¿Quieres experimentar la fuerza de mi espada? [Tercera Parte][Ushio - Milena]

Milena dormía plácidamente sentada en aquella mesa de la taberna. Parecía una chica mona y todo en aquella posición pero debido a que tenía la capucha puesta casi no podían vérsele los ojos. Vestía con aquella sudadera azulada y los pantalones negros de siempre. En sus pies poseía unas sandalias de madera que dejaban ver sus pies descalzos. No se sabía que hacía allí durmiendo de aquella manera tan tranquila como si el mundo no fuese con ella. Sus cabellos rojizos estaban también a la vista debido a que salían de la capucha acabando en su pecho y sobre la mesa que a pesar de todo estaba limpia. Nadie en su sano juicio se pondría a dormir en un lugar como aquel pero tenía su motivo.

La científica se había tirado toda la noche despierta e investigando algunas cosas. Ahora se había relajado tanto en la taberna que se había quedado dormida. Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba rodeada de hombres babosos. Su respiración era tranquila y bastante relajada. En aquel momento escuchó un poco más de ruido del normal y abrió sus rojizos ojos despacio para ver como muchos tipos se iban de su lado. No entendía que hacían allí aquellos idiotas pero no tardó en reconocer aquella voz y en ese momento miró fijamente a los ojos del moreno con toda la calma del mundo.

Sabía controlarse y no iba a saltar a por él en ese mismo momento. Él la saludó llamándola por su nombre y fue cuando ella llevó despacio su mano derecha a la funda de su preciosa espada. Después alzó una ceja mientras suspiraba observándole. – No me esperaba verte de nuevo en tan poco tiempo. Tus diez minutos se han acabado. – Dijo en un tono siniestro para después mirarle fijamente a los ojos. Segundos después pegó la frente a la mesa volviéndose a dormir debido a lo cansada que estaba. A su lado tan solo había un refresco de melón que se había pedido y que estaba por la mitad, estaba tan agotada que ni siquiera lo había bebido. Su expresión ahora estaba relajada y muy calmada, incluso parecía sonreír pero no se podía ver debido a la capucha.

Habían pasado una hora y cincuentainueve minutos cuando la chica abrió los ojos despacio. Estaba un poco aturdida por estar recién levantada y veía borroso con el ojo derecho. Notó la calidez de la manta por encima y no pudo evitar agarrarse a ella. En ese momento sintió el olor del alcohol bastante cerca y vio un vaso con los cubitos ya derretidos a su lado. También sentía que no estaba sola. Era una sensación agradable ante todo pero eso solo era por qué no sabía de quién se trataba aquella persona. De hecho ahora empezó a acariciar disimuladamente la funda de su espada dispuesta a lanzarle un corte al inútil que estuviese a su lado. Siempre solía ser así de violenta y matar le era indiferente.

La tomó con cuidado por debajo de la sábana y después miró la mirada despacio para ver quién era aquella persona. Quedó un poco impactada cuando vio a Ushio. De hecho ahora recordó que antes de dormirse le pudo ver y de hecho le amenazó con lo de los minutos. No pudo evitar fruncir el ceño un poco y soltar un suspiro para después llevar la mano derecha a su frente y apartarse el flequillo. Acto seguido tomó el vaso despacio bebiendo más bien de la helada agua de los cubitos para después tomar la botella y echarse tan solo un poco. No tardó mucho en darle un trago y sentir al ardor del alcohol bajándole por la garganta de forma leve. A continuación agitó un poco la cabeza y se quedó mirándole con toda la calma del mundo, parecía bastante relajada.

Una sonrisa calmada se mostró ahora en su boca. – A veces no hay quién te entienda, idiota. – Dijo simplemente para después apartar la manta despacio y mirarle a los ojos. No había descansado del todo pero si lo suficiente para no volver a dormirse. Su mirada ahora se clavó en la suya de forma relajada y estiró la mano colocándosela en el hombro derecho. – Sal de mis sueños de una vez. He soñado que venías a mi “base” y secuestrabas mis experimentos. Pero en ese sueño tenías barba. – Dijo aquello con toda la tranquilidad del mundo para después estirarse un poco y darle un trago más a aquella bebida. – ¿Cuánto tiempo he estado dormida? ¿Me has hecho algo extraño? – Mencionó sonriendo de lado de forma siniestra para después colocar ambas manos en la mesa.

La chica al parecer había dormido por dos horas casi. Después de escuchar que pensaba dejarla en una posada no pudo evitar soltar un leve suspiro. No entendía por qué no paraba de encontrarse con aquel hombre todo el tiempo. Era una especie de maldición o algo por el estilo, al menos eso comenzaba a pensar la pelirroja. Primero lo vio en aquella isla de idiotas, después en la otra de inútiles y ahora en esa de imbéciles. Una descripción muy completa pero ni se acordaba de los nombres. Lo único que sabía era que tenía muestras de sangre de aquel chico y era lo que por el momento le interesaba para comenzar a trabajar con ellas, también usaría los cabellos para algo.

El chico dijo que no tenía intenciones hostiles y tenía toda la razón del mundo pues ya era la tercera vez que se ponía a ayudarla sin pedir nada a cambio. Ella no hacía más que intentar cortarle la cabeza pero era su forma de ser. En ese momento el chico le propuso una tregua temporal para que ella no intentase matarlo. Ya le había dado diez minutos pero algo le hacía pensar que quizás se lo mereciera. No tardó en soltar un suspiro pesado y clavó su mirada de nuevo en la de él. – Acepto, Ushio. – Dijo entonces con una sonrisa siniestra para después mirar por el reflejo del vaso como un tipo se acercaba a ellos por detrás. No sabía de sus intenciones pero el brillo de su arma filosa lo delató y ella simplemente sonrió de lado. – Un paso más y te corto el cuello. – Aquella persona retrocedió unos pasos.

El mundo estaba lleno de mierda y acababa de confirmarlo por milésima vez. Sin embargo aquel payaso se fue al ver que ella lo amenazaba y además tenía una espada. En ese momento tomó el vaso del chico en lugar del suyo y le dio un largo trago bebiéndose casi la mitad de golpe. Tras eso se quedó mirándolo tranquilamente. – Bueno creo que tú me debías algo… – Dijo ahora con una sonrisa ladeada para después hacerle una señal para que subiera con ella. Empezó a caminar hacia las escaleras calmadamente mientras ahora sus cabellos ondulaban un poco por la brisa del viento.


Milena bajó por las escaleras tranquilamente con una sonrisa siniestra como de costumbre, como si hubiese terminado de asesinar a alguien. Después miró hacia atrás despacio con ambas manos en la cintura. – No tardes, me debes un plazo de arroz con pollo y queso. – Dijo autoinvitándose tranquilamente como si fuera lo más normal del mundo. Después no pudo evitar soltar una ligera risa para acto seguido sentarse en la barra de forma calma, obviamente le tenía ganas y había tratado de violarlo. La pregunta era ¿Lo habría conseguido?

Por supuesto que lo había hecho, se lo había tirado a lo bestia. De todas formas las descripciones sobraban, el fin justificaba los medios. Ahora notó como bajaba y se sentaba al lado pidiendo también comida. – Quiero un plato de arroz con queso y pollo frito. Además una bebida gaseosa de limón. – Estaba hambrienta y claramente necesitaba probar una carne distinta a la anterior, aunque esa tampoco estaba nada mal. La chica era muy salvaje en aquellos temas y también bastante bruta pues le gustaba vivir siempre al máximo sus experiencias. En ese momento se dio cuenta de que se había puesto la sudadera de al revés, eso fue por culpa de las prisas, se vistió demasiado rápido.

Esperaba a que el camarero les trajese las cosas para después suspirar. Escuchó en ese momento las palabras del moreno y alzó una ceja mirándole. – No te pases o te cortaré hasta la muerte. – Dijo con una siniestra sonrisa mientras pasaba su lengua por las comisuras relamiéndose. Era de esa forma y pese a lo que había pasado arriba seguía siendo ella. No tardó en quitarse la sudadera despacio dejando ver un escote impresionante provocado por el sujetador rojo. Después se volvió a colocar la prenda tras darle la vuelta y se abrigó bien.

Pudo notar cierto odio en las miradas de las demás personas. Era como si de alguna forma la envidia les corroyera por todo el cuerpo. Debían joderse pero a ella solo le ponía por el momento el moreno y a ratos pues la mayoría del tiempo quería cortarlo. Los platos no tardaron mucho en llegar y ahora fue cuando cogió un tenedor y empezó a comerse el arroz despacio. Notó el delicioso sabor mezclado con el queso y el pollo y soltó un jadeo incluso. Acto seguido no pudo evitar mirar a Ushio y colocar sus pies sobre sus piernas con toda la confianza del mundo mientras comía. – Te vas a librar de mi una temporada. Planeo irme un par de años a Reino de sakura a continuar con mi investigación. – Una vez dijo aquello sonrió de lado continuando con su deliciosa comida de hidratos de carbono.

La chica continuaba comiendo tranquilamente. El queso le estaba encantando y deseaba continuar con aquella delicia tan sabrosa. El pollo además estaba en su punto y crujiente y todo eso sumado al hambre que tenía lo hacía mucho más delicioso. La científica tenía poco tiempo para comer bien y cuando podía darse el gusto aprovechaba al máximo. Aquella combinación de sabores pensaba apuntarla en algún sitio pues era demasiado perfecta para ser verdad. Notaba como su saliva se mezclaba con cada uno de los ingredientes y pasaban a su estómago para ser digeridos más adelante. Encima el refresco le daba su toque ácido y mostraba un mejor sabor combinado con todo.

Ahora fue cuando el moreno le dijo que se asegurase de regresar con vida pero eso estaba claro. No había idiota en el mundo que pudiera darle problemas a ella. Después se enteró de que una banda entera iba tras la cabeza del moreno. Aquello la hizo alzar una ceja para después sonreír de forma macabra. – Les cortaré el cuello si te tocan. Yo soy la única que puede matarte, tenlo claro. – Dijo ahora mientras sonreía de lado un poco siniestra ante todo. Si había una banda entera llamada Imperium tras él, ella se ocuparía de ir exterminando a aquellos idiotas. Sus capacidades con la espada cada vez eran mejores y no le importaba eliminar a escoria. Ya que no podía asesinar en público a marines o idiotas del gobierno aprovecharía para desahogarse con aquello inútiles. Solo esperaba que estuviesen a la altura de combatir contra ella.

En ese momento el espadachín le dio una especie de perro, más bien un collar con esa forma y dijo que era para recordarle. En ese momento alzó una ceja para después mirarle de forma macabra. – No podría olvidar a un tipo al que quiero cortarle la cabeza. – Mencionó ahora en un tono bastante serio. Cuando dijo que no soportaría perderla, la chica no pudo evitar ahora mirar a otro lado ruborizándose un poco ante aquel comentario. – Idiota… – Dijo chasqueando la lengua para después colocarse la mano en la mejilla y que no le notara el sonrojo. Ella continuó comiendo de forma calmada guardando el colgante en su bolsillo. – Algún día te cortare una oreja, ese recuerdo estaría mejor. Además no creo recodarte con la muestra de sangre que tengo de ti. – Una vez dijo aquello se quedó mirándole a los ojos de forma un poco impactada. – Oye ¿Dónde diablos hay una farmacia? – Necesitaba la jodida píldora por si las moscas. Debido a la intensidad no había notado el detalle del “dentro no”.

Las venas de la frente de la chica se marcaron de forma exagerada. Ushio había dicho unas palabras que nunca debería haberle dicho a ella. Habían sido claramente las de que no la dejaría por ser molesto tener que luchar protegiéndola. Era lo suficiente fuerte como para eliminar a cualquier estúpido sin ayuda y ahora le decía aquellas palabras. No necesitaba la protección de nadie y mucho menos la de otro espadachín. Frunció el ceño mirando a otro lado mientras acariciaba el mango de la katana. Pensaba cortarle por haber dicho aquello de ella, era increíble que continuaran quedando aquellas personas que pensaban que otras necesitaban ayuda sin motivo.

Cuando estaba a punto de atacarle pudo notar el sonido del cristal rompiéndose en su cabeza. Sus ojos se abrieron como platos y ahora miró al causante. Un idiota al que pensaba asesinar por pesado. El moreno lo cogió con facilidad elevándolo y después lo echó a la fuerza. No pudo evitar mirar a otro lado cuando los llamó pareja. Ahora no iba a olvidarse de aquellas palabras y fue cuando el chico dijo de ir a cambiarse de ropa. Al verle salir del lugar comenzó a seguirle despacio o al menos hasta que estuvieron fuera, en ese momento se puso frente a él y sacó su arma. Le apuntó con ella y frunció el ceño mostrando sus dientes también.

Parecía bastante picada. – No necesito la protección de nadie. Visto lo visto tú eres el que debería ser protegido. Nadie va a protegerme nunca y si lo intenta le cortaré hasta la muerte. – Prácticamente la chica era demasiado orgullosa y aquellas palabras habían sido un corte en éste. No pensaba dejar que todo acabase en risas e iba a dejar las cosas serias. – Soy una espadachín ante todo. Centrada en los puntos vitales y en la velocidad como comprobaste. De modo que yo decido con quién me enfrentaré, no seré controlada. – Dijo finalizando pero manteniendo la espada recta en todo momento mientras un aura empezaba a formarse a su alrededor. Se notaba que estaba bastante molesta por sus palabras. – Ahora será mejor que te curemos eso antes de que empeores. – Finalizó con aquellas palabras mientras suspiraba bajando su arma y relajándose.

La chica escuchaba sus palabras pero sin ser convencida de nada. Los enemigos no tenían dueños y si se metía sería para asesinarlos con gusto. Sus ojos rojizos no paraban de analizar despacio al espadachín. Le daba lo mismo aquello del orgullo pues él era de ella y nadie salvo la científica podía hacerle daño. Era gracioso cuando la gente pensaba en científicos con lentes y batas blancas. Ella iba de una forma totalmente distinta y por si fuera poco su carácter era extremadamente duro la mayoría de las veces. Su forma de ser era muy rara pero no se arrepentía de ello.

Continuó mirándole de forma seria dándole igual la mayoría de las cosas que decía para después cerrar los ojos y suspirar. Justo cuando lo hizo notó como tiraba de ella y al abrir los ojos se cruzó con los suyos sintiendo aquel beso. Se puso algo roja de nuevo, no podía controlar todavía sus emociones y consiguió relajarla un poco pues se estuvo quieta y cerró los ojos unos momentos. Sin embargo segundos después frunció el ceño y se separó mientras ahora le apuntaba de nuevo con su espada. – ¡Maldito idiota! ¡Deja de hacer eso cuando te dé la gana o te cortaré la cabeza! – Decía con las venas de la frente marcadas de nuevo. Justo cuando iba a lanzarse a por él para cortarle a la altura del pecho escuchó sus palabras y recapacitó.

Era cierto que debían de ir a una farmacia para comprar la maldita píldora lo antes posible. De repente vio como el moreno se ponía la camiseta en la cabeza y ella entrecerró los ojos mientras una gotita de sudor bajaba por su cabeza de forma cómica. – Dios, y yo me he acostado con éste hombre… – Dijo alejándose unos metros y caminando guardando las distancias pues no quería que la relacionasen con el hombre turbante. Era demasiado ridículo ir de aquella forma por la calle y ahora incluso se le quitaron las ganas de cortarle. Una vez que comprase lo que debía saldría de aquella isla para ir a su base y allí recoger todo lo posible para su viaje al reino de Sakura. Necesitaba sus ropas, sus informes y las distintas muestras que disponía. Al fin y al cabo se iba tranquila al haber violado a aquel hombre. Se había quedado en la gloria y ahora le esperaba la dura nieve.