¿Te perdiste? Yo sí. [Ushio - Dranser]

Una figura se acercaba a toda velocidad a aquella isla del Este. Debido a que se movía por el aire tenía una velocidad impresionante. Todo aquel que tuviese mantra notaría que su poder era considerable pues por nada había llegado a ser oficial de la revolución. Sus cabellos castaños eran pinchudos y parecía que no se había peinado en años. Sus ojos eran azules oscuros y en la frente poseía una venda blanca que le sostenía algunos mechones. Tenía una altura media superando el metro ochenta y además un cuerpo fornido. Vestía con una camiseta negra de manga larga y un chaleco color mostaza. El pantalón era del mismo tono y en sus pies había unas zapatillas comunes. Portaba consigo dos fundas en las que llevaba a Gin Kiba y en la otra a Shiro kiba.

Sus dos preciosas katanas y con el poder suficiente para causar estragos. El espadachín ahora se dirigía a una taberna que había divisado. Tal vez en ella podía descansar un poco y de paso divertirse. No tardó mucho en aterrizar cerca de la puerta y abrirla. Al hacerlo pudo ver que todo estaba muy calmado y había poca gente. En ese momento el camarero quedó impresionado y le habló con toda la calma del mundo. – ¿Qué hace por aquí uno de los mejores espadachines de la revolución? – El chico sonrió ante ese comentario y tras unos segundos se sentó junto a un chico moreno que había en la barra. – Querrás decir el mejor espadachín de la revolución. – Dijo ahora mientras sonreía de lado. Había hecho un largo viaje y enseguida pidió una botella de agua.

Aquel hombre se la puso generosamente y enseguida le puso también un cartel en el que mostraba que su cabeza valía 350.000.000 Berries. – Joder como he subido, macho. – Dijo ahora soltando una leve carcajada mientras le daba un trago a aquella botella de agua fresca y se recuperaba tranquilamente. – ¿Sigues entrenando para ser el mejor espadachín del mundo? – Le preguntó entonces aquel hombre de forma amable mientras se metía las manos en los bolsillos. – Eso es. Siento que me queda camino por delante pero creo que estoy en la mitad de ser el número uno. – Una vez dijo aquello soltó un enorme suspiro para después quedarse callado con su haki de observación preparado por si las moscas. No se sabía dónde podía haber marines camuflados o agentes del gobierno.

El espadachín continuaba hablando tranquilamente con aquel hombre y bebiendo de la botella de agua. Su presencia había emocionado un poco a los hombres del bar, estaba claro que era un justiciero para la mayoría. No era un simple pirata, más bien alguien que deseaba erradicar la corrupción y para ello eliminaba marines y agentes. En verdad solo mataba a aquellos que atentaban contra su vida o alzaban una espada en su contra. De hecho en la guerra que había participado se había lucido bastante bien. No tuvo contacto con los gyojines pero si eliminó a un poderoso comodoro y a hordas de enemigos. Su experiencia en combate era impresionante y por el momento pretendía seguir mejorando cada día. Sus habilidades con la espada eran cuanto menos perfectas. Había entrenado durante demasiado tiempo y aunque su banda hubiese acabado desaparecida se bastaba solo. Iba en solitario de un lado a otro sin importarle con quién cruzarse.

Estaba disfrutando de su dosis de agua fresca cuando de repente escuchó unas palabras provenientes del moreno que estaba sentado a su lado. Éste se había presentado como Ushio y dijo que aspiraba a ser el mejor espadachín del mundo. Era gracioso pero ya tenía otro oponente pues. Su mantra le indicó que era más fuerte que todos los hombres sentados allí pero todavía no podía rivalizar con él. El castaño permaneció en silencio mientras ahora suspiraba y terminaba de beberse su deliciosa botella. Acto seguido en su rostro se formó una sonrisa calmada. En ese momento el camarero le dijo que le faltaba experiencia y él lo mandó a callar llamándole anciano. El revolucionario en ese momento alzó una ceja viendo como llamaba así a un pobre viejo. Después escuchó que el chico no podía quedarse callado ante él. Puede que fuese su meta pero no tenía por qué ponerse nervioso de aquella forma tal y como lo estaba demostrando.

En ese momento Dranser sonrió de forma calmada y estiró su mano despacio hasta colocarla en el hombre del bar. – Discúlpale, Heryo. Todos sabemos que aún con tu edad podrías patearle el cuelo a muchos hombres. – El hombre tras la barra asintió levemente mirando a otro lado y en ese momento el depredador clavó sus ojos en el chico. Al parecer poseía más de una espada también pero quizás no las manejaba todas bien al mismo tiempo. En ese preciso momento se quedó mirándole de nuevo y le habló en un tono un poco serio pero nada agresivo. – Haber, algún día todos tendremos mucha edad, no hace falta mandar a callar a alguien llamándole anciano. Cuando yo muera podrás ser el mejor pero hasta entonces deberás derrotarme. – Después de unos momentos mostró una sonrisa calmada al mismo tiempo que colocaba una pierna sobre su otra rodilla. Estaba analizando al chico de arriba abajo.

Acto seguido se le ocurrió una buena idea. – Yo elimino a todo aquel que alza una espada contra mí. Considero un insulto no rematar. Pero no lo hago si el combate es un entrenamiento amistoso. De modo que te propongo lo siguiente. Demuéstrame tu poder en un duelo amistoso si es que no me tienes miedo. – Dicho aquello le sonrió de forma amable y continuó en aquella pose para después no decir nada. Debía esperar su respuesta y ver si estaba preparado para ser un buen candidato a mejor espadachín del mundo. De hecho él mismo empezó su camino derrotando a muchos espadachines de mayor nivel que él. Dranser era todo un estratega y a veces era más temido por aquello que por el manejo que tenía con sus espadas.

Dranser estaba impresionado pues no esperaba que el chico aceptara aquella petición, de hecho ahora le pidió que le siguiera. El camarero se quedó también en blanco al ver lo suicida que podía llegar a ser el chico pero eso provocó una sonrisa en el revolucionario. Le gustaba la gente decidida y con valor. Si aquel joven no era ni marine ni agente le terminaría de caer muy bien. Por el momento se iba a dedicar a combatir contra él pero no podía contenerse de ninguna forma pues si lo hacía era una falta de respeto al rival. Aquello iba a ser algo realmente divertido. En ese momento se relamió al mismo tiempo que se ponía en pie y empezaba a seguir al chico de forma calmada.

Por el camino fue mirándole la cabeza en todo momento. No sabía por qué pero siempre era mejor que otra zona, bastante traumado se había quedado ya con su anterior segundo al mando. Si es que a aquello se le podía llamar persona humana. Después de unos momentos llegaron a una especie de llanura dónde ambos estaban alejados de los civiles y podían luchar sin problemas. Ahora escuchó cómo le daba las gracias y simplemente se quedó callado con ambas manos en los bolsillos. Se quedó mirándole y esperando a ver cuál iba a ser su ataque. En ese momento el chico lanzó un par de ondas cortantes en forma de equis a por él. Dranser ni siquiera sacó sus espadas. – Araña tejedora… – Susurró en un tono muy bajo para después esperar al último momento. Estiró los brazos hacia los lados quedando en posición de cruz para después cruzar los brazos con fuerza. Con cada dedo había creado un hilo de telaraña de tres centímetros de grosor, ósea un total de diez. Éstos iban imbuidos en haki armadura y al moverlos contra las ondas los usó como tijeras para romperlas de forma rápida.

Al hacerlo se formó una pequeña explosión cortante que provocó que algunos fragmentos llegasen a sus hombros y rostro haciéndole leves cortes. En su rostro podía verse una sonrisa ante todo. Un pequeño hilo de sangre comenzó a bajar de su frente hasta sus labios y la lamió despacio para después mirarle. – Te mostrare lo que son ondas cortantes. – Una vez dijo aquello entrecerró los ojos y sacó a Shiro Kiba. Empezó a canalizar energía a través de ella y a continuación abrió los ojos de golpe. – ¡Kurai Mori! – Aquel ámbito hacía sus ondas mucho más peligrosas que las normales, además en las últimas semanas las había mejorado un cincuenta por ciento más. A una velocidad impresionante lanzó un total de seis tajos con aquella espada y seis ondas cortantes de color azul fueron hacia él a gran velocidad.

Aquello aún no había finalizado pues las había lanzado con Shiro Kiba, una O Wazamono capaz de triplicar las ondas cortantes en el aire. Por lo que las seis ondas se triplicaron formando un total de dieciocho que fueron a por él con una potencia increíble. Aquel era uno de los ataques más simples de Dranser y ni siquiera usaba el cinco por ciento de su poder cuando lo hacía. Además no iban ni siquiera imbuidas en haki pero la potencia de corte sumada a la enorme cantidad de ondas podía ser peligrosa. En ese momento se quedó quieto con una sonrisa tranquila esperando a ver que hacía el joven moreno. Le escocía un poco la cara por los cortes anteriores y tenía varios trozos del chaleco rotos. Le daba un poco igual pues solía divertirse muchísimo durante los combates. Ahora tan solo faltaba ver qué pasaba. – Esté es mi tercer mejor ataque de ondas, lo que significa que tengo otros dos combos más poderosos. Además eso hablando de esta humilde técnica, las demás son demasiado para ti. Oh espera no es la tercera, es la cuarta… – Dijo recordando que poseía otro combo más atroz de ondas. En verdad Dranser era un jodido peligro y muchos pensaban que podía ser un arma mortal en muchísimas situaciones.

Dranser observaba como el panorama quedaba devastado por sus ondas, la cuales se habían ocupado de eliminar bastantes árboles y pedazos de suelo. Se levantó una considerable humareda que ahora hizo al espadachín sonreír de lado mientras se mantenía totalmente relajado. Solía pelear muy tranquilo a no ser que estuviera su vida en peligro o la de algún amigo. Sus azulados ojos observaban atentamente todo lo ocurrido y ahora no pudo evitar soltar un pequeño suspiro para después cerrar los ojos con toda la calma del mundo. Estuvo así unos momentos hasta que se decidió a abrirlos del tirón. Imponía como él solo pues aquel ataque no había sido casi nada. Recordó en ese momento la batalla contra el jodido comodoro y como ganó aquella espada especial. El cabrón le había lanzado de ataque final más de ciento cincuenta ondas. Sin embargo el oficial pudo salir victorioso debido a sus buenas cualidades estratégicas.

En ese momento se fijó en el estado de su oponente y la verdad es que le daba algo de pena pues estaba lleno de cortes. El líquido carmesí caía de él como si fuese lo más normal del mundo pero al parecer estaba dispuesto a continuar con la batalla. Aquello hizo sonreír de nuevo al castaño que ahora escuchaba sus palabras con toda la calma del planeta. Al parecer era un pirata y a pesar de admirarle quería derrotarle. Aquello le iba a costar muchísimo pues la determinación de Dranser era monstruosa y hacían falta muchos ataques para poder derribarle. Ahora vio como sacaba aquella otra espada. El herrero se quedó mirándola unos segundos para después alzar una ceja. No sabía de qué estaba hecha pero su experiencia le decía que no era normal. Ahora tomó ambas espadas mientras suspiraba y se preparaba para recibirle. En el primer corte puso en medio a Shiro Kiba imbuida en haki armadura para poder pararle. Notó un impactó bastante fuerte y eso lo hizo desequilibrarse un poco. Sin embargo su mantra le indicó el corte al cuello.

Al haberlo visto le dio tiempo de poner en medio a Gin Kiba también imbuida en haki para defenderse y bloquear el ataque. El siguiente ataque fue dirigido a sus brazos y se centró claramente en la espada extraña. La volvió a bloquear con Shiro Kiba pero la otra le pegó en uno de los bíceps haciendo que tirase su otra espada al suelo y soltara un quejido de dolor. La sangre comenzó a salir de su brazo mientras fruncía el ceño notando aquella sensación de dolor. Al predecir las dos últimas ondas se imbuyó totalmente en su haki tomando todo su cuerpo un tono negro metálico. Con su espada bloqueó con éxito la del pecho pero la de la cintura le había hecho una herida en horizontal por la cual sangraba. Sin embargo no era leve pero tampoco grave, más bien media. Una vez que evadió aquel maldito combo sonrió de lado. Su katana tenía un aura extraña rodeándola ¿Viento? Había usado su técnica Kaze durante la evasión para mover a Shiro Kiba con una velocidad impresionante.

No se había visto forzado a usar su fruta y no pensaba desvelarla. De modo que ahora retrocedió unos cuantos pasos al mismo tiempo que observaba al chico con una sonrisa siniestra. – Ese ataque al cuello ha sido peligroso. Recuerda que solo es un entrenamiento amistoso. – Dijo con calma mientras ahora se preparaba para atacar con una sola espada. Después de aquella tremenda combinación debía de estar al menos un poco candado y no pensaba dejarle recuperarse si así era. – “Escarabajo tigre, gorila” – Pensó para sí al mismo tiempo que de repente se desplazaba a una velocidad de cien jodido metros por segundos. Esperaba que ni siquiera le viera. Se había imbuido totalmente en haki armadura y había lanzado un corte al pasar por su lado con el que había planeado realizarle una herida en el pecho de arriba debajo de forma diagonal para que no pudiera continuar. Además iba con la fuerza de un jodido gorila y envuelto en haki armadura. Tras hacerlo quedaría a unos diez metros de distancia y se giraría para ver si le había dado. – Me temo que esto es el fin. – Dijo arrancándose el chaleco y empezando a hacerse un pequeño vendaje de urgencia en el brazo herido pues sangraba bastante.

Dranser mantenía una sonrisa tranquila tras haber realizado su ataque y ahora la hoja de su espada estaba bañada en la sangre de aquel chico. Su ataque había funcionado y ahora desactivó su haki armadura y sus habilidades animales quedando de pie y con una mirada tranquila. Algo le decía que su combate ya había finalizado y para ser un entrenamiento había sido corto pero bastante intenso. Sin duda prefería los combates largos y duraderos pero no había podido ser el caso. De todas formas debía continuar entrenando su haki y sus habilidades pues en verdad había estado dormido en un par de ocasiones de la pelea y eso no podía permitirlo. De hecho ahora soltó una ligera risa al mismo tiempo que caminaba hacia el moreno despacio.

En ese momento lo vio guardar sus armas y tomar una posición en cruz. Mientras tanto el espadachín recogió a Gin Kiba del suelo y la guardó en su funda. En su mano derecha quedaba Shiro Kiba. Escuchó sus palabras y no pudo evitar alzar una ceja mientras ahora suspiraba. La verdad es que era mejor matar de frente y él ya estaba acostumbrado. – Nos veremos entonces en la otra vida. – Dicho eso tomó su arma con fuerza y corrió por él a toda velocidad con una sonrisa siniestra. Nada más al estar frente a él, trataría de lanzarle un golpe con la zona ancha de la hoja en toda la cara y encima imbuida en haki armadura. Lo lograse o no le miraría con seriedad.

Parecía que se lo iba a comer en cualquier momento. – ¿Eres tonto? ¿Por qué debería hacer algo así en un combate amistoso? – No sabía con qué clase de gente se había relacionado el moreno pero los entrenamientos siempre se respetaban. Ahora guardó su arma en la funda correspondiente y se apretó un poco el vendaje. – ¿Acaso tú ibas a matar? Dijimos amistoso, a-mis-to-so. – No iba a dejar de regañarle por el momento y ahora soltó un suspiro mientras se cruzaba de brazos y se acercaba incitándole a caminar hacia la taberna. – Venga y tira a beber algo y a comer. Después una ducha y a dormir. A partir de ahora me llamarás sensei y harás caso. No puedo dejar que un candidato a mejor espadachín se deje asesinar. Si puedes hablar puedes lanzar otro tajo. Ahora camina, zorra. – Mientras decía aquello caminaba también hacia la taberna tratando de empujarle.

Dranser avanzaba despacio junto al chico y con una expresión calmada. Escuchó sus preguntas pero no les dio mucha importancia y continuó andando con él. No podía permitir que una persona con la que había entrenado de forma amistosa dijera aquellas palabras. Un espadachín debía morir luchando sin rendirse ni un solo momento. Los maestros de aquel estilo tan solo podían considerarse derrotados cuando su vista quedase oscura y no por cansancio o más heridas. Si pretendía convertirse en el mejor espadachín del mundo debería hacerlo venciéndole a él pues no iba a dejar que nadie tuviera ese puesto mientras él viviera. Pero era mejor que después suya lo tuviese un chico como Ushio a cualquier capullo que estuviese dedicándose a manchar el arte de la espada.

Después de unos metros avanzando divisó la posada anterior y se dirigió a ella con el chico tranquilamente. – Eres libre de intentarlo pero por el momento estás a más de cincuenta años de lograrlo. No permitiré que desperdicies tu vida con esa estupidez de ser rematado en un puto entrenamiento. – Sus últimas palabras sonaron incluso un poco bruscas. Enseguida entró en aquel lugar y miró al camarero de antes con una expresión calmada. Éste simplemente se quedó callado esperando instrucciones. – Socio tú fuiste médico hace tres años. De modo que ¿Te importaría curarle las heridas al chico? – Dicho aquello vio a aquel hombre asentir. Dranser miró a Ushio a los ojos para a continuación sonreír de forma pesada. – No des tu vida a la primera de cambio. Yo daría lo que fuese para que mis amigos, la chica que amaba y mis compañeros volviesen a la vida. – Dicho aquello miró a otro lado y empezó a caminar hacia una habitación de arriba dejando al chico allí.

Nada más llegar en la última habitación a la derecha y pudo comprobar que estaba vacía. Tan solo había una enorme cama, unas estanterías con libros sobre la época más antigua y un escritorio. No parecía un mal sitio y además conectaba con una pequeña sala que disponía de ducha. También había una ventaja que daba al exterior. No tardó mucho en poner el agua en posición caliente y deshacer la cama. Tras aquello bajó de nuevo esperando que ya hubiesen terminado de curarle. – La última sala a la derecha es la tuya. Date una buena ducha y ponte a descansar. – Dicho aquello se sentó en la barra manteniendo un extremo silencio y pidiendo otra botella de agua y una de alcohol. Soltó un enorme suspiro y se llevó ambas manos a la cabeza al estar un poco cansado de aquel combate y sobre todo del viaje volando que se había tenido que dar.

El revolucionario llegó a tiempo para ver como terminaban de coserla la herida. Él se puso a beber de su botella mientras suspiraba. Escuchó las palabras de aquellos hombres y continuó a lo suyo mientras seguía bebiendo. En ese momento tomó el recipiente del alcohol y se quitó los vendajes del brazo, se echó el líquido en el bíceps aguantando el dolor como podía. Después de unos momentos se aplicó otro vendaje y básico y soltó un enorme suspiro. Después pudo ver como el chico subía a su habitación y aquello le hizo sonreír de lado. Momentos más tarde el camarero volvió a la barra tranquilamente. En ese momento se escuchó como el sonido del agua se apagaba y el castaño entendió que el chico había pasado de la ducha y se había ido a dormir.

En ese momento soltó un suspiro y agachó la cabeza con calma. El camarero le miró fijamente un poco preocupado pues no solía verle así. En ese momento le puso un plato de pedazos de carne y se cruzó de brazos. – Te noto muy preocupado ¿Qué sucede, Dranser? – En ese momento el castaño alzó la mirada observándole despacio. – Dentro de poco será un torneo que me interesa. Espero no encontrarme con retos muy duros. No me fio de esos sitios, hay cazadores carroñeros en cualquier esquina. – Después de aquellas palabras el hombre sonrió con calma y se sentó en una silla detrás de la barra para después sacar un cigarro y llevárselo a la boca. – Estoy seguro de que conseguirás vencer. – Dicho aquello el chico sonrió.

Ahora Dranser empezó a comer tranquilamente aquellos pedazos de pollo con calma. La verdad es que estaban deliciosos y aquel hombre cocinaba bastante bien. No pudo evitar de hecho pedir dos raciones más y por supuesto pagarlas. Era una delicia de comida y seguramente la última que probaba en mucho tiempo. El chico no sabía que en aquel torneo del diablo iba a terminar medio muerto y en coma. Además de combatiendo con un gran amigo. El destino era cruel y a Dranser le quedaba todavía lo peor por llegar en aquel mes en el que se hallaban.