¿Quieres experimentar la fuerza de mi espada? [Segunda Parte][Ushio - Milena] {Vie 4 Mar 2016 - 7:52}

Iba corriendo como condenado por los techos de todas las casas. ¿Razón? Unos tontos muy tontos, se habían enojado conmigo casi sin razón. Bueno… La había. Los había humillado usando un simple tenedor como arma. Mis intentos de calmar las aguas fueron inútiles y tuve que salir huyendo para no armar una pelea innecesaria en un pueblo tan tranquilo como este. ”Espero se cansen luego” – dije mientras iba escuchando sus gritos. Aunque cada vez más y más lejos hasta que finalmente los perdí. Pero… Por alguna razón, seguí corriendo y entonces, al no medir bien la fuerza de aterrizaje, terminé destruyendo uno y cayendo dentro de la casa.

– Menudo golpe… Espero no haya caído encima de alguien. – Dije mientras me levantaba. Había aterrizado de culo y, por si no fuera poco, unas cuantas tablas cayeron golpeando mi cabeza haciendo que volviera a quedar enterrado. Me levanté con energías y me alejé todos los pedazos de techo de mi ropa. ”¿Dónde estoy…?” – Tenía que salir de ahí antes que llegara el dueño de casa o quien sea buscando explicaciones y no, no estaba dispuesto a pagar la reparación del techo porque ellos no lo mantenían bien. Estaba en una especie de baño y por el vapor que había… Fue usado recientemente o alguien lo estaba usando en ese mismo instante. ”No creo tener tanta mala suerte… ¿Verdad?” – Me giré en dirección a la bañera y ahí la vi… Tragué saliva nervioso y retrocedí un par de pasos. ”Oh… Perfecto”

– Hola, Milena-chan… – dije en un tono nervioso. Como no estarlo… ¡Estaba desnuda! Y yo… ¡Estaba muerto! Ahora no tenía como escapar… ”Definitivamente, soy un imán de problemas y gente problemática” – di otro paso atrás buscando la puerta…. Giré el pomo de la puerta y… ¡Estaba cerrado! Maldije mi suerte una y mil veces mientras miraba para abajo para no ver aquella hermosa figura. – No esperaba encontrarte tan pronto… La verdad… Y menos así. – De lo nervioso que estaba, reí como una bestia. ”Taiga, fue un gusto conocerte. Si deje hijos en alguna isla, cuídalos. Gracias” – fue lo último que pensé antes de declararme, yo mismo, muerto en vida.

La chica se había desplazado hasta aquella isla un par de días después de abandonar el hospital. El objetivo simplemente era relajarse unos días antes de ponerse a seguir con su investigación en la sangre. Sus experimentos debían continuar de alguna forma y por el momento para investigar solo tenía una planta venenosa de la isla de Satán. Le era suficiente por el momento pero la verdad es que también necesitaba distintos tipos de sangre. Iba a tener que buscar pacientes que se dejaran pinchar o directamente recogerla ella misma tras cortarles el cuello a escondidas. Sus métodos solían ser duros y no hacía excepciones con ninguna persona por el momento.

Ahora se hallaba en una taberna de gran prestigio. Sin embargo las paredes estaban dañadas y el techo igual. Al menos la comida parecía ser buena y tenían baños relajantes en la zona alta del edificio. Ella ahora estaba en una bañera con el agua hasta el cuello. La sala estaba llena de vapor. Estaba totalmente desnuda y sus ropas estaban cerca de la puerta. Lo único que tenía con ella era su katana. Solía bañarse con ella siempre para también lavarla o usarla en caso de pervertidos. Su rojizo pelo resaltaba con su pálida piel desnuda. Sus ojos ahora estaban cerrados debido a la cómoda que estaba. Aquella paz acabó cuando escuchó un ruido similar a pisadas sobre ella y después el tejado se venía debajo de forma brutal.

En ese momento frunció el ceño colocándose en pie mostrándose totalmente desnuda y con su espada en la mano. Cuando se dispersó un poco el humo provocado por el golpe pudo ver de nuevo a Ushio allí. Escuchó sus palabras mientras apretaba los dientes y mostraba una expresión fría y siniestra. – ¡Tú de nuevo! – En ese momento realizó un movimiento horizontal de derecha a izquierda y cortó el aire formando una onda cortante que fue directa a por el chico a toda velocidad. – ¡Te cortaré, maldito! – Gritó mientras ahora salía de la bañera colocando sus descalzos pies sobre la madera del piso. Parecía estar dispuesta a cortarle la cabeza y se olvidó del hecho de que estaba totalmente desnuda.

Las cosas no podían ser peores… Milena salió de aquella bañera con katana en mano. ¡¿Quién carajos se bañaba con su arma?! Recordé que yo también las tenía cerca y lo idiota que fui pensando en que eso no era posible… O extraño. La distancia entre nosotros era de apenas unos pocos metros y fue entonces que ella cortó el aire… Literalmente. Formó una onda de corte y se dirigía peligrosamente a mí. ”No pudo empezar peor” – gracias a mis reflejos fue me agaché y alcancé a sentir como es que esa onda me cortaba un poco de pelo. Su ataque hizo un tajo enorme en toda la pared, destruyendo todo a su paso.

– Sé que no es la cita que prometí… – dije y la vi… ¡Desnuda! ¿Acaso no se había dado cuenta que lo estaba? Yo… Agaché la cabeza y traté de respirar hondo. Estaba rojo tal tomate y, de no ser porque ahora el vapor se dispersaba gracias al tajo de la pared, estaría muriéndome de calor. ”En fin… Entre más me quede… Más la enfado… – pensaba con algo de nervios. Seguía maldiciendo mi suerte y de cómo… De los millones de personas que habitan el planeta, yo había caído en la bañera de Milena justo cuando se estaba dando un baño. No es que fuera tanta mala suerte, dependería del punto de vista, pero… Ella quería mi cabeza colgada en su pared. Nuestra relación era extraña… No sabía sí éramos amigos, enemigos, amigos con derecho a tener sexo, archienemigos… Solo sabía que ella me quería muerto. – Toma… Tápate un poco. – De reojo busqué una toalla o lo que sea, por suerte, estaba a mi izquierda. Se la lancé a ella, esperando que se tapara y claro… Así tener oportunidad de huir.

– Como te pillé de mal humor… ¿O siempre eres así? – le pregunté con una sonrisa divertida que, seguramente, no iba a ver porque la toalla la había lanzado con la fuerza justa para que le cayera en la cara. – Yo mejor me voy. Nos vemos, Milena-chan. – Tan rápido dije aquello, con mis dos espadas, terminé de romper la pared. ”¿Por qué no hice eso?” – El miedo, los nervios y esas, cegaban a todo buen hombre. Empecé a correr y salté por la ventana, cubriendo mi cuerpo con mis brazos. Caí en una especie de carroza que cargaba paja, lo que amortiguó mi caída libre… Y luego, salí corriendo, otra vez, como alma que se lo quiere llevar el diablo.

La chica pudo ver como aquel espadachín se agachaba a tiempo para librarse de su onda cortante, la cual atravesó la puerta cortándola de forma violenta. Sin embargo algunos cabellos del chico habían caído al suelo. Éste ahora parecía estar algo asustado. Los rojizos ojos de aquella mujer se clavaron en los suyos y después sonrió de lado al mismo tiempo que se relamía. Su arma ardía en deseos de poseer la sangre de aquel tipo. Los ojos de ella se abrieron como platos en ese momento. Necesitaba una muestra de sangre de aquel chico y no iba a dudar en cortarle un brazo si era necesario.

De repente lo vio tomar una toalla y lanzársela directa a la cara. – ¡Akai Uri! – Gritó ahora realizando un corte ascendente y haciendo aquel objeto pedazos al momento debido a que lanzó otro corte en diagonal hacia abajo. Acto seguido aquel capullo se tiró por la ventana cayendo por suerte en un transporte. Ella ahora simplemente tomó su vaina negra y guardó su arma despacio para después coger su ropa y vestirse despacio. Quedó con su sudadera azulada, los pantalones negros y las sandalias. Ahora se acercó a los cabellos del chico y los tomó con cuidado metiéndolos en un tubo de cristal pequeño. Acto seguido se relamió sonriendo ampliamente.

Una siniestra carcajada salió de su boca. – Pienso hacerle vudú con esto. – Dicho aquello se tiró por la ventana aterrizando en la pérgola de abajo y de ahí saltó a la calle. No pretendía pagar nada y de repente empezó a trotar despacio. Había perdido mucho tiempo y ahora no sabía dónde estaba aquel chico. – ¡Ushio-kun! ¡Sal cielo! – Decía gritando en un tono dulce y femenino totalmente fingido. No pensaba dejarlo escapar de nuevo y menos en una isla tan pequeña dónde podía encontrarlo hasta debajo de las piedras. Ahora deseaba una muestra de su sangre y tal vez de algo más pero eso ya era demasiado. Aunque tal vez si le daba la venada le daba un bote y le obligaba a ello, estaba loca a veces. Quería convertirlo en su conejillo de indias.

Corría como condenado. La verdad… Si había algo a lo que temer, era a Milena. No solo porque su hermosura era, quizás, demasiado como para que yo la mirara. Pero… Es que me quería matar y lo peor, tenía la fuerza para hacer eso. En la isla en donde la conocí, había visto una técnica sorprendente y que, siendo sinceros, no esquivé y me salve solo porque ella estaba herida. ”Al menos… Tengo buena ventaja.” – a ratos iba mirando hacia atrás y me alegraba cuando no veía a ninguna pelirroja tras de mí. ”Quizás ya la perdí” – suspiré aliviado ante aquella idea. Pero… ¿Por qué sentía que alguien me estaba llamando? Desde lejos… Apenas lograba escuchar mi nombre y, debía suponer, que era Milena. ¿No le daba vergüenza hacer eso? Lo peor, la isla era pequeña y, por más que quisiera, no iba a poder esconder aquí. Iba corriendo a gran velocidad y fue entonces que, mirando hacia atrás para ubicar a Milena, choqué a una persona… Bueno… Dos, de hecho. El impacto había sido fuerte y los dos cayeron al suelo. ”Maldita sea mi suerte” – eran los mismos dos que había humillado antes. Y, por si fuera poco, estaba vez estaban con más amigos.

– El destino juega a nuestro favor. ¿Quién diría que te íbamos a encontrar de nuevo, rata? – dijo el que parecía ser el líder. Los otros no tardaron en hacer un verdadero paredón humano impidiendo cualquier paso o salida. – Ahora somos veinte personas… No puedes huir. – Era verdad, adelante tenia a aquellos tipos y atrás, tenía a Milena persiguiéndome. Por donde se viera, las cosas estaban empeorando y aunque lograra derrotar a todos eso, me iba a tardar tanto que sentiría la respiración de ella en mi oído.

– ¿No podemos arreglar esto otro día? – Fue increíblemente sincronizado, pero todos negaron con su cabeza y, de paso, se crujieron los dedos y el cuello. ”Este día es, oficialmente, una mierda” – pensé dando ligeros pasos hacia atrás. No iba a pelear contra ellos, no eran más que unos tontos picados y enojones, no merecía ni el esfuerzo. ¿Qué iba a hacer ahora?

La chica continuaba trotando despacio mientras pensaba en las cosas que hacer con aquellos cabellos. Tal vez podía intentar clonarle o algo por el estilo pero esos conocimientos eran demasiados para ella. Por otro lado también podía idear una especie de “soldado” para vender a buen precio. Las posibilidades eran muchas y ella tenía inteligencia de sobra para empezar a inventar cosas interesantes. Pero no solo se iba a confirmar con cabellos del moreno, deseaba su sangre también y no iba a parar hasta conseguirla. Cuando se obsesionaba con una caza no había quien pudiera pararla de ninguna forma que no fuese violenta y eso solo durante el plazo que estuviese inconsciente.

De todos modos continuó con su pequeña carrera buscándolo. En menos de un minuto pudo verlo en la lejanía con bastantes personas. El capullo había llamado a sus amigos pero eso no iba a librarle de nada. Continuó avanzando sonriendo de lado de la forma más siniestra posible cuando se dio cuenta de que las intenciones de aquellos hombres eran violentas contra él. La cosa se ponía mucho más fácil. Milena corrió hacia el pirata lo más rápido posible y desenfundó su katana realizando un sonido metálico. Cuando estaba cerca lanzó un poderoso tajo con todas sus fuerzas. La sangre salpicó el suelo y un grito de dolor se escuchó de forma exagerada. Uno de aquellos tipos estaba tirado en el piso con el brazo gravemente herido y con una expresión de miedo en su rostro.

La chica lo miraba sonriendo de forma macabra mostrando sus dientes para después soltar una grave carcajada. – No dejaré que unas sucias ratas me quiten lo que es mío. – Dijo ahora lamiendo la sangre de la hoja de la katana. En ese momento empezó a reír mientras lanzaba otro tajo hiriendo a otro hombre en la pierna derecha. – ¡Está loca! – Gritaron varios a la vez mientras empezaban a correr sintiendo el miedo en sus cuerpos. La sádica alzó una ceja y después soltó una pequeña risita algo siniestra. – Hihihi… Bueno ¿Por dónde íbamos? – Dijo girándose y clavando sus rojizos ojos en el moreno al mismo tiempo que empezaba a dar leves pasos hacia él con su arma en la mano derecha. Su expresión era temible y parecía estar deseando arrancarle la cabeza. – Si me dejas tomarte una muestra de sangre te prometo no querer matarte en los próximos diez minutos… – Dijo en un tono sádico mientras le observaba de arriba abajo.

¿Qué debía hacer? Sea lo que sea, debía actuar rápido. Milena estaba al acecho, la sentía más que nunca. Era como si un extraño sensor de peligro se hubiera activado en mi cabeza… Y gritaba como loco. Debía moverme y rápido, desenfundé una de mis espadas y preparé el lado sin filo para pelear. Tenía apenas unos segundos para acabar con ellos…. Pero la voz de la pelirroja irrumpió en el lugar gritando que era suyo… ”No soy de nadie. Soy libre.” – pensé con tranquilidad. Me giré para prepararme para esquivar otro ataque, pero ella… Empezó a herir a los otros hombres y consiguió que ellos salieran arrancando del lugar como los cobardes que eran. La tildaron de loca y… Quizás no fallaban. ”Las mejores personas están locas” – sonreí de forma divertida y la miré. Pero… ¡Quería mi sangre! Si se la daba, prometía no querer matarme en los próximos diez minutos. ¿Era de fiar?

– Milena-chan, ¿sabes? Podríamos ser amigos, divertirnos juntos y no tener que repetir siempre lo mismo – dije de forma tranquila. Ella avanzaba de manera tranquila con katana en mano. ¿Era de fiar aquella promesa? – Digo… ¿Por qué no olvidamos todo? Olvidamos lo que sucedió en aquella taberna y ya está – ”Aunque no sé si quiera olvidarlo.” – pensé recordando aquel beso apasionado que ella me había devuelto. De cómo, en esa taberna, lo que partió en un juego, una tetra para que ella se salvara de los pervertidos, acabó todo en aquel apasionado juego de lenguas y traspasos de salivas. – Y, quieras o no, ya tienes mi ADN en tus labios – Reí de forma suave mientras retrocedía a la vez que ella avanzaba. Seguramente, con eso… Ella se sonrojaría unos segundos, lo cual sería bueno… Sino fuera porque ella me querría matar aún más.

En este punto, solo quedaba confiar en que cumpliría su promesa. Con mi espada hice un leve corte en mi mano derecha, lo suficientemente profundo para que saliera sangre y que, por momentos, no se detuviera y ella obtuviera lo suficiente. – Hay otras formas de obtener mi ADN que me gustan más… Pero, aquí tienes… – Dije de forma tranquila. Quizás no era la manera de cómo ella se imaginaba consiguiendo mi sangre, pero… No iba a permitir, bajo ningún concepto, que ella me quitara ni un mililitro de sangre. No estaba tan loco como para que ella me pinchara o usara otros métodos para hacerlo. Esperaba que eso funcionara… Aun así, estaba preparado para todo. Desde ataques, insultos e incluso besos apasionados. Con ella nunca se sabía que podía pasar y era mejor estar preparado para todo.

La espadachín le miraba de forma siniestra al mismo tiempo que mantenía la alerta por si trataba de huir de nuevo. En ese momento escuchó sus palabras de querer ser amigos y olvidar todo. Aquello la hizo alzar una ceja, ni de coña iba a aceptar aquella petición. Los amigos no existían y era lo bastante cabezota para no cambiar de opinión. No pensaba aceptar aquello de nadie y menos del moreno. No es que no se fiara pero disfrutaba teniéndolo de enemigo. La sensación de tenerlo en sus manos y luego en su espada era sencillamente deliciosa y no iba a renunciar a aquel placer de ninguna forma. Después dijo unas palabras que provocaron que se sonrojase un poco y las venas de su frente se marcaran. El trato había cambiado de diez minutos a cinco pero no pensaba decirlo. Ese capullo se merecía su espada atravesada en su corazón.

Frunció el ceño mientras caminaba hacia él para después ver lo que estaba haciendo. Se estaba cortando y después ofreciéndole su sangre. “Demasiado aburrido” Pensó al mismo tiempo que se acercaba y metía toda la posible en un tubo de cristal pequeño. Nada más hacerlo escuchó sus palabras y no pudo evitar sonreír de lado. – Yo no tengo amigos, solo presas. Ahora Ushio-kun… no me interesa una sangre ofrecida. Déjame tomarla a mí misma así que siéntate en ese banco y cierra los ojos. – Dijo de repente mirándole de forma siniestra y con la espada en su mano izquierda. No le gustaban las cosas fáciles y prefería hacerlas de otra forma.

Ella se adelantó sentándose y dejándole bastante espacio mientras ahora sonreía despacio. Tenía planeado algo sumamente divertido y no podía permitirse el lujo de no hacerlo. De paso iba a satisfacer una curiosidad que tenía. – Vamos siéntate aquí dándome la espalda y cierra los ojos. Tienes mi palabra de que no te va a pasar nada malo o al menos nada que te mate o hiera. – Dijo ahora mientras guardaba su katana en la funda y entrecerraba los ojos despacio esperando a que cumpliera con lo que le había dicho. No pensaba violarlo en plena calle pero se le ocurrió una cosa demasiado tentadora. Solo de pensarlo su expresión cambiaba a una mucho más siniestra que la anterior. Ahora solo faltaba que aquel espadachín se fiase de ella pues no iba a hacer nada malo. Pero si no lo hacía no le iba a extrañar, casi nadie se fiaba de Milena por no decir nadie.

Escuché sus palabras. Según ella no tenía amigos, solo presas. ”Lo hace más interesante.” – vi como ella tomaba la sangre que le había ofrecido. Pero ella no estaba “contenta” y ahora quería que me sentara de espaldas a ella y que cerrara mis ojos. Ella se sentó y me dejó bastante espacio para que me sentara. Dudé unos segundos, la verdad, no confiaba mucho en ella y quizás, otro no le haría caso y se largaría de ese lugar en cuanto tuviera la oportunidad. Pero ellos eran ellos y yo era yo. ”Hay que demostrarle que está equivocada.” – saqué mis dos espadas de mi espalda y me saqué la camiseta. Con un solo vistazo vería unos músculos algo tonificados y, también, una mancha de nacimiento cerca de las costillas por la parte baja.

– No puedo concordar con tus palabras, Milena-chan – dije mientras dejaba mi camiseta enfrente de ella y yo me sentaba. Como ella pidió, dándole la espalda y cerrando los ojos. No podía negar que estaba nervioso, por mucho que la hubiera visto guardar su espada, estaría de espaldas y, aunque fuera obvio, no podría ver nada de lo que ella hiciera. – No conozco tu historia, pero… Si no tienes amigos, seguramente, fue por traiciones de muchas personas – mi tono era calmado. Tenía que calmarme yo y no mi maldito tono… ¡Era así por naturaleza! Y aunque yo tenía una gran habilidad para mantener la calma, con ella todo se complicaba un poco más. No solo porque era hermosa, sino que también por el hecho de que era alguien impredecible y sus acciones eran… Extrañas. – Quizás prefieras la soledad, pero nadie es capaz de aguantarla. Los lazos con otras personas son importantes desde el primer día de vida – suspiré con calma. Yo era confiado, lo admitía. No me costaba mucho trabajo en entablar amistades y hacer aliados con relativa facilidad. – Y, aunque no quieras, yo me considero tu amigo… O algo así. – Sonreí con cierto agrado por mis palabras.

Las personas en las calles nos quedaban mirando. Y no era para menos, un tipo estaba sin camiseta dándole la espalda a una mujer. Si habían sido testigos de lo que había hecho yo o ella, tenían varios motivos para temer de nosotros. Ignoré aquellas miradas. – Cuando quieras, Milena-chan. – Le dije estando algo menos tenso y un poco más relajado.

¿En serio se estaba quitando la jodida camiseta? ¿Por qué? Eran las preguntas que le venían a la mente a aquella científica que ahora estaba confusa. A ver si se pensaba que planeaba hacerle un masaje o algo así. No pudo evitar fruncir el ceño por eso pero por unos momentos se quedó mirando el cuerpo para analizarlo despacio. Aquel chico corría peligro de que le pidiera también células o un dedo. No era mala idea lo último y quizás se lo pensaba. Pero después de unos momentos soltó un largo y pesado suspiro. Si pedía tanta cosa podía negarse ya, aunque podía usar la espada siempre que fuese necesario calmarlo. Esta vez no iba a poder huir de ella debido a las cercanías y su técnica especial de velocidad.

En ese momento se quedó impresionada cuando se sentó dándole la espalda fiándose de ella pese a que podía asesinarle en cualquier momento. En ese momento escuchó sus palabras despacio y recordó su pasado, lo que la hizo apretar los puños con rabia. Después dijo que él se consideraba el amigo de ella. Razón no le faltaba en lo de las traiciones aunque más bien fue un maltrato muy grande y bruto. Ahora se quedó callada unos momentos con los ojos cerrados mientras colocaba las manos sobre sus hombros. Acto seguido soltó un suspiro y tras escuchar que le daba la señal no pudo evitar sonreír de lado colocando sus labios cerca del oído del chico para que pudiera escucharle bien. – Mi pasado es cosa mía. Pero para mí eres una presa… una presa a la que sacar la sangre por mí misma. – Una vez dijo aquello sonrió de lado.

¿Cómo pretendía hacerlo sin ni siquiera usar la espada? Sin pensárselo mordió el cuello del chico por la zona del hombro derecho evitando la vena principal. No tuvo que apretar, más bien lo justo para que los dientes cortaran un poco. El líquido carmesí comenzó a salir de su cuello y ella bebió cual vampira unos segundos. Después guardó un poco en el tubito de cristal y lo cerró. Acto seguido estiró su lengua despacio por la herida un par de veces y de forma muy provocativa. – Delicioso… – Susurró de nuevo en su oreja para después colocarse en pie escondiendo las muestras en el interior de su sudadera. El objetivo había sido completado y en los próximos diez minutos no trataría de cargárselo, de la forma sangrienta, claro. Sus rojizos ojos se clavaron de nuevo en el espadachín. – Entiende que si alguien que no sea yo te mata, iré al infierno a buscarte. De modo que ni se te ocurra morir. – Dijo aquello de forma amenazante mientras se cruzaba de brazos observándole.

¿Qué me iba a hacer? Tenía todo para hacerme y razones, quizás, no le faltaban. Fue entonces que me susurró en el oído… En pocas palabras, me seguía considerando una presa y no un amigo. Suspiré con calma esperando, con algo de intranquilidad, que hiciera lo que debía hacer. Y fue entonces cuando ella me mordió el cuello y empezó a chuparme sangre tal vampira. Estuvo así unos segundos, luego me lamió el cuello y dijo que estaba… “Delicioso”. Todo eso produjo en mí una sensación de extraño placer… No sabía por qué, pero…. Me gustó. Aunque no entendía para que el mordisco y esas vampirescaz. ¿Me iría a convertir en un vampiro? Mala idea no sonaba… Dormir de día, jugar en las noches, vivir de sangre…. No… Era pésima idea. Me puse la camiseta y escuché sus últimas palabras.

– Oh… ¿Te preocupas por mí, Milena-chan? – sabía que no se preocupaba de mí en el sentido exacto de la palabra. Solo quería matarme ella con sus propias manos. – ¿Por qué no haces algo por tu bien? – tomé una pausa y me levanté. Quedando a escasos centímetros de ella. Casi podía sentir su respiración en mis labios. – ¿Por qué no admites que te agrado? – agarré mis espadas y me las puse en la espalda. No aparté mi mirada de aquellos hipnotizantes y bellos ojos rojos. – Puedes estar tranquila… Si una belleza como tú me va a matar… Quizás hasta me deje y todo. – Sonreí de forma tranquila. Le besé de forma tierna su frente y empecé a caminar a paso tranquilo. ”Al menos, aseguré diez minutos de vida” – pensé de forma divertida.

– Si quieres, no me respondas ahora – dije girándome unos segundos para verla. Mis manos estaban en los bolsillos y me daban una apariencia de serenidad increíble. – Puedo apostar a que no me equivoco. Quizás te cueste asimilar la idea – tomé una leve pausa y le di la espalda nuevamente. Si me quería alcanzar, le bastaba moverse a esa increíble velocidad y listo. Si lo hacía, me daría la razón de forma implícita. – Pero, si estás en peligro, no dudaré en protegerte con mi vida – ya sea que todo se dio así o que todo fue un sinfín de consecuencias alternadas de malas decisiones. Pero ella ya era para mí importante. – Para eso estamos los amigos. – Remarqué la última palabra. ¿Qué haría la pelirroja?

La chica lo observaba despacio con una sonrisa siniestra en su rostro teniendo ya aquellas muestras bien guardadas en su sudadera. La de cosas que iba a hacer con ellas, pobre Ushio. Si algún día veía un perro con su cara sería gracioso. También estaba la posibilidad de ponerle su rostro a un pez y llevarlo en una pecera portátil. Aquella chica estaba en plan sádico y deseaba experimentar enseguida en su pequeña caseta oculta en el mar del Este. Un escondite que nadie podría encontrar debido a lo bien planeado que estaba. Dentro tenía todo lo necesario para sobrevivir aunque fuese muy pequeño. Era lo justo para dormir y comer, también había una mesa dónde poder experimentar y lo mejor es que nadie molestaba.

Dejó de pensar en aquello y a continuación escuchó las palabras de aquel moreno. Planeaba irse y además le dijo que ella se preocupaba por él. Frunció el ceño al escuchar aquello y al tenerlo tan cerca sin poder cortarle le hizo sentir un poco acorralada. Terminó de escuchar sus palabras y sintió aquel beso en la frente. Al pelirroja abrió los ojos de nuevo impresionada y miró al suelo colocara mientras apretaba los dientes y los puños. Ese maldito estaba diciendo tonterías de que se iba a dejar matar y de que ella admitiera que le agradaba. No tardó mucho en alzar una ceja al mismo tiempo que miraba al suelo ocultando su rostro. Encima la había avergonzado de aquella forma. Encima mientras se iba alejando continuaba diciendo aquellas estupideces de protegerla y de los amigos. – Te mataré… – Dijo ahora mientras se contenía.

No iba a dejar que se escapase y ahora corrió hacia él con su espada en mano rompiendo la regla de los diez minutos. En su rostro se veía una expresión tétrica, si se dejaba matar jamás se lo iba a perdonar y le mataría de nuevo en el infierno. Cuando estaba a pocos centímetros del moreno alzó su espada de forma siniestra y se frenó en seco. – Deja de tratarme tan bien… solo soy una asesina… – El tono que usaba era bastante grave y siniestro y ahora sus ojos estaban tapados por su flequillo. Trató de lanzarle un tajo directo al hombro izquierdo pero en mitad del camino se volvió a frenar despacio. Después de unos segundos se giró dándole ella la espalda. – Grrr… – Gruñó por lo bajo al mismo tiempo que cerraba los puños con bastante fuerza, llegó incluso a hacerse sangre. Tiró su espada al suelo y se puso de rodillas mientras ahora seguía gruñendo de aquella forma. – Te quedan nueve minutos… – Dijo ahora allí arrodillada con los ojos cerrados.

Iba caminando tranquilo. Había dicho lo que tenía que decir en aquel preciso momento. No era de ser muy abierto a decir aquellas cursilerías, pero… Ella lo necesitaba. Necesitaba darse cuenta de que no estaba sola y que, aunque costara demasiado para alguien como ella, se podía confiar en el resto de las personas. ¿Por qué me preocupaba por ella? Milena solo pensaba en matarme y quizás que otras cosas… ¿De dónde salía este interés? Suspiré y, ante la tonta idea de que me estaba gustando, negué con la cabeza. ”¿Por qué no te puedes quedar quieta?” – pensé mientras la escuchaba correr hacia mí. Se detuvo en seco y afirmó ser una asesina, me giré y vi su espada alzada. Lanzó su ataque, pero se detuvo a medio camino y luego me dio la espalda. ”Eso estuvo cerca” – pensé mientras ahora la veía de rodillas gruñendo y diciendo la cantidad de minutos que me quedaban.

– Dime una cosa, Milena-chan… ¿Por qué no puedes aceptar que alguien te trate como te mereces? – pregunté con algo de curiosidad… Pero más que nada, era una pregunta para ella misma y que se respondiera sola. – Eres un ser humano, quizás pasaste por cosas malas y crueles – empecé a decir mientras miraba al cielo. Inmenso, basto e inalcanzable. – Solo estás resentida y proteges a tu corazón en una coraza de odio – dije ahora bajando mi vista hacia ella. – Entonces, ¿te debería tratar igual que todos? Soy diferente a todas esas escorias de tu pasado – puse mi mano derecha en su cabeza. – Buscas matarme, pero detuviste tu ataque, ¿por qué? ¿Por qué dudaste si eres una asesina? – dudaba que fuera por aquella estúpida regla de los diez minutos. No estaba seguro de qué podía ser, pero algo la impulsó a detener su ataque a último minuto. – No te ciegues, Milena. El mundo es hermoso, gigante y encontrarás personas que te quieran y respeten – le empecé a dar la espalda de nuevo. En su estado, dudaba que fuera a atacarme de nuevo. Di dos pasos y me detuve. – Y sí eso no pasa, solo piensa en aquel tonto muchacho que te robó un beso en esa taberna de Villa Orange. – sonreí de forma alegre y empecé de nuevo a caminar. ”Eres una chica muy fuerte, pero te has desilusionado de todo lo que te rodea, ignoras las cosas bellas y te encierras en una esfera de odio y venganza. Algún día entenderás todo, Milena” – pensé con calma mientras me iba alejando.

La chica permanecía arrodillada en el suelo con los puños cerrados. Se sentía bastante mal por algún motivo que estaba desconociendo. No había sido capaz de matar a aquel idiota de las espadas y ahora se debatía entre cortarle la cabeza o estarse quieta. Era una sensación demasiado extraña y que no había sentido nunca. Tan solo había sido tratada bien por su maestro, aquel anciano que murió dejándola totalmente sola ante un mundo cruel y lleno de idiotas. Nunca había recibido muestras de cariño y el beso en la frente no había sido nada vicioso como pudo ver el beso de la taberna. Ahora sus manos temblaban levemente y no sabía que poder hacer, era una situación muy difícil para ella.

De repente sintió como le ponía la mano en la cabeza y entrecerró los ojos despacio. Escuchó sus palabas despacio mientras iba apretando más los puños. El moreno decía ser diferente y pese a que la chica no quería aceptarlo lo estaba demostrando por segunda vez. Tal vez necesitaba una tercera para confirmarlo del todo pero tras escucharle del todo notó como empezaba a alejarse. Cuando sintió que estaba lo suficiente lejos de ella no tardó en soltar un inmenso grito liberando toda su rabia y desahogándose del todo. – ¡Aaaaaaaaaaaaaaah! – No pudo evitar empezar a llorar mientras pegaba su frente al suelo despacio.

Pasaron así unos momentos hasta que calmó su respiración y pasó la mano por sus húmedos ojos mientras ahora tomaba su katana despacio. – Estúpido… – Dijo ahora mientras trataba de ponerse en pie y se colocaba la capucha por encima. Después empezó a caminar hasta el banco sentándose en éste y cerrando los ojos. Sin embargo por el fondo pudo ver como varios marines se acercaban y junto a ellos iba uno de aquellos tipos. En ese momento se puso en pie y se fue por un callejón perdiéndose por la villa para que no la pillasen. A continuación iría al puerto para ver un barco en el que irse usando métodos especiales para ello como la violencia o la seducción.

¿Quieres experimentar la fuerza de mi espada? [Segunda Parte][Ushio - Milena]

¿Quieres experimentar la fuerza de mi espada? [Segunda Parte][Ushio - Milena] {Vie 4 Mar 2016 - 7:52}

Re: ¿Quieres experimentar la fuerza de mi espada? [Segunda Parte][Ushio - Milena] {Sáb 5 Mar 2016 - 3:44}

Re: ¿Quieres experimentar la fuerza de mi espada? [Segunda Parte][Ushio - Milena] {Sáb 5 Mar 2016 - 4:08}

Re: ¿Quieres experimentar la fuerza de mi espada? [Segunda Parte][Ushio - Milena] {Sáb 5 Mar 2016 - 4:22}

Re: ¿Quieres experimentar la fuerza de mi espada? [Segunda Parte][Ushio - Milena] {Sáb 5 Mar 2016 - 4:45}

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Re: ¿Quieres experimentar la fuerza de mi espada? [Segunda Parte][Ushio - Milena] {Sáb 5 Mar 2016 - 7:02}

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