargo lleno de responsabilidad y del cual disponía su amigo Kai.
Añadiría también al informe que los cazadores estaban alerta y no era necesario enviar más tropas. A continuación cogió su espadón por el mango. Al parecer seguía ardiendo pero tras pasarla un poco por las hierbas frescas se terminó por apagar. Finalmente esperó a que se enfriase mientras recogía la lata de fideos y la metía en el bolsillo. No iba a tirar basura en el medio ambiente. Tras unos minutos guardó su arma y tomó un den den mushi. – Capitán Xemnas al habla. Las montañas están limpias y algunos cazadores merodean por la zona. Parece que la zona es segura. Vuelvo a la base, cambio y corto. – Nada más decir aquello guardó aquel comunicador.
Empezó a caminar tranquilamente hacia el puerto. Al paso que iba tardaría al menos una hora o asó en llegar. La espada era demasiado pesada y no pretendía cansarse para nada. Por el camino se entretendría mirando los árboles y la naturaleza. Además pensaría en su nueva amiga. La preciosa cazadora rubia de ojos azules que tanto se parecía a él físicamente. Se había quedado con la duda de conocer sus habilidades pero al parecer ella también tenía algo de prisa. Ya volvería a verla seguramente en un futuro no muy lejano. Sin embargo su siguiente escalón a subir era el de comodoro. Debía centrarse y poner rumbo hacia aquel cargo lleno de responsabilidad y del cual disponía su amigo Kai.
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