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No había nada mejor, pero nada mejor, que estar solo en una montaña. Era esos momentos donde un podía encontrarse consigo mismo, de poder saber si las cosas que hacía eran buenas o, bien, de tomar mejores decisiones. Por ahora, solo estaba claro que debía ser más fuerte. Había mucha gente que quería proteger. Taiga y Milena, los dos primeros y fundamentales. El primero, era mi mejor amigo, un excelente cazador y muy fuerte. La pelirroja, era algo así como mi pareja. Aquella persona que te hacía sentir mariposas en el estómago y que cuando estabas con ella, todo era perfecto y color de rosa. Sí, bien empalagoso y enamorado todo. Al menos, ambos contaban con mi Vivre Card, así que podría encontrarlos cuando quisiera.
No tuve que dar muchas vueltas para llegar a una explanada. Era el lugar perfecto para estar y era, de lejos, el más silencioso del lugar. Me tumbé en el suelo y dejé mis espadas en el suelo. Era curioso, por más que avanzaba en el tiempo, sentía que me estaba deteniendo y había llegado a un punto muerto. Sí, había ganado más fuerza y mis espadas, quizás, se sentían orgullosas de tenerme como dueño. Pero me sentía incompleto, como si algo me faltara… Como si no estuviera completo. Eso y que bueno… Estaba ese bastardo de Daiki dando vueltas por ahí, haciendo de las suyas y abusando de su poder. No odiaba a la Marina, odiaba a los tipos como él. Gente que solo funcionaba en base a su fuerza, fama y el miedo que podía ocasionar. Me había dado mi primera gran paliza y ahora, al menos para mí, era mi enemigo.
– No debería preocuparme tanto – susurré con calma. Mi camiseta roja se movía con la brisa. Abajo, vestía con unos pantalones cortos. De haber tenido mi collar, se hubiera podido ver gracias al cuello que tenía mi camiseta. Para bien o para mal, ahora lo tenía Milena. – Pasara lo que tenga que pasar y nada más. – No era de esos tipos problemáticos que les daba miedo el futuro o el qué pasaría sí… Era más bien… De disfrutar del momento y preocuparme cuando debiera preocuparme.
No tuve que dar muchas vueltas para llegar a una explanada. Era el lugar perfecto para estar y era, de lejos, el más silencioso del lugar. Me tumbé en el suelo y dejé mis espadas en el suelo. Era curioso, por más que avanzaba en el tiempo, sentía que me estaba deteniendo y había llegado a un punto muerto. Sí, había ganado más fuerza y mis espadas, quizás, se sentían orgullosas de tenerme como dueño. Pero me sentía incompleto, como si algo me faltara… Como si no estuviera completo. Eso y que bueno… Estaba ese bastardo de Daiki dando vueltas por ahí, haciendo de las suyas y abusando de su poder. No odiaba a la Marina, odiaba a los tipos como él. Gente que solo funcionaba en base a su fuerza, fama y el miedo que podía ocasionar. Me había dado mi primera gran paliza y ahora, al menos para mí, era mi enemigo.
– No debería preocuparme tanto – susurré con calma. Mi camiseta roja se movía con la brisa. Abajo, vestía con unos pantalones cortos. De haber tenido mi collar, se hubiera podido ver gracias al cuello que tenía mi camiseta. Para bien o para mal, ahora lo tenía Milena. – Pasara lo que tenga que pasar y nada más. – No era de esos tipos problemáticos que les daba miedo el futuro o el qué pasaría sí… Era más bien… De disfrutar del momento y preocuparme cuando debiera preocuparme.
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Aquella isla había sido el sitio dónde todo había empezado. Una lugar en el que el cadejo había dado a conocer su poder eliminando marines y nobles por todos lados. Sin embargo también fue el sitio en el que Dexter abandonó los Kage Akuma dejándoles en una situación de riesgo. Por suerte la fuerza del capitán pirata sumada a las habilidades de Inaga, el chico oso y Akai había conseguido derrotar a media isla. Aquel fue el comienzo de la larga lucha entre el lobo negro y el dragón. Desde aquel día ambos se la tenían jurada el uno al otro. Pero todo había pasado y ahora Kedra no podía evitar ver a Dexter como una persona especial. Tal vez no un amigo pero sí alguien al que ayudaría si hiciese falta. Había veces incluso en las que lo echaba de menos y todo.
Se hallaba sobre un árbol, observando el paisaje con una expresión seria. En aquella época solo era un asesino sin fundamentos que mataba por mero placer. – No puedo creerme lo idiota que fui en aquellos días… – Mencionó simplemente con un tono frío. Ahora era muy distinto. Si bien continuaba matando, solo era para defenderse y nada más. No solía atacar por placer a nadie y tan solo se dedicaba a viajar con su banda. Había pasado a ser un temido capitán cruel a un miembro de la tripulación de Émile. Así las cosas eran mucho mejores. La fama no era para él y sabía que no pertenecía a aquel ridículo mundo de humanos y payasos. Dormir era la solución a todo últimamente. No tenía casi objetivos en la vida y por el momento simplemente estaría con el diablo para proteger a Kira de todo.
Era curioso pues no sabía dónde diablos se había metido la asesina. Dejó de pensar en ello y saltó con fuerza al suelo, aterrizando de forma violenta y provocando unas leves grietas. Por suerte había amortiguado el daño en las suelas de sus pies debido a su haki armadura. Empezó a caminar con los ojos entrecerrados y las manos en los bolsillos cuando de repente pudo ver una explanada bastante grande. Entonces vio a un chico tumbado allí. La envidia le recorrió completamente al ver el sitio tan cómodo que se había buscado. Se acercó y cuando estuvo a cinco metros se tumbó también mirando el cielo. Pues sí, se estaba demasiado bien. El capullo aquel había elegido un buen sitio y el luchador se lo había copiado. Ahora se iba a quedar allí un par de horas por culpa del chico.
Se hallaba sobre un árbol, observando el paisaje con una expresión seria. En aquella época solo era un asesino sin fundamentos que mataba por mero placer. – No puedo creerme lo idiota que fui en aquellos días… – Mencionó simplemente con un tono frío. Ahora era muy distinto. Si bien continuaba matando, solo era para defenderse y nada más. No solía atacar por placer a nadie y tan solo se dedicaba a viajar con su banda. Había pasado a ser un temido capitán cruel a un miembro de la tripulación de Émile. Así las cosas eran mucho mejores. La fama no era para él y sabía que no pertenecía a aquel ridículo mundo de humanos y payasos. Dormir era la solución a todo últimamente. No tenía casi objetivos en la vida y por el momento simplemente estaría con el diablo para proteger a Kira de todo.
Era curioso pues no sabía dónde diablos se había metido la asesina. Dejó de pensar en ello y saltó con fuerza al suelo, aterrizando de forma violenta y provocando unas leves grietas. Por suerte había amortiguado el daño en las suelas de sus pies debido a su haki armadura. Empezó a caminar con los ojos entrecerrados y las manos en los bolsillos cuando de repente pudo ver una explanada bastante grande. Entonces vio a un chico tumbado allí. La envidia le recorrió completamente al ver el sitio tan cómodo que se había buscado. Se acercó y cuando estuvo a cinco metros se tumbó también mirando el cielo. Pues sí, se estaba demasiado bien. El capullo aquel había elegido un buen sitio y el luchador se lo había copiado. Ahora se iba a quedar allí un par de horas por culpa del chico.
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El cielo estaba despejado. Era de esas veces en las que uno lo veía más azulado que de costumbre. Mi viaje había comenzado hace unos cuantos meses, a diferencia de todos… Yo era más bien calmado y no solía ir provocando problemas. De hecho, era de solucionarlos… Aunque, últimamente, iba generando caos a donde pisara. Quizás este era el único sitio donde podía estar sin tener que molestar a alguien. Tener un tiempo para mí solo, pensar en todo y estar en calma con el ambiente. Era curioso… Aunque siempre fui así, debo admitir que conocer a Taiga lo había ralentizado todo. Ese hombre era la calma andante. No le importaba nada y era bastante seguro… Algo útil, si se miraba desde cierto punto de vista.
Estuve a poco de levantarme al escuchar un ruido fuerte proveniente del bosque. Pero, seguramente, había sido algún animal tirando árboles. No era demasiado raro ver que un oso los tumbaba con facilidad. Suspiré y empecé a cerrar mis ojos, estaba bastante cómodo y me iba a quedar dormido… ”No jodas…” – pensé al escuchar pasos. De reojo vi a alguien muy alto y de una cara conocida. Quizás lo había visto en un cartel de “Wanted” o en alguna taberna. Pero aquellos ojos… Demasiada pereza pensar en eso. Se tumbó a uno cinco metros de mí y ahí se quedó. No podía evitar pensar que lo había visto en alguna parte….
– Eres Kedra, ¿verdad? – pregunté con toda la calma del mundo. Sin siquiera esperar alguna respuesta. Si no me respondía, era posible que me pegara una siesta y todo, aunque eso sí, por si las moscas, había acercado un poco más mis espadas. – Ex capitán de Kage Akuma, apodado “Pesadilla” – viajar con un cazador tenía aquellas ventajas. Poder reconocer a todos los sujetos que tuvieran o tuvieron algún “Wanted” por su cabeza. Suspiré… – Soy Ushio… Un placer. – cerré mis ojos con calma y luego esperé su respuesta. Si no me decía nada, seguramente, iba a poner algo de esfuerzo para quedarme dormido.
Estuve a poco de levantarme al escuchar un ruido fuerte proveniente del bosque. Pero, seguramente, había sido algún animal tirando árboles. No era demasiado raro ver que un oso los tumbaba con facilidad. Suspiré y empecé a cerrar mis ojos, estaba bastante cómodo y me iba a quedar dormido… ”No jodas…” – pensé al escuchar pasos. De reojo vi a alguien muy alto y de una cara conocida. Quizás lo había visto en un cartel de “Wanted” o en alguna taberna. Pero aquellos ojos… Demasiada pereza pensar en eso. Se tumbó a uno cinco metros de mí y ahí se quedó. No podía evitar pensar que lo había visto en alguna parte….
– Eres Kedra, ¿verdad? – pregunté con toda la calma del mundo. Sin siquiera esperar alguna respuesta. Si no me respondía, era posible que me pegara una siesta y todo, aunque eso sí, por si las moscas, había acercado un poco más mis espadas. – Ex capitán de Kage Akuma, apodado “Pesadilla” – viajar con un cazador tenía aquellas ventajas. Poder reconocer a todos los sujetos que tuvieran o tuvieron algún “Wanted” por su cabeza. Suspiré… – Soy Ushio… Un placer. – cerré mis ojos con calma y luego esperé su respuesta. Si no me decía nada, seguramente, iba a poner algo de esfuerzo para quedarme dormido.
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El cadejo realmente estaba en la gloria. Ese sitio era fantástico y ahora no pensaba irse en un buen rato. Necesitaba descansar aunque no hubiese hecho nada y además pensar en varias cosas como el día en el que todo comenzó. Había pasado de un lobo salvaje y violento a uno mucho más de frío y estratégico pero menos asesino. No sabía si el cambio había sido a mejorar pero sin duda sus técnicas cada vez resultaban mejores, fluidas y poderosas. Todo por culpa de sus brutales entrenamientos, los cuales debía de mejorar un poco. Ya había tenido una misión impuesta por Émile y realmente le encantaba. No había mejor trabajo para él sin duda alguna y no pensaba fallar en eso. De todas formas si fracasaba, era cosa suya, el diablo a pastar que para eso Kedra era el pecado más guapo.
De hecho a pesar de ser la pereza en persona, tenía ataques de Ira y comía como gula. Encima tenía orgullo. Envidia, avaricia y lujuria ya no iban con él pues pasaba de esas cosas. Era una banda con nombres raros pero definitivamente pereza era el suyo. Dicho objetivo era cuidar la mansión del capitán un par de años mientras él no estaba. Aquello significaba dormir y entrenar con todos los lujos posibles de modo que aceptó. Ahora fue cuando escuchó como aquel moreno que estaba tumbado a su lado le hablaba con normalidad. Le había reconocido claramente. Lo mejor fue que se presentó y todo. Había indicado que conocerle era un placer y ni siquiera habían conversado todavía. Realmente o no conocía nada del mundo o era un tipo demasiado social y amigable.
Lo único que tenía el luchador en mente era dormir pero tampoco podía ignorar el hecho de que le estaban hablando. No solía dejar a la gente con la palabra en la boca. No tardó en soltar un suspiro y abrir sus dorados ojos. Éstos dirigieron su mirada al cielo de forma natural. – Parece que me has reconocido. Lo que me sorprende es que me hables con tanta tranquilidad teniendo un precio superior a ciento cincuenta millones. Podrías tener delante a un asesino. – Dicho aquello permaneció mirando aquel precioso cielo azulado para después llevarse ambas manos tras la nuca. Analizó el olor y el aura de aquel tipo por si acaso para quedarse con ambas. Memorizarlas no iba a ser difícil y por ello no le costaba nada hacerlo. Así lo tenía vigilado. – ¿Pirata? ¿Cazador? ¿Humano? – Dijo ahora mientras simplemente entrecerraba los ojos.
De hecho a pesar de ser la pereza en persona, tenía ataques de Ira y comía como gula. Encima tenía orgullo. Envidia, avaricia y lujuria ya no iban con él pues pasaba de esas cosas. Era una banda con nombres raros pero definitivamente pereza era el suyo. Dicho objetivo era cuidar la mansión del capitán un par de años mientras él no estaba. Aquello significaba dormir y entrenar con todos los lujos posibles de modo que aceptó. Ahora fue cuando escuchó como aquel moreno que estaba tumbado a su lado le hablaba con normalidad. Le había reconocido claramente. Lo mejor fue que se presentó y todo. Había indicado que conocerle era un placer y ni siquiera habían conversado todavía. Realmente o no conocía nada del mundo o era un tipo demasiado social y amigable.
Lo único que tenía el luchador en mente era dormir pero tampoco podía ignorar el hecho de que le estaban hablando. No solía dejar a la gente con la palabra en la boca. No tardó en soltar un suspiro y abrir sus dorados ojos. Éstos dirigieron su mirada al cielo de forma natural. – Parece que me has reconocido. Lo que me sorprende es que me hables con tanta tranquilidad teniendo un precio superior a ciento cincuenta millones. Podrías tener delante a un asesino. – Dicho aquello permaneció mirando aquel precioso cielo azulado para después llevarse ambas manos tras la nuca. Analizó el olor y el aura de aquel tipo por si acaso para quedarse con ambas. Memorizarlas no iba a ser difícil y por ello no le costaba nada hacerlo. Así lo tenía vigilado. – ¿Pirata? ¿Cazador? ¿Humano? – Dijo ahora mientras simplemente entrecerraba los ojos.
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¿Qué estaría haciendo Taiga? Seguramente, como yo, haciendo el vago. ¿Milena? Pues… No me podía imaginar que estaría haciendo. Pero, seguramente, nada muy bonito. Tenía una extraña fijación con la sangre y… Tenía cierta manía con la mía. ¿Hinori? Entrenando, seguramente. Suspiré con calma, todos, quizás, estaban haciendo algo interesante. ¿Yo? Estaba tirado en el pasto, conversando con Kedra. Era una situación extraña, conocía sus delitos y el alcancé de su fuerza… Mejor dicho, me hacía una expectativa de lo que era capaz de hacer. Me respondió… La verdad, es que sí. Estaba bastante tranquilo y es que… ¿Para qué luchar? No quería más luchas de momento. Finalmente, me preguntó si era pirata, cazador o… ¿Humano? Sí, eso parecía.
– Pues… Verás – una suave brisa pasó por encima de nosotros. Definitivamente, este era el mejor lugar para estar. Tranquilo, silencioso, buen clima y unas excelentes sombras. ¿Qué más podía pedir? Quizás, algo de comida o algo para beber. – No soy muy fanático de las peleas – aparte era bastante sociable y amigable. Mi personalidad, para algunos, era mi mayor punto débil pues me confiaba bastante al conocer a otro. – Solo ataco a quien me ataca o bien – tomé una breve pausa para contemplar el hermoso cielo. – Si veo alguna injusticia. Ya sabes, lo típico… Que el fuerte abuse del débil, etc. – Quizás otros estarían muertos de miedo. ¿Yo? Pues, estaba con una extraña emoción de confianza. No le tenía miedo a nada. Suspiré con calma y luego cerré mis ojos por unos momentos.
Empecé a recordar todo. Bueno “todo”… Solamente me dediqué a recordar cómo había conocido a todos. Milena, Taiga, Dranser, Hinori, Dexter y el hijo de puta de Aomine. Su nombre estaba entre mis cejas, era la única persona por la cual podría llegar a matar. Su personalidad arrogante y egocéntrica, me daban ganas de vomitar. Respirar el mismo aire que el suyo… Me daba asco. Suspiré y volví a relajarme. No estaba ahí para preocuparme de él o de cualquier otro. En ese momento, no existía ni él o algún otro imbécil de Imperium.
– Aparte, no juzgo a nadie por lo que otros dicen. – Terminé aclarando y bostezando. ¿Me podría llegar a quedar dormido? Pues…. No era una posibilidad tan lejana. Con lo bien que se estaba, no era para nada extraño pensarlo. ¿Intentaría matarme Kedra? No, tuvo la oportunidad de hacerlo antes de llegar. Aunque claro, eso no significaba, en la práctica, nada. Bien podía hacerlo en cualquier minuto, ¿lo haría? No lo creía… Algo en él me hacía sentir que no me iba a atacar. Volví a bostezar y ahora flexioné una pierna. ”Que comodidad”
– Pues… Verás – una suave brisa pasó por encima de nosotros. Definitivamente, este era el mejor lugar para estar. Tranquilo, silencioso, buen clima y unas excelentes sombras. ¿Qué más podía pedir? Quizás, algo de comida o algo para beber. – No soy muy fanático de las peleas – aparte era bastante sociable y amigable. Mi personalidad, para algunos, era mi mayor punto débil pues me confiaba bastante al conocer a otro. – Solo ataco a quien me ataca o bien – tomé una breve pausa para contemplar el hermoso cielo. – Si veo alguna injusticia. Ya sabes, lo típico… Que el fuerte abuse del débil, etc. – Quizás otros estarían muertos de miedo. ¿Yo? Pues, estaba con una extraña emoción de confianza. No le tenía miedo a nada. Suspiré con calma y luego cerré mis ojos por unos momentos.
Empecé a recordar todo. Bueno “todo”… Solamente me dediqué a recordar cómo había conocido a todos. Milena, Taiga, Dranser, Hinori, Dexter y el hijo de puta de Aomine. Su nombre estaba entre mis cejas, era la única persona por la cual podría llegar a matar. Su personalidad arrogante y egocéntrica, me daban ganas de vomitar. Respirar el mismo aire que el suyo… Me daba asco. Suspiré y volví a relajarme. No estaba ahí para preocuparme de él o de cualquier otro. En ese momento, no existía ni él o algún otro imbécil de Imperium.
– Aparte, no juzgo a nadie por lo que otros dicen. – Terminé aclarando y bostezando. ¿Me podría llegar a quedar dormido? Pues…. No era una posibilidad tan lejana. Con lo bien que se estaba, no era para nada extraño pensarlo. ¿Intentaría matarme Kedra? No, tuvo la oportunidad de hacerlo antes de llegar. Aunque claro, eso no significaba, en la práctica, nada. Bien podía hacerlo en cualquier minuto, ¿lo haría? No lo creía… Algo en él me hacía sentir que no me iba a atacar. Volví a bostezar y ahora flexioné una pierna. ”Que comodidad”
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El chico se las había arreglado para contestar a la primera pregunta pero para ignorar la segunda. No pensaba que se hubiese olvidado pero eso solo hacía que el luchador estuviese alerta. Muchos solían evadir preguntar importantes para después dar la respuesta equivocada. Por el momento parecía ser un hombre pacífico que solo atacaba a quién se lo merecía. Él no era ningún santo pero si trataba de detenerle o algo parecido simplemente lo dejaría inconsciente en un lado ¿Por qué inconsciente? Hacía demasiado que el lobo no asesinaba si un motivo justo. No podía decir que se estaba haciendo viejo pues era muy joven. Tal vez su verdadera forma de ser se estaba puliendo. Todos tenían un mal comienzo y el suyo había sido en aquella jodida isla.
Tampoco es que sus víctimas merecieran vivir pues los nobles solo eran basura. Los marines que se metieron por medio si le daban un poco de pena pero visto lo visto últimamente en el mundo, que se jodieran. Una leve brisa pasó de repente moviendo los cabellos del cadejo y además trayéndole un olor delicioso. De modo que allí había presas, de hecho no tardó en ver como un ciervo se acercaba despacio a pasar por donde ellos estaban. En ese momento el pirata colocó la mano derecha en el suelo muy despacio. Comenzó a canalizar y moldear su energía en torno al poder de su fruta. En pocos momentos dos perros negros de ojos rojizos nacieron de una negra cortina de humo.
Los animales le miraron mostrando sus colmillos y en ese momento el castaño simplemente les acarició la cabeza por turnos. – Yami, Kage, a comer. – Los animales sin pensárselo salieron corriendo a por el ciervo. Al pillarlo desprevenido éste no pudo hacer nada y notó como uno se le tiraba al cuello clavándole sus dientes en él. El otro le mordió el lomo terminando de ejecutarlo y en pocos momentos aquella cosa era un ser inerte. Ambos lo trajeron hacia la posición de Kedra y después desaparecieron de nuevo deshaciéndose en humo. El antiguo supernova abrió la boca mordiendo una de las patas y empezando a comérselo allí mismo estando crudo. Faltaba una buena comida y por fin la tenía. – Respóndeme a la segunda pregunta. Aunque no dañes a quién no lo merece, me quedaría más tranquilo sabiendo que no eres un marine o cazador. – Dicho aquello arrancó otro trozo de carne. La sangre caía por su pecho y él continuaba devorando como un animal salvaje.
Tampoco es que sus víctimas merecieran vivir pues los nobles solo eran basura. Los marines que se metieron por medio si le daban un poco de pena pero visto lo visto últimamente en el mundo, que se jodieran. Una leve brisa pasó de repente moviendo los cabellos del cadejo y además trayéndole un olor delicioso. De modo que allí había presas, de hecho no tardó en ver como un ciervo se acercaba despacio a pasar por donde ellos estaban. En ese momento el pirata colocó la mano derecha en el suelo muy despacio. Comenzó a canalizar y moldear su energía en torno al poder de su fruta. En pocos momentos dos perros negros de ojos rojizos nacieron de una negra cortina de humo.
Los animales le miraron mostrando sus colmillos y en ese momento el castaño simplemente les acarició la cabeza por turnos. – Yami, Kage, a comer. – Los animales sin pensárselo salieron corriendo a por el ciervo. Al pillarlo desprevenido éste no pudo hacer nada y notó como uno se le tiraba al cuello clavándole sus dientes en él. El otro le mordió el lomo terminando de ejecutarlo y en pocos momentos aquella cosa era un ser inerte. Ambos lo trajeron hacia la posición de Kedra y después desaparecieron de nuevo deshaciéndose en humo. El antiguo supernova abrió la boca mordiendo una de las patas y empezando a comérselo allí mismo estando crudo. Faltaba una buena comida y por fin la tenía. – Respóndeme a la segunda pregunta. Aunque no dañes a quién no lo merece, me quedaría más tranquilo sabiendo que no eres un marine o cazador. – Dicho aquello arrancó otro trozo de carne. La sangre caía por su pecho y él continuaba devorando como un animal salvaje.
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Todo estaba tranquilo. El bosque mantenía su silencio y yo… Ante eso, me sentía bien. ¿Qué decir? Eran momentos agradables y que uno debía cuidar. Suspiré con calma y luego vi, de reojo porque me daba pereza levantarme del todo, como Kedra hacía dos lobos negros de la nada. Se llamaban, Yami y Kage. No entendí para que los había creado, hasta que noté que ambos habían regresado con un ciervo. ¿Comida? Bueno, no importaba. Luego escuché a Kedra… Entre tanto que le dije, me había olvidado de su segunda pregunta. Sonreí de medio lado con tranquilidad mientras volvía a mirar al cielo.
– Oh… Perdón – le dije de forma tranquila. – Soy un pirata – sí, era extraño. Mi mejor amigo era un cazador, ¿cómo había surgido todo eso? Pues… Ni yo estaba seguro. De lo único que estaba seguro, era que teníamos una banda que detener. – Yo hubiera sido un fracaso como marine – dije con una risa suave. No me agradaba la idea de defender a la Marina, no los odiaba. Pero era imposible el no pensar que estuvieran siendo utilizados por el Gobierno Mundial o los Tenryubittos. Después de todo, los grandes Almirantes, debían proteger a cada uno de esos idiotas que fuera dañado. – No sirvo para seguir órdenes. – El suave olor a sangre se mezclaba con el ambiente. Y no, no era de buen ver, como Kedra se comía esa cosa cruda y se manchaba. Era un espectáculo… Sacado de una película de terror o algo así.
”Ahora que lo pienso…” – recordé con cierta diversión, que aún no sabía de qué bando era Milena. A mí, como cualquier otra cosa, me daría igual si fuese de la Marina o si fuese la hija de un Tenryubitto. Nunca me había interesado la idea de tratar de forma diferente a alguien por su título, lo que me importaba; era la personalidad de aquella persona. Milena, si bien intentaba matarme cada vez que me veía, lograba ver en ella un corazón puro. ”Quizás ya perdí el juicio” – pensé con calma. Quizás me equivocaba y quizás estaba siendo utilizado por ella para conseguir algo, quizás si o quizás no. Tampoco me importaba la verdad.
– ¿Estás en alguna banda? ¿O piensas formas la tuya propia? – Le pregunté con calma. No se sabía mucho de él y, como no me llamaba mucho la atención tratar de cazarlo, no me había informado lo suficiente.
– Oh… Perdón – le dije de forma tranquila. – Soy un pirata – sí, era extraño. Mi mejor amigo era un cazador, ¿cómo había surgido todo eso? Pues… Ni yo estaba seguro. De lo único que estaba seguro, era que teníamos una banda que detener. – Yo hubiera sido un fracaso como marine – dije con una risa suave. No me agradaba la idea de defender a la Marina, no los odiaba. Pero era imposible el no pensar que estuvieran siendo utilizados por el Gobierno Mundial o los Tenryubittos. Después de todo, los grandes Almirantes, debían proteger a cada uno de esos idiotas que fuera dañado. – No sirvo para seguir órdenes. – El suave olor a sangre se mezclaba con el ambiente. Y no, no era de buen ver, como Kedra se comía esa cosa cruda y se manchaba. Era un espectáculo… Sacado de una película de terror o algo así.
”Ahora que lo pienso…” – recordé con cierta diversión, que aún no sabía de qué bando era Milena. A mí, como cualquier otra cosa, me daría igual si fuese de la Marina o si fuese la hija de un Tenryubitto. Nunca me había interesado la idea de tratar de forma diferente a alguien por su título, lo que me importaba; era la personalidad de aquella persona. Milena, si bien intentaba matarme cada vez que me veía, lograba ver en ella un corazón puro. ”Quizás ya perdí el juicio” – pensé con calma. Quizás me equivocaba y quizás estaba siendo utilizado por ella para conseguir algo, quizás si o quizás no. Tampoco me importaba la verdad.
– ¿Estás en alguna banda? ¿O piensas formas la tuya propia? – Le pregunté con calma. No se sabía mucho de él y, como no me llamaba mucho la atención tratar de cazarlo, no me había informado lo suficiente.
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La bestia continuaba alimentándose de aquel animal. El líquido rojizo bajaba por su boca hasta su pecho y a él no le importaba en absoluto. Llegó a un punto en el que atravesó el pecho del animal con la mano usando su fuerza y le sacó el corazón. Era una escena extraña pues se veía perfectamente como era aquella cosa. Sin pensárselo ni un solo momento atravesó el órgano con sus dientes y toda la sangre chorreó por su abdomen hasta mancharle el pantalón. Sin duda el sabor era bueno y tras comérselo sonrió de lado estando perdido. Cualquiera se presentaba así en el barco de lujo de Émile. Era demasiado quisquilloso para aquellas cosas y no pensaba machar una alfombra para luego limpiarla. Ah no, ni de coña lo haría de todas formas, que se ocupara el gato.
Escuchó que aquel chico no servía para escuchar órdenes y que no habría sido buen marine. Siempre podía llegar a un rango alto y dejar de seguirlas pero daba mucha pereza seguro. De todas formas no era asunto suyo. Escuchó su pregunta y se puso en pie mirándole. Sus dorados ojos estaban clavados en los suyos de forma calmada y toda su boca estaba llena de sangre. Tal vez su siniestro aspecto ya hablaba por sí solo. – Viajo con Émile. Soy el pecado capital de la pereza. Es la banda definitiva y Lion se convertirá en el rey de los piratas. Pero no me malinterpretes, es la banda definitiva porque estoy yo. – Dijo en un ataque de egocentrismo puro para después estirarse un poco.
Empezó a olisquear notando la humedad en el ambiente y eso le hizo saber que cerca había un lago. Era un buen sitio para quitarse todo aquello encima. En ese momento cogió al ciervo e introduciéndole las manos por el agujero del pecho, sacó las tripas sin pensarlo. De repente lanzó toda aquella porquería sangrienta contra Ushio en un intenso de dejarlo perdido de sangre. Viendo la cantidad que era y estando tumbado, lo tenía difícil de esquivar ya que Kedra mediante su mantra sabría a dónde iba a rodar si esquivaba y lanzaría allí. Después se le quedaría mirando de forma calmada. – Hay un lago cerca. – Dicho aquello empezó a caminar hacia la dirección de éste con toda la calma del mundo. Iba dando silbidos por el camino, toma confianza para el espadachín.
Escuchó que aquel chico no servía para escuchar órdenes y que no habría sido buen marine. Siempre podía llegar a un rango alto y dejar de seguirlas pero daba mucha pereza seguro. De todas formas no era asunto suyo. Escuchó su pregunta y se puso en pie mirándole. Sus dorados ojos estaban clavados en los suyos de forma calmada y toda su boca estaba llena de sangre. Tal vez su siniestro aspecto ya hablaba por sí solo. – Viajo con Émile. Soy el pecado capital de la pereza. Es la banda definitiva y Lion se convertirá en el rey de los piratas. Pero no me malinterpretes, es la banda definitiva porque estoy yo. – Dijo en un ataque de egocentrismo puro para después estirarse un poco.
Empezó a olisquear notando la humedad en el ambiente y eso le hizo saber que cerca había un lago. Era un buen sitio para quitarse todo aquello encima. En ese momento cogió al ciervo e introduciéndole las manos por el agujero del pecho, sacó las tripas sin pensarlo. De repente lanzó toda aquella porquería sangrienta contra Ushio en un intenso de dejarlo perdido de sangre. Viendo la cantidad que era y estando tumbado, lo tenía difícil de esquivar ya que Kedra mediante su mantra sabría a dónde iba a rodar si esquivaba y lanzaría allí. Después se le quedaría mirando de forma calmada. – Hay un lago cerca. – Dicho aquello empezó a caminar hacia la dirección de éste con toda la calma del mundo. Iba dando silbidos por el camino, toma confianza para el espadachín.
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Suspiré de forma calmada. Kedra seguía comiendo a lo bestia y le importaba poco mancharse de sangre. Era una escena anti natural de ver, pero… No, no había visto nada más extraño que eso. Lo que él estaba haciendo estaba sacado de una película de terror, definitivamente. En eso, noté como es que le sacaba el corazón a aquel ciervo y se lo comía como si nada. Finalmente, respondió que pertenecía a la banda de Emile y que era la banda definitiva… ¿Razón? Estaba él. ”Nunca fallan los comentarios egocéntricos” – pensé. También afirmó que era su capitán el futuro Rey de los Piratas. ”Yo apostaría por Dexter, pero bueno” – no podía hacer nada contra la confianza que alguien le tenía al capitán de la tripulación.
Cerré mis ojos unos segundos… Y… Todo se fue a rojo. Literalmente. No, no es que hubiera despertado en el infierno. Kedra… ¡Me lanzó tripas del ciervo! ¿Por qué? No pude evitar pararme del susto y ver mi ropa… Estaba destrozada y olía a mucha sangre. Escuché, de su parte, que había un lago cercano. ”Maldito…” – agarré mis tres espadas, me coloqué las dos de siempre en la espalda y la de Kairoseki en mi cintura. Sonreí de forma tranquila y empecé a seguir a Kedra. Seguía sin entender muy bien porque me había hecho eso, pero… Eso ya daba igual. Era curioso que alguien al que lo catalogaban como un asesino, fuera más bien… Alguien tranquilo. Quizás los rumores eran mentiras, creados para infundir miedo y no informar. Era eso o, algo más improbable, que Kedra hubiera cambiado.
– Pues… Como están las cosas – dije mientras caminaba con mis dos manos en mi nuca. No conocía la fuerza de Emile y no había escuchado mucho de él. Salvo, quizás, que había sido un Yonkaikyo… Hasta que decidió traicionarlos. Ahora, sus movimientos, eran un total misterio y no se podía hacer una escala de su fuerza. – Quizás Dexter logré conquistar Raftel antes que Emile. Todos dicen que él… – tomé una leve pausa mientras notaba que ya habíamos llegado al lago. No dudé nada y me saqué las espadas, la camiseta y el pantalón. Finalmente, entré y me quedé ahí flotando boca arriba. – Va a ser el siguiente Rey de los Piratas. Y a decir verdad, quizás lo logre… Su fama es legendaria. – Me hundí un poco en el agua. Luego agarré toda mi ropa y la empecé a lavar con cuidado. ¿Qué me diría Kedra?
Cerré mis ojos unos segundos… Y… Todo se fue a rojo. Literalmente. No, no es que hubiera despertado en el infierno. Kedra… ¡Me lanzó tripas del ciervo! ¿Por qué? No pude evitar pararme del susto y ver mi ropa… Estaba destrozada y olía a mucha sangre. Escuché, de su parte, que había un lago cercano. ”Maldito…” – agarré mis tres espadas, me coloqué las dos de siempre en la espalda y la de Kairoseki en mi cintura. Sonreí de forma tranquila y empecé a seguir a Kedra. Seguía sin entender muy bien porque me había hecho eso, pero… Eso ya daba igual. Era curioso que alguien al que lo catalogaban como un asesino, fuera más bien… Alguien tranquilo. Quizás los rumores eran mentiras, creados para infundir miedo y no informar. Era eso o, algo más improbable, que Kedra hubiera cambiado.
– Pues… Como están las cosas – dije mientras caminaba con mis dos manos en mi nuca. No conocía la fuerza de Emile y no había escuchado mucho de él. Salvo, quizás, que había sido un Yonkaikyo… Hasta que decidió traicionarlos. Ahora, sus movimientos, eran un total misterio y no se podía hacer una escala de su fuerza. – Quizás Dexter logré conquistar Raftel antes que Emile. Todos dicen que él… – tomé una leve pausa mientras notaba que ya habíamos llegado al lago. No dudé nada y me saqué las espadas, la camiseta y el pantalón. Finalmente, entré y me quedé ahí flotando boca arriba. – Va a ser el siguiente Rey de los Piratas. Y a decir verdad, quizás lo logre… Su fama es legendaria. – Me hundí un poco en el agua. Luego agarré toda mi ropa y la empecé a lavar con cuidado. ¿Qué me diría Kedra?
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El lobo notó como el chico comenzaba a seguirle. Su técnica de haberlo puesto perdido de tripas había funcionado a la perfección. Mientras se iba dirigiendo hacia aquel sitio, iba pensando de nuevo en sus cosas. Por lo menos ya había comido y se había quedado en la jodida gloria. Sus pasos continuaban llevándole hasta aquel sitio. Esperaba que no hubiese pesados de por medio como podían ser nobles haciendo el tonto y mostrando sus buenas habilidades de natación. En aquel caso el cadejo los lanzaría por los aires con una onda de choque y después se tumbaría en la orilla. No era de agua salada y eso podía ser una ventaja más grande de lo que pensaba. De todas formas no pensaba meterse hasta más de la cintura, por lo que estaría a salvo.
En ese momento el chico nombró al zafiro. Los dorados ojos del castaño se entrecerraron despacio. Aunque su viejo compañero tuviese un poder impresionante, era un Shichibukai. Si permanecía en ese título jamás podría llegar a ser el rey de los piratas. Después mencionó su fama legendaria y no pudo evitar sonreír de lado. – Será una carrera interesante. El diablo y el dragón compitiendo por un estúpido titulo. Solo es un rango y nada más, he visto a reclutas reventar a comodoros. – Dicho aquello soltó un suspiro y se sentó de forma que el agua le llegase al cuello. Notó un poco de debilidad pero nada a lo que no estuviese acostumbrado en sus entrenamientos.
Hacía demasiado que no veía al dragón. Desde el día en que perdió la memoria más o menos y de aquello hacía ya bastante. Pese a estar en bandas totalmente distintas, él continuaba apreciándolo. Era pronto todavía para desafiarle a un combate amistoso pero sin duda era algo que pensaba hacer bajo cualquier cosa. Pudo ver como el chico estaba tumbado en el agua y además no había nadie más. Comenzó a limpiarse la sangre despacio al mismo tiempo que bebía un poco de agua. – El poder y la fama conllevan muerte y ser perseguido. La envidia corroe al planeta y no me extrañaría que la marina tratase de ejecutar al próximo rey pirata en ese momento. De todas formas yo ya tuve mi oportunidad y la desperdicié. – Mostró una leve sonrisa y después se quedó mirando al espadachín de forma calmada. Al parecer conocía al shichibukai o al menos parecía tener contacto con él. – La próxima vez que le veas, si es que lo haces, dile que su viejo capitán le envía recuerdos. – Dicho aquello cerró los ojos despacio.
En ese momento el chico nombró al zafiro. Los dorados ojos del castaño se entrecerraron despacio. Aunque su viejo compañero tuviese un poder impresionante, era un Shichibukai. Si permanecía en ese título jamás podría llegar a ser el rey de los piratas. Después mencionó su fama legendaria y no pudo evitar sonreír de lado. – Será una carrera interesante. El diablo y el dragón compitiendo por un estúpido titulo. Solo es un rango y nada más, he visto a reclutas reventar a comodoros. – Dicho aquello soltó un suspiro y se sentó de forma que el agua le llegase al cuello. Notó un poco de debilidad pero nada a lo que no estuviese acostumbrado en sus entrenamientos.
Hacía demasiado que no veía al dragón. Desde el día en que perdió la memoria más o menos y de aquello hacía ya bastante. Pese a estar en bandas totalmente distintas, él continuaba apreciándolo. Era pronto todavía para desafiarle a un combate amistoso pero sin duda era algo que pensaba hacer bajo cualquier cosa. Pudo ver como el chico estaba tumbado en el agua y además no había nadie más. Comenzó a limpiarse la sangre despacio al mismo tiempo que bebía un poco de agua. – El poder y la fama conllevan muerte y ser perseguido. La envidia corroe al planeta y no me extrañaría que la marina tratase de ejecutar al próximo rey pirata en ese momento. De todas formas yo ya tuve mi oportunidad y la desperdicié. – Mostró una leve sonrisa y después se quedó mirando al espadachín de forma calmada. Al parecer conocía al shichibukai o al menos parecía tener contacto con él. – La próxima vez que le veas, si es que lo haces, dile que su viejo capitán le envía recuerdos. – Dicho aquello cerró los ojos despacio.
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Seguía limpiando mis ropas, aunque me apeteciera más seguir tumbado donde estaba… El maldito de Kedra me había arruinado el mejor lugar. Lo escuchaba hablar con tranquilidad, la verdad, podía concordar con él hasta cierto punto. No era solo un título, era la única forma de decir que eras el mejor en algo. Aspiraba a ser el mejor espadachín de todos los tiempos, quería ser recordado para siempre, que mi nombre se usara en las canciones, que me tomaran de ejemplo. Esa era mi meta, mi sueño. No pude evitar sonreír al recordar que mi camino era largo y que una espada que debía superar, era la de Dranser. Mi maestro revolucionario, el más fuerte con el que haya luchado nunca.
Lo miré con cierto recelo al notar escuchar que Kedra había sido capitán de Dexter. ¿En serio? Había muchas cosas que yo no sabía y era interesante saber eso. No es que mantuviera algún tipo de contacto, pero estaba seguro que le volvería a ver. ”Si lo encuentro, le pediré que me acepte en su banda” – quizás era demasiado pretencioso, pero navegare en el mismo barco del hombre más fuerte del mundo, era conocer un límite desconocido. Significaría, además de la protección que aquello conllevaba, tener más mundo. Eso y que contaría con la comida de Hinori… Desde Jaya que seguía esperando que ella cocinara algo para mí.
– Bueno… Quizás tengas razón, Kedra – dije mientras secaba mi camiseta golpeándola en el aire. – Es cierto que la envidia corroe corazones y que portar un título no significa gran cosa – suspire de forma tranquila mientras colocaba mi camiseta en mi hombro. – A veces, los humanos somos simples. Queremos fama, poder y fortuna – mi tono era tranquilo ante todo. Suspiré y lo quedé mirando con calma. – Todo eso, se puede englobar en un sueño, quizás sea un sueño suicida y que te lleve a tu muerte… – hice lo mismo que hice con mi camiseta, pero ahora con el pantalón. – Pero… ¿Qué sería de la vida sin sueños? Dime, Kedra… ¿Cuál es tu sueño? – tomé una ligera pausa. – El mío es ser el mejor espadachín y poder proteger a todos mis seres queridos. – Finalicé con una sonrisa.
Lo miré con cierto recelo al notar escuchar que Kedra había sido capitán de Dexter. ¿En serio? Había muchas cosas que yo no sabía y era interesante saber eso. No es que mantuviera algún tipo de contacto, pero estaba seguro que le volvería a ver. ”Si lo encuentro, le pediré que me acepte en su banda” – quizás era demasiado pretencioso, pero navegare en el mismo barco del hombre más fuerte del mundo, era conocer un límite desconocido. Significaría, además de la protección que aquello conllevaba, tener más mundo. Eso y que contaría con la comida de Hinori… Desde Jaya que seguía esperando que ella cocinara algo para mí.
– Bueno… Quizás tengas razón, Kedra – dije mientras secaba mi camiseta golpeándola en el aire. – Es cierto que la envidia corroe corazones y que portar un título no significa gran cosa – suspire de forma tranquila mientras colocaba mi camiseta en mi hombro. – A veces, los humanos somos simples. Queremos fama, poder y fortuna – mi tono era tranquilo ante todo. Suspiré y lo quedé mirando con calma. – Todo eso, se puede englobar en un sueño, quizás sea un sueño suicida y que te lleve a tu muerte… – hice lo mismo que hice con mi camiseta, pero ahora con el pantalón. – Pero… ¿Qué sería de la vida sin sueños? Dime, Kedra… ¿Cuál es tu sueño? – tomé una ligera pausa. – El mío es ser el mejor espadachín y poder proteger a todos mis seres queridos. – Finalicé con una sonrisa.
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Al parecer el chico soñaba con ser el mejor espadachín del mundo, otro espaditas buscando ser el mejor con un palo de hierro. El mejor combate sin duda alguna para el lobo de la oscuridad era el cuerpo a cuerpo pero se veía que el joven no. Era un sueño demasiado ambicioso y que muchos deseaban. El ser el mejor espadachín del mundo estaba demasiado visto por el cadejo y el último de hecho había acabado comiendo cemento por listo. Había sido demasiado gracioso pues el muy imbécil le había desafiado sin motivo alguno delante de una taberna del Sur. De un solo puñetazo le había hecho salir volando por una de las ventanas. Era demasiado bestia pero los idiotas que le molestaban tan solo merecían aquello y más. Últimamente sentía que le faltaba un poco de entrenamiento y en cuanto pudiese lo completaría de la mejor forma posible.
De todas formas no le interesaba mucho ser poderoso por él mismo. Escuchó la pregunta de aquel chico y entonces fue cuando sonrió de lado al mismo tiempo que cerraba los ojos. – Mi sueño no es un sueño, es una realidad. Tan solo deseo proteger a cierta persona. Lo demás son solo meros objetivos cómo llevar a Émile a ser el rey de los piratas. – Dicho aquello simplemente se puso en pie y se quedó mirando al chico con toda la tranquilidad del mundo. Tal vez también era hora de ir haciéndole una pequeña visita a Dexter, después de todo le debía una por no haberle rematado cuando estaba sin memoria. Esperaba que el lagarto estuviese en forma y no se hubiese dejado llevar por las mujeres y las drogas. Había demasiado enfermo suelto últimamente y dichos seres convertían a los de su alrededor en más enfermos.
A Kedra le estaba dando un antojo de lanzarle al moreno una onda de choque pero quizás no era lo mejor después de todo. Le daban ataques violentos por la falta de combates y ahora simplemente se estaba aburriendo como una ostra. Si continuaba aburriéndose lo más seguro era que saliese de la isla en cualquier momento pero quería antes de nada escuchar la reacción del moreno. – Busca ese título con ansía, no creo que lo consigas por el momento. La fama tan solo es un puñado de avaricia manifestado en lo que los humanos llamáis sueño. Este mundo no es para mí. – Dijo simplemente mientras mostraba sus dientes afilados para después colocar ambas manos en la cintura.
De todas formas no le interesaba mucho ser poderoso por él mismo. Escuchó la pregunta de aquel chico y entonces fue cuando sonrió de lado al mismo tiempo que cerraba los ojos. – Mi sueño no es un sueño, es una realidad. Tan solo deseo proteger a cierta persona. Lo demás son solo meros objetivos cómo llevar a Émile a ser el rey de los piratas. – Dicho aquello simplemente se puso en pie y se quedó mirando al chico con toda la tranquilidad del mundo. Tal vez también era hora de ir haciéndole una pequeña visita a Dexter, después de todo le debía una por no haberle rematado cuando estaba sin memoria. Esperaba que el lagarto estuviese en forma y no se hubiese dejado llevar por las mujeres y las drogas. Había demasiado enfermo suelto últimamente y dichos seres convertían a los de su alrededor en más enfermos.
A Kedra le estaba dando un antojo de lanzarle al moreno una onda de choque pero quizás no era lo mejor después de todo. Le daban ataques violentos por la falta de combates y ahora simplemente se estaba aburriendo como una ostra. Si continuaba aburriéndose lo más seguro era que saliese de la isla en cualquier momento pero quería antes de nada escuchar la reacción del moreno. – Busca ese título con ansía, no creo que lo consigas por el momento. La fama tan solo es un puñado de avaricia manifestado en lo que los humanos llamáis sueño. Este mundo no es para mí. – Dijo simplemente mientras mostraba sus dientes afilados para después colocar ambas manos en la cintura.
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El agua estaba relajadora. Nunca hubiera pensado que en la soledad de las montañas encontraría a Kedra. En el silencio del bosque, entablaría alguna conversación con él y que podríamos estar tranquilos y sin tener que luchar por sobrevivir o con deseos de matar al otro. Suspiré con calma y escuché sus palabras. Su “sueño”, era más bien una realidad, buscaba proteger a alguien y, aparte, llevar a su capitán a ser Rey de los Piratas. Metas que, en la práctica, no serían tan difíciles. Finalizó diciendo que persiguiera mi sueño y que no creía que lo consiguiera de momento. Ni yo lo creía, había conocido a Dranser y ya sabía la enorme diferencia de niveles entre ambos. Me faltaba mucho camino por recorrer y este solo era el inicio.
– Quizás solo busco ser el mejor para tener una meta propia – dije mientras salía del agua. Ya era hora de emprender, de nueva cuenta, mi viaje. – Quizás solo lo busco para saber que estoy vivo y nada más – sonreí con calma y me puse mi camiseta. Al menos, el olor ya no era tan desagradable y había vuelto a su color normal… Con algunos toques rojizo, pero normal a final de cuentas. – Este mundo, la verdad, apesta. Siempre es el mismo círculo vicioso que no lleva a ningún lado. Tenemos que ser fuertes si queremos vivir y no perder a nadie en el camino… Es curioso – tomé una leve pausa y pasé por su lado izquierdo. – Pero en un mundo lleno de maldad, quizás son los sueños los que le dan cierta luz. – Sonreí de medio lado y me quedé a su lado. Era un chico interesante y la visión que tenía del mundo, lo era aún más.
– Bueno, creo que es hora de partir. Hasta luego, Kedra – empecé a caminar y a alejarme de él. – Quizás nos veamos otra vez, pero quizás no como amigos. – Solté una leve risa y lo dejé solo. ¿Qué nos depararía el destino? Si me unía a la banda de Dexter, una lucha por el puesto de Rey sería inevitable y… Tendría que derrotarlo si quería asegurar alguna victoria. Mi mirada brilló con intensidad, de cierta forma, él era otro gran muro que debía traspasar.
– Quizás solo busco ser el mejor para tener una meta propia – dije mientras salía del agua. Ya era hora de emprender, de nueva cuenta, mi viaje. – Quizás solo lo busco para saber que estoy vivo y nada más – sonreí con calma y me puse mi camiseta. Al menos, el olor ya no era tan desagradable y había vuelto a su color normal… Con algunos toques rojizo, pero normal a final de cuentas. – Este mundo, la verdad, apesta. Siempre es el mismo círculo vicioso que no lleva a ningún lado. Tenemos que ser fuertes si queremos vivir y no perder a nadie en el camino… Es curioso – tomé una leve pausa y pasé por su lado izquierdo. – Pero en un mundo lleno de maldad, quizás son los sueños los que le dan cierta luz. – Sonreí de medio lado y me quedé a su lado. Era un chico interesante y la visión que tenía del mundo, lo era aún más.
– Bueno, creo que es hora de partir. Hasta luego, Kedra – empecé a caminar y a alejarme de él. – Quizás nos veamos otra vez, pero quizás no como amigos. – Solté una leve risa y lo dejé solo. ¿Qué nos depararía el destino? Si me unía a la banda de Dexter, una lucha por el puesto de Rey sería inevitable y… Tendría que derrotarlo si quería asegurar alguna victoria. Mi mirada brilló con intensidad, de cierta forma, él era otro gran muro que debía traspasar.
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De nuevo el cadejo escuchó las palabras de aquel hombre y pensó que había muchas maneras para sentirse vivo. De todas formas le daba absolutamente lo mismo lo que pasara y por el momento simplemente estaba pensando en irse. Justo entonces fue cuando el joven dijo que se iba y eso hizo al castaño sonreír de lado al mismo tiempo que se relamía despacio. Acababa el viaje en aquella jodida isla repleta de aburrimiento, echaba demasiado de menos la acción a fin de cuentas. Tal vez le daba una colleja a su capitán al volver para empezar un combate contra él, así de buen rollo entre diablos y lobos. Estaba demasiado loco en algunas ocasiones pero no era algo peligroso para él. El resto de pecados los cuáles no había visto, poseía un aura demasiado débil al lado de la suya y combatir con ellos sería un aburrimiento.
Cuando el moreno se estaba largando y dijo lo del próximo encuentro simplemente sonrió de lado. – Yo no tengo amigos, Ushio-chan. Solo conocidos. – Dicho aquello pudo percibir el olor a sangre en las ropas del chico, al parecer todavía tenía restos por su culpa y claramente no estaba nada arrepentido. Ahora metió ambos pies en el agua y cerró los ojos notando la sensación del frescos inundar sus dedos. Sonrió de lado mirando su reflejo en el lago y después se dio la vuelta. No iba a estar allí mucho más y lo siguiente que hizo fue comenzar a andar despacio por dónde había venido. Sus pasos eran calmados y no muy exagerados. Iba pensando en sus cosas con toda la calma del mundo y no tardó en llegar al cuerpo de aquel animal muerto. Se lo había comido anteriormente y ahora simplemente lo miró como si de una basura se tratase, restos inertes sin vida alguna.
Ignoró después de unos momentos al mamífero para después cerrar los ojos y comenzar a caminar hacia la costa. De su cuerpo salía una especie de humo negro que hacía temblar a cualquier ser que se acercase a él, era su poder del mido, del cual estaba muy orgulloso. El poder dejar a los pesados temblando a la mínima era una sensación deliciosa. De todas formas ahora no había necesidad de hacerlo pues no había humanos idiotas dando por culo. Continuó andando hasta divisar el barco para después soltar un leve suspiro. En ese momento activó su Mayin Okami para ir lo más rápido posible hasta el navío. Cuando estuvo cerca saltó hasta la borda y después comenzó a caminar hacia los camarotes. Tenía ganas de irse al suyo y tumbarse para dormir tranquilamente. Le estaba dando un ataque de pereza de los suyos.
Cuando el moreno se estaba largando y dijo lo del próximo encuentro simplemente sonrió de lado. – Yo no tengo amigos, Ushio-chan. Solo conocidos. – Dicho aquello pudo percibir el olor a sangre en las ropas del chico, al parecer todavía tenía restos por su culpa y claramente no estaba nada arrepentido. Ahora metió ambos pies en el agua y cerró los ojos notando la sensación del frescos inundar sus dedos. Sonrió de lado mirando su reflejo en el lago y después se dio la vuelta. No iba a estar allí mucho más y lo siguiente que hizo fue comenzar a andar despacio por dónde había venido. Sus pasos eran calmados y no muy exagerados. Iba pensando en sus cosas con toda la calma del mundo y no tardó en llegar al cuerpo de aquel animal muerto. Se lo había comido anteriormente y ahora simplemente lo miró como si de una basura se tratase, restos inertes sin vida alguna.
Ignoró después de unos momentos al mamífero para después cerrar los ojos y comenzar a caminar hacia la costa. De su cuerpo salía una especie de humo negro que hacía temblar a cualquier ser que se acercase a él, era su poder del mido, del cual estaba muy orgulloso. El poder dejar a los pesados temblando a la mínima era una sensación deliciosa. De todas formas ahora no había necesidad de hacerlo pues no había humanos idiotas dando por culo. Continuó andando hasta divisar el barco para después soltar un leve suspiro. En ese momento activó su Mayin Okami para ir lo más rápido posible hasta el navío. Cuando estuvo cerca saltó hasta la borda y después comenzó a caminar hacia los camarotes. Tenía ganas de irse al suyo y tumbarse para dormir tranquilamente. Le estaba dando un ataque de pereza de los suyos.
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